El pulso y la lengua: claves del diagnóstico en medicina tradicional china (página 2)
Enviado por Alfonso J. Aparicio Mena
La medicina china, la medicina ayurvédica, la medicina mexicana, difieren entre sí aunque tienen en común el apelativo de tradicionales (cada una basada en su tradición). Y todas ellas difieren de la medicina occidental-convencional. El sistema científico no es mejor ni superior que los sistemas tradicionales; solo distinto. Todos, aquél y éstos, son, o pueden ser, válidos y útiles en sus contextos originarios respectivos. Algunos ya han trascendido los límites de sus sociedades como es el caso de la medicina occidental, pero también el de la medicina tradicional china, objeto de nuestro estudio. El encuentro de la teoría médica china con el pensamiento de otras sociedades ha dado lugar a un sistema intercultural e híbrido, como decíamos al principio, resultante de la necesidad de acomodación de principios originales a culturas diferentes (Aparicio, 2004). La medicina china tiene su propio método de trabajo, su forma de indagación y su manera de diagnosticar y atender. La interrogación, la palpación, la palpación especial de los pulsos chinos, la observación, la audición, la olfacción y hasta la obtención de información por el sentido del gusto, son los procedimientos tradicionales para conocer los rasgos individuales del problema que tenemos delante. De entre todos, vamos a ver y analizar, utilizando la intermediación de la antropología para aproximarnos a su comprensión, el pulso y la observación de la lengua como procedimientos clave en la elaboración del juicio clínico y de la opinión especializada sobre el problema que estemos estudiando.
Palabras clave:
Etnomedicina. Medicina tradicional china. Cultura tradicional de salud. Antropología médica.
Los pulsos chinos
Existen numerosas y diferentes fuentes a las que podemos acudir para estudiar el significado y el uso profesional de la pulsología china (fuentes en lengua china y fuentes en otras lenguas). Mi explicación aquí sigue la línea académica oficial-convencional de la enseñanza de la medicina china en la actualidad, aunque se presenta de forma muy resumida. Sin embargo, el hecho de exponerlo en una lengua diferente al chino implica que hablemos de una medicina intercultural.
La medicina china (en adelante MTC) es una medicina sociobiopsicoecocultural, como la mayoría de las medicinas tradicionales del planeta (Aparicio, 2007). Esto quiere decir que entiende al ser humano desde un modelo complejo, no desde el modelo biologista propio y característico de la medicina convencional occidental. Los males en MTC son situaciones de desequilibrio (desarmonías, así llamadas por T. J. Kaptchuck, 1995) que atañen a la persona al completo. Los problemas de salud no son vistos como hechos aislados con una causa específica que se expresan de forma unidireccional sino como vivencias en las que intervienen las expresiones de alteración relacionadas con otros hechos simultáneos en la persona y fuera de ella. Para entendernos, diríamos que cuando lanzamos una piedra a un estanque, el choque produce ondas que, aunque atenuadas, llegan a todos los puntos de la superficie, hasta tocar la orilla. De igual forma, un mal no afecta sólo a la parte o función del cuerpo implicadas, o más implicadas, sino que, de manera atenuada, también llega al resto del cuerpo y, a través de la vivencia, a toda la persona. La MTC es creativa. Esto quiere decir que las soluciones a los problemas pueden componerse como puzzles diferentes teniendo en cuenta el acercamiento comprensivo y la elección terapéutica de cada profesional. Ejemplo: ante un problema de estreñimiento bien diferenciado y ubicado (hay varias clases de estreñimiento según la MTC que hay que entender y singularizar en cada persona), distintos profesionales podrán optar por propuestas y soluciones terapéuticas diferentes, basados cada uno en su ruta de aproximación comprensiva a la alteración. Se podrá hacer una propuesta según el diagnóstico Zang–fu (órganos y vísceras entendidos: a) como imágenes discursivas que atañen a estructuras y funciones del cuerpo, y b) como expresiones simbólicas que tienen que ver con la integridad y complejidad de la persona humana en relación con su entorno social, natural y cultural). Se podrá hacer otra propuesta según el diagnóstico meridiano (visión de la circulación bioeléctrica –expresión que usamos para entendernos– a su paso por la piel. Y se podrán hacer propuestas desde otras perspectivas, incluso mixtas.
Los pulsos chinos nos proporcionan informaciones que obtenemos tocando tres puntos próximos a la muñeca sobre la arteria radial (pulsos radiales) y otros puntos del cuerpo (pulsos distales). Pese a que la percepción es sensorial, la interpretación es cuantitativa-cualitativa. Aquí nos ocuparemos de explicar sucintamente los radiales.
Para Eric Marié la formación de los pulsos depende de varios parámetros, principalmente: la actividad funcional de los Órganos y de las Entrañas, que imprime a los pulsos características identificables; la Energía fundamental (Zong Qi) que controla el impulso y la regularidad del ritmo cardiaco; la Energía del Estómago (Wei Qi) que representa la parte constitutiva más importante, porque el Estómago es la fuente de alimentación para el conjunto de los Órganos, Entrañas y tejidos del cuerpo; el Qi y la Sangre, porque los pulsos se forman mediante el encuentro de dos fuerzas complementarias: el Qi y los Vasos (Mai Qi), naturaleza Yang y masa de Sangre, de naturaleza Yin (Marié, 1998: 253).
La terminología china en Pi Jin (fonética china y alfabeto latino) traslada a nuestra mente los modos de pensasmiento y organización del estudio y del análisis de las cosas (y de los problemas de salud) propios de los chinos. Las ideas cobran forma a través de la palabra, de las palabras. La traslación de un idioma a otro no lleva consigo el trasvase de experiencias sino la interpretación de las mismas. En castellano, en portugués, en francés o en inglés hablamos de la medicina china que nosotros entendemos y que comunicamos en nuestras lenguas. Las palabras originarias que mantenemos en la comunicación médica fuera de China son claves lingüísticas con las que nos referimos a determinadas representaciones discursivas sobre salud y enfermedad; o sobre aspectos específicos de ambas. Del simbolismo originario de las expresiones gráficas chinas pasamos a una interpretación que nosotros hacemos adaptada y acomodada a nuestras realidades sociobioecoculturales respectivas. Según todo esto, entenderíamos los pulsos chinos como la expresión de la dinámica compleja del individuo en puntos determinados de su cuerpo. Esa dinámica tendría que ver con la circulación de la sangre, con lo que los chinos llaman Qi (que aquí interpretaríamos como energía vital ligada a la sangre) y con la actividad de los órganos internos; pero advirtiendo que nuestros órganos y nuestra sangre física (lo que significan en nuestras lenguas y culturas) son, además, en el pensamiento tradicional chino: órganos y sangre simbólicos (dotados de más asociaciones conceptuales que las que define la biología y la ciencia occidental).
Palpando obtenemos información sobre la naturaleza y la localización de las enfermedades. Pero no olvidemos que no hablamos de enfermedades desde la óptica biologista sino desde la visión amplia, compleja e interrelacionada del ser humano (enfermedad como desequilibrio y como vivencia, no únicamente como expresión aislada de un problema concreto con una causa diferenciada). Como los pulsos son una expresión del dinamismo vital, se producen variaciones de matiz constantemente. El profesional o estudioso, deben conocer estándares generales que permitan determinar las características del problema que tenemos delante, ubicándolo en "espacios de alteración" que irán perfilándose y definiéndose con otros procedimientos del examen clínico (por ejemplo: la observación de la lengua).
En cada muñeca se palpa sobre tres emplazamientos a lo largo de la arteria radial. Estos lugares se denominan: cun, guan, chi (que se han traducido por: pulgar, barrera y pie). Delante de la apófisis estiloide del radio tenemos el cun; detrás, el guan; e inmediatamente después del guan (hacia el codo), está el chi. La obra didáctica: "Fundamentos de Acupuntura y Moxibustión de China" (1997: 50), publicada por el centro de ediciones en lenguas extranjeras de Beijing señala: Las tres regiones, cun, guan y chi de la mano izquierda reflejan respectivamente la condición del corazón, hígado y riñón y las de la mano derecha, la condición del pulmón, bazo y riñón.
Como ya hemos dicho, y usando la antropología como puente de acercamiento entre culturas, cuando se habla de órganos, o cuando se hace referencia expresa a alguno de ellos, en MTC no sólo nos estamos refiriendo a la estructura orgánica que se nombra (es decir, a sus características físicas, constructivas y de funcionamiento) sino también a rasgos simbólicos que la acompañan y a aspectos estructurales y funcionales más amplios e interrelacionados que, según la comprensión del cuerpo y de la persona en MTC se relacionan directamente con el órgano mencionado. En los pulsos, pues, detectamos aspectos cuantitativos relacionados con el bienestar y los desequilibrios, perceptibles a través del tacto; y aspectos cualitativos (calidades) que se organizan alrededor de la expresión Inn/Iang (Yin/Yang) como procedimiento dialéctico de ordenamiento y clasificación (Aparicio, 2004). Así, cuando hablamos, por ejemplo, de pulmón nos estamos refiriendo a hechos biológicos amplios relacionados con ese órgano y/o con sus funciones. Pero además, con otras partes del cuerpo y otros hechos de la persona al completo que tienen relación directa/indirecta con la estructura mencionada y sus funciones. A ello hay que sumarle las características y rasgos simbólicos asociados a dicho sistema y definidos en la tradición médica china.
Las condiciones ideales para la toma de pulsos chinos, según el libro: "Fundamentos de Acupuntura y Moxibustión de China" (1997), son las siguientes: la persona, cómodamente sentada, extiende el brazo y lo apoya sobre una almohadilla con la palma de la mano hacia arriba. El médico localiza el pulso guan con la yema del dedo medio. Los pulsos cun y chi se localizan respectivamente de forma natural con los dedos índice y anular. La técnica consiste en presionar ligeramente hasta percibir el latido o salto. A la presión inicial suave sigue una presión media y otra profunda (relativa). Los dedos del profesional entrenado suben y bajan hasta localizar la onda de latido que se percibe de forma unitaria. No obstante, también se puede hablar de cada pulso individualmente. Como en MTC cada órgano, Zang (en realidad, sistema complejo) está asociado a una víscera, Fu, podemos precisar más los pulsos diciendo que la percepción superficial corresponde a los Zang (pulmón, bazo, riñón, corazón, hígado, riñón) y la profunda a los Fu (intestino grueso –asociado al pulmón-, estómago, asociado a bazo-, vejiga –asociada a riñón-, intestino delgado –asociado a corazón-, vesícula biliar –asociada a hígado– y San Jiao –asociado a pericardio o a riñón según escuelas-). El momento ideal para tomar los pulsos es la mañana, al despertar. Pero, como eso no siempre es posible, es mejor tomarlos cuando no se haya hecho un esfuerzo físico, no se haya fumado, no se haya bebido, no se haya tenido una relación sexual, no se haya transpirado, no se haya comido, no se haya experimentado una emoción, no se haya tenido una discusión o no se haya tomado algún medicamento importante. La palpación de los pulsos debe durar entre medio y un minuto en cada muñeca.
Para valorar la variabilidad de los pulsos hay que tener una referencia de normalidad estándar que se ajustará a la persona que tenemos delante. La normalidad de una persona no tiene que coincidir exactamente con la normalidad de otra; si bien ambas deben encontrarse dentro de la franja relativa de la normalidad estándar. Por regla general, una persona sana tiene 4-5 pulsaciones por ciclo respiratorio completo. Hemos de tener en cuenta la edad, la constitución y la dedicación y estilo de vida de las personas que tenemos delante para entender mejor sus pulsos. En cuanto a la frecuencia, por ejemplo, el pulso de un bebé es mucho más rápido que el de un adulto. El pulso de un niño de 6 años es más rápido (que el de un adulto). El pulso de alguien cuyos padres lo tienen rápido, tenderá a ser rápido. El pulso de un deportista suele ser más lento que el del común de la gente. Las mujeres suelen tener el pulso más rápido que los hombres, etc. Si nos fijamos en la regularidad, el pulso normal estándar no debe tener interrupciones ni alteraciones o disminuciones de ritmo. Debe ser un pulso tranquilo. En unas 50 pulsaciones no debe haber pausas. En MTC, los pulsos radiales deber percibirse como una onda que llega a los tres dedos del profesional. Sin embargo, la repartición justa no significa la misma percepción de golpe en todos los sitios. El punto chi de ambas muñecas suele ser menos perceptible que el resto en superficie. Los pulsos de la mano izquierda generalmente son más fuertes que los de la mano derecha. El pulso varía dependiendo de las estaciones y de la hora del día (clima y cronobiología). A nivel de emplazamientos específicos, el pulso de cada órgano o víscera tendrá las características particulares del matiz del pulso general correspondiente a cada estación; tengamos en cuenta que en MTC la relación e interacción con el medio climático es muy valorada, entendiendo que el ambiente afecta de forma diferente según el momento del año. Además, cada órgano–víscera tiene una relación propia con las distintas estaciones del año. Así, por ejemplo, pulmón depende más de otoño; corazón, de verano; riñón, de invierno, etc. Hay otras características de influencia a tener en cuenta cuya complejidad hace que no las expongamos aquí.
Los problemas y alteraciones del bienestar varían la normalidad de cada cual pudiendo modificar la frecuencia, la dimensión, la forma, el ritmo, la posición, la intensidad de sus pulsos, llegándose a ver hasta 28 pulsos patológicos. Los pulsos anormales más frecuentes, o más frecuentemente detectados, son: superficial (pequeña percepción al tocar, que desaparece al presionar; propio de procesos de desgaste, enfermedades crónicas, debilidad y cansancio…); profundo (se percibe presionando fuerte. Es propio de problemas internos); lento (frecuencia inferior a 4 golpes por respiración completa; típico de síndromes y alteraciones en terreno de deficiencia, debilidad, agotamiento, frío); rápido (al contrario que el anterior: más de 4-5 golpes por respiración completa. Síndromes y problemas de exceso, calor, plenitud, agitación…); resbaladizo o deslizante (se aprecia un pulso como de pequeños granos de guisante. Suele coincidir con síndromes de acumulación y bloqueo: líquidos, flemas, embarazo…); tenso o cuerda (como si se apreciase una cuerda que tira. Propio de males de deficiencia de Inn e hiperactividad de Iang de hígado; es decir: pérdida de líquidos o masa acompañada de calor metabólico); pleno o fuerte (puede ser normal en determinados momentos de la vida y de la juventud; puede ser anormal en alteraciones de tipo exceso, calor hiperactividad, hipermetabolismo, gran dinamismo biológico por alteraciones…Es fuerte en superficie y en profundidad, demasiado vital); débil (sin fuerza, poco perceptible en superficie y perdido al presionar, propio de síndromes de deficiencia); filiforme (pulso como un hilo, generalmente poco perceptible, pero puede percibirse más cuando hay infecciones y pérdida de líquidos); corto (rápido con pausas irregulares; síndromes de hiperactividad de calor y retención de alimentos); intermitente (con pausas irregulares; síndromes con pérdida de energía, sangre…).
Los pulsos pueden ir asociados en superficie y/o en profundidad. De esta manera, podemos detectar un pulso filiforme y rápido en superficie y diferente en profundidad, o un pulso resbaladizo y lento en profundidad y diferente en superficie, etc. En todo caso, no olvidaremos las características individuales de la persona que tenemos delante, el momento del día, la época del año y otros factores y elementos internos y externos de ella que condicionen la expresión de su pulso. Tampoco hemos de olvidar que los pulsos son una aportación de información que hay que incluir dentro de una percepción global e interrelacionada de la persona enferma. Será el todo, la información completa, analizada y estudiada, la que nos proporcionará la aproximación mayor al estado de alteración sufrido, observado y narrado.
Todos los pulsos se pueden clasificar en: pulsos Inn y pulsos Iang. Este procedimiento nos orienta y guía en el camino a seguir en la aproximación comprensiva del problema. Antropológicamente hablando, entendemos pulsos Inn los pulsos poco perceptibles, lentos, débiles, perdidos, poco manifestados; y pulsos Iang los fuertes, acentuados, sostenidos, intensos, inquietos, rápidos. El profesional experimentado diferenciará individualmente (cada pulso) si es necesario; y precisará si la alteración está en órganos (Zang) o vísceras (Fu), sin olvidar que ningún desequilibrio es un hecho aislado en la persona; es decir, que todo tiene que ver con las interacciones y con la dinámica y gestión de las experiencias que ella haga.
Los pulsos se complementan muy bien con la información que proporciona la lengua, ayudando a precisar y concretar el síndrome o alteración troncal; así como el desequilibrio específico llegado el caso.
La lengua
La observación de la lengua se completa con la información de experiencia y percepción local que la persona enferma nos da. Constituye un procedimiento muy eficaz para acercarnos en el camino hacia la comprensión del problema. La información visual, de entrada, aporta elementos de conocimiento aparentemente más claros y rápidos que la palpación de los pulsos. Pero la complementación de ambos procedimientos, como hemos dicho, dibuja con mucha más nitidez el mal que el enfermo sufre y cuya experiencia comunica.
Expone la obra: "Fundamentos de Acupuntura y Moxibustión de China" (1997: 42): La lengua se relaciona estrechamente con los órganos Zang Fu, los canales y colaterales, qi, xue (sangre) y los líquidos corporales. Cualquier desorden de éstos se refleja en la lengua. Se puede diagnosticar por la observación del color, forma y condición de la sequedad o humedad tanto de la lengua como de su saburra y su movilidad.
Bien, vamos a explicar el párrafo anterior. Como cuando hablamos de órganos y vísceras en la exposición de los pulsos, diremos también aquí que la expresión Xue no equivale exactamente a la sangre como simple líquido físico; en este caso orgánico, sino como fluido vital (entendiendo el término vital como algo relacionado con la vida en el sentido biológico y simbólico). A esa sangre le mueve, le anima, le da vida, le constituye, le calienta, le impregna la energía fundamental que los chinos llaman Qi. La característica de lo vital, precisamente, no la da la sangre sino el Qi que contiene. Los términos: canales y colaterales hacen referencia a vías y circuitos vitales que recorren y entretejen el cuerpo como una red tupida de naturaleza biológica, bioeléctrica y simbólica paralela y asociada a veces a los circuitos neuronales a la circulación sanguínea y a la linfa. Para entender el Qi del que hemos hablado, diremos que se parecería al Quantum físico; es decir, a algo que es a la vez materia y energía. Por los canales y colaterales también circula el Qi. Los líquidos corporales, como cualquier otro elemento constitutivo del organismo, se entienden en MTC como fluidos biológicos con muy variada densidad y composición completados también por energía (qi).
La lengua puede informarnos de todas las características de los fluidos orgánicos, desde los comprensibles desde el punto de vista de la física hasta los más sutiles y sin aparente soporte material (canales o meridianos que definen la anatomía acupuntural). Una lengua normal (normalidad estándar, convencional) tiene un cuerpo que cabe entre los dientes, un color rosado, una movilidad escasa o nula, una humedad relativa y una capa de saburra ligeramente perceptible, limpia y brillante. No tiene marcas y no está ni fláccida ni tensa.
Al examinar la lengua hemos de fijarnos, pues: en su forma, su tamaño, su tensión, sus marcas, su color, su humedad/sequedad y su saburra. Sin embargo, como hicimos con los pulsos, tenemos que entender lo que observamos dentro de la normalidad específica de la persona que tenemos delante. Ello nos debe llevar a no generalizar y a no pensar en lenguas-tipo estrictas a las que aproximar las observadas. Cada persona tiene una anatomía propia y otras características que hacen que su lengua difiera de las de otros mostrando rasgos que debemos entender dentro de la observación global e interrelacionada de toda la persona. Hecha esta salvedad, nos centraremos en la normalidad estándar diciendo que cuando el cuerpo de la lengua es grande y grueso, pálido y con marcas de los dientes, nos informa de deficiencia de qi (energía) y de retención de flema (humedad, líquidos, más metabolismo de eliminación). Si el mismo cuerpo grande es de color rojo oscuro, la información nos habla de calor patógeno en el interior pudiendo estar afectado-implicado el corazón. Una lengua delgada puede ser una característica anatómica de la persona o puede indicarnos una pérdida de Inn (masa, líquidos, fluidos…). Si la lengua se mueve como un látigo o si se desvía con tensión hacia los lados, hablamos de un problema de viento (alteración que implica al metabolismo y desequilibrios en el funcionamiento de hígado, vesícula biliar y/o corazón, entendidos como sistemas complejos). Una lengua que se mueve sin motivo muestra nerviosismo, agitación, mal sueño, tensión, tensión muscular…Las marcas de dientes también se suelen asociar a situaciones o personas hiperactivas y nerviosas. Cuando la lengua muestra un color pálido, ya hemos dicho, indica deficiencia, cansancio, problemas crónicos, frío, decadencia o convalecencia de una larga enfermedad (desequilibrio Inn). Cuando el color es rojo fuerte, indica calor e hiperactividad (desequilibrio Iang). Cuando el color que se percibe es negruzco pensamos que están, o pueden estar, afectadas las "vías de agua", los riñones, la vejiga. Cuando la lengua aparece con petequias, hablamos de estancamiento de xue. Si la lengua está reseca tenemos un problema con los líquidos corporales y con las digestiones. Tal vez se trate de calor que deshidrata. Si la capa de saburra es blanca y gruesa, pero hidratada, el problema es de frío o deficiencia, mal metabolismo, mal funcionamiento gástrico, retención de elementos de la alimentación o mal transporte de los mismos a través de los intestinos. Cuando la capa de saburra es cortezosa y con coloración amarillenta, tenemos calor patógeno que consume los líquidos corporales. Cuando la capa es fina y amarilla tenemos deficiencia de Inn (otro tipo de calor). Cuando la lengua está agrietada (no de nacimiento) hablamos de consumo de líquidos corporales por calor excesivo y pérdida de las esencias del riñón (con esta expresión, la MTC se refiere a fuerte desgaste vital por actividades diversas, por enfermedad o por una situación aguda e imprevista que la persona sufre y vive). Se llama lengua de espejo a aquélla en que la capa de saburra ha desaparecido por completo. Manifiesta un problema de larga duración donde el factor antipatógeno ha sido gravemente lesionado y el Inn está consumido (deficiencia de líquidos corporales, deficiencia de masa…).
El cuerpo de la lengua nos informa sobre la naturaleza de la enfermedad (por exceso, Iang; o deficiencia, Inn). La saburra nos indica el estado y las características de los factores: patógeno y antipatógeno. Lo primero que tenemos que hacer cuando miramos una lengua es determinar si el problema es Inn o es Iang. Luego, con la "lectura" de los signos completaremos el conocimiento de la situación.
La lengua, como estructura completa y unitaria es llamada en MTC el "ápice del corazón". Observada desde este punto de vista nos puede informar de rasgos específicos del corazón como órgano y/o de su sistema energético (significación amplia y compleja), así como de sus problemas respectivos. La lengua también tiene que ver con todo el sistema complejo de bazo y de estómago (recepción de alimentos, transporte, transformación, absorción y distribución de nutrientes y eliminación de residuos). Por partes, el ápice tiene relación con el sistema corazón/intestino delgado. Así, si la punta de la lengua se ve muy colorada, hablaríamos de calor relativo en corazón, calor en sangre y/o calor en intestino delgado. La parte opuesta, el fondo, la raíz, se relaciona con riñón/vejiga y se le pueden aplicar las mismas características que hemos explicado para la lengua en general (ejemplo, si hay saburra blanca, mala o deficiente termorregulación, problemas en las vías de agua, alteración en el funcionamiento renal…). Toda la parte central tiene que ver con bazo/estómago. Las dos partes laterales inmediatamente posteriores al ápice tienen que ver con pulmón/intestino grueso. Y los bordes laterales restantes (mayor espacio) se relacionan con hígado/vesícula biliar. Cada una de estas partes, según la teoría clásica de la MTC percibe mejor un sabor. El ápice, el amargo; el área de riñón (fondo), el salado; la zona de hígado/vesícula biliar lo agrio; el centro (bazo/estómago), el dulce; y el área de pulmón/intestino grueso, lo picante.
Podemos, pues, interrogar a la persona sobre su percepción de sabores o hacer pruebas para ver si hay alteraciones en las zonas descritas antes. Ello también nos proporcionará información para completar el puzzle sobre el conocimiento del problema que estudiamos (de ese problema en la persona concreta que vemos).
Diferentes escuelas tradicionales de MTC y distintos autores pueden presentar variaciones en la exposición de los contenidos teóricos. Escribe Eric Marié: El examen de la lengua es rápido, fácil de realizar (aunque su interpretación pueda ser compleja no exige material sofisticado ni técnicas elaboradoras) y aporta una gran riqueza de informaciones. En la semiología de la Medicina china, cualquiera que sea el sistema dialéctico utilizado, la lengua y la saburra forman parte de la descripción de prácticamente todos los cuadros clínicos o síndromes (Zheng) que determinan el diagnóstico diferencial de una afección (Marié, 1997: 220).
En cuanto al método de observación, se prefiere examinar la lengua a la luz natural o con luz de neón o halógena. La persona debe evitar comer, beber, chupar o masticar alimentos y sustancias cuya coloración local interfiera e impida un examen correcto. Se le pide que saque la lengua de forma normal y natural dirigiendo el ápice hacia abajo. Inmediatamente, la lengua debe volver a su sitio. El profesional repetirá la observación las veces necesarias teniendo en cuenta que al estirarse la lengua, pueden variar la coloración y las condiciones rápidamente. Conviene informarse sobre los hábitos respiratorios del paciente, si respira por la nariz o lo hace por la boca; si respira por la boca durante la noche, y sobre sus costumbres alimenticias o la toma de medicamentos. Todo ello puede influir en la forma, en la coloración del cuerpo y la saburra, y en la humedad-sequedad.
Comentario final y aclaraciones
Lo primero que hemos de decir es que lo expuesto anteriormente constituye un resumen en el que hemos querido trasladar al lector occidental (especialista en salud o no) formas de trabajar y procedimientos para recoger información sobre salud/enfermedad de profesionales y expertos de culturas distintas a la nuestra, occidental (formados en el contexto originario de la MTC) y de profesionales y expertos pertenecientes nuestra cultura (recibiendo una formación en MTC como medicina intercultural). Caminamos hacia la mezcla de culturas, de ideas, de realizaciones, etc.
Otro objetivo que nos planteamos a la hora de realizar este trabajo fue mostrar que existen maneras distintas a la occidental convencional, de entender y atender la salud; procedimientos de indagación no tecnológicos con los que se pueden obtener altos niveles de precisión a la hora de determinar problemas, características de los mismos, ubicación e importancia para la salud de la persona que los padece. Las etnomedicinas, incluida la occidental-convencional-tecnológica, responden a la necesidad que tienen los individuos en las sociedades de atención en salud. Están insertas en las culturas de sus grupos respectivos y se enseñan siguiendo los mecanismos de trasmisión de conocimientos propios de cada sociedad. En unas, será la Universidad la encargada de formar; en otras, la escuela de la vida a través de la línea: maestro-aprendiz. Si nos vamos a las comunidades indígenas de Oaxaca, conoceremos a los curadores y, casi siempre, a alguien próximo ayudándoles y aprendiendo para seguir trabajando por los suyos cuando el viejo médico tradicional desaparezca. En la actualidad, las instituciones oficiales mexicanas ofertan muchos cursos de formación que, como complemento al aprendizaje tradicional y de experiencia, mejoran la operatividad de los médicos tradicionales indígenas (MIT). En China, como dijimos al principio, hay muchas escuelas de medicina tradicional. Oficialmente, la universidad forma a los futuros médicos chinos a través de un currículo amplio y complejo, llamemos, oficial-académico (pero basado absolutamente en la tradición). Otras universidades de países asiáticos ofrecen también estudios de medicina tradicional china con matices interculturales locales. Existen universidades occidentales que disponen de estudios de medicina china en sus facultades de ciencias de la salud y ciencias naturales de la salud. De igual manera, los estudios de medicina convencional occidental, estandarizados, se enseñan en casi todas las universidades del mundo junto con sus especialidades.
No es necesario tener formación de médico occidental para acceder a la formación en MTC. En ambos casos, el objetivo es el ser humano y la salvaguarda de su salud y bienestar; pero las representaciones mentales y discursivas de ese ser humano y de su devenir que se manejan y con las que se trabaja en el estudio son diferentes. Los métodos de indagación y de análisis son también diferentes; así como la puesta en práctica de soluciones.
Todos los conocimientos etnomédicos (incluidos los occidentales convencionales) sirven a los miembros de sus grupos respectivos, pero además, muchos se han extendido por todo el planeta. Es el caso de la medicina occidental convencional; y es el caso creciente de la medicina tradicional china cuyo cuerpo teórico se basa no sólo en los contenidos tradicionales chinos, diferentes de la ciencia occidental como hemos dicho, sino también en aportaciones desde la ciencia (principalmente naturalista) al considerarse medicina intercultural.
Nuestra sucinta exposición sobre el pulso y la lengua como elementos fundamentales para el diagnóstico en MTC pretende acercar otra visión del examen del enfermo, limar asperezas, formar la mente occidental en la tolerancia y la apertura a lo diverso, alejar del etnocentrismo asociado a muchas actitudes y programas de estudios científicos que aún se siguen desarrollando en nuestras universidades occidentales. Nosotros, los europeos, no somos los mejores ni los únicos capaces de alumbrar el progreso de la humanidad. Aprendí de mis propios clientes (enfermos) en Colombo (Sri Lanka) y de los médicos tradicionales indígenas del Estado de Oaxaca cuando estuve observando su trabajo para mi tesis doctoral. Ellos incluso me atendieron de problemas de salud que otros no me hubiesen solucionado. La ciencia tiene su método, y está bien. La medicina tradicional china tiene el suyo, y también está bien. 4.000 años de desarrollo hacen a ésta merecedora del respeto total. El pensamiento chino es eminentemente pragmático, utilitarista. Los profesionales buscan soluciones a los problemas de salud consultados. En la sociedad europea, fuera de los tópicos, no se conoce bien ese pensamiento, que nada tiene que ver con el misticismo occidental asociado a la religión o a la concepción dicotómica del ser humano como cuerpo y alma. Para los chinos y para la mayoría de asiáticos, el qi, del que hemos hablado, es el "ladrillo básico" que todo lo constituye. En determinados círculos culturales se cambia la imagen discursiva y se utilizan otras representaciones en la comunicación (energías, incluso fuerzas aglutinadoras espirituales o de muy diversa naturaleza). La mayoría de pueblos amerindios y siberianos hablan desde antiguo de "esencias divinas" circulando por todo lo creado; es decir, de animismo. Hemos de desprender las asociaciones peyorativas que en la cultura occidental se han adherido con malas intenciones contra las culturas y las expresiones discursivas de los pueblos tradicionales. Hemos de ser honestos y justos reconociendo que nuestra ciencia es un logro cultural que se puede ofrecer pero no imponer sustituyendo las tradiciones de otros seres humanos, y que es uno más de tantos aportes como todas las culturas del planeta han hecho y hacen al progreso del género humano.
Los pulsos chinos proporcionan al experto y formado en MTC información privilegiada que, bien ubicada en el contexto del problema que estudiamos puede hacer que se elija la terapéutica acertada a la primera con el consiguiente beneficio para el sufriente. El discurso de éste, su narración de experiencia, su opinión y punto de vista también ayudan al profesional ya que le permiten individualizar rasgos que pueden tener su atención específica. Cuando nosotros hablamos desde nuestra formación occidental del corazón, por ejemplo, nos atenemos a la definición de una ciencia muy concreta que entiende dicho órgano como una estructura con unas funciones, relacionada con otras estructuras y funciones del cuerpo. En MTC, además de lo que hemos explicado sobre el significado amplio de corazón, pulmón, etc. (como sistemas complejos), existen ópticas diferentes a la occidental desde las que también hablamos de "órganos multiórganos o multiestructuras" como el San Jiao cuya composición o formación dependen de criterios de asociación orgánica diferentes a los de la ciencia biológica convencional. El San Jiao se compone de: Jiao Superior, Jiao Medio y Jiao Inferior, abarcando el espacio desde el tórax, con pulmón y corazón, hasta el bajo vientre, con el resto de estructuras vitales que hay entre medias. En general, San Jiao se ve en relación a la dinámica de fluidos circulando entre unos y otros. No se trata de una estructura cerrada que responda a un cuerpo tridimensional compacto y diferenciado. Éstas son ópticas de acercamiento al estudio del cuerpo convencionales, occidentales. En nuestra cultura se ha establecido que diferenciemos pulmón de corazón, y éstos de hígado y estómago según unos criterios concretos. Pues bien, el San Jiao se entiende desde otra visión, aunque respondiendo a criterios bien precisos. Hablamos de brazos y piernas en nuestras enseñanzas occidentales, pero podríamos hablar de "bocaestointestinos", por ejemplo. Si desde otras ópticas se hubiese desarrollado el estudio de partes mixtas o complejas del organismo, más o menos relacionadas por algo, formando un todo; si se hubiera estructurado el cuerpo en partes diferentes a las que conocemos convencionalmente, lo veríamos normal. Bien, pues los asiáticos ven absolutamente normal su San Jiao, compuesto no sólo por partes biológicas sino también por componentes simbólicos y asociaciones discursivas que forman el San Jiao comunicado, el San Jiao cultural. En nuestra cultura occidental, nosotros diferenciamos y parcelamos los objetos de estudio siguiendo las orientaciones de nuestras ciencias. Podemos estudiar el corazón como una unidad incluida en el cuerpo o la manzana y la pera como frutos de determinados árboles. Podemos pensar en ellos como elementos naturales, pero también fabricamos corazones, manzanas y peras culturales cuando los convertimos en imágenes lingüísticas, comunicables, asociándoles matices y características que los hacen variar respecto a cómo son vistos desde la ciencia positiva.
Cuando, a través de la preparación previa que introduce al occidental en un mundo de pensamiento diferente, éste va recibiendo las enseñanzas que se dan en MTC, en poco tiempo se adapta y se hace a manejar conceptos nuevos de manera que los contenidos recibidos de culturas ajenas no sólo no suponen un obstáculo a su entendimiento sino que además le proporcionan recursos que puede trasladar a otros ámbitos de análisis para tratar de comprender hechos muy diversos.
Mirando la lengua, el etnomédico de MTC pensará en las partes del cuerpo afectadas como se entienden en el pensamiento occidental y en sus asociaciones sutiles que, aunque no tangibles y sensoriales en principio, sí existen a nivel de conceptos y de imágenes discursivas, por lo que se puede trabajar perfectamente con ellas (a nivel mental) razonando.
Mi conclusión es que el dominio de los procedimientos de indagación de la MTC convierte al profesional trabajando en ese terreno en un aventajado observador cuya opinión sobre los males de las personas puede ser muy valiosa y compaginable con los métodos de otros sistemas terapéuticos; entre ellos, el occidental y ahora universal. El trabajo de indagación del etnomédico chino (y no chino, trabajando en MTC) le convierte en un orfebre de la curación; o mejor, del reequilibrio (expresión más acorde con los modos y sistemas tradicionales). La práctica de los procedimientos naturalistas y relacionadores chinos hace trabajar la mente del profesional manteniendo a punto su capacidad de observación, de relación y de análisis, permitiéndole realizar procesos mentales ágiles y económicos llegando a propuestas de solución viables, aceptadas generalmente por los pacientes y exitosas en un tanto por ciento relativamente alto.
Hay mucha aproximación entre la MTC y la antropología, sin conocerse antes diríamos. En ambas se entiende la persona como un ser complejo relacionado con su medio (cultural, social y físico); y sus problemas, también. Desde ambas se pueden aportar soluciones integradas, variadas y dirigidas a la persona y a los problemas específicos vividos por cada cual (entendidos siempre en un contexto de relación amplio). En ambas se tienen en cuenta los discursos y narraciones vivenciales de los sufrientes. En las dos se habla más de enfermos que de enfermedades. Considero necesaria la formación antropológica para los profesionales de la salud, y más, para aquéllos que desean formarse en disciplinas y ciencias provenientes de contextos socioculturales diferentes. A veces ocurre que los profesionales mal formados, sin entender aquello que reciben, tampoco van a saber poner en funcionamiento los métodos de indagación de la MTC, proporcionando atenciones y servicios mermados, pobres, tal vez incorrectos y, sobre todo, poco eficaces y útiles.
La antropología puede servir muy bien de puente en el acercamiento comprensivo a lo diverso. Y, sobre todo, enseña a respetar lo que otros hacen y crean; más, cuando ello se hace para beneficiar a todos.
Bibliografía
APARICIO MENA, A. J.
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Autor:
Dr. Alfonso J. Aparicio Mena
Doctor en Antropología
Ph. D. en Medicina Tradicional China.
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