- Libro I: La Justicia
- Libro V. Comunismo de mujeres e hijos. Comunidad de bienes
- Libro VI. El verdadero filósofo
- Libro VII. La educación del filósofo
- Teoría de las Ideas (Ontología o teoría de la realidad)
- Teoría del Conocimiento (Epistemología o gnoseología)
- Antropología platónica (el ser humano)
- Ética
- La sociedad humana :el Estado ideal
- El mito de la caverna
- Conclusión
- Influencia y valoración de la filosofía de Platón
Libro I: La Justicia
Es una especie de prólogo seguramente escrito por Platón años antes del resto.
Parte el diálogo sobre la Justicia de la definición de Simónides:"justicia es dar a cada uno lo suyo".A partir de esta definición se entabla una discusión buscando lo que es la justicia, la justicia en sí, más allá de las opiniones de unos y otros: "hacer bien al amigo y mal al enemigo" (Polemarco), o, como señala Trasímaco, "el interés de! más fuerte", o la idea de que el injusto es más feliz que el hombre justo…
Sócrates defenderá que la justicia es la virtud del alma y como tal es provechosa, siendo la injusticia nociva. El diálogo termina sin saber, en verdad, qué es la justicia.
A lo largo de los Libros II, III y IV se intentará la definición de justicia.
Se establece el paralelismo entre las clases o grupos sociales que constituyen el Estado (productores, guardianes y gobernantes) y las partes del alma (concupiscible, irascible y racional) cada una con su virtud correspondiente (moderación, valor y sabiduría), considerando a la justicia como la virtud total, la perfecta armonía entre las partes, la cual sólo es posible cuando cada una cumpla con su función propia y para ello es necesaria una educación adecuada, instrumento básico para la armonización del Estado.
Sólo así es posible la justicia en el Estado y en el hombre y sólo entonces se puede conseguir la felicidad. Este paralelismo entre individuo y Polis lleva a un círculo vicioso que funda la perfección, la justicia de la ciudad en la del individuo y viceversa.
Libro V. Comunismo de mujeres e hijos. Comunidad de bienes
En él se expone la igualdad del hombre y la mujer: tienen esencialmente las mismas aptitudes, salvo menores diferencias cuantitativas Las diferencias son de orden social y Platón pretende eliminarlas suprimiendo la familia y estableciendo un comunismo de mujeres e hijos así como una comunidad de bienes, con lo que quien gobierne lo hará pensando en el bien común y no en el interés propio o de los parientes.
Aparece la figura del filósofo como el gobernante ideal. El filósofo es el amante de la sabiduría, nunca saciado con la opinión; el que busca lo que es, el ser, lo en sí, como guía segura para el gobierno de la ciudad.
Libro VI. El verdadero filósofo
Se profundiza en las características del verdadero filósofo:
el que siente el deseo continuo de conocer lo que es;
el que odia lo falso y ama lo verdadero;
el que ama el placer del alma y se aleja de los del cuerpo
el mesurado, libre de la avidez de las riquezas y de toda mezquindad
el que tiene valor , moderación y sabiduría, virtudes que componen la justicia
el que tiene como objeto el estudio del Bien en sí.
En este libro hay dos pasajes importantes: el símil del sol y el símil de la línea.
El símil del sol: El sol con su luz permite al ojo la visión de las cosas. Pues bien, el sol es para el ámbito visible y la vista, lo mismo que el Bien para el ámbito inteligible y la inteligencia.
En el símil de la línea establece la separación entre lo visible (lo sensible) y lo inteligible, la opinión y la ciencia o el conocimiento verdadero, y los distintos grados de saber o estados en los que puede estar la mente, hasta llegar a la Dialéctica, ciencia suprema que tiene por objeto a las Ideas, realidades auténticas.
Libro VII. La educación del filósofo
La educación ha de comenzar en la niñez y continuará, en un progreso constante, hasta la vejez.
Comienza el libro VII con la alegoría de la caverna, imagen de "nuestra naturaleza respecto de su educación y de su falta de educación". Continua afirmando que los futuros gobernantes han de realizar un largo recorrido en su formación hasta lograr el objeto supremo de estudio y de conocimiento: el bien.
Este largo recorrido está perfectamente representado en la alegoría de la caverna, en la que Platón expone el ascenso del filósofo hasta el conocimiento del bien con implicaciones de orden ético, educativo y político.
Libros VIII y IX. Las formas injustas de gobierno.
Señala los diversos tipos de constituciones, de estados y su vinculación con los diversos tipos de hombres. Es decir, toda forma de gobierno no es más que la manifestación de la clase de ciudadanos que domina en esa ciudad.
Timocracia, oligarquía, democracia y tiranía son formas injustas, degeneradas de gobierno, en contraste con la forma ideal: la aristocracia del filósofo-gobernante.
Libro X.
Hay un final un tanto escatológico. Una presentación del mito de Er, a partir del cual se habla de la inmortalidad y la felicidad ultramundana, gran recompensa de la virtud que transciende la brevedad de la vida para aplicarse a la totalidad del tiempo.
Teoría de las Ideas (Ontología o teoría de la realidad)
Tras las apariencias cambiantes de las cosas, Platón se esfuerza por encontrar realidades fijas y universales, cuyo conocimiento le parece necesario para dar una base sólida a la moral y a la política y, por otra parte, para fundamentar la posibilidad de un conocimiento verdadero y escapar del relativismo y escepticismo de los sofistas.
¿Cuál es entonces esta realidad fija e inmutable? De esta pregunta arranca "la teoría de las ideas". Brevemente formulada esta teoría consiste en afirmar que existen entidades, realidades inmateriales, absolutas, inmutables y universales, que son descubiertas por el pensamiento (por ejemplo, la Justicia, La belleza ) y que están situadas en un mundo superior al mundo físico que captamos por los sentidos. Estas realidades son las Ideas (eidos). Las cosas sensibles que nos rodean son copias o imitaciones de la verdadera realidad: las Ideas.
Según esta teoría, Platón distingue dos mundos distintos y contrapuestos: por una parte el eterno e inmutable mundo de las Ideas, que es lo verdaderamente real, y por otro el universo físico, el mundo sensible, que está compuesto por las cosas que nos muestran los sentidos, que son copias de las ideas. Entre los dos mundos hay una relación de mímesis (imitación y participación); el mundo sensible sería una especie de sombra del mundo de las ideas. Cada cosa en el mundo sensible tiene su idea en el "mundo inteligible", a la cual aplica Platón los caracteres que Parménides aplica al Ser, es decir, una idea es una unidad indestructible, inmóvil, inmutable, intemporal y eterna. De esta forma todas las cosas que llamamos, por ejemplo, justas o bellas imitan la Idea de Justicia o la Idea de Belleza.
Debido a esta división de mundos decimos que la concepción platónica de la realidad (ontología) es dualista. El verdadero ser, por tanto, está constituido por la realidad inteligible. Esta realidad de lo suprasensible, mundo de las ideas, es el eje central del desarrollo del pensamiento platónico.
Pero es necesario decir que el mundo de las Ideas no puede confundirse con ningún lugar físico. No significa una especie de ámbito espacial donde se "encontraran" las Ideas, como los seres materiales se encuentran en este mundo, puesto que las Ideas no tienen propiedades físicas, sino sólo inteligibles. Lo que Platón quería señalar al utilizar la expresión "Mundo de las Ideas" es que éstas tienen una realidad independiente de las cosas sensibles, y que, por tanto, no cambian, ni perecen con ellas.
Por lo tanto, la finalidad de esta teoría de las Ideas era:
combatir el relativismo y escepticismo de los sofistas;
garantizar la posibilidad de la ciencia y de la verdad, cuyo fundamento serán las Ideas.
ofrecer una solución conciliadora a la concepción de Parménides (la autentica realidad es eterna e inmutable) y Heráclito (defiende el perpetuo fluir de las cosas), es decir, conciliar la oposición permanencia –cambio.
Dar consistencia teórica a las ideas de Sócrates sobre el conocimiento humano.
1.MUNDO INTELIGIBLE O MUNDO DE LAS IDEAS
1.1. NOCIÓN DE IDEA EN PLATÓN
El término griego "eidos" procede del verbo "ver", y equivale, pues, a visión. Al castellano suele traducirse como "idea" o "forma", para dar a entender que dichos entes son objeto sólo del pensamiento, son conocidos sólo por la inteligencia, son "lo pensado", o "lo visto" por la inteligencia cuando conocemos lo que las cosas verdaderamente son.
El sentido actual de la palabra "idea" puede hacernos malinterpretar la teoría de Platón. Para él, dicho término no tiene en absoluto el sentido de una mera "representación mental", de un concepto, es decir, de algo que sólo existe en nuestra mente. Al contrario, el término "idea" designa a las únicas realidades en sentido pleno, designan a realidades que tienen realidad extramental. Hay, por ejemplo, multitud de cosas sensibles bellas; pues bien, la Idea de Belleza no es, para Platón una mera construcción mental, no es lo que nosotros llamamos la idea o concepto de lo bello; La Idea de Belleza existe por sí misma, más allá de la mente y con independencia de los objetos sensibles bellos. Lo mismo sucede respecto a las Ideas de Justicia, Bondad, etc.
1.2. CARACTERES FUNDAMENTALES DE LAS IDEAS
El mundo de las ideas o mundo de lo inteligible está constituido por una pluralidad de ideas que son eternas, inmutables, simples, perfectas e inmateriales. Constituyen el verdadero ser, el verdadero mundo. Se diferencia del ser de Parménides en que éste sólo era uno mientras que las ideas no son una unidad, aunque están conectadas, como veremos.
Los caracteres principales del mundo inteligible son:
En primer lugar, las Ideas son la esencia. Así, lo que hace que el libro sea libro y la mesa sea mesa, etc. es la Idea de Libro y la Idea de Mesa
son la causa de las cosas, los modelos (arquetipos inteligibles de las cosas). Platón dice que las ideas son paradigmas, modelos ejemplares a los cuales se ajustan las cosas imperfectamente. Al igual que no hay ninguna cosa que en su figura se adecue a la figura que piensa el geómetra, tampoco hay ningún hombre que sea adecuado de forma absoluta a la idea de hombre, ni ninguna estatua real que sea absolutamente adecuada a la idea de belleza. En fin, no hay ningún ser en la naturaleza que sea absolutamente adecuado a su idea en el mundo suprasensible.
Son objetivas, no son pensamientos.
Son inmutables y eternas: sin cambio, no engendradas e imperecederas.
Son indivisibles e inmateriales.
El mundo inteligible y las ideas que en él se encuentran tan sólo son captados por la parte más elevada del alma, es decir, por la inteligencia, y sólo el conocimiento de las mismas nos proporciona la verdad, el conocimiento verdadero.
Las Ideas están jerarquizadas. El mundo de la Ideas está constituido por una multiplicidad, en la medida en que allí hay Ideas de todas las cosas: Ideas de valores estéticos, Ideas de valores morales, Ideas de diversas realidades corpóreas, etc. Pero este mundo ideal no es caótico sino organizado y ordenado jerárquicamente en el que las ideas inferiores implican las superiores, que van elevándose hasta llegar a la Idea que se halla en el vértice de la jerarquía: la idea de Bien. El rango inferior lo ocupan las ideas de los seres materiales, en un escalón intermedio se colocan las ideas matemáticas y en el rango superior los ideales morales, políticos y estéticos cuya cúspide es la idea de Bien, la idea de las ideas.
Dada la importancia que da Platón a la idea de Bien es preciso detenernos a analizarla. En los diálogos platónicos Sócrates afirma sentirse incapaz de definir qué es el Bien; sin embargo, intentará describir el "retoño del Bien" pasando a exponer el famoso paralelismo entre el sol -rey del mundo sensible- y la Idea de Bien -rey del mundo inteligible-. Es el llamado Símil del sol. Sócrates dice que el sol es el producto del Bien y que se le parece mucho, pues la relación que se da entre el sol y otros objetos sensibles es análoga a la relación que hay entre el Bien y las otras Ideas; así, igual que el sol hace que sean visibles los objetos del mundo físico dándoles luz y es la razón de su existencia y crecimiento, también el Bien ilumina las ideas haciendo posible su conocimiento y su existencia.
Por lo tanto, la idea más elevada de la que participan las demás es el Bien que, de esta forma, se coloca en un plano de absoluta supremacía ontológica: las realidades sensibles participan de las Ideas y todas las Ideas participan del Bien.
Así, el Bien es para Platón principio supremo, causa, fin y razón última del ser, de la verdad y fuente del conocimiento de todas las cosas: es el más excelente de todos los seres, la cumbre del ser y de la inteligibilidad, el término último de todo proceso de conocimiento.
Según Platón, es al matemático y, sobre todo al filósofo a quien corresponde ascender dialécticamente en el conocimiento de las Ideas hasta alcanzar la Idea de Bien.
2. MUNDO SENSIBLE
El mundo de lo sensible: mundo de la materia, lo constituye la naturaleza, el Universo en que vivimos constituido por los seres naturales. Las cosas del mundo de lo sensible tienen unas propiedades radicalmente opuestas al de las ideas, son cosas generales, corruptibles, mutables, compuestas, divisibles, en suma, imperfectas.
Los caracteres principales del mundo sensible son:
Es una copia o sombra del mundo Inteligible.
Es el mundo del devenir. Es aparente, múltiple, cambiante.
Se conoce por los sentidos. El conocimiento de este mundo nos proporciona opinión, pero no certeza, conocimiento verdadero.
Es engendrado, no es eterno. Un ser divino, el Demiurgo, fabrica el mundo tomando como modelo las Ideas. El Demiurgo no crea a partir de la nada (concepto judeo-cristiano), sino que actúa sobre una materia eterna, caótica a la que Platón llama de muchas maneras, a veces, espacio. El Demiurgo es pues, un principio o una inteligencia ordenadora cuya función es fabricar el mundo plasmando las Ideas en la materia. Según Platón, si el universo no es perfecto es porque la materia incluye siempre desorden e indeterminación. Cuanto en el mundo hay de orden, razón y belleza se debe a las Ideas.
Existe por PARTICIPACIÓN, a diferencia de las Ideas que existen por sí. El concepto de participación es central en la filosofía platónica. La relación que hay entre las Ideas y las cosas sensibles se efectúa mediante participación: una cosa es en la medida en que participa de su Idea. Así, las cosas bellas son tales porque imitan o participan de la Idea de Belleza o Belleza en sí. Esto significa que, como hemos dicho, las cosas sensibles son imitaciones o copias de las Ideas, y que estas a su vez, son los modelos, paradigmas o arquetipos de los seres sensibles. Las cosas sensibles son así, "inferiores" a las Ideas, en el sentido en el que representan una disminución del "ser verdadero". Podemos compararlas a las sombras cuando se dicen que son menos reales que los cuerpos que las producen. No obstante, Platón reconoció la dificultad de explicar de manera adecuada la separación de las ideas y su relación con los seres sensibles.
También está jerarquizado. Jerarquía: alma cósmica en la cumbre (vendría a ser como el logos de Heráclito) principio superior a la materia, el que le da la vida; en segundo nivel los astros, empiezan a ser casi divinos, puede ser influencia de los pitagóricos, se mantiene esta concepción hasta finales del XVI, son perfectos; en tercer nivel los hombres, almas humanas; en el cuarto los animales, primero los mamíferos hasta los más elementales; en el quinto los vegetales; en el sexto los cuatro elementos; en el séptimo el espacio vacío.
Teoría del Conocimiento (Epistemología o gnoseología)
La tarea de resumir la teoría del conocimiento o epistemología no es fácil, pues está estrechamente ligada a la Teoría de las Ideas u ontología.
Platón fue un pensador que estaba convencido de que el hombre puede llegar a alcanzar conocimientos verdaderos y trató de averiguar cuál es el objeto de tales conocimientos. Se negó a admitir la teoría de los sofistas de que el conocimiento sea la mera percepción sensible y la idea de que la verdad sea relativa. Platón pensaba que la percepción sensible no merece el nombre de conocimiento, puesto que según él, sólo hay conocimiento de lo que es, de lo estable y constante, y de esos objetos sensibles no se puede decir en realidad que son, sino que devienen, que cambian. El conocimiento científico aspira a dar con la definición, con una definición que sea clara y precisa; por lo tanto, el objeto del verdadero conocimiento ha de ser estable y permanente, fijo y susceptible de definición inequívoca, características que poseen las Ideas; éstas serán pues, el objeto del verdadero conocimiento.
Hemos visto que la concepción platónica de la realidad es dualista, de un parte las ideas, que son inmutables y eternas, y de otra parte los seres físicos, que son cambiantes y corruptibles. Pues bien, también su concepción del conocimiento (epistemología) es dualista, pues a estos dos niveles de realidad corresponde dos niveles de conocimiento, uno proporcionado por los sentidos, por la percepción sensible que da lugar a la opinión y otro proporcionado por la razón, que da lugar a la ciencia. Los sentidos se localizan en el cuerpo; la razón, como veremos, es propia del alma. Solamente la razón, sólo el alma es capaz de llegar a conocer las Ideas, a contemplar el Mundo de las Ideas.
GRADOS O NIVELES DEL CONOCER
Los grados del conocimiento están expuestos en el libro VI de la República, en el que se nos ofrece el símil de la línea.
El desarrollo de la mente humana desde la ignorancia hasta el conocimiento atraviesa dos campos principales: el de la OPINIÓN (doxa) y el de la CIENCIA (episteme). La diferencia entre ambos es una diferencia de los objetos a los cuales se refieren: la opinión o doxa versa sobre IMÁGENES (el mundo sensible) y el conocimiento versa sobre ORIGINALES (el mundo inteligible).
Quienes se mantienen al nivel de la opinión ignoran lo bello en sí, lo bueno en sí y todas las otras Ideas, y sólo saben de cosas bellas, de cosas buenas, etc.; conocen únicamente las imágenes pero sin saber que son imágenes y por lo tanto viven como en un sueño, porque soñar es justamente considerar que las imágenes son verdaderas. Las opiniones son ciegas pues no conocen las razones de aquello en lo que creen. Es un conocimiento inestable e inseguro. Por la tanto sólo la episteme es el verdadero conocimiento científico, universal y necesario.
Pero la línea no está dividida sólo en dos secciones, sino que opinión y conocimiento se subdividen a su vez en dos grados. El segmento correspondiente a LA OPINIÓN se divide en:
CREENCIA (pistis) que tiene por objeto a las cosas sensibles reales, animadas e inanimadas (muebles, animales).
IMAGINACIÓN o CONJETURA (eikasía) que tiene por objeto las sombras o imágenes de aquellas cosas sensibles de cualquier manera que se formen: en los sueños, en la fantasía, en el arte…
La imaginación es un conocimiento más ciego que la creencia. Por ejemplo, el hombre cuya única idea de caballo es la que tiene a partir de los caballos particulares de la realidad y que no ve que los caballos particulares son "imitaciones" del caballo ideal (o Idea de caballo) se halla en un estado de creencia. Pero si un artista pinta un caballo, el cual sería la imitación de una imitación y alguien creyese que el caballo pintado es el caballo real, se hallaría en el estado de imaginación.
El segmento correspondiente a LA CIENCIA o episteme se divide en:
PENSAMIENTO DISCURSIVO (diánoia) cuya ciencia correspondiente es la matemática;
INTELIGENCIA PURA (nous, nóesis) cuya ciencia es la DIALÉCTICA.
La división de este segmento está vinculada a los objetos del mundo inteligible, pero ¿en qué se diferencian? Se diferencian en que el pensamiento discursivo tiene por objeto las HIPÓTESIS mientras que la inteligencia pura tiene por objeto las Ideas.
Platón habla, en relación con el pensamiento discursivo, de las matemáticas. El razonamiento geométrico por ejemplo, se sirve de ciertas figuras sensibles: las figuras geométricas dibujadas en el papel, en la arena o de otra manera. Pero estas figuras sensibles no son el objeto propio de la geometría, sino sólo la imagen de tal objeto. En efecto, cuando la geometría considera las propiedades del cuadrado refiriéndose, por ejemplo, a un cuadrado concreto dibujado en una hoja no afirma que tales propiedades sean de ese cuadrado, sino que las atribuye al cuadrado en sí, a las figuras matemáticas que no pueden percibirse con los sentidos..
Pero aunque las matemáticas sean un conocimiento conceptual, tienen carácter hipotético por lo que no son el grado más alto del conocimiento. Platón llama nóesis a esta forma suprema de la inteligencia humana en la que se manifiesta la verdad primera y fundamental. El hombre que está en este grado del conocimiento emplea las hipótesis de la diámoia como punto de partida pero las rebasa hasta llegar a los primeros principios; en este proceso no se utilizan "imágenes" sino que se procede a base de las ideas mismas, esto es mediante el razonamiento abstracto.
Ahora bien, ¿Cómo ascendemos en los grados del conocimiento? Mediante la dialéctica:
es el método que nos permite ir, ascender, de lo sensible a lo inteligible. Es el método que nos permite pasar de la multiplicidad de lo sensible a la unidad de lo inteligible.
es la ciencia que tiene por objeto el Mundo de las Ideas, es decir, el saber que nos permite conocer las ideas y establecer las relaciones necesarias entre ellas. Esta ciencia descubre que las ideas no son un conjunto desordenado sino que tienen una jerarquía que las hace depender unas de otras y todas de la idea de Bien.
Dialéctica es por tanto todo el proceso del conocimiento, pero de un modo especial la última fase del conocimiento, en el que se establecen los principios de la ciencia.
Sin embargo, la dialéctica es un camino hacia el conocimiento que conduce a la acción. No es sólo conocimiento teórico, pues sólo quien conozca el bien y la justicia podrá obrar con justicia (recuerda a Sócrates).Por esto acaba el libro VII de la "República" diciendo que el conocimiento del Bien es necesario para obrar con sabiduría en lo privado (hace referencia a la ética, es decir, al actuar correctamente) y en lo público (la política, para ser un buen gobernante) El conocimiento se convierte así en una condición de la ética y de la política.
CONOCER ES RECORDAR: LA REMINISCENCIA
Pero ¿cómo es posible el conocimiento de lo perfecto y universal? ¿Cómo es posible la dialéctica?.Si es posible la dialéctica como método de ascenso hacia el Mundo de las Ideas es porque Platón creía que el conocimiento del mundo sensible nos hace intuir que hay un mundo Inteligible. Si somos capaces de juzgar acerca de la igualdad de dos trozos de madera es porque intuimos la Idea de Igualdad. El hecho de que seamos capaces de juzgar las cosas más o menos iguales, más o menos bellas, etc., implica el conocimiento de un modelo: de la Idea de la Belleza o Igualdad, que son, según Platón, conocidas por nosotros antes e independientemente de que conozcamos objetos iguales o bellos.
¿Pero cómo es posible que conozcamos las Ideas antes que las cosas sensibles? El fundamento está en la inmortalidad del alma: el alma humana preexiste a su unión con el cuerpo y en su estado de preexistencia adquirió el conocimiento de las Ideas. Esto significa que, según Platón, el alma humana vivió en el Mundo de las Ideas antes de caer en la cárcel del cuerpo. Al entrar en el mundo sensible y unirse al cuerpo, olvida las Ideas. Sin embargo al contemplar las cosas puede recordarlas, puesto que las cosas del mundo sensible imitan y participan de aquellas. Aprender es pues, un proceso de recuerdo, en el que las concretizaciones de cada idea nos recuerdan las Ideas contempladas anteriormente. El conocimiento sensible no carece pues de valor: sirve de ocasión para el recuerdo. Esto quiere decir que el conocimiento de lo sensible tiene la función de recordarnos lo que ya conocíamos y habíamos olvidado. El conocimiento humano es pues, REMINISCENCIA o anámnesis, recuerdo de un saber poseído y olvidado.
La verdad se encuentra dentro de cada ser humano y para recordarla hay que seguir el camino de la dialéctica. La función educadora del filósofo consiste en facilitar este aprendizaje que consiste en recordar; así lo había entendido Sócrates en la mayéutica.
Y ¿Qué es lo que mueve al hombre a conocer, a buscar un saber completo? Lo que le mueve es el Amor a la Belleza, el Eros. Lo que impulsa la vida intelectual es el Amor: ésta desea la Belleza, es su amante (philós); y como la sabiduría (sophía) es bella, la ama: es philósophos. El Eros del "amor platónico" no es otra cosa que un anhelo del alma hacia lo eterno o la aspiración de los filósofos hacia el conocimiento verdadero de las esencias que hemos contemplado una vez en el reino de la verdadera realidad.
Antropología platónica (el ser humano)
La concepción platónica del mundo es dualista: Mundo de las Ideas y Mundo sensible. También su concepción del hombre, su antropología es dualista: el hombre es un compuesto de alma y cuerpo. Pero igual que el Mundo de las Ideas tiene prioridad sobre el mundo sensible, también el alma tiene prioridad sobre el cuerpo; hasta el punto de que para Platón estudiar al hombre es estudiar su alma.
l. EL TEMA DEL ALMA EN EL MUNDO GRIEGO
En el pensamiento griego el problema del alma se plantea de forma muy distinta a como se plantearla hoy. Esta discrepancia se pone de manifiesto en el hecho de que ningún filósofo griego negó la existencia del alma. El problema fundamental no era para ellos el de su existencia sino el de su naturaleza (material o no, inmortal o perecedera). Para el pensamiento moderno el problema fundamental es la cuestión de su existencia.
En general podemos hablar de dos conceptos distintos de alma en el mundo griego, según se la relacione con la vida o con el conocimiento intelectual. Efectivamente, para algunos el alma sería principio de vida, aquello en virtud de lo cual un ser vivo está vivo. Para otros el alma vendría a entenderse como el principio del conocimiento racional, como aquello que nos da la capacidad de reflexionar por la cual nos distinguimos de los animales. Las consecuencias que derivan de una u otra manera de concebir el alma discrepan:
para los que entienden el alma como principio de vida:
todos los vivientes poseen alma;
establecen una estrecha relación entre alma y cuerpo pero difícilmente dan sentido a la inmortalidad del alma,
para los que ven el alma como principio de conocimiento:
sólo el hombre posee alma;
plantean fácilmente la cuestión de su inmortalidad pero hacen difícil la unión alma-cuerpo.
Estas dos maneras de entender el alma pueden ser denominadas respectivamente, concepción aristotélica y concepción platónica; si bien es cierto que ni Platón se desentiende de la función del alma respecto del cuerpo, ni Aristóteles deja de relacionar la actividad intelectual con el alma.
2 .EL ALMA EN PLATÓN
El ser humano es para Platón una realidad dual, es decir, compuesto de cuerpo y alma (dualismo antropológico). Platón afirma que el cuerpo es una cárcel para el alma porque cree que son dos realidades muy distintas:
Al cuerpo lo da poca importancia, presentándolo siempre con connotaciones negativas, como prisión material del alma de la que ésta aspira a librarse (siguiendo las doctrinas de la religión órfica). El cuerpo pertenece al mundo sensible, está compuesto, es multiforme, mudable y visible. Carece de movimiento (se mueve por el alma) y su destino es disolverse al morir y estar sometido a la parte directora que es el alma. El cuerpo es al alma como la nave al piloto, la prisión al prisionero, etc.
El alma es de naturaleza espiritual, inmaterial, distinta y contrapuesta al cuerpo. Ella es divina, eterna e inmortal. Procede del mundo inteligible, por tanto pertenece al mundo de las Ideas. Así el alma es superior al cuerpo y debe gobernarlo. Cuando ella se libera del cuerpo, éste muere, ya no es nada. El hombre es, pues, esencialmente alma, lo más fundamental que hay en él.
¿Cómo es la unión del alma con el cuerpo? La unión alma-cuerpo es una unión accidental, un estado transitorio y pasajero. Más aún, es un estado antinatural pues el lugar propio del alma es el Mundo de las Ideas y su actividad propia la contemplación de éstas. El alma tiene primacía sobre el cuerpo y debe gobernarlo, controlarlo. El cuerpo es para el alma un vehículo, como la nave que pilota el navegante o el coche guiado por su cochero. Platón mantiene por tanto, una concepción bastante peyorativa del cuerpo humano: el cuerpo es un estorbo para el alma, la arrastra con sus pasiones y le impide la contemplación de las Ideas Por eso la tarea fundamental del alma mientras permanece unida al cuerpo es la de purificarse, prepararse para la contemplación de las Ideas.
¿Por qué el alma (superior) cayó en el cuerpo, en el mundo sensible? En el diálogo Fedro aparece el mito del carro alado para explicar la unión de cuerpo y alma. Se trata de la existencia de un carro con caballos con alas, las almas son eternas y están desde la eternidad en un lugar celeste contemplando las ideas y allí son felices. Las almas inician una procesión sobre un carro cada una de ellas, el carro está conducido por auriga y por dos caballos uno blanco y otro negro; en un determinado momento de la marcha el caballo negro se desboca y a pesar del esfuerzo del auriga el carro se sale del camino y cae hacia abajo, al mundo de lo sensible. Con este mito Platón nos explica su doctrina de la naturaleza tripartita del alma. El auriga representa el alma racional, el caballo blanco el alma irascible (valores nobles, la fuerza,…), el caballo negro el alma concupiscible (las pasiones).
En la República expone Platón su doctrina de la Naturaleza Tripartita del Alma, doctrina que toma de los pitagóricos y según la cual el alma consta de tres partes (el vocablo "parte" no se debe entender en el sentido de que el alma tenga partes materiales, sino funciones):
ALMA RACIONAL: Es aquella con la que conocemos, pensamos y razonamos. Es la parte más noble y superior, pues su actividad consiste en conocer intelectualmente y dirigir y guiar a las otras dos. Es inmortal y está situada en el cerebro. Conduce las acciones superiores del hombre y es la que le lleva al mundo de las Ideas. Se localiza en la cabeza, cerebro. Está representada en el mito por el auriga (conductor).
ALMA IRASCIBLE: Es aquella con la que decidimos actuar o no (la voluntad o el ánimo). Es la encargada de regular las pasiones nobles (el valor, la ambición, la ira, la esperanza…). Simboliza el valor, la fortaleza y la voluntad, es decir, todas las tendencias o inclinaciones buenas del hombre, las pasiones nobles que hay en él. Se deja conducir fácilmente por el auriga. Es mortal y está situada en el tórax, en el pecho. Está representada en el mito por el caballo bueno, dócil y hermoso.
ALMA CONCUPISCIBLE: Es aquella con la que deseamos. Es la fuente de las pasiones innobles, de los deseos del cuerpo: instinto de conservación, apetito sexual Simboliza los deseos y tendencias desordenadas, es decir, las pasiones sensibles descontroladas. De ella proceden todos los apetitos groseros e instintos que arrastran al hombre hacia lo corpóreo. Está localizada en el abdomen, el vientre, y es mortal. Está representada en el mito por el caballo malo y feo.
Según hemos dicho, el alma vive una vida antinatural y violenta, el cuerpo es una prisión porque el lugar natural del alma es el mundo inteligible. Así, la misión del hombre será, pues, liberar al alma del mundo sensible, purificarla. Esto será posible cuando la razón tome de nuevo las riendas del carro y conduzca al alma al mundo de las Ideas. Lo propio del alma no es estar junto al cuerpo; su lugar natural es el mundo inteligible. Mientras permanece unida al cuerpo anhela librarse de los lazos que la atan a lo sensible, para volver a su origen primitivo: la contemplación de las ideas.
Mientras el alma no se purifique, ésta sufrirá una serie de reencarnaciones y no podrá gozar de la estancia en el mundo de las Ideas. Cada reencarnación en un cuerpo vendrá determinada por la vida anterior (culpas o méritos). El filósofo, el sabio, sumido en esa búsqueda incesante de lo eterno, será el que mejor pueda esperar que alguna vez su alma, libre de este mundo sensible, vuelva para siempre al mundo inteligible.
Platón, según hemos venido afirmando anteriormente, considera la naturaleza del alma como entidad espiritual, divina y connatural a las realidades suprasensibles: las Ideas. Por ello, tuvo siempre el convencimiento de la inmortalidad del alma y de la existencia de otra vida más allá de la muerte. Si la esencia del hombre es su alma, es coherente que la inmortalidad del alma se convierta en algo esencial. Platón intentó probarla por vía racional en distintas épocas de su vida. En el Fedón, aduce tres pruebas:
La prueba principal es la que se basa en la Reminiscencia. Para Platón, el hecho de que el hombre conozca los modelos absolutos (Ideas) a pesar de que estos no existan en el mundo sensible, muestra que el alma preexistió antes de unirse al cuerpo. Si antes de su encarnación pudo el alma existir sin el cuerpo en el reino de las Ideas, no se ve por qué, después de la muerte del cuerpo, no pueda existir sin él.
Como principio vital, el alma es tan incompatible con la muerte como el fuego con la nieve.
El alma es simple y, por ende, al ser simple no se puede destruir ya que la destrucción de un ser se debe a la descomposición de él.
El principal interés de Platón al formular su psicología (psiqué significa alma en griego) es ético, que consiste en insistir en que el elemento racional tiene derecho a gobernar a los otros elementos, a actuar como un auriga y que la principal ocupación del hombre debe consistir en procurar que su alma tienda hacia la verdad. Pero además de este interés ético, tiene también una clara intención gnoseológica: establecer la posibilidad del conocimiento de las Ideas (pues podemos llegar a conocerlas gracias al alma).
Frente al relativismo de los sofistas, Sócrates estaba convencido de que los conceptos morales pueden ser fijados racionalmente. Ya dijimos que Platón sigue a Sócrates en su interés por las cuestiones morales, así como en el convencimiento de que los conceptos morales pueden ser fijados racionalmente mediante una definición rigurosa. Es más, con Platón el carácter absoluto de los conceptos ético-políticos encontró su expresión radical y su fundamentación metafísica en la teoría de las Ideas. Al sostener la existencia de la Justicia en sí, la Verdad en sí, el Bien…, independientemente de las opiniones humanas, expresa de forma radical el carácter absoluto de los conceptos morales.
Frente al relativismo de los sofistas, Sócrates estaba convencido de que los conceptos morales pueden ser fijados racionalmente mediante una definición rigurosa. Platón, que sigue a Sócrates en su interés por las cuestiones morales, no sólo participa de esta convicción socrática, sino que con su teoría de las Ideas (existe la Justicia en sí, la Verdad en sí, el Bien…, independientemente de las opiniones humanas) expresa de forma radical el carácter absoluto de los conceptos morales.
La ética de Platón, como toda ética griega en general, es una ética de bienes, es decir, para él el problema ético por excelencia es el de encontrar cuál sea el mayor bien para el hombre. Para ello hay que partir del análisis de la naturaleza humana y, puesto que lo característico del hombre es poseer alma racional cuya actividad propia es conocer las Ideas, entonces la vida moral del hombre consistirá, para Platón, en una purificación o liberación progresiva de las ataduras del cuerpo para alcanzar la contemplación de las Ideas y, así, conseguir remontarse al mundo inteligible que es su lugar propio y participar de la idea suprema del Bien. Ahí está el verdadero bien del hombre, su perfección y también la auténtica felicidad.
El camino para alcanzar ese ideal de felicidad y perfección no es otro para Platón que el de la virtud. En su obra "La República", Platón define la virtud como "armonía del alma". En esta obra señala Platón 4 virtudes principales: sabiduría o prudencia, fortaleza o valentía, templanza y justicia, considerada la virtud fundamental. Pues bien, la armonía surge en el alma cuando" cada parte hace lo que le es propio"(cada parte tiene, así, una función que le es propia y que puede cumplir bien o mal. Cuando la ejecuta de una manera excelente decimos que lo hace virtuosamente.). Esto significa que:
A la parte racional, le corresponde la virtud de la sabiduría o prudencia, que es la capacidad de ver en cada situación qué es lo mejor que se puede hacer. Es la virtud propia del alma racional, que es lo más divino en el hombre, ejerciendo una función directiva superior sobre toda la vida práctica. Le corresponde también poner orden en los pensamientos, disponiendo el alma para huir del mundo engañoso de las apariencias y prepararla para la contemplación de las realidades superiores. Debe guiar a la parte irascible, dominando los instintos y las pasiones.
A la parte irascible, le corresponde la fortaleza o valentía, que es la capacidad de llevar a cabo lo que uno cree que debe hacer. Debe regular las pasiones nobles y generosas del alma, haciendo que el hombre se sobreponga al sufrimiento y al dolor, sacrificando los placeres cuando es necesario el cumplimiento del deber. Debe, junto a la parte racional, dominar a la concupiscible o apetitiva.
A la parte concupiscible, le corresponde la templanza. Consiste en no excederse en los deseos y las pasiones y moderación en los apetitos. Esta virtud implica serenidad, armonía, dominio de sí mismo. Todo ello se consigue bajo el dominio de la razón.
La justicia consiste en la armonía de estas tres partes, en la posesión por cada una de ellas de la virtud o disposición que le es propia: prudencia, fortaleza y templanza. El hombre que consiga esta armonía será justo. La justicia es pues, la virtud por excelencia y por ello, sólo la justicia puede proporcionar una vida feliz. La Dialéctica y la Virtud, aunque por caminos distintos, concurren a un mismo resultado: ir desprendiendo al hombre del estorbo de su cuerpo y disponerlo al retorno hacia el estado de contemplación del mundo ideal en el que consiste el sumo Bien y por tanto, la felicidad.
Platón conecta la justicia con la felicidad, pues sólo quien es justo vive felizmente. Pero ¿por qué? Porque no se puede ser feliz obrando contra la propia naturaleza humana y según esta, a la razón, al alma racional le corresponde gobernar. Platón va a establecer un vínculo claro entre el alma y el Estado; por ello la ética nos lleva a la política, pues sólo en una ciudad justa es posible educar hombres justos.
La sociedad humana :el Estado ideal
Para Platón, como para todos los griegos en general, el hombre es un ser social por naturaleza y su desarrollo no puede entenderse aparte de la ciudad. Más aún, el individuo sólo puede alcanzar la perfección en el seno del Estado.
Platón entiende que en la sociedad griega existe una grave crisis debido a:
que los usos, costumbres y valores tradicionales se han olvidado;
que la legislación y la moralidad están corrompidas;
y lo que es peor, las nuevas leyes son fruto de los deseos o intereses personales del grupo, (de partido como se diría hoy).
Además, el individualismo y relativismo exagerado de los sofistas y sus enseñanzas han minado los fundamentos de la ciudad: las leyes que siempre han sido los fundamentos de la ciudad, pierden su valor y pasan a ser meros instrumentos al servicio del poderoso.
La filosofía se muestra como la única solución y alternativa porque supone la superación del vacío producido por el abandono de la tradición, y la caída en el relativismo. La filosofía platónica tiene como base la necesidad de solucionar el grave problema político de ese momento. Platón es filósofo porque asume la responsabilidad o el compromiso de solucionar esos problemas y le obliga a hacer filosofía su vocación política.
Dos son las tesis principales de la teoría política platónica:
El gobierno debe ser un arte basado en el conocimiento verdadero
La sociedad es una mutua satisfacción de necesidades entre sus miembros, cuyas capacidades se complementan.
En la "República", cuyo tema es la justicia en el individuo y en el Estado, diseña Platón un estado ideal, una nueva ciudad en la que no pueda volver a repetirse un escándalo como el de la condena a muerte de Sócrates. Será un Estado justo que permita la formación de ciudadanos justos y, por lo tanto, felices.
¿Cómo debe estar constituido el Estado para que esto sea posible? ¿Cual debe ser la organización social?
1.Organización social
Platón plantea una organización estratificada de la sociedad en tres grupos bastante rígidos: productores, guardianes o guerreros y gobernantes-filósofos. La sociedad organizada de este modo se corresponde, a su vez, con la división tripartita del alma. Igual que en el alma hay tres partes, en la ciudad hay tres clases de ciudadanos, según qué parte del alma predomine en ellos por naturaleza. El cuerpo social aparece organizado así:
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