- Resumen:
- Introduccion
- Transformaciones originarias y primeros aprendizajes
- Avances en el mundo antiguo
- Los conocimientos prequímicos de Grecia a Roma
- Medioevo y alquimia
RESUMEN:
La ojeada a la historia de la Química que se presenta intenta demostrar que la Química, como cualquier otra ciencia, no es aséptica, no es una muralla teórica atemporal, es una construcción histórica, un drama de ideas que se teje teniendo un fondo social que, en cierta medida, la configura.
En esta primera parte se recorre brevemente desde las principales transformaciones originarias que sufre el planeta hasta el nacimiento, reorientación y muerte de la Alquimia pasando por los colosales progresos del mundo antiguo y las aportaciones de la filosofía griega y la cultura greco – romana.
INTRODUCCION
En la actualidad, un gran interés despierta el conocimiento y la comprensión del proceso sociohistórico que ha conducido al desarrollo de la ciencia.
Las relaciones entre la ciencia, la tecnología y la sociedad se ha convertido en un amplio campo de estudio.
Paradójicamente, en medio de los avances que supone vivir los tiempos de "la sociedad de la información", una gran confusión se advierte cuando se pretende juzgar la responsabilidad de la ciencia en los peligros y desafíos que caracterizan nuestra época histórica y se vinculan los grandes descubrimientos científicos casi exclusivamente con el genio de determinadas personalidades.
En esta presentación pretendemos aproximarnos, desde la perspectiva sociológica del enfoque histórico – cultural, al complejo panorama del desarrollo de una ciencia que ha tenido un impacto notable en los progresos de diversas ramas del quehacer humano, la Química.
Linus Pauling (1901-1994), laureado dos veces con el Premio Nobel, ha propuesto la siguiente definición: "La Química es la ciencia que estudia las sustancias, su estructura, sus propiedades y las reacciones que las transforman en otras sustancias".
El complejo problema de la clasificación de la ciencia ha sido pragmáticamente resuelto con la frecuente afirmación aparecida en los textos: "…tradicionalmente la Química se ha subdividido en varias ramas que facilitan su estudio". De tal modo se olvida que no está precisamente en manos de la tradición lo que constituye reflejo de la lógica interna de la ciencia y del decursar histórico de su proceso de construcción.
En primer lugar, las particularidades estructurales de las sustancias químicas exigieron su estudio en dos grandes campos: el mundo de las sustancias inorgánicas relacionado originalmente con los minerales y que engloba todas las combinaciones posibles en las que no interviene el carbono, y el mundo orgánico asociado a las sustancias que se presentan en los tejidos vivos y que incluye, por la singularidad estructural del carbono, a los hidrocarburos y sus derivados.
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Linus Pauling mereció el Premio Nobel en dos oportunidades, el primero en 1954 por sus aportaciones en el campo de la Química y en 1962 por su relevante labor a favor de la paz.
Los países del "sur" han tenido que afrontar también la "fuga de cerebros" que constituye un obstáculo más en su desarrollo.
La determinación de la composición y estructura de las sustancias se erige en problema gnoseológico que configura los contenidos de la Química Analítica, sea en su expresión cualitativa o cuantitativa; mientras el campo de acción delimitado por las rutas que conducen a la producción de las sustancias, define la Síntesis Química.
La combinación de las herramientas del análisis y la síntesis cobró fuerzas en la última década del siglo XIX y ya en el siglo XX quedó demostrado el infinito poder de este sector del conocimiento cuando ante las demandas de la época se edificaron estructuras que superan por sus propiedades a aquellas que se han producido por los procesos naturales.
Numerosos autores han resaltado la posición central que ocupa la Química en el desarrollo del conocimiento científico y cómo en el marco de su proceso de construcción surge paralelamente una integración dialéctica con otras ciencias naturales que da pie a la aparición de los ámbitos de la Física-Química, la Bioquímica, y más recientemente la Química Ambiental.
La Física-Química se ocupa principalmente de las leyes y teorías que explican los cambios energéticos involucrados en las reacciones químicas, surgiendo tres áreas específicas: la Termodinámica Química, la Electroquímica y la Cinética Química.
La Bioquímica dirige su objetivo a la explicación de los procesos vivos al nivel molecular.
La Química Ambiental cuyos contornos se prefiguran aparece relacionada con la influencia de los agentes químicos, naturales o artificiales, en la biosfera.
Surgen nuevas zonas periféricas en torno al polo de la Bioquímica que delinean nuevos ámbitos como la Biología Molecular y la Ingeniería Genética; y en la frontera con el otro polo de la Física-Química se desarrollan las Ciencias de los Materiales, los Procesos de Ingeniería y la Electrónica.
El dominio de las transformaciones de las sustancias químicas ha producido un notable impacto sobre cinco áreas vitales para la sociedad contemporánea: energía, producción de alimentos, salud, transporte y comunicaciones. También es cierto que en un mundo irracionalmente establecido, los progresos en esta ciencia han servido para el desarrollo de las mortíferas armas químicas, y han contribuido al despliegue de los problemas de contaminación ambientales, uno de los mayores desafíos que enfrenta la humanidad.
Una batalla en el campo de las ideas reclama esta época, en ella la educación (y la lectura que se haga de la historia), jugará un rol tal vez decisivo para salvaguardar los logros de la humanidad. La Química podrá ser usada para el bien o para el mal.
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F. Leloir, premio Nobel de Química (1970), es un ejemplo de científico comprometido con su origen. Rechazó numerosas ofertas de ricas instituciones, que suponían ventajas materiales de todo tipo, para seguir investigando en su país, Argentina. Fritz Haber, Premio Nobel en 1919 por la síntesis del amoníaco, contribuyó como director del Instituto Kaiser Wilhelm, durante la primera Guerra Mundial, al desarrollo de armas químicas. En vísperas de la primera utilización del gas contra las tropas aliadas en 1915, su esposa atormentada por la horrorosa contribución de su marido a la guerra se suicidó. Irónicamente, con el arribo de los nazis al poder, por el origen judío de Haber, fue desplazado de la universidad y se refugió en Inglaterra. Murió poco tiempo después, en la miseria.
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TRANSFORMACIONES ORIGINARIAS Y PRIMEROS APRENDIZAJES
La Tierra hace 4 600 millones de años necesariamente tuvo que ser un gigantesco reactor químico.
Los primeros océanos albergaron bacterias y algas que durante millones de años aportaron dioxígeno a los mares y a la atmósfera primitiva posibilitando la aparición y desarrollo, unos 570 millones de años atrás, de formas marinas de vida que obtuvieran energía mediante la respiración.
Más de 170 millones de años debieron pasar aún para que se formara una capa de ozono estratosférica que absorbiera la radiación ultravioleta dura de los rayos solares. Gracias a esta capa protectora y al establecimiento en el planeta de condiciones climáticas favorables aparecieron en tierra firme las primera arañas y ácaros y luego, unas decenas de años más tarde los anfibios invadirían la tierra.
Recientemente para la escala de los tiempos geológicos, hace un par de millones de años se inaugura la era del género homo que en su evolución da lugar, unos miles de años atrás, a la especie humana (homo sapiens sapiens).
Durante estos dos millones de años, los antecesores directos del hombre moderno, en un proceso repleto de obstáculos, debieron transformar como primer material la piedra, de manera que le sirviera como herramientas y utensilios.
La selección de la piedra para estos fines tuvo que basarse en la comparación de las propiedades de los materiales disponibles: madera, hueso, pieles. Pero no sólo la piedra debió ser trabajada, si bien la naturaleza pétrea del utillaje lítico permite que llegue a nuestros días, en yacimientos fechados entre 2 y 1,5 millones de años se han encontrado también huesos de animales con marcas grabadas, y varias investigaciones sugieren que muchos de las herramientas de piedra fueron precisamente empleadas para trabajar materiales orgánicos como la madera.
Paralelamente con la práctica impulsada por la necesidad de transformar ventajosamente las formas de los materiales, estos antepasados del hombre debieron reparar en las numerosas transformaciones que alteran la naturaleza de los materiales en su entorno: los volcanes producen lava y gases que afectan lo vivo y transforman el panorama natural, los rayos desatan incendios forestales, la carne cazada y los cadáveres se descomponen, los jugos de frutas se agrian o eventualmente se convierten en bebidas extrañamente estimulantes.
Con la conquista del fuego, su conservación y posterior producción, asistimos tal vez a la primera transformación química resultante de la actividad humana. La producción del fuego implicaba siempre la transformación de un material vegetal seco en cenizas y la liberación de humos.
Existen las evidencias de que el fuego fue empleado por el hombre de Pekín (un Homo Erectus) hace 1,5 millones de años.
El fuego representó fuente de calor y luz, y medio de protección frente a los depredadores. Su utilización posterior para cocer los alimentos les produjo importantes transformaciones anatómicas – fisiológicas que aumentaran la capacidad del cerebro y contribuyeran al desarrollo de los órganos del lenguaje.
Así, a través de una práctica condicionada por la amalgama de casualidad y necesidad, el hombre primitivo aprendió que al calentar con ayuda del fuego ciertos materiales estos se transformaban en otros que exhibían nuevas y atractivas propiedades.
Mucho tiempo después, hace unos 40 000 años, en tiempo que se clasifica como el paleolítico superior, el fuego se utiliza para calentar la piedra a fin de facilitar su trabajo, y para alterar el color de los pigmentos naturales que eran luego utilizados para pintar las paredes de las cuevas.
Se inicia así un matrimonio de las transformaciones químicas con el arte que llega hasta nuestros días. Pero las obras del arte rupestre demuestran dos cosas más:
- La búsqueda de los ocres minerales, el óxido de hierro (III) y los óxidos del manganeso constituyó la primera actividad minera.
- La penetración en lo profundo de las cavernas y el trabajo en su interior exigen de una iluminación artificial. Unos cuantos candiles de piedra encontrados, en cuyo interior ardieron grasas animales así lo atestiguan.
Con seguridad, el uso y mantenimiento del fuego significó un catalizador importante en el fin del nomadismo y en el desarrollo de los primeros asentamientos humanos estables. No es extraño que la adoración del fuego sea un denominador común de mitologías aparecidas en diferentes culturas y distantes escenarios geográficos.
La combustión, esa bendita reacción que a la vez mantiene vivo el infierno, fue pues fuente de progreso y de conocimiento para el hombre desde los primeros tiempos.
En la próxima sección veremos como el fuego propició el dominio de extraordinarios avances.
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La capa de ozono estratosférica funciona como un filtro natural de las radiaciones solares dañinas y casi 400 millones de años después de su formación la actividad irracional del hombre en el planeta ha puesto su existencia en peligro.
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La era de la piedra abarca la mayor parte de la existencia humana. Y aún hoy de numerosas rocas el hombre fabrica importantes materiales
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El hombre al conquistar el fuego gobernó la primera transformación química y toda su vida posterior resultó transformada.
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La alteración de los colores de los ocres minerales fue condición necesaria para el desarrollo del arte parietal del hombre de las cavernas.
La inauguración hace unos diez mil años de la cultura de la cerámica, supuso el dominio de la arcilla, mineral complejo formado por un silicato de aluminio que posee una cierta naturaleza plástica y al secar o ser sometido a calentamiento endurece.
Al aprender el hombre a trabajar el barro, se inicia la producción de ladrillos y el desarrollo del arte alfarero, que coincide en ciertas civilizaciones con el desarrollo de la agricultura y la edificación de los primeros asentamientos humanos.
La ciudad antigua de Jericó, una de las primeras comunidades agrícolas, muestra, en su segundo nivel de ocupación que data del milenio VIII a.C., un gran número de casas redondas de ladrillo de adobe.
Las técnicas involucradas en el reconocimiento de los minerales, el proceso de reducción a metales y su fundición, la forja y el templado de los metales han tenido tal repercusión en el progreso social que los historiadores han periodizado etapas de desarrollo como Edad del Cobre, del Bronce y del Hierro.
El dominio de los metales se inicia por el cobre, elemento 25 en abundancia relativa en la corteza terrestre, pero que puede encontrarse en estado nativo y se reduce de sus óxidos con relativa facilidad.
Precisamente la génesis de la metalurgia se presenta cuando los hombres aprendieron que un calentamiento enérgico de una mena azulada con fuego de leña, producía un nuevo material rojizo, resistente y que poseía una propiedad no exhibida por la piedra, su carácter maleable. Este material permitía la fabricación de instrumentos más efectivos y duraderos.
Asistimos al inicio de la Edad del Cobre en dos regiones tan distantes como el Medio Oriente y la actual Serbia, unos 4 000 años a.C.
Uruk (la Erech bíblica) una de las primeras ciudades mesopotámicas levantadas en el milenio III a. C., presenta templos de adobe decorados con fina metalurgia y una ornamentación de ladrillos vidriados.
Sorprende que descubrimientos arqueológicos demuestren la entrada en escena de un nuevo material más duro que el cobre, unos 500 años antes del inicio de la Edad del Cobre. En el sudeste asiático, en la tierra de los Thai, debieron practicar la reducción de una mezcla de minerales que diera origen a la primera aleación trabajada por el hombre: el bronce.
El bronce, una aleación constituida por cobre y estaño (y en menor proporción otros metales), es más duro y resistente que cualquier otra aleación común, excepto el acero, y presenta un punto de fusión relativamente bajo.
El desarrollo desigual que experimentaron las civilizaciones antiguas, erigidas en distintos escenarios naturales, hace que el dominio de un material y el arte o técnica de elaboración de objetos con él aparezca en fechas bien distintas. Un milenio más tarde, según lo demuestran hallazgos en la tumba del faraón Itetis, los egipcios fabricaban el bronce.
Existen los testimonios sobre la existencia de instrumentos de un nuevo material ya por el año 1 500 a. C. Los hititas, pueblo que se instala en el Asia Menor durante siglos, debieron vencer las dificultades prácticas que supone aislar el hierro de sus óxidos minerales. Se necesita ahora el fuego del carbón vegetal y una buena ventilación. Estos obstáculos debieron ser superados porque el dominio del hierro suponía herramientas y armas más fuertes y duraderas y además porque el hierro aventajaba al cobre en algo muy importante: los yacimientos de sus minerales eran más abundantes.
De cualquier forma, la tecnología del hierro no se implanta en Europa hasta el siglo VII a.C., en China se inicia un siglo después, y en el África subsahariana hacia el 500 – 400 a. C.
El avance de la civilización no sólo exigió trabajar la piedra, la arcilla y los metales. Otros desarrollos fueron indispensables para el alcance de un bienestar deseado por las clases dominantes de una colectividad que ya había conocido la división social del trabajo.
Paradójicamente, ciertos ritos y creencias sobrenaturales, reflejos de diversas enajenaciones terrenales, impulsaron el desarrollo del conocimiento en áreas como la elaboración de medicinas, perfumes y cosméticos, tintes y colorantes.
Durante la civilización babilónica (siglo XVIII – VI a.C.), que tuvo como herencia el desarrollo técnico alcanzado por los sumerios, se lograron avances en los procesos de blanqueo y tinte, y en la preparación de pinturas, pigmentos, cosméticos y perfumes.
Una tablilla sumeria escrita algunos siglos antes del reinado de Hammurabi, siglo XVIII a.C. revela el desarrollo de la farmacopea.
Los egipcios no sólo conocieron y trabajaron los metales más importantes de la época: el oro, la plata, el cobre, el hierro, el plomo y otros, sino que aprendieron a preparar pigmentos naturales, jugos e infusiones vegetales.
Aunque el término perfume tiene su origen en el latín "per fumo" (por el humo) se reconoce que los egipcios saturaban la atmósfera de tumbas y templos sagrados con fragancias agradables procedentes de preparados perfumados. También se sabe que tanto sus hombres como mujeres se aplicaban ciertos aceites aromatizados sobre la cara para aminorar el efecto deshidratante del clima cálido y seco que debían soportar; y que gustaban decorarse los párpados con un pigmento verde y otro oscuro preparado con antimonio y hollín.
En otra dirección, los egipcios desarrollaron métodos de conservación de cadáveres cuyos resultados sorprendieron milenios después al mundo occidental. Para ello debieron estudiar las sustancias con propiedades balsamáticas, los antisépticos y algunos elementos de la farmacopea como el conocido empleo que le dieron al ácido tánico en el tratamiento de las quemaduras.
Este cúmulo de conocimientos que se fue acopiando y transmitiendo sobre las propiedades y las transformaciones de las sustancias químicas constituyó el núcleo de lo que llamaron la khemeia egipcia.
Estos conocimientos técnicos por lo visto eran recibidos y transmitidos por artesanos y técnicos mediante la tradición, pero ignoramos las reflexiones que acompañaban a sus prácticas de instrucción. Esto significa que si entendemos la ciencia no sólo como el saber hacer (arte y técnica), sino además como el conocer y poder explicar las razones por las cuales se hace así y no de otra manera, debemos admitir que ella comienza cuando ya la técnica en la cual se apoya y a la cual soporta, hace mucho tiempo ha sido establecida.
El momento histórico en que puede considerarse se inicia la evolución de un pensamiento teórico precientifíco data del siglo VI a.C. y tiene como escenario la sociedad esclavista de la Grecia Antigua. La definición de este momento se avala por ser entonces cuando se inicia una reflexión teórica, metódica y productiva sobre la naturaleza. De esto trataremos en la sección que sigue…
Imhotep constructor de la primera pirámide egipcia, unos 2700 años a.C., se considera también pionero en la medicina y precursor de la khemeia egipcia.
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La máscara de Agamenón, perteneciente a la civilización egea, representa una joya de la cultura del bronce, 1500 años a.C. Entre el desarrollo del conocimiento
químico y el de las artes plásticas ha existido un feliz matrimonio desde tiempos inmemoriales.
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La cerámica vidriada comenzó a fabricarse 1500 años a.C. La puerta de Istar en Babilonia (575 a.C.) está construida por ladrillos vidriados.
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La khemeia egipcia llegó a acopiar conocimientos prácticos relevantes sobre las propiedades y transformaciones de las sustancias no sólo del mundo inorgánico sino también de los compuestos naturales orgánicos.
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LOS CONOCIMIENTOS PREQUÍMICOS DE GRECIA A ROMA
Los filósofos griegos ofrecieron las primeras hipótesis sobre la diversidad del mundo material a partir del reconocimiento de una o varias sustancias fundamentales y sus transformaciones. A la concepción materialista del mundo, nueva por principio, se opondría, casi desde su inicio la visión idealista que se hacia heredera de elementos de la tradición religiosa.
En Mileto (Asia Menor), comienza la filosofía. La gente rica optaba por relegar el trabajo físico a esclavos o asalariados, quedándoles tiempo libre para pensar. En este contexto, Tales (625 – 546 AC) elabora la tesis de que la diversidad de las cosas encuentran la unidad en un elemento primario. En términos de interrogante su indagación puede resumirse de la siguiente forma: ¿Puede cualquier sustancia transformarse en otra de tal manera que todas las sustancias no serían sino diferentes aspectos de una materia básica?
La respuesta de Tales a esta cuestión es afirmativa, e implica la introducción de un orden en el universo y una simplicidad básica. Quedaba por decidir cuál era esa materia básica o "elemento". Tales propuso que este elemento primigenio era el agua.
El postulado de Tales no parece original si recordamos que en la épica de los babilonios y en los salmos hebreos se refrenda la idea de que el mar era el principio: Marduk o Yahvé extendieron las tierras sobre las aguas. Sin embargo, allí donde babilónicos y judíos apelan a la intervención de un creador, el filósofo griego no reclama la intervención de una entidad sobrenatural. Al formular una explicación racional de la multiplicidad de las cosas, sobre la base de la unicidad material del mundo Tales abrió una nueva perspectiva que fuera seguida por otros filósofos que le sucedieron
Allí donde Tales creyó ver en el agua el origen de todas las cosas Anaximandro (611 – 547AC) apela a un ente conceptual de máxima generalización: el apeirón para definir lo indeterminado o infinito que puede asumir la forma de cualquiera de los elementos vitales para el hombre, sea el fuego, el aire, el agua, la tierra.
Para Anaxímenes (570- 500 AC) el elemento básico era la Niebla. Las transformaciones de la niebla posibilita cambios cuantitativos que se traducen en lo cualitativo: si la niebla se rarifica da lugar al fuego; si por el contrario se condensa, dará lugar progresivamente a las nubes, el agua, la tierra y las rocas.
En resumen, la llamada Escuela de Mileto no solo implica el trascendental paso de la descripción mitológica a la explicación racional del mundo sino que combina una aguda observación de los fenómenos naturales con una rica reflexión imaginativa.
La orientación epistemológica de Heráclito de Efeso (540 – 475 AC) difiere de sus predecesores cuando adopta la posición de ver en el cambio la principal característica del Universo y, de acuerdo con esta visión, proponer al fuego como elemento primario, dinámico en los procesos de cambio. En el centro de su línea de pensamiento nos encontrarnos la dialéctica: la estabilidad de las cosas es temporal y refleja la armonía de los contrarios, el cambio eterno viene dado por la ruptura de esta armonía.
Con Pitágoras (582 – 500 AC) y sus seguidores se aprecia una vuelta a la tradición religiosa. La Escuela de Pitágoras realiza valiosas contribuciones al desarrollo de la Geometría y la Astronomía, al tiempo que propone una imagen del universo presidida por concepciones matemáticas que se relacionan con una visión mística del ser.
De entonces parte el debate acerca del método conducente al conocimiento verdadero. Mientras la ciencia jónica se asentaba sobre la observación de la naturaleza (y la razón que la explica), los pitagóricos desdeñan el papel de los sentidos en el conocimiento y declaran el imperio de la razón. Zenón de Elea (485 – ? AC) representa un momento de máximo esplendor en el desarrollo de la argumentación lógica planteada originalmente por Parménides (515 – 440 AC).
Entre el pensamiento eleático y la escuela de los atomistas aparece una figura, Empédocles (493 – 433 AC), que expresa una tendencia a la recuperación en la confianza de los sentidos. Este filósofo acepta la idea de que la realidad es eterna y se compone de cuatro sustancias primarias: fuego, aire, tierra y agua.
Leucipo (450 – 370 AC) y su discípulo Demócrito (460 – 370 AC) constituyen los más altos representantes de La Escuela Atomista. La hipótesis sobre la naturaleza atómica de la sustancia, y la noción que de ella se deriva acerca de la composición de las sustancias como mezclas de diferentes átomos que se diferencian entre sí por sus tamaños y formas, resulta una integración en la polémica entre la razón y los sentidos. Adviértase que los átomos son el resultado de una abstracción generalizadora que se convierte en concepto clave para explicar la diversidad observada en las propiedades de las sustancias.
Con Platón (428 -347AC) se funda la Academia y la filosofía griega gira hacia la tradición pitagórica. Platón niega el uso de la observación y la experiencia sensible como método de investigación de la realidad. Su retórica se hace incomprensible al admitir que todo conocimiento es mero recuerdo (anamnesis).
El más influyente de los filósofos griegos Aristóteles (384 – 322 AC) rompe con el universo ideal platónico y admite la cognoscibilidad del mundo sobre la base de la experiencia y de la razón. Maestro en la Academia y luego en el Liceo, cultiva en los discípulos no solo la observación, sino también la colección de materiales para apoyar el método inductivo que desarrollaban en sus investigaciones. Su obra incluye las siguientes áreas del saber: Lógica, Ética y Política, Física y Biología.
La visión aristotélica sobre la tendencia en la naturaleza hacia la perfección tendrá más tarde una lectura que vendrá a justificar la búsqueda de la piedra filosofal en el movimiento alquimista. Sobre la base de este supuesto, parece razonable concebir que el oro, el metal más perfecto, puede ser obtenido por transmutación de otro si el artesano pone suficiente empeño e inteligencia en su labor de laboratorio.
Se puede advertir que en la cultura de la Grecia antigua no se desarrollan ni siquiera las primeras tentativas de estudio experimental de las transformaciones químicas. El laboratorio de los sabios griegos era fundamentalmente la mente humana. No obstante, obtienen resultados sobresalientes en las Matemáticas y la Astronomía que exigieron mediciones y comprobaciones experimentales de las hipótesis formuladas.
Con el debilitamiento del Imperio Griego y el florecimiento de lo que se llamó los "reinos helenísticos" surgió el gran desarrollo de Alejandría, ciudad fundada en Egipto por Alejandro Magno (356 – 323 AC). Bajo los reinados de Ptolomeo I (305 – 285 AC) y Ptolomeo II (285 – 246 AC) nació y se desarrolló el "Museo" (considerado como una relevante universidad), adjunto al cual se creó la más importante biblioteca de estos tiempos.
Es en este momento que aparece un escenario histórico propicio para un contacto y posible fusión de la maestría egipcia en la experimentación (khemeia) con la teoría griega pero tal posibilidad no se convirtió en realidad. Al parecer el vínculo estrecho del arte de la khemeia con la religión actuó como muralla impenetrable para el necesario intercambio. Muchas vueltas daría la Historia para que se diera una integración fructífera de ambos conocimientos teóricos y prácticos.
No obstante, aparece como un exponente de la khemeia griega, a inicios del siglo III a.C., un egipcio helenizado, Bolos de Mende. A su pluma se atribuye el primer libro, Physica et Mystica que aborda como objetivo los estudios experimentales para lograr la transmutación de un metal en otro, particularmente de plomo o hierro en oro.
Semejante propósito, que alienta tentativas posteriores a lo largo de más de un milenio, encuentra fundamento en la doctrina aristotélica de que todo tiende a la perfección. Puesto que el oro se consideraba el metal perfecto era razonable suponer que otros metales menos ‘perfectos’ podrían ser convertidos en oro mediante la habilidad y diligencia de un artesano en un taller. Y este supuesto, junto al interés económico que concita, soporta el campo de acción principal de los antecesores de la química que se sucedieron en diferentes momentos y culturas hasta el siglo XVII.
Con la desaparición del gran imperio consolidado por Alejandro, y el posterior sometimiento de los pueblos greco – parlantes al poder de los romanos (Grecia es convertida en provincia romana en el 146 AC), quedó seriamente comprometido el avance del saber científico.
El aletargamiento de las ciencias en este período se ha relacionado con la falta de interés de la cultura romana por los saberes científicos – filosóficos.
No obstante, se afirma que el emperador tiránico romano Calígula (del 37- 41) apoyó experimentos para producir oro a partir del oropimente, un sulfuro de arsénico.
Se ha reportado también que Zósimo de Tebas (hacia el 250-300) estudió la acción disolvente del ácido sulfúrico sobre los metales. Este descubrimiento podría haber resultado la más sobresaliente aportación de los romanos pero fue ignorado por los que tiempos después continuaron el estudio de las transformaciones de las sustancias. Zósimo además apreció la liberación de un gas al calentar el óxido rojo de mercurio. Más de diez siglos pasaron para que esta misma reacción fuera estudiada e identificado el gas, el dioxígeno.
Hacia el año 300 el emperador Diocleciano (283 – 305) ordenó quemar todos los trabajos egipcios relacionados con el arte de la khemeia. Su decisión respondía a dos factores: por una parte, temía que la khemeia permitiera fabricar oro barato y con ello hundir la tambaleante economía del Imperio y, por otra se hacía sospechoso el pensamiento pagano asociado a la práctica de la khemeia vinculada estrechamente con la religión del antiguo Egipto. Este mismo emperador trató de eliminar el cristianismo, pero fracasó; el emperador Teodosio I el Grande (en el período de 379 – 395) terminó por fundar un imperio cristiano.
A pesar de esta prohibición se conoce que Hypatia (370? – 415) sobresaliente filósofa y matemática alejandrina, realizó estudios experimentales en el campo de la khemia y desarrolló, entre otros instrumentos, un equipo de destilación de agua, que debió ser uno de los primeros útiles del stock alquimista. Durante casi dos siglos, desde Nerón hasta Diocleciano, los cristianos debieron enfrentar una cruel persecución. Ahora, una de las primeras mujeres de ciencia resultaría mártir de la intolerancia religiosa practicada por los cristianos. Se inauguraba así toda una época de estancamiento en el mapa europeo.
Más de 20 siglos antes que Dalton, Demócrito propuso la naturaleza atómica de las sustancias.
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La diversidad de las cosas venía dada por las diferencias en "los ladrillos indivisibles" que las constituían, he aquí su brillante abstracción.
MEDIOEVO Y ALQUIMIA
La inestabilidad política en el mundo romano condujo a que en el año 395 se produjera su división en una región occidental y otra oriental. Este proceso de desintegración se corona casi un siglo más tarde con la ascensión al poder de Odoacro (476), bárbaro romanizado, que disuelve el imperio occidental dando paso al imperio medieval de los Papas y Patriarcas cristianos.
La influencia del cristianismo sobre el lento desarrollo del conocimiento científico en todo este período se explica atendiendo a los nuevosesquemas de pensamiento que esta religión portaba y a los intereses que defendía la nueva estructura del poder eclesiástico. Las principales preguntas y cuestionamientos que se hicieron los pensadores anteriores quedarían encadenadas por un dogma: sólo hay conocimiento en Dios y genuina vida en la fe. Se pretendió que el hombre cristiano se preocupara más por su alma eterna que por sus relaciones con los fenómenos naturales y la posible penetración en la esencia de los mismos mediante el estudio y el razonamiento. Agustín (354 – 430) es uno de los principales exponentes de esta corriente filosófica.
Hasta el cierre definitivo de la Academia en el siglo VI por el emperador Justiniano la pálida producción del conocimiento filosófico de la época se asocia a la traducción de clásicos y al replanteamiento de las ideas contenidas en los sistemas de Platón y Aristóteles.
Boecio (47? – 525) aborda un problema con el cual se cierra un estadio en el desarrollo del pensamiento occidental que se reabriría al debate con el renacimiento de la cultura: se trata de examinar el grado de realidad o significación atribuible a "los géneros y las especies", a los conceptos más generales. Tal cuestionamiento apunta hacia la prefiguración de dos corrientes epistemológicas: el realismo y el nominalismo.
De cualquier modo, paralela a la noche medieval europea, resplandeció la cultura árabe, y en el Oriente tuvieron lugar desarrollos notables. En el propio contexto europeo tuvieron lugar determinados avances y en la segunda etapa de este período, Europa occidental comenzó a recuperar el liderazgo científico.
A la altura del siglo VII, los ejércitos árabes conquistaron extensos territorios del oeste de Asia y norte de África.
La cultura árabe pudo nutrirse en Persia y Egipto con restos de la herencia cultural griega. Se afirma que obtuvieron de la secta de los nestorianos refugiados en Persia numerosas obras de los griegos, incluyendo bibliografía sobre la khemeia. En árabe la khemia adoptó el nombre de al-Kimia y así el desarrollo de la alquimia greco-egipcia estuvo en manos y mentes árabes durante cinco siglos.
Sus contactos con el Asia, le impusieron de los avances en el conocimiento chino de diferentes ramas. En particular de los desarrollos que lograban con el propósito de obtener el oro para elaborar un elíxir de "larga vida". Vuelve a ser el oro fuente impulsora del conocimiento prequímico pero ahora en una otra dirección: la búsqueda de un elíxir de la eterna juventud. También los árabes conocieron del descubrimiento chino de los materiales pirotécnicos y la pólvora, razón por la cual llamaron a las luces de bengala "flechas chinas".
Lo cierto es que de la asimilación multilateral que logran integrar los árabes, florece en Arabia a partir del 750 y hasta mediados del siglo XIII una Escuela de Farmacia.
El primer trabajo de este período, universalmente reconocido como un resumen de los conocimientos alquímicos acopiados en la época, es la obra de Abu Musa Jabir al-Sufi, llamado Geber en Occidente (760 – 815). A través de él conocemos que los alquimistas árabes trabajaron fundamentalmente con los metales oro y mercurio, con los elementos no metálicos arsénico y azufre, y con los compuestos formados por sales y ácidos. Ellos concebían los metales y en general la diversidad de la sustancias como el resultado de la combinación de dos principios representados por el azufre (sólido, combustible y amarillo) y el mercurio (líquido, metálico, y volátil). Confiaban en la transmutación de las sustancias y aunque sus hipótesis de partida fueran falsas iban desarrollando procedimientos experimentales para el tratamiento de las sustancias y descubrían nuevos productos, entre los que cabe mencionar el cloruro de amonio y el carbonato de plomo así como la destilación del vinagre para obtener el ácido acético concentrado, el ácido más empleado a partir de entonces en las recetas y digestiones alquimistas.
Abu Bakr Muhammed Ibn Zakariya Al-Rhazi (Rhazes, 850 – 925) escribió una verdadera enciclopedia médica. Es el primero que inicia las aplicaciones de las sustancias químicas en la medicina despojado de todo sentido místico al emplear el yeso, de acuerdo con sus propiedades, en la inmovilización de los huesos fracturados. Se le atribuye además el descubrimiento del antimonio metálico.
Abu Ali Al-Hussaín Ibn Sena (Avicena, 979 – 1037), es considerado por muchos como el médico más importante en el período que media entre el Imperio Romano y los orígenes de la ciencia moderna. En su famosa obra Kitab ash-Shifa (El libro de las Curaciones) proclama como el principal objetivo de la alquimia la preparación de sustancias para combatir las enfermedades y declara estéril el estudio de la transmutación de los metales en oro.
Después de Avicena vendría el ocaso del mundo árabe, como resultado de las invasiones de turcos y mongoles.
A finales del siglo VIII el emperador Carlo Magno (742 – 814), ordena la creación de escuelas destinadas a enseñar rudimentos de lectura, aritmética y gramática. Se abren escuelas anexas a las catedrales e iglesias de las poblaciones más importantes, gestándose para la época una verdadera revolución educativa. Si embargo hasta bien entrado el siglo XI no existía una educación que pudiera salir de un nivel elemental.
En el siglo XII comenzó un reencuentro con el saber antiguo. Se advierte una reactivación de los viajes y el florecimiento de relaciones comerciales estrechas entre el occidente y el oriente.
La naturaleza de los contactos con el Oriente tienen otra expresión en las Cruzadas que se iniciaran con la proclama lanzada por el papa Urbano II en 1095 y en la reconquista que llevan a cabo los cristianos españoles de los territorios perdidos ante el Islam.
Gerardo de Cremona (1114 – 87), instalado en Toledo durante buena parte de su vida, contribuyó con su obra a la traducción de más de noventa tratados árabes.
Es en este marco histórico que se fundan las primeras universidades europeas con el propósito de servir de instrumento para la expansión de los nuevos conocimientos y transmitir la herencia cultural a las nuevas generaciones. En el trividium de teología, derecho y medicina que dominara el currículo universitario, la medicina se erigía como la disciplina que demandaba el desarrollo de estudios experimentales. Pronto, célebres Doctores serían los impulsores de la alquimia europea.
Alberto Magno (1200 – 1280) es considerado el primer alquimista europeo. A sus trabajos se debe el descubrimiento del arsénico en forma casi pura y algunos le atribuyen, de forma compartida, los estudios sobre la mezcla explosiva de nitrato de potasio, carbón vegetal y azufre (pólvora).
Se le reconoce a Alberto Magno, ser uno de los artífices de la doctrina de "la doble verdad". La solución al debate entre la razón y la fe debió pasar por el filtro ideológico que admitiera al hombre la posibilidad y capacidad de estudiar el escenario natural creado por Dios, abriendo un espacio a la "filosofía de la naturaleza". De cualquier manera, no cesaría la censura del poder eclesiástico que obstaculizó el desarrollo y en ocasiones condujo a sanciones de prisión y horrendos crímenes.
Roger Bacon (1212 – 1294), fue como Alberto sacerdote, y como a él se le atribuyó también resultados con mezclas explosivas del tipo de la pólvora. Poco después, apenas iniciado el siglo XIV otro monje, Berthold Schwarz, describió el método de utilizar la pólvora para impulsar un proyectil con lo cual se inicia su negra aplicación en la guerra.
Pero Bacon no corrió igual suerte que su contemporáneo. En 1278 el que fuera más tarde Papa Nicolás IV prohibió la lectura de sus libros y ordenó su encarcelamiento que se extendió durante 10 años. Su obra mayor Opus Malus se editó y publicó en el siglo XVIII.
El más importante de los alquimistas europeos que firmaba sus documentos como Geber (el famoso alquimista árabe que viviera dos siglos antes) fue el primero en describir, hacia el año 1300, la forma de preparar dos ácidos fuertes minerales: el ácido sulfúrico y el ácido nítrico. Poco tiempo después de Geber el estudio de la alquimia, por segunda vez en la historia, sería prohibido. En esta ocasión corresponde al Papa Juan XXII (Papa de 1316 al 1334) declararlo anatema. Sobrevendrían largos años de silencio o acaso de clandestinidad de la alquimia que de tal suerte no pudiera llegar hasta nosotros.
Los tres procesos más importantes de los siglos XV y XVI fueron:
- El Renacimiento que representó un redescubrimiento del saber griego y alentó un espíritu de confrontación con las viejas ideas.
- El descubrimiento de nuevas rutas marítimas que lograron la expansión de un comercio creciente condicionado por el surgimiento de la economía capitalista, y la conquista de "un nuevo mundo".
- El desarrollo de los intereses nacionales que diera origen al nacimiento de los estados. Estos intereses económicos se reflejaron en el movimiento de las reformas religiosas (siglo XVI) que condujo a una flexibilización del control de la Iglesia sobre el proceso de construcción del conocimiento.
Además, fueron acontecimientos importantes:
- La toma de Constantinopla por los turcos (1453) que significa la caída del último reducto de la herencia cultural grecorromana y el éxodo de los eruditos que trasladan consigo hacia Europa numerosas fuentes del antiguo saber griego.
- La inauguración de la primera imprenta práctica por Johan Gutenberg (1397 – 1468) con lo cual se alcanza una reproducción y difusión del conocimiento escrito no imaginado en épocas anteriores.
En este telón de fondo social, corresponde al siglo XVI la consolidación como campo de acción de la alquimia la búsqueda de sustancias para fines medicinales.
Los médicos continuaron siendo en esta época los aliados del desarrollo de la alquimia. Los más sobresalientes representantes de este nuevo movimiento europeo, que tiene sus antecedentes en la Farmacia árabe, fueron el alemán, G. Bauer (conocido como Georgius Agrícola, 1494 – 1555) y el suizo, T. Bombastus (Paracelso, 1493 – 1541) .
Agrícola escribió un tratado, "De Re Metallica" que recoge los principales aportes de los alquimistas en el estudio de las transformaciones de los minerales y constituye un compendio de la alquimia aplicada en el campo de la mineralogía. Supo lidiar el trabajo investigativo con la política y al morir era alcalde de su ciudad, Chemnitz.
Paracelso, funda una escuela que pretende estudiar los métodos de preparación de minerales con fines medicinales y niega la posibilidad de la transmutación de los metales. La piedra filosofal es reconceptualizada como el elíxir de la vida. Utilizó el azufre y el mercurio en la elaboración de preparados para combatir la sífilis y el bocio. Una aportación concreta de Paracelso al desarrollo de la alquimia viene dado por su descubrimiento del zinc metálico.
Andreas Libavius (1540? – 1616) cierra el siglo XVI con la publicación de su libro "Alchemia" que resume los logros de la alquimia medieval en un lenguaje claro y limpio de todo misticismo. Fue el primero en describir la forma de preparar el tercer ácido fuerte mineral, el ácido clorhídrico y la mezcla que atacaría al oro y recibiría el nombre de agua regia. Libavius compartía el criterio de Paracelso sobre la función principal de la alquimia, pero reconocía la posibilidad de la transmutación de los metales.
Mientras la alquimia agoniza para dar paso a una ciencia experimental, la física había profundizado en la modelación del movimiento mecánico de los cuerpos y se preparaba el camino para cristalizar la obra de Newton en el siglo XVII "Philosophiae Naturalis Principia Mathematica". Toda la Ciencia posterior iba a recibir su impacto…
Aristóteles, el más influyente de los filósofos griegos, legó una doctrina que sirvió de aliento durante siglos al movimiento alquimista. La tendencia a la perfección debería permitir que, en el laboratorio de los alquimistas, los metales comunes se transformaran en el metal que simboliza la perfección: el oro.
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La creación de una escuela en torno a la cual se agrupara una comunidad de "sabios" con sus discípulos para alimentar el debate y propiciar la transmisión y enriquecimiento de los conocimientos, nació en Atenas con instituciones como la Academia que sobrevive durante siglos hasta la primera etapa del Medioevo, cuando el emperador Justiniano ordena en el siglo VI su definitivo cierre.
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Hypatia, filósofa de Alejandría en el período de decadencia del Imperio romano, fue víctima de un horrible crimen de extremistas cristianos un siglo después que los paganos asesinaran a Catalina, una erudita alejandrina cristiana. La intolerancia religiosa de uno y otro bando ha perseguido el camino del hombre y cobrado víctimas sin reconocer privilegio de género.
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M.Sc. Rolando Delgado Castillo.Profesor de la Universidad de Cienfuegos. Cuba.