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La semiología: ojos para leer el libro del mundo

Enviado por Luis Ángel Rios


Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. El hombre, como ser social, necesita comunicarse
  3. El hombre, como ser sígnico, es un intérprete de signos
  4. La semiología como herramienta fundamental en los procesos comunicativos
  5. La semiología, ciencia en búsqueda de los significados de los signos
  6. Relaciones de la semiología con la semántica y la lingüística
  7. La semiología, una ciencia muy útil
  8. La semiología en la educación
  9. El lenguaje de las relaciones sociales
  10. La semiología en el análisis de los relatos
  11. La búsqueda de las relaciones de sentido de nuestra cultura implica interpretar los signos y lo símbolos
  12. Bibliografía

Introducción

Desde el nacimiento hasta la muerte vivimos rodeados de signos que simbolizan. Lo signos nos acechan, nos informan, nos orientan y hasta nos confunden. Nuestro quehacer es interpretarlos en búsqueda de su significado con el aporte de la ciencia de los signos, es decir, con la semiología. Gracias a ésta, en nuestra interrelación con los signos podremos interpretarlos y comprenderlos. En la dinámica comunicativa necesitamos interpretar y comprender los signos que comunican múltiples significados. Lo que vemos y oímos nos "habla" constantemente en los códigos que nos rodean. La semiología nos sirve como instrumento teórico que facilita la interpretación de los objetos culturales y sociales. Se nos convierte en un aparato analítico, riguroso y eficaz para la interpretación de los discursos sociales. La semiología es la ciencia de los signos y la ciencia de la comunicación.

En el presente texto me dispongo a disertar, con el aporte de especialistas, sobre este saber tan complejo, pero de palpitante actualidad y capital importancia. Sin entrar en honduras semiológicas –que es tarea de los teóricos de la semiología-, pretendo embarcarme en la difícil aventura de elaborar un escrito que les sirva a los lectores –profanos en este apasionante universo– para aproximarse al conocimiento de los signos a través de la ciencia que se encarga de su estudio. Como en la Red existen diversos trabajos sobre el particular –algunos con cierta profundidad-, solamente procuro escribir sobre el tema de manera sucinta mediante un lenguaje comprensible, de un diletante en semiología y no de un semiólogo.

Exploro someramente la comunicación y los signos, enfoco el quehacer semiológico en los procesos comunicativos, en la búsqueda de significados, en sus relaciones con la semántica y la lingüística; destaco su importancia en la interpretación y comprensión de los signos en nuestra cotidianidad; la abordo con respecto a la educación; diserto sobre el lenguaje de las relaciones sociales y sobre la semiología en el análisis de los relatos (lenguaje textual y lenguaje cinematográfico); y, finalmente, me sumerjo en las relaciones de sentido en nuestra cultura saturada de signos y de símbolos.

Es importante destacar y agradecer el aporte de los textos consultados, en especial el de "Introducción a la semiología", de Alberto Cárdenas y Héctor Beltrán, el cual orientó y facilitó mi labor.

El hombre, como ser social, necesita comunicarse

El hombre, el individuo, el sujeto o la persona humana, en su quehacer cultural, en aras de poder comunicarse con los demás hombres, ha tenido que crear o inventar signos y aprender a "leerlos", interpretarlos o descodificarlos con el fin de comprender sus significados, tanto de los artificiales como de los naturales. Como ser social, el hombre necesita comunicarse, porque quien no se comunica se aliena y se neurotiza. La comunicación es un presupuesto de su ser personal y una de sus dimensiones de su ser multidimensional.

La comunicación humana, que es mucho más que sólo hablar y escuchar palabras, se considera como un intercambio de signos que contienen un significado. En la praxis comunicativa se realiza la codificación y la descodificación de los diversos conjuntos de códigos, que son sistemas de signos que tienen relaciones directas e indirectas con los significantes y con los significados. Los signos tienen una intención simbólica, es decir, los signos simbolizan. Un código es un sistema de signos, cada uno con su propio significado. En ejemplo es el semáforo o la vestimenta. Como la semiología hace posible la comprensión del contexto, los códigos (sistemas de signos) son los medios para poder rescatar el contenido del mensaje.

En la comunicación humana el hombre interpreta símbolos, porque su mundo es el mundo del símbolo. "La palabra y, concretamente, el símbolo, se convierten en el medio que permite comprender y entender la realidad abstrayéndola, la cual llega a ser el objeto de la comunicación"[1]. Su mundo es el mundo de la interpretación de los signos y de los símbolos. Como los símbolos no tienen un solo sentido, el hombre los interpreta en función del contexto social, ya que es éste quien determina los significados. Una bombilla roja, por ejemplo, de suyo no tiene una significación determinada; es en un contexto social donde adquiere su significación particular: un estudio fotográfico, alarma o situación de peligro, un prostíbulo, una luz navideña, una señal intermitente en una torre, un destello utilizado por los automotores para indicar "pare", freno o anunciar una desviación, etc. "Es, pues, en función de la realidad como se construyen y se interpretan los símbolos de la comunicación humana"[2].

El hombre, como ser sígnico, es un intérprete de signos

Como ser o animal sígnico, el hombre vive en un universo complejo de signos. Además de ser sígnico, el hombre también es simbólico. El hombre, a diferencia del animal –que conoce su medio sólo a través de la experiencia directa-, cristaliza su saber y sus sentimientos en representaciones simbólicas. El animal sólo tiene mundo extensional, mientras que el hombre cuenta con un mundo simbólico. "En cambio, el hombre vive en el plano extensional y habla de su vida consigo mismo en el símbolo, bien con palabras, bien con símbolos carentes de valor verbal, como la pintura, la música y la danza. El ser humano no se contenta con un conocimiento extensional, sino que casi no puede prescindir de hablar consigo mismo sobre lo que ha visto, sentido y hecho"[3].

Dentro de sus entornos (social, ecológico y tecnológico) vive rodeado y, en cierta manera, condicionado y manipulado por signos y símbolos; su mundo es un universo sígnico y simbólico. En su cotidianidad se encuentra con diversos signos: verbales, gráficos, icónicos y gestuales, entre otros. Los hombres, como seres culturales, somos seres semiológicos. Nuestro mundo es un rompecabezas gigantesco, una colección de signos y claves que hay que interpretar porque tienen un sentido. El semiólogo traduce los mensajes que se transmiten dentro de una cultura; es como un investigador que sigue las pistas y llega hasta los signos que nos "hablan" subrepticiamente. El mundo es una colección de signos y claves que hay que interpretar en búsqueda de significados. Como los signos transmiten significados e informaciones de maneras complejas están en la base del simbolismo y del estilo personal. Es por eso que un sobrero puede tener un significado general socialmente, pero también podría tener asociaciones personales sólo para su dueño, usuario o poseedor. Pero, ¿qué es un signo?

La definición de signo es problemática toda vez que es un concepto polisémico. El Diccionario de la lengua española lo define como: "Objeto, fenómeno o acción material que, natural o convencionalmente, representa o sustituye a otro objeto, fenómeno o acción". El signo es algo que utilizamos para manifestar otra cosa. Es un objeto material o imagen psíquica que interviene en el proceso comunicativo, representando o sustituyendo otro objeto o imagen, para percibir, conservar, transformar y retransmitir una información relativa al objeto o imagen representado o sustituido. El signo es una entidad síquica compuesta por significante o contenido y significado o expresión. "El significante (imagen acústica) es la huella síquica que produce en la mente el estímulo de un signo. El significado es el concepto que nos formamos después del estímulo de un significante"[4].

La función de los signos es comunicar. Los signos son creaciones culturales como instrumentos comunicativos. El hombre, para expresar pensamientos, acude al lenguaje, es decir, emplea formas verbales y formas no verbales. "El papel que desempeñan los signos no verbales aumenta considerablemente día a día. Carteles, anuncios, diagramas, mapas, planos, imágenes y multiplicidad de formas enriquecen los medios que emplea el hombre para establecer comunicación"[5].

El signo se caracteriza por ser una cosa natural, convencional, arbitraria y material. La relación entre signo y referente o significado es indirecta, debido a que ésta es arbitraria por cuanto no hay vínculo necesario entre ellos. Entre el signo y el significante hay una relación causal o natural porque los dos son correlativos. Entre el significante y el significado existe una relación de adecuación. "La constitución de un signo exige ciertos requisitos: la convención o acuerdo de los usuarios para que tales signos funcionen; el carácter síquico que involucra sonidos en el cerebro; y una imagen conceptual que es el reflejo de las abstracciones que hacemos de la realidad"[6]. Si el signo evoca o representa la idea de otra cosa, es convencional, "y tiene un carácter abierto e ilimitado porque siempre se pueden crear nuevos signos o códigos; de ahí que exista una amplísima variedad de códigos, de cuyo estudio también se encarga la semiótica, entre otros: olfativo, táctil, proxénico, cinésico, pictórico, musical, paralingüístico y lingüístico"[7].

La semiología como herramienta fundamental en los procesos comunicativos

Toda comunicación o información, emitida a través de signos verbales y no verbales, requiere de diversas herramientas metodológicas para comprender sus significados. Es así que el hombre en sus múltiples faenas culturales ha creado y recreado, inventado y reinventado artes o ciencias, como la lingüística, la filología, la gramática, la hermenéutica, la exégesis, la lógica, la retórica y la semiología, entre otras, para comprender el significado de la infinidad de signos que lo circundan en su universo sígnico y simbólico. En el campo de la comunicación, terreno fértil para el trabajo semiológico, la semiología aparece como una disciplina que nos permite dar cuenta de la construcción de los fenómenos sociales, entendiéndolos como configuraciones significativas. "Es una mirada que permite dar cuenta de los mecanismos con los cuales, sobre materialidades diversas, damos sentido a nuestra realidad"[8].

Para poder comprender esos signos y esos símbolos o desentrañar el lenguaje y la comunicación que éstos contienen se requiere, además de las anteriores, del aporte específico de la semiología o semiótica, tanto en su aspecto teórico como práctico. Semiología y semiótica son una misma ciencia. La primera, que tiene sus orígenes en Europa, se constituyó sobre el estructuralismo, que es la teoría y el método científico que considera un conjunto de datos como una estructura o sistema de interrelaciones. La segunda, teorizada en los Estados Unidos, se planteó con fundamento en el positivismo, conocido como el sistema filosófico que admite únicamente el método experimental y rechaza toda noción a priori y todo concepto universal y absoluto, y el pragmatismo, método filosófico según el cual el único criterio válido para juzgar de la verdad de toda doctrina científica, moral o religiosa, se ha de fundar en sus efectos prácticos. La semiótica, como herramienta metodológica que sirve para dar cuenta de los sentidos que construye una sociedad y para democratizarla, se erige sobre las bases de factores esencialmente sicológicos y sociológicos, y nos presta su auxilio en la interpretación crítica de la significación de los fenómenos sociales. Desde la semiología se ubica el texto como sistema de comunicación y se explica la forma de construcción del mensaje.

Etimológicamente, semiología procede del griego semeion (signo) y logos (estudio), que sería estudio del signo; semiótica, del griego semeion (signo) e ykos (relativo a), es lo relativo al signo. Entonces semiología o semiótica es la ciencia, el estudio, la teoría, la disciplina o la reflexión sobre el signo (códigos, lenguas, señalizaciones, símbolos, síntomas, lenguajes, ritos, ceremonias, artes, vestidos, fiestas, emblemas, escudos, banderas, protocolos, propagandas, juegos, saludos, ideologías, tradiciones, costumbres, convencionalismos, espectáculos deportivos, celebraciones religiosas, construcciones arquitectónicas, culinaria, insignias militares, alfabeto de sordomudos, formas de cortesía, títulos nobiliarios, cargos públicos, etc.) en el seno de la vida social, debido a que el mundo del hombre es un universo complejo de signos. Semiología es la ciencia que estudia la naturaleza, la clasificación, la interpretación y la producción de los signos. La semiología aborda el problema del significado en su raíz, descubriendo los elementos y las relaciones que tienen el significante y el significado. "La semiótica se ocupa de cualquier cosa que pueda considerarse como signo. Signo es cualquier cosa que pueda considerarse como sustituto significante de cualquier cosa"[9].

La semiología es la disciplina dedicada a estudiar los signos no verbales, es decir, los signos pictóricos, visuales, cinéticos, escritos, etc. Con respecto a los signos, ésta se encarga de definirlos, clasificarlos, dividirlos, caracterizarlos y determinar su naturaleza, su objeto, su estructura, sus funciones, sus alcances y sus límites, entre otras actividades que realiza esta ciencia. "En términos generales, la semiología tiene por objeto todos los sistemas de signos, cualquiera que fuere la sustancia y los límites de estos sistemas –que pueden encontrarse en ritos, protocolos o espectáculos- constituyen, si no "lenguajes", al menos sistemas de significación"[10]. En sus investigaciones semiológicas, Umberto Eco plantea la existencia de la semiótica general y la semiótica aplicada. La primera diseña e interpreta las condiciones de producción de sentido y los modos de obtención de significación de los fenómenos sociales. La segunda es la descripción de una gramática de producción de sentido o de una manera de funcionamiento textual.

La semiótica se enfoca en la comunicación humana, y por eso tiene implicaciones sociales. En presencia del hombre, el signo deja de ser señal porque al ser el significado del significante se carga inmediatamente de connotaciones sociales. "Toda señal, en cuanto es interpretada por el hombre, se convierte en símbolo"[11]. Eco atribuye a la semiótica el estudio de los procesos culturales como procesos de comunicación.

La semiología, ciencia en búsqueda de los significados de los signos

La semántica se ocupa de orientarnos en el esclarecimiento de los problemas del significado. La semántica, objetivo del hermeneuta o del descodificador, es la ciencia de los significados.

Entre el signo y el referente no existe una relación directa, sino que se relaciona por el sentido. "El sentido es un proceso semiótico fundamental en el análisis. El sentido, en tanto dirección, finalidad, o intención, se encuentra, en el nivel de la enunciación, en el plano del contenido: el significado de las palabras en una cadena de relaciones de significado entre varios códigos"[12]. El significado es la información de una realidad expresada por el signo. "El significado de un signo es la relación recíproca entre el signo material y el objeto al cual presenta"[13].

Entre los modos de significación encontramos la relación directa entre signo (realidad material) y sentido (significante); la motivación: relación natural (analógica o metafórica) entre significante y significado; la arbitrariedad: no hay relación entre significante y significado; la monosemia: un solo significado del signo; la polisemia: varios significados del signo; la denotación: significado primario u objetivo del signo; y la connotación: significado secundario o subjetivo del signo. La denotación supone siempre un primer lenguaje con sus significantes y sus significados. La connotación es un segundo lenguaje que engloba al primero, pero con un significado simbólico. La connotación no es más que la forma de la denotación. "Tanto en el lenguaje articulado como en el cinematográfico se puede hablar de un primer sentido (el sentido literal) que se comunica inmediatamente a través del signo, y de un segundo sentido (el sentido profundo) que se expresa a través de la manera se organiza y presenta el primero"[14]. Todo mensaje tiene una jerarquía de intencionalidad con varias escalas y posibilidades de interpretación que van desde niveles superficiales a ni niveles profundos.

Un signo es algo que transmite un significado. En el ejemplo del fuego se aprecia cómo funcionan los signos. El humo es un indicio del fuego, la fotografía del fuego es el ícono del fuego y la palabra fuego es un signo del fuego. Un signo es cualquier cosa que evoca o representa la idea de otra. Es cualquiera de los caracteres usados en la escritura. Es la asociación de un significado, o un contenido semántico, y de un significante, o expresión. El signo lingüístico, uno de los muchos signos, es una entidad psíquica de dos caras, formada por la unión de significante (imagen acústica) o contenido y significado (concepto) o expresión. El significante del signo lingüístico es el conjunto de los elementos fonológicos de la serie de sonidos que lo forman, por ejemplo, el significante de la palabra niño sería n+i+ñ+o. El significado del signo lingüístico es el concepto o idea que evoca en la mente el significante. "Pues bien, el signo, en cuanto signo, es correlativo, paralelo y eco de la cosa significada, la fotografía de lo fotografiado, la imagen de la realidad imaginada, la semejanza de lo semejante, el indicador de la cosa indicada, la señal de lo señalado. Por ello, conocer en su totalidad un signo no es conocerlo solamente en sí mismo sino además conocer la cosa significada. El conocimiento de una fotografía no se limita a los elementos físicos, químicos, visuales y demás, sino que nos traslada al paisaje o persona fotografiados"[15].

Relaciones de la semiología con la semántica y la lingüística

La semiología, en su estudio del signo, se relaciona con otras ciencias como la sicología, la sociología, la sociolingüística, la filosofía, la antropología, la fenomenología, la etnología, la epistemología, la semántica y la lingüística, entre otras. En este documento solamente reseño su vínculo con las dos últimas, sin desconocer que también comporta profunda relación con otros saberes como la sintáctica y la pragmática.

El signo, cuyas finalidades es manifestar otra cosa, ser vehículo del pensamiento y la realidad y ser un elemento del proceso de significación, es tridimensional, y por eso se relaciona con la semántica, la sintáctica y la pragmática. "Texto es un artificio sintáctico – semántico – pragmático cuya interpretación está prevista en su propio proyecto generativo, sistema de nudos o amalgamas donde se articula y manifiesta todo el tejido de marcas, rasgos o prioridades que lo explicitan"[16]. En concepto de Rosario Moñalich Suárez, "cada texto constituye una unidad organizada en partes dotadas de sentido e intención comunicativa que se caracteriza por su cierre semántico y para su comprensión se acude a pistas gráficas, sonoras, icónicas y otras"[17]. La semiótica o la semiología consideran el signo desde tres puntos de vista o tres direcciones, es decir, desde la tridimensionalidad. La dimensión semántica o referencial se ocupa de asociar un significante con un significado; es la resultante de la dimensión sintáctica. La dimensión semántica logra su profundidad en sus funciones emotiva, connotativa y poética gracias a la dimensión pragmática. La pragmática (o los actos del habla o los actos lingüísticos) es el estudio de los signos en relación con los usuarios de éstos. La pragmática es la ciencia que analiza los contextos significativos y las acciones del emisor y del receptor. La dimensión sintáctica tiene que ver con la relación formal entre los signos con independencia de las personas que hablan y las relaciones con las cosas significadas. La dimensión pragmática o relación con los contextos tiene su íntima relación con la producción y uso de los signos. En concepto de Charles Morris, la pragmática, en el universo semiológico, "trata del origen, usos y efectos producidos por los signos en la conducta dentro de la cual aparecen"[18]. La semiótica, que habla de índices, símbolos e iconos, orienta su interés en la triada semántica-sintáctica-pragmática: con la semántica estudia la relación entre los signos o los objetos a los que se refiere; con la sintaxis estudia las relaciones de los signos entre sí; y con la pragmática toma en consideración los nexos entre el signo y quien lo interpreta o descodifica.

La semántica es la ciencia de los significados. Es el estudio del significado de los signos lingüísticos: palabras, expresiones y oraciones. La palabra semántica procede del griego semaino (significar) e icos (relativo a). "El término semántica (del griego semantikos, "lo que tiene significado") se refiere a los aspectos del significado, sentido o interpretación de signos lingüísticos como símbolos, palabras, expresiones o representaciones formales"[19]. Según Jakobson, la semántica es el estudio de la significación y la investigación de los diferentes tipos de significados. "La poesía se basa en el signo verbal como tal. Esta característica de la poesía está centrada en el sonido, el significado y su interrelación. La semántica es un constituyente vital de la poesía y, por lo tanto, de su análisis científico, que se denomina poética… La visión semántica debe ser cuidadosamente considerada en lo que atañe a los componentes fonémicos, morfemas, palabras, estructuras sintácticas, frases y, por último, en la segmentación del discurso"[20]. El significado es siempre algo más amplio que lo que se muestra en la apariencia inmediata.

La semántica, que interpreta signos como figuras, símbolos, códigos alfabéticos, numéricos, alfanuméricos, colores, entre otros, proviene del griego, nos brinda su valioso aporte en la obtención del significado de los signos. La semántica, la ciencia del contenido del mensaje, es componente importante en la lingüística, y por tanto de la semiología. La semántica se relaciona con lo epistemológico, lo sintáctico con lo lógico y lo pragmático con el uso y la acción. Como la relación o dimensión semántica se relaciona con el objeto, la sintáctica con otros signos y la pragmática con los usuarios, es necesario interpretar los signos desde esta trilogía o triada, de manera interdependientes, para evitar significados encubridores o enmascaradores de la realidad que nos impiden interpretar las motivaciones, las convenciones, los intereses ocultos en los mensajes, las informaciones o significados de los signos, de acuerdo con la potestad de quien los crea o manipula. "Al interpretar un complejo sígnico no es suficiente averiguar qué dice (enfoque semántico-sintáctico), sino también qué no dice, qué hubiera podido decir, qué quiso decir en las circunstancias en que los signos fueron emitidos"[21]. Para que los signos sean comprendidos tiene que existir una relación entre la semántica, la sintaxis y la pragmática, debido a que la finalidad de acercarnos a cualquier signo es la comprensión. "Comprender es descubrir el sentido de un objeto cultural; y descubrir su sentido es hallar la relación de los signos que constituyen dicho objeto con los propósitos del hombre. La comprensión es lo mismo que el análisis pragmático de los signos; y análisis pragmático es lo mismo que interpretación teleológica".[22] Los lenguajes o sistemas sígnicos del saber o epistemológicos representan las relaciones entre los elementos del mundo objetivo, y pretenden la representación de la estructura de la realidad, al margen de la sensibilidad. "Todo discurso científico es un cuerpo de signos, que, como todo sistema sígnico, posee una sintáctica, una semántica y una pragmática. Del aspecto sintáctico de la ciencia se ocupa especialmente la lógica; del semántico, la epistemología; y del pragmático, la sociología de la ciencia. En cuanto a la semiología, aun cuando está en capacidad de integrar los tres tipos de relaciones, se ha especializado hasta ahora en el estudio de las relaciones entre significantes y significados de los lenguajes científicos"[23].

Con respecto a su relación con la lingüística, que es la ciencia encargada del estudio científico del lenguaje como medio de comunicación y como sistema de signos, con el fin de conocer su naturaleza y su estructura, encontramos que tienen profunda implicación y no se ha determinado con precisión si la semiología es parte de la lingüística o ésta es parte de la semiología. Lo cierto es que la semiología estudia el singo en general y la lingüística el signo lingüístico; es decir, las se ocupan del signo. El objeto de la semiología es el estudio general de todos los sistemas de signos; como tal, engloba a la lingüística, según la propuesta de Ferdinand Saussure. "La tarea del lingüista es definir lo que hace de la lengua un sistema especial en el conjunto de los hechos semiológicos"[24]. Éste señala que el problema lingüístico es ante todo semiológico. En opinión de Roland Barthes es una la parte de la lingüística que tiene por objeto del estudio de las grandes unidades significantes del discurso.

La semiótica, tal como lo propuso Pierce, es la ciencia encargada de del estudio de los signos, similar a la semiología propuesta por Saussure. La semiología estudia el signo, y éste es un concepto de la lingüística, que también es una ciencia relacionada con el análisis de la actividad humana. La lingüística, cuya tarea fundamental consiste en el esclarecimiento de la relación entre significado general de un signo verbal y su contexto, se relaciona con la semiología porque el problema lingüístico es fundamentalmente semiológico, y todo sistema semiológico se coimplica con el lenguaje, que es el conjunto de signos para representar el universo. Las reglas establecidas por la semiología se podrán aplicar a la lingüística, según el proyecto de Saussure.

Se encontrarían más relaciones en que la semiología estudia todos los posibles sentidos transmitidos a través del lenguaje, a nivel de las estructuras profunda y superficial. También porque la semiología ayuda a estudiar los signos a nivel lingüístico; teniendo implicaciones evidentes con la gramática, especialmente con la sintaxis, la semántica, la fonética, la morfosintaxis, etc.

Su relación es evidente en el análisis literario porque nos ayuda a encontrar el sentido profundo de las lecturas. Igualmente, se patentiza como complemento o auxiliar para entender el uso del lenguaje; y al profesor le sirve en la enseñanza de la escritura y la comprensión e interpretación de textos.

La semiología, una ciencia muy útil

Como nuestra sociedad capitalista, pragmática, utilitaria y consumista –donde impera la racionalidad instrumental- exige que los saberes sean prácticos, en función de los resultados para satisfacer la demanda de la competitividad, es pertinente tratar de demostrar la utilidad de las ciencias y de otros saberes, so pena de pasar como conocimientos inútiles. La semiología también debe demostrarle a los "utilitarios" que es útil.

La semiología, indiscutiblemente tiene profusa importancia. Estamos rodeados de todo tipo de signos que nos están "diciendo" infinidad de cosas que es necesario interpretar para un mejor existir; signos que podemos comprender con el valioso aporte de la semiología o semiótica (estudio de los signos), que es una ciencia de los modos de producción, funcionamiento y recepción de los diferentes sistemas de signos de comunicación entre individuos y colectividades.

Nuestro mundo está rodeado de signos que, de una u otra manera, nos afectan, nos impresionan y nos comunican, difunden o trasmiten informaciones evidentes o tácitas. La realidad es un "texto" que hay que interpretarlo y comprenderlo para no "perdernos" en ella. Cada signo impreso en ésta nos brinda diversas informaciones para orientarnos o desorientarnos; haciendo que siempre estemos expectantes para que no nos engañen los sentidos y el entendimiento y las percibamos equívocamente, convirtiéndonos en instrumentos u en objetos de esa realidad hábilmente manejada por quienes tienen interés de manipularla y, de paso, manipularnos. Gracias a la ayuda de la ciencia de los signos interpretamos éstos y evitamos la instrumentalización y la manipulación. "El sabio deberá someter a crítica, con la mirada puesta en la realidad, su propio lenguaje y el de los demás, pues la duplicidad encubridora, el equívoco, etc. se agazapan de continuo en las palabras"[25].

La semiología nos permite una correcta interpretación objetiva de la realidad, no del sujeto; interpretación a partir de sus manifestaciones objetivas y no como nosotros queremos acomodarla; porque no vemos las cosas como son en realidad sino como somos nosotros o como los demás quieren que las veamos. Así mismo, identificar, interpretar y analizar los signos de nuestro entorno para ubicarnos en nuestra realidad, comprometiéndonos con la transformación y mejoramiento de ésta.

La semiología, como disciplina que se ocupa del estudio comparativo de los sistemas de signos, desde los sistemas de señalización más sencillos hasta los lenguajes naturales y los lenguajes formalizados de la ciencia, puede transmitir una comunicación o la expresión de un sentido; hacer posible que el "oyente" o el lector comprenda una comunicación transmitida, e inducir a una acción, influir emotivamente, etc. La semiología facilitará hacer correcto uso de las señales de tránsito, por ejemplo, en nuestras agitadas ciudades "grises", para acatarlas cómo debe ser y no como queremos que sea; de lo contrario, las consecuencias son apenas obvias. Si bien es cierto que no se necesita ser un "semiólogo" para entenderlas, sí es innegable que el concurso de la semiótica es una herramienta valiosa para su mejor y adecuada comprensión. Un ejemplo práctico de la actividad semiológica la encontramos en el tradicional semáforo, por cuanto la trilogía de luces son señales que "tienen significaciones diferentes y son sustitutivas, dentro del tránsito, de las funciones que un fiscal cumple en una comunidad"[26].

La capacidad de comprender los signos es una herramienta útil, por ejemplo, para las personas que trabajan en publicidad, que utilizan la semiología para crear sus mensajes; también para el público, que debe aprender a resistirse a los mensajes ocultos del anunciante, que de no estar verdaderamente alerta podrán alienarlos y manipularlos con sus fútiles anuncios que pretenden decirles qué comer, qué vestir, qué pensar, cómo actuar y cómo ser.

Aquí es importantísima la ayuda de la semiología para evitar que el consumismo nos envuelva en su amplio manto y nos deshumanice, perdiendo nuestra autonomía y autenticidad, y de paso encontrar lógica la inversión de valores que nos hacen ver y apreciar a las personas por lo que tienen o por lo que se ponen, por sus apariencias, y no como en realidad son ellas. Es fundamental la semiología, en ésta y muchas circunstancias, para ser uno mismo, una de las más difíciles tareas del ser humano.

La semiología responde en nuestro tiempo a una necesidad precisa: la propia historia del mundo contemporáneo. El hombre necesita acudir a la semiología porque en nuestro "espacio estimúlico" o entorno (conjunto de las cosas que nos rodean y percibimos sensorialmente) nos encontramos con múltiples y complejísimos signos y símbolos –de manera evidente o tácita- y todo tipo de significados (muchas veces "indetectables" a pesar de ingentes esfuerzos). La semiología, además de ser una forma de analizar la lengua y una manera de leer textos, es una invitación a "leer el mundo" como si fuera un texto. "Aunque no este escrito en ningún lado que la finalidad práctica de la semiótica sea transformar el mundo, el pensamiento crítico acerca de la realidad que implica la mirada semiológica es un modo de cambiar actitudes pasivas y de forzar, desde esa nueva mirada, una duda permanente sobre todos los valores heredados"[27]. Ella nos enseña en qué consisten los signos y cuáles son sus leyes. Su palpitante interés es tanto que algunos afirman que nos sirve para "movernos en el mundo". Nos sirve para descubrir lo que las cosas significan e interpretar el mundo. La finalidad última de la semiología es la búsqueda de significados para comprender el mundo que nos rodea. Significado es, según el diccionario, el concepto que, como tal, o asociado con determinadas connotaciones, se une al significante para constituir un signo lingüístico. En aquella asociación, pueden dominar los factores emotivos, hasta hacerse casi exclusivos como en el caso de la interjección.

Es importante para el examen de las obras literarias, musicales y artísticas, por ejemplo, como sistemas de significado que hay que descifrar y con los cuales hay que experimentar, en lugar de como obras del genio creativo que hay que valorar.

Como el significado del libro depende de los códigos, más que del autor, independiente de las intenciones de éste, es necesaria la semiología. Es así como podemos percibir que la novela "En nombre de la rosa", de Humberto Eco, nos muestra cómo su personaje principal (un monje) emplea métodos semiológicos para investigar una serie de asesinatos espeluznantes y desconcertantes ocurridos en un monasterio. En el cine, igualmente, se ha hecho sentir mucho la influencia de los conceptos semiológicos, como en el caso de "La Guerra de las galaxias", por ejemplo.

Charles Morris, estudioso de la semiótica, a continuación nos muestra cómo es de importante ésta en los diversos momentos de la vida social:

Todo individuo que haya considerado los fenómenos de signo desde el punto de vista de la semiótica debería haber tomado conciencia de lo importante que resulta distinguir los diversos modos de significar y los varios empleos a que pueden sujetarse los signos. Todo aumento en tal conciencia debiera ampliar la capacidad individual para utilizar los recursos de signo que la cultura pone a nuestra disposición. Se aprecia así la importancia crucial de la ciencia, al proveer información fidedigna sobre uno mismo y sobre el mundo, una información en interés propio y un factor poderoso para originar y rectificar apreciaciones y prescripciones. Al mismo tiempo, estará capacitado para moverse entre tipos de discurso que no sean el científico para utilizar los recursos de la ficción, la poesía, la mitología, la religión y la filosofía en la dirección y orientación de su vida. Porque la vida como actividad no puede contentarse con mera información; necesita elegir los objetos con los cuales ha de entrar en contacto y requiere la elaboración de técnicas adecuadas para entrar en relación con dichos objetos. Únicamente el individuo que aprovecha los signos de los artistas, los profetas y los filósofos, tanto como la información que le suministran los hechos de ciencia, se encuentra viviendo al nivel de una individualidad compleja. Quizá la tarea más importante que pueda hoy realizar la semiótica consista en demostrar el papel fundamental que desempeñan en la vida los signos no científicos, pero haciéndolo de tal manera que no reduzca en lo más mínimo la capital importancia de la ciencia.

EI conocimiento de los signos también puede servir para que el individuo no permita que lo exploten los demás. Desde la cuna hasta la tumba, desde que se levanta hasta que se acuesta, el individuo de hoy se halla rodeado por una interminable red de signos, mediante los cuales procuran los demás adelantar sus propios objetivos. Se indica lo que ha de creer, lo que debe aprobar o desaprobar, lo que debe hacer o evitar. Si no se pone en guardia se transforma en un verdadero robot manipulado por signos, pasivo en sus creencias, sus valoraciones, sus actividades. El desarrollo de la radio, la prensa y el cine permite la enorme extensión de una influencia que en lo esencial no difiere de la hipnosis. La conducta se torna así estereotipada, monótona, compulsiva y patológica. La semiótica puede servir como antídoto contra esta explotación de la vida individual. Cuando el individuo hace frente a los signos que se le presentan con un conocimiento de cómo operan los signos, le es más fácil defenderse contra la explotación por parte de los demás, así como está mejor capacitado para colaborar con ellos, cuando tal cooperación se justifica. Si se pregunta qué especie de signo le sale al paso, con qué propósito se lo emplea, qué pruebas hay de su verdad y adecuación, su actuación se transformará de respuesta automática en conducta crítica e inteligente.

Por idéntico camino, el individuo puede hallar en la semiótica una defensa contra su propia auto-explotación por signos inadecuados y patológicos (…) Hay mecanismos poderosos que impiden que el individuo descubra en sí mismo la existencia de tales signos, si no lo hacen imposible, pero la comprensión de cómo y por qué se hacen inflexibles los signos es por lo menos un arma para combatir dicha inflexibilidad. EI individuo que se problematiza la verdad y la adecuación de sus signos, los fines a que lo guían sus signos favoritos, y las zonas de su vocabulario de signo, que se resisten especialmente a dejarse explotar, está al menos mejor capacitado para señalarse sus propias técnicas de auto-explotación, con lo que hasta cierto punto logra infundir a sus procesos una flexibilidad que refleja la salud individual y la promueve.

(…) La semiótica puede facultar al individuo para que juegue su papel en su manera irremplazable dentro de la transmisión y transformación de la estructura de los signos de la que dependen el individuo y la sociedad complejos para su existencia y su continua evolución (…)[28].

Como se puede apreciar, la importancia y ámbito de aplicación de la semiología es sumamente amplio, porque nos facilita la búsqueda de la verdad, esa verdad tan ansiosamente buscada y a veces tan esquiva, que es necesario hacerla brillar en este oscuro limbo para que nos ilumine el camino que nos conduce a ser nosotros mismos, a ser auténticos, a ser personas en todo el amplio sentido y connotación profunda del término, y no instrumentos u objetos de nadie, porque el hombre es demasiado grande para ser pequeño.

La semiología en la educación

En el sistema educativo de una sociedad democrática (cuya finalidad es –para muchos- trasmitir la cultura para perpetuarla) es imperativo cultivar la semiología para conocer el amplio y complejo universo sígnico y simbólico, desarrollar habilidades interpretativas de los signos que operan en nuestra vida social, y evitar la manipulación de quienes crean, poseen y manipulan los signos.

El docente de lengua materna o nacional, mediante un lenguaje no técnico, puede enseñar cómo se deben estudiar los diferentes signos presentes en los lenguajes verbales y no verbales. Como las informaciones que captamos con los sentidos nos llegan a través de las palabras, las imágenes, los símbolos, las señales y demás convenciones sígnicas los estudiantes necesitan cultivar ciertas habilidades en el reconocimiento y manejo de los signos, determinando sus propósitos, funciones y finalidades. Los discentes, si quieren aprender a interpretar, desinterpretar y reinterpretar los signos para no dejarse manipular por el poder de éstos, necesitan adentrarse en el problema general del signo, estudiarlo y conocer su doctrina.

El profesor que se interesa por la educación semiológica toma conciencia de la importancia del lenguaje en la interacción entre los estudiantes, debido a que su quehacer docente se desarrolla a través del lenguaje verbal y no verbal, es decir, de los signos. "En medio de dicha interacción se originan los signos (íconos, índices y símbolos) los cuales se forman, se usan, se reforman, se modifican y consumen permitiendo la representación de ideas, la explicación de conceptos, la comunicación de fenómenos y, consecuentemente, la construcción del conocimiento"[29].

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