- Justificación
- Inicio y evolución de la migración mexicana
- Perspectiva actual
- Esfuerzos gubernamentales
- Realidad de los inmigrantes
- Posibles soluciones
- Concluyendo
JUSTIFICACIÓN
La migración de mexicanos a Estados Unidos es un fenómeno que involucra dos sociedades y que tiene lugar en momentos concretos del desenvolvimiento histórico de ambas. Al estudiar el fenómeno se deben tomar en cuenta las situaciones Mexicana y Estadounidense, así como las interrelaciones entre ambas en cada etapa histórica.
Es ampliamente aceptado que el fenómeno se relaciona en cuanto a los elementos de carácter interno se refiere, con la situación que guarda el empleo. El origen del problema es el escaso nivel de desarrollo alcanzado en muchas zonas del país y la baja posibilidad de crecimiento.
Es un problema heredado de tiempo atrás en el que el rezago económico obligaba a buscar un lugar en la industria ferrocarrilera, minera, agrícola, etc. De un país ene l que esos empleos no eran ocupados por nacionales (de EEUU).
Es este tema el que he escogido porque representa una problemática de primer orden, es decir, el principal tema a tratar por jefes de gobierno de ambos países es el migratorio, desplazando otros como los tratados internacionales como el NAFTA; además es importante señalar que actualmente las divisas provenientes del vecino del norte constituyen la segunda fuente de ingresos del país.
1. INICIO Y EVOLUCION DE LA MIGRACION MEXICANA
1.1 Inicios de la Migración
El movimiento de población mexicana hacia los Estados Unidos se inició desde el siglo pasado cuando una parte del territorio de México pasó a ser posesión de los Estados Unidos por circunstancias históricas que no es este el lugar para reseñar. E1 hecho es que de pronto la frontera se traslada hacia el sur y México se queda con su actual territorio. Físicamente, la frontera es inexistente en ese momento y los mexicanos no encuentran obstáculo alguno para pasar al país vecino; sobre todo a partir de que se amplía la red de vías de comunicación de México, la gente puede moverse con relativa facilidad, En particular los ferrocarriles hicieron posible que muchas personas pudieran viajar desde la Meseta Central del país hasta la frontera con Estados Unidos, sobre todo al suroeste de ese país, región que empieza a experimentar un fuerte desarrollo económico basado en la agricultura. Durante las dos últimas décadas del siglo XIX y 1as dos primeras del presente, los inmigrantes mexicanos jugaron un papel muy importante en la construcción de las vías férreas en el suroeste de Estados Unidos, en especial las de las empresas Southern Pacific y Santa Fe. Los trabajadores mexicanos llegaron a representar el 70 % de las cuadrillas y tan sólo en 1908 fueron contratados más de 16 000 de ellos con destino a los ferrocarriles. Incluso después de que se terminaron las vías principales, los mexicanos continuaron siendo contratados para construir las líneas secundarias y para el mantenimiento y reparación de las mismas. La construcción de vías férreas llevaron a los mexicanos a Montana, Wyoming, Utah, Colorado, Idaho, Illinois y Washington.
Tres fueron los principales elementos que hicieron del suroeste norteamericano el gran abastecedor de los Estados Unidos: los ferrocarriles, que aseguraron un transporte confiable para la distribución de productos agrícolas a las ciudades los nuevos sistemas de riego, que hicieron posible la apertura de miles de hectáreas al cultivo, y, finalmente, la mano de obra mexicana, que abundante y mal pagada limpió terrenos, sembró, regó y cosechó los productos agrícolas, que en 1929 llegaron a representar el 40% de todas las frutas y vegetales cultivados en los Estados Unidos.
La lucha de facciones que se desató en México después de la revolución de 1910, así como la prolieración de gavillas de bandoleros hicieron que el campo fuera un sitio envuelto en la inseguridad económica, política y social. En ese momento la industria y el campo estadounidenses necesitaban suplir a sus trabajadores que habían marchado a la Primera Guerra Mundial: de esta manera, los migrantes mexicanos resolvieron su problema de ocupación y seguridad y el capital norteamericano obtuvo fuerza de trabajo. El gobierno de los Estados Unidas legalizó el flujo en 1917 estableciendo un programa especial para admitir temporalmente a la mano de obra mexicana, programa que finalizó en 1921. Junto con estos trabajadores mexicanos que entraron bajo la protección de este programa, también ingresaron miles de indocumentados, aún después de 1921.
1.2 La Crisis de 1929
La crisis de 1929 propició que surgieran y se desarrollaran algunos grupos que proponían restricciones a la inmigración y por lo tanto que se oponían al empleo de mano de obra mexicana, aduciendo que los mexicanos ocupaban puestos que deberían corresponder a los ciudadanos norteamericanos agobiados por los crecientes índices de desempleo. El gobierno norteamericano encontró entonces a quien culpar de por lo menos parte de la crisis y organizó repatriaciones masivas de mexicanos. Esto coincidió con la política del gobierno mexicano respecto al campo y a los campesinos, pues fueron los años de auge del reparto agrario. Ambos acontecimientos arraigaron por algunos años a los emigrantes en sus propios asentamientos.
1.3 La sustitución de importaciones
A partir de la década de los cuarenta México comenzó un proceso de desarrollo acelerado basado en una industria manufacturera que sustituyendo importaciones satisfacía la demanda del mercado interno y aun generaba excedentes de producción; por ello se vio en la necesidad de exportarlos. Entre 1939 y 1945 las exportaciones aumentaron un 100% incluyendo tanto las manufacturas como los productos agropecuarios. La Segunda Guerra Mundial vino a ser la coyuntura que propició este espectacular crecimiento económico, que se ha dado en llamar "el milagro mexicano" y que permitió que en esos años el producto nacional creciera a un ritmo promedio anual de 7%.
Las grandes ciudades, particularmente la ciudad de México, centralizaron la vida del país; su dinamismo atrajo a los pobladores rurales y de ciudades menores básicamente a empleos no muy estables como, por ejemplo, la construcción. La mayoría de las ocupaciones disponibles se encontraban en esa rama; es decir, eran empleos no duraderos, pues aunque la construcción de la infraestructura necesaria para la modernización del país requería grandes contingentes de mano de obra, una vez concluida la carretera, la presa, el puente o el edificio, allí quedaban sin necesitar más trabajadores. El dinero obtenido por las exportaciones se destinó a inversiones que llevaban a sustituir a la mano de obra en la producción. Después de esto empezó a declinar la tasa de creación de empleos en los centros urbanos e industriales lo cual, junto con la explosión demográfica y la Revolución Verde que polarizó a los productores agrícolas en muy ricos por un lado y en muy pobres por el otro, volcó la demanda de empleos hacia el sector servicios, el que desde luego fue incapaz de absorberla.
1.4 Migración en la Segunda Guerra Mundial
En esta misma década los Estados Unidos entraron a la Segunda Guerra Mundial por lo que su fuerza de trabajo fue enviada a los frentes de guerra o absorbida por la industria bélica, que pagaba los salarios más altos. De esta manera los Estados Unidos y México firmaron un acuerdo mediante el cual trabajadores mexicanos podían ingresar a los Estados Unidos con la finalidad de suplir temporalmente a los obreros norteamericanos. Este acuerdo, que se conoce con el nombre de Programa Bracero, se mantuvo vigente desde i942 hasta 1964 y puede decirse que fue literalmente la salvación para muchas familias rurales que en ese entonces se encontraban sin tierra y compitiendo por los jornales en una economía que se ocupaba poco de la crisis agrícola, menos por los empleos y mucho por las ganancias.
El modelo económico de desarrollo, la Revolución Verde, el riego, los cambios en los patrones de cultivo y en el uso del suelo supusieron cambios en la división del trabajo rural, en la organización de la producción, en el ofrecimiento de empleos, además del crecimiento demográfico, la insuficiencia de tierras, el impacto de la sociedad moderna que impele hacia un mejor nivel de vida. De aquí partió el éxodo rural, como lo denominan algunos científicos sociales. Pero hablar de éxodo rural es generalizar demasiado, porque evidentemente no todos los habitantes del campo han emigrado, y los que lo han hecho tienen entre si diferencias en cuanto a lugares de destino, recurrencia, ocupación, lugar en la estructura social de su pueblo y demás antecedentes demográficos y personales. Por ello se hace necesario que se realicen estudios que vean la migración en pueblos y regiones a un nivel de generalización limitado.
Mientras que Estados Unidos ha promovido mayores lazos comerciales, políticos y de inversión con México, ha tratado en vano de contener el flujo de mano de obra a través de la frontera. Empezando con las medidas drásticas contra la inmigración ilegal tomadas a mediados de los ochenta, el gobierno norteamericano ha impuesto pesadas regulaciones sobre los patronos estadounidenses y ha aumentado dramáticamente el gasto en patrullaje fronterizo. A pesar de dichos esfuerzos agresivos, la política fronteriza estadounidense ha fracasado en detener el flujo de trabajadores indocumentados que ingresan al mercado laboral de Estados Unidos.
Hoy en día 8 millones de personas viven en Estados Unidos sin documentos legales, y cada año el número aumenta en un estimado de 250.000, conforme más personas entran al país o permanecen una vez que sus visas expiran. Más de la mitad de los inmigrantes que ingresan y los que ya están aquí vienen de México.
Una consecuencia trágica de la supresión policial ha sido el desvío de los flujos migratorios de unos pocos puntos de paso tradicionales y urbanos a zonas rurales más esparcidas-para frustración de los residentes de dichos lugares y peligro mortal de los inmigrantes. Antes de dichas medidas enérgicas, la gran mayoría de los mexicanos entraban a través de tres puertas urbanas: San Diego, California, y El Paso y Laredo en Texas. En respuesta a las nuevas imposiciones fronterizas de la administración Clinton en 1993, los patrones migratorios cambiaron a áreas rurales remotas, tales como la frontera entre México y Arizona, en donde las patrullas están más dispersas pero las condiciones son más peligrosas.
El desvío del flujo le ha provocado dolores de cabeza a los estadounidenses que viven en esas áreas, ya que los inmigrantes invaden sus fincas, perturban al ganado y destruyen la propiedad. Sin embargo, las consecuencias han sido mortales para más de 2.000 inmigrantes que han perecido desde 1995 debido al calor y la deshidratación en áreas remotas del desierto o en camiones sellados.
Las leyes inmigratorias estadounidenses chocan con la realidad económica, y ésta última está ganando la batalla. La inmigración desde México es conducida por una disparidad fundamental entre la demanda creciente por mano de obra poco calificada en Estados Unidos y la disminución de la demanda doméstica para llenar dichas labores. El Departamento de Trabajo de Estados Unidos estima que el número de trabajos en la economía de este país que requieren de poca capacitación incrementará de 53.2 millones en el 2000 a 60.9 millones en el 2010, un incremento neto de 7.7 millones.
Mientras tanto, la oferta de trabajadores estadounidenses dispuestos a realizar dichas labores continúa cayendo, en parte debido al envejecimiento de la fuerza laboral y al aumento de los niveles educacionales. Para el 2010, la edad media del trabajador estadounidense será de 40.6 años, mientras que la proporción de hombres adultos nativos sin título colegial continua desplomándose: de más de la mitad en 1960 a menos del 10% hoy en día. Es de entender que estadounidenses más viejos y educados tengan mejores cosas que hacer con su tiempo laboral que lavar ventanas, ser meseros o trabajar en lavanderías.
Los inmigrantes mexicanos proveen un recurso listo para llenar dicho vacío. Aún así, la ley migratoria no provee de un canal legal mediante el cual trabajadores inmigrantes poco calificados puedan entrar a Estados Unidos a satisfacer la demanda. El resultado predecible es la inmigración ilegal y todas las patologías del mercado negro que vienen con ésta.
En febrero del 2001 se reunieron en Guanajuato, México, dos presidentes recién inaugurados, George W. Bush y su contraparte mexicano Vicente Fox, quienes acordaron trabajar juntos para solucionar el problema. La reunión llevó a la creación del grupo de Trabajo de Alto Nivel sobre Migración, compuesto por el Fiscal General estadounidense, los secretarios de estado y trabajo y sus contrapartes en México, con el propósito de frenar el flujo ilegal de mano de obra a través de la frontera. El 7 de septiembre del 2001, luego de una reunión de tres días en Washington, Bush y Fox "renovaron su compromiso de forjar planteamientos nuevos y realistas para que la migración sea segura, ordenada, legal y digna." Apoyaron una política de inmigración que incluye "hacer que coincidan los trabajadores dispuestos con las compañías dispuestas, servir las necesidades sociales y económicas de ambos países; respetar la dignidad humana de todos los inmigrantes, sin importar su estatus; reconocer la contribución que los inmigrantes hacen al enriquecimiento de ambas sociedades; y compartir la responsabilidad de que la migración se lleve a cabo a través de canales seguros y legales."
En ese momento las expectativas de que se llegara a un acuerdo que confiriera algún tipo de estatus legal a los 4.5 millones de mexicanos que se estima viven de forma ilegal en Estados Unidos, y de que se abriese un canal para que trabajadores mexicanos entraran legalmente al mercado laboral de Estados Unidos eran bastante altas. Sin embargo, los ataques terroristas al World Trade Center y al Pentágono tan sólo cuatro días después arrasaron también con esos planes.
La inmigración sigue siendo la pieza más evidente de negocios inconclusos entre Estados Unidos y México, pues sus relaciones en otros aspectos han progresado dramáticamente en años recientes.
El resultado más obvio de la apertura mexicana ha sido la continua integración económica con Estados Unidos. México es ahora el segundo socio comercial más grande de Estados Unidos, superado únicamente por Canadá, y el flujo de inversión extranjera directa entre nuestros países ha crecido tan rápido como el comercio. El número de mexicanos que cruzan la frontera, la mayoría como visitantes temporales, ha incrementado constantemente. El movimiento de bienes, servicios, capital y personas ha sido facilitado por mejoras en la infraestructura de carreteras, aeropuertos y telecomunicaciones. Además, las reformas económicas han preparado el terreno para las reformas políticas.
La gran excepción a esta tendencia ha sido la política de inmigración. A la vez que ha promovido comercio más cercano, inversión y lazos políticos con México, el gobierno estadounidense ha trabajado en vano para mantener un freno al flujo de mano de obra que llega a través de la frontera. A partir de los ochenta, en su esfuerzo por parar la inmigración ilegal, el gobierno de Estados Unidos ha impuesto nuevas y onerosas regulaciones sobre empleadores norteamericanos y ha incrementado dramáticamente el gasto en el control fronterizo. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos agresivos, la política fronteriza de Estados Unidos ha fracasado en su principal objetivo: frenar el flujo de trabajadores indocumentados a su mercado laboral.
La presencia de una gran fuerza laboral indocumentada crea problemas políticos y económicos en ambos lados de la frontera. Para los Estados Unidos la presencia de tantos trabajadores indocumentados representa un mercado negro en el sector laboral, con todo lo que implica como es contrabando, documentos fraudulentos, distorsiones salariales, y abusos que lo acompañan. También enfrenta sensibilidades comunes sobre la obediencia a la ley y el control de nuestras fronteras, además de complicar la guerra del gobierno estadounidense contra el terrorismo tras el 11 de septiembre. Para México, la negación de estatus legal significa que millones de ciudadanos mexicanos vivan en un inframundo legal sin todas las protecciones y vulnerables al abuso de empleadores y traficantes ilegales. Más de 300 mexicanos mueren cada año tratando de cruzar ilegalmente la frontera en lugares remotos.
4. REALIDAD DE LOS INMIGRANTES
4.1 Migrantes en la historia de EE UU
La inmigración siempre ha sido controversial en Estados Unidos. Hace más de dos siglos Benjamín Franklin se preocupaba de que muchos inmigrantes alemanes abrumarían la cultura predominantemente británica de Estados Unidos. A mediados del siglo XIX los inmigrantes irlandeses eran despreciados como borrachos y perezosos, sin mencionar a otros grupos católicos. A principios del siglo XX se creía que una ola de "nuevos inmigrantes"-polacos, italianos, rusos judíos-eran muy diferentes como para alguna vez ser asimilados en la vida norteamericana. Hoy en día, los mismos temores son esgrimidos contra los inmigrantes de Latinoamérica, principalmente, México, pero los actuales críticos están equivocados, tal y como lo estuvieron sus contrapartes en épocas anteriores.
La inmigración no está acabando con el experimento estadounidense, sino que es una parte integral de éste. Estados Unidos es una nación de inmigrantes. Olas exitosas de inmigrantes han mantenido a ese país demográficamente joven, han enriquecido su cultura y han contribuido a la capacidad productiva de la nación, aumentando su influencia en el mundo.
4.2 Posición Real
Contrario al mito popular, los inmigrantes no le quitan el trabajo a los estadounidenses. Los primeros tienden a ocupar puestos que los segundos no pueden o no quieren tomar, especialmente en las partes alta y baja del espectro de la mano de obra calificada. Los inmigrantes están representados desproporcionalmente en áreas sumamente calificadas como la medicina, la física, la ciencia de las computadoras, pero también en sectores poco calificados como la hotelería y restaurantes, los servicios domésticos, la construcción y la manufactura ligera.
Los inmigrantes tampoco drenan las finanzas gubernamentales. El estudio de ANC encontró que el típico inmigrante y su descendencia pagarán $80.000 netos en impuestos durante su vida, contribuyendo más en tributos de lo que reciben por servicios estatales. Para los inmigrantes con grados universitarios, el retorno fiscal neto es de $198.000. Es cierto que los inmigrantes poco calificados y los refugiados tienden a utilizar más la asistencia social que los estadounidenses "nativos", pero la Ley de Reforma a la Beneficencia Pública de 1996 dificultó en mucho a los recién llegados el acceso a los fondos de asistencia. Como resultado, el número de inmigrantes utilizando beneficencia pública ha disminuido en años recientes.
Tampoco se puede culpar a los inmigrantes por causar "sobrepoblación." El crecimiento poblacional del 1% de Estados Unidos se encuentra por debajo de la tasa promedio de crecimiento mundial del siglo pasado. De hecho, sin la inmigración, la fuerza laboral norteamericana empezaría a encogerse dentro de dos décadas. De acuerdo al censo del 2000, el 22% de los condados estadounidenses perdieron población entre 1990 y el 2000. Los inmigrantes podrían ayudar a revitalizar áreas demográficas deprimidas del país, tal y como lo hicieron con la ciudad de Nueva York y otros centros urbanos que anteriormente estaban en declive.
4.3 ¿Por siempre inferiores?
Una preocupación mayor es que los inmigrantes mexicanos recién legalizados e incluso sus descendientes no van a poder asimilarse a la sociedad norteamericana. Patrick Buchanan, crítico de la inmigración y ex-candidato presidencial, advierte que "la inmigración mexicana es un reto a nuestra integridad cultural, a nuestra identidad nacional y potencialmente a nuestro futuro como país". En términos puramente económicos, los hogares mexicanos inmigrantes como grupo no alcanzan paridad en ingreso con otros estadounidenses sino hasta después de varias generaciones. Los niveles de ingreso y educativos suben dramáticamente de la primer a la segunda generación, pero ahí el progreso parece estancarse con relación al resto de la sociedad estadounidense. De hecho, el estudio del NRC encontró que la disparidad de sueldos entre inmigrantes en general se hizo menor con el tiempo, pero que no ocurrió lo mismo con los mexicanos. La razón más obvia es el nivel de educación. Los inmigrantes mexicanos son los menos educados; el inmigrante promedio entra al país con 12 años de educación pero los mexicanos lo hacen con sólo 7.7 años. Los hijos de los mexicanos completan en promedio 11 años de educación, lo cual lleva directamente a ingresos mayores, pero luego los niveles no aumentan con la tercera generación.
Sin embargo esto no debiera descalificar el ingreso de mexicanos a Estados Unidos. Los inmigrantes mexicanos y sus hijos no están predestinados a ganar ingresos bajos. Aquellos que invierten en su educación y destrezas alcanzan mayores ingresos y mejores oportunidades. Millones de inmigrantes mexicanos han tenido éxito en alcanzar ingresos de clase media y todos los indicadores que van con ello, como por ejemplo el tener casa propia. De nuevo, la respuesta correcta no es impedir sistemáticamente el ingreso de mexicanos a Estados Unidos, sino motivarles para que quienes lo hacen incrementen su educación y la de sus hijos.
4.4 La asimilación
La asimilación ha sido un tema importante en la historia de la inmigración estadounidense. Las olas previas de inmigrantes han tenido que sostenerse a sí mismas en la economía, aprender inglés y convertirse en participantes activos de la sociedad norteamericana. Como regla, los inmigrantes han hecho precisamente eso a lo largo de nuestra historia—a pesar de las dudas de los críticos contemporáneos acerca de cada ola de "nuevos" inmigrantes. Los irlandeses de mediados del siglo XIX, alemanes de fines de ese siglo e italianos, polacos, austro-húngaros, griegos y judíos rusos durante la "Gran Migración" de hace cien años eran considerados demasiado distintos cultural e incluso racialmente como para ser asimilados.
Mientras que el español ha crecido dramáticamente como segundo idioma en Estados Unidos, no hay evidencia de que los inmigrantes mexicanos no estén aprendiendo inglés. Con el inglés creciendo como lenguaje global en los negocios, transporte, ciencia, cultura popular y espacio cibernético, parece poco probable que un grupo dentro de Estados Unidos pueda aislarse del resto del mundo. De hecho Estados Unidos ha sido considerado históricamente un "cementerio de idiomas" por el casi irresistible incentivo de los inmigrantes, y especialmente de sus hijos, por aprender inglés.
Entre todos los inmigrantes de largo plazo en los Estados Unidos, sólo 3% reporta hablar inglés "no bien" o para nada, y virtualmente todos los inmigrantes de segunda y tercera generaciones reportan buenos niveles de inglés. Los inmigrantes hispánicos no son la excepción. En 1998, en un estudio longitudinal de miles de familias inmigrantes, el sociólogo Ruben Rumbaut de la Michigan State University encontró que el 88% de los hijos de inmigrantes en California y Florida preferían hablar inglés a pesar de que el 90% hablaba otro idioma en casa. Al llegar a la tercera generación, la mayoría hablaba sólo inglés. Rumbaut concluyó que "Este patrón de asimilación lingüística rápida es constante a través de nacionalidades y niveles socioeconómicos y sugiere que, con el tiempo, el uso y fluencia en idiomas foráneos declinará inevitablemente—resultados que directamente refutan los temores nativos de que existan enclaves de idiomas extranjeros en comunidades de inmigrantes".
Finalmente, a pesar de que se afirme lo contrario, los mexicano-estadounidenses no exhiben las características de una subclase que resiente al país donde han decidido residir y trabajar. De hecho, al igual que la mayoría de inmigrantes en la historia de E.E. U.U., los mexicanos aprecian la libertad y las oportunidades que les presenta la sociedad norteamericana. Según el Estudio Binacional de Migración, "muy pocos inmigrantes mexicanos creen que han sido víctimas de racismo o discriminación; los mexicano-estadounidenses parecen deseosos de ser parte de la visión meritocrática de la sociedad estadounidense".
El avance de soluciones para solucionar el problema de la inmigración ilegal fue descarrilado por los ataques del 11 de septiembre, aunque la mayoría de los miembros del Congreso estadounidense reconocen que la inmigración mexicana no constituye una amenaza a la seguridad nacional. La Ley para Aumentar la Seguridad Fronteriza y Reformar el Ingreso con Visas que el Congreso aprobó en mayo del 2002 representa la respuesta apropiada al terrorismo. La ley se enfoca en identificar a los sospechosos de terrorismo en el extranjero y en mantenerlos fuera de Estados Unidos. Es notable que en la ley no hay ningún tipo de provisiones para disminuir los niveles de inmigración legal o para endurecer los controles sobre la inmigración indocumentada desde México.
5.1 Repatriación Forzosa: Fallida
La repatriación forzosa de Mexicanos que viven en Estados Unidos, es una obra importante que se ha presentado muchas veces con anterioridad y que puede ser ofrecida otra vez como solución concluyente al problema de la emigración ilegal, sin embargo, el tiempo mismo se encargo de demostrar que nunca significo una solución concluyente, ya que las emigraciones se volvieron a dar, es decir, la persecución de ilegales logro dar una solución parcial y temporal, ya que era imposible repatriar a todos y evitar que volvieran a entrar a Estados Unidos es entonces que se deja al descubierto que las políticas de repatriación han derivado de crisis como la de 1929 en la que se separaron familias y amigos para una expulsión masiva de un pueblo y proteger así los intereses económicos de otro. Una nueva expulsión masiva no es viable en estos días ya que es imposible localizar a la mayoría de los ilegales y el gasto hecho seria inútil ya que seria cuestión de meses o semanas para que volvieran a internarse.
5.2 Legalización
De hecho, el crear un canal legal para el movimiento de trabajadores a lo largo de la frontera estadounidense-mexicana aumentaría la seguridad nacional de Estados Unidos. Antes del 11 de septiembre el gobierno norteamericano había estacionado más de cuatro veces el número de agentes en la frontera con México que en la de Canadá, aún cuando la última es más del doble de larga y ha sido preferida por árabes para entrar a Estados Unidos ilegalmente. Un sistema que le permita a los trabajadores mexicanos el entrar legalmente liberaría miles de trabajadores gubernamentales y ahorraría un estimado de $3.000 millones anuales-recursos que estarían disponibles para combatir al terrorismo.
Los presidentes Bush y Fox deberían reafirmar su compromiso previo de hacer "segura, ordenada, legal y dignificante" a la inmigración a lo largo de la frontera. Dicho sistema debería incluir una nueva visa de trabajo temporal que le permita a los trabajadores mexicanos entrar legalmente y por un período definido al mercado laboral estadounidense, así como facilitarle a los obreros indocumentados que ya se encuentran en Estados Unidos el ganar el estatus legal basado en los años laborados y otros comportamientos productivos.
La ley migratoria actual hace criminales a millones de empeñados trabajadores-inmigrantes y empleadores estadounidenses por igual cuyo único "crimen" es el deseo de trabajar juntos en la economía de mercado para beneficio mutuo.
Legalizar la migración mexicana traería a la superficie un enorme mercado subterráneo, permitiría a los productores norteamericanos en sectores importantes de nuestra economía contratar a los trabajadores que necesitan para poder crecer, mejoraría los sueldos y condiciones laborales de millones de trabajadores poco calificados, estimularía la inversión en capital humano, y liberaría recursos y personal para la guerra contra el terrorismo.
Contrario a las objeciones que comúnmente se hacen, la evidencia no sugiere que un sistema propiamente diseñado de migración mexicana legal vaya a desatar una ola de nuevos inmigrantes a Estados Unidos, perjudicar a estadounidenses poco preparados, crear una carga para los contribuyentes, motivar la violación de la ley, o comprometer la seguridad fronteriza.
5.2.1 Una solución viable
Coincido con Daniel T. Grisworld en su solución para el problema migratorio, creando visas de trabajo temporales(VTT) y un sistema distinto de ajuste merecido a los ya residentes(ilegales o no) de EE UU:
5.2.1.1 Visas Temporales de Trabajo
Una visa temporal de trabajo (VTT), que sea efectiva, debe crearse para permitir a los ciudadanos mexicanos permanecer en Estados Unidos para trabajar durante un período limitado Como la ya creada en años recientes, pero todavía a un nivel con mas concesión de derechos, como la posibilidad de renovarse. La visa autorizaría trabajar durante un período definitivo, como lo es el de tres años, y como ya mencione sería renovable para un período adicional; permitiría entradas múltiples ilimitadas mientras fuese vigente; permitiría movilidad completa entre empleados y sectores de la economía y le daría al portador derecho a recibir "trato nacional", algo que la creada no ha concedido.
La movilidad sería esencial para que los trabajadores ejerzan completa libertad de cambiar trabajos para obtener mejores ingresos, bajo la teoría de que la mejor protección en contra de sueldos inferiores al mercado y de malas condiciones de trabajo es la libertad de buscar una mejor oferta. En el ámbito general, la movilidad permitiría que la oferta de trabajo fluya para satisfacer los cambios en la demanda. El tratamiento nacional consistiría de la misma protección bajo la ley que reciben los trabajadores nacionales. Esto aseguraría que los trabajadores extranjeros temporales no disfruten de ventajas legales injustas ni que sufran de desventajas.
La movilidad y el tratamiento nacional protegerían a los trabajadores inmigrantes de los abusos que se dieron con programas de "trabajadores invitados" en el pasado. La falla fatal del programa de Bracero y de otros programas propuestos es que amarran al trabajador a una industria o empleador, dejándolos a la merced de sus jefes. El mejor modelo para las VTT debiera ser el documento estándar de autorización de trabajo conocido como Formulario I-688B, que se emite a residentes nacidos en el extranjero que pueden trabajar en Estados Unidos.
El número de visas emitido debe ser suficiente para satisfacer la demanda en el mercado laboral estadounidense. Usando el estimado actual de ingreso de trabajadores indocumentados, 300,000 visas anuales sería un punto de partida razonable. La distribución de las visas puede racionarse a través de una cuota de solicitud. La cuota debe ser lo suficientemente alta como para cubrir los costos y regular la demanda, pero lo suficientemente baja como para sacar del mercado a traficantes ilegales, talvez en el vecindario de los $1,000. Si reapareciese o persistiese un mercado negro, sería un indicador de que hay que bajar la cuota o aumentar el número de visas emitidas. Estos ingresos serían usados para sostener el programa y todo superávit debe ser distribuido entre los gobiernos estatales y locales para cubrir los gastos en que incurran por la presencia de trabajadores poco calificados. Si se emiten 300,000 visas a $1,000 cada una, se tendría un ingreso de $300 millones. Las visas debieran ser colocadas basándose en precios, no en agencias gubernamentales expuestas a la corrupción.
5.2.1.2 "Ajuste Merecido" por Trabajo Honesto
Un programa debe ser creado para permitir que los trabajadores indocumentados que ya están en el país obtengan estatus legal basado en los años de trabajo y en otro comportamiento productivo. Los trabajadores indocumentados que ya están allá deben de recibir VTTs inmediatamente siempre y cuando se registren con el gobierno y no sean una amenaza a la seguridad interna o nacional. Aquellos que han vivido y trabajado en Estados Unidos por más de un tiempo determinado deben poder solicitar a residencia permanente y finalmente la ciudadanía. El estatus legal debe estar condicionado a no haber cometido crímenes serios. El líder de la minoría en la Casa de Representantes, Dick Gephardt prometió una propuesta de ley demócrata que "provea legalización merecida a inmigrantes indocumentados que han residido acá por más de cinco años, trabajado allá dos años y se han atenido a las reglas".
Al igual que los nuevos entrantes, los trabajadores indocumentados que ya están en el país tendrían que pagar la cuota de solicitud; si 4.5 millones de mexicanos reciben estatus legal, y cada uno paga una cuota de $1,000, el gobierno federal recibiría un pago de $4.5 mil millones. De nuevo, el dinero se usaría para cubrir costos y para distribuirlo a otros niveles de gobierno que incurren en costos relacionados aunque no tan directos.
Esta legalización no sería una simple repetición de la amnistía de los ochenta. Los trabajadores no obtendrían residencia permanente en forma automática. Todos los inmigrantes podrían recibir visas temporales validas por un período limitado. Para obtener residencia tendrían que solicitar a través de los canales existentes; no recibirían trato especial, pero serían procesados junto a candidatos legalmente calificados. Las solicitudes tendrían que ser procesadas en forma oportuna y eficiente, siguiendo el lineamiento de 180 días propuesto por el Presidente Bush.
5.3 ¿Por qué empezar legalizando a México?
Por razones prácticas, la legalización debiera empezar con inmigrantes mexicanos; dada su ubicación y el número de sus trabajadores ya presentes en Estados Unidos, México es por mucho el país de origen más importante de inmigración. El gobierno mexicano está ansioso por trabajar con el estadounidense para implementar un programa exitoso, y su cooperación va a ser necesaria para que el programa funcione mientras se resguarde la seguridad nacional de Estados Unidos, y la seguridad económica y social de México. Nuestra larga frontera terrestre con Estados Unidos y el tráfico comercial creciente estimulado por TLCAN argumentan a favor de legalizar lo que ya es un mercado laboral integrado de Norteamérica.
6. CONCLUYENDO
A pesar de todos los esfuerzos coercitivos de mantener afuera a los trabajadores mexicanos dispuestos a trabajar han engendrado una cultura subterránea de fraude y contrabando, han causado centenares de muertes innecesarias en el desierto, o en lugares inimaginables y han desviado la atención y recursos que serían útiles en materias reales de seguridad fronteriza. Esos esfuerzos alteraron el flujo tradicional de migración circular, incrementando la cantidad de mexicanos ilegales en Estados Unidos.
"Los encargados de hacer política pública en Estados Unidos se enfrentan a tres posibles opciones en respuesta a la inmigración ilegal. Una sería caerle encima una vez más. El gobierno federal podría construir un cerco triple de 2,000 millas de San Diego a Brownsville y reasignar o contratar a decenas de miles de agentes para patrullarlo. Podría enviar internamente a miles de agentes gubernamentales adicionales para hacer redadas en negocios, multar a empleadores y cazar y deportar a los millones de indocumentados que viven y trabajan en Estados Unidos—sin importar lo profundo de sus lazos a sus trabajos, familias y comunidades. Podría obligar a todo ciudadano y no-ciudadano estadounidense a llevar consigo una tarjeta de identificación nacional o a registrarse en una base de datos nacional como requerimiento previo para ganarse la vida. Pero esa opción impondría un alto costo en términos de gastos gubernamentales, producción económica y libertad. Desviaría recursos del esfuerzo nacional por combatir el terrorismo y, al igual que esfuerzos similares hechos en el pasado, fracasaría.
Otra opción sería aceptar el status quo. Podríamos continuar indefinidamente con millones de personas viviendo acá sin documentos oficiales y cientos de miles entrando cada año. Millones de trabajadores y sus familias podrían seguir viviendo en las sombras legales, temerosos de presentarse ante las autoridades, incapaces de disfrutar de todos los frutos de su trabajo y dudosos de regresar a su patria. El status quo perpetuaría una economía dual en la que una demanda creciente de trabajadores sería satisfecha por medio de una oferta subterránea, sueldos artificialmente bajos, y malas condiciones de trabajo para todos aquellos que están en los escalones más bajos de la pirámide laboral. El status quo se burla del Estado de Derecho al mantener un sistema migratorio en conflicto fundamental con las leyes de economía y de aspiraciones legítimas de millones de personas.
Una tercer opción sería arreglar el fallido sistema de inmigración para que se conforme a las realidades de una sociedad libre y una economía libre y eficiente. Un sistema legalizado de migración mexicana podría, de un plumazo, traer a la superficie un enorme mercado subterráneo. Le permitiría a productores estadounidenses en sectores importantes de la economía contratar a los trabajadores que necesitan para crecer. Mejoraría los sueldos y condiciones laborales de millones de trabajadores poco calificados e impulsaría la inversión en capital humano. Liberaría recursos y personal para la guerra contra el terrorismo. Promovería el desarrollo económico en México y mejores relaciones con un vecino importante."
El Presidente Bush, los líderes de ambos partidos en el Congreso de EE UU, así como las autoridades mexicanas deben regresar a la tarea de reformar el disfuncional sistema migratorio de Estados Unidos para hacerlo económico, humano, y compatible con la manera en que los estadounidenses viven sus vidas, y realizar políticas internacionales conjuntas que cambien esta situación.
También creo es necesario campañas de culturización o sensibilización a ciertos sectores de la población estadounidense que dejándose manipular por ciertos "lideres", van por la tarea fácil de culpar a los inmigrantes de los problemas de su nación, como un día lo hiciese Adolf Hitler con los judíos.
Un ejemplo de lo anterior es el siguiente fragmento del libro "El Cambio de Poder" de Alvin Toffler: "el sentimiento en contra de la inmigración esta al rojo vivo, fomentado por ecoextremistas que achacan al influjo de la inmigración mexicana el deterioro del medio ambiente de Estado Unidos".
Escobar, Agustín, Frank Bean, y Sidney Weintraub, (1999). "La dinámica de la
emigración mexicana". México, D. F., CIESAS/Porrúa.
Toffler, Alvin, "El cambio del Poder (powershift)", Trad. Aparicio, Rafael, Ed. P&J,
Barcelona, 1990.
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Compilador y realizador:
Carlos Torres Hinojosa
Veracruz, México