A lo largo de sus casi 27 años de pontificado nombró un total de 232 cardenales, de ellos uno "in pectore", es decir que mantiene su nombre en secreto mientras así lo considera el Papa.
Como Papa, Wojtyla impuso un estilo desusado al desechar la silla gestatoria usada por sus antecesores para mostrarse en público, se puso a nivel de la calle y de las multitudes, mostrando sus simpatías por niños y adolescentes. Sus múltiples viajes al extranjero lo hicieron conocer, en particular en América Latina, como «el atleta de Dios», «el caminante del Evangelio» y él «Papa peregrino». Quizá esto sea debido al tema compuesto en su honor, por el mexicano Ricardo Cantalapiedra titulado El Peregrino que fuera entonado por el adolescente cantante venezolano Adrián Guacarán en la primera de sus dos visitas pontificales a Venezuela. El Pontífice, haciendo uso de su don natural de la simpatía, departió con el joven intérprete invitándolo a visitar el Vaticano, siendo el primer cantante de su edad que era invitado por un Papa.
Poeta, filósofo, políglota y deportista, Juan Pablo II, en su prolongado mandato, superó numerosas marcas: no sólo fue el Pontífice más viajero, sino también el que proclamó más santos y beatos, de todos los tiempos y de todos los orígenes. Desde antes de los inicios de su pontificado, Wojtila había escrito la obra teatral El taller del orfebre, convertida en ópera rock y siendo presentada en España en los inicios de los años 80.
Desde el atentado sufrido el 13 de mayo de 1981 comenzó a sufrir diversos problemas de salud: además de las dificultades que tuvo para recuperarse de las heridas de bala que sufrió en el estómago y en una mano, padeció luego un cáncer de intestino, la fractura del fémur y de un hombro, y, desde los años 90, tuvo que sobrellevar la enfermedad de Parkinson, de origen genético.
Esto no impidió que, a fines de los años 80, su actuación en Polonia y su influencia en los acontecimientos que se producían en el ex bloque comunista contribuyeran de modo considerable a la caída de los regímenes de Europa del Este, según coinciden numerosos historiadores.
Más de una década después, y pese a su implacable deterioro físico, en marzo de 2003 Juan Pablo II se opuso con todas sus fuerzas y autoridad a la guerra de Estados Unidos contra Irak. En esa misión evidenció la misma determinación que había mostrado al inicio de su pontificado para mediar entre Argentina y Chile cuando se encontraban al borde del enfrentamiento.
Idéntica energía desplegó para aislar y neutralizar a los defensores de la Teología de la Liberación, en América Latina, y para alentar el desarrollo de la influencia de movimientos ultraconservadores, como el Opus Dei, que llegaron a ocupar un lugar influyente en el Vaticano. Un ejemplo de ello fue la canonización de Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, a pesar de los testimonios en contra de tal proceso.
Entre los principales episodios de su pontificado está la primera visita de un Papa a una iglesia luterana (Roma, 1983), la primera a una sinagoga (Roma, 1986), la Jornada mundial de oración por la Paz (Asís, 1986) y la excomunión del arzobispo Marcel Lefebvre (1988).
Este año se produjo un hecho histórico: Juan Pablo II visitó la ortodoxa Atenas y entró en una mezquita, la de Damasco, siendo la primera vez que un Pontífice romano pisaba una mezquita y oraba en su interior.
Asimismo, figuran el primer encuentro de un Papa con una comunidad musulmana (Casablanca, 1985), el Año Santo de 1983, a partir del cual creó las Jornadas mundiales de la Juventud, celebradas en Roma (varias veces), Buenos Aires, Santiago de Compostela (España), Denver (Estados Unidos), Manila, Czestochowa (Polonia), París y Toronto (Canadá) en 2002.
También destaca el encuentro con el último presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov, en diciembre de 1989, que marcó el final de los regímenes comunistas europeos y la normalización de la Iglesia católica en dichos países, y la visita realizada en enero de 1998 a Cuba, donde fue recibido con todos los honores por el presidente Fidel Castro.
Aparte de sus catorce encíclicas, con Juan Pablo II se han publicado los nuevos Códigos de Derecho Canónico Latino (1983) y Oriental, así como el Catecismo Universal de la Iglesia Católica (1992), fruto del Sínodo especial de Obispos de 1985, dedicado al Concilio Vaticano II.
Su gran deseo, que materializó, fue llegar al año 2000, abrir la Puerta Santa e introducir la Iglesia en el tercer milenio. En la primavera de 2000 pudo por fin pisar Tierra Santa. Visitó el Monte Nebo, donde (según el Antiguo Testamento) el profeta Moisés vió la Tierra Prometida antes de morir; Belén, Jerusalén, Nazaret y varias localidades de Galilea.
Juan Pablo II en el 2004
Durante ese viaje, Juan Pablo II, el primero en reconocer en 1986 "los derechos nacionales" del pueblo palestino y entablar relaciones diplomáticas plenas con Israel en 1994, ofició misa en la Plaza del Pesebre de Belén, pidió perdón en el Muro de las Lamentaciones y en el Museo del Holocausto por los errores cometidos por los cristianos que persiguieron a los judíos y celebró misa en el Santo Sepulcro. Cabe reconocer que también pidió perdón por las injusticias cometidas por el Vaticano en contra del célebre científico italiano Galileo Galilei a quien hizo retractarse de sus teorías heliocéntricas.
A mediados de marzo de 2004 pasó a ser el tercer Papa que más tiempo permaneció en el trono de Pedro.
Al concluir su pontificado con su muerte, en medio de grandes sufrimientos, Juan Pablo II dejó pendientes dos viajes: uno hacia Moscú, donde su encuentro con el Patriarca Alejo II supondría un gran paso en la unidad de los cristianos y otro hacia China que hubiese significado la reanudación de sus relaciones con El Vaticano, suspendidas desde 1949.
"Rogito" es un resumen de la vida del Papa, firmado por algunos cardenales, y que se deposita en un tubo de plomo en el féretro del Pontífice difunto.
En la luz de Cristo resucitado de los muertos, el 2 de abril del año del Señor de 2005, a las 21:37 horas, mientras concluía el sábado y ya habíamos entrado en el día del Señor, Octava de Pascua y Domingo de las Divina Misericordia, el querido pastor de la Iglesia, Juan Pablo II, pasó de este mundo al Padre. Toda la Iglesia acompañó en oración su tránsito, especialmente los jóvenes.
Juan Pablo II fue el Papa número 264. Su memoria se queda en el corazón de la Iglesia y de toda la humanidad.
Karol Wojtyla, elegido Papa el 16 de octubre de 1978, nació en Wadowice, ciudad a 50 kilómetros de Cracovia, el 18 de mayo de 1920 y fue bautizado dos días más tarde en la Iglesia parroquial por el sacerdote Francesco Zak.
A los 9 años recibió la primera Comunión y a los 18 el sacramento de la Confirmación. Al interrumpir los estudios a causa del cierre de la Universidad por parte de las fuerzas de ocupación nazis, trabajó en una cantera y, después, en la fábrica química Solvay.
A partir de 1942, sintiéndose llamado al sacerdocio, estudió en el seminario clandestino de Cracovia. El 1 de noviembre de 1946 recibió la ordenación sacerdotal de manos del cardenal Adam Sapieha. Después fue enviado a Roma, donde se licenció y doctoró en teología, con una tesis que llevaba por título "Doctrina de fide apud Sanctum Ioannem a Cruce".
Regresó después a Polonia, donde recibió algunas tareas pastorales y enseñó las sagradas disciplinas. El 4 de julio de 1958, el Papa Pío XII le nombró Obispo auxiliar de Cracovia. Y Pablo VI, en 1964, le destinó a esa misma sede como Arzobispo. Como tal intervino en el Concilio Vaticano II. Pablo VI le creó cardenal el 26 de junio de 1967.
En el cónclave fue elegido Papa por los cardenales, el 16 de octubre de 1978, y tomó el nombre de Juan Pablo II. El 22 de octubre, día del Señor, comenzaba solemnemente su ministerio petrino.
El pontificado de Juan Pablo II ha sido uno de los más largos de la Iglesia. En este periodo, bajo diferentes aspectos, se ha asistido a muchos cambios. Entre los cuales, la caída de algunos regímenes, a las que él mismo contribuyó. Con el objetivo de anunciar el Evangelio realizó muchos viajes a diferentes países.
Juan Pablo II ejerció el ministerio petrino con incansable espíritu misionero, dedicando todas sus energías, movido por la "sollicitudo omnium ecclesiarum" y por la caridad abierta a toda la humanidad. Más que todos sus predecesores se ha encontrado con el Pueblo de Dios y con los responsables de las naciones, en las celebraciones, en las audiencias generales y en las visitas pastorales.
Su amor por los jóvenes le llevó a comenzar las Jornadas Mundiales de la Juventud, convocando a millones de jóvenes de varias partes del mundo.
Ha promovido con éxito el diálogo con los judíos y con los representantes de las demás religiones, convocándoles en ocasiones en encuentros de oración por la paz, especialmente en Asís.
Ha ampliado notablemente el Colegio de los Cardenales, creando 231 (además de uno "in pectore"). Ha convocado quince Asambleas del Sínodo de los Obispos, siete generales ordinarios y ocho especiales. Ha erigido numerosas diócesis y circunscripciones, en particular en el Este de Europa.
Ha reformado los Códigos de Derecho Canónico Occidental y Oriental, ha creado nuevas instituciones y reordenado la Curia Romana.
Como "sacerdos magnus" ha ejercido el ministerio litúrgico en la diócesis de Roma y en todo el orbe, en plena fidelidad al Concilio Vaticano II. Ha promovido de manera ejemplar la vida y la espiritualidad litúrgica y la oración contemplativa, especialmente la adoración eucarística y la oración del santo Rosario (Cf. carta apostólica "Rosarium Virginis Mariae").
Bajo su guía, la Iglesia se ha acercado al tercer milenio y ha celebrado el Gran Jubileo del año 2000, según las líneas indicadas con la carta apostólica "Tertio millennio adveniente". Ésta se ha asomado después a la nueva época, recibiendo sus indicaciones en la carta apostólica "Novo millennio ineunte", en la que se mostraba a los fieles el camino del tiempo futuro.
Con el Año de la Redención, el Año Marino y el Año de la Eucaristía, ha promovido la renovación espiritual de la Iglesia. Ha dado un impulso extraordinario a las canonizaciones y beatificaciones para mostrar innumerables ejemplos de santidad de hoy, que sirvieran de aliento a los hombres de nuestro tiempo. Ha proclamado doctora de la Iglesia a Santa Teresa del Niño Jesús.
El magisterio doctrinal de Juan Pablo II es muy rico. Custodio del depósito de la fe, se entregó con sabiduría y valentía a promover la doctrina católica, la teología moral y espiritual, y a enfrentarse durante todo su pontificado a las tendencias contrarias a la genuina tradición de la Iglesia.
Entre los documentos principales, se encuentran 14 encíclicas, 15 exhortaciones apostólicas, 11 constituciones apostólicas, 45 cartas apostólicas, además de las catequesis propuestas en las audiencias generales y de las alocuciones pronunciadas en todas las partes del mundo. Con su enseñanza, Juan Pablo II ha confirmado e iluminado al Pueblo de Dios sobre la doctrina teológica (sobre todo en las primeras tres grandes encíclicas "Redemptor hominis", "Dives in misericordia", "Dominum et vivificantem"), antropológica y social (encíclicas "Laborem exercens", "Sollicitudo rei socialis", "Centesimus annus"), moral (encíclicas "Veritatis splendor", "Evangelium vitae"), ecuménica (encíclica "Ut unum sint"), misiológica (encíclica "Redemptoris missio"), mariológica (encíclica "Redemptoris Mater").
Ha promulgado el Catecismo de la Iglesia Católica a la luz de la Tradición, autorizadamente interpretada por el Concilio Vaticano II. Ha publicado también algunos volúmenes como doctor privado.
Su magisterio ha culminado en la encíclica "Ecclesia de Eucharistia" y en la carta apostólica "Mane nobiscum Domine", durante el Año de la Eucaristía.
Juan Pablo II ha dejado a todos un testimonio admirable de piedad, vida santa y paternidad espiritual.
Juan Pablo II:
La personalidad más destacada del siglo XX:
Personajes encumbrados del mundo eclesial, literario, histórico, científico, artístico y millones de personas de vida sencilla creen que Juan Pablo II es la personalidad más descollante del Siglo XX. Reconocen en el presente esplendoroso y traumático del siglo que se va, a un hombre que vivió las exigencias del corazón y de la mente en grado heroico
Y desde la esclarecida coherencia fue conductor universal, como Vicario de Cristo.
Su rica experiencia de vida reconoce ámbitos tan diversos como las aulas en calidad de estudiante y profesor; el trabajo físico como obrero en minas; el arte como poeta y actor; los deportes como alpinista; nadador, esquiador y futbolista; la intelectualidad como ensayista y escritor; la oración, el altar y el pulpito como sacerdote y, en los caminos de la ciudad y del mundo, como peregrino de la verdad del hombre, del mundo y de Dios.
Con estos antecedentes, el cardenal Karol Wojtyla, a los 50 años, fue elegido sucesor de Pedro. En su primer mensaje a la muchedumbre congregada en la Plaza San Pedro emociono a todos con su personal invitación: no tengan miedo, abran de par en par las puertas a Cristo. Y poco después, el escudo de su pontificacion con la inscripción totus tuus, daba cuenta de su total y filial entrega de su persona y misión a Maria, que a lo largo de su ministerio habríamos de descubrir en sus más variados matices.
Aquel 22 de octubre de 1978, los que seguíamos su presentación al mundo por televisión, sin poder aun entender exactamente como se pronunciaba su nombre, nos dimos cuenta de la providente riqueza espiritual de la Iglesia, porque nos entregaba a un PAPA de la bisagra política de Oriente y Occidente, que en su primera alocución fue capas de decir: ahora la Iglesia del silencio habla por mi. Y su vos es reconocida hoy como la punta de lanza que derribó el divisorio muro de Berlín y posibilito el reencuentro de hermanos separados arbitrariamente.
A partir de entonces, sus intrepidad acciones, arraigada solo en la verdad del hombre y la verdad de Dios, se encargaron de demostrar que ése su hablar iba precedido de un amor ilimitado por la dignidad de mujeres y hombres de cualquier latitud y condición social.
Así, trepando la cuesta del planeta, escarpada de desigualdades e injusticias, se guió solo por las huellas de Jesús: camino, verdad y vida, sostuvo al hombre vacilante, ilumino a los corazones de esperanza, prodigo consuelo a los afligidos, alentó a los jóvenes, denuncio la injusticia, reclamo la libertad, inspiro acciones de solidaridad, tendió puentes de reconciliación entre poblaciones y países en guerra, animo la unidad y cooperación entre todos los credos, ofreció el magistral testimonio de perdonar al agresor que intento matarlo. Surcó todos los cielos, camino todos los caminos, entro en todos los ambientes para tender su brazo de padre, de hermano y amigo, tanto en ciudades súper desarrolladas como en las villas miserias del tercer mundo.
¿Por qué millones de personas a su paso, tanto en Río de Janeiro como en Nueva York, en Londres como en Filipinas, en Argentina como en Irlanda, tienden sus manos hacia su blanca figura que pasa bendiciéndolos?
Las razones pueden ser muchas, pero hay una que creo las comprende a todas: esos pueblos reconocen en Juan Pablo II- aunque no siempre de manera explicita- el amor del padre, la presencia salvadora de Jesús y la fuerza arrolladora del espíritu.
Hoy mas que nunca Juan Pablo II levanta su callado de pastor para conducir al pueblo de Dios, no solo desde la cátedra de la doctrina del Evangelio, del Gobierno de la Iglesia y de la santificación, sino especialmente desde la cátedra del dolor y del limite físico, que le permite asemejarse y compartir los dolores de los niños, mujeres, ancianos y trabajadores de los pueblos sufrientes de América, Asia y África.
Su imagen profetiza las bienaventuranzas desde el sufrimiento vivido y compartido, desde el dolor que cree en la redención.
Por ello hoy podemos afirmar que Juan Pablo II ha superado las barreras culturales, sociales, raciales y religiosas, para compartir con todos los hombres, con cualquier persona, los repliegues más íntimos del corazón, donde sólo la luz de Dios es el puerto de toda esperanza y el umbral de un mundo nuevo.
Su funeral:
Al ser anunciada su muerte, en medio del rezo del Rosario, el público presente en la Plaza de San Pedro prorrumpió en nutridos aplausos. Las luces de su habitación en el Vaticano se apagaron por un instante para comunicar de esta manera el momento de su fallecimiento, pero luego fueron encendidas nuevamente y así permanecieron, cuando muchas personas pensaban que se harían apagar y serían cerradas las ventanas en el momento en que se confirmase su fallecimiento.
Su muerte se produjo a las 21:37 horas de Italia del 2 de abril de 2005 debido a una septicemia y a un colapso cardiopulmonar irreversible, agravado por su enfermedad de Parkinson. En su agonía, le dictó a su secretario, Stanislao Dzwiwisz, una carta en la que decía:
"Soy feliz, séanlo también ustedes. No quiero lágrimas. Recemos juntos con satisfacción. A la Virgen confío todo felizmente". En sus últimos momentos, dedicó unas palabras a la multitud, sobre todo gente joven, reunida en la Plaza de San Pedro: Yo los he buscado y ahora ellos vienen a buscarme. Su última palabra fue: "Amén" haciendo el gesto de la bendición hacia la ventana de sus aposentos, hacia los fieles apostados en la Plaza de San Pedro.
Falleció el Papa Juan Pablo II:
El Santo Padre Juan Pablo II murió el sábado a la noche, a los 84 años, en sus aposentos privados en la Ciudad del Vaticano (AP) – El Papa Juan Pablo II, el pontífice polaco que condujo la Iglesia católica durante más de un cuarto de siglo y fue de lejos el más viajero de la historia, murió a los 84 años de edad, anunció el Vaticano el sábado.
"El Santo Padre falleció esta noche a las 9.37 PM en su departamento privado. Se han puesto en marcha todos los procedimientos establecidos en la Constitución Apostólica 'Universi Dominici Gregis' escrita por Juan Pablo II el 22 de febrero de 1996", dijo el anuncio formulado por el vocero Joaquín Navarro Valls y distribuido a los periodistas por correo electrónico.
El pontífice falleció después de padecer insuficiencia cardíaca y renal luego de dos internaciones en dos meses. Unas pocas antes, el Vaticano había informado que el Papa estaba "gravísimo" pero que respondía a sus asesores.
El cardenal Angelo Sodano, segundo en jerarquía en la Santa Sede, inmediatamente condujo plegarias en la Plaza de San Pedro ante una multitud llorosa de 70.000 personas que estaban iniciando una vigilia.
Algunos fieles se tomaban la cabeza con la mano en señal de incredulidad. Otros lloraban desconsoladamente. Las ventanas del aposento del Papa seguían encendidas después del anuncio.
Desde su sorpresiva elección en 1978, Juan Pablo viajó con frecuencia por el mundo, oponiéndose enérgicamente al comunismo tanto en su Polonia natal como en el bloque soviético, pero también predicando contra el consumerismo a ultranza, la anticoncepción y el aborto.
Juan Pablo era un hombre robusto de 58 años cuando los cardenales sorprendieron al mundo y eligieron al cardenal de Cracovia, el primer papa no italiano en 455 años.
Pero en sus últimos años, Juan Pablo era la imagen de la fragilidad, acosado por dolencias que incluían la enfermedad de Parkinson. Aunque mantuvo sus viajes por el mundo, estaba cada vez más débil e inmóvil.
Enérgico adversario del comunismo, sentó la chispa que contribuyó a derribarlo en Polonia, desde donde una revolución incontenible se contagió al resto del bloque soviético. Hasta una autoridad como el ex presidente soviético Mijaíl Gorbachov le atribuyó gran parte del mérito.
Pero a la vez, Juan Pablo no era admirador de los estilos de vida occidentales, a los que criticaba el consumerismo generalizado y la promiscuidad.
Se dijo que el pontífice tenía fiebre el jueves por la noche, que el Vaticano atribuyó a una infección urinaria que desembocó en falla cardíaca y renal.
Navarro Valls había dicho el sábado que Juan Pablo no estaba en coma y que abría los ojos, pero admitió que desde la madrugada "han aparecido los primeros signos de que está afectada su conciencia".
"Está consciente de que lo está por acoger el Señor", dijo el cardenal Joseph Ratzinger, uno de los más estrechos allegados al Papa, el sábado por la tarde.
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El Papa murió a las 02: 37 PM ET. (AP)
Testamento de Juan Pablo II
Resumen oficial publicado por el Vaticano del:
6.3.1979
Totus Tuus ego sum En el Nombre de la Santísima Trinidad. Amén.
"Velad porque no sabéis en qué día vendrá vuestro Señor" (cf.Mt 24, 42), estas palabras me recuerdan la última llamada, que vendrá en el momento que quiera el Señor. Quiero seguirle y deseo que todo lo que forma parte de mi vida terrenal me prepare para este momento. No sé cuando llegará, pero como todo, también deposito este momento en las manos de la Madre de mi Maestro: Totus Tuus. En sus manos maternas lo dejo todo y a todos aquellos con quienes me ha ligado mi vida y mi vocación. En esas manos dejo sobre todo a la Iglesia y también a mi nación y a toda la humanidad. A todos doy las gracias. A todos pido perdón. Pido también oraciones para que la misericordia de Dios se muestre más grande que mi debilidad y mi indignidad.
Durante los ejercicios espirituales he releído el testamento del Santo Padre Pablo VI. Su lectura me ha llevado a escribir el presente testamento.
No dejo tras de mí propiedad alguna de la que sea necesario disponer. En cuanto a las cosas de uso cotidiano que me servían, pido que se distribuyan como se considere oportuno. Que se quemen mis apuntes personales. Pido que se encargue de todo esto don Stanislao a quien doy las gracias por la gran colaboración y la ayuda prolongadas en estos años. Todos los demás agradecimientos, en cambio, los dejo en el corazón ante Dios mismo, porque es difícil expresarlos.
En lo que se concierne al funeral, repito las mismas disposiciones que dio el Santo Padre Pablo VI (nota al margen: la sepultura en la tierra, no en un sarcófago, 13.3.92)
"apud Dominum misericordia et copiosa apud Eum redemptio"
Juan Pablo II
Roma, 6. III. 1979
Después de la muerte pido Santas Misas y oraciones
5.III.90
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Folio sin fecha:
Expreso mi más profunda confianza en que, a pesar de toda mi debilidad, el Señor me conceda todas las gracias necesarias para hacer frente según Su voluntad a cualquier tarea, prueba o sufrimiento que quiera pedir a su siervo en el curso de la vida. También tengo confianza en que no permitirá jamás que, mediante cualquier actitud mía: palabras, obras u omisiones, traicione mis obligaciones en esta Santa Sede Petrina.
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24.II-1.III.1980
También durante estos ejercicios espirituales he reflexionado sobre la verdad del sacerdocio de Cristo en la perspectiva de aquel tránsito que para cada uno de nosotros es el momento de la propia muerte. Del adiós a este mundo para nacer a otro, al mundo futuro, signo elocuente (escrito encima: decisivo) es para nosotros la Resurrección de Cristo.
He leído por tanto mi testamento del último año, lectura efectuada también durante los ejercicios espirituales, la he comparado con el testamento de mi gran predecesor y padre Pablo VI, con ese testimonio sublime de la muerte de un cristiano y de un Papa y he renovado en mí la conciencia de las cuestiones a las que se refiere el registro del 6.III.1979 que yo había preparado –de forma bastante provisional.
Hoy sólo quiero añadir esto, que cada uno debe tener presente la perspectiva de la propia muerte. Y debe estar preparado para presentarse frente al Señor y Juez y, al mismo tiempo frente al Redentor y al Padre. Así, yo también lo tengo continuamente en consideración, confiando ese momento decisivo a la Madre de Cristo y de la Iglesia, a la Madre de mi esperanza.
Los tiempos que vivimos son indeciblemente difíciles e inquietos. También el camino de la Iglesia se ha vuelto difícil y tenso, tanto para los fieles como para los pastores, prueba característica de estos tiempos. En algunos países –como por ejemplo en aquel del cual he leído en los ejercicios espirituales– la Iglesia se encuentra en un periodo de persecución tal que no es inferior a la de los primeros siglos, al contrario, incluso los supera por el grado de impiedad y odio. Sanguis martyrum – semen christianorum. Y además esto: muchas personas inocentes desaparecen también en este país en que vivimos…
Deseo una vez más confiarme totalmente a la gracia del Señor. Él mismo decidirá cuándo y cómo tengo que terminar mi vida terrena y mi ministerio pastoral. En la vida y en la muerte Totus Tuus con la Inmaculada. Aceptando ya desde ahora esta muerte, espero que Cristo me conceda la gracia para el último pasaje, es decir la Pascua, (la mía). También espero que haga que sea yo útil para esta causa tan importante a la que intento servir: la salvación de la humanidad, la salvaguarda de la familia humana, y con ella de todas las naciones y todos los pueblos, –entre ellos también me dirijo de forma particular a mi Patria terrena– útil para las personas que de modo particular me ha confiado, para velar por la Iglesia, para la gloria de Dios.
No quiero añadir nada a lo que escribí hace un año, sólo manifestar esta disposición y también esta confianza a las que nuevamente me han dispuesto los ejercicios espirituales.
Juan Pablo II
Totus Tuus ego sum
5.III.1982
En el curso de los ejercicios espirituales de este año he leído (varias veces) el texto del testamento del 6.III.1979. A pesar de que todavía lo considero provisional (no definitivo) lo dejo como existe. No cambio nada (por ahora) y tampoco agrego, en lo que se refiere a las disposiciones que contiene.
El atentado contra mi vida el 13.V.1981 confirmó, de alguna forma la exactitud de las palabras escritas en el periodo de los ejercicios espirituales de 1980 ( 24.II- 1.III).
Cuanto más profundamente siento que me encuentro totalmente en Manos de Dios, permanezco continuamente a disposición de mi Señor, confiándome a Él en su Madre Inmaculada (Totus Tuus).
Juan Pablo II pp. II
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5.III.82
En lo que respecta a la última frase de mi testamento del 6.III.79: "Sobre el lugar del funeral decida el Colegio Cardenalicio y los compatriotas. Aclaro que pienso en: el metropolitano de Cracovia o el Consejo General del Episcopado de Polonia. Pido por tanto al Colegio Cardenalicio que satisfaga en la medida de lo posible las eventuales peticiones de los más anteriormente citados.
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1.III.1985 (en el curso de los ejercicios espirituales).
De nuevo –en lo referente a la expresión "Colegio Cardenalicio y los Compatriotas–: el "Colegio Cardenalicio" no tiene obligación alguna de interpelar sobre este argumento a " los Compatriotas": sin embargo, puede hacerlo, si por alguna razón lo considerase justo.
JPII
Los ejercicios espirituales del año jubilar del 2000 (12-18.III)
(para el testamento)
1. Cuando el día 16 de febrero de 1978 el cónclave de los cardenales eligió a Juan Pablo II, el primado de Polonia, Cardenal Stefan Wyszynsk, me dijo: "La tarea del nuevo Papa será introducir a la Iglesia en el Tercer Milenio". No sé si repito exactamente la frase, pero al menos ese era el sentido de lo que sentí entonces. Lo dijo el hombre que ha pasado a la historia como Primado del Milenio. Un gran primado. He sido testigo de su misión, de su entrega total. De sus luchas: de su victoria. "La victoria, cuando llegue, será una victoria a través de María". Estas palabras de su predecesor, el Cardenal August Hlond, las solía repetir el Primado del Milenio.
De este modo, me he preparado para la tarea que el día 16 de octubre de 1978 se presentó ante mí. En el momento en que escribo estas palabras, el Año Jubilar del 2000 ya es una realidad. La noche del 24 de diciembre de 1999 se abrió la Puerta Santa del Gran Jubileo en la Basílica de San Pedro, después la de San Juan de Letrán, la de Santa María la Mayor, en año nuevo y el día 19 de enero la puerta de la Basílica de San Pablo de Extramuros. Este último acto, dado su carácter ecuménico, ha quedado grabado en mi memoria de modo particular.
2. A medida que pasa el Año Jubilar del 2000, un día tras otro, se cierra tras nosotros el siglo XX y se abre el siglo XXI. Según los designios de la Providencia se me ha concedido vivir en el difícil siglo que se está acabando, que empieza a pertenecer al pasado y ahora, en el año en que alcanzo los 80 años de vida ('octogesima adveniens'), es necesario preguntarse si no es tiempo de repetir con el bíblico Simeón: 'Nunc dimittis'.
El día 13 de mayo de 1981, el día del atentado al Papa durante la audiencia general en la Plaza San Pedro, la Divina Providencia me salvó milagrosamente de la muerte. Aquel que es único Señor de la vida y de la muerte, Él mismo me ha prolongado esta vida, en un cierto modo me la ha vuelto a dar. Desde aquel momento pertenece aún más a Él. Espero que Él me ayudará a reconocer hasta cuando debo continuar este servicio, al que me llamó el día 16 de octubre de 1978. Le pido que me llame cuando quiera. "Pues si vivimos, vivimos para el Señor; y si morimos, morimos para el Señor" (cf. Rm 14, 8). Espero que hasta que pueda realizar el servicio petrino en la Iglesia, la Misericordia de Dios me obtenga las fuerzas necesarias para ello.
3. Como todos los años, durante los ejercicios espirituales he leído mi testamento del 6.III.1979. Sigo manteniendo las disposiciones contenidas en él. Lo que entonces y durante los sucesivos ejercicios espirituales he añadido es un reflejo de la difícil y tensa situación general, que ha marcado los años ochenta. Desde el otoño de 1989 esta situación ha cambiado. El último decenio del siglo pasado ha estado libre de las tensiones anteriores; esto no significa que no hayan surgido nuevos problemas y dificultades. De modo particular, sea alabada la Divina Providencia por ello, el periodo de la llamada "guerra fría" terminó sin el violento conflicto nuclear que pesaba sobre el mundo en el periodo precedente.
4. Al encontrarme en el umbral del tercer milenio "in medio Ecclesiae", deseo expresar una vez más gratitud al Espíritu Santo por el gran don del Concilio Vaticano II, –del que junto a la Iglesia entera y todo el episcopado– me siento deudor. Estoy convencido de que las nuevas generaciones podrán servirse todavía durante mucho tiempo de las riquezas proporcionadas por este Concilio del siglo XX. Como obispo que ha participado en el evento conciliar desde el primer hasta el último día, deseo confiar este gran patrimonio a todos aquellos que son y serán llamados a ponerlo en práctica en el futuro. Por mi parte, doy gracias al Pastor Eterno que me ha permitido servir a esta grandísima causa en el curso de todos los años de mi pontificado.
"In medio Ecclesiae"… desde los primeros años de servicio episcopal –precisamente gracias al Concilio– he podido experimentar la comunión fraterna del episcopado. Como sacerdote de la arquidiócesis de Cracovia ya conocía la comunión fraterna en el presbiterado- el Concilio abrió una nueva dimensión de esta experiencia". 5. ¡Cuántas personas tendría que nombrar aquí! Probablemente el Señor Dios habrá llamado a Sí a la mayoría de ellos. En lo que respecta a los que todavía se encuentran en esta parte, que las palabras de este testamento les recuerden, a todos y en todas partes, allí en donde se encuentren.
En el curso de más de veinte años en que presto el servicio Petrino "in medio Ecclesiae" he experimentado la bondadosa y muy fecunda colaboración de tantos cardenales, arzobispos y obispos, de tantos sacerdotes y personas consagradas –hermanos y hermanas–, en fin, de tantísimas personas laicas, en la Curia, en el Vicariato de la diócesis de Roma, y también fuera de estos ambientes.
¡Cómo no abrazar con grata memoria a todos los episcopados del mundo, con los cuales me he encontrado a lo largo de las visitas "ad limina Apostolorum" ¡Cómo no recordar también a tantos hermanos cristianos no católicos! !Y al rabino de Roma y a tantos numerosos representantes de las religiones no cristianas! !Y cuántos representantes del mundo de la cultura, de la ciencia, de la política, de los medios de comunicación social!
6. A medida que se avecina el límite de mi vida terrena vuelvo con la memoria al principio, a mis padres, al hermano y la hermana –que no conocí porque murió antes de que yo naciese–, a la parroquia de Wadowice donde fui bautizado, a esa ciudad que amo, a mis coetáneos, compañeras y compañeros de la escuela primaria, del bachillerato, de la universidad, hasta los tiempos de la ocupación, cuando trabajé como obrero y después en la parroquia de Niegowic, en la cracoviana de San Floriano, en la pastoral de los universitarios, en aquel ambiente … en todos los ambientes … en Cracovia y en Roma … en las personas que de forma especial el Señor me ha confiado.
Quiero decir a todos sólo una cosa: "Que Dios os recompense".
"In manus Tuas, Domine, commendo spiritum meum"
A.D. 17.III.2000
ANEXOS
(Pedirlos al autor)
Poesías del Papa
Juan Pablo II volvió a pedir por la paz en el mundo
Que la Paz sea con Juan Pablo II
Las emotivas exequias de Juan Pablo II
Esperando un nuevo tiempo
Agenda 2000 "luz para el tercer milenio". ( Idea y realización: Héctor Lorenzo).
Diario El Litoral.
Revista pronto (miércoles 6 de abril de 2005).
Paginas de Internet:
SALA, MARIA JOSE
RELIGIÓN.
3° POLIMODAL.
2005.
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