El gobierno del Presidente Clinton también intentó convertir el aborto en un "derecho" internacional, en la Conferencia de El Cairo (véase arriba). En efecto, en esa misma reunión preparatoria, el Sr. Wirth también dijo que "el gobierno de los Estados Unidos cree que la Conferencia de El Cairo sería negligente si no desarrollase recomendaciones ni impartiese dirección con respecto al aborto. Nuestra posición es apoyar el derecho a la opción reproductiva, la cual incluye el acceso al aborto seguro".
Para demostrar que las ideas del Presidente Clinton no se quedaban a nivel de las intenciones, el Sr. Wirth añadió que el dignatario "ha ordenado que se añadan $100 millones a los fondos para ayuda en cuestiones de población para el año fiscal de 1994". El Sr. Wirth continuó diciendo que el gobierno de Clinton ha confirmado su decisión de contribuir al Fondo de Población de las Naciones Unidas (FNUAP o FNUAP). En efecto, durante ese mismo año 1993, el Presidente Clinton aprobó una contribución de $40 millones, tomada de los impuestos del pueblo estadounidense, para el FNUAP y otra de $13.2 millones para la Federación Internacional de Planificación de la Familia (IPPF) para el control demográfico en otros países. Esta última cantidad fue parte de un compromiso con la IPPF por parte de la Agencia Internacional para el Desarrollo de los Estados Unidos (USAID) de $75 millones para el control de la población durante cinco años. El Presidente Clinton también anunció sus planes de otorgarles millones de dólares más (de los contribuyentes estadounidenses) a otras organizaciones que promueven el aborto.
Es alarmante saber que el FNUAP colabora con el horrible programa de control demográfico del gobierno chino de un solo hijo por familia y de abortos y esterilizaciones forzosas. Es alarmante saber también que la IPPF es la agencia privada que más promueve el aborto en todo el mundo. Sus asociaciones miembros están muy activas en la América Latina.
Congreso aprueba medida de Clinton de otorgar fondos a organizaciones que promueven el aborto en el extranjero
El 25 de febrero de 1997, el Senado aprobó $385 millones en fondos de los contribuyentes para ser otorgados el 1ro de marzo de 1997 a organizaciones que distribuirán anticonceptivos en más de 100 países. Dos semanas antes la Cámara de Representantes había aprobado la misma medida. La prensa y los grupos proabortistas negaron que la medida aprobada otorga fondos específicamente para promover el aborto en el extranjero. Sin embargo, los congresistas y grupos provida han insistido, y con razón, en que dichos fondos sí promoverán el aborto indirectamente, ya que irán a parar a los bolsillos de organizaciones como la Federación Internacional de Planificación de la Familia (IPPF), la agencia privada que más promueve el aborto en el mundo entero.
La verdad sobre el aborto
Introducción: Lo que sigue es el "script" (versión al español) del video "Abortion: The Inside Story". El tema de este video es un encuentro organizado en 1995 por el Chicago Pro-Life Action League (Liga de Acción Provida de Chicago), con ex-abortistas. Las espeluznantes historias que cuentan estos ex-proveedores de abortos legales en EE.UU. muestran la realidad: que el aborto daña tanto a la criatura por nacer como a su madre. También demuestran que legalizar el aborto no lo hace un procedimiento "seguro" e "Inocuo". Para obtener este vídeo, diríjase al catálogo de Vida Humana Internacional.
Narrador: Joe Scheidler y la Liga de Acción en Favor de la Vida continúan proporcionando un foro para individuos de todo el país, que han estado asociados con la industria del aborto. Algunas de estas mujeres han estado involucradas activamente con la organización abortista Paternidad Planificada y con la Organización Nacional de Mujeres, y algunas administraron clínicas de abortos. Las condiciones en las que se hacen los abortos, según ellas, no serían toleradas en ninguna otra práctica médica. Como verán en este programa, es fácil encontrar negligencia criminal que resulta en daño físico y en la muerte de las pacientes en las llamadas "clínicas seguras de aborto legal".
Judith Fetrow: El aborto supuestamente libera a las mujeres. Esta es una de las mentiras más grandes del movimiento feminista: que para ser mujeres libres, debemos ser copias de los hombres y no debemos tener útero. Que matar niños significa salvarlos y que las mujeres están más seguras y son más autónomas y más capaces de cuidarse y protegerse, si no tienen niños.
Joy Davis: Hace catorce años me ofrecieron empleo en una clínica de abortos en Birmingham, Alabama. Consideré que la oferta era muy buena y que además de ayudar a las mujeres, lucharía por una buena causa, así que acepté el puesto. Al poco tiempo de empezar a trabajar, me di cuenta que no estábamos allí para ayudar a las mujeres. Era un negocio para ganar dinero.
Hellen Pendley: Empecé a trabajar para una de las compañías más grandes del país; hoy en día todavía opera doce clínicas de aborto en los Estados Unidos. En la entrevista inicial me preguntaron:
¿Está usted a favor del derecho de decidir? ¡Claro que sí! respondí, aunque no había pensado mucho en ello. La segunda fue ¿le molesta el hecho de que esto sea un negocio? Dije que no porque tengo experiencia tanto en los negocios como en el campo médico. No había ninguna duda de que yo estaba allí para hacerles ganar dinero. Nadie me dijo: "Espero que usted esté a favor del aborto porque queremos que ayude a estas mujeres".
Joy Davis: Las condiciones de la clínica donde yo trabajaba eran muy malas. No había unidad de cuidados intensivos y la mayor parte del personal no estaba bien entrenado y no tenía experiencia médica. Nunca teníamos el mismo médico, porque rotaban continuamente. Uno de los médicos, Tommy Tucker, me dijo un día que quería abrir su propia clínica, para hacer bien las cosas y tener el mejor equipo posible y empleados muy bien preparados y entrenados. Quería emplear anestesistas para poder usar anestesia general y que las mujeres no sufrieran -porque en la clínica donde trabajábamos las mujeres sufrían mucho.
Hellen Pendley: Yo pensaba que como había trabajado en el campo de la medicina y estaba acostumbrada al ambiente estéril, podría aportar ese conocimiento a la industria del aborto, y hacer que la clínica proporcionara atención médica de calidad a las mujeres.
Joy Davis: Pensé que era una idea maravillosa, acepté su oferta y llegué a ser directora regional de seis clínicas de Aborto en Mississippí y Alabama. Teníamos el mejor equipo, y personal eficiente y bien entrenado, pero les mentíamos a las mujeres para poder ganar dinero. No veíamos muchas mujeres por día, para no tratarlas como ganado. Queríamos dedicarles tiempo y darles la clase de atención médica que necesitaban.
Hellen Pendley: Eso sonaba muy bien, pero en vez de cambiar yo a la industria del aborto, la industria me cambió a mí.
Joan Appleton: En cinco años que estuve ahí, no conocí ni un solo médico que practicara abortos por creer que era un derecho de la mujer. Eso no era lo más importante para ellos. No digo que no existan, pero yo en mi clínica no lo pude comprobar.
Joy Davis: A los pocos meses, su avaricia se impuso. Le parecía que no ganaba suficiente dinero, así que despidió a los anestesistas porque ganaban mucho. Después de unos pocos meses observando cómo anestesiaban a las pacientes, empezamos nosotras mismas a hacerlo. Sin tener ni idea de lo que hacíamos. Solo repitiendo lo que habíamos visto hacer. Más adelante despidieron a las enfermeras de la sala de recuperación; después al técnico de laboratorio y así sucesivamente.
Hellen Pendley: Lo primero que hice fue limpiar la clínica por fuera. Pero pronto me di cuenta de que no teníamos ningún equipo para revivir a una paciente en caso de emergencia. En el estado de Georgia, de donde soy, y donde dirigía esta clínica, estábamos regulados por el estado, pero éste no requería que tuviéramos equipos de resucitación médica, ni sala de recuperación equipada, a pesar de que practicábamos abortos con anestesia general.
Luhra Tivis: Es como una planta de ensamblaje. No requiere mucho capital. Probablemente el equipo más costoso que tiene es el de sonogramas.
Hellen Pendley: Pronto empecé a ver las cosas como las ven los abortistas, es decir, cuantos más abortos practiquemos, más dinero ganaremos..
Joy Davis: Comencé a entrevistar a personas que no tenían conocimientos médicos en absoluto para que hicieran trabajo de anestesistas, técnicos de laboratorio, enfermeras y hasta de médicos.
Dina Madsen: No se requería ningún tipo de conocimiento médico para el puesto, solo se necesitaba aceptar el aborto.
Joan Appleton: He detectado grandes diferencias entre las clínicas de aborto en cada estado. En la clínica de Falls Church, Virginia, donde yo era enfermera jefe, trabajábamos principalmente enfermeras y técnicas de laboratorio y no había otras empleadas, aparte de las secretarias. Después de mudarme a Minesota, encontré que en las clínicas independientes no había personal médico, aparte del médico que practica el aborto.
Joy Davis: Yo contraté y entrené gente de la calle sin conocimientos médicos. Veíamos aproximadamente 10 mujeres por día, pero eso no era suficiente. Empezamos a ver tantas como podíamos admitir en cada clínica. Pero como el médico no podía estar en todas partes, me entrenó a mí. Yo no estuve ni un día en una escuela de medicina, era solo una técnica de ultrasonido. Tenía experiencia de negocios, pero no sabía nada de medicina, excepto lo que durante años había visto hacer a los médicos. Entonces comencé a practicar abortos, cirugía, poner Norplants, criocirugía, Papanicolau y exámenes pélvicos. Hacía todo lo que él hacía y estaba orgullosa porque veía que lo hacía mejor que él. Todos los empleados decían: "Necesita ver a la Dra. Davis", porque pensaban que yo era mejor médico que él. Nunca tuve problemas con las pacientes. No tuve que hospitalizar a ninguna mujer; las de él, por el contrario, había que hospitalizarlas en condiciones muy críticas casi todos los meses, con histerectomías o tejidos retenidos. A sus pacientes les pasaban todo tipo de desgracias.
Judith Fetrow: Es difícil estar involucrada en la industria del aborto por un tiempo y seguir creyendo que es un procedimiento seguro. Aún con los mejores médicos, hay muchas complicaciones menores y a veces, mayores. Vi como el Dr. William Pierd le perforó el útero a una mujer y después le mintió acerca de la gravedad de la perforación.
Dina Madsen: Yo diría que más de la mitad las mujeres con las cuales trabajé se habían practicado varios abortos, y no dejaban que ninguno de los médicos las tocaran jamás; sin embargo, todos los días les decían a otras mujeres que eran unos médicos maravillosos, que no les iban a hacer ningún daño y que eran los mejores. A veces las mujeres les preguntaban: ¿Ustedes se han hecho algún aborto? Y ellas tenían que responder que sí, pero no con él.
Joy Davis: Me enorgullecía porque yo no tenía esos problemas. Mis pacientes me querían porque me tomaba mi tiempo y les daba mucho amor pero en realidad estaba arriesgando irresponsablemente sus vidas. De las miles de pacientes que vimos, no recuerdo ni un nombre, ni un cara. Me refería a ellas según lo que pagaban. Ese es un caso de cuatrocientos dólares, ese es un caso de cinco mil dólares. No las veía como personas, sólo como números.
Hellen Pedley: Si quiere saber la verdad nunca las vi como mujeres. Para mí, si eran tan estúpidas como para creer nuestras mentiras, se merecían exactamente lo que íbamos a hacerles; esa era la forma en que yo las trataba.
Dina Madsen: Debo admitir que no les tenía mucha lástima. Yo pensaba: -bueno, si se metió en éste problema, ahora aguántese.
Joy Davis: Un día una jovencita vino para un aborto tardío en el segundo trimestre. Nosotros poníamos fin a embarazos aún en su fase terminal. El doctor vino, le practicó el aborto mientras yo asistía con la sonografía y dejó la sala apenas terminó. Ella estaba todavía bajo anestesia general suministrada por una persona no profesional.
Hellen Pendley: A los médicos de nuestras clínicas no les importaban los pacientes, lo cual es común en todo el país. Los ginecólogos que trabajan en su práctica privada y venían a nuestra clínica cuando alguna de sus pacientes tenía complicaciones, me llamaban a mí. Pero yo no soy médico, ni estoy entrenada para evaluar problemas como hemorragias postquirúrgicas. No estoy capacitada para poder diagnosticar y recetar un tratamiento pero lo hice durante tres años porque me lo exigían . Cuando me llamaban después de cerrar la clínica y me decían: "tengo hemorragia; ¿qué hago?" ese era mi problema, no el del médico. Yo era la persona de guardia, quien recetaba las medicinas.
Joy Davis: La llevé al cuarto de recuperación, me quedé con ella e hice todo lo posible para estabilizarla, pero comenzó a sangrar mucho y no pude contener la hemorragia. Corrí a donde estaba el médico y le dije: "tiene que ayudarme, se está desangrando y no sé que hacer." El dijo: "examínela, averigüe porqué está sangrando y pare la hemorragia. Así de simple; estoy ocupado."
Judy Fetrow: La complicación más horrorosa que presencié fue la de una mujer que dejó de respirar durante el aborto. El Dr. Michael Sussman simplemente salió de la sala al terminar; a pesar de que le dije que la paciente no respiraba y me dejó sola con ella. Cuando el médico tuvo que regresar, ni siquiera siguió el procedimiento indicado para esa emergencia. Fue un milagro que la mujer no muriera.
Joy Davis: Yo hice todo lo que sabía, pero ella seguía sangrando. Llamé un ambulancia para llevarla al hospital, y cuando él lo supo se enfadó mucho, canceló la ambulancia y me dijo:"Yo soy el médico aquí y soy el que tomo las decisiones. No podemos enviar esta paciente al hospital en esa condición, nos lincharían. Trate de estabilizarla."
Pero ya había sangre por todas partes. Salía a chorros y no podía pararla. Corrí a pedirle al doctor que me ayudara. Le dije:"si no me ayuda, se va a morir." El me contestó:"Bueno, llame a la ambulancia; yo tengo que tomar un avión", y se fue. Entonces llamé a la ambulancia, que tardó veinte minutos en llegar. Durante ese tiempo me dí cuenta que yo no era médico, y me asusté mucho de haber permitido que me pusieran en esa situación de tratar de salvar una vida, sin saber cómo hacerlo.
Lo otro que pasaba por mi mente era que el doctor ya no era mi héroe. El hizo que yo llegara a ganar 100.000 dólares al año, pero en ese momento me di cuenta de que realmente era un cobarde: se había ido cuando la paciente más lo necesitaba. Se la llevaron y me alegré, por haberme quitado esa responsabilidad y porque estaría en el hospital, con médicos que podrían encargarse de ella. Hasta que me llamaron del hospital para decirme que había muerto. Entonces empecé a tener pesadillas en las que veía su cara cada vez que cerraba los ojos. Me sentí tan culpable y tenía tanta rabia de que el hombre que yo había admirado fuera tan negligente que todo esto casi me destruyó. Después, el Consejo Médico pidió los informes de la paciente y él se atrevió a cambiarlos, para dar la impresión de que no había sido tan negligente. Me dio los informes originales del historial clínico de la paciente y me dijo que fuera al sótano a quemarlos inmediatamente, que no podíamos ir al juzgado así porque nos iban a linchar; que teníamos que ocultar lo que pasado. Pero no pude: metí los informes en mi maletín, porque sabía que no podría mentir para favorecerle en éste caso. No podía ocultar más lo que él había hecho.
Hellen Pendley: Teníamos un desmenuzador de papeles en mi oficina para que si venía un fiscal al día siguiente, no encontrara ningún informe médico.
Joy Davis: De modo que fuí al Consejo Médico y al Fiscal del Distrito y entregué toda la información acerca de la negligencia que habíamos cometido. Confesé haber practicado medicina sin licencia y suministré la evidencia. Me dijeron que querían que continuara siendo empleada de él, para seguir recopilando información y que este era un caso claro de homicidio por negligencia, pero querían saber más. Así que continué trabajando con el mismo médico y entregándoles información, pero pasaba el tiempo y no hacían nada al respecto. Un día, el Dr. Tucker regresó a Alabama, donde yo estaba en ese momento y me dijo que había tenido muchas dificultades en Mississippi. Me dijo que yo tendría que ir allí, para intentar calmar a los empleados, porque había problemas. Le pregunté qué había pasado Y me dijo: "Bueno, una joven vino por un aborto. Yo pensé que tenía 18 semanas de embarazo; pero resultó que estaba más cerca del término. Cuando le inserté la laminaria entró en parto y dio a luz un bebé vivo y saludable". ¿Y usted qué hizo? Y él me contestó: "qué podía yo hacer? Maté al bebé y todos los empleados están muy exaltados, de modo que usted debe ir a resolver eso."
Luhra Tivis: Una mujer llamó y dijo: "Estoy llamando por mi hija; quiero saber cómo se hace el procedimiento… y añadió: "¿Han tenido alguna vez algún bebé vivo?" Esa pregunta me sorprendió, porque nunca había pensado en esa posibilidad. De modo que pregunté a mi supervisora Elena lo que debía contestar. Elena me dijo: "Respóndale que aquí no hemos tenido ningún nacimiento vivo." Luego averigüé que era mentira.
Joy Davis: Tomé un avión y fuí a Misisipí, pero antes, llamé al Fiscal del Distrito y le conté lo que había sucedido. Cuando llegué a la clínica, él estaba interrogando a los empleados. El caso fue al Gran Jurado, pero no pudieron probar que había sido infanticidio porque el cadáver había desaparecido y aunque los empleados testificaron que había sucedido no tenían pruebas.
Luhra Tivis: Un día, mi jefe me dijo que teníamos un crematorio, grande como los de las funerarias. Nunca pude olvidarme de esa máquina. Era un horno de gas y olía mucho cuando lo encendían, pero lo más horrible era que se podía oler a los bebés quemándose porque estábamos justo en el cuarto de al lado.
Judith Fetrow: Aunque se puede impedir que los empleados vean los cuerpos despedazados de los bebés, no hay vacuna para hacerlos inmunes al olor a sangre que impregna la clínica los días de matanza. Generalmente un solo empleado se encarga de los bebés. Ninguno de los que trabajaban en Paternidad Planificada quería ese puesto, ni yo tampoco, pero no quería que se tratara a los bebés irrespetuosamente, ni oír a Janice diciendo que se llevaba a los niños a la guardería.
Joy Davis: Volví al consejo Médico de Alabama y pregunté por qué no hacían nada acerca de la muerte de esa joven. Respondieron que el aborto era un tema político muy controversial y que no querían tocarlo. Pero los medios de comunicación consiguieron la información y forzaron al Consejo Médico a actuar contra el médico. Le quitaron la licencia en Mississippi y Alabama y el Departamento de Salud cerró todas sus clínicas. Ya no podrá hacer daño a nadie más.
Narrador: Como en cualquier otro negocio, las ganancias provenientes de los abortos son lo más importante. Los alegatos de que se preocupan por las mujeres son solo una excusa para atraer clientela a las clínicas. Veamos como la industria del aborto se protege a sí misma.
Hellen Pendley: Parte de mi trabajo en la industria del aborto era relacionarme con otros abortistas. Así formamos un grupo de presión llamado Proveedores de Abortos en Georgia, para intercambiar ideas e influir en las leyes.
Por cierto que el "Centro de Cirugía de Atlanta", en Georgia, salió en las noticias el 11 de Marzo de 1989, cuando Catherine Pierce sufrió un paro cardíaco. El Fiscal del Distrito vino al día siguiente; no cerraron la clínica, pero se llevaron los expedientes médicos así que nos reunimos, pero no para hablar sobre Catherine Pierce y el hecho de que estaba en coma e iba a morir, lo que sucedió en Octubre, después de pasar muchos meses en una clínica sin salir del coma. Eso ni se mencionó, nadie dijo ¿qué hay de esa pobre mujer? ¿Saben por qué? Porque no nos importaba lo que le pasaba a las mujeres; nos preocupaba lo que nos pasara a nosotras. Hablamos sobre lo que podríamos hacer para que no nos descubrieran, en caso de una muerte. Esa era nuestra preocupación y todavía lo es. Competíamos en la industria, pero nos protegíamos unos a otros. En ese sentido, hay unión en la industria del aborto.
Luhra Tivis: El gana un millón de dólares al año, y créanme que los reparte, lo sé porque yo misma envié cheques a legisladores. Pero, como ya dije antes, él es solamente un médico en una clínica. Cuando yo fuí a trabajar a Paternidad Planificada, tuve acceso a su computadora y averigüé que en el año 1988, en que yo estuve trabajando para él, había contribuído con $15.000 a Paternidad Planificada.
Hellen Pendley: Recuerdo que en una conferencia de la Federación Nacional para el Aborto, una joven dijo que empezáramos "la campaña del jabón". Eso quiere decir que, cuando las abortistas se las arreglaran con un senador o congresista, se debían llevar una pastilla de jabón del hotel, para enviársela por correo cuando fuera la hora de votar, y así recordarle como debía votar. Juegan muy sucio.
Judith Fetrow: Comencé a preguntarme si de veras nos importaban esas mujeres, o si trabajábamos para una compañía cuyo único interés era el dinero.
Hellen Pendley: Yo creo que en el futuro vamos a tener que lidiar con una generación de mujeres que han contraído hepatitis B y el SIDA a través del aborto. Si se reutiliza una cánula de aspiración al vacío, se infecta a la siguiente persona; pero cuando hay mucho trabajo en una clínica no hay tiempo para esterilizar los instrumentos, sino que se lavan y se vuelven a usar. Cuando el estado viene a inspeccionar los libros, le ponen una de esas cintas al autoclave, le anotan la fecha y la hacen pasar muchas veces por el autoclave para hacerles creer que ese día esterilizamos 15 cargas.
Joan Appleton: Las diferencias entre las clínicas se deben a las regulaciones estatales. El Estado de Virginia requiere personal médico. Pero en muchos, muchísimos estados no hay legislación al respecto. Así que al final, son abortos de callejón, legalizados.
Hellen Pendley: El Estado de Georgia tiene muchas leyes, que obligan entre otras cosas a una inspección anual y además hay inspecciones de sorpresa. Sin embargo, algunos de los materiales que les mostré esta mañana muestran auténticas deficiencias detectadas por ese organismo y alteradas para encubrirlas, como casos en que las pacientes han tenido paro cardíaco, aunque su historia médica indica que todo salió bien, que estaban saludables y listas para ser dadas de alta. Las leyes existen, pero sólo son tan eficientes como el organismo que las hace cumplir. También tengo un memorándum original del Departamento de Recursos Humanos de Georgia, que se encarga de las inspecciones, el cual establece que detectaron violaciones criminales en estas clínicas durante sus inspecciones rutinarias. Sin embargo, como ellos no tienen autoridad para actuar en casos criminales, no se tomó ninguna medida. De modo que las reglas y leyes, que varían mucho de un estado a otro, son en su mayoría reglas sólo de nombre, y a menos que empecemos a presionar a nuestros legisladores y a decirles que queremos que las agencias encargadas de inspeccionar las clínicas de abortos cumplan con sus responsabilidades, no vamos a ver ningún cambio. Se pueden escribir leyes que hagan sentir bien a la gente, pero si no se las hace cumplir, es como si no existieran.
Joan Appleton: Los médicos que emplean eran en su mayoría principiantes que hacían abortos para aumentar sus ingresos, o eran médicos que no ganaban mucho y trabajaban en clínicas de abortos para pagar su seguro de negligencia médica, que es extremadamente alto para ginecólogos y obstetras.
Hellen Pendley: ¿Abortos incompletos? Ocurren muy frecuentemente. Yo archivaba los expedientes en mi oficina por separado; los mantenía bajo llave y absolutamente nadie más tenía acceso a la información sobre nuestras pacientes problemáticas. Las sacaban de los archivos normales porque no querían que ningún inspector viera estos papeles. Eran las mujeres que habían vuelto a su casa sangrando, o con otros problemas, a quienes sabíamos que tendríamos que volver a ver. Yo le pregunté al personal cómo recogían los datos para sus estadísticas. Me respondieron, bueno, los adivinamos. Adivinaban cuantas pacientes tenían complicaciones después de un aborto y lo apuntaban en un libro. De modo que cuando ustedes ven las estadísticas que muestran lo seguro que supuestamente es el aborto legal, tienen que saber quién informa de estas estadísticas. Tengo un memorándum que vino del director nacional de nuestra compañía, y que establece que no se debe informar de ninguna complicación si no hay hospitalización. No importa cuantas veces se perfore un útero, se tapone, se le dé masaje o medicación y se envíe a casa a la paciente.
Judith Fetrow: La mayoría de las empleadas no sabe si hay demandas judiciales contra la clínica donde ellas trabajan. Paternidad Planificada no quiere que hablen de complicaciones ni de errores, y sus empleados no son informados de las lesiones y muertes que ocurren en las clínicas afiliadas.
Hellen Pendley: Recuerdo un incidente que sucedió cuando yo estaba trabajando en la clínica: llegó una niña de 14 años de edad; el médico vino y me dijo: Helena, le he perforado el útero y se le ha salido parte del intestino. ¿Qué hago? No me estaba preguntando mi opinión médica; me preguntaba qué debía hacer para que nadie se enterase. Se tomó la decisión de meter el intestino de nuevo y mandarla a su casa. Les puedo asegurar que la vida y la muerte no significan nada en esas clínicas. Si no se respeta la vida del que no ha nacido, ¿cómo se puede respetar la vida de la madre?
Dina Madsen: Yo veía a estos bebés como algo que se puede desechar, no los consideraba importantes. Si no apreciaba mi propia vida, ¿cómo podía valorar la vida de otros? Yo pensaba que si estas mujeres eran tan estúpidas de quedar embarazadas, entonces era culpa de ellas. Así pensaba también la mayoría del personal.
Hellen Pendley: Si sobrevivió o murió no lo sé. Quisiera poder decirles que me importaba, pero no era así. Yo no estaba allí para cuidar a las mujeres que son explotadas en las clínicas de abortos; yo era una de las explotadoras. Hay muchas cosas que pasan en una clínica de abortos que no se tolerarían en cualquier otra rama de la medicina. Y lo digo como alguien que todavía trabaja en el campo de la medicina. Es importante que entiendan hasta dónde pueden llegar los abortistas para cuidar su imagen. Quiero que entiendan que cuando yo trabajaba en esa industria no había intención de ayudar a nadie; yo misma lo único que buscaba era dinero y una posición de poder y no me importaba sobre cuántos cadáveres tenía que pasar para conseguirlo. Durante tres años iba al laboratorio todos los días y veía bebés muertos y hasta jugaba con ellos; jugaba con muchos de ellos. Nunca me importó, ni los vi como vidas humanas. Si veía 50, me alegraba porque eso significaba una recompensa en el próximo cheque.
Narrador: Los testimonios que acaban de oír sugieren una pregunta. Aunque los que practican abortos dicen que su interés principal es el bienestar de las mujeres, ¿les dicen ellos la verdad a sus pacientes? Veamos algunas de las prácticas más comunes dentro de las llamadas clínicas de abortos "legales y seguros".
Joan Appleton: Yo estaba convencida de que el derecho al aborto era lo mejor para las mujeres. Comencé a trabajar con más organizaciones como Paternidad Planificada y la Federación Nacional para el Aborto en ciertos proyectos y aprendí aún más. Yo administraba píldoras anticonceptivas después de un aborto y así supe cómo era en realidad el negocio y el trabajo de la industria del aborto.
Marian Johnson-Loehner: Cuando entré en la Organización Nacional de Mujeres comencé a leer todas sus publicaciones y por supuesto que la promoción del aborto ocupaba una gran parte de ellas. Al principio una no piensa mucho al respecto, pero poco a poco empieza a aceptarlo todo. Se aceptan unas pocas mentiras y es como un rompecabezas enorme, finalmente al juntar las piezas hay que aceptarlo todo.
Joan Appleton: Yo aconsejaba a las mujeres diciendo: bueno, no queremos que usted tenga que pasar por este procedimiento otra vez, queremos que empiece a tomar píldoras anticonceptivas. Le vamos a dar su primer paquete gratis, porque las compañías farmacéuticas nos lo dan gratis. Esa es una buena estrategia de ventas, porque después las recetábamos durante 5 meses, y de esa forma, todos sacaban provecho.
Dina Madsen: Algunas de las directoras con quienes trabajé se habían hecho hasta ocho o nueve abortos y sin embargo, despreciaban a las mujeres que venían a practicarse otro aborto. ¡Qué estupidez!
Joan Appleton: En cambio, las compañías farmacéuticas, la Paternidad Planificada y la industria del aborto no son estúpidas: saben que cuanto mas pequeña sea la dosis de estrógenos en las píldoras, más probable es que fallen. Pero no hay que preocuparse, porque así la mujer vendrá para otro aborto. Recetábamos píldoras con dosis bajas de estrógeno, con un índice de fracaso de un 30%, lo que quiere decir que muchas de ellas volverán. Y si nos olvidamos de decirles que si les da gripe o resfriado y tienen que tomar antibióticos, éste reaccionara con la píldora anticonceptiva haciendola inefectiva, así tenemos otro 20% más que tendrá que regresar, lo cual nos beneficia.
Dina Madsen: Cada vez que una mujer venía a practicarse un aborto, o una dilatación y extracción, poníamos sellos en su historial clínico. Algunas de estas historias clínicas estaban llenas por ambos lados. El médico las miraba y decía "si lo sigue intentando todavía podría venir otra vez antes de Navidad." ¿Es éste alguien que se preocupa por las mujeres? No lo creo.
Judith Fetrow: Las peores complicaciones emocionales las tienen las jovencitas que se practican varios abortos.
Joan Appleton: Claro que te vamos a dar medicinas para tu enfermedad venérea, y claro que sabemos que mezcladas con las píldoras anticonceptivas, hacen que regresen entre un 10 y un 15%, así nos seguimos beneficiando.
Dina Madsen: Yo tuve amigas en la escuela secundaria que se habían hecho abortos. Yo misma, cuando era adolescente, pensé que había quedado embarazada y me asusté mucho. Lo primero que me vino a la mente fue abortar. Nunca pensé que tenía un bebé, sino sólo que tenía una opción. Desgraciadamente el aborto a menudo se presenta como la única opción.
Joan Appleton: Y ahora queremos ir a las escuelas a enseñar educación sexual "porque nos preocupamos por ustedes, nos preocupamos por las mujeres". Así que hoy en día van a las escuelas y les dicen a los niños: "sabemos que ustedes van a tener relaciones sexuales; queremos que sepan que lo comprendemos y que "está bien'. Eso quiere decir que algunos de ustedes van a morir; pero si usan nuestros preservativos, y si usan nuestros métodos anticonceptivos, y si practican el sexo seguro, solo tres, cuatro morirán, el resto de ustedes vivirá. Oh, claro que un 30% "contraerá una enfermedad venérea", pero nosotros nos encargaremos de ella.
Hellen Pendley: Trabajábamos siguiendo un guión, para controlar la conversación. Comenzábamos contando algo acerca de nosotras, yo decía que me preocupaba por ellas, que yo era responsable y adulta y que ya había hecho esto anteriormente. Soy la respuesta a su problema, no importa lo que sea. Utilizábamos las mismas estrategias que se utilizan para vender; yo era una simple vendedora.
Judith Fetrow: Con frecuencia veía a mujeres emocionalmente heridas por el aborto. Sin embargo, mi supervisor decía que si tenían esos problemas después del aborto, era porque ya los tenían anteriormente.
Hellen Pendley: Yo tuve una consejera que me dijo que quería trabajar aconsejando a pacientes que tenían el Síndrome Postaborto. Le dije que no, que ese síndrome no existía. Esta consejera hablaba con muchas mujeres afectadas, pero yo la corregí inmediatamente: "yo no sé de dónde ha sacado esas estadísticas, pero están equivocadas; el síndrome postaborto no existe." Si nos llamaba una mujer para decir que se sentía herida, vacía, que algo andaba mal, nos habían entrenado para responderle: si tienes un problema, lo tenías antes del aborto, no tiene nada que ver con éste. Ahora, si necesitas nuestros servicios otra vez, llámanos; si no, necesitas hablar con otra persona.
Joan Appleton: Una de las cosas que continuamente me molestaba, aún cuando era jefa de enfermeras de la clínica, era el por qué la mujer tenía tal trauma emocional, por qué era una decisión tan difícil, si era algo tan correcto y natural. ¿Por qué era tan difícil? También me preguntaba, si yo aconsejé tan bien a estas mujeres y estaban tan seguras de su decisión, ¿por qué regresaban después, por meses y años, destrozadas psicológicamente?
Dina Madsen: Cuando llamaba una mujer, yo le hacía sentir que la decisión era suya y que la apoyábamos. Lo decía porque las mujeres buscan a alguien que las apoye en su decisión.
Joan Appleton: Las que estábamos en el movimiento proaborto y en la industria del aborto, negábamos que existiera el Síndrome Postaborto. Sin embargo es real, y cuando las mujeres regresan, no podemos negar que existe y va en aumento. Eso siempre me intrigó.
Marian Johnson-Loehner: Las feministas eran mis camaradas, estábamos unidas y compartíamos métodos y actividades. Teníamos un mismo estilo de vida, que es como una trampa. Mi único deseo a finales de los años 70 y principios de los 80, era llegar a ser más liberada y poderosa, y ayudar a mis hermanas a lograr su ansiado estado de igualdad.
Joan Appleton: Comencé en el movimiento proaborto creyendo que estaba ayudando a las mujeres; creía que tenían derecho a decidir su estilo de vida. Pensaba que cuando las aconsejaba, las estaba preparando para que pudieran superar sus problemas. Les decía que eran las personas más importantes del mundo, que nada era más importante que ellas, y que una vez que salieran de esa difícil situación, podrían seguir adelante. Serían libre y podrían continuar sus vidas e ir a la universidad. Pero no era tan sencillo y yo me preguntaba por qué. Ellas volvían a quedar embarazadas y contraían enfermedades y yo me preguntaba si estaba ayudándolas realmente. Esas preguntas me carcomían una y otra vez.
Joy Davis: Miren, el aborto ha llegado a tal extremo, la avaricia en este negocio es tal, que ya no importan las mujeres. Siempre ha estado claro que no les importan los bebés, pero ahora también las mujeres están muriendo.
Hellen Pendley: Tiene lugar un proceso, que les sucede a todas las personas que trabajan en esta industria, sin importar su puesto. Esa industria está motivada y manejada por el dinero. Pero el secreto del que nadie habla consiste en fingir y presentar una imagen de que nos preocupamos, porque si la gente nos viera de veras como somos, el aborto no tendría el nivel de apoyo que parece tener en la sociedad actual.
Joan Appleton: Si el aborto estaba bien, ¿por qué están sufriendo? ¿Qué hemos hecho? Hemos creado un monstruo, y no sabemos qué hacer con él. Creamos un monstruo y somos peones de la industria del aborto, nosotras, las que todavía creemos en los derechos de la mujer. Las que todavía creemos que estamos a favor de la mujer, las que todavía creemos que valemos algo, que somos inteligentes, que no nos pueden pisar ni utilizar, hemos permitido que nos usen y abusen, pero no queremos admitirlo o no podemos. La mayoría de la gente que trabaja en la industria del aborto, los que de verdad creen en ella y les preocupa no pueden aceptar lo que tiene de malo la industria, ni sus errores.
Narrador: ¿Es porque la práctica del aborto es tan segura por lo que no necesita ser regulada? ¿O es por que tienen algo que esconder?
Hellen Pendley: Pueden escuchar a través de los medios de comunicación que los abortistas se preocupan por las mujeres, que están luchando por el derecho de las mujeres a escoger el aborto. Y eso suena tan maravilloso que el público de los Estados Unidos se ha creído todas estas mentiras. A puertas cerradas, solíamos bromear sobre el "derecho a decidir". ¿A decidir qué? En nuestra clínica, la única opción era hacer negocio, era el aborto. No existía otra opción.
Judith Fetrow: Cuando alguien me mostraba una fotografía de un bebé abortado y me decía que éste era un aborto, yo estaba de acuerdo. Cuando me pedía que no matara a mi bebé, yo le miraba y decía: "yo no estoy aquí para matar a mi bebé, sino para matar a otros bebés.
Joy Davis: El hecho de estar matando niños para ganarme la vida no me molestaba en absoluto; sabía que eso era lo que estábamos haciendo. Yo era técnica de ultrasonido, así que sabía que había un bebé vivo en el vientre, pero ni me importaba ni me molestaba.
Joan Appleton: Yo también había visto un aborto con el uso de sonografía. Los hacíamos en el primer trimestre, pero éste estaba en la última parte del primer trimestre o quizás en el segundo trimestre. No me acuerdo cuál era el problema específicamente, pero queríamos hacer el aborto utilizando la sonografía para asegurarnos de que habíamos sacado todo el bebé, o según la terminología que utilizábamos, queríamos asegurarnos de que terminábamos con el embarazo por completo. Yo manejaba el ultrasonido mientras el médico operaba; lo dirigía mirando la pantalla, y vi que el bebé se retiraba y abría la boca. Yo había visto "El grito silencioso" varias veces, pero no me había afectado. Para mí, era solamente propaganda. Pero no pude negar lo que vi en la pantalla. Después de terminar, me quedé temblando, pero me las arreglé para seguir trabajando ese día.
Hellen Pendley: Mientras yo trabajaba en la clínica, venían muchos consejeros provida. Déjeme decirle que el personal de la clínica se pone nervioso cuando los ve: se forma un ambiente que no puedo explicar, pero para los médicos y administradores es solamente una molestia: "Ustedes están poniendo nerviosas a mis empleadas, están perturbando mi horario y mi jornada laboral."
Dina Madsen: la razón por la que me molestó tanto la confrontación con Uds. es porque me acusaban de estar obrando mal y yo no quería oír eso. No quería oír que Satanás trabaja en la oscuridad, ni que hay sitio para mi en la cruz, ni nada por el estilo. Me aterraba cuando vislumbraba lo que realmente estaba haciendo. Me decían: "allí adentro, matan bebés". Yo sonreía y decía: "si, ya lo sé; ¿y qué va usted a hacer al respecto?" Pero reconocía mi propio pecado, aunque no quería admitirlo ni considerarlo.
Judith Fenrow: Los escoltas voluntarios de Paternidad Planificada y los empleados han sido advertidos de que no deben hablar con los cristianos provida. Se lo han dicho porque demasiados empleados y voluntarios se arrepienten después de oír la verdad.
Dina Madsen: Empecé a darme cuenta de por qué lo hacen. Por eso me opuse a ellos por tanto tiempo, porque me mostraban mi pecado.
Hellen Pendley: Por eso buscamos protección judicial, por que no queríamos consejeros en las inmediaciones, para que no persuadieran a las mujeres, para poder seguir haciendo negocio sin interrupciones.
Anunciador: Como dijimos al comienzo de este programa, hay cosas que ocurren todos los días, que no se tolerarían en ninguna otra rama de la medicina. Sin embargo, las autoridades no quieren decretar ni imponer leyes que pudieran proteger a las mujeres de los abortistas que las mutilan y las matan.
Joy Davis: Cuando estaba en la industria del aborto, empecé a tener pesadillas, a sentir culpabilidad y remordimiento al pensar en mi mal proceder. Entonces fuí a ver a un amigo que practicaba abortos en un clínica cercana. Le conté todo lo que sentía y me dijo que entendía, porque él también tenía pesadillas y sentía un tremendo remordimiento. Nunca le pregunté por qué hacía abortos, pero yo sabía que solamente los hacía al principio del primer trimestre del embarazo. Después que el sistema nervioso del bebé había comenzado a desarrollarse, no practicaba el aborto, para no lesionarlo. De modo que era un hombre poco común, que me dio un buen consejo. Me dijo que hiciera lo que me dictara mi corazón y mi conciencia. Le pregunté si eso era lo que él estaba haciendo, y me dijo: "sí; eso estoy intentando". Me gusta pensar que hubiera podido estar aquí ahora, que hubiera dejado de practicar abortos, pero dos días después de esa conversación, le dispararon y lo mataron frente a una clínica de abortos en Pensacola. Su nombre era Dr. David Gunn.
Dina Madsen: Yo seguía trabajando en el laboratorio, juntando los pedazos de los bebés y ayudando al médico. Ya no hacía chistes sarcásticos como antes. Estaba cambiando hasta tal punto que odiaba el aborto, ir a trabajar, el tener que estar en el mismo cuarto con ese abortista y con esas mujeres. Quería correr y gritar.
Joan Appleton: Mi forma de salir de la Organización Nacional de Mujeres fue siendo la oradora invitada a una cena de esa organización en Virginia. Fuí al podio y dije: "amigas, ya no puedo seguir en esto. Algo anda mal aquí, ya no puedo seguir formando parte de la industria ni del movimiento proaborto, y por lo tanto, no puedo formar parte de ésta organización". Me pidieron que me retirara inmediatamente. Hellen Pendley: Cada vez que hablamos en público, tenemos que revivir algo que hemos hecho y que ahora vemos como un asesinato horrible. Nunca es fácil. Muchos de ustedes han pecado en algún momento de sus vidas, pero no son llamados a ponerse frente a un grupo de gente y compartir las acciones por las cuales están avergonzados.
Marian Johnston-Loehner: Un día alguien me dio el libro de la Dra. Jean Garton "¿Quién despedazó al bebé?". Ese libro destruyó todos los eufemismos que yo había estado usando durante años, para promover el aborto. Los leía uno por uno y lloraba y lloraba, y creo que la noche que lo terminé, la represa entera de mis lágrimas se abrió y me arrepentí. De verdad estaba dolida por lo que había hecho -arrepentida de haber destruido un niño inocente. Porque hasta entonces, después de acido mi hijo y aún después de mi hija, yo todavía no estaba dispuesta a admitir que un niño es un ser humano desde el momento de la concepción. Yo estaba influenciada por las mentiras.
Hellen Pendley: La vida o la muerte no significan nada en una clínica de abortos. Si no se respeta la vida del no nacido, ¿como y por qué se va a respetar la vida de la madre? Eso no sucede.
Narrador: Los encargados de salvaguardar nuestros derechos básicos e inalienables deben examinar seriamente la industria del aborto en los Estados Unidos. Hemos oído los testimonios de aquellos que están en la mejor posición de conocer la verdad acerca del negocio del aborto.
Conclusiones
Comvertido en un problema mas que de salud pública, el aborto es tratado hoy en día como un problema de ética medica que afecta a una variedad cerrada y que viene a romper una filiosofía social tradicional.
El aborto entre adolescentes es por un embarazo precoz que se origino por una deficiente o nula información del uso de los métodos anticonceptivos por parte de los padres o algunos medicos que piensan que al hablar de ello con el adolescente es inducirlo a iniciar una vida sexual activa.
En ocasiones los adolescentes por curiosidad o por experimentar las relaciones sexuales no toman las medidas adecuadas debido a la deficiente información o a la ansia por conocer, provocando por consiguiente que la joven llegue a estar embarazada y esta por perjuicios de la sociedad o por no querer que se enteren sus padres llegan a recurrir al aborto y en condiciones poco salubres poniendo en peligro su vida por ocultar un desliz.
En mujeres de mayor edad se recurre al aborto por que ya se tiene una familia numerosa o por que el producto puede nacer en problemas económicos que atraviesa la familia. El aborto no es aprobado por todas las personas, solo en caso de violación y en el que la vida de la madre corra riesgo, para los demás casos una opción seria tener al bebe y darlo en adopción.
El aborto espontaneo afecta demasiado a las mujeres y a sus esposos e hijos, ya que en verdad se desea tener el producto; este provoca en ellos, mas que los daños físicos, los psicológicos ya que siempre se están auto culpando por lo ocurrido, lo mismo puede llegar a ocurrir con el transcurso del tiempo en las mujeres que se provocaron el aborto.
Mencionado como un elemento de la llamada "Por la iglesia católica (cultura de la muerte)"es todo un mito de fin de siglo.
Justificado o no, el aborto obedece a un proceso netamente cultural que se acentúa a partir de los años 80"s como respuesta de las mujeres al rechazo, por diversas circunstancias, a la maternidad por primera o subsecuente ocasión.
La mujer que desee practicarse un aborto utilizando cualquiera de los métodos existentes deben pensar si vale la pena sacrificar una vida nueva e inocente solo por quedar bien con la sociedad; por ocultar algún desliz, etc. Y arriesgar además su propia vida, ya que el aborto siempre tiene alguna consecuencia desde perder algún órgano hasta sentirse sola y totalmente vacia al no poder tener mas hijos y por sentirse rechazada por la sociedad o familiares y amigos con los que deseaba congraciarse.
La controversia del asunto involucra asuntos de tipo social, económicos, morales y esencialmente éticos y se espera una aceptación paulatina que concilia intereses diferentes.
Entrevista
1. ¿Ha tenido hijos? SI NO ¿Cuántos?________
2. ¿Ha padecido algún aborto? SI NO
3. ¿Ha que edad padeció el aborto? ____________________
4. ¿Ha los cuantos meses? ____________________
5. Cuales fueron las causas?
_________________________________________________________
6. ¿Cuantas veces le ha ocurrido?
_________________________________________________________
1. ¿Qué consecuencias tuvo?
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2. ¿Qué tanto le afecto?
Moralmente: _________________________________________________________
Fisicamente:
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3. ¿Cuanto tiempo tardo en recuperarse?
Moralmente: _________________________________________________________
Fisicamente:
_________________________________________________________
10. ¡Piensa tener mas hijos?
SI NO
Por que:
_________________________________________________________
Bibliografia:
Biología I (apuntes de)
Biologa Luz María Delgado Chavez.
Enero 1995, Irapuato Gto.
Nivel Bachillerato.
P.P. 100
Orientación Educativa.
Luis Carlos Saenz Cañedo
Patricia C. Gutiérrez puertos
Edit. Prentice – hall hispanoamericano, s.a.
México D.F; 1996
p. p. 75 – 80
Fco. Gonzalez de la Vega
Derecho Penal Mexicano
Vigesimanovena edición, México 1997.
Edit. Porrua 473 p.
p.p. 121 – 136.
INTERNET:
www.lifeinstitute.org/spanish.htm
http://expage.com/page/Aborto
www.conferenciaepiscopal.es/DOCUMENTOS/aborto.htm
www.pithpress.com.mx/specialEd/Abortion/ab01sp.htm
http://www.encuentra.com/zar/aborto/2mito0.html
http://clinica-dator.es/
AGRADECIMIENTOS
Agradecemos a todas las personas que colaboraron con nosotros en las realización de este trabajo.
Así como aquellas que nos dieron su valioso testimonio y aportaron sus conocimientos indispensables para la elaboración de este.
Así como al Profr. José Pérez Guerra, por su valiosa cooperación y instrucción hacia este trabajo.
GRACIAS
Autor: Axel
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