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Hermenéutica de las crisis existenciales y la enajenación en tiempo de globalización


  1. Introducción
  2. El hombre, la actividad humana y la cultura como espacio generador del devenir humano
  3. La globalización como fenómeno histórico objetivo. Sus dos caras
  4. Praxis, enajenación, cultura
  5. El hombre en busca de sentido. Crisis de valores y vacíos existenciales
  6. Hacia una estrategia educativa del trabajo social, en tiempos de cambios y crisis sociales: La antropoética como cauce desenajenador
  7. Conclusiones

Introducción

Soñando…

Vivir soñando es alargar la vida.

Hacer poesía sin estimular la imagen.

Volar muy alto, sin potentes alas.

Construir verdades y encontrar creyentes.

Ver el guiño de una estrella como sonrisa amada.

Sentir el golpe del viento como deseado beso.

Proyectar mi yo y saber que soy.

Convertir los detalles en cosas grandes.

Creerse pequeño para engrandecer.

Mirar la gente y revelar bondad.

Despertar ilusiones y realizarlas.

Pensar el ser sin quedarse en él.

Enriquecer el espíritu para abrir caminos, y

Asumir la vida queriendo ser.

¡Soñar, es elevarse, siendo!

R. Pupo

"Si hemos de crear un mundo nuevo, una nueva civilización, un arte nuevo, no contaminado por la tradición, el miedo, las ambiciones, si hemos de originar juntos una nueva sociedad en la que no existan el «tú» y el «yo», sino lo nuestro, ¿no tiene que haber una mente que sea por completo anónima y que, por lo tanto, esté creativamente sola? Esto implica, ¿no es así?, que tiene que haber una rebelión contra el conformismo, contra la respetabilidad, porque el hombre respetable es el hombre mediocre, debido a que siempre desea algo; porque su felicidad depende de la influencia, o de lo que piensa su prójimo, su gurú, de lo que dice el Bhagavad Gita o los Upanishads o la Biblia oCristo. Su mente jamás está sola. Ese hombre nunca camina solo, sino que siempre lo hace con un acompañante, el acompañante de sus ideas. ¿No es, acaso, importante descubrir, ver todo el significado de la interferencia, de la influencia, ver la afirmación del «yo», que es lo opuesto de lo anónimo? Viendo todo eso, surge inevitablemente la pregunta: ¿Es posible originar de inmediato ese estado de la mente libre de influencias, el cual no puede ser afectado por su propia experiencia ni por la experiencia de otros, ese estado de la mente incorruptible, sola? Únicamente entonces es posible dar origen a un mundo diferente, a una cultura y una sociedad diferentes donde puede existir la felicidad".

El libro de la vida de Khrishnamurti.

El hombre, la actividad humana y la cultura como espacio generador del devenir humano

El tema del hombre, la actividad humana y sus varios atributos cualificadores (conocimiento, valor, praxis y comunicación), concretados en la cultura, constituye, en esencia, el objeto de la filosofía de la cultura. Un objeto en sí mismo integrador y transdisciplinario, en la medida que la cultura abarca toda la producción humana, en su proceso y resultado. Por eso el enfoque cultural es rico en condicionamientos, mediaciones y determinaciones, y asume al hombre en relación con la naturaleza y la sociedad como un proceso dialéctico – unitario, donde la naturaleza se humaniza y el hombre se naturaliza., es decir, no hay lugar para las dicotomías estériles ni las antítesis absolutas, heredadas de la racionalidad moderna y el paradigma en que se expresa. Sencillamente, como decía Marx, es necesario "asumir la realidad subjetivamente. La conciencia no es otra cosa que el ser consciente y el ser de los hombres, un producto de su vida real"[1]. Y la vida real del hombre, resultado de su actividad práctico – espiritual, toma cuerpo en la cultura, y ésta al mismo tiempo, orienta todo su devenir, y norma de una forma u otra, toda su conducta y actuación.

El tema "El hombre, la actividad humana y la cultura" constituye hilo conductor de las varias aprehensiones heurístico – hermenéuticas, inmanentes al cauce cultural de búsqueda con que se asume la investigación científica. El enfoque cultural, devenido sentido cultural aprehensivo del objeto investigado o método alumbrador del "edificio" del todo en lo que tiene de esencial y significativo, descubre inusitadas vías para revelar el devenir humano en sus dimensiones plurales. Pensar la realidad investigada con "mirada" cultural, posee un valor extraordinario, desde el punto de vista teórico – metodológico y práctico. Garantiza su asunción holístico – compleja, libre de reduccionismos epistemológicos y de abstracciones vacías. En síntesis, es pensar la realidad subjetivamente como alertaba Marx, en las Tesis sobre Feuerbach, en un proceso dialéctico, mediado por la praxis, donde lo ideal y lo material se convierten recíprocamente, en la construcción del conocimiento y la revelación de valores, en un proceso intersubjetivo, fundado en la realidad, cuyos resultados se incorporan a la cultura.

Esta perspectiva de análisis, es decir, asumir la realidad desde el hombre y su actividad, encarnada en la cultura, posibilita metodológicamente aprehender con sentido cultural y sistémico una racionalidad integradora y un lenguaje epistemológico abierto, capaces de develar categorías y conceptos centrales y operativos, sin perder el elan cultural que propicie la interacción parte – todo, causa – efecto, esencia – fenómeno, etc., evitando que "los árboles impidan ver el bosque,"y viceversa. Así como abordar en toda su complejidad, categorías como: hombre, mundo, actividad, cultura, naturaleza, sociedad, objeto, sujeto, objetividad, subjetividad, conocimiento, valor, praxis, comunicación, identidad, diferencia, etc., que en ocasiones, imbuidos por la herencia de la racionalidad moderna, se han asumido dicotómicamente, en relación de antítesis; sin embargo, sobre la base de la comprensión del condicionamiento cultural de todo saber, devienen unidad dialéctica.

La cultura, en sus varias aristas, religa, en sí misma, los distintos atributos cualificadores de la actividad humana y con ello, unifica en lo diverso las varias dimensiones del hombre en su quehacer práctico – espiritual, es decir, las expresiones ontológica, lógica, gnoseológica, valorativa, praxiológica, comunicativa, identitaria, así como las disciplinas de carácter lingüístico, hermenéutico, semiótico, histórico, político, ético, estético, jurídico, científico, económico, etc. Esto es así, porque todas estas producciones del devenir humano, son zonas de la cultura, y atributos cualificadores de ella. En la cultura, las funciones integradora y transdisciplinaria resultan per se, le son inmanentes. Su propio cauce vehicula integralidad, interacción, vínculos, y con ello, interdisciplinariedad, multi y transdisciplinariedad para captar con eficacia el sentido cósmico que debe prevalecer para dar respuesta a la era planetaria, afincado en la idea alada, devenida utopía imprescindible de raigal humanismo, "que es posible un mundo mejor", como alternativa a la globalización neoliberal, que aniquila el ser esencial humano, mediante el proceso progresivo de alienación de la actividad y actividad de la enajenación y la imposición de modelos culturales extraños de los centros de poder, que traen aparejados el desarraigo y la dependencia. Una alternativa, verdaderamente humana, es decir, cultural, parte de las raíces con vocación ecuménica, como bien enseñó José Martí, en defensa del ser esencial de nuestra América.

El carácter integrador de la cultura, y el énfasis especial que hace en la humanidad del hombre y sus relaciones sociales, constituye un elemento esencial para la conformación del diálogo cultural, de la interculturalidad, sobre la base de las identidades y las diferencias, mediadas por la tolerancia, que respeta al otro como ser humano, independientemente de las diferencias de credos, razas, etc. Lo que no impide que cada cultura defienda su ser esencial y rechace todo lo que deshumaniza y enajena. No se puede olvidar que en la cultura misma están presentes los sentidos de inclusión y exclusión[2]como medio de garantizar su desarrollo endógeno, y asumir críticamente lo exógeno.

La integralidad de la cultura y sus infinitas posibilidades heurísticas y hermenéuticas, no sólo se reducen al contenido objeto de investigación. Incluye otro momento central, subvalorado por el discurso cientificista, es decir, la dimensión lingüística del hombre, que no es sólo objetivación del pensamiento y medio de comunicación. El lenguaje, en su condicionamiento y aprehensión culturales, es fuente inagotable de creación. Tanto el lenguaje directo, expresado en conceptos, juicios y razonamientos, como el tropológico, en sus varias determinaciones figurativas aprehenden la verdad. Esto significa que un enfoque fundado en la cultura, es por antonomasia, incluyente, y su discurso, plural. De lo contrario, resulta imposible superar los reduccionismos y las abstracciones estériles. Una metáfora es tan valiosa como un concepto científico, y a veces más eficaz, por su carácter suscitador y su posible recepción múltiple.

La globalización como fenómeno histórico objetivo. Sus dos caras

La globalización es un fenómeno histórico – cultural objetivo, resultado del desarrollo de la ciencia, la técnica y la cultura en general. Sin embargo este proceso de planetarización de las relaciones económicas, políticas y sociales ha devenido infecundo para las grandes masas del planeta. Resulta interesante analizar algunas definiciones sobre globalización, los desaciertos, las manipulaciones ideológicas, las confusiones, las concepciones apologéticas, así como las actitudes de sospechas ante dicho fenómeno. Maffesoli (2004) dice que quienes hablan de la globalización ignoran una realidad que es sincrética y mestiza, lo cual nos remite a lo que Morin (1999) llama unidualidad.

Concepto que pretende describir la realidad inmediata como una sociedad planetaria, más allá de fronteras, barreras arancelarias, diferencias étnicas, credos religiosos, ideologías políticas y condiciones socio-económicas o culturales. Surge como consecuencia de la internacionalización cada vez más acentuada de los procesos económicos, los conflictos sociales y los fenómenos político-culturales.

En sus inicios, el concepto de globalización se ha venido utilizando para describir los cambios en las economías nacionales, cada vez más integradas en sistemas sociales abiertos e interdependientes, sujetas a los efectos de la libertad de los mercados, las fluctuaciones monetarias y los movimientos especulativos de capital. Los ámbitos de la realidad en los que mejor se refleja la globalización son la economía, la innovación tecnológica y el ocio.

"La globalización también es identificada como la era de la información ya que implica "La transformación histórica multidimensional definida por la transformación del sistema productivo, del sistema organizativo, del sistema cultural y del sistema institucional sobre la base de una revolución tecnológica que no es la causa pero si el soporte indispensable." (Castells en Calderón, 2004: 19).

Hacernos preguntas sobre lo que queremos conocer es una manera de construir el conocimiento, "¿Qué es la globalización?, ¿qué elementos nos permiten definirla, reconocerla, aprehenderla?, Néstor García Canclini (2000) califica a la Globalización como un objeto cultural no identificado y esta adjetivación nos permite introducirnos en un fenómeno complejo que puede ser abordado desde diferentes perspectivas y sobre las cuales el mismo investigador señala: "No es cierto mucho de lo que se dice sobre la globalización. Por ejemplo, que uniforma a todo el mundo. Ni siquiera ha conseguido que exista una sola definición de lo que significa globalizarse, ni que nos pongamos de acuerdo sobre el momento histórico en que comenzó, ni sobre su capacidad de reorganizar o descomponer el orden social.

Praxis, enajenación, cultura

La praxis y la enajenación son conceptos filosóficos de gran significación para explicar el hombre y la sociedad, en su devenir histórico – cultural. Dan cuenta de la complejidad de la existencia humana en su quehacer material y espiritual. Si bien el hombre, a través de la praxis realiza su ser esencial, en tanto transforma la realidad y la cambia en función de satisfacer sus necesidades e intereses, también en determinadas condiciones históricas, su propio ser esencial resulta enajenado, ajeno a sí mismo, pues no se realiza como sujeto. Su actividad no lo afirma como hombre, sus resultados no le pertenecen y lo dominan, a tal punto que como bien dice Marx, entonces lo que es humano deviene animal, y lo animal, humano. Se produce un proceso ininterrumpido de actividad de la enajenación y alienación de la actividad. Precisamente, la sociedad actual es la causa de ese inhumano proceso enajenador. Las verdaderas relaciones humanas se cosifican, en un proceso donde tanto el patrón como el obrero se enajenan, pero con la diferencia que uno "disfruta" con la enajenación del otro.

Globalización y enajenación.

En los momentos actuales, con la globalización neoliberal, si bien las formas han cambiado, el contenido es el mismo, la enajenación progresiva lo invade todo. La aprehensión cultural resulta quimérica para las grandes masas, y con ello, se ahondan las diferencias sociales. El consumismo enajena el ser esencial humano y la "cultura" del ser es sustituida por el tener desmedido. Con ello resultan sociedades enfermas, donde pulula la crisis de los valores y los vacíos existenciales, que tratan de resolverse a través del vicio, de la drogadicción y otras formas alienantes de la naturaleza humana.

La globalización neoliberal acrecienta el proceso progresivo de enajenación humana y sociocultural en general. Su acuciante tendencia a la imposición de la "cultura" del mercado y el consumismo, y junto con ello, los valores de la cultura dominante, trae consigo el desarraigo de los pueblos en detrimento de su sentido identitario. Es como destruir las raíces que sostiene un árbol para con su caída eliminar todos los obstáculos de la resistencia y la lucha, en función de sus intereses económicos.

Hoy el mundo vive un momento difícil, pues la globalización neoliberal no sólo impide el desarrollo del llamado tercer mundo, sino que está poniendo en peligro la propia existencia de nuestro planeta con su acción depredadora. Por eso urge una hermenéutica ecosófica que funde una conciencia de resistencia y de lucha. Una utopía realista, sustentada en la cultura del ser y la existencia humana para bien de todos. De lo contrario, no habrá ni perdedores ni ganadores, sino desaparición del planeta y de toda la humanidad.

La cultura tiene mucho que decir y hacer.

En este panorama sombrío la cultura tiene mucho que decir y hacer, en defensa de su propia existencia. Como realmente no ha ocurrido una globalización de la humanidad de la cultura, fundada en la tolerancia, el diálogo, la solidaridad, la equidad y la justicia social, es necesario, desde la cultura misma, defender nuestras identidades con espíritu de raíz y vocación ecuménica. El ensayo de Martí "Nuestra América", puede servirnos de guía. Es un manifiesto identitario, que alumbra con luz de estrella. La identidad nacional integra en su expresión sintética la comunidad de aspectos socioculturales, étnicos lingüísticos, económicos, territoriales, etc., así como la conciencia histórica en que se piensa su ser esencial en tanto tal, incluyendo su auténtica realización humana, y las posibilidades de originalidad y creación. Por eso la globalización neoliberal de la cultura resulta insostenible. La aprehensión cultural cuando está huérfana de ideas y propósitos raigales mata la creación humana. Y la globalización neoliberal de la cultura lo único que puede "aportar" es el intercambio de actividad y productos enajenado.

El hombre en busca de sentido. Crisis de valores y vacíos existenciales

¿Cuál es el sentido de la vida? Hacer la vida, realizarla humanamente.

Los significados universales, que se podrían definir como valores, sí pueden ser transferidos, pero el significado irrepetible debe ser comprendido por cada hombre singular. Y aquí hace Frankl una llamada a la conciencia personal que es para él el órgano que procura este significado. En este tiempo en el que desaparecen las tradiciones, la educación debe ser, con mayor motivo, educación de la conciencia personal para no verse obligado a hacer lo que otros quieren (totalitarismo) o querer lo que otros hacen (conformismo). "Verdaderamente -concluye Frankl- necesitamos la conciencia para permitir al hombre de hoy encontrar también mañana el significado de las situaciones, a pesar de la desaparición de las tradiciones y de los valores transmitidos con ellas".

Cada vida tiene su propio sentido, pero se puede ayudar a encontrarlo.

Evitar el vacío existencial o crisis de los valores.

El hombre es un ser empeñado en la búsqueda de un sentido, del logos. Ayudar al hombre a encontrar ese sentido es un deber de la psicoterapia y el objetivo de la logoterapia. Hoy como ayer, el hombre que no encuentra sentido a su vida, se hunde en el vacío existencial. Este es el diagnóstico que viene afirmando ininterrumpidamente el psiquiatra austríaco Víctor E. Frankl a lo largo de medio siglo y que ahora retoma en su nuevo libro "La voluntad de sentido".

Preparar para el trabajo creador y la vida con sentido.

Muchas personas en la actualidad hacen lo que no quieren y tal vez quieren lo que no hacen, o posiblemente imaginen querer o deseen hacer lo que otros parece que quieren. En el fondo, unos y otros parece que ni siquiera saben ya lo que quieren. Tal vez lo que determina finalmente su toma de decisiones es el deseo de imitar lo que los demás hacen (conformismo) o secundar dócilmente y realizar sólo aquello que los demás quieren que realicen (totalitarismo).Es probable que una persona que se comporta de esta forma descubra, años más tarde, la inutilidad de su existencia. En el fondo, su existencia estaba vacía mucho tiempo atrás, antes de que lo descubriera, puesto que las opciones por las que se decidió en ningún caso comprometieron, como sería de esperar, su libertad personal, sino que eran más bien irresponsables. A esa falta de contenido de la propia vida es a lo que el autor denomina "vacío existencial".

Sentido de la vida y esencia humana.

Cuando un hombre no encuentra sentido a su vida, es posible que satisfaga esa primaria y elemental necesidad de entregarse a la satisfacción de otras necesidades jerárquicamente más bajas ( alcohol, drogas, etc.). A lo que parece, de lo que toda persona humana tiene necesidad es de encontrar un sentido para su propia existencia. Pero el modelo antropológico que pone de manifiesto esta necesidad primordial ha sido sistemáticamente ignorado por el hombre de nuestro tiempo.Preguntarse por el sentido de la vida, por su valor, no es una manifestación sintomática de que el hombre esté enfermo, como pensaba Freud. "El hombre, al interrogarse por el sentido de la vida, más que eso, al atreverse a dudar de la existencia de tal sentido, sólo manifiesta con ello su esencia humana (…); tal pregunta no es la manifestación de una enfermedad psíquica sino la expresión de madurez mental, diría yo", enfatiza Víctor Frankl.

Las diez tesis franklianas sobre la persona.

1. La persona no se puede subdividir, ni escindir porque es una unidad.2. La persona no es sólo un individuum; sino también un insummabile. Esto quiere decir que no solamente no se puede partir sino que tampoco se puede agregar. El hombre no es sólo una unidad, sino que es también una totalidad.3. Cada persona es absolutamente un ser nuevo.4. La persona es espiritual. La persona es un fin en sí misma y no un medio; por eso, no le compete el tener un valor utilitario, sino el tener dignidad. 5. La persona no es fáctica ni pertenece a la facticidad, sino un ser facultativo que existe de acuerdo a su propia posibilidad para la cual o contra la cual puede decidir-se. Ser hombre es ante todo ser profunda y finalmente responsable. En la responsabilidad se incluye el para qué de la libertad humana —aquello para lo que el hombre es libre—, en favor de qué o para qué se decide. La persona no está determinada por sus instintos sino orientada hacia el sentido.

6. La persona es yoica, o sea no se halla bajo la dictadura del ello, como sostenía Freud al afirmar que el yo no era el dueño de su propia casa. Tan clara es la libertad del yo, que a la fe en Dios y a Dios mismo no se me arrastra sino que yo debo decidirme por Él o contra Él; la religiosidad es del yo, o no existe en absoluto.7. La persona no es sólo unidad y totalidad en sí misma, sino que representa un punto de interacción, un cruce de tres niveles de existencia: lo físico, lo psíquico y lo espiritual.8. La persona es dinámica y tiene capacidad de distanciarse y apartarse de lo psicofísico. Existir significaría salirse de sí mismo y enfrentarse consigo mismo. Y eso lo hace la persona en cuanto que se enfrente como ser espiritual a sí misma como organismo psicofísico.9. El animal no es persona puesto que no es capaz de trascenderse y de enfrentarse a sí mismo. Del mismo modo que el animal desde su entorno no puede entender el mundo humano, el hombre tampoco puede aprehender el mundo superior, excepto por un intento de alcanzarlo, de presentirlo por la fe.10. La persona no se comprende a sí misma sino desde el punto de vista de la trascendencia. Más que eso: el hombre es tal, sólo en la medida en que se comprende desde la trascendencia.

Hacia una estrategia educativa del trabajo social, en tiempos de cambios y crisis sociales: La antropoética como cauce desenajenador

  • Necesidad de un diseño de trabajo concreto.

  • Edgar Morin, presenta un proyecto interesante en su obra "Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, a partir de los vacíos que descubre en la educación, los cuales se concretan en:

  • La ceguera del conocimiento: el error y la ilusión. No se enseña el riesgo del error y la ilusión.

  • Los principios del conocimiento pertinente: separación de las disciplinas, del objeto y el sujeto, lo natural y social, separación del contexto, etc.

  • Enseñar la condición humana. El significado de ser humano. No todas las ciencias enseñan la condición humana. Enseñar la calidad poética de la vida, desarrollar la sensibilidad. Necesidad de una convergencia de la condición humana.

  • Enseñar la identidad terrenal. Conciencia de que se es ciudadano de la Tierra. Se comparte un destino común y se confrontan problemas vitales. Identidad terrenal, paz, globalización…

  • Enseñar a afrontar las incertidumbres. Las ciencias enseñan muchas certezas, pero no los innumerables campos de incertidumbres.

  • Enseñar la comprensión. Enseñar a establecer un diálogo entre las culturas. Enseñar y explicar cómo integrarnos al otro. Tolerancia. Empatía hacia el otro.

  • Enseñar la ética del género humano. Una ética basada en valores universales. La humanidad debe convertirse en verdadera humanidad y encontrar su realización en ella.

Conclusiones

Una tarea impostergable: Construir el mundo o ayudarlo a hacerlo, que es al mismo tiempo: cognitivo – emocional, valorativo, comunicativo y práctico. La educación debe preparar para el trabajo creador y la vida con sentido, y con plena libertad, ser…

El alcance teórico – metodológico y práctico de la ética de la comprensión planetaria de Edgar Morin, se funda y concreta en la idea rectora de la humanidad como destino planetario. Idea que al mismo tiempo posee una fuerza semántica de extraordinario valor, por el cauce cultural y complejo que la sostiene. La humanidad como destino planetario es en sí misma un horizonte que guía las acciones humanas hacia la humanización de su ser esencial.

Acertadamente, como culmina Edgar Morin su antropoética, « la comunidad de destino planetaria permite asumir y cumplir esta parte de la antropoética que concierne a la relación entre el individuo singular y la especie humana como un todo.

Esta debe trabajar para que la especie humana, sin dejar de ser la instancia biológico-reproductora del humano, se desarrolle y dé, al fin, con la participación de los individuos y de las sociedades, concretamente nacimiento a la Humanidad como conciencia común y solidaridad planetaria del género humano.

La Humanidad dejó de ser una noción meramente biológica debiendo ser plenamente reconocida con su inclusión indisociable en la biósfera; la Humanidad dejó de ser una noción sin raíces; ella se enraizó en una "Patria", la Tierra, y la Tierra es una Patria en peligro. La Humanidad dejó de ser una noción abstracta : es una realidad vital ya que desde ahora está amenazada de muerte por primera vez. La Humanidad ha dejado de ser una noción solamente ideal, se ha vuelto una comunidad de destino y sólo la conciencia de esta comunidad la puede conducir a una comunidad de vida; la Humanidad, de ahora en adelante, es una noción ética : ella es lo que debe ser realizado por todos y en cada uno.

Un hombre culto, sensible, con riqueza espiritual, es capaz de aprehender la verdad, la bondad y la belleza en su expresión unitaria. No importa la profesión que ejerza. Está en condiciones de mirar su entorno con ojos humanos, ya sea, ante un teorema matemático, una fórmula química, una bella flor, una pieza musical, la salida y puesta del Sol, contemplar la Luna y el cielo estrellado y asumir el drama del hombre con compromiso social y ansias de humanidad. En fin, puede crear con arreglo a la belleza, a la bondad y a la verdad. Es tolerante, comunicativo, sencillo y soñador. Puede revelar la realidad compleja en sus matices varios y "dar a mares", siguiendo la ética martiana, porque espiritualmente está lleno. Sencillamente, está preparado para el trabajo creador y la vida con sentido.

 

 

Autor:

Prof. Titular consultante Rigoberto Pupo Pupo

Doctor en Filosofía. Doctor en Ciencias.

Pedagogo destacado del siglo XX cubano

Premio Internacional al Mérito histórico, Sociedad de Historia, Geografía y Estadística, NL, 2013

Universidad de La Habana, Cuba

Universidad "José Martí" de Latinoamérica

Multiversidad Mundo Real "Edgar Morin"

[1] Ver Tesis sobre Feuerbach de Marx, y La Ideología Alemana (1er. Capítulo).

[2] “Aprender a ser a ser, ser o no ser, la cultura también está en el centro de la constitución de las identidades, es decir, de las plurales definiciones incluyentes del “nosotros” y excluyentes para nombrar a los otros. En todos los casos, la cultura también opera como nuestro sentido de la inclusión, de nuestra pertenencia, afiliación o tradición a ciertas construcciones de sentido, sistemas todos ellos que se generan y aprenden en la vida social (…) La cultura es, sin lugar a dudas, el principio de todas “nuestras” esperanzas Vinculada al mundo-real (claramente definido y preinterpredo) y a los mundos-posibles, la cultura es raíz y ligadura con todo lo que hemos venido siendo, haciendo, penando y gozando. Por ello recuerdo selectivo de los pasos caminados, de nuestros orígenes, de nuestros muertos, de nuestros fracasos, de los espacios, los tiempos y los momentos que hicimos -a fuerza de sentido – memoriosamente nuestros. Memoria de lo que hemos sido y de lo que alguna vez pudimos ser, la cultura le da espesor al presente y amanecer al porvenir. Muchos mundos-reales, infinitas memorias copresentes, variados mundos posibles todos trenzados, la cultura jamás tiene sólo eje u origen, es siempre multifocal, mosaico compuesto de muchos “nosotros” sincopadamente múltiples; realidades plurales de sociedades igualmente numerosas y complejas. La cultura es un verbo que se conjuga – necesariamente – en plural. La otra cara de la inclusión es precisamente la de la construcción social de los “otros”. En una dialéctica constante, hacer un sentido de pertenencia siempre va acompañado de la elaboración del sentido de lo que no somos” (González, Jorge, A. Culturas(s) y Caber_cultur[arroba]…(s). Universidad Iberoamericana, México, 2003, pp. 115 – 116).