El siglo XVIII
A los dos siglos que nos conciernen en este trabajo el XVIII y el XX les pasa algo parecido…. y es que no terminan cronológicamente hablando con el tiempo impuesto por el reloj, sino que se van transformando lenta- pero continuamente, es decir que se pasa – sin más- de un siglo a otro y los contemporáneos siempre viven igual, quiero decir que sus vidas arrastran años que se superponen al paso del tiempo, es decir que un siglo el 19 el 20 o el 21 para el caso que estamos a punto de vivir, está compuesto por seres humanos o mejor dicho seres vivientes que nacen en este momento o los que llevan vividos "unos años" y estos seres son los que conducen la experiencias de sus propias vidas. Pero a lo que nos referíamos realmente con esto "del paso del tiempo" de un siglo a otro es que el siglo XVIII no puede comenzar para lo que nos interesa aquí justo en 1900 ya que existen muchas obras y primeras publicaciones infantiles anteriores que tienen interés para lo que nos ocupa aquí pero tienen sus principios en puntos del pasado – puede tratarse de segundos o cientos de años, al menos en el espacio literario- artístico de nuestras mentes.
No faltan quienes afirman que este siglo es el siglo de la infancia y esto es verdad en lo que concierne al arte. Desde 1922 las exposiciones de obras de niños han entrado a nuestras costumbres y son objeto de comentarios y de críticas de arte en la prensa como en el mercado especializado. Como las obras de los enfermos mentales , las de los niños son- y esto nos interesa por el contacto con los más pequeños durante los talleres – una proyección de su personalidad. Revelan, y esto los mayores lo disimulan consciente o inconscientemente, una forma de pensamiento en lo imaginario y que vive los símbolos, las metáforas y los mitos. Son igualmente una experiencia vivida en la que entran en juego el desarrollo del yo, de la persona, así como la participación de los demás. Pero el grupo niño-obra-dibujante-clase esta necesitado de medios técnicos (locales, instrumentos, personal especializado y teóricos análogos). Al igual que ocurre con las obras de los alienados, las obras de los niños expresan una liberación, una transposición, una elaboración de lo imaginario que son creadoras de arte. El niño, como el alienado, necesita del adulto normal, pero no puede ir a él ni comprenderlo. Es el adulto quien debe ir a él, poniéndose a su nivel , penetrando su mundo imaginario, descubrir y utilizar las fuerzas subyacentes. Esto el dibujante lo puede conseguir, como el medico observando y estudiando el lenguaje emocional, simbólico, mítico, preverbal, motor etc. pero nunca social o intelectual que ocultan a menudo el verdadero yo.
Pero entre el niño y el alienado existen diferencias esenciales. El niño no vuelve a lo imaginario como lo hace el esquizofrénico. Él está allí, está todavía. Debe salir de allí, es cierto para hallar el mundo real y hacerse adulto, pero no ha conocido este mundo. El no es asiento de procesos destructores destinados contra la vida y hacia la muerte, por el contrario la vida, lo más profundo de su ser le empuja hacia la vida y la afirmación de su yo. De aquí derivan los movimientos pedagógicos actuales de educación de la expresión espontánea.
Pero esta es una historia de la ilustración infantil española y en ella no puede faltar la mención de obra y autores como Tomás de Iriarte y sus Fábulas literarias, las Lecciones instructivas sobre la Historia y la Geografía, El nuevo Robinson de Campe, Félix Samaniego con sus Fábulas morales etc.
Como ya ha señalado C.B. Villasante en La Historia de la literatura infantil española26 "visto que al llegar el siglo razonable, el siglo de las luces, el niño empieza a destacar. Los filósofos y pensadores del XVIII consideran que el niño merece una literatura especial; por supuesto, la finalidad sigue siendo didáctica. Los ejemplarios, consejos y enseñamientos de otros tiempos se van a sustituir por otros más apropiados a la niñez." Así lo han hecho los franceses y los ingleses que han precedido a la literatura española en el interés por la infancia, la literatura infantil y por su puesto su ilustración artística.
Los ministros y nobles ilustrados encargan a los escritores que escriban obras con destino a los niños. Así, por encargo del ministro Floridablanca (1782), don Tomás de Iriarte (1750-1791), escribe unas Fábulas literarias, que acaban con una moraleja, como era costumbre en el género fabulístico, y compone dos manuales de Geografía y de Historia.
Las fábulas son breves y sencillas, como conviene a la poesía didáctica, y fáciles de aprender. Se comprende que pudiesen gustar a los niños, aunque iban destinadas únicamente a los jóvenes que deseaban aprender a versificar y tenían por principal objetivo censurar los defectos de los literatos. Los personajes de las fábulas son animales, conforme a la tradición griega y latina, conservada a lo largo de la Edad Media y siglos de oro. Así por ejemplo La fábula de La ardilla y el caballo, para que se vea cómo la primera parte, sobre todo, se adapta a la psicología infantil ilustrada con grabados en madera como esta y otras La zorra y la cigüeña :
"Mirando estaba una Ardilla a un generoso Alazán, que dócil a espuela y rienda se adiestraba en galopar.
Viéndole hacer movimientos tan veloces y a compás, de aquesta suerte le dijo con muy poca cortedad:
"-Señor mío: de ese brío, ligereza y destreza no me espanto; que otro tanto suelo hacer, y acaso más. Yo soy viva, soy activa, me meneo, me paseo, yo trabajo, subo y bajo; no me estoy quieta jamás.
El paso detiene entonces el buen potro, y muy formal, en los términos siguientes respuesta a la ardilla da:
-Tantas idas y venidas, tantas vueltas y revueltas, quiero, amiga, que me diga: ¿son de alguna utilidad? Yo me afano, más no en vano. Sé mi oficio, y en servicio de mi dueño tengo empeño de lucir mi habilidad.
Con que algunos escritores ardillas también serán, si en obras frívolas gastan todo el calor natural."
También merecen una mención especial las ilustraciones de la fábula de El burro flautista, muy bonita e infantil, que copiamos a continuación:
"Esta fabulilla, salga bien o mal, me ha ocurrido ahora por casualidad. Cerca de unos prados que hay en mi lugar, pasaba un borrico por casualidad. Una flauta en ellos halló, que un zagal se dejó olvidada por casualidad. Acercóse a olerla el dicho animal y dio un resoplido por casualidad. En la flauta el aire se hubo de colar, y sonó la flauta por casualidad. -¡Oh-dijo el Borrico qué bien sé tocar! jY dirán que es mala la música asnal! Sin reglas del arte borriquitos hay, que una vez aciertan por casualidad.
En las Lecciones instructivas sobre la Historia y la Geografía, por cierto obra póstuma de Iriarte, dirigida a la enseñanza de los niños y publicada en Madrid en 1794, el autor, en un sustancioso prólogo, refleja la situación de la instrucción pública por aquella época. Dice con pena que no hay un buen ciudadano que no se compadezca si entra en una escuela de primeras letras y advierte con qué libros aprende a leer la mayor parte de los niños. Para un tratado útil y bien escrito que ve en las manos de algunos, verá en las de otros muchos, ya la Historia de los doce Pares, ya La cueva de San Patricio, ya El devoto peregrino, o ya, en fin, novelas vulgares y cuentos extravagantes de todas especies con pocas illustraciónes casi siempre gradados o a la plumilla.
Según Iriarte, el mal está en que los niños se aficionan (a lo maravilloso por más falso o inverosímil que sea, posponen lo verdadero, lo provechoso y lo necesario". Esta cita es interesante por lo que tiene de orientadora respecto a las lecturas infantiles.
Completan este testimonio las declaraciones que hace don Antonio Alcalá Galiano en sus Memorias, escritas en los años de 1847-1849 y publicadas por su hijo en 1886. Dada la escasez de memorias, diarios y otras manifestaciones de literatura íntima como el género epistolar y las apuntaciones personales, apenas tenemos referencias de las lecturas que hacían los niños por esta época en España. Por tanto, mucho más valiosas son estas noticias que nos proporciona Alcalá Galiano. Dice así:
"A poco más de cuatro años sabía de memoria gran parte de las fábulas de Samaniego, muchas de las de Iriarte, con 106 malos versos sobre la Historia de España, por el padre Isla, anejos a su traducción del compendio de Duchesne. Sin contar otras obras de igual o parecida naturaleza, en que estaba incluido el Catecismo de Fleury.
En su afición creciente por la lectura nos dice que:
"Corría entonces con gran valimiento por las antesalas de las casas, sirviendo de recreo y enseñanza a los lacayos, un libro intitulado si mal no me acuerdo La historia de Carlomagno y de sus doce pares, donde en pésimo estilo están recopiladas muchas de las invenciones de los libros de caballerías."
Como su padre se enfadase y le prohibiese la lectura y hasta le quitase el libro, él cogía diferente ejemplar, hasta que llegó a aprendérselo de memoria, «sucediendo lo que sucedía a Racine en su juventud con el cuento de los amores de Theagenes y Cariclea.
El padre puso en sus manos el Quijote y la historia de Bertoldo Bertoldino y Cacaseno, obra festiva con la que rió mucho, aunque comprendía que merecía algo mejor que esta última. Hemos de aclarar que Alcalá Galiano, por entonces, solamente tenía siete años y medio. A los diez ya lee en la biblioteca de su tío a Voltaire, Rousseau: La nueva Eloísa, y a Montesquieu, que no le causan ningún mal porque no se entera de sus impiedades. Recuerda también que leía libros de milagros: El año virgzneo y los Diálogos entre Desiderio y Electo, obra monstruosa de devoción y superstición. Menciona los juegos de niño, que eran entonces decir misa y predicar, para lo cual su madre le había hecho casullas apropiadas a su tamaño: Tuve mi altar, mi cáliz y mi patena." Mesonero Romanos, en las Memorias de un setentón, dice que en su niñez estaba "embebido, fascinado con la lectura de Gil Blas de Santillana, que con la del Ingenioso Hidalgo, ha compartido siempre mi entusiasmo y simpatía".27
Esta larga digresión, de todo punto necesaria para mostrar cuáles eran las lecturas a finales del XVIII, coincide con el prólogo de Iriarte. Con la única diferencia de que gracias a la actividad fabulística de Iriarte y Samaniego los niños españoles desde su más temprana edad pudieron hacer uso de un material específicamente infantil como eran las fábulas.Muchos de ellos ilustrados con grabados aunque no muy abundantes y en blanco y negro.Por si esto fuera poco, el admirable Iriarte, que lee mucho y está enterado de lo que se publica en el extranjero, llevado de su interés por los niños hace la primera traducción de El nuevo Robinson, de Campe, cuyo subtítulo dice: "Historia moral reducida a diálogos. Para instrucción y entretenimiento de niños y jóvenes de ambos sexos, escrita en alemán por el señor Campe. Traducida al inglés, al italiano y al francés, y de éste al castellano, con varias correcciones".
Nosotros hemos visto la quinta edición hecha en Madrid en 1817.
En el prólogo, Iriarte nos refiere que el señor Campe se inspiró en Defoe para acomodarle a la enseñanza de los niños, que es un libro instructivo y utilísimo, además de entretenido, que inspira amor y fe en el Criador, ventaja sobre el Robinson, de Defoe, peligroso para los católicos… La traducción corregida que ahora publica sale a la luz con la aprobación del mismo tribunal de la fe que en el año de 1766 prohibió por fundamentadas causas el Robinson antiguo".
Iriarte cree que con su traducción libre hará un gran bien a los niños. Tanto Defoe, como Campe e Iriarte están convencidos de que su libro no es una novela, sino un libro verídico, que se basa en hechos reales. Iriarte, para demostrar esto, cita los Comentarios del inca Garcilaso, donde se refiere la historia de Pedro Serrano, el náufrago español que vivió solo en la isla de Juan Fernández y al que pone como modelo antecedentes de los robinsones extranjeros.
La índole de este libro no nos permite extendernos más sobre el tema de Robinson, únicamente hemos querido señalar que este libro que en sus orígenes no fue destinado a los niños se convirtió en un clásico infantil, y que fue precisamente Iriarte uno de los que contribuyeron a su difusión y ilustración en España. Aunque y dicho sea de paso la ilustración de los"Robinsones" se haya limitado casí siempre a portadas.
Tanto es así que todavía en 1851 un periodista comenta en La Ilustración acerca de la literatura infantil: «Estas novelas interesan sobremanera a los niños. Uno conoce que lleva leídos treinta y siete robinsones, el suizo, el alemán, el de los hielos, el de los bosques, el del norte, un nuevo Robinson, un novísimo, otro archinovísimo Robinson, etc…o (Literatura infinitesimal. La Ilustración, 1851, III citado por J. F. Montesinos.)
Por esta época también se traduce al español y se ilustra un libro que hizo
época en los anales de la literatura infantil: el Gulliver, de J. Swift (1667-1745). Vemos que en Plasencia, en el año 1790, aparecieron Los Viajes del capitán Lemuel Gulliver a diversos países remotos, traducidos de la edición francesa por don Ramón Máximo Spartal.
En el prólogo de sus Fábulas el mismo Samaniego nos explica el método que ha seguido para componerlas y lograr que éstas resulten apropiadas a la niñez. Lo que falta siempre sin embargo son alusiónes a la ilustración y el dibujo. Hay en sus manifestaciones literarias y nunca en las puramente artísticas un deliberado propósito de agradar a los niños, al igual que lo hace un cuadro. El toma como modelo literario a Esopo, Fedro y La Fontaine, y procura hacer versos fáciles con claro y sencillo estilo. Por el pasaje que copiamos a continuación se ve la intensión de Samaniego por adaptarse a la psicología infantil y confiesa que no ignora las dificultades de su obra: "A pesar de mi desvelo en esta parte, desconfío conseguir mi fin. Un autor moderno en su tratado de educación dice: que en toda la colección de La Fontaine no conoce sino cinco o seis fábulas en que brille con eminencia la sencillez pueril; y aun haciendo análisis de algunas de ellas, encuentra pasajes desproporcionados a la inteligencia de los niños. Esta crítica ha sido para mí una lección. Confesaré sinceramente que no he acertado a aprovecharme de ella, si en mi colección no se halla más de la mitad de fábulas que en la claridad y sencillez de estilo no pueda apostárselas a la prosa más trivial. Este me ha parecido el solo medio de acercarme al lenguaje que debemos enseñar a los muchachos; pero, ¿quién tendrá bastante filosofía para acertar a ponerse en el lugar de éstos y medir así los grados a que llega la comprensión de un niño?»
En efecto, las fábulas de Samaniego son ligeras, graciosas, muy apropiadas para la niñez. Y no pueden faltar en esta tesis ya que también han sido ilustrados extensamente por todo el mundo y por diferentes artistas. He aquí un ejemplo:
Los gatos escrupulosos. Veranse las fotocopias de diversas Ilustraciones en el apendice. La zorra y la cigüeña (Pág.67)
¡Qué dolor! Por un descuido Mizifuz y Zapirón se comieron un capón en un asador metido. Después de haberse lamido trataron en conferencia si obrarían con prudencia en comerse el asador.¿Lo comieron? No, señor: Era caso de conciencia.
Y en esta otra de: La zorra y el busto: Dijo la Zorra al busto después de olerlo: Tu cabeza es hermosa, pero sin seso. Como éste hay muchos, que aunque parecen hombres, sólo son bustos.
Por estos ejemplos vemos que el escritor, el poeta, el ilustrador sigue siendo un pedagogo ansioso de instruir. Y muchas veces sacrifica la belleza y el deleite a la instrucción y a la verdad. El ilustrador en esta época está practicamente obligado a precindir del color.
Uno de los apartados o capítulos, si se quiere, de la obra de Carmen BravoVillasante anteriormente mencionada La Historia de la Literatura infantil española se titula Las primeras publicaciones periódicas infantiles que en este trabajo nos han sido de gran ayuda para ir barajando algunos de los autores de literatura infantil más ilustrados.No ya tanto por su importancia literaria sino más bien como guia para los ilustradores de ellas. Los escritos de Cabera Infante en este sentido tienen gran importancia en esta tesis auque ellos no sean más que un pretexto para hablar de la ilustracion plástica de estas portadas y ilustraciones, viñetas, dibujos , grabados… pero claro y debido también a los escaso medios de esta facultad la projección de diapositivas de ilustraciones representativas ha sido imposible por lo que se ha optado por el anexo de fotocopias, alguna a todo color, de las ilustraciones y portadas que hemos encontrado de mayor belleza artística. Así por ejemplo existen ejemplares de gran belleza que por razones evidentes de espacio, copy rights etc. no podemos reproducir en su totalidad, en la hemeroteca de Conde Duque y La biblioteca Nacional, colecciones privadas etc. como: La Gaceta de los Niños, Madrid, 1798.-Otros periódicos: El Amigo de la Niñez, El Eco de la Juventud.-Perfeccionamiento de las revistas infantiles: La Educación Pintoresca (1849). La ilustración de los Niños, Madrid, 1849. El Amigo de los Niños, Málaga, 1849.-El Recreo de los Niños. Biblioteca de Niños, por C.S.-La Floresta Infantil, Zaragoza, 1855. El Amante de la Infancia, Pamplona, 1866.-El periódico de la Infancia, 1877.-El Camarada, Barcelona, 1887,-El Museo de la Juventud, Barcelona, 1887. Muchas de ellas con magnificas ilustraciones. Las colaboraciones de Hartzenbusch, Campoamor etc. contienen ilustraciones que nos hubiera gustado reproducir aquí pero que por razones evidentes se van a tener que ver reducidos a un mínimo y por desgracia en blanco y negro para el deleite de este trabajo.
Parecen ser los ingleses quienes publicó el primer periódico infantil en lengua inglesa-The Lilliputian Magazine (John Newberry 1751-1762), con lo que Inglaterra puede ufanarse de haberse anticipado a los demás países en la publicación de prensa para niños. A este periódico sucedió The Museum for Young Gentlemen and Ladies (1758), que se imitaron y difundieron en todos los países europeos.
En Alemania aparece en 1772-1774 el Leizpziger Wochenblatt für Kinder ("Semanario Infantil de Leipzig"), y al poco el Kinderfreund =El Amigo de los Niños, 1775-1784), que dirige Rochow. Las publicaciones se multiplican en todas las capitales alemanas. Nacen el Hamburgische Wochenblatt für Kinder, Kinderzeitung (Nüremberg), etc. Francia asimismo edita periódicos infantiles. Y de aquí , de pronto, se produce el magno acontecimiento en España.
Todas estas tentativas cultas en torno a la literatura infantil, como son las fábulas de Iriarte y Samaniego y las colecciones de lecturas amenas traducidas han servido para algo. ¡Sí, el acontecimiento es magno! En 1798 se publica el primer periódico infantil. El título completo es el siguiente: Gaceta de los niños (o principios generales de moral, ciencias y artes, acomodados a la inteligencia de la primera edad, por don Josep y don Bernabé Canga Argüelles. En Madrid. En la imprenta de Sancha. Año de MDCCXCVIII. Consta cada cuadernillo o ejemplar de 32 páginas de tamaño octavo". Este periódico está reseñado por Hartzenbusch en sus Apuntes para un catálogo de periódicos madrileños desde el año 1661 al 1870"y de él dice: "por lo menos se publicaron 24 números desde 1798". Ni la Hemeroteca Municipal ni la Biblioteca Nacional tienen ejemplares de dicha publicación. Cabrera Infante después de muchas pesquisas pudo ver esta curiosa e interesante publicación, de tanta importancia para la literatura infantil, cuando una breve mención del Paláu le facilita su hallazgo en una librería de bibliófilo.
Y con los dos tomitos de La Gaceta de los Niños en la mano, que viene a colmar el hueco de su colección de libros infantiles, ya puede describir el primer periódico español dedicado a los niños. "El primer número se inaugura con un sabroso prospecto o prólogo en el que los redactores dan cuenta de sus intenciones. Después de explicar que tratan de educar al niño a partir de los nueve años, para ser un buen ciudadano, y de condenar el sistema de educación vigente en el que la letra con sangre entra, pasan a exponer un sistema pedagógico que tiene por base el cariño y la comprensión: Aún esto no basta: es menester hacerles amar la instrucción y el estudio; ponerles las ciencias en su mismo lenguaje; acomodarse a su débil inteligencia y a su poca constancia; aficionarlos a la lectura, presentándoles las ciencias en un estilo claro y agradable.
Este es el objeto que en nuestros días se han propuesto algunos hombres célebres como Campe, Shumel, Weisse, autores alemanes, y últimamente Berquin, a quien con razón se puede llamar el amante de la niñez." Como puede verse, los redactores son hombres cultos que están al tanto de las publicaciones extranjeras y siguen con interés los adelantos pedagógicos de Alemania y Francia. Aunque el párrafo es largo, merece copiarse: "Cuando se publicó traducido a nuestra lengua el primer cuaderno de la Biblioteca de Buena Educación del señor Berquin, una niña a cuyas manos llegó cobró una afición tan señalada a esta obra que no la abandonaba en todo el día. Comunicaba el hallazgo a sus pequeñas amigas, que tomaban un interés igual al suyo: huía de todos para saciarse en secreto de este libro precioso, llegando hasta el extremo de llevarle consigo a la cama, no resolviéndose alejarle de sí aun en instantes de sosiego.
Este rasgo interesante fijó nuestra atención, y nos obligó a pensar que sería fácil infundir a los niños, por el mismo método de Berquin, las nociones más útiles, no sólo de la moral, sino de todas las ciencias y artes compatibles con su capacidad por medio de un periódico, cuyos números, pareciendo a tiempos determinados, y con un intervalo bastante considerable, les presentasen siempre la idea de un objeto nuevo; dejándoles al mismo paso tiempo bastante para que se les graben en la memoria metódicamente las instrucciones. "Confesaremos que este pensamiento no es enteramente nuestro y que en París se publica una obra muy semejante intitulada Correo de los niños, por Douffret, y que aunque tomaremos de él y de otros autores una gran parte de nuestro periódico, sin embargo aún en lo que tomemos se harán varias ediciones y reformas que le constituirán una obra nueva, acomodada a nuestras costumbres."
Añaden a esto que más adelante fundarán la Gaceta de los Jóvenes para completar la educación iniciada en la de los niños. También prometen adornar el periódico con láminas y se ilustran muchos de los artículos.
Desde el primer momento, por todas estas razones educativas y artísticas -estamos todavía en el siglo de las luces-"se desterrarán de la Gaceta de los Niños todos los ejemplos de engaños, de supercherías, de poca continencia de las pasiones, como también todos los apólogos". En esto, los redactores del nuevo periódico se suman a la campaña emprendida contra las hadas y encantamientos. Nada de apólogos, dicen, prohibidos los cuentos. Señal de que los niños se complacían en una literatura oral de consejos y relatos fantásticos con ilustraciones derivadas de los libros de caballerías, y del folklore popular, tan poblado de brujas, hadas y apariciones.
"Para completar… la instrucción se traducirá todos los libros elementales de ciencias y artes que dé a luz el Instituto Nacional de París." El ideario, escribe C.B. Villasante , se ha expuesto con toda claridad y, ¿por qué no decirlo? Hasta resulta convincente cuando se lee la pequeña e ingenua Gaceta que, a pesar de sus protestas, sigue en todo la directriz francesa. Incluso ellos mismos dicen que "nuestro periódico se podría llamar la Enciclopedia de los Niños". Después de este prospecto inaugural y de una introducción, se insertan unos diálogos titulados El castaño y Laurita, de marcada intención pedagógica, aunque muy entretenidos y bien escritos. Al final, con el título de Noticias, se publican una serie de anuncios de libros, entre ellos Las noches en casa o Abertura de la cartera de la juventud, obra escrita en inglés por el doctor Aikin y madame Baabauld .
Esta obra ha merecido los mayores elogios. Se halla traducida al francés en cinco tomos dozavo, en París, en casa de Maradam, calle del Cementerio de San Andrés, número 9; precio, 7 pesetas. Precisamente gracias a los anuncios o noticias que van al final de cada ejemplar podemos tener una idea de los libros que se estaban ilustrando al menos con portadas, y el eco de los cuales, a través de Francia, llegaba a España la mayoría de las veces: Sandfoord y Merton, de Day; El pequeño Grandison, El amigo de los niños, de Berquin; Los elementos de psicología para uso de los niños, de Campe, el autor del Nuevo Robinson; El diario de las madres de familia, Lecciones de una maestra, de madame Genlis.
Gracias a un cuento en el que se mencionan los regalos que un fiel y antiguo servidor hace a los niños de los señores sabemos que venían (varios libros encuadernados en tafilete verde y encarnado, en cuyos lomos se leían los títulos siguientes: El amigo de los niños, El Telémaco, El Robinson, Paulo y Virginia, El catecismo histórico, de Fleury>. Libros todos extranjeros que alternaría el niño con las aleluyas taurinas, tan castizas, a falta de otra cosa mejor, con los abecedarios ilustrados, con los pliegos de coplas y romances callejeros y con las lecturas de las bibliotecas de los mayores.
No mucho mejor hasta entonces habían estado los niños de otros países.
Las páginas que Goethe dedica en el primer volumen de Poesía y verdad a las lecturas de la infancia, nos suministran noticias preciosas acerca de este particular. ¡Cuán poco eran, y qué escasez de libros entonces! El Orbis Pictus, de Amos Comenius, La Biblia con grabados, las crónicas, las fábulas y narraciones filosóficas del Telémaco, de Fenelón, el Robinson Crusoe y el Viaje alrededor del mundo, del almirante Auson.
Gracias a los vendedores y buhoneros que vendían cuentos y leyendas de la Edad Mediacomo el Eulenspiegel y La bella Melusina, el joven Goethe podía divertirse. Con el periódico infantil se intenta crear una literatura para niños. La Gaceta de los Niños significa, pues, que hay una literatura exclusivamente infantil o, por lo menos, que tiene que haberla. Al cabo de los años, con la perspectiva y experiencia de más de siglo y medio, casi no podemos creer que aquello fuese literatura infantil, aunque así se rotulase, tan contagiada está del pedantismo y del espíritu de los mayores. Pero, ¿acaso toda la literatura del siglo XVIII no es también, en muchos aspectos, sumamente razonable, pedante y erudita? No es de extrañar que los primeros periódicos infantiles sigan siendo unas pequeñas enciclopedias, una nueva versión de las sumas medievales, y que se parezcan más a un libro de texto que a un libro de entretenimiento.
Por lo que a esto último se refiere, la palma de la literatura infantil se la lleva el Robinson. ¡Cuántas veces lo menciona el redactor de la Gaceta! Si la linterna mágica proyecta imágenes que dan pie a una clase de geografía, siempre se buscará un pretexto para relatar el naufragio del barco donde va Robinson (cuyas singulares aventuras leerán los niños porque el libro de sus aventuras es uno de los más divertidos que se pueden leer-) Mientras en las noches invernales los niños construyen castillos de naipes y recortan monigotes de papel, el padre lee en voz alta el nuevo Robinson.
En La Gaceta de los Niños también se insertan pequeñas obritas teatrales: El gato, comedia en un acto, muy graciosa y animada. La niña curiosa, El perrillo, todas ellas con su correspondiente moraleja, inspiradas en el teatro de Berquin, el ídolo de los redactores y de todos los que se interesaban, por entonces, por la literatura para la infancia. Dicho autor fue objeto de una pequeña biografía, en la que, entre otras cosas, se le consideraba como adaptador de los escritos alemanes y propulsor del género infantil en su país. Berquin escribió La Biblioteca de las Aldeas para ilustrar a los labradores acerca de sus derechos y deberes.
Nosotros suponemos que se inspiraría en el Kinderfreund, de Rochow (1772), cuyo primer número apareció con el título de -Versuch eines Schulbuches für Kinder der Landleute (Ensayo de libro escolar para niños de aldeanos), título que al cabo de los años nos trae el recuerdo aquel de El estudioso de Aldea, de nuestro Palmireno, que, anticipándose a estos autores, comprendió la necesidad de un manual para los niños aldeanos diferente al de los niños de la corte, a los que dedicó El estudioso cortesano. ¿Coincidencia casual? ¿Acaso los alemanes conociesen el trabajo del humanista Palmireno? Aunque ya sabemos que fue un tópico el contraste de corte y aldea, queda la insinuación para quien quiera solucionarlo.
También dedica La Gaceta de los Niños un artículo a las calles de Madrid, con lo que entra de lleno en el costumbrismo. Refiriendo un paseo que da el padre con sus hijos, dice lo siguiente: «Pasando en este orden por la hermosa calle de la Montera, los ojos de los niños erraban de una parte a otra sobre todos los objetos que el lujo y la frivolidad han hacinado como a porfía en las lonjas de esta larga calle.
Y en otro lugar: «Así hablaba Heliodoro cuando al doblar la esquina de la calle del Carmen le interrumpieron las voces de una larga fila de mujeres sentadas en el suelo y rodeadas de banastas de naranjas y limones que gritaban sin cesar: ¡a mis naranjas!, ¡a mis naranjas!; ¡a las gordonas!, ¡a las gordonas!; Pregones populares de las calles de Madrid que hallaron acogida en las aleluyas y en las estampas tituladas, precisamente, Gritos de Madrid, y en las aucas «Pregones de Valenciao.
La Gaceta de los Niños tuvo corta vida. No duró más que dos años.
Al finalizar el tomo segundo, después de un índice detallado de los dos tomos, viene esta advertencia: «Este periódico se suspende por ahora con motivo de la quebrantada salud del redactor, y a su continuación se avisará al público para que los suscriptores puedan renovar sus suscripciones. La súbita enfermedad del redactor coincide con el cambio político de Francia, en donde el 10 de noviembre de 1799 el Directorio (Asamblea de los 500) se transformó en Consulado (tres cónsules y uno de ellos Napoleón). Todo hace suponer las estrechas relaciones que existían entre este periódico y el régimen político francés, sobre todo si se consideran los anuncios insertados en las Noticias, anuncios de libros franceses vendidos en librerías de París y establecimientos de educación. Algunos, como el que copiamos a continuación, demuestran la amistad de los redactores con distinguidas personalidades francesas de la situación:
"Noticia: La ciudadana Laforest, muy rica y bien criada, ha
establecido en París, en la calle de Berri, número 3, una casa de educación, en la cual, además de asegurar a las niñas el buen trato, en un edificio cómodo y sano, con jardín, se las enseñarán las labores del sexo: por los mejores profesores a escribir, leer y contar; la gramática, la geografía, la mitología, la historia, las lenguas italiana e inglesa, y además tañer y cántaro>
Y este otro anuncio:
Tratado de Aritmética presentado por el ciudadano Simonin, del
Instituto Nacional, al Consejo de los Quinientos.A pesar de la desaparición de La Gaceta de los Niños el camino estaba abierto, aunque todavía pasarán algunos años hasta que se publique un nuevo periódico infantil. Antes merecerá la atención de redactores y periodistas la prensa de adultos, entre la que se cuentan las primeras publicaciones femeninas, como El periódico de las damas (1822), de pequeño formato, El té de las damas (1827), El correo de las damas (1833) y otras publicaciones destinadas a las familias, como El museo de las familias (1838-1867), que se publica en Barcelona y es un periódico ilustrado, con dibujos románticos, que trata de viajes, cuadros de costumbres y novelas puras y castas, pero que no tienen nada que ver con los niños. Hasta 1841 no aparece El amigo de la niñez; en 1842, El eco de la juventud y El museo de los niños, que es un tomito de tamaño reducidísimo en el que un padre va contando a sus hijos lecciones de cosas. En 1843 sale El mentor de la infancia, de tamaño octavo. Los cuentos alternan con la historia sagrada y con enternecedoras o ridículas anécdotas de piedad filial. Se da cabida, ¡gran novedad!, a ciertos juegos populares como el de El milano:
Vamos a la huerta ¡De Pedro Toronjil! Veremos al milano. Comiendo perejil jGil! ¡Gil! ¡Gil!
Este periódico va ilustrado con preciosos grabados románticos. En 1849 leemos El Faro de la Niñez, periódico de educación recomendado por Real Orden a los establecimientos de enseñanza. En provincias también se editan publicaciones periódicas infantiles. El Amigo de los Niños se publicó en Málaga en 1849. El primer número salió el domingo 17 de junio de 1849. Consta de cuatro páginas y recuerda por el formato y la presentación gráfica las hojas parroquiales. No tiene ilustraciones. El editor es S. Casilare. Dicho señor inicia el primer número advirtiendo a los padres de familia que les regala una muestra del periódico, es decir, un ejemplar para que lo vean antes de suscribir a sus hijos y den su visto bueno. El ejemplar costaba ocho céntimos. Después de esta advertencia, el editor se dirige en una poesía. A los niños de ambos sexos:
Venid, venid, lindos niños; Venid, venid, niñas bellas, Conmigo en pos de las huellas, De la Excelsa Religión.
A este tenor todas las cuartetas siguientes. A continuación un artículo, ~(La doctrina cristiana>), explicada por un sacerdote, con preguntas y respuestas como en el catecismo. Sigue una fábula, El camello y el asno, con su moraleja en místico final. Luego, un capítulo de Historia de España, en el que se hacen consideraciones de carácter general. Se dedica un pequeño espacio a los "juegos de ingenio". El de este primer número consiste en el modo de averiguar el número que una persona haya pensado para que los niños saquen fruto de las vidas ilustres. Y, finalmente, una novela titulada María que se continuará en el próximo número, y una charada.
El editor director anuncia que se insertarán los nombres de los tres primeros niños suscritos que presenten la solución. Como vemos predomina la pedagogía. La religión y la moral son los pilares de este periódico. Así será en todos los de la época. Las máximas y las oraciones, la ciencia y la utilidad son el patrimonio de estos periódicos que tienen mucho de catecismo y de catón. No acaba de surgir enteramente el género infantil. Tampoco hay grandes ilustraciones. ¡Qué trabajo le cuesta nacer! Como noticia curiosa anotaremos que en el número de agosto del mismo año el director de El Amigo de los Niños anuncia la rifa del Juanito, de Paravicini, traducido por M. Torrente, ((hermoso libro de lectura moral. Es el famoso Juanito italiano que tanto hemos ridiculizado en nuestros días sin comprender que desempeñó durante casi un siglo una misión educativa. A este libro, Unamuno, en sus recuerdos de niñez y mocedad, rinde un tributo de emocionada y nostálgica recordación, muy semejante al recuerdo que a nosotros nos queda de nuestras infantiles lecturas escolares del cuento de Clarín ¡Adiós, Cordera! Si no llorar, pues entonces el sollozo era vergonzoso, el lector se mordía los labios y hacía pausas larguísimas y comienzos titubeantes.
Dice Unamuno: (¿Y el Juanito? Cuando en su lectura se acercaba el día en que habíamos de leer la muerte de Julia, la madre del protagonista, había desusada remoción en nuestros espíritus y todos rejuntábamos sentimiento para el conmovedor pasaje. Al llegar a él, quien lo leyese, la voz se le apagaba, ahogados sollozos estorbaban la limpieza de la lectura, y todos nos enjugábamos los ojos llorando con Juanito la muerte de su madre… Aquellas lágrimas tan deseadas, porque lo eran, y tanto más gustadas cuanto más sinceras, fueron las primeras que el arte nos hizo derramar, y para muchos de nosotros acaso las últimas que le deben. Había que suspender por un momento la lectura y a nadie se le ocurría burlarse de aquella piedad que provocaba la ficción literaria".
Para amenizar el periódico el director decide insertar una comedia
de niños que, como es de esperar, también será moral. Se titula Emanciparse antes de tiempo, y trata de unos jóvenes perillanes, malos estudiantes, que abandonan los libros para irse a jugar al billar (el futbolín de aquellos tiempos) y dedicarse a una serie de travesuras, como atar latas con fuego a las colas de los gatos, etc. Como es de suponer, todas estas andanzas terminan mal. Los jóvenes imprudentes no pueden terminar de otra manera y esto da lugar a un diálogo muy aleccionador y lacrimoso entre padres e hijos, de gran efecto pedagógico. Oigámoslo:
Luis: Y yo, padre mío, madre mía, ¡cuán arrepentido estoy!
"El padre: ¡Jóvenes!, tened siempre presente que la autoridad de los padres es tan necesaria como el alimento.
¡Cuán satisfecho dormiría el director de El Amigo de los Niños con la sensación del deber cumplido! ¿Dormirían igual de satisfechos los niños? Presentimos que pasada la primera sorpresa y alegría de poseer el periódico para ellos solos, el niño lo dejaría caer y trataría de emanciparse como los jóvenes imprudentes de la comedia.
La enorme pedantería de la literatura del periódico infantil era semejante a la del preceptor y ayo, a la del dómine y el maestro. La literatura infantil sigue siendo una rama monstruosa de la pedagogía. En el periódico hay escasa belleza literaria y mucha erudición y ciencia.
Nuevamente por los anuncios del periódico nos enteramos de que en la imprenta del mismo se ponen a la venta Las Fábulas, de Samaniego e Iriarte; El Libro de los Niños, por Martínez de la Rosa; una Biblioteca de niños, con 22 láminas litografiadas, por valor de 22 reales, y Tom Trick, novela traducida del inglés.
Pero dejemos a El Amigo de los Niños, no sin haber leído La historia de un perezoso y La digna recompensa de un noble sacrificio.
Todos estos tanteos de prensa infantil no han sido en vano. Unos años más y tenemos en las manos el mejor periódico infantil de la época. Nace en 1875. Es un periódico que está de moda. Elegante, fino, distinguido, con numerosas ilustraciones. Se titula La Educación Pintoresca, y se edita en Madrid conforme al modelo de los periódicos femeninos de la capital, publicados en años anteriores, El Correo de las Damas (1834), El Defensor del Bello Sexo (184S) y El Cupido (1848), y hasta se inspira en El Semanario Pintoresco.
¡Cómo se nota que es un periódico de la capital! ¡Qué lejos del periódico provinciano! La impresión es magnífica. Tiene grabados y láminas litografiadas. El formato pequeño, tamaño octavo. Trae un sumario de artículos y de colaboradores. El ejemplar del año 1857 tiene un grabado que representa a una madre leyendo un libro a sus hijos. ¡Hasta en la portada aparecen los mayores! Es la sombra tutelar de los padres. Todavía la literatura infantil está sujeta a los mayores y dirigida a ellos para merecer su aprobación. Algo que se puede ver muy claramente también en las ilustraciones parecen hechas más bien para la aprobación de los padres que para el gusto del niño.
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