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La hermandad de los profetas – por Jorge Ahon Andari (página 4)


Partes: 1, 2, 3, 4, 5

– Eso es lo que ustedes creen. Si no desea escucharme me vuelvo a mi hogar. Hace meses que estoy viajando. En muchas ocasiones me dije que no valía la pena hacer lo que estoy haciendo porque los hombres no me escucharían. No obstante, he sido terco y he querido llegar hasta usted para decirle algo de mucha importancia… No, no me haga ese gesto de fastidio. No se moleste, pues yo me vuelvo y usted se queda cómodo, pero antes quiero dejarle este mapa…

¿Conoce ese lugar? ¿Figura en el mapa de ustedes?… Verifíquelo o hágalo verificar. Tome, se lo regalo. ¡Adiós, señor!..

Se oyó el tack…tack, tack, del hombrecito que se alejaba. El Secretario llamó a un ayudante, y le encomendó la verificación del mapa. A los pocos minutos volvió con el mapa y un papelito abrochado en la izquierda del mismo. Leyó lo que decía: la zona corresponde a un bosque extenso. Se sabe que solo hay árboles y más árboles… Miró el mapa y vio un círculo, dentro del cual estaba escrita la palabra CIUDADELA.

– Busquen de inmediato al viejito que recién salió de aquí y llévenlo a mi oficina. En seguida estaré con él – fue la orden del Secretario General.

El hombrecito no apareció. El Secretario se trasladó a su oficina para desde allí dar las órdenes de la búsqueda por la ciudad, pero al abrir la puerta de su despacho halló al viejito, hundido en un sofá, donde roncaba plácidamente.

-¡Ah, es usted ! – exclamó el hombrecito, desperezándose – . Menos mal que encontré su cuarto de trabajo – agregó.

– ¿Cual es su relato? ¿Que significa la palabra CIUDADELA, escrita en el mapa que me entregó?

Luego de sonreírle, le dijo:

– Bien, Señor Secretario General, siéntese, póngase cómodo, que ahora mismo comienzo… ¡Ah, y no me interrumpa, ni tampoco me pregunte nada cuando termine!..

Además, cuando lo haya oído todo ha de permitir que me vaya sin que nadie lo impida… ¿Acepta la condición?

– Sea como usted dice. Lo escucho…

Y el señor Secretario General de las Naciones Unidas dejó que le relatara, sin interrumpirlo, lo siguiente:

– No tengo noción de lo que ha de suceder cuando usted se entere de lo que voy a decirle, ni tampoco sé lo que ha de ocurrir cuando yo me vaya, pues en sus manos dejo la decisión que deba tomar, difícil por cierto, ya que no habrá tiempo para tomar otra. He aquí lo que conozco:

– He visto la obra monumental que están realizando unos hombres para barrer de la tierra la vida de la humanidad. Aquellos genios trabajaban como una colonia de gusanos al servicio de lo que es un verdadero bastión de la muerte. Allí he conocido a un hombre, a quien llaman el Jefe del Exterminio. Jamás hubiera imaginado que un solo hombre, un solitario, haya concebido con argumentos poderosos la misión de destruir a la humanidad. Sus esclavos trabajan con febril fanatismo porque creen que la verdad ha iluminado al jefe que los manda. La región es secreta. No figura en ningún mapa de la tierra. Cuando llegué a esa comarca, invitado por un hijo mío que trabaja allí, transcurría una tibia mañana de rosados girones en el cielo. La brisa de un ancho río soplaba sobre la ciudadela misteriosa, la que se haya rodeada por gigantescos árboles, árboles enormes, puestos allí para ocultar los preparativos que se están haciendo.

A primera vista todo es desolado, pero debajo de la aparente desolación se construyen centenares de andamios metálicos, de plataformas siniestras, con armas que apuntan hacia objetivos señalados por el cálculo matemático. A cada instante, un monstruo de acero se suma a los anteriores y a cada monstruo le corresponde un punto de la tierra sobre el que habrá de caer. El mapa del mundo está casi lleno de círculos pequeños, que indican que ya están construidos los artefactos respectivos. Al pie de cada uno hay reproducido un mapa, que encierra la región en la que hará su impacto de muerte. La organización y los inventos que han logrado son espeluznantes. No temen a las radiaciones, tampoco a ningún sistema de radar que pueda denunciar la presencia viajera del ataque. Para llegar al objetivo han descubierto una ley, una ley física, la que les ha permitido la construcción de un instrumento electrónico que viaja con la bomba. Esta ley la enuncian así: Si las vibraciones pueden indicar la presencia de algo en el espacio, también pueden esconder objetos en el espacio. Lo que significa que el aparato electrónico, acoplado a la bomba, funciona creando alrededor del proyectil un espacio semejante a cualquier ambiente sin cuerpo alguno. Estas vibraciones le permiten a la bomba viajar escondida y rodeada de un campo de energía que la hace invisible a la vigilancia del radar. Aunque parezca extraño, aunque resulte imposible de aceptarlo, ellos dicen que han logrado su eficacia después de muchos ensayos.

– El Jefe de esta ciudadela – continuó diciendo el hombrecito -, al que llaman el Jefe del Exterminio, es una criatura que, según él, viene desde el pasado más remoto viajando en la corriente de la historia con el propósito de cumplir con la herencia que le dejara el nacimiento de su misión. Si hoy ha tenido que asumir la responsabilidad de establecer el equilibrio perdido en perjuicio de los más débiles, de los más indefensos, si no le queda otra salida es porque el desnivel provocado por la corriente de la historia no le deja margen para ninguna postergación. Tiene en su mente, como una obsesión, la hora de su nacimiento, la hora de su nacimiento, habiéndola convertido en la causa fundamental del sendero recorrido, y hoy, él es el efecto impostergable de aquella causa. Se siente designado por n poder universal que le confiere el mandato de realizar el trabajo encomendado, sin importar si el mismo se logra con la desaparición del género humano. Para él no existe ninguna virtud o cualidad que lo pueda conmover. Es la ley, de la que depende la manifestación de los fenómenos y como una ley de la naturaleza no le importa ni el bien ni el mal…

– Esa misma hermosa mañana, después de haber conocido casi todos los vericuetos de la fortaleza, me introduje en la vida privada de este hombre. Fui a su casa cuando él se encontraba trabajando y revisando los detalles de su enorme máquina de muerte.

En su alcoba sólo había una cama, un escritorio y una silla. Me acerqué a la mesa y entre un montón de papeles y mapas garabateados encontré un cuaderno con el título bien dibujado de "Memoria del Origen de la Destrucción". Quedé un momento impresionado por semejante título. Luego decidí leer aquello que parecía la historia del Jefe. Moví la tapa del cuaderno y en la primer página leí lo siguiente:

"Esta es la historia de la humanidad, encaminada hacia el tiempo de mi existencia. Si la humanidad ha vivido mereciendo mi presencia, yo también he vivido mereciendo la presencia de la humanidad. Ambos nos hemos hecho imprescindibles, nos necesitamos para cambiar el rumbo con que viene avanzando o sucumbir en la dirección del abismo hacia el cual se dirige.

Un poco más abajo continuaba:

"Soy el archivo de esta historia y por serlo llevo grabada una ley del universo que el hombre eligió en los comienzos de su vida. Ella existía en estado latente como muchas leyes que no han sido llamadas a vivir. Cualquier ley, en el ámbito de su prenacimiento, es como una piedra inmóvil que al sacarla de su sitio, su movimiento no termina hasta que haya cumplido con la acción de moverse. La que yo encarno es una ley como tantas en el universo existen. Uno de mis antepasados de la primera hora la eligió, sin darse cuenta de que la misma lo llevaría por el único camino posible el camino que lo traería a mi encuentro.

Fue en el momento de elegir cuando el futuro quedó ligado a la mencionada ley. De la causa primera fue tomada, mal tomada por el apresuramiento de una ilusión que a corto plazo mostraría los primeros efectos. Desde aquel instante viene desarrollándose a lo largo de la descendencia humana.

"No es difícil – continuaba la Memoria – entender esto si nos damos cuenta de aquellas cosas que no existieron pero que estaban o permanecían en estado de predescubrimiento, de prehallazgo. Hoy conocemos muchas novedades que en el pasado se ignoraban, pero esto no significa que no existieron los elementos que luego se reunieron para crear lo que hoy llamamos descubrimiento. En la invención del teléfono, por ejemplo, se utilizaron principios que siempre existieron pero nacieron a la vida terrenal cuando el hombre los organizó para construir dicho aparato. Estos principios o leyes han adquirido vida mundana y han comenzado su ciclo de manifestaciones hasta que se cumpla el destino de su evolución…¿Cuántos inventos realizados por el hombre en algún remoto pasado han terminado su ciclo cuando sus leyes fueran archivadas, inmovilizadas por el reemplazo de nuevos principios? ¿No fueron, acaso, fosilizadas, como si dijéramos que la creación física surgida de aquellas leyes fue eliminada por la llegada de otras? Aún hay millares que el hombre no ha descubierto, pero que no significa que no existan.

Están ahí, en la región del pre-hallazgo, a la espera de que alguien les dé nacimiento terrenal, alumbramiento físico.

La ley que se ha apoderado de mi destino adquirió vida terrena, existencia física, cuando el hombre, un semejante mío, la invocó para que se moviera como causa original de todos los sucesos futuros, ¡y se movió!…¡Vaya si se movió que aún no deja de hacerlo!… Y no puede detenerse mientras no cumpla su período de vida. Una vez terminada su misión, una vez agotada la energía que la mantiene en movimiento, podrá el hombre elegir otra que le sirva para iniciar un nuevo ciclo de vida humana en este planeta"

– El escalofrío de algo tétrico – comentó el hombrecito, interrumpiendo el relato – corrió por todo mi cuerpo. La lectura de éstos y otros párrafos estaban llenos de una temible sinceridad, lo que demuestra el peligro que significa la intención de este endemoniado Jefe. Di vuelta otra hoja de aquel cuaderno y me encontré con otro título que decía: " LA LEY QUE EL HOMBRE ELIGIO"… Comencé a leer lo inaudito de aquella verdad, descubierta por un hombre de genio infernal y esperado por la humanidad. La justificación de su existencia la expresaba así:

"Aquello – decía el cuaderno – que ha de regir una vida es como una nota musical en el mundo de la espera, en el mundo de la opción.

Una vez descubierta una nota o elegida una ley, es imposible retroceder porque tanto una como la otra descienden al plano de la manifestación terrena, en donde se adueñan de un comienzo para llegar a un fin. Sería imposible admitir que una nota musical dejara de existir después que el hombre la haya descubierto. Esta nota seguirá usándose siempre porque integra la escala de la vida musical terrena. De igual manera, la ley que yo encarno sería imposible inutilizarla sin la eliminación de la humanidad. Con la destrucción del género humano, recién podrá desaparecer la ley que el hombre adquirió en el principio.

¿Cuál es esta ley?… Ella fue sacada de su estado invisible, de su estado inofensivo, cuando mi semejante asumió la responsabilidad de una decisión por influencia de su voluntad arbitraria. Lo hizo en una época en que tomó uno de los dos caminos que tenía por delante. La ley adquirió vida corporal porque su decisión prefirió imponer la fuerza sobre su hermano, en vez de compartir los beneficios de una naturaleza inagotable y feliz de estar al servicio de la equidad.

"Hace muchos años, perdidos entre los millones que han pasado, la criatura animal que evolucionaba hacia la criatura humana, estaba a punto de recibir el despertar de la consciencia para convertirse en una individualidad y pasar a ser el individuo que luego veríamos actuar en el largo camino de la historia.

Antes de poseer la consciencia o sea, la facultad de darse cuenta, el prehombre vivía como los demás animales, sin la obligación o la tentación de tomar decisiones de manera independiente. Toda decisión estaba regida por el instinto intuitivo o la intuición instintiva. Para simplificar el relato, usaremos la palabra intuición, pues la intuición estaba regida por las leyes de la naturaleza, cuyas leyes obraban o funcionaban como una central eléctrica.

"Un ejemplo: Si el deseo de comer era una urgencia de la vida animal del prehombre, la intuición se ponía en contacto con la central de las leyes de la naturaleza. Esta central, enterada de la urgencia, guiaba al prehombre por medio de la intuición hacia el lugar donde podía saciar su apetito. Repito, no había decisiones individuales… Pero llegó el día en que esta criatura debía convertirse en el hombre, con una energía que lo haría un ser humano con el privilegio de elegir…¡Y eligió!

"El prehombre iba a darse cuenta de las cosas que veía y tocaba, de su existencia y de la de los demás. El peligro era inminente aunque existía la gran esperanza, archivada en los recuerdos del pasado bajo el reinado de la intuición. La armonía de la naturaleza influiría en la opción que le diera la intuición.

"Cierto día, el prehombre traspuso el umbral al caer el velo de una condición animal y despertar con la sensación de cierto hallazgo precioso, que le dio la virtud de apreciar las cosas del exterior.

Además, vino a sumarse el reflejo de una vida interior que le ofrecía la oportunidad de verse en las experiencias que deseaba realizar. Era como un espejo que recibía las imágenes y que también las reflejaba. Su asombro fue enorme porque se daba cuenta de estos fenómenos. Creyó en su existencia, siendo para él un milagro sentir que existía. Creció su asombro cuando vio sus pies y decidió moverlos a su antojo. Si quería detenerse, lo hacía y se daba cuenta, y al detenerse recordaba que un momento antes lo había deseado. Si quería caminar, se daba cuenta y caminaba, recordando también que antes lo había querido en su mente….¡Qué extraño y maravilloso era todo esto!… El asombro siguió en aumento cuando al querer hacer lo habitual, lo cotidiano, experimentó el deseo de no hacerlo. Notó que un mecanismo misterioso enviaba impulsos y emociones y él respondía con el privilegio de elegir. La intuición, un poco retirada a veces y en alguna ocasión casi en el plano de la conciencia recién adquirida, aconsejaba en el sentido de que el hombre hiciera lo correcto, lo justo, pero el hombre comenzó a tomar decisiones por el gusto de experimentar lo distinto. La intuición parecía decirle: ¡No te olvides que estamos naciendo y todo lo que está naciendo tiene la virtud de iluminar lentamente el panorama en donde se ha de vivir!..¡ Hagamos como el sol – insistía la intuición – que cada mañana explora en nuestra tierra con una cautela que le permite observar todo lo que va iluminando!…

Pero la joven razón, la incipiente razón como un brazo de la consciencia parecía responderle: ¡Yo me doy cuenta de lo que hago y de lo que haré! ¡De una cosa parece salir otra y esto lo entiendo porque lo experimento, por eso estoy segura de conocer lo que saldrá de mí cuando realice cualquier acto!.. La intuición insistía con nuevas advertencias, diciéndole: ¡Ten cuidado, que toda elección tiene dos caminos y cada uno conduce a consecuencias distintas! ¡Elige, teniendo en cuenta la visión de ayuda, el afán del compañerismo, elige para más de uno, elige para crear los lazos de hermandad! ¡No lo hagas para ti solamente ni lo hagas para destruir, que destruyendo te perderás en los efectos de tu conducta en el futuro!…

"Al hombre le agradaban estas secretas conversaciones que sucedían dentro de él. Le parecía que era doble, que era un individuo dividido en dos porque escuchaba dos voces distintas, o le parecía que él se ubicaba alternativamente en cada uno de los seres de que estaba compuesto. La razón se ejercitaba. La mente le descubría habilidades insospechadas. Presentía que en su cabeza se reunían ciertos impulsos, los que daban nacimiento a las ideas, ideas que surgían incoherentes y que luego tomaban coherencia en cualquier momento del futuro. No comprendía muy bien que estaba formando juicios, pero sí entendía que su mente se asemejaba a una sucesión de olas. Una vez formada una idea, ésta la comparaba con una ola que arrastraba tras de sí a otra ola, a otra idea.

Luego otra ola y otra idea hasta formar un cúmulo tal de ideas relacionadas que terminan en un pensamiento, un juicio, un racionamiento. Nunca la superficie parecía calmarse, nunca la mente parecía detener la elaboración de ideas. De esta manera, el hombre se estaba acercando al instante decisivo de hacer uso de los poderes despiertos de una consciencia inexperta… Todo cuanto ocurrió en aquella época quedó grabado en mi memoria, tan vieja como el mundo.

"Ahora – seguía diciendo el cuaderno del Jefe – imaginad la pureza de la mente de los primeros hombres, pensad, también que la consciencia recién obtenida no tenía nociones acerca del castigo, no había sentido el escozor punzante del cuerpo lastimado, y lastimado nada menos que por un hermano de raza. Imaginad que la mente no había registrado aún ninguna causa que fuera capaz de generar los efectos de la reacción, en la que hubiera sentimientos de venganza. Por supuesto que antes hubieron cuerpos lastimados, peleas, golpes y brutalidades, pero eran acciones de ataque y defensa de una vida que no poseía la intención mental de los actos. Eran acciones y reacciones sin consciencia de los mismos. Había, por lo tanto, diferencia entre el prehombre y el hombre. La mente de este último no había archivado el dolor de la injusticia, el sufrimiento del primer golpe.

La consciencia era una superficie limpia, virgen, que desde su despertar no había experimentado lo que ella podría calificar de injusto. La ley no había descendido a la materia del cuerpo humano para iniciar su larga aventura de manifestaciones, su larga trayectoria de efectos y mas efectos.

" Dos hombres iban a enfrentarse para decidir el futuro de la vida terrestre. Uno de ellos se acercó a la oportunidad de elegir y eligió. Su mente, su corazón, su cerebro y la intuición libraron una batalla sin precedentes. Torbellinos de ideas se buscaban bajo una tempestad silenciosa, azotando la intimidad del hombre que se adueño de la ley. El poder del universo, depositado en las manos de la vieja y sabia intuición, le murmuró la belleza de la vida sin primacías de mando ni voluntad de caprichos tiránicos. La razón inexperta pero convincente anteponía la creencia en la sumisión, la que debía lograrse bajo la fuerza del mando personal y único. La mente como un campo de batalla se agitaba, produciendo ideas para los dos bandos…. La intuición, la buena y experimentada intuición, que venía desde la célula acumulando conocimiento a base de infinitas adaptaciones, no podía hacerse oír, pues su voz de tono humilde sufría los gritos alocados de la terquedad. Sólo en breves momentos de quietud, reposo, pudo susurrar algunas verdades que no fueron oídas.

"La idea del mando, la idea del predominio, sencilla primero, siniestra después, comenzó a triunfar y la ley de esa idea se acercó con sutiles vibraciones al hombre que la atraía, que la llamaba. La ley vibraba, arrimándose al pensamiento de quien la elaboraba. Ella parecía punzarle las sienes porque dentro de él se levantaban ya las formas de una creación mental que la voluntad acariciaba con el impaciente afán de corporizarla. Las manos se crisparon ante la embriaguez de la visión estúpida, cuya visión le mostraba a su descendencia coronada por la hegemonía del poder, avanzando sobre una legión de espaldas serviles, condenadas a la impotencia. Todo esto vio el hombre en el futuro. Vio a su raza dividida en esclavos y reyes, en tiranos y siervos, en privilegiados y desheredados. Y creyó, pleno de orgullo, que la evolución de la raza humana dependía de los reyes, de los tiranos, de los dotados por la fuerza, y que los otros, los humildes, los débiles, los inocentes por la imposición del trabajo rudo, estaban para servir con el sudor y agotamiento a los señalados por la evolución del músculo…. Así lo vio y lo creyó. Puestos que lo vio y lo creyó, llegó el día de la inaudita decisión. El primer hombre, frente a su semejante, debió imponerse por la fuerza. Cuando lo hizo, lo hizo convencido.

"Había llegado el instante de la tierra, el día en que el universo se encontró encerrado en el diminuto espacio que ocuparon los dos hombres, de los cuales uno eligió la ley de sus vidas futuras. Los animales presintieron que algo supremo estaba por suceder. Las aves y demás criaturas del reino salvaje emigraban, huían y se desorientaban como si una tormenta las amenazara desde todos los puntos del horizonte.

"Uno de los hombres se adelantó del sitio en que se encontraba y llegó junto a su hermano con la intención de comunicarle la necesidad de ser él el Jefe de una descendencia que gobernaría sobre la de su semejante. Comunicó la decisión con el semblante transfigurado por el convencimiento de la razón, de su mente defendieron posiciones opuestas. Mientras tanto, en el aire se agitaba la ley de la hegemonía elegida. Viraba como vibra el alma que se acerca y envuelve a la madre encinta cuando está por nacer el cuerpo de su hijo, en cuyo cuerpo se ha de introducir con el primer aliento de la respiración. Zumbaba la ley mientras el hombre estaba a punto de provocar el nacimiento del acto, en cuyo acto habría de introducirse para iniciar su ciclo de vida.

"Como la conciencia de su hermano de raza no admitió el poder absoluto de la fuerza porque la fuerza había sido reemplazada por la inteligencia, y siendo la inteligencia la única autoridad que debía gobernar en cada individuo para que la evolución del hombre creciera como aspiración natural de los ideales, y siendo la inteligencia la única corona que tendría el derecho de gobernar en cada individuo para que la evolución del hombre creciera como aspiración natural de los ideales, y siendo la inteligencia la única corona que tendría el derecho de gobernar sobre los demás, de más estaba, entonces, la fuerza que anhelaba ser soberana a través de una sola voluntad despótica. Pero el otro hombre desoyó la verdad de esta reflexión porque ya lo había embriagado la ley del mando prepotente, del mando que esperaba el acto para corporizarse en la vida humana. ¡Así nació la ley elegida!

"Nació cuando la ambición del ungido por sí mismo decretó la superioridad del músculo, avasallando la mansedumbre del hermano. Cuando la mano de la violencia se adueño de la paz de su oponente para imponer el dominio arbitrario, la ley del castigo nació y vió la luz, y produjo de inmediato la reacción de otra ley, la ley opuesta que respondía con la compensación en la mente del hermano que sufrió la sorpresa de sentir en su interior el nacimiento de la revancha. La mansedumbre del hermano, transformada en rebelión, alteró el clima de la relación en los seres de la misma especie. La ley del castigo creó la ley del desquite.

"A partir de entonces, los ungidos, los favorecidos por la tradición de aquel primer golpe, escalaron sitios de mando apoyados en la servidumbre indefensa de los humildes, de los acobardados por el sufrimiento…

Pero los de abajo, los de la plebe desheredada me han tenido hasta hoy en el vientre de la paciencia. El tiempo ha madurado la gestación y he nacido. Aquel que eligió la ley en su favor, también me eligió a mi como brazo armado del desquite, cuya ley me ha hecho jefe del Exterminio.

"La piedra que rueda por la ladera de una montaña no puede quedarse en mitad de la caída, ni puede volver al sitio de origen. Debe cumplir con el impulso en el lugar donde quedará incrustada o hecha pedazos. De igual manera me obliga el compromiso que hoy vence. Nada injusto usaré, solo la natural cosecha de mi voluntad que ya conoce la misión encomendada. Como fiel heredero seré equitativo con la muerte y la destrucción para que mañana surja la nueva oportunidad de elegir, de elegir con la experiencia de esta gran enseñanza.

"Estas páginas quedarán selladas hasta que los hombres estén en condiciones de tomar el verdadero camino de la inteligencia humana. Los dos reeducados o los pocos hombres que han de quedar han sido seleccionados y están viviendo en un ambiente de idéntica virginidad de consciencia como en los primeros tiempos. Ellos recibirán estas páginas con las debidas instrucciones. Vivirán bajo un inmenso lago de aguas cristalinas, en donde se han construidos las comodidades de un hogar, que los cobijará mientras dure la amenaza del aire envenenado.

Bajo el agua recibirán la luz del sol a través de grandes bóvedas de vidrio. No digo más. En la página siguiente esta la fecha…."

Al llegar aquí el hombrecito detuvo el relato. No obstante la serenidad de su ánimo, pareció inevitable la alteración de su semblante. El grave anuncio de la fecha hizo temblar la firmeza de su voz.

– Aquel cuaderno infernal – continuó – me hizo sentir la angustia del ahogo. Me hizo experimentar la anulación de la vida. En realidad, estamos bajo el capricho de un hombre que posee la serena convicción de ser un predestinado. La sinceridad de sus páginas me asegura que ocurrirá lo anunciado por él…¡Sólo un milagro lo impedirá!… ¡Un milagro, digo yo, cuando los milagros han sido desterrados porque donde habían virtudes que fueran capaces de milagros hoy quedan desengaños!… A usted, señor Secretario, le toca la misión de enfrentar la incredulidad de todos los delegados del mundo. Se reirán de usted, se burlarán y usted quedará disminuido en su cargo… En fin, tal vez haya una solución…

– La página siguiente – siguió diciendo el viejito – contenía lo que me asustaba leer. Con ánimo desfalleciente leí la profética fecha.

Las palabras, escritas con mano firme, expresaban la siguiente voluntad:

"Yo, El jefe del Exterminio, en quien se ha encarnado la LEY DEL DESQUITE, cumpliré con los designios de la VENGANZA, destruyendo a toda la humanidad el primer día de descanso del mes de…

La puerta del despacho se abrió bruscamente, dando paso a un hombre de rostro preocupado. Sin mediar ningún tipo de cortesía, le dijo al Secretario:

Señor, ha sido violada la paz entre los países…

El Secretario no dijo nada. Escuchó la novedad con la mirada puesta en el hombrecito, el que comprendiendo la situación, se puso de pie, se movió en dirección del Secretario, se inclinó y le dijo al oído la fecha esperada. Luego, en voz alta agregó:

– ¡Adiós, señor Secretario General de las Naciones Unidas!… Lentamente se dirigió hacia la puerta abierta, trasponiéndola. De nuevo se oyeron los pasos del viejito y su bastón. Tack…tack, tack… Alejándose con la misma lentitud con que llegara, se fue apagando el tack… tack, tack en el pasillo.

CAPITULO IV

La ley del retorno

El hombre ha de ser siempre la referencia o el testimonio para comprender lo que ha sucedido, le sucede y le sucederá a la humanidad. El es la idea inagotable que explica lo que necesitamos saber. Sólo hace falta que la ubiquemos donde corresponda para que nos diga lo correspondiente.

Cuando el ser humano protagoniza un suceso, se convierte en la idea del suceso. Si ha sufrido un accidente, el hombre es la idea del accidente. Si ha castigado a alguien, es la idea del castigo o si ha sido el autor de una muerte, él manifiesta la idea del asesinato. Si destruye, haciendo que la destrucción tenga por escenario a pueblos o naciones, el ser humano se convierte en la idea del saqueo o de la guerra. Si ha hecho que la humanidad se haya dividido en dos grandes regiones de riqueza y escasez, de abundancia y miseria, es porque domina en su naturaleza la idea de la división… Pero al mismo tiempo, como si se volviera otro personaje, como si cambiara de ropaje, realiza acciones de caridad, de justicia, llegando al heroísmo de dar su vida en aras del bien por el bien mismo, convirtiéndose entonces en la idea de bondad.

A esta altura de los sucesos humanos, después de haberlo visto actuar en tantos escenarios posibles, nos sentimos casi seguros de aceptar las dos manifestaciones de su naturaleza, la que por un lado expresa al hombre externo y por el otro al hombre interno.

Uno de los dos se halla agotado y enfermo, debilitado por los mismos errores, que a lo largo de su historia los ha provocado sin haberlos eliminado. El otro, el que en raras ocasiones pudo hacer algo, espera en vigilia permanente, sabiendo que el tiempo se agota y la oportunidad se acerca.

Con un ejemplo, nada más, le fue posible a Jotanoa poder apreciar la capacidad del hombre interno cuando tiene la ocasión de actuar, de pensar o de influir en nuestra conducta.

Dime, Eben Alb – fue la pregunta que Jotanoa le hiciera en relación con lo expuesto en el párrafo anterior -, ¿que diferencia existe entre el hombre interno y el hombre externo?

A Eben Alb no le sorprendió la pregunta, mas bien parecía estar esperándola con el ejemplo que le dio.

– Busca – comenzó a decirle – entre los recuerdos de tu vida presente la imagen de la persona que por alguna razón desconocida te pareció desagradable… No solo desagradable sino antipática y hasta repulsiva… Siempre encontramos esa clase de persona que nos afecta, a tal extremo que exageramos la opinión que injustamente nos formamos de ella. Ahora vas a experimentar dentro de ti la impresión que te causara esa persona, ¡Reprodúcela, visualízala, colocando su imagen dentro de ti, aquí, donde quede expuesta a lo que ambos sintamos por ella! Yo solo voy a ayudarte a sostener la imagen.

Jotanoa hizo lo que Eben Alb le había pedido. Recordó a alguien y lo visualizó, ubicando dicha imagen en la zona psíquica de Eben Alb y ocurrió lo esperado por Eben Alb y lo inesperado por Jotanoa, pues Jotanoa no sintió lo que había sentido cuando lo juzgó sin la ayuda interior.

Ahora, bajo la influencia de la comprensión interna, desaparecieron las impresiones negativas, se esfumaron los sentimientos de repulsión y la persona, de la que se había formado una opinión tan adversa, apareció como un simple ser humano inocente, como una criatura buena, sintiendo, además, algo cercano a la simpatía.

– Ya tienes – le dijo Eben Alb – el método para eliminar o amortiguar la influencia negativa de la naturaleza exterior del hombre, me refiero a la naturaleza que se deja dominar por las apariencias… ¡Cuando pienses mal de una persona, invita a su imagen a que visite tu interior y verás como desaparece la opinión adversa con que la calificas!

Jotanoa ya estaba esbozando una nueva pregunta cuando su Alguien del Alma se le anticipaba para decirle:

– Tu pregunta parece esbozando una pregunta cuando su Alguien del Alma se le anticipaba para decirle:

– Tu pregunta parece dirigida a saber por qué la imagen visualizada en nuestro interior nos ayuda a ver el lado bueno de la gente. La respuesta puede ser tan larga que con ella podríamos escribir la historia de la humanidad. Sin embargo, la respuesta la encontramos donde pocas veces buscamos, donde nos cuesta admitir que puede haber lo que necesitamos.

Por último, te digo que aquí donde me has encontrado dispuesto a mejorar las intenciones de tus ideales, nunca hallarás la opinión del desprecio, la condena del odio ni el juicio malintencionado. El sentido común nos advierte que donde solo se admite el bien es donde se puede encontrar la esencia incontaminada de cualquier persona. Mayor fuerza tiene el sentido común cuando nos consideramos la contraparte de aquello que, allá afuera, adquiere la dimensión del daño inútil, allí donde se ha creado el hábito de usar la herramienta de la justicia para cultivar el terreno de la injusticia.

Luego de la pausa acostumbrada que Eben Alb se tomaba, se acercó al tema de mayor importancia:

– La respuesta nos dice, además, que la comprensión interna reemplaza al juicio de la comprensión externa…¡Ahí están los dos escenarios de la vida terrenal! ¡En uno de ellos, el hombre se hace el Hijo de Dios cuando descubre a Dios dentro de sí mismo! ¡En el otro escenario, el hombre sigue siendo el Hijo del Hombre por no haber logrado aún lo que el otro pudo lograr!… La humanidad ha sido gobernada por el Hijo del Hombre durante los períodos de violencia y demás desastres de intolerancias raciales, religiosas y políticas… demás desastres de intolerancias raciales, religiosas y políticas… ¡Fueron épocas bajo el dominio de la comprensión externa, durante las cuales nunca intervino la influencia de la comprensión interna!

Al Hijo del Hombre, lugarteniente de la comprensión externa, lo detiene el miedo a su propia destrucción, pero si logra superarlo con la seguridad de sobrevivir ha de seguir provocando, no ya a su semejante, sino a las leyes de la naturaleza. Las leyes de la naturaleza no amenazan, ellas reaccionan con la consciencia de mantener el equilibrio de sus leyes.

A todo esto, Jotanoa se dejaba llevar por la duda y por lo que a diario le sucedía a la humanidad. En su imaginación se reproducía el poder eficiente y peligroso de los Hijos del Hombre. Sentía que la amenaza era algo sigiloso que empujaba hacia el suceso sin retorno de la destrucción total.

El Jefe del Exterminio era el símbolo permanente de quienes parecían dispuestos a interpretar al personaje apocalíptico. Además – pensaba Jotanoa – todo se halla a favor de los Hijos del Hombre debido a que la comprensión externa se aprovecha de la mansedumbre de la paciencia, exprimiéndola sin la piedad de una mínima reparación. Mientras Jotanoa se atemorizaba por el testimonio de los acontecimientos diarios, Eben Alb se sonreía porque él se dejaba llevar por la visión de su consciencia extendida.

Si bien – le dijo, alejándolo de la duda – las amenazas pueden estallar en cualquier momento, eso sigue siendo el argumento de la comprensión externa, pero allí donde la armonía universal mantiene el equilibrio de las fuerzas antagónicas, se está gestando algo, algo de calidad maravillosa que puede alcanzar la categoría de milagro…

Si la comprensión te permitió juzgar con benevolencia, la misma comprensión nos llevará por el sendero que en otra época fue transitado por la Hermandad de los Profetas. Hoy podríamos repetir una experiencia parecida si nos animáramos a integrar una Hermandad del Alma para que actúe en el futuro como la Hermandad de los Profetas según la Ley del Retorno. Aquellos que sientan la devoción en su ánimo y lo anhelen con el fervor de la confianza, tendrán la oportunidad de encontrar en su silueta llena de Alma el apoyo de la comprensión interna para unirse al grupo de la Hermandad del Alma.

INTRODUCCIÓN AL RITUAL

DE ADMISIÓN

El hombre, en el pasado, se acercaba a los dioses por intermedio del sacrificio de víctimas humanas y de animales. Con el dolor y el sufrimiento solicitaba la ayuda de la divinidad. La sangre de la víctima era la ofrenda que enrojecía el altar de los dioses. Durante muchos siglos fue la practica admitida por el orgullo de quienes la mantenían como único medio de satisfacer las exigencias del Dios de turno…¡Pero las ofrendas no mejoraron nada y la injusticia de las ambiciones siguieron gobernando en perjuicio de los de siempre!

Durante los nuevos siglos de una era llamada "del amor" se llenaron los altares del único Dios con los sacrificios de condenados por el delito de herejía, es decir, por el delito de no pensar ni creer en lo que mandaba la autoridad del culto oficial. Con toneladas de sangre pretendieron oscurecer la bondad de un Dios que permanecía desconocido y alejado de las decisiones de quienes reemplazaron a los primitivos sacrificadores. Tampoco dio resultado el método sanguinario, el que solo cambió las víctimas voluntarias de los antiguos por las víctimas involuntarias de los nuevos siglos… Al parecer, el Dios verdadero seguía alejado de las decisiones de quienes no querían aceptar la única cualidad universal de Dios, la del Amor.

Mientras tanto, la paciencia de los indefensos, de los humildes de la humanidad, continuaba soportando la carga de las injusticias milenarias. De vez en cuando, la paciencia agotada se ofuscaba incendiando el mundo por los cuatro costados, sacrificando a millones y millones de seres humanos en respuesta a la paciencia ofuscada. Después de este tipo de desahogo, la paciencia volvía a su valle de mansedumbre a esperar como siempre abandonada a su propia suerte…

Quiso el rezo de oraciones reemplazar a los sacrificios de antaño. Tampoco dio resultado. El rezo alivia el sufrimiento, solo lo alivia sin eliminar la causa. De acuerdo con los testimonios, el Dios verdadero seguía oculto y alejado del ruego de las oraciones. Los humildes de la humanidad continuaban con la paciencia a cuestas soportando la carga que agobia y cansa. Detrás del rostro de piel curtida y endurecida por la fatiga se habría descubierto el horizonte del Dios oculto si la persecución hubiera estado ausente y no allá afuera, que allá afuera el ruego de las oraciones se encuentra con la expansión del universo, alejándose con él. Lo apropiado y beneficioso hubiera sido que la santidad del rezo fuera el compañero fiel en la expansión de la consciencia interior del hombre.

Para Eben Alb toda repetición agrega nuevas ideas que enriquecen a las anteriores.

Por tal razón él le repetía a Jotanoa que en la intimidad de cada ser humano habita la divinidad del hombre, el Dios tantas veces buscado y nunca hallado allá afuera. Ya no quedan argumentos para negarlo. Solamente es necesario comprender que donde mayor consuelo y apoyo recibimos fue y será dentro de nosotros, pues de allí nos viene el buen ánimo y la esperanza de vencer las dificultades y los sufrimientos. Jamás nos llegó de afuera algo similar. Si algo ha venido de afuera ha sido el desafío que ha provocado la reacción de nuestra fuerza interior, cuya fuerza nos viene de más adentro aún. Si voluntariamente hiciéramos el esfuerzo, muchas veces placentero, de viajar hacia el altar de nuestro Dios individual, si lo hiciéramos con la misma reverencia con que nos arrodillamos ante nuestra adoración exterior, sentiríamos que la energía de una fuerza divina nos comunica la presencia de su poder y la bondad de su ayuda… De rodillas en nuestro templo interior del Alma, nos alcanzaría el don o la gracia de sentirnos los Hijos de Dios para obtener, de este modo, el privilegio de elegir la misión que nos gustaría realizar allá en el futuro cuando la Ley del Retorno nos permita regresar y cumplir con lo que prometimos hacer… Por supuesto que hace falta pasar por el período de merecimiento, el que solamente nos pide vivir las lecciones de la tolerancia, de la justicia, de la bondad , etc…

Bien vale la pena utilizar la hermandad y la amistad como medios de ayuda y de relación entre nosotros, los seres humanos. Esa sería la conducta adecuada que nos llevaría hacia el imperio invisible de nuestro interior. Los pasos previos están llenos de sorpresas agradables pero también de pruebas que nos hagan dignos de seguir nuestro viaje. Las pruebas nunca tienen otra misión que la de ayudarnos en la comprensión interna de aquello que nos sucede, pero jamás la intención de castigo. El aparente castigo nos alcanzaría si no quisiéramos aceptar la comprensión que nos toque asimilar o si nos alejáramos de la responsabilidad asumida.

También le había dicho que el panorama mundial se estaba adecuando al proyecto después de quedar comprobado el fracaso de todos los métodos aplicados. Además, le había dejado en claro a Jotanoa el anhelo de invitar a tantos seres humanos que se mantienen independientes en el bando de los incrédulos, de los desconfiados, de aquellos que nunca encontraron respuestas a sus inquietudes espirituales. Ellos serían los posibles candidatos a integrar el proyecto de la Hermandad del Alma, sin dejar de lado a los que viven en buenas relaciones con la intuición del Alma.

Una sola dificultad habría para quienes se hagan eco del proyecto y quieran unirse a la Hermandad. Sería la de no tener una institución mundial que los agrupe y los guíe en los pasos previos y les ofrezca el archivo exclusivo destinado a los informes.

Sin embargo, Eben Alb intentaría por intermedio de Jotanoa hacer algo en relación con la dificultad mencionada.

Por ser Jotanoa miembro activo de una institución mundial, dedicada al desarrollo de las cualidades internas y al conocimiento de las facultades psíquicas, haría lo necesario para que en dicha institución se creara un departamento exclusivo que tuviera a su cargo el proyecto de ambas Hermandades.

¿Cuál sería la misión del mencionado departamento?… La formación, en primer lugar, de una Hermandad del Alma, la que llegaría a constituirse después de que cada miembro aspirante haya realizado el ritual que le ha de permitir conocer el nombre con que bautizaría a su Alguien del Alma, también llamado Ser Interno o Personalidad del Alma. En el mismo ritual o en otro se le pediría al miembro el deseo de nacer en el hogar de una de las familias relacionadas con los poderes políticos, económicos, religiosos del mundo, en cuya familia tendría la ocasión de llegar al sitial que le ha de permitir usar o manejar uno de los poderes mencionados más arriba. Los demás aspirantes, siguiendo este mecanismo, harían lo mismo, con lo que se llegaría al número suficiente de miembros como para integrar la hermandad de los profetas. También en el ritual estarían aquellas ideas que serían aplicadas allá en el futuro cuando los profetas se reconozcan. ¡No hay mejor profeta que aquel que sabe lo que hay que hacer mañana!

¿Que cómo podrían ellos reconocerse?… Debido a que la institución sería una organización existente en la época del reconocimiento, ella comenzaría la tarea de hacer llegar a quienes estén ocupando los sitiales de poder la invitación que contendría la sugerencia de descubrir a los posibles integrantes de la Hermandad del Alma. Hemos de suponer que la respuesta a la invitación haya sido todo un éxito y que una vez logrado el propósito de interesar a los posibles candidatos, se comenzaría con ellos un período de estudio, o más bien un curso de desarrollo psíquico para que cada uno descubra el nombre con que su ser interno fuera bautizado en el pasado. El nombre descubierto tendría que ser el mismo o uno parecido al que figura en el informe archivado. Cumplido este requisito se estaría ante los integrantes de la Hermandad del Alma, que a la vez serían los que constituyan la Hermandad de los Profetas porque ellos, en el pasado, se dieron la misión de encontrarse en el futuro con la intención de aplicar algunas ideas. Se les dirá, entonces, que tales ideas fueron visualizadas en el pasado, las que estarían en la memoria del ser interno y que ellos las reconocerían como algo familiar cuando llegue la ocasión de sentirlas en su interior.

LA HERMANDAD DE LOS

PROFETAS ANÓNIMOS

Si ocurriera que la institución sugerida no quisiera aceptar o no pudiera realizar la tarea propuesta en los párrafos anteriores, quedaría entonces la integración anónima de la Hermandad de los profetas sin la previa Hermandad del Alma. La seguridad de un encuentro en el futuro no sería la prevista debido a que cada uno se las tendría que arreglar sin que nada ni nadie, en el plano terrenal, los reúna y los eduque en el desarrollo de las facultades psíquicas, algo tan necesario como medio eficaz para descubrir en la memoria del ser interno lo que en el pasado quedara grabado o archivado. Si este fuera el caso, entonces cada uno haría los arreglos convenientes para descubrir dentro de sí a su Dios Personal y que una vez descubierto obtendría el privilegio de sentirse uno de los Hijos de Dios, con lo que se habría ganado el derecho a utilizar la Ley del Retorno y la posibilidad de llevar a cabo la misión que se proponga cumplir.

Ante esta eventualidad era inevitable que Jotanoa se hiciera las siguientes preguntas y reflexiones:

– Si los obstáculos y las dificultades persisten, ¿qué debo hacer con las ideas que aparecen en la mente y se quedan a la espera de ser difundidas? Si el intento de lograr que una institución se haga cargo de la tarea de agrupar a los que quieran participar del proyecto fracasa, ¿qué debo hacer con la idea de crear una Hermandad del Alma para que luego llegue a constituirse en la Hermandad de los profetas, después que los integrantes de la misma se hayan comprometido en beneficiar con ciertos principios a la humanidad cuando en el futuro estén de nuevo viviendo en el plano terrenal gracias a la ley del Retorno?

El que vino en auxilio de la incertidumbre por la que estaba pasando Jotanoa fue Eben Alb, quien le renovó la confianza en lo que venía haciendo al decirle:

– Nadie te dirá lo que debes hacer, nadie del mundo de afuera lo hará con la seguridad de saberlo. Estos son los momentos en que nos quedamos solos y es cuando dejamos de lado la vanidad de la comprensión mundana para sentirnos acompañados de una profunda humildad y para que nada de interés personal obstaculice la respuesta que necesitamos…¡Y esto sucede cuando te siento venir desnudo con el amor encendido en la idea y cuando la idea habla por sí sola de la intención que le dio nacimiento!.. De ahí en adelante ya no es tuya la idea, ya no te pertenece, pues ella quedará incorporada a la propiedad común de la humanidad, al bien común de la inteligencia humana, de donde la tomará quien la quiera convertir en argumento de lo que desee hacer.

El destino final tampoco depende de ti, como tampoco depende de ti si el uso que le den sea de beneficio o de perjuicio, o si ha de servir para aumentar la injusticia o para fortalecer la justicia. Quien la haga suya se hará responsable de las consecuencias y nadie más que él y sus adherentes merecerán el premio o el castigo. Allí, en el horizonte de la tierra, en ese horizonte que nos trae cada día la opción de elegir de una manera o de otra, estará lo que ahora te preocupa.

En el ánimo de Jotanoa quedaron resonando las palabras de estas reflexiones. Las recordaba cada tanto para renovar la esperanza de no estar insistiendo en vano. Si bien era la mínima unidad de vida entre millones y millones de seres de su especie, él se amparaba en el convencimiento de ser una chispa de energía que podía activar la energía del Alma de la humanidad. Sin embargo, lo esperaba la inseguridad para luego encontrar refugio en la seguridad interior. Si se dejaba llevar por la desconfianza era para luego fortalecerse en la confianza. Eran los vaivenes diarios por los que pasaba Jotanoa ante la enorme importancia del proyecto o ante la pequeñez sin importancia del mismo. No en vano, Eben Alb terminaba de animarlo a enfrentar el momento de estar solo y decidir sin el apoyo o la ayuda exterior.

Por qué había llegado el momento de estar solo, se preguntaba Jotanoa. Eso lo entendió al interpretar el significado después de una experiencia psíquica…

Y aprendió que las ideas se asocian en la mente cuando la situación exterior se vuelve grave y cuando quien la sufre ruega por obtener el alivio de la comprensión de aquello que está ocurriendo. Se dio cuenta de que las ideas se asocian en la mente cuando la situación exterior se vuelve grave y cuando quien la sufre ruega por obtener el alivio de la comprensión de aquello que está ocurriendo. Se dio cuenta de que las ideas asociadas se convierten en imágenes, cuando han sido interpretadas, se convierten en las nuevas ideas que la situación requiere.

Para estar solo hace falta alejarse de todo, ya que así comienza el momento de quedarse consigo mismo.

A partir de ahí le pareció a Jotanoa envolverse en la sensación de sí mismo para sentirse sumergido en su propia vida, en la unidad de su vida, sin que nada viniera a perturbar la soledad de estar solo. Ya había cerrado los ojos cuando apareció en su mente el paisaje de un terreno recién labrado y al parecer, recién sembrado. Casi a los pies de él, el suelo empezó a abultarse empujado por el brote de una semilla. El brote asomó y creció el tallo hasta convertirse en árbol. La imagen del árbol se convirtió en la idea del crecimiento. La imagen del crecimiento se transformó en la idea de su vida interior, madurando de adentro hacia afuera. De ahí en adelante, se exaltó la imaginación y Jotanoa se vió crecer desde el sueño de la semilla hasta la robustez del árbol….¡Sintió la soledad de la semilla refugiándose en la ternura de la tierra y amándose en la visión del árbol….

¡Sintió la soledad de la semilla refugiándose en la ternura de la tierra y amándose en la visión del árbol que a corto plazo llegaría a ser! ¡De inmediato se identifico con la analogía, al sentir que la idea de la Hermandad de los profetas se refugiaba en el vientre del porvenir y se amaba en la visión de su existencia terrenal cuando el futuro le mostrara el escenario de su misión!…

SUGERENCIAS PREVIAS

Aunque en el libro primero ha quedado escrito lo que se puede hacer para acercarse al ser interno, y como es posible que no lo hayan leído, le sugiero tener en cuenta lo que a usted lo que a usted le haría falta antes de realizar el ritual de admisión.

Comience por mirar dentro de usted con la intención de descubrir que allá en el fondo de su ser hay un horizonte, en cuyo horizonte espera ver asomar un sol, el sol que alumbrará las oscuridades que en su mente han venido acumulándose por la influencia de supersticiones y de tradiciones que han quedado superadas por la evolución de su vida presente.

Con los ojos cerrados visualice o mejor dicho, dibuje en su interior un sendero que viene de ese horizonte y termina donde usted está ahora. Dándole la espalda a ese mundo de afuera, ese mundo que tantas veces lo ha engañado y que tantas veces lo hizo sufrir con las ilusiones que le ofrecía, dándole la espalda, empiece, con la mirada puesta en ese sendero a caminar con los pasos de la comprensión interna.

La comprensión interna nos sugiere que todo lo que viene de afuera a través de los cinco sentidos físicos debe ser revisado por nuestro Alguien del Alma, quien por su capacidad universal de ver las cosas, seleccionará lo que considere verdadero y útil, siempre en sentido general y casi nunca en sentido individual.

Ponga en ese horizonte interior su aspiración o, más bien, su deseo de conocer los errores que influyen en su conducta humana. En primer lugar, debe aceptar la imperfección en nuestro modo de vivir. Si se da cuenta de su imperfección, comprenderá que debido a ella usted ha tenido decisiones equivocadas que lo han alejado de una convivencia feliz y de una relación de bienestar entre sus semejantes. A partir de ahí, ingrese al sendero interior y ruégele a su ser interno que lo ayude a descubrir los defectos que perjudican su vida y pídale, con la misma devoción con que le ruega a su Dios, que le diga de qué manera puede eliminar los defectos que vaya descubriendo.

Si usted está de acuerdo con lo que le estoy diciendo, entonces, le sugiero cómo dar los primeros pasos que lo vayan acercando a su interior, donde una presencia de cualidades divinas le ayudará, siempre que se preocupe en escuchar su voz, su voz humilde, que le llegará por intermedio de intuiciones o de corazonadas o por medio de imágenes interiores.

Quiero suponer que usted sabe relajarse, pero si no lo sabe hay una guía general que nos dice que debemos aprender a disminuir el funcionamiento de los cinco sentidos físicos, llamados también sentidos objetivos… ¿Qué significa esto?.. Pues significa que la capacidad de ver con los ojos físicos debe adormecerse o anularse a tal punto que nos parezca ver con los ojos de la mente. Si los oídos que nos sirven para oír lo que sucede a nuestro alrededor, también tienen que adormecerse hasta no escuchar nada.

Después, hacer lo mismo con el sentido del gusto, del olfato y con el tacto. Una vez conseguido esto, nos sentiremos aislados del mundo y a solas con nuestro ser interno.

Sigo suponiendo que usted, pasado el tiempo, ha logrado dominar esta forma de adormecer los sentidos físicos. Cuando haya logrado esto, se dará cuenta de que puede disponer de una voluntad interior para utilizarla en lo que anhela hacer, y lo que usted ha de hacer en su interior es lo que se llama contemplar. Por medio de la contemplación usted puede presentar ante su ser interno lo que quiere, lo que anhela. Si está dispuesto a aplicar este proceso al caso específico de querer eliminar los defectos que aún desconoce, le aconsejo murmurarle a su ser interno lo siguiente:

– Ser interno, ayúdame a descubrir los defectos que obstaculizan y detienen mi viaje hacia el interior de mi Alma.

Una vez que usted le haya hecho este ruego las veces que sean necesarias, debe borrar de su mente lo que ha rogado, debe dejar en blanco su mente para que comience el proceso de la meditación, lo que significa que su Alguien del Alma necesita que usted se desprenda del ruego para que él lo reciba. A partir de ahí es cuando se produce la corazonada o cuando se oye la voz de la intuición o cuando aparece la imagen que debe convertirse en idea o en pensamiento.

Si usted ha logrado ver o sentir en su interior algo relacionado con algún defecto o con algún error en su conducta, lleve a cabo el relajamiento según se explicó en párrafos anteriores y luego contemple o vea con los ojos cerrados el siguiente pedido, dirigido a su Alguien del Alma:

– Ayúdame a eliminarlo, fortaleciendo mi voluntad de lograrlo!

Luego de haber dicho en su interior este ruego, dos o tres o más veces, olvídelo, bórrelo de su mente para que su ser interno lo reciba y para que la meditación le traiga la respuesta.

Para continuar con las sugerencias, hemos de suponer que la contemplación y la meditación han dado el resultado esperado y ahora se encuentra con que en su interior ha surgido la impresión de que usted es intolerante, un defecto casi común en la mayoría. Comprende, entonces, que para eliminar la intolerancia debe hacer uso de la tolerancia. Tal vez se haya dado cuenta de que por intermedio de la intolerancia usted ha descubierto el valor positivo de la tolerancia, teniendo la otra una cualidad negativa. También llegará a admitir que una de ellas se relaciona con la emoción negativa y la otra con la positiva. Lo que le queda ahora es experimentar lo que ha descubierto…¡Viva, entonces, la aventura de sentir la emoción de la tolerancia en cada ocasión que se presente!… Por supuesto que la debe vivir, haciéndolo entre sus semejantes y si fuera posible con quienes fue usted intolerante.

Cuando haya pasado por la experiencia de tolerar a su enemigo, eliminando de su ánimo el odio, el rencor, el desprecio, es casi seguro que sentirá el alivio de haberse sacado una carga de encima. Si tiene la precaución de estar atento a las veces que durante el día se deja llevar por la intolerancia, hasta en aquellas cosas de mínima importancia, usted comprenderá que la tolerancia abarca una serie interminable de sucesos que ponen a prueba la comprensión alcanzada. Si en lo pequeño somos intolerantes, imagínese en lo que divide y enfrenta a pueblos enteros por culpa del racismo.

Para ir acomodando nuestro ánimo al rechazo paulatino del racismo, lo eficaz sería que aceptáramos que algo idéntico a todos nosotros, nos iguala en esencia aunque nos diferencia en lo físico. Si pertenece a una raza que desprecia a otra raza, o si usted ha separado su nivel social de otro más bajo, dándole el calificativo de inferior y miserable, dese el gusto de experimentar la transformación de la intolerancia…

¡Lleve a cabo el relajamiento y luego reproduzca en su interior el rostro de quienes son para usted despreciables por pertenecer a otra raza o a grupos de baja condición social, y no sólo eso, sienta además que la esencia humana del Alma los iguala!..

Si bien hay diferencias sociales de las que usted no es culpable, predisponga, no obstante, su ánimo a vivir la experiencia de la comprensión interna, la que le ayudará a soportar lo que antes le fue insoportable.

Esto no significa que usted deba convivir con lo que le ha causado el sentimiento de intolerancia. Lo que sí debería hacer es desligarse, desprenderse de este sentimiento como algo ajeno a su naturaleza y vivir con su propio universo de emociones, de ideales y deseos cotidianos, cuidando que tanto las emociones como los ideales y deseos no tengan intenciones de perjudicar a nadie, más bien de beneficiar de manera general a la especie humana. Significa, además, que usted empezará a vivir una vida diferente a partir de la eliminación de lo que estuvo alterando su forma de vivir y afectando a sus semejantes.

Si al comienzo le puede resultar difícil la tarea de descubrir los defectos y eliminarlos, sin embargo, tenga en cuenta que con el beneficio de la comprensión interna usted obtendrá los beneficios de la adaptación exterior, lo que le permitirá una mejor ubicación en el plano de la solución a los problemas que a diario se presentan. La sensación de la adaptación exterior por influencia de la comprensión interna, será la de sentirse más cerca de su Alguien del Alma. Sentirá que se está arrimando a una fuente de sabiduría que le ha de facilitar el logro de lo que necesita para crear su propia felicidad en base a la paz interior lograda.

No sólo la tolerancia nos desvía de lo que queremos obtener. Otros obstáculos encontraremos si estamos decididos a continuar la aventura de explorar en nuestro interior hasta sentir lo que podríamos llamar la presencia divina, y que una vez hallada diríamos que estamos ante el Dios que habita adormecido en nuestra Alma

Esta sería la experiencia superior de considerarnos los Hijos del Dios desconocido que los hombres han buscado en el exterior sin haberlo encontrado jamás. Luego, nos ganaríamos la oportunidad de usar la Ley del Retorno, y en forma individual, utilizar el recuerdo de volver para realizar una obra de beneficio duradero en una humanidad postergada por la injusticia.

Después de esta experiencia, tal vez le llegue el turno a nuevos obstáculos que deberá usted descubrir y eliminarlos o reducirlos a la mínima expresión, entre los cuales puede aparecer la excesiva ambición, la vanidad que nos hace creer que somos superiores a todo y más importante que todo, la soberbia y el orgullo que sólo sirven para alimentar la terquedad en lo que hacemos y pensamos, el egoísmo, con el que especulamos para hacernos dueños hasta de lo inalcanzable… Por último, quizás se le ocurra revisar si en la mente se oculta la tendencia a legalizar el despojo por medio de la justicia.

Si el esfuerzo resultara demasiado según la capacidad de llevarlo a cabo así tan drásticamente, sin embargo, por el sólo hecho de disminuir s influencia le habrá de permitir mejorar la comprensión interna, la que le dará la fuerza necesaria para continuar la limpieza hasta finalizarla. Se trata, siempre que lo acepte, de facilitarle la tarea de despojarse de aquello que le obstaculice el ingreso al futuro, después que usted realice el ritual de admisión a la Hermandad de los Profetas Anónimos.

EL RECUERDO DE VOLVER

Cada estación del año lleva en su memoria el tiempo de volver. También el ser humano que se aleja de la vida terrena lleva en su memoria el recuerdo de volver y vuelve porque la Ley del Retorno tiene en su memoria el tiempo de volver para cada ser humano.

Quienes vuelven tienen el privilegio de elegir la comprensión interna para no equivocarse o para equivocarse menos. Quienes regresan para no equivocarse traen en su memoria el hábito de la comprensión interna. A nadie se le niega el retorno al hogar del futuro donde lo espera lo que ha elegido ser y hacer.

Jotanoa venía acumulando los testimonios de la conducta del ser humano desde la época más remota. Dicha conducta no había variado porque seguían los mismos errores cometiendo las mismas injusticias. La monótona reiteración de la injusticia beneficiaba a los de siempre en perjuicio de las víctimas de todos los tiempos. Jotanoa buscaba entre los escombros de tantas tragedias la solución al problema de la indiferencia del hombre y no la encontraba…¡Cuántas veces había soñado con algunos métodos posibles pero ninguno alteraba la impenetrable costumbre de la indiferencia!.

Jotanoa venía acumulando los testimonios de la conducta del ser humano desde la época más remota. Dicha conducta no había variado porque seguían los mismos errores cometiendo las mismas injusticias. La monótona reiteración de la injusticia beneficiaba a los de siempre en perjuicio de las víctimas de todos los tiempos. Jotanoa buscaba entre los escombros de tantas tragedias la solución al problema de la indiferencia del hombre y no la encontraba…. ¡Cuántas veces había soñado con algunos métodos posibles pero ninguno alteraba la impenetrable costumbre de la indiferencia!

Jotanoa había elegido. Eben Alb era el elegido. Ambos llegaron a estar de acuerdo después de muchos años de duda, pero poco a poco, la evidencia de lo que le sucedía a la humanidad los unió en la utopía de creer que una parte del hombre era la causante de lo que le ocurría y que la otra parte era la que podría realizar la tarea que al principio la consideraron una utopía sin porvenir. Llegaron a la conclusión de aceptar que el hombre externo era el autor de los sufrimientos inútiles soportados por la humanidad y que el hombre interno sería quien en el futuro podría reparar el daño ocasionado por el otro.

El razonamiento era que si una oportunidad se agotaba, la reemplazaba otra.

Si el hombre externo ha tenido durante siglos la oportunidad de gobernar al mundo de acuerdo con su naturaleza, le tocaba ahora al hombre interno hacerlo de acuerdo con su naturaleza.

El convencimiento era que si una oportunidad se agotaba, la reemplazaba otra. Si el hombre externo ha tenido durante siglos la oportunidad de gobernar al mundo de acuerdo con su naturaleza, le tocaba ahora al hombre interno hacerlo de acuerdo con su naturaleza.

El convencimiento hizo que Eben Alb fuera el personaje equivalente al hombre interno que en el futuro habría de intervenir en lo que aún no sabían bien si sería en organizar la influencia psíquica que permita la aceptación del proyecto o en descubrir a quienes serían los integrantes de la Hermandad de los Profetas.

Previo a todo lo que imaginaban, quedaba por ahora dar el primer paso, que consistía en realizar el ritual de admisión, el que podría servir de modelo a quienes quieran llevarlo a cabo en la intimidad de sus hogares.

En el mismo intervendrán Jotanoa con su consciencia objetiva y terrenal y Eben Alb con su consciencia subjetiva y psíquica. La consciencia terrenal de Jotanoa, durante el ritual, se haría cargo de la responsabilidad de establecer la causa que

asegure la misión futura, mientras que la consciencia de Eben Alb recibiría semejante acto de responsabilidad y lo archivaría en la memoria del Alma, creando a la vez el recuerdo de volver para dejar en manos de la Ley del Retorno el mandato de hacer cumplir la misión asumida.

EL RITUAL

Lo más importante del ritual no supo Jotanoa a qué hora ocurrió, si de noche o durante el día, si fue al amanecer o cuando el sol se oculta. Cada vez que lo quiso precisar le pareció que había sucedido de acuerdo con la primer impresión que surgía en su mente. Si la impresión lo ubicaba en la mañana, en la mañana había sucedido. Si la impresión se relacionaba con la noche, entonces, él creía que en la noche había ocurrido. Con el tiempo dejó de lado la intrascendencia de esta preocupación para no olvidar jamás la experiencia en sí, el momento impresionante durante el cual se desarrolló el ritual de admisión o de ingreso a la Hermandad.

Todo comenzó por una extraña sensación, la de sentir cómo la consciencia que nos sirve de contacto con el mundo físico, es decir, la consciencia objetiva, se fue deslizando hacia una consciencia de contacto inmaterial. Lo hacía de manera imperceptible, como si ella apagara o borrara una parte diminuta de sí misma para encender o crear en la contraparte espiritual una cualidad psíquica. Sin embargo, ambas consciencias se daban cuenta de lo que cada una era y hacía. Lo difícil de explicar de este proceso estaba en la habilidad de la mente para adaptarse a lo objetivo cuando la consciencia de ésta se daba cuenta de algo o cuando se convertía en espejo de la consciencia espiritual. Era el verdadero puente de unión entre el hombre interno y el hombre externo, cuya unión habría de ser de fundamental importancia para dar paso a lo que debe quedar grabado durante el ritual.

La mente misma le hizo comprender a Jotanoa que era un espejo donde se reflejaba lo que una consciencia le trasmitía a la otra.

Jotanoa intuía que lo que estaba haciendo y lo que hiciera durante el ritual podría servir de guía a los que quieran acompañarlo en asumir la responsabilidad del proyecto.

El casi imperceptible acercamiento del hombre externo de Jotanoa al hombre interno de Eben Alb alcanzó el estado emocional de la verdadera iniciación cuando Jotanoa se vió y se sintió de pie ante la extensión total de la tierra. Desde la posición en que se hallaba contemplaba una tierra sin fronteras, ya que ninguna línea divisoria separaba un país de otro. Era un mundo de fronteras esfumadas, en el que había algo que lo impresionó hondamente. Una línea que más parecía una grieta dividía en dos la superficie del planeta, o sea, que desde los pies mismos de Jotanoa partía la grieta divisoria, quedando a la derecha un medio planeta y a la izquierda la otra mitad.

El panorama que abarcaba su vista se perdía en la distancia, llamándole la atención la claridad del ambiente, una claridad iluminada por la atmósfera del lugar.

Era una luz que estaba en el aire, sin que tuviera que venir de un foco o de un punto de difusión luminosa, pero esta claridad se desvanecía hacia el lado derecho hasta desaparecer en la penumbra de un fondo oscuro. Allí se desvanecían también formas neblinosas, de contornos indefinidos, que manifiestan movimientos de vida. Eran vidas casi sin vida, apagándose poco a poco en la lentitud de un agotamiento paulatino. El silencio era el silencio de una calma resignada, donde se presentía que nada se afanaba por vivir y donde cada latido de vida rogaba por detenerse. Si algo venido de allí lo respiraba Jotanoa, era el aire de la vida olvidada.

La región de la izquierda la iluminaba una claridad distinta, tan distinta era que aumentaba hasta llegar a un horizonte semejante al del momento previo a la salida del sol. La luz iba de menor a mayor, mientras que del otro lado disminuía de mayor a menor. El símbolo de la abundancia y el símbolo de la escasez, separados por una línea cuyo símbolo era el de la indiferencia, pero algo incomprensible para la época en que vivía Jotanoa flotaba por sobre las dos regiones. La presencia oculta en la invisibilidad del aire era el presentimiento de una alegría futura, como si a la naturaleza le agradara que su hijo mayor, el hombre, se hubiera decidido por cuidar el hogar terrenal de la vida.

¿Era música lo que Jotanoa escuchaba? ¿De dónde venía aquella música que sonaba sobre el lugar en que permanecía de pie, sin atinar a moverse?… No, no era música según el término conocido, era su propia naturaleza entonada o sintonizada con la armonía de las leyes del universo que al llegar a los oídos, los oídos la oían como música, pero además, era todo su ser entregado a la razón de estar allí, el que se liberaba de las ataduras terrenales y se convertía en algo que la humanidad esperaba….Recién ahora vió lo que antes no había visto. Del lado izquierdo de la grieta, en el medio mundo iluminado de menor a mayor, habían círculos de un diámetro aproximado a un metro. Como Jotanoa ignoraba para qué podrían servir, oyó la voz de Eben Alb que le decía:

-¡Debes ir a ocupar uno de los círculos!

Jotanoa obedeció y se ubicó en uno de ellos. De nuevo oyó la voz de Eben Alb:

En cada ser humano hay algo de aquello que nace de la esencia de la humanidad. En cada ser viviente, sea planta o animal, hay algo de la esencia de la tierra. Si una idea ha nacido de una esencia que tiene algo similar en cada ser humano, esa idea puede cambiar el rumbo de la civilización… Hace falta nada más que una idea tenga algo de ella en cada ser humano para que la suma de los seres vivientes la acepten como parte inseparable de su naturaleza.

Jotanoa escuchaba. Eben Alb siguió diciéndole:

– Aquella calma y mansedumbre que sentiste bajo tus pies mientras ayudabas al viejo aquel, era la esencia de una verdad nacida del espacio que ambos ocupaban. Aquello que nace de la esencia del Alma pertenece a la esencia del lugar que ocupa cada ser humano y a la de cualquier ser viviente. Lo que nace de la esencia del Alma está contenido en la naturaleza física del cuerpo y del espacio que cada uno ocupa.

Jotanoa seguía escuchando. Eben Alb seguía diciéndole:

– La superficie sobre la que estás parado te pertenece mientras dura tu vida terrenal, pero también, tu le perteneces al lugar que estás ocupando. La unión, entonces, – se vuelve inseparable. Si una idea nace de la unión inseparable, la idea será inseparable de los espacios y de los seres que los ocupan.

En Jotanoa, la atención era una esponja. En Eben Alb, la idea se perfeccionaba en la madurez de la comprensión interna.

– Toda vida – siguió diciendo, – es inseparable de sus necesidades, y las necesidades son inseparables de los espacios que ocupan los seres humanos y demás criaturas vivientes. Si aquellas y éstos son inseparables, lo que le pertenece al cuerpo es inseparable del espacio que ocupa.

Jotanoa comenzó a vivir en el contenido de la idea que Eben Alb le estaba diciendo:

– Jotanoa – le dijo -, estamos pasando por una iniciación. Ambos estamos siendo iniciados en la responsabilidad de hacer algo por la humanidad cuando el recuerdo de volver me traiga de vuelta a la tierra. Para que esto suceda, yo necesito de tu decisión que es la que ha de servir de causa, de motivo, porque la causa y el motivo deben expresarse en este plano terrenal, que es donde se lleva a cabo la evolución de la personalidad del Alma y la evolución de la individualidad física. Aquí es donde se nos permite dejar el polo de atracción hacia el que seremos atraídos por aquello que elegimos hacer como misión de nuestra vida futura… ¡Volver con un propósito, asegura el cumplimiento del mismo!

Luego de una pausa que transcurriera en silencio, Jotanoa vió que Eben Alb asumía el papel de un personaje desconocido, como si este personaje fuera el maestro o el sacerdote encargado del ritual, en este caso y en esta ocasión, encargado del ritual de la idea principal a realizarse en el ámbito de la comprensión interna. Era la idea que avanzaba hacia lo perdurable, acompañada de la emoción con que la viviera junto al viejo aquel.

Jotanoa, sin que nada le avisara lo que iba a suceder, sintió en su interior la divinidad de Eben Alb y en un estallido de luz reapareció la idea que le hizo pensar en la superficie que cada ser humano ocupa por el derecho de propiedad que la vida le concede.

Pasó de nuevo por la sensación de calma y mansedumbre que el suelo les comunicó, a él y al viejo, y revivió lo que luego vino… Jotanoa se estremeció, sacudido por la energía de la emoción y se dijo que el derecho de propiedad que la vida nos concede por ocupar un espacio, se extiende al privilegio de ser dueños de lo que la tierra produce mientras dure nuestra existencia terrenal. Pero aún le quedaba la impresión que le causara la justificación de esta idea general cuando se dijo que la esencia de la naturaleza manifiesta la abundancia en todos los niveles sin exigir cobro alguno, sin reclamar salario por su mano de obra, ¡mano de obra gratis durante las horas en que el hombre no interviene como agente creador de lo que la naturaleza hace por sí sola y por él!

¡El equivalente a esa mano de obra gratis le corresponde a cada ser humano por el derecho de propiedad que la vida le concede al ocupar un lugar en el espacio!

Todo lo que era Jotanoa, la totalidad de su ser, el ser físico, el ser psíquico y el ser cósmico con su luminoso centro divino, se había unificado en un solo ruego, en una sola oración, pidiendo con el fervor del rezo que se cumpla este anhelo de utilizar la idea que fuera aceptada y desarrollada por Eben Alb y por él. De ese estado de ánimo emergió Jotanoa, transformado por la esperanza y el optimismo.

Tardó un poco en darse cuenta dónde estaba. Luego miró en torno suyo y le pareció que veía por primera vez aquellos círculos que abarcaban una gran extensión. Cuando preguntó la razón de su existencia, Eben Alb le dijo:

– Son los espacios que deben ser ocupados por quienes sientan en su interior la voluntad de adherirse al proyecto de la Hermandad de los Profetas Anónimos. Así como estamos de pie en uno de ellos, lo mismo deberán hacer los que nos acompañen… Pero aún nos queda la necesidad de asegurar el futuro de esta aventura del hombre interno. Cada uno de los candidatos que asimile este ritual de admisión, viviéndolo mientras lo lee varias veces y desarrollando en su interior todo lo que hicimos Jotanoa y yo, cada uno, repito, debe rogar, debe pedir como ahora voy a pedir yo que la Ley del Retorno me permita nacer en el hogar de una familia que esté vinculada con los poderes del mundo. El ruego lo debe hacer desde la intimidad de Su Alguien del Alma, que es donde se convertirá en el recuerdo de volver.

– Así como en esta época – siguió diciendo – existen familias de enorme poder, también en el futuro estarán las que por su condición social, por su riqueza, por sus conocimientos y hasta por su inteligencia, han de ser los que representen a los poderes políticos, económicos, religiosos, etc., del mundo terrenal.

Esas serán las familias en cuyos hogares tendremos que nacer para realizar, sin mayores obstáculos, lo que esté relacionado con la idea general que en este momento nos está iniciando en la comprensión interna.

Cuando miró hacia la región que ahora tenía enfrente con el ánimo de averiguar por qué estaba separada por esa grieta, Eben Alb le dijo:

– Es el medio mundo de la interminable agonía de la pobreza y de la creciente desnutrición, es el mundo olvidado por el otro medio mundo de la abundancia. Esa región, en especial, será la beneficiada por la Hermandad de los Profetas por una exigencia de equilibrio perdido. Pero esto no ocurrirá ahora ni en los próximos años. No hay fecha exacta para tal acontecimiento, sólo depende del proceso de madurez de la idea, de la responsabilidad de asimilarla y de que el futuro de los integrantes quede asegurado por la Ley del Retorno y por la decisión de Dios, me refiero al Dios del que cada uno se habrá hecho Hijo por haberlo descubierto en su interior… ¿Tal vez cien años, quizás ciento cincuenta o doscientos? ¡Sólo el crecimiento de lo que nace nos puede llevar al tiempo de la expresión completa!

Palabras finales

Quien lo hubiera visto a Jotanoa dirigirse hacia el lugar de siempre, su lugar preferido en la montaña del Oeste, se habría imaginado que iba a despedirse del Valle de Tulum después de haber concluido una tarea que tenía pendiente. Tal vez nada en el aspecto exterior indicara esta suposición pero en su interior, no tan adentro como para estar en los dominios de Eben Alb, sino en la zona intermedia donde se acumulaban más cosas del exterior que del interior, Jotanoa retenía algunas cuestiones que no lo terminaban de convencer y que podrían determinar el fracaso del proyecto.

Sí, era verdad que llevaba en esa zona intermedia la sensación de una despedida porque había terminado un trabajo y cuando se ha terminado un trabajo no se sabe qué hay más allá de lo que ha quedado concluido. Eso ya lo conversaría con Eben Alb cuando estuvieran sentados allá arriba.

Ahí estaba el sendero de ascensión a su montaña preferida y allá en la cumbre su lugar de observación, su atalaya desde el cual podía ver todo el Valle de Tulum.

A medida que ascendía se daba cuenta de que el silencio de arriba era distinto al silencio de abajo porque se siente la extraña sensación de estar en el refugio de una calma que acaricia los oídos con suaves zumbidos, con travesuras de brisa que revuelven los cabellos y agitan la ropa. Si una piedra rueda, por pequeña que sea, produce el sonido característico de la montaña, muy diferente del producido en el llano. Si no hay viento, son las ráfagas de aire que vienen de cualquier parte, remolinean enroscándose en espirales que ascienden y se desvanecen como si fuera el aliento acompasado de la montaña.

Ya estaba Jotanoa sentado en la pequeña meseta que en otras ocasiones ocupara. A sus espaldas se abría la quebrada que dejaba ver en la lejanía un retazo de cordillera. De la quebrada subían ruidos artificiales pero de arriba descendían latidos de armonía.

Algo lo desubicó, desapareciendo el sitio donde estaba sentado para verse de pronto junto al mar como en aquel instante de la aparición de Albanoa, pero todo fue porque a su lado estaba Eben Alb, quien le creó la ilusión del cambio de lugar… Sí, a su lado estaba Eben Alb. No lo veía pero lo sentía. Quiso verlo con los ojos físicos girando la cabeza pero nada vio, sin embargo, una cierta densidad espiritual corporizaba una silueta llena de Alma. No podía dudarlo. Además, no quería dudar aunque fuera ilusoria la sensación, porque toda sensación de sentir algo fuera de uno mismo, sin que haya nada físico, siempre ha de ser beneficioso porque nos demuestra que es nuestra propia consciencia la que se extiende y manifiesta algo que no vemos fuera de nuestro límite corporal pero que sentimos. S esa sensación la cultiváramos aumentando su radio de extensión, nos veríamos a nosotros mismos recogiendo agradables pensamientos y profundas emociones que servirían de tónico para nuestro cuerpo y para nuestra mente… ¡Por algunos momentos dejaríamos de estar atrapados en la vida empobrecida del hombre externo!..

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