- Introducción
- Hemorragia cerebral
- Causas
- Sintomas
- Efectos
- Diagnostico
- Tratamiento
- Cirugía
- Bibliografía
Hace más de 2,400 años el padre de la medicina, Hipócrates, reconoció y describió el accidente cerebrovascular como el "inicio repentino de parálisis". Hasta hace poco, la medicina moderna ha podido hacer muy poco por esta condición, pero el mundo de la medicina relacionada con los accidentes cerebrovasculares está cambiando y se están desarrollando cada día nuevas y mejores terapias (Plúa, 2012).
Los Accidentes Cerebrovasculares representan la tercera causa de muerte, después del infarto cardiaco y el cáncer, es una enfermedad que si el paciente no se trata a tiempo, presentará complicaciones muy graves. La mayoría de las personas que presentan el primer ictus pasan de 60 años como promedio y en ocasiones van asociados a enfermedades como diabetes e hipertensión (RICHARD, 2004 ). Los accidentes cerebrovasculares constituyen un problema dentro del área de la salud, de lo social y económico, de allí que vemos hospitales con una alta prevalencia de estos pacientes y no tienen toda la medicina para su tratamiento.
El Accidente Cerebro Vascular (A.C.V.) es una enfermedad que afecta principalmente al cerebro, ya que está directamente relacionado con las arterias que abastecen al cerebro de sangre, la cual le proporciona principalmente oxígeno para su normal funcionamiento. Especificaré lo que es el A.C.V., isquémico y el A.C.V. hemorrágico, los dos tipos de cerebro vasculares existentes. El isquémico es producido por la obstrucción o el taponamiento de una arteria y el hemorrágico por la ruptura de una arteria (LACRUZ, 2008).
Hoy día, algunas de las personas que sufren un accidente cerebrovascular pueden salir del mismo sin incapacidad o con muy pocas incapacidades, si reciben tratamiento con prontitud.
El cerebro contiene miles de millones de células que se interconectan para formar una compleja red de comunicación. Contiene diferentes tipos de células, siendo las más importantes las neuronas; su organización en el cerebro y la comunicación entre ellas conducen al pensamiento, la memoria, la actividad cognitiva y la toma de conciencia
La hemorragia cerebral es una colección de sangre situada dentro del parénquima encefálico, que se inicia por la rotura de un vaso generalmente arterial (Ramírez, 2012). Una hemorragia cerebral también llamado hemorragia intracerebral, ICH es un subtipo de hemorragia interacraneal, que en sí se produce en el cerebro. Puede ser causado por un trauma cerebral o espontáneamente ocurrir en un accidente (Scherle Matamoros, 2007). La hipertensión arterial es la causa más frecuente de hemorragia cerebral, siendo la causa en el 70% de los casos. La angiopatía amiloide cerebral es causa de un 20% del total.
Se debe diferenciar del infarto cerebral, ya que este es debido a una interrupción de la circulación de la sangre por los vasos del cerebro. Una hemorragia cerebral es intra-axial, si se produce en el tejido cerebral en lugar de fuera de él. La hemorragia extra-axial, tales como el hematoma epidural, hematoma subdural y hemorragia subaracnoidea, que ocurren dentro de la cabeza, pero fuera del tejido cerebral (I Yarza, 2010).
Tras el accidente suele presentarse habitualmente recuperación completa en pocos minutos u horas en caso de los Ataques Isquémicos Transitorios, pero de no ser así se produce una pérdida de fuerza en un lado del cuerpo afectado, derecho o izquierdo según corresponda. También puede presentar falta de coordinación, del control de los movimientos, trastornos del equilibrio, alteraciones sensitivas y perceptivas, trastornos de la visión, alteraciones del lenguaje, disfagia y en los casos más graves puede haber desde un coma hasta una tendencia al sueño (Osakidetza, 2012).
La hemorragia intracraneal es mucho menos frecuente que el ictus isquémico, pero presenta una mayor mortalidad y morbilidad, siendo una de las primeras causas de discapacidad grave. La hemorragia cerebral no es un fenómeno monofásico que ceda inmediatamente, ya que el hematoma continúa aumentando en las primeras 24 horas. Por esta razón, y por las características propias de la enfermedad, son pacientes graves que requieren ingreso en una Unidad de Cuidados Intensivos donde se debe realizar la estabilización hemodinámica y cardiorespiratoria, además de un estricto control del nivel de conciencia y el resto de parámetros habituales de neuromonitorización para mejorar su estado (Pereira, 2006).
Las enfermedades cerebrovasculares constituyen, en la actualidad, uno de los más importantes problemas de salud pública. Son la tercera causa de muerte en el mundo occidental, la primera causa de invalidez permanente entre las personas adultas y una de las principales causas de déficit neurológico en el anciano. No obstante, se ha demostrado que los ataques cerebrovasculares en niños de 0 a 14 años son los que tienen más facilidad de recuperación, debido a que tienen un cerebro flexible y joven (Federacion Española de Ictus, FEI, 2012). Se estima que a nivel mundial la Hemorragia Cerebral, posee una incidencia de 10 a 20 casos por 100,000 habitantes, estimándose que estas cifras se duplican cada 10 años después de los 35 años, es más frecuente en hombres, en personas mayores de 55 años, fumadores, en la raza negra y Japoneses (Dra. Dolores Escudero, 2011). La Organización Mundial de la Salud va más allá en sus previsiones y según sus estimaciones y teniendo en cuenta que en el año 2050 la población mayor de 65 años representará el 46% del total, casi la mitad podría sufrir un accidente cerebrovascular (Organizacion Mundial de la Salud, 2017).
En América Latina, los estudios hospitalarios del Ecuador, México, Chile y Argentina, nos han informado una frecuencia del 23 al 40%.
En Ecuador 3.140 personas murieron en el 2007 a causa del accidente cerebro vascular, según el INEC. Sobre este tipo de enfermedades en el país, el galeno Robert Salinas, neurólogo del Hospital Eugenio Espejo ha señalado que esta cifra es 5 veces más alta que en Estados Unidos y Europa en donde la tasa es del 6,7%.
"En el Ecuador la enfermedad cerebro vascular más común es el infarto cerebral pero a comparación con las tasas de hemorragia a nivel mundial en el país la cifra es demasiado alta, esto es una invitación para que hagamos estudios con nuestros datos, pacientes y estadísticas, es decir, que escribamos una Medicina para nosotros", manifesto (Mosquera, 2016).
Según datos del Hospital del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social de la ciudad de Portoviejo, tan solo en el periodo de Enero a Diciembre del 2009, llegaron pacientes con accidente cerebrovascular que fueron 93 de un total de pacientes atendidos ese mismo año que fueron 16.636, aunque actualmente no hay una cifra exacta de personas afectadas se puede tomar como punto de partida y estimar la prevalencia de la enfermedad en nuestra sociedad (Plúa, 2012).
Hipócrates, el padre de la medicina, reconoció el derrame cerebral por primera vez hace más de 2.400 años. En aquellos tiempos el derrame cerebral se llamaba "apoplejía", que significa "ataque violento" en griego. Esto se debe al hecho de que el paciente sufría de repente una parálisis y un cambio en su bienestar total. En aquellos tiempos los médicos apenas tenían conocimientos sobre la anatomía y el funcionamiento del encéfalo, la causa del derrame cerebral, ni sobre cómo tratarlo (Plúa, 2012).
A mediados del siglo XVII Jacob Wepfer se dio cuenta de que los pacientes que morían de derrame cerebral tenían una hemorragia en el encéfalo. También descubrió que una obstrucción en uno de los vasos sanguíneos del encéfalo podía causar el derrame cerebral (GW Heart & Vascular Institute , 2017).
La ciencia médica continuó estudiando las causas, los síntomas y el tratamiento del derrame cerebral y, finalmente, en 1928 se dividió el derrame cerebral en dos categorías basadas en la causa del problema en los vasos sanguíneos. Así nació el término "derrame cerebral" o "accidente cerebrovascular" (su sigla en inglés es CVA). El derrame cerebral se suele llamar hoy en día "ataque cerebral" para poner de manifiesto el hecho de que su causa es una falta de suministro de sangre en el encéfalo, de forma parecida a cómo la falta de suministro de sangre en el corazón produce un "ataque al corazón". El término "ataque cerebral" también conlleva el mensaje al público general de buscar ayuda y tratamiento urgente.
Los derrames cerebrales son la tercera causa de muerte, después de las enfermedades del corazón y todas las formas de cáncer, prácticamente cada 40 segundos, una persona sufre un derrame cerebral en Estados Unidos. Mas de 4 millones de estadounidenses conviven con los efectos de un accidente cerebrovascular (American Stroke Association, 2013).
Los Accidentes Cerebrovasculares representan la tercera causa de muerte, después del infarto cardiaco y el cáncer, es una enfermedad que si el paciente no se trata a tiempo, presentará complicaciones muy graves. La mayoría de las personas que presentan el primer ictus pasan de 60 años como promedio y en ocasiones van asociados a enfermedades como diabetes e hipertensión (RICHARD, 2004 )
Una Hemorragia Cerebral es una enfermedad que afecta principalmente al cerebro, ya que está directamente relacionado con las arterias que abastecen al cerebro de sangre, la cual le proporciona principalmente oxígeno para su normal funcionamiento (LACRUZ, 2008), por tanto el CAV ocurre cuando se altera el flujo de sangre hacia el cerebro. Cuando se presenta un ataque cerebral, un área del cerebro empieza a morir porque deja de recibir el oxígeno y los nutrientes que necesita para funcionar (National Institute of Neurogical Disorders and Stroke, 2016).
TIPOS
Hay dos clases principales de accidentes cerebrovasculares. El primero, llamado accidente cerebrovascular isquémico, se produce cuando un vaso sanguíneo que riega el encéfalo se obstruye o se "cierra" e impide el flujo de sangre a una zona del encéfalo. Las células y los tejidos del encéfalo empiezan a morir al cabo de pocos minutos por falta de oxígeno y de nutrientes. La zona de tejido muerto se llama infarto. Aproximadamente el 88 por ciento de los ataques cerebrales pertenecen a esta categoría (MedicinePlus, 2016). Los ataques isquémicos se dividen a su vez en dos grupos:
Ataques cerebrales trombóticos: Causados por un coágulo de sangre que se forma en los vasos sanguíneos del encéfalo.
Ataques cerebrales embólicos: Causados por un coágulo sanguíneo o residuos de placa que se desarrollan en otra parte del cuerpo y luego se trasladan a uno de los vasos sanguíneos en el cerebro a través del torrente sanguíneo.
El otro llamado accidente cerebrovascular hemorrágico, son ataques cerebrales causados por un trombo o coágulo de sangre que se forma en las arterias que suministran sangre al encéfalo. Este tipo de ataque cerebral se suele ver en las personas de edad avanzada, especialmente en las que tienen niveles altos de colesterol y aterosclerosis. Presenta también dos subtipos, uno es la Hemorragia intracerebral que se da por sangrado de los vasos sanguíneos del interior del encéfalo, y el otro la Hemorragia subaracnoidea que se produce por sangrado en el espacio subaracnoideo.
En ocasiones, los síntomas de un ataque cerebral trombótico pueden aparecer de repente y a menudo durante el sueño o por la mañana temprano. Otras veces puede aparecer gradualmente, durante un período de horas o incluso de días. En este caso se denomina ataque cerebral en evolución (American Stroke Association, 2013).
Los ataques cerebrales trombóticos pueden ir precedidos de uno o más "mini derrames cerebrales", llamados accidentes isquémicos transitorios, su sigla en inglés es TIA. Los TIA pueden durar unos minutos o hasta 24 horas y a menudo son un signo de advertencia de que puede ocurrir un ataque cerebral. Aunque generalmente son leves y transitorios, los síntomas causados por un TIA son parecidos a los causados por un ataque cerebral.
Otro tipo de ataque cerebral que se produce en los vasos sanguíneos pequeños del encéfalo recibe el nombre de infarto lagunar. La palabra lagunar proviene del latín "lacuna", que significa "agujero" o "cavidad". Los infartos lagunares se ven a menudo en personas que padecen diabetes o hipertensión.
Los ataques recurrentes se producen en aproximadamente el 25 por ciento de las personas que han sufrido un ataque cerebral en los cinco años siguientes al primer ataque. El riesgo es mayor justo después del ataque y va disminuyendo con el tiempo. Las probabilidades de que el paciente quede incapacitado o muera aumentan con cada ataque recurrente. Aproximadamente el 3 por ciento de los pacientes sufren un segundo ataque cerebral antes de 30 días de su primer ataque, y una tercera parte tienen un segundo ataque antes de dos años (GW Heart & Vascular Institute , 2017).
Muchos de los factores de riesgo para el derrame cerebral se pueden modificar o controlar, mientras que otros que están relacionados con la genética o con procesos naturales no se pueden cambiar (GW Heart & Vascular Institute , 2017)
Factores de Riesgo Modificables.
Hay muchos factores que influyen pero los más relevantes son:
Presión arterial alta
Consumo excesivo de alcohol
La obesidad
Fumar
Diabetes Mellitus
El colesterol y los lípidos de la sangre elevados
La falta de ejercicio, la inactividad física
Anomalías estructurales cardíacas
Factores de Riesgo No Modificables
En estos encontramos:
Edad
Sexo
Raza
Herencia Genetica
Los síntomas de los ataques cerebrales son claros y se presentan repentinamente (Home Remedies for You, 2016).
Súbito adormecimiento o debilidad en la cara, el brazo o la pierna (especialmente en un lado del cuerpo)
Súbita confusión, dificultad para hablar o entender
Súbita dificultad para ver con uno o con los dos ojos
Súbita dificultad para caminar, mareo, pérdida del equilibrio o de la coordinación
Súbito dolor de cabeza severo, sin causa conocida
Otros síntomas, menos frecuentes, de un ataque cerebral son los siguientes:
Náuseas, vómitos o fiebre repentinos que no se deban a una enfermedad vírica.
Breve pérdida o cambio del estado de consciencia, como desvanecimiento, confusión, convulsiones o coma.
Accidente isquémico transitorio o "mini derrame" (su sigla en inglés es TIA).
Los efectos del derrame cerebral varían de persona a persona en función del tipo, la gravedad y la ubicación del ataque. El encéfalo es un órgano extremadamente complejo y cada una de las zonas del mismo es responsable de una función o capacidad específica. Cuando una zona del encéfalo resulta dañada, que es lo ocurre con un derrame cerebral, las consecuencias pueden ser que se produzca el deterioro de alguna función. El deterioro consiste en la pérdida de la función normal de una parte del cuerpo.A veces el deterioro produce como resultado una discapacidad, o incapacidad de realizar una actividad de forma normal (University of Utah Health Care, 2017)
El cerebro es responsable del control de las capacidades, como el movimiento y la sensación, habla, pensamiento, razonamiento, memoria, visión y regulación de las emociones. El cerebro también se divide en lados o hemisferios derecho e izquierdo.
Dependiendo del área y el lado del cerebro afectado por el derrame cerebral, alguna, o todas las siguientes funciones corporales pueden resultar afectadas:
Movimiento y sensación
Habla y lenguaje
Comer y tragar
Visión
Capacidad cognitiva (pensamiento, razonamiento, juicio y memoria)
Percepción y orientación a los alrededores
Capacidad de auto cuidado
Control del intestino y la vejiga
Control emocional
Capacidad sexual
Además de la historia y del examen médico completo, los procedimientos para el diagnóstico del derrame cerebral pueden incluir (GW Heart & Vascular Institute , 2017):
Exámenes de imagen del encéfalo:
Tomografía computarizada: Procedimiento de diagnóstico por imagen que utiliza una combinación de tecnologías de rayos X y computadoras para obtener imágenes transversales del cuerpo, tanto horizontales como verticales. Una tomografía computarizada muestra imágenes detalladas de cualquier parte del cuerpo, incluyendo los huesos, los músculos, la grasa y los órganos. La tomografía computarizada muestra más detalles que los rayos X regulares; se utiliza para detectar anomalías y para ayudar a identificar la ubicación y el tipo de derrame cerebral.
Imágenes por resonancia magnética: Procedimiento de diagnóstico que utiliza una combinación de imanes grandes, radiofrecuencias y una computadora para producir imágenes detalladas de los órganos y estructuras dentro del cuerpo.
Angiografía por radionúclidos: Un escáner nuclear del encéfalo en el que se inyectan compuestos radiactivos en una vena del brazo y un aparato parecido a un contador Geiger crea un mapa en el que se ven las diferencias de absorción en las distintas partes de la cabeza. Las imágenes muestran cómo funciona el encéfalo en lugar de su estructura. Con este examen se suelen detectar las zonas en las que el flujo de sangre está disminuido y los tejidos dañados.
Angiografía por tomografía computarizada: Imagen de rayos X de los vasos sanguíneos. Una angiografía por tomografía computarizada usa tecnología de CT para obtener imágenes de los vasos sanguíneos.
Angiografía por resonancia magnética: Un procedimiento no invasivo (no se atraviesa la piel) que utiliza tecnología IRM para evaluar el flujo sanguíneo a través de las arterias.
Imagen de resonancia magnética funcional (IRMf) – una variación de la IRM utilizada para determinar el área específica del cerebro en la que ocurre una función específica, como el habla o la memoria.
Exámenes que evalúan la actividad eléctrica del encéfalo:
Electroencefalograma: Procedimiento que registra la actividad eléctrica continua del encéfalo mediante electrodos colocados en el cuero cabelludo.
Potenciales evocados: Procedimientos que registran la actividad eléctrica del encéfalo como respuesta a estímulos visuales, auditivos o sensoriales.
Exámenes que miden el flujo de la sangre:
Fonoangiografía carotídea: Se coloca un pequeño micrófono sobre la arteria carótida situada en el cuello para grabar los sonidos que produce la sangre al pasar por una arteria parcialmente obstruida. El sonido anormal recibe el nombre de ruido.
Ecografía Doppler: Se utiliza un transductor especial para enviar ondas sonoras a un vaso sanguíneo para evaluar el flujo de la sangre. Un receptor de audio amplifica el sonido de la sangre al moverse a través del vaso. La debilidad o la ausencia de sonidos puede indicar algún problema en el flujo sanguíneo.
El tratamiento incluye medidas para salvar la vida, alivio de los síntomas, reparación de la causa de la hemorragia, prevención de las complicaciones e inicio de la rehabilitación tan pronto como sea posible. La recuperación se puede presentar con el tiempo a medida que otras áreas del cerebro asuman la función de las áreas dañadas (Clínica DAM Madrid, 2016).
TRATAMIENTO INMEDIATO
El tratamiento se suministra de manera ideal en una unidad de cuidados intensivos, donde se pueden detectar de manera inmediata las complicaciones. El personal médico presta atención cuidadosa a la respiración debido a que, en algunas ocasiones, las personas con hemorragia cerebral desarrollan patrones de respiración muy irregulares e incluso dejan de respirar por completo.
Una persona que está sufriendo un accidente cerebrovascular hemorrágico puede ser incapaz de proteger la vía respiratoria durante la tos o el estornudo a causa de la alteración de la conciencia. La saliva o las secreciones pueden bajar por "el conducto equivocado", lo cual es una situación potencialmente seria y puede provocar problemas pulmonares como neumonía por aspiración. Con el fin de tratar y prevenir estos problemas respiratorios, puede ser necesario colocar un tubo a través de la boca hacia la tráquea para iniciar la ventilación mecánica.
La presión arterial puede ser muy alta o muy baja en pacientes con hemorragia cerebral y esto es algo que debe ser atendido inmediatamente por los médicos. Además, el sangrado cerebral puede provocar inflamación del tejido cerebral circundante, lo que puede requerir terapia con algunos medicamentos denominados agentes hiperosmóticos (manitol, glicerol y soluciones salinas hipertónicas).
Se puede recomendar el reposo en cama para evitar el aumento de la presión en la cabeza (presión intracraneal), lo que puede comprender evitar actividades como agacharse, estirarse, acostarse completamente horizontal, cambios repentinos de posición o actividades similares. Los laxantes o los reblandecedores de heces pueden ayudar a evitar el esfuerzo durante la evacuación (este esfuerzo también produce incremento de la presión intracraneal) (Dra. Dolores Escudero, 2011).
Los medicamentos pueden aliviar el dolor de cabeza pero deben utilizarse con precaución, ya que pueden reducir el nivel conciencia y producir la impresión equivocada de que el paciente está empeorando. Se pueden prescribir medicamentos antihipertensivos para reducir moderadamente la presión sanguínea alta y es posible que sea necesario utilizar medicamentos como fenitoína para prevenir o tratar convulsiones.
En los casos en los que se presenta dificultad para deglutir, puede ser necesario recurrir a suplementos de líquidos y nutrientes, ya sea por vía intravenosa o a través de una sonda de alimentación al estómago (sonda de gastrostomía). La dificultad para deglutir puede ser temporal o permanente.
Es recomendable colocar al paciente en posición adecuada, indicarle ejercicios para mejorar el rango de movimiento, brindarle terapia del habla, terapia ocupacional, fisioterapia u otras intervenciones para prevenir complicaciones y promover al máximo la recuperación de las funciones (Home Remedies for You, 2016).
En algunas ocasiones, son necesarias intervenciones quirúrgicas para salvar la vida de los pacientes o para mejorar sus posibilidades de recuperación significativa y el tipo de cirugía depende de la causa específica del sangrado cerebral. Por ejemplo, una hemorragia debida a un aneurisma requiere tratamiento especial (ver aneurisma).
Para otros tipos de sangrado, puede ser necesaria ocasionalmente la extracción del hematoma, especialmente cuando el sangrado se presenta en la parte posterior del cerebro. En la actualidad, algunos médicos están investigando si la inyección de un "destructor de coágulos" dentro del hematoma puede facilitar la extracción de hemorragias cerebrales a través de agujas o catéteres, permitiendo realizar una cirugía menos invasiva.
Un problema común relacionado con el sangrado cerebral es la hidrocefalia, que es la acumulación de líquido acuoso dentro de las cavidades cerebrales denominadas ventrículos. Para resolver este problema, puede ser necesario drenar el líquido con un procedimiento especial denominado ventriculostomía.
Existen diferentes tratamientos disponibles para la malformación arteriovenosa, que incluyen la extracción quirúrgica de su red, radiocirugía (utilizando radiación ionizante para disminuir el tamaño de la malformación arteriovenosa) y embolización intra arterial (un procedimiento en el cual se inyecta pegamento dentro de la malformación arteriovenosa para cerrar la conexión entre arterias y venas) (Clínica DAM Madrid, 2016).
TRATAMIENTO A LARGO PLAZO:
El tiempo de recuperación y la necesidad de un tratamiento a largo plazo varían mucho de un caso a otro. La fisioterapia puede ser beneficiosa para algunas personas y se debe estimular al paciente a realizar cierta actividad dentro de las limitaciones físicas. Es necesario buscar formas alternativas de comunicación, como dibujos, señales verbales, demostraciones u otras, dependiendo del tipo o magnitud de la deficiencia en el habla. Las terapias del habla y las ocupacionales, así como otras intervenciones, pueden incrementar la capacidad de las personas para desempeñarse.
Para el control de la incontinencia, se puede requerir un cateterismo urinario o programas para el control de la vejiga o de los intestinos.
Se debe considerar la seguridad del ambiente en donde se encuentra el paciente, dado que algunas víctimas de accidentes cerebrovasculares no parecen estar conscientes de su entorno en el lado afectado. Otras muestran una marcada indiferencia o una falta de juicio, lo que acrecienta la necesidad de tomar precauciones de seguridad.
Es posible que se tenga que recurrir a guarderías para adultos, internados, hogares para convalecientes o cuidados en el hogar para proveer un ambiente seguro, controlar el comportamiento agresivo o agitado y poder satisfacer las necesidades fisiológicas.
Las terapias de modificación de la conducta pueden ser útiles para algunas personas en el control de comportamientos inaceptables o peligrosos. Esta modificación consiste en reforzar comportamientos apropiados o positivos e ignorar comportamientos inapropiados (dentro de los límites de seguridad). La utilización de refuerzos ambientales u otras señales repetitivas para ayudar en la orientación de la realidad puede ayudar a reducir la desorientación.
Las asesorías familiares pueden ayudar a hacerle frente a los cambios necesarios en el cuidado del hogar. Enfermeras visitadoras o ayudantes temporales, servicios de voluntariado, servicios de protección de adultos y otros recursos de la comunidad pueden ser de gran utilidad.
Puede ser conveniente buscar asesoría legal en las primeras etapas del trastorno. Los documentos de voluntades anticipadas, un poder legal y otras acciones legales pueden facilitar la toma de decisiones éticas relacionadas con el cuidado de la persona con accidente cerebrovascular hemorrágico.
PREVENCION
La mayoría de los casos de accidente cerebrovascular hemorrágico están asociados con factores de riesgo específicos, como presión arterial elevada, fumar o consumir cocaína. El control de la presión arterial y evitar el cigarrillo y la cocaína puede reducir las posibilidades de sangrado cerebral. La corrección quirúrgica de las anomalías vasculares, como aneurismas o malformaciones arteriovenosas, en algunas ocasiones es recomendable para prevenir el sangrado (Organizacion Mundial de la Salud, 2017).
Podemos tomar muy en cuenta los siguientes puntos
Mantener un buen control de la presión arterial: Cuando la presión arterial es mayor a 130- 80, se convierte en un factor de riesgo muy alto para llegar a sufrir un derrame cerebral. Como la presión alta no provoca síntomas, es indispensable solicitar una cita médica y pedirle al médico un examen adecuado para verificar que la presión arterial esté en los niveles normales, de lo contrario seguramente el profesional que te esté tratando hará las recomendaciones pertinentes. Algunas de ellas serán, principalmente, en lo que se refiere a la alimentación y cambios en algunos hábitos de vida, como por ejemplo hacer ejercicio físico y dejar de fumar o beber alcohol (Mejor Con Salud, 2015).
Controlar el peso: Si una persona tiene sobrepeso, es importante tratar de bajar esos kilos de más, puesto que este es otro factor de riesgo para sufrir un accidente cerebrovascular. La manera adecuada de reducir el sobrepeso es mediante una buena actividad física y hacer todo lo posible por mantener una alimentación sana, en la cual estén presentes las frutas y las verduras, tratando al máximo de evitar los alimentos ricos en grasas y azúcares (Home Remedies for You, 2016).
Alimentación sana: Una alimentación balanceada en la cual se les de prioridad a los alimentos saludables realmente hacen la diferencia, ya que nos estamos protegiendo del riesgo de padecer un derrame cerebral, de sufrir diabetes, colesterol alto, triglicéridos, presión arterial, entre otras cosas más. Para lograr mantener una alimentación saludable se deben evitar los alimentos fritos y las comidas rápidas, incrementando el consumo de frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, pescado, pollo o pavo.
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Autor:
Alex Garrido Montaño,