La envidia y su relación con el mal de ojo como un fenoméno psicosomática (página 5)
Enviado por Fernando Romero
b) Como la dinámica pura del narcisismo tanático y en términos generales como el campo de lo negativo o lo nunca representado. Esta noción conecta íntimamente a la desmentida radical y la idea de "acto" en el sentido de descarga nirvánica. Por eso es que se considera la sede de un yo ideal etéreo y coexistente con la instancia, ideal del yo-Superyó, construida en el Inc. reprimido a partir de los vínculos intersubjetivos.
(Zuckerfeld, 1999)
Cuestiona, también Zuckerfeld, si el Psicoanálisis es una teoría que demanda una fidelidad a ultranza o si debe abrirse hacia los paradigmas científicos actuales, integrarse con otras disciplinas que se ocupan de la cura: neurociencias, medicina en general, diferentes modelos terapéuticos y la psicología contemporánea. El desafío es integración sin pérdida de la identidad. Por ejemplo, en el campo de la psicosomática es donde más en evidencia se ponen estos problemas: se dice que el cuerpo teórico del Psicoanálisis se ve afectado por la manifestación del cuerpo biológico. La noción de integración ha sido siempre un indicador evolutivo incluido en el concepto de salud mental. "Integrar", en el sentido de "unir", "conectar", "juntar", tanto como en el de "ser parte de" ó "pertenecer a", se ha constituido en el objeto de muchos enfoques terapéuticos que parten de suponer que existiría una separación psique-soma en la base de las manifestaciones patológicas. En este sentido, integrar mente con cuerpo adquiere una relevancia fundamental que proviene de la filosofía y de los orígenes de la medicina.
La verdad, es que para el Psicoanálisis no existe, en sentido estricto, la necesidad de integrar psique y soma porque toda manifestación es siempre psico-somática. Concluye Zuckerfeld proponiendo como necesario reformular el aparato psíquico y de ahí la manera de pensar del sujeto, el encuadre y el método analítico, pues el modelo de la "tercera tópica" implica:
a) una extensión de la noción del inconsciente, la del inconsciente escindido
b) la coexistencia e implicación de funcionamientos propios de dos estructuras distintas y universales.
Desde esta revisión metapsicológica, es claro que el encuadre analítico se amplía del mismo modo que su campo: ahora incluye a un sujeto en un contexto socio-familiar que procura mantener su integridad y a la vez desarrollar su potencial creativo. Sus manifestaciones no son solo síntomas (neurosis) sino formas de pensar, creencias-comportamientos de distinto nivel, síntomas físicos y también acciones transformadoras de la realidad. Todas ellas incluidas en el campo analítico pero también posible de ser estudiadas y enfocadas desde una perspectiva interdisciplinaria. Considerando la "vulnerabilidad" como un articulador teórico-clínico porque expresa el predominio de una forma de funcionamiento psíquico en cuya comprensión la teoría psicoanalítica tiene mucho que decir. Sin embargo, es posible integrar recursos terapéuticos para mejorar esta condición. Evidentemente las fronteras del Psicoanálisis actual están en expansión… es posible exportar e importar teoría y clínica. Nociones como la de "red de sostén vincular", se ofrecen para el enriquecimiento compartido del Psicoanálisis y otras disciplinas. Si su inclusión es fluida dentro de los indicadores de la cura, la psicoterapia psicoanalítica se ofrecerá a muchos sufrientes de distintos padecimientos. Una teoría psicoanalítica abierta a la problemática social brindará perspectivas interesantes a otras disciplinas de la salud. No obstante las dificultades epistemológicas, es posible hacer converger sobre un mismo objeto de estudio los conocimientos que provienen del campo de la transferencia, con los del campo de la salud y de las ciencias sociales. "Se requiere que los psicoanalistas que aspiran a mantener vivo el legado freudiano, mantengan un alerta crítico sobre sus propias concepciones y una actitud humilde y abierta hacia otros desarrollos científicos". (Zuckerfeld, 1999)
4.4.1. Discusión y comentarios.
El mismo Zuckerfeld se percibe bastante cauteloso y apegado a los lineamientos freudianos. La escisión, en efecto, me parece, igual que la introyección y la proyección en el principio, como algo más que mecanismos de defensa. La escisión Fairbairn (1944) la considera central en la "construcción" de la "estructura endopsíquica básica". Proyección e introyección, como psicológicos representacionales de experiencias fisiológicas: inhalación-exhalación en el principio, por ejemplo, son base de la estructuración inicial del "Mundo Interno", el "inconsciente originario" para los psicólogos cognitivos, con una base fisiológica. Su propuesta, no sé si de "tercera tópica", pero es muy interesante. Las patologías son, en efecto, cada vez más diferentes a las que Freud nos reportaba en sus famosos casos. Hoy en día el problema de los valores, por ejemplo, y las consecuencias por el descargo involuntario de la responsabilidad vincular y educativa, otrora familiar, en instituciones, parece dejar más clara aquella propuesta de Kohut (1971) que se refiere al Superyó, última instancia en formarse del modelo de la segunda tópica, -"heredero del complejo de Edipo"-, el cual para ser "maduro", sano y "cohesivo", debe haber logrado la "internalización transmutativa de la ley". Pero ahora esa "Ley" ya no está directamente representada por la internalización de las figuras parentales y sus roles. Las instituciones asumen parte importante de esa función. En este sentido, el Superyó como "heredero del complejo de Edipo" ya no nada más deberá pensarse que puede quedar consolidado como instancia con la primera resolución parcial del Edipo, es evidentemente incompleto como sistema de funciones de orden ético y moral. Refleja los anacronismos y desfazamientos de nuestras instituciones sociales. Teóricamente hablando y con las dificultades que el siglo XXI está perfilando de entrada, herencia del siglo que acaba de terminar, y como se planteó antes, existe la necesidad de un "Superyó para la civilización". Un Superyó que todavía no existe y que no hemos estudiado lo suficiente. Lo que se observa son, como lo plantea Zuckerfeld: manifestaciones o cristalizaciones disociadas o desintegrativas, reactivación de un yo ideal en la "organización narcisista nirvánica" y una preservación relativa del funcionamiento del Ideal del yo y Superyó instancia, en tanto que se disocia eventualmente manifestándose funcionando exclusivamente desde el Ideal del yo. También se registra un incremento de pacientes cuya patología se caracteriza por el funcionamiento exclusivamente desde el Ideal del yo, que no obstante, todavía se organiza, en ocasiones, según la dinámica de la represión. Un Superyó sano, "maduro", flexible y cohesivo, se antoja pensarlo como propone Jung la "personalidad madura", por ende espiritual: con una estructura del Self bien consolidada, que logra colocarse en el centro de la personalidad total, desplazando justamente del centro al yo, consciente, materialista y autocentrado. Así se podría esperar que se desarrollasen límites y recursos como para preservarse de enfermar, (o reivindicarse con relativa facilidad) de ambición, perversiones, hambre de poder, proclividad a somatizar o a conformar una personalidad adictiva. En este sentido una "tercera tópica", complementando la idea de Zuckerfeld, demanda una revaloración de la estructura que integra el sistema de funciones de orden moral y ético (Superyó) al servicio del respeto y protección de todo lo vivo. Porque planteado el funcionamiento escindido simplemente como de "existencia normal", tendencia natural a las perversiones, paralelo al funcionamiento de tipo neurótico, constituye "lo ominoso". Tendríamos que avocarnos en la clínica solamente a ayudar a lograr mejores formas de adaptación y funcionamiento como para que no se diluyera la creatividad y la productividad, sin que necesariamente incluyera esa forma de adaptación, entre otras cosas, el amor, la procreación y el respeto por la vida. Pareciera, entonces, que una "tercera tópica" es una idea prematura. No se puede soslayar la necesidad de trabajar una Psicología del Superyó, considerando a éste como un sistema integral de "internalización transmutativa de la ley, las reglas, normas y prohibiciones" -como lo plantea Kohut-, de manera que pudiésemos averiguar las causas de sus posibles desviaciones, vicisitudes, distorsiones y alteraciones, que se tornan en enfermedad. Veamos un ejemplo:
4.4.2. Viñeta de un caso.
Se trata de un paciente, "N", varón de 36 años, Sacerdote, teólogo y filósofo de profesión. Circunstancialmente inició sus estudios primarios a la edad de cuatro años. De inteligencia intelectual sobresaliente, nunca reprobó un año y sus calificaciones fueron siempre de ocho hacia arriba, no obstante graves problemas emocionales.
Fue erotizado desde muy pequeño por su propio padre, empresario alcohólico de muy buena posición económica, autoritario y destructivo, específicamente dentro de la dinámica familiar y con su esposa en particular, a la cual agredía brutalmente cuando estaba bebido, comportándose, al día siguiente, como si nada hubiera ocurrido.
La madre de "N", era una mujer sumisa que se ocupaba de "guardar las apariencias". Decía a sus hijos que "no había pasado nada", que "no debían enojarse con su padre", que él era "bueno e intachable", no obstante que cada experiencia les resultaba traumática. Por lo demás, se ocupaba con ahínco en preparar a sus hijos para el estudio.
"N" recibió caricias sistemáticas en sus genitales y zona anal por parte de su padre. Esta forma de "cariño", fue "asimilada" por el paciente como "algo normal": "… para mí eso era simplemente que mi papá me amaba". Conforme fue creciendo, él mismo se observa proclive a buscar el mismo tipo de "cariño", y se ve frecuentemente envuelto en situaciones que devenían invariablemente en contactos y caricias análogas a las que le hacía su padre, de hecho con personas totalmente desconocidas: se les acercaba a vendedores ambulantes: de chicharrones, paletas, palomitas, etc., que pasaban por su casa (en una colonia de clase media alta en provincia) retirándose considerablemente para terminar, casi invariablemente, siendo "acariciado por todo el cuerpo y por todos lados". Por alguna extraña razón, refiere no recordarlo, no fue violado.
Acude a tratamiento institucional por su propia decisión, ante una especie de "apreciación" intelectual o "cálculo", de que estaba corriendo demasiados riesgos porque, moviéndose en altas esferas políticas y económicas, ha participado en toda serie de prácticas perversas y licenciosas con personas de la "alta sociedad" y, "… en cualquier momento que les signifique algún riesgo o se sientan amenazados por mí, me van a armar un escándalo… me saben muchas cosas". Se refiere a que, por agradarlo y congraciarse con él, lo han invitado a "orgías", en donde alcohol, drogas y sexo de todo tipo (hetero y homo-sexual, incluso con menores), son la regla.
Este paciente se vanagloria, y, de alguna manera pretende justificarse, por haber generado "tres millones de pesos libres de impuestos", en aproximadamente mismo número de años, a través de publicaciones, cursos, e inclusive "como comunicador" en medios de comunicación masiva. Asimismo, parece querer justificarse argumentando que nunca ha tenido sexualidad genital: "no he penetrado a nadie ni he sido penetrado". Por otro lado, se ha percatado que su madre: " como que me motiva para que me compre ropa pegada o para que me compre alguna camisa que más bien parece blusa, o sea de vieja… color morado o cosas así. Yo creo que sabrá algo (se refiere a sus prácticas perversas y homosexuales) o se lo imagina".
Este caso parece apropiado para ejemplificar las observaciones de Zuckerfeld. Pero también para cuestionar algunas de ellas como la de un "inconsciente escindido normal". Cuando los psicólogos cognitivos hablan del "inconsciente originario", se refieren a un "espacio" de inscripciones "experiencias de interacción" que se empieza a formar desde el nacimiento mismo y cuando el neonato aún no puede acceder a la palabra. Es decir es un espacio pre-representacional, de "representaciones primarias", o de "modelo único", en el cual predomina "la inteligencia" cinético-corporal o "sensorio-motriz" en términos de Piaget. Una serie de experiencias de este tipo, de intercambio conductual y comportamental con sus respectivos matices afectivos y emocionales, son registradas en la memoria "no declarativa" procedimental; puede incluso ocurrir que el neonato se sienta "indefenso" e impotente para transmitir cierta respuesta como "ahora no quiero" ó "no me gusta eso", y hasta retraerse con una reacción de flacidez corporal; pero esas son experiencias monovalentes, por decirlo de algún modo, y muy diferentes a las de "N" en las cuales podría, sí, haberse sentido impotente e invadido, pero por acciones polivalentes, pues incluían también excitación placentera y matices afectivos, que él mismo después califica como de "amor". Tales experiencias sólo se tornan "conflictivas" cuando a través de un filtro intelectual y ciertos cuestionamientos de tipo moral, por incipientes que sean, pudieran "aparecer" en la consciencia. Y eso es posible porque no son contenidos reprimidos ni escindidos, sino de un inconsciente originario interaccional y pre-reflexivo.
Se puede ser muy creativo y productivo por talentos heredados, incluso generativo económica e intelectualmente hablando, por identificación, y también por identificación ser muy destructivo y autodestructivo sin conflicto consciente. Lo opuesto también es factible: se puede ser terriblemente rígido y controlador con otros y conservar un alto grado de productividad y creatividad. Será cuestión de "talento", identificaciones o de inteligencia. En "N" no se puede negar un alto grado de enfermedad emocional y, acaso, una "adaptación" caracteropática muy gratificante e "inteligentemente conveniente" para él. Se deduce que "N" no pudo lograr un desarrollo en la organización de lo emocional, coherente y complementario, susceptible de ser integrado, con la estructuración intelectual que si alcanzó. Hasta hace un poco más de dos décadas, algunos psiquiatras utilizaban como parámetro para evaluar la posibilidad de tratamiento en adolescentes con conducta psicopática, que no hubieran tenido sexualidad genital antes de los 14-16 años. Hoy, es frecuente, escuchar a los adolescentes, incluso hasta de 10-12 años, que han tenido experiencias sexuales consumadas. Y aunque desarrollan diferentes tipos de conflictos no por eso devienen personalidades psicopáticas. Cuenta mucho la relación temprana con los objetos significativos. Y en ese sentido, la "salud mental" de dichos objetos y la calidad afectiva de sus patrones de interacción. "N" puede ser muy destructivo y autodestructivo y es un problema que solo puede "calcular" desde su buen nivel de inteligencia intelectual y su grado de cultura. Estos le han permitido salvaguardarse narcisística y egoístamente hasta el momento, como en una suerte de "administración" de sus impulsos, transgresiones y "posibles" consecuencias. Parece conducirse desde el Ideal del yo paterno, y posteriormente, desde el materno también, es decir, no posee un Superyó instancia y contra lo que se pensaba antes, eso no limitó su capacidad intelectual, no tropezó con mayores inhibiciones que hubieran podido condicionar su progreso académico y profesional. Asume una serie de conductas perversas que desde sus patrones de interacción el padre potenció, además de aspectos homosexuales que parecieran gratificar, "darle gusto" a expectativas narcisísticas maternas.
Un rezago en el "desarrollo inteligente" de su organización emocional, lo coloca en una condición de profunda incapacidad para darse cuenta cabal de sus incongruencias y del daño que provoca en otros: tuvo un problema que eventualmente pudo convertirse en un escándalo pues fue acusado por un púber de haberlo masturbado y sólo circunstancialmente no trascendió por tratarse del "hijo de un obrero". En materia de manejo y control de emociones, sí se observa la limitación en las funciones yóicas de integración y síntesis, así como en la de juicio crítico, de manera que mantiene separadas la experiencia intelectual de la vivencia impulsivo-emocional, lo cual le impide poder detenerse por su propia voluntad. Y debido a esa incongruencia, que no obstante no escapa a su percatarse "pre-consciente", se siente "fracasado" y temeroso, con mucho miedo "de que los demás se enteren de que es un fracasado"; me parece que tal sensación tiene que ver con el hecho de vivir la vida "como sí", como en un escenario, sintiéndose "un fraude", actuando y sin poder sentirse real, auténtico y, por lógica, también incapaz de sentir satisfacción por sus logros y éxitos económicos e intelectuales.
Resalta pues, el hecho de que pudo alcanzar un buen nivel de desarrollo intelectual. Desde esa esfera puede, incluso, intuir, "calcular", la falla moral. En efecto, desde la escisión, parecen dos sujetos: el inteligente, creativo y productivo, funcionando desde la perspectiva de la segunda tópica, dentro de la dinámica de la represión y con un inconsciente reprimido desde donde puede pensar y hacer trabajo intelectual. Y por otro lado: el perverso, degradado y destructivo, funcionando en momentos fuera de la represión, según un "inconsciente narcisista nirvánico". Se debe a que "N" posee una organización fronteriza de personalidad, lo cual, no obstante, no le impide encontrar un "nicho" de funcionamiento "convenientemente dispuesto" gracias a su buen nivel de inteligencia intelectual y su decisión vocacional. Pero evidentemente también a una habilidad seductora característica del psicópata. O sea, el problema de que la escisión no pueda ser explicada o entendida desde la perspectiva de la segunda tópica, se refiere justamente al hecho de que no es una forma de funcionamiento "normal", sino de "estados compensados", y porque la escisión no es un mecanismo de defensa propiamente tal, sino que es un proceso fundante. El hecho de que el yo, posteriormente la use como defensa en ciertas circunstancias, no es privativo de otros procesos: la paranoia o la ansiedad persecutoria funcionan, a veces, como defensa contra mociones homosexuales intolerables. Y lo contrario también es cierto, en ocasiones, se pueden observar sujetos cuyas fantasías deseos incluso actuaciones, homosexuales les resultan más tolerables, que las ansiedades persecutorias o el desarrollo de un episodio paranoide, los cuales son inducidos por un exceso de proyecciones. La escisión como defensa es un recurso no neurótico, por ser más primitiva y no supeditarse a la represión.
Por otro lado, "N" nunca tuvo la oportunidad de vivir la experiencia tríadica edípica "normal", es decir, en su calidad de "organizadora de la personalidad". No posee, entonces un Superyó instancia: "heredero del Complejo de Edipo". Asimismo, nunca pasó por un período de latencia "normal", en que hubiera tenido la oportunidad de consolidar el proceso de neutralización de las energías instintivas y desarrollar la sublimación. Lo sorprendente, en efecto, es que logró conservar la creatividad y la productividad, tanto intelectual como económica. Se deberá probablemente a que no hubo afectos y conductas rechazantes para con él.
Por trastornos de este tipo, prestructurales ó fronterizos y estructuras psicóticas, no obstante capaces de mantenerse relativamente "compensados" y funcionales por lo menos en ciertas áreas específicas, fue que se consolidó el modelo kleiniano. Las limitaciones técnicas ante el trastorno severo del modelo freudiano clásico, son historia antigua. Acaso con el trabajo de "La escisión del yo", Freud empezó a atacar el problema para el abordaje de las psicosis y las perversiones. Por eso es que no se puede explicar la escisión desde la segunda tópica, ni el fetichismo. No son manifestaciones neuróticas. Desde la teoría de las posiciones, si es factible entenderlos.
El desarrollo del Superyó hasta el nivel de "Sistema de Internalización Transmutativa de la Ley" es un pendiente por trabajar. Kohut lo empezó y no se ha terminado. Como también, probablemente, pudiera pensarse como trabajo por hacer, el integrar y entreverar las muchas teorías psicoanalíticas que cada vez son más y no solamente la freudiana y kleiniana. El estudio del Superyó todavía entra en los alcances de la segunda tópica freudiana y, en tal caso, es uno más de los diferentes trabajos pendientes por desarrollar e integrar tanto en el modelo freudiano como en el kleiniano. La teoría de las posiciones bien podría constituir el fundamento o base de la evolución de la libido en cuya dinámica se desarrollan las estructuras Yo, Ello y Superyó.
4.5. "Más allá de la representación".
Desde Francia, otros dos psicoanalistas, Cesar y Sara Botella (1997) opinan que el Psicoanálisis está atravesando por una crisis, quizá "… más que crisis… sería justo hablar de un momento evolutivo…". Habiéndose originado en el estudio de las neurosis y basado en una teoría de la representación que ya no opera en el entendimiento de los trastornos borderline cuyo psiquismo parece responder a modelos que incluyen la "no-representación", lo "fuera del tiempo". (Botella, C. y S. por traducción de Nemirovski, 2001)
Estos autores observan desde su práctica clínica que en este principio de siglo, las personas se ven conmocionadas en sus certezas, tanto las que vienen de fuera, "… por medio de los órganos de los sentidos, percepciones auditivas y visuales, como las más íntimas referidas a su propio pensamiento". (Botella C. y S., 1997) Al respecto Nemirovsky (2001) observa "… una misma dificultad: la de pensar los desarrollos que se alejan de las causalidades temporo-espaciales". El hombre debe reconocer "… los límites de lo representacional verbal sobre el contenido mismo del pensamiento, de las fronteras que las palabras imponen al conocimiento". (Botella, C. y S., 1997)
Reportan, los Botella, que en momentos difíciles, algún paciente llegó a inducir en ellos una "figurabilidad: una intelección más allá de las palabras que se nos imponía, que nosotros padecíamos más que conducíamos". Y consideran que ahora se hace necesario un mejor conocimiento de "… lo alucinatorio y de los procesos irreversibles". El trabajo de la figurabilidad y su dilucidación, dicen, la "intensidad sensorial" de la imagen, tiene un importante valor económico y dinámico para su utilización en la cura. Y, por otro lado, los "… momentos de figurabilidad" del analista: "… trabajo psíquico diurno comparable al del sueño, de recorrido regrediente que desemboca en una percepción interna cercana a la alucinación del soñante", parece central para interpretar, y evoca, asimismo, una especie de actitud materna. [Maternaje transferencial] Para ellos el ser humano comienza la investidura de las percepciones y de las representaciones de los objetos y las experiencias, de manera frágil fluctuando sin distinción verdadera entre lo que es percibido del objeto y lo que es representado. De ahí que la ausencia del objeto pueda ser equivalente "… al peligro de la pérdida de su representación, base de la satisfacción alucinatoria del deseo y, por tanto, inductora de "… una sensación de desamparo". En ese nivel, los intereses son, evidentemente, contradictorios. Todavía no hay una economía de conflicto. Entonces el riesgo de "la pérdida de la representación -no del objeto- provoca un verdadero vacío con efecto implosivo: el niño -con terrores nocturnos- despierta aterrorizado… sólo ha podido guardar sus investiduras de las representaciones objetales gracias… a la pesadilla: la amenaza fantasmática de la pesadilla, finalmente resulta una defensa que impide al Yo incipiente la pérdida de la representación,… muerte psíquica". (Compárese con Bion, 1963)
En la práctica clínica con niños autistas y en materia de técnica, los Botella opinan que el analista no debe interpretar una fantasía en relación con la pérdida de la representación, sino proporcionarle al yo inundado, una imagen que llene "el boquete abierto" por el traumatismo, que pueda restablecer la continuidad psíquica. Con esto se transgrede el encuadre y se pierde la interpretación, como herramienta clásica, además, "… el analista experimenta el malestar que produce lo confuso de las representaciones que el niño despierta en él, hasta verse amenazado con lo peor, la no-representación. Entonces, para defenderse, podrá des-investir su función… o al niño o sobre-investir su intelectualización". A través de los cuentos que tanto gustan a los niños, y que son "… un puente entre el niño y el adulto" (Nemirovsky, 2001), se puede conducir la vivencia inorganizada hacia su representación, de la misma manera que a través del chiste con adolescentes. En este sentido, los cuentos juegan un papel "continente" ante la experiencia de apercepción de sus propias emociones, potencialmente aterrorizantes del niño en tanto que no representadas con palabras. Cuando el analista enfrenta el fracaso de sus intervenciones clásicas, "… si puede investirá la vía alucinatoria y hará un sueño o una pesadilla -las interpretaciones kleinianas del "pecho devorador", por ejemplo, tienen esa intención-, encontrando así la solución que permite la figurabilidad, representando una herramienta para la progresión, incluso, la única manera de alcanzar ciertas facetas de la vida psíquica del paciente". La paciente de una alumna que sufrió una violación masiva, soñó a la segunda sesión de tratamiento que de repente se le venía un camión y la atropellaba; enseguida, la imagen cambiaba y se veía atacada por un monstruo informe que no miraba de frente (un pene devorador ó pecho retaliativo), sino que se movía sigilosamente y atacaba todo lo que se movía –"como un depredador, sentía que me iba a devorar"-; volvía a cambiar la escena y ahora, como ocurrió en la realidad, se veía con su novio y su cuñada caminando por una especie de selva o bosque y de entre la yerba y los árboles salían varios encapuchados vestidos de militar y con armas de alto poder y las violaban. Aquí parece claro cómo va ocurriendo una degradación de la capacidad de representación hasta llegar a "la cosa misma", la "representación cosa". En la última escena ya no hay simbolización, ya no es un "símbolo que está en lugar de otra cosa" como el camión que atropella al principio. Si esta paciente no hubiera asistido a tratamiento, probablemente habría "encontrado" la forma, por regresión, de diluir la representación de la experiencia traumática, como una defensa ante "el ominoso retorno de lo igual", (Freud, 1914), que como se puede ver en la secuencia, la creación de la pesadilla es un intento por defender la pérdida total de la representación (Bion, 1965, 1970), lo cual "dejaría un boquete", dirían los Botella, en el continuo de las representaciones.
Pero ciertos estados cuasi-autísticos, no son remotos en la personalidad "normal" y probablemente son la regla en el niño pre-verbal. La mirada materna aceptante reforzada por la caricia, será una forma sistemática de investimiento de la representación de ella como objeto y le significará al niño, como "… la figurabilidad al analista en la interpretación a su paciente, un sentimiento de evidencia: la -verdad- es como si la viéramos". (Botella C. y S., 1997)
La cura analítica es el resultado de la articulación dinámica del recuerdo, "… convicción y pensamiento anímico". El funcionamiento intrapsíquico normal es capaz de utilizar los contenidos de pensamiento anímico (representación de afectos): reacciones emocionales asociadas a recuerdos de experiencias de relación, en lugar de bloquearlos o inundarse por ellos. La vivencia onírica, "… reliquia del pensamiento anímico, es pensamiento y percepción, ilustrando el continuo representación-percepción". Las teorías sexuales como muchas otras fantasías infantiles, surgirán del pensamiento anímico, tanto como de los procesos secundarios, "… se apuntalan en el modelo alucinatorio y se constituyen por un trabajo de figurabilidad". (Botella, C. y S., 1997)
En la evolución, como en el desarrollo, lo anímico se hace inconsciente (o siempre lo fue), la convicción (lo -sabido- consciente ó inconscientemente) permanece como un acto capital: "Incluye afecto y representación, viene de adentro y provoca un impacto perceptivo… recuerdos banales comportan una fuerza alucinatoria: la niña freudiana está muchas veces convencida de que ha tenido, o tiene o tendrá un pene: alianza anti-traumática negación-convicción. La convicción está en el corazón de la relación del psiquismo y la realidad". (Botella, C. y S., 1997)
Para Freud lo no-real, subjetivo, está solamente dentro, lo otro, lo real, existe también fuera. Dicen los Botella que la prueba de realidad "… se ejerce en una doble convicción contradictoria: el objeto existe solamente dentro-también fuera. Dos movimientos psíquicos incompatibles y complementarios, testigos anímicos inconcebibles para el pensamiento secundario… de este trabajo psíquico, parecido a una técnica mágica, surgirá el sentimiento de existir y de lo real". (Botella, C. y S., 1997)
Otro aspecto muy interesante del trabajo de estos autores es el que se refiere a "la dinámica del doble". Freud, retomando el trabajo de Rank, lo menciona en "Lo Ominoso". Los Botella sugieren que para el acceso a zonas irrepresentadas tanto del paciente como del analista, ámbitos "… carentes de palabras, pero abundantes en afectos e imágenes cuasialucinatorias", el analista necesita "… utilizar sus propias investiduras narcisísticas sobre el modelo del doble", para "… dar cuenta de los puntos de fractura", escotomas o agujeros en el continuo del funcionamiento mental. Observan en un paciente neurótico cómo surge "… un desvanecimiento de la investidura objetal, de la representación del objeto" abordándolo desde la dinámica del doble: "… no se reduce a identificación, aunque fuera identificación primaria, puede apuntalarse en ella". Pero "… en el trabajo del doble no existe identificación… sino una capacidad fuera de los órganos de los sentidos, de percepción primitiva (cenestésica, telepática), inmediata, de otro psiquismo, comparable a la figurabilidad, a la percepción endopsíquica de un sueño". (Botella, C. y S., 1997)
Y como recurso que evoluciona en una dirección de organización creciente, "el doble" tiene aspectos según el nivel de la organización alcanzada y el grado de regresión presente en una sesión determinada: "… anímico, autoerótico, narcisístico, homosexual, son avatares de la regresión del paciente, mientras el analista experimenta por momentos en la vía regrediente de su pensamiento, la manifestación de la dinámica del doble, del trabajo en doble". Sesiones en que la relación analítica es muy regresiva, puede ponerse a riesgo la investidura del doble autoerótico en ambos participantes, en donde el peligro recae en la representación de sí, el afecto se desboca sin figuración, no ligado "… implosionando al yo, que defendiéndose, intentará figurar una pesadilla", en un último intento por evitar que se degrade o se diluya la capacidad representacional y aparezca "la cosa" en sí misma o el "agujero", en el continuo de las representaciones. De no ser así, todavía puede quedar el recurso del desplazamiento de la energía de la emoción, sin haberse ligado a una imagen, hacia el soma. Como decía Freud, "… la no-representación sería la raíz misma de todo movimiento de deseo, formaría parte de ella". Poder figurar, representar, "… organizar la dinámica del doble autoerótico que comprende la globalidad de la investidura de la representación de objeto en su vínculo con la investidura del yo-cuerpo-erógeno, restablecerá la alteridad", dinámica en que el otro (objeto) piensa y figurabiliza por el sujeto. Por tanto, el chupeteo del pulgar -recurso autoerótico- ni la investidura de un "objeto transicional", podrán ser recurso permanente contra la sensación de desamparo: la no figurabilidad.
Los Botella designan al Yo durante la sesión como de "… estado de sesión", punto intermedio entre la "… modalidad diurna" tendiente a la acción y la "… modalidad nocturna" tendiente a la alucinación, en donde el analizado, "… cerca de una situación parecida a la neurosis actual" permite observar que la neurosis admite un "núcleo actual" y "… que existe en toda relación analítica una faceta actual": experiencia traumática actual, presente, contemporánea, que no pudo ser simbolizada y que se puede situar en diferente nivel de representacionalización. Parafraseando a Freud en su trabajo del Capítulo VII de la interpretación de los sueños: "… la regresión formal facilita la tendencia a la descarga inmediata… hacia la apercepción… por su proximidad al pensamiento anímico (emocional) y a las alucinaciones". O sea, "… la regresión formal de la sesión colabora al desarrollo de lo siniestro, que comporta un desfallecimiento del doble autoerótico". El paciente acompañándose con el analista, deberá "resolver" el "estado de sesión" frenando la figurabilidad alucinatoria; valiéndose de la sobre-investidura del analista, "… su doble, pero que representa… un mínimo de alteridad (narcisístico-homosexual)". El analista cuenta con sus conocimientos teóricos, además de los defensivos. Agregan los Botella en este rubro: "El trabajo en doble (como el vínculo primario con el objeto, la relación self-self-object), representa una función fundamental en todo análisis, comparable en importancia y estrechamente ligada a la de la transferencia-contratransferencia". Desde esta perspectiva, pareciera que los Botella, están convergiendo, por otra vía, a la idea de la centralidad del vínculo en el proceso de la cura psicoanalítica. El trabajo "en doble" nos evoca el concepto de "transferencia especular o de alter ego" de Kohut (1984), la cual, en efecto, permite trabajar aspectos muy primitivos de naturaleza narcisística, que no alcanzaron la representación, como producto de la falla anempática en la relación temprana self-self-object.
Más adelante, los Botella retoman formalmente la idea de Bion (1965, 1970) "sin memoria ni deseo", con relación a la insuficiencia o limitación de la "atención flotante" y la asociación libre, para acceder al psiquismo inconsciente: "… el estado regresivo del pensamiento en sesión… es indisociable de la existencia de una -zona- de no-representación", producto de un exceso de excitación que deviene traumática para el Yo. "No-representación equivale a desamparo". Agregan: "… en cada deseo infantil reprimido hay un elemento traumático formando parte con el mismo derecho que el principio del placer. El carácter traumático no proviene del contenido de un acontecimiento representable… (Como ocurre en el principio según la relación impulso instintivo-emoción ó afecto), implica el carácter negativizante… (Alucinación sin figurabilidad) con desorganización brutal… una violenta y brusca ausencia de sentido y no en una percepción". La relación referente-sentido, requisito para la capacidad de metarrepresentación, la comprende el niño hasta al rededor de los cuatro años. (Corrobórese en Perner, J., 1992)
Finalmente, los Botella aseveran que "Lo traumático implica incapacidad de transformar, de convertir en psíquico un estado que, por dicha incapacidad, deviene exceso de energía (se acumula, no se puede descargar)… el trauma es una fractura, un hueco en la trama de representaciones… que buscará la figurabilidad como salida". (Botella, C. y S., 1977) Decíamos antes que la figurabilización que propone Klein en esos casos otorga sentido a las ideas del "pecho o pene devoradores".
4.5.1 Discusión y comentarios.
En el neonato pre-representacional, parece factible pensar que ante la imposibilidad o ausencia de un otro que interprete adecuadamente las señales y responda empática y continentemente, ya sea figurabilizando o "digiriendo" las identificaciones proyectivas del bebé, la alternativa defensivo-instintiva ante la amenaza de la no-representación y el potencial surgimiento de "huecos" en el continuo representacional, es la somatización, el desequilibrio ó alteración funcional orgánica como el "empacho", ante el cual gran cantidad de pediatras claudican, y el sujeto queda a merced de las lógicas molestias por alteración, dolor y displacer que funcionan como retroalimentación del trauma.
4.6. Sobre la Teoría del Apego.
Diferentes trabajos han sido cruciales (Main, Kaplan y Cassidy, 1985; Main, 1990-1991-1995b; Fonagy y otros, 1993-1995; Fonagy y Target, 1996; Target y Fonagy, 1996; Fonagy y Target, 1998) para el acercamiento entre la teoría del apego y la teoría psicoanalítica. (Slade, 1999)
Observa Arieta Slade que para los investigadores de la teoría del vínculo "… la representación del niño de sí mismo y de su experiencia interna debe ser vista como una función directa de la capacidad de sus padres de representar e imaginar su mente y de esta forma se aporta una base segura para el niño como -ser mentalizante-; comprender la interfaz de la mente del niño con las mentes de sus figuras de apego es necesariamente el foco central del proceso terapéutico ó analítico". Nótese la coherencia entre esta observación y los resultados que han arrojado las investigaciones de la psicología cognitiva, los modelos interpersonal, intersubjetivo y el concepto de identificación proyectiva.
Para Slade, en muchos casos, "… entender y finalmente transformar la concepción parental (realidad intrapsíquica) del niño y de la mente del niño y separar este conocimiento de proyecciones y distorsiones devendrá central…" en su progreso. (Compárese con Stern, 1995)
Con fundamento en las dificultades que una madre puede tener, por su experiencia propia de vínculo y calidad de apego tempranos y por las mayores o menores vicisitudes que su bebé pudo haber tenido que enfrentar circunstancialmente, desde aspectos temperamentales hasta por problemas orgánicos de diferente índole, las representaciones de sí mismo del niño y la representación de la madre pueden instaurar un estilo de relación, in-entendible para una madre que se afana aprensivamente por tranquilizar a su hijo: "Michael tuvo pocos recursos para regular sus experiencias afectivas. […] permanecía despierto durante períodos prolongados y se calmaba sólo con la lactancia. Su continuo llanto, híper-vigilia e irritabilidad no disminuían con el tiempo. Cuando contaba un año… le daban pataletas temperamentales agotadoras que podían durar una hora o dos. Dormía mal, despertándose… hasta siete u ocho veces por noche. … hipersensible a los olores, gustos y sonidos, podía reaccionar muy negativamente a cualquier cosa… su rabia y ansiedad podían escalar rápida e intensamente… gritaba a veces -¡no puedo parar!- -¡no puedo parar!- … su madre intentaba abrazarlo… él gritaba -¡no me toques!- -¡no eres buena!- -¡eres mala!- -¡me vas a hacer daño!- … el sentido emergente de su propia maldad y de ser diferente ya estaba empezando a cristalizar: él sabía que algo estaba mal, y no sabía el por qué, ni qué era. … incorporó la maldad dentro de su sentido [representación: representaciona al objeto como "malo" y, por ende, representaciona también como "malo" a su propio Self] de sí mismo". (Slade, A., 1999) Slade sugiere que Michael, "Junto con esta vulnerabilidad biológica [y probablemente como consecuencia de ella], manifestaba síntomas de severos trastornos por ansiedad, incluidas la separación y otras formas de ansiedad generalizada… su necesidad de desarrollar un apego seguro hacia su madre podría haber estado comprometida, incluso, bajo las mejores circunstancias por su hipersensibilidad e hipervigilia. […] también es posible que sus vulnerabilidades biológicas hayan tenido el efecto de larga duración que tuvieron debido a las dificultades de su madre para regular la experiencia afectiva de Michael o de proveerle un sentimiento de seguridad y un puente hacia la autonomía y la separación. (Schore, 1994; van den Boom, 1994; Belsky, Hsieh y Crnic, 1998)
A partir de este reporte, valioso e interesante para mi investigación, la apreciación que hace Slade del problema de Michael y su madre, muy bien fundamentados con los aportes de diferentes investigadores de la teoría del apego, podemos observar bastante coherencia con el tipo de abordaje que proponía Mahler (1968) No es la intención analizar los aspectos técnicos del tratamiento, sino observar la naturaleza del conflicto y las manifestaciones en términos de la exacerbación del odio que Slade interpreta como el desarrollo de una especie de certeza de "maldad interior" en Michael y, se puede esperar que, de no ser por la intervención exitosa, podría devenir en una forma de trastorno severo del tipo fronterizo, que parecen tan comunes hoy día. La necesidad de tener que enfrentar situaciones tan difíciles como la no-representación o la degradación y dilución de la capacidad representacional, es lo que finalmente nos parece estar moviendo a "cerrar filas" desde diferentes modelos teóricos.
En 1965, Winnicott refiriéndose al "falso y verdadero self" decía que "… el sentido de sí mismo del niño como real y separado surge del reconocimiento que la madre hace del infante como real y separado; es esta capacidad de reconocer al self como real y separado lo que conduce al desarrollo del símbolo". (Slade, 1999) "… el Self Verdadero no llega a ser una realidad viviente sino como repetidos éxitos de la madre de conocer los gestos espontáneos del infante… Es el gesto del infante… [Que la madre es capaz de interpretar] lo que se hace real [se registra, se representa, como un código pre-comunicacional], y la capacidad del infante de emplear un símbolo es el resultado". (Winnicott, 1965) La capacidad de la madre para leer e interpretar adecuadamente las señales, representar y devolver al infante el reflejo de su experiencia, es intrínseca, a la postre, a la capacidad del infante de representar y luego enriquecer con símbolos su propia vida interna. La madre provee los significados al niño, los cuales él va reconociendo y pudiendo desarrollar las representaciones de su propia experiencia; su propio sentido de realidad subjetiva, así como su capacidad de simbolizar están vinculados a los efectos "mediatizadores". (Slade, 1999) Con otras palabras, Slade, alude acá a la relación "continente-contenido" de Bion (1958-1959-1962), así como a sus conceptos de "función alfa" y "rêverie".
Según Slade, los niños biológicamente vulnerables "… viven en un universo emocional cargado de miedo a la desregulación y la rabia y sus efectos. Para el niño hipersensible que reacciona a cada contacto, sonido o cambio como si se tratara de un terremoto, la vida y el mantenimiento de un sentido de regulación interna son continuos desafíos. Estos niños, más que la mayoría, están enormemente necesitados de -un otro que les regule el self- (Stern, 1985) para continencia, modulación y organización". (Slade, A., 1999) Pareciera más bien que cierta fuerza de temperamento, más que una "vulnerabilidad biológica" que suena peyorativo, cuando la fuerza del temperamento suena más bien como algo que puede ser una gran ventaja, -si bien conlleva riesgos-, es que los neonatos llegan a "entramparse", por decirlo de alguna manera, en algo como la "fabricación" de su propia hipersensibilidad, la cual va a condicionar la posibilidad de salir de, o resolver la, posición esquizoparanoide y, por lo tanto, los recursos con que se aborde la elaboración de la posición depresiva.
Slade reporta que gradualmente la madre de Michael pudo tomar consciencia de que "también ella había tenido sentimientos hacia los cuales" su propia madre tampoco había podido ser receptiva. Es decir, en su inconsciente originario no había antecedentes de "responsividad" ante cierto tipo de señales que ella misma había emitido. Si bien esta forma de decirlo puede sonar más "mecánica" que cuando hablamos de "compulsión a la repetición", también es cierto que suena menos complejo de entender para psicólogos no psicoanalíticos.
Madre y niño constituyen "dos sistemas representacionales profundamente complementarios e interactivos… dos mundos emocionales". En los cuales "… la articulación entre los sentimientos (hijo-madre) sus intenciones y motivaciones acrecientan… (la capacidad) de mentalización (que las representaciones que la madre posee, ayuden a desarrollar representaciones en el niño y estimule nuevas representaciones en ella) de ambos". (Slade, 1999). La fuerza del temperamento, aún con predominio de la pulsión agresiva, no es suficiente para que se vea alterado el desarrollo de la capacidad de representación. Es necesario que haya una "falla en la creación de ilusiones compartidas" (Slade, 1999) -que incida en las "expectativas instintivas" del bebé- y para ello, la experiencia de la madre respecto a su propia experiencia de apego temprano, juega su papel en términos de cierta insensibilidad. (Confróntese con Belsky y otros, 1998) La limitación materna para interpretar y responder con sensibilidad a las señales del neonato, parece estimular una hipersensibilidad ante las fallas, tornándolas extremas para la regulación emocional. La presencia de la madre es, entonces, "… reguladora de los sistemas fisiológicos básicos". (Schore, 1994; Hofer, 1995-1996)
4.7. Diferentes tipos de memoria-diferentes formas de inconsciente.
Del concepto freudiano de inconsciente, Jung (1934) lo califica como una forma de "Inconsciente personal". Es decir, "lugar de reunión de contenidos olvidados y reprimidos, el cual es individual" y diferente de un "Inconsciente colectivo", más profundo y que lo contiene. Dice de éste: "… no se origina en la experiencia y la adquisición personal, sino que es innato" y es "colectivo" justamente porque "no es de naturaleza individual sino universal… es idéntico a sí mismo en todos los hombres y constituye así un fundamento anímico de naturaleza supra-personal existente en todo hombre". Jung explica que el inconsciente personal o individual se forma de "complejos de carga afectiva", mientras que los contenidos del "Inconsciente colectivo" son "lo que denominamos arquetipos": tipos arcaicos o primitivos, y en tanto exentos de cualquier proceso racional y elaboración consciente, anteriores a las "représentations collectives", que son, según Lévy-Brulh, "figuras simbólicas de la cosmovisión primitiva". De los arquetipos se derivan las doctrinas tribales primitivas, que ya no son contenidos de lo inconsciente porque se han transformado en fórmulas conscientes transmitidas a través de la tradición, bajo la forma de "la doctrina secreta", expresión típica de la transmisión de contenidos colectivos que, en su origen, pertenecían a lo inconsciente.
También el mito y la leyenda son expresión representacionalizada de los arquetipos, en tanto que son el resultado de la transmisión durante largos períodos de tiempo. Y por lo mismo no son arquetipos propiamente tales. Esta concepción junguiana de lo inconsciente ha influenciado fundamentalmente a la sociología y la antropología. Dentro de la psicología en general, se han desarrollado varios modelos clínicos que están sustentados desde las teorías de Jung. La psicología trans-personal es uno de ellos. Asimismo, aquí en México encontramos que el trabajo de Mariano Barragán, tanto con parejas como en individual, también está fundamentado en Jung. El Psicoanálisis, principalmente el que se ocupa del abordaje de la conflictiva al nivel individual, tanto en investigación como en terapéutica, no le ha otorgado mucha atención. Y como con otras disciplinas que han tenido la misma suerte, me parece que en detrimento del Psicoanálisis mismo.
Para Jung el Inconsciente colectivo se encuentra, incluso, estratificado: un "inconsciente colectivo remoto" (Jacobi, J., 1963), inaccesible, el cual es totalmente universal, y es en él que se registran contenidos que se refieren a la "historia de la humanidad". Un nivel "intermedio del Inconsciente colectivo" es menos remoto, pero también universal, y es donde se encuentran contenidos los principales arquetipos, gracias a los cuales podemos acceder a él. Un tercer nivel del Inconsciente colectivo, ya no es universal, sino racial y cultural. En éste encontramos diferencias de carácter idiosincrásico. Cierta información se preserva en familias, comunidades, incluso naciones enteras, en forma de rasgos compartidos. Pero se han ajustado según las diferencias de sus necesidades de adaptación. Por ejemplo en relación con los procesos de mestizaje y las clases sociales; las regiones y el impacto que ha tenido el desarrollo social, económico y tecnológico, en cada una de ellas.
Cuando surge "lo irrepresentable", probablemente emerge información o contenidos de épocas ancestrales, Inconsciente colectivo remoto, arquetípico ó racial, por fenómenos de regresión severa, la cual puede obedecer a un traumatismo o no: aparecer en función de una necesidad de tipo existencial, como en la crisis de madurez o en las crisis de fe. O bien, asociado a contenidos de épocas muy tempranas previas a la aparición del lenguaje, dado que el neonato posee su Inconsciente colectivo genéticamente hablando.
Pero estas reflexiones, a manera de introducción para el material de Hugo Bleichmar (2001), y porque él no retoma nada de Jung. Me parece que es posible que por esta línea junguiana haya mucho por averiguar y para desarrollar una psicología del Superyó, antes de intentar crear una "tercera tópica" o dejarnos seducir del todo por la psicología cognitiva.
Según Bleichmar:
… el progreso del Psicoanálisis no podrá venir… sino de una verdadera transformación interna. Hoy lo que aparece como tarea indispensable es dar cuenta de la complejidad del psiquismo, de la complejidad de los procesamientos inconscientes y, especialmente, una descripción de las múltiples modalidades de reglas operatorias que regulan:
a) Cómo se combinan las representaciones conscientes e inconscientes, cómo se relacionan entre sí los diferentes tipos de procesamientos inconscientes…
b) Cómo están organizados los diferentes sistemas de memoria: episódica [o emocional] y procedimental [o sensorio-motriz y práctica], declarativa o no declarativa, (Tulving & Craick, 2000), [de lógica concreta y después de lógica proposicional]; los límites en que la memoria procedimental puede ser re-inscrita como declarativa, las consecuencias de esta reinscripción (Fonagy, 1999; Westen, 1999) y, con ello, el lugar del insight… así como el de la práctica de nuevas experiencias emocionales. … el papel de la -reconsolidación- (elaboración exitosa) de la memoria para la técnica del tratamiento (Nadel & Lanad, 2000; Nader Schafe & LeDoux, 2000; Sara, 2000)
c) Cómo se articulan los estados emocionales… [que] para ciertas personas se pasa, de manera automática, del miedo a la agresividad… [en otras] del miedo al embotamiento emocional, llegándose a fuertes estados disociativos tipo catatonoide, o de la tristeza a la manía, etc.
d) Cómo la cognición activa ciertos estados emocionales… [ó] cómo los estados emocionales guían a la cognición inconsciente y consciente… [por lo cual se deduce que] los estados afectivos no [tienen] el papel de simple subordinado de la cognición sino un lugar relevante en la organización de ésta (Jones, 1995; Killingmo, 1999),… como lo muestran los estudios actuales, la cognición existe dentro de estados afectivos, formando parte de ellos y no antecediéndolos (M. de Iceta, 2001)… los estados afectivos… Son estructuras complejas… cierta cualidad emocional que domina está integrada con ciertas -cogniciones primitivas elementales, o discursivas de alto nivel de simbolización-, ciertas conductas, ciertas representaciones del self y del otro". … Y en ese sentido […] la vía regia al inconsciente son los estados afectivos… sea en el material, el relato de un sueño, de una relación… o la forma en que [el paciente] se está relacionando con el terapeuta.
e) Cómo se articulan las ideas y los estados afectivos con el sistema neurovegetativo, con las peculiaridades de éste en cada persona; el tipo de activación neurovegetativa que modula a ciertas memorias (Cahill, 1997; Gold & Greenough, 2000; O´Carroll, Drysdale, Cahill & Sajan, 1999), de enorme significación para [fenómenos de parasitaje transferencial y del tipo "mal de ojo"] los trastornos de estrés postraumáticos. La influencia que la activación neuroquímica-hormonal tiene para regular-desregular en un sentido u otro la cognición consciente e inconsciente, guiando y seleccionando qué red representacional se activará (Panksepp, 1998)
f) Las relaciones entre disposiciones innatas y las influencias ambientales que desarrollan algunas de ellas, inhibiendo otras. […] Ni una concepción endogenista, en que el desarrollo sigue líneas rígidas, ni una orientación ambientalista que desconozca el papel de los sistemas innatos que hacen posible la acción de lo externo.
g) El conocimiento de la acción de numerosos sistemas motivacionales y no el de dualismos reduccionistas… que fueron útiles de principio…
(Bleichmar, 2001)
No son únicamente el tipo de fantasías lo que hace la diferencia entre una persona y otra en la organización inconsciente. También desde dicha organización se procesan diferentes los juicios, conductas y discursos, y las inscripciones son particulares en cada quién en función de la historia personal de las relaciones tempranas de objeto. La memoria procedimental se encargó de registrar las reacciones conductuales, con base en vínculos específicos: conducta del objeto-reacción corporal conductual del sujeto. La memoria episódica "archivó" acontecimientos vitales y sus emociones correspondientes, incluyendo las ansiedades primarias persecutoria y depresiva, los deseos y angustias que se erigen como motor de las diferentes fantasías y, ya dentro de la memoria procedimental, de las conductas que implican acercamiento o búsqueda vs., evitación o rechazo. Sin embargo, esto no es suficiente para abordar lo que Bleichmar ha llamado "operatorias inconscientes":
… fenómenos de desactivación sectorial en el inconsciente que determinan que la mente ante el trauma casi deje de funcionar -quede en blanco-, se degrade en su capacidad de [representacionar, hasta el grado de diluirse la capacidad de] simbolizar y pueda llegar al estado de -no experiencia- (Ogden, 1982), o el acoplamiento automático, casi como un fogonazo, entre ciertos contenidos inconscientes y la producción desbordante de angustia, o las descargas en el sistema neuro-hormonal y de neurotransmisores, con las consiguientes retroacciones sobre las representaciones conscientes e inconscientes. O el acoplamiento entre representaciones y zonas del cuerpo que da lugar a cuadros psicosomáticos. (Bleichmar, 2001) [Propone, entonces, la consideración de]:
a) El inconsciente originario de las interacciones, resultado del efecto de la dinámica interaccional: lugar y papel que jugó el sujeto en la interacción con los objetos parentales y figuras significativas y de las formas como intentó protegerse ante el sufrimiento y la sobre-estimulación sexual, cognitiva y afectiva… porque los sistemas del pensamiento, la afectividad y la acción se activan o desactivan ante el estímulo cuando éste es sentido como adecuado o inadecuado.
Este inconsciente originario no es resultado de la represión, sino que se organizó en forma de procedimientos automatizados en la experiencia de relación con el otro y con el mundo (compárese con Westen, 1999) Cuando el bebé se "acomoda" en el sentido piagetiano del término, se "adapta" a los procedimientos del objeto, a su forma de hacer contacto corporal (holding & handling) sea a través de la expresión facial, la palabra o el contacto corporal y lo que se registra en la memoria procedimental, dirá algo así como "-estar en contacto consiste en mirarse, y/ ó vocalizar, y/ ó tocarse, y/ ó sonreír-"; o bien, "mantenerse a cierta distancia óptima porque esta es la que prefiere mamá", porque de determinada forma y distancia el objeto refleja placer, aceptación, tranquilidad; ó fastidio, rechazo, ansiedad; o la que requiera el niño para su particular constitución neuro-psíquica, etc., y son intercambios que no son captados en forma consciente. Así, posteriormente se puede reflexionar conscientemente sobre la memoria procedimental, evaluar y deducir mucho a partir de esa reflexión.
El inconsciente originario, y con él la memoria procedimental, nunca dejan de funcionar. Bleichmar alude al hecho de que la primera experiencia sexual, los adolescentes la realizan -sin ningún "entrenamiento" o guía-, instintivamente bien: "… acoplamiento, ritmo, forma de entrelazamiento de los cuerpos…", me parece factible su ejemplo, pero incompleto, porque cuando algo que se supone que se debe "saber" o ejecutar "instintivamente bien" y no ocurre así, sirve para evaluar que algo anda mal. Y eso nos lleva a las causas. En consulta hemos recibido parejas que tienen problemas por algo que podríamos interpretar como: "estos no saben como se hacen las cosas". Si lo asumimos psicológicamente, preguntamos con detalle, detectamos y señalamos los "errores" y "enseñamos", entonces, de manera asertiva. Pero, si lo vemos psicoanalíticamente surgen una gran cantidad de hipótesis: 1) angustia de castración, 2) envidia del pene, 3) envidia del goce, 4) odio inconsciente, etc. y, probablemente al final, pulsión de muerte. Quizá un mejor ejemplo sea que, el cuerpo "sabe embarazarse" y "lucha" contra la mayoría de formas de anticoncepción. De tal manera que cuando una pareja no puede concebir y no se les encuentra impedimentos orgánicos, es factible develar las causas del temor o "decisión inconsciente", analizando sus modelos de relación temprana y familiar. Pero lo más evidente resulta cuando se logra develar la "coherencia" entre la expectativa de "renuncia inconsciente" compartida. Entonces, "hacer mal las cosas" tiene una finalidad y, obviamente, también "un costo". Por mucho que sea sufriente. Muchas de nuestras conductas corporales ocurren "automáticamente", después podemos pensarlas y perfeccionarlas sin posible regresión. Cuando ya se "aprehendió" eficientemente algo, nunca se olvida. Y en materia sexual, sin detrimento de "creatividad" por "mecanización" porque, entonces, el problema sería otro. No encuentro tan clara la diferencia en relación con lo que, más adelante, Bleichmar denomina "inconsciente originario por identificación".
Los papás tenemos un "estilo" de relación, incluyendo la forma de contacto físico, que simplemente ejercemos con nuestros bebés, porque habrá sido determinado por cómo, a su vez, se relacionaron con nosotros. Con el paso de los años, es factible observar como ese "estilo" de relación se preserva en nuestros hijos conforme van creciendo. E incluso, en nosotros mismos, ciertas generalizaciones hacia ámbitos no familiares como la forma de relación con subalternos o alumnos: presionar amistosamente o exigir de manera tiránica, son ejemplos de estilos que pudieron haber quedado "impresos" en la memoria procedimental porque hubiesen podido ser los que nos tocó vivenciar con nuestros padres.
Tanto el pensamiento como el lenguaje son de naturaleza representacional: algo está en lugar de otra cosa, lo representa. La experiencia de conducta corporal se registra en la memoria procedimental, -su empleo eficiente y óptimo hablaría de la "inteligencia cinético corporal" (Gardner, H., 1983)-, y se asocia con la memoria episódica que se refiere a las emociones y afectos concomitantes a la experiencia. Reflexionar sobre la experiencia integrada: conducta-emoción, (metarrepresentación), y poder verbalizarla es conducir la totalidad de dicha experiencia hasta la condición simbólica. (Compárese con Clyman, 1999) No son pues contenidos reprimidos por censura alguna. Son procedimientos de "como ser, estar y reaccionar", con el otro. (Bleichmar, 2001)
La memoria procedimental se diferencia de la declarativa, porque ésta última se puede evocar en imágenes o palabras. Y hay contenidos casi imposibles de verbalizar, porque son movimientos coordinados. Eso limita develar lo inconsciente exclusivamente con palabras y discurso. Asimismo, es diferente lo latente en una narrativa, que en una "operatoria procedimental".
Según Lyons-Ruth, "… el saber actuado evoluciona y cambia por procesos… intrínsecos a este sistema de representación, y… no se basan en la traducción de los procedimientos a un conocimiento reflexivo necesariamente simbolizado… el desarrollo no ocurre así… las formas de representación procedimental no son infantiles… son intrínsecas a la cognición humana en todas las edades, y subyacen a muchas formas de acción cualificada, incluyendo la interacción social en la intimidad". (Lyons-Ruth, 2000)
El inconsciente originario tampoco coincide con el inconsciente cognitivo de Piaget (1973), en el inconsciente originario encontramos memoria procedimental (habilidades corporales y de procedimiento), mas memoria episódica (congruencia-incongruencia, emocional y afectiva) que guía los procedimientos, facilitando o inhibiendo y bloqueando, rechazando. Los afectos motivan e impulsan o liberan el impulso para actuar. El inconsciente cognitivo de Piaget, alude a una forma de razonamiento, cálculo aritmético, geométrico o espacial. El inconsciente originario parece influido por el "inconsciente colectivo racial" de Jung.
En segundo lugar, Bleichmar menciona:
b) El inconsciente originario por identificación se forma en congruencia con el carácter y el temperamento de los padres: forma de reaccionar, grado de activación neurovegetativa, intensidad y cualidad de los estados emocionales, tendencia a la acción, creencias, fantasías, defensas, etc.
c) Un inconsciente que es consecuencia de procesos defensivos, éste correspondería al inconsciente reprimido freudiano, aunque lo inconsciente vaya más allá de lo únicamente reprimido, que es sólo uno de los muchos mecanismos de defensa.
d) Un inconsciente producto de combinaciones de los anteriores, por desplazamientos, transformaciones, aislamiento, escisión, etc. y que induce fantasías [representaciones] que no son mera incorporación de lo externo, sino producto de la creatividad de las leyes que regulan el inconsciente. [Aquí también se podría observar, probablemente, influencia del "inconsciente colectivo". Desde la presión que el nivel biológico, a través de la activación de circuitos específicos para determinadas emociones, ejerce sobre lo representacional; hasta combinatorias del tipo: representaciones de modelo único -sensaciones táctiles, percepciones auditivas, olfativas y visuales o a-percepciones cenestésicas, que se articulan con representaciones semánticas tornándose en representaciones más complejas de modelos múltiples ó metarrepresentaciones, cuando aluden a diferentes sentidos según el contexto y la intención].
e) El inconsciente desactivado, que son sectores inconscientes de deseos y representaciones que quedan desactivados, disminuida su fuerza, habiendo sido objeto de "auto-abandono", lo que Freud (1924) denominara "Untergang" y que se observa en pacientes larga y severamente desvitalizados como consecuencia de una falta de gratificación o por la presencia de temores reales ([traumas] o fantaseados. Condiciones similares a las del "hospitalismo" de Spitz (1946): "desactivación del desear", etc. (Bleichmar, 2001)
Se hace evidente la importancia que el inconsciente ha alcanzado, más allá de la perspectiva psicoanalítica clásica, en la determinación de la conducta y que ha encontrado comprobación experimental desde la neurociencia y la psicología cognitiva. (Corrobórese con Westen, 1999; Shevrin y cols. 1996)
4.8. Investigación Intersubjetiva del infante observando la identificación proyectiva.
Del trabajo de Stephen Seligman (1999), traducido por Bleichmar (2000).
Aplicando el modelo intersubjetivo, Seligman trata de entreverar cuestiones teóricas psicoanalíticas, en momentos por integrar, en momentos para evaluar. Se avoca a la tarea de aplicar las conceptualizaciones del Psicoanálisis, principalmente kleinianas, a la observación directa sobre el lactante, y aportes de la psicología experimental, explorando la posibilidad de integrar los descubrimientos de investigadores del infante con el modelo de relación bipersonal interno, no verbal, como elemento básico de la estructuración psíquica e intenta iluminar con el concepto kleiniano de "fantasía" con la finalidad de "… considerar el concepto de identificación proyectiva". (Seligman, 1999)
Según Seligman, durante décadas se han descuidado los conceptos kleinianos, pero actualmente están atrayendo la atención de varios investigadores de centros psicoanalíticos de Estados Unidos, pues "… los conceptos kleinianos junto al punto de vista intersubjetivo… permite pensar simultáneamente en términos de una psicología unipersonal [intrasubjetiva] y bipersonal" (Seligman, 1999), ó intersubjetiva.
La temprana relación self-objeto que ocurre en el nivel psíquico más básico es, entre otras, una de las más cruciales e innovadoras contribuciones de Klein (1946) al Psicoanálisis. Sobre todo porque ocurre en el terreno puramente afectivo.
4.8.1. Identificación proyectiva en el ámbito interaccional.
Impulsado por el "mundo objetal interno", el bebé enfrenta la ansiedad que provoca la presencia de la inevitable destructividad del instinto de muerte, fantaseando su expulsión (deflexión) hacia el interior del objeto. De esta manera Klein ubicó la identificación proyectiva como un "organizador" (Bleichmar, 2000) crucial de la vida mental en la posición esquizoparanoide, la cual se caracteriza por oscilaciones de la ubicación [representaciones] entre el self y el objeto, y ansiedades y valencias psíquicas tales como la bondad y la maldad. (Hinhelwood, 1991; Ogden, 1987; Spillius, 1998)
En Klein, la vida mental se construye a lo largo de líneas de fantasías primitivas-instintivas basadas en el cuerpo; coherente en esto con Freud para quien la vida psíquica temprana se organizaba alrededor de configuraciones orales, y también con su concepción de los instintos de vida y muerte. La notable elaboración que Klein logra con su concepto de fantasía (1946), transformó el Psicoanálisis al ampliar la posición freudiana original entre destructividad y libido, orientándola hacia una psicología implícita de estados afectivos corporales (Isaacs, 1948; Spezzano, 1993; Stein, 1994) y al insistir sobre el papel central de las organizaciones del self y del objeto en la realidad psíquica más temprana. Klein concibió la teoría de las relaciones de objeto. Asimismo, supervisó a muchos de los más importantes innovadores: Winnicott y Bowlby, por ejemplo.
El trabajo de varios Psicoanalistas, (Heiman, 1950; Bion, 1959; Winnicott, 1960; Racker, 1968; Ogden, 1982), amplió el concepto de identificación proyectiva para incluir la posibilidad de que otros personajes reales, especialmente no analistas, como las madres, pudieran ser requeridos y potencialmente afectados por estos procesos que ocurrían en la mente del infante, y en el proceso analítico, en la mente del paciente. Hinhelwood, (1991) entre otros, critica la "exagerada" ampliación del concepto hacia lo interpersonal, considera que debilita el concepto.
Desde la psicología del yo las críticas son más fuertes: Meissner (1987) argumenta que el concepto de identificación proyectiva añade muy poco a los conceptos existentes. Desde la perspectiva intersubjetiva, Stolorow y sus colegas Orange y Atwood (1998), con una argumentación similar, sostuvieron la necesidad de eliminar el concepto. Todas las críticas que se le han hecho a las tradicionales nociones de Klein, más o menos se parecen. Se dijo que el concepto de fantasía inconsciente era especulativo y oscuro. Y muchos piensan que la investigación en observación de infantes fortalece esas críticas, apuntalando el creciente rechazo a la teoría analítica instintiva, ya que muestra que el infante, está más orientado hacia la realidad de lo que previamente se había supuesto.
Sin embargo, las dudas también han aumentado a medida que el concepto de identificación proyectiva se ha hecho más frecuente en el escenario psicoanalítico estadounidense como parte de un emergente interés en el campo de la transferencia-contratransferencia, y ha provocado una serie de confusiones dado que el límite entre identificación proyectiva y empatía, sin el aporte de Bion, se convierte en algo muy vago. No obstante las dificultades, se considera como piedra angular de la extraordinaria literatura clínica kleiniana contemporánea (Spillius, 1988; Schafer, 1997), el concepto captura importantes elementos, especialmente de momentos perturbadores, de la relación paciente-terapeuta: cuando el terapeuta se siente presionado [parasitado] consciente o inconscientemente a incorporar sentimientos o roles globales que le parecen falsos o inaceptables, momentos en que nos sentimos incapaces de encontrar la forma de estar en el campo de la transferencia-contratransferencia y, al mismo tiempo, seguir siendo auténticos con nosotros mismos, de manera muy parecida a la que se destaca con los observadores que desde la perspectiva intersubjetiva observan al lactante: un proceso en el campo bicorporal, articulado sobre el fondo de la realidad psíquica y de las interacciones interpersonales, que moldean las experiencias individuales y dichas interacciones, frecuentemente por fuera de la percatación consciente.
Estos problemas pueden ser clarificados mediante una comprensión kleiniana de las fantasías, con las perspectivas observacionales, de la interacción entre el infante y sus padres. La identificación proyectiva provee de una forma particular de construcción de la intersubjetividad dentro de la psique y el campo interpersonal.
4.8.2. Modelos internos de relaciones-estructura, psíquicos.
Observadores psicoanalíticos han descrito los procesos en los cuales las interacciones entre el infante y sus cuidadores pueden quedar estructuradas en el individuo de modo que se convierten en formas fundamentales de experienciar el mundo, de relacionarse y comunicarse con él por fuera de la percatación reflexiva (Beebe y Lachman, 1983; Emde, 1983; Stern, 1995; Kumin, 1996) Muy coherentemente con Klein, han encontrado que las fantasías e identificación proyectiva tienen efecto en otros fenómenos psíquicos generalmente inconscientes. Como organizadores fundamentales de la vida psíquica, dan a ésta su forma, más allá de meros contenidos mentales imaginativos que siguen las líneas del proceso primario. Los detalles de las interacciones entre los padres y el infante interpretando posteriormente con los conceptos kleinianos, en vez de comenzar desde los conceptos y tratar de forzar las observaciones dentro de los mismos, puede generar enfoques que sean más precisos e inmediatos sin perder poder ni profundidad explicativa.
El decir que estas estructuras de la subjetividad (Atwood y Stolorow; 1984) pueden ser aclaradas prestando atención a los patrones interacionales tempranos y básicos entre el infante y sus padres, no implica afirmar que aquellas sean simples representaciones de tales experiencias o no es suficiente. Todo acontecimiento adquiere significación con relación a la experiencia subjetiva de aquellos que están involucrados en él y los procesos por los cuales los acontecimientos "reales" se estabilizan como elementos estables de la psique, son muy complejos, muchos de cuyos detalles están ahora empezando a ser escrutados científicamente de una manera cuidadosa (revísese Schore, 1994; Perry, 1995; Beebe, Lachman, Jaffe, 1994; Stern, 1985) Seligman realiza su investigación observando primero al infante y luego aplicando la teoría kleiniana según el concepto de fantasía para:
a) captar muchos de los elementos más significativos incluyendo el hecho de que sean inconscientes y la idea de que son organizadores básicos en el nivel "psicosomático" (Winnicott, 1949) que influencian toda la vida psíquica, especialmente en relación con las figuras más significativas;
b) enfatizar que algunos de los supuestos más engorrosos y sujetos a controversia del modelo kleiniano, supuestamente no son necesarios para lograr explicaciones y pueden ser dejados de lado; los elementos más importantes del poderoso enfoque son reforzados y clarificados, volviéndose más asequibles para la amplia audiencia de analistas norteamericanos; esta síntesis hace avanzar el tan necesario desarrollo de los enfoques teórico-clínicos que integran los poderes explicativos de la psicología unipersonal con los emergentes enfoques bipersonales.
(Seligman, 1999)
Dos aspectos de la investigación basada en la observación de infantes orientada intersubjetivamente, son de la máxima relevancia aquí:
a) la imagen de la díada infante-padres como un sistema bipersonal de influencia y de regulación mutua;
b) nuevas comprensiones de organización no-verbal en la temprana interacción diádica clarifican nuestra comprensión de las estructuras internas de significado que se organizan en las dimensiones pre-verbal, afectiva, coreográfica (movimientos mutuamente coordinados), y cinestésica de la experiencia del self-con-otro. (Seligman, 1999)
4.8.3. Díadas infante-padres, sistemas de mutua influencia y regulación.
La concepción del niño narcisista primario, "cerrado en sí mismo", y desorganizado, está siendo cada vez más claramente cuestionada por la concepción y el desarrollo de las relaciones tempranas de objeto, infante y padres están desde el principio y de manera continua, observándose, influyéndose, modelándose y moldeándose en sus conductas y significados del otro, punto de vista paralelo a los esquemas intersubjetivistas y socio-constructivistas, que enfatizan procesos similares en las relaciones terapéuticas. El reconocimiento de la inseparabilidad entre contratransferencia y transferencia, encuentra sustancial resonancia con la preocupación de los investigadores del infante acerca de los intercambios dinámicos de regulación mutua en los sistemas bipersonales de relaciones en que una persona cuida a otra.
4.8.4. Lo no-verbal en la construcción de estructuras de significado.
Investigaciones que ofrecen detalladas y convincentes descripciones de la interacción infante-padres, no verbales, pre-representacionales y basadas en los afectos, llaman la atención acerca de dominios de experiencia y de interacción que difieren de los modos articulados más verbales y simbólicos que son los más frecuentemente descritos en lo psicoanalítico. Se ha argumentado que el conocimiento de los detalles específicos y de los procesos de la interacción pre-verbal incrementará nuestra sensibilidad para la dinámica y estructura de la creación y expresión de significados -incluso los significados inconscientes- en las modalidades interaccionales y afectivas de todas las etapas del ciclo vital (Álvarez, 1992; Beebe y Lachman, 1998; Stern, 1995; Seligman, 1996)
Las secuencias "micro-interactivas" específicas y los patrones en la interacción diádica pueden ser puestos en evidencia: la descripción cuidadosa que hace Stern (1985) del "entonamiento afectivo", es un ejemplo así como las descripciones de Beebe (1988) tanto en las sincronías interactivas como de las secuencias de disrupción del encuentro y la "reparación" del mismo. "La reciprocidad, contingencia, afecto, expectativas relacionales, activación, ritmo…" son otros conceptos clave interaccionales que se han convertido en centrales para el trabajo clínico, la investigación de niños y sus padres, útiles para rastrear los ritmos momento a momento y las tonalidades que otorgan su cualidad distintiva tanto a las interacciones clínicas paciente-terapeuta como a las que ocurren entre neonato-bebé-infante y padres (Stern, 1985-1995; Emde, 1990; Beebe, Lachman y Jaffe, 1997) Esta síntesis del desarrollo, nos es útil para ser más conscientes de los modelos interaccionales organizados de manera no-verbal: afectiva y "narrativa" o secuencial, de la estructura psíquica y que se repite en la transferencia, en tanto que "crean" y estructuran la intersubjetividad. La experiencia del self y las interacciones interpersonales se organizan con base en la generalización de representaciones de las relaciones interpersonales tempranas (Stern, 1985), de las configuraciones afectivas de los modelos (Demos, 1988; Emde, 1983) de "trabajo" interno (Bowlby, 1988) y de las reglas "procedimentales" (Clyman, 1992; Lyons-Ruth y cols. 1998) que regulan lo que los sujetos hacen con los otros y lo que esperan de éstos. (Véase el registro de interacción entre Jamal padre y Jamal hijo, en Seligman, 1999) Se pueden inferir una gran serie de posibilidades respecto a la forma de relación que Jamal hijo podrá ir desplegando conforme vaya creciendo, en tanto que los patrones registrados a niveles de relación no-verbal, implicarán para el pequeño, información, respecto a cómo se siente en su propio cuerpo, cómo se siente al usar sus músculos, cómo se siente al estar en relación con otro, respecto a expectativas interpersonales y patrones de influencia, si los estímulos de los otros serán seguidos y a qué ritmo, ó cuándo uno elige escuchar y cuándo hablar, etc. Los "sentidos" de la experiencia, según Stern, muy probablemente sean "procedimentales, pre-reflexivos", inconscientes entonces y no necesariamente reprimidos, localizados en "registros corporales", -de manera muy afín con la idea de la inteligencia "cenestésico-corporal" de Gardner, (1993)- y afectivos, más que en formas verbales secuenciales y coherentes.
4.8.5. Consecuencias de estos resultados para las estructuras psíquicas, el inconsciente y las teorías contemporáneas.
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