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Paradigma paleoevolutivo (página 2)

Enviado por Jesús Castro


Partes: 1, 2

Según la sagrada escritura, las líneas maestras del futuro han sido avisadas por el Creador del hombre para que éste elabore libremente sus paradigmas teniendo en cuenta el vaticinio infalible; y así evite la calamidad para sí mismo, su familia y demás seres queridos. Esta libertad de elección es inalienable desde el punto de vista del Sumo Hacedor, porque el ser humano fue traído a la existencia con unas características estructurales que contemplan (a modo de prerrogativa no conculcable) el fenómeno macroscópico que nosotros llamamos "libertad". De otro modo, se estaría en una condición "contra natura" (o sea, contra el diseño y la disposición de lo creado por Dios).

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Sin embargo, la libertad humana tiene una serie de consecuencias, positivas o negativas. La profecía sagrada busca, en parte, ayudar a la criatura a usar esa libertad de tal manera que no colisione contra lo que inevitablemente ha de venir. Ahora bien, la elaboración de los paradigmas humanos debería cumplir la noble tarea de facilitar a los individuos y a los colectivos la resolución de los asuntos de tal manera que no se produzcan colisiones desafortunadas de esa índole. La mente humana adulta tiene la capacidad de analizar los paradigmas y armonizarlos con las advertencias altruistas del Ser Supremo. Para ello debe decidir, y en tal decisión interviene la libertad de elección. Por lo tanto, las palabras de Jesucristo antes citadas nos ayudan a preguntarnos:

¿Edificaremos los paradigmas sobre la "roca" o sobre la "arena"?

Actualmente nos desenvolvemos en un mundo saturado de corrientes informativas contradictorias e imprecisas, así como de lemas publicitarios dañinos que apelan a la afectividad malsana y por consiguiente tienen la potestad de engatusarnos o secuestrarnos mentalmente si andamos desprevenidos. Evidentemente, todo esto influye en los paradigmas; y como la cosmovisión dominante es el materialismo metaevolutivo, es fácil construir paradigmas personales dependientes de éste. Así, fácilmente podemos estar anticipando o previendo un futuro ficticio que parece real, pero que no es otra cosa que puro espejismo. Además, los paradigmas metaevolutivos pueden impedir la percepción de acontecimientos que se están desarrollando a la sombra de grandes pancartas noticieras que, cual extensas cortinas de humo, distraen la atención de la gente a través de los medios de comunicación de masas y a la vez son inservibles o hasta contraproducentes para encontrar soluciones sensatas a los graves problemas que aquejan a la humanidad.

Desde el punto de vista de las sagradas escrituras, hay un peligroso riesgo de "retorno a cero" en los paradigmas materialistas actuales. Por ejemplo, alguna gente está haciendo preparativos para sobrevivir ante un hipotético holocausto nuclear o un brusco desplome del orden social establecido. Se están organizando grupos "supervivencistas" y se están diseñando estrategias básicas que teóricamente ayudarían a conservar la vida frente a un caos total. Sin embargo, la sagrada escritura advierte: " El gran día de Jehová está cerca. Está cerca, y hay un apresurarse muchísimo de él. El sonido del día de Jehová es amargo. Allí un hombre poderoso da un grito. Ese día es día de furor, día de angustia y de zozobra, día de tempestad y de desolación, día de oscuridad y de tenebrosidad, día de nubes y de densas tinieblas, día de cuerno y de señal de alarma, contra las ciudades fortificadas y contra las elevadas torres de las esquinas. Y ciertamente causaré angustia a la humanidad, y ciertamente andarán como ciegos; porque han pecado contra Jehová. Y su sangre realmente será derramada como polvo, y sus entrañas como el estiércol. Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día del furor de Jehová; sino que por el fuego de su celo toda la tierra será devorada, porque él hará un exterminio, realmente uno terrible, de todos los habitantes de la tierra " (Sofonías 1: 14-18).

Según esta declaración del profeta Sofonías, la calamidad planetaria que mucha gente teme (con razón) se va a presentar de manera completamente diferente a lo que creen esos grupos "supervivencistas" o similares; pues no consistirá en un caos aleatorio, sino, más bien, en una purga selectiva procedente del Creador contra los apolilladores humanos de la Tierra. En ese entonces, cuando suceda semejante catástrofe, el grueso de las personas aparentemente estará militando en un bando equivocado, empujadas por paradigmas perniciosos y engañosos que colisionarán fuertemente contra el punto de vista del Sumo Hacedor, Jehová por nombre (de acuerdo con el Génesis).

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Es muy fácil, por tanto, que nuestros paradigmas nos engañen y autojustifiquen. Recordemos que los esquemas nazis o hitlerianos engañaron al pueblo alemán de forma masiva, hasta el grado de justificar los terribles holocaustos que perpetraron contra las razas que consideraron inferiores. Este fenómeno ha sido bastante recurrente a lo largo de toda la historia humana y también lo será en el futuro inmediato, pero llegará abruptamente a su final en el día del juicio venidero del Señor del Universo, según se deduce del mensaje profético de la sagrada escritura. Así, en el presente, una urgente ocupación se nos presenta, si queremos aceptarla: Encontrar un paradigma dominante, o cosmovisión, que armonice con las instancias proféticas contenidas en las santas escrituras.

Es muy curioso el hecho de que los depositarios originales de estas profecías, a saber, los israelitas de la antigüedad y los cristianos primitivos, no elaboraron sus paradigmas posteriores en consonancia con los santos escritos que tenían bajo su custodia. Durante un breve tiempo, tanto israelitas como cristianos se mantuvieron fieles al pensamiento revelado, pero pronto se desviaron. En el caso del cristianismo, ya para el siglo II de nuestra era, comenzó a modificar sus correctos paradigmas. De nada sirvieron las advertencias recibidas mediante, por ejemplo, el apóstol Pablo, quien hablando en sentido figurado previno a las congregaciones cristianas originales: "Yo sé que después de mi partida entrarán entre vosotros lobos opresivos y no tratarán al rebaño con ternura, y de entre vosotros mismos se levantarán varones y hablarán cosas aviesas para arrastrar a los discípulos tras de sí " (Hechos de apóstoles, 20: 29-30). También, el último apóstol que quedó con vida, Juan por nombre: "… Es la última hora, y, así como habéis oído que el anticristo viene, aun ahora ha llegado a haber muchos anticristos; del cual hecho adquirimos el conocimiento de que es la última hora. Ellos salieron de entre nosotros, pero no eran de nuestra clase; porque si hubieran sido de nuestra clase, habrían permanecido con nosotros… " (Primera carta de Juan, 2: 18-19). Con la expresión "última hora", el apóstol se refería aparentemente al final del cristianismo primitivo en estado de pureza y al comienzo de un cristianismo contaminado y falso, evidentemente lleno de paradigmas cada vez más discordantes con el punto de vista del Maestro, Jesucristo.

El supuesto bienestar del pasado o la hipotética estabilidad del presente no garantizarán el éxito futuro cuando las reglas cambien, esto es, cuando la realidad se presente de manera insospechada. De hecho, sin las debidas precauciones, un pasado triunfal podría ofuscar nuestra visión del futuro. Por tal motivo, es sensato permanecer abiertos a las advertencias y estar dispuestos a explorar racionalmente maneras inusuales de enfocar los asuntos. Por ejemplo, el Pentateuco narra cómo el faraón egipcio de los días de Moisés se autoengañó con el paradigma insensato de que su imperio era inquebrantable y de que él mismo era un dios. A pesar de las reiteradas advertencias de Moisés, cerró sus oídos y se aferró estúpidamente a su vieja forma de pensar, y con él se alineó la mayor parte del pueblo egipcio. El resultado fue la ruina de este monarca y de todo su ejército, así como el desastre nacional de Egipto.

Nuestros juicios y nuestros métodos de toma de decisiones dependen de nuestras percepciones, y éstas están influenciadas grandemente por nuestros paradigmas. Por consiguiente, si se quiere asegurar el éxito para el futuro debemos reconocer la fragilidad de nuestros paradigmas presentes y prepararnos para superarlos o mejorarlos. Debemos tener claro que un paradigma es un arma de doble filo, ya que por un lado es una herramienta muy útil para seleccionar información usual y procesarla eficazmente; pero por otro lado tiende a marginar los datos inusuales o conflictivos. Nuestro intelecto está diseñado para abordar esta disquisición, pero habitualmente no estamos entrenados en su uso debido a múltiples razones, que van desde la falta de sosiego hasta la holgazanería mental. Da la impresión de que la sagrada escritura aconseja la reflexión profunda y la revisión paradigmática de vez en cuando al decir, por ejemplo: " Aseguraos de todas las cosas; adheriros firmemente a lo que es excelente" (Consejo del apóstol Pablo a los cristianos primitivos, registrado en su Primera carta a los tesalonicenses, 5: 21).

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La práctica totalidad de nuestra existencia está influida por los paradigmas, pues la utilidad de éstos es innegable: afinan la percepción en cierto sendero, mostrando lo que es relevante de cara a la resolución de problemas y facilitando reglas certeras para alcanzar soluciones más rápidas. No obstante, a veces los paradigmas desembocan en una cosmovisión o paradigma dominante que puede secuestrar la mente y convertir a la persona en un ser inflexible y dogmático, más interesado en casar la realidad con su propio paradigma que en tomarse el trabajo de adecuar su paradigma a la realidad. Parece que, debido a un fenómeno colectivo de esta índole, el evangelista Juan se lamentó: "La luz verdadera que da luz a toda clase de hombre estaba para venir al mundo. Estaba en el mundo, y el mundo vino a existir por medio de él, pero el mundo no lo conoció. Vino a su propia casa, pero los suyos no lo recibieron" (Evangelio según Juan, 1: 9-11).

Una cosmovisión dogmática y egoísta puede asentarse en la mente individual y colectiva, a veces con fatales consecuencias. En los días de Jesucristo, el pueblo judío se deslizó progresivamente hacia un enfoque totalmente inmodesto e irracional, alentado por sus engreídos líderes religiosos, entre los que figuraban escribas y fariseos. El Maestro denunció públicamente esta mala influencia con las siguientes palabras: "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues vosotros mismos no entráis, ni permitís entrar a los que están entrando… ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque os asemejáis a sepulcros blanqueados, que por fuera realmente parecen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda suerte de inmundicia. Así vosotros, también, por fuera realmente parecéis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de desafuero… Serpientes, prole de víboras, ¿cómo habréis de huir del juicio del Gehena [o destrucción eterna]? Por eso, mirad, os envío profetas y sabios e instructores públicos. A algunos de ellos vosotros los matareis y fijareis en maderos, y a algunos los azotareis en vuestras sinagogas y los perseguireis de ciudad en ciudad; para que venga sobre vosotros toda la sangre justa vertida sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo de Baraquías, a quien vosotros asesinasteis entre el santuario y el altar. En verdad os digo: Todas estas cosas vendrán sobre esta generación… Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que son enviados a ella…, ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne sus pollitos debajo de sus alas! Pero vosotros no lo quisisteis. ¡Mirad! Vuestra casa se os deja abandonada a vosotros" (Pasajes del capítulo 23 del Evangelio según Mateo).

Da la impresión de que el ser humano fue creado con la potestad de automodelarse libremente, en gran parte mediante la elaboración de paradigmas. Hay un automodelado individual y otro colectivo, con mutua y permanente interacción entre ambos; por eso es fácil que una persona se corrompa paradigmáticamente cuando estrecha sus contactos con entidades colectivas malsanas o defectuosas. No pocas veces, gente foránea o extranjera, respecto al colectivo que participa de ciertos paradigmas, está en mejor posición de avistar esquemas mentales más acordes con la realidad. Por ejemplo, el pueblo judío de los días de Jesucristo tenía un enfoque erróneo acerca del Mesías prometido y tal visión paradigmática aparentemente se traducía en hechos indeseables, como la falta de gratitud. El siguiente pasaje de la sagrada escritura parece mostrar esto:

«Y mientras iba a Jerusalén pasaba por en medio de Samaria y Galilea. Y en el momento en que entraba en cierta aldea lo encontraron diez varones leprosos, pero se pusieron de pie a lo lejos. Y levantaron la voz y dijeron: "¡Jesús, Instructor, ten misericordia de nosotros!" Y cuando él alcanzó a verlos, les dijo: "Id y mostraos a los sacerdotes". Entonces, mientras se iban, se efectuó su limpieza [es decir, la curación]. Uno de ellos, cuando vio que había sido sanado, volvió atrás, glorificando a Dios en alta voz. Y cayó sobre su rostro a los pies de Jesús, y le dio gracias; además, era samaritano [esto es, no judío o extranjero]. En respuesta Jesús dijo: "Los diez fueron limpiados, ¿no es verdad? Entonces, ¿dónde están los otros nueve? ¿No se halló ninguno que volviera atrás a dar gloria a Dios, sino este hombre de otra nación?". Y le dijo: "Levántate y ponte en camino; tu fe te ha devuelto la salud" » (Evangelio según Lucas, 17: 11-19).

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Por lo visto, de cara al futuro, es bastante importante no estar comprometidos con viejos paradigmas inútiles a la hora de aportar soluciones eficaces y definitivas para la sociedad humana. Por eso, para hallar enfoques que sirvan de algún provecho es primeramente necesario disponerse a contemplar o examinar propuestas nuevas. Por ejemplo, en el Génesis se habla de un Diluvio que arrasó el mundo antiguo, y de Noé como portador de un mensaje coherente y lógico: "Se aproxima el merecido fin de una sociedad humana virulenta y altamente corrosiva". Sin embargo, los paradigmas usuales de aquella gente, construidos contra la guía divina y tremendamente egoístas, impidieron a la mayoría percatarse de su peligrosa situación y del calimotoso desenlace que pronto iban a experimentar.

En consecuencia, si a lo largo de la vida escuchamos opiniones que pueden resultarnos incómodas, uno debería mantener la mente en estado analítico y flexible, pues existe la posibilidad de toparse con visiones nuevas que resultarían ser auténticas oportunidades de futuro. No obstante, si uno padece de parálisis paradigmática lo que oirá serán amenazas y no buenas noticias. Precisamente, la palabra "evangelio" significa "buenas noticias".

La pervivencia del paradigma paleoevolutivo.

Frecuentemente, las interpretaciones de la realidad biológica y fósil de corte evolucionista tienen también su contrapartida en argumentos creacionistas no menos convincentes. Hay muchos científicos creacionistas que presentan razonamientos de peso; e, igualmente, se encuentran muchos científicos evolucionistas que dan detalles aparentemente sólidos para sus afirmaciones. Además, existe un debate abierto entre creacionistas y evolucionistas, que se ha engordado como bola de nieve en los últimos años y no parece que vaya a menguar en lo sucesivo. Esto quiere decir que a la sombra del conspicuo paradigma evolucionista también hay otros enfoques antievolucionistas, encabezados por el creacionismo, pero todos ellos menos relevantes que el evolucionismo debido al efecto opositor que proviene del triunfante materialismo científico.

La práctica totalidad de los medios de comunicación de masas se ha hecho eco de esta polémica, en mayor o menor grado según la zona y la idiosincrasia del emisor-receptor. En Internet encontramos pocos sitios que informan desde la neutralidad, intentando no decantarse hacia uno u otro bando, a la vez que ofrecen una crítica no dogmática sobre la controversia. En español, por ejemplo, hay una especie de "blog" que contiene un artículo intitulado "La teoría que dividió el Mundo… 'El Origen de las Especies'", el cual dice, entre otras cosas:

«Resulta verdaderamente interesante reconocer los verdaderos contrastes que existen a la hora de referirnos a dos temáticas tan complejas, pero a la vez tan relacionadas, como el es el Evolucionismo y el Creacionismo, las cuales son puestas en un versus, ya que, a pesar de que ambas explican el origen de las especies en la Tierra, sus enfoques son completamente contrapuestos y los debates sobre este tema aun se siguen suscitando en la actualidad. Mientras el Evolucionismo afirma que unas especies proceden de otras mediante diversos procesos que originan cambios genéticos, el Creacionismo da cuenta de que procedemos de un Ser Superior, aludiendo también a que es la misma teoría evolucionista la que aporta un buen argumento para mostrar la existencia de éste, pues es imposible que modificaciones tan espléndidas sean producto de la casualidad, recalcando que ha de haber una inteligencia muy poderosa que haya previsto y organizado ese proceso. Es a través de este tipo de argumentos en los que se han fundamentado los debates sobre qué teoría (creacionismo o evolucionismo) responde mayormente a las sucesivas interrogantes que han surgido respecto a la propia existencia humana, y más aun en la actualidad, ya que la mayoría de los fenómenos que le ocurren al hombre se explican en función de una argumentación científica».

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Ahora bien, el que haya científicos de elevadas credenciales en ambos lados del litigio tiene el efecto de confundir a la gente. Por esta razón, muchas personas opinan que la clave para entender la historia natural de la realidad biológica se encuentra en ambas partes a la vez, esto es, en un proceso mixto que podría denominarse "creacionismo evolutivo" o "evolución creacionista". ¿En qué consiste este paradigma híbrido?

El paradigma creacionista evolutivo se halla al margen del paradigma dominante o materialista, ya que este último niega toda intervención sobrenatural o creativa en la historia biológica. Por lo tanto, al no recibir el espaldarazo de los científicos materialistas, el creacionismo evolutivo tiene poca relevancia académica y frecuentemente se asocia con el mundo de las creencias y no con el mundo de la ciencia (dominado, como sabemos, por el materialismo intelectual). Además, el creacionismo evolutivo presenta un frente muy irregular contra el evolucionismo materialista, pues aglutina una serie de sectas que ideológicamente pugnan entre sí. Por ejemplo, existe lo que pudiéramos denominar " Creacionismo ambiguo de la Tierra Joven", que defiende la idea de una Tierra de menos de 10 000 años de edad, aunque admite la evolución de todos los seres vivientes excepto de los seres humanos; rechaza la teoría darwiniana, así como el evolucionismo materialista científico. También está el "Creacionismo de la Tierra Joven y de una evolución rápida", que asegura que Dios dirigió un tipo de evolución singular de corto período hasta alcanzar el sexto día creativo, y después de eso dicho proceso evolucionario se sumó a una creación especial no evolutiva de la que apareció el hombre; igualmente, rechaza la teoría darwiniana, así como, evidentemente, el evolucionismo materialista científico. Por otra parte, se encuentra el "Creacionismo de la restitución", que sostiene que la vida (con o sin cambios) fue creada de inmediato en una Tierra antigua preexistente. Por otro lado, también tenemos el "Creacionismo del diseño inteligente", que argumenta que la Tierra fue creada tal como lo explica la Geología materialista, pero la evolución es consecuencia de la intervención directa de Dios. Además, está el "Creacionismo de la evolución teísta", también llamado "Evolución teísta", que explica el proceso de la formación del universo y de los seres vivos tal como lo describe la ciencia materialista, pero postula que existe un propósito y un origen divino en ello; también defiende la no incompatibilidad entre la ciencia y la creencia en un Dios creador. Y, seguramente, habrá más paradigmas de sabor creacionista, pero lo que nos interesa tener en cuenta ahora es que la disparidad y diversidad de doctrinas arropadas bajo el movimiento creacionista obviamente debilita la credibilidad de este paradigma, pues nos encontramos en un orbe social que se ha decantado casi exclusivamente hacia el materialismo científico.

Ahora bien, curiosamente, el materialismo evolutivo no se halla menos falto de coherencia interna ni menos plagado por cantidad de sectas. Incluso, es posible que su estado de caos sectario sea mucho peor que el observado en el creacionismo. Por ejemplo, en la revista científica DISCOVER de octubre de 1980, página 88, bajo el artículo "¿La tortuga o la liebre?", James Gorman escribe: "La evolución […] no se halla sólo bajo ataque por cristianos fundamentalistas, sino que también está siendo cuestionada por científicos de reputación. Entre los paleontólogos, científicos que estudian el registro fósil, aumenta el disentimiento respecto al punto de vista general del darvinismo". Francis Hitching, evolucionista y autor del libro "El cuello de la jirafa" (1982, página 12), declaró: "Después de centuria y cuarto, el darvinismo, a pesar de la aceptación de que es objeto en el mundo científico como el gran principio unificador de la biología, afronta una sorprendente multitud de dificultades".

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La publicación "The Enterprise" de Riverside, California (EEUU), contiene un artículo del 14 de noviembre de 1980, página E9, titulado "La Teoría de la Macroevolución, un debate caliente desde los tiempos de Darwin", escrito por Boyce Rensberger, el cual converge con el informe presentado en el artículo de la revista "Science" del 21 de noviembre de 1980 (páginas 883-887) titulado "La teoría evolucionista bajo fuego", por Roger Lewin. Expresan que, después de una importante conferencia de unos 150 especialistas en la evolución, celebrada en Chicago, Illinois, EEUU: "[La evolución] está experimentando su más amplia y más profunda revolución en casi 50 años. […] Ahora hay gran controversia entre los biólogos respecto a cómo, exactamente, tuvo lugar la evolución. […] No estaba a la vista ninguna resolución clara de las controversias".

En la publicación "Natural History" de febrero de 1982, páginas 78 y 81, bajo el tema "Limpieza casera evolucionista", el paleontólogo Niles Eldredge, prominente evolucionista, dijo: " La duda que ha penetrado en la previa certidumbre cómoda y satisfecha que en los últimos veinte años exhibió la biología evolucionista ha encendido las pasiones". Habló de la "falta de acuerdo completo hasta en el mismo seno de los bandos en contienda", y añadió que "en estos días la situación ciertamente es turbulenta […] A veces parece que hay tantas variaciones sobre cada tema [evolucionista] como biólogos hay individualmente".

Un escritor del periódico "Times" de Londres, Christopher Booker (quien acepta la evolución), dijo acerca de ésta: "Era una teoría hermosamente simple y atractiva. Lo único que pasaba era que, como por lo menos en parte Darwin mismo sabía, estaba llena de huecos de tamaño colosal". En cuanto a "El origen de las especies" de Darwin, comentó: "Tenemos aquí la suprema ironía de que un libro que se ha hecho famoso por explicar el origen de las especies no hace en realidad nada de eso". En "The Star" de Johannesburgo del 20 de abril de 1982, página 19, el mismo Booker, en un artículo titulado "La evolución de una teoría", declaró: "Un siglo después de la muerte de Darwin, todavía no tenemos ni la más ligera idea demostrable, o siquiera plausible, de cómo en realidad tuvo lugar la evolución… y en los últimos años esto ha llevado a una serie extraordinaria de batallas en cuanto a toda la cuestión. […] entre los evolucionistas mismos existe un estado de casi guerra abierta, en la que toda clase de secta [evolucionista] insta a que se efectúe alguna nueva modificación". Llegó a esta conclusión: "En cuanto a cómo o por qué realmente sucedió, no tenemos la más leve idea, y probablemente jamás la tendremos".

Francis Hitching, en "El cuello de la jirafa" (1982, páginas 7 y 8), expresó un paralelismo con la declaración de Booker, al decir: "Estallaron contiendas acerca de la teoría de la evolución […] En lugares encumbrados se establecieron posturas firmes en pro y en contra, y los insultos volaron como bombas de mortero desde ambos lados". Apostilló que se trataba de una disputa académica de proporciones trascendentales, "potencialmente, uno de esos períodos de la ciencia en que, muy de súbito, una idea que ha sido sostenida por mucho tiempo es derribada por el peso de la prueba contraria, y otra, una nueva, toma el lugar de ella".

Sin embargo, el evolucionismo no ha sido derribado todavía, pese a la gran cantidad de inconvenientes teóricos que ha tenido que soportar desde la década de los años 1980 hasta la actualidad, ya entrados los años 2010. Antes bien, el paradigma evolutivo se ha revuelto "contra cielo y tierra" y ha conseguido medrar, conservar y hasta aumentar su protagonismo, por medio de adaptarse teóricamente a cualquier clase de terreno, sin importar para nada la metamorfosis que haya tenido que efectuar. En este sentido, puede decirse que se parece al "monstruo de las mil caras": La consigna es sobrevivir, por encima de cualesquiera otras consideraciones…

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Por ejemplo, ya entrada la segunda mitad del siglo XX los evolucionistas han ido admitiendo cada vez más abiertamente que la evolución gradual, mediante micromutaciones (microevolución), no está apoyada por el registro fósil. En cambio, se ha estado oyendo más y más la noción de la evolución a saltos, mediante macromutaciones (macroevolución). Esto significa un rompimiento drástico con el modelo evolutivo original o darviniano, y una aproximación bastante grande al modelo antagónico creacionista de hace ya más de un siglo. Ante esto, surge la pregunta: ¿Por qué el paradigma materialista evolutivo se sostiene, e incluso se acrecienta, a pesar de los reveses teóricos en su contra?

La respuesta tiene que ver con la operación silenciosa, aunque extremadamente eficaz, de otro paradigma dominante de mayor alcance y poder que el propio evolucionismo. Se trata de la cosmovisión materialista, la cual domina todo el paisaje científico. Por este motivo, ni siquiera el creacionismo evolutivo puede aflorar, pues choca contra el "anticreacionismo", es decir, contra el materialismo científico y filosófico. El terreno académico, pues, está abonado con el materialismo; y nada puede crecer en dicho terreno a menos que se nutra del materialismo.

En consecuencia, el paradigma paleoevolutivo, por ser una derivación o caso particular del evolucionismo materialista, está bien acomodado en el mundo de la ciencia contemporánea. De momento nada parece que pueda abatirlo… nada que proceda de hombres bien documentados y bien intencionados. Las fuerzas que sostienen al paleoevolucionismo son descomunales, y hasta sobrehumanas (la sagrada escritura advierte respecto a la existencia de seres inteligentes que se hallan en oposición al Creador y que influyen insidiosamente sobre la sociedad humana). Por lo tanto, la desintegración de dicho paradigma no es labor que puedan realizar los creacionistas ni otros grupos afines; más bien, es algo que le compete al Creador mismo del universo. De hecho, en la sagrada escritura parece haber alusiones en cuanto a ello.

El final abrupto del paradigma paleoevolutivo.

En las sagradas escrituras se presentan varias ocasiones históricas en las que hubo un arrasamiento rápido y total de viejos y malsanos paradigmas, por medio de la eliminación abrupta de sus apoyadores o por la instantánea desarticulación de los sistemas de comunicación de los individuos implicados. El episodio más lejano en el tiempo lo encontramos registrado en el Génesis, en las inmediaciones cronológicas del cataclismo planetario que se ha denominado "El diluvio". El relato sagrado informa:

"Ahora bien, aconteció que cuando los hombres comenzaron a crecer en número sobre la superficie del suelo y les nacieron hijas, entonces los hijos del Dios verdadero [o ángeles rebeldes] empezaron a fijarse en las hijas de los hombres, que ellas eran bien parecidas; y se pusieron a tomar esposas para sí, a saber, todas las que escogieron" (Génesis 6: 1-2).

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NOTA:

Un estudio profundo y reflexivo del relato sagrado, aunado al acopio de datos documentales al respecto, nos muestra una sociedad humana prediluviana pervertida desde sus comienzos a causa de la tendencia al error heredada de Adán y Eva, agravada sin duda por la influencia malsana de la prole de Caín. Y por si esto fuera poco, el texto supracitado del Génesis indica que hubo una rebelión de criaturas inteligentes no materiales (espirituales) a causa de la atracción que les produjo las mujeres de la Tierra, las cuales eran muy hermosas y atractivas debido al hecho de que se encontraban en un estado físico mucho más cercano a la perfección corporal que hoy día y además poseían una longevidad que se aproximaba al milenio, lo cual también haría que la vitalidad y apariencia juvenil de ellas y de los hombres fuera indudablemente más extensa, intensa y relevante con respecto a lo que actualmente conocemos. Es posible que aquellos ángeles o seres espirituales inteligentes se hubieran dejado seducir por la idea egoísta de que ellos, al igual que los hombres, también merecían disfrutar de los goces relacionados con el sexo. No tuvieron en cuenta que el Creador había privilegiado al género humano con hermosos y exclusivos dones, pues para Él los hombres (y las mujeres) no eran criaturas inteligentes de inferior categoría o dignidad, sino, más bien, diferentes a los ángeles desde el punto de vista corporal o estructural. En su ceguera contranatural degenerada, olvidaron que Dios hizo al ser humano a Su imagen y semejanza (Génesis 1: 26).

El resultado de todo esto fue el establecimiento de un clima extremadamente corrupto en la sociedad humana de aquellos tiempos, con sus sórdidos paradigmas contraproducentes. Y parece que un vestigio de aquellas condiciones sociales depravadas lo encontramos en las leyendas y mitos religiosos griegos de la antigüedad posdiluviana. Respecto a esto, la obra PERSPICACIA PARA COMPRENDER LAS ESCRITURAS, tomo 1, páginas 1043-1044 , editada por la Sociedad Watchtower Bible And Tract en 1991, expone:

«La información más antigua sobre la religión griega viene de la poesía épica de Homero. Según los historiadores, escribió los dos poemas épicos titulados "la Ilíada" y "la Odisea". Se cree que las porciones de papiros más antiguos de estos poemas datan de poco antes del año 150 antes de la EC. Pero como dice el profesor de griego George G.A. Murray, estos textos primitivos "difieren "una barbaridad" de nuestra vulgata", es decir, del texto que se ha aceptado popularmente durante los últimos siglos (Encyclopædia Britannica, 1942, volumen 11, página 689). Así que, a diferencia de la Biblia, no se ha conservado la integridad de los textos homéricos, sino, como afirma el profesor Murray, se han difundido con grandes variaciones. Los poemas de Homero trataban de héroes y dioses guerreros que se parecían mucho a los hombres…

A otro poeta, Hesíodo, probablemente del siglo VIII antes de la EC, se le atribuye la compilación de los muchísimos mitos y leyendas griegos. Los poemas de Homero y la "Teogonía" de Hesíodo formaron los principales escritos sagrados, o teología, de los griegos.

Cuando se examinan los mitos griegos, es interesante ver cómo la Biblia arroja luz sobre su posible, o hasta probable, origen. Como muestra Génesis 6:1-13, antes del Diluvio los hijos angélicos de Dios bajaron a la Tierra, materializándose en forma humana, y cohabitaron con atractivas mujeres. Produjeron una prole a la que se llamó "nefilim" o "derribadores", es decir, "los que hacen caer a otros". Como resultado de esta unión contranatural entre espíritus y humanos y de la raza híbrida que produjeron, la Tierra se llenó de inmoralidad y violencia. Al igual que otras personas de tiempos postdiluvianos, Javán, el progenitor del pueblo griego, habría oído hablar de los tiempos antediluvianos, pues era hijo de Jafet, uno de los supervivientes del Diluvio. Nótese a continuación lo que revelan los escritos que se atribuyen a Homero y Hesíodo.

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Los numerosos dioses y diosas de los que hablaron tenían forma humana y una gran belleza, aunque estaban dotados de poderes sobrehumanos y a menudo se les representaba de gran tamaño. Comían, bebían, dormían, tenían relaciones sexuales entre ellos e incluso con humanos, vivían como familias, se peleaban y luchaban, seducían y violaban. Aunque supuestamente eran santos e inmortales, eran capaces de cualquier tipo de engaño y delito. Podían moverse entre la humanidad tanto de manera visible como invisible. Los escritores y filósofos griegos posteriores procuraron eliminar de los relatos de Homero y Hesíodo algunos de los actos más viles atribuidos a los dioses.

Estas narraciones probablemente sean un reflejo del auténtico relato de las condiciones antediluvianas que se halla en Génesis, aunque de una forma muy exagerada, adornada y distorsionada. Otra correspondencia destacable es que en las leyendas griegas no sólo hay relatos sobre los dioses principales, sino también sobre semidioses o héroes, cuya ascendencia era en parte divina y en parte humana. Estos semidioses tenían fuerza sobrehumana, pero eran mortales (Heracles [Hércules] fue el único al que se le concedió el privilegio de alcanzar la inmortalidad). Guardan una marcada similitud con los "nefilim" del relato de Génesis».

Uno puede imaginar la clase de cosmovisión que gobernaría la forma de pensar de la sociedad prediluviana, probablemente como resultado de la amalgama de creencias egocéntricas, sensuales, mágicas y así por el estilo derivadas de la interacción morbosa entre seres humanos degenerados y criaturas angélicas pervertidas. Evidentemente, ello tendría su eco en el comportamiento general de la gente, el cual debió alcanzar elevadas cotas de inmoralidad y violencia gratuitas. El relato sagrado informa a este respecto:

«Por consiguiente, Jehová [Dios, el Creador,] vio que la maldad del hombre abundaba en la tierra, y que toda inclinación de los pensamientos del corazón de éste era solamente mala todo el tiempo. Y Jehová sintió pesar [o pesadumbre] por haber hecho a hombres en la tierra, y se sintió herido en el corazón" » (Génesis 6: 5-6).

«Después de eso Dios dijo a Noé: "El fin de toda carne ha llegado delante de mí, porque la tierra está llena de violencia como resultado de ellos; y, ¡mira!, voy a arruinarlos junto con la tierra. Haz para ti un arca de madera de árbol resinoso. Harás compartimientos en el arca, y tendrás que cubrirla por dentro y por fuera con alquitrán"» (Génesis 6: 13-14).

«"Y en cuanto a mí, aquí voy a traer el diluvio de aguas sobre la tierra para arruinar de debajo de los cielos a toda carne en la cual está activa la fuerza de vida. Todo lo que está en la tierra expirará. Y de veras establezco mi pacto contigo; y tienes que entrar en el arca, tú y tus hijos y tu esposa y las esposas de tus hijos contigo. Y de toda criatura viviente de toda clase de carne, dos de cada una, traerás dentro del arca para conservarlas vivas contigo. Macho y hembra serán"» (Génesis 6: 17-19).

«En el año seiscientos de la vida de Noé, en el segundo mes, en el día diecisiete del mes, en este día fueron rotos todos los manantiales de la vasta profundidad acuosa, y las compuertas de los cielos fueron abiertas. Y siguió la fuerte precipitación sobre la tierra por cuarenta días y cuarenta noches. En ese mismo día entró Noé —y con él Sem y Cam y Jafet, los hijos de Noé, y la esposa de Noé y las tres esposas de sus hijos— en el arca; ellos y toda bestia salvaje según su género, y todo animal doméstico según su género, y todo animal moviente que se mueve sobre la tierra según su género, y toda criatura voladora según su género, todo pájaro, toda criatura alada» (Génesis 7: 11-14).

«Y el diluvio siguió sobre la tierra por cuarenta días, y las aguas siguieron aumentando y empezaron a llevar el arca, y esta estaba flotando muy por encima de la tierra. Y las aguas se hicieron anegadoras y siguieron aumentando mucho sobre la tierra, pero el arca siguió yendo sobre la superficie de las aguas. Y a grado tan grande anegaron la tierra las aguas que todas las altas montañas que estaban debajo de todos los cielos quedaron cubiertas. Hasta quince codos [por encima] las anegaron las aguas, y las montañas quedaron cubiertas» (Génesis 7: 17-20).

«De modo que expiró toda carne que estaba moviéndose sobre la tierra, entre las criaturas voladoras y entre los animales domésticos y entre las bestias salvajes y entre todos los enjambres que estaban enjambrando sobre la tierra, y toda la humanidad. Todo lo que tenía activo en sus narices el aliento de la fuerza de vida, a saber, cuanto había en el suelo seco, murió. Así borró Él toda cosa existente que había sobre la superficie del suelo, desde hombre hasta bestia, hasta animal moviente y hasta criatura voladora de los cielos, y fueron borrados de sobre la tierra; y solo Noé y los que con él estaban en el arca siguieron sobreviviendo. Y las aguas continuaron anegando la tierra por ciento cincuenta días» (Génesis 7: 21-24).

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El Génesis también contiene el relato de la confusión de las lenguas en Babel, algún tiempo después del diluvio:

«Ahora bien, toda la tierra continuaba siendo de un solo lenguaje y de un solo conjunto de palabras. Y aconteció que, al ir viajando hacia el este, finalmente descubrieron una llanura-valle en la tierra de Sinar, y se pusieron a morar allí. Y empezaron a decirse, cada uno al otro: "¡Vamos! Hagamos ladrillos y cozámoslos con un procedimiento de quema". De modo que el ladrillo les sirvió de piedra, pero el betún les sirvió de argamasa. Entonces dijeron: "¡Vamos! Edifiquémonos una ciudad y también una torre con su cúspide en los cielos, y hagámonos un nombre célebre, por temor de que seamos esparcidos por toda la superficie de la tierra"» (Génesis 11: 1-4).

Según parece, los descendientes de Noé se multiplicaron rápidamente y originaron una población numerosa que empezó a ser liderada en un amplio sector por un individuo indeseable llamado Nemrod; y a partir de ello elaboraron un paradigma dominante que no tardó en alejarse de la norma divina que fue dada al patriarca sobreviviente del Diluvio y a toda su descendencia. Pero en este caso, según el relato sagrado, el Creador no actuó eliminando a los rebeldes, sino confundiendo el lenguaje común de ellos y obligándolos así a desistir de la obra de construcción de sabor imperialista que estaban realizando en común; y evidentemente, con la brusca ruptura de la comunicación entre ellos, también su cosmovisión fue reducida a la nada. En lo sucesivo e inmediato, los diferentes grupos lingüísticos generarían sin falta multitud de nuevos paradigmas inconexos entre sí; aunque más tarde, la aglutinación y sometimiento de tribus por medio de las conquistas guerreras, tendería nuevamente a la formación de cosmovisiones de mayor amplitud, a causa de la presión gubernamental de la clase dirigente.

Se observa, en todos estos casos (Diluvio y Babel), así como en otros más que no se han mencionado, la tendencia social humana a elaborar cosmovisiones divergentes respecto a la norma divina. Dichos paradigmas dominantes tienden, sin excepción, a corromper a sus apoyadores y a arruinar la sociedad del hombre, y también a apolillar la biosfera. Por eso, al final, no suele ser la acción de humanos bien intencionados los que logran cambiar las cosmovisiones perjudiciales, sino el Creador. Por ende, según este patrón de acontecimientos, el paradigma materialista y evolucionista actual, con la paleoevolución medrando en medio y coadyuvando en la tarea de apartar las mentes y las vidas de las gentes del Sumo Hacedor, no parece que vaya a ser abatido ni contrarrestado por acción de creacionistas y grupos afines, sino más bien por la intervención directa del Creador mismo.

Jesucristo profetizó lo siguiente, respecto a un futuro que hoy casi tenemos por delante: "… Habrá gran tribulación como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a suceder. De hecho, a menos que se acortaran aquellos días, ninguna carne se salvaría; mas por causa de los escogidos [o personas aprobadas por el Creador] aquellos días serán acortados" (Evangelio de Mateo, 24: 21-22).

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Hablando simbólicamente de lumbreras humanas que quedarían en tinieblas, de estrellas o líderes humanos que caerían de su elevada posición y de poderes humanos que actuarían como cielos encumbrados, el Maestro añadió: "Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su luz, y las estrellas estarán cayendo del cielo, y los poderes que están en los cielos serán sacudidos " (Evangelio de Marcos, 13: 24-25).

Probablemente, el paradigma paleoevolutivo materialista verá su final abrupto en el breve espacio de tiempo denominado "la gran tribulación", según las sagradas escrituras. Es muy posible que los acontecimientos sobrecogedores y sobrehumanos que se produzcan en dicho momento tempestuoso pulvericen los esquemas mentales de aquéllos que, en su terquedad, acariciarán y potenciarán el paradigma paleoevolutivo y no se retractarán. Entretanto, nosotros ahora sólo podemos esperar, observando y ayudando a salir del susodicho paradigma a toda aquella persona sincera que humildemente desee una esperanza de futuro bien fundada.

 

 

Autor:

Jesús Castro

Partes: 1, 2
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