- ACE="Arial" SIZE=2>Resumen
- Ubicación e historia
- Mapuches: Un estilo de vida muy particular
- Leyenda mapuche
- Recursos y principales actividades económicas
- Alimentación y bebida
- La relación con la tierra
- Religión
- Actualidad
- Conclusión
- Bibliografía
Si bien el mayor crecimiento poblacional y cultural que vivió nuestro país, se dio en el siglo XX, podemos decir que los indígenas también tuvieron una gran influencia. Los mapuches son un pueblo situado al sur de la Argentina. Su equilibrada organización social, le permite una armoniosa convivencia entre todos los miembros. Consideran a la tierra como un elemento sagrado y extraen de ella todo lo necesario para lograr la supervivencia. Se los puede considerar un pueblo muy luchador, que actualmente, trata de lograr su reivindicación sobre el derecho de las tierras que, desde hace remotos tiempos, habitan.
Proceso de población de América
Con respecto al poblamiento del continente americano, existen diversas teorías para tratar de explicarlo. Entre ellas hay quienes afirman que los primeros habitantes habrían llegado de Asia atravesando el estrecho de Bering por medio de un corredor natural. Desde allí, los grupos humanos descendieron a explorar y colonizar todo el continente hasta llegar, en menos de mil años, a la actual Tierra del Fuego.
Una nueva hipótesis surge a raíz de una investigación que indica que el primer hombre americano habría llegado desde Europa, cruzando el Atlántico, incluso antes del ingreso de los asiáticos por Alaska. A pesar de las continuas investigaciones no se ha llegado a una verdad absoluta ya que en 1910, Florentino Ameghino, un naturalista argentino,
sostuvo que la cuna de la humanidad fue la región pampeana, oponiéndose así a la teoría de Alex Hrdlicka, quien afirmaba que la entrada había sido por el estrecho de Bering.
Hacia el año 3000 a.C, ya se habían consolidado las técnicas agrícolas y la organización social, lo que llevó a la creación de grandes civilizaciones hacia el 1500 a.C, en Centroamérica y la región andina. A pesar de ello, el resto del continente, se mantuvo en estadios culturales más atrasados. Podemos citar al descubrimiento de América, como un hecho relevante que llevó a las diversas culturas primitivas al encuentro con los habitantes del "Viejo Mundo". Fue a partir de aquí que la población comenzó a crecer paulatinamente y a ser dominada por diversos pueblos hasta lograr, años más tarde, su total independencia. Las migraciones eran ahora masivas y el territorio se iba poblando de habitantes, y así se fueron, también, sepultando los diversos vestigios indígenas hasta llegar ahora, a la actualidad.
Proceso de población de la Argentina
En el proceso de poblamiento de la Argentina se pueden distinguir 4 etapas.
Indígena: Se extiende desde la aparición de los grupos estables de población hasta principios del siglo XVI con la llegada de los españoles. La población indígena se encontraba distribuida de manera desigual en el territorio y era nómada, mientras que los diaguitas (pueblo del noroeste argentino) fueron la cultura más compleja de aquellos tiempos que recibieron la influencia de los incas y lograron su sedentarización.
Colonial: Abarca desde comienzos del siglo XVI hasta 1810 donde el método de asentamiento que privilegiaron los españoles fue el urbano, mediante la construcción de ciudades. Se pueden establecer 3 corrientes de poblamiento:
* Este: venía de España y penetró por el Río de la Plata y el Paraná. Fundó Santa Fe, Buenos Aires y Corrientes.
* Norte: provenía de Perú e ingresó por la Quebrada de Humahuaca. Fundó Santiago del Estero, San Salvador de Jujuy, Salta, San Miguel de Tucumán, San Fernando del Valle de Catamarca, La Rioja y Córdoba.
* Oeste: ingresó desde Chile a través de la Cordillera de los Andes y fundó San Luis, San Juan y Mendoza.
Moderno: Se extiende desde 1810 hasta 1947 y constituye 3 subperíodos.
*Pre-censal: desde 1810 a 1869. Los gobiernos nacionales propiciaron el ingreso de europeos, pero conflictos internos y las guerras de la independencia, lo dificultaron.
*De la gran inmigración: entre 1869 y 1914 hubo un gran influjo de europeos que convirtió a la Argentina en el 2º país de mayor población inmigrante.
*Entre guerras: entre 1914 y 1947 la inmigración europea disminuye debido a los menores requerimientos de mano de obra agrícola y al comienzo de la guerra en Europa y la crisis del 29.
Actual: va desde 1947 hasta nuestros días. Se afianzó el poblamiento y la ocupación del territorio argentino debido a programas de colonización agrícola y leyes de promoción industrial; y adquieren importancia los movimientos provenientes de países limítrofes.
El pueblo mapuche es originario de América del Sur. Se encuentra asentado desde sus orígenes en la zona que hoy ocupa la parte central de Chile y las provincias Argentinas de Neuquén, Río Negro, Chubut y parte de Buenos Aires.
A partir del siglo XVII, comenzó a producirse un importante flujo cultural desde los mapuches de Chile hacia los pueblos aborígenes del lado Argentino establecidos cerca de la Cordillera de los Andes. Si en principio fueron influencias culturales, luego sobrevino un proceso migratorio del que participaron miles de mapuches chilenos. Dicho proceso que ya era evidente en la segunda mitad del siglo XVIII.
Los primeros en evidenciar el influjo mapuche, fueron los pehuenches, quienes pronto adoptaron su lengua y vestimenta. Así, araucanos y pehuenches araucanizados, influyeron sobre el resto de los indios y pampas, quienes también rápidamente quedaron sumidos dentro de nuevos cánones culturales.
Los araucanos o mapuches, eran de origen chileno. Establecidos al sur de los atacamas, sufrieron la presión de los conquistadores españoles, retirándose más al sur. Ya en las primeras décadas del siglo XIX, la guerra de independencia iniciada en Chile los obligó movilizarse otra vez en dirección sur. La dureza de los combates, las constantes pugnas de indígenas para incorporarlos a las fuerza al bando realista o al criollo, hicieron que importantes contingentes de mapuches pasaran del otro lado de la Cordillera hacia el lado Argentino, en busca de las Pampas, región que hacía un par de siglos visitaban con asiduidad y conocían a través de la tradición oral.
Otra de la que pueden ser consideradas causas de la venida de los mapuches al territorio argentino, fue fundamentalmente la económica. Al este de los Andes hallaban animales de caza, muy buena sal para la alimentación y el trueque, caballos alzados y cimarrones, vacas, y con el surgimiento de las estancias con rodeo de animales, la posibilidad de productivos malones.
Para dominar la entrada y salida por Neuquén y evitar los ataques a los grandes arreos de hacienda, los araucanos debieron atacar y rechazar a los tehuelches fronterizos, lo que tuvo lugar a fines del siglo XVIII y principios del XIX al oeste de Chubut.
El siglo XIX se caracterizo por una evidente araucanización del Norte de la Patagonia y región pampeana. Este era el objetivo principal de los mapuches por su riqueza en ganado. La Patagonia era una vía de paso y también servía de invernada en sus valles abrigados.
Una gran motivación económica llevo a las grandes campañas contra el indio: la necesidad de tierras para la ganadería destinada a la industria saladera y de la lana, el freno a robo de ganados, la suspensión del racionamiento de los indígenas, la supresión de sueldos por pagos militares de cacique, la eliminación del pago de rescate a los cautivos.
Por último, tuvieron lugar las cuatro expediciones que terminaron con el poder indígena en la Pampa y Patagonia dirigidas por el Gral. Julio A. Roca y el Gral. Conrado Villegas.
Luego de las campañas contra el indio, se habían producido algunos intentos para incorporar las tierras de la región pampeana a la nueva nación con Martín Rodríguez (1823) y Juan Manuel de Rosas (1833). Finalmente los mapuches, fueron establecidos en un lugar fijo o reducción.
A pesar de esto, muy pocas leyes concedieron tierras a los indígenas donde los pocos beneficiarios fueron colaboradores de las autoridades o caciques temidos en su momento.
Los pocos mapuches que sobrevivieron iniciaron una etapa nada feliz: la marginación. Y con ella comenzó no solo su desaparición física sino también su desaparición cultural.
Mapuches: Un estilo de vida muy particular
Familia
Las tribus de los mapuches estaban gobernadas por varios caciques principales que eran elegidos entre los padres de familia de la comunidad en una reunión publica con representantes oficiales en donde tiene primacía el hijo mayor del cacique fallecido. El cacique era el representante de la comunidad ante las autoridades nacionales, provinciales o municipales, pero su poder de decisión se hallaba restringido a la repartición de las tierras comunitarias entre las familias, a la autorización del asentamiento de personas ajenas a la comunidad, a la resolución de conflictos internos y a la intermediación en ventas y alguna otra actividad. Además existen numerosos subjefes, los que ejercen su poder durante la paz o la guerra, pues llegan a administrar la justicia.
Cada tribu se designa con el apellido del linaje patrilineal dominante y llegan a comprender centenas de individuos que generalmente ocupan un solo paraje; su extensión abarca desde decenas hasta decenas de miles de hectáreas.
Cuando un muchacho y una muchacha mapuche se agradaban, él iniciaba un tímido acercamiento hacia ella. Transcurrido un tiempo, comunicaban a sus padres lo que estaba sucediendo para que éstos se pusieran de acuerdo en la dote a pagar por los padres del novio. Cuando los suegros no se ponían de acuerdo, el novio podía llegar al rapto para, con el transcurso del tiempo, llegar a obtener lo deseado. Al constituirse una nueva familia el varón local se instalaba cerca de la vivienda de su padre o, si vino de otra comunidad, cerca de la vivienda del padre de su mujer.
Los mapuches consideraban que se podía tener tantas mujeres como dotes pudieran pagarse, así que para convivir con varias esposas había que ser rico. Pero a su vez, el que podía mantener varias esposas, podía obtener un mayor nivel de riqueza mediante el trabajo de ellas, especialmente el textil.
Por otra parte, los niños se criaban en una pequeña cuna de madera a la cual eran atados por los brazos y pies y mediante el cual eran transportados por sus madres. La educación se reducía a contarles las hazañas de sus padres y antepasados y enseñarles las necesidades más apremiantes de la vida.
Además, el status de la mujer era inferior al hombre, con sometimiento al marido, pero era propietaria de sus tejidos y de los productos de su huerta.
Vestimenta
Las mujeres se vestían con dos mantas; una cubría todo el cuerpo dejándole libre los brazos y la parte inferior de las piernas, y una faja de lana cubierta de cuentas de diversos colores le ceñía la cintura. La otra servía de capa y se la colocaba sobre los hombros prendida sobre el pecho con un gran alfiler de plata. Eran muy coquetas con su peinado, y comúnmente se dejaban crecer el cabello para así hacerse dos trenzas que se bamboleaban en sus espaldas. Los adornos que utilizaban consistían en, no sólo los objetos de plata y fajas referidos, sino también en grandes collares, pulseras en las muñecas y tobillos y aros de plata. Se pintaban de negro, azul y blanco diferentes partes de la cara al igual que los hombres.
En cuanto a los hombres, utilizaban una prenda de vestir típica de los gauchos criollos y que se adecuaba perfectamente a la actividad ecuestre: el chiripá. Era un paño que cubría la parte delantera de los muslos hasta la rodilla, sujetándose por intermedio de una faja a la cintura. Para montar el caballo y cuando el clima se hacía riguroso en los inviernos, usaban poncho. En los pies se calzaban botas de potro, en cuyo extremo inferior se adosaban pequeñas espuelas de madera, hierro, bronce o plata, que servían para azuzar el caballo. Los hombres también usaban el cabello largo y vincha en la frente.
Vivienda y arquitectura
La vivienda típica mapuche fueron las tolderías que se hallaban dispersas buscando la proximidad del agua y unidas por celdas para caballos, carros o peatones. Su tamaño variaba según los recursos naturales y eran construidas principalmente con palos de madera sobre los que se colgaban cueros de guanaco y, más tarde de potro. El techo, era a dos aguas o a media agua utilizando la canagoga: troncos ahuecados en media caña que se calzan en disposición sucesivamente invertida. Por lo general, los recintos tenían funciones específicas: cocina, dormitorio y depósito; pero las viviendas muy pobres tenían función mixta de cocina-pieza, con ambos ambientes separados por una mampara. Las habitaciones podían tener catre, sobre el cual, a manera de colchón colocaban varias pieles de carnero; si no tenían este mueble, simplemente esparcían cuero sobre el suelo y allí dormían. En derredor de la toldería podían hallarse pastando rebaños de cabras y ovejas, vacas y gallinas, cuidados por las mujeres y los niños, a quienes se sumaba un personaje recurrente en las tolderías: el perro.
Como ya hemos mencionado las viviendas estaban situadas en lugares aptos para el desarrollo de la vida humana, por lo que mayormente no se trasladaban de un lugar a otro, salvo que las condiciones de vida variaran adversamente (sequías, represiones etc.). Esto indica que, a pesar de la gran movilidad que poseían, éstos eran básicamente sedentarios.
Arte
La artesanía mapuche se basaba en la elaboración de infinidad de piezas de utilidad práctica, de expresión estética o espiritual. No sólo las mujeres eran menesterosas, los hombres también mostraban grandes cualidades para el trabajo manual. Ellos mismos fabricaban sus botas de potro, sus boleadoras, cuchillos y platos, riendas para la cabalgadura, etc. Las técnicas utilizadas han sido muy variadas, destacándose el trabajo en piedra, tejido, fibras vegetales, madera y cerámica, aunque sin duda la expresión más elevada ha sido la orfebrería, mediante el cincelado y repujado a mano de la plata que se incrementó con el descubrimiento de América al tener mayor posibilidad de obtener metal por el contacto con los españoles. En sus joyas no sólo se expresaba un particular sentido estético, sino que además, representan las percepciones cosmogónicas del pueblo y su misteriosa teogonía.
Las mujeres, fundamentalmente las esposas de los lonkos o caciques, ponían gran énfasis en la posesión de joyas de plata, que luego lucían en fiestas y celebraciones religiosas. También creaban múltiples diseños de piezas femeninas y masculinas que tenían que ver con engalanar el atuendo del jinete y sus caballos.
También se destacaba el trabajo de la tejeduría que se trataba de una tarea femenina. Hilos y lanas de oveja eran transformados minuciosamente en preciados tejidos y prendas. Las técnicas realizadas en telar eran diversas y los motivos decorativos mostraban diseños típicos preincaicos, incaicos y otros más tardíos, incluso hispánicos. En algunas áreas se prefería el uso de los colores naturales de la lana; en otras se empleaban anilinas naturales sacadas de plantas tintóreas como la wantrú, kokolle, maitén, laura, shepe kawell, chakaiwa, entre otras. El principal objeto era el tejido de ponchos, matrones (colchas gruesas), fajas, peleras (abajeras del apero de montar), matras y ristros (encimeras del apero de montar), maletas (alforjas), barrigueras (pieza inferior de la cincha), cojinillos e incluso ataderas (ligas para botas de potro) y bocados.
Lengua
La lengua de los mapuches, el mapundungan, está estrechamente relacionada con la de los araucanos chilenos, sólo modificada por pequeñas diferencias fonéticas y léxicas. Sin duda que el tiempo transcurrido y la continua afluencia de nuevos integrantes, impidieron tanto una mayor diversificación como una mayor unificación y fijación de las distintas modalidades regionales que en el nuevo ambiente iban surgiendo. Así unas de las pocas particularidades más o menos fijas, es una tendencia a convertir la R chilena en S, y la T en CH. Casi todos los mapuches eran bilingües, sin embargo, existen considerables diferencias entre los distintos grupos en cuanto al grado de persistencia de la lengua materna. Cuando dialogaban, hablaban de a uno por vez, ante el profundo y atento silencio del otro. El que hablaba lo hacía a gran velocidad, como un recitado, y en voz potente.
ALGUNAS PALABRAS MAPUCHES:
Aluminé: resplandeciente en el fondo
Ayelén: alegría
Chapelco: agua del chapel (arbusto de la región)
Cultrum: tambor
Cushé: viejo
Gualichos: espíritus malignos
Huitral: telar
Huenu: luna
Mainque: cóndor
Mapuche: gente de la tierra
Nahuel: tigre
Neuquén: poderoso
Pilmayquén: golondrina
Pire: nieve
Traful: unión
Entretenimientos: juegos, deportes y danzas
Los mapuches eran grandes amantes de la música y del baile. Al son de tamborcillos cantaban y bailaban el puelpurum, su danza característica. Durante esta danza, los bailarines se encontraban desnudos, se ponían bragueros de pieles sobadas, se pintaban el cuerpo, piernas y caras, sus cabezas eran cubiertas de plumas de avestruz y se colgaban en el cuello, hombros y rodillas, cascabeles. El rito consistía en formar un círculo dentro del cual se hacia una fogata y cerca de ella se ponían los músicos. Solía durar dos o tres días y las mujeres nunca se mezclaban en el baile de los hombres ni se desnudaban.
Los instrumentos musicales costaban en sencillos tamborcillos y flautas de caña, además del arca musical.
Los juegos más característicos eran la chueca y los dados. Pero estos no eran los únicos, también los mapuches eran apasionados de las carreras de caballos y las cartas como también del pillma: un juego de pelota el cual consistía en dos bandos de entre seis y diez hombres que debían tocarse con una pelota de cuero y paja, y así el jugador tocado estaba eliminado hasta que ya no hubiera más integrantes a los que tocar.
La chueca es un deporte muy parecido al actual jockey. Los mapuches buscaban un descampado de dimensiones importantes, demarcaban un cuadrado en cuyos extremos hundían ramas y en el centro un hoyo en el que se colocaba una pelota de madera o cuero y paja. Cada bando de quince hombres ocupaba una mitad de la cancha y un capitán de cada bando se encontraba en el centro para disputar la pelota. Cada competidor, portaba un palo o caña curvado en su extremidad inferior llamado uiñu. Los capitanes debían tomar la pelota con el palo y la lanzaban al aire dando así comienzo al juego. Cada uno de los equipos debía trasladarla al campo contrario y el que lograba llevarla al extremo de la línea ganaba el partido. Por cierto, esto parecía sencillo, pero era verdaderamente dificilísimo. Los partidos solían durar horas al igual que eran muy trabados, forcejeados, y más de un jugador salía lastimado.
El juego de los dados se jugaba con ocho cuadrados de hueso pintado en uno de los lados. Cada uno de los dos jugadores los dejaba caer, mientras gritaban y daban palmadas para aturdirse mutuamente. Si el número de dados negros era par, el jugador tenía derecho a continuar hasta que se hiciera impar. La partida podía durar eternamente, pero cuando uno de los dos ya estaba cansado o atontado, el que se había conservado mas sereno marcaba doble punto sin que lo notase su contrincante y así le ganaba. En este juego se apostaba un objeto que era finalmente obtenido por el ganador.
Otra forma de entretenerse era a través de la oratoria. Sus narraciones constaban de todas las partes esenciales: exordio, narración clara, su confirmación con fundamento y su epilogo. No dejaba de haber entre ellos algunos poetas que solían relatar extensas poesías donde los temas principales eran las hazañas de sus antepasados, sus trabajos, muertes, pasiones, amores, etc.
Leyenda del Limay y Neuquén
Neuquén y Limay eran dos caciques que tenían sus toldos, uno norte y otro sur. Eran grandes amigos y siempre cazaban juntos.
Un día escucharon una dulce canción que prevenía de la orilla del lago. Hacia allí se dirigieron y sus ojos se dilataron al descubrir una linda joven mapuche de largas trenzas negras.
– ¿Cómo te llamas? – Inquirió Limay
- Me llamo Raihue – Contestó ella bajando sus ojos negros
Ambos muchachos se enamoraron de la hermosa joven y ya en el camino de regreso sintieron que los celos rompían su antigua amistad. Como su distanciamiento se fue acentuando con el pasar de las lunas, preocupados sus padres consultaron a una machi, quien les explicó la causa de la enemistad de sus hijos. De común acuerdo propusieron a los jóvenes una prueba.
- ¿Qué es lo que más te gustaría tener?- preguntaron a Raihue (flor nueva)
- Una caracola para escuchar en ella el rumor del mar -contestó.
- El primero que llegue hasta el mar y regrese con el pedido tendrá como primero el amor de Raihue -sentenciaron unánimemente los padres.
Consultados los dioses convirtieron a los dos jóvenes en ríos, quienes, uno desde el norte y otro desde el sur, comenzaron el largo y fatigoso camino hacia el océano; mas el espíritu del viento, envidioso por no haber sido tomado en cuenta, comenzó a susurrar al odio de la joven enamorada.
- ¡Neuquén y Limay jamás volverán! Las estrellas que caen al mar se convierten en
hermosas mujeres y seducen a los hombres, aprisionándolos en el fondo del mar. ¡Nunca más los volverás a ver!
El corazón de Raihue se fue marchitando de angustia y dolor con estos pensamientos, al ver pasar el tiempo sin que sus amantes regresaran. Se dirigió entonces a la orilla del lago, donde había conocido el amor y extendiendo sus brazos ofreció su vida a Nguenecbén, a cambio de la salvación de los dos jóvenes. Dios escuchó esa oración y la convirtió en una hermosa planta cuyas raíces fueron penetrando en la húmeda tierra y elevando sus ramas al cielo, su cintura se afino en verde tallo, su busto se esparció de tiernas ramitas y su boca se abrió en roja flor.
El envidioso viento voló a contarles lo acaecido a los jóvenes, que salvando mil obstáculos, corrían hacia el mar. Sopló con tanta fuerza que desvió el curso de los ríos hasta juntarlos para darles la noticia y gozar con su dolor.
Cuando aprendieron que Raihue había muerto de dolor por su causa, depusieron todo su resentimiento anterior y se abrazaron estrechamente vistiéndose de luto por su amada. Así, unidas sus aguas para no separarse más, siguieron su camino hacia el mar, dando origen al Río Negro.
Recursos y principales actividades económicas
Los mapuches fueron un grupo de pueblos indígenas que combinaron perfectamente varias actividades económicas como ser la caza, la recolección, el pastoreo y la agricultura. La preponderancia de alguna de ellas estaba estrechamente ligada a las posibilidades que les brindaba la naturaleza circundante.
Indudablemente una de las conformaciones geográficas que más los atraía fue el monte, éste los proveía de madera, vegetales, gran cantidad y diversidad de animales para el alimento, vestimenta y comercio. En estas zonas habitaba gran parte de la población indígena como así también sus rebaños, ya que allí encontraban buenos pastos y aguadas. Si el agua escaseaba subían a un médano donde excavaban un pozo o jagüel de donde se extraía agua dulce. Los mapuches habían aprendido de los criollos a construirse sus propios arados de madera, tirados por un par de bueyes. Sabían sembrar trigo, maíz, ají, zapallo, sandía. También el ganado, caballar, vacuno, ovino y caprino, ocupaba un lugar quizás, más preponderante que el cultivo en su vida económica. No sólo se vinculaba a la alimentación y subsistencia, sino también al comercio con otras tribus e incluso con el mismo hombre blanco. Con sus hermanos aborígenes de Chile practicaban el comercio de ganado caballar y vacuno, pero la matanza indiscriminada y el acopio hecho por las estancias situadas en la zona fronteriza hicieron que este ganado salvaje disminuyera en forma casi total lo que los obligó a intensificar aquello que sólo hacían ocasionalmente: el pillaje para poder comer, vestirse, comerciar. Luego esta tendencia se convirtió en malón, que sirvió para proveerse de todo aquello que se necesitaba, solían tomar cautivos, los que luego utilizaban como sirvientes o los intercambiaban por otros bienes.
La actividad económica principal es la ganadería de ganado menor. Son pastores de ovejas y cabras con trashumancia estacional. En invierno se hallan en las tierras más bajas; a fines de la primavera suben a las tierras altas en busca de los pastos. Asimismo criaban aves de corral, pavos y gallinas.
La agricultura no tiene tanta importancia como la ganadería. Se trata de una tarea masculina donde se cultivaban cereales para la alimentación y para forraje como el trigo, centeno, cebada, avena, entre otros.
De la recolección obtenían frutos silvestres como el mëchi (fruto del molle) el trüntün (fruto del michai), el calafate, el maqui, la zarzaparrilla, las manzanas silvestres, hongos, y el lleuke (fruto de una conífera)
También practicaban la caza de liebres y perdices, zorros, gatos overos y pumas. En algunas localidades se cazaba el choike (ñandú o avestruz americano) y el guanaco.
La alimentación de los mapuches muestra una fusión de pautas indígenas e hispánicas, tanto en sus componentes como en técnicas. Dos comidas suelen ser relevantes. Se trata del ñachi (sangre de chivito y corderito con sal y condimentos vegetales que se come coagulada y cruda) y del apol (pulmones de chivito y corderitos rellenos en vida por la propia sangre del degüello mezclada con sal y ají picante que se comen crudos y sancochados o asados). El trigo también solía estar en sus preparaciones al igual que el maíz. Las carnes asadas formaban parte importante de su dieta.
En cuanto a la bebida, la más frecuente era el mate, que se servía con una secuencia: primero amargo y luego dulce. También se consumían bebidas fermentadas de manzanas piñones y arvejas.
Los mapuches tienen un profundo sentimiento religioso con su mapu (tierra) cosa que se traslada a toda la naturaleza a la cual rinden homenaje. La consideran sagrada ya que ha sido dada por Dios o Nguenchen a todos los hombres para que de ella se extraiga lo necesario para poder vivir; así como también, el único dueño es Dios. Gracias a su fertilidad, les ofrece la posibilidad de criar animales y luego sacar de ellos lanas para sus tejidos y alimento.
Como consecuencia de esta concepción de la naturaleza y de la providencia de Nguenchen, no existe en ellos la tendencia a acumular bienes, como fin en si mismo. Su vital relación con al tierra no sólo abarca el ámbito de subsistencia material, también encuentran allí su expresión espiritual, su cosmovisión, la forma en que representan al mundo y la relación con las fuerzas sobrenaturales.
Los mapuches poseen una concepción dualista del bien y del mal. Creen en la existencia de un espíritu superior que mora en alguno de los volcanes de la Cordillera, al cual reconocían como a un ser supremo, Nguenecbén y atribuyen sus desgracias a un ser maligno que causa todos los males y catástrofes naturales, Pillán. Algunas de las ceremonias más importantes son el awn o entierro y el ngillatún o rito de la fertilidad. Las machis, especies de hechiceras, jugaban un rol muy importante ya que eran las encargadas de curar a los enfermos empleando instrumentos especiales, luchar contra las brujerías y los espíritus maléficos y hacer adivinaciones. Uno de los ritos más importantes consiste en "pedir rogando" al Nguenecbén que les envíe lluvias, que les haga acrecentar la hacienda y sembrados, que guarde su salud y bienestar y les de fuerzas para trabajar. La misma tiene lugar en una fecha precisa según cada tribu y dura 3 días y 3 noches.
Cuando moría un individuo lo enterraban en una fosa junto a todos sus objetos de uso doméstico, los arreos de la cabalgadura, cántaros con comida, agua o chicha, y luego se lo cubría con tierra, inmolando los caballos sobre la tumba. La viuda era acompañada al domicilio de sus más próximos parientes, con los que tenía que vivir durante más de un año, sin poder contraer ningún otro vínculo.
Actualmente el pueblo mapuche se encuentra constituido por casi 200.000 indígenas diseminados por más de 100 comunidades en Buenos Aires, La Pampa, Neuquén, Río Negro y Chubut, siendo su nivel de vida inferior al promedio de otras zonas patagónicas. Viven principalmente de la venta de chivos y de la fabricación de artesanías. La infraestructura social es deficiente, lo que se refleja en las pocas escuelas y hospitales que allí se levantan. A pesar de ello, hay una cierta tendencia creciente a revertir esta situación. La comunidad mapuche, sin embargo, es la que más ha progresado en el sentido organizativo. La confederación Mapuche Neuquina es la más avanzada, y la que lleva la voz de mando en el reclamo de las tierras que siempre les han pertenecido y muy pocas veces reconocido. Ellos enuncian que a más de un siglo de la Campaña del Desierto, aún persiste "una forma sutil" de exterminio de las culturas indígenas. Se consideran una gran familia y en sus territorios no existen alambres ni propiedad privada. Viven en comunidades llamadas loft y cada una tiene su longo o cabecilla. Las autoridades son elegidas por sus miembros cada 3 o 4 años en un pichi tabún o pequeño encuentro, donde se evalúa su trabajo. Al igual que sus primitivos antecesores, consideran a la mapu como algo sagrado y le tiene mucho respeto.
Uno de los problemas más frecuente en esta comunidad es el reclamo de tierras, las que se encuentran, en su mayoría, vinculadas con los criollos lo que dificulta la negociación.
Sólo el 32% cuenta con título de propiedad, en tanto que el 66% no lo tiene y el 2% restante aparece con la denominación de con y sin título, cuando algunos miembros de la comunidad poseen títulos individuales pero otros no. Dicen que no les interesa hacer un país aparte, pero que les gustaría que sus derechos les fueran reconocidos, ya que se encuentran en el papel, pero no se aplican. Tienen un objetivo: están convencidos de que, junto con el reconocimiento de la propiedad de sus tierras, la educación es el único camino para vivir mejor. Y ponen en la capacitación y en los estudios una fuerza de voluntad admirable.
Una de las noticias más recientes referida a este tema fue la del diario Clarín publicada el 19-04-2004 en el que un inédito fallo judicial reconoció la posesión de una porción de tierras en Río Negro a los mapuches.
LOS DERECHOS DE LOS PUEBLOS NATIVOS: INEDITO FALLO JUDICIAL Reconocen a los mapuches la posesión de tierras en Río Negro Un juez de Bariloche dijo que el derecho de los indígenas es constitucional y anterior a la existencia del Estado. Las tierras las cedió a los aborígenes Julio A. Roca, por decreto, en 1900. Un juez rechazó un pedido de desalojo contra pobladores de una comunidad mapuche, formulado por supuestos dueños de un campo ubicado al sur de la provincia de Río Negro, al considerar que los indígenas son los legítimos poseedores de esas tierras aun desde antes de la formación del Estado argentino. El fallo es totalmente novedoso, porque las personas que presentaron el pedido de desalojo tenían un título de propiedad que les había sido otorgado durante la gestión de Horacio Masaccessi como gobernador de la provincia de Río Negro. Pero el juez desestimó esos papeles al considerar que la posesión de los demandados mapuche era anterior a los títulos de los estancieros. El magistrado, en una medida que sembró alegría en todas las comunidades aborígenes del país, consideró incluso a la posesión "anterior a la formación misma del Estado que los confirió". Esta es la primera vez que son reconocidos en la Patagonia los derechos de los pueblos originarios, tal como lo señala la Constitución Nacional, por sobre el Código Civil. El caso se resolvió en el Juzgado 5 en lo Civil, Comercial y de Minería de Bariloche, a cargo de Emilio Riat. A ese juzgado, que tiene una amplia jurisdicción en la provincia de Río negro, concurrió una familia de apellido Sede. Esa familia vive en la localidad de Ñorquinco, un pueblo ubicado en medio de la estepa patagónica, unos 130 kilómetros al sur de Bariloche. Los Sede pidieron que se ordene el desalojo de una familia mapuche encabezada por Ernesto Napal y Herminia Vila. Estos pobladores y sus familiares forman parte de la comunidad mapuche Kom Kiñé Mu, que vive en el paraje denominado Arroyo Las Minas. Los Sede dijeron que habían mantenido una relación laboral con Ernesto Napal pero que, como ese vínculo ya no existía, los mapuche debían abandonar el lugar. Pero los demandados negaron que esa fuese la situación: argumentaron que su comunidad integra la Reserva Indígena Ancalao, y que tiene derecho a la propiedad comunitaria y ancestral de esas tierras. El abogado que representó a los mapuche, Darío Dutch, dijo a Clarín que, basados en esas pautas, le pidieron al juez que no lleve adelante el proceso de desalojo por que no estaban en discusión "derechos personales" sino que la comunidad indígena tenía la "posesión ancestral" de ese lugar, y la familia Sede sólo podía mostrar "títulos nulos". Dutch solicitó al magistrado que, teniendo en cuenta estos datos, resuelva un "proceso posesorio", es decir, que determine quiénes deben poseer esas tierras. Tras estudiar la documentación existente, el juez Riat determinó que una ley provincial de 1993 reconoce la antigua ocupación de esas tierras por parte de la Reserva Ancalao. En ese sentido el juez dijo que esa ley —la 2.641— deroga a una anterior que reconoce a esa comunidad la posesión de 28.383 hectáreas. Según indicó el magistrado, esas dos leyes provinciales son consecuencia de un decreto nacional de 1900 cuyo original había sido firmado por el presidente Julio Argentino Roca, quien habría premiado al cacique Ancalao con la cesión de tierras por haber colaborado con la Campaña del Desierto. Otro de los fundamentos fue que la Constitución rionegrina admite la preexistencia de la cultura aborigen y el Convenio sobre Pueblos Indígenas y Tribales. Por último, Riat señaló que la propia Constitución Nacional también admite desde 1994 la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos, y reconoce la posesión y propiedad comunitaria de las tierras que ocupan. El juez determinó además que Herminia Vila y Ernesto Napal integran con su familia la comunidad indígena que ocupa históricamente esos campos.
ConclusiónSe puede ver que las costumbres de los pocos mapuches que aún persisten, se han ido borrando. Su lengua y su forma de vida tradicionales tienden a degradarse progresivamente; no obstante, este activo pueblo mantiene cierta pujanza en los territorios en los que hoy habita junto con los criollos. Donde las condiciones no eran tal vez las mejores, han logrado sobrevivir aprovechando racionalmente todo aquello que su mapu les brindaba. Esa tierra en la que siempre habitaron y ahora se la quitan debido a diferentes políticas de privatización territoriales. Cada proyecto que emprenden tiene un sentido profundo: la reafirmación de su identidad, la recuperación de su cultura, sus tradiciones y su religión.
Creemos que evitar que los indígenas terminen de desaparecer de la Argentina, ya sea por enfermedades, por disolución de su identidad o por la pobreza , no es sólo un deber de funcionarios y legisladores, que juraron por una Constitución que no cumplen o hacen cumplir, sino también de todos los argentinos. Si no, además de permitir una injusticia sin retorno, nos habremos privado de la oportunidad de compartir y disfrutar de su cultura, y de aprender de su armónica relación con la naturaleza.
BARCENAS, Roberto, en Culturas indígenas de la Patagonia, España, Turner, 1992
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DIARIO Clarín del 19-08-2004
ENCICLOPEDIA HISPÁNICA
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Pedro Ungaro