Descargar

La Historia del Hospital Argerich

Enviado por robertolit1


    La Historia del Hospital Argerich comienza con la llegada de las primeras expediciones a Buenos Aires, ya que, como veremos, la Historia del Argerich está ligada a una zona cuyo crecimiento y desarrollo se basó en la inmigración, La Boca.

    Ese barrio que se formaba junto al Riachuelo supo representar las ilusiones y esperanzas de trabajadores de todo el mundo que llegaban a nuestro país y que se quedaban en la Ciudad de Buenos Aires.

    Entonces, podemos decir que el Argerich tiene otra historia y que ésta comienza prácticamente con la llegada de los primeros adelantados: Don Pedro de Mendoza y Juan de Garay.

    Vienen a fundar una nueva Ciudad en nombre de los Reyes de España, pero tanto Mendoza primero, y luego Garay en segundo término, tratando de enmendar los fracasos del primero, han tomado esta empresa de aventura y conquista a su propio riesgo, la Corona solo les dará parte de lo que ellos encuentren, si fracasan nada tendrán. Entonces se deben ocupar de los navíos, de los elementos que necesiten para tan largo viaje, de las armas, de sortear los peligros de la navegación, de la disciplina, de alimentar a sus hombres, y de la salud… pues para eso están los médicos, luego los hospitales… y alrededor de 450 años mas tarde… el Argerich.

    Para mejor contar esta historia, o sea, estos 450 años y también nosotros como "adelantados" le explicaremos como ha sido estructurado este trabajo: En el comienzo, gracias a la ayuda del Licenciado Ángel Jankilevich, especialista en historia de la medicina Argentina, hicimos un breve resumen de los inicios de la medicina en el Virreinato del Río de la Plata hasta los albores de los movimientos de Independencia, lo que aprovechamos para introducir la figura del Dr. Cosme Mariano Argerich, indisolublemente ligado a los acontecimientos de Mayo de 1810 y del pensamiento revolucionario de la época.

    Luego pasamos a explicar los movimientos inmigratorios y su asentamiento en la zona de la Boca , en este caso recurrimos a la ayuda, los conocimientos y la generosidad del Sr. Rubén Granara Insúa, Presidente del Museo Histórico de la Boca y tres veces Presidente de la República de la Boca, creemos que gracias a él podemos brindar un claro panorama de la formación y las principales características socio-culturales del Barrio.

    Así llegamos a 1897, y quien nos motivó para el camino que emprendimos desde aquí, sin duda alguna fue el Dr. Edgardo Schapachnik, quien, primero en las reuniones del Comité de Cultura del Hospital y luego en charlas personales, no solo despertó mi interés hacia esta investigación sinó que fue extraordinariamente generoso con datos y contactos sin los cuales este trabajo hubiera sido imposible. La pasión y amor que tiene por el Barrio de la boca y por "su Hospital" fueron un incentivo permanente en mi tarea.

    También por influencia del Dr. Schapachnik conocí por primera vez el viejo Hospital de la Boca de la calle Pínzón, el día de la visita nos habíamos citado a las 10 hs. de la mañana y yo era parte de un grupo de diez personas que lo querían conocer, llegué puntual pero el resto del grupo lo hizo mas tarde así que ingresé solo al viejo edificio y en el momento que traspasé su portón de hierro supe que iba a ser atrapado por su pasado, es una sensación que ya he sentido antes de iniciar otras investigaciones históricas y es un presentimiento que suele ser verdad y que incentiva a persistir ante los obstáculos que muchas veces presenta la complejidad del trabajo.

    En este caso, conformando un muy reducido grupo y algo presionados por los tiempos comenzamos por desempolvar registros y documentos de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, del Instituto Histórico de la Ciudad, de la Biblioteca Gálvez, de la Biblioteca Joaquin V. González de la Boca, de las Bibliotecas de la Facultad de Medicina, de la Asociación Médica Argentina y del Hospital Argerich, del Museo Mitre, de la Academia Nacional de Historia, del Archivo General de la Nación y de algún otro lugar que seguro nos olvidamos.

    Y no solo hemos rescatado documentos, sino también un material fotográfico inédito del pasado del Hospital que merece ser conocido, la etapa de la Ambulancia a Caballo, de los Pabellones recién construidos con árboles a su alrededor y del frente de la Antigua Salita de la Boca con médicos y enfermeros que conforman una postal detenida en el tiempo.

    Veremos también que, por vaya uno a saber que extraño mecanismo del destino, por cada pregunta que contestamos aparecen otras que quedan sin respuesta, son como eslabones de una interminable cadena que quedan sueltos, pero nuestra experiencia indica que muchas veces esas lagunas se completan en otra etapa del camino y de manera mucho más rica que si quisiéramos hacerlo ya, así que dejemos esas incógnitas a un costado de la mesa de luz que el tiempo y una nueva mirada se ocuparán de ellas.

    El lector podrá enterarse de que manera la pequeña salita de primeros auxilios comienza a atender al público en 1897, al llegar a 1904 lo invitaremos a hacer una pausa para conocer de que manera se produce el hecho del cual ahora se conmemoran los cien años: el ahora; Hospital Vecinal de la Boca pasa a llamarse Hospital Argerich y juntos nos introducimos en las curiosas discusiones que culminan en la designación de su actual nombre.

    Entonces este será el momento apropiado para completar la biografía de quien antes habíamos comenzado a esbozar su perfil dentro de la historia de la medicina, nos referimos obviamente al Dr. Cosme Argerich.

    Y seguramente los vecinos de la Boca se sentirán orgullosos de que el nombre del Dr. Argerich sea parte del hospital y la Comunidad médica compartirá ese sentimiento y sumará al mismo la responsabilidad y el compromiso de seguir su ejemplo el cual fue entregarse con pasión a las causas en las que uno cree, por eso su compromiso con la formación médica, con la causa de la libertad y con el mejoramiento de los hombres en su totalidad.

    En esta etapa nuevamente es imposible no agradecer a los brillantes trabajos de Angel Jankelevich y a los generosos aportes de Paula Mariel Zabuski y Anibal Fryc. del Mercurio de la Salud.

    Hemos insertado en este punto una serie de estadísticas de la atención médica del Argerich en esos años, datos técnicos que, como sucede siempre con los datos, resultan algo aburridos pero nos pareció que sería útil compilarlos en este trabajo antes que el tiempo dificultara poder encontrarlos nuevamente. Si uno apela a la paciencia, les presta atención y los compara con datos de la actualidad comprenderá mejor esas épocas y las decisiones que se tomaban .

    También rescatamos los nombres de muchos de los profesionales que prestaron servicios en la institución durante las décadas del 30 y del 40 y que deben estar todavía en la memoria de los mayores.

    En otras etapas el lector encontrará testimonios donde se cuentan anécdotas de muchas de las personas que se nombran y que permiten conocer facetas muy ricas de sus personalidades.

    Después, nuevamente nos ayuda Rubén Insúa para conocer como era la relación del Hospital con la comunidad en sus inicios, los problemas sociales de la zona, y los benefactores de la Institución, entre los que se destaca desde luego el Maestro Benito Quinquela Martín pero que a fuerza de sinceros conforman una lista afortunadamente interminable.

    En la actualidad es la Sra. Clara Alonso la responsable de dirigir y coordinar los esfuerzos de la Asociación Cooperadora del Hospital, gracias a su generosidad pudimos acceder a registros inéditos de gran valor para nuestra investigación y cuya lectura provoca no poca emoción.

    Era realmente una obligación moral que cumplimos con gran satisfacción poder entrevistar a Antonio Yacarino quien nos relató las divertidas anécdotas de los médicos en el Bodegón Yacarino, bar de su padre que funcionaba en la esquina del primitivo Hospital pero que era el refugio infaltable de los profesionales con la excusa de sobrellevar el stress cotidiano.

    Luego recorremos las primeras décadas del Argerich en la Calle Pinzón gracias a los recuerdos que la exquisita sensibilidad y el humor del Dr. Rubén Nemirovsky nos dejara en su libro sobre el Hospital, estos recuerdos fueron completados por el Dr. Goldvarg que con sus casi 90 años nos revivió su paso por el "viejo Hospital Argerich de la Calle Pinzón" con una pincelada muy especial de amor, cariño por esa etapa de mucho esfuerzo pero que también tuvo el color humano de una de inocente picardía.

    Llegamos entonces a la mudanza a Almirante Brown, un salto a la modernidad no exento de luchas para recuperar el Argerich que parecía perdido. Aquí los diarios de la época, los registros de periódicos médicos y nuevamente la memoria de vecinos e instituciones de la Boca nos han ayudado ha reconstruir los sucesos que se dieron de 1940 a 1946 y que unieron al Barrio en defensa de "su hospital".

    Finalmente nos acercaremos al presente, a la etapa de consolidación y de reconocimiento nacional e internacional, el Hospital Argerich, el de la atención clínica cotidiana a los vecinos del Barrio pero también, ahora, el Hospital de Alta Complejidad a la vanguardia de las prácticas médicas de última generación y de la investigación científica.

    Es también la etapa de una responsabilidad diferente producto de haber sido elegidos como el Hospital Presidencial pero sin descuidar el compromiso con la salud de la Comunidad y con el futuro.

    ……………………………………..

    Lunes 24 de Noviembre del 2003

    Diario Clarín

    " Seguramente, ningún inmigrante italiano del puñado que fundó en 1897 la Unidad Sanitaria de La Boca haya imaginado que alguna vez un presidente de la Nación la usaría como sanatorio de cabecera. Un siglo y seis años después, aquella salita de barrio se convirtió en el Argerich, el hospital público de mayor complejidad del país y uno de los mejores de Latinoamérica. Ahora también va a ser el sello sanitario de la gestión K: el presidente Néstor Kirchner lo eligió para atenderse, en caso de necesitarlo, hasta que termine su gestión en 2007…"

    ……………………………………….

    Podríamos agregar que muchas cosas han pasado en estos aproximadamente 400 años desde las primeras preocupaciones de los vecinos cuando la Ciudad no contaba aún con 1000 habitantes hasta la decisión de convertir al Argerich en el Hospital responsable de la salud del Presidente.

    De esto trata este libro: rescatar los inicios del Hospital Argerich, contar cómo se vivía y cómo se cuidaba la salud de los vecinos en las épocas en que el Hospital Vecinal de la Boca comienza a brindar servicios, su inserción comunitaria y su designación como "Hospital Dr. Cosme Argerich", su nueva ubicación y las anécdotas y recuerdos que unen la pequeña salita de la calle Pínzón con el actual edificio de la Avenida Almirante Brown.

    Cuando se cotejan los documentos legislativos y municipales con las publicaciones y diarios de la época y cuando se escuchan los testimonios que espontáneamente historiadores amigos, vecinos de la Boca y los médicos nos brindaban, se llega a la conclusión de que el camino que ha recorrido el Hospital no ha sido fácil y hubiera sido imposible sin la valentía y generosidad de lo que podríamos llamar la comunidad hospitalaria.

    Desde sus inicios el Argerich tuvo que pelear por su espacio y en muchas ocasiones fue rescatado del peligro por vecinos a veces anónimos y a veces ilustres como Quinquela Martín, por legisladores que podían dudar pero finalmente encontraban la firmeza que sus legislados les exigían, y por los miembros médicos y no médicos del propio hospital que habían tejido una relación de afecto, compromiso y solidaridad con el barrio y con quienes requerían de su auxilio.

    En este libro el lector encontrará también anécdotas que hoy le parecerán absurdas y risueñas: curiosidades de cómo se practicaba el arte de curar en una época lejana que quizás despierten en él una sonrisa, pero que seguramente también evocarán recuerdos emotivos de sus mayores y de las creencias y hábitos con que enfrentaban las enfermedades en otros tiempos.

    Estamos seguros que se sorprenderá con muchos de los datos y documentos que aquí le presentamos: en muchos casos hemos preferido citarlos en forma textual y con las referencias necesarias para que pueda cotejarlos si quisiera hacerlo. La lectura atenta de los mismos no sólo no lo librarán de la incredulidad sino que quedará atrapado en una historia apasionante: la historia de cómo una comunidad ha enfrentado el sufrimiento, la historia de la Ciencia, la Tecnología y el Conocimiento como armas de médicos, auxiliares y personal del Hospital Argerich, pero también historias de solidaridad, de pasión y muchas veces del sacrificio de la propia vida.

    Lo invitamos a disfrutar y recorrer este camino hacia el pasado para compartir la alegría de los cien años del Hospital Argerich.

    A modo de rápido avance de nuestro trabajo van estos adelantos de algunos capítulos del libro los cuales iniciamos con una entrevista a su actual Director, el Dr. Nestor Hernández.

    Pero, de manera que parecerá paradójica, comenzamos este trabajo de historia tratando de conocer un suceso reciente en el tiempo.

    Nos referimos a la decisión del Presidente de la Nación , el Dr. Nestor Kirchner en cual designó al Hospital Argerich para atender su salud y la de su familia. A nuestro entender este no es un dato menor y quienes conforman el Hospital saben que esta responsabilidad es el resultado de una larga trayectoria que trataremos de contar pero que podríamos resumir como ¨cien años de compromiso con la salud".

    El Dr. Hernández ejerce en la actualidad el cargo de director Hospital Argerich, en ese momento era el Sub-director y la dirección era ejercida por el Dr. Donato Spacavento, ambos se enteran de la decisión presidencial a través del Dr. Bollomo, médico personal del Presidente, quien les expresa que en función del interés y de la confianza del mismo en la Salud Pública y merced que el grupo de médicos que lo asesoraba le había indicado que en el Hospital Argerich podía encontrar una excelente respuesta a cualquier requerimiento para el cuidado de la salud de los miembros del Poder Ejecutivo decide asignarle esa responsabilidad.

    El Dr. Hernández se formó dentro de la órbita de la Salud Pública por lo que la noticia lo llenó de orgullo y considera que el mismo debe ser extensivo a todos los médicos de los Hospitales Públicos, " el Argerich es en este caso es el estandarte y el ejemplo de otros hospitales pues muestra donde se puede llegar en base al esfuerzo, a la capacitación y a la superación personal.

    Hoy en el Argerich se realizan trasplantes cardíacos, hepáticos, renales, se hace la cirugía de más alta complejidad en el país, y a la vez cuenta con profesionales que son Profesores Titulares de las Cátedras más prestigiosas por lo que, junto con el Hospital, son referentes nacionales e internacionales y Presidentes de Congresos que reúnen a los médicos más importantes del Mundo. Y obviamente esto es así gracias al esfuerzo de la comunidad médica de este centro en pos de una idea y esta es que el Hospital Público debe ser la Primer Referencia en el Tema de la Salud y donde se encuentren los profesionales mas capacitados a disposición de la población, este es un compromiso que toman todos los médicos de esta institución.

    Por eso el slogan que nos representa a todos, a médicos y no médicos del Hospital Argerich, en estos cien años; " comprometidos con la Salud Pública ".

    Finalmente se concreta la propuesta presidencial con el acondicionamiento de un sector para que pueda brindar la seguridad que el primer mandatario debe tener, y con la atención similar a la que recibe cualquier ciudadano con la única diferencia de que goza con la mayor flexibilidad para cubrir las distintas alternativas de un tratamiento y la vez con comodidades para permitirle seguir ejerciendo las responsabilidades de su cargo.

    En el Argerich siempre fue importante la superación profesional y de servicios y siempre contó con grandes profesores para lograr la mejor capacitación.

    El Hospital siempre fue referencia en Cirugía, en Cardiología, en Tocoginecología. La guardia siempre fue reconocida por la cantidad de pacientes que atiende y por la calidad de esa atención.

    Es de destacar el cambio que se produce en el Hospital a partir de la década del 60 con la creación de las residencias, esto provoca un mejoramiento extraordinario en la formación médica. La Secretaría de Salud del Gobierno de la Ciudad supo apreciar las posibilidades que brindaba esta reorganización y su apoyo permitió el beneficio en la capacitación profesional hospitalaria y por ende en la atención de la población. Y el Argerich siempre fue un Hospital Escuela de excelencia que exigía para ingresar el mayor esfuerzo y los mejores promedios lo que permitió su jerarquización y su permanente superación y lo distinguió con el reconocimiento de los Hospitales de la Argentina.

    La actividad del Hospital empieza a tener mayor trascendencia a fines de los 80, ya que a partir de la conformación del área de diálisis comienzan a realizarse los trasplantes renales, allí la labor del hospital toma notoriedad y luego siguen los trasplantes hepáticos y los cardíacos. También el área de cirugía cardiovascular es líder en el área, un servicio de cirugía formada con procedimientos y equipamiento de última generación, el hospital también es centro de referencia en otras áreas médicas entre las cuales se destacan cirugía ileopancreática y diagnósticos y tratamientos hemodinamicos.

    A todo esto se suma un completísimo equipamiento de avanzada entre los que se destacan los de tomografía helicoidal, resonancia nuclear magnética, ecógrafos de última generación y cámara gamma.

    En el futuro el Hospital Argerich seguramente consolidará su posición como espacio de referencia para Medicina de Alta Complejidad fundamentalmente en las áreas quirúrgicas donde se destaca como Hospital de Avanzada y hará aún mas firme su compromiso con la salud pública de los argentinos"

    CAPITULO 1

    Los comienzos de la medicina o algo parecido en el Virreynato del Río de la Plata.

    La idea de hospitales como lugar de atención de los enfermos no tiene un significado unívoco, ni siquiera será igual en el Viejo Continente que en las nuevas regiones de América, así que para entender un poco mejor el sentido y funciones del Hospital moderno y como estas fueron cambiando a medida que la sociedad también cambiaba decidimos empezar con un breve recorrido por la historia de la ciudad de Buenos Aires.

    Sucede que, en 1536, Pedro de Mendoza se pone de acuerdo con el Rey de España y decide venir a estas tierras a fundar la ciudad de Santa María de los Buenos Aires , trae a Hernando de Zamora, médico personal del adelantado quien se decía cirujano de su majestad, ser cirujanos en esa época no era garantía de nada, digamos que ahora tampoco pero en esa época menos, había Doctores recibidos en prestigiosas universidades europeas pero no era este el caso de los primeros cirujanos que vinieron a estas tierras .

    Mendoza le promete fama y fortuna, pero como Zamora no se decide le ofrece también 50.000 maravedíes como honorarios, no hubo ni lo uno ni lo otro y el pobre Dr. Zamora se pasó años reclamando su dinero a quien quisiera escucharlo pero con escasa suerte.

    Por lo que sabemos don Pedro de Mendoza, el 2 de febrero de 1536, funda la Ciudad de Santa María de Buenos Aires, muy cerca de la Boca, se cree que se asentó en la zona cercana a Parque Lezama, así que es razonable pensar que habrá pisado los terrenos del hospital hace mas de 400 años y que Mendoza habrá quedado bastante preocupado ya que el mismo todavía no estaba construido y era bien poca la confianza que este tenía sobre su médico personal. Esta situación, la naturaleza poco amigable de los indios y seguramente las discusiones con su "médico" minaron su salud. Y como cinco siglos era mucho tiempo para esperar un turno en el Argerich decidió volver a España, cosa que hizo apenas a tiempo para morir.

    Otros médicos que también hubo en la zona fueron Sebastián León y Blas de Testanova : no queda claro si vinieron a ejercer el arte de curar o en pos de fortuna y aventura, ya hay testimonios de sus quejas por la miseria que que pasaban, es probable que hayan pensado que muy rápidamente se harían de oro y plata pero esta no era la realidad del Río de la Plata, y al igual que sus potenciales pacientes debían tomar la azada y la espada para sobrevivir mientras hacían uno que otro sangrado y ponían unas que otras ventosas, es de creer que al poco tiempo tomaban conciencia estos viajes al nuevo mundo eran un desafío en el que muchas veces se perdía la vida.

    . Pues bien, como es sabido, Mendoza regresa a España y sus hombres se dispersan principalmente hacia el norte así que su esfuerzo ha terminado en un fracaso.

    Tanto Pedro de Mendoza como su predecesor harán acuerdos con el Rey que se llamaban Capitulaciones, por medio de las mismas el Rey autoriza la realización de la expedición, da al responsable el poder y autoridad para realizarla, le indica los límites de su poder y que actos deberá cumplir durante su tarea. Así mismo se fijaban porcentajes de las utilidades que habría para cada uno pero quedaba claro que el expedicionario y sus hombres arriesgaban su capital y sus vidas y si no conseguían o conquistaban nada, nada ganaban y nada se llevaban más debían pagar todos los gastos ocasionados por la aventura.

    En líneas generales eso dicen las capitulaciones, mas allá de una serie de indicaciones y ordenes que se cumplían y controlaban de acuerdo a las circunstancias.

    A Juan de Garay le corresponde el segundo intento, como veremos hay una serie de ordenanzas y decretos sobre el establecimientos de hospitales a fin de brindar asistencia a pobres y necesitados, Angel Jankilevich, merced a un riguroso trabajo de investigación ensaya una explicación de lo sucedido y porqué Buenos Aires tarda en tener su hospital.

    "…llama la atención que un fundador de pueblos como Garay, no hubiera traído algún licenciado, cirujano o sangrador, cuanto menos civil o religioso, ya que algunos misioneros ejercían la medicina con verdadero acierto, tampoco hubo sacerdote alguno destinado a la nueva población, nació pues la ciudad de Buenos Aires, sin tener médicos, boticario, ni cura, trinidad infaltable en todo pueblo de habla hispana. "

    " Ley 1 de las Leyes de Indias del 7 de Octubre de 1541

    Que se funden hospitales en todos los pueblos de Españoles e Indios.

    Encargamos y mandamos a nuestros Virreyes, Audiencias y Gobernadores, que con especial cuidado provean, que en todos los pueblos de Españoles e Indios de provincias y jurisdicciones, se funden hospitales donde sean curados los pobres enfermos, y se ejercite la caridad cristiana…".

    En los comienzos de 1580 Juan de Garay intenta una nueva Fundación, no trae médicos, pero cuando ordena la ciudad en manzanas elige una para un futuro hospital. Este hospital va a estar regido por el Cabildo por administradores nombrados por el Cabildo y a pesar de que las órdenes para construir hospitales eran órdenes reales quienes eran responsables económicos de su construcción y mantenimiento eran los pobladores a través del órgano de gobierno de ellos o sea el Cabildo.

    Llama la atención la similitud con la época actual en cuanto a responsabilidades y organización médica de la Ciudad, y no es esto un juicio de valor, solo una observación sobre un hecho que por lo menos debería mover a la reflexión.

    Esto da a lugar que; al ser pequeña las cantidades de vecinos, a que la salud era relativamente buena, a que los recursos eran escasos y a que las costumbres hacían que fuese suficiente con algún "médico" que concurriera a la casa del enfermo a realizar curaciones que no se sentía la necesidad imperiosa de construir el hospital.

    Para los vecinos: los cirujanos. Para los humildes y necesitados…

    " El 11 de Noviembre de 1614, con motivo del solemne traslado de la imagen del Santo de San Martín desde la Iglesia Mayor hasta el hospital, situado en el cruce de las actuales calles México y Defensa ( en la manzana que completaban Balcarce y Chile) se inaugura oficialmente el Primer Hospital de Buenos Aires, para beneficio de los 930 habitantes con que contaba la ciudad en eso momento…"

    Así que finalmente se designa un hospital, aunque sea en otra manzana de la acordada inicialmente.

    En la misma época el Cabildo contrata con una muy buena asignación a Manuel Álvarez como "zurujano" de los españoles ya que esta tarea las personas pudientes preferían que se realizara en sus casas. El hospital estaba pensado como lugar de estadía de soldados heridos, pobres, indios o enfermos que carecían de sustento, pero en todo caso personas a las que no consideraban como formando parte del mismo vecindario.

    Creemos que José Ingenieros, gracias al el estilo irónico de su pluma y a una excelente y bien documentada investigación hace una excelente descripción de la situación en Buenos Aires en ese momento:

    " En enero de 1605, se presentó al Cabildo el sujeto Manuel Álvarez, "Médico Zurujano esamynado", ofreciendo sus servicios por un salario anual que pagarían a escote los vecinos; el Cabildo cerró con él formal contrato el 7 de marzo, obligándose Álvarez a servir "en esta ciudad a toda ella, a los vezinos y moradores y yndios esclavos dellos, en todas sus enfermedades que tubiesen de cualquier género que fuesen y sangrarlos y ventosearlos, pagándole el estipendio que buenamente fuesen para su sustento", aparte del salario anual que el Cabildo le pagaría en frutos del país (I, 120 y 127). El incauto sangrador intentó ausentarse a los dos meses, pero el Cabildo le ordenó permanecer en la ciudad, por el año de su contrata (I, 137); no lograba Álvarez cobrar su estipendio, reclamándolo en vano el 11 de julio (I, 147), y volviendo a reclamarlo el 27 de febrero de 1606 (I, 187). Desapareció de la ciudad, y en diciembre de 1608, el Procurador General pidió al Cabildo que "al vien de los vezinos y rrepública, convenía se asalariase a Francisco Bernardo Jijón, médico que reside en esta ciudad por tiempo de un año" (II, 113). A poco de atender su tareas, advirtió Jijón que le era imposible vencer la competencia de los frailes y curanderos, que le disputaban la clientela; Juan Cordero, Francisco de Villabánez, Jerónimo de Miranda y Francisco Bernardo, curaban "de zixuxía y medizina" sin haber presentado sus cartas de examen ni pedido licencia. El 30 de marzo de 1609, el Cabildo defirió a las quejas de, Jijón y los conminó a presentar sus títulos y justificaciones (II, 150). El 13 de abril exhibió Jijón los suyos, que eran muy buenos, y el Cabildo los aprobó; pero le haría poca gracia el ver que en la misma sección autorizó al "herrador y albeitar", Juan Cordero Margallo, para que "cure lamparones", enfermedad en que le consideró especialista (II, 251). Se habría marchado Jijón, que estaba en la ciudad por un año, cuando el Cabildo entró en alarmas, porque amenazaba ausentarse al Brasil el "barbero y zurujano" Antonio Navarro, desamparando a los que precisaran de sus lancetas y sanguijuelas; y en el acuerdo del 9 de enero de 1612, resolvió obligarlo a quedar, pidiendo al Gobernador que le impidiera embarcarse (II, 414). Así vivía la aldea, sin más médico ni botica que algún arribado con las tropas o en buque de registro, no hallando modo de conseguir que ninguno permaneciera; y era tal la común pobreza, que los mismos sangradores y ventoseros que por acá llegaban, huían hacia el Perú o el Brasil, en busca de mejor acomodo. Sólo curandeaba algún pícaro, y de tiempo en tiempo el Cabildo necesitaba conminar a los fingidos "zurujanos", para que presentaran sus títulos y pidiesen licencias, lo que bastaba para ahuyentarlos (III, 32). El Hospital San Martín, formado en 1611, seguía sin enfermos y quemando cera en la capilla, consagrada a Nuestra Señora de Copa Cabana; sólo algún infeliz se atrevía a refugiarse en él, seguro de no hallar quien le asistiera, ni con qué. El vecindario creyó que mejoraría su situación cuando llegó a la ciudad un franciscano, Fray Polaino, que parecía estar examinado en medicina y cirugía, titulándose "especialista en ebacuaciones". Venía de España y pidió licencia al Cabildo para curar, la que le fue acordada el 24 de febrero de 1620; al mismo tiempo se acordó tratar con él sobre el tiempo que podría quedarse en la ciudad para asistir a los enfermos (IV, 360). Le prometieron buscar algunas limosnas "para las medicinas"; y como se cumpliría con él lo mismo que con su antecesores, Fray Polaino dejó la aldea en busca de mejor suerte."

    Responsabilidad del Cabildo en el cuidado de la Salud

    Los vecinos de Buenos Aires, estaban remisos a realizar los gastos que resultaban del mantenimiento de un hospital cuando los recursos y la población todavía eran escasos pero por otro lado ocuparse de la salud pública no era un tema que preocupara a la Corona.

    Pero si es importante como antecedente de la situación sanitaria actual que la institución que pasaba a hacerse cargo de estos temas era el Cabildo, que no sólo no representaba a las autoridades de la Colonia sino que era el órgano de poder de los vecinos que representaba la descentralización del poder de la Corona y que incluso con el correr del tiempo la autonomía se transforma en oposición así que comienza a destituir virreyes para cambiarlos por otros y finalmente, durante los sucesos de Mayo, los cambia por un gobierno independiente de España.

    En esos años el Cabildo regula con distintos individuos las autorizaciones para que estos " practiquen el arte de curar ya sea con ventosas, sangrados y otros menesteres que fueran necesarios." . Y el Cabildo debió recurrir a lo que sería una primitiva mutualización para que los vecinos aportaran una cantidad de bienes y dineros para los médicos a fin de que estos prestaran atención a ellos y sus familias.

    Mientras tanto el Hospital presta atención solo con una especie de encargado o enfermero.

    En 1634, con la ciudad en camino de contar con 2000 vecinos, Fray Alonso de Benavides Cadena, Vicario Provincial de la Orden San Juan de Dios, trata de llegar a un acuerdo con el Cabildo para traer religiosos al hospital a fin de mejorar las tareas asistenciales, pero la Corona le niega autorización al Cabildo para que se entregara o se construyera un nuevo Hospital con dinero de la Hacienda Real y que en todo caso encontraran la forma de mejorar la atención sin afectar sus recursos.

    En 1642 se derrumba el pequeño rancho de paja y adobe donde funcionaba el Hospital San Martín y es reconstruido para uso de soldados accidentados y presos enfermos y sanos.

    En 1663, con 3000 habitantes en Buenos Aires, asume José Martínez de Salazar con intenciones de cuidar los intereses de las autoridades de la Colonia luchando contra el contrabando, para esto debe acrecentar la guarnición y por lo tanto ocuparse del Hospital que formaba parte de las estructuras y necesidades militares.

    Salazar escribe al Rey solicitando su ayuda para implementar una reestructuración completa de la atención sanitaria, pedía enfermeros, cirujanos y hermanos de la Orden de San Juan de Dios, quería lograr una solución más integral al problema. Pretendía transformar el Hospital Militar en General y obtener el apoyo de la población.

    En su pedido detalla incluso las necesidades materiales, ( 2 cajas de medicinas y cirugía, sábanas, mantas, y el personal: un sacerdote, 2 cirujanos, practicantes y un enfermero).

    En 1665 el Consejo Real le niega autorización para llevar adelante su emprendimiento, en 1667 Salazar, con el apoyo del Cabildo, insiste con un informe que sorprende con el detalle que ha planificado todos los aspectos de su propuesta

    El Consejo de su Majestad responde que no consideraba oportuno tomar ingerencia en el asunto y recomendaba resolver las cosas conforme a los propios recursos y posibilidades de la ciudad.

    De allí en mas el Hospital pasaría a ser casa de religiosos y luego nuevamente hospital, de acuerdo a los gobiernos de turno de la Ciudad.

    De alguna manera nos parece necesario citar estos antecedentes generales sobre los orígenes de la organización para la atención de la salud de la población y la relación de los Hospitales con la comunidad. En la etapa histórica que estamos considerando los vecinos de Buenos Aires veían en el Hospital parte del aparato y el poder colonial y de su poder económico policial al controlar el puerto, por lo que la opinión pública se sumaba a la idea de suprimirlo como institución. El Obispo de Buenos Aires en una carta de Enero de 1692 dirigida al Rey, plantea la inutilidad del hospital del cual dice los vecinos desconfían y en su defecto defiende la caridad con que se aplica la medicina casera.

    Para ver los gráficos seleccione la opción "Descargar" del menú superior

    Roberto Litvachkes