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La comprensión de lectura hoy. Reflexiones de estos tiempos


  1. Resumen
  2. Leer para aprender o aprender para leer
  3. La comprensión de textos y la lectura. Iguales o diferentes
  4. El placer, la lectura y los lectores. Una relación necesaria
  5. La lectura digital. Un reto que debemos asumir
  6. Reflexiones finales
  7. Bibliografía básica

PROYECTO DE INVESTIGACIÓN EN EL QUE SE OBTUVO EL RESULTADO: El perfeccionamiento del Modelo Proyectivo de Escuela Primaria, como resultado de su introducción en la práctica escolar.

Resumen

En el presente artículo se reflexiona acerca de la comprensión de lectura a la luz de los debates más actuales. Se esbozan algunas inquietudes y polémicas en torno a su desarrollo y formación en nuestra joven generación. Estas breves consideraciones constituyen el fundamento esencial de variadas propuestas didácticas y pedagógicas vinculadas al Modelo de Escuela Primaria, recogidas en diversos resultados de investigación.

PALABRAS CLAVES: comprensión, lectura, comunicación escrita, leer, lectores.

La comprensión de lectura hoy. Reflexiones de estos tiempos

Dr.C. Aileen Díaz Bernal

De todos los medios de adquirir cultura, la lectura es la principal.

Camila Henríquez Ureña, 1975:164

La comunicación escrita constituye uno de los logros culturales que más ha contribuido al progreso de la humanidad. La escritura ha prevalecido como el medio más eficaz para desarrollar, conservar y difundir el conocimiento, y propiciar así la creación individual y la comunicación social. En este sentido, es imprescindible considerar el desarrollo de las habilidades de la expresión escrita, como uno de los aspectos fundamentales de la educación (León y Ortiz, 2005).

A través de la lengua, el alumno no sólo construye sus ideas, sino también los conocimientos acumulados a lo largo de toda su vida (Barbosa Heldt, 1986 en Acosta, 2011). Por consiguiente, leer y escribir, más allá de destrezas o competencias necesarias para el aprendizaje de las asignaturas del currículo escolar, constituye una práctica social que permite al estudiante establecer relaciones de comunicación entre los seres humanos y acceder a la cultura, como parte inherente de la formación de su personalidad.

En particular, la lectura enfrenta al sujeto a un mundo simbólico que lo trasciende y es una puerta de entrada a la distinción que implica el acceso a la cultura ilustrada, al universo de conocimientos, sensibilidades y emociones, condicionados por sus grupos de pertenencias y la manera en que estos moldean sus comportamientos y formas locales de existencia (P. Pacheco, 2001).

De ahí, que resulte comprensible la preocupación e insatisfacción de los adultos cuando los niños, adolescentes y jóvenes no alcanzan un dominio idiomático con los niveles de calidad esperados, que les permita comprender adecuadamente el significado de los textos, construirlos y responder en forma pertinente a las diferentes situaciones comunicativas que enfrentan en su vida escolar y social.

Con la llegada del siglo XXI y el afianzamiento de la era digital, se diversifican las estrategias de lectura y con ello las vías para llegar al texto escrito. Su evidente impacto en la educación de los seres humanos ha conminado el interés de los especialistas por descubrir cuál es el estado actual en nuestra joven generación.

El poco interés hacia la lectura, en particular la literatura, el pobre desarrollo léxico y el uso de un registro único y "universal", que no siempre se ajusta a la situación de comunicación en que se produce, limita en buena medida el enraizamiento cultural de los niños, adolescentes y jóvenes.

Razones más que suficientes para que la enseñanza-aprendizaje de la lectura continúe siendo objeto de estudio y de reflexión por buena parte de los profesionales e investigadores procedentes de las ciencias sociales, humanísticas y pedagógicas.

Leer para aprender o aprender para leer

Los avances en la conceptualización de la lectura han transitado por diversas aristas, desde la antigüedad. Múltiples han sido los enfoques y las propuestas creadas desde entonces, las que, por supuesto, han ido de la mano con el desarrollo de las Ciencias, en general y de la Lingüística y la Didáctica, en particular.

A lo anterior, se añaden las complejas condiciones y exigencias sociales, culturales y económicas a lo largo de todos los tiempos, que han condicionado su desarrollo y posibilitado llegar hasta nuestros días con una visión más amplia y menos restrictiva, en cuanto a la lectura y su enseñanza se refiere.

Cada vez se plantea con mayor seriedad el comprometido pasaje de "aprender a leer" a "leer para aprender" (I. Solé, 1996).

Sin ánimo de listar un elevado número de definiciones y con el fin de reflexionar en torno al tema, acudimos en ayuda de algunas definiciones que nos permitirán esclarecer qué se entiende por leer.

La última edición del diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define leer en dos de sus acepciones como: pasar la vista por lo escrito o impreso comprendiendo la significación de los caracteres empleados; comprender el sentido de cualquier otro tipo de representación gráfica.

Para aclararnos, un tanto, acerca de las respuestas que ofrecen los especialistas a la interrogante, qué es leer, nos apoyamos en una síntesis realizada por Noemí Gayoso, en Cartas al maestro (2003:6):

  • Articular los signos de la palabra escrita, deletrear, interpretar el sentido de un texto escrito.

  • "Traducir" del lenguaje escrito al oral.

  • Habilidad lingüística de poder recibir un mensaje emitido por una fuente (escritor), comprenderlo y reaccionar ante él.

  • Pasar la vista por un texto apropiándose de la significación y valor de los caracteres empleados (se pronuncien o no) y de las palabras representadas por dichos caracteres.

  • Proceso de construcción cognitiva en el cual intervienen lo afectivo y las relaciones sociales. Mediante él, el lector busca el sentido del texto; para construirlo tiene en cuenta indicadores como son: el contexto, el tipo de texto, título, marcas gramaticales, palabras, letras.

En este sentido, leer supone significados, por tanto, no se limita meramente a la adquisición de una técnica; leer es reaccionar inteligentemente ante un contenido (Arias y Ponce de León, 2010).

Además de lo expresado, "leer" es un acto individual, matizado por los saberes, experiencias y necesidades del lector, condicionado, por el contexto donde tiene lugar el acto de la lectura.

En base a lo anterior, puede decirse que los modelos actuales de la lectura implican a tres factores: el lector, el texto y el contexto, los cuales constituyen elementos claves en la comprensión.

  • El lector incluye los conocimientos de este, en un sentido amplio.

  • El texto refiere la intención del autor, el contenido de lo que se dice y la forma en que se ha organizado el mensaje.

  • El contexto alude a las condiciones de la lectura, fijados por el lector y el autor como las derivadas del entrono social donde tiene lugar.

(T. Colomer, 1993)

De esta manera, la lectura es también un acto reflexivo y emocional, abarcador de las multifacéticas relaciones del ser humano con la sociedad (Congreso Internacional Para leer el XXI, IBBY, 2009); puerta de acceso a la cultura escrita que aporta saberes diversos donde se movilizan los procesos cognitivos, afectivos y reflexivos; y opción de esparcimiento que proporciona al lector placer y disfrute.

Leer es participar en un proceso interactivo de comunicación, donde el lector juega el papel protagónico, porque es él, en última instancia, quien extrae el mensaje del texto haciéndolo suyo. En este interjuego comunicativo se imbrican las motivaciones y los saberes del lector con las del autor, quedando definitivamente el mensaje interpretado y, con ello, ambos enriquecidos.

En un esfuerzo por sintetizar, pudiéramos afirmar que, según el consenso de la comunidad científica de la actualidad, leer es, básicamente, comprender. Reflexión que nos impone continuar profundizando en esa dirección.

La comprensión de textos y la lectura. Iguales o diferentes

El término "comprender", proviene del latín comprenhendere, que significa entender, penetrar, concebir, descifrar, discernir. Como proceso intelectual, supone captar significados que en la interrelación otros han transmitido mediante imágenes, sonidos, colores, movimientos (Arias y otros, 2007:7).

El proceso de comunicación escrita se identifica con las habilidades lingüístico-comunicativas de leer y escribir. Particularmente, la lectura tiene su énfasis en la comprensión, por lo que el lector asume el rol de perceptor al ponerse en contacto con el texto. Cuando esto ocurre, se desencadena en el ser humano un proceso de captación que transita por diferentes ciclos: sensoporceptual, sintáctico y semántico.

  • 1. El ciclo sensoperceptual: implica la percepción auditiva (sonidos) y visual (sonidos gráficos) y el reconocimiento de las palabras y signos auxiliares, (captar lo que cada palabra significa en el contexto en que se encentra).

  • 2. El ciclo sintáctico: se orienta al reconocimiento de las relaciones que establecen las palabras en la oración y las oraciones entre sí, teniendo en cuenta que el texto es una unidad semántica que se realiza en oraciones interrelacionadas.

  • 3. El ciclo semántico se afirma que es el más importante de todos, pues en él se produce la comprensión de los significados, una operación fundamental en todo el proceso del trabajo con el texto.

  • (A. Roméu, 2003)

De esta forma, la interrelación que se establece entre los pensamientos del lector y las ideas que el escritor sugiere, no constituyen un hecho sino un proceso en continuo ir y venir, en el que se negocian los significados.

En base a lo anterior, una representación de la comprensión textual desde esta postura interactiva de la comunicación, puede ser la siguiente (Ver fig.1):

Fig.1- Representación gráfica del proceso de comprensión textual

edu.red

En el proceso de comprensión, la deducción adquiere una gran importancia, pues ella actúa como soporte del proceso de inferencias e hipótesis, muy condicionada por lo que previamente conoce el lector y por cómo actualice o active esos conocimientos previos durante el proceso de lectura (J.R. Montaño, 2010).

En este proceso, inciden además factores como: el contexto social; la edad y el nivel de escolaridad; las características formales y conceptuales del texto; el adiestramiento en el uso de las ayudas que cooperan a favor de la comprensión textual; las estrategias que despliega el lector frente a textos de usos funcionales disímiles; las estrategias didácticas que se aplican para mediar el proceso de comprensión (Y. Piñera, 2007).

Quiere ello decir, que los lectores son diversos. Por tal motivo, las vías que emplean para extraer el mensaje del texto no son iguales. En relación con este tema, Javier Chiabrando expresa en su libro Querer escribir, poder escribir (2006: 108), las sugerentes afirmaciones:

Hay tantas lecturas como lectores…Por tal razón, el escritor no puede trazar una línea recta de comprensión…El lector es ingobernable.

Ante estas inquietudes, los investigadores han profundizado en torno a las diferencias entre lectores aprendices con aquellos que ya tienen instaurado el proceso de codificación y decodificación de símbolos gráficos, impuesta por el aprendizaje de la técnica de la lectura, para demostrar que los mecanismos que se ponen en juego no son los mismos.

El proceso de comprensión en los aprendices resulta muchísimo más complicado, porque su esfuerzo principal se orienta hacia el establecimiento de la relación sonido– letra, de forma analítica, y con ello pierde buena parte de la comprensión global del texto, más propio de la síntesis.

Los lectores, pudiéramos decir, ya formados o "permanentes" (Arias, 2005), penetran en el sentido profundo del texto a saltos, y se orientan directamente hacia lo esencial, el mensaje que sugiere el escritor. No obstante, esto no se logra espontáneamente, requiere de la guía que proporciona el proceso de enseñanza- aprendizaje.

De esta manera, la relación lector- texto, en su proceso de enseñanza- aprendizaje, debe posibilitar la comprensión e interpretación profunda de la obra leída, lo que supone abordar sus diferentes niveles.

En este particular, también han profundizado los especialistas y han aportado, en consecuencia, sus variadas clasificaciones. Al respecto, nosotros asumimos el criterio que declara la existencia de tres niveles básicos, dialécticamente relacionados, ellos son:

  • Primer nivel, responde a la interrogante ¿Qué dice el texto?. Para ello, el lector realiza una lectura inteligente del texto, que implica descubrir los sentidos del texto (literal, complementario o cultural e implícito).

  • Segundo nivel, se orienta por la pregunta ¿Qué opino del texto?. Aquí el lector asume una actitud crítica; enjuicia, valora su contenido y ofrece argumentos. Se adentra en el sentido profundo del texto.

  • Tercer nivel, responde a la pregunta ¿Para qué me sirve el texto?, lo cual exige el establecimiento de relaciones intertextuales, que pueden provenir o no del código escrito; se establecen relaciones con las vivencias o experiencias de los lectores. El texto desemboca en otros posibles.

Durante el proceso de comprensión, el lector capta la información literal y explícita que el texto ofrece, percibe los significados, hace inferencias, e integra y enriquece toda la información sobre la base de su experiencia y su cultura, para que, finalmente, esta influya en el propio proceso de perfeccionamiento y crecimiento humanos (Arias y otros, 2007).

Comprender no es una suma, sino una integración de las más salientes cualidades de un sentido total de un complejo semántico que se forma de lo explícitamente expresado, lo conocido por el lector y lo inferido, más en ciertos textos, una carga emocional significativa (A. Pérez, 2007).

Para que el contenido del texto llegue a sus destinatarios (lectores) es necesario que este mensaje lo sientan profundamente. No es posible sentir la lectura sin un trabajo cuidadoso para su comprensión o interpretación. Para ello, es imprescindible el conocimiento de todas las palabras, símbolos especiales, etc.

Las primeras líneas leídas indican que actitud debemos adoptar para comprender, inclusive a qué velocidad y con qué intensidad debemos leerlo. Sin embargo, esta actitud no depende solo de la índole del material de lectura sino además, del propósito con que se lee.

Cuando se habla de la comprensión en el sentido profundo, no basta con entender la letra de un texto manuscrito, o las palabras de una noticia o un poema, para afirmar que se ha comprendido. La comprensión, es mucho más que eso, y en ocasiones, es un trabajo largo y no siempre fácil.

Desde esta perspectiva de la comunicación y la comprensión, en particular, ella debe tener un carácter reflexivo y dialógico, a la vez que un valor interactivo, donde se negocian y construyen los significados (J. E. Hernández, 2010).

De ahí, entonces, que en el proceso de comprensión de un texto escrito entren en juego diversos saberes, entre los que intervienen:

  • El reconocimiento de ideas y proposiciones centrales, claves, resumidoras del contenido relevante que se aborda en el texto.

  • El reconocimiento de la estructura del texto en cuestión.

  • El establecimiento de relaciones entre palabras, frases, ideas, proposiciones; entre la información relevante y la secundaria en un mismo párrafo y entre los diversos segmentos que componen el texto.

  • La identificación del emisor y del perceptor al que está destinado.

  • El establecimiento de las diversas relaciones entre el texto y sus contextos y entre el texto y otros textos.

(J.R. Montaño, 2010:68)

El placer, la lectura y los lectores. Una relación necesaria

Siguiendo el hilo conductor de estas reflexiones acerca de la lectura, se hace necesario abundar en otra arista del tema, cuándo puede decirse que está formado un lector.

Tradicionalmente, el aprendizaje de la lectura se ha vinculado con la posibilidad de "leer para aprender" en un sentido estrecho; o sea, estableciendo una relación proporcional con el aprendizaje escolar, con el estudio. Esta condición, aunque es necesaria, no es suficiente para catalogar a una persona como un lector formado.

Para ello, se requiere asumir una concepción donde se lea porque sí, porque se desea, por placer, sin condicionantes externos dados por el maestro, el padre u otros. De esta forma, el acto de la lectura se orienta por condicionantes internos, cuyo origen esencial proviene de la esfera afectiva de su personalidad: estilos y preferencias personales, necesidades individuales y motivaciones.

Sobre esta base, el profesor Ramón L. Herrera (2007:3) afirma que, estamos en presencia de un lector cuando se ha observado que la persona mantiene una relación estable, libre, interesada con los libros, guiada por una motivación de tal intensidad que la lectura se ha convertido en una necesidad para cuya satisfacción se busca siempre el tiempo, porque no se concibe vivir sin ella.

En este sentido, Daniel Pennac en su obra, Como una novela (1996:11), resulta muy enfático:

El verbo leer no soporta el imperativo.

A todos nos motiva poder escoger. Escoger qué leemos; cuándo y dónde leemos; hasta dónde leemos. En este particular, Pennac abunda en su obra, antes anunciada, al declarar los derechos imprescindibles del lector (1996:143):

A no leer

  • A saltarse páginas

  • A no terminar un libro

  • A releer

  • A leer cualquier cosa

  • Al bovarismo

  • A leer en cualquier parte

  • A picotear

  • A leer en voz alta

  • A callarnos

Variados son los derechos de lector, que incluyen hasta convertirse en un no lector. Argumentos que evidencian con claridad que formar lectores no es tarea fácil, ni acaba con la adquisición del código escrito. Constituye una conquista que se debe lograr sobre la base del riesgo y el esfuerzo, requiere de audacia y cautela (G. Arias, 2006).

Sin embargo, es un reto que la escuela debe enfrentar desde sus primeros grados, porque ayudar a los alumnos a leer, interesarlos por la lectura, es dotarles de un instrumento de culturización, pues una enseñanza de la lectura que no fomente el deseo de leer no es una buena enseñanza (I. Solé, 1996:4).

En esta dirección, el proceso de enseñanza- aprendizaje de la lectura debe asumir la variedad e individualidad de sus estudiantes; respetar sus derechos y mostrar en forma cautelosa, paso a paso, las puertas que se abren, los horizontes que se amplían y las nuevas oportunidades que genera la lectura.

Asimismo, la lectura ha de tener intensidad para el lector, formar parte de su sentido personal, lo cual no se hace posible sin un trabajo de comprensión inteligente, interesante y cuidadoso; por tanto, es tarea del maestro crear mecanismos que dinamicen el proceso de lecto comprensión a través de métodos, procedimientos, estrategias, con formatos novedosos, atrayentes, motivantes, mediante los cuales el escolar aprenda y disfrute a un mismo tiempo (Y. Piñera, 2007).

De esta forma, el docente debe facilitarle al escolar el tiempo y el espacio para leer; proporcionarle los libros adecuados; servirle de ejemplo, en cuanto a lectura se refiere; servir de intermediario entre sus alumnos y los libros (G. Arias, 2006).

En forma principal, deseamos destacar esta última idea esbozada por la MSc. Georgina Arias, con la cual ella retoma uno de los principios más antiguos de la didáctica: El maestro ha de ser ejemplo constante. Ello quiere decir, que para formar lectores hay que ser, como condición, un lector voraz y compartir esos espacios de lectura con aquellos que estamos formando.

La costumbre de leer no se enseña, se contagia. Si queremos formar lectores hace falta que leamos con nuestros niños, con nuestros alumnos con nuestros hermanos, con nuestros amigos, con la gente que queremos. Se aprende a leer leyendo. (F. Garrido, 1985:16)

La lectura digital. Un reto que debemos asumir

Una vez profundizado, un tanto, en cómo leer y cómo formar lectores, se hace necesario reorientar el análisis hacia qué leer.

Las fronteras de la lectura en estos tiempos han extendido su reinado. El libro de papel comparte su espacio con nuevos formatos digitales en constante desarrollo, entre ellos encontramos: los sitios web, el correo electrónico, los libros y revistas digitalizadas; los blogs, chats y sitios interactivos.

Esta proliferación de recursos informáticos, que cada vez se hacen socialmente más accesibles, conviven con los lenguajes tradicionales en el flujo y reflujo de información. La sociedad se informatiza y la documentación se digitaliza (J. A. López, 2010).

Al respecto, debe decirse que no hay mucho consenso entre los estudiosos de la lectura en torno a su impacto social. Algunos, desde posturas pesimistas, erigen sus voces para anunciar el holocausto del libro de papel y declarar la guerra a las lecturas en formato digital; otros, por el contrario, asumen posiciones más optimistas y señalan que la variedad de lectores se enriquece, se diversifica y con ello sale ganando la lectura.

Si bien es verdad que leer en formato digital, no distingue en forma principal a la literatura, sí propone al individuo nuevas estrategias de lectura. La creación del hipertexto y el hipervínculo rompe la linealidad de la lectura tradicional, en formato papel, para abrir paso hacia las lecturas en paralelo e interactivas.

Desconocer esta realidad implica no reconocer los derechos que tienen las nuevas y futuras generaciones a partir de las exigencias sociales y culturales que les imponen el medio en el que están creciendo y desarrollándose; implica desconocer el contexto en el que está desarrollándose la lectura.

Desde esta nueva mirada, para formar lectores en las escuelas es imprescindible aprovechar las potencialidades que innegablemente tienen las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), para propiciar el "enraizamiento cultural" (Fariñas, 2010) de nuestros estudiantes y reducir la brecha de la desigualdad entre los sujetos que aprenden, en una sociedad que avanza de manera sostenida hacia la informatización (D. Quiñones y otros, 2001).

La propia dialéctica del desarrollo nos muestra que es necesario transformarse y transitar hacia estadios cualitativamente superiores, aunque ello implique hacer dejación de nuestros viejos paradigmas.

Romper con los designios de la enseñanza tradicional y crear estrategias que impliquen la comprensión de textos en formato papel y en formato digital; abrir el mosaico en las posibilidades de lectura; respetar la diversidad de gustos y necesidades; propiciar un acercamiento al texto escrito desde posturas reflexivas y cuestionadoras, constituyen exigencias que prolongarán la vida del libro entre nosotros, a la vez que posibilitarán la formación de seres humanos en y para estos tiempos.

Sírvannos para apoyar esta última idea, las siempre geniales palabras de nuestros Apóstol:

La educación ha de ir donde va la vida. La educación ha de dar los medios de resolver los problemas que la vida ha de presentar (J. Martí, T19:308)

Reflexiones finales

Luego de esbozado nuestro análisis en relación la lectura y el proceso de comprensión textual, en la actualidad, se hace necesario resumir brevemente, qué significa leer en estos tiempos.

Para ofrecer, sintéticamente, la respuesta, acudimos en auxilio de las palabras pronunciadas por la Dra. Adelaida Nieto, en el 5to Congreso Internacional de Promoción de la Lectura y el Libro (2002):

  • Leer es buscar respuestas, pero esencialmente, es abrir preguntas.

  • Leer es construir un puente entre lo tangible y lo intangible, entre lo vivido y lo soñado.

  • Leer es tejer los tiempos. Es trenzar pasado, presente y futuro.

  • Leer es un instrumento para crear condiciones de vida que nos den más oportunidades de ser felices.

  • Leer es una forma de estar en el mundo.

  • Leer es una suma de habilidades complejas de traducción, interpretación, creación de imágenes y conceptos.

  • Leer es un acto inseparable de escribir.

  • Leer es aprender, y no me refiero a adquirir información, sino a crecer interiormente.

  • Leer es permitir que un pedazo de mundo sea huésped de mis pensamientos, inquilino de mi corazón.

Bibliografía básica

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Autor:

Dr.C. Aileen Díaz Bernal

CENTRO DE TRABAJO: Instituto Central de Ciencias Pedagógicas (ICCP)

PAÍS: Cuba