Análisis a dos voces del cuento "El lobo, el bosque y el hombre de nuevo" (página 2)
Enviado por Ari�n Laverdeza Reyes
David (personaje principal) mientras toma una copa de helado, en Coppelia, tiene un encuentro inesperado y debe compartir la mesa con un homosexual. Este último trata de entablar una conversación y finalmente convence a David de que lo acompañe a su casa, "la guarida". El primer encuentro entre ambos provoca desconfianza en el protagonista, por lo que acude a un compañero indicado por su amigo en la universidad y le plantea el caso de alguien recién conocido que había tenido problemas con el gobierno, era homosexual y religioso. Sin embargo, las frecuentes visitas a casa del inquilino, el tiempo que comienza a compartir con él, la cultura general del mismo y sus valores humanos, van transformando su concepción y manera de percibir la realidad, así como tratar a este tipo de personas. Diego es expulsado del trabajo y decide, entristecido y contra la voluntad de su amigo, irse del país: única vía para cumplir sus planes futuros. Antes prepara un banquete, tomando como modelo un capítulo de Paradiso la mayor creación de "el maestro" nombre que usa para referirse a Lezama Lima. De esta manera David se transforma en el hombre moderno.
El relato se desarrolla en La Habana (espacio topográfico nominado) y el narrador nos comenta sobre la Capital del helado, metáfora que usa Diego para nombrar a Coppelia; menciona además a la Universidad de La Habana y la Beca. Estas precisiones acentúan la veracidad de lo que se quiere trasmitir, entiéndase verosimilitud en el relato. Los espacios abiertos (la calle) y cerrados (la universidad, la casa de Diego) son escasos. De acuerdo con el tiempo la narración que predomina es la ulterior, pues el autor implícito le trasmite al lector una imagen del pasado, a través de formas verbales en pretérito y copretérito. Se narra lo que ha sucedido. Sin embargo, en algunos momentos fugaces de la historia, utiliza expresiones en futuro (narración anterior) "(.) pasaremos frente a la casa (.) Vendremos de Prado, caminando por la acera opuesta (.) tú llevarás puesto algo azul (.)"[1] para adelantar o despertar la motivación del lector (el enganche como técnica).
El tempo narrativo es acelerado debido a la carencia de diálogos y las descripciones pictóricas escasas y pequeñas (ver descripción de la guarida p. 420). Su ritmo ligero nos envuelve y el lenguaje coloquial nos hace partícipes también de los hechos.
Desde la perspectiva del narrador, el cuento es escrito en primera persona del singular. Esto convierte a David (personaje protagónico) que nos narra la secuencia de acontecimientos, en narrador personaje con un conocimiento limitado debido a que solo cuenta con una óptica de corto alcance: su apreciación muy particular de las cosas que ha vivido. Este narrador marcado (por el yo), explícito (dentro de la diégesis que narra) e intradiegético es utilizado de manera interesante en una historia que le permite erradicar sus pensamientos estáticos, trocándolos, en el proceso de una evolución gradual, para iniciar su transformación que tiene como cúspide al hombre nuevo.
El tono que utiliza David para narrar es variable. El mismo dependerá de sus estados de ánimo. Narra con seguridad ante su conducta de no dejarse envolver por homosexual y sus miradas provocativas, se manifiesta alegre y despreocupado cuando ya existe una confianza o familiaridad con Diego, se asombra con las ocurrencias del personaje secundario y lo invade un gran sufrimiento cuando conoce la decisión de su amigo de abandonar Cuba.
David (el personaje) es militante de la juventud, es un hijo de campesinos pobres que tiene la oportunidad de asistir a la Universidad de La Habana gracias a la Revolución. Su nivel de compromiso (pensamientos comunistas y marxistas) es muy elevado y su carácter lineal y rígido. La ingenuidad de no saber como acabar una conversación no deseada, constituye para este otra característica. Es un personaje dinámico o redondo pues su progreso, que tiene como punto de partida el encuentro inesperado con Diego, se va haciendo evidente en su nivel de aceptación, en su tolerancia. Aunque con dudas, inicia una amistad, extrayendo el máximo de conocimiento al constituir el nuevo conocido un estudioso de la cultura. También, comienza a comprender la necesidad de sobrellevar y de escuchar incluso a las personas no deseadas socialmente.
Por otro lado, lo psicológico cobra un matiz muy atractivo. Mientras el personaje nos cuenta, paralelamente reflexiona. Primero no se deja incitar, como cree al observar las miradas de Diego en Coppelia; luego se vanagloria de no fallar ante el intento de convencimiento del homosexual para que no abandone -la guarida-; se complace con mantener informado a un compañero de la universidad acerca de la nueva relación social. Pero el arrepentimiento ante sus primeros impulsos informativos, el intercambio con Diego, la confianza que desarrolla en la casa que ya no le resulta ajena: muestran al otro David, al David del futuro que aprende a respetar a personas con preferencias por el mismo sexo. Existen monólogos interiores (flujo de conciencia) fugaces que le permiten al protagonista conversar consigo mismo antes de tomar determinaciones. Entonces el yo se desdobla y se convierte el narrador en narratario explícito, en receptor intratextual, de sus parlamentos.
Y me dije: mira, David, lo mejor-mejor es que te vayas a esperar la guagua a Coppelia, la Catedral del Helado. [2]
Otras veces el discurso narrativo se dirige a la conciencia como a una confidente, incluso la desafía. El protagonista se pregunta para buscar su verdad, conformar sus decisiones y analizar situaciones.
¿Quién eres realmente tú, muchachito? ¿Ya se te va a olvidar que no eres más que un guajirito de mierda que la Revolución sacó del fango y trajo a estudiar a la Habana? Pero si una cosa he aprendido en mi vida es a no responderle a mi conciencia en situaciones de crisis.[3]
Otro personaje que no es principal pero sí necesario en el proceso de formación de David es Diego (personaje secundario). Sobre este, el propio Senel expresa:
"Para mí, el personaje de Diego era sobre todo un problema de lenguaje, un personaje que tiene una cultura superior a la cultura que yo tenía en ese momento, un tipo más leído que yo diez veces, que se mueve en la cultura, que acude a citas. Y luego resulta que era homosexual, y uno tiene que aceptar a los personajes como son".[4]
Coincidiendo con Senel, podemos decir que Diego es un personaje muy parlanchín, hiperquinético, con su manera peculiar de moverse. Su cultura es amplia, también es religioso y pederasta, pero muy cubano (amor a lo nacional). Su sentido de pertenencia se demuestra con su participación en la Campaña de Alfabetización. Es un personaje dinámico pero este manifestará una involución psicológica desde el instante que lo botan de su trabajo. Analiza la imposibilidad de su existencia en un país donde la visión que se tiene de ciertos temas, como la propia homosexualidad, no ha prosperado. Por todo esto, pierde las esperanzas comprendiendo que solo la salida de la isla, por dolorosa que resulte, constituirá una oportunidad para sus planes futuros y para dedicarse a lo que forma parte de él: su sacerdocio, la cultura.
Este personaje tiene un gusto exquisito y un vasto conocimiento artístico. Sus diversos estudios, su expresión culta alejada del contexto familiar corroboran su sabiduría general integral. Sin embargo sus vocablos pueden dar un giro catártico y cambiar convirtiendo en anticortesía todo un lenguaje que excede en ocasiones lo popular (Atrevido en sus conceptualizaciones y descarnado al hablar en confianza).
"(.) no abandono la tarea aunque vea pasar por la acera al más portentoso mulato de Marianao y éste, se sobe los huevos."[5]
Sus estudios sobre el arte, su consagración e intelecto podemos apreciarlos cuando se los revela a David durante una explicación, para esto utiliza la nota humorística y sin mesura:
(.) mi estudio de poesía femenina cubana del siglo XIX (.) mi exhaustiva colección de mapas de la Isla desde la llegada de Colón (.) mi estudio comparado de la jerga de los bugarrones del Puerto y Parque Central (.)[6]
Este personaje de ficción se relaciona con personalidades de la cultura contemporánea como: Alicia Alonso (su amiga) y Dulce María Loinaz (De la familia Loinaz dice que recibe un obsequio, luego aclara que lo toma sin pedirlo). De esta manera el autor trata de consolidar la verosimilitud del texto (carácter realista).
Diego creativamente organiza una escala para clasificar a las personas con sus preferencias sexuales de acuerdo con la disposición del sujeto ante el deber social (ver páginas 426, 427, 428):
Homosexuales: son aquellos para quienes el sexo ocupa un lugar en la vida, pero no el lugar de la vida. Como los héroes o activistas políticos anteponen, y se incluye en esta clasificación, el Deber al Sexo.
Maricones: constituyen una categoría intermedia. Entre los primeros y las locas.
Las locas: estas tienen todo el tiempo un falo incrustado en el cerebro y solo actúan por y para él. Perder el tiempo es su característica fundamental.
Las locas de carroza (variante especial de las locas): son las más vagas de todas. Son fatuas y vacías, por lo que merecen el odio de los propios homosexuales. Provocan y hieren la sensibilidad popular, no tanto por sus amaneramientos sino por su zoncera. El rechazo es mayor cuando se trata de de una loca de raza negra, si viven en barrios marginales o pueblos del interior.
Brindando esta teoría, Diego no solo sabe reconocer lo más oscuro de la homosexualidad sino que señala los eslabones más bajos de los heterosexuales en sus dos géneros.
Por un lado se encuentran las putas, pero no las que se agitan en los hoteles a la caza de turistas, ni las que lo hacen por interés sino las que, en buen cubano, se entregan por el placer de ver la leche correr; el sexo masculino nos presenta por otro lado a los picha-dulce, los que pueden incluso estar con un homosexual sin menoscabo de su virilidad. Estos se caracterizan al igual que las locas de carroza por la pérdida de tiempo y el ansia de fornicación perpetua.
De esta manera Diego acepta la inutilidad de personas en la sociedad y demuestra que no son solo los homosexuales los faltos de labor social. Resalta su patriotismo y a la vez envuelve sus concepciones en un lenguaje soez que permite calificar en términos contemporáneos a este cuento como "literatura sucia".
Senel refiere sobre el personaje: "Luego uno se hace responsable del conflicto, del problema que trae el personaje y trata de reflexionar sobre el tema que el personaje trae. El problema no sólo es la homosexualidad porque este personaje tiene otra manera de ver la vida en varios aspectos".[7]
El escritor apuntó sus consideraciones sobre los subtemas de la homosexualidad, la sociedad cubana y la literatura. Pero este solo será un vehículo para conocer la historia y cultura de ese período. El tema fundamental de la obra es la búsqueda del nuevo hombre, de la tolerancia o la necesidad del revolucionario moderno liberado de tabúes.
Senel agrega: "Aquel que fuera distinto, que no va en la corriente principal, que tenía conductas diferentes ha sido un problema en nuestra sociedad. Estamos acostumbrados a una unanimidad y de alguna manera construíamos un modelo de hombre que debía ser de ideología marxista, ateo y heterosexual. Y lo que se salía de los parámetros, era negativo, se cerraba el paso a la diversidad."[8]
Sin embargo los estudios evidencian que este no fue el primer relato que trató estos temas. Ya lo había hecho en los treinta o cuarenta, Carlos Montenegro con su novela Hombres sin mujer; lo había hecho Lezama, y en La Habana lo venía haciendo Carlos Díaz con el teatro El Público. Estos constituirán sus antecedentes frente a un asunto histórico evidente.
Senel: "En mi relato, lo específico está en que fue un abordaje tranquilo, sin tónica tendenciosa, buscando un diálogo con la sociedad, en especial para el heterosexual. El homosexual no tiene problemas para hablar de su homosexualidad; al que le cuesta trabajo vencer sus prejuicios y su propio bloqueo, es al heterosexual".[9]
Este era un problema de nuestra sociedad que debía dilucidarse, debatirse, hablarse y no se había hecho. El cuento ayudó a crearlo, a sentirlo como legítimo, a hablar de una manera tranquila y sosegada de este tema en público. El cuento fue un respiro, un alivio en ese sentido.
Senel: "Es un trapo sucio nunca ventilado, y eso trae sus consecuencias. La vida nos ha demostrado que no hablar de los problemas, de los errores, de los caminos equivocados no trae ninguna ventaja. Reflexionar sobre el error, puede ser más sustancioso que alabar lo que haces bien."[10]
El cuento recoge la presencia histórica de una institución, la UMAP [siglas que significan Unidad Militar de Apoyo a la Producción], que en su momento agrupaba en su núcleo a todas aquellas personas con desviación en la conducta o que no produjeran económicamente a la isla, entre ellos: las personas con desviación sexual. Diego manifiesta en la obra que tuvo problemas con esta institución.
Junto a esta temática del homoerotismo la narración posee otros recursos magníficamente trabajados. El uso de la intertextualidad, por ejemplo. Podemos comenzar por la utilización del personaje de Ibsen, Torbaldo, que David debe dramatizar en la obra de teatro "Casa de Muñecas" y el cual constituye el primer referente que tiene Diego de este. Por otro lado se observa el banquete lezamiano, almuerzo familiar que Doña Augusta ofrece en Paradiso, y que Diego (poéticamente) realiza con algunas faltas sustituyendo ciertos alimentos difíciles de encontrar de acuerdo con el momento económico. Aquí se cita con precisión la ubicación de la cena (capítulo séptimo).
Al uso de esta técnica se añade la recogida de información literaria. El texto en sí alberga una rica compilación de títulos que Diego recomienda a David para el análisis y la ampliación cultural (Lo cubano en la Poesía, Indagación del choteo, Americanismos y cubanismos literarios, Azúcar y población en las antillas, El monte, entre otros) así como permite agrupar autores internacionales y nacionales de renombre.
En este texto, el almuerzo organizado por Diego en honor de David, es una de las escenas clave del relato. El pasaje es de suma importancia para la tarea del interpretador, ya sea por las paradojas que presenta o por las pistas que ofrece en la elucidación de las intenciones del texto. Para Diego es la ofrenda máxima de su amistad, y para David un reconocimiento a su valor personal, y la señal probable de que la frivolidad de Diego asume un cariz tal vez más sensato o práctico, aunque no menos extraordinario. En la lectura de este "notorio festín o "almuerzo lezamiano" están presentes estas significaciones: el voto de buena voluntad por parte de Diego; la posibilidad para David de una experiencia estética de iniciación; una constatación de lo que Santí llama "retórica de la reconciliación cubana", a través de la comunión de la mesa; la ceremonia que honra a José Lezama Lima.
Al analizarse el banquete se tienen en cuenta tres vertientes que se figuran por parte de Diego: el propósito político, el lucimiento esteticista y el vehículo de revelación cultural. Aunque podrían aislarse cada uno de los objetivos mencionados, estas tres coordenadas se presentan vinculadas en la ceremonia del convite, en un acto múltiple de asalto por parte de Diego contra y frente al sentir social e ideológico de David, en su afán de desafiarlo, deslumbrarlo y conquistarlo. En conjunto, son los demás fines que Diego persigue más o menos de manera consciente con su banquete, justificándolo. La empresa es de éxito parcial: no llegan a intimar sexualmente, pero se afianza la amistad y confianza entre los dos hombres. Al explorar las posibilidades simbólicas del evento, primero por separado, y luego en la perspectiva que, combinándolas, apunta a una significación que condensa y resume las derivaciones que connotará el almuerzo: desafío político, espectáculo, vehículo de conocimiento.
Entonces el almuerzo, que se inscribe en una influyente tradición textual de Occidente, poseerá un corolario inopinado, suerte de recompensa curiosa e imprevista que podría ofrecer David como retribución al honor del que es objeto: la posible reivindicación histórica personal de Diego (el festín lo rehabilita socialmente ante David).
Los propósitos de Diego se asocian a un despliegue barroco del almuerzo; barroco por lo excesivo, por lo abarcador, y lo exultante-provocativo. Estos rasgos no son tal vez fortuitos, porque en la espinosa intimidad entre los homosexuales patrios y la Revolución cubana no existe la simple cadena de causa y efecto, sino en realidad una serie de malentendidos que pueden percibirse de una manera barroca, de espejo frente a espejo, complicación tras complicación (Quiroga, "Fleshing" p.176). Así, Diego parece enterarse gradualmente de que le es imposible actuar de forma llana y directa, y ha de recurrir a la "teatralidad del barroco" (Matamoro, "Una lógica" p.221), donde hay una multitud de entradas pero una sola salida planeada, para ganarse a David. Se enfrentan aquí una visión barroca ante la vida, de exceso, reputada tradicionalmente de femenina, contra una de austeridad, de tirante contención masculina, que la Revolución auspicia en sus abanderados. Se sugiere acudir al mismo Lezama para la definición del término barroco, es decir, un modo de expresión que se presenta tenso y en equilibrio explosivo, por lo expectante. Que es plutónico porque tiene energía propia y esta energía es volcánica, arrolladora. Y de estilo plenario, acaparador de sensaciones y potencialidades, precisamente en lo que él mismo llama "maneras del saboreo y del tratamiento de los manjares, que exhalan un vivir completo, refinado y misterioso, teocrático y ensimismado" ("La curiosidad" p.303). Evento tenso porque Diego, el señor barroco de esta historia, aspira a una imposible victoria donde vencidos y vencedores "pudieran mantener las exigencias de su orgullo y de su despilfarro" respectivamente ("La curiosidad" p.305).
El homosexual escenifica una temeridad ideológica para apabullar y asombrar a David, el joven comunista. El almuerzo es como una erupción en la cotidianidad del último, y así mezcla en calientes símbolos, maneras, con denotaciones (la yuca y el souflé, la remolacha y los espárragos de Lübeck, las guayabas y el pescado emperador). Pero al mismo tiempo, fenómeno que aspira a la plenitud, que tanto quiere retrotraer a David a su infancia, como devolverle una de las razones omitidas e igual de su cubanía "has comido como un real cubano".[11]
El símbolo más importante de toda la narración lo constituye la reflexión final del personaje principal que ha madurado culturalmente. Ahora, que ha comprendido la existencia de la diversidad, que ha tenido una relación experimental con un homosexual, muestra su cambio. Su manera de seguir los preceptos de Diego, junto a su condición de revolucionario, los expresa a través de una acción que lo define como el verdadero hombre nuevo. Habiendo chocolate en la ya citada Capital del helado nuestro protagonista pide fresa. Este signo simbolizará todo un análisis y transformación ideológica en David, como nuevo prototipo humano.
En el relato de Senel también es evidente el reclamo a través de la figura de Lezama, de cierta autonomía del arte: más que propaganda política, que ésta sea expresión última de las esencias nacionales.
Paz dice: "La directriz esencial de la política de la revolución está clara: una trayectoria extraordinaria, de vanguardia, de defensa de nuestra nación; pero también tiene sus tensiones y momentos negativos, como los años setenta.[12]
Personalmente puedo decir que si estos años fueron negativos y dejaron un daño aún no cuantificado para la cultura cubana. Lo importante es un acercamiento culto, inteligente y responsable sobre los problemas de política cultural, para rectificar hoy sobre lo mal hecho y asignarnos metas. Precisamente El lobo, el bosque y el hombre nuevo señalarán un camino de modernidad y difícil de emprender con óptica futurista.
Bibliografía:
1. Garrandés, Alberto (compilador): La ínsula fabulante. El cuento cubano en la Revolución (1959-2008), Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2008.
Webgrafía:
1. Colectivo de autores: Carta Gris, en http://cartagris.blogspot.com/2007/
03/senel-paz-es-disparatado-preguntar-que.html, 3/4/09
2. Merino, Eloy E. : Los usos del almuerzo lezamiano en El lobo el bosque y el hombre nuevo, de Senel Paz, en http://www.accessmylibrary.com/coms2
/summary_0286-31998576_ITM, 14/5/09.
3. Sigfredo, Ariel: Otra vez: Senel Paz, el lobo y el hombre nuevo, en http://www.radioenciclopedia.cu/contenido/Archivo/Literatura/SenelPaz.htm, 10/5/09.
4. Cedeño Pineda, Reinaldo: Senel Paz: Revelaciones del guionista de Fresa y Chocolate, en http://laislaylaespina.blogspot.com/2008/03/senel-paz-revelaciones-del-guionista-de.html, 11/5/09.
Autor:
Arián Laverdeza Reyes
[1] Senel Paz: El lobo, el bosque y el hombre nuevo en, La insula fabulante, p. 429
[2] Ibid, p.414
[3] 1bid, p. 424.
[4] , Reinaldo Cedeño Pineda: Senel Paz: Revelaciones del guionista de Fresa y Chocolate, en http://laislaylaespina.blogspot.com/2008/03/senel-paz-revelaciones-del-guionista-de.html
[5] Senel Paz: Op. cit, p. 427
[6] Ibid.
[7] Reinaldo Cedeño Pineda: Op.cit.
[8] Ibid.
[9] Ibid.
[10] Ibid.
[11] Senel Paz: Op. cit, p.432
[12] , Reinaldo Cedeño Pineda: Op. cit,
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