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Aborto y pensamiento progresista (página 3)


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La denuncia del Nobel de Economía y filósofo indio Amartya Sen sobre la gran cantidad de mujeres que en contra de su libertad han sido objeto de este tipo de actuaciones, levantó la voz de alarma ante las políticas demográficas que impone los países ricos a los países en desarrollo, y por tanto los Estados de estos países empobrecidos a sus ciudadanos. Se llega a hechos tan dramáticos como el infanticidio y el aborto selectivo en función del sexo, así como el abandono de niñas recién nacidas. Amnistía Internacional denunciaba que las penas infringidas a los ciudadanos chinos que incumplen los planes de control demográfico incluyen la tortura física: golpear, colgar cabeza abajo a los detenidos, darles descargas eléctricas en la lengua, abusos sexuales, etc. llegando hasta el punto de forzar a mujeres a tomar drogas abortivas, incluso en el octavo o noveno mes de embarazo.

Es más que evidente que el desarrollo social, la educación de la mujer, así como su participación en la sociedad influye en la reducción de la natalidad en los países empobrecidos. Como indica Amartya Sen, promover la educación y la participación social de la mujer en estos países puede ser el mejor medio de reducción responsable de la natalidad.

Una verdadera ayuda a los países en desarrollo supondría la inversión en educación, industria y reducción de las barreras arancelarias de los países ricos para que puedan entrar en el mercado los productos de los países pobres, con las consiguientes subidas del nivel de vida y la capacidad adquisitiva de estos países. Este sería el camino de la dignidad en la ayuda.

En este apartado se ha reflejado parte del texto " El aborto como método de explotación capitalista". Miguel Argaya Roca.

Pensamiento progresista y aborto

Posicionarse hoy contra el aborto desde una mentalidad progresista requiere mucha madurez y valentía, porque se considera una postura reaccionaria y por tanto criticada duramente en estos ambientes.

Las personas progresistas, en una amplia mayoría, tienen una importantísima sensibilidad y una profunda conciencia social que les lleva a trabajar en defensa de los intereses de los más desfavorecidos. Por eso resulta muy difícil entender que desde esta sensibilidad no se levanten más voces críticas sobre el aborto y que éste se plantee simplemente como un derecho de la mujer sobre su propio cuerpo, sin considerar en ningún momento la muerte injusta de quien la está habitando.

Sin ninguna duda el aborto no es progresista, como nunca será progresista suprimir a los más débiles. Progresista es aspirar a una sociedad solidaria donde las cargas de los más vulnerables se asuman entre todos, y el Estado favorezca su integración. Decir que cada mujer haga lo que quiera con el hijo que lleva a dentro, no tiene nada que ver con ser progresista, o ser tolerante, como tampoco lo sería decirlo referido a un niño ya nacido y que dependa de un adulto.

La tolerancia es maravillosa, el relativismo profundo no. Desde una sensibilidad progresista no se nos ocurre afirmar que cualquier persona o mandatario puede hacer lo que le quiera contra una persona o un pueblo y que hemos de permanecer indiferentes aunque, por desgracia, esto ocurra con frecuencia. De la misma manera no podemos quedarnos en silencio ante la muerte de millones de seres humanos no nacidos, simplemente porque aún están en el útero materno y no tienen ni voz ni voto.

En el siglo XIX la concepción liberal impulsó las ideas de la dignidad humana, e hizo suya la idea de la inviolabilidad de la vida del niño como ser esencialmente necesitado de máxima protección, rechazando junto al infanticidio, el aborto. Con esto la conciencia humanista liberal entroncó con la tradición cristiana, así como con el principio deontológico médico vigente hasta no hace mucho de "No daré a nadie ningún remedio mortal, ni un consejo que le induzca a su muerte. Tampoco facilitaré a una mujer un aparato abortivo" (Hipócrates, siglo V aC,)

El lento avance del abolicionismo de la pena de muerte, nos llevaría a pensar que la conciencia universal va aceptando el valor supremo de la vida humana. Lo progresista es favorecer y respetar la vida, pero lo paradójico es que no está siendo así. Se retrocede a pasos agigantados en el aprecio de la vida del pre-nacido, aumentando sin cesar las legalizaciones del aborto. La mayor contradicción es que esto está ocurriendo cuando los avances de la ciencia y la genética apuntan en la dirección de que la vida humana comienza en el momento de la concepción.

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Los que defienden el aborto lo hacen en nombre de los derechos y libertades de las mujeres, pero por muy extremas que sean las razones, nunca pueden justificar otra vida a cambio.

Justificar el aborto porque siempre ha existido es tan absurdo como pretender justificar por el mismo motivo la explotación, el asesinato, la tortura, la discriminación o los genocidios. El que siempre hayan existido atentados contra las personas y continúen existiendo no los legitima, ni nos legitima a nosotros para ignorarlos o legalizarlos.

Otra argumentación que no se sostiene es justificar el aborto porque es una realidad social y que, por tanto, ha de ser aceptada. Existen otras muchas realidades sociales como son los malos tratos a las mujeres, la explotación infantil o sexual en determinados países y a nadie se le ocurre que este argumento sea una justificación para aceptarlo o legalizarlo. Un hecho no se justifica porque sea socialmente aceptado, sino porque sea justo, y el aborto no es justo ni con el niño ni con la madre. No es lo mismo legal que legítimo y no es lo mismo justo que legal.

Cualquier civilización ha de preservar la vida de todos los individuos que luchan por vivir, y el no nacido es todo un proyecto lleno de vida que se resiste a morir. Cuando principios tan elementales como la defensa de los más débiles y el respeto a la vida humana son relativizados, hemos de pensar que la civilización está seriamente tocada.

El aborto se plantea exclusivamente como un derecho de la mujer. Esta premisa va a incidir en el hecho de que un importante número de personas progresistas se identifiquen con políticas que defienden legislaciones abortistas. A pesar de ello muchas de estas personas, gracias a su capacidad crítica y de apertura, pueden llegar a replantearse la legitimidad humana, moral y social del aborto, aunque el ambiente no les va a ser favorable.

Ante la información que actualmente nos proporciona la ciencia, no es posible que ni la persona más convencida sobre la legitimidad de los abortos, pueda evitar al menos la duda sobre si el ser que se elimina es o no humano. Las preguntas son: ¿Es legítimo eliminar al no nacido a pesar de que existan dudas sobre su humanidad?, ¿En qué otra situación en donde la vida de una persona pueda encontrarse en riesgo se actuaría sin tomar las precauciones necesarias para preservarla? ¿En que otros casos en los que se puede estar agrediendo gravemente a alguien nos encogemos de hombros diciendo simplemente: "yo no lo haría, pero que cada cual haga lo que quiera?"

Es difícil comprender por qué personas comprometidas, que trabajan por la justicia y prestan su voz a los que no tienen voz, ante estos hechos no se pronuncian o incluso pueden llegar a reivindicarlos.

Desde la antigüedad, la civilización ha estado anclada en la muerte. Los conflictos se resolvían con muerte, aniquilando al que estorbaba. Seguir legislando para la muerte es una opción totalmente regresiva y reaccionaria, no progresista. Una sociedad que se aferra a los viejos esquemas de resolver los problemas matando a quienes nos incomoda, o recurriendo al esquema de que en los conflictos de derechos e intereses es natural que se imponga el más fuerte, no es una sociedad progresista ni humana.

Otro argumento que se alega en los sectores progresistas para defender políticas abortistas, es tomar como referencia legislaciones similares que se desarrollan en países considerados más avanzados. Pero esta premisa es falsa, porque muchos países muy desarrollados y progresistas en unos temas pueden ser atrasados en otros. Sirva de ejemplo los EEUU, que en algunos asuntos se encuentra a la cabeza y en otros como la tortura y la pena de muerte son totalmente reaccionarios.

También Atenas en el siglo V a C. era el imperio más avanzado por su filosofía, literatura, organización, y convivía con la esclavitud. El nazismo presentó como un avance el genocidio judío para depurar la raza aria, en función de unos intereses totalmente obscenos.

El aborto se contempla como el techo del derecho de propiedad de los padres sobre el hijo, e incluso se utiliza por los Estados contra los pueblos empobrecidos. La legalidad de una norma no significa su legitimidad y no es legítima una ley que despoja de culpa la destrucción de la vida humana o pretende normalizar esa destrucción.

Por otro lado, tampoco es progresista desplazar toda la responsabilidad a la mujer. Los hombres generalmente se sienten aliviados por el aborto, pero en muchos casos no quieren asumir ninguna responsabilidad por él. No son conscientes del alcance que esta intervención tiene para la mujer, o quieren olvidar el asunto lo más rápido posible. Si la mujer se siente acompañada en el embarazo la probabilidad de que decida abortar es mucho menor.

Es necesaria una reconsideración de la postura de defensa del aborto por las izquierdas y los sectores progresistas, porque no está en consonancia con la ideología que promueve la defensa de los más vulnerables. Por el contrario, más allá de la "pantalla" en la que se presenta como una defensa de los derechos de las mujeres, se encuentran otros intereses oscuros sustentados por perversas y poderosas estructuras que no respetan al ser humano.

Encuadrar el aborto dentro de una política de liberación de la mujer es un disparate. La liberación de la mujer pasa entre otras muchas cosas por el respeto, la igualdad y la dignidad, por favorecer unas jornadas de trabajo conciliable con su vida familiar y personal, por dar la oportunidad económica y social a la mujer embarazada para llevar a término su embarazo y poder hacerse cargo de su hijo.

Los cristianos, la Iglesia y el aborto

El mensaje de Jesús es siempre una opción por los más pequeños, los más pobres y los más débiles. Jesús se posiciona siempre al lado de los excluidos, de los marginados, de los que no cuentan, de los que no tienen voz.

Jesús fue la voz de las prostitutas, de los publicanos, de los enfermos, de las mujeres, de los niños y esto le costó la vida. Que los cristianos seamos la voz de los sin voz, es una consecuencia lógica de ser seguidores de Jesús. Nuestra voz siempre debe alzarse para defender la vida y la dignidad humana. Lo que no sería lógico es que nuestra voz coincidiera con la de los poderosos y los que oprimen a los pueblos, o que miremos para otro lado ante las injusticias y las guerras.

La Iglesia, fiel al mensaje evangélico, está jugando un papel importantísimo en el mundo en defensa de los Derechos Humanos y de la vida, conforme al mandamiento "no matarás" y " amarás a tu prójimo como a ti mismo". El cristiano no tiene excusa para no posicionarse radicalmente siempre en contra de todo lo que es una amenaza para la vida: muerte, tortura, hambre, explotación…

En el tema del aborto, los cristianos y la Iglesia, hemos de pronunciarnos lo más fuerte y firmemente posible, porque está en juego la vida de unos seres humanos pequeños e indefensos, que no tienen voz, y a los que una parte de la sociedad considera nada.

La Iglesia, aún con sus errores y a pesar de ellos, siempre ha sido pionera en la defensa de los más débiles y los más pobres, cuando nadie, ni Estados, ni gobernantes se ocupaban de su protección. Siglos de historia nos avalan con personas que dieron su vida por los más desfavorecidos a cambio de nada.

Sin embargo también en ocasiones los cristianos y los católicos hemos sido y a veces somos motivo de escándalo para el mundo, por nuestras actuaciones o silencios cómplices en temas tan importantes para la defensa de la vida y la dignidad humana como éste que nos ocupa: guerras, genocidios, torturas, hambres, inmigración, condenas injustas, pena de muerte, abusos de poder, expoliación y explotación de personas… Si los cristianos y la Iglesia no asumimos con valor nuestra misión profética en el mundo, seremos como "la sal que no sala o la luz que no alumbra". Mucho se nos exige, porque mucho se nos ha dado, y hemos de ser fieles a esta vocación.

En relación con el aborto, la Iglesia siempre se ha pronunciado con fuerza y claridad pero a veces, le ha faltado acompañar a estos pronunciamientos la misericordia de Jesús, a la que también estamos llamados.

Es cierto que la Iglesia ha sido avanzadilla en organizar movimientos que protejan y acompañen a las madres con embarazos no deseados, pero también en algunos ámbitos se han producido actitudes muy negativas hacia las mujeres embarazadas en determinadas circunstancias, como son los embarazos fuera del matrimonio, olvidando el ejemplo de permanente acogida y acercamiento de Jesús de Nazaret.

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Hay otro aspecto importante a tener en cuenta y que en estos momentos ha de ser considerado. La moral tradicional católica siempre ha distinguido entre lo que denominaba faltas y pecados leves o graves. Sin embargo últimamente los pronunciamientos que se vienen realizando en la opinión pública desde algunos sectores de la Iglesia en relación a la sexualidad, presentan la moral católica como una tabla rasa, sin graduación alguna. Es decir, se condena con la misma contundencia cualquier tema referido a relaciones sexuales fuera del matrimonio o anticonceptivos que un aborto. Esto es al menos lo que llega a la gente de la calle, que ante este tipo de argumentación nos juzgan como poco creíbles o fanáticos.

En el momento actual, el reto que se nos plantea con el aborto es grande. Por una parte hemos de mantenernos fieles, como no puede ser de otra manera, a la defensa de la vida. Por otro lado la mujer que aborta precisa de una inmensa misericordia, ternura y del acompañamiento del que Jesús nos da ejemplo en todas sus actuaciones. Sólo así la persona puede sentirse acogida y ver otras posibilidades.

Necesitamos en primer lugar a la Iglesia madre, y luego a la Iglesia maestra. La madre que acoge y desde sus entrañas de ternura, enseña. Así era como lo hacía el Maestro: primero se acercaba, a la samaritana en el pozo, a Zaqueo, a Mateo… y cuando ellos sentían su acogida, su presencia, su ternura y su amor sin condiciones, cambiaban su conducta y se volvían a Él.

Por mandato de Jesús, debemos ser luz y sal. La luz no se impone, simplemente está y con estar alumbra a todo su alrededor. La sal se mezcla con los alimentos y, sin estos saber cómo, cambian su sabor. No somos creíbles, ni ejemplo de nada cuando condenamos sin amor, cuando aprovechamos nuestros argumentos para hundir al que nos resulta contrario ideológicamente, o enfrentado a nosotros.

Como dice San Pablo: "Hemos de tener los mismos sentimientos de Cristo"

Efectos que produce en la sociedad las legislaciones sobre el aborto

Cualquier legislación tiene efectos sociales y el aborto no es una excepción. Como consecuencia de la cultura social y de la aceptación de este hecho, se produce un incremento importantísimo del número de los mismos. Este hecho se retroalimenta con un dato positivo ya que una legislación que favorece los abortos, suprime notablemente las intervenciones clandestinas y sus perversas consecuencias. El problema surge cuando queda sin ninguna protección legal una de las partes implicadas: el no nacido, que también debe tener todos los derechos a que su vida sea protegida.

En cualquier sociedad democrática, una gran mayoría se manifestaría en contra de una legislación que protegiera solo a unos individuos y dejara en total desprotección a otros más vulnerable. Se consideraría un disparate jurídico. Sin embargo las legislaciones a favor del aborto hace esto mismo: se alega proteger los derechos de la mujer, hecho que tampoco es cierto, y se obvian completamente los derechos del hijo que queda en total indefensión.

Los políticos utilizan eufemismos como "despenalizar" el aborto. Pero si mañana se planteara despenalizar otros hechos que puedan suponer un atentado contra algunos individuos, por ejemplo determinados supuestos de asesinatos, la sociedad se enfrentaría al legislador principalmente porque cualquiera podría ser víctima de esa legislación. Por el contrario en el caso del aborto se legisla con un gran apoyo social. En esto incide entre otros aspectos que las personas no sienten amenazada su integridad física por las consecuencias de esta legislación, y también el hecho de que los no nacidos nunca podrán decir nada y no votarán.

Legislar alegando proteger a una de las partes no puede llevar jamás a dejar sin protección a la otra. La libertad de un individuo termina donde tropieza con la de otro ser humano, y no hay libertad más primaria que el derecho a vivir.

En efecto, la ley penal no tiene sólo como fin la persecución del delito, sino también ayudar a conformar la conciencia social sobre los valores básicos de la convivencia. Por eso cuando una conducta se despenaliza se hace más frecuente y se configura como buena, en la equivocada creencia de que todo lo legal es bueno y lo ilegal malo. La legislación a favor del aborto favorece en la sociedad pensamientos y conductas entre los que pueden figurar:

  • Una actitud pasiva ante tragedias humanas.

  • El endurecimiento emocional.

  • Una "esquizofrenia" social entre lo que se cree y lo que se hace.

  • La relatividad de la vida frente a otros intereses.

  • La manipulación de la información y de la verdad en función de los intereses políticamente correctos.

  • La confrontación entre la ley y la conciencia.

  • La desprotección de los débiles,

  • El negocio y especulación con la vida y la muerte.

  • Un cambio de mentalidad sobre la dignidad humana de consecuencias muy graves.

  • Un poder absoluto de los padres sobre la vida y la muerte del hijo.

  • Políticas reproductivas que quedan en manos de los Estados y multinacionales, cuyo alcance aún es inimaginable.

Si la Ley no sirve para proteger a los más indefensos, ¿para que sirve la Ley?

Consideraciones al aborto

Actualmente, nuestra sociedad ante un embarazo no deseado oferta a la mujer más facilidades para que pueda realizar un aborto que para llevar a término su embarazo. Con mucha frecuencia, se va a encontrar que desde el personal técnico a amigos y familiares, le van a plantear la decisión de abortar como la más sensata y con menos complicaciones para continuar con su vida, añadiendo la consideración de que es una decisión "reversible", ya que cuando llegue el momento idóneo, podrá volver a quedarse embarazada.

Esta situación enormemente generalizada, es muy preocupante y muy grave, ya que la mujer en esas circunstancias se encuentra como hemos dicho en una situación de extremo estrés y con sus capacidades de discernimiento y decisión muy alteradas.

Por otro lado la perversa manipulación del lenguaje añade, si es posible, aún más confusión a la decisión de la mujer en estos momentos. A la madre no se le pregunta: "¿Quiere usted que, con el permiso de la ley, mate a su hijo?", sino, "¿Quiere usted que le "interrumpa legalmente" el embarazo?". La palabra aborto se va a evitar todo lo posible, y en un alarde de eufemismo se llega a encuadrar dentro del apartado "promoción de la salud" o "salud reproductiva de las madres" (Conferencia de El Cairo)

Los motivos que llevan a una mujer a rechazar al hijo engendrado son siempre muy fuertes y muy graves. Detrás de un aborto está una mujer que se ha debatido, que ha sufrido, que seguirá sufriendo y que no ha encontrado otra salida más que el aborto. En ningún caso nuestra condena al aborto puede ser una condena al sufrimiento de estas mujeres, pero esto no puede suponer la justificación o la pasividad ante el aborto. El aborto es siempre, en sí el mal mayor, y la peor de las salidas.

Para que la mujer que se encuentra ante un embarazo no deseado afronte con mayor facilidad todas las dificultades que se le plantean, es necesario un esfuerzo en la mentalidad social de todos los sectores traducidos en acogida y en alternativas reales.

Por otro lado los gobiernos y Estados han de asumir de verdad, que ser progresistas pasa por realizar políticas de apoyo, tanto estructurales como económicas a las mujeres y familias en situación de especial dificultad, y no por políticas abortistas que son siempre devastadoras.

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Otros aspectos a mejorar entre otros muchos son:

– Fomentar una formación sexual más amplia y más extensa, que no se centre exclusivamente en la información sobre el uso de anticonceptivos.

– Desarrollar una política de adopción más humana y más ágil que tienda más a buscar el bien de los niños.

– Potenciar las investigaciones destinadas a suprimir las anomalías, sin que el coste sea otra vida humana.

Conviene insistir en que las políticas abortistas no las hacen solo los que legislan, sino todos los que con sus actitudes e ideologías propician que sea más fácil abortar que llevar a término un embarazo. Un tema a considerar con especial incidencia es el referido al mundo laboral ¿Cuantas personas que se manifiestan contra el aborto le darían trabajo a una mujer embarazada? ¿Cuántas mujeres son despedidas de sus trabajos por encontrarse en esta situación?

Conclusión

El aborto no es un problema de la conciencia individual de la madre ni del padre, pues afecta a alguien distinto de ellos: "EL HIJO". Los poderes públicos tienen su razón de existir para defender la vida y la dignidad de toda persona en cualquier periodo de su existencia.

El aborto no es algo individual, sino que incide directamente en la solidaridad natural de la especie humana. Carece de sentido argumentar que es la mujer quien puede decidir sobre su hijo, y que el Estado no tiene nada que defender. Con las mismas premisas se sostendría que cuando alguien decida torturar a alguien o asesinarlo porque confronta sus intereses, puede realizarlo y nadie debe intervenir.

El Estado no puede inhibirse de la defensa de la vida humana o su integridad, argumentando la libertar del individuo. Ninguna libertad es legítima para actuar contra otro. Dicho de otra forma, la libertad de cada persona acaba donde empieza la libertad del otro. Si seguimos negando que existe "otro" en el caso del aborto es porque están en juego muchos intereses. El hecho de que ese "otro", aún no tenga voz y no pueda tener nunca voto, no le despoja de su dignidad.

El aborto es un atentado contra la vida de un ser humano y merece la máxima protección jurídica, lo mismo que el homicidio, la violación, la tortura o cualquier otra agresión a la persona. El Estado debe proteger la "dignidad de la vida humana" como el valor fundamental sobre el que la sociedad se encuentra constituida, y debe perseguir y proteger todo aquello que la amenaza, aunque sea consciente de que no puede erradicarlo totalmente. Renunciar a esto es renunciar a la razón de ser de la sociedad y del mismo Estado. Si la legislación no está de acuerdo con los principios básicos de proteger la vida, ni la sociedad ni el Estado tiene justificación.

Los valores básicos y esenciales, como el de la vida humana y su dignidad, son previos, independientes y superiores a las determinaciones legales o de las mayorías. Las cosas no son verdaderas o falsas, bellas o feas, buenas o malas, según una mayoría legisle o así se decida.

Los legisladores no pueden ni tienen derecho de determinar quién es humano o no, a efecto de protección jurídica. Es un dato de la realidad de la persona que no pueden cambiar. Toda norma jurídica que atente contra este principio es esencialmente injusta, aunque se apruebe con todos los formalismos legales; igual que es ilegítimo basar el derecho a la vida de cualquier ser humano en función de sus capacidades físicas o psíquicas.

Oponerse hoy al aborto provocado, como en otras épocas hubo oposición a la esclavitud, no es fanatismo ni tiene que ver con convicciones religiosas, sino que es una obligación para todos los que no queremos avergonzarnos de ser humanos, y sobre los que la Historia algún día se pronunciará.

El aborto es una enorme tragedia en la historia del ser humano. Un holocausto de dimensiones inimaginables. No oír el grito del que no tiene voz, significa pérdida de humanidad y esto tiene unas consecuencias muy graves para nuestro futuro como sociedad.

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Es preciso potenciar las condiciones para que las personas puedan desarrollar una conciencia abierta y crítica, que les permita sacar sus propias conclusiones y desde ella posicionarse en la sociedad. Solo así legislaciones como las que nos ocupa pueden ser cuestionadas y rechazadas.

El aborto no es algo que afecta sólo a la mujer que aborta. Como decía el poeta: "La muerte de cualquier ser humano afecta a toda la humanidad".

Algunas referencias bibliográficas

"El aborto. 100 cuestiones y respuestas". Edit. Conferencia Episcopal Española.

"Si a la Vida". Marina Araus. Edit. Voz de los sin voz.

"¿Es progresista el aborto?" Edit. Movimiento Cultural Cristiano

"El aborto como método de explotación capitalista". Miguel Argaya Roca.

Documento Anexo

DECLARACIÓN DE MADRID. 17 DE MARZO DE 2009

Los abajo firmantes, Profesores de universidad, investigadores, Académicos, e intelectuales de diferentes Profesiones, ante la iniciativa del Grupo Socialista en el Congreso, por medio de la Subcomisión del aborto, de promover una ley de plazos, suscribimos el presente Manifiesto en defensa de la vida humana en su etapa inicial, embrionaria y fetal y rechazamos su instrumentalización al servicio de lucrativos intereses económicos ó ideológicos.

En primer lugar, reclamamos una correcta interpretación de los datos de la ciencia en relación con la vida humana en todas sus etapas y a este respecto deseamos se tengan en consideración los siguientes hechos:

a) Existe sobrada evidencia científica de que la vida empieza en el momento de la fecundación. Los conocimientos más actuales así lo demuestran: la Genética señala que la fecundación es el momento en que se constituye la identidad Genética singular; la Biología Celular explica que los seres pluricelulares se constituyen a partir de una única célula inicial, el cigoto, en cuyo núcleo se encuentra la información Genética que se conserva en todas las células y es la que determina la diferenciación Celular; la Embriología describe el desarrollo y revela cómo se desenvuelve sin solución de continuidad.

b) El cigoto es la primera realidad corporal del ser humano. Tras la constitución del material genético del zigoto, procedente de los núcleos gaméticos materno y paterno, el núcleo resultante es el centro coordinador del desarrollo, que reside en las moléculas de ADN, resultado de la adición de los genes paternos y maternos en una combinación nueva y singular.

c) El embrión (desde la fecundación hasta la octava semana) y el feto (a partir de la octava semana) son las primeras fases del desarrollo de un nuevo ser humano y en el claustro materno no forman parte de la sustantividad ni de ningún órgano de la madre, aunque dependa de ésta para su propio desarrollo.

d) La naturaleza biológica del embrión y del feto humano es independiente del modo en que se haya originado, bien sea proveniente de una reproducción natural o producto de reproducción asistida.

e) Un aborto no es sólo la «interrupción voluntaria del embarazo» sino un acto simple y cruel de «interrupción de una vida humana».

f) Es preciso que la mujer a quien se proponga abortar adopte libremente su decisión, tras un conocimiento informado y preciso del procedimiento y las consecuencias.

g) El aborto es un drama con dos víctimas: una muere y la otra sobrevive y sufre a diario las consecuencias de una decisión dramática e irreparable. Quien aborta es siempre la madre y quien sufre las consecuencias también, aunque sea el resultado de una relación compartida y voluntaria.

h) Es por tanto preciso que las mujeres que decidan abortar conozcan las secuelas psicológicas de tal acto y en particular del cuadro psicopatológico conocido como el «Síndrome Post aborto» (cuadro depresivo, sentimiento de culpa, pesadillas recurrentes, alteraciones de conducta, pérdida de autoestima, etc.).

i) Dada la trascendencia del acto para el se reclama la intervención de personal médico es preciso respetar la libertad de objeción de conciencia en esta materia, puesto que no se puede obligar a nadie a actuar en contra de ella.

j) El aborto es además una tragedia para la sociedad. Una sociedad indiferente a la matanza de cerca de 120.000 bebés al año es una sociedad fracasada y enferma.

k) Lejos de suponer la conquista de un derecho para la mujer, una Ley del aborto sin limitaciones fijaría a la mujer como la única responsable de un acto violento contra la vida de su propio hijo.

l) El aborto es especialmente duro para una joven de 16-17 años, a quien se pretende privar de la presencia, del consejo y del apoyo de sus padres para tomar la decisión de seguir con el embarazo o abortar. Obligar a una joven a decidir sola a tan temprana edad es una irresponsabilidad y una forma clara de violencia contra la mujer.

En definitiva, consideramos que las conclusiones que el Grupo Socialista en el Congreso, por medio de la Subcomisión del aborto, ha trasladado al Gobierno para que se ponga en marcha una ley de plazos, agravan la situación actual y desoyen a una sociedad que, lejos de desear una nueva Ley para legitimar un acto violento para el no nacido y para su madre, reclama una regulación para detener los abusos y el fraude de Ley de los centros donde se practican los abortos».

 

 

 

 

 

 

Autor:

Milagrosa Fernandez Bey

Miembro de la Comisión Diocesana de Justicia y Paz de Cádiz y Ceuta.

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