La multiplicidad macro
Es curioso constatar, que, en cuanto a elementos, no haya partículas más grandes a partir del átomo. Al menos en nuestro universo, la configuración macro no parece presentar las características de tales elementos constituyentes. Se dice que se han logrado detectar partículas formadas por cinco elementos, pero de duración muy efímera, lo que para el caso no significa mucho. Y a saber si la masa detectada en cuestión era realmente eso. Si que parece, como más favorable, el número impar en la composición de elementos. Ello es lógico, si se considera que interaccionan dos a dos, y de ser impares el elemento queda activo eléctricamente con más facilidad.
No debemos confundir los elementos base con las composiciones. Las estructuras químicas, los sistemas solares, las galaxias, las agrupaciones de galaxias… aun semejándose en sus movimientos a la conformación atómica, distan mucho de parecérseles, y es lo lógico.
Pareciese como si asistiéramos a la culminación de los tiempos. Que fuésemos la punta del vector de toda existencia. Pero claro, es que nuestras estructuras son atómicas. El átomo es la moda en el tiempo que nos toca. Pero por qué. ¿El ser sólo evoluciona de lo uno a lo múltiple para llegado un tiempo estancarse, o la evolución elemental no queda ahí? ¿Acaso para eso se precise de otra gran convulsión cósmica tipo big-bang? ¿Y ya puestos, por qué no puede darse una evolución hacia lo extenso, hacia lo ancho como en una repetición planar? Y si ambas ocurrieran, y esas formas se recombinan, o se enrocan conjuntamente. A saber. Pese a todo, de existir universos hermanos, ¿en ellos, lo macro y lo micro tendrían su frontera en un tiempo equivalente a nuestra evolución? Por poder, puede. Y también que existan cosmos cuya composición sea equiparable a nuestro micro y el homólogo del átomo no pase de ser una pequeñísima partícula. ¿Ocurrirá igual que en nuestro cosmos con respecto a sus elementos primarios y fundamentales? Sólo azarosamente. Mas, si muchos cosmos coexisten, el número de composiciones posibles sería inmenso, lo que indicaría, que habrá materia indetectable para todos los gustos, pero eso sí, no interfieren en la forma habitual de nuestro estatus cósmico.
De haber universos hermanos, parientes, o extraños, puede que haya microcosmos en nuestro macro o que ambos se engloben en un "supra". Como sea, alguna ligazón compartirán por la común procedencia o la de sus ancestros, que todos en un medio base compartido, portarán, quieras que no, una mínima genética de partículas antecedentes. Y vaya usted a saber si tales suprauniversos no gozarán de unas suprapartículas colosales. Tanto, que sus vacíos de intermateria nos engloben de sobra.
El origen del universo
Si la ley de la conservación de la energía es aplicable en cualquier tiempo y grado de evolución de un sistema, es harto improbable el advenimiento del cosmos a partir de un punto concentrado infinitamente. En una singularidad tal, la masa, (de la forma que se contemple) se concentraría sin límite, al tiempo que su densidad tendería al infinito. Pero su existir requerirá de una sucesión de sucesos, una movida, y algo que se mueve, algo ha de ser. Siendo prácticamente nada (por lo inmoto), qué difícil resultará que llegase a tanto. Si la masa disminuye la velocidad aumenta, de tal forma que tendería al infinito, y con ella la energía. Algo incongruente para un sistema no infinito, pues se supone cerrado, y cuyo final habría de ser la desintegración progresiva y eterna. Una chapuza. Distinto será, si el tal punto fuese de una masa discreta equivalente, fraccionada por la multiplicidad de elementos, más minúsculos, de forma progresiva hasta el infinito, pero cada cual por separado. No hay ley alguna que prohíba esta infinitud. Visto así, cada elemento tendría su "hipotético big-bang" desde mucho antes que el mayor adviniese, pero de forma muy distinta. Tampoco se entiende que allí sea el origen del tiempo. Un punto concentrado infinitamente, sólo puede significar un suceso de concentración tendente al infinito. Tal tendencia, sólo puede indicarnos, o que se trata de una progresión sin límite o un punto cero, nada. La primera opción requería de un tiempo, por muy infinitesimal que sea, o "inframicrorelativo", y si se quiere, descendente. La segunda sería absurda. Y no cabe eso de que en un punto singular las leyes físicas no se cumplen. Tal vez sean aplicables de manera singular, pero no puede haber contradicción entre el origen y su descendencia, como no sea en las formas. Aparte de que nadie ha podido experimentar de tan remoto fenómeno.
Según lo anterior, la supuesta explosión de partida, requeriría de otros argumentos. Los de un proceso de reconcentración previa, el que sea, más diversificado y masivo.
Una explosión espontánea total en un sistema cerrado, no es explicable, salvo que se diese una reconcentración previa de su masa hasta cierto umbral, como ocurre en los fenómenos estelares, por ejemplo. Y para ello no es necesaria una densidad infinita. Menos, si se entiende que sea inducida en la casi nada por la gravedad, en que, según creemos, participa un medio exterior. Y se ha supuesto que el sistema universo es único.
Más que un proceso limitado de esa índole, nos parece que tal preuniverso, entre todos los posibles, sea coetáneo a otros e inmersos todos en un medio cósmico total. Dicho medio total incluiría toda la existencia, y en su casuística aleatoria, las singularidades serán productos fortuitos, como una lotería, pero no ámbitos extraños a sus propias leyes. En este cosmos absoluto ocurrirán agrupaciones de elementos por interacción, y, en cuanto que agrupados, los choques contra ellos serán más frecuentes. A partir de ahí la masa se reconcentra y una cierta presión debida al medio, origina su gravedad incipiente. La presión gravitacional se hará más y más intensa a medida que la trasformación de la materia que se acrecienta se intensifica y con ella su demanda de flujo cósmico.
Si casualmente dos singularidades de tal concentración, ya "maduras", chocasen entre sí, sería el acabose. Y si por mil demonios fuesen varias a la vez, para que seguir. Menuda explosión.
Pero pudiera ocurrir que algunos de estos pre-cosmos a punto de caramelo, fuesen incendiados por otro. Claro que el tiempo de alcance sería larguísimo. No obstante, supongamos que las singularidades se encontraran a un tiro de piedra, como aquel que dice, y que el medio cósmico interuniversos fuese de muy baja densidad. La velocidad de las radiaciones sería muy alta, y tal vez el proceso tuviese lugar en un tiempo asumible de magnitud más casera.
Por fin, podríamos suponer un pre-universo, que evolucione a dos velocidades simultáneas; como de poseer dos tipos de materia de igual sustancia, aún no acoplables, pero coincidentes. Si debido a sus características, la más retrasada consigue incrementar su velocidad, o viceversa, llegará un momento en que ambas se igualen. Quieras que no, esas materias han de diferir aún. En su punto de encuentro, puede que les ocurra como a los componentes de esas reacciones químicas, que cuando sus cantidades relativas alcanzan un cierto umbral explosionan.
O la coincidencia de dos singularidades, una en expansión y otra contrayéndose.
¿Realmente, el fondo de microondas es originario de una explosión, o será la expresión universal de la materia-energía base, aquella energía oscura sólo detectable de esa forma como punta del gran iceberg? Cualquier partícula cargada y acelerada genera sus propios campos, eléctricos y magnéticos, variables: la génesis normal de la onda electromagnética. Por qué no en la frecuencia de microondas. El universo está plagado de partículas y estructuras materiales que interaccionan, incluso en lo que llamamos vacío. ¿Cuál no será la cantidad de materia distribuida en todo el Cosmos? ¿Sería extraño que el fondo de microondas se origine por un proceso así, y esté presente en todos los rincones del espacio en todo tiempo?
Volviendo con el tema de la inflación, si tras su advenimiento, apogeo y decadencia, nuestro cosmos comenzara a desintegrarse para ir muriendo lentamente en una agonía eterna, su fragmentación también iría a total, lo que aparentemente, y a fin de cuentas, sería, como volver al principio cuando la materia era increíblemente fragmentada, aunque eso si, en estado de plasma al parecer. Más parece como la pescadilla que se muerde la cola. Peor aún, el devenir de un universo incendiario a otro apagado. ¿Dónde queda la transformación materia-energía supuestamente reversible si sólo se realiza la de energía primordial a materia, por no decir a ceniza?
Otro será el cantar si los restos de uno sirven de alimento para otros en un reciclado más propio de la naturaleza.
Pero de admitirse un todo absoluto, incluso el universo acelerado no es más que una anécdota.
Imaginemos una bomba de fragmentación. Es lanzada, y se mantiene, hasta que llega el instante en que explosiona. Una multitud de fragmentos ardientes surge en forma radial, y el impulso los desplaza hasta el instante siguiente en que ellos mismos explotan y sus restos quedan esparcidos.
Las estrellas y demás astros son semejantes a esos fragmentos, salvo en la peculiaridad de que se asemejan, no al fragmento bomba sino a un cohete. Pero bien que pueden tener resultado de bomba. La estrella, como ninguna, emite tal cantidad de radiación que puede dar origen a astros menores a partir de los materiales que expulsa. No hablaremos aquí de cuásares, choques galácticos o energía oscura. Pero sin llegar a la explosión, esa ingente cantidad radiada no brota de un golpe, sino poco a poco. Va creciendo de forma gradual hasta el apogeo del astro para luego decaer. Y cuando una estrella muere otras nacientes ya la relevan. En definitiva, podemos considerar a la estrella como un inmenso cohete un tanto especial, pues sus múltiples toberas eyectan en todas direcciones. En apariencia, el efecto total queda anulado y no parece que se vaya a mover por esa causa. Sin embargo el total de radiación emitida en el universo, como un todo cerrado en su burbuja espacio tiempo, devendrá a una presión interna que tiende a inflacionarlo. Suponemos que nuestro cosmos aún es joven y dista mucho de llegar a su apogeo. Ello implica que la radiación es creciente y lo hará inflacionar de manera acelerada. Aunque la tal aceleración también obedecerá a otras causas. No es lo mismo la materia acumulada en un espacio relativamente pequeño, que en el de una galaxia, o que en los intergalácticos. La llamada energía oscura actuará como masiva en las "pequeñas" concentraciones, pero en las intergalácticas su radiación superará el efecto gravitacional, que es de menor cuantía, sobre todo teniendo en cuenta que en su "vacío", más somero, la radiación impera; de tal forma, que en los espacios muy extensos más actúa la presión hacia fuera que la depresión hacia adentro. No son necesarias sin embargo tantas explicaciones, desde punto y hora que el ser de la materia, el desarrollo móvil de las partículas, requiere de un espacio (el de su suceso), y dicho espacio, o vacío, lo requieren constantemente en su devenir. Otra cosa es, preguntarse, si esa difuminación es real, si se trata de reagrupamientos parcializados o resulta que todas las dimensiones crecen a la vez e incluso el número de elementos.
Pero aunque la densidad crítica sea menor que cero el universo acabará por desacelerarse. Digamos al respecto, que el estudio de la radiación debida a los fotones, indica, que la velocidad inflacionaria nunca ha sido mayor ni menor, y que el radio del universo se alarga proporcionalmente a la velocidad de la luz. Y si la velocidad de luz ha variado con el tiempo, los demás parámetros lo habrán hecho en igual medida, con lo que vendría a ser lo mismo (Velocidad de Recesión – Alfredo Bennun). Lo contrario significa que hay materia más rápida que la luz.
Consideremos el universo como una masa total de materia que se mueve aceleradamente. Su velocidad irá aumentando. Pero se mueve hacia algún sitio. A nosotros nos dará igual, que seguirá donde siempre, aunque (pensamos) inmerso siempre en el Todo. Llegará un momento, en que debido a la densidad cósmica absoluta, su velocidad ya no podrá incrementarse (eso suponiendo que el medio cósmico total no adolezca de la misma aceleración), y antes que refrenar, se verá represado ante la "barrera cósmica", como cualquier partícula que no sea lo suficientemente pequeña. Al igual que ella sus trayectorias se curvarán, si no hasta el enroque, si lo suficiente para que su energía de aceleración se trasforme en giro confinado a su espacio tiempo. En lo sucesivo bien podría expandirse a velocidad constante, hasta que, con el concurso del medio cósmico total, comenzara la consabida reconcentración. Que no parece muy factible. De no llegar a la implosión, tras un periodo casi estacionario volverá a parecidas configuraciones ya pasadas, pero distintas, pues la inversión del efecto entrópico no es cualquier cosa. El tiempo cambiaría de dirección, vaya usted a saber para donde. Pero ello ocurrirá, insistimos, si el medio básico total no fuese acelerado.
La inversión del tiempo, tal vez fuera posible si la evolución se desenvolviera en una especie de círculo, donde los sucesos decayesen de forma espontánea hasta volver al de partida, pero por un camino distinto. Pero una materia capaz de algo así, no se parecería mucho a la nuestra.
Sí sería posible, en cambio, una progresión en forma helicoidal, donde a cada vuelta los sucesos fueran homólogos pero de escala diferente. En un supuesto así, el tiempo tendría dos vectores, uno circular, a tornillo, y otro perpendicular de un extremo a otro. En su conjunción, dos sucesos homólogos, que no los mismos, serían coincidentes, y bastaría pasar de una vuelta a la contigua para viajar en el tiempo, ya que el cambio de escala debido a la variación consecuente en la densidad sería automático.
Por qué el tiempo habría de ser sólo lineal. A lo mejor también hubiera un tiempo planar, en que los sucesos se multiplicasen, como los átomos de una estructura. Las cosas se repetirían en una especie de ubicuidad y se viajaría en el tiempo sin restricciones de ida y vuelta.
Pero ya puestos, el tiempo del todo absoluto ¿que dirección tendrá?
Necesariamente un sistema aislado ha de tener su origen en otro sistema, ya sea cerrado o abierto. Pero si extrapolando se llega al Todo, también podría decirse que éste también necesitará de otro sistema. Pero en eso la cosa cambia, aquí topamos con los absolutos, los infinitos de todo signo; y de por sí el infinito es inagotable desde cualquier punto de vista. Como ocurre al tiempo con la eternidad. Por qué no.
De tal supuesto, podemos decir que el universo es relativo, y necesita reponer su materia-energía, pues no existe el móvil perpetuo, ni por su estructura ni por sus componentes. Como una nave que viajara hacia el infinito y no le es posible su reposición sino a partir del espacio que le antecede y dejando atrás sus desechos.
Diciembre 2008
Autor:
Fandila Soria
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