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Interdisciplinariedad de la teología espiritual


Partes: 1, 2
Monografía destacada
  1. Introducción
  2. Nociones generales de espiritualidad
  3. Las fuentes de la teología espiritual
  4. Teología Espiritual y Sagrada Doctrina
  5. Relación de la espiritualidad con la ciencia
  6. Conclusiones
  7. Bibliografía

Introducción

Empezamos diciendo que la investigación interdisciplinaria surge en el mundo globalizado donde hay múltiples formas y prospectivas de comprender una misma realidad, en este sentido, el estudio interdisciplinar de cualquier disciplina, es como respuesta al avance del conocimiento que demanda una mayor comprensión de la diversidad antropológica, étnica, lingüística, espiritual, religiosa y sociocultural, del hombre.

Desde esta perspectiva cuando hablamos de un estudio interdisciplinar de la Teología Espiritual, estamos haciendo referencia a que la Teología Espiritual, es una disciplina teológica, que tiene carácter científico, que se relaciona al interno, con las demás disciplinas de la Sagrada Teología, se enriquece de las aportaciones de ellas y al mismo tiempo, da sus aportaciones a la Teología en general.

Además la Teología Espiritual, externamente se relaciona con las ciencias humanas, aprovecha y se enriquece de todo el conocimiento que las ciencias humanas van alcanzando en la comprensión del hombre, pero no solo recibe sino que también da sus aportes y tiene algo que decir a la ciencias humanas.

En relación a esta visión interdisciplinar, la Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual afirma que "los progresos de las ciencias biológicas, psicológicas y sociales permiten al hombre no sólo conocerse mejor, sino aun influir directamente sobre la vida de las sociedades por medio de métodos técnicos"[1] en este sentido, el aporte de la ciencias humanas permiten a la Teología Espiritual y a la Teología en general comprender mejor al ser humano y mostrarle a Cristo de la mejor manera.

En esta línea de reflexión, el presente trabajo pretende ahondar en el estudio de la Teología espiritual y profundizar en la relación que guarda con las demás disciplinas teológicas y con las ciencias humanas.

Nociones generales de espiritualidad

1.1.- Nombre y concepto fundamental de Espiritualidad

Es el estudio de los caminos del Espíritu, que al paso de los siglos, ha recibido nombres diversos: como mística, ascética, teología ascético-mística, teología de la perfección cristiana. Actualmente se habla sobre todo de Espiritualidad y de Teología Espiritual.[2]

Por su parte mística es palabra de origen griego, cuya etimología sugiere lo misterioso, secreto, arcano. Ya en el s. V-VI el Pseudo-Dionisio habla de THEOLOGIA MYSTICA. En el XVI, San Juan de la Cruz entiende la TEOLOGÍA MÍSTICA como una sabiduría secreta, infundida en el alma por el Espíritu, a oscuras del entendimiento y de las otras potencias naturales (II Noche 17,2). Ascética es también palabra griega, que significa el esfuerzo metódico para adiestrarse física o espiritualmente (1cor 9,24-27; flp 3,14; 2 tim 4,7).

El término Teología espiritual es empleado por el concilio Vaticano II (SC 16) y hoy más usado en documentos eclesiásticos y escritos teológicos.

1.2.- Naturaleza

Recordemos en primer lugar que la teología es una, es decir, es una ciencia, y como tal tiene una unidad formal (STh II-II, 1,1). Al lado de la Cristología, el estudio de la gracia, la eclesiología y los demás tratados dogmáticos o morales, la teología espiritual es una parte más del árbol único de la teología. Podemos definir, pues, la teología espiritual como una parte de la teología, que estudia el dinamismo de la vida sobrenatural cristiana, con especial atención a su desarrollo perfectivo y a sus connotaciones psicológicas y metodológicas.

Al estudiar en teología, por ejemplo, la oración, la dogmática estudiará su posibilidad y naturalezala moral su conveniencia y necesidad, pero será la teología espiritual la que considere y describa la dinámica perfectiva de la oración cristiana, las fases típicas de su desarrollo, las connotaciones psicológicas de la misma, y los métodos para ejercitarse en ella.

Según lo expuesto, la teología espiritual se deduce no solo de los principios doctrinales(Biblia, Magisterio, teología especulativa)sino también de los datos experimentales atesorados por las generaciones cristianas, y muy especialmente por los santos -hagiografía-. En efecto, los santos de Cristo son testigos sumamente fidedignos del verdadero "camino del Señor" (Hech 18,25), y nos indican por dónde va y cómo hay que andarlo. Si queremos, pues, conocer cómo obra normalmente el Espíritu Santo en los cristianos, estudiemos con atención las vidas y escritos de los santos, pues ellos fueron hombres perfectamente dóciles a la acción divina de la gracia.

Digámoslo de otro modo: Espiritualidad Cristiana verdadera es aquella que en la práctica hace santos a quienes la siguen. Camino cierto de perfección cristiana es aquel que de hecho conduce a ser perfecto como el Padre celestial es perfecto.

 1.3.- Carácter científico de la Teología Espiritual.

Se considera que es difícil abordar su estudio de la teología espiritual por la diversidad de fuetes (psicología, antropología, sociología) por las fuentes sobre sobrenaturales (escritura, magisterio, dogmática, moral, liturgia, hagiografía) y por la delicadeza inefable de su objeto y la acción del espíritu santo sobre el hombre.[3]

Empezamos planteándonos la pregunta ¿es posible reflexionar científicamente sobre la vida espiritual?, para explicar esa interrogante es necesario analizar primero la noción de ciencia y verificar como puede ser plantear a la teología espiritual. En el lenguaje contemporáneo la noción de ciencia se refiere a las ciencias exactas, como la matemática, la física y estas tienen a eliminar el coeficiente subjetivo, la evidencia de sus proposiciones es fruto de la coherencia racional y experimental.

Expresa Bernard[4]Cuando se trata de las ciencias humanas la forma científica cambia notablemente, su objeto propio es el hombre en sus diversas condiciones de vida y esté objeto no puede circunscribirse con la misma precisión que el de las ciencias exactas. Además, el método empleado se muestra más complejo: se basa en la investigación positiva, que no es una experiencia repetible en el sentido estricto de la palabra, y que tiene que interpretarse según unos criterios que no pueden eliminar del todo las comprensiones subjetivas. En consecuencia, las ciencias humanas alcanzan un Tipo particular de certeza que se expresa bajo la forma de leyes estadísticas o cualitativas, que indican más bien una probabilidad de comportamiento que un verdadero determinismo, gracias al cual sería posible prever el futuro. Por lo que se refiere en particular a la psicología, hay que tener en cuenta el carácter imprevisible de la libertad humana.

Lo que es común a todas las formas de ciencia es el hecho de que el método que se sigue intenta alcanzar siempre el máximo rigor y la mayor objetividad posible. Por tanto, hay que tender a ampliar cada vez más la documentación e interpretarla cada vez más objetivamente. Es esta la condición necesaria para que se pueda hablar del carácter científico de una disciplina.

Sin embargo, a nadie se le escapa que la teología plantea un problema particular. En efecto, sus bases no están determinadas de forma que obtengan un consenso universal; al contrario, implica la aceptación, gracias a un acto libre de fe, del hecho de que Dios se manifestó libremente en la historia de los hombres y entrego al pueblo elegido y luego a la Iglesia una revelación que abraza toda la realidad, revelando su ultimo significado. La certeza teológica se sitúa, por tanto, en un doble nivel: el de la fe, por lo que se refiere a las proposiciones fundamentales, y el de la iinvestigación racional y científica, cuando el teólogo llega a una cierta inteligencia de las proposiciones de fe, confrontando el dato revelado con las conclusiones a las que llega la reflexión filosófica y con los resultados de las ciencias exactas y de las ciencias humanas.

La índole compleja de la ciencia teológica aparece necesariamente en la teología espiritual. Más aun, su complejidad se ve reforzada por el hecho de que la vida espiritual es siempre la de unas personas que se insertan en un determinado ambiente social, cultural e histórico, y que reaccionan libremente a los diversos influjos tanto naturales como de la gracia de Dios, que está siempre presente en la Iglesia y en las conciencias individuales.

Así pues, en la medida en que la vida espiritual surge de la participación de la vida divina libremente comunicada, los principios de la teología espiritual se refieren a la Revelación y a las elaboraciones teológicas que constituyen la doctrina común de la Iglesia: no ya las conclusiones de un teólogo particular, sino el conjunto de las proposiciones aceptadas por la Iglesia universal: el Catecismo de la Iglesia católica es el ejemplo más reciente de ello. Todos los católicos están de acuerdo: la teología espiritual es una parte de la sacra doctrina y, como tal, no puede ignorar ni la teología dogmática ni la teología moral. En efecto, trata de Dios, de cuya vida participa el ser humano, y del hombre, que mantiene una relación con Dios, principio de la vida sobrenatural y fin de la existencia.

Sin embargo, este carácter propiamente teológico no quita que la teología espiritual implique el conocimiento del hombre en su máxima extensión. Efectivamente, la perspectiva propia de la teología espiritual considera precisamente al hombre en cuanto que vive la vida divina que se le ha comunicado mediante los sacramentos y que se alimenta de la Palabra de Dios asimilada personalmente. En este sentido, hay que conceder la mayor importancia al hecho de que la vida sobrenatural se inserta necesariamente en una conciencia humana personal, que mantiene profundas relaciones con el ambiente social, cultural e histórico en que se mueve toda persona que intente crecer según los diversos niveles de su existencia concreta.

La afirmación fundamental la gracia supone la natural encontrara por tanto en la teología espiritual su aplicación más constante: la vida espiritual es siempre vida de un hombre concreto, con su historia, sus capacidades, sus límites, y cuya formación depende de muchos factores. Por eso, todo conocimiento del hombre ayudara a la teología espiritual para que se edifique como una disciplina teológica propia y verdadera.

En el estudio de la teología espiritual más que de ciencia, se habla de una disciplina teológica, con el término disciplina intentamos significar que el estudio de la teología espiritual es ante todo un estudio científico que exige rigor de método y abundancia de información objetiva. Sin embargo, el recurso a este término sirve para atenuar la idea de ciencia, si por ella se entiende una construcción doctrinal, cuyas conclusiones implica finalmente que los estudios espirituales comprometen a toda la persona en su actividad moral y en su esfuerzo por corresponder plenamente a la acción divina, mediante el don de la gracia; realmente, el contenido de la espiritualidad solo puede percibirse a través de una experiencia personal.[5]

Esta disciplina es además "teológica", ya que su objeto principal sigue siendo Dios, como protagonista de la vida espiritual y de su crecimiento. Además, la vida espiritual presupone un contacto constante con la Palabra de Dios, que la ilumina y la alimenta. Por eso tenemos que conocerlo tal como se rebeló a nosotros y como obro y sigue obrando, tanto interiormente como mediante la participación sacramental y litúrgica.

Las fuentes de la teología espiritual

2.1.- La Sagrada Escritura

El valor absolutamente privilegiado de la Sagrada Escritura en orden a la elaboración de la teología espiritual se apoya en el hecho de que en ella se contiene simultáneamente la revelación objetiva del proyecto salvífico de Dios, la vida ética como condición para la participación en la vida divina y la resonancia en los fieles de esta revelación, es decir, la experiencia que tienen de ella. En cuanto que la vida espiritual es apropiación personal del misterio de fe, la sagrada Escritura se manifiesta para ella como luz y como alimento una función esencial; en efecto, el mensaje bíblico contiene la substancia del misterio que se ha propuesto a la asimilación personal del creyente.

La Sagrada Escritura nos propone las experiencias fundadoras de toda vida cristiana. Esto vale en particular para el Antiguo Testamento, cuyas figuras ejemplares trazan una pedagogía para la vida espiritual del cristiano. Los apóstoles se refieren al Antiguo Testamento de varias maneras complementarias:

1.- en un primer nivel, interpretaban su experiencia de Jesús, el Cristo, a través de las categorías veterotestamentarias que formaban el esqueleto de su inteligencia religiosa;

2.- en un segundo nivel, por el contrario, la fe en Cristo les impuso una relectura del Antiguo Testamento, renovando de este modo su experiencia de fe.

3.- ponemos un tercer nivel, definido por la vida de las Iglesias locales: como pertenecían a unas comunidades que solicitaban su testimonio y su enseñanza, los escritores del Nuevo Testamento tuvieron que reconsiderar el acontecimiento-Jesucristo seleccionando los episodios y las palabras que correspondían mejor a las necesidades de las diversas comunidades.

Nosotros hemos de acudir a esas fuentes, en continuidad con la intención del Espíritu Santo que inspiro la formación de toda la sagrada Escritura a fin de edificar la Iglesia y todos sus miembros. La Palabra de Dios en la Escritura es por consiguiente una invitación dirigida al dialogo y suscita aquella respuesta espiritual que muchas veces representa para nosotros el comienzo y la consolidación de la vida espiritual personal.[6]

2.2.- Los Padres de la Iglesia.

Basándose en la sagrada Escritura, los padres de la Iglesia desarrollaron siempre en sus comentarios los diversos aspectos de la vida cristiana. Su reflexión teológica pone de manifiesto no solo los aspectos doctrinales que con frecuencia la polémica les obliga a discutir, sino también los aspectos morales y espirituales El punto más importante es la articulación de la teoría y de la práctica. Es precisamente esa intima compenetración la que a simple vista hace aparecer a los escritos patrísticos como espirituales. Su método consiste principalmente en seguir el texto de la sagrada Escritura, procurando señalar los diversos niveles de comprensión que corresponden a los distintos sentidos de la misma.

Además del sentido literal e histórico, los Padres desarrollan un sentido típico (cercano al sentido doctrinal), un sentido anagógico cuyo propósito es elevar la mente hacia la vida eterna), un sentido moral y un sentido místico. La vida cristiana constituye la realización anticipada de la vida eterna, este sentido místico, tal como lo ha desarrollado la exegesis patrística, se presta maravillosamente a ciertas descripciones que en la actualidad constituyen la materia de la teología espiritual, es decir, el progreso del alma y la vida de oración. Una referencia especial a dos grandes autores espirituales, cuya influencia se dejó sentir durante toda la Edad Media: Orígenes y Gregorio de Niza. En concreto, sus comentarios al Cantar de los cantares, dieron forma a toda una corriente espiritual que se prolonga hasta nuestros días. Es lícito reconocer en estas reflexiones el comienzo de una teología espiritual no sistemática. La alta Edad Media sigue en gran parte la tradición patrística.

Pero en muchos tratados de la teología monástica aparecen ya algunas disquisiciones que insisten en el proceso gradual de la vida espiritual Estos tratados, que a menudo recogen y amplían los esbozos de los fundadores de la vida monástica (san Basilio, san Benito, Casiano, etc.), forman parte sin duda alguna del tesoro de la literatura que solemos calificar de "espiritual".[7]

2.3.- Magisterio y los Textos Doctrinales que se Refieren Directamente a la Teología Espiritual

Mientras que el magisterio eclesiástico ha intervenido poco en los problemas de espiritualidad, los textos del concilio Vaticano II contienen muchas indicaciones de teología pastoral y, por consiguiente, de teología espiritual. El concilio no ha anulado las diversas tradiciones espirituales cristianas, sino que ha puesto el acento en algunos aspectos de la vida de la Iglesia (el pueblo de Dios, el laicado, la liturgia, etc.), que deben integrarse en la búsqueda de la espiritualidad de nuestros días de gran importancia los escritos que contienen una reflexión teológica comprobada por la experiencia espiritual: muchos escritos de los Padres y de los doctores de la Iglesia entran en esta categoría: baste pensar en Orígenes, en Gregorio de Niza, en san Bernardo, en san Buenaventura. Su aportación es preciosa y duradera. Las enseñanzas de los santos que trataron directamente de la doctrina espiritual.[8]

2.4.- La Historia de la Espiritualidad.

Puesto que la experiencia cristiana es el objeto de la teología espiritual, su elaboración requiere un contacto continuo y lo más amplio posible con el conjunto de esta experiencia, considerada en su densidad histórica. Efectivamente, la reflexión teológica de la espiritualidad no puede olvidar las corrientes espirituales profundas y duraderas que han marcado a generaciones enteras y han producido grandes modelos de santidad. De esta consideración histórica resalta con fuerza la variedad de las experiencias espirituales.

En otras palabras, podemos afirmar que la experiencia espiritual depende tanto de las condiciones psicológicas como de las ambientales. Y estas últimas comprenden las condiciones de vida, las relaciones con las estructuras eclesiales y sociales, así como los problemas ligados a la expresión de la experiencia. Desde el punto de vista metodológico, esto significa que la teología espiritual está pidiendo una aproximación interdisciplinar. Una integración de las llamadas ciencias humanas (la sociología, la psicología, la lingüística) en la espiritualidad: no ya en el sentido superficial de una ayuda que se pida a estas ciencias, sino en el sentido más profundo de un dialogo constante entre la reflexión teológica y el análisis de las condiciones en que se desarrolla y se expresa la experiencia espiritual. Esta interdisciplinariedad ofrece a la teología espiritual un campo inmenso de investigación.[9]

2.5.- La Experiencia Personal

La experiencia espiritual es absolutamente necesaria para dar un contenido concreto a los conceptos espirituales, ofreciendo una comprensión adecuada de los mismos o, por lo menos, una pre-comprensión que permita adentrarse correctamente en el estudio de la espiritualidad. Sin embargo, la necesidad de la experiencia en primera persona no debe entenderse como si esta experiencia tuviera que ser universal las autobiografías tiene mayor valor, aun cuando, en su interpretación, hay que tener en cuenta las características culturales de su autor.

2.6.- El Conocimiento del Hombre

Puesto que el hombre es el objeto material de la teología espiritual y, por otra parte, "la gracia supone la naturaleza y la lleva a la perfección", todo lo que se refiere a un conocimiento más profundo de la naturaleza humana y de su dinamismo vital es de gran ayuda para la teología espiritual. En primer lugar hay que recordar la psicología general en sus formas modernas: psicología de lo profundo (del que el psicoanálisis freudiano representa solo una forma particular) y la psicopatología. Cuando se trata sobre todo de fenómenos no comunes, que no pertenecen a la substancia de la vida espiritual, se puede y se les debe someter a un examen científico puede ofrecer una ayuda a la teología espiritual la psicología de la religión, de formación reciente.[10]

Teología Espiritual y Sagrada Doctrina

3.1.- Teología Espiritual y Sagrada Escritura

Si volvemos a la fuente de toda reflexión teológica, es decir, a la Sagrada Escritura, percibimos enseguida que el mensaje de la revelación comprende un aspecto doctrinal, que habla de Dios y de su designio de salvación, y un aspecto práctico, que es definido por la ley y que incluye todas las exhortaciones parenéticas contenidas en el Antiguo y el Nuevo Testamento. El discurso práctico, a su vez, presenta dos aspectos vinculados entre sí, pero distintos. Por un lado, contiene las leyes, los mandamientos y las prescripciones de todo tipo que informan la conducta del creyente en su cualidad de miembro del pueblo de Dios, además de diferentes textos que describen la vida de fe y exhortan a un compromiso personal[11]

Por otro, los libros que pertenecen a un género literario muy parecido al de nuestros textos de espiritualidad. En primer lugar, los libros sapienciales, donde se exhorta a la conquista de la sabiduría y se describen sus condiciones y sus etapas sucesivas. Entre ellos destaca el Cantar de los cantares, que describe la unión con Dios bajo la forma de la relación amorosa entre el hombre y la mujer; el libro de Job, que nos presenta una larga y dramática meditación sobre la relación entre el sufrimiento y el pecado. Más tarde, en el Nuevo Testamento, las cartas de San Pablo, de San Pedro y de Santiago, donde se hallan no pocos pasajes en los que se escribe una experiencia cristiana rica y diversificada. San Pablo, en particular, no vacila en hablar de su experiencia espiritual personal.

3.2.- Teología Espiritual y Teología Dogmática.

a).- La relación no se reduce a la valoración que la teología puede tener de la espiritualidad. Es un paso importante que la teología llegue a valorar a la espiritualidad; pero la mera valoración de la espiritualidad no basta para el reconocimiento de la entidad de la teología espiritual. Una forma de valorar a la espiritualidad es considerarla como un dato cualificado, importante, que la teología debe tener en cuenta. La espiritualidad se convierte en objeto de estudio necesario para la teología, del que no puede prescindir. Sin embargo, esta valoración es insuficiente, porque de lo que se trata no es tanto de valorar la espiritualidad como objeto de estudio cuanto de reconocer la teología espiritual en su identidad[12]

Otra forma de valorar la espiritualidad consistiría en que la teología reconociera su dimensión espiritual superando la distancia que la mantiene lejos de la vivencia cristiana. La valoración consistiría no sólo en aceptar la yuxtaposición teología y espiritualidad, sino en reconocer que no hay teología sin espiritualidad. Esta valoración de la espiritualidad como dimensión necesaria de la teología, aun siendo importante, resulta también insuficiente.

b).- La relación no es de dependencia total o de plena subordinación. No se puede negar la dependencia de la teología espiritual de la teología dogmática; pero hay que rechazar la dependencia total o la absoluta subordinación como algo propio de la teología espiritual. Dentro de la teología, que es una, debe funcionar una dependencia interdisciplinar, pero en todas las direcciones.

c).- Una relación propia. Diferenciación. La unidad de la Teología en una doble perspectiva: a).- en razón de la misma reflexión teológica (porque no se concibe la teología espiritual sin la estrecha relación con la Escritura y con todo el dogma sin tener a la Iglesia como el sujeto de la espiritualidad); b).- por una motivación pastoral: la de favorecer la unidad de la teología, que puede dar la impresión de estar muy dispersa.

3.3.- Teología Espiritual y Teología Moral.

Hay autores que plantean la relación de la teología espiritual con la teología, partiendo de la teología moral sin plantear su relación directa con la teología dogmática. No se puede reducir la relación entre la teología espiritual y la dogmática a la que le puede llegar por la teología moral. Por ello es necesario hacer una diferenciación entre la teología espiritual y la moral, porque ambas se refieren a la vida concreta y al lado práctico de la existencia cristiana[13]

a).- La diferenciación por el objeto. Ellas no se diferencian por el objeto material, ambas tienen la antropología sobrenatural que considera al hombre en su movimiento hacia la plenitud de la vida divina. La diferencia está en el objeto formal o aspecto desde el que se contempla el objeto. La moral tiene como propio tanto la estructura de la acción como las leyes que la regulan; su objeto es la relación correcta con Dios. La espiritualidad tiene más bien en cuenta la evolución existencial de la vida cristiana; estudia la resonancia que la relación con Dios tiene en la conciencia y su desarrollo; y debe mantenerse atenta a la repercusión psicológica que produce en el sujeto la evolución de su vida espiritual. Sin embargo, no hay que olvidar que la teología espiritual y la teología dogmática no pueden funcionar por separado; se necesitan mutuamente.

b).- La diferenciación por el método. El método de la teología espiritual no puede prescindir de la experiencia cristiana, tampoco de la situación interior de la persona en su proceso de vida cristiana. El método de la teología moral, en cambio, es más racional, parte más de los principios, y sus leyes son universales. La experiencia en la teología moral recibe otra consideración, aunque sirva para valorar las circunstancias concretas.

3.4.- Teología Espiritual y Teología Pastoral.

En los tratados de pastoral, en los manuales y en los mismos diccionarios, ya sean de pastoral o de espiritualidad, se advierte la necesidad de una espiritualidad fuerte para el ejercicio de la acción pastoral. Escribe el Dictionnaire de Spiritualité: "Pastoral y vida espiritual son indisociables. Forman un cuerpo, en la misma medida en que la unión con Dios, más que la condición de la acción misma, es el alma. Aun cuando la pastoral debe tomarlas en cuenta y hacer uso de ellas, no es cuestión de métodos y técnicas humanas; es ante todo colaboración a la obra de Dios[14]

La pastoral de espiritualidad es el conjunto de acciones evangelizadoras que hace consciente, promueve, ayuda a crecer y lleva, por el impulso del Espíritu, a su plenitud la vida cristiana en el creyente y en la comunidad. Siendo así, que la teología espiritual y la pastoral de la espiritualidad se ocupan de la "vida cristiana" en plenitud; la primera reflexiona sobre la praxis, la segunda se pone al servicio de la promoción de la misma.

3.5.- Teología Espiritual y Teología Litúrgica.

Espiritualidad litúrgica es la actitud del cristiano que funda su vida (toda su vida humana vivida conscientemente) sobre el ejercicio auténtico de la liturgia, de manera que ésta llega a ser culmen et fons, de toda su actuación, para que, en definitiva, mysterium paschale vivendo exprimatur. Se puede describir aproximadamente así: "es el ejercicio (en lo posible) perfecto de la vida cristiana, con el que el hombre, regenerado en el bautismo, lleno del Espíritu Santo recibido en la confirmación, participando en la celebración eucarística, marca toda su vida con estos tres sacramentos, para crecer, en el cuadro de las celebraciones repetidas del año litúrgico, de una oración continua (Liturgia de la Horas) y de las actividades de la vida cotidiana, en la santificación mediante la conformación con Cristo crucificado y resucitado, en la esperanza de la última consumación escatológica, para alabanza de la gloria de Dios[15]

3.6.- La Aportación Positiva de la Teología Espiritual a la Teología.

Por el hecho de introducirse en la recepción cristiana la riqueza de la experiencia vivida, la teología espiritual no puede reducirse a una mera aplicación concreta de los principios de la teología dogmática ni a una parte integrante de la teología moral. Por tanto, es lícito o diseñar la aportación original que brinda a la ciencia teológica[16]

Negativamente, la experiencia espiritual no contribuye a incrementar el contenido del saber teológico, aunque puede conducir a un desarrollo de ciertos conocimientos implícitos. Positivamente, la experiencia espiritual conduce a penetrar en la realidad del Misterio de la salvación, deduciendo de él un cierto conocimiento interior. Esta penetración eres el fruto de la connaturalidad que se vive entre el alma que posee el Espíritu Santo y el Misterio, que es misterio de amor.

En lo que se refiere a la conciencia ética, la vida espiritual da el sentido de la "moralidad trascendental", la cual supone un impulso hacia la vida eterna, una vocación personal y una presencia del Espíritu Santo. La idea de vida eterna y divina desempeña la función de idea reguladora de la moralidad concreta. Esta misma función podría verificarse también en relación con el conocimiento dogmático: el conocimiento oscuro de Dios permite juzgar de los conocimientos particulares y verificar su coherencia con el conjunto del Misterio de la fe.

La experiencia espiritual tiene además una función ordenadora: la penetración y la adhesión al Misterio de fe llevan a la unificación del pensamiento teológico, no con una acumulación de conocimientos particulares, sino con una integración de las verdades parciales en una idea comprensiva y fecunda para la vida espiritual

Relación de la espiritualidad con la ciencia

4.1.- Aportaciones de la Espiritualidad a la Ciencia.

Tres presupuestos básicos: delimitación del campo epistemológico, antropología tríadica, y fundamentación antropológica tríadica desde las Sagradas Escrituras.

a).-Delimitación de campo epistemológico: orden antropológico. Antes de abordar algunas consideraciones importantes en torno a la relación entre la espiritualidad y la ciencia conviene acentuar dos límites al respecto: primero, el campo de reflexión pneumatológica acaece de manera holística en la antropología; es decir, el abordaje epistemológico en torno a la espiritualidad humana no se centra primordialmente en la praxis, sino en la ontología del hombre. Segundo, aunque parezca algo obvio para algunos, el abordaje lo planteamos desde una antropología teológica.

Contrario al campo epistemológico que la espiritualidad aborda, las investigaciones científicas en su mayoría son realizadas en un mundo experimental externo al mismo investigador. Crean un mundo reflexivo externo a ellos mismos. Es sabido que el método experimental inductivo de estas ciencias va de la comprobación de los hechos a la hipótesis y a la verificación y tiende a la formulación de las leyes destinadas a formar en su conjunto una "imagen de mundo", coherente y cada vez más basta.[17]

b).- Antropología tríadica. La propuesta de estas pequeñas líneas tienen como base una antropología tríadica que especifique las tres áreas base del hombre: alma cuerpo y espíritu. Consideramos oportuno subrayar la distinción entre las áreas ya que en muchas ocasiones la misma praxis humana, entre ellas, la reflexión científica, puede verse confundida debido a la confusión subyacente en el ser antropológico.

c).- A continuación presentamos una breve lista de citas bíblicas que fundamentan esta prepuesta de análisis antropológico tríadico. Acercamiento Bíblico. La mayoría de los seres humanos habla del alma y del espíritu de manera simultánea, pensando en la mayoría de los casos, que estas dos realidades son exactamente lo mismo. La siguiente aportación bíblica nos presentará algunas particularidades de cada una de estas partes en el ser humano, de donde se puede concluir que no pueden ser exactamente lo mismo.

Mateo, 26, 37-38. "Tomó consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, y comenzó a sentir tristeza y angustia. Entonces les dijo: "Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad conmigo". En esta cita queda de manifiesto la ubicación de la tristeza de Nuestro Divino Redentor; ésta se encuentra ubicada en el alma. Sabemos que nuestro amado Redentor es verdadero Dios, pero, también Verdadero Hombre, sólo así podemos entender el dolor expresado en su humanidad. En el alma se encuentra el sentir de la humanidad del hombre, en Jesús, verdadero Hombre, no podía ser diferente.

Mateo 26, 41. "Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil". Esta cita en conjunto con la anterior se convierte en verdadera joya de información antropológica. Nótese, que en estas citas queda de manifiesto la antropología tríadica integral anteriormente mencionada. El alma se encuentra triste, Nuestro Señor, en este momento tan difícil, exhorta a los discípulos a que oren ya que el espíritu esta pronto, esto es, el espíritu humano uniéndose en oración al Espíritu de Dios, es quien puede sacar a flote tan aguda tristeza. En la misma escena del huerto de Getsemaní, en repetidas ocasiones los discípulos se quedaron dormidos. La carne en este caso experimenta la desolación del alma. La debilidad de la carne queda de manifiesto por la gran tristeza que ahonda en sus corazones. Sus cuerpos están cansados, pero no es un cansancio por algún tipo de trabajo físico, sino, por el cansancio mismo del alma turbada, triste, atribulada y angustiada de todos ellos. En estas citas queda perfectamente ubicada esta antropología tríadica de cuerpo, alma y espíritu.

Lucas 1, 46 – 48. "Y dijo María: "Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava". En esta cita, primera parte del magníficat, el evangelista coloca en labios de nuestra Madre tanto su sentir por parte de su alma, como su sentir por parte de su espíritu. Alma y espíritu presentan una expresión particular manifestada por verbos particulares. Su alma engrandece, mientras que su espíritu se alegra.

Lucas 24, 15 – 17. Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó a ellos y se puso a caminar a su lado. Pero sus ojos estaban como incapacitados para reconocerle. Él les preguntó: ¿de qué vais discutiendo por el camino? Ellos se pararon con aire entristecido". En este pasaje se nos narra la gran tristeza que experimentan los discípulos de Emaús al creer que todo ha terminado con la muerte de Jesús. Su alma está tan atribulada que no logran identificar que el mismo Señor camina con ellos. En este pasaje bíblico podemos ver la ceguera de sus espíritus ya que no son capaces de reconocer al Señor. La tristeza del alma bloquea la visión del Señor. Este acontecimiento en la vida de los discípulos, nos hace entender que el espíritu del hombre no puede alcanzar su esplendor mientras no sean erradicadas las penumbras de su alma.

Carta a los Romanos 8, 16. "El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios". Dios siempre está en continua comunicación con su creación, de manera especial, con nosotros sus hijos creados a su imagen y semejanza. Esta cita nos muestra la manera en que se gesta dicha comunicación: Su Santo Espíritu comunica a nuestro espíritu las maravillas de La Trinidad Santísima. Dios nos comunica su amor por medio de Su Santísimo Espíritu. Por medio de esta comunicación se hace manifiesta filiación de hijos de Dios.

Carta a los Romanos 1, 9. "Dios, a quien doy culto en mi espíritu predicando el Evangelio de su Hijo, es testigo de lo mucho que me acuerdo de vosotros". Una vez más, Pablo hace mención de su espíritu como realidad o ente particular. El culto a Dios no puede darse sólo en el alma ya que la fuerza del espíritu es superior que aquella mostrada en el alma. Recordemos que las turbulencias en el hombre acontecen de manera primaria en el alma no en su espíritu, por ello Nuestro amado Redentor aconseja a sus discípulos en el huerto de Getsemaní que permanezcan en oración ya que el espíritu esta pronto, pero la carne es débil.

1 de Corintios 2, 11. "En efecto, ¿qué persona conoce lo íntimo de la persona, sino el espíritu de la persona, que está en ella? del mismo modo, nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios. En esta ocasión, por supuesto sin hacer menos al alma, se privilegia una vez más al espíritu ya que por medio de éste el hombre es capaz de reconocer lo más íntimo de su ser. El espíritu presenta mayor objetividad que el alma, ya que ésta siempre se dejará conducir por los sentimientos y emociones que más habiten en ella. El alma siempre corre el riesgo de dejarse manejar por subjetivismos que impiden un mejor conocimiento de ella misma.

1 de Corintios 2, 15. "En cambio, la persona de espíritu lo juzga todo; y a ella nadie puede juzgarla". En esta cita bíblica Pablo nos hace ver la claridad etiológica del espíritu. La persona que se deja conducir en su espíritu por el Espíritu del Padre, tiene la claridad y objetividad en los juicios diversos que llegue a emitir. Nadie puede juzgar a una persona guiada por el espíritu ya que ésta ha sido guiada por el Espíritu del Padre.

1 Tesalonicenses 5, 23. "Que Él, el Dios de la paz, os haga plenamente santos, y que todo vuestro ser, el espíritu, el alma y el cuerpo, se conserve sin mancha hasta la Venida de nuestro Señor Jesucristo". En esta ocasión San Pablo nos presenta de manera puntual las tres áreas mencionadas: espíritu, alma y cuerpo. Hace mención de que todo el ser está conformado por estas tres partes. Resulta importante entender, según la propuesta paulina, que el ser puede ser manchado por algunas de las tres partes. Siguiendo con las enseñanzas de la Santa Madre Iglesia: el hombre es una mezcla de cuerpo y alma espiritual en donde no puede menospreciarse el cuerpo tal como lo pretendían algunas de las corrientes heréticas de los primeros siglos. De manera puntual, San Irineo de Lyon lucha en su obra adversus haereses contra el gnosticismo que ve con menosprecio tanto alma, como al cuerpo. Los gnósticos argumentan que existen tres hombres diferentes, que obedecen a cada una de estas partes: espíritu, alma y cuerpo, mientras que San Irineo argumentará que el hombre es una mezcla de las tres realidades, en donde no es correcto menospreciar a ninguna de éstas.

Hebreos 4, 12. "Pues viva es la Palabra de Dios y eficaz, y más cortante que dos espadas de dos filos. Penetra hasta la división entre alma y espíritu, articulaciones y médulas; discierne sentimientos y pensamientos del corazón". En esta cita queda de manifiesta la potestad de La Palabra de Dios. En este rubro ubicamos el más alto grado de discernimiento y conocimiento que el ser humano puede llegar a tener de su propio ser. Conocer los límites entre su alma y su espíritu, entendiendo junto con La Santa Madre Iglesia que poseemos un alma espiritual, este logro de La Palabra de Dios, se convierte en una de las máximas epistemológicas de cualquier hombre que desee encontrase consigo mismo y desde ahí encontrarse con sus hermanos y por su puesto con Dios haciendo su santa voluntad.

4.1.1.- Situación del estado psíquico del alma determina el quehacer científico.

Algunas de las citas bíblicas arriba mencionadas nos hacen ver la vulnerabilidad por la que nuestra alma puede pasar. El científico, en sus investigaciones, por más que pretenda permanecer insensible ante su sentir psíquico, no podrá jamás lograrlo ya que en su análisis científico se encuentra ubicada toda su persona. No puede pretender acercarse a la investigación como si fuera un robot. Aunque no lo acepte y quizá no lo quiera, el científico debe entenderse como hombre antes que científico.

El científico, como todo hombre, debe aceptar que siempre existe un campo de intencionalidad movido por los afectos, emociones y sentimientos que yacen en su alma. Además, de estas afirmaciones, el científico debe poseer algunos dones propios de una espiritualidad concreta. "Paciencia, paciencia… cada átomo es de silencio produce el don de un fruto maduro". Solo a este precio se consigue aportar un pequeño grano de arena al gran edificio del conocimiento. [18]

4.1.2.- La espiritualidad como garantía objetiva de búsqueda de verdad de manera holística.

Partes: 1, 2
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