De Jesús. Al filo de la navaja. Adrenlinomania Parte I
De Jesús
No recordaba cuándo se dio el principio. Se perdía en la memoria el inicio. De Jesús ahora tenía tiempo para cavilar sino para meditar, qué es lo que había pasado. Ahora su universo se reducía a un simple espacio que a lo ancho escasamente libraba el extender sus brazos en cruz, el techo, sí se estiraba un poco y levantaba un poco los talones apoyándose en la punta de las palmas de sus pies alcanzaba a tocarlo, bueno en principio su estatura y la flexibilidad propia de su ya ida juventud le permitían tocar lo que en su inicio fue una superficie alba y lisa, sin embargo, el humo de los cigarrillos consumidos la había tornado a un disparejo pavonado impregnado del característico olor a tabaco y, por qué no decirlo, otra hierbas. Que ahí la identificaban como; "El Perejil del Diablo". La pared del fondo tenía una ventana, bueno sí a esa abertura se le podía designar pomposamente con ese nombre. La entrada, bastante amplia y ventilada con una puerta de dos hojas de las cuales sólo una de ellas se deslizaba lateralmente y al cerrarla se dejaba escuchar un ruido seco, el ruido que produce el choque de acero con acero, el ruido que marcaba el último que escucharía posterior al largo toque de la sirena que marcaba el total silencio, el supuesto retiro al descanso, al reposo, a la meditación, a la cavilación, al examen de conciencia, . . . a pensar en nada, . . . a ver la oscuridad, . . . a ver lo que no se ve, . . . a oír lo que no se oye.
Una noche al mes y más exactamente cada cuatro semanas la opaca luz lunar se colaba por la "ventana", que después de orientarse dedujo que daba al oriente.
La puerta se abría, automática e invariablemente se deslizaba lentamente por espacio de quince segundos y aunque no contaba con despertador, nunca le hizo falta, siempre se despertaba antes que el hiriente chirrido que produce el deslizamiento de acero sobre acero. Al segundo quince debería estar fuera de su celda. Esa rutina había siso aplicada por primera vez en el Reclusorio Oriente y fue el inicio de un largo peregrinar de permanencias y más o menos largas estadías por un buen número de reclusorios a lo largo y ancho de todo el país.
No recordaba cuándo se dio el principio. ¿Fue al tomar el lápiz de un compañero de banca en el primer año de instrucción primaria?¿O aquel día que acompañó a su mamá al supermercado y sin que alguien lo notara se embolsó unos dulces que engulliría a solas, escondido bajo uno de tantos autos del taller automotriz que a la postre se ubicaba al fondo de la casa que habitaba su familia allá por el rumbo de los panteones, cerca del obsoleto Toreo, vetusto coso taurino que fue construido en los linderos de la frontera del Distrito Federal con el Estado de México?¿O tal vez cuándo tomó el fajo de billetes cuando acompañó a su mamá a compra huevos para el consumo semanal que para la cuantiosa familia se contaban cuando menos en tres docenas? Por cierto, que si eran caros, él se encargó de balancear la compraventa y con mucho, claro que a su favor y además sin comentarle nada a nadie.
Donde realmente no hubo balance fue en la atención paterna en cuanto al ingreso a la instrucción secundaria ya que era costumbre de su padre el dejarlos solos en el trámite que representa la preinscripción, a presentación al examen de admisión y en su caso el correspondiente trámite de inscripción.
Realmente tenía razón aunque él mismo se encargaba de endurecer el concepto con aquello de que los dejaba solos para que se fueran curtiendo. Y De Jesús se curtió demasiado o ya estaba demasiado curtido.
No recordaba cuando se dio el principio, cuándo se dio cuenta que no había necesidad en de lo que tomaba o de lo que hacía pero la emoción que sentía no se comparaba con nada, ni siquiera con la ilusión que año con año se presentaba la Noche de Reyes año con año cada día cinco de enero.
La emoción de tener entre sus manos algo prohibido, como la escuadra calibre 38 que le proporcionaron los esbirros de un tal licenciado Lugo Cervantes Del Mar, en esa época secretario de gobernación y que competía encarnizadamente contra al menos media docena d4e aspirantes a ser nominado candidato presidencial del partido oficial lo que representaba automáticamente que el próximo día primero de diciembre fuera investido mediante la autentica pantomima de colocar una banda que cruzaba el pecho del hasta ese momento llamado "Presidente Electo". La lucha era de acuerdo alas reglas no establecidas por la podredumbre que siempre a caracterizado a los políticos, es decir, en pocas palabras, no había reglas, no se trataba de rodearse o de confiar en los amigos y de cuidarse de los enemigos. No, no había amigos ni enemigos, sólo aliados que cual sanguijuelas se dedicaban, y se dedican, a chupar sangre hasta que llega el turno de seguir chupando a instancias del siguiente candidato, virtual presidente y real semi-dios para el periodo que precedería al actual.
Las secuelas que marcaron su infancia, marcaron también el inicio de su interior y callada rebeldía hacía todo lo que le rodeaba incluyendo su propia familia. Aún no razonaba del todo cuando se vio obligado a utilizar lentes oscuros pero de verás oscuros y para colmo con laterales y eso en una época en la que los de ya de por si y en una manera muy natural los niños de la edad eran crueles a no decir más, algo también por demás natural. Desde su ingreso a la primaria fue motivo de burlas y blanco de un sin número de comentarios y apodos. La herida que este episodio causó en su interior se ve acrecentada con el accidente que le ocurre al encender una fogata sobre la que él junto con sus vecinos empieza a saltar. Después de tres ruedas de brincos entre gritos, risas y algarabía, toca su turno con tan mala suerte que al apoyar su pie derecho lo hace al filo de una charola en la que habían depositado gasolina, saltándole y empapándole el pantalón el que se incendió tan rápido que no dio tiempo para tratar de apagarlo o de quitárselo. Ambas acciones nunca cruzaron por las incipientes mentes de sus compañeros de juego los que literalmente huyeron con excepción de su hermano menor que corrió a gritarles a sus papas que se encontraban recibiendo visitas.
El reflejo de la mayoría fue normal para esos casos en los que, precisamente, la mayoría sabe qué hacer, cómo reaccionar pero que al presentarse un evento, no hacen nada ni actúan de forma alguna a no ser el empezar a lamentarse.
Sin embargo y como siempre sucede, la reacción positiva emanó de su hermano que aún siendo menor de edad tomó un frasco de tinta para pluma de las llamadas "Fuente" y vertió todo el contenido sobre la quemadura que abarcaba desde la rodilla hasta casi el pie propiamente.
Su padre ordenó a uno de sus hermanos mayores que corriera a la farmacia a comprar
los linimentos adecuados para el caso de quemaduras. Después de dos viajes a la farmacia más cercana pero que distaba un poco más de un kilómetro y que efectuó mediante el servicio de autos de alquiler o taxis como se les identificaba que sustituyeron a los "Libres" y que en ese año y por su apariencia y color se les denominaban "Cocodrilos". Por fin y con auxilio de una vecina que ejercía enfermera le fueron aplicados algunos paliativos que al tiempo resultaron adecuados, tan adecuados como la reacción de su hermano de verter la tinta. Al paso del tiempo no quedó cicatriz alguna, si acaso en esa pierna se retrasó el crecimiento del vello.
Sus genes rebeldes ya estaban alborotados y sus inquietudes empezaron a aflorar lo mismo que sus dudas.
Habiendo nacido y crecido en el seno de una familia católica prácticamente aceptó propiamente por dar gusto a sus padres, hacer la Primera Comunión, rito que cumplió cabalmente sin que aflorara sospecha alguna del más incipiente asomo de alguna irregularidad, inclusive aceptó aparentemente y con bastante gusto el asistir cada cuarto sábado de mes a un rito conocido como "Adoración Nocturna" que es una especia de Retiro Espiritual que transcurre desde las nueve de la noche del sábado hasta las siete de la mañana siguiente entre rezos, momentos de meditación y horas de descanso.
En realidad llevaba una doble personalidad, decía; "La iglesia quiere que estés en tu lugar, chocó con las ordenes; arrodíllate, párate, siéntate, arrodíllate y así hasta la monotonía". Y continuaba; "Cuando te decides a ser algo, puedes serlo, eso es lo que no te dicen en ningún lado, ya sea la iglesia, la escuela o hasta en la misma familia. Puedes estar en alguno de los dos bandos, puedes ser policía o delincuente. Cuándo esta frente a una arma cargada, ¿Cuál es la diferencia?
Frente a su familia era el hijo que siempre estaba dispuesto a cooperar en cualquier tarea que se presentara pero en la escuela empezó a liderar algunos grupos de condiscípulos que definieron zonas prohibidas y hasta ciertas cuotas de protección a los vendedores ambulantes que se apostaban en las afueras de la escuela pública a la que asistía. Era ni más ni menos, una paradoja. Y continuaba con su filosofía; "El hombre hace su destino, nadie se lo regala, tienes que tomarlo".
Su comportamiento familiar no cambió ni mostró modificación en su relación tanto con sus padres como para con sus hermanos, inclusive empezó a destacar por su actividad deportiva y en particular acrecentó su gusto por el fútbol, deporte en el que fue apoyado por uno de sus hermanos mayores. Fue una grata experiencia para ambos y eso a pesar que su primer temporada no tan sólo el triunfo brilló por su ausencia sino porque ni siquiera su equipo tuvo la fortuna de realizar por una vez, tan siquiera por una sola vez, un gol. Eso no decrementó en lo mínimo su entusiasmo por ese deporte aunque fue casi al final de su segundo torneo cuando por primera vez le tocó la suerte, la fortuna de anotar el primer gol de su equipo.
Todos sus compañeros así como su hermano gritaron y brincaron por varios minutos y eso sin que influyera en el marcador en su contra por siete tantos contra uno, uno, uno solo pero con sabor a gloria. Esa tarde su hermano tal y como lo había prometido los levó al cine, a todos, pero cómo cumplir su promesa ya que eran dieciséis chamacos y el costo de las entradas al cine representaban unos buenos billetes de aquellos tiempos los cuales por cierto no abundaban en los bolsillos de su hermano ya que los clientes en el taller automotriz de su padre escaseaban y los cobros por las reparaciones de los automóviles o camiones ingresaban íntegros básicamente para la alimentación familiar. Aún así la situación no era tan precaria como para evitar que metiera a los dieciséis chamacos en su Chevrolet modelo cuarenta y uno, convertible aunque sin la capota, sin pintura y sin llanta de refacción y con tan sólo medio tanque de combustible o al menos aso indicaba el marcador del tablero.
Subió el equipo al Chevrolito y realizó una rápida escala en el Mercado de Tacuba donde con envidiable estrategia adquirió ¡Veinte pesos! De fruta con lo que llenó dos bolsas de mandado de esa de malla plástica que tomó prestadas de su casa y se dirigió rumbo a Ciudad Satélite. Pasaron a un lado del Toreo, en ese tiempo descubierto, después la Unidad Cuauhtemoc, el Palacio Municipal de Naucalpan, las Torres de Satélite, la naciente Plaza Satélite y a la derecha entraron al . . . Auto cinema. ¡Fabulosos!, Todos se divirtieron y su hermano cumplió su promesa pero, sucedió algo inesperado al llegar a la fila de automóviles que esperaban cumplir con el trámite de cubrir la cuota que daba derecho a ocupara un lugar que sin importar cual fuere te garantizaba que tendrías una excelente visión de la película proyectándose en una enorme pantalla y que decir del sonido, simple y se sucede e sin que alguien pudiera evitarlo, De Jesús saltó del curioso y simpático, aunque feo, convertible y animó a una buena parte de sus compañeros de equipo a seguirlo y a burlar la vigilancia que a decir verdad no era de esperar una eficiencia por arriba del promedio ya que en descargo era una relativa vigilancia a un lugar abierto donde era inesperado que alguien se atreviera a entrar a pie. ¡Era un Auto-cinema!.
Ahí empezó a entender el real sentido y la sensación del acelerar de la generación y correr de la adrenalina aunque aún no lo sabía. Atrás habían quedado los pequeños hurtos en los supermercados o en las tienditas de la esquina o el rápido asalto al camión repartidor, primero de refrescos y posteriormente de cervezas.
En si la película ni fue algo digno de ocupar un lugar en la memoria ya que el argumento era intrascendente, la música de fondo nada fuera de lo común y en algunos temas de moda y para colmo hablada en un idioma distinto al propio y ¡Con subtítulos en español!. Así que a media proyección cuando acostumbraban intercalar una interrupción denominada "Intermedio" que era un corte en que el "Proyectista" o "Cacaro" como coloquialmente se refería el público en general, cambiara y colocara aquellos enormes y pesados rollos de celuloide en el proyector que por medio de una potente bujía de carbón emitía un cegador rayo luminoso y que al atravesar aquella serie de diapositivas, lanzaba la imagen que materialmente capturaba la enorme pantalla. Pero eso no era el único fin de esa interrupción sino que esencialmente era una pausa que forzaba a los asistentes a abastecerse de golosinas, refrescos, palomitas o hasta de "Hot Dogs", claro que algunas personas aprovechaban para efectuar una pausa técnica y satisfacer una de las de las más esenciales necesidades humanas.
Nuevamente y sin que nadie lo notara, volvió a salir y a entrar desafiando a los vigilantes.
En realidad en ese evento descubrió sus dotes como líder, cualidad que desafortunadamente explotó hacía lo estaba fuera de las normas y costumbres que regían el comportamiento de la sociedad en todas y cada una de sus escalas socio-económicas.
Apenas hubo de haber cumplido los quince años, obtuvo el permiso paterno para utilizar el auto familiar aunque en recorridos sumamente breves.
Un domingo que se había convertido en familiar ya que sin proponérselo, pues sus tres hermanos mayores llegaron a la comida dominical, sucedió que en un momento dado se percataron de la falta del primordial elemento que representaban las tortillas, imprescindibles para degustar adecuadamente en los mexicanísimos tacos la barbacoa que alguno de sus hermanos había comprado en el puesto del compadre Vega en el cercano Mercado de Tacuba. Él se ofreció a ir por las tortillas para lo que pidió permiso para utilizar el automóvil con la justificación de que así podría comprarlas en un establecimiento o tortillería que se ubicaba a unos cuantos metros adelante del edificio que ocupaba la Novena Delegación de Policía.
La emoción de la trasmisión del partido de fútbol que la selección nacional disputaba en esa ocasión evitó que alguien se percatara del tiempo que había transcurrido y por consabido de la ausencia del encomendado para proveer las tortillas.
El partido indicaba un marcador empatado a dos tantos, el primer tiempo había estado cambiando de emociones y el segundo tiempo amenazaba con subir de tono. Escasamente había dado inicio la parte complementaria cuando escasamente se dejó escuchar el repiqueteo del timbre de llamada del teléfono.
El que contestó no articuló palabra alguna por casi un par de minutos al cabo de los que se limitó a decir; ¡Vamos para allá!". Sin decir nada más y comunicándose sólo con la mirada los tres hermanos mayores, salieron sin hacer mayor comentario. El que cont4estó la llamada telefónica encabezaba al reducido pero decidido grupo. En camino a la delegación puso al tanto a los otros dos, de manera que cuando arribaron a su forzado destino iban preparados y dispuestos a afrontar todas las infracciones a las que pudo haberse hecho acreedor De Jesús, sin embargo, se sintieron sorprendidos ya que se lo imaginaban, sino detrás de las rejas si cuando menos detrás del mostrador o al menos vigilado muy de cerca por cuando menos un par de preventivos o de judiciales, perversos judiciales o al menos por un par de "Madrinas" esperando cualquier movimiento para descargar toda su impotencia, su frustración y sus complejos contra la humanidad del detenido con tanta saña como habilidad para no dejar marcas o huellas visibles pero con una increíble y destructora saña, heridas internas que ahí quedaban por siempre y más que en la carne en la mente.
A la llegada de sus hermanos los recibió con una amplia sonrisa desde la misma barandilla de audiencias. Se le notaba tranquilo y hasta podía haberse considerado que estaba gozando ese momento, esa situación. Y en realidad que lo gozaba al igual que gozaba el desarrollo de la partida de "Damas" que en encarnizada estrategia enfrentaba en contra de un Agente del Ministerio Público a quien cortésmente se dirigió y le solicitó una tregua a fin de poner al tanto de lo sucedido a sus hermanos. Por supuesto que el Agente del Ministerio Publico no tuvo el menor asomo de negación, sobretodo considerando que estaba recibiendo una autentica tunda ya que no había saboreado la satisfacción en uno sólo de la docena de partidas que habían tenido a lugar desde la llegada de las personas involucradas en un incidente de tránsito que había tenido lugar a escasas cuatro cuadras de las instalaciones de la Novena Delegación.
Había pasado un semáforo en el momento en que la luz ámbar se encendía, en el sentido trasversal otro conductor accionó a fondo el pedal del acelerador antes del encendido de la luz verde, con lo que automáticamente violó la restricción de alto total. En si el golpe no fue ni con mucho en proporción al tremendo ruido que produjeron los neumáticos al materialmente amarrarse dejando sus permanentes huellas en el negro característico sobre la cinta asfáltica.
El otro conductor involucrado era un adulto que frisaba entre los treinta y pocos años y se hacía acompañar por una dama de muy buen ver que cambió su gesto de satisfacción por el de preocupación. Parecían el clásico dueto Ejecutivo-Secretaria que habían tenido un escape y que seguramente salían de satisfacer el también clásico intercambio Favor-Sueldo o Satisfacción-reubicación, sexo que no-amor, conveniencia pura, en fin eso era su asunto, su satisfacción y ahora su preocupación.
Al percatarse de la apariencia del conductor del vehículo al que en realidad Él había embestido, maquiló mentalmente la manera de tomar ventaja de la juventud de su contraparte.
En principio se mostró altanero y prepotente y cometió su segundo, ¿O sería su tercer error?. Se instauró en autoridad y le pidió sus documentos oficiales, o sea lo básico, la Licencia para Conducir y la Tarjeta de Circulación de lo que recibió sólo lo segundo. En ese momento hizo acto de presencia una patrulla que arribó con la tortea encendida, la sirena a todo volumen y a exagerada velocidad motivo por el que casi provoca otra colisión contra los dos vehículos involucrados en el incidente.
Con la actitud distintiva que les permite un vehículo oficial, el uniforme y sobretodo el arma al cinto, casi les gritó;
¡A ver, sus documentos!
Es que Él me quitó la Tarjeta de Circulación
Trató de aclarar mientras el otro conductor aprovechaba y dejaba caer en el interior de la patrulla el documento que le había arrebatado, acción que no escapó al otro patrullero.
Inmediatamente fue sometido y obligándosele a colocar ambas manos sobra el cofre de la patrulla lo que por el calor emitido por el funcionamiento del motor y aunado al calor propio de la temporada veraniega, debe de haber estado muy caliente.
¿Qué te pasa?¿ Nos quieres embarrar? No sabes en la que te has metido por tomar documentos oficiales sin ser representante de la autoridad. Ya te fregaste, ¿O me vas a salir con que eres de la "Secreta"?
En ese instante su mundo se le vino debajo de un solo golpe, en ese momento reaccionó y se percató que su situación era por demás problemática. En primera salía de una relación nada conveniente tanto para su ámbito profesional como para el familiar.
La dama en cuestión trató sigilosamente de hacer discreto mutis de la escena pero fue detenida inmediatamente y no con muy buenas palabras.
La falta pasó de ser Civil-Administrativa a Penal ya que la usurpación de funciones era Seguida de Oficio.
Ni modo mi chavo, vas a tener que acompañarnos a la Delegación.
Esta bien. Yo me llevo mi auto.
¿Tu auto?
Bueno es de mi papá.
Ah bueno. Pero no puedes manejar. Este nos dijo que no tienes Licencia para Manejar.
Pues no tengo Licencia pero si Permiso
¿De tu papá?
Aparte. Mire mi Permiso.
Ni modo mi chavo, ahora si que te amolaste a este güey, ya veras que le sacamos hasta pintura general para "Tu" auto.
Bueno yo creo que no es para tanto, mejor ahí muere.
Como quieras pero de todos modos nos acompañas para que rindas tu declaración.
Lo que pudo haber sido un incidente con repercusiones en su contra se convirtió en una situación del todo favorable para Él. Aunque a la larga la relación que nació ese día con el Agente del Ministerio Público le valió salvar problemas reales, totalmente en su contra y que fueron subsanados con una simple sesión de "Damas".
Para esto recordemos su salida de la Escuela Primaria que fue como un despertar, fue el dejar de ser niño y transformarse en joven, sin pasar por adolescente, fue el cambio violento que se acrecentó con las primeras frustraciones al ser rechazado una y otra vez en su intento a ingresar sobretodo a la escuela que ya representaba una especie de tradición no establecida en la familia ya que sus tres hermanos mayores habían cursado su instrucción media, sin que llegaran a destacar precisamente como siquiera buenos alumnos pero eso si, sin caer en la mediocridad, es decir, fuero alumnos promedio que aún subsanando dos o tres exámenes extraordinarios y aún más de las que se les denomina como "Exámenes a Título de Suficiencia" o "de Insuficiencia" como coloquialmente se refería el profesor de matemáticas, el recordado Profesor Naranjo, y también los mismos alumnos.
Tras el tercer intento con su consabido fracaso o rechazo fue que solicitó el auxilio y la ayuda de su padre lo que desde luego no le fue negado y así comenzó un peregrinar de escuela en escuela hasta casi agotar más las fuerzas que la intención. Intentó mover sus escasas relaciones, invirtió varios días desde que aún no asomaba la luz matinal y hasta que el sol se había ocupado por completo en el horizonte, es decir, que cuando se menciona "Días completos" hay que hacer referencia a las actividades que iniciaban entre las dos o tres de la madrugada, hora en que se trasladaban a la escuela en turnos fin de tratar de ser de los primeros en la fila, en la larga fila de padres que al igual de desesperados se formaban con la idea de lograr una audiencia que en muchas ocasiones llegaban a tener una duración de cuando mucho un par de minutos y que la mayoría y que en la mayoría de las ocasiones tenían como resultado una irrevocable negativa que se reflejaba en el gesto con el que salían desalentados tanto el padre o la madre como el hijo.
El orgullo paterno se doblegó y por una rara ocasión solicitó la ayuda a fin de que intercediera con uno de sus compadres que casualmente fungía como director de una Escuela Prevocacional. El único inconveniente era que estaba ubicada en un de los peores barrios de la Ciudad.
Al fin y al cabo, por fin lograron su objetivo y en dos días inició sus estudios de instrucción secundaria.
A pesar de su escondida personalidad se desarrollaba como un estudiante modelo y tal vez sí se hubiera decidido por una sola de sus personalidades hubiera destacado y eso en el ámbito mundial ya que habría resultado un magnifico profesional o igual un magnifico delincuente ya que para el primer aspecto se hizo costumbre que siempre destacara ubicándose en el primer lugar del Cuadro de Honor y eso sin tener que recurrir a trampas o algún otro tipo de fraude de los que acostumbran los estudiantes con el fin de desatacar y de esa manera colocarse en alguna universidad e prestigio sin tener que llegar al sacrificio real que representan las Becas Deportivas. Para lo segundo siempre mostró dotes de liderazgo nato de manera que siempre dirigía sin llegar a ensuciarse las manos con alguno de los trabajos que le eran encomendados. Así regenteó un nutrido grupo de golpeadores que se encargó de boicotear a base de extrema rudeza cualquier movimiento que resultara en contra de las ambiciones del Secretario de Gobernación en su afana desmedido por cambiar su despacho en Bucareli, por cierto montado y decorado a todo lujo con muy buen gusto, cómodo y elegante por el despacho en Palacio Nacional y precisamente el correspondiente al Primer Mandatario que se ubica en el segundo piso ala poniente con vista directa a la plancha del Zócalo, a los portales de enfrente, al edificio del Departamento del Distrito Federal, a la Ciudad misma y al asta monumental en el centro de la misma Plaza. Y todo esto simple y sencillamente a cualquier precio.
Se veía recibiendo a los acarreados trabajador4es que siguiendo las ordenes de sus lideres, los que recibían a la vez, mandos como títeres desde la cúpula de la CTM. Ahí estarían cual gusanos los trabajadores de PEMEX, de CFE, los de gobierno, los de todas las dependencias de gobierno. Todo con el fin de seguir conservando su tajada del presupuesto.
Se veía halando el cordón que acciona la Campana de Dolores cada 15 de septiembre en la Ceremonia del Grito por los siguientes seis años.
Se veía acompañado por su familia en el Palco Central en ocasión del Desfile del siguiente día o el Día del Trabajo o el del aniversario de la Revolución.
Y de toda esta ambición resultaban extremos que como terminales recibían mandatos para responder como autómatas y cumplir la estrategia que dictaban las estrategias de la campaña a favor del Licenciado Lugo Cervantes Del Mar.
Su error o uno de sus errores fue iniciar actividades paralelas tanto escolares como las de golpeador. Para esas fechas ya había pasado algún tiempo en los que sentía el correr de la emoción, esa sobreproducción de saliva, ese apretar los dientes, ese movimiento un tanto cuanto involuntario similar a un tamborileo de los dedos, ese aguzamiento tanto de oído como de la visual y aún más hasta del olfato.
No había apuntes, no fotografías. Todo estaba en su mente, todo calculado con malévola y medida precisión. No podía fallar.
Una semana antes se había reunido con tres de sus conocidos a los que les tenía mucha confianza; "El Fangio" designado como chofer y que conduciría el auto en el cual huirían y que a escasas ocho cuadras se encargaría de abandonar el primer vehículo y lo cambiaría por un segundo auto que estacionaría en la calle de Hamburgo. Por supuesto que ambos vehículos serían robados horas antes, se les cambiarían las placas y recibirían un rápido cambio en el color de la pintura de la carrocería. "El Steve", por aquella serie televisiva de "El Hombre Biónico" y que tenía una agudeza visual y auditiva muy por encima del promedio y que sería el encargado de vigilar y detectar cualquier anomalía. "El Smith" porque siempre andaba armado con una "Smith and Weson" la que operaba con increíble precisión. Él se encargaría de intimidar a la cajera una empleada que aparentemente era la de mayor antigüedad en esa oficina y que era conocida y apreciada por todo mundo y también al guardia que en realidad, ambos parecían personajes sacados de una escenografía de esas películas en blanco y negro que ahora solo se pueden ver en la televisión.
Toda esa cuidadosa planeación tenía una pequeña gran falla y esta consistía en que no estaba del lado correcto.
"El Fangio" tuvo la osadía o tal vez ocurrencia de hacerse de una chamarra como las que usan los encargados de estacionar los autos en los restaurantes elegantes o no tan elegantes pero que con esa presencia pretende darle una cierta categoría a la vez que se evitan aglomeraciones de autos frente a la entrada del establecimiento. Esperó pacientemente la llegada de un cliente al que había observado por espacio de una semana y que estaba seguro que tardaría cuando menos cuatro horas mismas que invertiría en una comida-junta con su posible cliente y otra junta para degustar un postre acompañado con una taza de humeante café y que serviría para afinar la presentación final de su próxima y final propuesta.
Hábilmente se intercaló en la fila de acomodadores y extremó sus atenciones al recibir el BMW blanco en el que llegó su victima y hasta se ofreció para encerarlo para lo cual tuvo el atrevimiento de preguntar; Cuánto tiempo estimaba tardarse a lo que recibió como respuesta que tardaría cuando menos de cuatro a cinco horas ya que pensaba y esperaba cerrar un contrato a lo que como respuesta le regresó la misma frase en el sentido que no se preocupara que lo iba a dejar listo y deslumbrante para que aguatara la estación de lluvias que ya se avecinaba. Su plan era hacer uso del auto en la primera etapa de la huida posterior al asalto y regresarlo sin que su propietario notara nada extraño hasta que fuera detenido por al menos una media docena de patrullas por conducir un vehículo que estaba involucrado en un asalto y mientras corrían las aclaraciones y entre que son peras o son manzanas pasaría un muy mal rato. Claro que finalmente saldría bien librado una vez que hubiera aclarado su permanencia en el restaurante donde era ampliamente conocido como cliente frecuente, aunque tendría que alargar su mal rato pasando cuando menos toda la noche en los Separos de la delegación más cercana o adonde se les antojara a los patrulleros remitirlo para someterlo a largos e interminables interrogatorios mientras que "El Fangio" se desternillaría una y otra vez recordando su travesura al tiempo que empinar el codo con su caballito de tequila, tras otro y tras otro así hasta agarrar una borrachera de pupila fija.
"El Steve" mantuvo un exhaustivo entrenamiento y pasaba horas enteras escuchando con sus audífonos música clásica interpretada por orquestas sinfónicas y se daba a la tarea de separar sonidos e identificar todos y cada uno de los instrumentos que intervenían en la ejecución. También aguzaba la vista leyendo el periódico a una distancia de cinco metros retirándolo paulatinamente de medio metro cada vez hasta llegar a tener a una distancia de ocho metros y medio. Su agudo sentido del olfato consideró que no lo requeriría por lo que no le prestó mucha atención.
"El Smith" hizo gala de sus contactos en el Pentágono de Tiro del Estado Mayor Presidencial y consiguió asistir a cuando menos una sesión diaria de práctica. Era ampliamente reconocido y admirado por su habilidad en obtener las más altas puntuaciones tanto en blancos fijos como en móviles inclusive en repetidas ocasiones fue invitado a formar parte del Cuerpo Adjunto como responsable directo de la seguridad personal del mismo Presidente de la República, pero "El Smith" pertenecía a otro mundo, al mundo de los adrenalinomanos.
Los cuatro estaban en la cima de la emoción, se reunieron la noche anterior en e "Penthouse" que ocupaban muy discretamente en un edificio de cuatro pisos ubicado al lado del vetusto puente de la Avenida Insurgentes, la Avenida más larga del Distrito Federal y tal vez de toda la América Latina. En realidad era un cuartito de azotea que por una módica cuota mensual le servía a De Jesús, aparentemente como estudio ya que ahí atestaba los libros que adquiría de acuerdo a la lista que invariablemente le eran recomendados como libros de texto al inicio de cada ciclo escolar.
Realmente era su refugio personal que además aprovechaba para sus esporádicas y bien espaciadas reuniones normalmente la noche anterior, víspera de alguna acción delictiva.
Esa noche no se hablaba de las actividades que les esperaban, aunque su plan era repasado por cada uno de los convocados y mentalmente sincronizaban con precisión cronométrica todas y cada una de las responsabilidades que de acuerdo a sus muy personales habilidades les daba oportunidad de tener acción en el ilícito que se había maquinado en la mente del que actuaba y reconocían como líder.
Su costumbre, como resultado de las indicaciones establecidas por el que comandaba al grupo, era no beber otro líquido que fuera diferente al café o té ya que el alcohol estaba estrictamente prohibido al igual que cualquier tipo de droga a no ser cigarrillos de venta libre, es decir, de esas marcas que se pueden adquirir a la vista de cualquier persona y que cuando mucho repercutirán en su organismo como el terrible cáncer pero que de ninguna manera los harán sentir como héroes; -Nada de "Heroína"-. Anticipaba De Jesús y todos lo acataban como orden militar aunque fumaban como por contrato y solo las máquinas de vapor lanzaban más humo en cada Chuku, chuku. Esos "taquitos de Cáncer" eran consumidos al igual por todos y cada uno de los ahí reunidos. Tampoco se hacia referencia al próximo evento y solo se entretenían platicando y comentando algún evento deportivo ya que también los temas religiosos al igual que los políticos quedaban relegados de sus tertulias.
De Jesús decía que cada cual sus rollos y lo mejor era no "Meterse en Camisa de Once Varas" tratando de entender todas esa cosa que los católicos aceptaban por dogma. ¿Dogma?, ¡La manga! Y ni que decir de la política sí es que la vivían muy de cerca y sabían de sobra las cochinadas que en nombre de ella se hacían igual de cochinas que lo que se hacía tomando como pretexto la religión y eso, pensaba y sostenía, no tan solo con el catolicismo sino con cualquier religión. Cada cual tenía su concepto muy personal de su Ser Superior y así lo aceptaban calladamente. Aceptaba la existencia de un Ser Superior pero no la de alguien que se creía superior y por ese simple hecho quisiera mangonear a su antojo o al antojo de un sistema, político o religioso a sus congeneres.
En ocasiones hizo gala de su destreza para pulsar una guitarra, regalo de una de sus sobrinas y que siempre lo acompañaba en alguna larga noche en las que la melancolía lo invadía y pasaba largas y solitarias noches bohemias arrancando nostálgicas notas al sonoro instrumento. Se instalaba justo en el quicio de la puerta, la única, que estaba orientada hacía el oriente de manera que en ocasiones alcanzaba a distinguir perfectamente la silueta de los imponentes volcanes justo a la aparición de la Luna y después de algunas horas con la salida del astro rey. También apreciaba el contorno de los edificios de la Unidad Habitacional Nonoalco-Tlatelolco, el edificio de Relaciones Exteriores, las torres del templo de Santiago sito a un lado de la Plaza de las Tres Culturas, donde varios años adelante tendrían lugar los tan tristes y violentos eventos del dos de octubre del sesenta y ocho.
Y aunque su pericia para pulsar adecuadamente las cuerdas de su guitarra no se comparaba con su escasa o casi nula gracia en cuanto a su voz lo que le permitía acompañar las melodías arrancando a tan sólo seis cuerdas, únicamente en su mente y como Él mismo comentaba aún pensando la letra de tal o cual canción, la llegaba a desafinar.
En ese año ya se había graduado en la Escuela Superior de Comercio y Administración como Licenciado en Comercio Exterior y lo había logrado obteniendo el primer lugar de su generación que la componían ochenta y seis condiscípulos.
Bien y sin mucho esfuerzo habría logrado ubicarse en un muy buen puesto ejecutivo ya fuera en el Sector Privado tanto como en el Sector Público. No bien hubo de haber terminado la ceremonia de graduación ya había sido abordado por dos "Caza Talentos" de empresas privadas, de esas que formaban a su vez parte de poderosos consorcios
trasnacionales, inclusive se le acercó el mismo Sub-Secretario de Comercio, por cierto que era quien había fungido como Padrino de esa generación de pasantes.
Fue objeto de un especial saludo y de la entrega personal de su tarjeta de presentación acompañada de un simple comentario;
Felicidades, lo espero en mi oficina para tomarnos una buena taza de café de Coatepec, del que le gusta.
De Jesús solo sonrió, se guardó la tarjeta sin siquiera mirarla a pesar de la distinción que representaba el haberla recibido directamente del Sub-Secretario.
A su lado esperaban turno sus padres para felicitarlo y cumplir con el protocolo no establecido para esos casos. A su derecha y estrechando su antebrazo con una muestra de auténtico orgullo y algo más que amistad, su compañera por cuando menos los cuatro años durante los que había cursado sus estudios de licenciatura.
Había entre los asistentes una persona que le era totalmente desconocida tanto al cuadro docente como a los miembros de la generación.
En un momento dado aprovechó que se acercó a la mesa que a un lado del salón habían instalado por cortesía de una firma refresquera, una empresa vitivinícola y un afamado restaurante, donde por cierto, por la noche tendría verificativo el consabido y tradicional Baile de Graduación. Era un buscador de afamada y reconocida universidad de Estados Unidos que en un par de días y a la mesa del Restaurante del Lago, le ofrecería una jugosa beca para cursar estudios de Maestría en Comercio Internacional, nada menos que se trataba de la afamada y mundialmente solicitada Universidad de Taft de donde habían egresado los negociadores más afamados en la historia moderna.
Los ofrecimientos fueron escuchados y las felicitaciones archivadas en el expediente del olvido. A la única persona que le prestó algo más que atención fue a la que sería su pareja por varios años e inclusive con la que llegaría a procrear un varón y su pareja, una agraciada nena cuya gracia era su dulce mirada y su angelical sonrisa.
Por fin todo había terminado, bueno en esa etapa. ¡No más libros, no más lápices, no mas trabajos por entregar!
Años atrás conoció a quien solo identificaría como "El Smith" sobrenombre que adquirió cuando reemplazó su Veretta por la Smith and Weson que lo acompañó hasta agotar los proyectiles y el parque de su propia existencia.
"El Smith" era hijo de familia, la que poseía entre otras, una mansión en el mismo Pedregal de San Ángel, una zona muy exclusiva al sur de la Ciudad.
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