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Perfeccionamiento del sistema de gestión de seguridad y salud del trabajo


Partes: 1, 2

  1. Resumen
  2. Introducción
  3. La Protección a la salud del trabajo en Cuba
  4. Acerca de los accidentes de trabajo
  5. Modelos causales de los accidentes laborales
  6. Enfoques psicológicos de la Reducción de Accidentes
  7. La evaluación de los incidentes en la prevención de accidentes de trabajo
  8. Identificación y evaluación de riesgos
  9. ¿Por qué se deben identificar y evaluar los riesgos?
  10. ¿Qué debemos entender por riesgos?
  11. La prevención de riesgos y la promoción de la salud en el trabajo
  12. Factores psicosociales y prevención de riesgos en la legislación y en la práctica
  13. Implantación del sistema de gestión de Seguridad y Salud en el Trabajo
  14. Bases para el Perfeccionamiento de la Seguridad y salud en el Trabajo en la empresa cubana
  15. Conclusiones
  16. Bibliografía

Resumen

El presente trabajo aborda el diagnóstico y análisis del Proceso de Seguridad y Salud del trabajo, por ser este proceso imprescindible teniendo en cuenta que el recurso más valioso dentro de la organización es el humano y su consiguiente seguridad y Salud y por ende afecta la competitividad y la eficiencia económica de la empresa. El Diagnóstico denota la efectividad del proceso, así también el análisis que se realiza de los indicadores, y permite que todas las causas para la disminución de la accidentalidad sean tomadas en cuenta, así como toda una serie de acciones para cumplir con el objetivo final: Certificar la gestión del proceso por la NC-18001:05 Sistemas de gestión de la seguridad y la Salud en el Trabajo.

Introducción

Desde siempre el hombre ha luchado contra un enemigo que hasta el presente le ha sido imposible vencer, y es su propio error.

Este enemigo ha sido y sigue siendo el principal factor de pérdidas económicas y humanas, vale recordar sólo algunos casos, el accidente del Concorde en Francia, Chernobil, la tragedia del Challenger e incluso el desastre del Titanic, en todos ellos, el error humano fue la causa raíz de su ocurrencia.

La razón por la cual resulta imposible vencer a este enemigo, es su lugar de radicación: el propio ser humano.

Pensar que los accidentes en el trabajo no son numerosos ni graves y que ocurrirán a los demás es una actitud generalizada y errónea, ya que lamentablemente las estadísticas nos indican que cada año en nuestro país ocurren accidentes con lesiones que implican alteraciones en los procesos productivos.

El trabajo es una de las actividades sobre las que se organizan las sociedades y por ello en los Estados modernos se incluye entre las responsabilidades de los poderes públicos el velar por la salud, seguridad e higiene en el trabajo. El reconocimiento del derecho de los trabajadores, en el ámbito laboral, a la protección de su salud y de su integridad, implica trabajar con seguridad y sin riesgos. Sin embargo, las estadísticas muestran que, incluso en las sociedades más avanzadas, ese derecho dista de estar garantizado. Las cifras que reflejan los accidentes laborales, las bajas por enfermedad laboral, y las incapacidades laborales indican que existen situaciones y condiciones en que la seguridad en el trabajo y la promoción de la salud es más una aspiración que una realidad.

En Cuba, desde que triunfó la Revolución, la seguridad y salud de los trabajadores ha estado entre las prioridades del Estado. La Constitución de la República consagra este derecho, consustancial a la sociedad socialista, al establecer que el Estado garantiza el derecho a la protección, seguridad e higiene del trabajo, mediante la adopción de medidas adecuadas para la prevención de accidentes y enfermedades profesionales.

La Seguridad y Salud en el Trabajo tiene el propósito de crear las condiciones para que el trabajador pueda desarrollar su labor eficientemente y sin riesgos, evitando sucesos y daños que puedan afectar su salud e integridad, el patrimonio de la entidad y el medio ambiente, y propiciando así la elevación de la calidad de vida del trabajador y su familia y la estabilidad social.

En la actualidad existe una importante base legislativa que apoya este trabajo, sin embargo, muchos de estos documentos, sin llegar a ser contradictorios, provocan confusiones a los técnicos que los consultan, por haber sido concebidos a partir de diferentes referencias.

Diversos autores han señalado la importancia creciente que los factores psicosociales esta cobrando como determinantes de la salud laboral de los trabajadores ( Sauter, Murphy y Hurrell, 1990).

La importancia de los factores psicosociales queda también reconocida en la consideración de la "Ergonomía y Psicosociología Aplicada" como área de especialización para el desempeño de las funciones de nivel superior en la prevención de riesgos laborales.

La Psicología de la Seguridad sostiene los axiomas implícitos de que los accidentes tienen causas, de que estás son sistematizables en modelos, y de que la comprensión de su impacto puede contribuir a generar estrategias de intervención que alteren las cadenas causales, reduciendo o impidiendo el riesgo de tales accidentes. Estos supuestos implícitos son compartidos por otras disciplinas relativas al campo de la seguridad; sin embargo, la Psicología de la Seguridad adopta una aproximación desde el punto de vista de los factores psicológicos, psicosociales y organizacionales que le es característica. (Hoyos, 1993)

La teoría Tri-condicional del comportamiento seguro, según la cual para que una persona trabaje seguro debe darse tres condiciones:

1. Debe poder trabajar seguro

2. Debe saber trabajar seguro

3. Debe querer trabajar seguro

Teoría que, en el ámbito de la prevención se convierte en un modelo de Diagnóstico y de intervención delimitando e interrelacionando de manera precisa las áreas de trabajo: La ingeniería de la seguridad, la salud e higiene laboral y la psicología de la seguridad, circunscritas dentro de dos factores de intervención: El factor técnico y el factor humano. (Meliá, 2007)

Desarrollar la Gestión de los Recursos Humanos y sus componentes, en correspondencia con la dirección estratégica de la empresa para contribuir a su eficiencia, eficacia y competitividad, con el propósito de que cumpla la organización el papel que le corresponde en la sociedad socialista cubana tiene hoy una importancia determinante. (Prieto Fernández, 2004)

Elevar la cultura de seguridad en el trabajo, es un reto para todas las entidades del país que precisan integrar a sus estrategias la certificación del Sistema de Seguridad y Salud en el Trabajo, como garantía de que sus producciones y servicios se realicen en condiciones de alta seguridad.

Por esta razón debido a la ocurrencia de accidentes e incidentes de trabajo en la Empresa Eléctrica de Matanzas luego de haber implantado el Sistema de Seguridad y Salud del Trabajo se hace necesario realizar una profunda revisión del mismo para determinar donde están las debilidades y accionar sobre ellas.

Desarrollo

La Protección a la salud del trabajo en Cuba

La protección a la salud del hombre es un principio insoslayable de la Revolución. El Ché Guevara lo resumió en una frase universal: "… vale mucho más la vida de un hombre que la fortuna del hombre más rico de la tierra".

Desde los primeros meses del triunfo revolucionario de 1959, justamente en febrero, tiene lugar la primera modificación sustancial a la legislación vigente con la adecuación de la Constitución de 1940 a los principios revolucionarios, de la que no escapó el empleo y la seguridad del trabajador.

El XIII Congreso Obrero acordó proponer a la Dirección del país la promulgación de una ley para la protección de los trabajadores, documento jurídico normativo que se materializa en la Ley No. 13 de Protección e Higiene del Trabajo aprobada en 1977.

De esta forma Cuba inició el despliegue hacia un Sistema de Normas de Protección e Higiene del Trabajo (SNPHT); en el año siguiente se pusieron en vigor 17 resoluciones que incluían reglamentos técnicos sobre ambas temáticas, con la creciente influencia en la accidentalidad laboral y las enfermedades profesionales.

La comparación de las estadísticas internacionales con respecto a la protección e higiene del trabajo mostraban a Cuba, en 1989 en una favorable situación en la materia, en contraste incluso con países de superior desarrollo económico y mejor ambiente laboral.

Aún así, estos indicadores resultaban insatisfactorios, por lo que se promovieron acciones encaminadas a fortalecer la planificación y financiamiento de la protección e higiene del trabajo, la inspección estatal y sindical, la formación y capacitación en la temática, la atención especial a los trabajadores, las investigaciones científico- técnicas en este campo y el sistema de información estadística.

Se trabajó por mejorar paulatinamente la calidad de este proceso y rehabilitar la actividad, incorporando la elaboración de los programas de prevención desde los propios organismos de la administración central del Estado hasta el nivel de Empresas, incluyéndose nuevas acciones como la capacitación general, el mantenimiento, la calidad de vida, los programas contra el tabaquismo y el alcoholismo y los planes de prevención para minimizar los riesgos.

Los criterios acerca de la Seguridad y Salud en el Trabajo (SST) integrados a toda la actividad de las Empresas y vinculados a los programas de calidad total, han permitido que el mejoramiento de las condiciones de trabajo se vea como un elemento clave en el incremento de la eficiencia y no como elemento aislado. De esta manera han surgido y se imponen en el mundo, nuevos Modelos de Gestión de la Seguridad y Salud en el Trabajo, caracterizados por su mayor integración a toda la actividad empresarial.

La SST es un medio, no un fin en sí misma, es un medio porque "La Seguridad y Salud en el Trabajo es la actividad orientada a crear condiciones para que el trabajador pueda desarrollar su labor eficientemente y sin riesgos, evitando sucesos y daños que puedan afectar su salud e integridad, el patrimonio de la entidad y el medio ambiente". (Prieto Fernández, 2004).

  • La SST es un instrumento para hacer las cosas mejor, para trabajar seguros, evitar daños a sí mismo, a otras personas, a los medios con que trabajamos y al ambiente. Es un medio favorecedor de la eficiencia, la efectividad y la competitividad.

  • La SST es parte integrante de la GRH y se interrelaciona con todos sus componentes porque el trabajador y el trabajo constituyen una unidad indisoluble y sobre ambos inciden todos los factores que se relacionan con él, desde los más próximos, como las máquinas, las herramientas, las materias primas u otros utensilios necesarios, según la actividad, hasta las formas en que se organizan y planifican las actividades, las relaciones jefes subordinados e interpersonales con sus mismos compañeros, así como aquellos factores de la vida social que influyen en su conducta.

  • La SST no es solo para evitar accidentes o enfermedades ocasionadas por el trabajo o relacionadas con este, es algo más, es la búsqueda del equilibrio fisiológico, Psicológico y social del trabajador, es SALUD.

Los directivos y mandos intermedios tienen que tienen que razonar, en primer lugar, que la SST se hace por "valores éticos y morales"; ya que el trabajo es una necesidad vital, es la base de la reproducción social y la forma de sentirse pleno el hombre, es fuente de riquezas espirituales y materiales, el propio trabajo no puede perjudicar o dañar a quien lo realiza.

En segundo lugar por "preservar a la familia y a la sociedad" de personas con minusvalía, que reducen la posibilidad de su participación y limitan en lo moral y material.

En tercer lugar por la responsabilidad "legal" que se asume como representantes del Estado y de los propios trabajadores cuando se está al frente de una organización que produce o presta un servicio útil.

Y, por último, porque está demostrado que lo que se invierte en SST se revierte en "calidad y productividad", en otras palabras, contribuye a la eficiencia, eficacia y la competitividad", influye además, positivamente en la imagen que proyectan las organizaciones.

A partir de estas consideraciones, durante los últimos años se ha ganado en consenso sobre la necesidad cada vez más apremiante de adecuar la gestión de la seguridad a los cambios productivos y organizativos que se producen en las empresas. Predomina igualmente el criterio de que las empresas deben asumir la labor preventiva de forma integrada a su gestión y con la activa participación de todos los miembros de la organización.

Sin embargo, integrar y desarrollar la gestión de la seguridad y salud en el trabajo a la organización, no es una tarea fácil, requiere el cambio de paradigmas muy arraigados, del desarrollo de una cultura organizacional y en particular, de una cultura de trabajo con hábitos seguros.

Tanto los expertos internacionales como las experiencias coinciden en que entre las principales medidas a considerar para modificar las formas tradicionales de actuar en materia de seguridad y salud del trabajo (SST) se destacan las siguientes (Leyva – Torrens, 2006):

  • Adoptar una política de seguridad y salud que refleje la importancia que tiene para la empresa, la responsabilidad de la dirección, la necesidad de crear una cultura preventiva con la participación de los trabajadores y el compromiso de todos los niveles de la empresa.

  • Adoptar una organización de la prevención que establezca las responsabilidades y relaciones en el trabajo, que permita el análisis de las causas de riesgo, el necesario trabajo interdisciplinario, y su carácter participativo.

  • Establecer y hacer cumplir las normas y procedimientos, diferenciando las de carácter organizativo, de control, de cooperación y comunicación.

  • Aplicar la auditoria interna (inspecciones a equipos, instalaciones, etc.).

  • Desarrollar la evaluación como herramienta para desarrollar las acciones.

  • Incorporar las acciones preventivas al contenido de trabajo de cada uno de los miembros de la organización, según su esfera de responsabilidad.

Para ello se requiere que la seguridad y salud en el trabajo se integre con las distintas políticas de la empresa e incorpore a dirigentes, técnicos y a trabajadores. En este sentido, deben sustituirse, siempre que sea factible, las instrucciones iniciales específicas y reglas de puestos de trabajo, por procedimientos operacionales, donde las instrucciones de seguridad formen parte del procedimiento de trabajo. A partir de estas consideraciones desaparecen las fronteras entre los riesgos profesionales, del producto, de la industria y del ambiente, y se garantiza el control de todos los riesgos que afectan la seguridad, la calidad, la productividad y el ambiente.

En otro orden de relaciones, se ha demostrado que las malas condiciones de trabajo provocan no sólo lesiones al trabajador (con las consecuentes pérdidas materiales), sino además deterioro del clima organizacional, fluctuación, pérdidas de tiempo y poca productividad, por lo que los conocimientos acerca de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, integrados a toda la actividad de la empresa y vinculados a los programas de calidad total, han permitido que el mejoramiento de las condiciones de trabajo se vea como un elemento clave en el incremento de la eficiencia. (Torrens Álvarez, 2006)

En respuesta a esta problemática, durante las dos últimas décadas han surgido nuevos modelos de Gestión de la Seguridad y Salud en el trabajo caracterizados por su mayor integración al contexto de la gestión empresarial.

En nuestro país, la Ley de Prevención de Riesgos Laborales (31/1995, de 8 de noviembre) "tiene por objeto la determinación del cuerpo básico de garantías y responsabilidades preciso para establecer un adecuado nivel de protección de la salud de los trabajadores frente a los riesgos derivados de las condiciones de trabajo, y ello en el marco de una política coherente, coordinada y eficaz de prevención de los riesgos laborales". La publicación de esta Ley ha supuesto un claro avance sobre la situación previa y el desarrollo normativo que la ha seguido, configurando un marco jurídico y exige el desarrollo de unas prácticas y actuaciones que, sin duda, contribuyen a mejorar la situación. De todos modos, las cifras sobre accidentes laborales muestran que queda un largo camino por recorrer. Además, el análisis de la situación, mediante diversos medios, muestra que el cumplimiento de la legislación está todavía lejos de situarse en un nivel óptimo.

Acerca de los accidentes de trabajo

Consideramos accidente, todo hecho imprevisto y no deseado relacionado causalmente con la actividad laboral y que produce lesiones al trabajador o su muerte en el peor de los casos. Puede ir acompañado por averías en las instalaciones y conlleva la pérdida parcial o total de la capacidad de trabajo del sujeto por un tiempo o definitivamente.

Es cualquier acontecimiento imprevisto que interrumpe o interfiere el proceso ordenado de una actividad. La rotura de una cuerda o cable que sujeta una carga, la caída de un andamio, el vuelco de un tractor, etc. son accidentes, aún cuando no haya habido personas lesionadas.

Las lesiones y los accidentes son el resultado de los actos inseguros y/o los fallos técnicos.

Los accidentes no son casuales, sino que se causan. Creer que los accidentes son debidos a la fatalidad es un grave error; sería tanto como considerar inútil todo lo que se haga en favor de la seguridad en el trabajo y aceptar el fenómeno del accidente como algo inevitable.

Sin embargo, todos sabemos que el accidente de trabajo se puede evitar.

Actos inseguros y fallos técnicos

Los actos inseguros dependen de las personas y los fallos técnicos dependen de las cosas. Los fallos técnicos no requieren demasiados comentarios; son los fallos de los medios de los que nos servimos para hacer el trabajo  (máquinas, herramientas, equipos auxiliares, materiales, instalaciones, etc.). Tales fallos pueden ser debidos a:

  • Incorrecto diseño de las máquinas, equipos, instalaciones, etc.

  • Incorrecto mantenimiento de los mismos.

  • Uso y desgaste normal de máquinas, instalaciones, herramientas, …

  • Uso y desgaste anormal de las mismas.

Defectos personales.

¿Por qué se actúa de manera insegura, creando a menudo condiciones peligrosas?   ¿Por qué se cometen actos inseguros?  Las razones por las que se cometen actos inseguros pueden encuadrarse en el grupo de los defectos personales. Tales razones pueden ser:

  • Problemas físicos o mentales para desarrollar el trabajo adecuadamente; fuerza insuficiente, vista u oído deficiente, nerviosismo exagerado, lentitud de reflejos, compresión lenta, etc.

  • Falta de instrucción para realizar determinados trabajos.

  • Imprudencia, negligencia, espíritu de contradicción, etc.

  • El origen de estos defectos hay que buscarlo, habitualmente, fuera de ambiente de trabajo, y se deben a factores que conforman lo que llamaremos medio social.

Los factores que conforman el medio social de cualquier persona son, entre otros:

  • Circunstancias y problemas familiares.

  • Costumbres y usos.

  • Hábitos de trabajo adquiridos con anterioridad.

  • Herencia.

Querer, saber y poder.

Los factores comentados pueden hacer que la persona no sepa, no pueda, o no quiera trabajar con seguridad.

¿Sobre cuál de ellas podemos actuar más fácilmente y con más eficacia?

Indudablemente sobre la ficha que representa los actos inseguros y/o fallos técnicos. Es decir, que para evitar accidentes lo mejor es eliminar los fallos técnicos y los actos inseguros, en la mayor medida posible.

La subestimación de la importancia del factor humano en la producción necesariamente impedía aprovechar las enormes posibilidades que ofrece la mutua adecuación entre las condiciones ambientales y el factor humano para la superación de los accidentes. A esta concepción corresponde entre otros, el falso planteamiento, de acuerdo con el cual, la tecnificación de la producción va necesariamente acompañada de un mayor número de accidentes.

Según Muchinsky (1994), los investigadores de diferentes disciplinas abordan el problema de los accidentes en la industria desde muchas perspectivas, pero todos ellos se preocupan por reducir la frecuencia y gravedad de los mismos. Los psicólogos se centran en las características individuales asociadas con los accidentes e investigan varios enfoques tradicionales (selección de personal, diseño del trabajo y formación del personal) para la reducción de los accidentes.

Los higienistas industriales consideran que las enfermedades laborales son una consecuencia de acontecimientos recurrentes o accidentes. Los ingenieros de seguridad ven los accidentes como el resultado de una secuencia de actos o sucesos que tienen consecuencias no deseadas como son por ejemplo: las lesiones personales, los daños materiales o la interrupción del trabajo.

Modelos causales de los accidentes laborales

La Psicología de la Seguridad (Hoyos, 1992) sostiene los axiomas implícitos de que los accidentes tienen causas, de que estas son sistematizables en modelos, y de que la comprensión de su impacto puede contribuir a generar estrategias de intervención que alteren las cadenas causales, reduciendo o impidiendo el riesgo de tales accidentes. Estos supuestos implícitos son compartidos por otras disciplinas relativas al campo de la seguridad; sin embargo, la Psicología de la Seguridad adopta una aproximación desde el punto de vista de los factores psicológicos, psicosociales y organizacionales que le es característica.

Bajo estos supuestos se ha desarrollado un gran número de investigaciones orientadas a factores específicos y a causas puntuales que afectan a alguna zona del proceso causal, y un número de modelos comprensivos que intentan estructurar grupos seleccionados de estos factores en esquemas racionales integradores y explicativos. Los modelos se diferencian por elecciones en el nivel de análisis, por el foco de variables a explicar, y por las variables seleccionadas como explicadoras, entre otros factores.

Smith y Beringer, 1987 (citados por Meliá, 1998) han señalado que los modelos generados pueden clasificarse en dos grandes clases: modelos secuenciales, que ponen el énfasis en la cadena de sucesos que afectándose llevan al accidente, y modelos explicativos, de naturaleza analítica, que tratan de enfocar y seleccionar los factores ambientales y de tarea que dan lugar a esas secuencias de eventos. Aunque los límites entre ambas aproximaciones a la creación de modelos, que podríamos denominar brevemente aproximación secuencial y aproximación estructural, pueden ser difusos, la clasificación ofrece un punto de partida para ordenar las aportaciones realizadas.

Los modelos secuenciales son algo más escasos que los estructurales, quizás debido a que la descripción de los pasos que conducen al accidente puede implicar un nivel de especificidad mayor que tratar de identificar factores generales que afectan a la accidentabilidad. Entre los modelos secuenciales se destacan modelos de estado del sistema como los de McDonald (1972), Smillie y Ayoub (1976) y Kjellén (1984), y modelos de procesamiento cognitivo, como los de Hale y Hale (1970), Surry (1969), Rasmussen (1981), Ramsey (1987), Leather (1987) y Hale y Glendon (1987) (todos citados por Meliá, 1998). En general, estos modelos tratan de describir la interacción hombre máquina que, considerando componentes situacionales y de factor humano, conduce a los accidentes.

El modelo de Ramsey, por ejemplo, puede considerase un modelo cognitivo y un ejemplo de los modelos secuenciales. Ramsey trata de expresar qué sucede cuando una persona se enfrenta a una situación de riesgo mediante cuatro etapas: percepción del riesgo, cognición del riesgo, toma de decisiones para su evitación y capacidad de evitación. Cada etapa actúa sobre la siguiente y, en conjunto, la presencia del accidente es el resultado de una combinación probabilística que el modelo no precisa, pero en la que hay que considerar que aproximadamente por cada accidente con daños físicos hay 30 con daños materiales y 600 sin efectos materiales o humanos, a veces denominados incidentes.

Los modelos de naturaleza estructural son los más frecuentes. En este grupo pueden incluirse los modelos de secuencia de dominó, los de factores situacionales y error humano, los de perspectiva sociológica y los de factores de personalidad. Los modelos de secuencias de dominó parten del modelo clásico de Heinrich, 1931 (véase Meliá, 1998) y se han desarrollado a través de los modelos de Weaver, 1971 y de Adams 1976. (Meliá, 1998).

Estos modelos entienden el accidente como el fruto de una secuencia, simbolizada por la caída en cadena de unas fichas de domino, donde cada ficha representa un factor o un conjunto de factores. En general, han puesto el acento en el factor humano y en el orden secuencial en que actúan los grupos de factores. Por ejemplo, el de Weaver considera la estructura de la dirección, los errores de operación que tienen lugar en el ámbito de la dirección y la supervisión, los errores tácticos, que se refieren a los actos y condiciones inseguras que se producen a nivel de los trabajadores debido a errores de operación, el accidente o incidente y la lesión o daño resultante.

Los modelos de factores situacionales y de error humano de Petersen (1984) y de Dejoy (1986; 1990) (Véase en Meliá, 1998) tratan de mantener un equilibrio entre estos dos grupos de factores. El modelo de Petersen considera aspectos de la persona, de la tarea y del ambiente de modo que el accidente es el resultado de una combinación de error humano y fallo del sistema.

Debe considerarse que no todos estos modelos tratan de explicar propiamente la accidentabilidad. Dejoy, por ejemplo, propuso un modelo con orientación conductual enfocado al diagnóstico de la conducta de auto-protección. El modelo pretende considerar las estrategias de intervención (que cifra en tres grupos: estrategias directivas, de cambio organizacional y estrategias no directivas), los factores diagnósticos (también tres: factores de predisposición, factores facilitadores y factores reforzadores) y las causas próximas (clasificadas en dos grupos: conductuales y no conductuales).

Posteriormente Dejoy (1990), (Citado en Meliá, 1998), propuso otro modelo orientado a explicar los factores humanos implicados en la causación de los accidentes laborales. El modelo muestra que los accidentes, con daños humanos o con pérdidas materiales, suceden en situaciones potencialmente generadoras de esos daños, y que, a su vez, esas situaciones son fruto del error humano. El error ocupa un papel central que frecuentemente se ha identificado operativamente con los accidentes y lo que lleva a su vez a la necesidad de establecer cuáles son las causas del error humano.

Este nuevo modelo de Dejoy establece tres grandes categorías de factores causales del error: la comunicación persona-máquina, el ambiente, y la toma de decisiones. Cada una de estas categorías se descompone a su vez en categorías menores que expresan dimensiones puntuales que deben considerarse como potencialmente inductoras de errores. Actuando sobre esas categorías de modo general el modelo plantea tres tipos de estrategias de control: la ingeniería, la auto-protección y la dirección organizacional.

El modelo de perspectiva sociológica de Dwyer y Raftery (1991), (citados en Meliá, 1998), enfoca la cuestión a un nivel distinto. Considera las relaciones sociales en el foco central de explicación de los accidentes, reduciendo el papel de las variables individuales que han sido acentuadas por otros modelos como algunos de secuencias de dominó y de procesamiento cognitivo.

Por último, el modelo de Hansen (1989), (Véase en Meliá, 1998), es un modelo estructural que trata de explicar los accidentes básicamente desde aspectos de la personalidad y características individuales. Se trata de un modelo post hoc, elaborado a partir de una selección intencionada de ítems y datos antiguos del proceso de selección de los sujetos de una empresa. Este modelo renuncia a considerar tanto los aspectos sociales como los aspectos de condiciones inseguras que consideran prácticamente todos los modelos.

Sin embargo, el modelo de Hansen tiene interés porque ha sido expresamente sometido a contraste empírico utilizando modelos causales. Buena parte de estos modelos ha prestado atención a la acción de la empresa sobre la seguridad, generalmente atribuible a decisiones de la alta dirección. Este concepto ha sido recogido de diversos modos bajo la denominación de clima de seguridad en sucesivas conceptualizaciones que le otorgan un lugar central como factor social que define el marco en el que se produce la accidentabilidad. Se supone que el clima de seguridad afecta al riesgo de tener accidentes. Debe decirse se supone porque sorprendentemente no se ha desarrollado investigación que sistemáticamente contraste esta hipótesis.

Goldberg, Dar-el y Rubin, (1991) (Citados por Meliá, 1998), también han desarrollado y contrastado un modelo causal que considera variables relacionadas con el clima organizacional de seguridad (apoyo del supervisor, apoyo de la dirección y apoyo de los compañeros) y variables psicológicas (ansiedad, fatalismo), junto a un indicador de riesgo percibido. Sin embargo, este modelo no trata de explicar la accidentabilidad sino la disponibilidad a participar en programas de mejoras de la seguridad.

Enfoques psicológicos de la Reducción de Accidentes

Muchinsky (1994) analiza tres enfoques para lograr un mejor ajuste entre el trabajador y el puesto de trabajo. El primero se basa en las diferencias individuales e implica la selección de las personas que posean las características que se creen necesarias o deseables para las demandas específicas del trabajo. Este es el enfoque de la selección de personal. El segundo enfoque es el de la formación de personal. El tercer enfoque consiste en la modificación del puesto de trabajo para que se adapte mejor a las capacidades y características del personal. Esta es la Psicología de la ingeniería o el enfoque del diseño del trabajo. Estos tres enfoques se utilizan para reducir los accidentes laborales, un área cuyo principal interés es la creación de un ambiente de trabajo seguro. Puesto que del 50 al 80% de los accidentes son atribuibles a errores humanos (Spettelly Liebert, 1986, citados por Muchinsky, 1994), resulta más razonable analizar los accidentes desde la perspectiva humana.

A continuación nos referiremos brevemente al Enfoque de la selección de personal que consiste en la búsqueda de las diferencias individuales que predigan los accidentes. Este paradigma ha seguido dos vías: la predicción de grupo y la predicción individual. La predicción de grupo (también conocida como predicción actuarial) ha tenido un éxito notable en el pronóstico de accidentes. Es la base sobre la que trabajan las compañías de seguros y calculan la probabilidad de sufrir accidentes en función de variables tales como: sexo, edad, estado civil.

Estas categorías demográficamente constituidas abarcan a millones de personas y se trata de agrupamientos bastante burdos.

La segunda vía de aproximación de la selección de personal a los accidentes es la predicción individual. En este caso las predicciones se hacen en función de la probabilidad de sufrir accidentes que tienen ciertas personas. Este es el enfoque al que más le gustaría contribuir la Psicología Organizacional. Desafortunadamente, los resultados de la predicción individual no son tan positivos, como lo son los de la predicción grupal. Hay unas pocas variables que parecen predecir los accidentes, pero muchas de ellas solo tienen una relación escasa y la mayoría no están relacionadas con los accidentes. Por ejemplo, son muchos los estudios que han analizado las diferencias en la habilidad de percepción (capacidad para percibir una figura u objeto colocado sobre un fondo confuso) en relación con los accidentes. Los que eran mejores descubriendo la figura escondida tenían menos accidentes.

La investigación sobre el valor de los test de personalidad para predecir accidentes, no han obtenido todo el éxito esperado, aunque se han realizado aportes. Por ejemplo: Hansen (1989), (Citado por Muchinsky, 1998), desarrolló algunas escalas de personalidad MMPI, evaluando el nivel de distractibilidad que correlacionaba con accidentes en una muestra de trabajadores químicos.

Hila kivi y colaboradores (1989) (Citados por Spector, 2002) examinaron la validez de un test de personalidad para seleccionar a los conductores del ejército finlandés. Los factores de personalidad como la impulsividad, las ganas de aventura, la ingenuidad y el exceso de confianza correlacionaban con accidentes de vehículos de motor.

De acuerdo con el enfoque de la selección de personal, las variables predictivas de los accidentes podrían usarse para contratar a las personas que ocupen puestos con un alto riesgo de accidente.

Por grandes que sean los perfeccionamientos introducidos en las condiciones de trabajo, los resultados obtenidos en la producción de accidentes serán incompletos si se omite del estudio al factor humano, si no se realiza una labor consecuente de adaptación del hombre a las condiciones de trabajo que se establezcan. Este factor, es indudablemente más complejo, las soluciones propias de él son más difíciles que las aplicables a la técnica o al ambiente.

Podemos, en este sentido, partir del reconocimiento de la existencia de diferencias individuales en los sujetos que nos permiten hablar de una mayor o menor propensión a los accidentes en ellos. Podríamos distinguir la propensión (posibilidad) de accidentes en general en el hombre y la propensión (predisposición) a los accidentes en un individuo determinado. La detección de esas diferencias es la base de la selección profesional utilizada a veces con el fin de prevenir accidentes.

Como ha quedado demostrado la prevención de accidentes ha sido una de las mayores preocupaciones de las organizaciones debido a los costos tanto organizacionales como humanos. Para prevenir los accidentes se necesita entender sus causas y la mejor forma de eliminarlas.

La evaluación de los incidentes en la prevención de accidentes de trabajo

(Cassola Jiménez- Blanco Sanabria, 2006)

Cuba cuenta con disímiles alternativas para prevenir accidentes. En los meses de vacaciones en que nuestros niños transitan por las calles de las ciudades, las autoridades responsables establecieron todo un programa responsable de prevención de accidentes en la vía, que incluía a choferes y peatones. Los medios de comunicación sirvieron de apoyo a través de programas educativos, con la divulgación de consejos y sugerencias a todos los implicados para mantener una disciplina adecuada. Se intensificó, a su vez, la vigilancia en las calles con la aplicación de las normas correspondientes en caso de imprudencias. Esta estrategia forma parte de la estrategia del estado de salvaguardar la vida de las familias cubanas, que en ocasiones, han sufrido por la pérdida de algunos de sus integrantes.

Asimismo, en los centros de trabajo han sido creadas las medidas necesarias para que los trabajadores se sientan seguros. Los medios de protección y la detección de riesgos laborales son aspectos de los más importantes, sin dejar atrás los jurídicos y la capacitación de los jefes y directivos, que unificados conforman un todo en la prevención de accidentes.

En los últimos cinco años, nuestro país ha logrado una disminución de accidentes mortales, concentrándose el 70 % de los fallecidos en actividades de la industria azucarera y básica, la agricultura y los órganos locales del Poder Popular y la construcción. Igualmente, en la vía pública ocurre la cuarta parte de los accidentes de trabajo como promedio en un año, lo que corresponde al 23 % del total de fallecidos.

La OTI estima que se pierde el cuatro por ciento del producto interno bruto mundial, debido a los accidentes y enfermedades profesionales. Se conoce, además, que unas 35000 personas mueren por esta razón en sectores como la agricultura (que emplea a la mitad de los trabajadores del mundo), la minería, la construcción y la pesca.

Esto demuestra que las cifras no son nada reconfortantes, porque si bien detrás de cada una hay nombres y apellidos, en el caso nuestro toda la acción efectiva y preventiva, fue poca.

Si se analizan algunas de las causas, que condujeron a sucesos de esta índole, se comprueban elementos como los siguientes: escasa integración de la seguridad y salud del trabajo a la gestión empresarial; insuficientes supervisión, control y exigencia de lo legislado por parte de los responsables; falta de continuidad y calidad en la preparación de los trabajadores, jefes directos y dirigentes en materia de higiene y protección del trabajo; y programas de prevención que no se relacionan con las acciones y tareas planteadas.

En entrevistas realizadas a los trabajadores, los criterios apuntan hacia hechos similares que habían sucedido con anterioridad al accidente de trabajo, y que no fueron tomados en cuenta, a pesar de ser comunicados, por no producir lesiones o paralización de procesos productivos.

De ahí, la necesidad de solucionar estas situaciones a través de averiguaciones adecuadas, pues por regla general suelen ser alrededor del 80% de los acontecimientos anormales, relacionados con la seguridad y salud en el trabajo. De igual forma, es imprescindible una labor encaminada a la orientación e implementación de la Resolución 19/2003 del MTSS, que establece la obligatoriedad del análisis e información de los accidentes de trabajo en todas las entidades, acorde a los principios y procedimientos instaurados, con el objetivo de obtener datos uniformes y suficientes que permitan diseñar estrategias de prevención específicas, y evaluar su comportamiento a nivel nacional e internacional.

No es preciso esperar a que ocurra un acontecimiento trágico para dar respuesta a un problema que se pudo evitar. La gestión de las empresas debe estar marcada por el deseo de mejorar las condiciones de trabajo, tanto desde el punto de vista técnico como humano, pues en el empeño de eliminar desperfectos y percances en colectivo, se está cuidando y alargando la vida útil de nuestros compañeros y de los recursos que se poseen.

Identificación y evaluación de riesgos

(Torrens Álvarez, 2006)

La Seguridad y Salud en el Trabajo en la entidad, tiene como punto de partida el análisis tanto de los factores potenciales de riesgo, como de los accidentes de trabajo, enfermedades profesionales, incendios, averías y otros incidentes ocurridos, con vistas a establecer las medidas preventivas que resulten oportunas.

La evaluación de riesgo no es un fin en sí misma, sino un medio para alcanzar un objetivo: tomar medidas preventivas y de vigilancia para evitar la ocurrencia de accidentes y enfermedades profesionales con los consecuentes daños a la salud de los trabajadores y a las instalaciones. El control de riesgos garantiza el ahorro de costos sociales y económicos tanto al país como a la propia empresa.

Resulta vital que la empresa identifique y evalúe los riesgos existentes, incluyendo los problemas relativos a la gestión de la seguridad que pueden estar incidiendo.

La identificación y evaluación de riesgos es un proceso mediante el cual se identifican los factores de riesgos y a partir de esto se procede a su evaluación puede ser cualitativa o cuantitativa, en correspondencia con las características del riesgo, es decir, a partir de los resultados de mediciones o por vía de estimación.

¿Por qué se deben identificar y evaluar los riesgos?

(Prieto Fernández, 2004)

Porque este es el punto de partida de Seguridad y Salud en el Trabajo para el análisis tanto de los factores potenciales de riesgos, como de los accidentes de trabajo, enfermedades profesionales, incendios, averías y otros incidentes ocurridos, con vistas a establecer las medidas preventivas que resulten oportunas.

Resulta vital que la entidad identifique y evalúe los riesgos existentes, incluyendo los problemas relativos a la Gestión de la Seguridad que pueden estar incidiendo. Esta podrá realizarse de manera cualitativa y cuantitativa mediante:

  • Referencia a valores establecidos en normas o reglamentaciones (niveles de ruido, de concentración de sustancias nocivas, otros).

  • Referencia a requisitos establecidos en la documentación normativa y reglamentaria (requisitos para el almacenamiento de combustibles, distancias mínimas de seguridad en máquinas, otros)

  • Aplicación de listas de chequeo, confeccionadas considerando los posibles riesgos o requisitos de seguridad, u otros métodos de análisis.

La participación de los trabajadores, tanto de forma directa como a través de su organización sindical, resulta vital en la identificación de riesgos y la propuesta de soluciones, toda vez que son quienes tienen la vivencia más directa sobre los factores de riesgo presentes, el ambiente de trabajo y otras condiciones materiales y organizativas y pueden aportar criterios y soluciones de gran valor.

Su consulta y participación contribuye además a lograr las actitudes positivas y en general el compromiso que demanda la organización.

La identificación, evaluación y control de los factores de riesgo es una tarea sistemática, la cual debe actualizarse en los casos siguientes:

  • Cuando se realicen nuevas inversiones o remodelaciones (modificaciones en los equipos, materias primas, procesos tecnológicos, otros)

  • Antes de la incorporación de trabajadores con necesidades especiales

  • Cuando se observen pérdidas en las acciones de control implantadas

  • Cuando la vigilancia médica y ambiental detecte deterioros en los niveles de salud de los trabajadores y el ambiente laboral

  • Cuando se implanten nuevas normativas o legislaciones

  • Cuando se efectúen cambios en las condiciones de trabajo, que originen o puedan originar, nuevos factores de riesgo

  • Cuando los resultados de las inspecciones realizadas en las entidades laborales lo indiquen.

¿Qué debemos entender por riesgos?

(Prieto Fernández, 2004)

La búsqueda de una definición de riesgo se torna compleja, muchos la hacen desde una perspectiva científica o técnica, omitiendo las percepciones individuales, que están influidas por la cultura, la experiencia y otros factores.

Partes: 1, 2
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