Taller de perdón y reconciliación, desde el enfoque centrado en la persona con un grupo de mujeres
Enviado por Daniel
RESUMEN
En este documento se reporta la intervención realizada a través del Taller de Perdón y Reconciliación con un grupo de mujeres en Puente Grande, Jalisco, desde el Enfoque Centrado en la Persona.
El taller de la intervención, tuvo como propósito que las participantes se relacionaran de manera más armoniosa con los miembros de sus familias, así como con las demás personas que las rodean. Esto a partir de la expresión de sus propias historias de vida, y de la aplicación de estrategias que las llevaran al perdón y la reconciliación. Para ello, se incentivó a las participantes a expresar verbalmente situaciones de vida pasadas, en las que reconocieran sentimientos de odio, miedo, rencor, resentimiento o tristeza. La finalidad de la intervención fue que las participantes del taller pudieran identificarse con sus propios recursos personales, mismos que les permitieran conectarse con sentimientos de alegría y amor. Asimismo, se promovió que estas participantes reconocieran los efectos de la agresión (recibida y/o generada) en sus propias vidas y en las de los demás, con el objetivo de que encontraran nuevas formas de relación más armoniosas desde la aceptación, el respeto, y la comprensión de sí mismas y de los otros.
Dicha intervención también estuvo basada primeramente en la realización de cuestionarios para obtener las necesidades e inquietudes de población de estudio; conforme a estas aportaciones, la dinámica del trabajo fue planteado y estructurado de carácter teórico-práctico, resaltando momentos de grupo de escucha, en los que las participantes compartieron características similares en relación a la vulnerabilidad en el estado de incongruencia vivida. Como parte del carácter teórico, se implementaron contenidos relacionados con temas de perdón y reconciliación, con los cuales, las participantes pudieron recuperar la seguridad interna, el significado de vida, dado que la búsqueda del sentido de la vida es la escancia de la existencia y lo que profundamente cuestiona al ser humano, es "el para qué de su existencia". Debido a esto, se buscaron caminos que les ayudasen a restaurar el sentido para la propia vida, es decir, la "potencia" interior; potencia que facilita la construcción de identidad, sus seguridades internas y sus capacidades de sociabilizar; en un ambiente de confianza, propiciando la apertura, aceptación y escucha empática.
La intervención también se apoyó con grabaciones de audio, toma de fotografías, bitácoras, diario personal de cada participante, repaso de cada una de las sesiones, transcripciones, cuestionarios y algunas dinámicas metodológicas. Todas estas evidencias se obtuvieron en el proceso del taller de intervención, lo que ayudaron al facilitador a plasmar de manera fiel y objetiva el desarrollo de la intervención. Dicha evidencia está codificada, sistematizada y fundamentada de acuerdo con el método fenomenológico de Martínez M. (1989), con el cual se pudo organizar, analizar y estructurar la información, obteniendo una estructura específica para cada participante y que cubrió en su mayoría las necesidades de las mismas, en cuanto a su problemática planteada, su proceso de cambio y sus logros en el proceso de cambio en las relaciones intra e inter-personales, siendo parte de los propósitos y objetivos de este trabajo de grado.
Mediante este Trabajo de Grado, el lector encontrará nuevos paradigmas de perdón y reconciliación para la convivencia y la paz, para la promoción y el desarrollo integral de las personas: en cuanto al perdón es una transformación de la memoria triste del odio a la convivencia armónica. Y en lo referente a la reconciliación, es la recuperación de confianza en el otro, la cual implica verdad, justicia restaurativa y reparativa como fundamento para la construcción social.
INTRODUCCIÓN
El presente trabajo reporta la intervención titulada: Taller de Perdón y reconciliación con un grupo de mujeres de Puente Grande, Jalisco. Éste pretende dar cuenta de los cambios que surgen entre seres humanos que logran restaurar el significado de sus vidas; fortalecer la seguridad en sí mismos; y mejorar la sociabilidad con los demás, para revalorizar su ser. Asimismo, busca promover las actitudes básicas del Desarrollo Humano, y el impacto que su ejercicio tiene en la totalidad de los individuos, es decir, en su dimensión "bio-psico-socio-espiritual", dimensiones que conforman al ser humano en su totalidad tal como expresa Conde (2009).
Para el sustento de marco teórico me acerqué a los planteamientos de los expertos, relacionados con el perdón y la reconciliación y con la violencia. Cabe destacar que Narváez (2009), señala que uno de los organismos encargados de restaurar la Cultura Política del perdón y reconciliación como camino alternativo para la promoción del desarrollo humano desde el Enfoque Centrado en la Persona y la construcción social, es la Fundación para la Reconciliación en Colombia, durante el año 2001. La cual se promueve por medio de las Escuelas de Perdón y Reconciliación
(ESPERE). Cuyo iniciador fue el: "Sacerdote, sociólogo, misionero de la Consolata, Leonel Narváez Gómez, y el apoyo de otros expertos interdisciplinarios como Roberte Enright, pionero del estudio científico del Perdón, profesor de la Universidad de Wisconsin-Madison y cofundador del Instituto internacional del Perdón, cuyo modelo consta de 20 pasos, los cuales están organizados en fases: descubrimiento, decisión, trabajo y profundización, de las universidades de Wisconsin, Harvard y Cambridge en Estados Unidos" (Conde, 2010, p. 12).
Así mismo, la metodología de dichas Escuelas (ESPERE) mencionadas anteriormente, fue aplicada en el taller de la intervención. Con el objetivo de que las participantes se relacionaran de manera más armoniosa con los miembros de sus familias, así como con las demás personas que las rodean. Esto fue a partir de la expresión de sus propias historias de vida, y de la aplicación de estrategias que las llevaran al perdón y la reconciliación. Para ello, se incentivó a las participantes a expresar verbalmente situaciones de vida pasadas, en las que reconocieran sentimientos de odio, miedo, rencor, resentimiento o tristeza. La finalidad fue que contactaran con sus propios recursos personales, mismos que les permitieran conectarse con sentimientos de alegría y amor.
Asimismo, se promovió que las participantes reconocieran los efectos de la agresión (recibida y/o generada) en sus propias vidas y en las de los demás, con el objetivo de que encontraran nuevas formas de relación más armoniosas desde la aceptación, el respeto, y la comprensión de sí mismas y de los otros.
La hipótesis de partida postuló que la clarificación de los parámetros del perdón y la auto-aceptación, es la base para el desarrollo de un mejor significado de vida. Si cada participante logra un mayor conocimiento de su persona, será más auténtica y segura de sí misma, lo que fortalecerá sus capacidades de sociabilización.
Para facilitar un proceso de crecimiento personal, Rogers señala que cuando el facilitador "ayuda al cliente a extraer del fondo de su campo el concepto de su sí mismo transformándolo en figura, con ello facilita más que en ninguna ocasión, el poder percibir su sí mismo y reaccionar ante él" (Rogers, 1981, p. 82). Es decir que si la persona cuenta con un medio en el que se sienta recibida, comprendida y aceptada tal como es, tendrá la oportunidad de percibirse y expresarse a sí misma con libertad y confianza. Como consecuencia, tomará las riendas de su vida al buscar liberarse de lo que le es incongruente y le sofoca.
Rogers (1981) resalta también la importancia de aceptar y escuchar al otro, percibiéndolo ante todo como persona (con todo lo que ello implica), y complementándolo desde su propio contexto y sus parámetros. Así, menciona que los cambios en las personas dependen de y están vinculados con siete etapas.
En esta intervención se registraron cambios en las participantes surgidos en dichas etapas, durante las cuales se utilizaron como principales herramientas tres actitudes facilitadoras propuestas por Rogers (1981) en su Teoría de la terapia y del cambio de la personalidad: congruencia, empatía y aceptación positiva incondicional, para que las participantes pudieran encontrar formas más armoniosas de relacionarse desde la aceptación, el respeto y la comprensión de sí mismas y de los demás. Todo cambio tiene un proceso con distintas etapas: de resistencia, de flexibilidad y de bloqueo. Dado que el término perdón apela a la totalidad de la persona, se requiere lograr un proceso de concientización, compromiso y toma de decisiones.
En el primer capítulo de este trabajo se describe todo el proceso de la intervención; sus antecedentes, la detección de necesidades, los propósitos, el plan de acción y el proceso de recolección de los datos. En el segundo, se expone el marco teórico con los temas centrales de la intervención, tales como el estado actual del conocimiento; la fundamentación teórica que sustenta el proyecto desde el campo del Desarrollo Humano y del Enfoque Centrado en la Persona, como eje central de los procesos de cambio; la problemática a atender; y la importancia del perdón y la reconciliación en la vida personal, familiar y social.
El tercer capítulo refleja el análisis de la intervención, desde la narrativa de las propias participantes sobre lo ocurrido en las sesiones del taller. En el cuarto, se describe la codificación y la sistematización de recolección de evidencias, así como las preguntas de análisis. El capítulo cinco trata los alcances identificados como resultado de la intervención, mismos que dan respuesta a las preguntas de análisis.
Por último, el sexto capítulo presenta la discusión con los autores. Luego de éste, se finaliza con una sección de conclusiones y propuestas; las referencias bibliográficas consultadas; y una serie de apéndices que dan ejemplos de las actividades realizadas y las evidencias recolectadas.
CAPÍTULO I.
TALLER DE PERDÓN Y RECONCILIACIÓN CON UN GRUPO DE MUJERES
1.1 Planteamiento y justificación de la intervención
El taller de intervención sobre Perdón y Reconciliación con un grupo de mujeres de Puente Grande, desde el Enfoque Centrado en la Persona, buscó que las participantes crearan relaciones más armoniosas con los miembros de sus familiares y las demás personas que las rodean. Esto a partir de la expresión de sus propias historias de vida, y de la aplicación de estrategias que las llevaran al perdón y la reconciliación; una de las necesidades más apremiantes en la comunidad, identificada a través de las observaciones, cuestionarios, pre-taller y entrevistas realizadas en la misma.
La población con la que se realizó el taller fue un grupo de 20 personas, reunidas con la finalidad de transformar constructivamente sus rabias, odios y deseos de venganza. Fueron personas que se encontraban en un estado vulnerable e inseguro, manifestado en los diferentes escenarios donde se desenvolvían, mostrando pérdida del significado de la vida; incomprensión de los conceptos de hacer y trascender, baja motivación para actuar; y pérdida de la interacción social les generó alta desconfianza en su vida cotidiana; su interacción diaria se dificultaba por la sospecha y el miedo en el que viven; causadas por las agresiones recibidas, y producidas por otras personas, tanto en su entorno personal, familiar, así como social.
Con esta intervención se buscó aportar teórica y prácticamente a la reflexión sobre el perdón y la reconciliación como caminos posibles para enfrentar la inseguridad y la incongruencia intra e interpersonal desde una perspectiva humanista, la cual concibe al ser humano como un todo dinámico, irrepetible, capaz de emprender proceso de constante cambio y de transformación hasta lograr su auto-concepto. Es por esto que la intervención se basó en la metodología de la Fundación para la Reconciliación, fundada en Colombia por el Misionero Sacerdote de la Consolata P. Leonel Narváez, (2009) con la finalidad de incentivar la Cultura Política del perdón y la reconciliación como fundamento estratégico, para la construcción social y la convivencia armónica.
La intervención se realizó en un Centro de pastoral de la Parroquia de San Antonio de Padua, Puente Grande, Jalisco, dirigido a la formación espiritual y la promoción e integración de la comunidad, proporcionado por los encargados de dicha Parroquia.
En cuanto a la dinámica de la facilitación durante del taller, se creó un ambiente seguro y confortable con las reglas mínimas, como: confidencialidad, respeto por la diferencia, aceptación, actitud de escucha empática, cumplimiento de tareas, puntualidad y asistencia, las cuales fueron acordadas entre las participantes y firmadas por cada una de ellas, a su vez, con esas reglas se buscó generar la confianza que las motivara a compartir aspectos íntimos de sus vidas; además, ayudó a las participantes a reinterpretar aspectos de sus propias biografías, que anteriormente fueron pocas veces compartidas con otros o quizás desconocidos e ignorados por ellas mismas y estableció vínculos de alianza y cooperación.
Es necesario tratar con urgencia los odios y deseos de venganza, así como las rabias, las heridas sangrantes, la desconfianza, desilusión e inseguridad. De no hacerlo, lo más probable es que continúen afectando y paralizando el progreso de las personas; robando su felicidad. Atender estas emociones en los individuos, genera que estos no se conviertan en multiplicadores de violencia, ni contra sí mismos, ni contra los demás.
Tomando en cuenta lo anterior, se realizaron estos talleres de intervención con dicha población, pues se visualizaron, caminos para restaurar su significado de vida, su seguridad y su capacidad de reconexión con las y los demás. Pese a mis limitaciones, dificultades personales y profesionales, me sentí motivado y preparado para facilitar y capacitar a las participantes para tal fin. Además, escuchando las experiencias compartidas durante las sesiones, aprendí que los problemas que han tenido las participantes no me fueron ajenos, ya que en diferentes ámbitos de mi vida y de mi quehacer pastoral he podido experimentar el dolor y el sufrimiento.
Mi intención fue compartir con las personas tanto en el dolor como la alegría. La guerra, la pobreza y la miseria son aspectos que también se han atravesado por mi camino y se hecho presentes en mi vida. Dichas realidades me hicieron más sensible y me llevaron a trabajar en la causa humanitaria, impartiendo desde hace muchos años este tipo de talleres desde la Fundación para la Reconciliación, la cual es uno de los caminos alternativos más importantes que la Fundación asume para la Consolación y liberación de los corazones de gente. En ellos he podido encontrar, además, un camino de transformación personal que, consecuentemente, sirve de apoyo a los demás en su propia transformación. La experiencia me ha enseñado que el proceso de concientización es fundamental en este ejercicio. De hecho, he aprendido que entre más entienden las personas los significados que le dan a los conceptos de perdón y reconciliación, éstos lograrán un mayor impacto en sus vidas.
Por otro lado, el Enfoque Centrado en la Persona (ECP) fue sumamente importante en este taller. En primer lugar para garantizar un ambiente de confianza y seguro en donde las condiciones básicas como la congruencia, la comprensión empática y la aceptación positiva incondicional, fungieran como el elemento fundamental, lo que facilitó que las personas reconstruyeran el significado de la ofensa, es decir, compartieran sus nuevas narrativas de las ofensas, las cuales fueran causadas y generadas por agresiones propias o externas. A su vez, se facilitó, para que las participantes recompusieran las partes divididas de su ser. Esto a través de recordar y reinterpretar; moverse en sí mismas; de manera familiar, al mismo tiempo validando la experiencia del otro; y reconociendo las huellas dejadas en su ser por situaciones de vida; siendo conscientes y tratando de no repetirlas y no permitir que se repita.
Finalmente, el Enfoque Centrado en La Persona (ECP) proporcionó la pauta para generar en el taller la autenticidad y la congruencia, tanto del facilitador como de las participantes. Así, poder descubrir la capacidad y disponibilidad de las participantes del taller de la intervención para contactarse consigo mismas, a través de la percepción consiente de sensaciones, sentimientos, emociones y pensamientos. Distinguiendo estas percepciones de las propias experiencias personales, como de las vivencias expresadas de las otras participantes así como lo describe Salvador Moreno (2009).
1.1.1 Implicación personal con la intervención
Cinco implicaciones personales me motivan a relacionar la intervención con el tema del perdón y de la reconciliación. La siguiente gráfica muestra el porcentaje de mi implicación personal diferentes áreas:
Gráfica 1
1. Desde lo Familiar: soy el séptimo hijo de nueve hermanos, en una familia de clase baja. Nací en el sur de Etiopia, en un pueblo llamado Hosanna, el 12 de enero de 1981. Mi familia es religiosa, devota, luchadora y católica. A pesar del problema económico y político que atravesamos durante las etapas de mi niñez y adolescencia, he crecido en un ambiente familiar muy unido, armónico y que sabe el "arte de vivir juntos con armonía" con un proyecto comunitario. Gracias a esa familia que me ha transmitido su grandeza humana con los valores profundos, desde niño he cultivado mi vida a la luz de los valores éticos y religiosos. Con esas conciencias de los valores que aparecen en mí, me he desempeñado en varios frentes infantiles y juveniles, sobre todo alrededor de la iglesia. Estos compromisos me han ayudado a desarrollar la capacidad de entrega y dedicación hacia los demás.
2. Desde lo cultural: tengo la fortuna de pertenecer a las tribus Hadiya y Kambata del sur de Etiopia, en donde los actos de Kitimima que significa (armonización) y de Muchusima que significa (purificación) hacen parte del proyecto de vida de cada individuo de la tribu. La palabra paz es una idea arquetipo de significados profundas. Nagayat (paz) es la palabra que ha definido, desde hace muchos siglos, todos los actos de la vida cotidiana de Hadiya y de Kambata. Paz es todo. Como algunas de otras tribus africanas, cada siete años se celebra el jubileo y, cada siete veces siete (cada 50 años), el Gran Jubileo. Una de las expresiones sobresalientes de esta fiesta es la celebración del perdón y de la reconciliación. Ya en las culturas más antiguas, como la de Etiopía, existía la práctica de la reconciliación.
3. Desde lo personal: tuve la fortuna de ser destinado para ejercer mi ministerio pastoral en Toribio, Cauca, norte de Colombia, en una comunidad Páez (comunidad indígena), lugar de enormes y muchos desafíos, relacionados sobre todo con la violencia. Allí se experimenta y se vive a diario la confrontación armada oponiendo la fuerza pública a la fuerza guerrillera. En Toribio me ejercité en varias áreas, sociales y pastorales brindado los talleres de perdón y reconciliación a través de la Fundación para la Reconciliación con las Escuelas de Perdón y Reconciliación (ES.PE.RE). La experiencia fue de veras significativa y fructífera. Allí aprendí a valorar la vida y la diferencia; aprendí a aceptar y a respetar al otro tal como es, sin imponer lo mío; aprendí a ser otro en otro contexto, a renunciar el etnocentrismo y a valorar lo diferente de manera más objetiva.
En Toribio pude entrar en otras lógicas y prácticas culturales; pude adentrarme en otras cosmovisiones y filosofías de vida, y acoger otros valores y costumbres hasta entonces desconocidos e ignorados. En Toribio pude también experimentar en persona el dolor y el sufrimiento. La guerra, la pobreza me traspasaron por el camino; la guerra, la pobreza y la miseria se hicieron presentes en mi vida, pues quise compartir el destino del Páez tanto en el dolor como en la alegría. Se trató de realidades que me hicieron más humano y me dispusieron a la causa de la humanidad, brindando las premisas básicas de la restauración, el perdón y la reconciliación.
4. Desde lo institucional: siento un respeto profundo por muchas personas admirables en la fe y heroicas en la caridad que he tenido el privilegio de conocer en mi caminar y en mi quehacer pastoral alrededor de las Iglesias. Y agradezco a Dios ser miembro del Instituto Misiones de la Consolata y poder formar parte de esta Comunidad que con entrega de la vida ha dado origen a obras de Consolación y liberación de la humanidad a través de los siguientes ejes fundamentales de su quehacer pastoral:
• En primer instancia, nos dirigimos a la pobreza urbana: debido a la guerra, violencia social, conflictos intrafamiliares e institucionales; existe vasta población desplazada en varias partes del mundo, como en las fronteras de los países. En las periferias de las grandes ciudades se encuentran muchos trasladados. Ellos son los nuevos pobres, marginados de todo e inmigrantes que no sólo dejan sus casas, sino también sus contextos culturales, sus familias y su fe y sobre todo necesitan un acercamiento restaurativo y consoladora, en la que las Escuelas de perdón y reconciliación (ES.PE.RE), han sido eje fundamental.
• En segundo momento, servimos a las minorías étnicas: entendidos como los grupos humanos víctimas de la discriminación y la guerra infrahumana; con memorias tristes, oprimidos y marginados. Su cultura se encuentra en amenaza de extinción, su tierra despojada o en peligro; son olvidados o no adecuadamente seguidos, incluso en el ámbito eclesial y en la evangelización. A través de nuestra Pastoral Consoladora, siempre estaremos atentos de escuchar el clamor de los "sin voz", en las que ejercitamos el desarrollo integral de las personas con las primicias básicas del Enfoque Centrado en La Persona.
• En tercer lugar, buscamos la justicia y paz: en un mundo tan violento, hoy se manifiesta una preferencia de los pueblos hacia el rechazo de la violencia y de la guerra, y una continua búsqueda por el respeto a la persona, a su dignidad y a sus derechos. Vemos el constante grito del ser humano por la libertad, justicia y fraternidad; la superación del odio, el rencor, el miedo y los deseos de venganza. También hay una sensibilidad mayor en pro de la conservación de la creación. Sin duda, estas dimensiones son parte constitutiva de la evangelización y de nuestra misión de consolación, mismas que buscan opciones y gestos concretos de solidaridad con los pobres, y un compromiso con el perdón y la reconciliación a través de la misma Fundación y del Carisma que postula el Instituto.
5. Desde lo profesional: soy sacerdote y, entre mis actividades diarias, se encuentra la labor con centenares de personas en búsqueda de reconciliación y sobre todo en búsqueda de ser escuchadas y atendidas. Para mí ha sido un desafío grande quedarme que el tema de perdón y de la reconciliación sólo fuera en el contexto religioso y sacramental con un grupo selecto. El tema de perdón y de la reconciliación es definitivamente un asunto de fronteras de todas aquellas personas que necesitan una transformación o más bien una espiritualidad de convivencia personal, comunitaria y colectiva. Desde mi profesión, trato de brindar el mejor servicio a la humanidad.
1.1.2 Contexto de la situación
Al inicio del taller de integración I en el segundo semestre de la maestría, se nos pidió que buscáramos un lugar y una población con la finalidad de diseñar y aplicar una intervención en desarrollo humano. Esto no me causó problema porque ya sabía dónde y con quién lo haría: en mi lugar de residencia, la colonia San Antonio Juanacaxtle en el municipio de Juanacatlán, Jalisco. En las mismas fechas en que comenzaba el taller, también se empezó la construcción de la carretera, lo que imposibilitó el traslado desde muchos lugares de los alrededores. Por ello, se optó por un lugar en el pueblo de Puente Grande para la intervención, específicamente en el Centro de Pastoral en la Parroquia de San Antonio de Padua. A continuación se describen las características de la Parroquia:
• Es una Parroquia misionera: opta promover, evangelizar la comunidad a la luz de la fe y del evangelio.
• Es una Parroquia inculturada: adapta al lenguaje los símbolos y las costumbres del sitio en que se encuentra inmersa, asumiendo lo que hay de bueno en ellas y renovándolas desde dentro. Es una Parroquia no ajena a la vida del pueblo, que hable un lenguaje diferente del de la gente. Seguramente esto se manifiesta en la vida parroquial.
• Es una Parroquia promotora de la dignidad de los hijos de Dios: promueve la dignidad humana y integral a la luz de la fe y del evangelio de Jesús que implica liberación en todo lo que hace digna la vida del hombre y de la mujer del pueblo. Existir acciones concretas en este campo. Por ejemplo la del atender la cárcel de Puente Grande, con su acción pastoral.
• Es una Parroquia identificada con los más necesitados: como signo de autenticidad evangélica, dicha labor se manifestó en la vida parroquial con acciones concretas, brindando apoyos económicos, morales, psicológicos.
• Es una Parroquia participativa: esta es la nueva exigencia; la participación de todos, dado que ya no estamos en los tiempos donde la Parroquia era el Párroco. Existe un buen consejo parroquial con vocación misionera, pues la parroquia es misionera. Incluye a las personas de los diferentes grupos, vigoriza la vida parroquial.
Todas las características mencionadas anteriormente, tienen un fundamento de desarrollo humano promoción. La siguiente gráfica muestra el porcentaje estimado de las características de la parroquia en diferentes áreas:
Gráfica 2
Todas las características que se han mencionado anteriormente, son ejes fundamentales de la promoción y de la integración humana que tienen unos vínculos fundamentales con el Desarrollo Humano y por ende con el Enfoque Centrado en La Persona.
1.1.3 Características de la población
La siguiente gráfica muestra la característica de la población, con la que he hecho la intervención:
Gráfica 3
Además de la característica de la población con la que he hecho la intervención, he hecho también un pequeño análisis de la realidad de la Parroquia y su comunidad, según el contexto de la población. Esto para determinar la génesis de los problemas de desintegración y falta de comunicación que aquejan a las familias. A continuación describiré un poco el análisis de la realidad del pueblo de Puente Grande.
• La familia y su dimensión social: en el pueblo de Puente Grande es notorio el desinterés de los padres de familia por formar a sus hijos en los auténticos valores humanos, religiosos, culturales y comunitarios. Muchos progenitores no ayudan a sus hijos a emprender la educación formal e, incluso, los desaniman con el objetivo de que no continúen sus estudios. Es evidente que existen muchas familias disfuncionales. De este hecho se deriva todo un abanico de problemas afectivos, desviaciones sexuales, agresividad, destructividad, evasión de la realidad y de las responsabilidades comunes del día a día, etc. En estas familias, los agentes de la pastoral encuentran muchos obstáculos para vivir su compromiso cristiano, sobre todo debido al machismo de los esposos e hijos, mismo que además provoca la baja participación de los varones en los trabajos parroquiales y barriales. Es notoria la sumisión de la mujer al varón. Asimismo, se acentúa la desintegración familiar como consecuencia de la emigración.
• En el ámbito político: Puente Grande es una localidad del municipio de Tonalá, Jalisco. La población cada vez tiene menos ganas de participar en actividades de acción social, y es evidente la apatía política que reina en la comunidad. A esto se suma el conformismo y la desorganización de la gente; así como la inseguridad y la delincuencia, problemáticas cada día más grandes y preocupantes. Además, la violencia y los robos en casas y negocios establecidos; la corrupción; y la incapacidad de gobernar de los funcionarios públicos, va también en aumento.
• En lo económico: Puente Grande también sufre un alto índice de desempleo y bajos salarios. Debido al incremento de la tecnología en la producción, en las empresas que operan en el municipio se suscitan continuamente despidos masivos. Los obreros son recontratados cada 28 días con el objetivo de que no creen antigüedad y, por tanto, no tengan derecho a prestaciones sociales. O bien, las compañías reclutan a la gente a través de contratistas, bajo la finalidad de ahorrase prestaciones laborales.
Todo esto trae como consecuencia el aumento de la pobreza en la población, además de una mayor emigración a otras ciudades de México y, principalmente, a Estados Unidos. Se calcula que cada familia de Puente Grande tiene por lo menos tres miembros viviendo en los Estados Unidos. El problema de la emigración se ha agravado porque ya no es únicamente el esposo y los hijos varones los que se van, sino que ahora, en muchos casos, es la familia completa. En los Estados Unidos, sin embargo, no existen garantías para los trabajadores indocumentados, quienes están a la voluntad de los patrones y amenazados continuamente por Migración. Continuamente, los migrantes van perdiendo sus raíces culturales, valores y ética religiosa.
A la par, los servicios médicos en la comunidad son insuficientes. El Centro de Salud que existe en Puente Grande, no cubre la totalidad de necesidades de la población, pues ofrece consultas, pero no medicinas. Por otro lado, el narcotráfico y narcomenudeo se han extendido en la población, causando drogadicción en muchos jóvenes. La impunidad acompaña a los "narcos"; se sabe quién distribuye la droga pero estos son intocables por parte de la policía, así que se les teme. A todo esto se suma la falta de vivienda, pues existe una desproporción muy grande entre el aumento de la población y las viviendas disponibles en cantidad, y sobre todo, en calidad.
• En lo religioso: los agentes de pastoral muestran, en su mayoría, una gran disponibilidad que se manifiesta en su constancia y perseverancia en el trabajo pastoral. Actualmente se hacen esfuerzos significativos por descentralizar la vida de la Iglesia, y llevarla a los barrios y capillas. Además, para la articulación parroquial se cuenta con un Equipo Coordinador Consejo básico compuesto por 25 miembros, mismos que representan las prioridades del Plan de Pastoral Parroquial.
En las comunidades existe una buena variedad de servicios, entre los cuales figuran laicos como: catequistas infantiles y pre-sacramentales, celebradores de la Palabra, Ministros Extraordinarios de la Sagrada Comunión, encargados de la atención a enfermos y necesitados, misioneros, miembros de las asambleas de oración. Asimismo, se cuenta con reuniones periódicas de pastorales específicas (matrimonios, pastoral juvenil, catequesis infantil y pre-sacramental.), para su animación, capacitación y articulación.
También, existe una buena aceptación de asesoría que se da por parte de los sacerdotes y agentes laicos. Muchas personas de los diferentes barrios y comunidades que han participado en las misiones, ejercicios cuaresmales y formaciones propias de los tiempos fuertes y previos a las Fiestas Patronales y Guadalupanas, manifiestan deseos de continuar asintiendo de manera estable a estas reflexiones.
1.1.4 Proceso de detección de necesidades
A continuación describo el proceso de detección de las necesidades que dieron lugar a la propuesta de un taller de Perdón y de Reconciliación, fundamentado en el cambio y mejoramiento de vida. Dicha detección fue realizada en un grupo 13 mujeres que participaban en el Centro Pastoral Parroquial de Puente Grande con la finalidad de saber las necesidades de la población. Para explicar mejor este proceso, comenzaré detallando el pre-diagnóstico; luego especificaré las necesidades identificadas y, finalmente, mostraré la maqueta de la entrevista. Ésta última se puede ver en el apéndice 1.
Pre-diagnóstico
El sábado 4 de febrero de 2012, en un salón del Centro pastoral Parroquial se realizó un pre-diagnóstico en 13 personas asistentes al propuesto Taller de Perdón y Reconciliación; todas ellas con una edad entre 28 y 40 años. El inicio se llevó a cabo a través de una dinámica de interiorización, en la que se les pidió cerrar los ojos y respirar profundamente. Por último de este ejercicio, presenté una pequeña lectura junto con los cuestionarios, tomada del libro de Leonel Narváez (2001) en la que explica los tres ejes existenciales del ser humano: seguridad de sí mismo, el significado de la vida y la sociabilidad con la finalidad de recomponer el equilibrio perdido en ellos, a través de las herramientas o clima de facilitación: el ambiente seguro o confidencialidad, la catarsis o liberación interior y la sociabilidad o reconexión con los demás.
El segundo paso fue emprender un diálogo entre las personas heridas por las agresiones generadas y/o recibidas por parte de otras personas. Es importante mencionar la experiencia de las lágrimas de Clavel quien, después de muchos años de sufrir en silencio el maltrato de su esposo, varias veces se encontró a un paso de matarse. En esas lágrimas, Clavel encontró la fuerza para decirse a sí misma: "me quiero a mi misma, quiero una transformación en mi vida"
La escuchaban diecinueve mujeres con características muy similares a las suyas; todas criadas en el mismo problema y víctimas de la vulnerabilidad en el estado de inseguridad doméstica. "Creo que mi marido se irá y comenzaré una nueva fase de la vida. Seguramente este taller me ayudará a administrar mis emociones y, sobre todo, a extirpar el odio del corazón, estoy muy interesada a vivir ese taller", decía Clavel. Luego rompió el llanto. Su rostro cubierto de lágrimas terminó acariciado por sus compañeras. A su vez, Clavel sintió escuchada, atendida, valorada y querida por las compañeras y logra construir narrativas de liberación, de recuperación interior, de tal manera optar a un futuro mejor.
Si Clavel y muchas más personas como ella han podido liberarse del pasado e imaginar un futuro diferente es, en gran parte, debido al descubrimiento de lo que el perdón les significa. Las participantes del taller se convencieron de que el perdón, aún con toda la irracionalidad que puede rodearlo, es más razonable que la lógica de la venganza. Este proceso las hizo darse cuenta que perpetuar la cadena del odio, no hace sino alimentar la rabia y, en definitiva, generar más vulnerabilidad e inseguridad.
Dados estos y otros muchos cambios de pensamiento, no sería exagerado afirmar que los talleres de Perdón y de Reconciliación representan en dicha población o quizás en muchas partes del mundo, una de las iniciativas más relevantes en la convivencia y en el desarrollo integral de las personas. Enseguida se presentan las cuatro necesidades identificadas en la población.
Necesidades identificadas en la población
• Falta de clarificar los propios parámetros del perdón
• Falta de auto-aceptación
• Falta de contacto con sus propios sentimientos
• Búsqueda para encontrar nuevas maneras de vivir
1.2 Propósitos de la intervención
1.2.1 Propósito general
Propiciar que las participantes del taller se relacionen de manera más armoniosa con los miembros de sus familias, así como con las demás personas que las rodean. Esto a partir de la expresión de sus propias historias de vida, y de la aplicación de estrategias que las llevaran al perdón y la reconciliación.
1.2.2 Propósitos específicos
• Promover que las participantes expresen verbalmente situaciones de vida pasada, en las cuales reconozcan sentimientos de odio, miedo, rencor, resentimiento o tristeza, con la finalidad de que contacten con los recursos personales que les permitan conectarse con sentimientos de alegría y amor.
• Incentivar que las participantes reconozcan los efectos en su vida, y en la de los demás, de la agresión (recibida y/o generada).
• Encontrar nuevas formas de relación más armoniosas desde la aceptación, el respeto, y la comprensión de sí mismas y de los demás.
1.3 Plan de acción
A continuación presentaré el plan acción desarrollado para lograr los objetivos de mi intervención. Empezaré por especificar el lugar en donde se llevó a cabo y sus condiciones; luego detallaré aspectos de los recursos humanos, materiales y financieros; posteriormente desmenuzaré el plan de acción de cada sesión y, finalmente, expondré la recolección de información.
1.3.1 Lugar y condiciones del lugar
El taller se llevó a cabo en el Centro Pastoral de la Parroquia de San Antonio de Padua, en Puente Grande, Jalisco. Éste es un centro integral comunitario de la parroquia que constituye un espacio acogedor, silencioso, cómodo, limpio y ordenado. Al mismo tiempo, es accesible para las participantes del taller, quienes provienen del mismo Pueblo. El Centro cuenta con baños, cocina y espacios para las dinámicas.
1.3.2 Recursos humanos, materiales y financieros
En el taller participaron 20 mujeres. Para ayudar en las diferentes actividades que se realizarlo, se contó con el apoyo de dos asistentes: una que fungió como co-facilitadora, u otra encargada de las grabaciones y toma de fotografías.
El Centro pastoral de la Parroquia de San Antonio de Padua tiene mesas y sillas cómodas, donde las participantes pudieron sentarse y apoyarse sin ningún problema. También cuenta con computadoras y un proyector.
Desde el primer día se les dio a las participantes una carpeta que contiene las herramientas, mismas que se utilizaron como material didáctico para la ejecución de los diferentes ejercicios individuales y grupales del taller.
Respecto a los recursos financieros, el facilitador del taller solicitó a las participantes proveer los componentes esenciales de la caja de herramientas, lo que significó un monto de $100.00 pesos a cada una. Una vez que las participantes experimentaron sesión con sesión la importancia y validez del taller, el facilitador determinó una estrategia para garantizar un cobro mínimo. Esto para reforzar el compromiso de las participantes.
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