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Julio Antonio Mella. Tres acercamientos a su obra periodística


    1. Resumen
    2. Sobre "Lenine coronado".
    3. Sobre "Los falsos maestros y discípulos".
    4. Sobre el "Cursillo para corresponsales".
    5. Conclusiones
    6. Obras Citadas

    Resumen

    A través del tiempo y fundamentalmente por razones históricas, la obra política de Julio Antonio Mella ha sido estudiada con preferencia a su labor literaria. En esta investigación nos proponemos, con el análisis de tres de sus publicaciones, rescatar la validez de su praxis periodística y de su labor formativa en la sociedad; además de su indiscutible ubicación como uno de los intelectuales políticamente comprometidos más sobresalientes de su generación en Cuba y Latinoamérica.

    Abstract

    Through the time and fundamentally for historical reasons, Julio's Antonio Mella political work, it has been studied with preference to his literary work. In this investigation we intend, with the analysis of three of their publications, to rescue the validity of their journalistic practice and of their formative work in the society; besides of their unquestionable location like one of the most excellent politically committed intellectuals in their generation in Cuba and Latin America.

    Introducción

    En la cultura cubana hay un mal muy extendido cuando se realizan estudios sobre personalidades y consiste en un enfocar solamente la cualidad más significativa en la vida de dicha figura. Tal mirada, sin quererlo, arroja sombra sobre el resto de las facetas; las cuales, en muchos casos, son prácticamente desconocidas. Obviamente, al pasar el tiempo, toda su actividad histórica es reducida a un solo tipo; tal hipertrofia lleva a un conocimiento parcial y a una valoración no siempre exacta de determinados héroes esenciales de nuestra patria.

    Éste es el caso de Carlos Manuel de Céspedes, figura indispensable de nuestra nación y quien generalmente ha sido confinado a ser el Padre de la Patria. Es cierto que, por su valor histórico y político, ésta es su obra fundamental y que todos los cubanos a partir de él, fuimos, somos y seremos más dignos; sin embargo, tan colosal empresa ha opacado indiscutiblemente el resto de su desempeño. No hay, salvo en los círculos especializados, un conocimiento de Céspedes como poeta original o como traductor genial que fuera capaz de trasladar, del latín al español, La Eneida de Virgilio; ardua tarea que no solo exige conocimientos técnicos, sino, además, una exquisita sensibilidad; o que fuera capaz de traducir un texto de ajedrez que ha utilizado, por generaciones, el juego ciencia cubano.

    Con Julio Antonio Mella sucede algo parecido. Nadie desconoce su actividad sobresaliente. Su nombre está unido de forma indeleble a la fundación de la Universidad Popular José Martí y del Partido Comunista de Cuba, hechos que realizará en 1925 y que resultarían trascendentales para la historia de Cuba y la de América Latina. Con razón plantea el crítico y revolucionario cubano Juan Marinello: "No se olvide que un verdadero líder, y mucho más si posee magnitud continental[ …] , es una personalidad compleja y profunda; un hombre llamado a una rara tarea de percepción y consecuencia, de entendimiento y realización" (Marinello 1991: 317).

    Estos eventos políticos acaparan la atención de la mayor parte de las personas. Hay, sin embargo, otros aspectos de la ejecutoria de Mella, los cuales, si bien no resuenan tanto como los mencionados anteriormente, constituyen momentos fundamentales para conocer, en su más exacta dimensión, la figura del "meditador inagotable".

    Uno de los momentos creativos más significativos del revolucionario cubano es su intensa praxis periodística. A pesar de la brevedad de su vida y como consecuencia de su dedicación a la obra política, Mella escribió para numerosos periódicos, especialmente mexicanos y cubanos. A través de estos escritos no sólo denunció numerosos aspectos pertenecientes a la realidad política universal sino que, además, incluyó lúcidos estudios sobre personalidades y situaciones convulsas de Europa y Estados Unidos.

    Una somera mirada a la producción periodística de Julio Antonio Mella revela una extensa galería de publicaciones en las cuales colaboró. Entre las revistas y periódicos más importantes donde aparecieron sus trabajos se encuentran: Alma Mater, El Mundo, La Noche, América Libre, El Sol (México), Tren Blindado (México), El Libertador (Órgano de la Liga Antimperialista de las Américas), Hoy, Juventud, El Heraldo. Es también muy diversa la orientación temática de sus escritos periodísticos. En ellos se encuentran trabajos sobre personalidades; escritores y políticos; discursos; declaraciones; acuerdos; comunicados; cuentos… hasta un cursillo para corresponsales. Esta variedad no es casual, obedece a una clara concepción de Mella acerca de las funciones de la prensa. Él estaba convencido que además de la función informativa, inminente al periodismo, existía una función formativa cuyo objetivo primario era incidir en la formación de los lectores; aspecto necesario que no solamente resaltaba el elemento político sino que incluía, además, otros de índole artística para un enriquecimiento general de las potencialidades de los receptores.

    A continuación se ofrecerán breves valoraciones de tres textos que posibilitan caracterizar la labor periodística de J. A. Mella. La selección no fue arbitraria sino dirigida a explorar su diversidad temática; por lo cual se recogió un texto donde lo social se relaciona con una personalidad de la historia universal: "Lenine coronado" (Instituto 1975: 86 -88); otro de corte puramente social: "Los falsos maestros y discípulos" (Instituto 1975: 118 -120); y otro de índole didáctica: "Cursillo para corresponsales" (Instituto 1975: 283 -293).

    Sobre "Lenine coronado".

    "Lenine coronado" fue publicado en febrero de 1924 por la revista cubana Juventud y es indiscutiblemente un artículo que persigue el objetivo de convocar a la reflexión. En este caso Mella dedica el texto a la juventud de su época más que a la figura histórica a la que se refiere; aunque le rinde homenaje a ese gran líder de la clase obrera que fuera Vladimir Ilich Lenin. Con un matiz indiscutiblemente irónico, la obra constituye una fuerte crítica a la sociedad hipócrita de su tiempo y a los detractores del líder al que, sin ningún escrúpulo, coronaban después de muerto.

    Él mismo reconoce, en una pequeña nota al iniciar el texto, que lo escribe "con motivo de su muerte y de los artículos periodísticos". Esta última parte es necesario subrayarla pues, a pesar de que todo el artículo gira en torno a la muerte de Lenin y al impacto inmediato que causó la noticia, también aborda de una manera mordaz y problematizadora la mediatización de los medios de comunicación, en específico la prensa. El artículo enjuicia la labor poco ética de aquellos que, para ponerse en consonancia con el momento, de una posición de burla y franca adversidad pasaron a condolerse y hasta endiosar la figura del líder ruso: "Al día siguiente los editoriales sensibleros de los periódicos, siguiendo la moda cristiano – burguesa de "adorar muerto a lo que hubieran quemado vivo", para demostrar que conocían el movimiento revolucionario ruso lanzaron enormes mazacotes de letras e ideas glorificando, coronando, el Hombre de Hierro y Luz de la Rusia Roja" (Instituto 1975: 86).

    Otro punto que trabaja Mella, y no es aquí donde único hace alusión a este fenómeno, es el bajo nivel intelectual que posee la juventud cubana cuando, al hacerse eco de la mofa social que constituye este repentino cambio en la opinión pública, no es capaz de notarla sino que vacila entre las opiniones emitidas por unos y otros. Pienso que esta constante crítica a los jóvenes está dada por la indiscutible importancia histórica del momento que vive el país y la necesidad de los jóvenes para lograr un cambio. Nos encontramos ante lo que Juan Marinello definiera como "década crítica" (Pogolotti 2001), por el amplio movimiento cívico, estudiantil e intelectual que comienza a enfrentarse a la relativa tranquilidad del primer período republicano. Y he ahí la necesidad de amonestar a los jóvenes y hacerles entender cuestiones tan importantes como la manipulación ideológica; la necesaria decantación de las noticias y criterios; y la obligación de los "sabios" ante la incorrecta formación de la juventud.

    Por las páginas de este breve material transitan rápidamente figuras como Trotzky, Pancho Villa (al que llama "el bandolero universal"), Víctor Hugo, Arthur Brisbane y finalmente José Ingenieros en quien se apoya para defender la figura de Lenin. Partiendo de las ideas postuladas en El hombre mediocre sobre la evolución de "todo genio" se opone a los criterios emitidos por el periodista norteamericano y ofrece su visión sobre la influencia, no "copias serviles de revoluciones hechas por otros hombres en otros climas" (Instituto 1975: 87), de la revolución de rusa en la nuestra.

    Las imágenes en este artículo tienden a ser burlonas y mordaces. Partiendo de la solemnidad causada por la noticia de la muerte de Lenin, el texto se convierte en una constante burla con tono amargo, donde no dejan de destacarse los adjetivos que calificarán negativa o positivamente a un sustantivo determinado: "El cable, mensajero genial de mentiras"; "chiste de la ciudad entera"; "estúpidos seres, grandes pensadores de cerebro ajeno", "sonrisa burlona"; "pobre nivel intelectual de la juventud cubana"… Éstos elementos estarán en oposición a las ideas que quiere defender: "siempre pensado con nuestra cabeza"; "signos innegables de progreso y de civilización".

    Para finalizar, y como una característica común en muchos de sus artículos, es necesario apuntar el uso de frases conclusivas que cerrarán la idea que lo obligó a redactar esas cuartillas y que en este caso no es más que la necesidad de ser: "Seres pensantes, no seres conducidos. Personas, no bestias" (Instituto 1975: 88).

    Sobre "Los falsos maestros y discípulos".

    Según la crítica periodística más reciente, varios géneros y subgéneros de este medio se caracterizan por la presencia en sus textos de un problema; y por la propuesta de alternativas, después de su estudio en cuestión. En el artículo "Los falsos maestros y discípulos", Mella pone en práctica ese continuo cuestionamiento de un problema.

    Este trabajo se abre con el primer paso de la llamada estructura de embudo: el planteamiento general del problema: "Se ha dicho que no puede existir una Universidad sin alumnos. Esto es cierto, pero más cierto aún es que no puede existir una Universidad sin Maestros" (Instituto 1975: 118).

    Seguidamente, el periodista pone en tela de juicio algunos aspectos básicos para el desarrollo de este tema; en primer lugar, ayudado por la rica obra de grandes cubanos como Varela, Luz y Caballero, y Martí, llega a conclusiones sobre la verdadera misión del maestro: "El Maestro es un sacerdote- (…) El Maestro es un faro luminoso que señala la ruta a la juventud en el aula, y fuera de ella" (Instituto 1975: 118),. Adviértase que en tales casos utiliza la mayúscula para referirse al maestro, lo que indica que hace alusión al verdadero formador de generaciones, no sólo en las aulas sino en el pensamiento. En muchas ocasiones se ha visto un acercamiento demasiado lineal a la alusión a Varela como pedagogo; en realidad es su labor como conductor del pensamiento político y educacional de una época lo que hace que Mella lo identifique como tal.

    Llama la atención en este texto un trabajo estilístico de la prosa de Mella que, sin buscar influencias directas, tiene un sabor martiano, y es la combinación del estilo aforístico con el estilo profano. El primer aspecto se aprecia a través de frases sentenciosas o aforísticas que encierran, de forma muy breve las grandes verdades del texto. Sirvan de ejemplo los siguientes momentos:

    "Profesor podrá serlo cualquiera"; "La nueva Generación universitaria está huérfana" (Instituto 1975: 118); Es sistemático que estas dos oraciones se encuentren al principio de cada párrafo, a partir de ellas el autor amplía sus criterios, utilizando así un estilo profuso. La combinación de estos dos tipos de registros otorga una fluidez apreciable a estos trabajos periodísticos.

    Poco a poco el autor va llegando a los aspectos más específicos del tema, por eso se refiere a los maestros, luego a los alumnos y a la juventud, elementos indispensables para demostrar su tesis acerca de la necesidad de poner a estudiantes y maestros en consonancia con los nuevos tiempos.

    En los más diversos tiempos abundan las referencias culturales en general, y en particular las de la cultura grecolatina. En "Los falsos maestros y discípulos", este aspecto se pone en función de caracterizar el deterioro moral de los hombres que dirigían la República: "Toda esa canalla que triunfa, que domina, que dirige hoy la República, fue juventud como la gran mayoría de hoy. Caminan con la cerviz doblada y sobre sus hombros sostienen, como cariótides groseros, a sus ídolos: Sancho Panza, Tartufo y Hermes" (Instituto 1975: 118 – 119). Estas referencias culturales ayudan, de forma artística, a dar los principales rasgos de aquellos hombres corrompidos. La imagen es elocuente, las cariátides son "groseras", han perdido su encanto, sirven sólo para sostener algo; los símbolos del pragmatismo en la poca imaginación de Sancho; la hipocresía de Tartufo, o a Hermes que representa un dios menor, un simple mensajero.

    No hay dudas que estos aspectos redimensionan el fenómeno social gracias al tratamiento que recibe. La apelación a la juventud se hace parafraseando a Rubén Darío (Darío 1977: 270 – 272): "¡Juventud, juventud, recuerda que eres divino tesoro!" (Instituto 1975: 119).

    Llama la atención que en un texto tan breve, cargado de una tremenda urgencia política: la necesidad de reformar a estudiantes y profesores, estén presentes estos aspectos culturales. Los mismos no restan efectividad al mensaje sino la enriquecen y lo tornan más artístico, porque sencillamente en Mella existía eso que Marinello ha llamado "voluntad de estilo".

    Sobre el "Cursillo para corresponsales".

    Acorde con el ideario social, revolucionario y humanista de Julio A. Mella, es publicado en 1927 (período junio- agosto), por el periódico mexicano El machete, este "Cursillo para corresponsales", poseedor de un corte partidista y altamente comprometido con la causa socialista.

    Es una serie que consta de 10 secciones cortas, que aparecen escalonadamente durante esos tres meses. Tendrá un carácter "popular", constantemente recalcado por el autor pero dado también en características como el léxico de norma estándar y la claridad de los enunciados, aptos para ser decodificados por todos los lectores.

    Los cinco primeros apartados se encargarán de describir la redacción formal de la noticia, la funcionalidad de las ideas trasmitidas y la distribución dentro del texto noticioso. Las otras cinco incentivarán el nivel de pertenencia y concientización social en la labor de los corresponsales.

    Cada parte del texto tiene un valor eminentemente práctico y que responde tanto a las cualidades de la prosa de Mella como a las necesidades del estilo periodístico. La primera muestra de ello la tenemos en el titular de la sección que encabeza el "cursillo": ¡¡un paso más!! y que funciona como gancho para atraer al lector desde el inicio, sugiriendo una acción necesaria e inmediata. Este es un título nominal que lleva implícito una acción y adquiere por lo tanto una carga semántica verbal. Lo necesario de la acción y su urgencia están sugeridos a través de los dobles signos de exclamación. Otras ideas que funcionan como ganchos en esta sección introductoria se dan a través de elementos como:

    1. Nombrar al curso en diminutivo para empequeñecer el esfuerzo que deben hacer quienes lo tomen y que logren verlo como más factible, más insignificante y fácil.
    2. La relación forma – objetivo: "curso libre (…) para perfeccionarse".
    3. La comparación con lo deseado: "un corresponsal que no tenga nada que envidiar a corresponsales de la prensa diaria burguesa".
    4. La revelación: "secretos del periodismo", "recomendaciones, experiencias".

    En las dos secciones siguientes serán trabajados los aspectos vinculados a las cualidades de la noticia: brevedad, concisión y unidad; quedando planteadas, desde un inicio, las cuestiones formales que intervienen en la aceptación de un texto de este tipo. Al mismo tiempo ambas partes son ejemplos manifiestos de lo que el autor expone. Los textos oscilan entre dos o tres párrafos, no muy extensos, extremadamente claros y prácticos. También pueden apreciarse elementos prospectivos y retrospectivos que logran hacer de estas publicaciones seriadas un grupo.

    Ejemplo de ello son: "todos los secretos del periodismo, todas las recomendaciones, toda la experiencia de los corresponsales de otros diarios del mundo van a desfilar por estas columnas…" (sección I); " ¿Cómo ser breve y conciso, sin dejar de expresar lo necesario?" (sección III); "Después de la brevedad y la concisión del periodista, nada más interesante que la forma de expresar sus ideas." (sección IV); "Una vez conocido todo lo expuesto en esta sección en los números pasados, nada más importante que la estructura de los artículos." (sección V) (Instituto 1975: 284 – 287 ).

    En la cuarta parte expone su concepto acerca de las ideas clasificándolas en "reales", aquellas que se toman directamente de la realidad; y en "originales", dadas por deducciones, comentarios que se producen de los "conocimientos y experiencias anteriores". El criterio de los corresponsales en formación debe ser parcializado, partidista; enfocando el evento del modo más "realista" posible para así poder defender "sus intereses" de clase. Sin embargo, esta idea es acabada en la quinta sección cuando al explicar las partes que componen los artículos informativos, exige que dentro de su entrada no se les haga a los lectores "una síntesis de las doctrinas que sustenta el autor" sino que en ese párrafo inicial, se expongan los elementos que constituyen el hecho noticioso y luego en el "cuerpo" se aporten los juicios, análisis y soluciones a los problemas esbozados en la "exposición".

    En las restantes cinco partes, la función de Mella más que formativa en la parte literaria, va a ser altamente política. Verá al periódico como un medio para lograr la unidad nacional a través del tratamiento de los asuntos locales aunque sin desdeñar el acontecer internacional que da las pautas del sistema capitalista mundial. También se aborda la definición de órgano político como medio para denunciar los crímenes e injusticias capitalistas y una forma de generalizar las ideas y experiencias para lograr un pensamiento colectivo en el trabajo del Partido Comunista.

    El último tema que aborda es la necesidad de ganar adeptos para la causa comunista por lo que el periódico se constituye en el instrumento ideal con el objetivo de hacer "una campaña nacional para el reclutamiento de nuevos miembros" y un órgano propicio de agitación y propaganda que además de llevar a la reflexión pueda difundir textos para la auto preparación de los miembros o de los que "ya" se inclinen a serlo.

    En este grupo de trabajos, a pesar de predominar una intensa función educativa, formativa, casi paternal; lo coyuntural no logra desprenderse de sus páginas como tampoco la militancia en la posición política que defendió Mella durante toda su vida. Es indiscutible que embellecía su prosa a través de imágenes muchas veces vinculadas a los mismos obreros cuando a ellos se refería y que la ironía y la mordacidad con la cual observa muchos aspectos de la realidad no adquieren niveles intelectuales al estar consciente del nivel de aquellos a quien dirige sus páginas. Sin embargo su objetivo primario no deja de ser el mismo de sus otros trabajos: que el hombre logre un conocimiento pleno de su situación, aumente su capacidad de análisis y proyección, al igual que se supere como ser social sin abandonar las tareas que comúnmente ha desempeñado.

    Conclusiones

    Una figura histórica desencadena una prosa donde lo lúdico, lo mordaz y lo histórico se trenzan indisolublemente; un texto cargado de referencias culturales nos obliga a reflexionar sobre la enseñanza de las nuevas generaciones y la necesidad como hombres de enfrentar "la hora"; un cursillo convierte a un grupo de obreros en rápidos corresponsales de su tiempo y de su patria… Tres artículos donde la labor informativa y formativa del periodismo de Julio Antonio Mella adquiere, tanto por su variedad como por su carácter de documentada valoración histórica, un indiscutible signo social.

    Entonces solo nos queda sumarle a la responsabilidad como líder político que asumió con reconocido talento durante su breve vida, el valor intelectual que tuvo en su momento; asegurándolo así como una de las grandes figuras que marcaron un hito en el pensamiento y accionar cubano y latinoamericano de la primera mitad del siglo XX.

    Obras Citadas

    Darío, Rubén. 1977. Poesía. Caracas: Biblioteca Ayacucho.

    Enciclopedia de Consulta Encarta. 2005. Internet.

    Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución Socialista de Cuba. 1975. J. A. Mella. Documentos y artículos. La Habana: Editorial de las Ciencias Sociales.

    Marinello, Juan. 1991. "Mella y el primer Congreso Nacional de Estudiantes.", en Evangelina Ortega. Redacción y composición. Ciudad de La Habana: Editorial Pueblo y Educación.

    Pogolotti, Graziella. 2001. "Cien años de cultura". Diario Granma (Internet).

     

    DATOS PERSONALES

     

     

    Autor:

    Michelle María Álvarez Amargós.

    Licenciada en Letras

    Profesora de la Universidad de Granma.

    Universidad de Granma. Carretera de Peralejo, kilómetro 17 ½ . Bayamo. Granma. Cuba.

    Dirección Postal

    Donato Mármol #215 % José Antonio Saco y Canducha Figueredo.

    Bayamo. Granma. Cuba. CP 85100.

    Coautores:

    Lic. Leonella López Álvarez.

    Universidad de la Habana. Ciudad de la Habana. Cuba.

    Lic. Adaine Márquez Velázquez.

    Universidad de Granma. Carretera de Peralejo, kilómetro 17 ½ . Bayamo. Granma. Cuba.

    Lic. Virginia Parra Nogueras.

    Universidad de Granma. Carretera de Peralejo, kilómetro 17 ½ . Bayamo. Granma. Cuba.

    Dr. Carlos Palacios Fernández.

    Universidad de la Habana. Ciudad de la Habana. Cuba.