- Resumen
- Introducción
- Fundamentación teórica
- Métodos, técnicas y materiales utilizados
- Resultados y discusión
- Conclusiones
- Recomendaciones
- Bibliografía
La ordenación forestal ha evolucionado en nuestro país, a partir de la década de los años "50. Las exigencias ambientales actuales han determinado cambios que permitan un manejo sostenible de los ecosistemas. Para ello, el presente trabajo demuestra científicamente la necesidad de la transición de la ordenación de bosque a la ordenación de ecosistemas forestales. Fue necesario evaluar cómo se evidencia la desactualización de la ordenación forestal actual en la reducción de las capacidades productivas y de renovación, así como la pérdida de la diversidad biológica.Se muestra la necesidad de una concreción de la teoría general del desarrollo forestal sostenible en las metodologías especiales de las restantes disciplinas de la silvicultura. Se ofrecen los criterios teórico-experimentales de cómo llevarlo a efecto.
Se aplicaron patrones espacio-temporales para cada uno de los ecosistemas existentes en las áreas de estudios, con la utilización de sensores remotos y técnicas de teledetección. Fue necesario el montaje de unidades de muestreo pequeñas, siguiendo los criterios metodológicos de Braum-Blanquet para los estudios florísticos y fueron evaluados los índices de abundancia relativa, según criterios de Odum y Jaccard, así como la sociabilidad. Se aplicaron, además, técnicas de modelación matemática normal logarítmicas para determinar la tendencia actual de los componentes naturales de los ecosistemas. Se estudió el comportamiento de la biomasa en diferentes escenarios. Se demostró la necesidad de incorporación de personal calificado en temas como la botánica, biología y la sociología desde la etapa de planificación, evaluación y levantamiento de los ecosistemas, por ser necesario tener en cuenta, no solo los árboles existentes en los bosques, sino plantas de otro tipo y de animales que los pueblan, así como del suelo, el agua y el aire. También de los árboles que quedan fuera de los bosques, los árboles que protegen las tierras de cultivo, que nos dan frutos, forraje, leña y sombra. Tener en cuenta a las personas que habitan en los bosques y las que residen lejos de ellos, pero se benefician de sus productos y servicios.
La conservación y el desarrollo sostenible de todos los tipos de bosques en el mundo entero ocupan actualmente un lugar de preferencia en la política internacional, particularmente a partir de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD) que se celebró en Brasil en junio de 1992. En los convenios que fueron negociados sobre diversidad biológica y cambios de climáticos se presta particular atención a la función de los bosques.
Si bien los grupos que tienen intereses limitados se concentran sólo en algún aspecto de los bosques (por ejemplo: como repositorio de biodiversidad, reserva de carbono, factor del desarrollo económico, elemento de subsistencia, proveedor de combustible, etc.), las comunidades locales, nacionales e internacionales competentes en materia de política general tienen que conciliar el papel de los bosques con los objetivos socioeconómicos y ambientales en el plano nacional, y con los intereses socioeconómicos y ambientales de la comunidad de naciones a nivel mundial. "Las consideraciones ecológicas se toman en cuenta, no ya como subalternas sino como parte integrante de las políticas y planes económicos" (Ullsten, 1991).
También en el comercio internacional de productos forestales se empieza a tomar en consideración el desarrollo sostenible. Muchos consumidores, individuales o colectivos, dan preferencia a la compra de productos obtenidos en bosques ordenados sosteniblemente y manufacturados por procedimientos aceptables desde el punto de vista ambiental. Incluso, se han registrado amenazas de boicot de productos madereros, cuya materia prima y elaboración no sean «verdes».
En el caso de América Latina, el 60 % de los bosques que se encuentran están bajo una presión creciente, sobre todo bajo forma de transformación a otros usos, como ganado y agricultura, que parecen actividades más lucrativas que la ordenación forestal. Por desgracia, gran parte de la tierra desmontada no sirve para sostener indefinidamente una producción agrícola o ganadera de rendimiento aceptable.
En el pasado, la ordenación forestal se centraba con frecuencia en el sostenimiento de la producción de madera, pero más recientemente, se ha ampliado el concepto de ordenación forestal sostenible para comprender las dimensiones económicas, ambientales, sociales y culturales, de conformidad con los principios forestales acordados en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD) celebrada en Río de Janeiro (Brasil), en 1992.
En conformidad con los principios acordados en la CNUMAD, para garantizar la disponibilidad de los bienes y servicios ambientales que proporcionan los bosques y los ecosistemas forestales, los países han tomado conciencia de la necesidad de establecer una definición común de la ordenación forestal sostenible y de adoptar instrumentos que permitan evaluar y vigilar la sostenibilidad de la ordenación forestal en sentido amplio.
En el marco de una serie de procesos internacionales que se pusieron en marcha después de la celebración de la CNUMAD, los países participantes han definido criterios para juzgar la sostenibilidad y han especificado indicadores que ayudan a vigilar los efectos de las intervenciones de la ordenación a lo largo del tiempo. En la actualidad, se reconoce en general que los criterios e indicadores son instrumentos adecuados para definir, evaluar y controlar dicha ordenación.
El tema del Congreso Mundial Forestal, en 1997, fue "La actividad forestal para un desarrollo sostenible hacia el siglo XXI". Allí, David A. Harcharik se refirió a los siguientes aspectos:
La contribución de los bosques y los árboles al desarrollo sostenible en general; se ocupa de los árboles existentes en los bosques, pero también hay que dar una mirada a plantas de otro tipo y de animales que pueblan los bosques, así como del suelo, el agua y el aire.
La ocupación también de los árboles que quedan fuera de los bosques, así como los árboles que protegen las tierras de cultivo, que nos dan frutos, forraje y leña y sombra.
Tener en cuenta a las personas que habitan en los bosques y las que residen lejos de ellos, pero se beneficien de sus productos y servicios.
Cómo sostener los bosques y los árboles, de qué forma protegerlos y utilizarlos mejor por los beneficios que ofrecen.
Entre las iniciativas destinadas a racionalizar las actuaciones a nivel mundial, cabe mencionar la Reunión de expertos sobre la armonización de criterios e indicadores para la ordenación forestal sostenible, que se celebró en Roma en febrero de 1995, bajo el patrocinio de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización Internacional de las Maderas Tropicales (OIMT) y el Seminario Intergubernamental sobre Criterios e Indicadores, organizado por el Gobierno de Finlandia en Helsinki, en agosto de 1996, con el apoyo de la FAO.
Estas y otras reuniones más recientes han reunido a una diversidad de sectores interesados, entre ellos, representantes de los procesos internacionales en curso, relativos a los criterios e indicadores forestales, así como de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales internacionales. De ellas ha surgido un conjunto de siete criterios de ámbito nacional acordados a nivel mundial -aunque su denominación puede diferir de un proceso a otro- que constituyen el marco de todos los procesos internacionales en curso.
"No existen indicadores convenidos internacionalmente para esos criterios, habida cuenta de que es necesario adaptarlos a las condiciones ecológicas, económicas, sociales e institucionales y a las necesidades de cada país. Para responder a las necesidades sociales, económicas, ambientales, espirituales y culturales definidas por los criterios, las políticas, normas y reglamentos forestales, y las prácticas de explotación forestal, se pueden ajustar y mejorar gradualmente, con el fin de conseguir que grupos cada vez más amplios de interesados participen y obtengan beneficios" (Castañeda, 2000).
La actividad de ordenación forestal en nuestro país es relativamente joven. Con anterioridad al año 1959, se realizaron algunas tentativas de ordenación en la península de Guanahacabibes y en otras zonas del país; pero la ejecución de estos proyectos no se materializó.
En la década de 1960 se realizaron los inventarios en las zonas de pinares de Occidente, Centro y Oriente del país, donde se precisaron los índices dasométricos y dendrométricos de las coníferas, lo que posibilitó realizar de forma organizada las cortas anuales permisibles (CAP), teniendo en cuenta el rendimiento sostenido de los bosques.
El proceso de fortalecimiento del sector forestal en Cuba posterior a 1959, posibilitó, con la asistencia de la FAO y otros países en forma bilateral, concluir en 1985, el inventario forestal del país y elaborar los Proyectos de Ordenación Forestal a niveles local, provincial y nacional, lo que permitió sentar las bases para el manejo y utilización racional de los recursos del patrimonio forestal del país. Para ello fue necesario elaborar una metodología que diese respuesta a estos intereses, quedando al margen un grupo de criterios e indicadores ambientales y priorizando los valores vinculados con la biomasa forestal.
Sin embargo, los cambios institucionales y organizativos ocurridos en el país y las limitaciones económicas y financieras que han afectado en la década de 1990, derivadas de la desaparición de los principales mercados y fuentes de financiamiento, han incidido en la capacidad institucional y técnica para una Ordenación Forestal Sostenible.
A partir de la promulgación de La Ley Forestal, su Reglamento y Contravenciones, donde se regula el proceso de elaboración, ejecución y control de los proyectos, de conformidad con lo dispuesto en la legislación medio ambiental y lo estipulado en la "Cumbre de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo", para el desarrollo sostenible de los recursos forestales se impone desarrollar criterios ambientales dentro de la Ordenación Forestal existente que permitan una transición de la ordenación de bosque a la ordenación de ecosistemas forestales en nuestro país y en la provincia.
En la actualidad se manifiestan reducciones en las capacidades productivas y renovativas, así como la pérdida de la diversidad biológica en los ecosistemas forestales naturales en la provincia, quedando al margen los fundamentos teóricos- prácticos que deben ser analizados para reducir a corto plazo las presiones ecológicas a lo que están sometidos estos ecosistemas, los cuales han generado impactos marcados en la sociedad, ya que la disponibilidad actual de los recursos madereros no satisfacen en su totalidad las demandas siempre crecientes de la población, lo que ha determinado insostenibilidad en su manejo, ya que no fueron tomados en cuenta los intereses de la planificación (ordenación), desde los primeros momentos.
La carencia del carácter multidisciplinario de la ordenación forestal, y de un enfoque ecosistémico ha determinado una merma en la capacidad productivas de los ecosistemas forestales en nuestra provincia, la incorporación de nuevos enfoques de manejos y planificación constituyen una premisa para lograr un desarrollo forestal sostenible.
Los valores de la fauna silvestre asociada a los ecosistemas forestales, no son contemplados en el proceso de ordenamiento forestal lo que a determinado un impacto significativo en la perdida de la diversidad biológica, problemática que debe ser resuelta.
Actualmente en el territorio tunero, los rendimientos madereros en ecosistemas naturales no superan los 50 m3.ha como promedio, inferior a los niveles alcanzados para los propios ecosistemas en condiciones de madurez. Los impactos ambientales están asociados a la pérdida de la diversidad biológica, según lo planteado por R. Verdecia (1997), que en los últimos 40 años han desaparecido de la zona norte de la provincia más de 90 especies leñosas.
Por lo que puede reconocerse así, como PROBLEMA CIENTÍFICO: ¿Cómo contribuir a que la ordenación forestal en ecosistemas naturales responda a las exigencias de un desarrollo forestal sostenible?
Hacia su solución se encamina la presenta Tesis, tomando como OBJETO DE INVESTIGACIÓN: el desarrollo forestal sostenible. El autor se ha planteado como MATERIA DE INVESTIGACIÓN: la ordenación forestal de ecosistemas naturales de la Provincia Las Tunas.
En correspondencia con el problema planteado, se formula como OBJETIVO general del trabajo: Ofrecer consideraciones metodológicas para que la ordenación forestal en ecosistemas naturales contribuya a las exigencias del desarrollo forestal sostenible, en la provincia Las Tunas.
Su alcance presupone dar respuesta a las siguientes PREGUNTAS CIENTÍFICAS:
¿Cómo se interpreta la teoría acerca de la ordenación forestal en las condiciones actuales del desarrollo forestal sostenible?
¿Cuál es el estado actual de la ordenación forestal de los ecosistemas naturales en la provincia Las Tunas?
¿Qué consideraciones metodológicas son imprescindibles incorporar para la ordenación forestal de ecosistemas naturales, sobre la base de la teoría acerca del desarrollo forestal sostenible?
¿Propicia la utilización de tales recomendaciones metodológicas el desarrollo de una ordenación forestal sostenible?
Para responder las preguntas anteriores fue necesario realizar las siguientes TAREAS DE INVESTIGACIÓN:
Redacción de los fundamentos teóricos de la ordenación forestal de ecosistemas naturales, para un desarrollo forestal sostenibles.
Estudio del estado actual de la ordenación forestal de los ecosistemas naturales en la provincia Las Tunas.
Elaboración de las consideraciones metodológicas para la ordenación forestal de ecosistemas naturales, sobre la base de la teoría acerca del desarrollo forestal sostenible.
Constatación de la validez de las recomendaciones propuestas.
La NOVEDAD CIENTIFICA de este trabajo se manifiesta en los siguientes aspectos:
El haber logrado establecer las relaciones lógicas de la ordenación forestal de ecosistemas naturales como base de un desarrollo forestal sostenible.
El haber descrito por vez primera, la formación de manglar natural en tierra firme Cenicero, municipio Majibacoa, provincia Las Tunas.
Considerar por vez primera, los ecotonos o zonas de transición como elementos catalizadores en la planificación de los manejos de la ordenación forestal.
La SIGNIFICACION PRACTICA de la presente Tesis está dada por el hecho de ofrecer, a partir de sus resultados:
La posibilidad de lograr la ordenación forestal de ecosistemas naturales, para un desarrollo forestal sostenible, a partir de las consideraciones metodológicas que en él se ofrecen.
Demostrar la necesidad de incorporar la vegetación cultural de sabanas con palmas al proceso de ordenación forestal.
La problemática investigada y los resultados alcanzados han sido expuestos parcialmente por el autor en dos publicados en revistas científicas nacionales, y en ponencias en cuatro eventos; de ellos, dos internacionales, los cuales fueron "V Convención Internacional de Medio Ambiente y Desarrollo" y el "III Congreso Forestal de Cuba" y dos eventos nacionales: XIV Edición del Forum de Ciencia y Técnica, así coma la jornada Científica de la Sociedad de la Geociencia.
La tesis consta, además de esta Introducción, de tres Capítulos, las Conclusiones y Recomendaciones, las Referencias bibliográficas, la Bibliografía y los Anexos.
En el Capítulo I se expone la sistematización realizada por el autor acerca de la Teoría general del desarrollo forestal sostenible, la que sirve de base teórico-referencial a la Ordenación Forestal de ecosistemas naturales. En el Capítulo II se explican los métodos y procedimientos empleados en la investigación. En el Capítulo III se expone la solución al Problema Científico, a través de la determinación de proposiciones metodológicas para la sostenibilidad de la ordenación forestal de ecosistemas naturales. Se describe la organización, ejecución y valoración de un pre-experimento formativo, desarrollado para validar la efectividad de las proposiciones metodológicas.
CAPITULO I:
En este capitulo se exponen los fundamentos teóricos que sustentan el trabajo, partiendo de los criterios de diferentes autores y las experiencias desarrolladas en el ámbito nacional e internacional sobre el desarrollo sostenible de la actividad forestal y en especial en el proceso de ordenación.
Se tratan conceptos, magnitudes, variables, leyes y modelos que existen en la ciencia, y que se sistematizan con el objetivo de determinar en que medida estos contribuyen a la solución del problema investigado y en que medida estos son insuficientes.
I.1.- El desarrollo forestal sostenible
La discusión sobre sostenibilidad y desarrollo sostenible es muy amplia y compleja. Una de las principales dificultades que enfrentan quienes intentan un análisis riguroso de estos conceptos es que ambos tienden a ser usados y definidos sin profundizar suficientemente en su esencia.
Para tener en cuenta la necesidad de atender la demanda actual de bienes y servicios y la responsabilidad ética para con las generaciones futuras, se debe tener presente la siguiente definición de desarrollo forestal sostenible dada por Maini (1989): "El desarrollo sostenible de tierras forestales y de sus múltiples valores económicos y ambientales implica mantener indefinidamente, sin mengua inaceptable, tanto la capacidad para producir y renovarse, como las especies y la diversidad ecológica de los ecosistemas forestales".
Asociado al concepto de desarrollo sostenible se encuentra el de rendimiento sostenido de los ecosistemas forestales, el cual está muy arraigado en la comunidad forestal. Muchos se preguntan si ambos conceptos tienen el mismo significado. Se puede responder que sí, sólo en parte.
Mientras el rendimiento sostenido está asociado con un flujo constante y perpetuo de madera para uso de diferentes actividades económicas y sociales, el desarrollo sostenible de los bosques es algo mucho más amplio, que incorpora la gestión integral de bosques, el mantenimiento de la integridad ecológica del ambiente forestal y cierta amplitud del espectro de los valores del bosque con miras hacia el futuro.
Eso no significa que en todos los bosques se deban recoger siempre todas las utilidades simultáneamente. En la práctica, es probable que ciertos bosques se destinen a usos o beneficios primarios; por ejemplo, a la producción de madera industrial o de leña, o a la protección de cuencas hidrográficas, o al hábitat de la fauna, sin dejar, por ello, de reconocerle valores secundarios. Ejemplo de ello lo constituiría explotar los bosques de las cuencas hidrográficas, de modo que no vaya en detrimento de los objetivos principales de conservación de suelos y aguas.
Ya en 1967, Fors y A.J. Reyes aseveraban que " los bosques merecen existir. El bosque es más que proveedor de madera, frutos, resinas y otros productos al que la avidez de los que no piensan en el mañana han querido reducir poniendo en peligro la existencia del hombre en el planeta".
Brenes, en 1999, en el proceso de Helsinki, aseguró que el manejo sostenible de ecosistemas forestales significa la administración y uso del bosque y de otras tierras forestales de forma que mantenga su biodiversidad, productividad, capacidad de regeneración, vitalidad, y potencial para satisfacer, ahora y en el futuro, las funciones ecológicas, económicas y sociales relevantes, a nivel local, nacional y global, y que no cause daño a otros ecosistemas.
Los bosques son el recurso renovable más copioso y versátil con que la naturaleza proporciona a la humanidad, simultáneamente, toda una amplia gama de beneficios y servicios económicos, sociales, ambientales y culturales. Con el crecimiento demográfico aumenta la demanda de sus numerosos productos y funciones, mientras los recursos forestales disminuyen como consecuencia de excesos de explotación, deforestación, o por la conversión definitiva a otros tipos de uso de la tierra en muchas regiones tropicales, o de la decadencia de los bosques situados en climas templados, ocasionada por contaminantes aerotransportados. (Maini, 1991)
La comunidad mundial está muy preocupada por el uso sostenible de los recursos naturales por parte de las generaciones presentes y futuras, y por la calidad del medio ambiente. Tiende a crearse una ética ambiental; se habla, por ejemplo, cada vez más de «usar sin abusar» los recursos; de «no forzarlos»; de «reutilizarlos»; de «hacer más con menos», etc.
El gran público, particularmente en los países industrializados, está muy consciente de los errores de las prácticas forestales aplicadas en el pasado y hoy día en muchas partes del mundo y, más concretamente, de la deforestación en las regiones tropicales, de la depauperación de los bosques en los países industrializados y de la degradación del ambiente originada por la fabricación de ciertos productos derivados de la madera.
En este sentido " se contribuirá al desarrollo sostenible practicando investigaciones, promulgando legislación, reglamentando la ordenación y el aprovechamiento de los bosques, así como cooperando internacionalmente para formular criterios para el desarrollo sostenible de los bosques, para la transferencia de tecnologías y para la asistencia técnica". (Maini, 1991)
La deforestación y la degradación forestal, sin embargo, están mermando la capacidad de los bosques para contribuir a la seguridad alimentaría y a prestar otros servicios. Se calcula que entre 1980 y 1990 se desbrozaron 146 millones de hectáreas de bosques naturales en las regiones tropicales, y que hubo una pérdida adicional de 65 millones de hectáreas entre 1990 y 1995 (FAO, 1997). La superficie de bosques degradados sería todavía mayor según las estimaciones (WRI, 2004).
Según lo planteado por David A. Harcharik (1997), en la inauguración del XI Congreso Forestal Mundial en Antalya, Turquía, donde tema fue «La actividad forestal para un desarrollo sostenible: hacia el siglo XXI», este se refiere en primer lugar a la contribución de los bosques y los árboles al desarrollo sostenible en general; se ocupa de los árboles existentes en los bosques, pero también hay que darle una mirada a las plantas de otro tipo y de animales que pueblan los bosques, así como del suelo, el agua y el aire.
La ocupación también de los árboles que quedan fuera de los bosques, así como los árboles que protegen las tierras de cultivo, que nos dan frutos, forraje y leña y sombra, así como tener en cuenta a las personas que habitan en los bosques y las que residen lejos de ellos, pero que se beneficien de sus productos y servicios, al igual que las inquietudes de cómo sostenemos los bosques y los árboles, de la forma de protegerlos y utilizarlos mejor por los beneficios que ofrecen a cada uno de los casi 6 000 millones de personas que pueblan la Tierra, y a los que aún tienen que nacer.
El autor antes mencionado expresó: "Lo diré con toda claridad: creo que la ordenación forestal sostenible es el concepto más importante de nuestra época y que influye directamente en el futuro de todos los bosques y de todas las personas del planeta".
Analizando dicho planteamiento se deduce la necesidad de un ordenamiento sostenible de los bosques, ya no solo por lo que representa como garantía en la producción de
bienes y servicio, sino también, porque su importancia va mucho más allá, va a la existencia del hombre y de su propio planeta. El hecho de no ser consecuente con estos criterios, desde el mismo momento de la planificación, implica correr un riesgo evitable.
Los bosques tradicionalmente han sido considerados como uno de los más importantes capitales naturales. Bajo este enfoque financiero, en el pasado, las iniciativas para el desarrollo social se centraban principalmente en la acumulación de estos capitales, sin tener en cuenta su interrelación. "Esta actitud ha impedido comprender adecuadamente la contribución de los ecosistemas forestales a la consecución de un medio de vida sostenible". (DPDI, 1999). Nótese que en esta consideración se trata al bosque, más que como un capital, como un recurso natural sostenible.
El concepto «desarrollo económico ambientalmente sostenible», o simplemente «desarrollo sostenible», fue difundido en el informe de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, titulado "Nuestro futuro común". En el mismo se define el desarrollo sostenible como el que " satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para hacer frente a las suyas". (CMMAD, 1987).
En esencia, el desarrollo sostenible conlleva a que el crecimiento económico y la conservación del medio ambiente deban ser compatibles. En relación con este criterio, se asume lo planteado por Brenes (1999): "El desarrollo sostenible debe apoyarse en métodos que sean a la vez técnicamente idóneos, económicamente viables y socialmente aceptables". El manejo forestal sostenible tiene sentido en el contexto del desarrollo sostenible y es una de sus expresiones.
La FAO hace un llamado en el año 1999, para que los países integrados a estos procesos inclinen sus investigaciones, en primer orden, al desarrollo del monitoreo a nivel de unidad de manejo sostenible y a la búsqueda de métodos, formas y metodologías que permitan la organización y evaluación de los criterios e indicadores de sostenibilidad. (Castañeda, 2004).
Según Ashby y Carney (2005), la sostenibilidad es importante para que la reducción de la pobreza sea duradera. También asegura que la sostenibilidad de los medios de vida se basa en factores ambientales, económicos, sociales e institucionales. Considera que los medios de vida son sostenibles cuando:
Soportan las perturbaciones y tensiones externas.
No dependen del apoyo externo (y si dependen de él, el apoyo debe ser económica e institucionalmente sostenible).
Mantienen la productividad de los recursos naturales.
No menoscaban los medios de vida de otros ni ponen en peligro las opciones que se les presentan a otros para conseguir su sustento.
Parosaarri (2002), en el Foro de Naciones Unidas sobre Bosque expresó que " al iniciarse un nuevo milenio observamos las condiciones en que hemos colocado a los bosques y nos hemos dado cuenta que el manejo forestal sostenible toma una nueva dimensión, siendo más ejemplarizante, más orientadora y más relevante. El manejo sostenible de los bosques ha surgido como un paradigma para guiar políticas mundiales de largo plazo y hacer de esto una realidad concreta, es un desafío urgente".
El proceso de fortalecimiento del sector forestal en Cuba, posterior a 1959, posibilitó, con la asistencia de la FAO y otros países en forma bilateral, concluir en 1985, el inventario forestal del país y elaborar los Proyectos de Ordenación Forestal a nivel local, provincial y nacional. Esto permitió sentar las bases para el manejo y utilización racional de los recursos del patrimonio forestal del país (Suárez et al., 2003).
Es evidente que la riqueza natural de Cuba, particularmente la de sus bosques, se constituyen en una de las principales fuentes estratégicas para promover el desarrollo sostenible del país. En sus bosques se encuentra el núcleo central de una amplia diversidad de bienes y servicios ambientales, al igual que una serie de servicios económicos y culturales que pueden representar oportunidades para promover el desarrollo, social, económico y cultural. Lo anterior implica nuevos enfoques para la gestión ambiental.
Cuba tiene en su gente el elemento clave, y el motivo para lograr un manejo y desarrollo forestal sostenible que le garantice, a éstas y a las futuras generaciones, una mejor calidad de vida y acceso a oportunidades, en el marco de una cultura de manejo, conservación, y uso adecuado del bosque y sus recursos.
El vínculo entre las comunidades y los bosques y la dimensión central que esta debe tener en el proceso de desarrollo es lo que hoy hace delinear formas para potencializar esta relación, para darle mayor conciencia cultural, excelencia técnica, visión política, valoración económica, solidez legal, interés social y capacidad gerencial.
En efecto, un correcto manejo de los recursos del bosque requiere no solo de adecuados instrumentos técnicos, sino también de un enfoque de equidad social que facilite a los pequeños productores agrícolas y forestales el disfrute de los beneficios económicos que se derivan de los diferentes usos y servicios que prestan los bosques. Bajo este enfoque de equidad, se ha visto que la autogestión y la cogestión de los recursos naturales se han convertido en un importante eje de la política ambiental de Cuba y es, también, la garantía de su conservación.
I.2.- La ordenación forestal sostenible
"La ordenación de los bosques tropicales para su explotación económica es un elemento decisivo de su conservación" (Schmidt, 2003). La proporción de especies comercialmente valiosas presentes en ellos es pequeña, lo cual se constituye en un obstáculo para la ordenación de dichos bosques.
También es preciso formular un conjunto de principios que orienten en materia de conservación y desarrollo sostenible de los bosques de todo el mundo (Maini, 1991; CNUMAD, 1991) y de concertar criterios para el desarrollo forestal sostenible.
Es importante señalar que ya hace mucho tiempo que los especialistas forestales en nuestro país reconocen las funciones ambientales de los bosques, y que como parte de su educación académica reciben formación sobre suelos, hidrología, meteorología, genética, ordenación de la fauna silvestre y ecología. Esto se constituye en una fortaleza para la comprensión y ejecución de la política ambiental de ordenación forestal sostenible.
La ordenación forestal sostenible, según A.H. David (1997), es un nuevo concepto que posee una dimensión ambiental, cuyo objetivo es el mantenimiento perpetuo de los recursos, una dimensión económica, que se concretiza en la producción de bienes y servicios, y una dimensión social, que supone la participación de las personas en los procesos de adopción de las decisiones que incumben a la ordenación forestal y a la distribución de los beneficios que reportan los bosques.
Del planteamiento anterior se infiere que si se quiere aprovechar todo el potencial de los recursos arbóreos y forestales en función del desarrollo sostenible, este se debe considerar desde una perspectiva holística, y debemos manejar los referidos recursos
de acuerdo con esa perspectiva. Para ello debe existir un marco conceptual en el que se unan la ciencia y la conciencia social. Analizando la situación actual de nuestro país, ese marco conceptual existe y está reflejado en el concepto de ordenación forestal sostenible.
La elaboración de métodos de ordenación forestal sostenible exige armonizar las actividades humanas con los aspectos biológicos y físicos de los ecosistemas forestales. Las actividades del hombre y los ecosistemas forestales, así como la interacción entre ambos son dinámicos y cambian en el espacio y el tiempo. Por consiguiente, la práctica de una ordenación forestal sostenible exige vigilar ambos sistemas y su interacción, lo cual implica toda una serie de consideraciones ecológicas, socioeconómicas, técnicas entre otras.
La práctica del desarrollo sostenible ordenando los ecosistemas forestales de modo que rindan todos los beneficios y valores que puedan, es relativamente más costosa de manera inmediata que ordenando los bosques de modo que solo rindan madera.
Según Herrero (2000) "la ordenación forestal sostenible incluye, la planificación de la producción de madera con fines comerciales, comunitarios, alimentos, forrajes y otros productos forestales no madereros; además, la preservación de áreas como reserva de flora y fauna, para fines recreativos, educativos y ambientales, atiende la transformación de terrenos para la agricultura y otros usos, la regeneración de tierras baldías y bosques degradados, así como la integración del árbol en el paisaje y el desarrollo de la agrosilvicultura".
Este autor, también considera que la ordenación forestal es una tarea interdisciplinaria que requiere la colaboración de organismos, organizaciones y de la población en general, especialmente de la rural. A esto pudiera añadírsele la necesidad de hacer explícita la alusión a la participación conjunta de especialistas de varias disciplinas.
Según FAO (1994), citado por Machado (2002), el requisito primero y fundamental para la ordenación de montes (entiéndase ordenación forestal) es la preparación de planes de manejo a largo plazo que integran la producción de los recursos seleccionados madereros y no madereros, las necesidades de las poblaciones rurales, la recreación, la conservación de los recursos genéticos y la protección de suelos y agua.
El bosque, como elemento esencial en la protección de cuencas hidrográficas, ha sido profundamente examinado por Pereira (1973). Las consecuencias desastrosas del mal uso de la tierra en cuencas de captación tropicales están bien documentadas, dando como resultado altos índices de inundación y sequías, así como de erosión, lo que lleva a la elevación del nivel de la tierra en llanuras aluviales y la inundación consiguiente.
La limpieza de suelo, sin prestar la debida atención a las medidas de conservación, produce muy graves resultados, pero se ha de prestar la debida atención a operaciones silviculturales, al emplazamiento de caminos de extracción y a la ordenación de cosechas de árboles de plantación.
La ordenación forestal sostenible se mide a través de una serie de criterios, los cuales se describen a continuación:
I.2.1.- Capacidad renovativa de los ecosistemas forestales
En 1962, la FAO publicó un volumen sobre influencias forestales, gran parte del cual estaba dedicado a los efectos del bosque sobre el agua, el suelo y el micro y mesoclima. Sólo en el último capítulo sobre la «evaluación de la utilidad de las influencias forestales» se reconocen otros efectos. Aquí las influencias se distinguen como:
a: influencias directas (correspondientes a efectos mecánicos por ejemplo: influencia protectora del bosque contra caída de rocas o avalanchas)
b: influencias indirectas (comprenden aquellas en que las influencias físico-químicas juegan el papel principal, aunque no el único)
Estas son las influencias que, a través de la modificación del medio ambiente, permiten que el bosque afecte a la retención del suelo y al ciclo del agua.
c: influencias psico-fisiológicas (son las que directamente interesan al hombre, ya que le proveen un mejor medio ambiente, aire purificado, áreas de descanso y esparcimiento – cinturones verdes-, turismo, deportes, etc.
La capacidad para renovarse
La renovación de un ecosistema forestal, después de cosechado o de haber sufrido alguna otra alteración, depende de la naturaleza e intensidad de la misma y del modo de reproducción de las especies del lugar. "En muchas condiciones tropicales, la regeneración por semillas o por medios vegetativos es rápida y se termina en unos cuantos meses con gran diversidad de especies". (Lamb, 1990).
Desde el punto de vista industrial lo que interesa es renovar el bosque inmediatamente con especies económicamente valiosas, pero los procesos naturales de regeneración suelen dar lugar a una mezcla de especies, algunas económicamente valiosas, otras sin ningún valor. Según sean los objetivos de manejo convendrá estimular la regeneración natural o artificial.
Desde el punto de vista ecológico, todos los bosques están compuestos por una amalgama de especies apoyadas en un sistema que les sirve de sostén y que tiene la capacidad de renovarse. La mayor parte de los bosques, siendo ecosistemas de larga vida y gran capacidad para renovarse, no son ecológicamente frágiles. Pueden resistir una amplia gama de alteraciones naturales, como rigores del clima (períodos de sequía y de mucha humedad, tempestades, incendios, insectos y enfermedades.
Según Maini (1989), los bosques están expuestos a tensiones causadas por otras actividades humanas, como las manufacturas y el uso de combustibles fósiles. Las repercusiones de algunas de estas actividades son limitadas localmente, pero las de otras son mundiales. Como ejemplo, la decadencia de los bosques de algunas partes de Europa se atribuye a contaminantes aerotransportados; todos los tipos de bosques del mundo padecerán con el temido recalentamiento de la Tierra, debido al efecto invernadero, si aumenta la concentración de gases en la atmósfera.
De acuerdo con lo planteado por Jordán (1989); Rapport, Regier y Hutchison (1985); Woodwell (1970), la posibilidad de utilizar varios parámetros para evaluar la condición del bosque o algún ecosistema o especie, analizando la ordenación forestal sostenible, implica la necesidad de reconocer las limitaciones de los cambios que se pueden imponer a los bosques y de organizar las actividades humanas, de modo que produzcan los máximos beneficios posibles.
Asociado a la reflexión antes realizada sobre dicha ordenación, se asumen en esta investigación, a partir de los referidos autores, como parámetros críticos: la capacidad para producir, la capacidad para renovarse y la diversidad ecológica y de especies.
Las alteraciones forman parte integrante de la naturaleza dinámica de los ecosistemas forestales y desempeñan una función determinante en su salud, diversidad de especies, renovación, rejuvenecimiento, así como de su evolución gradual con el tiempo. La estructura de mosaico de los bosques naturales, descrita por Lamb (1990) para las regiones tropicales y por Suffling, Lihou y Morand (1988) para las templadas, refleja muchas veces, alteraciones pasadas atribuibles a causas naturales.
A pesar de que los bosques son sistemas muy resistentes, su capacidad para soportar cambios en el ambiente tiene límites y, una vez rebasados, se degradan. Conociendo cuáles son esos límites tenemos también la posibilidad de incrementar mediante prácticas silvícolas los distintos tipos de producción.
Según Maini (1991), esto a largo plazo, conducirá probablemente a costos prohibitivos. Dado que redunda en el interés colectivo practicar un desarrollo forestal sostenible a los niveles nacional, regional y mundial, es indispensable formular una política internacional, respaldada por instituciones apropiadas, que aliente la cooperación técnica y financiera, al respecto.
El referido autor, con mucho acierto, plantea que la respuesta de los ecosistemas forestales a las tensiones queda determinada por el tipo de ecosistema forestal (resistente, frágil) y la naturaleza de las tensiones (tipo, duración e intensidad). Sin embargo, no se refiere a las capacidades energéticas de cada ecosistema y a otras dimensiones de evaluación de los tensores que también pueden estar presentes, tales como la reversibilidad, la magnitud y la frecuencia.
La rehabilitación de ambientes degradados consiste en restaurar sus características originales y difiere de la reforestación, donde el objetivo principal es obtener cobertura forestal. Para tanto se deben adoptar cultivos mezclados con especies nativas, ya adaptadas a las condiciones del ambiente natural. (Felfili. et al., 2002).
I.2.2.- Capacidad productiva de los bosques
La productividad de un lugar es una función del número de especies y de árboles que crezcan en él, de la fertilidad del suelo y del clima. Además de los suelos, la biomasa forestal contiene una importante reserva de nutrientes. La extracción de biomasa en el momento de la cosecha puede significar una importante pérdida neta de nutrientes. Si el suelo es ya de por sí pobre, eso reducirá considerablemente la biomasa de la cosecha siguiente.
No obstante, es poco lo que se sabe acerca del ciclo de los nutrientes en bosques estudiados Kuusela (1990) en zonas templadas y Jordán (1989) y Lamb (1990) en las tropicales. Es indispensable llegar a una mejor comprensión de los efectos de la extracción de productos forestales sobre la productividad del suelo y los futuros rendimientos.
Dawkins (1959) ha puesto de relieve que la producción de madera en la mayor parte de los bosques tropicales húmedos tiende a declinar cuando son sometidos a un sistema policíclico (incluyendo los sistemas uniformes selectivos o estratificados), debido a grandes daños causados a la joven generación por la tala de árboles con grandes copas, o de los árboles más altos de la capa de vuelo, y a la incapacidad de la mayoría de los árboles maderables deseados de crecer vigorosamente cuando quedan a la sombra de árboles más viejos y más grandes.
Además, en la mayor parte de las áreas de bosques tropicales húmedos, no se ha tenido éxito con métodos que tienden a abrir sólo parcialmente la capa de vuelo con la esperanza de inducir o aumentar la regeneración de las especies más valiosas al nivel deseado.
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