El error radica, en que lo que creemos vacío, no lo es. Esa "vacua radiación" será tan material como cualquier otra, y proveniente sin duda, de una materia más sutil que la detectable, y cuyo campo de acción sea el llamado espacio vacío. En él existirán toda la gama de partículas, desde las más primitivas a las recientes, antebigbang postbigban o en paralelo a la famosa explosión. No presentará más discrepancia con la macromateria, que el número de elementos constitutivos de sus miniestructuras y sus azares combinatorios. Los órdenes de partículas y sus estatus interactivos, descenderán progresivamente en el espacio tiempo como una fragmentación sin límite hacia el "infinito profundo". Dichos órdenes, en tongadas sucesivas, vendrán establecidos según cuantos particulares, como corresponde a su naturaleza granular. Saltar de un ámbito a otro requerirá de ciertas condiciones y del aporte del medio exterior de que se trate, que no siempre será espontáneo.
Tal vacío vendrá a ser el "compañero volumétrico" entre esa sutilidad de materia, ambos fragmentados hacia el infinito. Como a especie de nieblas entreveradas de otras, cada vez más difusas.
Si hemos de ser coherentes con lo ya expuesto, la contribución a la realidad de materia y vacío, habría de ser al cincuenta por ciento. Pero sólo en conjunto, pues, localmente, la granulación cósmica trae consigo que ambos no se distribuyan de forma homogénea.
Dentro de los órdenes crecientes o decrecientes de las estructuras, ha de haber tantos ámbitos de interacción entre elementos como grados de libertad se permitan las unas para con las otras. Así, nuestro ámbito particular de evolución se circunscribe prácticamente a la combinación de leptones, bosones y quark. Pero los subcomponentes de éstos tendrán a su vez un ámbito de interacción propio. Igual ocurrirá con sus antecesores, y así sucesivamente, bajando en la escala generacional, de tal forma que cada estatus queda "invisible" al superior en orden. Sin embargo, todas las posibles partículas comunes podrán estar presentes en cualquiera de los ámbitos; bien asociadas en estructuras, o libres. Su cierta estratificación relativa, radicaría, en que no puedan combinarse con aquellas de estructura superior o inferior pese a estar incluidas en su "genética", saltándose el protocolo generacional. De aquí se deducirían unas leyes de compatibilidad que no pueden ser ignoradas, salvo cuando las estructuras se rompen, como ocurre en los choques violentos o en ambientes de alta presión y temperatura. Dichos órdenes, en tamaño y energía, como no, se distribuyen supuestamente libres en el vacío, si bien existirán estructuras complejas a la medida. Más que una vacuidad, se trataría de una especie de microcosmos.
Concluyendo, el vacío, el macro vacío como tal, no puede darse, sino inundado en difusión progresiva con cada antecedente de partículas, cada vez más pequeñas. Si dispusiéramos de un microscopio que se adentrara sin restricciones más allá de las menores partículas que nuestro macro maneja: electrones, simples fotones, rayos gamma, rayos x, neutrinos., seguramente, su resolución en la pequeñez no terminaría nunca.
La no vacuidad del "medio vacío".
De considerar un todo infinito, en cualquier orden, que englobara a los universos, la "dimensión materia" no tendría límite hacia lo grande ni hacia lo pequeño, tanto como a la extensión; o no casaría con los supuestos del Todo y lo imperecedero de la Realidad.
La materia, con sus entresijos, viene a formar con el vacío una retícula tridimensional (al modo de una esponja), tan elástica como las interacciones materiales le permitan; de tal manera que si uno de sus filamentos, los puentes interactivos, se rompe por efecto de la expansión, no tendrá más consecuencia que agrandar las cavernosidades adyacentes y la elongación de las variables de las partículas. Eso, ni no el advenimiento material desde el infinito profundo. Pero, supuestamente, esta configuración esponjosa debe ser tan tupida como difusa. Y no es paradójico, si se considera que el fraccionamiento no tiene límite.
Elemento macro en el "vacío".
Dicho esto, una partícula no es que invada el vacío total en su movimiento, sino que ella misma es un vacío transformado, como una perturbación por la vacuidad. Su movimiento siempre ha de referenciarse en otros, y los entresijos materiales se forman en los difusos límites de lo vacuo. Éstos constituyen el campo en que discurre su trayectoria por un medio base de espacio-tiempos, tan minúsculos, que prácticamente le resultarán continuos.
El vacío en si no es un ámbito de movimiento, sino un campo impracticable con una red de senderos de materia, sostén del movimiento imperecedero a sus bordes, según grados de libertad, hacia la conformación esférica. Como resultado de la antitética acción, la estructura esponjosa "se infla". Está por ver, si, en lo más hondo, dicho inflado es real, o de alguna forma hay un relleno con partículas más pequeñas desde el infinito profundo; que no desde la nada.
En cuanto cuántico, podemos definir el ser, la partícula, como producto de dos realidades: sustancia y movimiento; lo que cuantificamos en sus dimensiones de masa y velocidad. Tanto más energía en el impulso (desplazamiento y vibración) si menos masa. Y si menos impulso más energía másica. La energía como el poder de interacción; la masa como el poder potencial, valga la redundancia. La interacción constituye su movida, el desarrollo del ser, su suceso, la modificación del espacio. Un sucederse en el tiempo en la forma que ya se dijo. Y todo ello, acorde con esa nada que nunca será absoluta, sino en tándem con los "algo" que se fraccionan indefinidamente.
Es de notar, que materia y vacío no son intercambiables. Sus naturalezas se excluyen. Si lo fueran, ello significaría un final de existencia o una creación. En todo caso, entre ellos se establece, más que un consorcio, una oposición irreconciliable y perpetua en su intangible linde. Ninguno puede ser el otro, pero se avalan mutuamente.
Conclusiones:
*Sólo existe lo que está en movimiento.
*Sólo el ser múltiple es coexistente.
*El existir sólo es, como contrario al no existir, y el ser concreto como contraposición a la nada concreta: la sustancia material frente al vacío.
*Materia y vacío no son intercambiables. El vacío no interacciona con la materia, sólo la afianza.
* Materia y vacío: ser-no ser como proceso contínuo del ocurrir.
Afianzamiento material y partícula
A una fracción muy pequeña de la sustancia ser la llamamos partícula, y partícula elemental, a la que, supuestamente, constituye el elemento mínimo de que se compone la materia.
Creemos, que la partícula, como elemental, carece de sentido. Todas, sin excepción, han de componerse de otras más pequeñas; y tal fraccionamiento no puede tener límite. De no ser así, cómo se explicarían las cualidades propias de cada una. ¿Como sustancias distintas tal vez? Si así fuese, no podrían interaccionar, pues no serían compatibles, o sólo lo serían por un azar de los absolutos. Se hace necesaria una genética común antecedente como base de casación, aunque sólo sea en cuanto a sus dimensiones. Será, recombinándose, como se cuantifiquen y estructuren sus propiedades.
Tampoco pensamos que la agrupación de elementos y sus combinaciones sea limitada. Tal combinación dependerá, eso sí, del estatus particular (de partículas), de la ocasión y sus condiciones. Todas las combinaciones a la vez no son posibles en lo concreto. Pero en principio, tanto en lo "micro" como en lo "macro" sin límite, cualquier estructura es probable. Y no ya en lo "másico" sino en la "extensión" multiplicadora.
Por lógica, de aquí extrapolamos a una existencia infinita y a un medio cósmico base, homogéneo e isótropo, con singularidades, plagado de partículas fraccionables indefinidamente. Que más da, en cuanto a ser, un mundo grande que uno pequeño. Al fin y al cabo sólo es cuestión de escala. Sus distinciones sólo radicarían en las cualidades propias consecuentes de la cuantificación de sus elementos. No encontramos lógica a un principio y un final de la existencia, y ni siquiera a un ciclo, sino a un todo sin límites. Por lo demás, todo es parte, y limitado en cuanto que concreto.
Las fluctuaciones de masa
No sé si conocerán el llamado baile del trompo. Aquellos trompos de madera, a que los propios niños daban forma, a partir de una rama o un trozo de palo, con un cuchillo. Eran de forma cilíndrica, rematada en cono por un extremo, cuyo vértice constituía la "punta" de giro. Se echaban a tierra girándolos con los dedos, y a continuación se les golpeaba con un látigo de cinta en el sentido de giro, de tal forma que aquello hacía que se incrementase su velocidad de rotación, con tal eficacia, que latigazo tras latigazo el baile del tal giróscopo podía mantenerse cuanto se quisiera.
Sustituyamos el trompo por una partícula en rotación y el látigo por otra, o por varias, que inciden sobre la primera. El choque puede ocurrir, justo del lado favorable de giro, lo que provocaría, entre otras cosas, un incremento de velocidad de la partícula-trompo (ver figura); también, que la interacción sea del lado no favorable y haya un decremento en el giro. Y un choque que la alcanzara en pleno centro, pudiera ser elástico, inelástico o aniquilador, dependiendo de la energía confrontada y el tipo de partículas.
Aceleración del giro de un trompo Aceleración del giro de una partícula por efecto del látigo por el impacto de otra
Naturalmente que las partículas no son esferas delimitadas ni compactas. Se componen de subpartículas orbitando, cuyas leyes de ocupación, si no idénticas a las de los electrones en el átomo sí que han de ser semejantes, y obedecerán sin duda a alguna fórmula de cuantificación como corresponde a su naturaleza discreta. Cuál sea la cuantía de dichos cuantos, dependerá del elemento más pequeño que interviene en la composición. Si admitimos que toda subpartícula se compone de otras más pequeñas, los cuantos decrecerán con arreglo a cada generación antecedente. Para cada estatus de espacio tiempo existirá un cuanto mínimo válido para su orden, que abarcará hasta ciertos límites de tolerancia. Los mismos dados por el abanico de estructuras que puedan admitirla. Así, un cuanto de luz no es la norma para la materia invisible, o mejor, que se diga, para la materia inframicro. Igual ocurrirá con ésta; su radiación tampoco será el referente para otra más primitiva o más baja en el nivel cuántico.
En condiciones normales, la amplitud de las órbitas internas de una partícula permanecerá inalterable, pero no tanto si es sometida a fuerzas exteriores, en que necesariamente se comportarán de una forma elástica relativa.
Si las subpartículas de una partícula son aceleradas en su velocidad de rotación, sus órbitas se ensancharán, cuantificadamente o no, dependiendo del tipo de subelementos, y de los que se le pudiese agregar desde fuera. O de que en su entorno no haya ninguna que le sea favorable. Algo difícil, pues en el medio cósmico, con su probabilidad homogénea, han de estar presentes todo tipo de subpartículas, o en su defecto sus microcomponentes. Es fácil suponer que con unas interacciones tan energéticas puedan descomponerse en otras más apropiadas que sirvan de relleno a las superiores (por atracción, absorción, o simple coincidencia).
Lo dicho viene a propósito:
Primero: de considerar la variación constante de masa en las interacciones, de forma, que a mayor ímpetu o energía cinética corresponde menor energía potencial, menor velocidad rotativa por tanto, y menor masa relativa; la cual, para los efectos, no es sino una masa en toda regla. Si por el contrario, la energía cinética de una partícula disminuye, lo hará por choque o interacción con otra u otras, su energía potencial aumenta y consecuentemente la masa, ya sea con el aporte exterior de elementos, por el efecto barrera del inflado orbital o por ambos a la vez.
Segundo: de que cuando se dice que una onda, pongamos por caso, recoge energía del entorno "vacío" para devolverla luego, no hace sino "engullir" elementos y su consiguiente energía (movimiento y vibración); los que "vomitará" cuando su impulso ya no sea obstaculizado, y recupere su acción (velocidad propia), manteniendo así su equilibrio energético previo. En este trasiego material, bien pueden aparecer seudopartículas, que no son virtuales ni mucho menos, sino que no llegan a consolidarse porque no cumplen todos los requisitos de estabilidad, bien por el número inadecuado de elementos o por la tergiversación de alguno de los rangos. Si se considera que el tiempo es tanto más breve cuanto que el espacio-tiempo es más micro, se entenderá que estas transformaciones parezcan instantáneas y poco menos que inexplicables.
Actualmente, que tan de moda está la nanotecnología, quizá fuese posible, construir una especie de sonda microscopio que captase las interacciones micro, allá donde nuestra "vista" no alcanza. Y que dicho artilugio, al captar una configuración inframicro aún más pequeña, ésta, "la informase" de lo inmediatamente inferior. Otra a ésta, y así sucesivamente. Como un concatenado en escala de sucesos, desde nuestro macro hacia lo más hondo de la fragmentación material. Las mediciones sobre una sonda fotónica o electrónica, que fuese capaz de engullir las subpartículas inmediatamente más bajas, darían norte de cómo son, y pie para visualizarlas con un tratamiento adecuado. Pues si los elementos engullidos transportan su propia "engullición" del orden siguiente, cada nuevo paso significaría bajar un escalón hacia lo invisible, pues cada uno de los sucesivos elementos llevará con él, en su estado y conformación, la huella de sus interacciones inmediatas. Sólo habría que decodificar tales rastros.
Cualquier partícula eléctrica, magnética o del tipo que sea, salvo, quizá, las de movimiento rotativo interior compensado, las neutras, extiende su radio de acción a efectos interactivos más allá de sus propios límites, propagando su movimiento rotacional a las micropartículas del medio en que se halle. No se descarta la expulsión o el atrapado por ellas mismas de esas micropartículas o microestructuras más complejas. Así cuando se dice que dos electrones en su acercamiento intercambian un fotón, seguramente sea por lo favorable de sus dimensiones, y porque el fotón es la partícula más pequeña que nos es dado observar, no así el resto de las que participan en la interacción, que permanecen ignotas por su pequeñez. La repulsión de dos electrones, como consecuencia de la multitud micro del medio en que interaccionan, da como resultado un cambio de dirección y/o velocidad y la consiguiente pérdida o adquisición de masa, que consideramos virtual, en cuanto que se integra de nuevo al medio, repartida y fragmentada, y aún a los propios electrones.
Tras estos considerandos, consideremos una posible partícula.
Pese a toda su complejidad, es bien simple: un algo formado de algo con movimiento. Un pequeño cosmos. Pero una partícula, de existir sola, cara al exterior sería inmóvil y recogida en si misma. Su suceso, no sería. Precisará cuando menos de una compañera como relación que justifique su movimiento (lo mismo se ha de decir de su movida interior y la consiguiente masa). Su acontecer es relativo al de las demás tanto como a las subpartículas que le confieren sus atributos. El ente se movería en línea recta, como lo más favorable, de no haber otras que le disputen el tránsito y si no posee el suficiente poder para abrirse un hueco entre la muchedumbre (pretendemos identificar el llamado campo de Higgs, y sus bosones, con esta muchedumbre universal no especifica, que luego identificaremos como la causa gravitatoria). Pues bien, ante tal barrera, chocará, y dependiendo de las condiciones se aniquilará y transformará, o si el encuentro fuese elástico, tras las transferencias de rigor, habrá de desviarse y modificar su trayectoria, que se hará curva. Más, si el obstáculo (la interacción a su torno) persiste, cerrará sobre sí misma. Decimos entonces que el movimiento se enroca. Su impulso, debido a las torcas (fuerzas sobre el movimiento curvo), devendrá a otro estatus, que lógicamente afecta a su pasaje, las subpartículas.
La torca.
Es la fuerza aplicada a un cuerpo en rotación que predice su movimiento.
Torca. Apuntará en plano perpendicular al que contiene la fuerza y el vector de posición.
Fuerza aplicada
Vector de posición
Ángulo de incidencia
Si no hay torca, el momento angular permanece constante. O sea, todo cuerpo tiende a estar en rotación si no hay torca que la modifique.
? Momento de rotación
I = Kgr· m² / sg
Ímpetu. En Kgr ·m / sg
La inercia de rotación es equivalente a la masa. Depende de su distribución y concentración y la distancia al eje de giro.
Momento de inercia: ? Kgr m²
Energía Cinética = ..
La energía como movimiento de traslación se transforma en energía como movimiento de rotación y la consiguiente masa. Tal incremento masivo, será inversamente proporcional a la disminución de velocidad lineal, y directamente proporcional a su velocidad de rotación, por el efecto de "presencia" (frecuencia de orbitación), y según el nivel de compatibilidad con sus subpartículas. Nos referimos como es lógico al incremento de la que llamamos masa relativa, no a la masa propia. Como consecuencia de los choques, en su transformación también podría ocurrir que la partícula absorba del medio, partículas más pequeñas, si las hubiese y les fueran compatibles. Para ello no habrá cesión de su parte, modificará su estructura, y tal vez quede en desequilibrio.
Podríamos decir entonces que la partícula engorda, y se traslada con más dificultad. Ella, su masa, ocupa el espacio propio; el recinto móvil que habita se le ha ampliado, lo que ya de por sí constituye un efecto masa, y ahora tiene nuevos huéspedes.
Si consideramos la fragmentación sucesiva de una partícula, hemos de colegir que la masa no es proporcional a sus elementos como sustancia en sí (en realidad son espacio tiempos), sino a su dominio ocupado y a su frecuencia de orbitación, así como al número de componentes que se le integran, si fuera el caso. Se trata de la estructura como un volumen, como el espacio de muchos espacios: un impedimento agregado para moverse, un incremento de inercia. Su pequeña estructura constituye una barrera ante la que actúan la presión gravitatoria y las fuerzas exteriores a través de sus partículas mediadoras, que la atravesarán o no dependiendo de sus magnitudes. Es su energía de movimiento rotacional y vibratorio la que constituye la barrera másica y su borde de acción (algo así como el efecto paraguas de un ventilador bajo la lluvia).
El fluido gravitatorio (colores) afectará más a M que a m, la misma partícula trasformada.
Comparativamente al momento de inercia, se define la llamada masa inercial de una partícula como:
mi = masa inercial partícula i.
mi aie = me aei me = masa inercial partícula e.
aie , aei = aceleraciones de una
con respecto a la otra.
i e
En la interacción entre dos partículas, i, e, las masas inerciales constituyen su resistencia al cambio de velocidad.
Si se considera una partícula frente a otras muchas, como pueda ser en un "fluido de partículas", habrá que tener en cuenta la sumatoria de todas éstas y la no coincidencia de su centro de masas con el centro geométrico.
mi ai l = ?mo aoi l = distancia al centro de masas
del frente fluido.
Masa inercial rotativa:
En este caso consideramos la aceleración normal an, o centrífuga:
m? = m an m? = Masa inercial rotativa.
Suponiendo que todas las partículas del fluido contribuyen con un momento ? y una velocidad equivalente, habrá una torca sobre la partícula, I ?, proporcional a la fuerza del impacto ?mo · a², que se supone descentrado como lo más probable.
En el momento de la interacción:
a =Aceleración fluido respecto a partícula.
?mo · a = K m · an an = Aceleración centrifuga partícula.
K = Constante relación impacto.
De donde se deduciría una variación de la velocidad interna de la partícula por el impacto exterior, aparte de su desplazamiento.
Este aumento de la amplitud másica vendrá restringida por el entorno y siempre tendrá un límite. Un pez no puede engordar sin tregua ni devorar todos los peces. Una masa infinita con velocidad cero sería incongruente. Lo mismo que una velocidad infinita con masa cero. Y se interpreta así, mientras supongamos que la energía del elemento permanece constante. La captura de micropartículas, de haberla, se supone compensada energéticamente allá donde ocurriese.
E= 0 O lo contrario: E= 0 ·
Concluimos:
*La variación relativa de masa es una manifestación del movimiento.
* La fragmentación de un elemento no puede tener límite.
* La masa es la resolución de la sustancia.
*La sustancia ha de ser tan inconsistente como la intangible frontera del vacío, el borde que la constituye.
La multiplicidad micro
En el océano cósmico total, homogéneo e isótropo como conjunto, una vorágine de partículas y/o elementos más diferenciados, se mueven los unos con los otros, en una especie de danza azarosa. Que no lo es tal, sino al dictado de una relación común probabilística. Es un supuesto ideal, pues el acontecer es múltiple; en el Todo hipotético cualquier estado evolutivo está presente. Tales partículas interaccionan entre sí por azar, recombinándose, aniquilándose, o experimentando el choque elástico o inelástico. El resultado neto no es sino el nacimiento de puntos con singularidad que granulan el medio cósmico, como los lugares de concentración de la materia, ayudada de la incipiente gravedad. Otras partículas menos simples se forman, otras a partir de éstas y así sucesivamente. Pero también puede ocurrir al contrario; que se fraccionen. Constatadas las transformaciones sucesivas por el devenir, incluidos cosmos, catástrofes cósmicas, principios de universo. resulta que toda esa fauna particular (de partículas) devendrá en su agrupación o fraccionamiento a cualquier compostura posible. Sólo llegando a cierta madurez ocurren los fenómenos de la reconcentración, la deflagración y la inflación.
No dejaremos de considerar la llamada materia oscura, que, acorde con lo expuesto, habrá de componerse de elementos tan pequeños, y no tanto, pero dentro de su número y "dimensión", como corresponda a su estatus de medio cósmico, a su generación evolutiva; lo que no es óbice, para que, de forma global, y pese a no constituir sino una "neblina" invisible a nuestra realidad, o, según, masas neutras indetectables, su cuantificación sea definida y muy energética. La mayoría de sus elementos, por su cualidad de "micro", no interaccionarían libremente con las visibles, sino de tarde en tarde, o en procesos internos de la materia donde la densidad es mayor. Sin embargo, en conjunto sí que afectarán a nuestro "universo macro" como masa de masas-energías.
Si se interpreta la masa de un cuerpo, como la mayor o menor dificultad para moverse en el medio cósmico, o lo que es lo mismo, a ser interaccionado según sus fuerzas, se entenderá, que la fuerza opositora a su traslado sea la resultante debida según la densidad de dicho medio. Pero es que, a partir de la partícula "libre", el mantenimiento y transformación de las estructuras materiales requiere de una energía-materia, que salvo excepciones ha de proceder del medio exterior.
Conclusiones:
*El vacío sólo participa en el medio cósmico como un separador intermateria. Su medio escénico.
*El vacío absoluto no es probable. El contenido material del vacío aparente es mucho más cuantioso y diluido de lo que aparenta.
La interpretación másica de la gravedad
El tránsito de lo elemental a lo compuesto lleva apareado un aumento de volumen, y viceversa. Una ganancia o una pérdida de espacio, y en definitiva de vacío. La organización avanza en el sentido de la expansión tanto como la disgregación en el opuesto. De ambas, ninguna tendrá primacía, si se ha de cumplir el equilibrio, lo que en la realidad no sucede. El universo está dirigido en el tiempo, y es lo lógico, en eso consiste la existencia. Si el equilibrio fuese, todo sería estacionario.
Una tonelada de pelotas de ping-pong ocupa menos espacio que una tonelada de pelotas de tenis, suponiéndolas del mismo material y grosor (la paradoja relativa al espacio esférico). A su vez, una tonelada de balones de fútbol, en las mismas condiciones, ocuparía un mayor volumen aún. De esta forma podríamos ir minimizando cualquier elemento para llegar a la conclusión de que un espacio puede llenarse cuanto se quiera con tal de que sus elementos se fraccionen progresivamente. Eso, suponiendo que su sustancia sea relativa, pues son la estructura y su organización las que permiten el cumplimiento de esta paradoja. Sin embargo el fraccionamiento total no es practicable. Hay un límite al proceso de reducción de volumen debido a la presión ejercida por el movimiento indeleble de las partículas.
Concentración macro y ganancia espacial desde la fragmentación micro.
Como puede observarse en la figura, hay un doble sentido de las partículas constituyentes según se trate de reconcentración o de dispersión. En ambos sentidos, hacia el interior o hacia el exterior, se llega a un resultado equiparable, la fragmentación material hacia el infinito profundo o la estructural hacia el infinito extenso. Los absolutos.
Generaciones antecedentes de una partícula desde el infinito profundo.
Nótese la multiplicidad hacia abajo, que no la concentración puntual.
El establecimiento progresivo de las estructuras es contrario a la desorganización, y entre ambas media la entropía. Nuestro universo es entrópico. En su evolución, sin embargo, cada estructura unifica a otras más simples. Como en las pelotas de antes, de menor volumen evolucionan a un volumen mayor, como el espacio tiempo. En ese sentido, podemos decir que la estructura en sí misma no cumple el principio de entropía, pues va de lo múltiple a lo unitario, a su agrupación, y ello en la dirección del tiempo. Ha de haber un proceso contrario que equilibre esa tendencia. O algo así. La energía que mantiene las estructuras ha de proceder del exterior y no de ellas mismas para que el equilibrio se cumpla, y digamos, no decaigan en su propio déficit energético. Cualquier transformación física, química o de la clase que sea, se desarrolla con el aporte exterior, material y/o energético, salvo tal vez la radiación natural, que pudiera parecernos lo contrario. Pero en ésta, en última instancia, su origen también es externo. Su excitación y su materia no han surgido de la nada. Son las subpartículas, que se fraccionan, se desequilibran y comienzan a desintegrarse en sus elementos las que no puede reorganizarse a partir del exterior porque desde su nacimiento el nucleón no está en equilibrio.
Así, puede considerarse un sentido inflacionario, estructural, relativamente energético, hacia fuera, y un sentido absorbente, predominantemente energético, hacia el interior. Establecer el momento de equilibrio no ha de ser una falacia.
Nos preguntamos entonces, cuál es el sentido de circulación de la materia, de adentro afuera o de fuera adentro.
Si admitimos que nuestro cosmos está inmerso en el Todo, es razonable pensar que se alimente a partir de él y no de sí mismo. Deberá haber por tanto un flujo desde el medio cósmico base hacia su interior. Una corriente de materia básica desde el infinito que penetre las estructuras hacia lo más hondo.
Las partículas se mueven. Tienen energía. Un movimiento que se supone por inercia. Pero, aparte la tal singularidad, ¿cuál es el origen de su impulso? O la movida será inherente a su ser. ¿Habrá algún motivo que no se evidencia? Tal vez la dicotomía ser-nada, la bifocalidad materia—vacío. O sea, la partícula es, en el tiempo, apoyada en el no ser, de tal forma que su suceso consiste en dominar el espacio, abarcando el vacío. Más prosaicamente, decir, que se trata de un movimiento relativo a todo lo existente, la Realidad, y accionado en común por la fuerza primera de más alcance, la electromagnética.
Como sea, la pregunta es obligada: ¿la energía de la partícula es permanente? Claro que no, se dirá, ello va en consonancia con el resto de la materia y sus interacciones. Pero. cómo muchas partículas pueden subsistir tantos millones de años sin alterarse. O se rehabilitan continuamente o se destruyen y se crean cada dos por tres. A partir de otros elementos será. Pero si el universo fuese un sistema aislado, y siendo entrópico, llegará un momento en que su provisión material se irá agotando en la disgregación entrópica. Cómo es posible que tras 20,000 millones de años aún se mantenga en pie y no haya decaído. Pero aun suponiendo que así ocurra, ¿qué es este universo para que se comporte de "esa manera fugaz"? ¿Cómo una cerilla encendida que se apaga? ¿Cómo un cohete que agotado su combustible termina cayendo? Como poder, puede. Pero una cerilla o un cohete, necesitan para su elaboración de una materia prima cuyo establecimiento requiere un gasto en entropía. ¿Dónde queda ese gasto extra? Adónde están esos desechos de fabricación. Pues en ellos no han de ir. Ellos funcionan "limpiamente" como un equilibrio masa-energía.
El pez globo tiene la facultad de hincharse, como una protección ante el predador que así no podrá engullirlo.
Para tal hinchazón absorbe del medio acuático una cantidad de agua equivalente.
Supongamos un pez globo que se hinchase más y más, progresivamente y de forma continua.
De manera similar ocurre a nuestro universo, que en su progresión viene a comportarse como ese insólito pez. Las estructuras materiales crecen y se complican, de forma que su recinto contenedor, su volumen se agranda, aunque mucho menos que el espacio vacío, menos estructurado, donde el suceso de su fauna particular se encarga de agrandarlo: la progresión del espacio tiempo. Como consecuencia el universo en su conjunto se expande indefectiblemente. Mas, si admitimos que todo él está inmerso en el medio cósmico base total, succionará a partir de éste la materia de inflado, pues en su interior no es posible un nivel de vacío sin compensar; y nada indica que no sea permeable. Sin embargo, la realidad es, que con la evolución la densidad del espacio decae. Pero es que, en tal decaimiento, la concentración material se lleva lo suyo. Realmente la bajada en la densidad no es homogénea. Por otro lado, el universo es radiante y su actividad continua. Su aparente incremento en la difusión es parecido al del interior de una turbina cuyo flujo de aire nunca es suficiente. Como sea, en el universo ha de haber un déficit continuo de masa-energía, en su evolución, pues el móvil perpetuo no existe. De tal hipótesis, deducimos, que la materia universal, sus estructuras cambiantes, se comportan como un sumidero de fluido cósmico, más energético, que viene a mantenerlas. Dichos sumideros absorbentes van creciendo al ritmo de la inflación (en escasa cuantía para el espacio libre como es lógico), de tal manera que su flujo de entrada es constante. Y el sentido de ese flujo predominará hacia la materia y no hacia vacío relativo por su demanda de energía en aras a su incesante transformación. En principio, de considerar el universo como no aislado, igual daría que la inflación fuese acelerada o uniforme, pues, si no tanto respecto a las "estructuras fuertes", los espacio-tiempos lo serán en la misma forma. Porque la materia está organizada en estructuras o agrupaciones de elementos, desde lo infinitesimal a lo colosal, y no todas sus interacciones son tan indeformables como la nuclear, pongamos por caso. Y los órdenes materiales son muchos, hacia lo pequeño y hacia lo grande. Desde cúmulos galácticos a inframateria.
Cualquier estructura superior se compone de las inferiores en un proceso acumulativo que no parece que tenga principio ni fin. Y en esto nos referimos al todo absoluto.
La unión de dos partículas no es estacionaría. Cualquier agrupación de elementos ha de mantenerse por intermedio de subpartículas, no importa si son fotones, quarks, bosones, mesones o neutrinos. Sus subpartículas interaccionan constantemente en su ensamblaje con el giro sincopado, lo que supone una continua fricción entre ellas, pese a estar sincronizadas, debido a la influencia exterior, cuando no es, que entre ellos ocurran verdaderas colisiones. Tal incidencia se salda con la rotura del equilibrio estructural de los microelementos y la consecuente liberación de las sub-subparticulas; que libres, se despiden de su recinto, disparadas, muy energéticas. Este déficit viene a sustituirse por aquellas, que, presentes en el medio, y de un rango equivalente, ocuparán su lugar (proceso de captación antigiro o giro inverso inercial atrayente si fuera el caso). De esta forma hay un trasiego entre las entrantes, que interaccionan a la medida, y las salientes que por fraccionarias abandonan la materia o caen a un nivel más bajo en reposición del nivel "infra". En este ajetreo, también pueden surgir, según y como, partículas intermedias, como reagrupaciones de las fuera de lugar. Así ocurre con el gluón, como reminiscencia estructural, que sólo tiene carta de naturaleza como parte de las propias partículas que une. Cómo puede decirse que el electrón o el fotón son elementales, no divisibles, cuando existen tantas formas de su descomposición en otros elementos, ciertamente variables.
Pues bien, las salientes pertenecen a una dimensión más baja, como fracciones que son, y ya no interaccionarán con las entrantes, yendo al espacio interparticular y de éste al medio cósmico como radiación infra-micro, luego al cósmico, y consecuentemente, al todo. Un trasiego parecido al del agua, con la caída de la lluvia y su ascensión en forma de vapor. Pues no todas las partículas interaccionan entre sí, ello depende sobre todo de su masa; de tal forma, que las más sutiles, por lo común, atraviesan la materia macro sin interaccionar, aunque lo pueden hacer en medios más densos con las de un rango equiparable, o sea, con las infrapartículas. Lo que se llevará a cabo en consonancia al posible acople energético: su carga y velocidad interna.
Queda establecida así una corriente de materia no cualificada que se diga, y más micro que otra cosa, desde los límites del universo hacia las estructuras materiales. Esta corriente arrastrará consigo todo lo que encuentre a su paso. Así se constituiría el campo másico gravitacional.
Según esta concepción, todo cuerpo es arrastrado hacia otro, prevaleciendo el sentido de más pequeño a más grande, o de menor a mayor inercia, con todas las de la ley.
M . m / d²
Se hace necesario demostrar que la fuerza debida a este fluido cósmico sea equiparable en su acción de acercamiento de la materia a los valores de la gravedad. Naturalmente que el comportamiento de una ley o ecuación para esta fuerza, aun siendo universal, vendrá influida por las otras fuerzas actuantes en cada punto. Es preciso: o escoger un espacio lo suficientemente pequeño que cumpla todas las expectativas, o buscar una media total. Pero lo segundo sería una labor ingente. Por fortuna disponemos de las constantes universales: la densidad crítica, el valor de G, la constante de Planck, la de Hubbe, y otras tantas. Sin embargo, éstas nos pueden llevar a la confusión, desde punto y hora en que fueron valoradas para un universo aislado, y no comprenden, al menos con detalle, las materias micro e inframicro, no detectables. Seguramente haya correcciones en este sentido, pero, pese a ello, el escollo mayor estará sin duda en demostrar que nuestro universo no es único. A este particular poco podrá hacerse si ello no es factible. Sólo la coherencia de nuestras suposiciones podría salvar su argumento.
Presión de radiación y gravedad se relacionan según:
P= -? espacio . c²
O lo que es lo mismo la densidad del espacio, como energética, desarrollaría una presión negativa, o energía negativa equivalente, en un volumen matriz, y g:
g= 4/3p G (? materia + ? espacio + 3P/c²) R¯²
P = Presión
? = Densidad
g = Aceleración debida a la presión
En 3P/c², el 3 corresponde a la dimensión esférica del espacio. O sea, 3P/c², la energía de radiación equiparable a la masa.
Es seguro que el fluido grávico se verá distorsionado por campos magnéticos, eléctricos o los inherentes a su propia turbulencia. Sería importante saber, si la distorsión de la gravedad, tal como se entiende, ocurre igual en este supuesto. Puede que la fuerza debida al fluido material en movimiento, ya sea fuera o dentro de las estructuras, en la rotación de las subpartículas, o ellas mismas como componentes móviles del trasiego cósmico, constituya la interrelación básica de todas las fuerzas, incluyendo la electromagnética:
La interacción eléctrica y magnética como resultado de un movimiento rotatorio de cargas (elementos). La onda, como el giro sincopado de los elementos del fotón (posiblemente dos) y su movimiento ondulatorio resultante.
La interacción fuerte o débil, tan parecidas a eléctrica y magnética, que se confunden: la fuerte, como más forzada hasta una unión de agarre "físico" por movimiento rotatorio de elementos, y la débil a través de la traslación rotativa de intermediarios (asociación de elementos).
Para la presiones, inflacionaria y gravitatoria:
Presión inflac.= G·m·M / d² = K1·Presión gravedad = ¿K2·Presión cosm.Todo?
M = masa considerable
m = masa sometida a M
K = constante interrelación
El fluido másico constituiría el verdadero campo gravitacional. A grosso modo: la gravedad como el trasiego constante de partículas hacia la materia. Esta concepción en nada contradice la idea del tal campo y su fuerza. Así, también se vislumbra como de escasa intensidad en comparación a las otras fuerzas fundamentales (del orden de 1 a 104° respecto a la fuerza unión del núcleo atómico), su gradiente es proporcional al cuadrado de la distancia, y es universal. Algo parecido en cuanto a fuerza, que no es lo mismo, a la conjunción magnético-eléctrica de los astros. Y no es lo mismo, ante todo, porque las variaciones magnético-eléctricas locales, aun si se trata de ondas, no casan con la relativa constancia de la gravedad y porque a grandes distancias no cumple las expectativas. Menos aún, nos parece, que éstas puedan sojuzgarla.
Conclusiones
*Un campo de fuerzas sólo es un a abstracción. Ha de tratarse de un fluido material, incluyendo a las ondas que también son partículas en movimiento.
*Es preciso un tránsito constante de partículas hacia la materia desde el exterior que constituyan el campo gravitacional.
*De lo anterior se deduciría, que el universo ni es único ni aislado o la transformación energía-masa no sería reversible.
Masa e inercia
Decimos que la velocidad de la luz es la máxima posible (del universo visible), porque la masa de su partícula es cero. Pero ello no es razonable; todas las partículas poseen masa, según y como, y el fotón no lo es menos. Otra cosa será que el fotón tenga la menor dificultad para moverse en nuestro medio cósmico por ser la partícula "macro" más pequeña (o que se componga de energía, que solo es materia muy pequeña en movimiento) detectable en nuestro ámbito particular, muy energética por tanto, con interacción per se en nuestra escala (o puede que no exista como algo concreto, sino que sea la constituyente del "proceso fotónico", dada su variabilidad). Ello le confiere el estatus mínimo de masa en nuestro nivel de densidad efectiva. Vendría a ser como el origen de nuestra "macro coordenada" masa, y la velocidad de la luz, la correspondiente velocidad suprema límite, que no la mayor que pueda haber, dada la existencia de las llamadas materias oscuras.
Todo se mueve. Es la primera ley incontrovertible. Pero entender la sustancia de tales móviles ya es otro cantar.
La masa de una partícula depende de la mayor o menor curvatura del movimiento, desde la linealidad y la vibración, al giro, pasando por las distintas formas de orbitación, y como no, de su cantidad de elementos. No tanto de la sustancia de sus subpartículas y sub-subpartículas, tan fraccionables, que de sutil quizá sea una falacia. La cantidad de elementos en que se subdividen será mucha, pero la sustancia última, que es la misma, de tan infinitesimal no será gran cosa. Como en un cuento de nunca acabar.
No es acertado decir, que la masa del fotón, la partícula electromagnética, suponiendo que sea única, sea cero (salvo que la energía no se considere como masa), porque depende de su configuración móvil en cada instante. Y alguna composición tendrá (léase estructura) que le otorgue las cualidades que tiene y no otras.
Consideremos la ley de la conservación de la energía:
E= mc²
Ignoremos las correcciones relativistas.
El factor m, que representa la masa, igual nos vale para una que para una multitud de partículas enlazadas, ya sea cuánticamente, químicamente o asociadas a un campo. Por supuesto, que, en principio, la variación espontánea de masa podrá efectuarse con más facilidad en la partícula libre o semilibre y no tanto si está ligada y confinada. También lo hará en tal caso pero por otro mecanismo, pues no le queda otra opción en su confinamiento que poder variarla en sus rotaciones por causas inherentes a las subpartículas, y al medio atómico si es el caso. Pero ello puede ser o no consecuente cara al exterior, y siempre difícil de detectar. Es distinto, en cambio, cuando ocurre con el concurso de una partícula exterior. El equilibrio se rompe, y todo se desmorona como en un castillo de naipes. Entonces ocurre, lo que se dice, una radiación espontánea. Aunque el resultado puede no ser tal, sino una reposición de energía masa a cambio de emitir otra "degenerada" que escape como inframicro.
En resumen, la masa de un cuerpo cualquiera sería la suma de una infinidad de masas. No obstante, en conjunto tendrá un valor bien concreto, pues en condiciones normales dicha infinidad permanece sujeta a un mismo ámbito, el de los límites del cuerpo, que se mueve e interacciona como un todo.
De tal manera, a efectos de la energía como poder de interacción-penetración, la efectuación total de la misma vendría a ser, cuando el cuerpo se desintegrase totalmente y todas las partículas actuaran en la misma dirección y sentido. Supuestamente a velocidad luz. O sea:
La cantidad de movimiento = S mo c
mo = masa de elemento
equivalente luz
c = velocidad de la luz
Esta sería la cantidad de movimiento interna.
Pero la energía es el poder total. Esta cantidad de movimiento habrá de multiplicarse por la velocidad de la luz que sería la máxima a que, una vez desintegrado, podría moverse.
En conjunto la energía viene dada por los movimientos exteriores e interiores que potencialmente puedan efectuarse.
E=mc²
En el sentido inverso, la conversión de energía en materia será tanto más problemática cuanto las partículas sean muy masivas o muy poco masivas. Sería como construir una casa a base de paredes, muros, tejados, escaleras y que no se derrumbe, en lugar de poco a poco y bien fraguada a base de ladrillos. O que se pretenda emplear unos ladrillos tan pequeños que no nos sea posible su manejo.
Pero aun así, siempre es preciso vencer la entropía. Encontrar dichos ladrillos y agruparlos no es algo trivial. La materia existente ha necesitado mucho tiempo para su formación, debido a que el encuentro de las partículas y sus interacciones es tanto más difícil cuanto menor sea su abundancia y la densidad en el medio matriz de que se trate. Es, con las grandes aglomeraciones y la presión y agitación térmica consecuentes, cuando los elementos más simples pueden agruparse y quedar enrocados compartiendo su movimiento, de forma tal que pueden bajar un escalón en la entropía y comportarse como un todo único aun en un medio de densidades más bajas. Para ello necesitan de ese medio exterior que las reponga, impidiendo que puedan perder su singularidad para que su masa-energía no decaiga y se fragmenten.
Los elementos agrupados no están inmotos. El grupo se comporta como una familia confinada en su posesión, su espacio particular o campo de influencia, donde ejercen su poder. Lo que no impide que hagan sus excursiones fuera de la "burbuja" y vuelvan si las condiciones les son propicias. Pero lo mismo, pueden ser capturadas por el enemigo, que dijéramos, o que las condiciones les sean adversas y no le permitan el regreso. En este caso la familia queda desestructurada y su descomposición es inminente. O por el contrario, una partícula del exterior que le venga lanzada podría ser capaz de romper la fatídica estructura.
También el concepto de inercia, confundible con el de masa, admite una explicación menos dogmática que la habitual. Para vencer la inercia en el "vacío", en el medio cósmico de partículas micro, será como que el objeto en cuestión, quede rodeado por una barrera de finísimo material penetrante y dotado de todo el abanico de fuerzas. Vencer la inercia significa ordenar en cierto modo el desorden natural del cuerpo, pues el movimiento, digamos que torna sus vectores internos o los modifica en aras de ese cambio, y viceversa.
Pese a todo no es posible el móvil perpetuo y cualquier transformación nunca es total. Y aun cuando un planeta, pongamos por caso, es arrastrado en su traslación y giro por el campo magnético de su estrella, queda a su merced, cuyas condiciones, al fin y al cabo son las mismas.
Conclusiones
*Todo elemento material posee masa.
*La inercia es la oposición de los elementos de un cuerpo al cambio de dirección de sus vectores internos.
Atracción repulsión y carga
Considerando que sólo existen dos sentidos de orientación, eléctrico y magnético o ninguno, también existirán dos sentidos de giro o el aleatorio. El que una partícula posea uno u otro le viene dado por su génesis en el movimiento general de partículas debido al magnetismo y la simetría especular. El magnetismo es el movimiento de más largo alcance y está presente en cualquier sitio.
Unas partículas giran sobre sí a izquierdas y otras a derechas. Para otras la rotación es indiferente. Dicha rotación se relaciona con el sentido de movimiento magnético, convencionalmente, por la llamada regla del sacacorchos. No obstante, el giro concreto no es sino una probabilidad de orbitado, como una media de sus trayectorias, e igual ocurre con la orientación del eje de giro, que en realidad viene promediada de un amplio ángulo de precesión.
Una partícula que rote a izquierdas (sentido contrario a las agujas del reloj) se inserta en el sentido magnético hacia arriba, o norte, y por analogía con el electrón, se dice que el signo de su carga es negativo. Por el contrario, si la partícula rota a derechas (en el sentido de las agujas del reloj) se inserta en el sentido magnético hacia abajo o sur y su carga es positiva.
Partículas de giros contrarios se atraen (como dos vórtices), y partículas de igual giro se repelen. Y no es un convencionalismo, ocurre así realmente. Las sub-subpartículas que giran también se comportan como verdaderos vórtices, y sus velocidades no son cualquier cosa. Del orden de trillones de vueltas por segundo. Pero no hay que perder de vista que entran en juego los elementos secundarios, terciarios, cuaternarios. como integrantes de los distintos niveles de composición (posiblemente, todos ellos compartan parte de las orbitaciones).
Atracción Repulsión
Realmente, en el giro, la partícula contagia su movimiento a las micropartículas presentes en el medio, como el vórtice de un pequeño huracán, de tal forma que su radio de acción se extiende más allá de su límite físico. Tanto más lejos llegará su interacción cuanto mayor sea su velocidad angular y la abundancia en el entorno de micropartículas (pero no de partículas iguales o mayores, que les actuarán como barrera) de tal forma que su efecto en un punto alejado puede ser considerable e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia.
Podemos decir, que la carga de una partícula es su cantidad de subpartículas en movimiento, y más propiamente la de aquellas con efecto apreciable cara al exterior. Ello no significa que su número de elementos sea su cantidad de carga; primero, porque todos son a su vez una asociación de otros, y segundo, porque la carga también depende de la estructura, velocidad, y sentido de rotación resultante de sus subpartículas. La carga de cada una de ellas vendrá dada por la interacción con sus concernientes, y su resultado global será de positiva, negativa, o neutra, según se conjuguen. En realidad, el giro último obedece a un complicado engranaje y su combinación de rotaciones.
Interacción a distancia.
No haremos distinción entre carga eléctrica, magnética (cuyo movimiento difiere), ni de otro tipo, como la gravitatoria. Sólo consideraremos pequeñas estructuras, las unas englobadas en las otras, que se mueven en conjunción.
Decir que un tipo de carga es inherente a tales o cuales partículas, tiene sentido en cuanto que su interacción al respecto, con otras de función contraria, da como resultado la atracción recíproca y la conjunción de sus masas. Pero no hay más propiedades intrínsecas a la materia que no sean su estructura másica y el movimiento. Una masa cuantificada por su número de elementos y unas formas de moverse. En definitiva, la carga de cualquier signo sólo puede proceder de la forma de movimiento y de la "carga material" que lo realiza. Pero la carga material no es única sino suma de otras; y sus fracciones, como múltiples que son, también han de presentar en sí mismas los distintos tipos de carga, aunque haya singularidades, como la neutralidad, por ejemplo. La anulación parcial de cargas internas dará como resultado, que en cómputo global, la partícula, como un todo, presente una carga positiva, negativa o neutra; por no considerar todavía el magnetismo, que es un caso aparte.
Pensamos en la carga como en algo parecido al engranaje último que mueve la manecilla de un cronómetro y cuyo mecanismo se compone de engranes diversos en dimensiones y sentidos de giro, con velocidades propias. Así, preferimos hablar de carga, como el sentido último de movimiento rotacional de una partícula; de tal forma, que será dependiente de la masa neta de subpartículas que sean afines a dicho giro, y de su velocidad. Esta cualidad, al fin y al cabo, va en consonancia a su configuración genética antecedente, y en definitiva, del movimiento inercial de origen como resultado de la simetría.
En todo caso habrá de conservarse el momento rotacional y su energía masa en ausencia de interacción. Que para protón y electrón el valor de la carga sea el mismo y de signo contrario ya es otro cantar. Y seguramente que ello sea aproximativo. En todo caso la carga estará cuantificada según los valores de m·v², que no de m·c² necesariamente. La cantidad neta en masa-velocidad positiva "sobrante" al protón será igual a la del electrón, de forma, que se trata de un cuanto de ese valor en ambos pero de signo contrario. Esos cuantos, según múltiplos o submúltiplos de otros más pequeños, ligará a todos los órdenes de la materia.
Veamos la interacción simbólica de los tres quarks que forman un protón:
2 quarks up—uspin =1/2 carga= +2/3 masa =~4MeV/c² 1 quark dow— d spin = 1/2 carga = -1/3 masa =~8MeV/c²
En color verde aparecen los gluones y su posible composición de movimientos.
Los gluones son pseudopartículas mediadoras, formadas del propio material quark, que, como tales, no tienen masa propia (no existen de forma aislada), y sirven de enlace de giro en atracción o repulsión. De no ser por eso los dos quarks up se repelerían y por el contrario se unen fuertemente.
Esquematizado de un gluón como "engranaje" inversor de giro.
Sus propiedades de intermediarios en la unión se las confiere su identidad material promedia con la de los quark que une, de tal manera que las dos partículas mediadas son "como uña y carne".
Ensamblaje de un neutrón: dos quarks down y uno up. No se han considerado los gluones.
Abajo, forma global del protón.
En su interior, en torno al centro de masas común, orbitan los tres quarks. Hay giro resultante cara al exterior, como consecuencia del promedio de masas y velocidades y sus sentidos de rotación. Es positivo.
Un protón.
Posteriormente, ambos nucleones se unirán, formando el núcleo atómico, mediante piones, permitiendo, a la vez, que los quarks roten interiormente.
La unión de los dos nucleones para formar el núcleo, no anula la acción positiva del protón.
Debido a la diferencia de masas de los quarks en sus giros tanto en el protón como en el neutrón, el núcleo oscila o vibra constantemente. Sin embargo, como totalidad, está unido con una gran fuerza mediante un aglutinamiento seudo independiente. Los electrones atómicos se mueven en lanzadera atraídos y repelidos sin cesar por la carga en rotación, que pese a ser positiva en su conjunto viene apantallada cíclicamente por la parte negativa o neutra según la frecuencia de giro del núcleo. Debido a ello la velocidad de los electrones es variable a lo largo de sus órbitas.
En realidad los nucleones no son esféricos, sino achatados por los polos y algo deformes debido a las interacciones externas. En su asociación, las partículas ensambladas no sólo comparten el movimiento sino parte de las subpartículas, que bien pueden vagar por el interior, fraccionadas a su vez en sus componentes.
He aquí la representación simbólica de la unión nuclear:
Protón Neutrón
Enlace protón neutrón. En color verde el ensamblaje nuclear.
Figuración del enlace de gluones entre quark y con los nucleones.
Respecto a sus componentes, se precisa establecer un sentido de acción cara a sus interacciones, por ver de aclarar el comportamiento de cada uno. Se toma por ello el concepto de color para los quark, como una forma simplificada de entender su relación sin mucho conflicto. Hablar de color es, como cualificar la partícula por su número de elementos, sus dimensiones, su velocidad de rotación media y su sentido, todo al mismo tiempo.
El intercambio parcial de subelementos, cada dos partículas, supone el efecto de variabilidad debida a la masa relativa, y su número a igual volumen. El sentido de rotación dominante no es otro, que el que resulte de la media vectorial de los momentos angulares, y por tanto, también la velocidad de giro neta. Vendría a ser, como si se mezclan dos cantidades distintas de colorante, de diferente color y textura, en dos batidoras que se comunican, de velocidades distintas, y si acaso cada cual con su sentido de giro. Difícil será el cuantificado de la mezcla en movimiento, no así de su color. Hágase ahora para tres partículas o más y sus respectivos gluones. Algo complicado, como no sea por la coloración. Que en el ejemplo no sería blanca precisamente sino gris al no se tratarse de colores lumínicos.
Hablando de gluones, no es de extrañar sus cualidades pegamentosas, si se considera que las partículas conjuntadas, aún conservando su propia estructura, en la práctica actúan como un todo, incluyendo a sus gluones, que no son sino una parte de ellas que se especializa en servir de puente. Si los quarks son forzados al estiramiento, sus órbitas ceden cuasielásticamente, como lo que son, filas de elementos emparejados por su circunstancia interactiva, y que se comportan ahora como una partícula única y alargada, incluyendo el gluón. Las órbitas, que se comparten, se estiran en lo que da de sí su conformación esférica, oponiéndose cada vez más, en la medida que su largura se va agotando en el estiramiento, hasta que llegadas a un límite, la tracción exterior las rompe por el punto más débil, para encogerse de nuevo, y retranquearse mitad por mitad, a las dos configuraciones primitivas, cuya estructura aunque deformada sigue vigente: los quark. En el contratiempo, el gluón, por su parte, permanece aislado lo suficiente para que en el tensionado final, incorpore a su acerbo, subpartículas del exterior, con lo que cumple su vocación de elemento, para al cabo, escindida en una pareja de nuevos quark, conformarse en su labor de puente.
El magnetismo
Existen dos formas básicas del movimiento roto-traslacional, perpendiculares entre sí, consecuencia el uno del otro. Aparte queda el movimiento radial envolvente del que los dos anteriores participan.
En una partícula, el movimiento de giro con predominancia en un plano (paralelos ecuatoriales) confiere la propiedad eléctrica, o capacidad de interacción en dicho plano con otras de giros iguales o antagónicos. Ello no quiere decir que una partícula que se desplace en cualquier dirección no ejerza su poder eléctrico, porque, sencillamente, en sí misma ya está dotada de dicho giro en el desplazamiento.
Es el spín el que relaciona el sentido de giro y la extrusión polar.
La extrusión polar:
El vórtice originado por la rotación, dentro de la partícula, hace que los microelementos de su medio interior se reconcentren y presionen hasta ser abortados en la dirección polar. Previamente han ocurrido sus ionizaciones y el segregado electrónico.
Los ahora dipolos, son sustituidos por elementos del exterior, originándose un ciclo material, el flujo magnético, que se acepta como entrante por el sur y saliente por el norte. La ley del tornillo. Este decantado del giro a izquierdas hacia la salida de flujo, igual que el de derechas hacia su entrada, no tiene otro origen que la decantación originaria del orden de simetría para el universo dirigido.
El flujo magnético no es algo abstracto, ni una invisible fuerza inmaterial en rotación, sino una corriente de partículas, que en el caso elemental pertenecen a un orden muy pequeño, del tipo materia oscura. Otra hipótesis no sería razonable. Visto así, los "elementos magnetizables" han de extenderse a cualquier dimensión.
Por otra parte, una partícula cargada que se mueve en el medio micro desviará su trayectoria a izquierda o derecha según el sentido de giro. Ello se debe, independientemente del campo magnético, a la diferencia de presión a ambos lados en el avance por el sentido contrapuesto de giro. Aunque la acción sea muy pequeña, sobre todo en ambientes muy difusos, es suficiente para afirmar que las trayectorias serán curvas. Sólo si el avance se produjese en dirección polar no se daría tal desviación, pero ello en la práctica no ocurre debido a la presencia de campos magnéticos.
En la figura puede apreciarse la depresión en el sentido contrario de giro al desplazamiento y la sobrepresión en el opuesto (color rojo). La resultante (rosa) entre el movimiento propio de la partícula (azul) y el de desvío, da una idea de la curvatura en la trayectoria. Por supuesto, que en la realidad es mucho más pequeña de lo que aparece en la figura.
He aquí, esquematizados, el movimiento helicoidal de una partícula según la línea magnética y la interacción entre dipolos.
La interacción electromagnética tendrá una base física de contacto entre elementos, bien por ellos mismos o por los micro e inframicro propios o que estén presentes en el medio.
Luego se verá que cualquier partícula o estructura cargada (capacidad de vibración o rotación interactiva con otra u otras), puede generar la onda electromagnética.
Debido al campo magnético la trayectoria desviada de las cargas se hace helicoidal siguiendo el giro propio.
Los dipolos forman las líneas de campo, engarzados como cuentas de un collar. Tanto las partículas polarizadas como el propio electrón avanzan según las líneas magnéticas a igual velocidad. Ello es lógico si se considera que han de ir "enganchadas" unas en otras, por lo que todas se acoplan a una velocidad común.
Abajo se representa la interacción magnético-eléctrica, el choque elástico entre carga y dipolo:
Las ondas electromagnéticas
En general, una onda es una propagación cíclica de movimiento (oscilación) a través de un medio más o menos elástico.
Se trata en esencia de una vibración que se contagia de unos elementos a otros.
La onda electromagnética presenta la particularidad de que el movimiento o la vibración queda implícito en las propias partículas, de tal manera, que se hacen autónomas.
Cualquier partícula puede ser acelerada en su movimiento rotacional, con lo que su capacidad eléctrica y magnética puede incrementarse. Pero ello depende del medio y de la densidad de micropartículas que le sustentan ambas perturbaciones, eléctrica y magnética, salvo que en su movimiento vaya provista de una nube micro que le materialice sus propias líneas de campo. Pero ello plantea una cuestión: ¿Cómo una partícula única puede avanzar accionada por sus propios campos? Distinto sería si fuesen dos que avanzasen en rotación conjunta. Tal dualidad y su apoyo mutuo sí que lo harían, como lo hacemos nosotros, por ejemplo, alternando las dos piernas. Lo otro vendrá a ser tan poco efectivo como hacerlo a la pata coja. Cómo pueden alternarse los dos campos como no sea a través de un medio e inducidos de un elemento a otro. El fotón, neutro en su conjunto, habrá de componerse cuando menos de dos partículas de signos contrarios en rotación conjunta, o de dos subpartículas unidas por un gluón elástico.
No obstante existe la posibilidad de que el fotón no sea nada en concreto, sino tan variable como lo son los elementos que sufren la perturbación electromagnética. Nos explicamos: seguramente que el fotón, o partícula perturbada primera que sale de un centro emisor no será la misma que llegue a su destino, sino la última de una cadena cuyos componentes no serán necesariamente iguales. Cómo es posible que de un emisor de radio, por ejemplo, salgan la ingente cantidad de fotones necesaria para cubrir un espacio esférico a su alrededor tan inmenso. No hay más que sintonizar una onda en cualquier punto del alcance para comprobarlo. Si tal número de fotones partiesen de la antena emisora, que ya es difícil, su material no soportaría el calor. Y la acción de un número limitado de partículas no puede ser tan amplia, pues contradice las limitaciones de sus pequeñas fuerzas. Más que de fotón preferimos hablar de perturbación fotónica. Fijémonos, salvando las distancias claro, cómo nadie habla en serio, de un "sonón", o fonón, como partícula responsable de las ondas sonoras.
Pero, incluso, si una partícula fuese capaz de moverse por un impulso inicial millones y millones de kilómetros, es imposible que mantenga la misma energía hasta su destino (sí su información estructural). Seguramente irá reponiéndola a través del medio, de tal forma que a su llegada será la misma como estructura pero no en cuanto a su materia que habrá cambiado infinidad de veces.
Aparte, no se entiende, que el fotón, como único, pueda oscilar en su carrera de no haber un medio elástico que se lo procure, un medio material nos referimos, y no siempre lo habrá, o al menos en la contextura necesaria.
Supongamos que el fotón navegase impulsado por su propio magnetismo. Ya se vio con anterioridad que el sentido de avance habría de ser en el sentido magnético (según cierta tolerancia), pero, quieras que no, el sentido y dirección de spín se amoldará a los campos magnéticos exteriores, de tal manera que la propagación de onda no sería posible en cualquier dirección, lo que contradice su trayectoria más o menos rectilínea y en forma radial. La respuesta estaría en el medio de propagación y la aleatoria orientación de spín de sus componentes. Los campos eléctrico y magnético se inducirían en la micromateria, tan abundante, que es capaz de dirigirlos en el sentido de propagación (ver figura). No obstante, si se compusiese de energía, una infinidad de pequeñísimas partículas en movimiento, eso sí, con cierta bipolaridad interna, la acción sería equivalente.
C. magnético C. eléctrico La partícula en el medio
Si más que unitaria, fuese una partícula fotónica doble, tendrá más margen de oscilación por sí misma a distintas amplitudes. Una sola, por muy descompensada que sea en la distribución de su masa, o de su energía si se quiere, no logrará grandes resultados.
De cualquier forma, las diminutas masas-energía del llamado fotón, podrán tener muchos rangos de dimensión y su número será variable al igual que su velocidad, según el estatus, lo que no quita que su cuanto energético pueda ser constante. Se ha demostrado que la luz "envejece" y pierde vigor según el medio, y por consiguiente según la distancia, por lo que el proceso fotónico, como los demás, decae, y el binomio velocidad-frecuencia ha de ser interdependiente.
Generación fotónica.-
Observemos la figura siguiente. Se trata del avance de un reloj eléctrico por mecanismo de vaivén, por medio de un rodillo de tracción con dos perfiles contrapuestos.
En el esquema puede observarse con más precisión el desplazamiento de los dientes de engrane, que para mayor claridad hemos sustituido por círculos.
Nótese que a cada movimiento de subida o bajada del tándem de perfiles corresponde un único paso, y que el movimiento resultante no es continuo.
Si los perfiles se sustituyesen por un rosario de pequeñas esferas a la medida, el resultado sería equiparable. Y a efectos del movimiento, lo mismo daría que el engranaje fuera circular o lineal. Una corriente eléctrica oscilante se puede considerar como un rosario de partículas en movimiento. Su sentido de circulación es alternante, a una frecuencia determinada. Un oscilador, produciría, por un mecanismo análogo al de vaivén, el acelerado de las partículas fotónicas:
El fotón como doble partícula:
Polarización:
El decaimiento y la aniquilación
Las partículas decaen debido a las interacciones internas de sus componentes y por influencia del exterior, dando lugar a otras partículas derivadas y pérdida de energía. Dicha pérdida no es sino en forma de pequeñísimos elementos subcomponentes a altas velocidades. Se trataría en realidad de una pérdida de masa. Recordemos que toda energía, por muy infinitesimal que sea, es masa en movimiento.
Las formas de decaimiento son tan variadas como las partículas, y aun en una misma se pueden presentar varias modalidades. Por ejemplo, un neutrón decae convencionalmente a un protón, un electrón y un antineutrino, pero también puede hacerlo con la emisión extra de un fotón.
En el caso de la aniquilación siempre se trata de un decaimiento total a energía, aunque a partir de ésta puedan surgir otras estructuras, normalmente como "recuerdo" del sistema subyacente.
El caso típico de aniquilación es la del electrón-positrón, las dos variedades, material y antimaterial, de la misma partícula. Materia y antimateria constituyen la simetría global, de tal manera que son incompatibles en tanto que estructuras idénticas coincidentes pero opuestas. A la violencia del impacto aniquilador se une la de atracción total de todos sus elementos, y como resultado la destrucción de las estructuras. En este caso, la situación intermedia hasta la aniquilación recibe el nombre de positronio y es extremadamente breve. Cuando el encuentro se produce a velocidades próximas a la de la luz, el aniquilamiento sólo da lugar a energía. Una de sus formas es:
e? + e? ? D? + D? (mesón y antimesón)
O la más típica:
e? + e? ? ? + ?
Con el resultado de dos fotones de 0,511 Mev/c² de energía equivalentes a la masa total del proceso:
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