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Análisis, discusión e interpretación de algunos conocidos refranes (página 2)


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Sobre la civilización

Las leyes de la historia nos podrían decir en que nivel nos encontramos tanto en el proceso, como en la tendencia, hacia una posible desaparición. Y aún que encontrásemos manera de no autodestruirnos, sería porque superamos algo, irónicamente, que todavía no nos hemos dado a la tarea de investigar con la seriedad que merece, porque se le ha delegado a unas cuantas disciplinas científicas, como la Antropología, el trabajo de investigar por qué o cómo fue que civilizaciones pasadas desaparecieron. ¿Podrá acaso el ser humano sobrevivir? Parece ser que así ha ocurrido. Pero no así las civilizaciones.

La civilización hasta ahora lograda, con sus defectos y sus sorprendentes avances, no tiene, garantía de supervivencia. El sol habrá "visto" grandes culturas y maravillas hechas por personas y, probablemente, después las vio desaparecer. Habrá visto a los seres humanos, muchas veces re-comenzar. O sea, tampoco eso sería "algo nuevo bajo el sol".

Lo terrible y ominoso, es pensar, que de ser así, hemos fracasado una y otra vez en materia de organización social. Probablemente por el abuso de la tecnología o por la enfermedad de poder. Lo contrario, que lográsemos una organización social que no desapareciera, que preservara la vida humana y natural, el entorno y la civilización alcanzada, tal vez eso si sería "algo nuevo bajo el sol".

Creo que por ahí hay que pensar el refrán de que: "la vida todo te lo enseña, pero tan tarde, que ni se agradece", porque, en ese sentido, parecería que no se ha podido aprehender de la experiencia. ¿A quién habría que agradecerle?, sería un logro evolutivo del mismo ser humano.

Envejecemos y al menos por momentos, nos percatamos de las veces que cometimos errores y, acaso podríamos re-pensar lo que se pudo o debió haber hecho y concluir que había muchas formas mejores de haber obrado. Pero resulta que ya no podemos regresar y corregir ciertos errores de vida.

De la reversibilidad y la irreversibilidad

"No hagas nada que no se pueda deshacer". Este refrán me lo contó un amigo sacerdote de Guanajuato. Me refiero con él justamente a actos irreversibles en el sentido piagetiano. El que mató a otro, ya sea accidentalmente o encolerizado, ya no lo puede revivir. Por mucho que se arrepienta. Podrá "reparar", en el sentido kleiniano del término, incluso trascender en el esfuerzo, dentro de diferentes ámbitos: científicos o espirituales por ejemplo, y hasta encontrar paz interior. Nada de eso revivirá un muerto. El que mal-educó a un hijo que terminó autodestruyéndose, no puede deshacer lo hecho. Ya es historia. Para Piaget, el desarrollo de la capacidad para discriminar la reversibilidad de ciertos fenómenos y ampliar o generalizar el principio a todas las dimensiones posibles del conocimiento, es una característica de la inteligencia. Quiere decir que debe diferenciarse lo reversible de lo irreversible y sólo así se puede aspirar a aprehender de la realidad pudiendo valerse, con miramiento ético, de la replicabilidad. El pensamiento lo hace posible: podemos "hacer" cosas mentalmente y sólo hasta que nos satisface lo planeado, pasar a los hechos. Es decir, lo pensado, es, de hecho, reversible.

La comprensión de la reversibilidad en toda su amplitud (en álgebra por ejemplo la reversibilidad que representan los "productos notables" en el proceso de "factorización" y en las operaciones de igualdad: que la suma pasa restando y la multiplicación pasa dividiendo y viceversa en ambos casos, etc.) permite el desarrollo de la abstracción y avanzar en el estudio y comprensión, no obstante siempre parcial, de la realidad. Y, en efecto, la alteración emocional, trastoca esa capacidad.

"¿Quién te hizo las anchas, que no te hizo las angostas?". A propósito de la emoción de enojo, este refrán significa, –preguntando y confrontando a manera de defensa por parte del potencialmente victimizado- que "alguien hizo enojar al sujeto, y no es con ese "alguien", con quien se pretende desplegar la reacción, y, complementando, implícitamente: "seré tu tonto para que te permita que sea conmigo tu venganza". O sea, que el que se enoja reacciona: "Agarrando parejo", queriendo desquitarse, porque no pudo o no se atrevió con quien lo hubiere humillado, ya sea por miedo o, de plano, por "tonto". De significado muy cercano, existe otro: "Se ha dado al costal el golpe destinado al asno". Es este un refrán inglés que significa lo mismo que el anterior, salvo que, en éste el golpe es por error o mala puntería y no se reporta reacción porque el costal no tiene alternativa. Hay un chiste que dice que el estado perfecto del ser humano es estar casado, porque de no ser así, ¿a quién se culparía de la inflación, de la lluvia, del tránsito, de que se le ponche una llanta al carro, etc.? Complementando a Guillermo Ochoa no nada más es mucho más humano culpar a otros de nuestros errores, sino también de nuestras dificultades, limitaciones e infortunio.

Energías instintivas, organización, entreveramiento y neutralización.

El problema de dar rienda suelta al coraje, es que induce un proceso de desorganización por regresión: "reagresivización" de lo previamente "desagresivizado", dicho en términos de Hartmann (1964), e incluye la posibilidad de provocar retroalimentación de la "desneutralización" de las energías instintivas. El proceso de "desneutralización" inicia con un "des-entreveramiento", de las dos formas de organización de las energías instintivas: libido y agresión (Romero, 2003) Se separan las cadenas organizadas (representación de las vivencias con su afecto específico organizadas dentro de la dinámica ambivalente) merced al proceso de "ligazón" de energías instintivas libidinal y agresiva, pues es a través de la representacionalización y el entreveramiento de su polaridad como se neutralizan. Desde el desentreveramiento como en la "desneutralización" de las energías instintivas, las cosas ocurren en detrimento específicamente del control que se puede ejercer sobre la más regresiva de las energías, la del instinto de muerte, por medio del predominio de la libido sobre la agresión. Después de esto, las "mezclas" son lo obvio.

De la experiencia fisiológico-corporal a la capacidad para la representación como "fundante" y como mecanismo defensivo.

Probablemente el primer nivel al menos de pre-organización de la energía del instinto de muerte, lo represente la "deflexión" (Freud, 1920) ó desviación hacia fuera del self, hacia al exterior, donde se encuentran los objetos. Podemos pensar que la primera exhalación, el primer llanto, la primera deposición, son como la instrumentación material de esa reacción y subsecuentes a incorporaciones previas, quizá la primera sea inhalación, la cual genera su representacional: la introyección.

Por lo tanto, la proyección se trata también de un representacional, el de la primera exhalación precedida por la "deflexión", y, entonces, representacional psíquico de la manifestación del instinto de conservación y de experiencias fisiológicas que reequilibran. Las proyecciones precedidas de la primera exhalación son un primer nivel en un sentido de organización y superior a la deflexión, porque invisten una especie de "cuadro situacional" naciente ó "pictograma", como propuso Aulagnier (1975), "cuadro", a manera de fotografía, compuesto por una parte del cuerpo del sujeto, y, en su momento, enriquecidos por la inclusión de una parte del cuerpo también del objeto: quizás una boca (bebé) y un pecho (madre)

Representación y escisión

La escisión como representación, observa una tendencia a realizar registros por duplicado, pues cuando es producto de una experiencia placentera, lo representado da lugar a una representación "buena", investida con libido [sentando las bases para lo que Bion (1958-1959-1962) propuso como producción de "elementos alfa" útiles y necesarios para pensar, soñar y fantasear, estar consciente o inconsciente] o, cuando se refiere a una experiencia doloroso-displacentera, la cual, en otro momento, puede ser la misma pero, por ejemplo "hambre y no pecho", dando lugar a una representación "mala" que se inviste con energía tanática (potenciando, según el mismo Bion, el empleo de identificaciones proyectivas masivas y luego patológicas, las cuales pueden llevar a la producción de "partículas beta", y éstas, no son útiles para pensar, promueven la alucinación de "la cosa en sí misma" y la necesidad de evacuarla)

Eso es actividad mental originaria y a cada proyección, producto psicológico representacional de la experiencia de expulsión o secreción, le sigue o le precede otra de incorporación y su representacional: la introyección.

Así, inicia una dinámica de reequilibramiento sistemático que se registra en el "inconsciente originario" (Bleichmar, 2001) ó "proceso originario", que antes propusiera Aulagnier (1975), en un tiempo muy temprano, de hecho, desde el nacimiento. A partir de ello podemos pensar mejor los "protosímbolos", (Békei, 1984); cuando una necesidad producto, a su vez, de un desequilibrio estimula el impulso instintivo proveído por la genética y se le asocia una emoción lógica correspondiente. Agrupamientos tales, son específicamente "proyectados" en el objeto o dentro del objeto, cargándolo de una valencia. Pero como, en realidad se proyecta sobre el objeto tanto representaciones investidas con libido como con agresión, por la acción de las escisiones, entonces son dos valencias (representación del "objeto divalente" diría Pichón Riviere -1980- ) Se requeriría que el neonato pudiera discriminarlas, -lo cual es poco factible- para conducirse en congruencia. La escisión le "ahorra", momentáneamente, por decirlo de algún modo, un esfuerzo intelectual que todavía no puede realizar.

Pero con todo lo complicado que suena esto, en palabras llanas, significa: "Divide y reinarás". Según Pérez, (2002) a este refrán se le puede seguir la pista hasta "El príncipe" de Maquiavelo. En Psicoanálisis, equivale a la escisión, a partir de la cual el neonato puede: "Ganarle tiempo al tiempo", mientras se sensibiliza con la naturaleza ambivalente de los vínculos y desarrolla la capacidad intelectual que le permita aprender a manejarse en la dinámica ambivalente. Se le ocurrió pensarlo así, como ya veíamos, hace muchos años a un psicoanalista británico: Ronald Fairbairn (1951) Este autor propone que las dos estructuras parciales: el objeto "bueno" gratificante y el objeto "malo" frustrante, son resultado de una utilización del recurso de la escisión, de manera instintiva por parte del neonato, pues la libido no busca simplemente su descarga, desde el mismo momento del nacimiento "busca objetos". Entonces el "divide y reinaras" (una simbolización) lo usa instintivamente como una estrategia al servicio de la supervivencia, ante la prematurez en que nacemos y la necesidad de tiempo y vínculo para la madurez y el desarrollo, así como para aprehender a relacionarnos según la dinámica de la ambivalencia que caracteriza la relación humana en general.

Hoy día, a los registros que ocurren respecto de esas formas de experiencia, relaciones tempranas de objeto, se las denomina con mayor propiedad, representaciones de y con el objeto, y como tales, son una función cognoscitiva de la estructura yóica cuya organización, por deducción, inicia desde el nacimiento. La representación del objeto "bueno" es investida con libido, en tanto que gratificante, y la del objeto "malo" es investida con agresión en tanto que frustrante. Incluso, en esta última, como si el bebé pudiera culpar a la madre de las experiencias dolorosas como rozaduras y cólicos ("Narcisismo primario" –Freud, 1910, 1911,1913 y 1914)) de tal suerte, que incluye las representaciones asociadas a un objeto "malo" que inflinge dolor. La escisión, entonces, siendo una estructura de naturaleza cognitiva, le significa una "ventaja", desde su función, la cual emplea una estrategia de carácter netamente instintivo, al servicio de la supervivencia, mientras el neonato "aprende" a manejarse coherentemente dentro de la dinámica de la ambivalencia amor-odio, que deriva de las representaciones primarias del tipo "bueno-gratificante" y "malo-frustrante". Fairbairn argumenta que si en vez de una representación de objeto a la cual se inviste con agresión cuando se demora, está ausente o se asocia con dolor y displacer, diferenciándola en el tiempo al investirla con libido cuando ese mismo objeto está presente, gratifica y atiende; es más "fácil" o lógico pensar que se hagan dos registros o representaciones, y que se "piense" que son dos los objetos. Entonces las representaciones también se refieren a "dos" objetos: una de objeto "bueno" y otra de objeto "malo". Y esto nos permite pensar que así se instaura la economía de la escisión, pues el neonato, de alguna manera, cuenta con la estrategia "divide y reinaras" registrada a nivel genético. Suena lógico, y simplemente cuando lo pensamos en términos del conflicto que nos causa percatarnos que amamos y odiamos a las mismas personas, además, resulta liberador.

Pero no podría ser de otra manera. Ya sea para amar o para odiar, se necesita una experiencia previa y significativa, de relación. Alguien desconocido, difícilmente, si no es que es imposible, puede ser merecedor de nuestro odio, tanto como de nuestro amor. Pero, en estos términos, Fairbairn también da por sentado, que el ser humano es capaz de empezar a "vincularse" con el objeto, desde el nacimiento: "la libido es buscadora de objetos". Cuando la gente habla de "amor a primera vista", lo más probable es que, a partir de la universalidad del fenómeno de la transferencia, sea esto una manifestación "automática" de ella, o se refiera a gusto o atracción, inclusive a "química". Pero no al afecto de amor propiamente tal, tierno y erótico, que el neonato empezará a desarrollar hasta que pueda pasar a la posición depresiva. Lo mismo pasa con el odio. Es realmente imposible odiar a alguien si no existe previamente una sucesión de experiencias odiosas con esa persona. Antes del odio es "Instinto de muerte" que primero se esfuerza el ser humano por "deflexionar" y luego por proyectar. Alguien puede caernos mal de entrada, y hasta provocarnos, si quieren, repulsión. Pero odio, es un afecto de tanto peso y organización, como el amor mismo. En el principio, ambos son "pulsiones": pulsión de vida y pulsión de muerte. (Freud, 1920)

La escisión empleada como estrategia de control y dominio.

Por lo demás, el "divide y reinaras", es una estrategia que se ha empleado en el exterior, probablemente desde que ocurrieron los primeros vestigios humanos "inteligentes" de organización humana y social, y ha encontrado acogida, quizás desde siempre y seguramente que no por recomendación explícita de Maquiavelo, en monarquías, por militares y en ámbitos empresariales, sindicales, familiares, y, bueno, hasta de competencia para "bajarle" la novia o el novio a otro u otra. Inventando chismes, puede llegar a conseguirse separar a una pareja. Lo demás, demanda trabajo, esfuerzo personal, astucia y, en el mejor de los casos, inteligencia. Porque el lograr separarlos, como el dividir, nos es garantía de reinado o éxito: ser aceptado por un despechado o por un grupo. En el caso de los grupos, un último recurso ha sido recurrir a las fuerzas armadas. Los soldados no piensan que ellos también son pueblo. Su entrenamiento se encarga de ello. Esa ha sido la historia de guerras civiles, "golpes de estado" y de gobiernos militares.

"Divide y reinaras" es una estrategia que se emplea, casi por regla, en la dinámica de los partidos políticos de nuestro país para eternizarse en el poder. Al PRI le funcionó hasta que llegó a ser una grosería para la inteligencia más elemental. Si la competencia con el PAN llegaba a tomar fuerza, el mismo PRI, organizó y fundó el PARM y, a la "hora buena" éste dimitía a favor del PRI o enarbolaba la bandera del mismo candidato y su ganancia eran algunos diputados y algún senador. Sospechamos, a fuerza de no ser expertos en la política, que el mismo origen y con la misma finalidad, vio nacer el PPS, a propósito de la "moda" que impuso el triunfo de la revolución rusa para los países pobres y que la política de "izquierda" en México no es más que mediática y "populista".

En el ámbito familiar, los conflictos de pareja que llevan hasta "hacer la guerra", con frecuencia, devienen bandos: los del papá, por un lado y los de la mamá, por el otro. En los mismos salones de clase, ensalzar a un alumno puede ser una estrategia para presionar a otro u otros. Por eso el "nerd" resulta odioso para los demás. No falla y, entonces, echa a bajo los pretextos y las disculpas de los que no cumplieron y/ ó no hicieron el esfuerzo. En pocas palabras, el "divide y reinaras" -en su oportunidad también empleado por la envidia "neutralizada" bajo el disfraz de "motivación de logro" que lo emplea estratégicamente en las guerras e invasiones- rompe la unión y la solidaridad necesarias para la organización social, imprescindible para el progreso y la defensa de la soberanía de los pueblos, base del respeto interhumano [no es, como decía Schoeck, (1969), que por primitivos eran envidiosos los conquistados y por eso no progresaban] A través de esa estrategia, puede ejercer presión el que manda y quiere seguir haciéndolo. Y en la política interna de los pueblos, la dinámica del "divide y reinaras" se ocupa de inhibir, limitar y controlar la sana y deseable cohesión y solidaridad grupal, de acuerdo con las intenciones del líder que no está al servicio de los liderados, sino que persigue sus propios intereses y conveniencias.

De la organización y hacia niveles crecientemente cada vez más complejos de la misma

Se deduce, por tanto, que ya hay cierta "capitalización" de la experiencia cuando, de la deflexión ó preorganización, acto puramente instintivo, se avanza a través de la proyección, la cual es ya un claro acto psíquico. De esta manera, es lógico pensar que cuando hablamos de "identificación proyectiva", median en el ínter, por lo menos tres niveles de organización representacional previa: el de proyección, el de introyección y el de la escisión, los cuales son crecientemente cada vez más complejos.

Cuando, enojado, se reacciona, "No busco quién me las hizo, sino quién me las pague", lo cual es penosamente más frecuente de lo que nos gustaría reconocer, implica que está ocurriendo una regresión hasta alguno de los tres primeros niveles de organización de las energías instintivas. Y esto se manifiesta, preferentemente, por vía emocional y motora. Se altera no ya digamos el pensar, sino la percepción misma. El toque instintivo está presente en la forma reactiva, en donde el temperamento predomina, luego entonces, es herencia y por ello, y en cierta medida, relativamente "justificable"; el obsesivo, por ejemplo, refuerza el recurso con defensas como la racionalización, y si es culto, con la intelectualización.

"Nadar contra la corriente". En este refrán se alude a la sensación que provocan situaciones adversas, difíciles o ambiguas. Pero es por eso que hemos logrado desarrollar el lóbulo frontal. Parafraseando a Freud, los seres humanos, somos seres de conflicto; estamos determinados por la presión de las energías instintivas; en esencia, lo que nos motiva, es inconsciente y "somos" seres para la muerte. Podemos alegar que mejor para la trascendencia. Y es no sólo muy deseable, sino también importante pensarlo así, pero sería un objetivo. El maestro no se equivocó. Mientras que no encontremos por ahí un "inmortal" deambulatorio, concreto y tangible, es indiscutible. Si "trascendemos", es ganancia: existencial, y enriquecimiento en bien de la civilización. Hay mucho, demasiado, por hacer, dadas las circunstancias.

El desarrollo espiritual como alternativa

Lo espiritual es una vía alternativa contenedora y, al mismo tiempo, un consuelo. Y, me parece que también, en buena medida, conveniente. De alguna manera la física lo avala: todo es energía y la energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma. ¿Será posible ese pasaje de la materia a la energía?, ¿de ésta al espíritu y al conocimiento de la inmortalidad? Se podría pensar, dada la naturaleza humana, en la posibilidad de reaccionar según un: si no es un proceso consciente, ¿qué valor tendría?, y entramos en el ámbito de una necesidad de la civilización que continúa insatisfecha. La necesidad de desarrollar un alto nivel de consciencia de responsabilidad dada la reactividad instintiva y ante la cual, en ocasiones, asoma su rostro la desesperanza y luego, por regresión, la reactivación de estrategias defensivas del tipo:

Idealización, envidia e identificación, proyectiva e introyectiva.

La envidia (nivel de organización de la energía afectivo-instintiva, precedida por la idealización y ésta por las identificaciones proyectiva e introyectiva y la escisión) se nutre de pulsión de muerte, potencia la "desneutralización", al relevar a la libido del comando en la organización de, y entre, el odio y el amor, privilegia al primero y se apoya en la escisión que constituye, como vimos, un primer registro, por separado, "natural" de los afectos, para su organización por un rumbo paralelo. A partir de la idealización, la envidia "aconseja": "Si Yo no he de ser consciente de la inmortalidad, por qué otro sí. ¡Que conmigo no cuenten!". Porque el desarrollo y evolución de la humanidad a planos superiores no puede ser, teórica y lógicamente hablando, esfuerzo y trabajo de unos cuantos. Ni tampoco producto del poder y la magia de un súper hombre. Tendría que ser resultado de la actividad conjunta y el desarrollo de una capacidad al servicio de la supervivencia y preservación de la civilización, mediante la armonía y comunión de la humanidad como totalidad.

"La verdad no peca pero incomoda". Este refrán denuncia la necesidad o afán de no querer ver lo que no nos gusta de nosotros mismos; ocultar, incluso ocultarse a sí mismo algo desagradable, que quizá resulta vergonzoso, reprobable o culpígeno. Puede ser la tendencia particular de reacción o, de plano, toda la forma de ser, una distorsión de la imagen o concepto de sí mismo, en relación contradictoria con las costumbres, las tradiciones, lo que la realidad y/ ó la ley permiten o prohíben. Porque dentro de los deseos que se desarrollan a partir de las necesidades a las cuales, incluso, distorsionan –en tanto que comerciantes y mercadólogos las "fabrican" y luego nos las "venden" a través de propaganda y los medios de comunicación masiva- la "venta" de fantasías según sus estrategias, las más de las veces anti-éticas, nos inventan "necesidades" y/ o conceptos de la belleza; luego, nos confrontan con las carencias, la mesura y las limitaciones. Ya dentro de la dinámica de compra-venta, no por el simple hecho de desear "ser" o "estar" de determinada manera o querer algo, lo podemos lograr u obtener. La "verdad" ideologizada, entonces, estimula la frustración, sobre todo, ante lo que no es posible, alcanzable ó lógico de acuerdo con los propios recursos o circunstancias. Y si como se dijo antes, si la verdad se refiere a un rasgo o forma de ser del sujeto, mismos que, a lo mejor, se ha afanado en negar, o es innegable (como ser negrito o de baja estatura por ejemplo) porque duelen, en tanto que no le resultan agradables o socialmente los consideramos más bien un defecto, una falla o fealdad, producto del infortunio, pobreza o ignorancia, algunos de ellos al menos, pues, no tienen remedio.

Se dice que "la verdad es como si la viéramos", se refiere a una de las características de la inteligencia intuitiva. Para el neonato una de las primeras "verdades" captadas es la que podría significarle que su madre es "la verdad-vida".

La actitud "suficientemente buena", dispuesta y responsiva de una madre sana y tranquila emocionalmente, (Winnicott, 1945-1960) se traduce para el bebé, en una sensación de "confianza básica" como observara Erikson, (1959-1963), "verdad-aceptación", instintivamente captada y, luego desarrollada. Y la madre deberá sentir, seguramente, algo congruente con eso. Se podría pensar que después de una experiencia de ese tipo, puede preservar la utilización de la intuición a un nivel más o menos superior al del hombre.

Si se refiere esa verdad a algo que nos pega en el amor propio y que no queremos que los demás noten (reflejando más bien desconfianza básica), el hecho de que alguien nos confronte con ella, dolorosa o vergonzosa, nos hace sentir expuestos… exhibidos, lo cual tampoco es agradable, sino más bien enojoso.

Por eso es que, en efecto, la verdad nunca será un pecado, pero puede ser blandida como un arma.

Verdad y salud emocional

Sin embargo, la verdad es la Verdad y eso la hace inalienable. Quien la niega, se aliena él mismo. No obstante, lo saludable de la verdad, tampoco significa o le da derecho a nadie a "restregarla" a otro en la cara. Eso es una agresión. Comprometerse con la tarea de ayudar a una persona a descubrir sus verdades, requiere de toda una formación y un trabajo profesional, y nada fácil por cierto. Es el objetivo clínico de las psicoterapias: ayudar a que otros descubran su propia verdad y la asuman, por dolorosa o "incómoda" que sea.

Desde la perspectiva de una economía de dinero, los terapeutas somos "vendedores de verdad". Verdad equivale a salud y, en la medida que se la pueda aceptar, equivale a desinhibición y recuperación de la productividad potencial.

"Si la envidia fuera tiña, cuántos tiñosos habría" o "El envidioso lastima a los demás, pero más a sí mismo". Estos refranes muy sabios por cierto, asocian el odio con el trastorno psicosomático, en relación con un significante cuyo concepto ha resultado muy difícil de revisar, incluso, al Psicoanálisis: la envidia. El pueblo igual emplea expresiones como "ponerse verde de envidia". Aluden al hecho de que la envidia, como dijimos antes, está presente en todos, pues es una forma primitiva de organización de la energía del instinto de muerte, que encuentra vía de drenaje a través de la conducta agresiva. El envidioso no puede tolerar que otro u otros tengan algo que él no tiene. Le provoca tal furia que ponerse verde significaría que se altera el funcionamiento de su hígado. En ese sentido, uno de mis pacientes utilizaba una expresión para referirse a cuando alguien lo hacía enfurecer: "se me hizo moño el hígado". Y es que la envidia también provoca furia. La sabiduría popular no explica. Detecta y denuncia. Por lo mismo tampoco es exacta, no tiene por qué serlo. De hecho, y, quizá fundamentalmente, es intuitiva. Dicho esto no en un sentido peyorativo, sino porque, en efecto, sus premisas son inconscientes y el hecho de que sea popular, la exenta de la rigurosidad de los métodos de la "ciencia". Es, acaso, un producto que resulta, como ya vimos, del trabajo mental de comprensión e integración de la experiencia de vida, mediante las funciones yóicas de integración y síntesis.

Mi impresión personal es que la envidia constituye, más o menos, un séptimo nivel de organización de la energía instintivo-afectiva (el primero es la representación o "registro neuronal", el segundo la introyección y la proyección, el tercero las identificaciones proyectiva e introyectiva, el cuarto la escisión, el quinto la clasificación entre representaciones "buenas" y "malas", el sexto la idealización del objeto "bueno" y el séptimo la envidia primaria) quizás, el cuarto específicamente hablando de la organización de la energía del instinto de muerte: deflexión-proyección-identificación proyectiva y envidia, por lo cual es universal, se encuentra en todos los que nos conservamos con vida, porque es una forma de restarle contundencia destructiva, justamente, al instinto de muerte convirtiéndolo en destructividad. En efecto, "si la envidia fuera tiña", todos habríamos pasado, según el temperamento de cada quien, por algún episodio de esa afección de tiñosos. Por lo demás, la tiña se refiere a una alteración de la piel: perímetro frontera entre el self y el no self; el self y el otro ó el self y el medio.

Envidia y degradación de los procesos representacionales

La piel puede reflejar estados de alteración provocados por desequilibrios fisiológicos internos, metabólicos u hormonales, o por la acción de "fantasmas" y diferentes dificultades psíquicas inductoras de angustia propiamente tal. Pero las afecciones de la piel pueden ser alteraciones producto de la carencia de contacto físico temprano, de parte la madre para con su bebé (Spitz, 1965) que impidieron la libidinización de la misma u otros factores que provienen más directamente del medio exterior, como los rayos solares o algunos virus del herpes, estados de alteración que induce la an-empatía del grupo e incluso la sensación de rechazo, real o imaginaria, la cual provoca inhibición e ineficiencia del sistema inmunológico. Asimismo, se potencia por estados emocionales como, el resentimiento, la inseguridad, el rencor y la timidez; minusvalía y tristeza. Es decir, todos aquellos contrarios y diferentes de los de satisfacción, contento, alegría, aceptación de uno mismo y de la realidad; contento con la vida y tolerancia ante las circunstancias cambiantes que caracterizan la realidad, y que también pueden alterar la reacción normal del sistema inmunológico, disminuyendo la capacidad auto-correctiva o auto-curativa de que habla la Teoría General de los Sistemas, como una propiedad de todos los sistemas abiertos, y, en particular, de los sistemas abiertos vivos. Accedemos a este conocimiento a partir de los estudios de campo realizados por biólogos y etólogos al estudiar la biosfera, el ecosistema y la interacción en la conducta animal (Bertalanfy, 1968-1976) Significa que ante ciertos estados emocionales negativos o displacenteros, que tengan una intensidad como para inducir desequilibrio en sí mismos, pueden provocar regresiones; y éstas reeditar formas no simbolizadas de experiencias traumáticas, las cuales, entre más tempranas –de períodos no verbales- inciden con mayor facilidad sobre la capacidad representacional, la contraen en su función para la re-equilibración y auto-corrección "automática", orgánica y psíquica, provocando, incluso, que esa capacidad se vea trastocada o se diluya.

Degradación de la capacidad representacional y regresión psicosomática.

Desde el punto de vista psicoanalítico, decimos que ciertos montantes de energía, superan o evaden las funciones básicas del Yo como la represión y la de trámite por vía de las "formaciones de compromiso" como lo son los síntomas. Esta es la base de la regresión psicosomática. Porque la energía que escapa a la función yóica del mecanismo de la represión encuentra forma de descarga por vía vegetativa, sobre algún órgano de músculos lisos, justamente porque al alejarse de la economía de la represión, de manera parcial o total, releva a las personas del desagradable afecto de angustia. De manera que, si el órgano inervado influye músculos lisos, los cuales son regidos por el S. N. A., entonces veremos aparecer precisamente una alteración del orden de la regresión psicosomática como las dermatitis o las úlceras. Éstas aluden a formas primitivas de representación psíquica lejanas de la simbolización y son contundentes, por su eficiencia, para conjurar la angustia inhabilitante que caracteriza un evento de difícil o imposible tramitación. El psicosomático podrá preocuparse por su malestar físico, pero no contacta con ansiedades ominosas, muchas de ellas psicóticas, que son, justamente las que lo llevaron a "echar" mano del recurso de tipo homeostático; es decir, evadiendo al Yo y la tramitación de orden psíquico.

Conflicto emocional y preservación de la capacidad simbólica.

Sin embargo, si el órgano inervado pertenece a los músculos estriados que controla el funcionamiento del S. N. C. o del movimiento voluntario, o del S.N de la vida de relación, veremos entonces aparecer una alteración del orden histérico conversivo, como las parálisis psicógenas o la ceguera histérica. Estas tienen la ventaja de dificultar "el actuar". Alteraciones de este tipo se caracterizan por la presencia, en el desarrollo cognoscitivo, de metarrepresentaciones, (Perner, 1988-1990), base para los significados simbólicos susceptibles de ser develados, comprendidos e interpretados, por medio de la técnica psicoanalítica y hacerse conscientes. Pero, entonces, "si la envidia fuera tiña, cuántos tiñosos habría" informa del poder regresivo y la naturaleza tanática primitiva del afecto envidioso que degrada los procesos yóicos. Por lo demás, cuando nos ponemos envidiosos, la reacción corporal no se puede ocultar, es, supuestamente visible desde la sabiduría popular.

Desde ahí la expresión "Esta verde de envidia". O sea, la envidia puede provocar que "se derrame la bilis" o que el envidioso enferme del hígado; por eso "se pone verde", y en la reacción "entripada", es decir, sin descarga posible, cuando el "bilioso" se tiene que "tragar" su coraje, se intoxica, enferma del estómago y/ o del hígado. Incluso huelen mal.

Capacidad de integración y síntesis: sabiduría popular

La gente evita comer huevo y aguacate, quien sabe si porque en realidad haga más daño o porque el aguacate es verde como la bilis y el huevo amarillo, como la tonalidad que toma la piel antes que parecer del todo verde. Como si ambos colores se asociaran con intoxicación. Pero, en último de los casos, el verde es el color de los muertos. La envidia, por lo general, ante las dificultades que impone la civilización para poder desplegar la destructividad "sin ton ni son", hacia el exterior, termina retrayéndose al propio Self. El envidioso, con frecuencia, acaba desarrollando alguna enfermedad, y, es curioso porque tienden a ser enfermedades graves.

"Más sabe el diablo por viejo, que por diablo", En este refrán se reconoce la lógica y bien sabida posibilidad de desarrollar sabiduría con los años. Y claro no siempre es así. Es necesario integrar y sintetizar, y que en el camino no se vea invadido el sujeto por la amargura, en cuyo caso no sería sabiduría lo acumulado, sino malignidad. La nada fácil habilidad para ir envejeciendo con tranquilidad y capacidad de renuncia, constituye una dura prueba para el Yo. Precisamente lo poco común de esa capacidad, le ha merecido a la entrada de la penúltima edad del ser humano, la madurez, el calificativo de "crisis de madurez" o "crisis de los 40s.". Y, tal como propone Erikson, (1959), cada edad demanda un "trabajo" sistemático, continuado y exitoso del Yo, desde el nacimiento y hasta la muerte. Porque la persona tiene que haber vivido con dignidad y construido la forma de encontrar satisfacciones nuevas dentro de las sistemáticas pérdidas y renuncias lógicas que debemos asumir y elaborar conforme van mermando las capacidades físicas y va ocurriendo el proceso, también lógico, de envejecimiento. De manera que, "más sabe el diablo por viejo que por diablo", si y sólo si, no nos aferramos a una potencia y capacidades físicas que son imposibles de perpetuar, ni a satisfactores del orden material, al menos si cuando se habla de "saber" se alude a "sabiduría".

Por lo demás, el diablo representa al padre, (Freud, 1922-1923) en la simbología universal desde la perspectiva de la interpretación psicoanalítica de los sueños. Alude a la época de las representaciones primarias de los objetos escindidos según una economía previa a la de la represión y predominio contundente de la ambivalencia en los vínculos, situación que se reedita en diferentes etapas, acaso con objetos "persona" y de manera natural durante la adolescencia.

La necesidad de los jóvenes de separarse e independizarse de la autoridad de los padres, es un requisito normal y necesario, para consolidar la identidad y poder tomar las riendas de la vida en las propias manos, con los miedos y la necesidad de elaborar los duelos respectivos por las pérdidas implícitas. Saldar las cuentas con la pregenitalidad, la dependencia y las fantasías infantiles: oral, pasivo receptivas. Un conflicto no resuelto al respecto, conduce a los adolescentes por el sendero de actitudes de rechazo de, y confrontación a ultranza con, las figuras parentales y de autoridad, en detrimento de la posibilidad de nutrirse con la experiencia de los mayores.

Integración y sabiduría vs fracaso en la integración, envidia y ansiedad persecutoria

La sabiduría de los viejos es aún, motivo de culto en algunos pueblos orientales. No obstante que también en algunas partes de esas regiones parece ir decayendo. Al compararse al diablo -el cual quizá deberíamos resaltar que parece significar en el refrán "alguien" astuto, malévolo, que se las sabe de todas… todas- con el viejo, se alude también al hecho de la desconfianza que la experiencia de los viejos puede infundir a los jóvenes. El diablo simboliza un ser maligno y perverso que con su astucia y experiencia milenarias, se constituye como un ente muy peligroso y amenazante. Al comparar al viejo con él, se denuncia justamente lo difícil que resulta asumir el envejecimiento y la posibilidad de fracasos importantes en la elaboración de las crisis "normales" de cada etapa. De manera que la resolución de la crisis que plantea la última edad del hombre, en la cual la tarea para el Yo es resolver la dicotomía "Integridad del Yo vs desesperanza o desesperación", (Erikson, 1959), a veces, resulta, inelaborable. Después de la vejez, el siguiente paso conecta con la muerte. Cuando fracasamos en la resolución de esa última dicotomía, lo que caracteriza a la vejez es un oscilar entre la melancolía y el resentimiento, envidia hacia los jóvenes y, al menos intolerancia exacerbada. En el peor de los casos, la envidia impulsa a la destructividad y cuando el viejo colérico echa mano de sus ventajas: experiencia y astucia, resulta ser un enemigo muy peligroso.

Y aquí resulta apropiado otro refrán: "Dale cuerda, solito se manea" o "Déjalos que batan el agua que así se la han de beber" que significan que el que sabe, como es el caso del viejo, tiene a su favor la ignorancia, inexperiencia, incluso, la impulsividad del joven; lo único que hay que hacer es no decirle nada, para que "solito" pierda el control o el equilibrio. En la antigüedad, por eso se los consideraba brujos y se les atribuía poderes, los cuales son factibles dada la dinámica de influencia de inconsciente a inconsciente que potencia la envidia, (Romero, 2003), según los intercambios por vía de identificaciones proyectivas e introyectivas y la convicción de los jóvenes prudentes de la superioridad experiencial de los viejos. Es bien probable que antes, por ejemplo en los tiempos en los que los guerreros podían acceder a la nobleza, ciertos viejos hubiesen tenido más conflicto o que hubiesen reaccionado de manera más primitiva y perversa, ante la dificultad para elaborar y aceptar la merma física, producto del paso del tiempo que nos hace envejecer. Quizá ahora los viejos se ven forzados a tener que enfrentar más la depresión que antes.

De ser así, valga para recordar que: "Créate fama y échate a dormir", o, "Créate fama y échate a la cama", y es que, para empezar, el poder mágico y la vejez, se asocian también con la práctica de la medicina primitiva, el curanderismo y la hechicería; tal vez por la experiencia, el conocimiento de vida, de la naturaleza en general y de la naturaleza humana en particular, en gran medida, enigmáticos. Pero también como una reacción envidiosa hacia la mujer concebida como la descubridora del curanderismo y "madre" de la medicina informal, como decía, quizás, despectivamente, Hipócrates: "Todo lo que se, se lo debo a las brujas", (Mencionado por Millon, 1976) Y, por otro lado, ciertamente no habrán sido pocos los viejos resentidos y coléricos, que habrán aprovechado, su experiencia para dar rienda suelta a ciertos deseos de "venganza", provocados por sus propias frustraciones y envidia. La acepción positiva de este último refrán, se refiere a que lo bien hecho, trasciende. La calidad, como la eficiencia y la responsabilidad en nuestros actos y trabajos, nos promueven sin necesidad de publicidad ni propaganda. Los años permiten acumular conocimiento y experiencia; si además, son saludablemente vividos, también ayudan para construir un prestigio y desarrollar recursos espirituales: "sabiduría", pues en cuestión de experiencia de vida, la integración y síntesis pueden hacerla cristalizar, en efecto, en una forma de "saber bondadoso". Pero es básico haber tenido un éxito razonable, en la resolución de las diferentes crisis que plantea la vida. El grado de salud emocional, coherente con esos éxitos logrados, marcará el camino que tomemos para aplicar la experiencia.

Vale decir, entonces, que más vale experiencia, sabiduría y prudencia que, audacia, valentía y astucia; e inclusive, en ocasiones, aquellos valen más que el mismo conocimiento.

Existe otro refrán en relación con los procesos normales del envejecimiento: "Antes cogía, hoy nada más cojeo". Su significado además de muy chistoso es obvio, denuncia la pérdida de la potencia sexual, y la merma física tomadas por el creador del refrán con un impresionante y sano sentido del humor. En ocasiones la impotencia ocurre por desuso y se conjuga por lo regular con otras mermas. Una pérdida de la potencia sexual puede ser algo muy doloroso y provocar envidia de la potencia de los jóvenes. Se dice que para algunos turcos perder la potencia sexual es motivo de suicidio.

"No por mucho madrugar amanece más temprano". Simbolización que puede relacionarse con lo engañoso e inútil que puede resultar, en algunas circunstancias, la orientación aloplástica de la personalidad, sobre todo cuando se fantasea que están fuera de uno las soluciones a los problemas, nos dice que todo lleva su tiempo y no es posible más que administrarlo. Uno no puede acelerar o disminuir más que su propia velocidad, y soslayando que "Lo rápido disimula lo malhecho".

El tiempo transcurre, no obstante, nuestros deseos. Una variante sería: "Hay quien cree que ha madrugado y sale al oscurecer". Ambos refranes transmiten el conocimiento de la tendencia infantil, con frecuencia tardíamente conservada o reactivada durante la adolescencia, que dificulta el poder saber esperar y darle "su tiempo" a las cosas. Es característico de la infancia, la inmadurez y la alteración emocional, querer todo de inmediato. Para el Psicoanálisis, desarrollar "capacidad de demora" es todo un proceso, el cual, además, empieza durante la primera infancia. El temperamento es su contrincante directo, pues es herencia y diferente en cada quién, y dificulta, más o menos, el poder desarrollar capacidad para esperar, sin que nos veamos invadidos por la angustia producto del temor, desesperación e intolerancia y pasemos al coraje, por frustración. Una tarea tan temprana como tener que aprender que aunque se demore la madre para alimentar al neonato, no implica que no lo hará, no está garantizada, incluso, por una cuidadosa atención materna. Circunstancias externas indeseables (como la ausencia del padre, las enfermedades y los estados emocionales alterados de la madre y del bebé) y fortuitas (como malformaciones, accidentes y agresiones de terceros, etc.) juegan su papel.

Temperamento y trastrocamiento de las representaciones.

El bebé pone lo suyo y lo suyo puede ser una reactividad intensa en lo impulsivo-emocional. Las mayores o menores vicisitudes que tenga que pasar tanto por lo arriba mencionado como por ésta, la fuerza o intensidad de su temperamento, dejan su huella, probablemente en forma de "hoyos en el continuo de las representaciones", según Sara y Cesar Botella (1997) o "representaciones primarias" según Leslie, (1987) que se fijan; "proto-símbolos" según Békei, (1984), es decir que no llegan a símbolos propiamente tales; o "pictogramas" según Aulagnier, (1975), todo esto en las estructuras psíquicas y la personalidad que apenas se está desarrollando e integrando, podrá condicionar la calidad del desarrollo. Para Bion, (1962-1965), una dificultad acusada para desarrollar la capacidad de demora, es inductora para la utilización de identificaciones proyectivas patológicas que ponen en entredicho el desarrollo de la "función alfa". Entonces no se producen "elementos alfa" que son los que hacen posible pensar, soñar, fantasear, estar consciente o inconsciente. Un apresuramiento para empezar lo antes posible, con la fantasía de acelerar no la actividad sino el tiempo, como se observa en esos refranes, induce fantasías, no de aventajar, digamos como para terminar también más temprano, sino de abreviar los pasos "normales" que llevan los procesos.

Pero de por sí, frecuentemente, ocurre que la aceleración, una velocidad imprimida sin la intención fantasiosa de ahorrarse pasos, provoca errores en detrimento tanto de la planeación previa como del control sobre la exactitud, que podrían otorgar cierta garantía de éxito.

Procesos en fenómenos físicos, cognoscitivos y emocionales

En realidad, todo puede ser visto desde una perspectiva de "procesos", los cuales siempre llevan su tiempo lógico normal requerido y es imposible acelerar el tiempo normal de cada proceso, por lo menos, de muchos de ellos; como los que siendo naturales aluden a ciclos determinados también por la naturaleza como la duración del día y la noche. Ya hemos visto con el desarrollo de la ciencia y la tecnología, que se ha logrado acelerar convenientemente la duración de ciertos procesos, por ejemplo, químicos. Sin embargo, la duración de los tiempos que llevan los movimientos de rotación y translación de la tierra, resulta algo imposible. La idea se refiere a una fantasía. Si alguien se levanta a las tres de la mañana para "amanecer más temprano", no lo consigue porque, esa hora, se levante o no, seguirán siendo las tres de la mañana. Acaso pueda aventajar en ciertas actividades, pero amanecerá igual que siempre, entre las cinco y la seis aquí en México, salvo con los cambios arbitrarios de horario, y los, también normales de oscurecimiento más tardío hacia primavera y verano, o los de claridad, aparentemente más corta del otoño e invierno, los horarios marcan, en realidad, las horas que son.

Cuando niño, entendía que con ese refrán se me estaba diciendo: "estas haciendo algo que no es propio de tu edad". Igual sentido podemos captar cuando apreciamos y decimos que alguien pretende: "Comerse el mundo a puños". La inexperiencia engaña con relativa facilidad, si se asocia con incapacidad de demora e ignorancia y, desde la fantasía infantil de abreviar el tiempo, así como la de ahorrarse los esfuerzos normales, hacen resaltar la ingenuidad. Y, en situaciones como las de la paternidad o la maternidad, esa fantasía "fabrica" padres "niños", con las lógicas, riesgosas y tristes consecuencias. Procesos acelerados de manera inconsciente, producto de una alteración fortuita o inducida, como los partos o nacimientos prematuros, también acarrean consecuencias lógicas, físicas y emocionales. Por lo menos a nivel de riesgo.

"En tierra de ciegos, el tuerto es rey". Este refrán significa que entre menesterosos, limitados y carentes, quien tenga aunque sea una limitación o una carencia menos que los demás, posee una ventaja. Pero el refrán también se emplea para decirle a alguien, irónicamente, que se está creyendo más que los demás por una minucia, sin que por ello se deje de reconocer que, en efecto, un mínimo atributo, ausente en los demás, es una ventaja, una diferencia a favor. Es otro el problema si sobre eso se depositan expectativas exageradas. Ese ya sería un problema del orden del narcisismo.

Si llevamos el refrán al ámbito del simbolismo psicoanalítico, resalta que la ceguera alude a Edipo, y con ello, a la angustia de castración. Un tuerto podría significar alguien fálico, sería análogo decir: "en tierra de castrados, el fálico es rey" ó "en tierra de impotentes, el precoz es rey". La tercera etapa del desarrollo, la conocemos como etapa fálico-edípica y Erikson (1959), observa que en esa etapa, el Yo debe resolver la dicotomía "Iniciativa vs. Culpa".

Angustia de castración, minusvalía e improductividad.

La reacción fálica es una defensa contra la culpa y contra la angustia de castración, que no obstante le permite al sujeto, más adelante, preservar la iniciativa, aunque sea en algo. Sabemos también que el fracaso o éxito parcial en la resolución de esa dicotomía, iniciativa vs culpa, se encuentra en la base del cuadro neurótico de las histerias.

Por otro lado, es evidente la relación de continuidad entre la iniciativa y la industriosidad, polo exitoso de la siguiente dicotomía a resolver, la que se refiere al período de latencia. Es difícil imaginar que se pudiera ser industrioso cuando no hay iniciativa, de la misma manera que es difícil pensar que un impotente pudiera procrear. Sin embargo un precoz si podría. Entonces, poseer al menos un poco de iniciativa permite intentar ser productivo: "Donde hay voluntad, hay un camino". Lo opuesto: culpa y, en ocasiones por regresión, aferrarse y una necesidad enferma de controlar.

Creatividad, productividad y autoestima.

Un "castrado", simbólicamente hablando, ni la intenta. Pero cuando la industriosidad y con ella la productividad no logran cuajar, al sujeto en cuestión le afecta directamente en la autoestima. El polo negativo del período de latencia, antes de la pubertad o segunda infancia, es la "inferioridad". En este sentido, "en tierra de ciegos, el tuerto es rey" alude a una fantasía neurótica de potencia imaginaria, fantasía de "altos vuelos", aunque con el exhorto implícito de contentarse con lo que se tiene y con la propia capacidad. Al menos se tiene un ojo. Puede, entonces, pensarse como un aliento ante endebles habilidades y motivar para la búsqueda de estrategias. Contiene, asimismo, un consejo para situarse en la realidad y, valerse de la capacidad simbólica para no perderse en la fantasía, en lo "imaginario"; no comprar boleto de envidia, frustración y amargura.

Las figuras parentales y la estructuración del self

Sin embargo, la dificultad para las realizaciones (función del polo paterno de la estructura del Self o de la imago parental idealizada) en incongruencia con las ambiciones (la del polo materno o del Self grandioso), refleja, parafraseando a Kohut, (1971-1977), la fragmentación en el polo de los ideales, misma que no alcanza a ser compensada por el polo de las ambiciones o por la herencia en relación con los talentos y habilidades. Igual que en el modelo clásico freudiano, el problema coloca la figura del padre en el centro de la escena: rivalidad edípica, y entonces, angustia de castración y sentimiento de culpa. Por muchas razones, podría ser que la figura del padre pudiera no ser sentida como idealizable. Decepción, coraje, temor, dolor o desconocimiento, por causas no edípicas, etc. El resultado es que el sujeto sólo puede ser fálico, precoz o autodevaluado. Quizás ambicioso pero simbólicamente castrado o estéril. A lo mejor de triste medianía. Si se es "tuerto", sería un recurso estratégico valedero, incluso, con valor terapéutico: acompañar en búsqueda de la "tierra de los ciegos".

"Candil de la calle oscuridad de su casa". A través de este refrán se le reclama a alguien que se ocupa de cosas y personas que no son sus cosas ni su gente, lo cual resulta en detrimento de los que si lo son. Es probable que sin darse cuenta o con la intención de evadir el percatarse. Ocurre con frecuencia que la parte inconsciente del Yo, "decide" ocuparse de asuntos que no son los propios porque se teme enfrentarlos, o porque se duda de la capacidad para resolver los asuntos personales y/ ó internos. Los asuntos personales, por lo regular, también involucran relaciones, situaciones y condiciones externas, del entorno inmediato, y éstas siempre requieren cierto grado de compromiso. En ocasiones, son difíciles de resolver, dolorosas, complicadas, costosas. Y pueden llegar hasta provocarnos sensaciones de impotencia y, por ende, dudas y frustración dolorosa. Ocuparse de lo ajeno, ahorra preocuparse ante lo que se piensa o se siente, que uno no puede resolver o no desea enfrentar. De esta manera, a su vez se piensa que se puede evitar el dolor ó el riesgo del fracaso y la confrontación. La verdad, es que no se evita, sólo se demora.

Visto en esta perspectiva, guarda una cierta relación con ese otro refrán que dice: "En casa del herrero, azadón de palo". Que una persona no emplee sus conocimientos, habilidades o consuma los productos que ella misma produce, puede significar muchas cosas. Por ejemplo, que se dude de su calidad. Eso significaría que el sujeto pudiera, en momentos, sentirse poco menos que un pillo, fraudulento o embaucador. Sin embargo, en ciertos ámbitos, es recomendable que uno profesionalmente no atienda a familiares y amigos, porque resulta casi imposible preservarse eficiente, sereno y objetivo. El ser humano tiende con mucha facilidad a crearse expectativas pasivas y de dependencia con respecto a los familiares y amigos. Cuando el otro no cumple dichas expectativas, surge la molestia y hasta la amistad puede ir a "dar al traste". En caso de familiares, se reactivan y renuevan viejos resentimientos y se puede llegar hasta el rompimiento de vínculos.

La grandiosidad narcisista se paga con monedas de inteligencia

No obstante, por ejemplo, en materia de Psicoanálisis, todos los que nos formamos como analistas y ejercemos, tenemos que pasar por una experiencia analítica personal, profunda. No se vale que siendo "herreros usemos azadón de palo". Y, nuestra "casa", somos nosotros mismos. La formación seria, psicoanalítica, incluye que cada formando haya sido objeto de análisis para poder pasar a la condición de sujeto analista. A ese requisito se le denomina "Análisis didáctico". Por otro lado, en el ejercicio de la medicina, es bien delicado que, por permitírselo, la angustia pudiera hacer dudar a un cirujano frente a un familiar en un momento crucial. Por eso es recomendable que el médico no atienda en trances delicados a sus familiares. No es igual que, como en el chiste y que sirva de pretexto para ver algunos ejemplos, una persona que se acerca a una cafetería se encuentra conque está cerrada y hay un letrero que dice: "Salí a comer, regreso en una hora". ¿Qué clase de "venenos" preparará el dueño, que él mismo no los consume? En alguna ocasión me encontraba en un restaurante yucateco, y llegó un comerciante a ofrecer a la dueña del lugar algún producto elaborado con carne de puerco y le contestó, "no gracias aquí vendemos carne de puerco, pero no la consumimos". Sabemos que la carne de puerco tiene muchos "asegunes". Pero, que tontería, que mal manejo de la agresividad y falta de criterio de la señora, es su propio negocio y lo dijo delante de nosotros sus clientes. En otro momento, un amigo, abogado de profesión, sufría por exceso de trabajo y problemas económicos. A través del tiempo y enfrentando todas las vicisitudes que implica, como ustedes ya saben, reconocer algo personal que opera desde el inconsciente, un día se hizo claro que necesitaba mucho del reconocimiento social y profesional para sentirse bien en materia de autoestima. Muchos de sus clientes, intuitivamente lo sabían, lo descubrieron antes que él mismo y, entonces, le "pagaban" con producto a manera de "cambalache" y completaban con "monedas" de elogio. Y esos elogios eran, en ocasiones, exagerados y ridículos, pero no podía menos que aceptar esas formas de pago, porque satisfacían una necesidad inconsciente. Por otro lado, el paquete incluía una serie de disculpas y justificaciones con respecto a problemas de dinero. Entonces se identificaba con ellos y como si se pasaran la voz, le llovían clientes amolados.

Y es que: "Dios los hace y ellos se juntan", que puede sentirse contradictorio con "polos opuestos se atraen", pero que en materia de elección de objeto, Freud observó, desde necesidades inconscientes, cuatro tipos: la neurótica en la cual se elige alguien que permita repetir el modelo internalizado de la relación de los padres, para bien y para mal; la narcisista en la que se busca a la pareja lo más parecido posible a uno mismo, también para bien y para mal; la tercera, que tiene también algo de narcisista, es la complementaria, a través de la cual se busca en el otro lo que uno no es, como en una suerte de fantasía de plenitud que se sospecha que se tuvo con la madre in útero; y la cuarta que parece patológica de inicio, la anaclítica, en la cual la fantasía inconsciente es de fusión e indiferenciación con el otro.

Pero regresando a lo que nos ocupaba, este refrán, acaso se complementaría con otro que dice: "Se juntaron el hambre y la pobreza)" del cual hay una variante, en términos de: "Se juntaron el hambre y la miseria", combinación que, de suyo, denuncia inconveniencia e insatisfacción, malo con peor no solucionan nada, antes al contrario empeoran cualquier situación. Pero regresando con mi amigo abogado, él mismo intuía, alcanzaba a "sentir" que, de alguna manera, era el responsable de esa dinámica. Y respecto de la carne de puerco, de hecho hay otro refrán que expresa o que se usa para reprobar o descalificar a otro: "Es malo como la carne de puerco". En efecto, inclusive cuando se ha sometido alguien a una intervención quirúrgica, se le recomienda evitar consumir dicha carne mientras no se haya logrado una cicatrización más o menos completa, porque la carne de puerco resulta infecciosa. Del otro refrán, "en casa del herrero azadón de palo" se denuncia una tendencia a la incongruencia, muy común en la conducta humana. Es una ironía.

Otro refrán espiritual análogo que se le atribuye a San Francisco de Asís, dice: "Doctor, cúrese". Es lógico, ¿cómo alguien enfermo, sobre todo de determinado tipo de enfermedades como las infecciosas o las emocionales, pretendería curar a otros? De repente más bien los contagia o confunde más. Somos, en efecto, con frecuencia muy incongruentes y desidiosos.

La Biblia refiere algo al respecto a través de un refrán muy conocido: "Es más fácil ver la paja en el ojo ajeno, que la viga en el propio", vale, desde el aseguramiento que presupone el recurso del mecanismo de defensa de la proyección. Es bien frecuente que, en el ejercicio del Psicoanálisis, nos coloquemos en el papel de "sano" o del que "sabe", (una cosa bien diferente es que sea el paciente el que necesite colocarlo a uno ahí) y sirva para enmascarar aspectos de la propia conflictiva no resuelta o la reactivación de aspectos narcisistas maltrechos. El enfermo es el otro. Quizás algo parecido ocurrió cuando la comunidad contemporánea de Melanie Klein, se dieron a la tarea de rechazar su trabajo. Se estaba metiendo a los "pantanos" del inconsciente pudiendo evadirlos, como todos, con lo cual dejaría resguardado su propio narcisismo y "en paz" el de los demás. Ser "candil de la calle, oscuridad de la casa" también lleva implícita una cierta negación yóica acerca de los propios conflictos y dificultades, los cuales resultan dolorosos, pues se refiere a los asociados con angustia y depresión, así como a problema de autoestima, afectos, todos ellos, inductores de dudas. "Ver la paja en el ojo ajeno, y no la viga en el propio", tiene un cierto matiz de sospecha en relación con cierta maldad interior, y provoca coraje y furia a fuerza de no poder sentir o no poder evitar la vergüenza que estimula al odio (Lichtenberg & Shapard, 2000)

Como quiera que sea, todas esas son sensaciones desagradables que son captadas conscientemente. Justo contra esa sensación desagradable que nos está diciendo que "no podemos" o que tenemos malos pensamientos, malas intenciones, se encuentra la proyección como una defensa: "ver la paja en el ojo ajeno". Asimismo, me parece que se alcanza a notar que mientras que en el primer caso, ser "candil de la calle…", no se inhibe la productividad en sí misma, "ver la paja en el ojo ajeno", no tiene garantía en el mismo sentido. Por lo menos porque se privilegia la palabra, a través del comentario mordaz, para lo cual debe ocuparse primero el pensamiento y, como ocurre con la obsesión, el riesgo es que se inhiba la posibilidad de pasar a las acciones o que éstas sean de tipo compulsivo y/ o ritualístico, de no ser así, al servicio del control, podrán ser más bien destructivas.

Proyección y estados psicóticos

Los malos pensamientos y la "rumia" resentida, potencian la destructividad. "Ver la paja en el ojo ajeno…", permite justificarse y motiva para el comentario agresivo-destructivo, descalificador, el chisme, la crítica destructiva, "por la espalda", de forma cobarde, y a manera de, en efecto, "mericismo": vomitar-remasticar. La acción motriz, actividad resolutiva o potencialmente resolutiva, de manera clara y directa, como no sea la de ataque físico, pasa a segundo o tercer plano. Quizá se pueda emparentar al "ser candil de la calle…", todavía con la libido. La persona se puede dedicar, incluso, a obras de caridad. "Ver la paja en el ojo ajeno…" funciona, mas bien, como una válvula de escape para una presión interna de resentimiento, vergüenza, odio y/ o envidia, y esto lo emparenta directamente con el instinto de muerte. De ser así, podría implicar una diferencia entre una forma personal de resolver el conflicto, desde el predominio temperamental-yóico-defensivo, que sería acorde con la libido: -desplazando, reprimiendo, disociando- en el "ser candil de la calle…". De manera que la tendencia a pretender hacerlo desde el predominio de la pulsión destructiva sería: temperamental-ellóico-reactiva, e implicaría -escindir-proyectar-pervertir-destruir, como en el "ver la paja en el ojo ajeno".

Psicosis y ajuste caracteropático.

Y la diferencia, que lleva a optar por uno u otro, es a nivel de predisposición en principio, en tanto que temperamental, pero puede tornarse caracterológica, en función de las circunstancias, entonces, ser moldeada y modelada. "Ver la paja en el ojo ajeno", induce también una mayor proclividad a la desorganización emocional porque la persona tiende a actuar sin pensar o pensando inadecuadamente. Por eso decimos que trasluce la reactivación de la energía del instinto de muerte. También lo delata el valerse del mecanismo de la proyección, que predomina en la paranoia. Hemos visto en otro momento que el paranoico, con frecuencia se rige según el: "Piensa mal y acertarás" y aunque no significan lo mismo en esencia, el sujeto en cuestión, igual se defiende de algo "inaceptable" propio, proyectándolo en otro y buscándolo luego en ese otro para, primero deslindarse, y después desplegar su reprobación y hostilidad contra lo inaceptable de sí mismo visto en el otro. Sin embargo, el recurso le provoca "persecución", porque lo sataniza y despliega su agresión de manera defensiva y se teme la retaliación. La ventaja es que se puede negar la actitud persecutoria de sí mismo. Por ejemplo, los propios deseos eróticos inaceptables, al poder pensarlos le confrontan, chocan y persiguen; los coloca en el otro, pero con todo y la sensación de persecución, de tal manera que llegan a alcanzar un grado cuasi alucinatorio, ["alucinaciones fugaces o evanescentes" según Bion, (1950-1962-1970)] y, con ello, cierta certeza de que pertenecen, en realidad, a ese otro. Eso es pensar mal.

En estado paranoide las personas parecen poder echar mano de la representación como un "modelo" en el sentido experimental del término, de manera que utilizando la identificación proyectiva, se colocan, desde la fantasía inconsciente, "dentro" del otro como para tratar de "adivinar" lo que piensa. Tan se puede lograr, que se inventó este refrán. Las diferencias entre lo que se deduce y lo que verdaderamente piensa el otro, es lo que le da el carácter "bizarro" a la estrategia implícita en esta forma de pensamiento.

La identificación proyectiva.

En la personalidad paranoide, como en la regresión a "posición esquizoparanoide", el "piensa mal y acertarás", se conjuga, entonces, con una especie de capacidad de intrusar-penetrar, desde la fantasía, "dentro" del otro (instrumentando, a través de una forma patológica de pseudo-empatía, que la identificación proyectiva hace posible: una especie de "ponerse dentro de él") de tal manera que parece como si el paranoico primero pudiera colocarse en "los zapatos" del otro, es decir fantasearse siendo él, y luego, reflexionando, se pregunta qué haría aquel en tal o cual situación. Esto, en efecto, le permite sacar deducciones bastante cercanas a la forma de pensar, en general, y adelantársele. Es decir, "acertar". Las pequeñas diferencias pasan a segundo término para él, pues lo "bien deducido", por loco que sea, constituye su ventaja.

Paranoia, libido de naturaleza homosexual y des-entreveramiento de la libido y el instinto de muerte.

No así para los demás, porque una de esas pequeñas diferencias refleja una distorsión de la realidad, y, entonces surge una interpretación "bizarra", loca, que impulsa al paranoico a conductas defensivo-destructivas, y, por lógica, lo torna en alguien peligroso y amenazante, persecutorio, para sí mismo y para los demás, porque su perspectiva, originalmente defensiva respecto de fantasías que ya no pueden ser reprimidas, pre-conscientes, le asustan a fuerza de estar investidas con libido de naturaleza homosexual y agresión desentreveradas. Evidencian defectos importantes de estructuración y matices de libido de naturaleza homosexual escindidos o reprimidos, que logran infiltrarse a la consciencia o se manifiestan como "retorno de lo reprimido" y se viven como "ominosos" (Freud, 1919) El exceso de proyecciones estimulará la aparición de un delirio de persecución y dependiendo de las circunstancias, podrá ser delirio de celos que también es persecutorio. Entonces, el paranoico puede convertirse en un asesino en potencia.

Trastornos caracteropáticos y agresión re-traída al Self.

En otros tipos de organización de la personalidad, graves pero no predominantemente paranoides, el "piensa mal y acertarás" induce a cierta pusilanimidad, en tanto que la persona se descalifica o descalifica lo propio, a priori. Incluso sin pensar, como desde la reactivación de aspectos masoquistas. Como puede ser el caso en el de "en la casa del herrero, azadón de palo". En estados de alteración prolongada como el estrés o la presión constante, se pueden presentar trastornos neuróticos u otros más graves como los observados en organizaciones proclives a las perversiones, adicciones y delincuencia no homicida, porque se estimulan el pesimismo y la envidia al compararse con los demás, privilegiando la atención sobre las desventajas y/ o las carencias. El sujeto, entonces, se confronta al ver o imaginar lo deseable o atractivo que el otro tiene y de lo que él siente que carece. Masoquistamente idealiza lo que no tiene y devalúa lo que si tiene. Basta imaginar la eficiencia que podría tener un azadón de palo en el trabajo del campo.

El recurso de ciertas formas de actuación cuasi sublimatorias.

La persona, predominantemente más agresiva, puede lograr organizar sus energías de manera que obtenga grandes logros, pero los riesgos de extraviarse también son grandes. Por lo demás, "piensa mal y acertarás" significa colocarse en la perspectiva pesimista de la realidad y en condición de víctima potencial. En ese sentido puede funcionar como un mecanismo de defensa contra una sensación, autoinducida, de derrota, lo cual es deprimente y enojoso. Asimismo, el que "acierta" pensando mal, también puede intentar, o pretender "defenderse" de, una sensación que puede o no ser peligrosa, igual que también podría ser o no real. Desde esta forma tan "negra" de ver las cosas, surge una necesidad, por la inseguridad misma: un querer saber el futuro, qué piensa o qué va a hacer el otro. No poder saberlo a ciencia cierta, provoca incertidumbre e inseguridad y luego, sensación de persecución, coraje y temor.

De la inhibición

Estos afectos nada agradables inducen inhibiciones en el neurótico como resultado de la represión, cuando, en efecto, la persona aún se conserva dentro de la economía de la represión como defensa contra la angustia y la depresión. Pero cuando se instala en la economía de las escisiones, que es el caso de las estructuras "psicóticas compensadas" con sintomatología esquizoide y fronterizos con tendencia similar, la inhibición tiene más que ver con los fenómenos de despersonalización y estados confusionales (Rosenfeld, 1965) que ya no ocurren dentro de la economía de la represión, sino dentro de una economía de escisiones. Puede, inclusive, inhibirse cualquier iniciativa productiva. No así las destructivas, pero que, a diferencia del paranoico, que además "ve la paja en el ojo ajeno", los esquizoides, tienden más a retraer la destructividad contra sí mismos. El paranoico suele "pensar mal" siempre por el exceso de proyecciones y una "facilidad" intuida para echar mano de la identificación proyectiva, que otorga un toque malévolo a su pensar. A la esquizofrenia la caracteriza no un pensar persecutorio, sino un proceso de "primarización" o degradación del pensamiento. Es decir, de formas de representación primitiva, lo que los psiquiatras llaman pensamiento concreto, autístico o dereísta. Y aunque se encuentren en conflicto, no pueden "pensar mal", porque, eventualmente, ni siquiera pueden pensar. Incluso, pueden llegar a agredir "por amor". Por ejemplo, "atacar" a mordidas con la intención de introyectar, pues diluida la capacidad representacional por regresión, no pueden sino incorporar.

"No tiene la culpa el indio sino el que lo hizo compadre". A grosso modo: toda acción genera una reacción. Se antoja relacionar este refrán con los tiempos previos a la revolución, cuando el mestizaje era menor, pues iniciaba; y los "indios" eran, por lo regular e irónicamente, servidumbre de los hacendados, los cuales, a su vez, eran predominantemente españoles peninsulares y/ ó criollos. Es decir, supuestamente "superiores". Cómo se atrevía uno de estos "señorones" a hacer compadre a un indio, de ahí en adelante nada bueno se podría esperar. El "indio" se iba "alzar", se iba a sentir de la familia. Decía la abuela de mi esposa, hija de hacendado del norte: "Servirles a los indios en servilleta es alzarlos". ¿Por qué?, pues porque son inferiores, pá empezar no son rubios ni de ojo claro. Como suele suceder, habrá habido hacendados condescendientes que se atrevieron a bautizarles un hijo. Otros más bien como que: "Se curaban en salud", apadrinando al niño o niña porque, pues cómo no, si en realidad, eran hijos de ellos.

Decía en una ocasión en un grupo un paciente adolescente psicopatoide, que en cierto momento se sintió con ganas de masturbarse, estaba solo… ah! pero no, no estaba solo, estaba la "chacha". Y pensó "… no pues de hacerme una chaqueta a cogerme a fulanita…" lo demás se deduce. Y existe un refrán al respecto: "La carne de gata es buena y barata"; quienes no entendían el "atrevimiento" no captaban esa posibilidad. Como quiera que hubiese podido ser el "indio" hecho compadre podría tener motivos como para esperar vengarse; un trato preferencial o alguna prerrogativa serían mediatizadores por deferencia de parte de un patrón arrepentido o "responsable", o bien por el recelo y la indignación dada una sospecha, certeza o chisme. Asimismo, no se podrá negar que también habrá habido casos en los que las cosas pudieran haber sido tal como las narra Rulfo en "Pedro Páramo": flagrantemente descaradas por abuso del poder.

Después de todo dice el pueblo: "Donde hay miedo, ni coraje da". En esos casos, promotoras de dolor y odio irracionales, tanto de padres burlados, como de hijos ilegítimos que quedaban "en tierra de nadie", como "blanco" de agresión y burlas. Después de todo: "El miedo es como la sangre, por todas las venas corre", de ahí que resulte peligroso, porque "La sangre se sube a la cabeza". Todo tiene un límite. Aunque se diga que el "El miedo es como la argolla, no se le encuentra la punta", un día se decide terminar con él. El final en Pedro Páramo es justamente su asesinato a manos de Abundio Páramo, uno de sus hijos ilegítimos. ¿Quién tuvo la culpa si, al fin dice el refrán: no tiene la culpa el indio sino el que lo hizo compadre? Abundio, en representación del pueblo de Comala, pueblo de "bastardos", mató a Pedro Páramo, como cualquiera emergente en "Fuente Ovejuna" arengado por los demás, participa o se solidariza para matar al Comendador.

Este refrán fue base para el diseño de un chiste hacia finales de los setenta: "No tiene la culpa el indio sino el que ve sus películas". Es obvio que se refiere al "Indio Fernández", hombre y artista, brillante y productivo que tenía una capacidad especial para observar, detectar, representar y plasmar en el celuloide, importantes aspectos de la idiosincrasia del mexicano, tanto el del ámbito rural como del de barriada de la ciudad de su tiempo. Muy agresivo en la realidad, se le achacaron abusos y hasta algún crimen. Sin embargo, su creatividad, así como su productividad, son innegables. Acaso se percibe como muy atraído por el erotismo y el drama, los cuales terminan en la mayoría de sus películas con violencia, destrucción y muerte. "No tiene la culpa el Indio sino el que ve sus películas", es un buen chiste, porque, en su momento, casi todos las íbamos a ver. Es decir, todos fuimos culpables. El Indio Fernández, fue una especie de "emergente" para la "venganza" que, vicariantemente, hacía posible la descarga de energías instintivas reprimidas, eróticas y de odio, por viejos resentimientos sociales, muy probablemente asociados a la pérdida de claridad en las raíces de nosotros los mestizos.

"Cuando el tecolote canta el indio muere, esto no es cierto, pero sucede". Y a propósito de indios, este refrán, salvo mejor opinión, denuncia el poder que puede llegar a tener la superstición, tan fuerte o tan importante como el de la fe. Si a la fe le debemos milagros a las supersticiones les deberemos desgracias. Pero hay otra forma de pensarlo. Aquí en México, se le dice tecolote al búho, pero también a la borrachera, al lance de juego de albures, a los gendarmes (hoy policías) y, precisamente porque como los tecolotes, duermen de día y "cazan" de noche. También se les dice así a los guardias y veladores. Ahora hay: "Mucha tela de donde cortar", ¿qué puede haber más peligroso que un policía (alguien armado y con licencia para matar) borracho, que además sea apostador, que le toque el turno de la noche y, por añadidura, no duerma bien durante el día? Seguramente hubo tiempos en el México naciente, cuando había muchos más "indios" que ahora, en que los "tecolotes", cantando la borrachera en la madrugada por temor o por apuesta, envalentonados por el arma (al estilo gringo) y renegando de su condición indígena también, hubieran matado un indio aquí y otro allá. Pero como el estar de guardia le merece el calificativo de "tecolote" a cualquiera y en cualquier lugar, ¿a cuántos médicos o enfermeras de guardia se les habrán muerto "indios" por atenderlos a medio despertar? O ¿cuántos "indios" por andar borrachos y molestar a gente "decente" no habrán sido baleados por algún "tecolote" cantor? Por lo demás, por ser de color oscuro, un revolver, un fusil o un rifle cuyo "canto" es justamente el disparo, ¿no podrían ser esas armas los famosos "tecolotes"? Tal vez por eso es que "… esto no es cierto, pero sucede". De entrada, el refrán tiene un halo misterioso y mágico. Lo ignoro a fuerza de no ser antropólogo, pero también podría tener que ver con las creencias prehispánicas de los nahuales.

El tecolote o búho es un ave nocturna y solitaria, la probabilidad de "estar presentes" en una gran cantidad de partos nocturnos que hubieran terminado en muerte del bebé o de la parturienta ("indios") atendidos en condiciones ínfimas, es alta. Por otro lado, también se les dice búho a personas poco sociables, es decir, esquizoides y resentidas, aisladas, en las cuales la reactividad es, probablemente, más factible, matizada por la regresividad e irracionalidad desde la reacción de enojo.

Bibliografía

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Anaya, N. (2001) La otredad del mestizaje: América latina en la

Partes: 1, 2, 3
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