La protagonista de Lunas eléctricas para noches sin luna, novela de Belén Gache, relata: "Para los festejos del Centenario, nuestro país recibirá una serie de visitas de representaciones diplomáticas, económicas y culturales de países extranjeros. Se han organizado, así mismo, una serie de recepciones de gala, funciones teatrales, desfiles militares, inauguraciones de monumentos, un tedéum en la Catedral e, incluso, una serie de exposiciones internacionales que abarcarán disciplinas como la agricultura, la industria y las bellas artes y que se desarrollarán en distintos puntos de la ciudad. (…) En los alrededores de la Plaza de Mayo han colocado una serie guirnaldas de luces resaltando las líneas arquitectónicas de todos los edificios. Cerca de la Casa de Gobierno han armado un lujoso palco desde el cual la Infanta Isabel saludará al pueblo argentino". La Infanta llega a la Argentina el 18 de mayo de 1910: "Los habitantes de Buenos Aires han salido de sus casas y se han convocado en la Plaza de Mayo. Criollos e inmigrantes, italianos y polacos, ricos y pobres se han reunido todos en este día memorable" (2).
Carlos Molina Massey evoca, en su cuento "La muerte del pingo" (3), un festejo patrio, en el que confraternizan nativos e inmigrantes. Es el 25 de Mayo. En Mercedes se aprestan a conmemorar la fecha patria: "En la plaza, embanderada, había música y cueterío. Desfile de escolares. Aglomeración de curiosos. Por las calles jinetes gauchos paseaban el lujo de sus fogosos caballos. Don Contreras realizaba su programa anual desde el almacén de don Quintino, el portugués, situado en la esquina crucera de la plaza. Allí tenía concentrada su gente. -A ver, gringo: atále otra gruesa e cuetes a la cola el colorao –ordenaba el bolichero. O si no: -Al escuro atale una lata e kerosén vacida. Enloquecidas por las deflagraciones, por el olor de la pólvora y el ruido de los tachos, los potrillos de don Contreras obligaban a los peones, y aun al mismo patrón que no rehusaba el número, a soportar las más violentas bellaqueadas".
Francisco Montes es el autor de Leyendas y Aventuras de Alpujarreños. En "El desafío" relata que, para las fiestas patrias, en Malargue se realizaba una competencia de doma. Un indio puelche desafía a un andaluz de dieciséis años: "no se sabe en qué tris fatal Miguel dio una voltereta en el aire y cayó en pie. Un silencio espeso acogió el final inesperado. El desafío había terminado. Miguel saludó al domador (cortesía indígena), reunió su caballada y a sus secuaces y desapareció. Dicen que nunca más volvió por aquellos pagos. El domador con carita de extranjero, flaco, velludo y colorado, de ojos azules era el mismo que desde las Alpujarras había llegado con dos años de edad en la búsqueda de insondables destinos. Y cuentan todavía en los fogones malarguinos el gesto de un huaso chileno que había presenciado el desafío, rico el hombre, que había llegado con una tropill de alazanes y mulas de alzada cordillerana. Montaba un caballo de leyenda con apero chapeado en plata. Se acercó al jinete y ofreciéndole las riendas de su montado, le dijo: -Tome, joven. Este es mi regalo. El apero nada más valía un Perú" (4).’
En Entre Ríos vivió su infancia Máximo Yagupsky, quien relata, en diálogo con Mario Diament: "como faltaban maestros y el gobierno no podía afrontar ni la demanda ni el presupuesto, los jóvenes más instruidos de la colonia se ofrecían como maestros. De modo que tomaban cursos acelerados en la escuela que allí teníamos – la ‘Alberdi’- y de inmediato se abocaban a la enseñanza. Y pese a esta preparación abreviada, la escuela ‘Alberdi’ produjo maestros de gran calidad, algunos de los cuales llegaron a profesores secundarios, lo que en ese entonces era una cosa tenida en gran jerarquía. Mi maestro, que se había graduado en la "Alberdi", sabía que al llegar el 25 de mayo había que cantar el Himno Nacional, porque ésas eran las instrucciones que se le habían impartido. Pero el problema era que habían aprendido la letra, pero no la melodía. De modo que cantábamos el Himno Nacional con la melodía del Hatikva, que era el himno judío. Porque, en cierto modo (Hatikva significa "esperanza") esto condecía con lo que eran sus esperanzas: veían en la Argentina una Sion, la Sion de sus sueños" (5).
Felipe Fistemberg Adler relata en sus memorias que, en Moisés Ville, provincia de Santa Fe, "Cuando llegaban las fiestas patrias, el pueblo se vestía de gala, las ventanas lucían banderas azules y blancas y a la plaza San Martín, en el centro del poblado, concurría toda la población luciendo la escarapela y manifestando con orgullo su agradecimiento a la nueva patria. Por ser uno de los más altos, y seguramente porque mamá me almidonaba para la ocasión el guardapolvo, ya en los grados superiores las maestras me elegían abanderado, y escoltado por otros niños caminando entre aplausos y cálidas sonrisas nos dirigíamos a la plaza. Las autoridades y los directores de todas las instituciones pronunciaban emotivos discursos. Se cerraba el acto con un esperado reparto de golosinas entre los chicos. Con premura, nos despojábamos de los guardapolvos y corríamos al bosque de eucaliptos frente a la administración de la J.C.A. para ver y participar de la fiesta popular que premiaba a los ganadores, con ponchos, frazadas, camisas, camisetas o pantalones" (6).
Un acto escolar es una excelente oportunidad para destacar los méritos de una alumna asturiana. Escribe Jorge Fernández Díaz, el hijo de la inmigrante: "En esas aulas mamá sintió por primera vez los dardos de la discriminación. Todos preguntaban en la escuela, con morbosa curiosidad, quién era esa ‘galleguita’, y sus compañeras, grandulonas y maliciosas, se divertían burlándose de su ignorancia y haciéndole la vida imposible". Entonces intervenía la maestra: "La señorita Valenzuela, una maestra cabal y de buen corazón, las retaba con el puntero en la mano y trataba por todos los medios que la campesina se integrara. Pero no era tarea fácil". El esfuerzo de la protagonista tuvo su premio: "Sé que muchas de ustedes no están de acuerdo. Pero quiero gratificar a esta alumna que no es argentina y que tanto perseveró en aprender lo nuestro. Ninguna se atrevió a contradecir a la señorita Valenzuela, y mi madre llevó la bandera de ceremonias en un acto cualquiera que sus tíos observaron uniformados, firmes y solemnes, henchidos de orgullo y de argentinidad" (7).
En "20 de junio" (8), Luis León se refiere al sentimiento patrio de un inmigrante: "El "vapor" que salía de la bahía, lo llevaría hasta Marsella y de allí uno distinto, ¿de qué tamaño o color?, lo dejaría finalmente en L´aryentina. Fueron días extraños a bordo, que ahora él casi no recordaba con precisión, conviviendo con algunos de las decenas de hermanos sefaradíes que tomaron el mismo rumbo. Nissim, Nissimiko como lo llamaba su abuela, arribó a estas tierras un 20 de junio de la segunda década del joven siglo XX. No sabía por qué la "djente" se ponía una cintita celeste en su ropa y la colgaba en el frente de algunas casas, pensó en una fiesta cristiana, él no sabía muchos de eso porque venía de un país musulmán y él mismo era judío, los cristianos que había conocido no usaban esa cinta, eran griegos y armenios, pero debía ser algo así: esas cintitas le agradaron mucho, simpatizó con ellas porque fue lo primero que reparó al recorrer las calles del centro de Buenos Aires, al salir del puerto".
En La fuga, novela de Eduardo Mignogna distinguida con el Premio Emecé 1998/99, se inaugura el Obelisco: "Eran las dos de la tarde del sábado 23 de mayo de 1936, cuando la banda terminó de tocar el Himno y el intendente De Vedia dijo a la multitud un discurso donde vaticinó que el Obelisco sería, con el correr de los años, el alma de Buenos Aires y el recuerdo más auténtico del día en que la ciudad cumplió cuatrocientos años. Todos estábamos muy juntos y mirando hacia el palco de las autoridades que quedaba a los pies del Obelisco. Yo era uno más entre tantos. Toleré un rato aquel discurso, y ya estaba a punto de empezar a forcejear para mandarme mudar, cuando descubrí a un costado al Francés que me saludaba con una mano en alto y una indescifrable expresión de ansiedad en el rostro. El hombre no estaba solo. A su lado, una mujer alta y bella de melena oscura lo abrazaba por los hombros" (9).
Notas
Espinoza, Enrique (Samuel Glusberg): "Mate amargo", en La levita gris. Cuentos judíos de ambiente porteño. Buenos Aires, BABEL.
Gache, Belén: Lunas eléctricas para noches sin luna. Buenos Aires, Sudamericana, 2005.
Molina Massey, Carlos: "La muerte del pingo", en Luis Gudiño Kramer, J. P. Sáenz y otros: El cuento argentino 1930-1959* antología. Selección, prólogo y notas por Eduardo Romano. Buenos Aires, CEAL, 1981. (Capítulo).
Montes; Francisco: "El desafío", en Leyendas y Aventuras de Alpujarreños, en Unisex. Buenos Aires, Bruguera. 163 pp.
Diament, Mario: Conversaciones con un judío. Buenos Aires, Fraterna, 1986.
Fistemberg Adler, Felipe: Moisés Ville Recuerdos de un pibe pueblerino. Buenos Aires, Milá, 2005. 112 pp. (Testimonios).
Fernández Díaz, Jorge: Mamá. Buenos Aires, Sudamericana, 2002.
León, Luis: "20 de junio", en SEFARAires Nº38, Junio de 2005,
Mignogna, Luis: La fuga. Buenos Aires, Emecé, 2001. 216 pp. (Escritores argentinos).
Fiestas patrias de los inmigrantes
Gladys Onega dedica un capítulo de sus memorias a la descripción de un festejo de la comunidad italiana de Acebal, provincia de Santa Fe. Transcribo un fragmento de ese capítulo, titulado "De cómo la hija de los Onega llegó a cantar la Giovinezza":
"(…) llegado el 20 de septiembre, fui una bambina más invitada a la fiesta de la Sociedad Italiana para celebrar la gran fiesta de los italianos. (…) La maravilla me cundió cuando llegamos al salón de la Sociedad Italiana; no me bastaban los oídos para gozar de ‘faccetta nera, faccetta nera, bella abisinia’, ni los ojos para ver lo que veía. Allí todo eran banderas de seda, todo eran cocardas de papel crepe, todo eran pendones colgados de lámparas, ventanas, puertas y telón, todo eran cintas colgadas de las lámparas y todo eran servilletas de colores que honraban la patria italiana. Por obra de magia, el cine ya no era el cine sino una piazza romana, nuestro conocido escenario de matinés y noche no era escenario sino un gran palco y las mesas hechas de tablones sostenidos por caballetes y cubiertos de papel de blanco de panadería no eran tablones sino mesas cubiertas de manteles adamascados".
"Cada primero de agosto –escribe Alejandro Stilman, a partir de un informe de Pablo Bizón y Diana Pazos-, en Colonia Esperanza, conmemoran el aniversario de la Federación Helvética, la fiesta patria suiza y, dos semanas más tarde, el nacimiento de la Asociación Suiza Guillermo Tell. (…) Esta ‘pequeña Europa’, integrada además por alemanes, franceses y belgas, a los que se sumaron italianos, españoles, polacos, rusos, checos, judíos y árabes, se fundó en 1856. La llaman ‘la primera colonia agrícola organizada del país’ " (2).
En la colonia Pigüe, fundada por cuarenta familias francesas, se festeja "el 14 de julio, la fecha patria, que es comienzo de la gran Semana de Francia" (3). "Mientras las estrofas del Himno Nacional conmovían el corazón de los judíos de Rajil, otro grupo de inmigrantes arraigados a 130 km al norte de Bahía Blanca ensayaba una versión a su manera: ‘Entendez mortels le cri sacré/ Liberté, liberté, liberté…’ Sólo que allí se cantaba todos los 14 de Julio en conmemoración de la toma de la Bastilla y era seguido por las notas de la Marsellesa. Con desfiles, cañonazos, discursos y premios artísticos, los franceses celebraban solemnemente su fecha patria en Pigüé, un pueblito barroso de la pampa donde todavía se agitaba el fantasma de las chuza indias" (4).
Notas
Onega, Gladys: Cuando el tiempo era otro Una historia de infancia en la pampa gringa. Buenos Aires, Grjalbo, 1999.
Stilman, Alejandro (texto), Pablo Bizón y Diana Pazos (informe): "Suizos Colonia Esperanza / Santa Fe La vida en una pequeña Europa", en "COLONIAS Y PUEBLOS DE LA ARGENTINA La ruta de los inmigrantes", en Clarín, Buenos Aires, 7 de setiembre de 2003.
Stilman, Alejandro (texto), Pablo Bizón y Diana Pazos (informe): "Franceses Pigüé / Pcia. de Buenos Aires La colonia de la omelette gigante", en "COLONIAS Y PUEBLOS DE LA ARGENTINA La ruta de los inmigrantes", en Clarín, Buenos Aires, 7 de setiembre de 2003.
Wolf, Ema (texto) y Patriarca, Cristina (investigación): La gran inmigración. Ilustraciones: Daniel Rabanal. Buenos Aires, Sudamericana, 1997. 6° ed. (Sudamericana Joven Ensayo).
Fiestas tradicionales de los inmigrantes
"Los primeros sábados de marzo, Colonia Caroya festeja la Semana de la Vendimia que culmina con un almuerzo popular sobre la avenida San Martín al ritmo de danzas friulanas. En julio, la Fiesta de las Comidas Típicas Caroyenses son la oportunidad de saborear la polenta blanca con codeguín (un chorizo hervido y picante), y la típica bagna cauda (leche con anchoas y ajo). En octubre, la Fiesta del Salame Casero, reafirma su legendaria calidad" (1).
En Villa del Parque, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se lleva a cabo la Bierfest, organizada por un colegio del barrio. Escribe al respecto Pablo Hacker, en 2003: "Más de 100 tanques de cerveza helada de 30 litros cada uno. Una enorme parrilla con 3.000 chorizos asándose a las brasas. El olor penetrante y tentador del chucrut casero. Cientos de tortas de chocolate y manzana, exquisitos strudels. Música en vivo para todos los gustos, desde un chamamé hasta un rock & roll, pasando por una marcha nupcial alemana. Y cerca de 3.500 personas reunidas en una pequeña plaza en el corazón de Villa del Parque. El resultado de la ecuación: una fiesta barrial que generó felicidad, panzas llenas, y a más de uno un poquito de resaca mañanera. La 12° edición de la Fiesta de la Cerveza, organizada por el colegio alemán Schiller el sábado pasado, fue un éxito a pesar de la lluvia que obligó a cerrar los grifos de las choperas una hora antes de lo que muchos hubieran deseado" (2).
Entre los galeses, "Un histórico evento es, desde hace 109 años, el festival literario-musical de Eisteddfod, que evoca las tertulias de los celtas. Hay dos versiones patagónicas del Eisteddfod: en la segunda semana de septiembre, el de la Juventud, en Gaiman, y en octubre, el de Chubut, en Trelew" (5).
Los japoneses en la Argentina festejan el Natsu Matsuri (Festival de Verano). Acerca del evento llevado a cabo en 2002, encontramos esta información: "Como todos los años la Fundación Cultural Argentino Japonesa invita a todos los argentinos al "Festival de Verano" en el Jardin Japones (Casares y Figueroa Alcorta ), siguiendo la costumbre japonesa de realizar un festejo popular en cada estación del año. Dos atardeceres recreando las disciplinas y costumbres de la cultura japonesa, música con bandas y tambores japoneses, danzas tradicionales, artes marciales, desfiles de kimonos y feria de comidas y artesanías japonesas". Habrá "una galeria de arte y se darán workshops de Sumie (pintura a la tinta china). También se podrá disfrutar de la exposición Kokeshi Ten, Muñecas japonesas, cedidas por la embajada del Japón", shows culturales: danzas, demostraciones de artes, teatro, música y audiovisuales con una pantalla de video gigante, el show "Robotech Time" –"Espectáculo audiovisual con sinfónica de 50 músicos que interpretarán canciones de la famosa serie de dibujos Robotech con proyecciones de la famosa saga"-, desfiles de Kimonos y la colección Heiwa Uchi de la escuela de Roberto Piazza, recitales de bandas de anime, pop y rock, exhibiciones de artes marciales, Karaoke, Cosplay (concurso de disfraces) y "en la cumbre Otaku se reunirán todos los fans clubes de famosas series", exposición de Bonsái, masajes japoneses y de relax gratuitos, Feria Artesanías y artículos japoneses, platos de la gastronomía japonesa y oriental" (6).
"El 3 de marzo es el ‘día de las niñas’ o hina matsuri: se exhibe una colección de muñecas que representan la antigua corte imperial y la presencia del bambú garantiza fortaleza y flexibilidad en las futuras mujeres" (7).
"La fiesta de los niños se celebra el 5 de mayo, cuando se muestran figuras de muñecos representando samurais y se comen bizcochos especiales" (8).
Notas:
Stilman, Alejandro (texto), Pablo Bizón y Diana Pazos (informe): "Italianos Colonia Caroya / Córdoba Los sabores artesanales del Friuli", en "COLONIAS Y PUEBLOS DE LA ARGENTINA La ruta de los inmigrantes", en Clarín, Buenos Aires, 7 de setiembre de 2003.
Hacker, Pablo: "El barrio festejó con cerveza, chucrut y baile", en Clarín, Buenos Aires, 19 de noviembre de 2003.
Maier Schwerdt, Héctor y Melchior, Julio César: Antiguas tradiciones de los alemanes del Volga. Barragán & Asociados.
S/F: "La fiesta de ‘Kerb’ ", en La Prensa, Buenos Aires, 7 de junio de 1998.
Stilman, Alejandro (texto), Pablo Bizón y Diana Pazos (informe): "Galeses Gaman / Chubut Una fiesta de té con torta y literatura", en "COLONIAS Y PUEBLOS DE LA ARGENTINA La ruta de los inmigrantes", en Clarín, Buenos Aires, 7 de setiembre de 2003.
S/F: "AGENDA Natsu Matsuri (Festival de Verano)", en www.global-art.com.ar, Febrero de 2002.
Alvarez, Marcelo y Pinotti, Luisa: A LA MESA Ritos y retos de la alimentación argentina. Buenos Aires, Grijalbo, 2000.
ibídem
Las Fiestas del Inmigrante se realizan en muchas localidades, y agrupan a quienes llegaron de otras tierras, a sus descendientes y a los nacidos en el país que los recibió. Me refiero a algunos de estos festejos:
El 8 de septiembre de 2002 tuvo lugar en los jardines del Ex Hotel de Inmigrantes la Fiesta de las Colectividades. Semejante a la que se realizó otros años en el Rosedal, incluyó la presentación de conjuntos folklóricos de diferentes comunidades, la venta de productos típicos y la degustación de comidas regionales, así como también el obsequio de posters y folletería. En esa oportunidad, el profesor Jorge Ochoa de Eguileor, la arquitecta Seró Mantero y sus colaboradores presentaron más material del Museo de la Inmigración.
En Berisso se llevó a cabo una nueva Fiesta del inmigrante. Acerca de la realizada en 2004, leemos: "La emotiva jornada se vivió en la capital provincial del inmigrante, con motivo del tradicional desfile que, como sucede desde hace 27 años, volvió a reunir a miles de descendientes de aquellos trabajadores que poblaron estas tierras y forjaron la Nación. El encargado de dar las palabras de bienvenida fue el Presidente de la Asociación de Entidades Extranjeras, Jorge Pagano, quien estuvo acompañado por el gobernador Felipe Solá y los intendentes de Berisso y Magdalena, Enrique Slezack y Fernando Carballo. En tanto, se presentó en público, la nueva Reina del Inmigrante, la joven Roma Nerea Bergonzi (colectividad italiana), quien se mostró muy emocionada. Lo mejor de la jornada fue, el desfile de las distintas colectividades, que desde hace años constituye el broche de oro de la Fiesta del Inmigrante. (…). El cierre del tradicional desfile estuvo a cargo de instituciones civiles y tradicionalistas. La emotiva jornada concluyó con un festival y con un show de fuegos artificiales" (1).
Se acerca una nueva Fiesta del Inmigrante en Oberá, Misiones, una fiesta que reúne a inmigrantes llegados de otros continentes y de países limítrofes: "Del 3 al 17 de septiembre (a excepción de los días 5 y 12 que serán de descanso), se realizará la XXVI Fiesta Nacional del Inmigrante en Oberá. Los atractivos serán varios, y entre ellos se cuenta un stand atendido por personal del Ministerio del Interior que proporcionará información a quienes buscan sus orígenes, además de un mini "jurasic park" con especímenes de dinosaurios en escala, encontrados en la Patagonia argentina. La incorporación de la colectividad checa y la construcción de un helipuerto son también, novedades para este año. "Hemos analizado la situación de prolongar durante 14 días la fiesta, tal cual el año pasado y se decidió organizar mejor, de manera tal, que los visitantes tengan más espacio en el tiempo para apreciarla", dijo Julio Barchuk, presidente de la Federación de Colectividades. (…) Barchuk también dijo que el 29 de mayo viajarán a Buenos Aires, invitados por el Canciller Rafael Bielsa a efectos de exponer en lo que será la conformación de la Asociación Nacional de Colectividades. "Esto es muy importante para nosotros, teniendo en cuenta que nos abrirá las puertas a contactos con el exterior u otras organizaciones que implique el acercamiento a las colectividades y sus paises de origen", apuntó. Entre los números que están evaluando para la edición de este año, se analiza traer a los Tucu Tucu, Fito Paez, la Mona Jiménez,entre otros" (2).
Notas
S/F: "Fiesta del inmigrante BERISSO Y LAS COLECTIVIDADES", en La Gran Capital, Número 76, octubre de 2004, www.lagrancapital.com.ar.
S/F: "Ya está en marcha la Fiesta del Inmigrante", en Oberáonline, 17 Mayo de 2005, www.oberaonline.com.ar.
En 1996, en el marco de las Jornadas Patrióticas Gallegas, los inmigrantes de ese origen y sus descendientes celebraron el 17° aniversario del Centro Galicia de Buenos Aires, con una Gran Romería en el "Campo Galicia". La jornada se inició con una misa solemne y procesión, luego hubo danzas gallegas a cargo de los grupos que integran la escuela del Centro Galicia y actuación del grupo de gaitas del Centro Galicia. Más tarde se llevó a cabo el almuerzo "17 aniversario" y, finalmente, el baile con la participación de renombradas orquestas de la colectividad gallega y española (1).
"Entre las costumbres curiosas de los galeses existía la de celebrar conciertos-exposiciones que atraían la concurrencia de hasta siete leguas a la redonda. Estos festivales (eistedvod) duraban largas horas –se almorzaba en el intervalo- con programas variados: canto declamación, concursos poéticos y exhibición de artesanías elaboradas por los colonos. Un jurado repartía modestos premios. A veces una distinción; otras, una pequeña suma de dinero. La Navidad, el Año Nuevo y la Fiesta de Desembarco –28 de julio, aniversario de la llegada al Chubut- motivaban estos encuentros a los que asistían hasta seiscientas personas" (2).
"La Cofradía Mundial de los Caballeros de la Omelette Gigante con sede en Pigüé, tiene su gala el primer domingo de diciembre. Se calienta la sartén de cuatro metros de diámetro, se rompen 14 mil huevos, se incorporan 30 litros de aceite y con remos y rastrillos se hace la monumental omelette. A la colonia le sobran celebraciones: (…) en diciembre, la fiesta de la fundación. (…) En octubre de 1884, en Burdeos, cuarenta familias oriundas de Aveyron –en el sudoeste francés- abordaron el barco que los trajo a Buenos Aires. El 4 de diciembre arribaron a esa antigua tierra mapuche y para nombrar a la colonia adoptaron una de sus voces: pi-hue, que significa ‘lugar de encuentro’. No se equivocaron aquellos pioneros al tomar ese nombre. Había encontrado su lugar" (3).
"Admirables sinagogas, exquisiteces tradicionales y celebraciones milenarias ambientan el paisaje de Moisés Ville, la primera colonia judía agrícola que se fundó en 1889, al noroeste de Santa Fe. Los inmigrantes venían de Kamenetz, Podolia (hoy Ucrania), región de la ‘Zona de residencia rusa’. (…) Todo el pueblo se reúne en las fiestas patronales (24 de setembre, y en el Aniversario de la Colonia, en octubre" (4).
"Todo empezó el 3 de octubre de 1964 –escribe Mónica Beltrán-. El presidente argentino Arturo Illia y su par de la República Francesa, general Charles De Gaulle, firmaron en Buenos Aires un acuerdo de cooperación cultural, científico y técnico. Dos días después, el jefe de Estado francés, en visita oficial al país, colocó en un terreno de más de una hectárea la piedra fundamental de lo que hoy es el Liceo Franco Argentino Jean Mermoz, en el barrio de Belgrano. (…) La última semana los casi 1.600 alumnos del Liceo organizaron diversas actividades para festejar los 30 años: los chicos de jardín y preescolar soltaron en el patio cientos de globos con los colores de la bandera francesa; los de primaria bailaron el pericón y los más grandes exhibieron sus investigaciones sobre la vida del piloto Jean Mermoz, que prestó su nombre a la escuela" (5).
"El Club Portugués , en el barrio de Isidro Casanova, reconoce como orígenes fundantes la migración de un grupo de familias durante la dictadura militar de Antonio Oliveira Salazar (entre 1933 y 1968), que se instalaron como quinteros, horneros y comerciantes en el área metropolitana, especialmente en el partido de La Matanza. (…) El aniversario del club se conmemora con platos típicos como la sopa de conquilhas, la cazuela de pulpo con salsa bechamel y salsa de pimientos, y como postre: helado de crema portuguesa con dulce de almendras" (6).
El Boletín N" 1 (7) de la Familia Lombarda de Paraná informa que "En el marco de los festejos por el 140º Aniversario de la Sociedad Italiana en Paraná, se realizó una Convocatoria a formar todas las familias correspondientes a las distintas regiones de Italia en nuestra Ciudad. Se convocó a los descendientes de la Región de Lombardía en fecha 13/12/04. En dicha Reunión –con notable concurrencia – nos conocimos y en otros casos reencontramos, familias de lombardos e intercambiamos opiniones sobre la factibilidad de formar la Familia Lombarda. Se acordó comenzar con un Censo y con la confección de los futuros Estatutos de la Sociedad. Además se trató la posibilidad de elaborar un Boletín – como el presente – a fin de hacernos conocer y convocar a otros descendientes de lombardos. También se hizo hincapié en la voluntad y necesidad de rescatar las tradiciones de nuestros ancestros a través de historias, recetas, recuerdos, etc. En posteriores reuniones se avanzó en estos objetivos y nos estamos preparando para participar de los distintos Actos programados para la Conmemoración de los 140º años de la Sociedad Italiana".
El Boletín N° 2 (8) informa que el 27 de abril de 2005 se realizó "en la Sede de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos un café literario, en el marco de los festejos por el 141º Aniversario de la creación de la misma, y destinado a la participación de las diferentes regiones de descendientes de italianos que estuvieran constituyéndose en nuestra ciudad".
Notas
S/F: "Jornadas Patrióticas Gallegas", en Viajero Celta. Año I, N° 9. Buenos Aires, Julio de 1996.
Wolf, Ema (texto) y Patriarca, Cristina (investigación): La gran inmigración. Ilustraciones: Daniel Rabanal. Buenos Aires, Sudamericana, 1997. 6° ed. (Sudamericana Joven Ensayo).
Stilman, Alejandro (texto), Pablo Bizón y Diana Pazos (informe): "Franceses Pigüé / Pcia. de Buenos Aires La colonia de la omelette gigante", en "COLONIAS Y PUEBLOS DE LA ARGENTINA La ruta de los inmigrantes", en Clarín, Buenos Aires, 7 de setiembre de 2003.
Stilman, Alejandro (texto), Pablo Bizón y Diana Pazos (informe): "Judíos Moisés Ville / Santa Fe Los colonos que vinieron de Ucrania", en "COLONIAS Y PUEBLOS DE LA ARGENTINA La ruta de los inmigrantes", en Clarín, Buenos Aires, 7 de setiembre de 2003.
Beltrán, Mónica: "LOS TREINTA AÑOS DEL LICEO FRANCO ARGENTINO Un colegio con acento francés", en Clarín, Buenos Aires, 26 de septiembre de 1999.
Alvarez, Marcelo y Pinotti, Luisa: A LA MESA Ritos y retos de la alimentación argentina. Buenos Aires, Grijalbo, 2000.
Familia lombarda de Paraná: Boletín N° 1, .
Familia Lombarda de Paraná: Boletín N° 2, Abril de 2005. csaboldelli[arroba]hotmail.com.
Los avatares de las contiendas se vivían con gran tristeza Lo recuerda en una entrevista María Trepicchio de Danna, a los 101 años: "Ah, la Primera Guerra se sufrió mucho porque todos los inmigrantes tenían a sus familiares en Europa". La ayuda a los damnificados no se hizo esperar: "Con el Círculo de Damas Francesas tejí para los soldados partidarios de De Gaulle". Cuando la guerra llega a su fin, también en la Argentina festejan: "la paz se celebró con locura, en casa entonamos La Marsellesa aquel día, con la bandera desplegada en el living" (1).
La pequeña descendiente de irlandeses que protagoniza Secretos de familia, novela de Graciela Beatriz Cabal, relata: "Mi papá no va a la guerra porque la guerra se acabó. Como ya no hay guerra, todos están contentos y salen a la calle y se abrazan, igual que si fueran parientes. Entonces mi tía la soltera se hace la simpática y pide que me vistan de cumpleaños, que ella y yo nos vamos a parrandear. Mi mamá me pone la blusa de los perritos colorados, que está recién lavada, y los zapatos nuevos de charol, que no se limpian con pomada sino con manteca, porque son carísimos. Mi tía la soltera, que es muy copiona, también quiere estrenarse algo y se estrena una banana. Pero no una banana de comer: una banana para ponerse en la cabeza, con horquillas. (Rellena con pelo de muerto está la banana, pero eso a ella no hay que contárselo nunca jamás para que no vomite, dice la Felisa). Yo quiero y quiero ir de parranda al Zoológico, y andar en elefante y en trencito y comer barquillos. Mi tía la soltera quiere y quiere ir de parranda a la confitería, a tomar copetín con papitas, aceitunas y otras cosas que hacen mal a la salud" (2).
Afirma Carlos Szwarcer, en su trabajo "El Café Izmir": "Pasaron los años y el Café lzmir se consolidó como referente de la colectividad. La Segunda Guerra Mundial agitaba los ánimos de sus habitués y sus paredes pintadas con arabescos —dibujos de palmeras y siluetas orientales que simulaban las Mil y una Noches—, eran parcialmente cubiertas por banderas de los países vencedores de la contienda" (3)
Escribe Felipe Fistemberg Adler, en la evocación de sus años en Moisés Ville: "Cuando la noticia de la finalización de la Segunda Guerra Mundial llegó al pueblo, y el triunfo de los aliados nuevamente traía esperanza al mundo, el Pueblo Judío quería festejar. Pero no era fácil pensar en festejos. No había nadie que no guardara luto por algún ser querido. Toda mi familia esperaba diariamente recibir alguna noticia de algún pariente afortunado. Pero no fue así: abuelos maternos, tíos, primos, y todos los demás sin un lugar donde ir a llorarlos. Las autoridades del pueblo entendieron que somos la "Zarza que Arde y no se Consume" y que debíamos sobreponernos a la masacre y pensar que el día llegaría y el Pueblo Hebreo retornaría a su tierra ancestral, la Tierra de Israel. Hicieron un llamado al pueblo e inmediatamente aparecieron donadas siete gordas vaquillonas, pan, bebidas, frutas y muchísimos voluntarios para organizar un asado gratuito y colectivo que permitiera a toda la población festejar el fin de la guerra. El shoijet (matarife), los carniceros y los ayudantes trabajaron como nunca. Al espectáculo de tamaña envergadura asistió una inusitada concurrencia" (4).
Notas
Muzi, Carolina: "El siglo que yo vi", en Clarín Viva, 26 de septiembre de 1999.
Cabal, Graciela Beatriz: Secretos de familia. Buenos Aires, Debolsillo, 2003. 280 pp.
Szwarcer, Carlos: "El café Izmir", en Todo es historia, N° 422, Septiembre de 2002.
Fistemberg Adler, Felipe: op. cit.
Inicio de la Guerra de las Malvinas
El festejo del inicio de la Guerra de las Malvinas irrita a un inmigrante italiano. En su testimonio "16 de Junio de 1982", escribe Marili Flores: "Esas idas a la Pza. Ramírez con la gurisada del barrio en mi Citroen en manifestaciones multitudinarias con vinchas y banderitas celestes y blancas se convertían ese atardecer en la violada utilería de una puesta de teatro del absurdo y nosotros, actores que grotescamente festejábamos un conflicto bélico. Esos bocinazos me aturdían, ahora. Esos con los que, estertóreamente expresábamos en patrioterismo de mundial de fútbol la dramaturgia horrorosa de una guerra. Lo que me impidió entenderlo al Nonno Juan, cuando en el asado de aquel domingo me preguntaba en su cocoliche, "ma caraco que festeca?! Una guera?" y pensé, cincuenta años en este país, pero no es argentino, no entiende . Esa tarde sentí al Nonno, creciendo otra vez desde su sabiduría, desde mi dolor" (1).
Notas
1 Flores, Marili: "16 de junio de 1982", en www.elmuro.com.
Creación e independencia de Israel
En Buenos Aires, en 1948, transcurre uno de los capítulos de Hija del silencio, novela de Manuela Fingueret. Ella escribe: "La viabilidad de un Estado judío formaba parte de esas discusiones que para ella quedaron truncas, pero era también un espacio de sueños que algunos llevaron adelante como bandera de lucha, un lugar de encuentro para los que pudieron pensar antes o después de los campos de la muerte. Para Pinie, el sionismo se fue convirtiendo en el motivo central de su existencia. No es un tema que discuta con ella, porque no se muestra interesada en ello, aunque verlo tan entusiasmado la conmueve. Van llegando los amigos justo en el momento en que se transmite la votación en las Naciones Unidas. El grito de júbilo final, las lágrimas de todos producen en Tínkele una emoción nueva, que en estos años le resulta más fácil empezar a sentir. Pinie se acerca a la cómoda oscura y saca del tercer cajón un talit brillante de seda. Se coloca el sombrero, abre el libro de oraciones, y con la voz enronquecida por la emoción reza: ‘Baruj ata adonai eloeinu adonai ejad’ " (1).
Luis León se refiere a los festejos de la independencia de Israel (2): "Un gran acto en el cine Villa Crespo de Corrientes al 5500, reunió a centenares d personas, aunque el acto central fue organizado en el estadio Luna Park.. En esa ocasión, un número importante de djidiós de Villa Crespo concurrieron al acto en bañaderas (2), desde las que exteriorizaba su entusiasmo. Desde temprano, se formó una columna en que se destacaban los jóvenes, reunidos alrededor del mástil que en esa época se alzaba en el encuentro de las avenidas Corrientes y Canning (1), recuerda "L". "Desde el balcón del quinto piso de uno de los escasos edificios de altura de esa época, mi abuela, gritaba alentando a la muchedumbre sin reflexionar si era o no escuchada por ellos. Yo que tenía seis años, iba y venía sobre mi triciclo haciendo sonar el timbre del manubrio, por simple entusiasmo de ver a mi abuela en esa actitud. Cuando la columna fue numerosa y comenzó a marchar hacia el centro, ella corrió hacia el ropero, extrajo una gran bolsa de confites de almendra y los arrojó hacia abajo a la gente, fina y cara costumbre que reservaba exclusivamente para los grandes acontecimientos, especialmente los nacimientos". (1) Actual calle Scalabrini Ortiz / (2) Tipo de vehículo colectivo de la época, con techo de lona para plegar en días soleados, denominado así por la gente de la ciudad debido a la forma de la carrocería.
Notas
Fingueret, Manuela: Hija del silencio. Buenos Aires, Planeta, 1999.
León, Luis: "Recuerdos de la partición", en SEFARaires, N° 13, Mayo de 2003.
Los cumpleaños se festejaban en la colectividad italiana con manjares caseros. Lo recuerda María Luisa Cuccetti, en una entrevista. Cumplidos ya los cien años, relata: "La Boca era un lugar muy lindo a principios de siglo, lleno de inmigrantes y marinos genoveses. Los cumpleaños se festejaban con pastelitos y chocolate caliente" (1).
Uno de los gallegos de Frontera Sur, novela de Horacio Vázquez-Rial, festeja su cumpleaños. Dice la hija: "Todavía hay mucho que hacer para esta noche. Es una fiesta muy grande -explicó desde la puerta-, muy importante para nosotros. Mi padre no se lo habrá dicho, pero, amén de la Nochebuena, celebramos su cumpleaños. Y va a estar todo el mundo. Todos los hermanos, y todos los huéspedes, y todos los amigos, que alguna vez fueron huéspedes también. (…) Siempre llega gente de allá, de Galicia, y no la va a dejar en la calle, ¿no?" (2).
Entre los japoneses, "Los cumpleaños son muy festejados, pero sobre todo en las siguientes edades: 13, 25, 37, 61, 73, 85, 88 y 99 años" (3).
Notas
Muzi, Carolina: "El siglo que yo vi", en Clarín Viva, 26 de septiembre de 1999.
Vázquez-Rial, Horacio: Frontera Sur. Barcelona,. Ediciones B, 1998.
Alvarez, Marcelo y Pinotti, Luisa: A LA MESA Ritos y retos de la alimentación argentina. Buenos Aires, Grijalbo, 2000.
Pervive en América la costumbre española de comer doce uvas al tiempo que suenan las campanas en el nuevo año. Silvia Pisani (1) y Rodolfo Ranni (2), quienes lo intentaron en Europa, coinciden en señalar la imposibilidad física de llevarlo a cabo.
Narra el protagonista de Hermana y Sombra, novela de Bernardo Verbitsky, hijo de inmigrantes rusos: "el 1° de enero de 1919 nos encontró juntos. Se brindó con la bebida de rigor, cuando nos aseguraron que se estaba oyendo la ronca sirena de ‘La Prensa’; también yo creí distinguir entre el estrépito creciente el lejano zumbido que efectivamente llegaba desde Plaza de Mayo hasta Flores y el resto de la ciudad. Y allí se desencadenó con mayor fuerza la acostumbrada recepción a balazos, que por primera vez oí, o la primera que recuerdo, aumentando el estruendo de cohetes, gritos, bocinazos, a todo lo cual sumamos una modesta contribución de ruidos, golpeando con palos un fuentón de cinc de los que se usaban para lavar ropa. Vimos cómo partían oblícuamente hacia la altura las rojizas huellas de los tiros que prodigaban los energúmenos de la casa de al lado. Mamá se tapaba los oídos calificando todo eso de salvajismo. Al día siguiente leímos en el diario que en varios lugares de la ciudad hubo heridos por balas perdidas, una de las cuales causó la muerte de una joven que se hallaba en el patio de su casa" (3).
Entre los alemanes del Volga, había una tradición secular que es descripta de la siguiente manera por José Brendel, en su evocación de San Miguel Arcángel: ‘Para Año Nuevo, existe en la colonia una tradición multisecular, única, no en su fondo sino en su ritual. No en cualquier parte se puede formular el deseo de prosperidad, sino que está sujeto a un estricto código ancestral, sin el cual el augurio no vale nada. No es colectivo, ni siquiera familiar, sino estrictamente personal, de cada uno, ya frente a sus padres o amigos. Entra en la categoría de los actos serios’. "El agraciado, con su esposa, debe estar en su salita de recibo –Kleine Stube: sala chica- y sentado, en actitud de potestad y con la puerta cerrada. Después de los consabidos golpecitos de llamada y el ‘entre’ correspondiente, se presenta el felicitante con el saludo de ‘Alabado sea Jesucristo’, y acto seguido recita su salutación, que es de un mismo tenor para todos: ‘Les deseo feliz Año Nuevo, larga vida, salud, paz y unión, y después de la muerte la Vida Eterna, y el Niño Dios en sus corazones" (4).
Los japoneses, "En las fiestas, como el Año Nuevo o Shogatsu, donde se reúnen con familiares y amigos, tanto se bebe un tipo especial de sake al que le atribuyen la propiedad de garantizar y alargar la vida, como no deben faltar el sushi, los frutos del mar –langosta y besugo- y una sopa que contiene pasteles de arroz gelatinoso que ‘borra todo recuerdo ingrato del año precedente’ " (5).
Notas
Pisani, Silvia: en La Nación Revista.
Ranni, Rodolfo: "En la Puerta del Sol bajo una lluvia torrencial", en La Nación, Buenos Aires, 12 de enero de 2003.
Verbitsky, Bernardo: Hermana y Sombra. Buenos Aires, Editorial Planeta Argentina, 1977.
Weyne, Olga: El último puerto. Del Rhin al Volga y del Volga al Plata. Buenos Aires, Editorial Tesis /Instituto Torcuato Di Tella, 1986.
Alvarez, Marcelo y Pinotti, Luisa: A LA MESA Ritos y retos de la alimentación argentina. Buenos Aires, Grijalbo, 2000.
"Según una difundida leyenda -comenta Alejandro Dolina-, el Carnaval fue alguna vez una fiesta popular, con personas disfrazadas, música, baile, bromas y murgas. En verdad, cuesta creer semejante cosa. Como quiera que sea, la legendaria gesta ha muerto ya. Sin embargo, como silenciosas habitaciones vacías, han quedado ciertas fechas del almanaque a las que la terquedad general insiste en adjudicar la condición de carnavalesca. Esos días son utilizados no ya para festejar sino más bien para reflexionar y añorar la ausencia de la fiesta. Se trata, según se ve, de un curioso destino: pasar del entusiasmo a la nostalgia, de la pasión a la meditación, de la alegría a la tristeza" (1).
Humberto D’Arcángelo -personaje de Sobre héroes y tumbas, de Ernesto Sábato– añora los carnavales de antaño. El está con Martín "en una antigua cochera que en otro tiempo había sido de alguna casa señorial. (…) Le señaló al fondo, arrumbado, el cadáver de un coche de plaza: sin faroles, sin gomas, agrietada, la capota podrida y desgarrada. (…) Acarició la rueda de la vieja victoria. –La gran puta –dijo con voz quebrada-, cuando venía el carnaval había que ver este coche al corso de Barraca. Y el viejo con la galerita, al pescante. Te garanto que daba golpe, pibe" (2).
En 1871, ataca la peste. Escribe Félix Luna: "En enero ocurrieron los primeros casos, pero el carnaval se aproximaba y hasta el propio presidente se divertía jugando con agua: ¿cómo se iba a ensombrecer la alegría popular advirtiendo el peligro que se cernía sobre Buenos Aires?" (3).
La inglesa Agnes, abuela de María Elena Walsh, escribe a su padre en 1878: "El próximo domingo empieza el Carnaval y parece que será grandioso" (4).
Carlos Mauricio Pacheco evoca en su sainete lírico-dramático en un acto Los disfrazados, un suceso acaecido durante un Carnaval. La escena se desarrolla en el "Patio de un inquilinato. Puerta de calle a foro y puertas laterales. A la derecha escalera que conduce a las habitaciones altas enfrentadas a foro y laterales por una baranda. No es el conventillo porteño sucio y complicado. Es un patio donde el autor toma sus apuntes de la vida popular sin necesidad de taparse las narices. Hay en el ambiente cierto aseo, cierta limpia alegría de día de fiesta, que no se encuentra en las oscuras vecindades cosmopolitas. No es, pues, el conventillo propiamente. Son unos cuantos tipos que en la tarde carnavalesca mueven , ante los ruidos cómicos de la calle, el respectivo cascabel interno. El todo entre paredes y entre perspectiva de azoteas, por encima de las cuales declina el sol" (5).
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