Sucediole en el Señorio Fempellec, este fue el ultimo y mas desdichado de esta generacion porque puso su pensamiento en mudar á otra parte aquella Guaca ó Ydolo que dejamos dicho auer puesto Naymlap en el asiento de Choc, y andando provando este intento no pudo salir con el, y a desora se le aparecio el Demonio en forma y figura de una hermosa muger, y tanta fue la falacia de el Demonio, y tan poca la continencia de el Femllep, que durmio con ella segun se dice, y que acabado de perpetuar ayuntamiento tan nefando comenzo a llover (cosa que jamas auian visto en estos llanos) y duro este diluvio treinta dias á los quales subcedio un año de mucha esterilidad, y hambre: pues como á los Sacerdotes de sus Ydolos (y demas principales) les fuesse notorio el grave delito cometido por su Señor entendieron ser pena correspondiente á su culpa la que su Pueblo padecia, con hambres pluvias, y necesidades: y por tomar de el venganzas (olvidados de la fidelidad de vasallos) lo prendieron y atadas las manos, y pies, lo hecharon en el profundo de el mar, y con el se acabo la linea y descendencia de los Señores, naturales del Valle de Lambayeque ansi llamado por aquella Guaca (o Ydolo) que Naymlap trujo consigo a quien llamauan Yampallec. Durante la vida de Cium hijo herededro de Naymlap (y segundo Señor en estos Valles) se apartaron sus hijos (como dicho queda) a ser principios de otras familias, y
poblaciones y llevaron consigo muchas gentes uno llamado Nor se fue al valle de Cinto y Cala, fue á Tucume, y otro á Collique y otros a otras partes. Un Llapchillulli hombre principal de quien dejamos dicho haver hecho mucho caudal el Señor Naymlap tanto por ser valeroso quanto por ser Maestro de labrar ropas de plumeria se aparto con mucha compaña que lo quiso seguir, y hallando asiento a su gusto en valle llamado Jayanca se poblo en el, y alli permanecio su generacion y prosapia.
Ya queda visto como por la muerte merecida que dieron los suyos á Fempallec quedo el Señorio de Lambayeque (y lo a el anexo) sin patron ni Señor natural en el qual estado estuvo aquella numerosa republica, muchos dias hasta que cierto Tirano poderoso llamado Chimo capac vino con invencible exercito, y se apodero de estos valles, y puso en ellos presidios, y en el de Lambayeque Señor y Cacique de su mano, el qual se llamo Pongmasa natural de Chimo este murio pacifico Señor, y dejó por sucesor á un hijo suio llamado Pallesmassa, a este sucedió su hijo Oxa, y fue esto en el tiempo y coyuntura que los Yngas andauan pujantes en las Prouincias de Caxamarca pórque es ansi que este Oxa fue el primero que entre los de su linaje tuvo noticia de los Señores Yngas desde las temporadas de este comenzaron a bivir con sobresalto de ser despojados de sus Señorios por mano y armas de los de el Cuzco. A este Oxa sucedio en el Cacicazgo un hijo suyo llamado Llempisan muerte este le vino el Señorío á Chullumpisan a este subcedio un hermano suyo llamado Cipromarca, y tras este señoreo otro hermano menor que se llamo Fallenpisan. Vino despues de este a tener el mando Efquempisan, muerto este subcedio Secfunpisan en cuyo tiempo entraron en este Piru nros Españoles, y dejaremos aquí el hilo cortado para añudarlo quando á nuestra tela conviniere, porque para dar fin a este Capitulo quiero decir la causa porque estos Señores que avemos acabado de nombrar durauan muy poco en el Señorio y mando, y tan poco que afirman no auerlo poseido ninguno 12 años, y algunos no aver durado en el dos cabales era pues la ocasión que como el Demonio tenia tanta mano y poder en sus estragados entendimientos hacialos poner en tan estrechos y asperos ayunos (luego que tomauan el cargo) que con abstinencias y vigilias, y largos ayunos, se desflaquecian de tal manera que jamás podían arribar a perfecta salud, ya que de los ayunos escapassen, y otros morian entre las manos de su infructuosa penitencia, y de esta manera se yvan heredando hermanos a hermanos, y a todos el infierno en pago y remuneración de sus pecados. Entre las gentes y naciones que dejamos nombrados de estos Valles tenia Chimo capac repartidos presidios, y guarniciones y contrastando la voluntad de todos auian de hacer su viage los Capitanes de Topa Yngayupangui para irse a juntar con el á Caxamarca como quedo acordado en Pohechos. (Miguel Cabello Valboa. Miscelánea Antártica, una Historia del Peru Antiguo (1586). Versión Original del
Instituto de Etnología de la Facultad de Letras – Universidad Nacional Mayor de
San Marcos. Lima, 1951. pp. 326-330.)
Este es un dios venerado con diversos nombres y representado en diversas formas, así lo tenemos en Tiahuanaco en la Puerta del Sol, en el mate de Caral, en la Estela de Raimondi de Chavín, en los tejidos de Karwa de los paracas, en las
urnas ceremoniales de wari, y en el Templo de Koricancha. Dicen que emergió un día en el lago Titicaca junto a sus ayudantes, castigo a los primeros hombres por sus desvaríos convirtiéndoles en piedra.
Luego del diluvio ?Unu Pachacuy?, creo al hombre en Tiahuanaco, ordeno el mundo en tres planos el Hanan Pacha (Mundo de arriba), el Kay Pacha (Mundo de aqui) y el Ucu Pacha (Mundo de adentro), luego de ordenar el mundo se dirigió al mar y se fue caminando sobre sus espumas.
Wiraccochan.
Otra de las narraciones habla del enviado del Dios Wiraccocha, quién apareció en el sur y se dirigió a Tiahuanaco, desde donde inician su obra civilizadora.
Wiraccocha, principal divinidad inca, creó el mundo. Luego, se alejó a una misteriosa distancia y envió a Wiraccochan, su mensajero, quien emprendió una larga caminata. Mientras caminaba, Wiraccochan educaba a los pueblos. Antes de dejar la tierra, llegó al pueblo de Tambo u Ollantaytambo que floreció gracias a sus divinos conocimientos.
Una versión del mito de Wirraccochan como enviado del gran Wiraccocha y como guía de los antiguos incas, dice:
Antes que los Incas reinasen, cuentan que en el principio, Wiraccocha crió un mundo oscuro y luego de ordenar el cielo y la tierra crió una raza de gigantes. A estos les mandó que viniesen en paz para que lo sirviesen, mas como no fueron recíprocos con él, los convirtió en piedras, enviándoles a la vez un diluvio general al cual llaman Unu Pachacuti, que quiere decir "el agua que transformó el mundo".
Pasado el diluvio y seca la tierra, Wiraccocha determinó poblarla por segunda vez y para hacerlo con más perfección determinó criar luminarias que diesen claridad, para esto fue al gran lago Titicaca y mandó allí que salieran el Sol, la Luna y las estrellas y subiesen al cielo para dar su luz al mundo. Y dicen que la Luna tenía más claridad que el Sol, por lo que este al tiempo que subían le echó un puñado de ceniza en la cara y que desde esa vez quedó la Luna con el color que ahora tiene.
Y luego que todo esto pasó, en la dirección Sur, apareció el enviado de Wiraccocha, que era un hombre de crecido cuerpo, el cual en su aspecto y en su persona mostraba gran autoridad, llamándolo Wiraccochan o Tunupa. Vestía una túnica andrajosa que le daba hasta los pies: traía el cabello corto, una corona en la cabeza y un báculo como los que llevaban los sacerdotes y astrónomos antiguos. Dicen también que llevaba a cuestas un bulto en el que transportaba los dones con los que premiaba a los pueblos que lo escuchaban. Y dicen que este hombre tenía gran poder, que de los cerros hacia llanuras y de las llanuras cerros grandes. Hacía
también cosas mayores por que dio ser a los hombres y animales, y que, en fin, por su mano vino notable beneficio.
Luego se dirigió a Tiahuanaco y en este lugar dibujó y esculpió en una losa grande todas las naciones que pensaba criar; después de esto, inició su peregrinaje obrando maravillas por el camino de la serranía, mandando salir a los pueblos de sus Paqarinas diciendo: "Gente y naciones oigan y obedezcan que yo les mando salir, multiplicar y henchir la tierra". Y a su vez todos los lugares obedecieron y así unos pueblos salieron de los suelos, otros de los lagos, fuentes, valles, cuevas, árboles, peñas y montes. A la vez que esto sucedía, pintaba a cada pueblo el traje y vestido que habrían de llevar y así mismo dio a cada nación la lengua que habría de hablar, sus cantares y las semillas. Y así en este camino de los Andes y montañas de la tierra fue dando y poniendo nombres a todos los árboles grandes y pequeños, tanto como a sus flores y frutos, mostrando a la gente los que eran buenos para comer y los que no y los que eran buenos para medicina y, asimismo, puso nombre a todas las yerbas e indicó el tiempo en el que habrían de florecer y fructificar. También dio orden a los hombres sobre cómo vivir, hablándoles amorosamente con mucha mansedumbre, amonestándole para que fuesen buenos, y los otros no se hiciesen daño ni se injuriasen; luego les enseñó cómo cultivar; para esto rompía la tierra con la punta de su báculo quedando esta dispuesta para sembrarse, y así con su sola palabra hacía nacer el maíz y los demás alimentos.
En ese largo peregrinar, dicen que también halló algunas naciones rebeldes que no habían cumplido con su mandato, por lo que los convirtió en piedras, en figuras de hombres y mujeres con el mismo traje que traían. Estas conversiones fueron hechas en Tiahuanaco, Pucara y Jauja. En dichos lugares se encuentran unos bultos de piedras grandes y en algunas otras partes dicen que tienen tamaños casi gigantes.
Y es así como llegó a la provincia de Cacha habitada por los Canas, y éstos, como no lo conocían, salieron armados y dispuestos a matarlo. Entonces Wiraccochan, al observar esta actitud, hizo que cayese fuego volcánico sobre ellos. Y los canas, por el temor de verse quemados, arrojaron sus armas y lo veneraron. Viendo esto, Wiraccochan tomó su báculo y paró el fuego; luego, puso orden entre ellos. En memoria de este hecho le edificaron un suntuoso adoratorio y hoy en día, aún se puede ver el cerro de Cacha con su enorme quemadura que consumió las piedras de tal manera que ellas mismas se hacen testigos de este hecho, por que quedaron tan quemadas que se las pueden levantar como si fuesen madera liviana. Dicen que después de este suceso llegó al pueblo de Urcos, y subió a un cerro alto desde donde mandó saliesen de él los naturales de Urcos, por lo que con el tiempo le erigieron en este lugar un rico adoratorio, edificando en este un escaño de oro fino y una imagen a semejanza suya.
Luego Wiraccochan prosiguió su camino y llegando a cierto sitio crió a un señor al cual puso el nombre de Alcaviza y al lugar por nombre Cusco; dejando el mensaje
que después de este señor vendrían los Incas Orejones a quienes todos respetarían.
Este Wiraccochan a quién los pueblos llamaban también Tunupa, Tarapaca, Wiraccochan pachayachicachan, Bichaycamayoc, Cunacuycamayoc Pachacan; que quiere decir el enviado de Wiraccocha, su fuente, el predicador, el encargado del presente o el conocedor del tiempo, dicen que se dirigió al pueblo del curaca Apotambo (Señor de Tanpu, Tambo u Ollantaytambo), a donde llegó cuando se celebraban unas bodas. Fue en esas circunstancias que el Curaca escuchó sus razonamientos y predicamentos con mucho amor, mas su pueblo no lo hizo así, por lo que Wiraccochan los reprendió con amor afable. Y, luego de esto, en un gesto de reciprocidad, entregó el báculo que portaba y en el que se encontraban grabados todos sus conocimientos, al curaca Apotambo. Pasado esto, en memoria de Wiraccochan labraron una montaña a imagen y semejanza suya, a la cual veneraron muchísimo.
Luego, este Wiraccochan prosiguió su camino haciendo sus obras hasta que llegó a la línea equinoccial cerca al Ecuador, donde queriendo dejar esta tierra, informó a la gente sobre las muchas cosas que habrían de suceder. Les dijo que con el tiempo habrían de venir gente diciendo ser Wiraccochas y a los cuales no les deberían de creer. Y dicho esto se metió al mar caminando por sobre el agua como si fuese su espuma…"
Dicen que pasado el tiempo y luego de que el pueblo de Tambo u Ollantaytambo floreció gracias a los conocimientos dejados por Wiraccochan, el báculo dejado por él, se transformó en oro fino en el momento en que nació uno de los descendientes de Apotambo llamado Manco Capac quién vino a ser el primer Inca, y con este báculo de oro pasado los años se dirigió a las partes altas de una serranía para fundar la que con el tiempo sería la capital del Imperio de los Incas: el Cusco.
Para una mejor ilustración de esta versión del mito, trascribiremos al Cronista
Pedro Cieza de León.
CAPÍTULO V.
De lo que dicen estos naturales de Ticiviracoche y de la opinión de algunos tienen en que atravesó un Apóstol por esta tierra, y del templo que hay en Cacha y de lo que allí pasó.
ANTES que los Ingas reinasen en estos reinos ni en ellos fuesen conocidos,cuentan estos indios otra cosa muy mayor que todas aquellos dicen, porque afirman que estuvieron mucho tiempo sin ver el sol y que, padeciendo gran trabajo con esta falta, hacían grandes votos y plegarias a los que ellos tenían por dioses, pidiéndoles la lumbre de que carecían; y que estando de esta suerte, salió de la isla de Titicaca, que está dentro de la gran laguna de Collao, el sol muy resplandeciente con que todos se alegraron, y que luego que esto pasó, dicen que hacia las partes del Mediodía vino y remaneció un hombre blanco de crecido cuerpo, y cual en su aspecto y persona mostraba gran autoridad y veneración, y que este
varón que así vieron tenía tan gran poder que de los cerros hacía llanuras y de las llanuras sierras grandes, haciendo fuentes en piedras vivas. Y como tal poder le conociesen, llamábanle Hacedor de todas las cosas criadas, Principio de ellas, Padre del sol, porque sin esto dicen que hacía otras cosas mayores, porque dio ser a los hombres y animales; y que en fin por su mano les vino notable beneficio. Y este tal, cuentan los indios que a mí me lo dijeron, que oyeron a sus pasados, que ellos también oyeron en los cantares que ellos de lo muy antiguo tenían, que fue de largo hacia el Norte, haciendo y obrando estas maravillas por el camino de la serranía y que nunca jamás lo volvieron a ver. En muchos lugares diz que dio orden a los hombres cómo viviesen y que les hablaba amorosamente y con mucha mansedumbre, amonestándoles que fuesen buenos y los unos a los otros no se hiciesen daño ni enjurio [injuria], antes, amándose, en todos hubiese caridad. Generalmente le nombran en la mayor parte Ticiviracoche, aunque en la provincia de Collao le llaman Tuapaca y en otros lugares de ella Harnava [Arnahuan]. Fuéronleen muchas partes hechos templos, en los cuales pusieron bultos de piedra a su semejanza y delante de ellos hacían sacrificios, los bultos grandes que están en el pueblo de Tiaguaco [Tiahuanacu] se tiene que fue[ron hechos] desde aquellos tiempos; y aunque por fama que tienen de lo pasado cuentan esto que escribo de Ticiviracocha, no saben decir de él más ni que volviese a parte ninguna deste reino.
Sin esto dicen que pasado algunos tiempos, volvieron [sic] otro hombre semejable al que está dicho, el nombre del cual no cuentan, y que oyeron a sus pasados por muy cierto que por dondequiera que llegaba y hubiese enfermos los sanaba y a los ciegos con solamente palabra les daba vista; por las cuales obras tan buenas y provechosas era de todos muy amado. Y de esta manera, obrando con su palabra grandes cosas, llegó a la provincia de los Canas, en la cual, junto a un pueblo que ha por nombre Cacha, y que en él tiene encomienda el capitán Bartolomé de Terrazas, levantando de los naturales inconsideradamente fueron para él con voluntad de lo apedrear y conformando la obra con ella le vieron hincado de rodillas, alzadas las manos al cielo, como que invocaba el favor divino para se librar del aprieto en que se veía. Afirman estos indios más, que luego pareció un fuego del cielo tan grande que pensaron todos ser abrasados; temerosos y llenos de gran temblor fueron para el que así querían matar y con clamores grandes le suplicaron de aquel aprieto librarlos quisiese, pues conocían por el pecado que habían cometido en lo así querer apedrear les venía aquel castigo. Vieron luego que, mandando al fuego que cesase, se apagó, quedando con el incendio consumidas y gastadas las piedras de tal manera que ellas mismas se hacen testigos de haber pasado esto que se ha escrito, porque se ven quemadas y tan livianas que, aunque sea algo crecida, es levantada con la mano como corcho. Y sobre esta materia dicen más, que saliendo de allí, fue hasta llegar a la costa de la mar, adonde, tendiendo su manto, se fue por entre sus ondas y que nunca jamás pareció ni le vieron; y
como se fue, le pusieron por nombre ?Viracocha? que quiere decir ?espuma de la mar?. E
luego que esto pasó, se hizo un templo en este pueblo de Cacha, pasado un río que va junto
a él, al Poniente, adonde se puso un ídolo de piedra muy grande en un retrete algo angosto; y este ídolo no es tan crecido ni abultado como los que están en Tiaguanaco hechos a remembranza de Ticiviracocha, ni tampoco parece tener la forma del vestimiento que ellos. Alguna cantidad de oro en joyas se halló cerca de él.
Yo, pasando por aquellas provincias, fui a ver este ídolo porque los españoles publican y afirman que podría ser algún apóstol; y aun a muchos oí decir que tenía cuentas en las manos, lo cual es bulra [burla] si yo no tenía los ojos ciegos, porque aunque mucho lo miré
nunca pude ver tal ni más de que tenía puestas las manos encima de los cuadrales enroscados los brazos y por la cintura señales que deberían significar como que la ropa que tenía se prendía con botones. Si éste o el otro fue alguno de los gloriosos apóstoles que en el tiempo de su predicación pasaron a estas partes, Dios todopoderoso lo sabe, que yo no sé que sobre esto me crea más de que a mi ver, si fuera apóstol, obrara con el poder de Dios su predicación en estas gentes, que son simples y de poca malicia, y quedara reliquia de ello o en las Escripturas sacras lo halláramos escrito; mas lo que vemos y entendemos es que el demonio tuvo poder grandísimo sobre estas gentes, permitiéndolo Dios; y en estos lugares se hacían sacrificios vanos y gentílicos, por donde yo creo que hasta nuestros tiempos la palabra del sacro Evangelio no fue vista ni oída, en los cuales vemos ya del todo profanados sus templos y por todas partes la Cruz gloriosa puesta. Y pregunté a los naturales de Cacha, siendo su cacique o señor un indio de buena persona y razón llamado don Juan, ya cristiano, y que fue en persona conmigo a mostrarme esta antigualla, en remembranza de cuál Dios había hecho aquel templo y me respondió que de Ticiviracocha.
Y pues tratamos deste nombre de Viracocha, quiero desengañar al lector el creer que el pueblo tiene que los naturales pusieron a los españoles por nombre ?Viracocha? que quiere tanto decir como ?espuma de la mar?; y cuanto al nombre es verdad porque vira es nombre de manteca y cocha de mar; y así, pareciéndoles que por haber venido por ella, les habían atribuido aquel nombre. Lo cual es mala interpretación, según la relación que yo tomé en el Cuzco y dan los orejones; porque dicen que luego que en la provincia de Caxamalca fue preso Atabalipa por los españoles, habiendo habido entre los dos hermanos Guáscar Inga, único heredero del imperio, y Atabalipa, grandes guerras y dádose capitanes de uno contra capitanes de otro muchas batallas hasta que en el río de Apurima, por el paso de Cotabamba, fue preso el rey Guáscar y tratado cruelmente por Chalacuchima sin lo cual el Quízquiz en el Cuzco hizo gran daño y mató –según es público– treinta hermanos de Guáscar e hizo otras crueldades en los que tenían su opinión y no se habían mostrado favorables [a] Atabalipa; y como andando en estas pasiones tan grandes hubiese, como digo, sido preso Atabalipa y concertado con él Pizarro que le daría por su rescate una casa de oro y para traello fuesen al Cuzco Martín Bueno, Zárate y Moguer, porque la mayor parte estaba en el solemne templo de Curicanche; y como llegasen estos cristianos al Cuzco en tiempo y coyuntura que los de la parte de Guáscar pasaban por la calamidad dicha e supiesen la prisión de Atabalipa, holgáronse tanto como se puede significar; y así luego, con grandes suplicaciones, imploraban su ayuda contra Atabalipa su enemigo, diciendo ser enviados por mano de su gran dios Ticivirachocha y ser hijos suyos, y así luego les llamaron y pusieron por nombre Viracocha. Y mandaron al gran sacerdote, como los más ministros del templo, que las mujeres sagradas se estuviesen en él, y el Quízquiz les entregó todo el oro y plata. Y como la soltura de los españoles haya sido tanta y en tan poco hayan tenido la honra ni honor de estas gentes, en pago del buen hospedaje que les hacían y amor con que los servían, corrompieron algunas vírgenes y a ellos tenellos en poco; que fue causa que los indios, por esto y por ver la poca reverencia que tenían a su sol y cómo sin vergüenza ninguna ni temor de Dios inviolaban [violaban] sus mamaconas, que ellos tenían por gran sacrilegio, dijeron luego que la tal gente no eran hijos de Dios sino peores que ?sopays? que es nombre de diablo; aunque por cumplir con el mandado del señor Atabalipa los capitanes y delegados de la ciudad los despacharon sin les hacer enojo ninguno, enviando luego el tesoro. Y el nombre de Viracocha se quedó hasta hoy; lo cual, según tengo dicho, me informaron ponérselo por lo que tengo escripto y no por la significación que dan de espuma de la mar.
Y con tanto contaré lo que entendí del origen de los Ingas. CAPÍTULO VI
Cómo remanecieron en Pacaritambo ciertos hombres y mujeres y de lo que cuentan que hicieron después que de allí salieron YA TENGO otras veces dicho cómo, por ejercicio de mi persona y por huir los vicios que de la ociosidad se recrecen, tomé trabajo de escribir lo que yo alcancé de los Ingas y de su regimiento y buena orden de gobernación; y cómo no tengo otra relación ni escritura que la que ellos dan, si alguno atinare a escribir esta materia más acertada que yo, bien podrá; aunque para claridad de lo que escribo no dejé de pasar trabajo y por hacerlo con más verdad, vine al Cuzco, siendo en ella corregidor el capitán Juan de Sayavedra, donde hice juntar a Cayo Topa, que es el que hay vivo de los descendientes de Guayanacapa, porque Xari [Sairi] Topa, hijo de Mango Inga, está retirado en Viticos, adonde su padre se ausentó después de la guerra que en el Cuzco con los españoles tuvo, como adelante contaré, y a otros de los orejones, que son los que entre ellos se tienen por más nobles; y con los mejores intérpretes y lenguas que se hallaron les pregunté estos señores Ingas qué gente eran y de qué nación.
Y parece que los pasados Ingas, por engrandecer con gran hazaña su nacimiento porque en sus cantares se apregona lo que en esto tienen, que es, que estando todas las gentes que vivían en estas regiones desordenadas y matándose unos a otros y estando envueltos en sus vicios, remanecieron en una parte que a por nombre Pacaritambo, que es no muy lejos de la ciudad del Cuzco, tres hombres y mujeres. Y según se puede interpretar ?Pacaritambo? quiere decir como casa de producimiento. Los nombres de los que de allí salieron dicen ser Ayar Ocho el uno y el otro Ayar Hache Arauca y el otro dicen llamarse Ayar Mango; las mujeres, la una había por nombre Mamaco, la otra Mamacona, la otra Mamaragua. Algunos indios cuentan estos nombres de otra manera y en más número, mas yo a lo que cuentan los orejones y ellos tienen por tan cierto me allegaré, porque lo saben mejor que otros ningunos. Y así dicen que salieron vestidos de unas mantas largas y unas a manera de camisas sin collar ni mangas, de lana, riquísimas, con muchas pinturas de diferentes maneras, que ellos llaman tocabo [tocapu], que en nuestra lengua quiere decir ?vestido de reyes?, y que el uno de estos señores sacó en la mano una honda de oro y en ella puesta una piedra, y que las mujeres salieron vestidas tan ricamente como ellos e sacaron mucho servicio de oro. Y pasando adelante con esto, dicen más, que sacaron mucho servicio de oro y que el uno de los hermanos, el que nombraban Ayar Eche [sic] habló con los otros dos hermanos suyos para dar comienzo a las cosas grandes que por ellos habían de ser hechas, porque su presunción era tanta que pensaban hacerse únicos señores de la tierra, y por ellos fue determinado de hacer en aquel lugar una nueva población, a la cual pusieron por nombre Pacaritambo; y fue hecha brevemente, porque para ello tuvieron ayuda de los naturales de aquella comarca. Y andando los tiempos, pusieron gran cantidad de oro puro y en joyas con otras cosas preciadas en aquella parte, de lo cual hay fama que hubo mucho de ello Hernando Pizarro y don Diego de Almagro el mozo.
E volviendo a la historia, dicen que el uno de los tres que ya hemos dicho llamarse Ayar Cache era tan valiente y tenía tan gran poder que con la honda que sacó, tirando golpes o lanzando piedras, derribaba los cerros y algunas veces que tiraba en alto ponían las piedras cerca de las nieves, lo cual, como por los otros dos hermanos fuese visto, les pesaba,
pareciéndoles que era afrenta suya no se le igualar en aquellas cosas. Y así, apasionados con la envidia, dulcemente le rogaron con palabras blandas, aunque bien llenas de engaño, que volviese a entrar por la boca de una cueva donde ellos tenían sus tesoros a traer cierto vaso de oro que se les había olvidado y a suplicar al Sol, su padre, les diese ventura próspera para que pudiesen señorear la tierra. Ayar Cache, creyendo que no había cautela en lo que sus hermanos le decían, alegremente fue a hacer lo que dicho le habían, y no había bien acabado de entrar en la cueva, cuando los otros dos cargaron sobre él tantas de piedras que quedó sin más parecer. Lo cual pasado, dicen ellos por muy cierto que la tierra tembló en tanta manera que se hundieron muchos cerros, cayendo sobre los valles.
Hasta aquí cuentan los orejones sobre el origen de los Ingas, porque como ellos fueron de tan gran presunción y hechos tan altos, quisieron que se entendiese haber remanecido de esta suerte y ser hijos del Sol; de donde después, cuando los indios los ensalzaban con renombres grandes, les llamaban ?Ancha hatun apo indechori?, que quiere en nuestra lengua decir: ?¡Oh muy gran señor, hijo del Sol!?. Y lo que yo para mí tengo que se deba creer de esto que éstos fingen será que, así como en Hatuncollao se levantó Zapana y en otras partes hicieron lo mismo otros capitanes valientes, que estos Ingas que remanecieron debieron ser algunos tres hermanos valerosos y esforzados y en quien hubiese grandes pensamientos naturales de algún pueblo de estas regiones o venidos de la otra parte de la sierra de los Andes, los cuales, hallando aparejo, conquistarían y ganarían el señorío que tuvieron; y aun sin esto, podría ser lo que cuentan de Ayar Cache e de los otros ser encantadores, que sería causa de por arte del demonio hacer lo que hacían. En fin, no podemos sacar de ellos otra cosa que esto.
Pues luego que Ayar Cache quedó dentro en la cueva, los otros dos hermanos suyos acordaron, con alguna gente que se les había llegado, de hacer otra población, la cual pusieron por nombre Tambo Quiro, que en nuestra lengua querrá decir ?dientes de aposento? o ?de palacio?" y hase de entender que estas poblaciones no eran grandes ni más que algunas fuerzas pequeñas. Y en aquel lugar estuvieron algunos días, habiéndoles ya pesado con haber echado de sí a su hermano Ayar Eche [sic], que por otro nombre dicen también llamarse Guanacaure.
CAPÍTULO VII
De cómo, estando los dos hermanos en Tambo Quiro, vieron salir con alas de pluma al que habían, con engaño metido en la cueva, el cual les dixo que fuesen a fundar la gran ciudad del Cuzco y cómo partieron de Tambo Quiro
PROSIGUIENDO en la relación que yo tomé en el Cuzco, dicen los orejones que, después de haber asentado en Tambo Quiro los dos ingas, sin se pasar muchos días, descuidados ya de más ver [a] Ayar Cache, lo vieron venir por el aire con alas grandes de pluma pintadas. Y ellos espantados con gran temor que su vista les causó, quisieron huir; mas él les quitó presto aquel pavor, diciéndoles, ?No temáis ni os congojéis, que yo no vengo sino porque comience a ser conocido el imperio de los Ingas; por tanto dejad, dejad esa población que hecho habéis y andad más abajo hasta que veáis un valle adonde luego fundad el Cuzco, que es lo que ha de valer porque estos son arrabales y de poca importancia y aquella será la ciudad grande donde el templo suntuoso se ha de edificar y ser tan servido, honrado y frecuentado, que él sólo sea el más alabado. Y porque yo siempre tengo de rogar a Dios por vosotros e ser parte para que con brevedad alcancéis gran señorío, en un cerro que está cerca de aquí me quedaré de la forma y manera que me veréis, e será para siempre por vosotros y por vuestros descendientes santificado y adorado y llamaréis Guanacauri. Y en pago de las buenas obras que de mí habéis recibido, os ruego para siempre me adoréis por dios y en él me hagáis altares donde sean hechos los sacrificios; y haciendo vosotros esto, seréis en las guerras por mí ayudados, e la señal que de aquí adelante ternéis para ser estimados, honrados y temidos, será horadaros las orejas de la manera que agora me veréis?. Y así luego, dicho esto, dicen que les pareció verlo con sus orejeras de oro, el redondo del cual era de un jeme.
Los hermanos, espantados de lo que veían, estaban como mudos, sinhablar; y al fin, pasada la turbación, respondieron que eran contentos de hacer lo que mandaba; e luego, a toda priesa, se fueron al cerro que llaman de Guanacaure, al cual desde entonces hasta ahora tuvieron por sagrado.
Y en lo más alto de él volvieron a ver [a] Ayer Eche [sic] que sin duda debió de ser algún demonio si esto que cuentan en algo es verdad; y permitiéndoles Dios, debajo de estas falsas apariencias les hacía entender su deseo, que era que le adorasen y sacrificasen, que es lo que él más procura; y les tornó hablar, diciéndoles que convenía que tomasen la bolra [sic, borla] o corona del imperio los que habían de ser soberanos señores y que se supiese cómo el tal acto se ha de hacer para los mancebos ser armados caballeros y ser tenidos por nobles. Los hermanos respondieron lo que ya habían primero dicho, que en todo su mandado se cumpliría; y en señal de obediencia, juntas las manos y las cabezas inclinadas, le hicieron la ?mocha? o reverencia para que mejor se entienda. Y porque los orejones afirman que de aquí les quedó el tomar de la borla y el ser armados caballeros, pondrélo en este lugar y servirá para no tener necesidad de lo tornar en lo de adelante a reiterar; y puédese tener por historia gustosa y muy cierta por cuando en el Cuzco Mango Ynga tomó la borla o corona suprema, hay vivos muchos españoles que se hallaron presentes a esta ceremonia e yo lo he oído a muchos de ellos, verdad que los indios dicen también que en tiempo de los reyes pasados se hacía con más solemnidad y preparamientos y juntas de gentes y riqueza tan grande que no se puede enumerar.
Según parece, estos señores ordenaron esta orden para que se tomase la borla o corona e dicen que Ayar Eche [sic] en el mismo cerro de Guanacaure se vistió de aquesta suerte y el que había de ser Inga se vestía en un día de una camisola negra, sin collar, con pinturas coloradas y en la cabeza con una trenza leonada se ha de dar ciertas vueltas y cubierto con una manta larga leonada ha de salir de su aposento e ir al campo a coger un haz de paja y ha de tardar todo el día en traerlo, sin comer ni beber porque ha de ayunar. Y la madre y hermanas del que fuere Inga han de quedar hilando con tanta priesa que en aquel propio día se han de hilar e tejer cuatro vestidos para el mismo negocio y han de ayunar sin comer ni beber las que en esta obra estuvieren ocupadas. El uno de estos vestidos ha de ser la camiseta leonada y la manta blanca y el otro colorado con lista blanca y el otro ha de ser la manta y camiseta todo blanco y el otro ha de ser azul con flocaduras y cordones. Estos vestidos se ha de poner el que fuere Inga y ha de haber ayunado el tiempo establecido que es un mes y a este ayuno llaman zazi, el cual se hace en un aposento del palacio real sin ver lumbre ni tener ayuntamiento con mujer; y estos días del ayuno las señoras de su linaje han de tener gran cuidado en hacer con sus propias manos mucha cantidad de su chicha, que es vino hecho de maíz y han de andar vestidos ricamente.
Después de haber pasado el tiempo del ayuno, sale el que ha de ser señor llevando en sus manos una alabarda de plata [y] de oro y va a casa de algún pariente anciano adonde le han de ser tresquilados los cabellos; e vestido una de aquellas ropas, salen del Cuzco que es donde se hace esta fiesta y van al cerro de Guanacaure, donde decimos que estaban los hermanos; y hechas algunas ceremonias y sacrificios, se vuelven a donde está aparejado el vino, donde lo beben. Y luego sale el Inga a un cerro nombrado Anaguar y desde el principio de él va corriendo para que vean cómo es ligero y será valiente en la guerra; y luego abaja de él trayendo un copo de lana atado a una alabarda en señal que cuando anduviere peleando con sus enemigos ha de procurar de traer los cabellos y cabezas de ellos.
Hecho esto, iban al mismo cerro de Guanacaure a coger paja muy derecha y el que había de ser rey tenía un manojo grande de ella de oro, muy delgada y pareja, y con ella iba a otro cerro llamado Yaguira adonde se vestía otra de las ropas ya dichas y en la cabeza se ponía unas trenzas o llauto, que llaman pillaca, que es como corona, debajo del cual colgaban unas orejeras de oro y encima se ponía un bonete de pluma casi como diadema que ellos llaman paucarchuco y en la alabarda ataban una cinta de oro larga que llegaba hasta el suelo, y en los pechos llevaba puesta una luna de oro; y de esta suerte en presencia de todos los que allí se hallaban mataban una oveja cuya sangre y carne repartían entre todos los más principales para que cruda la comiesen, en lo cual significaba que si no fueren valientes que sus enemigos comerían sus carnes de la suerte que ellos habían comido la de la oveja que se mató. Y allí hacían juramento solemne a su usanza por el Sol de sustentar la orden de caballería y por la defensa del Cuzco morir si necesario fuese; y luego les abrían las orejas poniéndoselas tan grandes que tiene un jeme cada una de ellas en redondo. Y hecho esto, poníanse unas cabezas de leones fieros y vuelven con gran estruendo a la plaza del Cuzco en donde estaba una gran maroma de oro que la cercaba toda, sosteniéndose en horcones de plata y de oro. En el comedio de esta plaza bailaban y hacían grandísimas fiestas a su modo; y los que han de ser caballeros cubiertos con las cabezas de leones que tengo dicho para dar a entender que serán valientes y fieros como lo son aquellos animales. Dado fin a estos bailes, quedan armados caballeros y son llamados orejones y tienen sus privilegios y gozan de grandes libertades y son dignos, si los eligen, de tomar la corona, que es la borla; la cual, cuando se da al señor que lo ha de ser del imperio, se hacen mayores fiestas y se junta gran número de gente, y el que ha de ser emperador ha primero de tomar a su única hermana por mujer, porque el estado real no suceda en linaje bajo, y hace el zazi grande, que es el ayuno.
Y en el inter questas cosas pasan, porque estando el señor ocupado en los sacrificios e ayunos no sale a entender en los negocios privados y de gobernación, era ley entre los Ingas que cuando alguno fallecía y se daba a otro la corona o borla, que pudiese señalar uno de los principales varones del pueblo y que tuviese maduro consejo y gran autoridad para que gobernase todo el imperio de los Ingas como el mismo señor durante aquellos días; y a este tal le era permitido tener guarda y hablalle con reverencia. Y hecho esto y recibidas las bendiciones en el templo de Curicanche, recibe la borla, que era grande e salía del llauto que tenía en la cabeza cobriéndole hasta caer encima de los ojos, y éste era tenido y reverenciado por soberano señor. Y a las fiestas se hallaban los prencipales señores que había en más de cuatro leguas que ellos mandaron y parecía en el Cuzco grandísima riqueza de oro e plata y pedrería y plumaje cercándolo todo la gran maroma de oro y la admirable figura del Sol,
que era todo de tanta grandeza que pesaba –a lo que afirman por cierto los indios– más de
cuatro mil quintales de oro; y si no, no se daba la borla en el Cuzco, tenían al que se llamaba Inga por cosa de burla sin tener su señorío por cierto ni firme, y así Atabalipa no es contado por rey aunque, como fue de tan gran valor y mató tanta gente, por temor fue obedecido de muchas naciones.
Volviendo a los que estaban en el cerro de Guanacaure, después que Ayar Eche [sic] les hubo dicho de la manera que habían de tener para ser armados caballeros, cuentan los indios que mirando contra su hermano Ayar Mango, [le dijo] que se fuese con las dos mujeres al valle que dicho le había, a donde luego fundase el Cuzco, sin olvidar de le venir a hacer sacrificios [a] aquel lugar como primero rogado le había; y que como esto hubiese dicho, así él como el otro hermano se convertieron en dos figuras de piedras, que demostraban tener talles de hombres, lo cual visto por Ayar Mango, tomando sus mujeres, vino adonde ahora es el Cuzco a fundar la ciudad, nombrándose y llamándose dende
adelante Mango Capa, que quiere decir ?rey y señor rico?.
CAPÍTULO VIII
Cómo después que Mango Capa vio que sus hermanos se habían convertido en piedras vino a un valle donde halló algunas gentes y por él fue fundada y edificada la antigua y muy riquísima ciudad del Cuzco, cabeza principal que fue de todo el imperio de los Ingas REÍDOME de lo que tengo escripto de estos indios, yo cuento en mi escritura lo que ellos a mí contaron por la suya y antes quito muchas cosas que añadir una tan sola. Pues como Mango Capa hubiese visto lo que de sus hermanos había sucedido e llegase al valle donde ahora es la ciudad del Cuzco, alzando los ojos al cielo, dicen los orejones que pedía con grande humildad al Sol que le favoreciese e ayudase en la nueva población que hacer quería e que, vueltos los ojos hacia el cerro de Guanacaure, pedía lo mismo a su hermano, que ya lo tenía y reverenciaba por dios; e mirando en el vuelo de las aves y en las señales de las estrellas y en otros prodigios llenos de confianza, teniendo por cierto que la nueva población había de florecer y él ser tenido por el fundador de ella y padre de todos los Ingas que en ella habían de reinar. Y así, en nombre de su Ticiviracocha y del Sol y de los otros sus dioses, hizo la fundación de la nueva ciudad, el origen y principio de la cual fue una pequeña casa de piedra cubierta de paja que Mango Capa con sus mujeres hizo, a la cual
pusieron por nombre ?Curicancha?, que quiere decir ?cercado de oro?, lugar donde
después fue aquel célebre y tan riquísimo templo del Sol y que ahora es monasterio de
frailes de la Orden de Santo Domingo. Y tiénese por cierto que en el tiempo que esto por
Mango Capa se hacía, había en la comarca del Cuzco indios en cantidad, mas como él no les hiciese mal ni ninguna molestia, no le impedían la estada en su tierra, antes se holgaban con él; y así Mango Capa entendía en hacer la casa ya dicha y era dado a sus religiones y culto de sus dioses y fue de gran presunción y de persona que representaba gran autoridad. La una de sus mujeres fue estéril, que nunca se empreñó; en la otra hubo tres hijos varones y una hija, el mayor fue nombrado Sinche Roca Ynga y la hija Achi Oclo; los nombres de los otros dos no cuentan ni dicen más de que casó al hijo mayor con su hermana, a los cuales mostró lo que habían de hacer para ser amados de los naturales y no aborrecidos y otras cosas grandes. En este tiempo en Hatuncollao se habían hecho poderosos los descendientes de Zapana y con tiranía querían ocupar toda aquella comarca. Pues como el fundador del Cuzco, Mango Capa, hubo casado a sus hijos y allegado a su servicio algunas gentes con amor y buena palabras, con las cuales engrandeció la casa de Curicanche, después de haber vivido muchos años, murió estando ya muy viejo y le fueron hechas las
acequias con toda suntuosidad, sin lo cual se le hizo un bulto para reverenciarle como a hijo del Sol. (Pedro Cieza de León, Crónica del Perú El Señorío de los Incas, Biblioteca Ayacucho, Caracas – Venezuela 2005, Pág. 317).
En la Historia del Ecuador cuando se habla del fin del Imperio Incaico, se considera que: En 1525 falleció el Inca Huayna Cápac en Tomebamba a consecuencia de viruelas, enfermedad traída por los blancos a América. Para entonces los Incas conocían de mucho antes, la existencia de esos raros hombres barbados
El cuerpo embalsamado de Huayna Cápac fue conducido al Cusco sin el acompañamiento de su hijo Atahualpa que permaneció en Tomebamba como Inca Pratín, es decir, como cogobernante, costumbre usual en el Tahuantinsuyo. Los primeros roces entre ambos hermanos se sucedieron cuando Huáscar despidió ásperamente a Kilako Yupanqui y demás comisionados de Atahualpa; sin embargo, eso no significó la guerra y ambos hermanos iniciaron sus reinados en paz, Huáscar extendió fácilmente las fronteras de su Imperio al Sur por la Araucanía y la Patagonia (Chile y Argentina).
En 1527, Urco Colla, Cacique mitimae de los Cañaris que propiamente era Huayacuntos, encendió las discordias comunicándole a Huáscar que su hermano Atahualpa se preparaba para coronarse y hacerle la guerra y que recibía honores de soberano sentado en las andas de Huayna Cápac que se conservaban en Tomebamba. Huáscar estaba ocupado con la sublevación de los Chachapoyas de Cajamarca, contra quienes había enviado a los generales Titu Atauchi y Chuquiz Huamán y como éste último fuera asesinado, lo hizo reemplazar con Mayta Yupanqui, quien sojuzgó a los rebeldes.
Enseguida Huáscar decidió escarmentar a Atahualpa y envió a su General Atoc, que significa el Zorro, que se alió a los Cañaris y derrotó a los Quiteños en las llanuras de Tomebamba. El mismo Atahualpa cayó prisionero y fue encerrado en la fortaleza pero logró escapar con una treta, la leyenda deformada dice que se transformó en culebra. Nuevamente en campaña Atahualpa se hizo acompañar de Quisquís y Calicuchima y en audaz contragolpe derrotaron a Atoc en Ambato y Mocha y le hizo decapitar, escarmentando a los Cañaris con una feroz matanza donde no perdonó ni a mujeres ni a niños y hasta hizo sembrar las sementeras con sus corazones, para ver qué frutos daban corazones de traidores.
Enterado Huáscar mandó un segundo ejército al mando del General Huanca Auqui, quien combatió cerca del Chimborazo y fue totalmente derrotado. Libre el camino, los quiteños avanzaron victoriosos por el norte del Perú librando constantes combates en Mullutuyru y Kusipampa, luego en Pumachaka o puente de León, entre los ríos Puccha y Huayochaca, hoy provincia de Huari en cuya margen derecha existe una mole de piedra donde se inmolaron a miles de vencidos por orden de Quisquís. Auqui resistió en Bombón y fue nuevamente derrotado pero se reorganizó en Yamamarca, provincia de Jauja, librando sangrienta batalla que duró un día y dejó setenta mil muertos para ambos bandos. Entonces se replegó hacia el Cusco para defenderla.
Corría el año 1532 y Pizarro desembarcaba en Túmbes. Allí le recibió el Cacique de los Huayacuntos Huaman Malqui Topa, que a nombre de Huáscar le pidió castigar al alzado Atahualpa. Pizarro se dio cuenta de la división del imperio y ofreció tomar partido por Huáscar, enseguida marchó, siguiendo por los cursos de los ríos, a Cajamarca, donde sabía que se encontraba Atahualpa. Huáscar recibió las noticias de la llegada de esos extranjeros barbados y pensó que solo podían ser los anunciados Viracochas, forjándose malos presagios para el futuro del Imperio. Mientras tanto su General Mayta Yupanqui con solo dos mil orejones resistía a Quisquís en la margen derecha del río Cántaro, pero al no recibir ayuda en un mes tuvo que retroceder al Cusco, a tiempo que Huáscar contraatacaba personalmente en Towaray. De allí en adelante se generalizaron los combates cerca de la capital con suertes varias. Huáscar pudo envolver a los quiteños acorralándolos en unos altos pajonales a los que prendió fuego, pero no aprovechó la ocasión para perseguir a los vencidos que se reagruparon en las laderas de Chontacajas y consiguieron la victoria final en la célebre batalla de Kipaypan, que puso término al Imperio del Tahuantinsuyo.
Huáscar cayó prisionero y Quisquís lo condujo al Cusco. Calcuchima le obligó a presenciar la matanza de las panakas imperiales. Así murieron ahorcados, degollados o despeñados ochenta de sus hijos y más de doscientos de sus hermanos, tíos, sobrinos y otros parientes de sangre real. De allí en adelante su suerte volviose triste pues fue sometido a grandes humillaciones y a la tortura de la "collera" o perforación de las clavículas para ser jalado con las manos amarradas hacia atrás. Casi desnudo y descalzo le llevaban a Cajamarca, cuando en mitad del trayecto, en Parko, Provincia de Huanuco, se encontraron con los enviados de Pizarro, quienes iban con varios comisionados del Inca a desmantelar el oro del Cusco para pagar el rescate.
Huáscar ofreció más por su libertad y sabedor de ello Atahualpa, ordenó secretamente su muerte, que fue ejecutada en el pueblo de Andamarca, cerca de Huamachuco. Su cuerpo fue arrojado sin miramientos a las aguas del río Tuilumayo donde desapareció. Finalmente Atahualpa fue ejecutado por los españoles. Esto fue escrito por Rodolfo Pérez Pimentel en: http://www.eruditos.net/newsite/index.php?option=com_content&view=arti cle&catid=72%3Abiografias&id=822%3Ahuascar&Itemid=100).
TAMBIEN EN CENTROAMERICA.
Una de las referencias sobre la presencia de hombres blancos en América la hace
Cristóbal Colón, quién escribe en su diario del 6 de noviembre de 1942:
? …Contaron mis mensajeros que después de una marcha de doce millas habían llegado a
una aldea como de unos mil habitantes. Los indígenas los recibieron con grandes muestras
de afecto y los hospedaron en sus más bellas mansiones; los llevaron en hombros, les besaron manos y pies e intentaron hacerles comprender que ya sabían que los hombres blancos eran los enviados de los dioses. Hasta cincuenta hombres y mujeres insistieron en regresar con ellos al cielo de los dioses eternos …?.
La Cultura Maya ha constituido desde mucho materia de análisis y por tanto generó diversas opiniones, sin embargo nadie podrá dejar de mencionar el Popol Vuh como un documento importante a tener en cuenta.
El Popol Vuh de los maya guatemaltecos al referirse a estos dioses blancos, cita textualmente: ?… Lo conocían todo y examinaron los cuatro rincones, los cuatro puntos del cielo y la faz redonda de la Tierra… ?, con lo que se deduce el conocimiento por parte de los antiguos mayas de que la Tierra era redonda y no plana, como en occidente se pensaba antes del descubrimiento de América por
parte de Colón.
El Popol Vuh guatemalteco.
En ella se habla que los primeros hombres creados por sus dioses, fueron de madera, que luego, son destruidos por un diluvio.
"Es tiempo de concertarse de nuevo sobre los signos de nuestro hombre construido, de nuestro hombre formado, como nuestro sostén, nuestro nutridor, nuestro invocador, nuestro conmemorador. Comenzad, pues, las Palabras [Mágicas], Abuela, Abuelo, nuestra abuela, nuestro abuelo, Antiguo Secreto, Antigua Ocultadora. Haced pues que haya germinación, que haya alba, que seamos invocados, que seamos adorados, que seamos conmemorados, por el hombre onstruido, el hombre formado, el hombre maniquí, el hombre moldeado. Haced que así sea. Declarad vuestros nombres: Maestro Mago del Alba, Maestro Mago del Día, Pareja Procreadora, Pareja Engendradora, Gran Cerdo del Alba, Gran Tapir del Alba. Los de las Esmeraldas. Los de las Gemas, Los del Punzón, Los de las Tablas, Los de la Verde Jadeita, Los de la Verde Copa, Los de la Resina, Los de los Trabajos Artísticos, Abuela del Día, Abuela del Alba. Sed llamados así por nuestros construidos, nuestros formados. Haced vuestros encantamientos por vuestro maíz, por vuestro tzité 16.
¿Se hará, acontecerá, que esculpamos en madera su boca, su rostro?" Así fue dicho a los de la Suerte. Entonces [se efectuó] el lanzamiento [de los granos], la predicción del encantamiento por el maíz, el tzité. "Suerte, fórmate", dijeron entonces una abuela, un
abuelo. Ahora bien, este abuelo era El del Tzité, llamado Antiguo Secreto; esta abuela era La de la Suerte, la de [su] formación, llamada Antigua Ocultadora con Gigante Abertura. Cuando se decidió la suerte, se habló así: "Tiempo es de concertarse. Hablad; que oigamos y que hablemos, digamos, si es preciso que la madera sea labrada, sea esculpida por Los de la Construcción, Los de la Formación, si ella será el sostén, el nutridor, cuando se haga la germinación, el alba"."Oh maíz, oh tzité, oh suerte, oh [su] formación, asios, ajustaos" 17, fue dicho al maíz, al tzité, a la suerte, a [su] formación. "Venid a picar ahí, oh Espíritus del Cielo 18. No hagáis bajar la boca, la faz 19 de los Dominadores, de los Poderosos del Cielo", dijeron. Entonces dijeron la cosa recta: "Que así sean, así, vuestros maniquíes, los
[muñecos] construidos de madera, hablando, charlando en la superficie de la tierra". —
"Que así sea", se respondió a sus palabras. Al instante fueron hechos los maniquíes, los
[muñecos] construidos de madera; los hombres se produjeron, los hombres hablaron; existió la humanidad en la superficie de la tierra. Vivieron, engendraron, hicieron hijas, hicieron hijos, aquellos maniquíes, aquellos [muñecos] construidos de madera. No tenían ni ingenio ni sabiduría, ningún recuerdo de sus Constructores, de sus Formadores; andaban, caminaban sin objeto. No se acordaban de los Espíritus del Cielo; por eso decayeron. Solamente un ensayo, solamente una tentativa de humanidad. Al principio hablaron, pero sus rostros se desecaron; sus pies, sus manos, [eran] sin consistencia; ni sangre, ni humores, ni humedad, ni grasa; mejillas desecadas [eran] sus rostros; secos sus pies, sus manos; comprimida su carne. Por tanto [no había] ninguna sabiduría en sus cabezas, ante sus Constructores, sus Formadores, sus Procreadores, sus Animadores. Éstos fueron los primeros hombres que existieron en la superficie de la tierra.
En seguida [llegó] el fin, la pérdida, la destrucción, la muerte de aquellos maniquíes, [muñecos] construidos de madera. Entonces fue hinchada la inundación por los Espíritus del Cielo, una «gran inundación fue hecha: llegó por encima de las cabezas de aquellos maniquíes, [muñecos] construidos de madera. El tzité [fue la] carne del hombre: pero cuando por los Constructores, los Formadores?, fue labrada la mujer, el sasafrás 20 [fue la] carne de la mujer. Esto entró en ellos por la voluntad de los Constructores de los Formadores. Pero no pensaban, no hablaban ante los de la Construcción. Los de la Formación, sus Hacedores, sus Vivificadores. Y su muerte fue esto: fueron sumergidos; vino la inundación, vino del cielo una abundante resina. El llamado Cavador de Rostros vino a arrancarles los ojos: Murciélago de la Muerte, vino a cortarles la cabeza: Brujo-Pavo vino a comer su carne: Brujo-Búho vino a triturar, a romper sus huesos, sus nervios: fueron triturados, fueron pulverizados, en castigo de sus rostros, porque no habían pensado ante sus Madres, ante sus Padres, los Espíritus del Cielo llamados Maestros Gigantes. A causa de esto se oscureció la faz de la tierra, comenzó la lluvia tenebrosa, lluvia de día, lluvia de noche. Los animales pequeños, los animales grandes, llegaron: la madera, la piedra, manifestaron sus rostros 21. Sus piedras de moler [metales], sus vajillas de barro, sus escudillas, sus ollas, sus perros, sus pavos, todos hablaron; todos, tantos cuantos había, manifestaron sus rostros. "Nos hicisteis daño, nos comisteis; os toca el turno; seréis sacrificados", les dijeron sus perros, sus pavos. Y he aquí [lo que les dijeron] sus piedras de moler: "Teníamos cotidianamente queja de vosotros; cotidianamente, por la noche, al alba, siempre: «Descorteza, descorteza, rasga, rasga» sobre nuestras faces, por vosotros. He aquí, para comenzar, nuestro cargo a vuestra faz. Ahora que habéis cesado de ser hombres, probaréis nuestras fuerzas: amasaremos, morderemos, vuestra carne", les dijeron sus piedras de moler, Y he aquí que hablando a su vez, sus perros les dijeron: "¿Por qué no nos dabais nuestro alimento? Desde que éramos visto, nos perseguíais, nos echabais fuera:
vuestro instrumento para golpearnos estaba listo mientras comíais. Entonces vosotros hablabais bien, nosotros no hablábamos. Sin ello no os mataríamos ahora. ¿Cómo no razonabais? ¿Cómo no pensabais en vosotros mismos? Somos nosotros quienes os borraremos [de la haz de la tierra] ; ahora sufriréis los huesos de nuestras bocas 22, os comeremos": [así] les dijeron sus perros, mostrando "sus rostros. Y he aquí que a su vez sus ollas, sus vajillas de barro, les hablaron: "Daño, dolor, nos hicisteis, carbonizando nuestras bocas, carbonizando nuestras faces, poniéndonos siempre ante el fuego. Nos quemabais sin que nosotros pensáramos mal; vosotros lo sufriréis a vuestro turno, os quemaremos", dijeron todas las ollas, manifestando sus faces. De igual manera las piedras del hogar encendieron fuertemente el fuego puesto cerca de sus cabezas, les hicieron daño. Empujándose [los hombres] corrieron, llenos de desesperación. Quisieron subir a sus mansiones, pero cayéndose, sus mansiones les hicieron caer. Quisieron subir a los árboles; los árboles los sacudieron a lo lejos. Quisieron entrar en los agujeros, pero los agujeros despreciaron a sus rostros. Tal fue la ruina de aquellos hombres construidos, de aquellos hombres formados, hombres para ser destruidos, hombres para ser aniquilados; sus bocas, sus rostros, fueron todos destruidos, aniquilados. Se dice que su posteridad [son] esos monos que viven actualmente en las selvas 23; éstos fueron su posteridad porque sólo madera había sido puesta en su carne por los Constructores, los Formadores. Por eso se parece al hombre ese mono, posteridad de una generación de hombres construidos, de hombres formados, pero [que sólo eran] maniquíes, [muñecos] construidos de madera. (Popol-Vuh o Libro del Concejo de los Indios Quiches, Sexta Edición 1977
Editorial Losada SA, Buenos Aires, Pág. 11).
Finalmente el hombre fue hecho de maíz y prospero, se multiplico en una lejana comarca de allí fueron a los quiches y estos hablan de que sus ancestros vinieron del otro lado del mar.
Así murieron los cuatro, nuestros primeros abuelos, padres, cuando desaparecieron, cuando dejaron a sus engendrados, allá en el monte Volcán, allá en donde se quedaron sus hijos. Habiendo sido humillados, habiendo sido postrada su gloria, todas las tribus ya no tenían fuerza: no existían todas más que para servir cada día. [Los quichés] se acordaban de sus padres: grande [era] para ellos la gloria del Envoltorio; no la desenrollaron, sino que estaba allí en la Envoltura, con ellos. Fue llamada por ellos Fuerza Envuelta, cuando designaron, cuando dieron nombre a su Secreto dejado por sus padres, lo que hicieron en señal de su ser.
Tal fue la desaparición, la pérdida, de Brujo del Envoltorio, Brujo Nocturno, Guarda- Botín, Brujo Lunar, los primeros hombres que vinieron del otro lado del mar, del Este. Hacía mucho tiempo que habían venido cuando murieron, ancianos, los llamados Los de las Espinas, Los del Sacrificio.
[Los tres hijos primogénitos] pensaron después en ir al Oriente, pensaron en las órdenes de sus padres, no las olvidaron. Sus padres habían muerto hacía largo tiempo [cuando] se les dieron esposas de la tribu, suegros, cuando aquellos tres tornaron mujer.
Cuando partieron, dijeron: "Vamos allá adonde el sol se levanta, de donde vinieron nuestros padres", lo dijeron al ponerse en camino. Aquellos tres, los procreados: Qo Caib, nombre de uno de los engendrados de Brujo del Envoltorio. El de todos los Cavik, Qo
Acutec, nombre de uno de los engendrados de Brujo Nocturno. El de los Niha. Qo Ahau, nombre del único engendrado de Guarda-Botín, el de los Ahau-Quiché. Tales son los nombres de aquellos que fueron allá lejos, del otro lado del mar; entonces aquellos tres se fueron. Segura era su Sabiduría, era su Ciencia; su ser [no era] de hombres ordinarios. Dejaron órdenes a sus [hermanos] mayores, a sus [hermanos] menores, alegrándose de partir. "No moriremos, regresaremos", dijeron los tres al partir. Ciertamente pasaron por el mar al llegar allá lejos a Oriente, al ir a recibir sus poderes. He aquí el nombre del [título del] jefe a cuyo país llegaron: el Gobierno de los Orientales. Entonces llegaron ante el jefe Nacxit 142 nombre del gran jefe, supremo Decididor de Palabra, de mucho poder. He aquí que él les dio las insignias del poder, todos sus atributos. Entonces vinieron las insignias de Consejero. (Popol-Vuh o Libro del Concejo de los Indios Quiches, Sexta Edición
1977 Editorial Losada SA, Buenos Aires, Pág. 75).
El juego de la pelota entre los habitantes de la tierra y los de Xibalba o Inframundo también es parte de la narración del Popol Vuh.
La aparición en Mesoamérica y específicamente en el Anáhuac, de este personaje alto, rubio, blanco, barbado y de profunda cultura ha dado margen a la creación de varios mitos y leyendas que los antropólogos, científicos y exploradores extranjeros han entretejido de una maraña cada vez más difícil de desenredar. En la mitología Tlahuica, tan confusa como la Griega, se borda una historia con respecto a Quetzalcóatl, semejante a la del nacimiento del Rey Salomón, pues se dice en los antiguos códices que Quetzalcóatl fue hijo de una mujer virgen llamada Chimalma y del Rey-Dios Mixtocóatl, monarca de Tollán. Que avergonzada por haber dado a luz sin matrimonio, Chimalma puso en una cesta al niño y lo arrojó al río. (no se sabe a cual) y que unos ancianos lo criaron y educaron, habiendo llegado a ser un hombre sabio y culto que al regresar a Tollán, se hizo cargo del gobierno.
Por otra parte se dice que Quetzalcóatl fue un hombre rubio, blanco, alto, barbado y de grandes conocimientos científicos, que enseñó a los pobladores de lo que hoy es México, a labrar los metales, orfebrería, lapidaria, astrología etc. aunque jamás se llegó a saber su nacionalidad y su procedencia. Cuéntase que habiendo bebido
el suave neutle (pulque) se emborrachó y cometió actos bochornosos después de lo cual decidió marcharse para siempre tomando el rumbo del Golfo de México o Mar de las Turquesas.
En un suicidio ceremonial al cual le acompañaban cuatro mancebos sus discípulos, se hundió para siempre, renaciendo como la estrella de la Mañana y posteriormente adoptando el nombre de Quetzalcóatl, que quiere decir serpiente emplumada o serpiente de plumaje hermoso.
Los Mayas adoptaron a Quetzalcóatl como deidad pues hasta allá llevó sus conocimientos y su cultura pasmosa, colocándole el nombre de Kukulcan, que quiere decir lo mismo, serpiente emplumada o Votán (que debe haber sido su nombre real) y recibieron de él las más sabias enseñanzas tanto religiosas como políticas y artísticas.
Se dice que los Toltecas, Nahoas y Mayas lo deificaron y colocaron su símbolo en todos los palacios, monumentos y templos de la zona Maya y Mesoamérica en donde aún puede verse, en recuerdo y veneración de este sabio, que según la tradición maya, subió al panteón y se convirtió en la estrella Venus, que también es así identificado por los arqueólogos.
Ahora bien, cuando las huestes hispanas llegaron a las tierras veracruzanas al mando del capitán extremeño Hernán Cortés, y según cuentan en sus crónicas Bernal Díaz del Castillo, se encontraron con una gran sorpresa que en esos días de
codicias y rapiña desmedidas no le dieron la importancia que tenía y hoy aún, debe tener. Relata el soldado cronista que llegados a las costas de lo que sería La Nueva España, el Emperador Moctezuma envió unos tendiles llevando regalos, oro y joyas y muchos ricos presentes que lejos de hacer que Cortés volviera proa a la mar, lo tentó en ambiciones. Uno de estos tendiles al ver que uno de los soldados de Cortés tenía un casco de latón que brillaba al sol, pidió verlo, diciendo que hacía muchos, muchos años, había llegado a la Gran Tenochitlán un hombre rubio, barbado y blanco, portando un casco semejante; que al marcharse se los había regalado y los sacerdotes lo colocaron en la cabeza del ídolo representativo del Dios Huitzilopochtli. Pidió que se le prestara el casco para cotejarlo con el que tenía puesto su Dios.
Y resultó que el casco dorado que tenía el Dios, era igual al del soldado hispano, sólo que tenia en ambos lados unos cornezuelos al estilo de los cascos vikingos.
Aquél tendil no solamente llevó ante Hernán Cortés el dicho casco dorado, sino también a un hombre blanco, alto, barbado, rubio que se parecía mucho al conquistador, diciendo que su nombre era Quintalbor, que de ninguna manera es nombre mexicano, maya o correspondiente a ninguno de los idiomas, que se hablaban en el Nuevo Mundo. Pero en lugar de examinar detenidamente el casco y si lo hicieron no fue consignada en ninguna de las cartas de relación, tomaron a chunga y relajo la presencia de aquel hombre barbado, rubio y blanco idéntico a don Hernán Cortés, al grado de parecer su hijo o su gemelo y desde ese momento lo llamó Don Cortés.
Al llegar los conquistadores a la fabulosa Ciudad de Tenochtitlán, sacerdotes y principales hablaban de un hombre rubio y barbado semejante a ellos, que hacía muchos años había estado entre ellos y les había predicho que un día llegarían al país hombres barbados y con armas poderosas para esclavizar al señorío.
Moctezuma, que según nos cuenta la historia era un monarca medroso, pusilánime, creyó que con la llegada de Hernán Cortés y su puñado de rapaces se cumplía la profecía y casi dejó en manos del puñado de horca hispano, el destino de sus reino, de su imperio.
Ahora bien, es de suponerse que Quetzalcoatl no fue aquel misterioso hombre barbado, posiblemente nórdico, que dejó como recuerdo su casco de vikingo, ya que en ese entonces la Europa no poseía la cultura y los conocimientos numéricos y calendáricos que poseían los mayas y el mito y la leyenda se entretejen en una urdimbre impenetrable, se confunden debido a los estudios antropológicos y arqueológicos hechos en una mayoría por extranjeros.
Tal vez Tollán si tuvo un gobernante sabio y bueno al que llamaron Quetzalcoatl, hijo de Chimalma y el Rey-Dios Mixcoatl, pero también es muy posible que los sacerdotes y astrónomos de entonces, al observar los cielos en la forma en que lo hacían, hayan descubierto que el mundo, su mundo, formaba parte de la Vía
Láctea, de esta enorme galaxia que hoy conocemos y de la cual formamos parte y a la cual daban por nombre Ixtacmixcoatl que quiere decir "Serpiente salpicada de piedras preciosas o luceros", serpiente incrustada de diamantes. Y después de sus observaciones le hayan puesto Quetzalcoatl, serpiente de plumas hermosas y extendido su culto a los habitantes de Mesoamérica. De allí que en los portentosos edificios de esa antigüedad se hayan esculpido esos símbolos y reverenciado como deidad, pues a ningún hombre por sabio que haya sido, se le dio jamás el rango de Dios.
Por último y finalizando así la leyenda y el mito, al relato, y a las elucubraciones, es preciso asentar que según algunos arqueólogos, jamás existió la serpiente emplumada, que sería absurdo una mezcla o yuxtaposición con fines religiosos, de una ave preciosa y un reptil.
Lo que ocurrió y a esto puede y debe darse el mayor crédito, es que los hombres de aquella civilización tan avanzada, en su sublimación artística, esculpieron una serpiente con penacho, con garras de jaguar y crearon una figura monstruosa y bella a la vez, como el mítico dragón de los chinos en el cual quieren enredar al misterioso y bárbaro rubio peregrino, que por lo menos, ya que su cultura debió haber sido casi completa, pudo haber dejado escrito su nombre y el de su país en alguno de los muros, frescos o bajorrelieves de templos y palacios.
Así volvemos a lo mismo. Quetzalcoatl hombre, Quetzaltcoalt Dios, amalgama absurda de las generaciones actuales. Incomprensión de lo misterioso de aquellos pueblos que han dado margen a una de las leyendas más difundidas en América y en el mundo.
La tradición inmemorial, transmitida a través de las generaciones, nos ha legado una insólita descripción de este hombre-mito. Al parecer, Quetzalcóatl tenía la piel blanca, la frente amplia, la barba roja y entrecana y los ojos grandes y azules, de modo que en muy poco se parecía a los individuos naturales de México. Era, además, sorprendentemente alto, su figura destacaba holgadamente sobre las cabezas de los demás, y atención: vestía una amplia túnica blanca que se adornaba, sobre el pecho, con una cruz de un color rojo intenso ¡Exactamente igual que los templarios!
Estas y otras constataciones no menos insólitas, recogidas por la tradición, hacen creer a los investigadores en la posibilidad de que Quetzalcóatl fue quizás un hombre de procedencia europea que se adelantó en varios siglos a la llegada de los colonizadores españoles. Fue probablemente en el mes de marzo de 1517, con la llegada de Francisco Fernández de Córdoba al Yucatán, cuando los españoles tuvieron las primeras noticias de Quetzalcóatl en su versión maya de Kukulcán; cuando descubrieron, perplejos, que los nativos del Yucatán conocían y veneraban la cruz y poseían, además, nociones semejantes al bautismo, la confesión, la comunión, el diluvio universal, la virgen que concibe y las tres personas divinas. Tales evidencias alarmaron enormemente a los recién llegados y sembraron el desconcierto entre las más altas jerarquías eclesiásticas, que se afanaban desesperada e inútilmente en resolver este nuevo misterio, aduciendo las más extrañas y controvertidas teorías.
No faltó quien intentara dar solución al problema acudiendo a la propia Biblia, como hiciera el historiador fray Diego Durán al rescatar las palabras de san Marcos que hablaban del envío de los apóstoles a predicar el Evangelio a todas las criaturas del mundo. ¿Y no eran también —argumentaba el fray— los indios criaturas de Dios?
Otros escritores, como el oscuro Pedro Ruiz Ptolomeo, alquimista y nigromante sevillano del siglo XVI, no cejaron en su empeño por demostrar que Quetzalcóatl, el sacerdote de la cruz, era en realidad un destacado miembro de la Orden de los Templarios, quien llegaría a América huyendo de las persecuciones que contra dicha Orden se iniciaron en casi toda Europa.
Lo que sí parece fuera de toda duda es que durante el tiempo en que Quetzalcóatl permaneció entre los aztecas, antes de exiliarse, al parecer, entre los mayas, el sacerdote encabezó una corriente nacida como reacción a la vida lujuriosa y desordenada que imperaba en la ciudad de Teotihuacán, actualmente México D.F., y que estaba ocasionando la ruina de la civilización y el imperio azteca. Quetzalcóatl suprimió los sacrificios humanos, muy frecuentes y tremendamente sangrientos, imprimiendo en el espíritu de los aztecas un profundo sentido de austeridad y misticismo y conduciéndoles al recogimiento y al ejercicio constante de los deberes religiosos.
Después, el mero transcurso del tiempo y la tradición se encargaron del resto; el mito, sostenido por arquetipos mucho más antiguos de los pueblos americanos, estaba forjado. El gran Quetzalcóatl sería desde entonces recordado como el gobernante y político ejemplar, héroe civilizador, inventor del calendario, descubridor del maíz, maestro agricultor, inventor del arte de fundir metales, tallista de piedras preciosas, juez y jurista, rey de los Toltecas y dios unificador del mundo.
Existen leyendas de origen maya-quichés que aseguran que Palenque fue construido por el mismísimo Votán, otro de los nombres recibidos por el mítico Quetzalcoatl. La semejanza del nombre de Votán con el de Wotan, en la mitología germana es el Dios Odín, resulta, al menos, muy curiosa. Recordemos que las tradiciones mesoamericanas nos describen físicamente a Kukulkan, Quetzalcoatl o Votán como un hombre blanco con barbas, y de gran altura, una apariencia más propia de un europeo del norte que de un indígena americano, y que procedía del otro lado del océano. Justo al otro lado de ese mismo océano, el famoso navegante Erik el Rojo fue a buscar en sentido inverso el paraíso terrenal de Wotan u Odín, es decir, rumbo a América.
Kukulcán fue Dios hecho hombre que, según la leyenda, había llegado desde el oeste, por mar, para más tarde seguir camino por tierra. Este Dios humano dejó una infranqueable huella en los corazones mayas, pues se le recordó en la posteridad con el mayor de los respetos y honores.
Según las descripciones y representaciones, Kukulcán fue un hombre caucásico, de nariz alargada y algo truncada, nada similar a los aborígenes de la península de Yucatán y alrededores. Según el Popol Vuh este Dios había sido uno de los creadores del universo junto a Tepew, pero también se le conoció como Dios Trueno, y el mismísimo Dios Sol.
La etimología de la palabra es ?serpiente emplumada?, por lo que algunos investigadores lo describen como el mismo Quetzalcoatl. Lo cierto es que fue un Dios Hombre que caminó entre ellos en los albores de su civilización.
Lógico resulta que a toda civilización le cabe la venida del Mesías como la buenaventura de una salvación eterna. Los mayas adoraron a Kukulcán y le erigieron la más impactante de las pirámides en Chichén Itzá. El templo de Kukulcán también es un justo calendario que se forma de cuatro lados con noventa y un escalones, a la que se añade la cima, exhibiendo el ciclo anual en su misma conformación arquitectónica.
Tan detallado y preciso es el templo, que se armoniza con el resto del universo: en los equinoccios de marzo y septiembre, desde aquellos tiempos hasta la actualidad, un haz de luz crepuscular, desciende por los escalones como una
?serpiente emplumada", para dejar bocas abiertas y rostros estupefactos, a propios y extraños.
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