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Etica de Emmanuel Lévinas -El otro


  1. Introducción
  2. Breve biografía
  3. Contexto de la ontología
  4. Relación dialéctica o relación cara a cara
  5. Metafísica de Levinas
  6. Superación de lo ontológico
  7. Ruptura con la totalidad
  8. Ejes centrales del pensamiento levinasiano
  9. Conclusión
  10. Bibliografía

Introducción

En primer lugar quiero decir que el presente trabajo nace a raíz del eco que ha dejado en mí la lectura de Totalidad e Infinito, de Emmanuel Lévinas. He quedado impresionada y por sobre todo maravillada ante sus pensamientos con respecto al tema del Otro en dicha obra.

Nuestro autor comienza manifestando su postura crítica ante la filosofía occidental. En este punto hace mención a los siguientes autores: Husser, Heidegger, Kant y Hegel, a quienes acusa de desarrollar una filosofía reduccionista de la individualidad del Otro, en la que el Otro es absorbida por el Mismo. Seguidamente su planteamiento sobre el Deseo metafísico como deseo de lo absolutamente Otro y la superación de lo simplemente ontológico, para terminar desarrollando la ética, como filosofía primera y no así la ontología. La metafísica que él propone no acepta la ontología de la totalidad y nos pone en relación, como él mismo lo dice con lo que está más allá y fuera de la totalidad, es decir con el Otro. Este otro no puede ser reducido a concepto ontológico, sino que éste Otro deriva de la experiencia del encuentro del cara a cara, cuyo rostro queda manifiesto ante mí, y ante el cual, yo soy responsable, dice Levinas.

Siendo así, el rostro, manifestación concreta del Otro ante el Mismo. El Mismo queda cuestionado ante la presencia del Otro, dando así, origen a la relación ética, dejando de lado la relación de saber.

En el proyecto ético de Levinas, el otro ya no es un rehén del mismo, sino un Otro que cuestiona y que interpela al propio ser, quien a la vez es también un Otro para el Otro, ante el cual se tiene el compromiso de la responsabilidad, en la que nadie puede ocupar mi lugar en la experiencia concreta en la relación cara a cara

El otro como acontecimiento inesperado, que se manifiesta ante mi en un rostro concreto y desnudo, que me llama y me solicita en su miseria y rostro de pobre, huérfano, viuda, extranjero, ante el cual soy responsable.

Esta relación del cara a cara que Levinas plantea, es una relación ética, de responsabilidad hacia ese rostro, y no una relación de violencia, o de reducción del Otro al Mismo, como venían realizando, según Levinas la filosofía occidental.

Es la invitación a centrarse en el Otro y decir algo sobre él, para romper este esquema reduccionista que consistía en el predominio de lo Mismo (yo) y el olvido del Otro.

Ante todo, su propuesta concreta gira en torno al cara cara como relación irreductible. Expresa que el sentido está en el cara-a-cara, en las relaciones humanas, en la ética. De ahí que afirme que la filosofía primera es una ética. La ética es relación humana. Relación de responsabilidad. Relación con la alteridad, con el rostro del otro, cara a cara.

Breve biografía

Lévinas nació el 12 de enero de 1906, Lituania, en ese entonces Lituania pertenecía a Rusia. Se crió en una familia hebrea perteneciente a la burguesía. Siendo un niño, su familia, sacudida por la Gran Guerra (1914-1918) tiene que emigrar e instalarse en Ucrania.

En su infancia y adolescencia se establece los pilares del pensamiento de Lévinas: su Judaísmo considera al Talmud la tradición oral (discusiones rabínicas sobre: leyes judías, tradiciones, costumbres, narraciones y dichos, parábolas, historias y leyendas.), mientras que la Torá (pentateuco) es considerada tradición escrita.

En el año 1920 regresó a Lituania, país ya independiente. Más tarde se trasladó a Francia y hasta 1927 estudió en la Universidad de Estrasburgo, Filosofía, Psicología y Sociología.

Desde 1928 en la Universidad de Friburgo, cursó filosofía con Husserl y conoció allí a Heidegger.

Publicó en 1930 la tesis con la que obtuvo el doctorado con el título de Teoría de la intuición en la Fenomenología de Husserl, recibiendo un premio del Instituto de Francia, en el mismo año se casa con Raïssha Levi.

En 1931 se nacionaliza francés y en 1935 nace su hija Simona. En 1939 Lévinas fue reclutado como intérprete del ruso y alemán para los aliados, y en 1940 es apresado en Bretaña, y tras un mes en Rennes (Francia) es llevado a un campo de prisioneros entre Bremen y Hannover. (Alemania) Allí permanece hasta 1945.

Lévinas jamás olvidará ésta experiencia, y en él quedará grabada la culpabilidad del superviviente, ya que pierde en Auschwitz a toda su familia lituana. Su mujer y su hija lograron salvar su vida gracias a que fueron acogidas en el convento católico de San Vicente de Paúl en Orleans.

Lévinas consagró su vida y su obra a la reconstrucción del pensamiento ético después de la Segunda Guerra Mundial.

En septiembre de 1994 muere su esposa. El 25 de diciembre de 1995 fallece Emmanuel Lévinas.

CONOCIDO POR SUS OBRAS

  • Totalidad e Infinito. Ensayos sobre la exterioridad. (1961), 

  • Descubriendo la existencia con Husserl y Heidegger. (1967)

  • Humanismo del otro hombre (1972) y

  • De otro modo que ser o más allá de la esencia (1974).

  • De la existencia al Existente

  • El Tiempo y el Otro

  • Difícil Libertad

  • Cuatro Lecturas Talmúdicas

  • Trascendencia e Inteligibilidad

  • Imprevistos de la Historia[1]

Contexto de la ontología

Levinas quiere rescatar al otro, de la filosofía occidental, cuyo esquema reduccionista, se centraba en el predominio del Mismo y el olvido del Otro. Se presenta entonces como una dura crítica a toda la filosofía occidental. Frente a esta filosofía de la totalidad, como él mismo lo llama, propone que el sentido está en la relación del cara-a-cara, en las relaciones humanas, en la ética. De ahí que afirme que «la filosofía primera es una ética».

Para Levinas, la ética es relación humana, es relación cara a cara, con la alteridad, es decir, con el Otro; contra la relación basada en la ontología, cuya relación es tematización, pensamiento, inteligencia, aprehensión, conceptualización, reducción del Otro al Mismo.

Esta reducción del Otro a conocimiento, pensamiento, tematización, es el imperialismo, es el monopolio del Mismo. Es supresión del Otro, posesión del Otro como tal, no es una relación con lo Otro, sino reducción del Otro al Mismo.

El "yo pienso", el "yo conozco" del Mismo, se convierte entonces en "yo puedo", que es igual a decir explotación de la realidad. Desde esta perspectiva, la ontología como filosofía, es una filosofía de la reducción, que converge en el Estado-Tiranía, política, poder, interés económico y guerra, cuyo resultado final es la totalidad alienante del Otro. Una filosofía que no cuestiona el Mismo, es una filosofía de la injusticia.

"La socialidad no provendrá del Estado, sino de una relación anterior que es la del cara a cara. El cara a cara, relación sin violencia, es condición de la moralidad objetiva del Estado"[2]

Por todo lo que llevamos diciendo, Levinas lleva a cabo una especie de desenmascaramiento ideológico de la filosofía.

Para llevarnos a la idea del Otro, comienza su crítica a la filosofía occidental en sus siguientes representantes, que lo veremos a grandes rasgos:

a)- Con Husserl

La fenomenología parecía venir a sacar a la filosofía de la encrucijada idealismorealismo, dirigiéndola a las cosas mismas. Este hecho de poner entre paréntesis toda construcción previa, toda la historia y hasta las causalidades. No obstante Levinas concluye diciendo que ésta postura husserliana sigue siendo intelectualista. Levinas toma de Husserl el método fenomenológico que lo va a aplicar en la moral de la alteridad.

b)- Con Heidegger

La relación basada en el saber y en el conocimiento es violencia contra la singularidad por mediación del neutro conceptual que hace posible esta reducción del olvido del Otro, a favor del ser. Heidegger quiere comprender lo que es, lo concreto (ente), por lo que no es, por el ser (saber, conocimiento, conceptos).

Esta postura nos lleva a una moral basada en lo recóndito de la subjetividad: la angustia de la muerte, el absurdo, el ser arrojado y la soledad. Incurrió en un solipsismo de la subjetividad, encerrado en sí mismo, en donde lo único cierto es el acto de pensar y el propio sujeto.

En esta actitud, el ente, queda alienado por el saber y el conocimiento. Negación del ente concreto e individual. Por todo esto, dice Levinas, que la comprehension heideggeriana lleva a cabo esta violencia al subordinar el ente concreto e individual al ser.

c)- Con Kant

La postura de Kant, también sigue siendo una postura subjetivista, por lo tanto es una moral subjetiva. La moral no está en el mandato de la ley universal, que pretende Kant imponer, sino en la relación cara-a-cara. Relación sin violencia. Habrá que anteponer, como fundante de la universalidad y de la racionalidad de la norma ética, una relación «cara a cara», concreta, no una ley subjetiva universal.

Ésta universalidad de la razón va a emerger en la ruptura de la subjetividad encerrada en sí misma, esta ruptura de la subjetividad implica el «cara a cara».

d)- Con Hegel

La acusación más grave que Levinas hace a estas filosofías de la existencia es su culto por la libertad. La dialéctica del amo y del esclavo se impone como ley misma de las relaciones entre las libertades en las sociedades. La noción de libertad es el triunfo del Mismo, como justificación del exterminio de toda alteridad, que es el exterminio del Otro.

No es una relación de Alteridad, sino la negación del otro, cuya consecuencia es una moral de la violencia Por esto la relación del cara a cara consiste fundamentalmente en sentir vergüenza de su libertad de sujeto, en sentirse arbitrario e injusto. Tiene que tener vergüenza de ser arbitraria e injusta.

La totalidad de Hegel es ambigua, el sujeto desaparece en el universal del todo. El estado es la totalidad alienante del sujeto que desaparece en el universal del todo.

En Hegel, la razón devora el sujeto, hay que liberar al yo. Esta ambigüedad lleva a Levinas a desarrollar más bien la metafísica y la ética como fenomenología del cara a cara absoluto, en donde buscara la objetividad de la experiencia de lo que nos viene de afuera , no de lo impuesto por la totalidad. Intentará rescatar la experiencia del Otro en el cara a cara, relación reducida y absorbida en la totalidad de la síntesis Hegeliana. Desde esta relación sin violencia que es primera y condicionante, comenzará la crítica al sistema hegeliano, a la totalidad[3]

"Por esto que el libro se presenta como una defensa de la subjetividad, pero no solo a nivel de simple protesta contra la totalidad, sino como defensa de la subjetividad fundada en la idea de lo infinito…presentara la subjetividad, recibiendo al Otro, como hospitalidad"[4]

Relación dialéctica o relación cara a cara

La lógica de esta relación es la dialéctica en la que confluyen el mismo y el Otro en la totalidad, esto es lo que Levinas quiere trascender. No quiere al Otro en la coincidencia del Mismo. Es necesario buscar otro esquema, otra forma de la relación con la alteridad en la que no se reúna dialécticamente el Uno, en el Mismo. Este otro esquema es la relación fundante del «cara a cara», exterior a la totalidad, es decir, fuera de la totalidad, es el fundamento absoluto y sin equívocos de esta moral. En este ambiente Levinas desarrolla la metafísica y la ética como fenomenología del «cara a cara».

La metafísica de Levinas no acepta la ontología de la totalidad y nos pone en relación con lo que está más allá de la totalidad, y éste que está más allá de la totalidad es el Otro, el prójimo, el próximo, la viuda, el huérfano, el extranjero.

Metafísica de Levinas

La trascendencia expresa distancia, es la manera de existir del ser exterior, del Otro. Su característica formal y su contenido es ser otro. Lo absolutamente Otro, es el Otro. El metafísico y el Otro no se totalizan. El metafísico está absolutamente separado. Lo otro, metafísico, es precisamente un Otro como alteridad, alteridad que es anterior a todo imperialismo del Mismo.

El origen de ésta trascendencia se expresa en la distancia del ser con respecto al Otro y no en la reducción del Otro en el mismo. Está distancia es lo que justamente hace Desear. El Deseo de éste que es absolutamente Otro. El deseo metafísico tiende hacia lo totalmente otro, absolutamente otro.

Pero este desear lo Otro, nos hace sospechar que vivimos como seres necesitamos de algo, indigente, incompleto, despojado. Deseando algo perdido.

El Deseo metafísico para Levinas es el deseo de lo absolutamente Otro. Desea el más allá de todo lo que pueda simplemente colmar ese deseo. El deseo es absoluto, si el ser que desea es mortal y lo Deseado es invisible; la invisibilidad no indica ausencia de relación; sino que implica relaciones con lo que no está dado, de lo cual no hay idea.

Fuera del deseo hambre, que se satisface. Fuera del deseo sed que se calma. Fuera del deseo de los sentidos que se aplacan. La metafísica de Levinas desea lo OTRO más allá de las satisfacciones. El Deseo es un Deseo sin satisfacción, que, espera precisamente el alejamiento, la alteridad, la exterioridad, de lo Otro. Y no el apresamiento o reducción del Otro al mismo. Para el deseo esta alteridad, es inadecuada a la idea y tiene un sentido: como alteridad del Otro y como alteridad del Altísimo.

El deseo es absoluto, y es la medida de lo Infinito que ningún termino, ninguna satisfacción detiene. Es por lo tanto un Deseo opuesto a necesidad. Desea lo trascendente, lo absolutamente otro, lo infinito.

Superación de lo ontológico

La superación de lo puramente ontológico, es condición de moralidad. Una ética fundada en la alteridad. El otro, el prójimo, el próximo. Una ética fundada en la exterioridad del ser y no en la reducción del ente por el ser.

El trabajo de Levinas se basa en la ética del Otro, donde propone la ética como filosofía primera, y no la ontología. Para Levinas el Otro no puede ser reducido, como lo hace la ontología. El principio de su ética proviene de la experiencia del encuentro del cara a cara, que consiste en la relación humana, en la responsabilidad ante el prójimo.

Relación con la alteridad o epifanía del Otro ante mí, no es una relación desde la ontología, que sería tematización, conceptualización, pensamiento, conocimiento, aprehensión, teorización, inteligencia. La relación precede a la ontología, porque ese «decir al Otro», hablar con el otro, tener al otro ante mí, esa esa relación con el otro como interlocutor, esa relación con un ente, precede a toda ontología. Por eso la ética es primera o filosofía primera para Levinas.

LA METAFISICA PRECEDE A LA ONTOLOGIA

Un cuestionamiento del Mismo, se efectúa por la presencia del Otro. A este cuestionamiento de mi espontaneidad, por la presencia del Otro, se llama ética. El extrañamiento del Otro, su irreductibilidad al Yo, a mis pensamientos y a mis posesiones, se lleva a cabo como cuestionamiento de mi espontaneidad, como ética. La metafísica, la trascendencia, el recibimiento del Otro por el Mismo, del Otro por Mí, se produce concretamente como el cuestionamiento del Mismo por el Otro, es decir, como la ética que realiza la esencia critica del saber. Podemos concluir entonces diciendo que para Levinas la ética es relación de cuestionamiento del mismo por la presencia del Otro

La filosofía occidental ha sido muy a menudo una ontología, una reducción de lo Otro al Mismo, por mediación de un término medio neutro que asegura la inteligencia del ser y el olvido o reducción del Otro, este término medio neutro es el concepto. Por lo que ha de expresar la siguiente afirmación:

"Conocer ontológicamente es sorprender, en el ente afrontado, aquello por lo que él no es éste ente, éste extraño, sino aquello por lo que se traiciona de alguna manera, se entrega, se da al horizonte en el que se pierde y aparece, admite, llega a ser concepto. Conocer viene a ser aprehender el ser, quitarle su alteridad".[5]

La relación con lo Otro sólo se realiza aquí a través de un tercer término que encuentro en mí. El ideal de la verdad socrática (mayéutica) reposa, pues, en la suficiencia esencial del Mismo, en su identificación, en su ipseidad, en su egoísmo. La filosofía en este sentido es una egologia. Acá se subordina la relación con alguno que es un ente que sería la relación ética, a una relación con el ser del ente que, impersonal, que permite la aprehensión, la dominación del ente, convirtiéndola en una relación de saber.

Desde la ontología, la relación del ser, es una relación del saber, reducción de lo Otro al Mismo, comprenderlo o apresarlo, no siendo así una relación con lo Otro como tal. No es una relación con el ente, no es una relación ética, sino dialéctica.

En la totalidad, la síntesis, que debería reconciliar a las personas, existe aquí como anónimamente. En la totalidad, la universalidad se presenta como impersonal y hay allí una falta de humanidad.

Filosofía del poder, la ontología, como filosofía primera que no cuestiona el Mismo, es una filosofía de la injusticia. Se habla de un ateísmo metafísico que significa positivamente que nuestra relación con la Metafísica es un comportamiento ético y no teológico, no una tematización aunque sea conocimiento por analogía de los atributos de Dios[6]

IMPORTANTE:

  • Dios se eleva a su suprema y ultima presencia como correlativo de la justicia hecha a los hombres.

  • Dios invisible, esto no significa solamente un dios inimaginable, sino un dios accesible en la justicia.

  • La ética es la óptica espiritual.

  • El Dios invisible, pero personal, no es abordado al margen de toda presencia humana.

  • Es necesario obrar con justicia- la rectitud del cara-a-cara-para que se produzca la brecha (boquete, resquicio) que lleva a Dios.

  • Por esto la metafísica se desenvuelve ahí donde se desenvuelve la relación social: en nuestra relación con los hombres. No puede haber «conocimiento» de Dios separado de la relación con los hombres.

  • El OTRO es el lugar mismo de la verdad metafísica e indispensable en mi relación con Dios.

  • El OTRO no es la encarnación de Dios, sino que precisamente por su ROSTRO, en el que está descarnado (débil, endeble, frágil) la manifestación de la altura en la que Dios se revela[7]

Ruptura con la totalidad

La metafísica se desenvuelve en las relaciones éticas. Sin su significación sacada de la ética, los conceptos teológicos siguen siendo cuadros vacíos y formales. Por esto Levinas, quiere romper con la totalidad, que por mucho tiempo caracterizó a la filosofía occidental, en el sacrificio de la individualidad en provecho de lo general, el sacrificio del Otro, en provecho del Uno.

Ha sido HEGEL quien le ha dado el carácter más englobante al efectuar la reunión de razón, Estado e Historia. La crítica de Levinas, en este sentido, es hija de esta reunión. No se trata solo de que subordine la subjetividad al todo, lo particular a lo general, sino que la moral misma pueda plantearse desde un absoluto que suprime el sujeto.

En la totalidad no solo hay un olvido o relegamiento de la Ética, sino la constitución misma de la Ética, por la negación de lo particular.

La pregunta que cabe hacernos, seria cómo salvar la Ética de la totalidad, ya que en la totalidad solo hay alienación de la singularidad y la despersonalización es su esencia y anonimato de la misma humanidad. La afirmación del Otro como absoluto, permitirá al mismo tiempo salvar la subjetividad de la subordinación al todo, considerándola en su secreto y en su singularidad.

En este clima desesperante, que empuja al cinismo y a la resignación, surge el Otro. El Otro que invoca al Yo como «rehén» insustituible, lo inviste, le concede, le otorga su singularidad y de su secreto al mismo tiempo que lo saca del sistema. La responsabilidad en la que nadie puede ocupar mi lugar en la constitución del sujeto fuera del sistema.

Fuera de la totalidad y de la historia soy esencialmente «para otro» al mismo tiempo que «ser-para-más-allá-de-mi muerte»[8]

TOTALIDAD E INFINITO:

LA ALTERIDAD, COMO IDEA DE LO INFINITO.

Totalidad en infinito, hace posible una metafísica que se funda en la experiencia concreta del otro, que al mismo tiempo tiene hambre y frio. Luce en sus ojos toda la dignidad de la humanidad. El noúmeno es el rostro del otro concreto, fundada en la experiencia. Apoyada no en la razón, no en la universalidad de los conceptos, no en la totalidad, sino apoyada en la interpelación del Otro. Exige por esto un lenguaje más cercano que la racionalidad de los conceptos de los tratados filosóficos.

Totalidad e Infinito, consiste en sobrepasar permanentemente todo contenido y por la cual se contiene más de lo que se puede contener. El Otro es precisamente lo que no se puede neutralizar en un contenido conceptual. El concepto lo pondría a mi disposición y sufriría así la violencia de la conversión del Otro en Mismo.

La idea de lo infinito expresa esta imposibilidad de encontrar un término intermedio, concepto, que pueda amortiguar o aminorar la alteridad del otro. El Otro, como absoluto es una trascendencia anterior a toda razón y a lo universal, porque es, precisamente la fuente de toda racionalidad y de toda universalidad.

En la idea de infinito se piensa, lo que permanece siempre exterior al pensamiento y o que desborda al pensamiento. Exterioridad, trascendencia, infinito, significa rostro del otro, relación con lo infinito, lleva a cabo la experiencia por excelencia. Experiencia significa, relación con lo absolutamente Otro[9]

Ejes centrales del pensamiento levinasiano

EL OTRO EN EL PENSAMIENTO DE LEVINAS

El Otro que nos impone la filosofía de Levinas, no es una analogía, similitud, equivalente o parecido del MISMO (Yo). El Otro no es un Yo calculable por analogía. LA relación del YO con el Otro no es primeramente conceptualización. Porque si fuera así, estaríamos haciendo una reducción del Otro al Yo (al mismo) en el pensamiento de Levinas.

La lógica de la relación, en la que confluyen El Mismo y el Otro en la totalidad, es la que se busca trascender. Se busca una relación con la alteridad en la que no se reúna dialécticamente en el Uno, en el Mismo. Estas exigencias sitúan la relación del Yo con el Otro como asimétrica: la asimetría de relación con el otro se expresa por la imposibilidad moral de exigir a otro, lo que me exijo a mí mismo, con relación al otro.

El Otro no es un yo calculable por analogía. Por esto Levinas, elude el término libertad, para referirse al Otro. Otra libertad como la mía no es el Otro. No se trata de un espejo en el que se proyectaría y se objetivaría mi propia imagen. Por una parte es: el huérfano, la viuda y el extranjero indefenso y necesitado ante el cual soy rico, o es el Altísimo ante quien me siento indigno.

La relación no parte del sujeto hacia el Otro, la relación no es decidida desde mi libertad, sino que la relación siempre viene inicialmente hacia mí. En este sentido Levinas saca de la subjetividad, que parte siempre de un «yo puedo» o «yo pienso», que igual a relación de violencia, imposición, para situarla en la pasividad. Ahora el yo es un pasivo, quien sufre un acontecimiento inesperado: la epifanía del otro, la llegada o manifestación del otro ante mí.[10]

"[…].Hay allí entre el otro y yo una relación que está más allá de la retórica. Esa mirada del otro, que suplica y exige, es precisamente la epifanía del rostro como rostro […]. Reconocer a otro es reconocer un hambre. Reconocer a otro es dar"[11]

EL ROSTRO

El modo por el cual se presenta el Otro, que supera la idea de lo Otro en mí, lo llamamos, rostro. La relación con Otro o el Discurso, es una relación ética. Pero ese discurso no se convierte en la mayéutica, que nos hace creer que somos los dueños de la verdad, sino que todo lo contrario, viene del exterior y me trae más de lo que yo contengo. En su transitividad no-violenta se produce la epifanía misma del rostro.

El rostro, para Levinas significa la anterioridad filosófica del ente sobre el ser, una exterioridad que no recurre al poder ni a la posesión.

El rostro es una presencia viva, es expresión. El rostro habla. La manifestación del rostro es ya discurso. El discurso es una relación con un ser exterior. Es producción de sentido. El discurso es dicho y es enseñado por la presencia. Presencia que domina al que recibe, que viene de arriba, imprevista y en consecuencia, que enseña su novedad misma.

EL rostro es la franca presencia de un ente que puede mentir, es decir, dispone del tema que ofrece, sin poder disimular su franqueza de interlocutor, que lucha siempre con el rostro descubierto. Los ojos atraviesan la máscara, el indisimulable lenguaje de los ojos. El ojo no brilla, habla. La alternativa de la verdad y de la mentira, de la sinceridad y de la simulación, es privilegio de aquel que se halla en la relación de absoluta franqueza, en la absoluta franqueza que no puede ocultarse en el rostro descubierto, en la desnudez del rostro, que me reclama y exige.

"Mirada del extranjero, de la viuda, del huérfano y que sólo puedo reconocer al dar o al negar, libre de dar o de negar […] la relación del Mismo con el Otro, mi recibimiento del Otro, es el hecho ultimo y en el que sobrevienen las cosas, no como eso que se edifica, sino como lo que se regala"[12]

LA DESNUDEZ ES ROSTRO.

La desnudez del rostro no es lo que se ofrece a mí, para que yo lo devele y que por esto me es ofrecido a mis poderes, a mis ojos y a mis percepciones en una luz exterior a él.

El rostro se ha vuelto hacia mí y es esa su misma desnudez. Lenguaje es entrar en relación con la desnudez del rostro, desligada de toda forma, pero que tiene un sentido por sí misma. La desnudez de su rostro se prolonga en la desnudez del cuerpo que siente frio y vergüenza de su desnudez.

La existencia del Otro en el mundo es una miseria. Hay allí entre el Otro y Yo una relación que está más allá de la retórica. Esta mirada que suplica y exige. Esa mirada es precisamente la epifanía del rostro como rostro.

Reconocer a Otro es dar aquí lo trascendente, infinitamente otro, nos solicita y nos llama. La proximidad del otro, la proximidad del prójimo, es en el ser un momento necesario, ineluctable de la revelación de una presencia absoluta que se expresa. Su epifanía misma consiste en solicitarnos por su miseria, en el rostro del Extranjero, de la viuda y del huérfano.

"El ser que se expresa se impone, pero precisamente al llamarme desde su miseria y desde su desnudez-desde su hambre-, sin que pueda hacer oídos sordos a su llamada […] El rostro abre el discurso original, cuya primera palabra es una obligación que ninguna interioridad permite evitar"[13]

EL CARA A CARA, RELACION IRREDUCTIBLE

La posición de «frente a frente» no es una modificación del «junto a…».Aun cuando me encuentre unido al Otro por la conjunción «y», el Otro continua haciéndome frente, revelándome su rostro. Infaltable, el Otro me hace frente-hostil, amigo, mi maestro, mi alumno-, a través de mi idea de lo Infinito. La reflexión de este cara a cara, no es un azar en la vida de la conciencia. El cara a cara implica un cuestionamiento de sí, una actitud crítica frente al Otro y bajo su autoridad.

La cara a cara, relación última e irreductible que ningún concepto podría abarcar, sin que el pensador que piensa este concepto, se encuentre de pronto frente a un nuevo interlocutor- hace posible el pluralismo de la sociedad. La experiencia del cara a cara como Deseo de una alteridad no apresable, de una trascendencia origina la metafísica.

Así nace el Deseo del Otro y de aquí parte la experiencia del cara a cara que es el objeto de la metafísica. La experiencia del cara a cara como Deseo de una alteridad no apresable, de una trascendencia origina la metafísica. Así nace el deseo del otro y de aquí parte la experiencia del cara a cara que es el objeto de la metafísica. La exterioridad

La exterioridad, o se prefiere, la alteridad, es como la esencia del ser, significa la resistencia de la multiplicidad social a la lógica que totaliza lo múltiple. Plantear el ser como exterioridad, es percibir lo infinito como el deseo de lo infinito, y por ello, comprender que la producción de lo infinito invoca la separación y no la reducción.

EL OTRO Y LOS OTROS

La presentación del rostro del otro me llama, exige una respuesta. La epifanía del rostro como rostro, introduce la humanidad. El rostro en su desnudez de rostro me presenta la indigencia del pobre y del extranjero. El pobre y el extranjero se presentan como iguales, necesitan de un tercero, la humanidad.

Por esto la relación con el otro o discurso es, no solo el cuestionamiento de mi libertad, la llamada que viene del Otro para convocarme a la responsabilidad, no solo la palabra.

Es mi responsabilidad frente a un rostro que me mira absolutamente extraño, el hecho de la fraternidad, en mi posición como hermano, mi posición frente al otro como rostro.

En este recibimiento del rostro, recibimiento que ya es mi responsabilidad frente a él y en la que, en consecuencia me aborda a partir de una dimensión de altura y me domina, instaura la igualdad. Es necesario que la sociedad sea una comunidad fraternal, en la que el rostro se presenta a mi recibimiento.

El monoteísmo significa este parentesco humano, esta idea de raza humana que se remonta al acceso al otro en el rostro, en una dimensión de altura, en la responsabilidad para sí y para otro.[14]

"El yo se desprende de la relación pero en el seno de la relación con un ser absolutamente separado […] Escuchar su miseria que pide justicia no consiste en representarse una imagen, sino ponerse como responsable, porque el rostro me recuerda mis obligaciones y me juzga […] Porque mi posición de yo consiste en poder responder a esta miseria esencial del otro, en descubrirme recursos. El otro que me domina en su trascendencia es también el extranjero, la viuda y el huérfano con los cuales estoy obligado"[15]

EL SER COMO BONDAD

La bondad no se irradia sobre el anonimato de una colectividad que se ofrece panorámicamente. la bondad concierne a un ser que se revela en un rostro. La bondad tiene un principio, un origen, sale de un yo, es subjetiva. Pero no está regulada por ningún principio universal o códigos de estado.

La bondad consiste en ir allá, donde ningún pensamiento esclarecedor, la precede, en ir sin saber a dónde. Aventura absoluta, en una imprudencia primordial, la bondad es la trascendencia misma.

La trascendencia es trascendencia de un yo. Solo un yo puede responder a la exhortación de un rostro. El ser que se expresa se impone, precisamente al llamarme, desde su miseria y desde su desnudez, desde su hambre, sin que pueda hacer oídos sordos a su llamada. El ser que así se impone promueve mi libertad, al suscitar mi bondad.

"La superación de la existencia fenomenal o interior, no consiste en recibir el reconocimiento del Otro, sino en ofrecerle su ser. Ser en si es expresarse, es decir, servir ya al otro. El fondo de la expresión es la bondad. Ser otro es ser bueno" [16]

Conclusión

Al concluir este sencillo trabajo que apenas ha abarcado la parte introductorio de todo lo que es el pensamiento de Levinas, queda clara la distinción que hace entre dos modelos de relación que podemos desarrollar. La relación desde la ontología, como relación de saber o reducción del Otro o la relación ética desde el cara a cara, desde la experiencia del encuentro con la alteridad que es mucho más de lo que yo o el Mismo puede abarcar.

Para Levinas una relación desde la filosofía occidental, es una relación desde la supremacía del Mismo y la reducción del Otro a concepto. La invitación fuerte de Levinas es rescatar al Otro de este esquema reduccionista y de violencia sobre que ejerce sobre el Otro, proponiéndonos una relación basada en la ética, es decir desde la relación con el otro, una relación de cara a cara.

Esta relación del cara a cara tiene su origen en el encuentro con el rostro que se manifiesta ante mí, rostro que me exige y que espera de mí, rostro que me llama, me solicita desde su miseria, me cuestionándome desde su indigencia, ante la cual soy responsable.

"Escuchar su miseria que pide justicia no consiste en representarse una imagen, sino ponerse como responsable, porque el rostro me recuerda mis obligaciones y me juzga […] Porque mi posición de yo consiste en poder responder a esta miseria esencial del otro, en descubrirme recursos. El otro que me domina en su trascendencia es también el extranjero, la viuda y el huérfano con los cuales estoy obligado" [17]

Ante estas frases de nuestro autor, no queda más que también cuestionar hoy la calidad de nuestra relación, en una sociedad individualista y egoísta como la que vivimos actualmente. Bien nos ayudaría Levinas a pensar en el Otro, en los Otros, en los demás, en el pobre, en el prójimo, esa actitud de salir de nosotros para ir al encuentro del otro, y dejarnos cuestionar ante la presencia de esos miles de rostros que hoy reclaman, exigen nuestra responsabilidad desde su miseria.

Traigo a la memoria, aquel pasaje bíblico, de Caín y Abel, que me parece reflejar el escenario de Levinas, en el cual se expresa lo siguiente: "Yahvé dijo a Caín: "¿Dónde está tu hermano Abel? Y él respondió: No lo sé; ¿Soy acaso guardián de mi hermano?[18] Ante esta pregunta de Abel, Levinas le respondería con un rotundo Sí. Sí eres guardián de tu hermano.

"Es mi responsabilidad frente a un rostro que me mira absolutamente extraño, el hecho de la fraternidad, en mi posición como hermano, mi posición frente al otro como rostro"[19].

O aquel otro pasaje bíblico, que nos habla de la actitud de buen Samaritano: "[…] Jesús entonces pregunto, ¿Cuál de estos tres se portó como prójimo del hombre que cayó en manos de los salteadores? Él contestó: el que se mostró compasivo con él". Jesús le dijo: vete y haz tú lo mismo"[20]

¿Acaso esta actitud descrita por Jesús, no refleja el fondo de bondad del cual también Levinas nos deja como tarea. Que la miseria, desgracia o indigencia del otro despierte en nosotros la Bondad exigida por ese rostro necesitado.

"La superación de la existencia fenomenal o interior, no consiste en recibir el reconocimiento del Otro, sino en ofrecerle su ser. Ser en si es expresarse, es decir, servir ya al otro. El fondo de la expresión es la bondad. Ser otro es ser bueno"[21] .

Ser otro, es ser bueno, compasivo, responsable, dar, servir…

Bibliografía

Biografías y Vidas. Emmanuel Levinas. [en línea]. (Consultado el 5 de Noviembre del 2015). Disponible en Internet. «http://www.biografiasyvidas.com/biografía/l/levinas.htm»

Levinas, Emmanuel. Totalidad e Infinito: Ensayo sobre la Exterioridad. Salamanca: Sígueme, 1977. 313p.

Urubayen, Julia, Emmanuel Levinas. [en línea]. Philosophica: Enciclopedia filosófica: 2011 (consulta: 1 de noviembre 2015). Disponible en Internet: «http://www.philosophica.info/voces/levinas/Levinas.html»

 

 

 

Autor:

Lourdes Francisca López Garcete

Asunción- Paraguay

(2015)

[1] Biograf?as y Vidas. Emmanuel Levinas. [en l?nea]. (Consultado el 5 de Noviembre del 2014). Disponible en Internet. ?http://www.biografiasyvidas.com/biograf?a/l/levinas.htm?

[2] Levinas, Emmanuel. Totalidad e Infinito. Ensayos sobre la Exterioridad, S?gueme, Salamanca, 1977. P?g. 22

[3] Ib?d. P?g. 17-24

[4] Ib?d. P?g. 52

[5] Ib?d., 67

[6] Ib?d., P?g. 66-76

[7] Ib?d. P?g. 100-102

[8] Ib?d., P?g. 59-64

[9] Ib?d., p?g.57- 87

[10] Ib?d., P?g. 36

[11] Ib?d., P?g.98

[12] Ib?d., P?g. 100

[13] Ib?d. P?g. 214

[14] Ib?d. P?g. 225-228

[15] Ib?d. P?g. 228

[16] Ib?d., P?g. 200

[17] Ib?d., P?g. 228

[18] G?nesis, 4, 9

[19] Levinas, op. cit, p?g. 227

[20] Lc 10, 25-37

[21] Levinas, op cit, P?g. 200