Por esos motivos y debido a la facilidad relativa de administración y control de los sistemas uniformes, los sistemas policíclicos no han sido ampliamente practicados. En algunos casos en que se practican estos sistemas, como en los bosques de Mora de Trinidad (Bell, 1971), en las Filipinas, en Queensland, o en Malasia, la regeneración natural de especies valiosas existe abundantemente y con una distribución de tamaños más uniformes que en la mayoría de los bosques tropicales húmedos de otros países.
La densidad de masa de plántulas valiosas, en muchos casos, se reduce en vez de aumentar, a causa de las operaciones de cosecha y mejoramiento, pero puede quedar en cantidades adecuadas.
Schmidt (2003), plantea que en Sabah, se corrigió una antigua práctica de explotación maderera excesiva, mediante la aplicación del sistema uniforme malayo, modificado a 140 995 ha de bosques de dipterocarpáceas de montaña, que habían sido objeto de explotación. En 1978, se interrumpió el anillado con veneno, ya que la intensificación de la extracción había abierto los rodales en tal medida que seguir haciéndolo se consideraba contraproducente.
La eficacia en función de los costos de un tratamiento de ese tipo era incierta, y su aceptabilidad en el mercado estaba cambiando tan rápidamente, que el envenenamiento de los árboles no deseados se convirtió en una operación de valor dudoso (Chai y Udarbe, 1977).
Los referidos autores platean que el sistema silvícola desarrollado en Sarawak es uno de los que más se aplica actualmente, y con más éxito. Desde 1974 hasta 1980, el Departamento de Bosques contó con la asistencia de proyectos de la FAO para desarrollar y aplicar prácticas silvícolas en los bosques mixtos de dipterocarpáceas de las zonas montañosas (PNUD/FAO, 1982; Hutchinson, 1981, 1986).
El punto de partida conceptual y operativo de este sistema no es un bosque intacto, sino las superficies cada vez mayores de bosques objeto de un aprovechamiento selectivo de especies valiosas.
En ellas se efectúan aclareos de puesta en luz. Este concepto no es nuevo y tampoco exclusivamente tropical; es un tratamiento apropiado cuando un cultivo joven de árboles potencialmente de buena calidad está dominado por árboles más viejos y mucho menos deseables (Schmidt, 2003).
Si los árboles dominados responden vigorosa y rápidamente para formar un nuevo rodal de buena calidad, es posible una transformación silvícola rápida y poco costosa. (Smith, 1962).
Un principio básico del ecosistema forestal lo constituye el hecho de que, para amortizar el costo del tratamiento del bosque húmedo, la tasa máxima de incremento debe concentrarse en lo que acabarán siendo los árboles de aprovechamiento final. (Baur, 1964).
Filipinas tiene grandes superficies de bosques tropicales productivos, y desde hace tiempo funcionan instituciones forestales y sistemas de educación forestal. El criterio aplicado a la ordenación ha sido el que un aprovechamiento selectivo llevado a cabo debidamente permitirá el desarrollo de un rodal residual, y hacer una nueva tala con fines comerciales, pasados 30 a 45 años (PNUD/FAO, 1970).
Se ha desarrollado un sistema de inventario general y completo cuyo alcance y enfoque es bastante similar al de los Estados Unidos. Se seleccionan al azar parcelas permanentemente marcadas en superficies forestales, y se someten a medición periódica. Se efectúa un seguimiento de la regeneración, el crecimiento y el volumen, y fotografías aéreas son objeto de una evaluación a fondo para obtener datos (Nillson, Marsch y Singh, 1978).
En 1971, el Gobierno Peruano solicitó asistencia financiera al PNUD para un proyecto de demostración de ordenación forestal en el Parque Nacional "Alexánder von
Humboldt", en la cuenca del Amazonas. El proyecto funcionó de 1974 a 1978. Sus objetivos a largo plazo eran aumentar el rendimiento de los bosques nacionales mediante la demostración de técnicas de ordenación, mejoramiento, protección y aprovechamiento, y obtener los máximos beneficios sociales y económicos posibles, mediante el desarrollo de una industria maderera organizada. No tuvieron en cuenta la dimensión ambiental de la ordenación.
Los objetivos a corto plazo eran determinar la viabilidad técnica y económica de una industria de elaboración de la madera; estudiar la regeneración de especies comercialmente valiosas; formular un plan de ordenación del Parque Nacional "Humboldt"; llevar a cabo estudios de viabilidad, y capacitar a personal a todos los niveles (PNUD/FAO, 1979).
Entre 1965 y 1970, se ejecutó en Colombia un proyecto análogo en las sierras bajas de San Lucas, que es una zona de bosque tropical húmedo situada entre los ríos Magdalena y Cauca (Schmidt, 1987). En 1965 esta zona tenía una superficie de 1,2 millones de ha y en 1970, de 1 millón. Los inventarios realizados indican que había 114 m3.ha-1 de madera en pie y 33 m3.ha-1 de madera comercial.
Aunque solo estudios a largo plazo podrían servir de base para una acción silvícola efectiva en esos bosques, el personal del proyecto estaba convencido de que una corta racional produciría bosques secundarios de los que podría aprovecharse un volumen de madera comercial igual o mayor que en los bosques naturales. La espesura y la regeneración eran adecuadas, y el bosque había empezado, al menos, a desarrollarse satisfactoriamente después de algunas cortas de muestra. (PNUD/FAO, 1970). El lugar del proyecto se abandonó en 1970, por razones de seguridad.
Jonkers y Schmidt (1984) y Boxman et al. (1985) examinan las actividades silvícolas naturales en los bosques tropicales húmedos de Suriname. El 90 % de ese país sigue estando cubierto de bosques y las 9 000 ha de plantaciones de Pinus caribaea no han satisfecho las expectativas de producción económica de madera. Se observó que, mientras la tala y la extracción se llevaban a cabo sin un plan previo, la planificación racional de caminos de arrastre y técnicas de corta reducía los daños causados en los árboles restantes y los costos de extracción.
El envenenamiento de árboles comerciales de más de 20 cm de diámetro a la altura del pecho (dap) y la corta de lianas aumentaban el incremento anual del dap, desde 0,4 hasta 1 cm. El refino de 200 ha requería 2,8 días-hombre.ha-1 y 17 litros de hidrocarburo. Los estudios realizados indican que este tratamiento entrañaría una producción de 40 m3.ha-1 de madera aprovechable en 20 años y 13,5 árboles.ha-1 comerciales.
El trabajo experimental en Suriname ha estado bien concebido en el sentido de que se ha llevado a cabo en una escala bastante grande en cooperación con la industria forestal (Schmidt, 2003). La conclusión básica, ya obtenida en muchos países, es que los problemas silvícolas pueden resolverse. Es importante observar que el Servicio de Bosques de Suriname no supervisa ningún predio forestal y solo tiene una influencia mínima en las concesiones forestales (Whitmore, 2005).
Costa Rica se enfrentará con la posible pérdida, en este siglo XXI, de todos los bosques productivos, legal y físicamente accesibles. En un proyecto PNUD/FAO, que finalizó el año 1985 se delimitó una zona de estudio de 14 000 ha, que contiene 8 000 ha de bosques naturales, donde se instaló una serrería con una capacidad de 5 000 m3.ha-1. En una zona experimental de 70 ha en la que se hicieron inventarios antes y después de la extracción, de 10 a 12 ha, se produjeron 828 m3 de 34 especies en 1985, antes de que las lluvias obligaran a interrumpir las operaciones.
El Método de Selección de Ghana (llamado sistema selectivo, por Nwoboshi, 1976) incluye operaciones culturales destinadas a aumentar la tasa de crecimiento y la supervivencia de ejemplares jóvenes de especies valiosas de más de 10 cm de diámetro, ya existentes en el momento de la cosecha.
Britwum (1976) indica que la alteración de la cubierta de vuelo provoca algo más de regeneración. La abundancia y la composición de las especies de plantarlas regeneradas no pueden ser controladas con exactitud, si bien pueden preverse dentro de ciertos límites amplios y generales. El ritmo de crecimiento y la densidad de masa tienden a ser menores después de una ligera alteración de la cubierta de vuelo, que después de operaciones más drásticas que tienen lugar en los sistemas uniformes, la regeneración en ambos casos tiende a incluir una mayoría de especies que no toleran la sombra.
La influencia de la vegetación forestal en los trópicos húmedos sobre los recursos de suelos y aguas puede variar mucho con la estructura del bosque y con el grado de alteración producido durante la extracción y la regeneración. Por este motivo, el método de regeneración debe tener en cuenta la necesidad de proteger la estabilidad del sistema en áreas donde las alteraciones pueden provocar una acelerada erosión del suelo, cambios desfavorables en las corrientes de agua o en la pérdida de la fertilidad del suelo.
Los mayores peligros residen en la pérdida de la capa arable del suelo, en la sedimentación de las corrientes, canales y estanques de agua, en la mayor magnitud de las inundaciones, en la reducción de la disponibilidad de agua durante sus bajas y en la pérdida de elementos nutritivos del suelo producidos por una lixiviación acelerada y por la alteración cíclica de los elementos nutritivos del suelo. Si bien, se ha realizado muy poco trabajo experimental para medir estos cambios, hay suficiente evidencia de que los efectos del aclareo forestal pueden ser seriamente destructivos para los recursos hídricos de un país (Daniel y Kulasingam, 1975).
Las extracciones alteran inevitablemente la estructura forestal y conducen a serios desórdenes locales del suelo, si bien el cuidadoso emplazamiento de caminos y senderos puede reducir el daño (Gilmour, 1971). Si bien las plantaciones pueden más tarde recuperar una gran parte de la estabilidad del bosque húmedo original con respecto a los ciclos nutritivos, el tipo de cubierta de vuelo forestal puede ser muy diferente, especialmente si es para una producción de latifoliadas y de una sola especie.
Siempre que los recursos de suelos y aguas sean vulnerables a los cambios de la estructura forestal, puede preferirse la retención de una efectiva cubierta siempreverde aprovechándose la regeneración natural o los métodos de enriquecimiento.
El aclareo de los bosques para la agricultura ha tenido un importante efecto sobre la presencia y la estructura de los bosques tropicales húmedos en todos los trópicos y por un largo periodo de tiempo. Los suelos más fértiles, capaces de producir cosechas arables continuas, se convirtieron en la base del asentamiento de comunidades y, en general, han sido los suelos más pobres los que se han dejado más tiempo como bosque, puesto que no han permitido el desarrollo de un sistema agrícola estable (Van Baren, 1974; Fraser, 1976).
La influencia de la vegetación forestal en los trópicos húmedos sobre los recursos de suelos y aguas puede variar mucho con la estructura del bosque y con el grado de alteración producido durante la extracción y la regeneración. Por este motivo, el método de regeneración debe tener en cuenta la necesidad de proteger la estabilidad del sistema en áreas donde las alteraciones pueden provocar una acelerada erosión del suelo, cambios desfavorables en las corrientes de agua o en la pérdida de la fertilidad del suelo.
Los mayores peligros residen en la pérdida de la capa arable del suelo, en la sedimentación de las corrientes, canales y estanques de agua, en la mayor magnitud de las inundaciones, en la reducción de la disponibilidad de agua durante sus bajas y en la pérdida de elementos nutritivos del suelo producidos por una lixiviación acelerada y por la alteración cíclica de los elementos nutritivos del suelo. Si bien, se ha realizado muy poco trabajo experimental para medir estos cambios, hay suficiente evidencia de que los efectos del aclareo forestal pueden ser seriamente destructivos para los recursos hídricos de un país (Daniel y Kulasingam, 1975).
Las extracciones alteran inevitablemente la estructura forestal y conducen a serios desórdenes locales del suelo, si bien el cuidadoso emplazamiento de caminos y senderos puede reducir el daño (Gilmour, 1971). El grado de erosión del suelo y de reducción de la infiltración del agua depende no solamente de la pendiente, de la estructura del suelo, de la profundidad del suelo y de la intensidad de las lluvias, sino también del tamaño de la zona afectada y del tiempo que se tarda para restablecer una cubierta vegetal.
Siempre que los recursos tales como los suelos y las aguas sean vulnerables a los cambios de la estructura forestal, puede preferirse la retención de una efectiva cubierta siempreverde, aprovechándose la regeneración natural o los métodos de enriquecimiento. Si el objetivo principal es retener una eficiente cubierta forestal en la mayor parte de las áreas de bosques tropicales, esto puede obtenerse más simplemente con regeneración natural, sin que esta sea ayudada.
En las circunstancias descritas y de acuerdo con los conocimientos actuales, la aplicación de un sistema de regeneración natural no es suficientemente productivo (Lowe, 1976a). Es, por lo tanto necesario intervenir al máximo, por medio de enriquecimiento, conversiones y hasta plantaciones.
En Brasil, en 1978, el Gobierno y el Departamento de Montes de la FAO iniciaron un proyecto experimental en gran escala y a largo plazo, para la ordenación del Bosque
Nacional de Tapajós, en la cuenca amazónica para usos múltiples. Entre otros, la producción de madera mediante la aplicación de sistemas de silvicultura natural (PNUD/FAO, 1983). El proyecto estuvo precedido de una serie de inventarios y tratamientos experimentales llevados a cabo por el Gobierno brasileño en cooperación con la FAO, en los decenios de 1950 y 1960.
En 1976, una misión de evaluación determinó que las operaciones comerciales podrían iniciarse en 1978. El estudio previo de viabilidad, que incluía un análisis de sensibilidad, había indicado que una tasa interna de rendimiento del 53 %, podía mantenerse en un 20 %, aun cuando aumentaran mucho los costos y bajaran mucho los precios. Se preparó un plan completo de ordenación en el que se tuvieron muy en cuenta las recomendaciones de silvicultores y especialistas en utilización. (Schmidt, 1987).
Del inventario forestal realizado en 1978, se desprendió que el bosque contenía 54 m3 de rollizos por ha en fustes de más de 45 cm de diámetro a la altura del pecho. Las 28 especies de árboles comercialmente valiosas representaban 36 m3 de aquella cantidad. La extracción realizada con fines experimentales en 64 ha, en 1979, representó un volumen total de 72 m3 de rollizos por ha, de los cuales 64 m3 eran comerciales. El volumen bruto de todos los árboles con más de 55 cm de dap era de 132 m3.ha-1 (PNUD/FAO, 1980, 1983).
El informe final del proyecto (PNUD/FAO, 1983) presenta el estudio amplio e intensivo en el que participaron 15 especialistas internacionales y 30 científicos brasileños; los resultados indicaban que sería técnicamente posible y económicamente viable establecer industrias forestales en determinadas zonas del Amazonas, análogas al Bosque Nacional de Tapajós, al mismo tiempo que se mantenía una cubierta forestal permanente.
Los estudios referidos tenían importantes componentes operacionales. Una consulta de evaluación informó que en 1980, se extrajeron 27 000 m3, 25 000 m3 en 1981 y 17 000 m3 en 1982 (PNUD/FAO, 1983). La misión de evaluación PNUD/FAO, de 1982, tomó nota del optimismo y las posibilidades empresariales existentes, pero observó que no se
había iniciado ninguna actividad verdadera de ordenación forestal. Indicó que, para elaborar la materia prima procedente de Tapajós, era esencial controlar la compra externa de trozas (PNUD/FAO, 1982).
Salleh y Baharudin (1985) plantean que se han desarrollado en Malasia peninsular el denominado Sistema de ordenación selectiva (SOS). En este sistema se contemplan opciones flexibles de ordenación basadas en la realización de un inventario antes de la tala a fin de determinar los diámetros máximos y hacer una selección de las especies que deben aprovecharse. La corta de trepadoras antes de la tala y la determinación de la dirección que esta debe seguir permiten reducir al mínimo los daños en los rodales residuales. El elemento clave del tratamiento posterior a la tala queda sin definir.
Según Hutchinson (2005), los amplios rompimientos en la cubierta de copas son favorables a las especies de luz; aberturas más pequeñas permiten el desarrollo de especies oportunistas, mientras que las especies que toleran la sombra se desarrollarán bien cuando la alteración de la cubierta de copas sea mínima, como en el enclave del apeo de árboles del piso dominante.
Schmidt (2003), plantea que de 1975 a 1981 el proyecto conjunto Filipinas- Alemania, de cortas por entresaca, desarrolló métodos para un tratamiento posterior a la extracción. Básicamente consistía en una selección de los árboles que reunían mayor potencial de aprovechamiento (Leslie, 1985). Estos trabajos coinciden con los llevados a cabo en Sarawak.
Según Schmidt (2003), en Malasia se observó, que cuando se talaban árboles maderables, se regeneraban especies comerciales o se desarrollaba rápidamente la regeneración existente. Esto no ocurría siempre, pero lo hacía en circunstancias suficientemente diferentes para que fuera alentador.
Aunque pocos estudios sobre bosques tropicales fuera de Malasia han confirmado claramente la referida conclusión (Leslie, 1985), hay pocas razones para pensar que no ocurra lo mismo en otras zonas, cuando la explotación sea apropiada, y parecería que la posesión de conocimientos silvícolas es suficiente para iniciar las operaciones de ordenación en muchos bosques tropicales. Esta transformación se logra mediante la corta y saca de árboles seleccionados de regeneración natural de diversas edades, unido al envenenamiento sistemático de las especies no deseadas (Wyatt-Smith, 2003).
"En Cuba, producto de la distribución parcial o total de la vegetación, resulta sumamente difícil establecer un límite definido entre la vegetación primaria y secundaria". (Ricardo, 1990).
La deforestación y la degradación forestal son de los problemas medioambientales y socioeconómicos más serios en el mundo de hoy. Debido al proceso de deforestación existen aproximadamente más de 20 millones de hectáreas de pérdidas forestales todos los años, pero tales estadísticas ignoran que en adición a esto, áreas considerables son degradadas cada año. (Aksornkoae et al., 2002).
Adrian Sommer (2000), planteó que la elección de los métodos de regeneración tiene una influencia importante, no solo sobre el tipo de bosque obtenido y su productividad, sino también sobre la forma en que se utilizan, para conseguir los objetivos, los recursos nacionales de la tierra, la vegetación forestal, las personas y las finanzas.
Cuando los recursos son muy limitados, puede existir una fuerte presión social y política para que se utilicen de modo que sean evidentemente rentables a corto plazo, es decir, si se comparan con un período de rotación para madera de construcción. Esta presión tiene un efecto importante, y a veces decisivo, sobre la elección del método de regeneración.
Este mismo autor define que cuanto mayor es la superficie de tierra disponible para la producción forestal, tanto menor es la presión para el uso intensivo de la misma. Sin embargo, cuando el mercado exige un alto rendimiento de madera en áreas limitadas, o cuando otras formas de uso de la tierra compiten fuertemente con la tierra forestal, los sistemas de regeneración natural resultan desventajosos con respecto a los intensivos, especialmente con las plantaciones de conversión y agrosilviculturales.
La agrosilvicultura, como señaló Lowe (2005), ayuda no solamente a amortizar los costos para el establecimiento y el cultivo arbóreo, sino también a obtener una rentabilidad financiera mayor que la de la agricultura arable o la de la producción forestal, tomadas aisladamente. Sin embargo, también indica los problemas que surgen de aplicar dicho sistema y los peligros si no existe un control adecuado sobre el sistema empleado.
Los sistemas intensivos evitan algunos de los problemas pero crean otros; sí implican repetidas operaciones culturales y tienden a posteriores aclareos, podas y protección contra plagas, fuegos y otros daños. Cuanto más intensivo es el sistema y más elevada la inversión inicial, tantos mayores son las pérdidas potenciales debidas a fallas en el control y en la supervisión. Sin embargo, hay en general una mejor comprensión de las técnicas seguidas en la ordenación de bosques regenerados artificialmente, especialmente rodales plantados densamente, que en las de la ordenación de bosques tropicales húmedos regenerados naturalmente.
Partiendo del supuesto que la investigación continua puede ampliar los conocimientos y comprensión sobre la dinámica del sistema natural, y que los programas educativos y de capacitación proporcionarán más personal calificado para las futuras necesidades de ordenación, puede ser preferible concentrar los recursos disponibles en la actualidad en la regeneración intensiva sobre una superficie relativamente limitada de bosques, siempre que no aumente el peligro de que otras zonas dejen de ser reservas forestales por una aparente falta de administración.
Según Schmidt plantea que desde 1974 hasta 1980, se extrajeron en Sarawak, de 5 a 15 árboles por hectárea, lo cual representaba un volumen de 10-50 m3, en comparación con volúmenes comerciales totales de 150 a 250 m3. A estos niveles de extracción, en el 60 % de las zonas objeto de aprovechamiento en Sarawak quedó un bosque residual, intacto en un 20 % y afectado en alguna forma por la extracción en un 40 %. Se realizó una corta de piso dominante y un aclareo de puesta en luz. La primera es barata, pero la tasa de incremento del diámetro dap es, en consecuencia, reducida.
La característica del aclareo de puesta en luz es que abre claros en torno a los árboles seleccionados individualmente para un potencial aprovechamiento final. Por lo tanto, se envenenan árboles en parcelas localizadas del bosque, y su número es inversamente proporcional al dap mínimo establecido para la selección de los árboles que serán objeto de aprovechamiento final (Hutchinson, 1986). Wadsworth (2005) ya había descrito detalladamente el funcionamiento del sistema.
El principio esencial es que en los rodales no se apean de manera sistemática los árboles por especies y tamaño. Hay reglas muy sencillas, básicamente tablas de distancias con algunas modificaciones concretes. Para el anillado con veneno de los árboles que se considera que compiten directamente con los que serán objeto de aprovechamiento. De esta forma se conserva el bosque, tanto desde el punto de vista ecológico como económico.
I.2.3.- Diversidad biológica de los ecosistemas forestales
Los bosques son un rico repositorio del patrimonio genético del planeta. Los bosques tropicales contienen más del 50 % de todas las especies de plantas y animales, en un seis % de la superficie terrestre (Poore y Sayer, 2001). La diversidad de especies aparentemente disminuye al aumentar la latitud. Así como los bosques tropicales se componen de centenares de especies, hay grandes extensiones de bosques boreales en que domina una sola especie.
La diversidad de las especies y la diversidad ecológica están estrechamente relacionadas, y para mantener abiertas todas las posibilidades futuras, es preciso mantener esa diversidad. En las deliberaciones en curso para llegar a un convenio internacional sobre biodiversidad se toma en cuenta la preservación de una red de ecosistemas representativos y únicos a los niveles nacional, regional y mundial, así como la creación de bancos de semillas y de genes.
Whitmore (2005) planteó: "Conservar el hábitat adecuado es el aforismo básico. Si se sigue este simple plan, la futura existencia de animales y plantas de los bosques húmedos está asegurada, y éstos continuarán contribuyendo a mantener y enriquecer la vida del hombre. El hábitat se preserva si muestras representativas y suficientes de bosque húmedo tropical virgen se dedican a parques nacionales, inviolables a perpetuidad.
"Tales parques nacionales son las áreas forestales en las cuales se retendrán adecuadas poblaciones para mantener la total diversidad genética de las especies de animales y plantas, especialmente las que se dan a muy baja densidad, como el calao, el tapir y el tigre, o tienen extensos territorios, como el ganado salvaje de la India y el elefante…".
Criterios parciales similares rodean la «diversidad» del bosque tropical húmedo y la relación entre esta y su estabilidad. Algunas clases de estos bosques, ciertamente tienen tanta diversidad como cualquier comunidad en el mundo (Poore, 1968). Esta diversidad les confiere estabilidad en relación con aquellas clases de cambios naturales del medio ambiente en el cual han evolucionado (cambios climáticos pequeños y graduales, procesos geomorfológicos, etc.), y parece que les proporciona mecanismos de protección contra plagas o enfermedades de proporciones epidémicas.
Sin embargo, esta protección no evolucionó en respuesta a la destrucción por el hombre, y la diversidad del bosque, lejos de dar estabilidad ante estas nuevas amenazas, hace al bosque tropical excepcionalmente frágil y vulnerable (Gómez- Pompa, Vázquez-Yanes y Guevara, 1972).
Schmidt (2003) plantea que los criterios para determinar cuándo un árbol es comercialmente valioso cambian constantemente. La tendencia general en las zonas tropicales es a «descubrir» un número cada vez mayor de especies valiosas económicamente. Sin embargo, en menor frecuencia se han realizado estudios sobre otros valores relativos del bosque, que hubieran traído como consecuencia un número cada vez mayor de especies que requieren ser sometidas al proceso de ordenación forestal sostenible.
Así pues, sólo deberá eliminarse un árbol si compite directamente con otro más valioso. Aunque existen divergencias respecto a qué es un rodal residual bien poblado, ello no debe ser un impedimento para la ejecución de programas de ordenación (Salleh y Baharudin, 1985).
El incremento medio del dap en los bosques tropicales naturales depende de muchos factores, pero muy pocas veces es superior a 1 cm por año, y frecuentemente menos. Por consiguiente, si los árboles de aprovechamiento final tuvieran 10 cm de dap como promedio, tal vez habría que esperar un mínimo de 40 años para su madurez. Si pudieran obtenerse árboles más gruesos, la explotación podría tener lugar cada 25 ó 30 años.
Según Schmidt (2003), plantea que la complejidad y variabilidad de la dinámica ecológica y la composición por especies de los bosques tropicales significa una cosa para la silvicultura: una flexibilidad basada en el sentido común que se obtiene de la experiencia de campo.
Hutchinson (2005) sugiere que se examinen las plántulas y los brinzales existentes antes y después del aprovechamiento, el impacto de éste en el bosque, especialmente los daños causados a los árboles supervivientes, y la provisión de espacio libre para la regeneración. Los resultados del examen indicarán las posibilidades existentes para un cultivo futuro y un tratamiento silvícola apropiados.
En su concepción moderna, la conservación de un recurso biótico implica su protección y su explotación racional (IUCN, 1978), basados ambos aspectos en el conocimiento de la ecología de las especies a conservar (Heywood y Watson, 1995).
El uso sostenible de recursos naturales faunísticos, se logra extrayendo solo una cantidad de individuos menor que la tasa de incremento de la población (sostenibilidad demográfica), y manteniendo sus hábitats naturales (sostenibilidad ecológica) (Prexottallen y Prexottallen, 1996).
Al depender la definición de árboles fuera del bosque, de lo que se entienda por bosque y otras tierras boscosas, cada definición condicionará el cálculo del número de los que existen en una región. La medida en que varían los resultados, según las diversas definiciones, depende de factores como la disposición espacial de los árboles y las parcelas forestales (Kleinn, 2001).
Un inventario experimental sobre 200 000 ha indicó una gran heterogeneidad de la composición de la flora, pero una homogeneidad bastante grande del volumen efectivamente comercializado. Aunque el inventario compendia 300 especies arbóreas, 28 de ellas constituían el 70 % del total. Las tres cuartas partes del volumen comercializado pertenecía a 21 especies, y la regeneración de 15 de ellas comprendía el 85 % de los árboles (Schmidt, 2003).
El volumen efectivamente comercializado ascendió de 15 a 30 m3.ha-1 durante el proyecto, ya que adquirieron valor comercial 20 nuevas especies. Del análisis económico se desprendía que se necesitó una inversión total de 26 millones de dólares para la ejecución del proyecto; la tasa interna de rendimiento se calculó en un 12-17 % y el flujo de fondos fue siempre positivo. Un plan general de ordenación destinaba diferentes zonas para la agrosilvicultura, plantaciones, bosque natural productivo y bosque de protección.
Según el último autor referido, desde el punto de vista silvícola, el bosque de producción se sometería a un turno de 60 años con un ciclo de corta de 30. Al terminar el proyecto se perdió impulso y las actividades de ordenación no se llevaron a cabo con arreglo a lo previsto. Esto demuestra que la ordenación debe ser un instrumento imprescindible en la planificación forestal. Su carácter dinámico no permite descuidar las interdependencias que existen entre los valores ambientales, económicos y sociales cualquiera que sea el ecosistema forestal.
Para la silvicultura tropical, es fundamental el método de inventario que se hace especie por especie, para conocer exactamente la composición específica y la estructura dendrométrica y dasométrica de cada comunidad forestal muestreada (Lamprecht, 2000).
Desde 1992, fecha en la que numerosos países suscribieron el programa ambiental Estrategia de biodiversidad mundial en Río de Janeiro, las políticas nacionales e internacionales de conservación de la naturaleza se esfuerzan por promover la biodiversidad, en particular en el contexto forestal. De hecho, la biodiversidad, que puede definirse como la diversidad del mundo vivo, se manifiesta en varios niveles: genes intraespecíficos (diversidad genética), especies (diversidad interespecífica) y ecosistemas (diversidad ecológica) (Levêque, 2004).
En sentido amplio, la biodiversidad abarca una serie de nociones diferentes como la diversidad específica, la raridad, el carácter natural, la fragilidad, que sugieren medidas de protección que han de integrarse en la gestión forestal propiamente dicha. La diversidad específica, indicador más usual de la diversidad biológica, no puede por sí sola justificar una acción de protección, ya que será evidentemente muy variable en función de la geografía forestal (por ejemplo bosque boreal, bosque templado, bosque tropical húmedo).
Dado que la definición del concepto mismo de diversidad biológica y de su campo de aplicación, es poco clara y es objeto de múltiples interpretaciones, la manera de medir la biodiversidad sigue siendo también una cuestión abierta. No obstante, son necesarias informaciones representativas y fiables sobre el estado y la evolución o la dinámica de la diversidad biológica forestal con miras a la gestión sostenible, lo que añade nuevas perspectivas a los inventarios forestales y, según las escalas en que se opere, a las metodologías aplicables.
Pero precisamente, si no se conocen las variables y las informaciones que deberían recopilarse, aparte del hecho de que se refieren en general a los espacios y el entorno, es oportuno estudiar la pertinencia misma de inventarios forestales en el dominio de la biodiversidad.
La conservación y utilización sostenible de los recursos genéticos forestales favorece el desarrollo local y nacional al contribuir a la seguridad alimentaria, la mitigación de la pobreza, la conservación del medio ambiente, el progreso económico y social y el mantenimiento de los valores culturales y espirituales. (FAO, 1997).
Los bosques son el hábitat terrestre que acoge a las especies más diversas. En los bosques húmedos tropicales se encuentran entre el 50 y el 90 % de las especies terrestres del mundo (WRI, 1999; FAO, 1999). Los recursos genéticos de los bosques proporcionan materia prima para el mejoramiento de los cultivos alimentarios y comerciales, el ganado y los productos medicinales.
La diversidad genética de las especies vegetales y animales puede ser beneficiosa para los productores, en particular en zonas de producción marginal, como seguro contra los riesgos de la producción (Brush y Meng, 2004).
La conservación de los recursos genéticos podría producir importantes beneficios actualmente desconocidos; por ejemplo, en nuevos tratamientos médicos o resistencia a futuras amenazas de enfermedades.
La causa más frecuentemente citada de erosión genética es la destrucción o degradación de bosques de todo tipo (FAO, 1996b). Muchas de estas pérdidas son irreversibles, tales como la extinción de especies.
No se conoce completamente la implicación de la pérdida o del deterioro de los bosques tropicales para la humanidad y para otras formas de vida. Lo que se sabe, no obstante, es que la pérdida de los recursos forestales puede hacer que mengüe la capacidad de las poblaciones dependientes de los bosques para generar ingresos y producir alimentos, que se acentúe la erosión del suelo y el agotamiento de los cursos fluviales; que se pierdan especies y sufra pérdidas la diversidad genética y que aumenten las emisiones de carbono que contribuyen al calentamiento mundial. (Kaimowitz, Byron y Sunderlin, 1998).
Adrian Sommer (2000), planteó que toda operación destinada a explotar y regenerar el bosque tendrá alguna repercusión en los recursos genéticos, tanto de la flora como de la fauna. Las especies forestales que representan los principales componentes de un bosque de clímax no se regeneran en forma satisfactoria después de las extracciones y no son rápidamente cultivables, por lo que se sabe actualmente, estando evidentemente expuestas al peligro de reducirse, o aun de extinguirse, según sean el grado y la amplitud de la interferencia.
El conocimiento actual y fragmentario de la ecología y la genética de las especies latifoliadas tropicales en los bosques tropicales húmedos pone en evidencia la interdependencia de la flora y la fauna, y la necesidad de conservar muestras representativas de los principales tipos forestales, tales como las «estrictas reservas naturales» o «reservas de selva virgen».
No se conoce cuál es el tamaño mínimo efectivo de tales áreas para funcionar como bancos genéticos para una conservación a largo plazo, y los objetivos prácticos del desarrollo pueden imponer una severa restricción sobre tales reservas, o aun suprimirlas, a menos que queden protegidas por bosques ordenados a su alrededor.
En zonas con tales condiciones de protección, un sistema de regeneración natural, posiblemente reforzado con cierto enriquecimiento, tendría seguramente grandes ventajas para hacer más efectiva la reserva central y, al mismo tiempo, extender el área de protección a muchas de las especies. Recíprocamente, los sistemas más intensivos, como plantaciones de conversión y agrosilviculturales, reducen mucho la diversidad genética, quizás favoreciendo las especies exóticas.
I.2.4.- Participación ciudadana en la ordenación y manejo de los ecosistemas forestales
Los estudios sobre las pequeñas empresas demuestran que las actividades relacionadas con los productos forestales son una de las tres principales fuentes de empleo en la manufactura y comercialización en las zonas rurales (Fisseha, 1987).
Es difícil cuantificar la contribución de los bosques y los árboles a la consecución de un medio de vida. Una parte importante de los productos forestales los consumen quienes los recolectan, y el volumen recolectado varía en función de la estacionalidad, el acceso y las opciones alternativas. La mayor parte de la información disponible es descriptiva y a menudo, extremadamente específica (citan algunas excepciones, Arnold, 1998; Townson, 1995; Arnold et al., 1994).
Arnold (1998), al examinar la contribución de los bosques para la consecución de un medio de vida sostenible, define como bosque " todos los recursos que pueden producir productos forestales. Puede tratarse de espacios arbolados, arbustos, barbechos arbustivos y barbechos agrícolas, así como árboles en las explotaciones agrícolas, y bosques".
En la definición de Arnold, el elemento esencial para definir un bosque no es la tenencia ni la cubierta arbórea, sino la posibilidad de proporcionar productos. Además, la contribución de los bosques no se mide únicamente por los productos que proporcionan, sino también por los servicios intangibles que ofrecen.
La seguridad alimentaria es un elemento clave en el medio de vida. Los bosques proporcionan una diversidad de alimentos que suplementan la producción agrícola, combustible de madera para cocinar los alimentos y hervir el agua, y una gran variedad de medicamentos tradicionales y otros productos para la higiene.
La mayoría de las familias rurales de los países en desarrollo, y un gran porcentaje de las familias de los núcleos urbanos, dependen de los productos vegetales y animales de los bosques para obtener una parte de los elementos que necesitan para la nutrición, para cocinar y para la salud (Byron y Arnold, 1999).
En muchos casos, la población pobre vive de forma precaria, sin defensa alguna contra la adversidad. Los bienes forestales y arbóreos cumplen una importante función de reserva, o red de seguridad, asegurando la subsistencia y proporcionando ingresos en tiempos de malas cosechas, escasez, desempleo u otras dificultades, o para satisfacer necesidades excepcionales.
Las personas que viven en un medio forestal y que practican la caza, la recolección y la agricultura itinerante tienen una gran dependencia de los productos forestales, no sólo para la subsistencia, sino también para obtener ingresos procedentes de los productos forestales, entre los que hay que señalar también aquellos que se obtienen mediante la venta de cultivos o ganado, para los que son esenciales los nutrientes o el forraje forestales (Shepherd, Arnold y Bass, 1999).
Seguirá siendo necesario acceder a los bosques o espacios arbolados y en algunos casos esa necesidad será aún mayor, cuando la reducción del tamaño de las explotaciones o de la productividad agrícola reduzca la autosuficiencia alimentaria, a veces hasta el punto de que la población tendrá que vender productos que antes recolectaba para su propio consumo.
En los lugares en los que los bosques siguen teniendo una importancia primordial en los sistemas de subsistencia, los habitantes locales son, o deben ser, los principales interesados. La satisfacción sostenible de sus necesidades ha de ser el objetivo principal de la ordenación y debe reflejarse en los sistemas de control y de tenencia (Peluso y Padoch, 1996).
La población debe realizar, o participar en una evaluación detallada de las necesidades, para determinar el conjunto de relaciones entre ella y los bosques que utilizan o gestionan, las limitaciones con las que tropiezan para asegurar su medio de subsistencia y las posibilidades y deseos de introducir cambios (Byron y Arnold, 1999). Por ejemplo, las experiencias de ordenación forestal participativa de Nepal, Gambia y la India demuestran que este planteamiento es posible y eficaz.
La necesidad más acuciante es elaborar un marco normativo y jurídico que legitime la participación de los grupos de usuarios desfavorecidos en la gestión conjunta de los recursos y que prevea mecanismos para ponerlo en práctica. Cuando la capacidad de control y gestión de la población local es insuficiente o ha resultado erosionada, se necesitará ayuda externa a fin de fortalecer y controlar los mecanismos existentes para compartir y gestionar los recursos.
Las intervenciones deben prestar atención a las consideraciones de equidad entre los grupos de interesados, al fortalecimiento del capital social y a la reducción de las fuentes de conflicto y, al mismo tiempo, a reducir al mínimo los costos de transacción para los grupos de usuarios. Allí donde los productos forestales tienen importancia como complemento y red de seguridad, se debe garantizar a los usuarios la seguridad del acceso a los recursos (Byron y Arnold, 1999)).
Cuando las prácticas y sistemas comunitarios de ordenación y control de los bosques funcionan adecuadamente, se deben arbitrar políticas que reconozcan estos derechos locales y dar apoyo legal y reglamentario para protegerlos (Byron y Arnold, 1999).
Se ha estimado que la cuarta parte de los pobres del mundo dependen directa o indirectamente de los bosques como medio de vida (Banco Mundial, 2000).
Pero la pobreza no se basa únicamente en los ingresos y en la disponibilidad de alimentos. Un enfoque actual que trata de ir más allá de esos factores para incluir una multiplicidad de causas y características es el de los medios de vida sostenibles. Un medio de vida comprende las capacidades, activos y actividades necesarias para procurarse el sustento. Un medio de vida es sostenible cuando puede afrontar las posibles tensiones y trastornos y mantener o mejorar su capacidad y sus activos en el momento presente y en el futuro sin socavar la base de recursos naturales (Carney, 1998).
CAPITULO II:
MÉTODOS, TÉCNICAS Y MATERIALES UTILIZADOS
En este capítulo se argumentan los elementos referidos al diseño metodológico de la investigación. Entre estos, los métodos de nivel teórico, empírico y estadístico. De los primeros, se destaca el de análisis-síntesis, para, entre otros aspectos, la realización de un estudio pormenorizado de la metodología de ordenación forestal vigente en Cuba. Se describe la técnica de Braum-Blanquet, empleada para la caracterización de los ecosistemas forestales.
Como plataforma metodológica general se asumió al materialismo dialéctico, cuyas leyes, principios y categorías permiten emplear selectiva y armónicamente, aspectos relevantes de los paradigmas de investigación, cuantitativo y cualitativo. Por ejemplo, para la descripción de la participación ciudadana en la planificación forestal, se hizo uso de elementos, tanto conductuales como en cifras.
En otros casos, los análisis están basados esencialmente en solo uno de estos paradigmas; por ejemplo, el preexperimento para evaluar los criterios de sostenibilidad de la ordenación forestal, desde lo cuantitativo y la descripción florística de los ecosistemas.
II.1.- Diseño de los métodos y Técnicas
Los métodos utilizados en el desarrollo de este trabajo estuvieron determinados, esencialmente, por el problema científico, el objetivo general y las tareas de investigación previstos.
De nivel teórico:
El histórico-lógico: para la búsqueda de los fundamentos históricos del objeto de investigación, las tendencias, contradicciones y regularidades en su desarrollo.
El analítico-sintético: para el análisis crítico de las variadas fuentes de información, en la búsqueda de elementos que fundamentaron teórica y empíricamente las consideraciones metodológicas, así como, para las reflexiones en torno a las acciones desarrolladas durante el diseño, desarrollo y evaluación de los indicadores de sustentabilidad.
El inductivo-deductivo: para la búsqueda de inferencias, de lo general a lo particular y viceversa, en cuanto a la teoría y práctica de la ordenación de ecosistemas forestales.
El sistémico estructural: para el diseño de las consideraciones metodológicas, a partir de la interrelación de los criterios asumidos en cada dimensión epistemológica y que se constituyen en sus fundamentos teóricos.
La modelación: para argumentar la concepción del autor sobre la ordenación forestal sustentable.
Del nivel empírico
La observación directa y abierta: para obtener información sobre la intensidad de los procesos y fenómenos en los ecosistemas forestales.
Se requirió de una adecuada preparación del investigador a través de la autopreparación, así como de la realización de visitas periódicas a las áreas de estudio.
La entrevista, en su forma escrita (encuesta): para evaluar la participación ciudadana en la planificación y ordenamiento forestal.
Se confeccionó un cuestionario que permitió recopilar la información necesaria, mediante la realización de preguntas cerradas de control, para facilitar las respuestas y su procesamiento.
La experimentación, llevada a cabo mediante un preexperimento: para validar las consideraciones metodológicas.
II.2.- Determinación de la Población y Muestra
Población: los ecosistemas naturales de los municipios Majibacoa y Jobabo, sometidos a la ordenación forestal.
Muestra: los ecosistemas naturales de la respectiva zona sur de los referidos municipios.
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