La Didáctica del trabajo político – ideológico: una mirada desde la sociosemiótica
Enviado por Olga Rosa Cabrera Elejalde
- Introducción
- Lo ideológico en la semiosis social
- La relación Didáctica – trabajo político – ideológico
- Actividades didácticas con operaciones semióticas para el trabajo político – ideológico en el proceso de enseñanza – aprendizaje
- Reflexiones finales
- Bibliografía
INTRODUCCIÓN
Pretender pensar a un tiempo la Didáctica y el trabajo político ideológico con una mirada semiótica, puede ser muy controversial. No está lejos de mi intención si se produce una controversia a partir de las ideas no acabadas que expresaré en esta conferencia que tiene por objetivo: reflexionar acerca de las implicaciones didácticas del trabajo político – ideológico bajo el prisma de la semiosis social.
Sabiendo que uno de los principios que condicionan la educación en Cuba es su contenido ideológico y la orientación consciente de la personalidad, el cual supone la subordinación de todo trabajo educativo a la formación socialista de la personalidad en correspondencia con el ideal martiano y marxista – leninista, la educación político
– ideológica no es sólo un objetivo del proceso de formación de la personalidad, sino también condición necesaria para su edificación.
Sin embargo, en mi experiencia práctica y mediante la observación he podido verificar que en ocasiones se identifica el trabajo político ideológico con la información política, esto obedece al carácter formal y poco científico con que se asume esta actividad en los procesos educativos que tienen lugar en la escuela, especialmente en el proceso de enseñanza aprendizaje.
El nivel de abstracción con que frecuentemente se ha tratado esta problemática ha dado lugar al cliché de que "trabajo político – ideológico, lo es todo", no es menos cierto que resulta imposible negar que la ideología está en todas partes: pude ser leída en la prensa, en los ritos, en los gestos cotidianos, en el cine, la música o en una foto, atravesando de lado a lado la sociedad aunque no todo en ella sea ideológico. Sin embargo, entendido de ese modo queda tan importante actividad carente de una adecuada fundamentación científica. Se requiere entonces, la delimitación de hasta qué punto lo es todo y qué parte de ese todo le corresponde a la Didáctica como ciencia, investigar.
De ahí, que la idea rectora de todas las que se proponen en esta conferencia sea: la fundamentación científica del trabajo político ideológico desde la Didáctica.
Los resultados que aquí se apuntan se basan en la utilización de la dialéctica materialista como metodología general de investigación y otros métodos científicos como: la observación participante, cuestionarios, análisis bibliográfico, histórico – lógico, la modelación y el enfoque sistémico.
I. Lo ideológico en la semiosis social.
La Semiótica es la ciencia que se encarga de los procesos de significación y producción del signo, y su campo abre un abanico en la polisemia del signo, lo cual permite una interpretación crítica y continúa de los procesos semióticos, uno de los pliegues de este abanico es la semiótica social o teoría de los discursos sociales que se plantea un conjunto de hipótesis sobre los modos de funcionamiento de la semiosis social, entre ellas la dimensión significante de los fenómenos sociales. Su estudio, por lo tanto, es el análisis de dichos fenómenos en tanto procesos de producción de sentido.
En el análisis de textos, consistirá en esclarecer los textos en sus tres niveles de comunicación: sintáctico, semántico y pragmático. El sintáctico estaría constituido por la forma o superficie del texto (lo material del mismo), mientras que aquellas realidades de índole semántica y pragmática constituirían el "contenido" del texto. Así desde el punto de vista metodológico es importante determinar los nexos o relaciones que tenga el texto, gramatical y sintácticamente, con los significados o sentidos que se le están atribuyendo (semántica) y con los intereses y objetivos específicos que persigue el investigador (pragmática).
Encontramos en varios autores que hacen algunas sistematizaciones en torno a la cuestión de lo ideológico: Umberto Eco (1972), Pierre Guiraud (1979), Roland Barthes (1990) (2003), Catherine Kerbrat-Orecchioni (1983) y Eliseo Verón (1997).
Se considera como aspecto valioso a tener en cuenta en el análisis semiótico de lo ideológico la idea de Umberto Eco acerca del significado como unidad cultural, según este autor; cuando la experiencia se ha socializado, cuando las experiencias de vida han sido codificadas, el dato cultural pasa a ser un elemento del sistema semántico y la semiótica los reconoce. La experiencia adquirida, la cultura, en este punto, deja de ser un residuo extrasemiótico y los elementos de la ideología, entendida como cultura, "pueden ser descritos por el sistema de lenguaje" (Eco; 1972: 185).
Antes de continuar el análisis de la relación ideología – cultura que plantea U. Eco, es necesario recordar que ya C. Marx en su tesis seis sobre Feuerbach había planteado que "la esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo. Es, en su realidad, el conjunto de las relaciones sociales". (Marx C: s/f:), por tanto la historia de los hombres es la historia de su propia actividad en la interacción con el mundo natural
– social. El individuo en la medida que asimila las conquistas culturales de la humanidad y lo distinguen como unidad irrepetible se convierte en personalidad.
En lo extenso de la obra martiana pueden encontrarse también disímiles anotaciones al respecto, cuando el Apóstol dice: "el hombre crece tanto: que ya se sale de su mundo e influye en el otro", se está refiriendo al proceso de socialización de la experiencia individual que a su vez implica su apropiación por otros. En este proceso no solo se apropia de la cultura sino que también la difunde "por la fuerza de su conocimiento abarca la composición de lo invisible, y por la gloria de una vida de derecho llega a sus puertas seguro y dichoso. Cuando las condiciones de los hombres cambian, cambian la literatura, la filosofía y la religión, que es una parte de ella" (Matí. J: OC, t 13: 32); así el ser humano es reflejo de su época.
Valiosas son las ideas de Ernesto Guevara (1988) acerca del individuo como un producto no acabado al encontrarse permanentemente en un proceso doble de educación y autoeducación y las de Fidel Castro Ruz (2003) acerca de la importancia de apropiarse de una cultura general integral pues para él "sin conocimiento y cultura no se puede acceder a la ética. Sin ambos no hay ni puede haber igualdad ni libertad. Sin educación y sin cultura no hay ni puede haber democracia". (Castro F: 2003: 3)
Una mirada psicológica de estos aspectos la encontramos también en la psicología dialéctico materialista "(…) las formas superiores de la conducta abarcan dos grupos de fenómenos, que a primera vista, parecen por completo heterogéneos, pero que de hecho representan dos ramificaciones fundamentales, entrelazados de modo inseparable, pero que no se fusionan nunca en una sola entidad. En primer lugar, dicho concepto se halla constituido por los procesos de dominio de los medios externos del desarrollo cultural y del pensamiento: el idioma, la escritura, el cálculo, el dibujo; en segundo lugar, está constituido por los procesos de desarrollo, no limitados ni determinados de ninguna forma precisa. Unos y otros, tomados en conjunto conforman el proceso de desarrollo del niño". (Vigotski, 1987: 32).
Esta concepción argumenta la premisa que fundamenta el dominio de los medios externos del desarrollo cultural en la actividad mental. Vigotski establece cierta analogía entre la palabra y el arte, y refiere que la palabra se analiza de la misma forma que una escultura, la cual tienen en primer lugar, una forma externa, en segundo lugar una imagen interna y en tercero, el significado, y plantea que esta imagen interna se ha olvidado y se ha sustituido por el significado de la palabra, y manifiesta que esta imagen interna varía y es la que permite que se convierta en signo.
Establecidas las coincidencias entre los fundamentos ideológicos y psicopedagógicos de la educación cubana con las ideas de U. Eco acerca del significado como unidad cultural en el análisis semiótico de lo ideológico, se considera que en las condiciones actuales, donde las tecnologías, el conocimiento y la información dominan la vida del ser humano es importante contar con esta herramienta para la realización del trabajo político – ideológico.
En este análisis, es primordial el papel que desempeñan las vivencias en la apropiación de la cultura; para Eco, un determinado mensaje se identifica siempre con una determinada connotación (bienestar) y es utilizado siempre de la misma manera. Aquí, la conexión entre el significante y la idea de bienestar se convierte en un símbolo y actúa metafóricamente. Es decir, se convierte en un artificio retórico. Cuando esto sucede, todos los acontecimientos denotados por esa figura retórica asumen una connotación optimista y en nuestra asociación del mensaje con el subcódigo (bienestar)
rechazamos cualquier connotación pesimista. El uso de la connotación optimista, entonces, convierte al mensaje en un instrumento ideológico que logra ocultar las otras relaciones.
En fin, es significativo aquello que produce bienestar, satisfacción ya sea material o espiritual por ello las condiciones de vida en su estrecha relación con la apropiación de la cultura, su transformación y reconstrucción desempeñan un papel esencial en la realización de toda actividad ideológica con vistas a lograr que el mensaje como instrumento ideológico alcance una connotación optimista y se convierta en retórica.
La retórica es, para Eco, un arte de la persuasión que actúa en la mayor parte de las relaciones de comunicación. En última instancia, sirve para impulsar a un oyente a prestar atención a lo que se dice.
Este artificio oscila permanentemente entre la redundancia y la información. Si por un lado tiende a llamar la atención de un oyente para convencerlo de algo que todavía ignora y de manera informativa, por el otro esto se obtiene a partir de algo que el oyente ya sabe y quiere. Esta contradicción se resuelve entendiendo a la retórica a la vez como una técnica generativa y como un depósito de técnicas argumentales ya comprobadas. Por lo que la argumentación de los hechos y fenómenos sociales desempeña un papel esencial en la actividad ideológica.
José Martí utiliza la retórica; por ejemplo, en "Tres héroes", narración histórica con un enfoque didáctico, José Martí utiliza el método persuasivo mediante la reiteración de los valores morales que considera esenciales en la formación de la personalidad: hombre honrado (aparece 7 veces en el texto), decoro (aparece 6 veces) y libertad (aparece 7 veces). Así, la extensión de los discursos de Fidel de 1959 al 2006, se debe entre otras cosas a la utilización del método persuasivo para hacer comprender desde el punto de vista ideológico la realidad.
Por otra parte, para U. Eco, la retórica, suscita emociones que deben ser catalogadas dentro de los sistemas de signos, ya que una de las funciones de los signos es provocar emociones. Estos fenómenos son de interés en tanto que pueden ser "codificados siguiendo determinadas convenciones históricas y sociales" (Eco;
1972:204).
Por lo tanto, las fórmulas retóricas, remiten a posiciones ideológicas. Por ejemplo: la fórmula retórica defensa del mundo libre o lucha contra el terrorismo muy ligada a la posición política de Estados Unidos y sus visiones ideológicas posibilita la construcción de un código de manipulación ideológica de la opinión pública mundial y del pueblo norteamericano en función de la cada vez más feroz carrera belicista.
La misma operación podría efectuarse con una fórmula políticamente diferente como: salvar la patria, la revolución y las conquistas del socialismo que contribuyó a la resistencia del pueblo cubano en los años más duros del período especial (década de
1990). Por lo tanto, es individualizando estos códigos que la semiótica "resulta estar por debajo (o, por encima) del universo de los significantes y de sus significados más comunes y se mueve en el universo de las ideologías, que se reflejan en los modos preconstituidos del lenguaje" (Eco; 1972:205).
Por lo tanto es importante tener en cuenta que existe una unidad dialéctica entre retórica e ideología, "cierta manera de utilizar el lenguaje se identifica con determinada manera de pensar la sociedad" (Eco; 1972:205), las expectativas ideológicas se pueden alterar si se alteran los sistemas de expectativas retóricos y, al mismo tiempo, toda alteración de lo aceptado retóricamente implica dar una nueva dimensión a lo ideológico. Es decir, la subversión de los contenidos corre en paralelo con la de las formas de la expresión. La información modifica los códigos y las ideologías.
Por otro lado, es posible también el análisis semiótico de los procesos económicos que se realizan por medio de códigos publicitarios y sus implicaciones ideológicas, para ello es importante recordar que "un punto de vista ideológico reacciona a su vez sobre la base económica y puede modificarla hasta cierto punto." (Engels: 1976: 372) Desde esta óptica es válido puntualizar que entre lo económico y lo ideológico existe un punto donde estos dos procesos se encuentran, a este punto de intersección Darío Machado le llama "lo no ideológico". (Machado 2000: 59)
La actividad productiva es un proceso económico y por tanto material, de carácter no ideológico, pero en ella interactúan numerosos factores de carácter ideológico que están en el límite de las interacciones entre lo económico y lo ideológico e indisolublemente ligadas a la conciencia social, en la práctica los hombres y mujeres desarrollan su subjetividad en correspondencia con los niveles de integridad de sus convicciones y valores interactuando indisolublemente ligados a los procesos materiales.
Por ejemplo, en los códigos publicitarios, funcionan tanto sobre el registro verbal como sobre el visual y la función del primero es fijar el mensaje. La ideología evocada por los mensajes publicitarios es siempre, para concluir en el consumo.
El uso de la figura retórica (tropo) en publicidad, entonces, tiene, básicamente, una finalidad estética que convierte en persuasiva y memorable la comunicación. El objetivo del tropo es atraer la atención y hacer más nuevo el argumento que utiliza, persuadir y estimular emotivamente. Pero también su función muchas veces es fáctica, ya que el mensaje dice lo que el lector esperaba para hacerse comprensible.
"Es evidente que todas las buenas razones (…) que damos para justificar nuestros gustos, nuestros deseos, son totalmente irracionales (…) El comercio vende símbolos. Y esos símbolos funcionan a niveles subconscientes e inconscientes totalmente irracionales" (Guiraud; 1979:130).
El afán de consumo es uno de los problemas ideológicos más frecuentes en la sociedad contemporánea, fabricado por las grandes empresas productora mediante la creación de necesidades artificiales, problema este que no es ajeno a la sociedad cubana actual y que merece nuestra atención desde el proceso de enseñanza – aprendizaje.
De acuerdo con el objetivo propuesto, es pertinente además tener en consideración algunas ideas referente a la relación connotación – ideología desde una mirada semiótica. Existen diversos criterios al respecto para algunos existe una unidad entre denotación y connotación en el lenguaje semántico que se expresa en la ideología, para otros solo la connotación permite la valoración ideológica de los símbolos.
Se consideran valioso para este trabajo las idea de Umberto Eco (1972), quien entiende a la denotación como "la referencia inmediata que el código asigna a un término en una cultura determinada" (Eco; 1972:110) y la connotación, como "el conjunto de todas las unidades culturales que una definición intencional del significante puede poner en juego; y por lo tanto, es la suma de todas las unidades culturales que el significante puede evocar institucionalmente en la mente del destinatario" (Eco; 1972:117) y de Kerbrat-Orecchioni (1983), para ella las connotaciones ideológicas, son las unidades lingüísticas que reflejan un juicio de apreciación o desvalorización sobre un objeto denotado, son afines a las connotaciones afectivas y a las emotivas, y resulta complicado descubrir sus efectos.
En cuanto a la organización sintagmática de las connotaciones, la autora dice que los hechos de connotación casi nunca se presentan en forma aislada y que, por lo tanto, "tienden a organizarse en redes y a construir isotopías" (Kerbrat-Orecchioni; 1983:
200). De esta convergencia surge el efecto de sentido.
De este modo, la connotación nunca es un mero hecho de habla, es un concepto extremadamente productivo y omnipresente en el lenguaje cotidiano, funciona como un claro "instrumento de poder gracias a la posibilidad que tienen las clases dirigentes de accionar una variada gama de registros connotativos, en tanto que las clases oprimidas están encerradas, en el nivel de su competencia activa, en un único nivel de lengua que les es familiar" (Kerbrat-Orecchioni; 1983:218). De esta forma, Kerbrat- Orecchioni enumera contenidos connotados que podrían calificarse como de naturaleza ideológica.
– Valores axiológicos: explicitan la actitud valorativa del enunciador.
– Connotaciones estilísticas: toda elección estilística supone una valoración, independientemente de su contenido, que también puede estar ideologizado, se valoriza la función lúdica del mensaje, la cual no es inocente ideológicamente.
– Ideogramas que se vinculan con denominaciones particulares: revelan la posición que ocupa el enunciador en el tablero político – ideológico. Emblemas de marcas etc.
– Algunas connotaciones asociativas: por ejemplo las metáforas. Pero conviene aclarar que, aunque todas sean interpretativas y subjetivas, no todas son ideológicas. Se regala un automóvil.
De acuerdo con esto, se considera que aunque no toda connotación tiene es ideológica, todo valor que se agregue a un sentido normal será un valor connotado y marcará axiológicamente a una determinada palabra, lo cual tiene gran importancia para el trabajo político – ideológico. Aunque la convención rige los códigos denotativos y los connotativos y en todas partes en el lenguaje se encuentra la ideología, esta no se inscribe en los códigos como tal. Por ello, hay que averiguar los lugares y los modos de su inscripción, y estos lugares están tanto en los lenguajes de connotación como de denotación. Muchas veces, los códigos inducen a que se tome a esos lugares como verdaderos. De ahí, la necesidad de desenmascarar, en cualquier parte donde se lo encuentre, la naturalización cultural. Lo importante es revelar ante la vista la arbitrariedad de los sistemas de representación, desbloquear los órdenes lingüísticos y referencial, y mostrar que el discurso no siempre es análogo perfecto de la realidad.
En los lenguajes de connotación, la costumbre, que convierte lo cultural en natural, es la responsable de la naturalización y de que no veamos la convención denotativa, así la connotación trabaja con los códigos de representación que inciden en la ideología. Es esto lo que ocurre con algunas prácticas cotidianas ilegales que han proliferado en Cuba después de los años 1990.
Por lo tanto, decodificar las connotaciones, implica movilizar las competencias culturales e ideológicas del decodificador.
Por último, sería bueno reflexionar acerca de algunas ideas de Eliseo Verón (1997) que estudia los fenómenos de producción de sentido donde el sujeto ocupa un lugar importante. El pensamiento complejo de este autor lo lleva a no reconocer la distinción base – superestructura realizada por el marxismo. Sin embargo, sabemos Karl Marx y Sigmund Freud constituyen los precursores del análisis contemporáneo. Sin sus respectivas contribuciones no hubiese sido posible los unos niveles conceptuales y temáticos que hoy nos presentan los nuevos saberes (ver Muñoz, B. (2007).
La teoría y el método marxista son, ante todo, un sistema filosófico global sobre la interacción entre ser humano, la naturaleza y la sociedad. Su gran aportación está precisamente en haber descubierto la concepción materialista de la historia y la esencia de la explotación capitalista. Para Marx, la sociedad se organiza como un todo. Marx y Engels establecieron una metodología crítico-histórica para lograr un estudio ajustado de las superestructuras ideológicas, así como de sus fenómenos interrelacionados. El hecho de que algunos de sus seguidores realizaran interpretaciones dogmáticas no demerita las aportaciones del marxismo clásico.
Para nosotros no es nada nuevo lo planteado por Verón (1997) acerca de la organización de la sociedad en un entramado de relaciones infinitas de producción de significado social. Sin embargo, de él se asume el análisis semiótico del discurso social que implica tres aspectos fundamentales: producción, circulación, consumo (reconocimiento), donde las condiciones de producción son las determinaciones que dan cuenta de las restricciones/posibilidades que se ponen en juego en la producción de un discurso, las condiciones de reconocimiento son las determinaciones que dan cuenta de las restricciones/posibilidades que permiten recepcionar un discurso y entre unas y otros circula el sentido. La circulación es la diferencia, la distancia que se da entre producción y reconocimiento.
Así como, la lectura diacrónica y sincrónica del texto para decodificar su sentido ideológico a partir de las marcas presentes en la materia significante, las cuales son propiedades significantes cuya relación (con producción o con reconocimiento) no están especificadas. Pero cuando esa relación se establece, se convierten en huellas y tanto una como la otra sirven al analista para proponer una gramática (reglas) a partir de lo que observó en el análisis.
Los aspectos trabajados tienen gran importancia para la realización del trabajo político – ideológico en el proceso de enseñanza – aprendizaje.
"El proceso de enseñanza aprendizaje, por su complejidad manifiesta explícitamente un proceso de semiosis ilimitada donde el profesor es un intérprete que
constantemente produce signos a partir de sus propios interpretantes, los que se multiplican y además varían su condición, influyendo en el estudiante por ser sujeto del aprendizaje. El profesor dirige el proceso de semiosis, convirtiéndose en un mediador entre el objeto, el signo y el estudiante intérprete". (M León Ávila: material digital)
II. La relación Didáctica – trabajo político – ideológico.
La relación entre la Didáctica y el trabajo político – ideológico ha sido trabajada por diversos autores de forma implícita en trabajos referentes a la formación de valores; algunos establecen vínculos entre Pedagogía y formación de valores; así, Gustavo Torroella González (1995), C. Álvarez de Zayas (1999), Oscar Elejalde Villalón (2006), trabajan métodos específicos de formación de valores en el proceso de enseñanza – aprendizaje, lo cual hace notar el carácter didáctico de este proceso indisolublemente ligado al trabajo político – ideológico.
C. Álvarez de Zayas (1999) concreta su reflexión al considerar la Didáctica de los valores a partir de los nexos que se establecen entre el valor y las categorías del "proceso docente – educativo" , así el objetivo como categoría rectora del proceso, encarna la aspiración social, la necesidad social y el encargo social en un modelo pedagógico, plantea que ese es un polo de la unidad dialéctica y en el otro es el método, en el esa relación objetivo – método se expresa la relación sociedad- individuo.
De esta forma, si se presenta un problema social en la clase y el estudiante lo soluciona mediante la actividad práctica, este se realiza como sujeto en aras del mejoramiento social, el autor señala que el compromiso se da como consecuencia del contenido mismo de lo que está haciendo. Hace énfasis en que la actividad política ideológica por la vía curricular contribuye a formar al estudiante con una concepción socialista.
Para este autor, "lo curricular, lo extracurricular y el Trabajo Político Ideológico, tiene, en lo primero su dirección principal, siempre que el valor impregne al contenido, al objetivo, al método y al resto de las categorías didácticas, interrelacionados entre sí, en el seno del proceso docente educativo". (Álvarez de Zayas C: 1999: 68)
A partir de los resultados del proyecto de investigación educativa: Aproximación a la sistematización y contextualización de los contenidos didácticos y sus relaciones, de la Cátedra de Pedagogía y Didáctica de la Universidad de Ciencias Pedagógicas "Enrique J: Varona" que entiende la Didáctica "como ciencia se encarga de estudiar la enseñanza – aprendizaje en un contexto educativo concreto, para aproximar la formación de la personalidad a objetivos de valor social que responden a la organización sistémica de dichos procesos". (Addine F. y colectivo: 1998: 11), se considera que esta ciencia posee como toda la educación, un contenido ideológico expresado en su finalidad: la formación integral de la personalidad en correspondencia con los intereses de la clase social en el poder político, siendo este el punto de partida para establecer los nexos entre Didáctica y trabajo político – ideológico.
Por otro lado, los resultados de los proyectos de investigación educativa: Ética y profesionalidad del claustro del UCPEJV para la formación humanista de los Licenciados en Educación" (1998 – 2000), la introducción de sus resultados en la
formación y superación de profesores (2000 – 2004); así como los proyectos: Ética y desarrollo humano para un mundo mejor, Ética, formación de valores y político ideológica en la profesionalidad de los docentes para la formación inicial en las carreras pedagógicas (2006 – 2008), sirven de base al presente trabajo.
Estos resultados sistematizados en los libros: Dimensión ética de la educación cubana (2006), Educación, ciencia y conciencia (2008) y Cultura económica y desempeño pedagógico profesional (2009) y en cinco multimedias, permiten concretar las siguientes ideas:
• se profundiza en el trabajo político -ideológico y su vínculo con la educación, reconoce la intencionalidad de esta relación en la transformación de actitudes y conductas. Nancy Chacón (2002).
• las determinantes ideológicas de la Educación devienen de su propia función social:
difundir y educar en la ideología dominante.
• deben realizarse conscientemente en función de desarrollar ante todo la conciencia política y la transformación de las actitudes y conductas de los individuos para lograr acciones que se correspondan con los objetivos y programas que responden a los intereses de la clase que está en el poder.
• esta transformación se realiza mediante la actividad humana: práctica, cognoscitiva, valorativa y la comunicación en su unidad dialéctica.
• es en el proceso de enseñanza – aprendizaje donde se alcanza su mayor concreción la actividad ideológica consciente, independientemente de esta es tarea de todos los agentes socializadores que contribuyen a la educación de los seres humanos y que el proceso pedagógico en su sentido amplio también tiene la finalidad de educar en la ideología dominante. (Cabrera E. O: 2006).
• Integrar la ideología al aprendizaje de manera intencionada y consciente significa ante todo, comprender que el conocimiento posee un contenido valorativo y el valor un significado en la realidad, que debe saberse interpretar y comprender adecuadamente a través de la apropiación de la cultura. (Cabrera E. O: 2009).
Teniendo en cuenta que el trabajo político – ideológico no se realiza en abstracto la comprensión de estas ideas es de extraordinaria importancia, considerándolo como "una forma de actividad ideológica consciente que contribuye a la solución de problemas que dificultan la continuidad y desarrollo del sistema socioeconómico y político vigente a partir de la atención diferenciada a los sujetos, tomando en cuenta las determinantes ideológicas y culturales de la educación para garantizar el desarrollo humano en correspondencia con la ideología dominante". (Cabrera O. R: 2009: 59).
Desde esta perspectiva; el aprendizaje de los conocimientos, habilidades, y valores que implican el desarrollo humano es un proceso sujeto no solo a la regulación psíquica sino también a la moral , el cual alcanza un nivel superior cuando es activo y significativo, o sea cuando se establecen relaciones entre lo aprendido y los nuevos contenidos, lo afectivo y lo motivacional – volitivo con la vida de las personas, adquiriendo entonces un carácter autorregulado donde el profesor, partiendo de una intención educativa, guía y orienta el aprendizaje hacia el desarrollo moral en correspondencia con los intereses políticos e ideológicos de la sociedad.
Entendiendo por proceso de enseñanza – aprendizaje desarrollador: "las etapas sistemáticas de acciones coordinadas entre los profesionales de la educación, el
estudiante y su grupo que tiene como objetivo general impulsar la formación de una personalidad en un nivel autorregulado, lo que transforma al estudiante, al grupo y a los profesores, maestros en sujetos activos de su propio desarrollo y del desarrollo de la sociedad" (Delci Calzado L: 2004 : 7), se plantean algunas exigencias didácticas que orientan el trabajo político – ideológico en este proceso.
Para el desarrollo de este aspecto se tienen en cuenta las ideas de Delci Calzado Lahera (2004), quien establece relaciones entre Didáctica General y la Metodología de disciplinas pedagógicas, para esta autora, la Didáctica sistematiza regularidades generales del proceso de enseñanza – aprendizaje, mientras que las metodologías logran manifestaciones concretas de esas regularidades en un contexto específico, para ella las nuevas experiencias metodológicas desarrollan y enriquecen la teoría de la Didáctica General, la cual se enriquece y re – elabora sobre la práctica metodológica, incorporando nuevos elementos universalmente válidos para todo el proceso de enseñanza – aprendizaje.
"Metodología de la enseñanza – aprendizaje: es la concepción didáctica instrumental del proceso de enseñanza – aprendizaje, desde la cual se proyecta un modo de concebir el sistema de acciones y relaciones entre los componentes de dicho proceso, en un determinado contexto curricular: Carrera, disciplina, asignatura, forma de organización, para lograr con calidad los objetivos propuestos". (Calzado D: 2004: 8)
A partir de estos elementos, la autora de este trabajo considera que en tanto el proceso de enseñanza – aprendizaje es un proceso complejo resulta difícil la separación entre Didáctica y Metodología, sobre todo en lo que se refiere al trabajo político – ideológico si tenemos en consideración que la educación tiene un carácter clasista y responde por tanto a los intereses de la clase social en el poder político sustentado en una ideología que difunde mediante los procesos educativos. De ahí que una regularidad de todo proceso de enseñanza – aprendizaje, independientemente de la disciplina o asignatura de que se trate es: la intencionalidad política, y como tampoco podemos separar Pedagogía y Didáctica, esta intencionalidad política se refleja en las relaciones y los nexos esenciales en todo el proceso pedagógico. De ahí que el trabajo político – ideológico atraviesa el sistema de leyes, principios y categoría de esta ciencia. Desde un enfoque cultural y ético, axiológico y humanista aporta los nexos que se establecen entre lo cognitivo, lo afectivo – valorativo, lo ideológico y lo actitudinal.
Sobre la intencionalidad político – ideológica en la determinación y formulación de los objetivos.
En tanto la educación responde a los intereses de la clase social en el poder político, todo proceso de enseñanza – aprendizaje debe aproximar la formación de la personalidad a objetivos de valor social.
La determinación y formulación de los objetivos de cada actividad docente deben evidenciar la intencionalidad político – ideológica de acuerdo con una taxonomía (intenciones del proceso de enseñanza-aprendizaje) que sigue el criterio de la formación integral de la personalidad del estudiante en sus dimensiones cognoscitivas, valorativas y actitudinales, de manera tal que lo instructivo y lo formativo se presente como unidad dialéctica.
El proceso de determinación de los objetivos parte del conocimiento de los factores económicos, políticos, sociales, filosóficos e ideoculturales que emanan de la sociedad concreta; del conocimiento de las ciencias que deberán ser utilizadas y del estudio de las características de los estudiantes que deberán cumplirlos.
En este proceso, los factores claves son: los contenidos de las ciencias, el enfoque ético, axiológico y humanista, así como el cultural de los mismos, las características del estudiante y los aspectos metodológicos de este proceso que tienen que ver con el nivel de abstracción de los objetivos en correspondencia con la realidad económica, política y social vigente. Para ello, el profesor debe apropiarse de la cultura económica y política necesaria.
Hasta aquí, es posible advertir que la intencionalidad política en la determinación de los objetivos se realiza en tres dimensiones: curricular, metodológica y cultural – ideológica.
Una vez que los objetivos han sido determinados; se realiza la formulación, que lo aproxima a su utilización en el proceso educativo teniendo en cuenta su esencia activa en la transformación a que se aspira lograr en el estudiante. En este sentido, se expresan en función del estudiante y de las actitudes político – ideológica que este debe asumir a partir de la apropiación de los contenidos de la ciencia y la cultura general. En la formulación debe explicitarse la integración de la intencionalidad política (efecto que se quiere alcanzar en la formación ideopolítica) con los conocimientos, habilidades, valores y actitudes, lo cual conduce a transformaciones en el modo de pensar, actuar y sentir del estudiante.
Según Margarita León y Roberto Abreu (2004), en la actualidad se advierten dos tendencias al formular los objetivos con intencionalidad política:
1. Comenzar por la declaración de la intencionalidad política y seguidamente plantear la habilidad, conocimientos y el resto de los componentes del objetivo.
2. Comenzar por la declaración de la habilidad, los conocimientos y demás componentes y finalizar con la intencionalidad política.
La primera tendencia se usa preferentemente para formular objetivos de asignaturas, años y carrera. Por ejemplo:
• Demostrar con el ejemplo y modo de actuación su formación científica, cultural, profesional y humana, que le permitan desarrollar el proceso de formación integral de la personalidad de los estudiantes en correspondencia en las características y necesidades de la sociedad cubana.
Nótese que en la formulación de este objetivo, la intencionalidad política se integra al saber hacer del estudiante, tiene un alto grado de generalidad, no alcanzable en una clase o actividad extraclase (aunque cada una tribute a ello), sino en el decurso de la carrera.
La segunda tendencia es más utilizada cuando se está preparando la clase u otra actividad del proceso pedagógico. Por ejemplo:
• Valorar la importancia de tener en cuenta los aportes de la Ética martiana y de Fidel Castro a la educación para un mejor desempeño profesional pedagógico en correspondencia con las características y necesidades de la sociedad cubana.
En este objetivo, la intencionalidad política está expresada a través del efecto que se quiere alcanzar en una actitud determinada del estudiante: ser portador del Código de Ética del educador cubano de manera que favorezca la formación integral de las jóvenes generaciones.
Estos procedimientos se tornan difíciles para aquellos profesores que no tengan un profundo dominio del contenido de la materia que explican, que no se preparan políticamente y que no han desarrollado las habilidades profesionales para el trabajo político – ideológico: "aquellas que permiten al profesor integrar lo conocimientos político – ideológicos al proceso de enseñanza – aprendizaje y elevarlos al nivel de aplicación en su desempeño profesional" (Cabrera O. R: 2009: 102).
Es necesario aclarar que la intencionalidad política que queda expresada en los objetivos es aquella que emerge del contenido de la actividad, lo cual no excluye que el profesor aproveche incidentalmente otras potencialidades, que se dan como resultado de las relaciones entre él y los estudiantes o de la propia dinámica y lógica del proceso de enseñanza – aprendizaje.
De igual modo, no basta con un buen diseño o planificación consciente de la intencionalidad política en los objetivos, ellos se avivan en la dinámica del proceso de enseñanza – aprendizaje, por lo cual la motivación y adecuada orientación son indispensable para lograr el compromiso de los estudiantes con su cumplimiento, ellos cobran vida a través del método.
El diseño de objetivos contentivos de una intencionalidad político – ideológica impregna también al contenido, al método y al resto de las categorías didácticas. "El contenido es el elemento objetivador del proceso y responde a la pregunta "¿Qué enseñar-aprender?". Según F. Addine (es una parte de la cultura que integra conocimientos, modos de pensar, actuar y sentir, y valores personales y sociales, que se seleccionan con criterios pedagógicos con el propósito de formar integralmente al educando. Es aquella parte de la cultura y experiencia social que debe ser adquirida por los estudiantes y se encuentra en dependencia de los objetivos propuestos. En su estructura se identifican cuatro componentes interrelacionados: sistema de conocimientos, sistema de habilidades y hábitos, sistema de valores y actitudes.
De acuerdo con esta definición, al tiempo que un individuo asimila la cultura y aprende a verse y comportarse como miembro de una colectividad, incorpora también los valores sociopolíticos fundamentales de su entorno, desarrolla vínculos de identificación con los símbolos políticos, adquiere un determinado nivel de comprensión de los significados políticos, y se hace consciente de su pertenencia a una historia, a un pasado colectivo, a las tradiciones y costumbres. De este modo, el trabajo político – ideológico que se realiza mediante el proceso de enseñanza – aprendizaje es parte de la socialización política, en el sentido más amplio, la cual se refiere a la forma en que la sociedad transmite su cultura política de generación a generación y que supone su permanencia o cambio, mayor o menor participación política; así como la reproducción y continuidad del sistema.
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