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Buenos Aires, una ciudad que enamora (página 2)


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La ciudad no es neutra, ajena y mucho menos pasiva, pero esta visto que "sola" ella no se las arregla. Necesita de su pareja de siempre: los hombres. Pero estos poco pueden hacer como individuos aislados o como el genérico y abstracto conglomerado llamado "sociedad". El verdadero sujeto de la ciudad no es otro que la conjunción de ambos factores cuando estos se manifiestan en una política específica. (Con perdón de la palabra tan devaluada por manipulaciones varias). De esto, efectivamente, se trata: el sujeto del que hablamos es, entonces, el "Proyecto Político de Ciudad" y la capacidad de gestión para ejecutarlo.

Por supuesto que el propósito de formular un "Proyecto de Ciudad", aplicarlo y corregirlo, exige reflexiones previas, una agenda y mucho debate. La cotidiana vorágine de la vida urbana habitualmente no permite reparar en ello o, en el mejor de los casos, esto se deriva para cuando la ciudad va al diván electoral. No está mal que así sea. Pero también se constata, desde hace mucho, que la pirotecnia del marketing por el posicionamiento político, la apología oficialista o la crítica por la crítica, a menudo, por no decir casi siempre, remplaza o posterga un debate que debería ser más permanente y profundo.

Con el debido respeto que se merecen el arreglo del bache y otras erupciones de la piel urbana, corresponde decir que esta discusión no puede remitirse a lo que son obvias obligaciones de mantenimiento. Tampoco nos referimos a esos cambios necesarios que todas las fuerzas prometen en las campañas electorales, pero que luego nadie implementa. Como sería aprovechar mejor nuestra infraestructura hospitalaria ampliando los turnos de atención, o hacer cumplir los horarios de carga y descarga del transporte. Por tomar solo dos de los reclamos más habituales y desoídos.

En esta ciudad la limitación principal para resolver demandas no es necesariamente presupuestaria. Las dificultades, más bien, están vinculadas a la gobernabilidad y a la falta de un sistema de prioridades y objetivos consensuados. Problemas hay muchos pero el debate no puede girar solo en torno a el abordaje fáctico y casuístico de cada uno de ellos. En todo caso el desafío pasa por elaborar una nueva ingeniería institucional que permita resolver la mayoría de estos problemas con mayor eficacia y celeridad.

Para mejorar la cantidad y calidad de las prestaciones y lograr un relanzamiento de la ciudad se requiere del liderazgo político, equipos técnicos y proyectos. Con formación, discernimiento y capacidad para gestionar. Que logre combinar creativamente la teoría y la experiencia en sus mejores niveles. Esto es así. Pero tampoco corresponde reducir todo a un tema de gestión administrativa, desideologizada y sin pasión, porque por ese solo y estrecho camino se pueden omitir los cambios de fondo que son necesarios.

Lo que hay que resolver

En mi criterio la gobernabilidad de la ciudad está afectada por la confluencia de tres tipos de situaciones que hay que asumir y resolver:

Deriva de una autonomía que hoy está limitada por la coexistencia de una doble normatividad: nacional y local. Son las cosas que hoy la ciudad no puede encarar por falta de atribuciones. Entre otras: policía, tránsito, justicia, juego, puerto, tierras, etc.

  • b) Crisis de gestión:

Son aquellas muchas más cosas que los Gobiernos de la Ciudad pueden hacer y no hacen o hacen mal, debido a una estructura centralizada y burocrática. En este terreno se impone un cambio tan necesario como postergado: descentralización y Comunas, para acercar más la gestión a la gente.

  • c) Crisis de consenso:

Es la que nace de la prolongada ausencia de dos reformas que también son requeridas para abordar exitosamente los problemas y el punto anterior:

a) Reforma del Estado para generar una mayor eficiencia y transparencia avanzando hacia los Presupuestos con Gestión Participativa. Promoviendo identidad, y desarrollo y local, en el marco de una política descentralizadora;

b) Reforma Política para asegurar los equilibrios zonales y coherencia distrital. Con el objetivo de evitar el clientelismo de los aparatos electorales; la dispersión y atomización política y las manipulaciones que afectan nuestra calidad institucional.

Agenda de la Ciudad

Lo expuesto puede incluirse en un "Proyecto de Ciudad" y forma parte de la discusión pero no por ello agota el debate. Una reflexión de mediano y largo plazo necesita configurarse desde una agenda más amplia: que atienda todas las dimensiones en las que la ciudad se desenvuelve. No solo limitada al funcionamiento interno de la misma. Estas dimensiones son:

a) Local

Incluye los aspectos institucionales reseñados como el de la descentralización y las Comunas; a los que hay que sumar las políticas de desarrollo urbano y productivo; las de promoción social, salud, educación, cultura, higiene, vivienda y todas aquellas actividades que son propias de la acción de gobierno.

b) Metropolitana

Aquí pesan las áreas temáticas que por naturaleza no reconocen la "frontera" de la Av. General Paz y requieren acciones inter-jurisdiccionales. Básicamente los temas ambientales, de transporte y seguridad. También aspectos específicos incluidos en el punto anterior, como salud y tratamientos de residuos urbanos, por ejemplo.

c) Nacional

Son cuestiones vinculadas a nuestra condición de Buenos Aires como "Ciudad Federal" o asiento de la Nación. Lugar histórico que no fue cuestionado por la Constitución Nacional de 1994, ni por la de la ciudad de 1995. No obstante, además de este rol, queda planteado redefinir nuevas formas de inserción de la ciudad en la Argentina, reconociendo los cambios ocurridos durante el último siglo.

d) Regional

Buenos Aires fue el crisol étnico y cultural en el que se integraron criollos y gringos. Hoy, con la misma fuerza, afianzada en su pertenencia Regional y Sudamericana, puede preservar nuestro acrisolado paradigma, en una nueva y renovada síntesis.

e) Global

Para forjar su posicionamiento futuro como "Ciudad Global" (como otras ciudades con liderazgo) Buenos Aires debe proponerse ser la "Capital Cultural del MERCOSUR y Latinoamérica", asumiendo un rol cada ves más activo en el escenario del mundo.

Para esto último se debe discernir sobre las ventajas competitivas de otros sectores, que se pueden ofrecer distinguiendo y jerarquizando los productos y servicios, bajo la "Marca Buenos Aires". Nos referimos a una larga lista de actividades ambientalmente limpias que, sin excluir otras, puede ir desde el software; la investigación y la medicina de alta complejidad; hasta la industria farmacéutica; y las distintas variantes del diseño, las artesanías y las industrias culturales.

Buenos Aires, Ciudad Cultural y Turística

Buenos Aires demanda, en definitiva, un "Plan Estratégico" que optimice su relación con el entorno bonaerense; potencie su vínculo con la Nación; fortalezca su inserción regional y la posicione como ciudad en el mundo. Lo puede hacer indagando la interrelación y alcance de estos distintos niveles y elementos, agregando otros y, finalmente, definiendo con todo ello el "Perfil de Ciudad" al que aspiramos. Uno que sea diversificado, sustentable, el más adecuado para el tiempo que nos toca vivir y el mejor para su futuro.

En este sentido Buenos Aires hoy se caracteriza por ser una de las ciudades con mayor oferta cultural del mundo. Entre otras cosas además gusta por la afabilidad de su gente, la calidad de su gastronomía y la diversidad de su riqueza arquitectónica. Esto alimenta sus posibilidades para ser una ciudad turística de gravitación creciente. Un lugar que también es complementario como camino hacia otros destinos: los de un país que es tan pródigo en extensión como en bellezas naturales.

La oferta cultural retroalimenta a la turística, esta pone en valor a la primera y el conjunto de ambas revalorizan la ciudad. En el plano económico este circuito supone promover nuestra principal actividad "exportadora", a partir de las divisas que traen los turistas. Es el equivalente local de la soja, el trigo y los productos regionales del campo y nuestras provincias. Un proceso que, como particularidad, además podrá generar una fuerte redistribución de ingresos y un significativo incremento del empleo.

Nos explicamos. Esta "exportación" no pasa por los acopiadores, los intermediarios mayoristas ni tienen retenciones sustantivas: las divisas se "realizan" en los hoteles, restaurantes, ámbitos del complejo cultural, taxis, comercios, etc. Actividades que, en su gran mayoría, están en manos de pequeños y medianos emprendedores. Todos rubros "mano de obra intensivos", generadores de un mayor empleo relativo: son aquellos que invierten una menor unidad de capital por cada puesto de trabajo creado.

Buenos Aires Ciudad Cultural y Turística, en la suma de ambos factores, emerge como una real opción estratégica. Un eje de acción y una ecuación para aprovechar porque, sin menoscabo del desarrollo de otras potencialidades, estamos frente a una fortaleza o ventaja competitiva, que se capitaliza de manera positiva en las cinco dimensiones de la Agenda de la Ciudad que acabamos de identificar.

Los estímulos del turismo

El turismo puede ser metropolitano, nacional, regional e internacional o global, pero es obvio que aquí no nos estamos refiriendo al origen de los visitantes. Lo que queremos decir es que este doble propósito (cultural y turístico) actúa como un elemento que articula y dinamiza las políticas públicas de todos estos niveles. Y esto es fundamental porque está llamado a incidir favorablemente en nuestra ciudad y sus habitantes.

Una ciudad que se ofrece como destino cultural y turístico esta obligada a ser mejor. No puede estar sitiada por la violencia delictiva; ambientalmente afectada; paralizada por el tránsito; o atravesada por conflictos sin solución. No puede carecer de trabajo; salud y viviendas dignas para todos sus habitantes. No puede tener la infraestructura obsoleta; el espacio urbano deteriorado; ser sucia o ruidosa. Es decir que estos y otros aspectos de la Agenda Local y Metropolitana deben ser resueltos, como prerrequisito para el logro del objetivo que se propone.

Por eso afirmamos que con mayor presencia y participación ciudadana este eje estratégico pasa a ser un principio ordenador de las energías de la sociedad porteña. Un vector que fortalece a la mayoría de las políticas sectoriales (seguridad, acción social, medio ambiente, etc.) y que permite promover una ciudad más justa, segura, integrada y abierta al mundo.

Una ciudad también respetuosa del espacio público. Que desarrolle su infraestructura urbana y preserve el variado y sugerente estilo de su patrimonio arquitectónico, con el embellecimiento de edificios, barrios, calles, plazas, monumentos y esculturas. En suma: una ciudad más equilibrada y agradable. Limpia, cómoda y atractiva, con mejor calidad de vida y más estímulos para sus vecinos y visitantes.

En busca de un horizonte

En los años de la Colonia y el Virreinato, pasando por la etapa de la Independencia, la Generación del 80 y en épocas más cercanas, Buenos Aires tuvo voluntad para darse un destino. Hoy lo debe mantener y fortalecer, atendiendo a su permanente mandato como centro institucional y político de la Nación. Pero ahora, además, tiene que saber ocupar un lugar específico dentro del Cono Sur y nuestro Continente.

Los vínculos de las economías regionales con el exterior; la proliferación de puertos en el territorio nacional y el postergado pero necesario federalismo, han determinando que crecientemente se fuera debilitando nuestro rol centralizador de Ciudad-Puerto. La formulación de Buenos Aires Ciudad Cultural y Turística, gravita también en la Agenda Nacional porque sin afectar derechos ajenos ni propios, se hace cargo de este cambio e incorpora una nueva modalidad de reinserción de nuestra ciudad dentro del país.

Por esta capacidad del turismo de poner en red y capitalizar -con valor agregado- esta oferta cultural; nuestra ciudad debe incorporar a su horizonte de acción otro visible y definido rol. Por este nuevo rol Buenos Aires puede posicionarse como la "Capital Cultural del MERCOSUR y de Latinoamérica", sin que este paradigma necesariamente sea una utopía de nuestra Agenda Regional y Global. Una perspectiva que, repetimos, potencia nuestro lugar en la Nación; fortalece nuestra inserción continental y nos posiciona como ciudad en el mundo.

No es este un propósito formal, grandilocuente o "culturoso". Valorar y potenciar esta oferta cultural implica reconocer que ella no se acota ni es solo sinónimo de "arte" o "espectáculo". Tampoco se agota en otras particularidades, porque antes que nada esta manifestación cultural expresa nuestras vivencias urbanas, mitos y tradiciones.

Vivencias que pueden expresarse en el tango como también en nuestros sabores, pasiones y costumbres. Esta oferta cultural es, en definitiva, la principal marca simbólica de la espiritualidad y la identidad de los porteños. Tanto la de los aquí nacidos, como la de aquellos que quedaron "atrapados" por sus "luces".

Como se acaba de decir la atracción de Buenos Aires no puede reducirse solo a algunos de sus aspectos. Pero esto no implica, sin embargo, que como polo turístico y cultural no este obligada a realizar ajustes. Algunos de ellos son:

a) Crear en la ciudadanía una mayor conciencia o cultura colectiva de respeto, hospitalidad y atención al turista;

b) Convocar a participar a todas las entidades involucradas, con una mayor articulación de políticas; con mejores iniciativas e instrumentos de colaboración entre el sector público y el privado;

c) Modernizar y ampliar los sistemas de información con nuevos mecanismos y con mejores y un mayor número de Centros de Atención al Turista;

d) Defender con cambios normativos la promoción de los bienes culturales, como las leyes de Mecenazgo, del Cine, del Libro, del Teatro, del Patrimonio, etc.

e) Impulsar la formación de Escuelas Técnicas de Turismo Cultural y redefinir los sistemas estadísticos de evaluación en la materia;

Profundizar la integración

Hasta aquí llegamos. Ahora resta que- con más decisión- nos propongamos concretar una mayor incorporación a nuestra cultura del componente ibero y latino americano, que también forma parte de nuestro acervo. Es posible porque siempre crecimos conviviendo con distintas tradiciones. Desde su modesto origen portuario y rural, junto al área metropolitana, Buenos Aires llegó a ser el segundo conglomerado urbano de Sudamérica y una de las diez ciudades más grandes del mundo.

En nuestro continente la tradición europea peninsular hispano-lusitana de España y Portugal, tuvo en el Cono Sur, por la gravitación sobre Argentina y Brasil, un espacio modelador de la cultura iberoamericana. Esto en conjunción con la fuerte e inicial presencia de las culturas originarias del continente, configuraron un triple punto de apoyo y la matriz de nuestra común identidad latinoamericana.

Este es el marco que nos rodea pero a esto- más tarde y durante décadas- nuestra ciudad agregó la heterogénea influencia cultural de las migraciones del "Viejo Mundo".

Adquirió así el sesgo cosmopolita que la caracteriza. Reafirmando esto, hemos dicho, Buenos Aires debe también reasumir su impronta iberoamericana. Frente y junto a la cultura del idioma portugués, puede hacerlo como puente y enlace hispano-parlante entre nosotros, los países latinoamericanos y Brasil.

Nuestra ciudad, de este modo, puede contribuir a crear el correlato cultural del ideario de la Patria Grande de San Martín y Bolívar, recreado y ampliado por la presencia de Brasil. Este rol de integración se corresponde con la necesidad de articular una alianza estratégica entre Argentina y este país. Una alianza que bien planteada otorga más viabilidad a los intereses nacionales, al tiempo que actúa como núcleo motor de un Bloque Regional, que debe asumirse como política de Estado frente a la globalización.

No es nuestra intención plantear aquí las iniciativas que pueden implementarse para responder a esta orientación. No obstante podemos decir, a modo de ejemplo, que la ciudad debe aspirar a tener un mega Centro de Exposiciones que incluya un Pabellón Latinoamericano. Un espacio permanente para anidar la música, danza, teatro, el cine, la plástica, las artesanías y otras autenticas expresiones de nuestros vecinos.

Esta presencia latinoamericana sería un nuevo atractivo para quienes nos visitan desde del interior del país (en vacaciones de invierno son la mitad del total de turistas) y un modo de revitalizar nuestros vínculos con los países de la región. Durante el año la mitad de nuestros visitantes extranjeros son hispano-parlantes y junto a los de Brasil suman dos tercios del turismo externo. El otro tercio son de países extra-región.

Otro camino en esta misma dirección, es articular con delegaciones latinoamericanas para que participen de un calendario convergente con los festivales y eventos que en nuestro país tienen cada vez más gravitación internacional. El turista atraído hacia Buenos Aires, por nuestro embajador el "Señor Tango" y su "Señora La Milonga"; sin desmedro de su indudable interés por esta pareja, casi seguro valorará esta cortesía. Poder descubrir aquí otras caras de nuestro multifacético continente, no es poca cosa. Sobre todo para ese tercio de turistas que proviene del resto del mundo.

Nuestra ciudad se nutrió del mar y los barcos como también de las carretas de "tierra adentro". Por eso su cultura es nacional con "aire europeo". Con estos antecedentes asumir una tendencia integradora con anclaje regional, es un desafío -no totalmente novedoso- que la ciudad puede asumir con éxito. Sabe de sincretismos y tiene espacio para un matiz latinoamericano. Buenos Aires gusta por eso, por su cosmopolitismo. Cuando más distinta y diversa ella se muestra, más simpática y única resulta.

Pese a sus conflictos hace tiempo que nuestra ciudad anda sola, crece y busca un horizonte. Ahora solo resta guiarla. Los ya no tan lejanos festejos del Bicentenario de la Revolución de Mayo, son una excelente oportunidad para ponerla definitivamente en marcha como Ciudad Cultural y Turística. Para que pueda ser, como quería Jorge Luís Borges, "tan eterna como el agua o como el aire". Para demostrar que el siempre renovado misterio de Buenos Aires es que ella tiene vida propia y seduce, porque es mujer y es divina. Enamora como una novia.

Buenos Aires, marzo 2008

 

 

Autor:

Orlando Novara

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