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El retraso mental. Antecedentes y actualidad (página 2)


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Pedagogos y psicólogos a partir del Siglo XV comenzaron a dar los primeros pasos en aras de educar y rehabilitar a las personas con esta entidad; constituyen evidencias de este planteamiento los siguientes:

  • Jean Itard, demostró como eslabón inicial cómo con el trabajo directo con el niño se mejora su conducta social.
  • Guggenbhl, introdujo la idea del tratamiento institucional en Europa y EE.UU., procuró la curación total, lo que indudablemente constituyó un gran fracaso.
  • Seguin consideró la errónea idea de que el retraso mental tenía cura y aseveró que era preciso desarrollar las funciones perceptivas antes de las conceptuales.
  • Samuel Ridley Hewe tuvo un criterio más realista en cuanto a las limitaciones de las personas con diagnóstico de retraso mental. Prestó ayuda al desarrollo de instituciones especiales para retrasados mentales en EE.UU.
  • Walter Fernald fundó la primera asociación para el estudio de métodos de tratamiento.
  • Jean Ettienne Esquirol trató de constituir un sistema o método que permitiera la clasificación de los diferentes grados y variedades. Arribó a la conclusión de que el criterio más confiable era el uso del lenguaje por el individuo y a partir de ahí elaboró su clasificación.
  • Alfred Binet crea un método para dirigir la inteligencia y en colaboración con Simon crea la primera escala para la medida de la inteligencia.
  • L.S. Vigotski estudió a determinados niños mediante un método verdaderamente científico, profundizó en su esencia y criticó las teorías descriptivas o comparativas con los niños normales. Aportó sus valiosos criterios acerca de la Zona de Desarrollo Próximo y los conceptos defecto primario y secundario.

En la segunda mitad del Siglo XIX se producen significativos avances que posibilitaron un mayor esclarecimiento de la deficiencia mental:

Hasta el Siglo XIX el retraso mental no tuvo una conceptualización claramente diferenciada de otras patologías y no se encontraban diferencias con el sordo, criminal, epiléptico o loco; en ocasiones eran considerados como una variante de demencia.

Sus causas se asociaban a patologías de orden biológico.

En 1818, Esquirol plantea la definición de idiota y establece la diferencia entre esta y la demencia y confusión mental. Plantea además que era un déficit intelectual, constatable, de origen orgánico e incurable.

Finales del Siglo XIX y principios del XX aportan elementos importantes para la comprensión de la naturaleza del retraso mental; se distingue de la enfermedad mental y se profundiza en los agentes causales y niveles de retraso.

En el Siglo XX predominan dos criterios en su definición: la distribución estadística de la inteligencia y los problemas de la conducta adaptativa.

Pudiera entonces plantearse que la evolución de las concepciones en relación al retraso mental está marcada en dos momentos puntuales: uno antes del Siglo XIX en que esta entidad no se diferenciaba de otras alteraciones y era considerada como una variante de la demencia atribuible a bases orgánicas, biológicas o innatas y otro a partir del Siglo XIX cuando se diferencia de otras entidades y que según algunos autores mantienen vigencia las tendencias biologicistas como una alteración constituyente del Sistema Nervioso Central (SNC).

¿Cuáles son las principales tendencias en cuanto a las reflexiones conceptuales y terminológicas del retraso mental?

La Psiquiatría Occidental basa el estudio de los conceptos tomando como criterio la experiencia acumulada por algunas instituciones científicas.

A pesar de existir múltiples concepciones, se aprecian dos tendencias principales:

  • Tendencia Biomédica, la que habla a favor de la presencia de alteraciones o lesiones básicas del cerebro.
  • Tendencia sociocultural centrada en el papel de la deprivación sociocultural o lo que es igual, en la repercusión de la falta de estimulación en la génesis del retraso mental. Dirigió sus observaciones a los problemas de las condiciones del desarrollo en la primera infancia, a las dificultades en el aprendizaje escolar y en general a los problemas de adaptación del individuo al medio.

La Psiquiatría Occidental lo considera como un estado que implica el funcionamiento subnormal del individuo e inadaptación y que constituye un problema multidisciplinario y multidimensional que abarca aspectos fisiológicos, psicológicos, médicos y educacionales y ante todo un problema social.

Por otra parte fundamenta que su etiología es diversa, incluida la privación psicosocial o ambiental, categoría atribuible a aquellos casos en los cuales la deficiencia se atribuye a factores ambientales, en ausencia de patologías del sistema nervioso central (SNC) y establece una clasificación en dependencia de la profundidad del defecto: leve, moderado, grave y profundo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) para clasificar en sentido general las enfermedades se fundamenta en el criterio etiológico, por cuanto la clasificación de la entidad no abarca sus diferentes formas o manifestaciones clínicas específicas. Utiliza los siguientes niveles:

  • Retraso mental sin lesión del Sistema Nervioso Central determinado por las influencias sociales.
  • Retraso mental como consecuencia de algunas lesiones orgánicas del sistema nervioso central o insuficiente desarrollo del mismo.

En estudios y análisis posteriores, específicamente en la Novena Revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades, define esta entidad diagnóstica sobre la base de los siguientes criterios:

  • Se define como un estado de desarrollo de la mente, incompleto, detenido.
  • Caracterizado por una subnormalidad de la inteligencia.
  • Con variadas etiologías.
  • Involucra trastornos psiquiátricos u otras enfermedades orgánicas.
  • Al emitir un diagnóstico se precisa de toda la información disponible.
  • Utiliza como sinónimos los términos Retraso Mental y Subnormalidad Mental.
  • Emplea clasificaciones según el grado del defecto: débil o discreto, imbécil o moderado, idiota o profundo.

Deja pues de utilizar la categoría de limitáneo o fronterizo, más mantiene el retraso mental de grado no especificado para aquellos casos en que el nivel de funcionamiento no está bien definido, pero que evidentemente es subnormal.

A pesar de los valores positivos que encierra esta clasificación, la misma adolece de aspectos en el orden negativo, tales como: no se precisa la etiología ni la etapa del desarrollo en que se produce la lesión, deja de precisarse además hasta qué punto esta definición abarca otras áreas de la personalidad, así como sus síntomas acompañantes.

Los países de Europa del Este comparten los criterios que condicionan el concepto retraso mental, su etiología y métodos para el diagnóstico.

Los especialistas rusos consideran que para hablar de retraso mental es necesario como conceptos generales:

  • El insuficiente desarrollo de las formas complejas de la actividad psíquica, fundamentalmente la cognoscitiva.
  • La firmeza de este desarrollo insuficiente.
  • La afección generalizada e irreversible del cerebro como causa primaria.

Sería importante en este momento hacer referencia a los enfoques referidos a los criterios diagnósticos y que en buena medida aportan elementos de gran valor para la definición del referido concepto.

Con el aporte de las primeras escalas de desarrollo intelectual aportadas por Binet y Simon en 1905, abre sus puertas el enfoque psicométrico, el que se convirtió en el punto de referencia absoluto para el diagnóstico y clasificación de los sujetos con diagnóstico de retraso mental; atribuyéndole este calificativo a aquellas personas cuyo CI era inferior a dos desviaciones típicas de la medida fijada para la población de que formaban parte.

Este enfoque que jugó en su momento un rol importante, adoleció y aún adolece de aspectos en el orden negativo, entre ellos:

  • Influencia de un sinnúmero de factores que no siempre pueden ser controlados a la hora de aplicar y medir los resultados del test.
  • Inexistencia, de acuerdo a su edad en el que se utiliza el desarrollo de la inteligencia en general.
  • Influencia de la nacionalidad y raza en la inteligencia no suficientemente clara.
  • Evaluación de CI y no de logros de habilidades específicas en cada sujeto.

Por otro lado está el enfoque biológico caracterizado por considerar como condición imprescindible la presencia de cambios básicos del cerebro, entiéndase como una lesión anatómica demostrable; cuestión que deja a medias una concepción que requiere de un análisis más completo, por cuanto no basta con el hecho de conocer solamente el daño desde el punto de vista biológico.

El enfoque socio-cultural, hace énfasis en la actividad social del individuo y en su adaptación a la sociedad en todas sus formas y que bien pudiera aludirse, como lo hacen varios autores, a la conducta adaptativa y que sin lugar a dudas conlleva a variadas interpretaciones en correspondencia con las diferencias sustanciales entre las distintas sociedades.

El enfoque orgánico abarca solamente el 25 % y hace referencia a aspectos de vital importancia: la etiología de la lesión, su prevención y tratamiento. Considera con retraso mental a todas aquellas personas con el rango de las desviaciones estándar por debajo de la media y afectadas por insuficiencias detectables por medios bioquímicos, cromosómicos, anatómicos y fisiológicos que conlleven a una deficiencia intelectual.

Aquellos sujetos, cuyo desarrollo intelectual está por debajo de la media y que su aprendizaje escolar es lento, son considerados con retraso mental, según el enfoque educativo. Incluyen aproximadamente entre el 5 y el 15 % de la población escolar, en dependencia de la edad y de la ubicación geográfica de la institución docente.

El enfoque madurativo alude a que las alteraciones globales o parciales producen una alteración en determinados esquemas motrices o provocan modalidades patológicas de conducta; teniendo como condicionante que se produzcan antes de los 3 años. Este enfoque abarca las encefalopatías infantiles de origen pre y peri natal, los atributos a daño cerebral, las perturbaciones motrices, epilepsias, Parálisis Cerebral, entre otras.

En resumen, cada enfoque aporta elementos de peso para la definición del concepto un tanto más abarcador, entre ellos: la lesión del sistema nervioso central, el nivel en que funciona el sujeto y su capacidad para su desenvolvimiento como persona desde el punto de vista social, cultural y educativo.

No basta tener en cuenta las premisas anteriores para la definición del retraso mental, sino que se hace necesario tener presente la naturaleza y estructura del defecto y para ello es imprescindible valorar:

  • La etiología.
  • El momento de aparición de la afección del sistema nervioso central.
  • La naturaleza de la afección o proceso patógeno.
  • La localización de una zona de la corteza especialmente dañada.
  • Las condiciones en que el sujeto lesionado crece y se educa.

Al considerar la estructura del defecto como base para el análisis del retraso mental, particularizan dos formas fundamentales de esta entidad: Oligofrenia, caracterizada por el insuficiente desarrollo de las formas complejas de la actividad psíquica, fundamentalmente de la cognoscitiva. Las manifestaciones de la lesión no son progresivas y se produce antes del nacimiento, durante el nacimiento o después del nacimiento tempranamente; esta deficiencia posee un carácter uniforme en todo el desarrollo de la personalidad del sujeto.

La oligofrenia se divide en dos sentidos:

  • Por la profundidad del defecto en:
    • Debilidad mental.
    • Imbecilidad.
    • Idiocia.
  • Por la naturaleza y estructura del defecto en :
    • Oligofrenia:
      • No agravada.
      • Asociada a trastornos neurodinámicos.
      • Asociada a trastornos de los analizadores.
      • Asociada a conductas parecidas a psicopatías.
      • Asociada a trastornos severos de la personalidad.

Demencia orgánica: Los trastornos del intelecto que sufren los sujetos se deben a enfermedades infecciosas o traumáticas del sistema nervioso central. Son de carácter estable y más o menos graves, además de ser progresiva. No poseen un carácter uniforme por cuanto la deficiencia mental produce la destrucción de los sistemas formados.

Según los especialistas rusos, esta forma de retraso mental se clasifica también en dos sentidos:

  • Por la profundidad del defecto
    • Debilidad mental.
    • Imbecilidad.
    • Idiocia.
  • Por la naturaleza y estructura del defecto en:
    • Demencia :
  • Esquizofrénica.
  • Epiléptica.
  • Hidrocefálica.
  • Con reumatismo del Sistema Nervioso Central (SNC).
  • Por sífilis del encéfalo.

Consideran pues, el retraso mental como la entidad nosológica más general, mientras que la oligofrenia y la demencia como formas particulares.

La Psiquiatría Norteamericana basa su análisis sobre la base de diferentes aristas por cuanto existe diversidad de criterios entre los distintos investigadores, de ahí que existan también múltiples concepciones acerca del retraso mental; no obstante pueden delimitarse dos tendencias más generalizadas:

  • Tendencia biomédica, donde se alude que para hablar de retraso mental es necesario la presencia de alteraciones o lesiones básicas del cerebro.
  • Tendencia socio-cultural que habla a favor del papel de la deprivación socio-cultural, específicamente en la repercusión de la falta de estimulación en la génesis del Retraso Mental. Prestan singular importancia al desarrollo en la primera infancia, a las dificultades en el aprendizaje escolar y a los problemas de adaptabilidad del sujeto al medio.

En resumen, definen conceptualmente al retraso mental como "un término que alude a un funcionamiento general del intelecto inferior al promedio que se origina en el período de desarrollo del sujeto y se asocia a un déficit de la conducta adaptativa" (Egea García, 1999).

En sentido general, al margen de las disímiles tendencias existentes, los investigadores norteamericanos coinciden con esta definición conceptual y fundamentan sus criterios teniendo en cuenta el considerarlo como un estado que implica un funcionamiento subnormal del individuo e inadaptación del mismo, como un problema multidisciplinario y multidimensional que abarca aspectos fisiológicos, psicológicos, médicos y educativos y donde el aspecto social cobra particular importancia.

Por otra parte consideran su etiología de formas muy diversas, incluida la deprivación psicosocial o ambiental y reservan esta última para los casos donde la deficiencia es atribuible a factores de índole ambiental, en ausencia de patologías del Sistema Nervioso Central (SNC). Su clasificación por el nivel de profundidad alude a las siguientes categorías: limitáneos, leves, moderados, graves o profundos.

La Asociación Americana sobre retraso mental (AARM) desde su fundación en 1876 ha tenido como una de sus principales ocupaciones la de conseguir una delimitación clara y no discriminatoria de la condición de las personas con este diagnóstico.

La primera edición de su manual sobre la definición del Retraso Mental fue en el año 1921 y a partir de entonces se han publicado 8 más, correspondientes a los años 1933, 1941, 1957, 1959, 1973, 1977, 1983 y 1992, siendo esta última la novena edición. Cada década ha contado con la influencia de estos manuales clasificatorios y, con cada nueva edición, la definición de esta entidad fue enriqueciéndose con matices cada vez más esclarecedores; las nuevas ediciones jamás negaron lo planteado por las anteriores, sino que servían de base y punto de partida para una mejor y mayor comprensión del retraso mental en cuanto a claridad, amplitud y delimitación.

La definición de retraso mental tuvo como punto de partida y eje fundamental al Coeficiente Intelectual (CI). Los test de inteligencia y su aplicación generalizada en EEUU, hacían de este parámetro el dato más objetivo para apoyar cualquier tipo de investigación poblacional en función de sus rendimientos intelectuales. La presencia de la entidad diagnóstica estaba dada cuando existían dos desviaciones típicas por debajo de las consideradas como norma en la sociedad. En esta época este enfoque tuvo una relevada importancia ya que permitía medir numéricamente la impresión visual del especialista frente al caso.

En el desarrollo evolutivo en cuanto a la definición y clasificación del retraso mental hay aspectos que resaltan por su significativo interés:

  • En 1957 se publica el sistema de clasificación etiológica, es decir, se añade la categoría numérica (CI), el origen de las causas que conducían a un rendimiento intelectual por debajo de los parámetros establecidos y se establece la diferencia entre aquellas personas que nacen y crecen con una limitación intelectual de aquellas que por diversas causas, disponen en un comienzo de dotaciones normales pero que un hecho determinado les hace devenir como personas con limitaciones en el orden intelectual.
  • En 1959, se aprecia otro avance en el concepto y es el referido al criterio de conducta adaptativa. El desempeño personal ya no se ubica únicamente en el rendimiento ante pruebas estandarizadas y una causa determinada, sino que se comienza a valorar la capacidad personal de adaptarse a las condiciones que le impone el medio en que se desenvuelve el sujeto.

Desde este momento se habla de que la definición está "casi a punto". En posteriores ediciones sólo habrán matizaciones terminológicas (se añade el término "significativamente" previo a frase "funcionamiento intelectual general inferior a la media", se da un carácter orientativo al límite del CI que puede complementarse con otras evaluaciones clínicas poniendo el CI de 75 como barreras, o se amplía el límite de edad para la aparición del proceso etiológico detonante a los 18 años (Egea García, 1999).

La Novena Edición en 1992 representa un intento de exponer el cambio en el concepto pero sobre todo en la comprensión del mismo y plantea cómo deben clasificar y describir los sistemas de apoyo necesarios para estas personas.

Esta edición representa un cambio de paradigma, desde una visión como rasgo absoluto manifestado únicamente por un individuo, a una expresión de la interacción entre la persona con un funcionamiento intelectual limitado y su entorno y amplía el concepto de comportamiento adaptativo dando un paso más desde una descripción global a una especificación de áreas de habilidades concretas.

Esta edición posee un enfoque más abarcador al considerar que la persona con retraso mental no es un ente aislado, sino que se interrelaciona con su entorno, se ve condicionado por este y a su vez es capaz de condicionarlo.

La definición vigente, en la Novena Edición del Manual de la Asociación Americana sobre Retraso Mental (AARM) (Egea García, 1999) alude a que el retraso mental hace referencia a limitaciones substanciales en el desenvolvimiento corriente. Se caracteriza por un funcionamiento intelectual significativamente inferior a la media, junto con limitaciones asociadas en dos o más de las siguientes áreas de habilidades adaptativas: comunicación ,cuidado personal, vida en hogar, habilidades sociales, utilización de la comunidad, autogobierno, salud y seguridad, habilidades académicas funcionales, ocio y trabajo. Se manifiesta antes de los 18 años.

Especifica además, que para poder aplicar la definición deben tomarse en consideración las cuatro premisas siguientes:

  • Una evaluación válida ha de tener en cuenta la diversidad cultural y lingüística, así como los diferencias en los modos de comunicación y en factores comportamentales.
  • Las limitaciones en habilidades adaptativas se manifiestan en entornos comunitarios típicos para los iguales en edad del sujeto y reflejan la necesidad de apoyos individualizados.
  • Junto a limitaciones adaptativas específicas existen a menudo capacidades en otras habilidades adaptativas o capacidades personales; y
  • Si se ofrecen los apoyos apropiados durante un período prolongado, el funcionamiento en la vida de la persona con retraso mental mejorará generalmente".

Resulta atinado aludir a los cambios de esta definición en comparación con los anteriores:

  • La conducta adaptativa no es considerada como un término global, sino que se delimitan 10 áreas que abarcan el concepto total y, al menos en dos de ellas deberán manifestarse.
  • Para poder aplicarse la definición es preciso tener en cuenta cuatro premisas con un papel relevante: el concepto ecológico y ambiental, las habilidades adaptativas y los sistemas de apoyo.
  • Se descarta la subclasificación de la persona (ligero, medio, severo y profundo), en beneficio de una subclasificación en función de la intensidad y el patrón de sistemas de apoyo (intermitente, limitado, extenso y generalizado).

La concepción del retraso mental en Cuba y su definición conceptual, como en otros países, tuvo diferentes interpretaciones tanto desde el punto de vista pedagógico como médico; sin embargo, la colaboración de los países socialistas, fundamentalmente la otrora Unión Soviética permitió el desarrollo de una concepción con un enfoque pedagógico. De ahí que haya sido considerado como un estado peculiar del desarrollo que implica trastornos estables de la actividad cognoscitiva y que tiene en su base una lesión orgánica del cerebro.

Las distintas definiciones utilizadas al respecto son las que siguen:

  • Trastornos estables de la actividad cognoscitiva a consecuencias de una lesión orgánica del cerebro.
  • Trastornos de la actividad cognoscitiva a consecuencia de una lesión orgánica cerebral, de carácter difuso.
  • Insuficiente desarrollo psíquico y en particular de la actividad intelectual que es irreversible, con base orgánica cerebral y que es resultado de factores congénitos o adquiridos.
  • Estado en el cual se produce un insuficiente desarrollo de la psiquis en general, más particularmente de la esfera intelectual, cuyo carácter es estable e irreversible y que se debe a factores congénitos o adquiridos.

En cada una de las definiciones se destacan palabras claves que permiten arribar a un concepto más generalizado y completo: alteraciones del desarrollo psíquico, fundamentalmente de la actividad cognoscitiva; presencia de lesión orgánica del cerebro; carácter irreversible; manifestaciones estables.

En este sentido considera al retraso mental como un estado del individuo en el cual se producen alteraciones en los procesos psíquicos en general, fundamentalmente en la esfera cognoscitiva, las cuales son estables y se deben a una lesión orgánica del Sistema Nervioso Central (SNC) de carácter difuso e irreversible y de etiología genética, congénita o adquirida (González Monteagudo, 199370).

Esta definición conceptual implica aspectos de relevada significación: una valoración integral del sujeto, la naturaleza primaria del defecto, la estabilidad de las manifestaciones del daño, la diversidad de formas, la diferenciación de los estados parecidos y el carácter optimista de las posibilidades del desarrollo de los retrasados mentales.

Constituyen elementos de gran valía:

  • Considerar la profundidad del defecto intelectual en leve, moderado, grave o severo y profundo. Considerando:
  • Leve CI 50-70
  • Moderado CI 35-49
  • Severo o grave CI 20-35
  • Profundo CI -35.

En este sentido tener en cuenta las características más generales de cada uno de ellos, que al mismo tiempo se convierten en indicadores diagnósticos para cada grado de profundidad. Estas son las siguientes (Según Psicología Especial, Tomo II, (2006) Dra. C. María Teresa García Eligio de la Puente y Psicopatología Infantil. Su evaluación y diagnóstico (2006) Dra. C. Aurora García Morey):

Retraso mental leve:

  • Presenta daño difuso y generalizado en la corteza (en el electroencefalograma).
  • Su detección es tardía, generalmente en la edad escolar, cuando las exigencias del aprendizaje son superiores.
  • Raramente tienen malformaciones (de estar presentes son discretas y localizadas en las orejas, los dientes, el paladar y la cara en general).
  • En los tres primeros años de vida se pueden observar determinadas alteraciones motoras. Ej: tono muscular, coordinación de movimientos, persistencia del signo de Babinski después de los 18 meses de vida, calambres, etc. , y en especial presentan algún retardo en la adquisición de la motricidad fina.
  • Presentan lentitud en la asimilación del lenguaje, teniendo primacía el lenguaje pasivo y un desarrollo insuficiente de las funciones generalizadora y reguladora del lenguaje.
  • La mayoría alcanza la capacidad de expresarse en las actividades cotidianas, de mantener una conversación y de ser abordados en una entrevista clínica.
  • Tienden a estar aislados o a no relacionarse con niños menores o con edades cronológicas por debajo de la suya.
  • La mayoría llegan a alcanzar una independencia completa para el cuidado de su persona (comer, lavarse, vestirse, controlar los esfínteres), para actividades prácticas y para las propias de la vida doméstica.
  • Presentan dificultades escolares con repetidos fracasos, sobre la base de su insuficiente actividad cognoscitiva: pensamiento concreto, afectada la capacidad de análisis para la generalización lógica y la abstracción, insuficiencias en los procesos voluntarios de la atención y la memoria. Muchos tienen problemas específicos en lectura y escritura.
  • Si encuentran aceptación, simpatía, respeto, comprensión, etc., se pueden legar a desenvolver adecuadamente dentro de sus posibilidades, si no pueden presentar alteraciones de conducta y descompensación.
  • Presentan validismo y posibilidades de educación sistemática en el régimen escolar especialmente planificado.
  • En la adultez consiguen habilidades sociales y vocacionales adecuadas aunque pueden llegar a necesitar guía y asistencia bajo un estrés social o económico.
  • Pueden desempeñar trabajos que requieren aptitudes de tipo práctico, más que académicas, entre ellas los trabajos manuales semicalificados.

Observación:

Pautas para el diagnóstico:

Si se utilizan test de CI estandarizados de un modo adecuado, el rango 50 al 69 corresponde a un retraso mental leve. La comprensión y el uso del lenguaje tienden a tener un retraso de grado diverso y se presentan problemas en la expresión del lenguaje que interfiere con la posibilidad de lograr una independencia y que puedan persistir en la vida adulta. Solo en una minoría de los adultos afectados puede reconocerse una etiología orgánica. En un número variable de los afectados pueden presentarse además, otros trastornos tales como: autismo, otros trastonso del desarrollo, epilepsia, trastorno disocial o discapacidades somáticas. En estos casos deben ser codificados independientemente.

Retraso mental moderado:

  • Presentan daño tato en corteza como en subcorteza.
  • Se detecta, por lo general, en edad preescolar tardía al no vencer los objetivos de esta etapa o tener dificultades evidentes para ello.
  • Presentan con más frecuencias que los leves, malformaciones, aunque estas no son muy graves.
  • Pueden presentar trastornos psicomotores y su retraso motor puede ser llamativo.
  • El habla se adquiere tardíamente con mucha dificultad y el vocabulario resulta pobre y escaso.
  • Necesitan de mayor supervisión y guía que los leves.
  • Con atención especializada sistemática pueden llegar a asimilar los conocimientos elementales de las materias del plan de estudios en la escuela especia.
  • Predomina el pensamiento concreto y los conocimientos e ideas del mundo circundante, en este grado de profundidad son muy reducidas. Posen dificultades en todos los procesos, fundamentalmente en los cognoscitivos.
  • Presentan lentitud en el desarrollo de la comprensión y del uso del lenguaje y alcanzan en esta área un dominio limitado.
  • Con buen entrenamiento logran validismo.
  • Pueden conseguir en la adultez automantenerse entrenándose, pero en situaciones económicas complicadas o socialmente tensas necesitan supervisión y guía.

Observación:

Pautas para el diagnóstico:

El CI está comprendido entre 35 y 49. En este grupo lo más frecuente es que haya discrepancias entre los perfiles de rendimiento y así hay individuos con niveles más altos para tareas viso-espaciales que para otras dependientes del lenguaje, mientras otros son marcadamente torpes, pero son capaces de participar en relaciones sociales o conversaciones simples.

El nivel del desarrollo del lenguaje es variable, desde la capacidad para tomar parte en una conversación sencilla hasta la adquisición de un lenguaje solo suficiente para sus necesidades prácticas. Algunos nunca aprenden a hacer uso del lenguaje, aunque pueden responder a instrucciones simples. Otros aprender a gesticular con las manos para compensar, hasta cierto grado, los problemas del habla.

En la mayoría puede reconocerse una etiología orgánica. En una proporción pequeña pero significativa están presentes un autismo infantil o trastornos del desarrollo, los cuales tienen una gran repercusión en el cuadro clínico y en el tipo de tratamiento necesario. También son frecuentes la epilepsia y los déficit neurológicos y las alteraciones somáticas, a pesar de lo cual la mayoría puede llegar a ser capaz de caminar sin ayuda.

Algunas veces es posible identificar otros trastornos psiquiátricos, pero el escaso nivel del desarrollo del lenguaje hace difícil el diagn´sotico, que puede basarse en la información obtenida de terceros,

Retraso mental severo:

  • Presentan daño en corteza, subcorteza y se destacan síntomas neurológicos.
  • Su detección ocurre desde los primeros años de vida del individuo, es decir, desde al menos la edad preescolar temprana.
  • Presentan frecuentes malformaciones, tales como trastornos motores graves, tanto de la motricidad fina como de la gruesa.
  • El lenguaje si se adquiere, se logra tardíamente, pero resulta rudimentario. En ocasiones pueden presentar agramatismos.
  • Poseen pobres inhibiciones.
  • Su actividad intelectual es muy limitada, lo que los hace poco capacitados para actividades que requieren cierto desarrollo del intelecto con determinados fines.
  • Presentan validismo rudimentario.
  • Tienen necesidad de supervisión y guía marcados.
  • Desconocen el peligro.
  • Babeo en ocasiones.
  • Cuando llegan a adultos pueden contribuir parcialmente a su automantenimiento bajo supervisión en un entorno controlado.

Observación:

Pautas para el diagnóstico:

El CI está comprendido entre 20 y 34.

Retraso mental profundo:

  • Presentan daño en corteza, subcorteza y médula generalmente.
  • Su detección es temprana, prácticamente desde el mismo momento del nacimiento.
  • Tienen malformaciones gruesas y trastornos motores frecuentes y severos. Muchas veces no tienen motórica de desplazamiento y exhiben acciones esteriotipadas.
  • Por lo general no tienen habla y solo emiten sonidos aislados y espontáneos y, en ocasiones, no entienden el lenguaje de los demás.
  • Su actividad intelectual es elemental y el desarrollo general muy limitado.
  • Presentan escasas conductas socializadas.
  • Tienen necesidad de cuidados.
  • Pueden llegar a tener un validismo muy limitado si se les entrena con mucha paciencia y en un período prolongado de tiempo.
  • Su conducta, por lo general, depende del estado de sus necesidades orgánicas.

Observación:

Pautas para el diagnóstico:

El CI es inferior a 20. La comprensión y expresión del lenguaje se limitan, en el mejor de los casos, a la comprensión de órdenes básicas y a hacer peticiones simples.

Pueden adquirir las funciones viso-espaciales más básicas y simples como las de comprar y ordenar y ser capaces, con una adecuada supervisión y guía de una pequeña participación en las tareas domesticas.

Puede ponerse de manifiesto una etiología orgánica. Lo más frecuente es que se acompañen de déficit somáticos o neurológicos graves que afectan a la motilidad, de epilepsia o de déficit visuales o de audición.

También es muy frecuente la presencia de trastornos generalizaos del desarrollo en sus formas más graves, en especial de autismo atípico, sobre todo en aquellos casos que son capaces de caminar.

  • El momento en que aparece la lesión:
  • Momento prenatal (genética o cong;enita).
  • Momento perinatal (congénita).
  • Momento postnatal (adquirida).
  • Sus formas:
  • Formas no graves del Retraso Mental
  • Formas graves del Retraso Mental.

Aproximarse al concepto de retraso mental resulta algo en extremo complejo por la variedad de definiciones y las interpretaciones realizadas en diferentes campos (Guerra Iglesias, 2005), sin embargo, hoy en Cuba se comparte para el análisis entre especialistas, fundamentalmente de los Centro de Diagnóstico y Orientación el que nos ofrece Torres González (2000) y que alude a una característica especial del desarrollo donde se presenta una insuficiencia general en la formación y desarrollo de las funciones psíquicas superiores, comprometiendo de manera significativa la actividad cognoscitiva y provocado por una afectación importante del sistema nervioso central en los períodos pre, peri y postnatal, por factores genéticos, biológicos adquiridos e infraestimulación socio-ambiental intensa en las primeras etapas evolutivas que se caracteriza por la variabilidad y diferencias en el grado del compromiso funcional.

A pesar de reconocer el valor del concepto anterior, sería válido reconocer los aportes que en tal sentido han ofrecido autores cubanos de reconocido prestigio, entre otros: Rafael Bell Rodríguez, Arturo Gayle Morejón, Ramón López Machín, Guillermo Áreas Beatón, María Teresa García Eligio de la Puente y Sonia Guerra Iglesias.

Sin lugar a dudas la concepción del retraso mental en Cuba posibilita un trabajo pedagógico con estos niños donde se articulan coherentemente las acciones correctivas compensatorias gracias al conjunto de elementos que aporta el diagnóstico integral y que se manifiesta en su descripción, naturaleza, profundidad, etiología y momento de aparición de la lesión, y en los casos que lo presenten, sus síndromes acompañantes. A decir de Guerra Iglesias (2005) se trata de una concepción que sin dejar de reconocer las limitaciones, permita el reconocimiento de las potencialidades encaminadas al desarrollo y formación del niño y de la niña con retraso mental con un tratamiento menos agresivo para él y su familia.

El autor considera que para hablar a favor de un diagnóstico de retraso mental resultan imprescindibles la presencia de un insuficiente desarrollo de los procesos psíquicos, especialmente los cognitivos, la presencia de una lesión orgánica en el sistema nervioso central y las limitaciones en el proceso de una conducta adaptativa, traducida en su nivel de aprendizaje escolar y social.

Resulta importante para tratar de arribar al diagnóstico de retraso mental considerar los siguientes criterios:

  • Criterio etiológico, de modo que se profundice en el momento en que se produce la lesión y los factores que la originan. Dilucidar con precisión:
  • Causas pre-natales:
  • Genéticas:
  • Cromosomáticas.
  • Síndromes prenatales.
  • Enfermedades infecciosas.
  • Agentes tóxicos.
  • Causas perinatales:
    • Traumas obstétricos.
    • Hipoxia perinatal o sufrimiento fetal.
  • Causas postnatales:
    • Infecciones cerebrales:
      • Encefalitis.
      • Meningoencefalitis.
    • Malnutrición.
    • Craneostenosis.
  • Criterio psicométrico para valorar un CI por debajo de 70 pero devenido de un análisis cualitativo y no sólo cuantitativo.
  • Profundidad del defecto.
  • Estructura del defecto: primario, secundario, formas graves o no graves. Diferenciar con exactitud los factores primarios y secundarios.
  • Establecer diagnóstico diferencial con patologías afines y con elementos que conlleven a una impresión diagnóstica primero y a un diagnóstico conclusorio, después de la discusión diagnóstica, a un criterio certero siempre a favor del menor objeto de estudio y valoración multidisciplinaria.
  • Criterio pedagógico, traducido en la valoración de las capacidades, hábitos, habilidades, conocimientos, así como estilos y modelos de aprendizaje. Profundizar en el grado de desarrollo alcanzado por el niño en su actividad cognoscitiva: atención, memoria, percepción, pensamiento, entre otros, en fin evaluar potencialidades para el desarrollo de su aprendizaje.
  • Criterio socio-comunitario:
    • Ambiente familiar.
    • Adaptación al medio escolar, familiar y comunitario.
    • Autonomía e independencia.

La práctica del diagnóstico escolar en Cuba y que se concreta con mayor aplicación en los Centros de Diagnóstico y Orientación ha demostrado que para el desarrollo exitoso de este proceso se hace necesario implementar y llevar a vía de hecho principios rectores (Nieves, 1994), entre ellos:

  • Principio del carácter dinámico, continuo y sistemático, manifestado en un proceso permanente de obtención de evidencias y que se modifica con la transformación y evolución del sujeto bajo la influencia beneficiadora de las acciones preventivas y correctivo-compensatorias; todo lo cual favorece la adecuación sistemática de un programa de atención con un carácter cada vez más personalizado.
  • Principio del enfoque individual y multilateral. Cada sujeto es valorado en su individualidad, teniendo en cuenta más que sus limitaciones, sus logros y potencialidades y abarcando además del entorno escolar, el contexto familiar y socio-comunitario.
  • Principio del carácter preventivo, retroalimentador y transformador. Gracias a este principio es posible la constatación no solamente de los cambios ocurridos en el sujeto, sino además la eficacia de las opciones educativas que le han sido facilitadas, concebidas en las Estrategia de Intervención previamente diseñadas y adecuadas a las necesidades reales y siempre crecientes de cada individuo.
  • Principio del carácter multi e interdisciplinario, colaborativo y participativo. De cardinal importancia reviste la implementación del referido principio porque garantiza la participación de todos aquellas personas que de una manera u otra inciden directamente en el desarrollo multilateral del menor, entiéndase, además de los especialistas encargados del proceso de diagnóstico, la escuela con todos sus elementos, la familia y los factores claves de la comunidad. La relación que se establece entre todos estos elementos posee un carácter colaborativo y de influencia retroalimentadora que posibilita establecer con claridad meridiana los ámbitos de actuación y las tareas que a cada cual le compete desarrollar o facilitar.

Valdría la pena hacer referencia a las tendencias más contemporáneas en el área del diagnóstico escolar y que sirvieron para efectuar un viraje en este particular a partir de la década de los años 90 y que mantienen vigencia absoluta (Nieves, 1994):

  • Del diagnóstico tardío y con fines curativos, al diagnóstico precoz y con fines preventivos. La evitación de necesidades educativas especiales y que estas puedan devenir en minusvalías, sólo depende de la detección e intervención temprana y con ello el logro de potencialidades antes de su ingreso a la vida escolar.
  • Del diagnóstico generalizador y homogeneizante al individualizado y personalizado. Tendencia encaminada no solamente a la valoración de una categoría diagnóstica, sino a la definición lo más objetiva posible de las necesidades educativas especiales del sujeto que se somete a la evaluación, con un enfoque marcadamente personológico.
  • Del diagnóstico centrado en el defecto, al diagnóstico centrado en los servicios. El diagnóstico parte de un estudio integral del medio en que se desenvuelve el niño, por tanto las dificultades no hay que encontrarlas en él, sino en los agentes que puedan desencadenar esas dificultades, con el propósito de definir las transformaciones o adecuaciones que deben realizarse para satisfacer las necesidades del principal protagonista que reclama la ayuda educativa y social .
  • Del diagnóstico como fin, al diagnóstico como medio para llegar al fin. Más que decidir la posible ubicación en correspondencia con la evaluación efectuada, el diagnóstico constituye un medio para definir las adecuaciones curriculares y de acceso al currículo característico de una educación personalizada.
  • Del diagnóstico como momento, al diagnóstico como proceso. Lejos de tomar decisiones tras los resultados de las baterías de pruebas aplicadas, el diagnóstico es concebido como un proceso de orientación, seguimiento y evaluación sistemáticos del alumno y el entorno donde este se desenvuelve y de la puesta en práctica de programas de intervención que permitan mantener actualizada la información sobre lo evolución o involución en el alumno. En dependencia de los resultados se adecuan las acciones concebidas.
  • Del diagnóstico como función de un grupo determinado de técnicos y especialistas, al diagnóstico como un proceso de construcción interactiva, donde la escuela, la familia y la comunidad constituyen elementos del proceso de toma de decisiones. El enfoque multidisciplinario, y multidireccional requiere de la participación activa de cuantos tengan que ver con el alumno, dándole significativa importancia a la opinión de todos los elementos en la observación de la conducta del menor ante su desenvolvimiento diario en las actividades.

El nuevo paradigma del retraso mental demanda de todos los profesionales de la Educación Especial y de la sociedad en general compromisos para con las personas con este diagnóstico:

  • El compromiso con la comprensión de sus limitaciones, situándolos en el plano de la normalización e integración social.
  • Compromiso en la confianza de sus capacidades, de sus potencialidades.
  • Compromiso con el apoyo para que sus limitaciones y capacidades propicien su participación en igualdad de condiciones con sus semejantes.

El cumplimiento de los citados compromisos debe conllevar a garantizar una mejoría de la calidad de vida de los niños y niñas con diagnóstico de retraso mental y a su vez lograr en la sociedad una auténtica cultura de aceptación a la diversidad.

Bibliografía:

Afrontamiento en las familias ante el Retraso Mental: Evaluación y terapia /Frank J. Floyd…/ el al /.- (1996) Madrid: Editorial Siglo Cero.

GÓMEZ CARDOSO, ÁNGEL LUIS. (2007) Estrategia educativa para la preparación de la familia del niño y la niña con diagnóstico de retraso mental. Tesis en opción al Grado Científico de Doctor en Ciencias Pedagógicas. Camagüey.

______________________________. (1999) Propuesta de un Diseño de Ayudas para la familia del niño con Necesidades Especiales. Una vía de Trabajo Social. Tesis en opción por el título de Master en Trabajo Social, Camagüey.

______________________________. (2003) Evaluación y tratamiento en el Retraso Mental. Trabajo Preventivo. Publicación Electrónica. Página Web y www.monografías.com.

_________________________________. (2003) La caracterización y el diagnóstico de la familia del niño con Necesidades Especiales por Retraso Mental. Una alternativa de trabajo. Publicación Electrónica. Página Web www.astrolabio.net.

Selección de lecturas sobre Retraso Mental (2005) / Sonia Guerra Iglesias…- /et al/.- La Habana: Editorial Pueblo y Educación.

VERDUGO ALONSO, MIGUEL ÁNGEL. (1995) Personas con discapacidad. Perspectivas psicopedagógicas y rehabilitativas.- Madrid: Editorial Siglo Veintiuno, SA.

 

 

 

Autor:

Dr. C Ángel Luis Gómez Cardoso

Profesor Titular. Departamento de Educación Especial. Facultad de Educación Infantil. Instituto Superior Pedagógico José Martí. Camagüey. Cuba.

MSc. Olga Lidia Núñez Rodríguez

Profesora Auxiliar. Departamento de Educación Especial. Facultad de Educación Infantil. Instituto Superior Pedagógico José Martí Directora del Centro de Diagnóstico y Orientación. Camagüey. Cuba.

Lic. Yelene Palenzuela Hidalgo

Profesora Instructora. Departamento de Educación Especial. Facultad de Educación Infantil. Instituto Superior Pedagógico José Martí. Camagüey. Cuba.

Lic. Edwart Fleites Cobiella

Profesor Instructor. Departamento de Educación Especial. Facultad de Educación Infantil. Instituto Superior Pedagógico José Martí. Camagüey. Cuba.

Partes: 1, 2
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