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Significado de la historia

Enviado por martin soria


Partes: 1, 2, 3, 4, 5

  1. Historia de la reconciliación
  2. Logros y fracasos
  3. Las generaciones

ENSAYO SOBRE EL SIGNIFICADO DE LA HISTORIA

Profundo estudio de las razones y consecuencias del actuar humano en sus respectivos momentos de responsabilidad

El ser humano ha de cumplir la responsabilidad de su función humana completamente solo. Pero, ¿Qué es lo primero que debe de hacer? ¿Cómo empezar? ¿Qué es eso de -ser humano- y qué es ser maduro o realizado? Para hallar estas respuestas es necesario descubrir y evaluar constantemente las razones que nos distinguen del resto de las especies. Una vez se haya hecho ese descubrimiento, será necesario trabajar incesante y con el compromiso de determinarse en la tarea de realizarse.

Incluso estando hambrientos y soñolientos deberíamos indagar en el reconocimiento de nuestra verdadera identidad humana. Encontrar esa razón, sería el mayor de los descubrimientos. Y con ese descubrimiento deberíamos pensar en cómo liberar a la humanidad de la dependencia y adición a los apetitos del instinto.

¿Cuántas veces no se hicieron la pegunta de qué es el hombre, porqué se origina, qué justifica su existencia y para qué es necesario? ¿No se han hecho alguna vez estas preguntas?

Si el hombre es necesario por alguna razón, lo más lógico sería comprenderla para poder cumplirla. ¿Qué es lo que todo hombre desea cumplir? Aparentemente cada hombre pareciera querer cumplir algo diferente al inmediato, pero en esencia, la humanidad entera espera cumplir lo mismo: ser satisfecha y lo que satisface a todo humano es la conquista de los vínculos intrafamiliares.

Si a todo humano le motiva el establecimiento vincular y espera la vinculación con sus afectos, el mayor de los vínculos a ser establecido es el de padres e hijos. Si esa es la esperanza de todo humano, siendo la esperanza de la mayoría ¿por qué no se establece en la inmensa mayoría? ¿Por qué no somos una gran familia felizmente unida? ¿Quién fue el culpable de desconectarnos a unos de los otros? ¿Cómo se originó la desconexión? Si la naturaleza es siempre y para todo únicamente buena. ¿Qué es lo malo y de dónde proviene?

El hombre es responsable de descubrir y reconocer la justicia de la razón de ser, para realizarse en ella responsablemente. Por lo tanto, cada uno, ha de encontrar por sí mismo la causa del mal. ¿Cómo entró el mal en el mundo? ¿Por qué permite la Naturaleza Humana que exista otra naturaleza mala?

Toda la humanidad se hizo estas preguntas durante siglos y siglos, pero nadie se determinó a hallar las respuestas. Nadie fue lo suficientemente valiente para asumir el compromiso de encontrar respuestas a estas grandes interrogantes. Quizás vosotros mismos os habéis hecho alguna vez estas preguntas. La Naturaleza siempre ha deseado dar estas respuestas, pero es responsabilidad del hombre descubrir esta verdad y vencer al mal, para lo cual, se precisa un valiente campeón.

Así que cada uno de nosotros representando a toda la humanidad, tenemos que encontrar las respuestas por nuestro propio esfuerzo. Luchando en medio de terribles tinieblas espirituales.

Cada uno tiene que encontrar las respuestas por sí mismo y luego preguntar a la Naturaleza si son las correctas. De ese modo, se pueden aprender muchas cosas acerca d el hombre y del mundo.

Pero a medida que comprendes más cosas, la sociedad se enfrenta con tus hallazgos y se enfadan muchísimo contigo, porque no comprenden tus descubrimientos. Y cuando les evidencias sus errores, tratan de esconderse de ti, porque tu verdad les priva de los placeres de los instintos de los cuales son adictos, o de las razones de superficie que les facilita ser reconocidos por su ignorancia. Y sientes que se va creando en ellos la actitud de tener que impedirte, o de impedir lo que has descubierto, por miedo a quedar en evidencia sus deficiencias.

En un ambiente en donde -todo es relativo, todo lo relativo es respetado- pero cuando se descubre una verdad absoluta, esa verdad se transforma en enemiga del juicio relativo y de su defensa. Por eso cuesta tanto reeducar al confuso, porque cuando se le informa de algo cierto, solo lo puede considerar dentro de su categoría de ser confuso.

La sociedad miente y engaña diciendo que es normal depender de los instintos y del descontrol, e intentan tentar para que se abandone la responsabilidad y determinación a madurar. Los medios de comunicación nos hacen ver, lo mucho que sufriremos si seguimos adelante con la realización responsable y lo feliz que seremos si simplemente llevamos una vida normal descontrolada e irresponsable. La sociedad es muy inteligente, pero cada uno de nosotros ha de ser aún más inteligente que ella y descubrir los trucos y artimañas del desinformado sobre las norma naturales.

Reconocer los fundamentos naturales de la historia, no ha sido fácil. Es lógico pensar que una persona que dispone del conocimiento de operaciones matemáticas como sumar, restar, multiplicar, dividir, regla de tres, sistemas de interés, raíz cuadrada, cúbica, ecuaciones de primero, segundo y tercer grado, potencias, monomios, binomios, polinomios etc, dispone de más recursos matemáticos frente a problemas relacionados con cantidades, que quien no sabe leer o escribir, eso es fácil de entender. O, que quien no ha salido de su lugar de origen y solo conoce a la gente de su familia cercana, dispone de menos modelos de comportamiento o conductas humanas para evaluar las generalidades de la especie, que quien viaja constantemente por el mundo compartiendo y descubriendo las características de cada escenario.

Lo mismo ocurre con el relato de la historia. Distinta es la postura frente a los hechos y el relato de los mismos, de un historiador que ignora el biotipo de conducta humana, que la del historiador que reconoce la finalidad de la historia y su consecuente realización del biotipo humano natural.

La historia del ser humano, se inicia en el humano original y se termina en el cumplimiento del propósito para el cual este fue creado, el resto, ya no es historia es testamento.

Una vez consumada la fase del cumplimiento del proceso de realización del ser humano, este, ya no hace otra cosa que la de satisfacer al orden de la creación en el cual se inserta y bajo esa perspectiva, ya no hace historia, deja el testamento de su aporte. El Verdadero humano opera en pro del sumo bienestar, del sumo juicio justo y de la plenitud máxima en satisfacción. El humano maduro responde siempre y en todo al cumplimiento de la máxima necesidad válida para Todo. Y, lo que es válido para Todo, no perjudica nunca a nadie. Obrar de esa manera no hace historias, solo cumple con el deber Natural de ser Normado y en ese sentido, aporta, y su aporte, testimonia su contribución.

La historia de la especie humana podemos estudiarla bajo tres puntos de vista:

El punto de vista filosófico, o de las necesidades. (Ideas o ideales)

El punto de vista científico, o de las razones. (Juicios o pensamientos, criterios)

El punto de vista religioso, o de los deberes. (Hechos, o costumbres)

El punto de vista filosófico, o de las necesidades.

Era necesario que ocurriera lo ocurrido. En base a qué norma.

¿Por qué fue necesario que ocurriera lo ocurrido? Toda necesidad responde a un deber.

No era necesario que ocurriera lo ocurrido. Si no fue necesario ¿Por qué ocurrió?

Ocurrió ¿por afecto o por defecto?

El punto de vista científico, o de las razones.

Se justifica que ocurriera lo ocurrido. En base a qué justicia.

¿Qué razones justifican lo ocurrido? Todo juicio responde a una norma que lo legitimiza.

No se justifica que ocurriera lo ocurrido. Si no se justifica ¿Por qué ocurrió?

Ocurrió ¿por ajuste o desajuste con la norma?

El punto de vista religioso, o de los deberes.

Se debía realizar lo ocurrido. En base a qué valor se debe.

¿Por qué se debió realizar lo ocurrido? Todo deber responde a un valor.

No se debió realizar lo ocurrido Si no se debió ¿Por qué ocurrió?

Ocurrió ¿por deber (necesario) o por debido de deberse?

La mayoría de los sucesos ocurridos a lo largo de la historia son producto de una deuda entre la humanidad y las Normas

1-El instinto de protección, o servidor custodio del peligro, que alerta frente a situaciones de alto riesgo, produciéndonos las sensaciones de ansiedad o de angustia frente a las situaciones incómodas. (El miedo es la suma de ansiedad y angustia extrema).

2- El instinto de conservación o sobrevivencia, servidor custodio de la alimentación y descanso, que produce las sensaciones de cansancio o hambre y sed frente a situaciones de escasa nutrición o de exceso de trabajo o ejercicio.

3- El instinto de reproducción, servidor custodio de la permanencia de la especie, mediante la descendencia y que produce sensaciones de atracción copulativa frente al complemento de género.

El humano que controla y domina las sensaciones de ansiedad o angustia frente a situaciones de riesgo; que controla y domina los tiempos de ejercicio y descanso; la nutrición sin excesos ni dependencia frente a los alimentos, y que controla y domina el apetito del instinto reproductor, adquiere la categoría de ser Maduro en el dominio sobre los instintos.

Además el ser humano contiene otra categoría que nos diferencia del resto de las especies naturales, me refiero al control de los extremos emocionales, intelectuales y motivacionales. Pero lo más destacable del ser humano es su capacidad de captar, reconocer y responder a la mayor necesidad que se establece en un determinado momento y lugar.

La Naturaleza Humana está capacitada para sentir, comprender y cumplir deberes. Todo humano saludable está compuesto por una capacidad sensible que le permite captar lo máximo necesario de un momento o lugar. Está compuesto por una capacidad intelectual que le permite descubrir lo máximo válido para todo en un momento o lugar. Y está compuesto por una voluntad que le permite responder libre y voluntariamente al cumplimiento del máximo deber exigido en un momento o lugar. Esta característica de captar lo máximo necesario, valido para Todo y esa voluntad de asumir el compromiso de responder al cumplimiento de esa máxima necesidad valida para Todo, es una característica propiamente humana. Ninguna otra especie se preocupa, reconoce o responde al cumplimiento del ordenamiento del resto de las especies. El ser humano, capta la necesidad de proteger a las especies en extinción, reconoce los desordenes ecológicos y responde al llamado de proteger otras especies. Por lo tanto, el ser humano está compuesto por una capacidad emocional máxima, la satisfacción suprema; por una capacidad intelectual máxima, la justicia suprema y por una capacidad motivacional máxima, el bien supremo.

La capacidad emocional humana natural busca y espera afecto y belleza. La capacidad intelectual busca y espera justicia y verdad. La capacidad motivacional busca y espera cumplir con el deber y bienestar. Si pretenden, lo mismo que pretenden, debieran proponer. Estas tres capacidades tienen un punto de eficiencia y fuera de ese radio, si se extreman, se transforman en deficientes. Por ejemplo, el afecto puede transformarse en dos deficiencias al extremarse: la indiferencia o la sobreprotección. El individuo cuyo afecto carece de atención al otro, carece de entender al otro y de atender al prójimo, se define como personaje indiferente. Y por el contrario, quien atiende en demasía, entiende o se interesa en demasía (controla) o está atento al otro en demasía, lo controla, lo vigila, le priva de libertad, a eso se le llama sobreprotección. Quien cae en cualquiera de esos extremos, carece del dominio de los extremos emocionales y se diagnostica un trastorno de personalidad afectiva en él. La sensibilidad humana se desarrolla ampliando la capacidad de captar las máximas necesidades válidas para todo. Buscar hasta descubrir las máximas necesidades válidas para todo, amplía la sensibilidad del individuo.

La capacidad intelectual humana natural busca y espera lo justo y lo verdadero. Pretende las razones y por lo mismo, debería proponer lo razonable. La condición normal del individuo es la de interesarse por descubrir y reconocer su origen, identidad y propósito natural normal. Pero no todos lo buscan, no todos se interesan en ello, a pesar de interesarse en otras cosas. Conocer otras cosas es interesante, pero quien ignora su integridad es un ignorante de su naturaleza humana (su propia identidad) y desconocerse a si mismo en su autenticidad impide la realización propia del mismo, por muchas otras cosas que conozca. Un pura sangre es admirado por muchos, si existiera un hombre puro, sería el mayor objeto de atracción, atención y de admiración. Los extremos intelectuales se derivan del ignorar la integridad humana, o del arrogar de conocerla sin ser esta la auténtica. La arrogancia y la ignorancia son los dos extremos de la seguridad del juicio justo. Quien cae en cualquiera de estos extremos, carece del domino de los extremos intelectuales y se le diagnostica un trastorno de personalidad cognoscitiva. La inteligencia se desarrolla descubriendo y reconociendo las razones o los juicios constantes e inmanentes. Aquella razón que es inmanente y constante nunca deja de ser justificativa de su razón de ser y por lo tanto es siempre cierta y verdadera.

La capacidad motivacional humana de ser libre de pretender y responder al cumplimiento del deber máximo, valido para Todo, busca y espera motivación y beneficio. Lo normal es que el individuo se motive y determine voluntariamente al cumplimiento del máximo deber necesario. Pero cuando el individuo no se motiva, o no reconoce o espera un beneficio, se deja estar y en repetidas veces no responde al cumplimiento del máximo deber, en ese caso, se le denomina flojo, holgazán o cobarde. Existe el otro extremo, el que se siente responsable por todo y asume que tiene que cumplir, no solo con lo que le atañe a su responsabilidad, sino también, cumple lo que otros deben de cumplir, a lo que se le denomina impositivo. Quien cae en alguno de estos extremos, holgazanería o impositividad, cae en el dominio de los extremos motivacionales y se le diagnostica el trastorno de personalidad en la voluntad (depresivo o hiperactivo). La motivación se desarrolla en el ejercicio de cumplir con el deber. Quien cumple, reconoce razones constantes y capta las máximas necesidades y responde al cumplimiento de su realización es un ser maduro.

Cualquiera de los trastornos expuestos desequilibra la Naturaleza Humana y deshumaniza al individuo que los padece. Por lo tanto, una personalidad normal es aquella que controla y domina los extremos emocionales, intelectuales y motivacionales y al mismo tiempo, controla y domina los instintos de protección, mantenimiento y reproducción.

Ese control y dominio han de ser manifiestos en cada individuo de manera autónoma, es decir por si mismo sin ayuda de nadie. A lo largo de la historia nos hemos acostumbrados a la idea de que la educación suple esa tarea de enseñar el dominio y el dominio no se enseña, se determina en base a una voluntad dirigida en pro de la consecución de un beneficio asumido por la conciencia de cada individuo. Educar es hacer al otro similar en conductas, conocimientos y sensibilidad hasta madurarlo en las capacidades y habilidades del aprendiz. Hacerlo similar no significa suplantar su motivación, obligándolo, o su interés imponiéndolo o su responsabilidad cumpliendo lo que él no cumple. Hacerlo similar significa que las conductas motivadas por su propia iniciativa son iguales a las del maestro, que su criterio satisfecho en el propio interés del individuo reconoce las mismas razones del maestro y que su sensibilidad que por si misma capta las máximas necesidades válidas, se asemeja en dichas necesidades máximas a las del maestro, pero en ningún caso se pueden educar: la responsabilidad, la autonomía o la libertad del individuo. La libertad, no es educable, la autonomía tampoco y mucho menos la responsabilidad. Responsable es quien responde voluntaria e incondicionalmente al cumplimiento de un deber. Si no se responde libre, voluntaria e independientemente al cumplimiento de un deber, no califica responsable. Si no se descubre la razón que justifica

El Ser Humano Natural normado, es decir, maduro, es libre en la elección de alternativas válidas, juicioso en el reconocimiento de lo legítimo y responsable en el cumplimiento del máximo deber necesario que beneficia siempre a Todo. Esa condición humana se perdió en el proceso de maduración del ser original y la historia recrea los escenarios, una y otra vez, para restaurar esa condición natural original.

Se cree, que en el origen de la historia, los miembros de una primera familia se opusieron entre ellos: cónyuges e hijos. Y se establecieron clases en poder: los fuertes y los débiles, señores y esclavos, ricos y pobres, grandes y chicos que al sentirse diferenciados lucharon por su igualdad en valor. Esa lucha de opuestos, no fue originada por la Naturaleza Humana Vincular del amor, porque es la fuerza que une al hombre con su Naturaleza, fue originada al optar libremente por reclamar, acusar y rechazar algo importante que les dolió hasta el extremo de preferir separar a unos de los otros por sobre el unirse unos con otros. Eso que los dolió tanto, debió ser más fuerte que el amor que se tenían, porque fue capaz de desvincularlos en extremo.

El hombre no fue creado diferente a la mujer para que se divorciaran, ni se les concedió sensibilidad para captar lo necesario y responder con lo que no se necesita. Tampoco se les concedió inteligencia para interesarse por las razones y responder con mentiras al interés. Ni se les concedió la capacidad de dominarse a si mismos para debilitarse y ser incapaces de dominar incluso sus propios instintos.

La historia de la lucha de opuestos es el producto de la falta de unidad entre los complementos. La unidad es debida y por eso la historia es la indemnización de una deuda, la deuda vincular intrafamiliar completa, que se debe desde el origen del primer humano.

El origen de la historia es una incógnita hasta el día de hoy. Como no hay nadie que responda a como y cuando sucedió, solo podemos imaginar alguna lógica demostración que nos satisfaga. Existen ideas de todo tipo, ofrecidas por historiadores, científicos, filósofos y religiosos. Lo curioso es que existan credos mitológicos similares en distintas culturas, que parecieran intuir un inicio con ciertas condiciones parecidas. Y lo curioso también es que en la historia se repita un patrón constante que fuerza al hombre a resolver su desgracia.

La idea de un origen ordenado que produce elementos de bondad y que en algún instante produjo aspectos negativos en la especie humana es compartida por varios credos.

También es compartida la idea de la tentación que debió ser superada. Una curiosa tentación que de caer en ella acarreaba males diabólicos extraordinarios, grandes desgracias para la humanidad y para el resto de la creación. Los conocidos trastornos de personalidad.

La tentación puede entenderse superfluamente, como lo haría un adolescente, o en su verdadero juicio, como lo haría un ser maduro. Somos tentados y eso es una realidad. Que se nos tiente a comer un dulce no tiene mucho de trascendente, aparte del aumento de peso, pero que se nos tiente a llevarnos el reloj de Nadal es otro cuento, y si nos tentamos a fornicar con la hija del vecino que es aún menor, la historia frente a nuestra esposa, familia y sociedad se complica mucho. La tentación está siempre presente y no es buena o mala en si misma, pero, caer en una tentación impropia, conlleva siempre una desgracia. Por eso es importante reconocerlas. Las tentaciones adecuadas satisfacen siempre a todo, se ajustan al juicio justo y benefician, por lo mismo son necesarias. Las tentaciones impropias o inapropiadas satisfacen, se ajustan al juicio o benefician solo a uno o a un fragmento, por lo mismo no son necesarias para el bien supremo. Hay tentaciones indiferentes también, que ni suman ni restan al bien común, como las biológicas instintivas de protección y mantenimiento. Por ejemplo comer lo que se debe te mantiene.

La idea de un origen ordenado que en algún instante se desordena producto de ser tentado y deforma la naturaleza humana es compartida por varios credos. Estas ideas, surgen en culturas sin aparente conexión y lo extraño, es que coincidan en el fundamento de algo que era hasta ese momento bueno y que por caer en la tentación, se transforma en catastrófico.

El ser humano intuye en base a particularidades, razona en base a semejanzas, y justifica en el ajuste con la normativa legal. Para poder justificar la historia es necesario reconocer antes esa Normativa Natural de las especies, que hace que la historia se repita. De ese modo, los acontecimientos adquieren su razón de ser y su justificación.

También es necesario reconocer que, en la Naturaleza Humana exista siempre un centro de predominio, que corresponde con la máxima necesidad válida para Todo en ese momento.

Ese centro de predominio es la Figura Central que asume el compromiso de liderar al resto en el momento histórico del lugar. En cada momento y en todo lugar surgen necesidades máximas que deben cumplirse. El responsable de cumplirlas se transforma en la Figura Central.

Ese centro de predominio o máxima necesidad valida para Todo, va ocurriendo en cada instante en base al desarrollo providencial de la historia. El aporte en ese desarrollo ocurre en ocasiones en lugares inimaginables para el individuo desconectado del curso providencial de la Naturaleza. Por eso ocurren las divisiones, discordias y diferencias entre unos y otros.

La máxima necesidad válida, encuentra al sujeto que responde a la misma y lo transforma en Figura Central de la Esperanza Natural y los que reconocen a este sujeto ligado con esa máxima necesidad, lo eligen y lo siguen, de este modo opera la realización de los Propósitos Naturales de la Historia.

Pero esa máxima necesidad en su desarrollo exige la unidad de sus miembros en distintas etapas y frente a distintos desafíos, que en la medida que se va ampliando el radio de importancia, también se amplia el tamaño del desafío, lo que exige una mayor prudencia, una mayor firmeza y una mayor templanza y no siempre se establecen.

Cuando se comete el error de ser injusto frente a una necesidad máxima, se pierde la posición de responsable y la necesidad recae en otro sujeto.

Los sujetos no se adueñan de las Necesidades Naturales, responden o no responden a las mismas, pero no son quienes crean las necesidades, son únicamente quienes las declaran y responden a su cumplimiento. A lo largo de la historia, han existido muchos sujetos que acuñaron las necesidades máximas a sus propios objetivos personales, por eso fueron todos ellos descolgados de la Línea Central de la Historia Humana.

La historia de la humanidad tiene un origen incierto en su momento y en su condición.

A la conciencia se le ocurre que la especie humana debería ser feliz, confiada y unida. Y presupone que si todos hicieran lo mismo que hace nuestra conciencia, lograríamos esa felicidad confianza y unidad entre todos. Pero eso solo sería posible si los otros hicieran, pensaran y sintieran como uno considera.

Eso es imposible, porque las necesidades biológicas de uno, no coinciden con las del otro , ni las necesidades afectivas, intelectuales o motivacionales existen por igual en cantidad, ni en paralelo. Cuando uno quiere descansar, el otro quiere divertirse y se choca en los distintos intereses ¿Quiere esto decir que vamos a estar siempre en perpetuo conflicto? No. Si cada humano respeta y responde a la máxima necesidad humana, válida para todo. Y, si se dispone de la incondicionalidad afectiva en atender, entender y estar atento, a las necesidades máximas del otro, para el bien de todo, se lograría siempre el ajuste.

Esta lógica de estar dispuesto a entregarse por el bien de todos, atendiendo al otro; o, de atender al otro para el bien de todos, desapareció de la conciencia humana en algún momento de su historia. El cómo y donde se perdió la conciencia original, ha sido un misterio hasta el día de hoy.

Han existido interpretaciones diversas en las distintas culturas pero, no han pasado de ser meras intuiciones o explicaciones alegóricas a algo que debía deducirse sin estar claro y perfectamente declarado. Veamos algunas de estas historias:

En China

Una característica única de la cultura china es la relativamente tardía aparición en la literatura de los mitos sobre la Creación, que lo hacen tras la fundación del confucionismo, el taoísmo y las religiones populares. Las historias tienen varias versiones. Por ejemplo, la creación de los primeros seres es atribuida a Shangdi, Tian (el cielo), Nüwa, Pangu o el Emperador de Jade.

En todo el Extremo Oriente y Oceanía, existía un dualismo cosmológico oponiéndose dos principios, por una parte la luz, el sol y el fuego, por otra parte la oscuridad, la luna y el agua. Generalmente, un pájaro representaba al primer principio. En China, se trataba de un cuervo. El pájaro solar es uno de los temas privilegiados de la dinastía Shang, la primera dinastía china cuya existencia se certifica por medio de la arqueología. El pájaro representa el cielo (el Espíritu) Una serpiente, como un animal acuático, representaba al segundo principio (lo Físico transformable).

La madre de Shun, uno de los soberanos míticos de China, pertenecía al clan de la serpiente, y su padre pertenecía al clan del pájaro. Por lo tanto, Shun era resultante de la unión de los dos principios (cielo y tierra, espíritu y materia).

Xiè, era el antepasado de Shang (Espiritu) y su madre se llamaba Jiandi. Un día, fue a bañarse con sus sirvientes en el río de la colina oscura. Un pájaro negro pasó llevando un huevo multicolor en su pico. Lo dejó caer. Jiandi lo tomó y lo puso en su boca, pero lo tragó por descuido. Tras esto, concibió a Xie. En este relato, se ofrece la creación del origen humano Xié, producto del descuido de una mujer Jiandi.

El relato de la mujer que por descuido se traga el huevo de la fertilidad de donde nace la humanidad descuidada, es una historia similar al relato del génesis.

En Grecia

Otra historia sobre los comienzos es la que nos ofrecen los griegos:

Cuando Prometeo osó robar el fuego que portaba el Dios Sol en su carro, Zeus entró en cólera y ordeno a sus dioses crear una mujer capaz de seducir a cualquier hombre. Hefesto la fabricó con arcilla y le proporcionó formas sugerentes. Atenea la vistió elegante y Hermes la concedió la facilidad para seducir y manipular. Entonces Zeus la dotó de vida y la envió a casa de Prometeo. Allí vivía el benefactor de los mortales junto a su hermano Epimeteo, que a pesar de estar advertido de que Zeus podría utilizar cualquier estrategia para vengarse, aceptó la llegada de Pandora y, enamorándose perdidamente de sus encantos, la tomó por esposa.

Pero Pandora traía algo consigo, una caja que contenía todos los males capaces de contaminar el mundo con todas las desgracias y también de todos los bienes. Uno de los bienes era la Esperanza, que también estaba contenida en la caja. Y es que, por aquel entonces cuentan que la vida humana no conocía enfermedades, locuras vicios, ni pobrezas ni tampoco nobles sentimientos. Pandora, victima de su curiosidad, abrió la caja y todos los males se escaparon por el mundo, asaltando a su antojo a los desdichados mortales. Asustada la muchacha cerró la caja de golpe, quedando dentro la Esperanza tan necesaria para superar los males que acosaban al hombre.

Apresuradamente corrió Pandora a hablar a los hombres de la Esperanza a la que siempre podían recurrir, pero oculta y a la que deberían descubrir.

En Oriente

Otra historia oriental: Cuando la gente de Dzambu Ling hubieron agotado la provisión de la cremosa sustancia, empezaron a comer los frutos de la planta nyugu. Cada persona tenía su propia planta, que producía un fruto como los de las mieses, y cada día, cuando el fruto había sido comido, aparecía otro; uno cada día, lo cual era suficiente para satisfacer el hambre de los seres de Dzambu Ling.

Una mañana, un hombre se despertó y descubrió que en vez de producir un solo fruto, su planta había dado dos. Cayendo en la avidez, se comió los dos frutos; pero, al día siguiente, su planta estaba vacía. Necesitando satisfacer su hambre, ese hombre robó la planta de otro hombre y así fueron haciendo todos, pues cada persona tuvo que robarle a otra para poder comer. Con el robo, llegó la codicia, y todos, temiendo quedarse sin comer, empezaron a cultivar más y más plantas nyugu, debiendo trabajar cada cual cada vez más para asegurarse de que tendría bastante que comer.Cosas extrañas empezaron a ocurrir en Dzambu Ling. Lo que había sido una tranquila morada de los dioses de Rirap Lhunpo, estaba ahora lleno de hombres que conocían el robo y la codicia. Un día, un hombre empezó a sentir malestar por sus genitales y se los cortó, convirtiéndose así en una mujer. Esta mujer tuvo contacto con hombres y pronto tuvo hijos, quienes a su vez tuvieron más hijos, y en poco tiempo Dzambu Ling se llenó de gente, toda la cual tenía que procurarse comida y un lugar donde vivir.

En India

Brahma: Es el dios Puránico de la creación. Se representa como hombre con cuatro cabezas y cabalga sobre un ganso. Nació de un huevo de oro donde estuvo un año encerrado, con la fuerza de su pensamiento lo rompió dividiéndolo en dos mitades. Mantuvo relaciones incestuosas con su hermana Sarasuati por lo que fue castigado a reencarnarse en sucesivas oportunidades hasta obtener el perdón.

Kamadeva: Es el dios del amor. Su esposa era Rati, la diosa de la primavera. Indujo a Braham a cometer incesto con su hermana. Shiva le castigo y lo mató junto a su esposa.

En la mitología azteca.

También es una mujer la que determina la creación del mal y a la que deben ofrecer los corazones de los hombres.

Es curioso ver como en las grandes culturas existe un inicio bueno que se transforma en malo por la interacción entre el hombre y la mujer. En estos casos existía un bien supremo previo al error humano y posteriormente los descendientes adquieren la desgracia de un ambiente ajeno al bien supremo. Esta desgracia se trasmite de generación en generación hasta nuestros días.

Algo que se transmite de generación en generación ha de ser algo genético. Y para depositarlo en las generaciones posteriores ha de ser de modo consanguíneo. Y solo se pueden transmitir aspectos genéticos a través de los genitales. El gene posibilita la reproducción natural en posteriores generaciones cuando su función generadora se establece de manera natural y degenera su función cuando se establece la reproducción en forma degenerada.

Genéticamente se transmiten aspectos tanto fisiológicos como psicológicos. El ser humano heredó la alteración emocional, intelectual y la carencia de dominio sobre el celo y los instintos junto con la ignorancia del valor absoluto, al no reproducirse la pureza de la unidad integra. Heredó la aceptación del desorden, del descriterio y del desacomodo, perdiendo su verdadera condición humana natural. Heredó el error paterno que lo califica impuro desde su nacimiento.

El error de quien realiza (porque cae en la tentación del apetito intergenital prematuro), una reproducción sin recursos emocionales capaces de captar las máximas necesidades válidas para todo, sin recursos en criterio al no reconocer las normas de la naturaleza ni las normas del comportamiento humano y sin recursos en el control de los extremos emocionales, intelectuales y motivacionales, junto con la falta de control y dominio sobre los instintos y el celo.

La necesidad del ser, la justificación del ser y el deber del ser humano, son solo uno, el de satisfacer a la razón que lo justifica necesario, en ese sentido, el humano ha de realizarse humano.

Humano es un ser libre, autónomo y responsable. En otras palabras responde incondicionalmente (a voluntad) a las necesidades máximas, justas y validas del momento y del escenario en el que participa, reconoce el juicio justo de la razón que justifica la necesidad que ha de ser resuelta y responde al cumplimiento del deber de resolverla, o realizarla.

Pero este tipo de conducta adecuada, incondicional y responsable, se desajustó en la adolescencia de nuestros primeros antepasados. Se transformó en condicional, injusta, e insuficiente.

Ese inoportuno desajuste adolescente, en donde el inocente, ignorando el predominio del vínculo afectivo por sobre el enlace copulativo, prioriza la justificación fragmentaria de su inocencia por sobre el justificativo de la razón absoluta del verdadero amor, (aquella razón que es siempre y para todo valida, a la que denominamos constante inmanente) fue el causal de la desgracia humana. El causal de los trastornos de personalidad, el causal de las crisis de identidad, vocacional, o existencial. El joven inmaduro, después de tener la experiencia de copular sin disponer de los recursos de dominio sobre los extremos, al enfrentarse a las diferencias afectivas, cognoscitivas y de comportamiento de su esposa, no supo como ajustarse en ellas y reclamó, acusó y rechazó a su pareja. La esposa, que esperaba una respuesta madura en quien se suponía maduro en la reproducción, al escuchar sus reclamos, lo rechazó por su insuficiencia y ese comportamiento de lucha entre opuestos apartó a los hijos, quienes, en el caso del relato del génesis llegaron al extremo de generar un asesinato.

El amor es la fuerza que une, no solo la que enlaza. Quien prioriza el enlace copulativo sin afecto, confianza y respeto por sobre la unidad vincular madura en la confianza y en el respeto mutuo, invierte su función y defunciona el respeto, al no responder a la necesidad de la Norma, defunciona la confianza al no confiar en la Norma y defunciona el afecto en esa inversión, al tomarse egoístamente aquello que debió ser fruto de la entrega mutua, altruista e incondicional.

De esa "libre elección" se derivan los trastornos de personalidad: Falta de dominio sobre las conductas responsables, (falta de dominio sobre los instintos y no control del celo emocional, intelectual y motivacional) lo que conlleva a permanentes conflictos que desajustan la seguridad del individuo y lo desorientan en su verdadera finalidad vincular incondicional.

Adán (primer antepasado masculino) es tentado por la fuerza del instinto a caer en el ejercicio de priorizar el enlace intergenital prematuro por sobre la naturaleza vincular del afecto incondicional, perdiendo de este modo el entendimiento y realización de los valores absolutos, máximos constantes de plenitud, justicia y cumplimiento de los vínculos filio-paternal, fraterno-conyugal y paterno-filial maduros en la incondicionalidad.

En la adolescencia no se dispone de la experiencia del amor maduro en el vínculo afectivo, en la confianza de la razón justa, ni en el respeto al otro en responder a sus necesidades válidas para Todo. Ese nivel afectivo, cognoscitivo y responsable, no se dispone en la adolescencia, porque aún no se ha tenido la experiencia de criar, ni de educar, ni de asumir y cumplir el compromiso de la realización madura del cónyuge ni de los hijos. Pero si se tienen maduros los órganos genitales reproductivos para iniciar el proceso de maduración vincular.

Cuando ese proceso dispone del compromiso mutuo leal y maduro en la determinación de realizarlo, la posibilidad de establecerse maduros (hombre y mujer) en el afecto, en la razón y en la responsabilidad humana, se establece. Pero, sin el compromiso de realizar al otro en el vinculo afectivo, en la confianza de la razón normal y en el respeto responsable, la relación matrimonial se trasforma en un infierno.

Claro está que los primeros antepasados no cumplieron el compromiso de respetarse, confiarse y unirse de modo indisoluble. Eso se debe a que prefirieron algo por sobre el amor. ¿Qué es aquello que puede superar al amor?

Solo hay una cosa capaz de superar al amor, cuando este está debilitado o, cuando no es maduro.

Cuando el vínculo, la confianza y el respeto entre dos es maduro, no hay fuerza capaz de superarlo o destruirlo. Tenemos ejemplos como el de Luis Moscardó donde nos muestran que ese vínculo supera a la propia vida y que se es capaz de dar la vida por el amor maduro en la confianza y el respeto. Pero, cuando la fuerza del respeto, o de la confianza es débil, lo más poderoso en ese caso es la fuerza del instinto.

¿Qué es aquello que puede superar al amor inmaduro? El sexo, el apetito intergenital prematuro es más poderoso que el amor inmaduro, sin confianza y sin respeto.

Lo primero que reclama una mujer a la que "se le ponen los cuernos" es el respeto. La exclamación: ¡Me faltaste al respeto! Es la más repetida, y la siguiente es: ¿Cómo puedo confiar en ti ahora? Lo que delata que quien "pone los cuernos" es inmaduro en el respeto, e insuficiente en la confianza, por lo mismo, sin confianza ni respeto, el amor es débil, no es maduro.

Lo mismo ocurre cuando la joven esposa rechaza al joven marido, lo primero que piensa el joven esposo es en encontrar otra mujer para desquitarse físicamente con ella. El amor siempre busca al amor y más aún cuando se siente que se ha perdido.

El amor de Adán no fue maduro en el respeto por Eva, ni confió en ella, por eso, ella reclamó su falta de compromiso, su falta de respeto al usarla y no cuidarla.

Adán no atendió, entendió, ni estuvo atento a las normas de la naturaleza afectiva.

Prefirió tentarse en el goce del placer por sobre el disfrute de la plenitud. Invirtió la naturaleza. Prefirió la naturaleza del instinto por sobre la Naturaleza Humana. Negó su conciencia al preferir los apetitos. Adán (el primer hombre que invirtió el dominio de la conciencia humana por sobre el instinto, prefiriendo los placeres del instinto por sobre la pureza y maduración de la Conciencia Original) es el único responsable de la desgracia humana.

Adán en su adolescencia debió vincularse antes de unirse y unirse solo después de haberse vinculado. El primer antepasado masculino, debió captar la máxima necesidad natural normada para realizar el amor puro y verdadero. Debió descubrir y reconocer que la motivación fisiológica del instinto de reproducción era psicológica o espiritual, porque era una respuesta voluntaria y por ende, debió ser descubierta su importancia.

El primer antepasado masculino debió descubrir que el encuentro con su pareja, debía respetar la naturaleza del vínculo en la confianza y en el afecto compartido.

El primer antepasado masculino debió reconocer que la pureza de la unión se derivaba del respeto a la realización de la mujer transformándola en esposa y madre, para lo cual, era necesario que ella reconociera la importancia del vínculo madre e hijo y del vinculo esposa esposo.

La construcción del vínculo esposa esposo, debió ser realizada por el sujeto afectivo que atiende, entiende y está siempre atento a las necesidades, intereses y deseos de la mujer. Seduciéndola con afecto, persuadiéndola con verdad y motivándola con el ejemplo de lo correcto.

Lo correcto en el amor es que sea maduro en sensibilidad, justicia y cumplimiento.

Maduro en sensibilidad es cuando satisface a la máxima necesidad afectiva, es decir, que satisface a todos. Maduro en lo intelectual, es cuando se ajusta al Todo y es por todos reconocido justo y maduro en su cumplimiento es cuando se realiza ese bien común.

Para que el amor sea maduro, debe estar de acuerdo con la norma de ser vincular por sobre instintivo. Antes de tentarse debieron ser bendecidos por la Naturaleza humana, o en el caso de Adán, por Dios. Para eso se le dio el mandamiento (la conciencia).

Adán y Eva se unieron sin haberse vinculado. Sin confiarse el uno al otro para siempre, sin respetarse el uno al otro para siempre. Ese debió ser su compromiso, antes del matrimonio.

Cuando entre dos personas se logra el estado de respeto en la confianza, no existe posibilidad de separarlos. La confianza en el respeto mutuo, el respeto mutuo en la confianza son aspectos catalizadores indivisibles.

No hay razón que justifique el rechazo del que confías o de quien responde siempre a todo lo necesario. Para rechazarlo ha de existir algún elemento discordante que amerite algún grado de desconfianza.

Adán debió respetar a Eva escuchando la advertencia de su conciencia y pensando en las consecuencias de lo que iba a hacer y Eva debió respetar a Adán no tentándole, o, diciéndole que era bueno aquello que aún no conocía (el amor). Instintivamente parecía bueno, pero en nada comparable al respeto, la confianza y el vínculo recíprocos.

Al tener la experiencia del instinto, perdieron la posibilidad de tener la experiencia del beneficio del amor verdadero maduro. Por eso se quedaron con la impresión de que lo hecho no les resultaba del todo beneficioso. Ese estado de insuficiencia detonó la desconexión entre lo que sentían, lo que comprendían y lo que hacían. Sus descendientes, consecuentemente nacieron emocionalmente rotos, intelectualmente rotos y conductualmente rotos. Ninguno de ellos se comportó como propiamente humanos.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5
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