Integración de la verdad absoluta a otras "verdades" en el proceso de aprendizaje (página 2)
Enviado por Arnoldo Rinc�n Castillo
La fe modelada en la vida de un padre o un maestro puede contribuir a fomentar la fe en el individuo. Esto puede ser un camino a tener una experiencia personal, intima con Dios. Cuando se observa la biblioteca natural, se trata de palpar con la vivencia, el estudiante puede empezar a despertar su interés por tener mayor fe, confianza en su Creador, "la fe puede comenzar con una relación o una experiencia espiritual. El orden no es importante"[5]. Pero si juega un papel importante las dimensiones de la fe en el salón de clase. No se puede pasar por alto que la integración de esa fe en los aprendizajes, es un proceso resultante en la dinámica enseñanza–aprendizaje.
¿QUÉ ES APRENDIZAJE?
Definir aprendizaje no ha sido tarea fácil, ya que se considera como una de las funciones mentales más importantes en los seres humanos. Grosso modo es considerado como la adquisición de conocimiento a partir de una información suministrada. Este es a su vez un proceso inherente al ser humano que es determinado por diversos factores biológicos, fisiológicos, culturales, entre otros. Por supuesto que este fenómeno ha sido abordado por diversos estudiosos (Piaget, Vigotsky, entre otros) a través de los tiempos quienes han planteado sus teorías. El aprendizaje viene a ser el resultado del hecho de la enseñanza. La caracterización de la enseñanza, según Palmer[6](1983) es vista como la creación de "un espacio en el que la obediencia a la verdad se practica "(p.69) para ser más instructivo. No se puede infundir la obediencia a la verdad usando medios de coacción dictatoriales, esta obediencia debe ser negociada y acordada dentro de un marco de equidad y conciencia. En consecuencia todo espacio para el aprendizaje, debe caracterizarse por ser abierto, con límites y parámetros bien definidos, y con ambientes apropiados. Los maestros al fundamentarse en una perspectiva de integración de su fe en la enseñanza pueden eliminar con la verdad absoluta las barreras e incongruencias que estén obstaculizando el sublime acto del aprendizaje cristiano y a su vez podrán realizar acciones que tiendan a motivar a los estudiantes, donde cada uno de ellos perciban la importancia de ver todas las cosas a través de la verdad de Dios. Este estilo de enseñanza que promueve el verdadero y asertivo aprendizaje en el campo de la educación cristiana debe ser parte de la filosofía escolar y a su vez estar sustentando en la cosmovisión institucional. Cuando el aprendizaje es abierto, reflexivo, y con carácter democrático, participativo, social, los estudiantes y maestros experimentan, viven un sentido de libertad, motivación, y con expectativas permanentes las cuales se ven saciadas permitiéndoles continuar en el liderazgo de enseñanza/aprendizaje.
En el argot de la educación cristiana bien se pudiera definir el aprendizaje como la facultad que da Dios al hombre para que comprenda su existencia, la razón de su vivir, y pueda retornar al sitial del que fue sacado a causa del pecado original en el paraíso edénico. Para esto es necesario que el maestro cristiano eche mano de la integración.
¿PARA QUÉ ABORDAMOS LA INTEGRACIÓN DE LA FE Y EL APRENDIZAJE?
Lionel Matthews, en su artículo[7]considera que existen maneras o razones para abordar la integración de la fe y el aprendizaje en diversas situaciones del hecho educacional:
La integración de la fe y el aprendizaje, como institución constructora a través de la transmisión de valores y la facilitación de compromisos de fe.
La integración de la fe y el aprendizaje, como la deconstrucción de constructos dicotómicos.
La integración de la fe y el aprendizaje como la integración del saber y el hacer.
Otros autores hacen consideraciones que llaman a la reflexión a los educadores cristianos a revisar su práctica escolar, Declaró Oona Stannard, director del CES: "Las escuelas de la fe ayudan a la juventud en muchas maneras, menos a conocer más sobre religión y su lugar en sus vidas"[8].
Dentro de este marco de ideas se puede apreciar la relevancia del por qué se hace necesario la integración como hecho que permite construir esquemas axiológicos, dilucidar dudas sobre cuestiones fundamentales para la vida cristiana y a su vez fusionar las verdades relativas del hombre a la verdad absoluta para aclarar y dar un conocimiento firme, real, y preciso útil para la vida en un marco de la intelectualidad y la espiritualidad. Cuando el maestro capta la esencia de tales efectos de la integración, puede de inmediato poner en acción una práctica educativa asertiva dado su compromiso de fe en aras de servir al colectivo de aprendizaje, vale decir, en primer plano a sus estudiantes y comunidad circundante en general.
¿QUÉ ES INTEGRACIÓN EN EL AULA?
Asistir a las actividades religiosas no sólo proporciona una expresión de la fe, sino que también contribuyen al desarrollo de la fe[9]Muchos educadores cristianos han centrado su integración de la fe en el aprendizaje realizando únicamente actividades parceladas en sus espacios escolares creyendo que es la mejor manera. Una simple, pero a lo mejor necesaria, actividad cultual antes, entre o después de la clase no es garantía de que se está llevando un verdadero proceso interaccional que sea útil y apropiado para la vida de los estudiantes, que en un momento determinado dejarán dichas instituciones educativas cristianas.
Es preciso tener en consideración que el ser humano tiene la disposición de aprender realmente sólo aquello a lo que le encuentra sentido o lógica para su diario vivir. El maestro cristiano en el aula debe tener siempre presente que está educando para la vida, esto hay que enfatizarlo en los objetivos educacionales. El ser humano tiende a rechazar aquello que no tiene sentido para su vida, para satisfacer sus necesidades diarias. Evidentemente que esta reflexión debe llevar al docente cristiano a revisar su praxis en el aula y cuestionarse con sentido de reflexión profunda: ¿Qué es integración en el aula? ¿Qué debo integrar en el aula? ¿Cuál será el fundamento de esa integración? ¿Por qué debo apuntar esa integración para la vida? entre otras interrogantes, las cuales le permitirán abordar con mayor conciencia ministerial su trabajo escolar desde la práctica diaria en el aula.
Palmer, citado por Lionel Matthews, en su artículo dimensiones de la fe y el aprendizaje, una perspectiva sociológica, presenta algunas características que deben operar y ser manifiestas en el trabajo de aula, y que sirven de guía para determinar en alguna manera la existencia de una integración de la fe y el aprendizaje en su mínimo irreducible. Veamos:
Los maestros cristianos enseñan mucho más de lo que esperan de ellos, es decir, tratan de llevar a sus estudiantes a la roca de la Verdad, no se permiten generar sólo aprendizajes repetitivos, memorísticos, puramente mecánicos. "Con este fin el respeto al individuo como agente moral libre es fundamental, y requiere la adopción de estrategias de enseñanza que fortalezca la autonomía de los estudiantes y elimine la posibilidad de que él / ella se conviertan en un mero reflector de los pensamientos de otros hombres" (White 1903, P. 12).[10]
Hay respeto mutuo entre maestros y estudiantes, el aprendizaje generado en la dinámica del aula bajo una verdadera y apropiada integración permite aprendizajes significativos en un ambiente relacional, espiritual, intelectual y por ende interactivo. El sentido lo da la relación del nuevo conocimiento con conocimientos anteriores, con situaciones cotidianas, con la propia experiencia del estudiante y el docente, con situaciones reales que sirven de modelo para imitar o no. Este clima de respeto mutuo y compartido lo aporta la llave del éxito que refiere Jesús para las distintas áreas de la vida, el amor, que impregna toda la atmósfera y la hace agradable y saludable para el sublime acto de enseñanza-aprendizaje en el aula.
Los docentes son sensibles a las peculiaridades individuales incluyendo los estilos de aprendizaje y adopta las medidas apropiadas para satisfacer cada necesidad. El docente cristiano requiere por consiguiente, saber que cada estudiante es una individualidad como ser homo-social, espiritual; "incluso términos como la espiritualidad, los valores cristianos, el carácter y la fe pueden entenderse de una manera diferente de un estudiante a otro"[11].
Los maestros demuestran amor, cuidado, y actitudes no punitivas hacia los estudiantes. Suelen ser más amigos que catedráticos o poseedores exclusivos del conocimiento, permitiendo de esta manera que el estudiante logre visualizar que la única fuente de Verdad Absoluta es La Palabra de Dios y la gran biblioteca natural que da testimonio de esa verdad ineludible. Cuando ambos, perciben esta realidad a través de la integración de la fe en el aprendizaje, dan la gloria al merecedor de toda honra y alabanza; nadie le quita la gloria al Creador, todos dan gracias por develar, transferir esas grandes verdades al intelecto del hombre. Aun las verdades que parecen relativas cuando son integradas y focalizadas desde la óptica de la verdad Absoluta forman parte de la Gran Verdad.
Se caracterizan por ser más colaboradores que competitivos. Es decir, el maestro cristiano asume en su integración de la fe en el acto de enseñar el rol de servidor, ministrador de la multiforme gracia de Dios, quien le ha permitido conocer y tener acceso al conocimiento incluso científico para contemplar la grandeza del Creador. Acá está en juego una educación cristiana que apunta al acto ministerial en esencia. Por esta razón Pablo advierte que quien sabe algo, haga como quien no sabe nada.
Crean un entorno lo suficientemente flexible para permitir la creatividad, por la que tienen suficiente estructura para generar un sentido de seguridad. Dado que todo ser humano es imagen y semejanza de Dios, ese elemento de la creatividad opera aun en éste a pesar de su condición de caído. Cuando el estudiante comprende que Dios es creativo y ve en sí como ser hecho a imagen de este único y Todopoderoso Ser, valora su condición humana y se identifica con mayor plenitud como un hijo de Dios. Esta flexibilidad que en los ambientes seculares se la auto-atribuyen a las personas como simples seres intelectuales, en la educación cristiana cambia su ángulo de focalización y apunta al que hizo los cielos y la tierra, con la variante, que el estudiante que ha entendido la integración de su fe cree y considera que es un don de Dios.
Los maestros son pacientes, reflexivos, benignos, y aceptan a los demás. Esto es de suma importancia, pues se crea un ambiente especial para la interacción entre los estudiantes. Jesús es el modelo de tales cualidades de maestro, aceptó a los de su tiempo como eran, no los criticó sino que les mostró lo que deberían ser. Su benignidad y su amor permanente hizo que tan sólo con sus hechos y acciones todos reaccionaran, unos para aceptarle sus preciosas enseñanzas, y para ruina de otros, las rechazaron; pero lo cierto fue que su enfoque educacional de integración de su fe en su gran aula de la vida generó impacto total, tan fuerte, que aun en nuestros tiempos postmodernos sigue afectando a la humanidad. Cuando el maestro muestra este modelo en la práctica en su integración de la fe, se pueden tener estudiantes con deseos de ser estudiantes cooperadores, respetuosos, cuidadosos, y perdonadores.
LA INTEGRACIÓN COMO ENFOQUE IMPORTANTE EN EL DESARROLLO ESCOLAR
Para nadie es un secreto que todo estudiante frente al acto de aprender demuestra cierto miedo o temor. Su posición frente al mundo secular e incluso frente a la educación cristiana se ve afectada de manera negativa o positiva respectivamente, no obstante, en el contexto cristiano pareciera que se va a ser objeto de medición y eso le atemoriza, "hay a veces una supuesta tensión o incluso conflictos entre el aprendizaje y la fe[12]
Precisando, para muchos maestros, haciendo referencia a los cristianos, creen que la fe y el aprendizaje son incompatibles, que no existe relación, ya que han apuntado la fe hacia un extremo como elemento netamente cultual, y el aprendizaje lo han direccionado al plano del conocimiento técnico-científico; y si tienen que abordar aspectos de la Biblia y/o teológicos prefieren hacerlo de manera paralela. Este fenómeno de abordamiento podría llamarse "bifurcación de verdades".[13] Cuando el maestro considera que tal integración no es necesaria, pertinente o no tiene relevancia, de hecho está estimulando al estudiante a distanciarse de su esencia como individuo cristiano, le está afectando el desarrollo de su cosmovisión cristiana, está castrando en cierta medida su derecho de desarrollar una perspectiva visionaria holística del mundo, del universo, del contexto, bajo la óptica cristiana. Esta postura del docente cristiano bloquea, crea un muro de resistencia al estudiante que le impide entrar con mayores profundidades en su fe, en sus creencias, y por ende afecta el aprendizaje como ser social, espiritual, que anda en búsqueda de una mayor percepción del mundo a través de la óptica del Creador.
Si hay solución, si hay respuesta para que los estudiantes amen y persigan desde sus ambientes y espacios de aprendizaje la verdad, y descarten o deslastren de sus vidas internas ese temor de aprendizaje integrado a la fe, situación que va a permitirles con mayor éxito reforzar y extender su fe. Los estudiantes deben entender que la verdad absoluta sólo pertenece a Dios, pero que hay otras "verdades" que están bombardeando diariamente, y que como varones y mujeres de Dios es vital que las tales sean abordadas desde una perspectiva cristiana a la luz de la Verdad de Dios. Diariamente se está librando la gran batalla, necesario es debatir, luchar, pelear la batalla espiritual frente al mundo postmoderno, que ataca desde el campo intelectual, filosófico, científico, social, cultural, y que por ende, se requiere de individuos cristianos bien formados e informados, con principios y estructuras axiológicas cónsonas con la Verdad de Dios. Pedro lo recomienda ".estén siempre preparados para responder a todo el que les pida razón."[14], vale decir, que no haya sorpresa en cada estudiante cristiano cuando tenga que hablar, debatir o defender su creencia frente a cualquier hecho científico, social, y que amerite respuesta articulada a la Verdad, Ejemplo, el origen de la vida.
Los estudiantes deben estar conscientes de que su mente, alma y corazón, como estructura de su mundo interior, pueden ser los mejores aliados para fortalecer la integración de la fe en sus aprendizajes, generando mayor riqueza espiritual e intelectual. Sin duda, esa integración eficaz promueve, fortalece y da valía al capital intelectual ya que éste se sustentaría sobre la roca de la verdad absoluta, la Palabra de Dios.
El maestro cristiano debe comprender la importancia de esa integración. Su tarea debe apuntar a promover el uso de la razón y el intelecto en tal proceso educacional en el campo de la educación cristiana. La integración de la fe y el aprendizaje en la práctica educativa es una herramienta poderosa contra la lucha filosófica del mundo postmoderno; H. White lo llama "El Gran Conflicto".
De hecho, cuando el maestro logra incorporar una verdadera integración de la fe y el aprendizaje en su faena escolar, puede de manera transparente y vivencial analizar los contextos culturales, sociales, políticos, científicos, artísticos, antropológicos, entre otros, a la luz de la Verdad, en vez de limitarse sólo a puntos de vista de otros que pueden estar errados, desfasados, tergiversados, o simplemente bifurcados.
"La integración de la fe cristiana en el aprendizaje está más centrada en lo secular que en la Palabra, se ajusta a un mundo secular más que en la transformación a la mente de Cristo (Romanos. 12:2)"[15], De acá se desprende una máxima, el maestro cristiano debe enseñar cada tema desde una perspectiva cristiana, generar acciones que promuevan en el estudiante significado espiritual, que toquen las fibras de su espíritu pero que despierten las neuronas del intelecto, de la razón, y puedan de esta manera tener aplicación para la vida, "necesitamos una verdadera educación cristiana para la vida y para la eternidad"[16]. Evidentemente que cuando el maestro cristiano asume este enfoque de la integración de la fe y el aprendizaje los estudiantes y él, llevan todo pensamiento a los pies de Cristo, es decir, a la luz de las sagradas Escrituras.
La integración, por lo tanto, debe ser más que una mezcla de dos factores. La fe y el aprendizaje deben cumplir y fusionarse en una dinámica de unión, la fe residente en el corazón articulada a los aprendizajes que se generan en la razón. De lo antes señalado, la integración es, por tanto, una necesidad latente en la práctica educacional a cualquier nivel o modalidad, ya que es la formación de la mente cristiana. Razón cierta en la palabras del Supremo, "mis pensamientos no son vuestros pensamientos" y Jesús nos reta nuevamente a tener su mente. La Palabra de Dios debe impregnar la mente de los educadores cristianos que se mueven en el arsenal del conocimiento secular, de modo tal, que prevalezca la Verdad de Dios sobre lo relativo del hombre.
El hombre sin el conocimiento de la Verdad de Dios puede percibir a través del desarrollo tecnológico grandes verdades como hecho científico, pero jamás en su condición de hombre de ciencia, podrá reconocer la existencia indefectible de Dios; mientras que un maestro cristiano, adosado con y por la Palabra, guiado por el Espíritu de Dios, no sólo reconoce el hecho científico como en efecto lo es, sino que es más trascendental su visión, ya que "reconoce la obra de Dios y su amor expresado ricamente en cada faceta de la naturaleza"[17]. El maestro cristiano si puede apreciar la relevancia de la comunicación de Dios con el hombre a través de la naturaleza, glorifica a su Creador, y esto se logra a través de una integración apropiada de la fe y el aprendizaje en el aula.
De lo antes expuesto, se percibe de manera explícita, que la integración de la fe y el aprendizaje en el hecho educacional juega un papel de suma importancia, para lograrlo, es necesario un poder por encima y más allá del aspecto puramente técnico- científico. El poder se encuentra en una vibrante relación de fe con la Palabra Viva. Esto se sustenta en el ejemplo que Cristo nos deja, su modelo educacional estuvo centrado en esa integración, Cristo tuvo conocimiento de la gran biblioteca del mundo natural. Estudió las obras de Su Creación y encontró en ésta la experiencia espiritual. Estas enseñanzas obtenidas de las páginas de la naturaleza más tarde le sirvieron como el contenido y la ilustración cuando Él enseñó a otros, a menudo en un entorno rural. El Conocimiento extraído de la naturaleza debe unirse con la verdad que Dios ha revelado en Su Palabra Escrita. Hechos y fórmulas son unidas con la vida de fe. Esta necesaria integración como proceso vitalizador, y fomentador de una verdadera educación cristiana, se logra a través de un enfoque integrador. De este manera, y siguiendo el modelo de Jesús, tanto docentes como estudiantes deben estar abiertos al cambio, a la integración desde una óptica real y apropiada, todos "pueden unir, articular, lo natural y lo espiritual"[18].
FUNDAMENTOS BIBLICOS PARA INTEGRAR LA FE Y EL APRENDIZAJE EN EL AULA
La Palabra de Dios.
2da de Timoteo 316-17, plantea la razón de las Escrituras Sagradas, vemos en estas develaciones el propósito de Dios para con el hombre, Él quiere que cada ser humano logre restaurarse y alcanzar su estado inicial antes de la caída a causa del pecado en Edén. Cuando el hombre pretende ambular por los caminos de la vida, aun poseyendo gran cúmulo de información y formación secular a cualquier nivel del conocimiento, sin el conocimiento pleno de Dios, pareciera que esa misma información y formación acumulada en su intelecto y estructura social le conlleva a negar la existencia del Ser Supremo. Sobre la base de este modesto planteamiento, se resume que no importa cuán conocimiento existe en el hombre, lo relevante es que dicho conocimiento cual fuere su escala, debe estar articulado a la Verdad Absoluta, y esto sólo se puede lograr cuando existen bases sólidas y bien fundamentadas en la Roca Divina. Tal sustentación parte desde las aulas que han logrado integrar de manera apropiada la fe y el aprendizaje en la práctica.
Un maestro cristiano, en cualquier nivel de la estructura institucional, una institución con dicho perfil, debe apuntar a tener en su filosofía y su cosmovisión bien precisadas las bases bíblicas e incluso teológicas para la integración de sus creencias en el proceso de enseñanza-aprendizaje. "Es a través de las Escrituras que el hombre puede entender y comprender la naturaleza en su significado real y verdadero y no de otra manera.El mundo natural no es suficiente como una revelación de Dios, ni puede ser entendido por sí mismo sin la revelación especial de Dios"[19]. Si bien es cierto que el salmista David declara que los cielos y la tierra cuentan, dan testimonio de la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos, dando a entender su poder y grandeza como Dios único y Todopoderoso, esto no es suficiente para comprender todo lo que Dios quiere develar a esa obra de sus manos, el hombre; es necesario incluso, que tan sólo para conocer este texto debe acceder a las sagradas Escrituras. En este sentido, las bases teológicas y bíblicas para el concepto de integración deben comenzar con la comprensión adecuada del proceso de revelación e inspiración.
El hombre puede buscar el conocimiento y verdades relativas que puede descubrir en el universo, en su mundo a través de la ciencia, la tecnología, pero nunca hallará la verdad absoluta, o por lo menos no la entenderá hasta que tenga contacto con la verdad escritural, pues requiere especial revelación de Dios para entender el verdadero significado de las cosas (Romanos 1:18-23). Por este motivo, necesario es satisfacer la necesidad de comprender a Dios a través de la revelación especial, Su Palabra.
Resulta evidente que existen dos fuentes para el logro del conocimiento, una a través de la revelación general en la naturaleza y lo demás a través de la revelación especial en el acto sobrenatural de Dios, esta última dada para que el hombre puede conocer su origen, su voluntad, sus mandamientos y su destino final. Conocemos de Dios, sabemos de él con mayor profundidad, tan sólo lo que nos permite a través de su revelación por la Palabra. "Dios se revela de una manera sobrenatural a fin de que sus siervos puedan saber cosas que en su propia capacidad sería imposible de entender (1era Tesalonicenses 2:13)"[20]. Él se nos ha develado como la Verdad Absoluta, y es ésta la que debemos tratar de integrar como elemento de fe en los aprendizajes que se promocionan desde la práctica escolar en el aula, y en cualquier entorno que implique aprendizajes significativos para la vida del estudiante.
La determinación de las bases bíblicas e incluso teológicas para una apropiada integración de la fe y el aprendizaje en la práctica escolar, requiere en primer lugar, concienciarse de que existe una gran necesidad de identidad en las instituciones educativas. Esta debilidad se convierte en fortaleza cuando todo el espectro de ideas y acciones se puedan centrar en la filosofía cristiana y los valores institucionales. Además, al existir un genuino proceso integracionista, éste debe estar relacionado con la misión eclesiástica en cierta medida, ya que la educación no está aislada de este hecho, sino plenamente integrada en ella como un medio de edificación y conservación. Pablo advierte a Timoteo que todo lo que Dios ha provisto, ministerios, dones, talentos, han sido dados para edificación de su cuerpo. Por lo tanto, se requiere algo que ayude a conectar la iglesia y las instituciones educativas. Ese algo que conecta, une, articula, y da vida, no es otra cosa que la sublime Palabra de Dios. Finalmente, un ente educativo cristiano dispone de un paradigma universal fundamentado en las Escrituras el cual es implementado a través de las diferentes culturas y situaciones. Vale decir, un paradigma universal que pueda ser contextualizado en el espacio y en el tiempo sin que se rompa su estructura y esencia original, es decir la Verdad Absoluta.
El Hombre.
Los profesores en sus aulas están para promover la restauración del hombre caído. Esta es la razón por la que la integración es tan vital para el sistema educativo cristiano, e incluso para los maestros cristianos que desarrollan su práctica escolar en ambientes seculares. El maestro en su desarrollo como consejero, como ministro servidor de la Verdad Absoluta, no debe desaprovechar esta gran oportunidad de aplicar la integración de su fe en los aprendizajes que promueve en dichos contextos, ya que de esta manera estaría contribuyendo, coadyuvando a la restauración que plantea Jesús y ganaría almas para la gloria de Dios, lo cual le harían un maestro sabio. Los maestros cristianos se ocupan no sólo de la manera en que pueden integrar la materia, los contenidos o determinados tópicos, sino también la forma en que pueden convertirse en vehículos o instrumentos, de manera que nuestro Señor puede comenzar el proceso de restauración de sus estudiantes.
Es importante señalar que, a pesar de la imperfección humana y su imperfecto y limitado lenguaje, Dios ha utilizado a los hombres (maestros cristianos) para transmitir la verdad de acuerdo a Su perfecta voluntad. Este encuentro dinámico como proceso de transmisión de la información entre Dios y el hombre a través de Su Palabra pone de manifiesto la integración en el proceso educacional que lleva el maestro cristiano en el aula. Dios ha sido el autor, sus siervos los actores e instrumentos.
"El proceso de la revelación requiere que el maestro cristiano ejerza la integración de forma más dinámica, que acerque a sus estudiantes a la fuente de todo conocimiento y sabiduría"[21]. Por lo tanto, la Verdad Absoluta como fuente primaria es el conocimiento que proviene de Dios y que debe ser dado a la humanidad, y es precisamente en este momento coyuntural que el maestro cristiano juega un papel de suma valía. Por ejemplo, cuando los docentes y estudiantes cristianos enfoquen la naturaleza y las ciencias, es importante y necesario que las vean como algo realmente de Dios a través de la luz de la revelación especial. Tal acto de integración conllevará al estudiante a tener una visión real de la ciencia y la naturaleza, percibiéndole un verdadero significado para su vida.
No se puede olvidar dentro de este marco de ideas que el hombre es un ser social como se acotó anteriormente. Desde esta perspectiva, el hombre fue creado en y para la sociedad. "Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó" (Génesis 1:27)[22]. Hay que tomar en cuenta este acto creacional, fueron ambos creados de acuerdo a Su imagen lo que indica el principio de la relación inherente en la vida social. Los maestros cristianos deben reconocer la necesidad de la interacción social y, al mismo tiempo, entender que esta imagen no es completa si no hay una interacción moral social entre el hombre y la mujer. Esa moralidad debe estar complementada de la verdad absoluta, adosada en todas las esferas del ser humano para que pueda fusionarse a la verdadera imagen de su Creador. La integración de la fe juega un papel primordial y hace de este ser homo-social elemento y factor determinante para sentar las bases bíblicas y teológicas en dicho proceso integracional. En este sentido, "los docentes deben fomentar el desarrollo de la capacidad de razonar, la creatividad y la individualidad para honrar y glorificar a Dios"[23].
La sabiduría.
La sabiduría tiene un génesis y es el temor a Dios. No se pude hablar de sabiduría en términos bíblicos teológicos si no está inmerso el elemento "temor de Dios", razón tiene Santiago al afirmar que la sabiduría que proviene de lo alto marca la diferencia con respecto a la sabiduría que se conoce como humana. En este texto se puede observar el debate permanente entre la verdad absoluta y las verdades relativas, entre lo que edifica en la Roca y lo que edifica en la arena, podría decirse que se visualiza lo que llama Helen White como el gran conflicto o la gran Controversia. No se está minimizando o degradando la el valor del conocimiento científico, social, antropológico, entre otros, como ciencia humana dada y permitida por Dios mismo, sino la necesidad de que ese conocimiento de la ciencia sea tamizado a través de la Verdad de Dios para que el estudiante pueda dar gloria a su creador y no robarle la honra a quien en verdad se la merece. Cuando el hombre de ciencia apoyado en su capacidad intelectual, que ha sido dada de Dios, no toma en consideración que tal conocimiento o descubrimiento es un acto develado por Dios, niega de inmediato a Dios. Caso contrario, cuando un estudiante ha sido formado e informado con bases sólidas sobre la integración de la fe en su aprendizaje ciertamente glorifica y da la honra y gloria a Dios, pues logra percibir y dar fe de que existe una verdad absoluta a la cual el hombre como imagen de Dios debe tomar en cuenta.
Cuando el docente cristiano echa mano del proceso vital de integrar la fe y el aprendizaje, debe hacerlo con plena conciencia de las necesidades de sus estudiantes como seres que están en desarrollo y crecimiento en las diversas esferas de su vida. El estudiante necesita no sólo comprender o conocer verdades, también es necesario que desarrolle la sabiduría que se manifiesta por el Señor y por Su revelación en su gloriosa Palabra Escrita, la Biblia. Es Dios quien "da sabiduría a los sabios" (Daniel 2:21). "Porque el Señor da la sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y el entendimiento, la comprensión, la inteligencia" (Proverbios 2:6). Pablo afirma que en Dios ". se escondieron todos los tesoros de la sabiduría y el conocimiento" (Colosenses 2:3). Ante esta realidad, los maestros cristianos y sus estudiantes no pueden dejar a un lado esta fuente inagotable de sabiduría y conocimiento pleno.
Jesús es el modelo pleno de la sabiduría como base para integrar la fe y el aprendizaje en la práctica escolar en el aula o fuera de esta. La persona que tiene la sabiduría se comporta de espíritu humilde como el Gran Maestro (Proverbios 11:2, 13:10; Jeremías 9:23), muestra a través de su corazón sabio su estilo de vida con hechos coherentes a su discurso en el aula (Proverbios 10:1, 13:1). Como mencionó Jesús que las obras son el reflejo de la sabiduría. El desarrollo de la vida de Jesús muestra que la sabiduría puede madurar con la edad, ya que Él crecía en estatura y aumentaba en sabiduría. (Lucas 2:52). La integración de la fe y el aprendizaje permiten este desarrollo integral del estudiante cristiano capacitándole para enfrentar las diversas facetas que le pueda presentar la vida.
Educamos desde la perspectiva cristiana en aras de que los estudiantes que pasan por nuestras aulas alcancen la plena y suprema felicidad. Existen muchas técnicas y estrategias seculares para que el hombre trate de saborear la felicidad, pero en resumidas cuentas por no tener el aliciente divino se convierten en meros "paños de agua tibia", pues son soluciones efímeras y circunstanciales perecederas. No obstante, cuando se aborda la felicidad del individuo desde una perspectiva bíblica, de inmediato el maestro debe articular, integrar la fe y el aprendizaje con la verdad absoluta, de manera tal que ese ingrediente moral, espiritual, ético esté presente y pueda dar sazón a la verdadera felicidad. Hallar la sabiduría es motivo de bienaventuranza, alegría, bendición de Dios; en consecuencia es el maestro cristiano el llamado a mostrar el camino a esa suprema felicidad, y la manera de inducirlo es a través de la integración.
De lo antes señalado como bases bíblicas para integrar la fe y el aprendizaje es de resaltar que un maestro cristiano con la sabiduría de Dios, ubicado en su contexto como ser social, y fundamentado en la Verdad Absoluta, la Palabra de Dios, tiene un amplio terreno avanzado para lograr los objetivos terminales en la vida de sus educandos, prepararlos para la vida con mente, espíritu, alma y cuerpo de cristianos, de manera tal, que al partir a la eternidad puedan llevar garantía de que disfrutarán un encuentro con su Creador.
OTROS ELEMENTOS INHERENTES A LA INTEGRACIÓN DE LA FE EN EL APRENDIZAJE
Desde la perspectiva más general, como educadores es necesario tomar conciencia de que el proceso educativo cristiano, conlleva la puesta en práctica de premisas teórico-pedagógicas, las cuales se hacen evidentes cuando se está abordando cualquier hecho educativo en determinado contexto. Es imposible comunicar los conceptos bíblicos teológicos (educación cristiana) vinculados a la fe sin que estos sean mediatizados por presupuestos educativos que asumimos en forma consciente o intuitiva. De la manera cómo se ha sido instruido, así se enseña o de la forma cómo se ha creído que se debe hacer, así se hace. En cierta manera de la forma en que se ha programado su intelecto de tal forma se actuará. De lo antes señalado surge un reto para el maestro cristiano, y es el de abordar con sumo cuidado y conciencia el acto educacional, ya que más allá de transmitir información bíblica está intrínseco el hecho de que sus estudiantes a la postre actuarán sobre la base de lo enseñado, instruido o transferido durante los años de formación escolar desde las aulas. El maestro cristiano debe percatarse que las propuestas pedagógicas no son siempre buenas o malas; por lo tanto, necesariamente necesitan ser evaluadas y medidas a la luz de las Sagradas Escrituras, vale decir, contrastarlas con la Verdad Absoluta. En todo caso, como ministros del Evangelio que son los maestros cristianos que han asumido el reto de integrar su fe y el aprendizaje en su práctica diaria y permanente desde el aula, necesitan cumplir la tarea de reconocer las diferentes propuestas educativas y establecer los filtros correspondientes al aplicarlas en dichos ministerios. Esos filtros se convierten en los cedazos minuciosos, cuya fuente del mismo es la Palabra de Dios; a mayor Palabra o conocimiento de la Verdad trabajará mejor el filtro ante las verdades relativas del hombre. No es tarea fácil abordar la educación cristiana, en estos tiempos postmodernos y en un mundo bombardeado por la globalización, sin una apropiada plataforma de la Verdad que permita una integración operativa y eficaz.
En medio de tanta diversidad de teorías educativas, estilos de enseñanza, modelos de aprendizaje, entre otras cuestiones inherentes a la educación como hecho del mundo secular, la educación cristiana necesita descubrir, diseñar, redimensionar sus propios caminos acordes con su naturaleza y propósito para lograr la verdadera integración que apunte a fortalecer la formación de nuestros estudiantes para enfrentar el gran monstruo del secularismo que trata de aniquilarlos y llevarlos a negar la fe. En ese sentido, la Escritura es la fuente que nos permite entender lo distintivo de la educación cristiana. Por ello, el maestro cristiano debe buscar proveerse a sí mismo y al estudiante de los criterios básicos y determinantes que les permitan desarrollar sus ministerios de servicio en concordancia con la Palabra de Dios y en diálogo con las propuestas educativas seculares. No es cuestión de montar una subcultura educativa, es abordar la educación con tanta normalidad como el mismo acto, pero con bases sólidas que permitan estar muy por encima de cualquier propuesta del mundo humanista y laico.
Al elemento secular que presenta la educación en su currículo como hecho meramente social, el maestro cristiano debe anexar la fe, la creencia como factor determinante de los aprendizajes. Por consiguiente, este es el primer punto para la integración, es decir, presentar a Dios como un Dios personal y misericordioso que se preocupa por la humanidad. Cuando el proceso de integración se presenta, este es el primer elemento que debe incluirse; que Dios existe. Además, cada vez que el maestro cristiano integra la fe y el aprendizaje con la idea de un Dios personal, existente, vivo, el estudiante puede percibir a ese maestro como un instrumento en las manos del Señor. De acá se puede deducir que el maestro es un agente integrador.
EL MAESTRO COMO AGENTE INTEGRADOR
La integración es necesaria pues el hombre ha sido creado a imagen de Dios como el resultado del acto único de la Creación Divina. "Todo sistema educativo cristiano debe basar y centrar su cosmovisión en Dios. La filosofía de la educación sienta las bases con fines específicos de una determinada denominación"[24] que se apoya fielmente en los parámetros de la Verdad Absoluta. La educación cristiana tiene como objetivo, entre otros, buscar su máximo ideal mediante el desarrollo de toda persona, de manera que ésta fomente una sana relación con el Supremo y único Dios. "Con este fin, la casa, la iglesia, y la escuela deben trabajar conjuntamente para proporcionar un ambiente donde los estudiantes pueden elegir la toma de una relación seria con el Redentor del mundo. (Stepanske, 1992)"[25], pero el maestro cristiano debe desarrollar con mayor ímpetu su ministerio desde el aula, y sólo a través de la integración de la fe puede promover y desarrollar el aprendizaje significativo, con bases firmes y adecuadas para el desarrollo de la vida del estudiante de manera pertinente a un modelo axiológico y estilo de vida cristiana.
El maestro cristiano, debe considerar que no basta simplemente tratar o abordar temas bíblicos de manera parcelada durante el desarrollo de sus clases. "Las relaciones esporádicas entre la materia y las cuestiones espirituales no son suficientes para llegar a la deseada integración"[26]. Es de importancia considerar los temas, las materias y los tópicos a tratar en aula, ya que muchos maestros pueden caer en la pseudo-integración por considerar que dichos temas abordados están estrechamente ligados a la Palabra. Es de notar que cuando la fe cristiana está relacionada de alguna manera a las ideas centrales o secundarias en las disciplinas académicas, pero que de alguna forma carece de una relación integral, el resultado es una integración errada. Wolfe asegura que "la integración es el proceso por el cual dos visiones muy diferentes a menudo están relacionados en una manera interesante e informativo sobre la base de uno o varios presupuestos compartidos "(p. 5)[27].
El maestro como agente integrador de la verdad absoluta, de la fe, de la creencia, durante el proceso de enseñanza-aprendizaje experimentado por el estudiante, juega papel de gran importancia. Pablo habla de vasos e instrumentos para honra. Sin duda cada maestro cristiano debe plantearse su filosofía y principios rectores para la integración de su fe en el acto de enseñar. No debe dejarse influenciar o por lo menos debe ser más cuidadoso al abordarla. Sire (1988) introduce una cosmovisión diferente. Él señala que "los profesores deben estar conscientes de que nunca podrán salir de una posición filosófica. Sí no están educando desde una perspectiva cristiana lo están haciendo lógicamente desde una óptica secular. Reconózcalo o no es imposible permanecer religiosamente neutral"[28] En este orden de ideas el maestro realmente si debe educar e integrar su fe desde una óptica cristiana fundamentado en la Verdad Absoluta, necesitan una comprensión profunda del tema de la materia y de las filosofías para ser capaces de hacer interrelaciones entre éstas y la Verdad Absoluta sin alterar esta última. Sin duda alguna, no existe educación cristiana apropiada si el maestro no ha comprendido la importancia de la integración de la fe y el aprendizaje en su práctica escolar partiendo desde el aula.
¿QUÉ CARACTERIZA LA INTEGRACIÓN TOTAL?
Al referirse a la integración de la fe cristiana en el acto del aprendizaje bajo un contexto bíblico, la pretensión final es hacer énfasis en la Verdad de Dios, por consiguiente esa integración debe centrarse:
Centrarse en la verdad: Los maestros y los estudiantes examinan de manera conjunta los presupuestos de las presentaciones de libros, textos, material didáctico y bibliográfico de clase, y las ideologías prevalecientes, para confrontarlos frente a los principios bíblicos (verdad absoluta) para ver si encajan en la perspectiva cristiana y pueden ser aceptados, caso contrario, adaptarlos a través de la integración.
La verdad es universal: La verdad incluye todos los temas e impregna todas las disciplinas. El maestro cristiano no puede ocultar o vivir a espaldas de la verdad de Dios, porque la verdad absoluta impregna todas las reflexiones y actividades que el profesor desarrolla dentro y fuera del aula, pues tiene la mente de Cristo. Esta verdad no lo exime de conocer y manejar las verdades relativas y adaptarlas al contexto de la Verdad Absoluta.
La verdad como unidad: Toda verdad es Verdad de Dios. No hay dicotomía entre lo sacro y lo secular. Esta máxima debe ser bien interpretada por el maestro cristiano en la integración, ya que al visualizar igualdad de verdades puede errar al considerar de poca importancia el trabajo integrador de su fe. Hay que precisar que tal dicotomía no existe sólo cuando se da una integración de alto nivel.
La Biblia como factor determinante de la verdad: Se ha incorporado al currículo cristiano la Biblia como un factor que determina una visión unificadora de la verdad. El propósito de cualquier actividad educativa planificada y desarrollada por el maestro cristiano tiende a generar aprendizajes que conlleven a sus estudiantes a pensar como cristianos sobre temas de la ciencia, el arte, la tecnología, la ética, la bioética y la sociedad humana en general. Si bien es cierto que Dios tiene una visión unificada y global de la realidad dado su omnipotencia, omnisciencia y presciencia, los seres humanos no, estos son limitados. De allí pues, que la Palabra de Dios juega un papel determinante para tal integración de la fe en el hecho educacional. Dado que esta palabra es espíritu y es vida, y fuente de toda verdad, la integración debe tomar lugar en la mente y en la vida de los estudiantes.
LA INTEGRACIÓN DE LA FE EN EL APRENDIZAJE, Y EL PAPEL DE LA IGLESIA EN EL DESARROLLO DEL ESTUDIANTE CRISTIANO
La educación cristiana es una dimensión vital de la misión de Dios que tiene como objetivo instruir a la comunidad de fe para el servicio del Reino. Esta máxima o declaración fundamental establece un vínculo estrecho e imperativo entre el quehacer educativo y la vida de la iglesia como comunidad cristiana. Se observa que no puede existir un distanciamiento total entre escuela-iglesia, si bien es cierto que la educación cristiana no puede enfocarse únicamente a aspectos cultuales o litúrgicos, es una realidad que tampoco puede distanciarse de manera total. Lo importante y consistente en cuanto a la acción docente consiste en que se deben tomar esos aspectos que influyen en la vida del estudiante y a través del acto de la enseñanza en el proceso de aprender, que éste logre internalizar su valor real para la vida. Dios está no sólo en la capilla o espacios de adoración, el cristiano no sólo lo es en tales lugares, es un hecho inherente a la vida misma en cualquier ambiente el ser hijo de Dios y asumir tal actitud. El conocimiento, las artes, la literatura, la física, las ciencias naturales, entre otras. Las matemáticas, tienen inherencia y relación a la vida cristiana eclesiástica. Dios ha sido el gran diseñador, eso toma implícito la matemática, el arte, las ciencias naturales, en fin, es parte de esa realidad; y cuando el estudiante logra asimilar tal realidad a causa de la integración apropiada de la fe en sus aprendizajes, puede tener un mayor radio de visibilidad en su cosmovisión, aumentan los grados de calidad en sus lentes para percibir la verdad absoluta de Dios. La iglesia juega papel importantísimo en el quehacer educativo, pues sirve de plataforma para generar motivación desde su espacio en padres, comunidad docente y estudiantes de abordar desde sus aulas la creencia de la verdad absoluta. En la iglesia también se puede apreciar a la luz de las Escrituras Sagradas cuáles son esos fundamentos bíblicos que coadyuvan a mejorar la calidad educativa en el aula. Conocer esos fundamentos bíblicos y teológicos permite sustentar una educación cristiana de mejor calidad para la vida de los estudiantes. En conclusión no se puede subestimar el rol eclesiástico y los aportes que de manera bien consensuada y planificada pueden dar grandes resultados en pro de la educación de los niños, niñas, jóvenes e incluso adultos.
EL CURRICULO QUE INTEGRA FE Y APRENDIZAJE Y SUS RESPONSABLES DE APLICACIÓN
En el marco de la realidad contextual en algunos países latinos, la integración de la fe y el aprendizaje no tiene acertividad, o por lo menos van caminando bien lejos de lo que implica una verdadera y genuina integración de la verdad de Dios en el currículo de tales instituciones educativas. Muchos se han quedado en simples frases que les identifican como colegios o planteles cristianos, o simplemente su razón social y su objeto describe que la actividad es de carácter cristiano-religioso.
Previa realidad, es de resaltar que en las mismas no se cuenta con planes y programas (currículo) que incluyan la integración. No existe declaración bien articulada entre su filosofía, los objetivos, las metas institucionales, marcos axiológicos, entre otros, pues han sido opacadas por las verdades relativas de los currículos oficiales.
Ante las realidades subyacentes, los maestros cristianos están llamados a despertar y a accionar. Es tiempo de hacer frente al conflicto de ideas o guerra ideológica que pretende Satanás presentar al mundo del cristianismo tratando de vejar, opacar o minimizar la Verdad absoluta. Es el momento de que cada institución cristiana se detenga, revise su praxis desde el aula, desde sus espacios para el aprendizaje, y determine diseñar su propio currículo con sentido de pertinencia y ajustado a la filosofía cristiana. No es un trabajo individualizado, es tiempo de generar estrategias colectivas que permitan la integración de todos los actores y autores del proceso educacional. "En este proceso de diseño e implementación de un plan de estudios integrador es fundamental que los maestros trabajen en equipo.[29]"
En consecuencia, la autora Korniejczuk, en su artículo "El profesor como agente de la integración de la fe y el aprendizaje"[30] considera la creación y aplicación de los planes de estudio de integración como responsabilidad no sólo de los maestros cristianos, sino también de los administradores de la educación y del sistema educativo como órgano rector de las políticas educativas cristianas. Por lo tanto, las siguientes sugerencias están relacionadas con tres grupos:
Docentes: Un plan de estudios de integración puede implicar una reconstrucción del conocimiento cristiano, cosa que no es nada fácil. Se requiere mucho trabajo para el maestro, así como un corazón humilde y la obra del Espíritu Santo. Para cumplir esta tarea, el maestro debe ser capaz de integrar todo el programa junto, y dar a todos y cada uno de los temas de la clase un marco general, para alcanzar los objetivos bajo la perspectiva cristiana. Debe hacer el mejor uso posible del tiempo.
Administradores educativos: Los administradores o directores de planteles cristianos deben seleccionar maestros como modelos eficientes para los estudiantes, quienes proveerán, proporcionarán una perspectiva cristiana de los conocimientos. Los rectores también deben ofrecer el servicio de capacitación a los maestros que no están bien familiarizados con el pensamiento cristiano, y por ende ellos deben estar claros del verdadero proceso de integración. Sugiere la autora de modo muy apropiado que las Universidades que ofrecen formación docente en el área de la educación cristiana o teológica deben ofrecer un curso de integración de la fe y el aprendizaje para capacitar a los maestros en cómo desarrollar una perspectiva cristiana sobre los temas y tópicos de sus materias. Las escuelas y colegios cristianos deben incorporar las cuestiones filosóficas en el currículo de acuerdo a cada nivel y contextualizarla en el marco de la Verdad Absoluta.
El sistema educativo: La Iglesia como un sistema de apoyo es el vigilante, el atalaya, el observador crítico constructivo y objetivo de la educación cristiana ofrecida en sus instituciones. Los líderes de la Iglesia, por lo tanto, tienen también inherencia en el diseño del plan educativo, y deben proporcionar las oportunidades y los recursos necesarios para el desarrollo continuo de un plan de estudios cristiano.
ESTRATEGIAS INSTRUCCIONALES PARA LA INTEGRACIÓN DE LA FE Y EL APRENDIZAJE
Uno de los componentes más resaltantes en el hecho de la integración de la fe y el aprendizaje en la práctica escolar dentro del aula, y en otros espacios de enseñanza-aprendizaje, es la manera de cómo abordar dicha integración, qué estrategias son las más pertinentes. Existen varias propuestas, orientaciones, investigaciones realizadas por algunos estudiosos, todas en cierta medida válidas como verdades relativas experimentadas y viables en determinados contextos y situaciones, pero nunca de carácter universal. Por esta razón, las mejores estrategias para la integración plena de la fe en el hecho educacional son presentadas en el modelo de Jesús como el Supremo maestro. Dios en Su manifestación en carne, a través del mismo evangelístico como hecho educacional, promovió estrategias que permitieron integrar esa nueva fe en un mundo opacado por la filosofía y la religiosidad de un sistema político religioso pagano. "¿Cuál fue la estrategia usada por Jesús en la Evangelización? Al hacer esto, nos ha dirigido hacia los inmutables y simples (aunque profundos) principios bíblicos, los cuales deben ser la base de cualquier esfuerzo."[31] educacional.
A pesar de los aparentes medios de comunicación existentes en los tiempos de Jesús, le pareció pertinente usar su propia metodología para integrar esa nueva fe, esa motivadora y transformadora creencia en un Dios de Gracia y Misericordia para con el hombre pecador y rebelde a los principios y preceptos divinos establecidos desde el principio de la humanidad. Él uso de parábolas, entre otras estrategias. "Aunque las parábolas de Jesús pueden parecer similares a cuentos, fábulas, mitos y alegorías, y tener sin duda algo en común con estas, tienen sus propias particularidades que las hacen de alguna manera, únicas."[32] No podemos creer que existen otras estrategias mayores a las de Jesús en el sentido de que las que Él usó llevaban implícitas la Verdad Absoluta, esto les hace indefectiblemente únicas en su época. Hoy día, articulando e integrando la ciencia de la pedagogía, la didáctica, entre otras, y colocando el aditivo de la Verdad de Dios, éstas pueden ser de gran utilidad y generar óptimos resultados en el proceso integrador de la fe cristiana en los estudiantes a cualquier nivel del sistema educativo, y aun en diversos sistemas educacionales del mundo secular. En este sentido, para concluir, la base de la integración de la fe y el aprendizaje radica en asumir toda verdad relativa existente en cualquier área del conocimiento humano para pasarla por la Verdad Absoluta, de tal modo, que el estudiante aprenda para la vida y pueda tener una cosmovisión de su entorno adaptándolo a una verdadera filosofía de vida con principios cristianos en su mente, en su praxis diaria como ser social, bio-psico-social y espiritual.
Sí parábolas fueron una herramienta adecuada para Jesús, también pueden ser una herramienta útil para los educadores de este tiempo.[33]
BIBLIOGRAFIA
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2. Korniejczuk, Raquel B. de. The teacher as agent in integrating faith and learning: The process of deliberate teacher implementation. Institute for Christian Teaching. Silver Spring, USA.
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4. Stephen Guptill. Fostering and Assessing Faith Development in the Adventist Classroom. Institute for Christian Teaching Education Department of Seventh-day Adventists. Silver Spring, USA.
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10. _______________.Versión Biblia de Jerusalén. Edición pastoral. Desclée De Brouwer. Bilbao. 1984.
11. Robert. E. Coleman. El Plan maestro de la Evangelización. Editorial Unilit. Miami, Fl. 1998.
12. Badenas Roberto. Teaching through Parables: Following Jesus. Institute for Christian Teaching. Silver spring USA.
Autor:
Arnoldo Rincón Castillo
Flacsan Spiritual University
Programa de doctorado
Doctor of Christian Education
Estudios Libres
El Piñal, Venezuela, 31 de enero de 2009
[1] Korniejczuk, Raquel B. de. The teacher as agent in integrating faith and learning: The process of deliberate teacher implementation. Institute for Christian Teaching. Silver Spring, USA. P. 240
[2] http://sutter.networkofcare.org/contentFiles/Folleto%2089.pdf. P.1
[3] Idem Ant.
[4] Stephen Guptill. Fostering and Assessing Faith Development in the Adventist Classroom. Institute for Christian Teaching Education Department of Seventh-day Adventists. Silver Spring, USA. P. 210
[5] Idem Ant. P.121
[6] Idem Ant. P. 183
[7] Dimensions of the integration of faith and learning: A sociological perspective. Dimensiones de la Integración de la fe y el Aprendizaje. Una perspectiva Sociológica. P.181
[8] Flynn John. Faith in the Classroom. Revista Zenit. -2008-11-16: http://www.zenit.org/article-24271?l=english.
[9] Stephen Guptill. Fostering and Assessing Faith Development in the Adventist Classroom. Institute for Christian Teaching Education Department of Seventh-day Adventists. Silver Spring, USA. P. 124
[10] Citado por Matthews Lionel. Dimensions of the integration of faith and learning: A sociological perspective. Institute for Christian Teaching. Silver Spring MD. USA. P. 183
[11] Stephen Guptill. Fostering and Assessing Faith Development in the Adventist Classroom. Institute for Christian Teaching Education Department of Seventh-day Adventists. Silver Spring, USA. P. 123
[12] Robert Harris, The integration of Faith and Learning, 2004. P. v.
[13] Es pertinente aclarar en este informe monográfico que la verdad de Dios es Absoluta, toda verdad es verdad de Dios, pero no se puede obviar las verdades relativas inherentes al hombre; sólo en esa integración de la fe y el aprendizaje en la práctica escolar se hace necesario articularlas a la Verdad Divina como fuente inagotable e ineludible, que permite ciertas "verdades" que derivan del hecho científico, social, cultural, entre otros, pero que en esencia es Dios quien en su voluntad permisiva así lo tolera.
[14] 1era Pedro 3:15. Versión Dios Llega al Hombre Hoy, 2da Edición. Sociedad Bíblica de Colombia, 1966. P.390
[15] Taylor V. John W, God, Nature and Learning, An Integrational Approach, Institute For Christian Teaching, Silver Spring, 1988. p.260
[16] Idem ant. P. 261
[17] Idem ant. P.263
[18] Idem ant. P. 268
[19] Luis Miguel Luna. The Biblical and Theological Foundations for the Concepts of the Integration of Faith and Learning. Institute For Christian Teaching. Silver spring USA. P. 174
[20] Idem ant. P. 185
[21] Idem ant.
[22] Versión Biblia de Jerusalén. Edición pastoral. Desclée De Brouwer. Bilbao. 1984
[23] Luis Miguel Luna. The Biblical and Theological Foundations for the Concepts of the Integration of Faith and Learning. Institute For Christian Teaching. Silver spring USA. P. 182
[24] Korniejczuk, Raquel B. de. The teacher as agent in integrating faith and learning: The process of deliberate teacher implementation. Institute for Christian Teaching. Silver Spring, USA. P. 240
[25] Idem Ant.
[26] Idem Ant.
[27] Citado por Korniejczuk, Raquel B. de. The teacher as agent in integrating faith and learning: The process of deliberate teacher implementation. Institute for Christian Teaching. Silver Spring, USA. P. 241
[28] Idem ant. P. 248
[29] Korniejczuk, Raquel B. de. The teacher as agent in integrating faith and learning: The process of deliberate teacher implementation. Institute for Christian Teaching. Silver Spring, USA. P. 252.
[30] Título original: The Teacher as Agent in Integrating Faith and Learning: The Process of Deliberate Teacher Implementation By Raquel Bouvet de Korniejczuk River Plate University Entre Rios, Argentina
[31] Robert. E. Coleman. El Plan maestro de la Evangelización. Editorial Unilit. Miami, Fl. 1998. P. 15
[32] Badenas Roberto. Teaching through Parables: Following Jesus. Institute for Christian Teaching. P. 24
[33] Idem ant. P. 35
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