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La ley y el sábado de Jehová (página 2)

Enviado por Giovanni Giovanni


Partes: 1, 2, 3

Mucha razón tiene Fausset en eso de las conclusiones precipitadas que algunos sacan del silencio del Génesis. Por ejemplo, ¿dónde hay una orden en el Génesis en el Génesis sobre los sacrificios? En ninguna parte. Sin embargo, vemos que Adán y Eva fueron vestidos con "túnicas de pieles", obviamente provenientes de animales sacrificados (Gén. 3:21). Además, vemos a Abel ofreciendo a Jehová una ofrenda "de los primogénitos de sus ovejas, y de la grasa de ellas" (Gén 4:4). ¿Dónde está la orden de los sacrificios? ¡No aparece en el relato! ¿Habrá de concluirse por eso que nunca se dio tal indicación? De ninguna manera. Así tampoco puede concluirse que Dios no reveló su voluntad a los primeros humanos, tan sólo porque en el relato no se registra tal indicación.

El renombrado teólogo calvinista y catedrático de la Universidad de Princeton Charles Hodge (1797-1878) dedica una porción de su Teología Sistemática a demostrar la perpetuidad del sábado. Para su tiempo había teólogos que enseñaban que el sábado era una institución judía y por tanto no obligaba a los cristianos. Al respecto, Hodge aclara:

La obligación original y universal de la ley del Sábado puede inferirse de su lugar en el decálogo. Como todos los otros mandamientos en esa revelación fundamental de deberes de los hombres para Dios y para su prójimo, son morales y permanentes en su obligación, sería incongruente e innatural que el cuarto fuera una solitaria excepción… ¿No debe decirse correctamente que si el mandamiento "No robarás" está vigente todavía, todo el código de la ley mosaica también lo está? El cuarto mandamiento es leído en todas las iglesias Cristianas, cada vez que se lee el decálogo, y a la gente se le enseña a decir, "Señor, ten misericordia de nosotros, e inclina nuestros corazones para guardar esta ley".

Tras analizar y rebatir los argumentos de los que combatían el cuarto mandamiento, Hodge concluye que "el Sábado fue instituido desde el principio, y fue diseñado para ser de obligación universal y permanente".

En la segunda pregunta se asegura que en la Biblia no se menciona la palabra "sábado" sino más de dos mil años después de Adán. Nada más alejado de la verdad. En Génesis 2:2, 3 se dice que Dios "reposó" el séptimo día. Como es bien sabido, la palabra hebrea para "reposar" es sabath, de donde se origina el vocablo español "sábado". Así que la palabra que la pregunta Nº 8 asegura que no apareció sino "cuando habían pasado más de dos mil años desde la creación del hombre", en realidad apareció al día siguiente de la creación.

Nuestros interpeladores entienden que la ausencia de la palabra "sábado" antes de Sinaí es prueba de que no se trata de un mandamiento eterno. Ahora, puesto que se ha demostrado que la palabra sí existía mucho antes del Éxodo, ¿creerán que sí es un mandamiento de obligación eterna?

Finalmente, en cuanto a que se deba mencionar el sábado "muchas veces" antes de Sinaí, en realidad esa es una presunción sin asidero en las Escrituras, pues tampoco se mencionan "muchas veces" los otros mandamientos. Es más, tal como hemos visto, hay algunos mandamientos que ni siquiera se les menciona una sola vez, sino hasta que son dictados en Sinaí, a diferencia del sábado, que es mencionado desde la creación. Sin embargo, nadie supone por eso que los hijos de Dios no los guardaban.

9. ¿Dónde dicen las Escrituras que se haya dado mandamiento alguno de guardar el séptimo día antes de que el pueblo de Israel fuese redimido de la esclavitud en Egipto? Habrá que citar capítulo y versículo en cada caso, sin hacer referencia a Génesis 2:1- 3, pues allí no hay mandamiento.

Dios bendijo el sábado al terminar la obra de creación, y no ha de creerse que la bendición del sábado estuvo en estado de latencia hasta que llegó el pacto sinaítico. La Biblia dice claramente: "El séptimo día terminó Dios lo que había hecho, y descansó. Entonces bendijo el séptimo día y lo declaró día sagrado, porque en ese día descansó de todo su trabajo de creación" (Gén. 2:2, 3, Dios Habla Hoy). Ahora bien, toda santificación es de efecto inmediato, pues aquello que Dios santifica no necesita esperar siglos para ser santo. Por consiguiente, la observancia del sábado atañó a los patriarcas, quienes vivieron después de que el sábado de Jehová fue santificado.

John Wesley, fundador de la Iglesia Metodista, explica que el cuarto mandamiento no fue introducido por primera vez en Sinaí: "Leemos que Dios bendijo y santificó el séptimo día desde el principio, Génesis 2:3, así que esta no fue la promulgación de una nueva ley, sino la reposición de una ley antigua". Partiendo de la información que aporta la Biblia, Wesley saca las siguientes conclusiones:

1. Que la observancia solemne de un día entre siete como día de reposo, y obra santa, es un deber indispensable para todos aquellos a quienes Dios ha revelado sus santos sábados. 2. Que los sábados son tan antiguos como el mundo. 3. Que el sábado del Señor es verdaderamente honorable, y no tenemos razón para deshonrarlo; honradlo en razón de su antigüedad, su gran autor, y la santificación del primer sábado por el mismo santo Dios, y en obediencia a él, por nuestra primera pareja en inocencia.

De modo que a Wesley no le cabía la menor duda de que Adán y Eva guardaron el sábado desde el principio.

Secundando a Wesley estará el comentarista protestante Robert Jamieson, quien declara que "la institución del Sábado es tan antigua como la creación".

Matthew Henry, otro reputado comentarista bíblico y pastor presbiteriano, declara al explicar Génesis 2:1-3: "No veo razón para dudar que el sábado, que fue instituido en la inocencia, fuera observado religiosamente por el pueblo de Dios durante la era patriarcal". Y tiene razón Matthew Henry en no dudar, porque la experiencia del maná demuestra que los israelitas ya sabían del sábado y habían dejado de observarlo durante su permanencia en Egipto, y es por eso que Jehová Dios los pone a prueba: "Mañana es sábado, el día de reposo consagrado a Jehová; lo que tengáis que cocer, cocedlo hoy, y lo que tengáis que cocinar, cocinadlo; y todo lo que os sobre, guardadlo para mañana…" (Éx. 16:23). Nótese que los israelitas no preguntaron de qué se trataba aquel mandamiento del sábado, si es que era algún nuevo antojo de Jehová Dios. Porque cuando se les dio el maná preguntaron: "«¿Qué es esto?», porque no sabían qué era" (vers. 15). Sin embargo, no preguntaron nada acerca del sábado. No preguntaron nada, porque no había nada que preguntar. Ellos sabían lo que era el sábado como mandamiento divino.

Jehová informa a Moisés: "Mira, yo haré llover sobre vosotros pan del cielo; el pueblo saldrá a recoger cada día la porción diaria; así le pondré a prueba para ver si anda o no según mi ley" (vers. 4, Biblia de Jerusalén). ¿Cuál ley? La misma que contiene el mandamiento del sábado, ya que la prueba fue precisamente el día de reposo, lo que demuestra que aquella ley que Israel violaba incluía la observancia del séptimo día.

Nótese también cómo cuando Israel falla en esta prueba Dios exclama: "¿Hasta cuándo os negaréis a guardar mis mandamientos y mis leyes?" (Éx. 16:28). Esto demuestra que los israelitas ya venían desobedeciendo la ley de Dios de manera continua y por largo tiempo, pues de lo contrario esta queja de Dios no tendría sentido. Luego, los Diez Mandamientos que Dios dio en Sinaí no fueron nuevos conceptos para los israelitas, sino un pacto de obediencia a aquella ley de la que ellos se sabían transgresores.

El autor bautista A. W. Pink (1886-1952), expone:

En algunos lugares "la Ley de Dios" puede referirse a toda la voluntad de Dios revelada, pero en la mayoría de los casos se refiere a los Diez Mandamientos; y es en este sentido estricto que usamos el término. Esta Ley fue impresa en la naturaleza moral del hombre desde el principio, y aunque ahora ha caído, todavía muestra la obra de ella escrita en el corazón. Esta ley nunca ha sido revocada, y en la verdadera naturaleza de las cosas, no puede serlo.

Esto mismo es lo que enseña la doctrina adventista, lo mismo que nos enseña la palabra de Dios.

10. Si el mandamiento fue dado a Adán en el día de la creación, ¿cómo es que se equivocó de fecha? Adán fue creado el sexto día; el séptimo día al cual se hace referencia en el Génesis fue el segundo de su existencia. Si Adán tuvo que trabajar seis días y luego descansar en el séptimo, ya estaría equivocado por cinco días en su cálculo. El sábado suyo no sería el séptimo día porque habría trabajado un solo día. "El sábado de Adán fue un sábado del segundo día."

Es incorrecto hablar del "sábado suyo" refiriéndose a Adán, o "el sábado de Adán", pues el séptimo día no se cuenta en relación con el nacimiento del hombre, sino en relación con la creación del mundo. Este sofisma demuestra que el autor o los autores de las preguntas se ven obligados a recurrir al mínimo artificio posible con tal de desvirtuar la santidad de un día que se sabe que Dios santificó en el Edén. Que Adán descansara el segundo día de su vida ni viola ningún mandamiento ni desvirtúa la santidad del sábado. El cuarto mandamiento no significa descansar el séptimo día después que uno nace, sino descansar el séptimo día de la semana, es decir, de la semana que el Señor creó.

En realidad, más absurdo sería creer que Adán se negara a guardar el primer sábado alegando que todavía le faltaban cinco días de trabajo.

 11. ¿No han leído Nehemías 9:12-14, donde dice claramente que el sábado fue dado al pueblo de Israel en el Monte Sinaí? Viendo que el sábado fue dado solamente a Israel, ¿por qué insisten en obligar a otros a guardarlo?

Por lo que se ve, los defensores de la tesis abrogacionista parecen no haber leído Nehemías 9:18, donde dice que los israelitas "cometieron grandes ofensas" al fabricarse un "becerro de fundición" como ídolo. Puesto que eso lo hizo Israel en Sinaí, ¿significa que los demás hombres están autorizados para adorar ídolos? Según el principio interpretativo de la pregunta, los cristianos de hoy podrían practicar la idolatría, ya que el mandamiento contra la idolatría "fue dado solamente a Israel", y no a otro pueblo.

Pero Nehemías no dice, como nuestros retadores pretenden, que el sábado fue dado "solamente" a Israel. Esa palabra ha sido agregada a propósito. Jesús dice que "el sábado fue hecho por causa del hombre" (Mar. 2:27). No dice "por causa del israelita", lo cual sería de esperar si este mandamiento fuese una exclusividad de los judíos. Pero al decir "pro causa del hombre", Jesús ratifica la universalidad de este mandamiento, al igual que los otros.

El apóstol Juan, al referirse a los ritos de expiación, los llama indistintamente "fiestas de los judíos". A la Pascua, "Pascua de los judíos" (Juan 2:13; 6:4; 11:55; 19:42); a la Fiesta de los Tabernáculos, "la fiesta de los judíos, la de los Tabernáculos" (Juan 7:2); y a otras fiestas "de los judíos" (Juan 2:6; 5:1), con lo que Juan aclara la limitación de estas fiestas a la nación de Israel, y por lo tanto no son extensibles a los gentiles. Pero no ocurre así con el sábado. Juan se refiere al menos unas 11 veces al sabbáton, pero ni él, ni ningún otro escritor del NT se refiere al séptimo día como el "sábado de los judíos". Esto permite aclarar que no se trataba de un mandamiento limitado a los israelitas, sino que es extensivo a todos los hombres, como lo es el resto de los mandamientos.

 12. ¿Por qué ponen ustedes a los gentiles bajo el sábado, cuando a ellos nunca les fue dado? La ley dice: "Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel". (Éxodo 31:16,17). No hace mención de los gentiles. Léanse también Ezequiel 20:10-12.

Se nota el interés de los antinomianistas por saberse librados de la observancia del sábado. Todos tenemos la plena libertad de escoger si obedecer a Dios o no (1 Re. 18:21). Lo que nadie puede hacer es pisotear las Escrituras, ni forjarla a martillazos para que digan lo que no dicen. Hoy hay un Israel espiritual, no de carne, sino de corazón. Esto es al menos lo que enseña Pablo a los efesios, quienes no eran israelitas según la carne, pero por la sangre de Cristo ya no pueden ser considerados extranjeros (Ef. 2:1-22). A los gálatas les dice: "…si vosotros sois de Cristo, ciertamente descendientes de Abraham sois, y herederos según la promesa" (Gál. 3:29), y a los romanos les dice: "No es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu y no según la letra. La alabanza del tal no viene de los hombres, sino de Dios" (Rom. 2:28, 29).

Esto quiere decir que hay un Israel espiritual, heredero del nuevo pacto que Jehová estableció con el sacrificio de Cristo. Nótese en qué consiste el nuevo pacto: "Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Pondré mi ley en su mente y la escribiré en su corazón; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo." (Jer. 31:33). Obsérvese que en el nuevo pacto la ley no sería borrada, sino escrita en los corazones. Pablo luego citará a Jeremías para explicar que Cristo ha cumplido ese pacto en la iglesia cristiana (Heb. 10:15-17). En ningún lugar de la Biblia se dice que este nuevo pacto sería sin ley, o que el nuevo pacto implicaría la anulación de la Ley. Jesús dijo: "Más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se frustre una tilde de la Ley" (Luc. 16:17). Por eso, pretender que la ley fue eliminada para los gentiles, es contrariar lo que la Biblia enseña al respecto.

 13. La ley dice: "El día séptimo os será santo, día de reposo para Jehová; cualquiera que en él hiciere trabajo alguno, morirá". (Éxodo 35:2; 31:14). Si la primera parte de la cita es obligatoria para los cristianos, debe serlo también la segunda parte. ¿Por qué no cumplir la ley que manda matar a los que trabajan en el día sábado?

En principio, no sólo los transgresores del sábado, sino todo aquel que viola los mandamientos de Dios sin arrepentirse de sus pecados, habrá de pagar con la muerte eterna, en conformidad con lo que estipula la Escritura (Rom. 2:12). "Dormirán el sueño eterno y no despertarán" (Jer. 51:57). "Los abrasará, dice Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama" (Mal. 4:1). Sin embargo, la pregunta sugiere que sólo los que profanaban el sábado debían morir en el antiguo Israel, lo cual es falso. Los asesinos (Éx. 21:12), los zoófilos (Éx. 22:19), los idólatras (Lev. 20:2; Deut. 13:5,10,13-15; 17:2-7; Núm. 25:1-9), los hechiceros (Éx. 22:18; Lev. 20:27), los falsos profetas (Deut. 13:5; 18:20), los maldicientes a los padres (Lev. 20:9; Éx. 21:15,17), los adúlteros (Lev. 20:10; Deut. 22:22), los incestuosos (Lev. 18:6-17,29; 20:11,12,14), los sodomitas (Lev. 20:13; 18:22), los secuestradores (Éx. 21:16; Deut. 24:7) y otros que practicaban otros pecados eran igualmente llevados a la muerte. Estos pecados, ¿están abolidos hoy?

No conozco ninguna confesión que se llame cristiana que autorice a sus seguidores a practicar pecados como estos. Antes bien, las amonestaciones contra estas y otras prácticas son abundantes en todas las denominaciones. Con todo, ninguna de ellas intenta matar a los que practican tales cosas. Si se quiere exigir a los adventistas que maten a los trasgresores del sábado, habrá que exigir a las demás denominaciones que hagan lo mismo con los adúlteros, con los blasfemos, con los asesinos, con los sodomitas, etc.

 14. ¿Por qué comen lo que ha sido preparado con un fuego encendido en día sábado? ¿No saben que así infringen la ley sobre la cual basan su salvación eterna? (Éxodo 35:1-3, 16:23-30).

Sobre encender fuego en sábado, véase la respuesta a la pregunta Nº 9. Sobre la declaración de que los adventistas basan su salvación eterna en la observancia de la ley, es falso. La salvación es un don gratuito de Dios (Ef. 2:8). Nadie se salva por sus propias obras (Gál. 2:16). Sin embargo, la justificación por la fe no implica que deba desaparecer la obediencia a la ley. "¿Por la fe invalidamos la Ley? ¡De ninguna manera! Más bien, confirmamos la Ley" (Rom. 3:31). La lectura que le da Adam Clarke a este pasaje es ésta:

Debemos tener cuidado con el Antinomianismo; esto es, suponer que, porque Cristo ha sido obediente hasta la muerte, no hay necesidad de que obedezcamos sus justos mandamientos. Si así fuera, la gracia de Cristo tendería a la destrucción de la ley, y no a su establecimiento. Sólo es salvo de sus pecados aquel que tiene la ley de Dios escrita en su corazón; y sólo tiene la ley escrita en su corazón aquel que vive una vida inocente, santa y útil. Dondequiera que Cristo vive, obra: y su obra de justicia aparecerá en sus siervos, y su efecto será quietud y seguridad para siempre. La vida de Dios en el alma del hombre es el principio que salva y preserva eternamente.

El teólogo bautista John Gill coincide con Clarke, al exponer:

la ley no queda anulada, ni por la gracia ni por la doctrina de la fe… porque la fe no está bien si no se asiste con las obras de la justicia; y las obras no están bien si no brotan de la fe. Tal es la conexión que hay entre la fe y las obras; y la una depende de la otra por igual… sí, la ley está tan lejos de ser anulada, que queda establecida por esta doctrina; porque por la doctrina se defiende su perpetuidad, se reconoce su espiritualidad, se asegura su perfecta justicia: de acuerdo con la doctrina todas sus demandas son respondidas.

Esto es exactamente lo que la Biblia enseña sobre la fe y las obras. "¿De qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?… la fe sin obras está muerta" (Sant. 2:14, 17). Y es esta precisamente la posición adventista sobre la salvación, según puede leerse en sus Creencias Fundamentales.

15. ¿Por qué no cumplen con la ley ofreciendo sacrificios cada sábado? Es parte esencial de la ley del sábado, según Números 28:9,10, pero ustedes no respetan la ordenanza.

La mayor prueba de la falacia de este argumento es que los apóstoles observaron el día de reposo sin realizar sacrificios (Hec. 13:14, 42; 16:13; 18:3, 4). Y no lo hacían, porque los sacrificios ya no tenían sentido alguno, habiendo muerto ya Aquel a quien apuntaban los sacrificios (Heb. 10:11, 12).

Por alguna extraña razón, nuestros examinadores leen sólo las porciones que les convienen, y dejan de leer las que no les convienen. Por ejemplo, en la cita de Números 28 pasan por alto los primeros 8 versículos. En ellos se ordenan los sacrificios diarios a Dios: "todos los días me deben traer para el holocausto continuo dos corderos de un año y sin defecto" (vers. 2, Nueva Versión Internacional). Se debía sacrificar uno en la mañana, y otro en la tarde (vers. 4). ¿Cumple la cristiandad con esta ordenanza? Si no lo hace, los adventistas tampoco están obligados a hacerlo en sábado, por las mismas razones.

 16. Si los mandamientos o la ley quiere decir los diez mandamientos, y nada más, ¿por qué respondió el Señor Jesús acerca de la ley citando dos mandamientos que no se encuentran entre los diez? En Mateo 22:35-40, Él citó uno del libro de Levítico y otro de Deuteronomio. ¿Acaso empleaba el engaño? Si el adventismo está en lo correcto, entonces sólo una u otra de estas cosas es verdad.

Tal como lo explican Jesús y Pablo, los Diez Mandamientos están fundamentados en el amor a Dios y al prójimo (Mat. 22:40; Rom. 13:9). Nadie que diga que ama al prójimo tendrá una conducta social impropia, como mentir, adulterar, robar y matar. Del mismo modo, nadie que diga amar a Dios lo ofenderá adorando ídolos, o blasfemando su nombre, o violando su sábado. Es algo que Dios ha escrito y ordenado, no el hombre ni la iglesia adventista. En cambio, son los hombres los que dicen "no hay que guardar el sábado", y al respecto argumentan diferentes excusas. En tanto Dios dice "acuérdate de mi sábado", las iglesias dicen: "no lo guardes". ¿A quién hemos de obedecer? (Hechos 5:29).

Se equivoca quien diga que los adventistas enseñan que la frase "la ley" se refiere sólo a los Diez Mandamientos. Antes bien, la ley representa un caso de polisemia como otros en la Biblia y, por tal motivo, su significado ha de entenderse de acuerdo con el contexto en que aparezca. Los adventistas enseñan, de acuerdo con el texto sagrado, que la ley puede referirse a los Diez Mandamientos (Rom. 7:7), pero también a la ley ceremonial (Gál. 3:19).

En realidad, son los refractarios del adventismo los que se empeñan en decir que "la ley" significa siempre una y la misma cosa, para así poder tener una excusa para borrar los Diez Mandamientos allí donde la Biblia se refiere a la nulidad de las ceremonias.

  17. El apóstol Pablo describe la ley como un ministerio de muerte en letras grabadas en piedra. (2 Corintios 3:1-18; Éxodo 20:1-17; 31:18; 32:15,16; 34:1-28). Nos dice que había de perecer. (2 Corintios 3:7-11). ¿Puede el adventismo decirnos quién la hizo volver?

Aunque se lea y se relea todo 2 Corintios 3, no se hallará allí una sola indicación de que la ley fuera borrada. Antes bien, dice que la ley estará escrita en "tablas de carne del corazón" (vers. 3). Si no hubiera ley, no habría nada que escribir en el corazón. No obstante, Jeremías indica que en el nuevo pacto la ley ha de ser escrita en las mentes y en los corazones de los hijos de Dios (Jer. 31:33). No para salvarse por cumplirla, sino como resultado de que han sido perdonados (Juan 8:10).

El ministerio de muerte indica que, como todos los hombres han pecado, están destituidos de la gloria de Dios. Sin embargo, al aparecer Cristo los hombres reciben la oferta de perdón de Dios, en virtud de que el Hijo saldó esa deuda que teníamos con Dios. Sin embargo, aunque recibamos perdón, el sacrifico de Cristo quedaría sin efecto si el hombre perdonado se empeñara en seguir transgrediendo la ley. "¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? ¡De ninguna manera! Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?" (Rom. 6:28, 29).

Lo que explica Pablo en 2 Corintios 3 no es que la ley haya sido borrada, sino que ha sido escrita en el corazón, tal como se había prometido. Pero si la ley está escrita en el corazón, ¿significa eso que el cristiano debe olvidarla? ¿O por el contrario significa que vivirá de acuerdo con ella? Nuestro Dios lo aclara: "Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Quitaré de vosotros el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Pondré dentro de vosotros mi espíritu, y haré que andéis en mis estatutos y que guardéis mis preceptos y los pongáis por obra" (Ez. 36:26, 27). De modo que el hombre sincero que se acerca a Dios, en lugar de quejarse por la vigencia de la ley, cantará:

El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado,

y tu Ley está en medio de mi corazón (Sal. 40:8)

Y también:

¡Cuánto amo yo tu Ley!

¡Todo el día es ella mi meditación! (Sal. 119:97)

 

18. En Gálatas 3:19, leemos que la ley fue puesta hasta que viniese la simiente, dejando así claro que la ley no sería perpetua sino que serviría por un tiempo definido. La Simiente, Cristo, ha venido y nos ha redimido de la ley. (Gálatas 3:13). De manera que, según las Escrituras, ha terminado el período para el cual nos fue dada la ley. Somos libres de ella. Nótense también Romanos 7:1-6. ¿Aceptan los dichos de la Palabra de Dios en este sentido?

Aceptamos lo que la Biblia dice sobre la ley, pero no lo que los antinomianistas dicen. En cuanto a Gálatas 3:19, estamos de acuerdo con que esa ley que allí se menciona está abolida. Pero nótese a qué ley se refiere: la que "fue añadida a causa de las transgresiones". Como hemos visto, si había transgresiones, es porque había una ley que se estaba transgrediendo (Rom. 4:15). Así, Gálatas 3:19 se refiere a la ley que se ordenó como sombra de Cristo, el conjunto de sacrificios y actos ceremoniales, los cuales fueron efectivamente añadidos como símbolos del sacrifico expiatorio del Cordero de Dios (Luc. 24:44).

Sin embargo, se declara en la pregunta que Cristo nos "ha redimido de la ley", como queriendo decir que ya no hay que obedecer la ley. Cristo nos redimió de la maldición de la ley, es decir, nos salvó de la condenación que pendía sobre nosotros como pecadores. Porque todos somos pecadores, pues todos hemos violado la ley de Dios (Rom 3:23; 5:12). Pero Gálatas 3:13 no dice que Cristo nos autoriza a desobedecer la ley de Dios, que es los antinomianistas quieren que diga. Tampoco lo dice el resto de la Biblia. Al contrario, Pablo declara enfáticamente: "yo no estoy sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo" (1 Cor. 9:21). ¿Y qué es la ley de Cristo? El bautista A. W. Pink nos lo dice:

La "Ley de Cristo" es la Ley moral de Dios, pero en las manos del Mediador. Es la Ley bajo la cual Cristo Mismo nació (Gál. 4:4). Es la Ley que está en su corazón (Sal. 40:8). Es la Ley que Él vino a "cumplir" (Mat. 5:17). La "Ley de Dios" es ahora llamada "la Ley de Cristo" porque ahora se relaciona con todos los Cristianos. Como criaturas estamos para "servir a la ley de Dios" (Rom. 7:25). Como pecadores redimidos estamos obligados a ser "siervos de Cristo" (Ef. 6:6), y así es como estamos obligados a servir "a Cristo el Señor" (Col. 3:24). La relación entre estas dos apelaciones, "la ley de Dios" y "la ley de Cristo" está claramente demostrada en 1 Cor. 9:21, donde el apóstol declara, que él no estaba sin ley de Dios, porque él estaba "bajo" la ley de Cristo.

O tal como lo vierte la Biblia en Lenguaje Sencillo: "Esto no significa que no obedezca yo la ley de Dios. Al contrario, la obedezco, pues sigo la ley de Cristo". Pink corrige a quienes pretenden que Pablo está aboliendo el decálogo en Gálatas 3:13:

…una cuidadosa lectura de la Epístola mostrará que la Emancipación aquí no es de la Ley como regla de conducta moral, sino de la maldición o pena de la Ley; y la herejía particular de los Judaizantes no era que pretendían hacer presión en los santos en relación con los Diez Mandamientos como norma de vida, sino que insistían que las obras de la Ley debían cumplirse para que el pecador pudiera salvarse. (Véase Hechos 15:1). El problema en Galacia era el legalismo y el ritualismo.

Exactamente, el problema no era la ley, sino el legalismo y el ritualismo, esto es, pretender hacer justicia propia por encima de los méritos de Cristo. Aunque en Gálatas 3:13 Pablo ataca el legalismo, no ataca la vigencia de la ley, la cual ya él ha validado varias veces. De este mismo pasaje John Wesley entiende que "todos los Cristianos estarán bajo la ley para siempre".

Adam Clarke también aporta: "Aunque Cristo vino al mundo para redimir a los creyentes de la maldición de la ley, él no los redimió de la necesidad de caminar en esa novedad de vida que estos mandamientos inculcan tan fuertemente".

El hecho mismo de que todos seamos pecadores indica que la ley de Dios sigue vigente, porque si ya no hubiera ley, nadie sería pecador, de acuerdo con lo que dice Pablo: "donde no hay ley, tampoco hay transgresión" (Rom. 4:15, comp. Rom. 3:20).

Nuestros examinadores nos piden que leamos Romanos 7:1-6. ¿Habrán leído ellos realmente ese texto? Romanos 7 es uno de los capítulos más esclarecedores en relación con el tema de la ley y la salvación. La ley, según lo que enseña Pablo allí, condena al hombre, por cuanto el hombre la violó: "al venir el mandamiento, el pecado revivió y yo morí" (Rom. 7:9). Sin embargo, la muerte de Cristo ha logrado que el hombre sea salvado del peso de muerte que pende sobre todo transgresor. Al morir Cristo en nuestro lugar, es como si nosotros mismos hubiésemos sido crucificados. Es lo que explica Pablo claramente al decir que "habéis muerto a la Ley mediante el cuerpo de Cristo" (vers. 4). Obsérvese que no es la ley la que ha muerto, sino nosotros a ella, por medio del sacrifico vicario de Cristo (Gál. 5:24). Puesto que ya Cristo murió por nosotros, quedamos libres de la condenación de la ley.

Nótese además que el problema no es la ley sino el pecado, es decir, la desobediencia a la ley. Pablo aclara que la ley no es mala: "el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó para muerte, porque el pecado, aprovechándose del mandamiento, me engañó, y por él me mató" (Rom. 7:10, 11). No es malo el mandamiento en sí, sino su trnasgresión, con la consecuente pena de la muerte eterna. Pero Pablo aclara: "De manera que la Ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno" (vers. 12). ¿Pero cómo es que siendo bueno el mandamiento puede causar la muerte? Pablo lo explica: "Entonces, ¿lo que es bueno vino a ser muerte para mí? ¡De ninguna manera! Más bien, el pecado, para mostrarse como pecado, produjo en mí la muerte por medio de lo que es bueno, a fin de que el pecado, por medio del mandamiento, llegara a ser extremadamente pecaminoso" (vers. 13).

En los versículos 15-25 Pablo manifiesta claramente que él no puede quitarse el pecado obedeciendo la ley, sencillamente porque su naturaleza humana es pecadora. Sin embargo, él ratifica: "Según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios", dándole así plena vigencia a la ley. Con todo, Pablo sabe que es pecador y, aunque en su mente están escritos los mandamientos, él no puede dejar de pecar por su propio esfuerzo (17-21).

Adam Clarke anota:

Aunque se dice que Cristo ha cumplido la ley por nosotros, en ningún lugar de la Escritura se entiende que él ha cumplido tanto estas Diez Leyes como para eximirnos a nosotros de la necesidad y el privilegio de no ser idólatras, maldicientes, violadores del Sábado, hijos desobedientes y crueles, asesinos, adúlteros, ladrones, y testigos corruptos. Todos estos mandamientos, es verdad, los cumplió él puntualmente; y todos estos los escribe él en el corazón de cada alma redimida por su sangre.

Y hay una gran diferencia entre escribir la ley en el corazón y declarar que esa ley ha sido borrada.

Matthew Henry coincide con Clarke en este respecto al comentar Éxodo 34:1-4:

Aun bajo el evangelio de paz y reconciliación por Cristo (de quien la intercesión de Moisés era típica) la ley moral debía continuar vigente para los creyentes. Aunque Cristo nos ha redimido de la maldición de la ley, no nos ha librado de su mandamiento, sino que todavía estamos bajo la ley de Cristo; cuando nuestro Salvador, en su sermón de la montaña, expuso la ley moral, y la vindicó de las glosas corruptas con las que los escribas y los Fariseos la habían roto (Mat 5:19), él en efecto renueva las tablas, y las hace como las primeras, esto es, reduce la ley a su sentido e intención primitivos.

Lamentablemente para nuestros retadores, escogieron un pasaje que, lejos de echar por tierra la ley de Dios, la ratifica. En realidad, ninguna oportunidad hay de encontrar un pasaje bíblico que declare que el hombre haya quedado desobligado de obedecer la ley. ¡Todo lo contrario! Tal como lo enseña el teólogo de la iglesia reformada J. L. Berkhof: "Es imposible imaginar una condición en la que el hombre fuera capaz de reclamar libertad de la ley en ese sentido".

19. Si los cristianos están obligados a guardar el sábado, ¿por qué no fue incluido esto en la importantísima carta enviada a las iglesias por el concilio de apóstoles y ancianos que se celebró en Jerusalén para considerar la cuestión de si los gentiles deberían guardar la ley? (Hechos 15:1-29).

Si se lee atentamente el capítulo 15 de Hechos se notará que en la iglesia primitiva algunos judaizantes querían imponer la circuncisión y todas las ceremonias mosaicas (Hec. 15:1, 5). Como puede verse, el problema no estaba relacionado con los Diez Mandamientos, sino con la ley ceremonial, la cual ya había sido abolida por la muerte de Cristo y por tanto invalidada (Ef. 2:13-15). ¿Creerá alguien que, como en Hechos 15:20 no se menciona el sábado, los cristianos están desobligados de guardarlo? Allí tampoco se les prohíbe a los cristianos robar. ¿Significa eso que los cristianos pueden robar? Tampoco se prohíbe matar. ¿Somos por eso libres de matar? Decididamente no. El silencio del decreto de los apóstoles en relación con el sexto y octavo mandamientos no significa que ya no debían observarse, sino que los cristianos de Judea no necesitaban ninguna instrucción al respecto. Asimismo ocurre con todos los mandamientos, incluyendo desde luego el cuarto.

El capítulo 15 de Hechos refiere un problema circunstancial de la comunidad cristiana que vivía en Judea. Por lo que puede apreciarse, había algunos errores graves entre ellos, que los dirigentes se esmeraron en corregir. La carta que remiten a Judea aconseja: "Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien" (vers. 28, 29).

Pero esto no quiere decir que los cristianos no tuvieran otros deberes para con Dios y el prójimo. ¿O es eso lo único que un cristiano debe hacer? Al contrario, Santiago nos dice que tenemos otros deberes como cristianos: "La religión pura y sin mancha delante de Dios el Padre es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones y guardarse sin mancha del mundo" (Sant. 1:27). Así que los cristianos deben practicar el amor al prójimo, aunque los apóstoles no hayan mencionado eso en el decreto de Judea.

Además del amor al prójimo, Santiago nos exhorta a guardarnos "sin mancha del mundo". ¿Qué significa eso? Él mismo nos lo dice: "que seáis irreprochables y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como lumbreras en el mundo" (Sant. 2:15). Así que "sin mancha del mundo" significa ser ajeno al pecado, o como lo traduce la Biblia en Lenguaje Sencillo, "que no pequen ni nadie pueda culparlos de nada. En este mundo lleno de gente malvada y pecadora, ustedes, como hijos de Dios, deben alejarse de la maldad y brillar por su buen comportamiento".

Pero la carta redactada por los apóstoles nada menciona sobre el espiritismo, ni sobre las borracheras, ni sobre las envidias, ni sobre las contiendas, ni sobre las mentiras, ni sobre las hechicerías, ni sobre otros pecados también reprobados por Dios. ¿Por qué no se hace mención de estas y otras responsabilidades igualmente trascendentales? ¿Acaso no son estos también asuntos importantísimos? (Rom. 13:13, 14; Gál. 5:19-21; Apoc. 21:8; 22:15). La respuesta más obvia es que en ese momento específico estos problemas no representaban una amenaza para la comunidad cristiana de Judea, y la carta estaba referida sólo a aquellos puntos en que la congregación estaba fallando. Sin embargo, eso no significa que los cristianos de Judea no tuvieran que observar también otras disposiciones divinas. Del mismo modo, debe entenderse que el sábado no era ningún problema para ellos, o de lo contrario la indicación habría sido impartida.

En realidad, lo que hace Hechos 15 es demostrar que no todas las leyes del AT fueron abolidas, ya que se validan varias restricciones dietéticas dadas a Israel (Lev. 17:10-16), así como la prevención de la idolatría y la fornicación. Como puede verse, son las disposiciones rituales relacionadas con los sacrificios que prefiguraban a Cristo las que fueron abolidas.

 20. Si los cristianos deben guardar el sábado, ¿cómo se explica que el Señor Jesús no hizo mención del tema, al enumerar los mandamientos al mancebo de Mateo 19:16-22? Y, ¿cómo es que el apóstol Pablo, escribiendo bajo la inspiración del Espíritu Santo, no trata en ninguna parte de sus varias epístolas la supuesta gran importancia de guardar el sábado?  

Cuando Jesús menciona los mandamientos al joven rico, cita precisamente los Diez Mandamientos. ¿Con esto invalida los Diez Mandamientos o los ratifica? ¿O acaso ratifica sólo los que menciona, y abroga los que omite? Por lo que puede percibirse de la pregunta, nuestros interpeladores creen que los seis últimos mandamientos están en vigor ya que Cristo allí los menciona, pero no así el sábado. Pero si al no mencionar al sábado Jesús lo estaba invalidando, entonces también estaba invalidando los primeros tres mandamientos, que Jesús tampoco se los menciona al joven rico. Difícilmente se aceptará que Jesús estaba autorizando al joven a tener otros dioses, a adorar ídolos y a tomar el nombre de Dios en vano. Del mismo modo, tampoco lo estaba autorizando a violar el sábado, ya que violar un punto de la ley, es violar la ley completa (Sant. 2:10-12).

Nótese que Cristo le dice: "Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos (Mat. 19:17). ¿Por qué no le habló de la salvación por la fe? ¿Acaso le está enseñando al joven rico la salvación por obras? El hecho de que Jesús guardara silencio en relación con la fe, no significa que no debía tener fe. Así que debemos concluir que la fe no era el problema del joven rico, sino la falta de amor al prójimo. De lo contrario, Cristo le estaría dando la respuesta incorrecta. Del mismo modo, el silencio de Cristo sobre la primera tabla de la ley, no significa que el joven debía despreocuparse de ella. Jesús le cita sólo los seis últimos mandamientos, referidos al amor al prójimo, lo cual evidencia que aquel joven no amaba realmente a su prójimo, aunque asegurara que sí.

Ahora bien, si el problema del joven no hubiera sido su relación con el prójimo sino su relación personal con Dios, ¿no habría sido diferente la respuesta de Cristo? Por ejemplo, si hubiera sido idólatra, ¿cómo habría sido la respuesta que le hubiera dado Jesús? ¿Se habría referido al amor al prójimo sin mencionar sus faltas en relación con la adoración a Dios? Imposible. Por eso, el que Cristo le mencione sólo una parte de los Diez Mandamientos, no significa que lo estaba autorizando a violar los primeros cuatro. Al contrario, al citar los Diez Mandamientos, Cristo demuestra que siguen vigentes.

En cuanto a Pablo, sus cartas están destinadas a corregir los errores y problemas de las congregaciones cristianas de su época. Diversos problemas –algunos muy graves– atentaban contra la iglesia y traían escarnio de parte de los opositores incrédulos (Rom. 2:24). Por lo que puede apreciarse de la lectura de Hechos y las cartas, el sábado semanal nunca fue un problema para los cristianos, de lo contrario, Pablo habría escrito algo al respecto.

Finalmente, tanto Jesús como Pablo indicaron de qué manera un cristiano puede aclarar cualquier duda en relación con la fe: "Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí" (Juan 5:39); "Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia a, fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra." (2 Tim. 3:16).

Lo que la tesis abrogacionista no puede hacer, ni nadie, es demostrar que Pablo o cualquier otro escritor de la Biblia ordene desobedecer los Diez Mandamientos. Ni el sábado, ni ningún otro.

 21. En los capítulos 2 y 3 del Apocalipsis se encuentran siete cartas de la gran Cabeza de las iglesias, dirigidas a siete iglesias locales. Son los últimos mensajes directos a las iglesias sobre la tierra. Si fuese verdad lo que enseña el adventismo, ¿no les habría recordado su deber de guardar el sábado?

En Apocalipsis se dan indicaciones a las siete iglesias de Asia. Se nombran varios pecados y se les advierte no cometerlos. No se menciona la violación del sábado. Tampoco se mencionan el hurto, el asesinato, las codicia, ni el falso testimonio. Esto es porque las iglesias habían caído en otros pecados y no en estos, y por eso no se hacía necesaria una corrección en ese sentido. Pero el silencio de Apocalipsis en relación con estos pecados no nos autoriza a cometerlos. Antes bien, lo que hace el libro es recordarnos que debemos guardar los mandamientos de Dios y la fe de Jesús (Apoc. 14:12). Si alguien pretende violar el sábado porque nada al respecto se les indica a las siete congregaciones en Asia, también deberá sentirse libre de mentir, robar y matar.

Estamos de acuerdo con que el Apocalipsis contiene "los últimos mensajes directos a las iglesias sobre la tierra". Pero notemos lo que dice uno de esos mensajes: "¡Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado. Adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas!" (Apoc. 14:7). Si nos fijamos en el cuarto mandamiento, observaremos de inmediato que se nos ordena guardar el sábado "porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el sábado y lo santificó" (Apoc. 14:7). Así que el cuarto mandamiento se hizo para adorar a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas. Si es así, ¿se sentirá Dios honrado cuando no observamos el sábado, es decir, cuando no lo reconocemos como el Autor de la creación?

22. Ustedes dicen que el domingo entró con Constantino en el siglo IV. ¿Cómo explican entonces que los "padres" de la Iglesia, que escribieron durante los primeros tres siglos después de Cristo, hablan del primer día de la semana para las reuniones de los creyentes?

Como ahora se toca un tema extrabíblico, será bueno revisar los datos históricos disponibles para determinar hasta qué punto los "padres" de la iglesia católica acertaron en la verdad. Pablo dice que ya en sus tiempos estaba en marcha el plan de la apostasía (2 Tes. 2:7-9), lo que permite entender que, si en algo los cristianos de los tres primeros siglos procedieron de manera diferente al evangelio eterno, es porque estaban apostatando.

Citar a los autores católicos del periodo postbíblico, ¿es una prueba fidedigna de la verdad? De ser así, ¿por qué los protestantes no hacen votos por los muertos, tal como lo enseñaron Tertuliano, Juan Crisóstomo, Lactancio, y Gregorio Magno? ¿Por qué no creen en el Purgatorio, tal como lo enseñaron Tertuliano y Agustín de Hipona? ¿Por qué no veneran a María, como lo enseñaron Justino Mártir e Ireneo de Lión? ¿Por qué no creen en la preexistencia del alma, tal como lo enseñó Orígenes? ¿Por qué además los protestantes no usan imágenes en sus iglesias, tal como lo hicieron Agustín, Jerónimo, Paulino de Nola, Basilo, Barlaam, Cirilo de Aljandría y tantos otros? Pues si el hecho de que ellos no guardaran el sábado demuestra la legitimidad de esta actitud, entonces todo lo demás que practicaron contra los mandatos divinos también será legítimo a los ojos de Dios.

Tal como lo entendió el protestante James Buchanan en el siglo XVI, hay una gran diferencia entre la teología histórica de la Escritura y la teología histórica de la iglesia, y esta diferencia está dada en razón de que los escritos bíblicos fueron inspirados, pero no los escritos "patrísticos". Buchanan explica:

Estos escritos [de la iglesia católica], sean antiguos o modernos, no poseen autoridad divina en asuntos de Fe, y su enseñanza en estos temas no deben afectar nuestras creencias, a menos que pueda probarse que están en conformidad con las normas infalibles de la palabra de Dios… La levadura anticristiana, que existía en la iglesia primitiva, gradualmente se expandió y fermentó en tiempos posteriores, y se ha vuelto casi universal, cuando el poder de Roma, que tenía obstruido su temprano desarrollo, tomó su camino, y la "Apostasía" predicha tuvo libre curso, hasta culminar en el "Hombre de Pecado", que se sienta "en el templo de Dios" como "Aquel Inicuo" (ho ánomos), el cuerpo visible del "misterio de la iniquidad" (2 Tes. 2:3-8), u "hombre de pecado" (amartías). No podemos esperar que durante el progreso de esta Apostasía predicha, la verdad del Evangelio continuara en su pureza original, y hallamos que, consecuentemente, mientras continuó con su simplicidad durante los tiempos de la persecución y martirio, al final del segundo siglo comenzó a corromperse con muchas doctrinas erróneas y prácticas supersticiosas, que crecieron bajo el fomento de los padres más eminentes, tanto de la Iglesia Oriental como de la Iglesia de Occidente.

Esto lo escribe un protestante, no un adventista. Si es verdad que en el periodo postbíblico el Evangelio no continuó con su pureza original, ¿cómo podremos esperar una demostración doctrinal a partir de lo que aquellos hombres enseñaron? ¿No debe ser la Biblia, y la Biblia sola, la fuente de la doctrina? Por eso, recurrir a los "padres" católicos para demostrar una doctrina bíblica, sólo puede traernos más tinieblas que luz.

 23. ¿Por qué porfían en que uno de los papas cambió el día de descanso del séptimo día al primero? Hay plena prueba histórica que los cristianos observaban el primer día durante los siglos antes de que hubiese papa alguno.

Para empezar, hace falta que se citen las fuentes que demuestran que todos los cristianos de los primeros siglos guardaban el domingo en lugar del sábado. Por el contrario, consta en la historia que la observancia del domingo fue introduciéndose de manera gradual en el mundo cristiano.

La historia enseña (no los adventistas) que fue Constantino el Grande quien el 3 de marzo de 321 decretó la santidad del venerabilis dies solis, para legitimar una práctica pagana que se había infiltrado en la iglesia desde los primeros siglos.

Tal como lo confiesa el sacerdote jesuita Félix Moracho, "El emperador Constantino, el año 321 decretó que el domingo tienen que descansar los jueces y las demás actividades ciudadanas. Este descanso, en los siglos V y VI se generalizó y se fue interpretando rigurosamente". Después de Constantino, Graciano y Teodosio ratificarán esta medida. El papa Inocencio I, en el 416 (su último año de pontificado), decretó que el domingo fuese día de ayuno. En el 538 el Concilio de Orleáns prohibió que se hiciera en domingo el trabajo con arado, o en viña, siega, cosecha, descasque, cultivo, seca, a fin de que las personas pudiesen frecuentar la iglesia. Y en el 590 el papa Gregorio I condenó como "anticristo" a quien enseñara que debiese guardarse el sábado como día de reposo. Esto revela que, al contrario de lo que se asegura en la pregunta 23, sí había cristianos que guardaban el sábado contrariando así los decretos imperiales y pontificales. De no ser así, ¿qué sentido tenía la amenaza de Gregorio?

El historiador católico Sócrates Escolástico registra hacia el año 440 que "aunque casi todas las iglesias del mundo celebran los sagrados misterios cada semana en sábado, los cristianos de Alejandría y de Roma, por una antigua tradición, han dejado de hacer esto". Por su parte Sozómeno, otro historiador católico, registra más o menos hacia la misma fecha: "la gente de Constantinopla, y de casi todas partes, se reúne en sábado, tanto como en el primer día de la semana, costumbre que nunca se observa en Roma ni en Alejandría". Así que la propia iglesia católica reconoce que la mayoría de los cristianos del mundo guardaba el sábado a mediados del siglo V.

Será con el paso del tiempo que la iglesia romana presionará por la implementación de la observancia del domingo, lo que finalmente conseguirá. El Catecismo del Concilio de Trento confiesa: "La Iglesia [católica] de Dios en su sabiduría ha ordenado que la celebración del día sábado fuese transferida al «día del Señor» [domingo]". Este catecismo fue escrito por orden del Concilio de Trento y publicado bajo la autoridad del papa Pío V.

Las investigaciones históricas confirman además el origen pagano de la celebración del domingo como día de reposo por parte del catolicismo. Franz Cumont declara: "La preeminencia asignada al dies solis ["día del sol"] ciertamente contribuyó al reconocimiento general del Domingo como día de fiesta", lo cual es ratificado por P. Cotton: "No puede negarse que el uso pagano del Domingo ha tenido un apreciable efecto en la Cristiandad al traer el Domingo Cristiano en preeminencia en la Iglesia como el único día de adoración".

Por su parte A. P. Stanley explica:

La retención del antiguo nombre pagano de Dies Solis, o Día del Sol ["Sunday", en inglés] para la observancia semanal cristiana se debe en gran medida a la unión del sentimiento pagano y el cristiano con que Constantino recomendó a sus súbditos, tanto paganos como cristianos, que el primer día de la semana fuera «el día venerable del Sol»… Era su modo de armonizar bajo una institución común las religiones discordantes del Imperio.

Pero si fue Constantino quien lo hizo, ¿por qué los adventistas denuncian al catolicismo de haberlo hecho? Porque, tal como lo explica el católico C. S. Mosna en su trabajo doctoral, fue la iglesia católica la que "influyó en la decisión de Constantino de hacer del domingo un día de reposo para todo el imperio, y esto indudablemente fue para darle al día del Señor un lugar preeminente sobre los otros días". Es por esto que la iglesia católica "puede reclamar el honor de haber garantizado al hombre una pausa en su trabajo cada siete días".

De manera que está más que probado que fue la iglesia católica, y no los apóstoles, la responsable de haber sustituido al sábado bíblico por el domingo pagano como día de reposo.

En cuanto a los cristianos que guardaban el domingo desde el segundo siglo, eso no demuestra que el domingo sea el verdadero día de reposo. Al contrario, lo que hace es ratificar que la apostasía predicha se estaba cumpliendo. Pablo demuestra que los cristianos de Galacia estaban enseñando herejías como la autojustificación por obras. Él los llama "insensatos" (Gál. 3:1). Aunque eran cristianos verdaderos, se habían alejado de la doctrina cristiana original apenas unos diez años después de haberla recibido. Las cartas dirigidas a las siete congregaciones del Asia Menor remitidas por medio del apóstol Juan demuestra además que diferentes herejías estaban abrumando a la comunidad cristiana primitiva. Si eso ocurría con la doctrina en presencia de los apóstoles, ¿qué no podía ocurrir después de la muerte de ellos?

En las catacumbas, donde se refugiaron los cristianos del imperio Romano durante los siglos II y III, se aprecia una iconografía que habla de un verdadero culto a la imagen de María, lo cual revela que "estaba difundida esta devoción a la Virgen".

A pesar de que la sola idea de dar "devoción" a María pueda causar hoy horror a los protestantes, es un hecho incuestionable que los cristianos de los primeros siglos se estaban apartando del segundo mandamiento, que prohíbe el culto a las imágenes, así como del cuarto, que ordena el reposo del sábado. Por eso, si se quiere vindicar la celebración del domingo en razón de que los cristianos de los primeros siglos así lo hicieron, habría que validar también el culto a las imágenes, así como otras doctrinas no menos paganas que fueron infiltrándose en la iglesia desde los tiempos de los apóstoles.

 24. Si debemos guardar el séptimo día, ¿cómo es que los apóstoles y cristianos primitivos celebraban sus reuniones de mayor importancia, como la cena del Señor, el primer día en vez del séptimo?

Es falso que los apóstoles celebraran sus reuniones de mayor importancia, incluyendo la cena del Señor, en domingo. Extrañamente, nuestros interpeladores no aportan ningún versículo para probar lo que dicen. Eso nos obliga a comprobarlo por nosotros mismos. A continuación, las "evidencias" sobre la santidad del domingo en el Nuevo Testamento: 

Juan 20:19: Este pasaje es presentado para probar que los discípulos estaban reunidos en domingo. Cierto que lo estaban. Pero no estaban celebrando nada ni estaban guardando ningún reposo. El versículo dice que "los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos", es decir, que estaban escondiéndose. Ninguna celebración estaba llevándose a cabo. Contrariados por la muerte de Cristo y temiendo la arremetida de los judíos, los discípulos se sentían en completo abandono y procuraban evitar que los hallaran. Además, no podían estar reunidos en honor de la resurrección de Cristo porque, en primer lugar, aún no creían que él hubiera resucitado.

Por otro lado, el encuentro con Jesús ocurrió, no en domingo, sino en lunes. En la Biblia un día no se contaba de medianoche a medianoche, sino desde el atardecer de un día, hasta el atardecer del día siguiente (comp. Gén. 1:5, 8, 13, 19, 23, 31). Es por esto que la observancia del sábado debía hacerse desde el atardecer del viernes hasta el atardecer del sábado (Lev. 23:32; Neh. 13:9). Y es por esto también que cuando Cristo fue crucificado, los judíos pidieron que se le quebraran las piernas, ya que era viernes de tarde y el sábado estaba por comenzar (Juan 19:31).

El día de la resurrección, nuestro Señor se apareció a Cleofas y a Lucas en el camino a Emaús, una aldea que distaba unos once kilómetros de Jerusalén (Luc. 24:13, NVI). Al llegar a Emaús, los dos discípulos le pidieron a Jesús que se quedara con ellos, alegando: "Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos" (Luc. 24:29). Esto quiere decir que el primer día ya estaba pasando, y estaba comenzando el segundo día de la semana, es decir, el lunes. Jesús, complaciendo su petición, se quedó y comió con ellos. Al terminar la cena, los dejó, y entonces ellos decidieron volver a Jerusalén (Luc. 24:33). Considerando el tiempo que pasaron en la mesa, más el tiempo que tomaron en recorrer los once kilómetros de regreso a Jerusalén, puede concluirse que cuando se encontraron con los apóstoles ya estaba muy avanzada la noche. Así, cuando Cristo se puso en medio de ellos, hacía ya varias horas que el domingo había pasado. Por eso, si aquel encuentro con el Resucitado santificó aquel día y lo convirtió en día de reposo, los cristianos católicos y protestantes deberían estar guardando hoy el día lunes y no el domingo. 

Hechos 20:7: Aunque este es uno de los textos favoritos de los enemigos del sábado de Jehová, en realidad poca ayuda ofrece en favor de la santidad del domingo. Que los discípulos se hayan reunido un primer día de la semana para partir el pan, nada tiene de particular. En Hechos 2:46 se dice que los discípulos "todos los días se reunían en el Templo con entusiasmo, partían el pan en sus casas y compartían sus comidas con alegría y con gran sencillez de corazón" (Biblia Latinoamericana, 1995), pero eso no hace santos todos los días. Por demás, la cena del Señor puede celebrarse cualquier día de la semana y todas las veces que se desee celebrarla, sin que ello vaya a quitarle al sábado la santidad que Dios le confirió (1 Cor. 11:26).

En este pasaje no hay ninguna indicación de que Dios hubiera transferido la santidad del sábado al domingo. Tampoco se dicta ninguna orden a los cristianos observar el primer día de la semana en lugar del séptimo. Si Dios hubiera pensado en cambiar su ley, ¿por qué no dio la orden tan expresamente y tan enfáticamente como lo hizo con el sábado? 

1 Cor. 16:1, 2: Este es otro versículo muy citado sin que se le preste la atención debida. Lo que allí recomienda Pablo es recoger una ofrenda especial para los hermanos pobres de Jerusalén. Con esto Pablo ni está santificando el domingo, ni está aboliendo el sábado. No se dice allí que el domingo sea día de reposo ni que hubiera sido santificado. Todo se trata de una medida de emergencia, y nada tiene que ver con el reposo semanal. Nótese que la recomendación era que "cada uno de vosotros reserve en su casa" (Biblia de Jerusalén); "cada uno ponga aparte en su casa" (Nácar-Colunga); "cada uno de vosotros aparte en su casa" (RV, 1909). No era una colecta en la iglesia, sino una donación particular que Pablo enviaría a buscar de casa en casa para llevarla a Jerusalén (vers. 3). Ahora bien, si todos los hermanos habían de reunirse en la iglesia ese día, ¿por qué Pablo tenía que molestarse en ir de casa en casa, en vez de que todos llevaran sus donativos a la reunión? Sin embargo, allí no se menciona ninguna reunión religiosa, ninguna lectura de las Escrituras, ninguna oración, ni ninguna discusión doctrinal.

Muy al contrario de lo que afirman nuestros examinadores, la Biblia demuestra que los cristianos primitivos se reunían en sábado, bien fuera con judíos o con gentiles (Hechos 13:14, 42, 43, 44; 16:13). En una oportunidad los griegos, quienes no tenían por qué obedecer la ley judía, les rogaron a los discípulos que el siguiente sábado les hablaran de la salvación en Cristo. Esto demuestra el profundo interés que la predicación de los apóstoles estaba despertando en sus corazones. Pero si estaban tan ansiosos de oír la Palabra de Dios, ¿por qué simplemente no pidieron reunirse con ellos al día siguiente?

Pablo, también, trabajaba haciendo tiendas, y los sábados predicaba el evangelio a judíos y griegos (Hechos 18:3, 4). Es llamativo el hecho de que, nuevamente, los griegos recibieran el evangelio no en domingo, sino en sábado, lo cual habla claramente de que era el sábado y no el domingo el día que los cristianos guardaban.

En definitiva, no es cierto que los apóstoles celebraran reuniones de importancia exclusivamente el primer día de la semana, pues a veces lo hacían todos los días, y generalmente lo hacían en sábado. Tampoco es cierto que en la Biblia haya la menor sugerencia de que la santidad del sábado, tan claramente expuesta en las páginas sagradas, se haya transferido al domingo. Nada de eso se registra, ni hay forma de probar con la Biblia que Dios haya autorizado un cambio semejante en un mandamiento en el que él desde el principio ha hecho tanto énfasis. Es por eso que el erudito protestante M. G. Easton, defensor de la observancia del domingo, confiesa: "Cierto, no podemos dar ningún texto que autorice con tantas palabras ese cambio. No tenemos una ley expresa que declare el cambio". Easton fundamenta su defensa del domingo en pasajes como Juan 20:19, Hechos 20:7 y 1 Cor. 16:1, 2. Ya esto es una prueba elocuente de la precariedad argumentativa del reposo dominical.

25. Y, ¿cómo saben que de veras guardan el séptimo día? ¿Pueden estar seguros de que no han [sic] habido errores en los cálculos desde el día en que descansó Dios? Hay que tener en cuenta los cambios efectuados en el calendario en el año 46 a.C., cuando se convino en que el año tuviera solamente 345 días, para corregir los errores que se habían acumulado. Se debe pensar también en la ley del año 1751, hecha "para corregir el calendario", y que ordenó quitar once días del mes de septiembre. Con estas y otras modificaciones, ¿están ustedes  seguros de que saben contar los días desde la creación?

Sí estamos seguros, como también estamos seguros de que este es uno de los peores argumentos que los enemigos de la ley de Dios han fabricado hasta ahora en contra del sábado de Jehová. ¿Qué? ¿Se les acabaron los argumentos bíblicos y ahora se ven obligados a buscar excusas fuera de la Biblia? Sea como fuere, analicemos este otro argumento para evaluar su validez.

En el año –46, efectivamente, se promulgó el Calendario Juliano, pero eso no obstó para que setenta años después de entrar en vigencia este calendario, Jesús observara, como era su costumbre, el verdadero sábado de Jehová (Luc. 4:16). En otras palabras, si los días de la semana fueron alterados en el año –46, tal como se nos asegura, Jesús debió haber observado el día equivocado, pues él vivió después de entrar en vigencia el calendario Juliano. Así que, con este "argumento", los antinomianistas de hecho están acusando a Cristo de haber violado la ley divina. A esas consecuencias los llevan sus muy elaboradas excusas para oponerse a la ley de Dios.

En cuanto al cambio del calendario en Inglaterra ocurrido en el año 1751, esto tampoco significó una alteración en los días de la semana, sino sólo en el cómputo de las fechas. La primera actualización del Calendario Juliano la hizo el papa Gregorio XIII en el año 1582, pero lo que cambió fue la fecha del mes, no los días de la semana. "Decretó, pues, Gregorio XIII que el día siguiente al jueves 4 de octubre de 1582 pasase a ser el viernes día 15 de ese mes y año, con lo que dejaron de vivirse los días intermedios; para paliar en lo sucesivo los efectos del desfase en el calendario juliano".

Como puede notarse, del jueves 4 se pasó al viernes 15 de octubre. Esto quiere decir que el sábado 29 de septiembre de 1582, fue sucedido por el sábado 16 de octubre: "…cuando el Imperio Británico actualiza su calendario en 1751, el 11 de febrero «nombre antiguo» se convirtió en el 22 de febrero". De modo que los ajustes que se han hecho al calendario mundial nunca han afectado la sucesión de los días de la semana, pues el problema no eran los días de la semana sino el cómputo de las fechas, para que coincidieran con las estaciones del año. Por eso es que John Wesley, al comentar Génesis 2:1-3, asegura confiado: "el sábado que observamos, es el séptimo día desde la creación".

El argumento artificial e infundando de los cambios en el calendario revela un pésimo conocimiento de la historia, que compite sólo con un deplorable desconocimiento de la doctrina bíblica, y demuestra además la imperiosa necesidad que tienen los abrogacionistas por hallar diferentes excusas para justificar su desobediencia, sin importar que cada excusa propuesta resulte más absurda que la anterior.

  26. ¿Han leído Colosenses 2:14-17 acerca del acta de los decretos o cédula de los ritos (el mandamiento de guardar el sábado es uno de ellos) que ha sido raída, quitada de en medio y clavada en la cruz?

Sí, lo hemos leído. Sólo que el pasaje aludido no habla de "el sábado" sino de sábados, lo que marca una diferencia importantísima, tal como veremos en la respuesta a la siguiente pregunta. Además, la frase "cédula de los ritos" (RV, 1909) se refiere precisamente a la ley ceremonial o ley ritual, que constaba de sacrificios, comidas, libaciones, etc. La frase "acta de los decretos" (gr. quirógrafon) no se refiere a las dos tablas escritas por Dios, sino precisamente al documento manuscrito, al rollo escrito por la mano de Moisés (Deut. 31:24), o como lo traducen otras versiones: "registro manuscrito" (Gary F. Zeolla, 2001), "manuscrito de ordenanzas" (Bishops, 1568; Webster, 1834), "manuscrito del decreto" (Douay-Rheims, 1609), "pliego de cargos" (Universidad de Navarra), "manuscrito en las ordenanzas" (Young).

Esa acta manuscrita "nos era contraria" porque fue creada "como testimonio contra ustedes" (Deut. 31:26, Dios Habla Hoy). En cambio, los Diez Mandamientos no fueron escritos contra nosotros, sino en nuestro favor. "Les diste juicios rectos, leyes verdaderas, y estatutos y mandamientos buenos. Les ordenaste guardar tu santo sábado" (Neh. 9:13, 14). David canta: "he amado tus mandamientos más que el oro, y más que oro muy puro" (Sal. 119:27). ¿Cómo puede aquello que es bueno y justo ser a la vez malo y contrario a nosotros? Jesús también dice que la ley no perecerá (Mat 5:17-19), por lo tanto, lo que Pablo dice en Colosenses 2 no puede referirse a los Diez Mandamientos.

27. En los versículos 16 y 17 del mismo capítulo, vemos que ciertas cosas exigidas bajo la ley de Moisés, entre ellas la observancia del sábado, no son más de una sombra de lo por venir: El cuerpo espiritual de Cristo. Guardar el sábado es asir una sombra.

Es un error creer que Pablo está eliminando la santidad del sábado que Dios santificó. Los "sábados" que menciona Pablo aquí no se refieren al sábado semanal, sino a otras fiestas rituales que se introdujeron en tiempos de Moisés, las cuales eran llamados "sábados" aun cuando no coincidían con el séptimo día de la semana, pues debían dedicarse por completo a la adoración, tal como se describe en Levítico 23. Estos "sábados" rituales tenían como objeto ofrecer sacrificios de expiación por el pecado (Lev. 23:5, 8, 12, 13, 16, 18, 27, 36). Obsérvese que estos días se instituyeron "además de los sábados de Jehová" (Lev. 23:38). Es decir, que fueron añadidos al sábado semanal. La Versión Internacional vierte Lev. 23:38 así: "Todas estas fiestas son adicionales a los sábados del Señor", lo que demuestra que había otros sábados adicionales, introducidos después de la entrada del pecado y a causa de él. Son estos los que Pablo menciona en Colosenses 2.

Estos sábados rituales, pues, eran "sombras" de Cristo, porque en ellos debán ofrecerse sacrificios por el pecado, en representación del futuro sacrificio expiatorio de Nuestro Señor. En cambio, el sábado semanal nada tiene de sombra de Cristo, porque fue instituido antes de la entrada del pecado en la tierra. Adán no tuvo que hacer ningún sacrificio el primer sábado que guardó. Los sábados anuales instituidos en Sinaí estaban signados por la transitoriedad mientras el Mesías llegase. En cambio, el sábado semanal fue instituido en el Edén y es permanente. Este es exactamente el sentido que varios de los grandes comentaristas protestantes han dado a Colosenses 2:16, 17. Por ejemplo, Adam Clarke se opone categóricamente a que se deduzca de este pasaje la abolición del reposo del sábado:

No hay ninguna intimación aquí de que el Sábado fuera eliminado, o que su uso moral haya sido suprimido, por la introducción del Cristianismo. Ya he mostrado en otra parte que, "Acuérdate del Sábado para santificarlo" es una orden de obligación perpetua, y nunca puede ser suprimida sino por la terminación final del tiempo. Como tipo de aquel descanso que queda para el pueblo de Dios, de una eterna beatitud, debe continuar en toda su fuerza hasta que llegue dicha eternidad; porque ningún tipo puede cesar antes de que llegue el antitipo… es más probable que Pablo se refiera a las fiestas de semanas, de las cuales se ha dicho mucho en el Pentateuco.

Nótese cómo para Clarke el reposo sabático no es un acto ceremonial, sino moral, lo que viene a contradecir la afirmación de la pregunta 26. Tan convencido está Clarke del carácter moral de los Diez Mandamientos, que recalca:

Es útil señalar que no hay ninguno de estos mandamientos, ni siquiera una parte de uno de ellos, que con justicia pueda ser considerado como meramente ceremonial. Todos son morales, y consecuentemente de obligación eterna… Aunque por la encarnación y muerte de Cristo toda la ley ceremonial que se refería a él y su sacrificio está abrogado necesariamente, aun así, puesto que ninguno de estos diez mandamientos se refiere a nada propiamente ceremonial, ellos no están abrogados.

Fausset, Jamieson y Brown coinciden con Clarke al ofrecer la siguiente explicación sobre Colosenses 2:16, 17:

Los "SÁBADOS"… del día de la expiación y la fiesta de los tabernáculos han llegado a su fin con los servicios Judíos que les pertenecían (Lev. 23:32, 37-39). El sábado semanal reposa sobre un fundamento más permanente, habiendo sido instituido en el Paraíso para conmemorar la obra de la creación en seis días. Lev. 23:38 expresamente distinguió "el sábado de Jehová" de los otros sábados. Un precepto positivo es correcto porque se ordena, y deja de ser obligatorio cuando se abroga; un precepto moral se ordena eternamente, porque es correcto eternamente. Si pudiéramos guardar un sábado perpetuamente… el precepto positivo del sábado, uno cada semana, no sería necesario. Heb. 4:8, katépausen Griego, "un guardar el sábado" (Is. 66:23). Pero no podemos, porque incluso Adán, un inocente, necesitaba uno entre sus deberes terrenales; por lo tanto el sábado todavía se necesita con los otros nueve mandamientos, como obligatorio en el espíritu, aunque la letra ha sido suprimida por aquel espíritu de amor más elevado, que es la esencia de la ley y el Evangelio por igual (Rom. 13:8-10).

Otro autor protestante que nos ayuda en la comprensión de Colosenses 2 es Albert Barnes, teólogo presbiteriano quien hace la siguiente exposición:

La palabra Sábado en el Antiguo Testamento se aplica no sólo al séptimo día, sino a todos los días de santo reposo que fueron observados por los Hebreos, especialmente en el inicio y en la clausura de sus grandes festividades. Sin duda, este pasaje se refiere a esos días, porque la palabra se usa en número plural, y el apóstol no se refiere particularmente al Sábado propiamente dicho. No hay evidencia, de este pasaje, que él hubiera enseñado que ya no había obligación de observar un tiempo santo, porque no hay la más mínima razón para creer que él quisiera enseñar que uno de los diez mandamientos había dejado de ser obligatorio para la humanidad. Si él hubiera usado la palabra en número singular –EL Sábado– entonces sí, por supuesto, hubiera sido claro que él quería enseñar que ese mandamiento había dejado de ser obligatorio, y que ya no debía observarse el sábado. Pero el uso del término en número plural, y la conexión, muestran que él tenía sus ojos en el gran número de días que los Hebreos observaban como festividades, como parte de su ley ceremonial y típica, y no en la ley moral, o los diez mandamientos. De ninguna parte de la ley moral puede decirse que era "una sombra de los bienes venideros". Estos mandamientos son, por su naturaleza de ley moral, de obligación perpetua y universal.

Difícilmente podrá agregarse algo a estos comentarios provenientes de la pluma de algunos de los más conspicuos y reputados autores protestantes. En consecuencia, la única "sombra" aquí es la que los hijos de la desobediencia quieren arrojar contra la luz de la verdad bíblica.

28. ¿Han leído en Romanos 14:5,6 que unos hacen diferencia entre día y día pero otros juzgan iguales todos los días? Se agrega: "Cada uno esté asegurado en su propio ánimo." ¿Por qué no insiste el apóstol en que los que juzgaban iguales todos los días debían estimar el séptimo como superior a los demás días para santificarlo?

Ahora, después de habernos insistido en que el domingo es el verdadero día de reposo, nuestros interrogadores salen con que todos los días son iguales. ¿No es esto una contradicción? Esto demuestra que no existen pruebas contundentes contra la santidad del sábado. Lo que sucede en Romanos 14 es lo mismo que en Colosenses 2. Los cristianos estaban siendo inducidos a celebrar las fiestas judías que prefiguraban el sacrifico de Jesús. Pablo, de nuevo, no menciona el sábado semanal. Sólo se refiere a las fiestas rituales, las cuales al haber hallado su antitipo en Cristo, ya ningún valor tienen para la salvación.

Pero obsérvese que Pablo recomienda: "cada uno esté plenamente convencido en su propia mente" (vers. 5) y además: "El que hace caso del día, lo hace para el Señor" (vers. 6). Pablo no reprocha a quienes observan "el día", sino que les dice que se aseguren de lo que hacen y que lo hagan para Cristo.

Por otra parte, si es cierto que todos los días son iguales, ¿eso no haría al sábado igual al domingo? ¿Cómo entonces se reprocha a quien guarda el sábado en vez del domingo, si a fin de cuantas da lo mismo?

Juan Calvino, contrariando la idea de que en Romanos 14 se enseña que para Dios todos los días de la semana sean iguales, argumenta:

¿Por qué, debe preguntarse, no mantenemos reuniones diarias, y así evitamos la distinción de los días? ¡Seríamos tan privilegiados si así lo hiciéramos! La sabiduría espiritual indudablemente merece alguna porción de cada día dedicada para ella. Pero si, debido a la debilidad de muchos, no pueden mantenerse las reuniones diarias, y la caridad no nos permitiría exigir más de ellos, ¿por qué no adoptamos la regla que la voluntad de Dios obviamente nos ha impuesto?

En efecto, ¿por qué no hemos de guardar el día de reposo que Dios mismo ha señalado expresamente? ¿Qué es lo que nos impediría el obedecer la voz de Dios, sino la misma causa de siempre durante toda la historia de la humanidad, esto es, la abierta rebelión a la ley divina? (Ez. 20:13, 16, 21, 24).

CLAMA a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado. Que me buscan cada día, y quieren saber mis caminos, como gente que hubiese obrado justicia, y que no hubiese dejado el derecho de su Dios… Si retrajeres del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y al sábado llamares delicias, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no haciendo tus caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus palabras: Entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre: porque la boca de Jehová lo ha hablado (Is. 58:1, 2, 13, 14, RV 1909).

Los adventistas del séptimo día guardan el sábado porque Dios así lo ordena. Nuestros interrogadores guardan el domingo, aunque Dios no se los ordena, pero buscan diferentes excusas para justificar su rebelión. Hasta ahora, no han podido ofrecer ninguna razón de peso para oponerse a un indiscutible mandamiento de Dios.   

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