INTRODUCCIÓN
Se define como "antinomianismo" la corriente que reclama la desobligación de la ley de Dios para los cristianos, apelando a la gracia divina para la salvación sin necesidad de atender a los mandamientos de Dios.
Noah Webster ubica la aparición de esta herejía hacia 1538, por iniciativa de John Agrícola. Sin embargo, partiendo de 1 Juan 3, Albert Barnes propone que para tiempos de Juan ya había aparecido una forma de oposición a la ley de Dios. Puesto que Juan dice que el pecado es la transgresión de la ley (1 Juan 3:4), y que Pablo además dice que el pecado apareció con Adán (Rom. 5:12), podemos apropiadamente concluir que la oposición a la ley de Dios empezó en el Edén.
Rastreando un poco más el problema del pecado, llegamos a lo que ocurrió en el cielo: la sublevación de un querubín quien, siendo sólo una criatura, pretendió convertirse en otro dios (Is. 14:12-14; Ez. 28:13-16). Así, tenemos que la Biblia presenta la oposición a la ley de Dios como el inicio del conflicto entre el bien y el mal, el origen de la historia de la redención. En suma, el antinomianismo es el fundamento de la historia del pecado, y habrá de terminar sólo cuando Dios decida llevar a juicio toda obra de acuerdo con el patrón de su santa ley (Sant. 2:12).
En la actualidad el antinomianismo sigue campeando, siendo el principal problema, no sólo por parte de los incrédulos que no sienten obligación alguna hacia Dios, sino principalmente por parte de las iglesias cristianas que públicamente han manifestado su absoluta independencia de la ley de Dios, y han condenado a quienes pretenden obedecerla.
El antinomianismo moderno ha esgrimido diferentes argumentos para combatir la vigencia de la ley de Dios y en especial el reposo del séptimo día o sábado. Últimamente han aparecido en la red cuarenta preguntas formuladas a los adventistas en relación con la doctrina de la ley de Dios y el reposo del séptimo día. En el presente escrito se persigue una satisfacción, fundamentada en la Biblia, a dichas preguntas en relación con la ley y el sábado de Jehová.
Estas "Cuarenta preguntas para los Adventistas del Séptimo Día acerca del sábado de Israel", que más que preguntas, son objeciones contra la ley de Dios y el sábado, fueron tomadas del siguiente URL: http://www.geocities.com/alfil2_1999/40preguntas.html, aunque pueden hallarse también en otros portales.
Analizar la validez y pertinencia de tales argumentos, de acuerdo con la evidencia bíblica, constituye el objetivo de este trabajo. Partiendo de los principios fundamentales de la hermenéutica bíblica, los textos implicados en el tema son analizados de acuerdo con el contexto, y también con lo que el resto de la Biblia enseña acerca de la ley y los mandamientos de Dios como un todo. Además, en materia de interpretación bíblica se recurrió a la ayuda de los principales autores protestantes como Martín Lutero, Juan Calvino, John Wesley, Adam Clarke, Matthew Henry, Albert Barnes y otros de diferentes épocas.
En materia de historia del cristianismo, se consultan las obras de varios historiadores e investigadores católicos.
El texto bíblico de consulta es la Reina Valera 1995, pero en algunos casos se recurre a otras traducciones para enriquecer la comprensión del pasaje estudiado.
Aunque en el título de las Cuarenta preguntas se menciona el "sábado de Israel", en este trabajo se ha sustituido esa fórmula por el "sábado de Jehová", porque la nomenclatura anterior no es bíblica. En realidad, el sábado fue creado antes de que existiera un solo judío (Gén. 2:1, 2), por lo tanto, el séptimo día no puede ser el "sábado de Israel". En cambio, Moisés declara que es "el sábado de Jehová" (Éx. 16:25; Reina-Valera, 1909). Jehová mismo lo llama "mi día santo", "glorioso de Jehová" (Is. 58:13, Reina Valera 1960). En toda la Biblia nunca se le ha llamado "sábado de Israel", lo que demuestra la falta de fundamento bíblico de las Cuarenta preguntas empezando desde el título mismo.
Esta es la primera de las respuestas para el autor o los autores de las Cuarenta preguntas. Las respuestas restantes, son las que siguen.
RESPUESTAS A LAS CUARENTA PREGUNTAS SOBRE LA LEY Y EL SÁBADO
1. ¿Por qué guardan ustedes un solo sábado? El año séptimo y también el año del jubileo eran sábados. (Levítico 25:1-22). ¿Por qué guardan el uno y dejan de guardar los otros?
Para ser precisos, los adventistas guardan el sábado porque Jehová así lo ordena. El reposo del séptimo día fue instituido antes de que entrara el pecado en la humanidad (Gén. 2:1-3). En cambio, el año séptimo y el año del jubileo, así como otros sábados que no coincidían con el séptimo día (Lev. 23:34-38), fueron dados siglos después de que entró el pecado, y a causa de él (Lev. 23:19; Ez. 45:25). Siendo estos sábados (reposos) adicionales e instituidos a propósito del pecado, quedan abolidos con la muerte de Cristo. Pablo dice que esos sábados eran "sombra" de Cristo (Col. 2:16, 17). Puesto que el sábado semanal fue introducido independientemente de la entrada del pecado, y antes de él, el séptimo día no puede ser una "sombra" del sacrificio de Cristo. Antes bien, la Biblia es clara al explicar que es un memorial de la Creación (Éx. 20:8-11).
2. ¿Por qué basan tanto de su religión en el día del sábado cuando sabemos que el Señor enseñó que la ley y los profetas se basan todos en el amor y no en guardar la ley? (Comp. Mateo 22:34-40 con Romanos 13:8-10).
Estamos completamente de acuerdo en que el amor es el primer mandamiento. Nótese que esta pregunta menciona acertadamente que la ley se basa en el amor. Eso es lo que proclaman los adventistas. Para el pueblo de Dios la ley es una manera apropiada de demostrar amor a Dios y al prójimo. Jesús enseñó: "De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas" (Mat. 22:40). Nótese que Jesús no dice que estos dos mandamientos habrían de sustituir la ley, sino que son el espíritu de la ley. En esta apreciación coincide el apóstol Pablo (un guardador del sábado como bien lo explica la Biblia en Hechos 16:13) al decir que "No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás", y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Rom. 13:9).
Desde luego, alguien que ame de verdad a su prójimo no lo ofenderá robándole, ni levantándole falsos testimonios, ni matándolo. Este mismo principio se aplica a los primeros cuatro mandamientos del Decálogo. Siguiendo el razonamiento de Pablo, habríamos de decir: "No tendrás dioses ajenos, no te harás imágenes, no tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano y acuérdate del sábado para santificarlo, en esta sentencia se resume: Amarás a Dios sobre todas las cosas".
Pero la pregunta dice, además, que la ley y los profetas no se basan en guardar la ley. Esa idea no está fundada en las Escrituras. Al contrario, detállese cómo habla la Biblia sobre el modo en que debe vivir un hijo de Dios: "Teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque esto es el todo del hombre". (Ecl. 12:13). ¿Pretende alguien ser hijo de Dios sin guardar sus mandamientos? Debe entonces considerar esto: "El que dice: «Yo lo conozco», pero no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso y la verdad no está en él" (1 Juan 2:4).
Pretender que Cristo enseñó una ley diferente al ordenar amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo es un error. Jesús en realidad sólo está citando la ley que Dios había dado: "Amarás a Jehová, tu Dios, de todo tu corazón, de toda tu alma y con todas tus fuerzas" (Deut. 6:5); "No te vengarás ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Lev. 19:18). Así, Jesús ratifica la vigencia de la ley.
¿Que Jesús nos enseñó a no guardar la ley? ¿Qué significan entonces los siguientes pasajes: Mat. 5:17; 7:12; 23:23; Mar. 7:9-13; Luc. 10:26; Juan 14:15?
3. ¿Cómo es que encienden fuego en el séptimo día, a pesar de que esto estaba prohibido en la ley levítica? (Éxodo 35:3). Al hacerlo, ustedes quebrantan la ley del sábado.
Cualquiera puede ver la diferencia que hay en cómo se encendía fuego en la antigüedad y cómo se hace hoy. A diferencia de ahora, cuando presionar un botón basta para que tengamos fuego, en los tiempos bíblicos encender una fogata implicaba en verdad un esfuerzo físico como el que requería cualquier otro oficio dentro del hogar. Puesto que el mandamiento del sábado exige no hacer ninguna obra servil, es decir, labores domésticas, el encendido de fuegos quedaba así prohibido. Hoy, el asunto queda reducido a lo siguiente: los alimentos se preparan el día viernes, y se calientan el sábado.
4. Dígannos cuándo y dónde mandó el Señor Jesús, o alguno de sus apóstoles, u otro escritor de la Biblia, que algún gentil guardase los diez mandamientos. Bastarán sólo el capítulo y el versículo.
5. ¿Pueden darnos un pasaje bíblico donde se mande a los gentiles observar el sábado según la ley? Otra vez, simplemente dennos el capítulo y el versículo.
Isaías 56:1-7
6. Dicen que el sábado se guardaba antes de darse la ley a Moisés. La ley de la circuncisión también fue dada antes de Moisés. (Génesis 17:10). Entonces, ¿por qué no practican la circuncisión, siendo que éste es uno de los mandamientos claros de la ley? De nuevo preguntamos: ¿Por qué el uno sí y el otro no?
El sábado de Jehová fue santificado no sólo antes de la ley de Moisés, sino antes de la entrada del pecado. La circuncisión, en cambio, entró al menos unos dos mil años después del pecado (Gén. 21:4). Como bien lo dice la Biblia, la circuncisión dejó de tener validez con la muerte de Cristo (Gál. 5:6). En cambio, la ley de Dios es válida aún. Pablo explica: "La circuncisión nada es, y la incircuncisión nada es, sino el guardar los mandamientos de Dios" (1 Cor. 7:19). ¿Nos autoriza Pablo a desobedecer los mandamientos? No, no lo hace. Al contrario, nos dice que lo que realmente importa es el guardar los mandamientos de Dios. Lo que dice la Biblia sobre la circuncisión es claro: ya no es necesaria (Gál. 5:2, 3). En cambio, no se encontrará en toda la Biblia esa misma declaración en relación con los Diez Mandamientos, sino la idea contraria.
7. El apóstol Pablo escribe en Gálatas 3:19 que la ley fue dada a causa de las rebeliones. Ustedes enseñan que la parte de la ley que se refiere al mandamiento de guardar el sábado fue dada al hombre inmediatamente después de su creación, pero las Escrituras dicen que fue después de la caída. ¿No ven que la teoría adventista de que la ley fue dada en dos entregas no concuerda con los hechos?
Por alguna razón en esta pregunta se cita Gálatas 3:19 usando el verbo "dar" en vez del verbo añadir, que es el que usa Pablo. Esta pequeña diferencia lingüística marca sin embargo una importante diferencia cuando se lee el pasaje. Nótese que la ley de la que se habla en Gálatas 3:19 fue "añadida". El verbo "añadir" (prostíthemi) significa agregar, anexar, aumentar, sugiriendo la idea de complemento o adición a algo que ya existe. Por ejemplos, aumentar un codo a la estatura del hombre (Mat. 6:27), o aumentar el número de creyentes en la iglesia (Hechos 2:41, 47; 5:14; 11:24). Por eso, que Pablo diga que una ley fue "añadida", implica que otra ley ya existía. ¿Cuál ley es ésa? Precisamente la que fue transgredida por el pecado. El mismo versículo lo dice: "Entonces, ¿para qué sirve la Ley? Fue añadida a causa de las transgresiones…". Puesto que el pecado es la "transgresión de la ley" (1 Juan 3:4, Nueva Versión Internacional) se entiende que existía una ley transgredida antes de la ley que fue añadida; y que esta ley añadida se añadió precisamente a causa de la transgresión de aquella ley. Por tanto, la ley añadida que menciona Pablo en Gálatas 3:19 es una ley que no existió sino después que se introdujo el pecado, como representación del sacrifico expiatorio de Jesús y, por tanto, era una ley transitoria.
El versículo 24 dice que la ley fue nuestro guía para llevarnos a Cristo. Esto ratifica la idea de que esta ley de que habla Pablo fue la que se introdujo a raíz de la entrada del pecado en el mundo. No se trata de la ley eterna de Jehová, aquella que fue transgredida, sino del sistema ritual judío que fue introducido a causa de esa transgresión, y que simbolizaba la muerte de Cristo.
Obsérvese cómo Pablo dice que antes del Sinaí ya había pecado en el mundo (Rom. 5:13). ¿Cómo podía haber pecado en el mundo si no había ley que transgredir? Porque "donde no hay ley, tampoco hay transgresión" (Rom. 4:15). Necesariamente, entonces, tenía que haber ley en la humanidad, o no habría habido pecadores.
Por otro lado, no es que la ley se haya dado "en dos entregas", sino que de hecho se dieron dos leyes diferentes, una ley eterna, inmutable, perfecta (Sal. 111:7, 8) dada antes de la caída; y otra pasajera, mutable, imperfecta (Heb. 10:1-4) y añadida a causa del pecado.
8. ¿Por qué será que en los mandamientos dados a nuestros primeros padres en el Edén, y en los que fueron dados a los patriarcas Noé, Abraham y otros no se hace ni una sola referencia al deber de guardar el sábado? ¿Por qué no se menciona la palabra sábado sino cuando habían pasado más de dos mil años desde la creación del hombre? Si las teorías adventistas fueran ciertas, ¿no se había de hacer referencia al deber de guardar el sábado muchas veces antes del capítulo 16 del Éxodo?
El ítem Nº 8 en realidad son tres preguntas. Pasemos por tanto a analizar cada una por parte, con la ayuda de las Escrituras (Hec. 17:11).
La primera de estas tres preguntas asegura que el sábado no se menciona en las instrucciones dadas a la primera pareja y a sus descendientes. Pero, ¿qué hay de los demás mandamientos que tampoco son mencionados antes de Sinaí? Por ejemplo, en la Biblia no se menciona el mandamiento de no hacer imágenes sino hasta que esto se prohíbe en Éxodo 20:3-6. ¿Significa esto que los patriarcas no sabían que era incorrecto adorar imágenes? El pacto sinaítico se estableció unos 2500 años después de la caída de Adán. ¿Hemos de creer que durante esos 25 siglos de historia los hijos de Dios tenían libertad para adorar imágenes?
Lo mismo puede decirse de otros mandamientos, tales como no tomar el nombre de Dios en vano, honrar padre y madre, no decir falso testimonio y no codiciar, los cuales no se mencionan sino hasta que se dicta la ley en Sinaí. ¿Hemos de creer por eso que aquellos santos hombres eran libres de mentir, deshonrar a los padres y codiciar? Pablo dice que donde no hay ley no hay transgresión (Rom. 4:15). Por eso, si los patriarcas no tenían la ley, entonces estaban libres de todas estas obligaciones.
¿Dónde dice la Biblia, antes de Sinaí, que se le prohibió al hombre matar? Esta prohibición no aparece por ningún lado. Sin embargo, Caín mató a su hermano, y ya sabemos cómo reaccionó el cielo. ¿Por qué Dios respondió de manera tan drástica contra Caín? ¿Qué de malo había en que él le diera muerte a su hermano, si no había un mandamiento que se lo prohibiera? Pablo declara inequívocamente que "donde no hay Ley no se inculpa de pecado" (Rom. 5:13). Si no se les había dado la ley a aquellos primeros hombres, ¿por qué entonces se inculpó de pecado a Caín?
Antes de dar muerte a su hermano le fue advertido: "El pecado está a la puerta" (Gén. 4:7). ¿Por qué se le habla de pecado cuando no había ley? Si el pecado es la transgresión de la ley (1 Juan. 3:4), y si no hay pecado donde no hay ley (Rom. 4:15), ¿cómo puede explicarse que a Caín se le acuse de pecado?
Otro caso ilustrativo lo representan los antediluvianos, cuyos pensamientos eran "solo de continuo el mal" y por eso Dios decidió borrarlos de la superficie de la tierra (Gén. 6:5-7). Pablo define "el mal" precisamente como el pecado (Rom. 7:14-21). Pedro, además, dice que los antediluvianos "fueron desobedientes" (1 Pe. 3:20, Reina Valera, 1989), es decir, que estaban desobedeciendo la ley de Dios.
Lo mismo puede decirse de los sodomitas, quienes son descritos como "muy malos y pecadores contra Yahveh" (Gén. 13:13, Biblia de Jerusalén). ¿Qué pecados cometían y dónde dice que eran pecados? El pacto sinaítico estaba todavía a unos 400 años en el futuro y, por demás, ¿por qué Dios demanda obediencia a los sodomitas si él a fin de cuentas no había hecho con ellos un pacto como el que establecerá después con los israelitas? Esto demuestra que, si los sodomitas pecaban contra Jehová, es porque conocían la voluntad divina en relación con lo que practicaban, y tenían una responsabilidad ante Dios. Y esto es así porque "por medio de la Ley es el conocimiento del pecado" (Rom. 3:20).
Abimelec y José se opusieron a cometer adulterio, a pesar de que este mandamiento no aparece escrito sino hasta Sinaí. Abimelec declara que no quería cometer "tan grande pecado" (Gén. 20:9), y José prefirió huir antes que ceder a la tentación (Gén. 39:11-13). ¿Habrían podido reaccionar de esta manera aquellos santos de la antigüedad si no hubieran conocido lo que Dios había indicado al respecto? Esto demuestra que de hecho Abimelec y José conocían la ley divina, y por eso procuraban no desacatarla, a pesar de que aun no se habían recibido las tablas de la ley. Si no la conocían, ¿qué sentido tenía todo aquel escándalo por algo que Dios no les había prohibido?
Enoc, séptimo desde Adán, testifica que los hombres de su tiempo eran "pecadores impíos" (Judas 15, Nácar-Colunga), lo que comprueba que, 18 siglos antes de Moisés, los hombres conocían la ley de Dios y la transgredían a voluntad.
Pero, ¿cómo es que los hombres conocían los mandamientos de Dios si estos aun no se habían escrito? En esto nos ayuda el justo Job, quien pasó su prueba aproximadamente hacia el -1613, es decir, un siglo antes del Éxodo. Él nos dice: "Recibe la ley de su boca, pon sus preceptos en tu corazón" (Job 22:22, Nácar-Colunga). Esto quiere decir que Dios había expresado su voluntad oralmente, y así se había transmitido a todos los hombres. Job, quien no era judío y vivió antes del Éxodo, declara conocer los mandamientos de Dios: "¿Cuántas son mis iniquidades y pecados? Hazme entender mi transgresión y mi pecado" (Job 13.23). Además, enumera varios pecados que sabe que violaban la ley de Dios: asesinato (Job 24:14), adulterio (Job 24:15; 31:9), codicia (Job 31:1, 9), falso testimonio (Job 31:5), hurto (Job 27:8, 31:7), idolatría (Job 31:26). Aunque sólo menciona seis de los diez mandamientos, ¿significa eso que él desatendía los otros mandamientos? No, porque él declara: "Nunca me separé del mandamiento de sus labios, sino que guardé las palabras de su boca más que mi comida" (Job 23:12).
El conocido autor metodista Adam Clarke declara que al hablar Job de "la ley de su boca" demuestra que los hombres de su tiempo ya conocían la ley de Dios. Esto aclara por qué Bildad, quien tampoco era judío sino suhita, estaba conciente de lo que era el pecado en la humanidad (Job 8:4). De manera que, aunque no haya una expresión escrita de los mandamientos de Dios antes de Sinaí, una cosa es clara: los hombres antiguos conocían la ley de Dios. Ahora bien, si conocían la ley de Dios, ¿no significa eso que conocían el día que fue declarado "santo", es decir, apartado para el servicio de Dios? Al respecto, el comentarista anglicano A. R. Fausset expone:
Algunos concluyen del silencio en relación con su observancia por los patriarcas que en realidad no se había dado ninguna ordenanza sabática antes de la ley Sinaítica, y que Gén. 2:3 no es histórico sino anticipatorio. Pero este versículo es parte de la historia de la creación, el mismo trasfondo de la narración inspirada de Moisés. La historia de los patriarcas durante 2500 años, comprimida en el pequeño compás del Génesis, necesariamente omite muchos detalles que él da por sobreentendidos, como la observancia del sábado.
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