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El engranaje material

Enviado por Fandila Soria


Partes: 1, 2, 3
Monografía destacada

    1. Afianzamiento material y partícula
    2. Las fluctuaciones de masa
    3. La multiplicidad micro
    4. La interpretación másica de la gravedad
    5. Masa e inercia
    6. Atracción repulsión y carga
    7. El magnetismo
    8. Las ondas electromagnéticas
    9. El decaimiento y la aniquilación
    10. La multiplicidad macro
    11. El origen del universo

    Introducción

     

    El ser.

    El ser o la nada

    El ser y la nada.

    La nada

    He aquí la cuestión antecedente:

    Existencia o no existencia.

    El Ser o la Nada.

    Abstrayéndonos a un supuesto principio, podemos pensar en la existencia, como el Ser, así, absoluto, de igual forma que pensamos en la Nada, como eso, nada, la ausencia de todo, absoluta.

    Tal Ser sería único, como lo sería la Nada, pues no podemos concebir que la Nada se componga de otras nadas, que por definición, la nada es nada. Pero, a priori, ¿qué tendría de más o de menos la concepción de Ser que la de Nada? Nada. Ambos son un contrapunto. La una niega a la otra y viceversa.

    Pero en tales términos, una existencia así sólo es pensable como un todo. Es decir, llena. Lo que viene a significar otra nada. Una nada compacta. En ella no habría lugar a la vibración ni al tiempo. El no existir. Un absurdo. Ambos conceptos se oponen: el ser como el algo, la nada como su negación.

    Visto que no hay más posibles que existencia y no existencia, no hay un matiz objetivo que nos indique que la una sea más favorable que la otra, pues han de tener la misma probabilidad. ¿Por qué la realidad habría de decantarse hacia una o hacia otra?

    Pero el ser total y la nada total, no pueden ser coexistentes. Ambos al mismo tiempo, un absurdo.

    Sin embargo si se considera el ser como relativo, o sea, no total, y la nada como relativa, dentro de un todo, ambos pueden coexistir complementándose. El uno es lo que el otro le deja. No obstante los dos frente a frente, en cuanto que unos, no dejarían de ser nada, la una porque ya lo es, y el otro, porque, como único y sin relación, no podría ser. Sería inmoto.

    Sólo nos queda la posibilidad, de que el ser, el algo, esté compuesto de otros algo, y que la nada sea el resto, la suma de los entrealgos, o no algo. De esa manera las dos realidades pueden ser a un tiempo, justificadas la una por la otra como contrapunto: La Realidad. Pero La Realidad es lo que es, lo que acontece. Ni empieza ni acaba, se transforma. Ha de estar en movimiento.

    El existir se evidencia como contrario al no existir, y el ser concreto como contraposición a la nada concreta: la sustancia material frente al vacío.

    Así pues, la realidad queda conformada por la interrelación materia-vacío, como un tándem, y por aleatoria igualdad de probabilidades en su fraccionamiento, ambos se distribuyen amalgamados y en proporción inversa. Como si dijésemos, según una ley de conservación de La Realidad.

    No obstante, pese a la contradicción materia-vacío, en cuanto que relativos, entre ambos ha de haber una relación, valga la redundancia. El vacío, como tal ausencia de materia, más que como nada, es asumible como espacio. Entre materia y vacío sólo puede darse la intangible relación del borde. Donde uno acaba, el otro se inicia.

    Pero los elementos materiales, las partículas en sí, a fin de cuentas, sólo son vacíos singulares del algo. Como diminutos espacio-tiempos sin una delimitación nítida. Tal que pelotas sin otra cosa en su interior que su singularidad, ni más sustancia, que las intangibles fronteras, el borde esférico propio y el de sus componentes.

    Al vacío puro, por insustancial, no pueden atribuírsele propiedades materiales sino consecuencias de las acciones de la materia, y sólo en sus bordes. Por ejemplo, un vacío delimitado puede trasladarse. Lo que viene a ser como trasladar nada: un hueco, una ausencia. Tal acción no provoca en él transformación alguna, nada es al inicio, nada al final. No obstante, la vacuidad sí que interrelaciona a la materia en cuanto espacio, manteniéndole su conformación. Al vacío el movimiento no le es "cualificable", sino a la materia que lo delimita.

    La llamada radiación de vacío no tiene razón de ser sino en su linde con la materia donde ésta se expansiona, expandiendo el borde esférico común. Si el vacío radiara por sí, su supuesta radiación no interaccionaría con la materia. Su no ser es incongruente respecto al ser, y la no radiación no existente. Un doble absurdo. Otra cosa será que lo parezca, y que así sea considerada para los efectos, matemáticamente, pero sólo como abstracción.

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