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Propuesta de acciones de trabajo social grupal para el logro de la participación de los jóvenes


Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. La participación juvenil y el trabajo social de grupo. Fundamentos Teóricos
  3. Propuesta de acciones
  4. Conclusiones
  5. Recomendaciones
  6. Bibliografía

…. "en busca de un sueño se acerca este joven, en busca de un sueño van generaciones"…

Silvio Rodríguez.

Introducción

El tema de la participación de los jóvenes, principalmente en aquellas tareas orientadas a la transformación social del entorno en el que se desarrollan, es de vital significación en el tratamiento de la participación social. Desde el punto de vista histórico, un rasgo característico de la participación popular en Cuba fue siempre el fuerte protagonismo juvenil en los procesos sociales y políticos revolucionarios llevados a cabo.

Según María Isabel Domínguez: (2004).

[En las primeras etapas de la Revolución Cubana] la juventud potenció su participación sociopolítica a partir de una fuerte inserción social, resultante de las nuevas condiciones creadas para el acceso a la educación a todos los niveles. Ambos factores, acceso a la educación y al empleo, provocaron intensos procesos de movilidad social ascendente […] Y la oportunidad de ingreso a la vida adulta con perspectivas de progreso legitimó el significado del cambio y reforzó su participación y su compromiso […] esa generación tuvo la posibilidad de poner en práctica un nuevo estilo de participación que conectaba la satisfacción de sus necesidades con la búsqueda de soluciones a los problemas de los grupos mayoritarios de la población. (p-38).

Esta radicalización de la juventud cubana no escapaba a las particularidades del contexto internacional en esa época, tales como; el auge de los movimientos revolucionarios y de liberación nacional, de los cuales, la Revolución Cubana fue una concreción e impulso, a la vez que se convirtió en referente para la participación juvenil en otras sociedades. Por esa razón, la juventud se convirtió en la portadora del cambio encaminado a un reordenamiento económico, social y político que brindara mayor igualdad y justicia.

Sin embargo, en investigaciones realizadas, (Domínguez y Ferrer, 1996; Domínguez y Cristóbal, 2004: 161-171) también se ha evidenciado que estos niveles de participación han variado. Apuntan, que la participación juvenil no se expresa en toda su amplitud, ya que se limita a realizarse en la instituciones, organizaciones, y al cumplimiento de tareas, pero aún es débil en cuanto a la influencia en la toma de decisiones y su carácter autogestionado.

En esta disminución de la participación social de los jóvenes, han incidido varios factores: primeramente una mayor estabilización del proyecto social, expresado en la institucionalización y que traspasó, en gran medida al Estado, tareas que en un principio se realizaron con participación popular; y por otro lado la falta de concreción y simplificación de las tareas a ellos encomendadas y esquematismos en la movilización.

Lo anterior ha originado transformaciones en los procesos de inserción social de la generación joven, todo lo cual repercute a su vez en la naturaleza de su participación social, tanto por los cambios que tienen lugar en los espacios participativos concretos, léase instituciones educativas, empleo y organizaciones sociales y políticas, como en el significado de esa participación para los diferentes grupos sociales y los individuos.

Sin lugar a dudas, los retos que enfrenta la sociedad cubana en materia de participación e integración social de la juventud coinciden en muchos puntos con los desafíos que enfrenta la Humanidad en general y en particular la región latinoamericana donde nos insertamos. De ahí que las investigaciones sobre la juventud en Cuba y el debate acerca del papel de este importante grupo en la sociedad hayan alcanzado un espacio central dentro de la amplia gama de temas de discusión y reflexión que tiene lugar en el ámbito académico.

Dichas investigaciones se han orientado, fundamentalmente, a la participación sociopolítica de los jóvenes, así como la socialización de estos desde el nivel institucional (escuela, centros laborales, organizaciones políticas y sociales etc.), apreciándose "cierto abandono[1]del carácter integral de los enfoques.

Lo expuesto hasta el momento sirve de acicate para abordar el tema de la participación juvenil desde el trabajo social y referir cómo desde esta disciplina se puede incorporar de manera activa a toda la población en la vida social. En consecuencia, la presente investigación centra su mirada justamente en el proceso de la participación social comunitaria. Particularmente su manifestación en los jóvenes como grupo generacional.

En el contexto cubano actual, aun cuando resulta peculiar, con relación a América Latina, en cuanto a su estructura y las políticas sociales para su funcionamiento, entre otros aspectos importantes, se abren cada vez más las distancias entre lo que se pretende para la juventud y lo que la juventud reclama, dado en muchos casos, según investigaciones realizadas sobre el tema (véase, por ejemplo, Domínguez, M.I y colaboradores, 2000), por la ausencia de recursos disponibles a nivel local y en otros por la ausencia de estrategias y programas que resulten coherentes con las motivaciones, intereses y necesidades de este grupo generacional y que en sus efectos sobrepase los indicadores de éxito referidos a la movilización y asistencia.

De manera general la intención es puntualizar que el recurso medular de cualquier proceso de transformación social, es la participación y que los jóvenes requieren ser los protagonistas de dichas transformaciones en cada comunidad y de cierta manera contribuir a lograr cambios favorables en los modos de vida y hábitos del resto de las personas del lugar donde viven.

Por tal motivo para el análisis del tema se toma como referencia la situación problema identificada en la circunscripción # 8 del Consejo Popular Pueblo Nuevo en el municipio Centro Habana. En esta circunscripción a partir del diagnóstico realizado, se refleja como una de las problemáticas a atender la necesidad de la participación de los jóvenes en las acciones de transformación social de la misma. En la circunscripción, existe desmotivación por parte de los jóvenes para emprender las transformaciones sociales necesarias.

La carencia de líderes jóvenes, el deterioro de valores éticos, la apatía, el descenso de la responsabilidad personal, el formalismo en la convocatoria para la participación, así como la incongruencia entre lo que se planifica por parte de los factores y las necesidades y aspiraciones de los jóvenes, constituyen algunos de los indicadores que más inciden en la problemática a atender.

Tanto los jóvenes, como los factores no conciben la participación como una tarea creadora, para conocer la realidad con sentido crítico y transformarla. Son testigos o espectadores, no se convierten en sujetos generadores de iniciativas.

Esta situación tiene su expresión en la percepción social de los jóvenes de la comunidad, las cuales pautan su interrelación con el medio que los rodea e influye en la manera en que se proyectan hacia este entorno, incluyendo la participación en las acciones de transformación social.

Por lo antes expuesto es que surge el siguiente Problema Científico:

¿Cómo propiciar la participación de los jóvenes de la circunscripción # 8 del Consejo Popular Pueblo Nuevo, en las transformaciones sociales de la comunidad?

Para darle solución al problema se define como hipótesis: Mediante acciones de trabajo social grupal se puede propiciar la participación de los jóvenes de la circunscripción # 8 del Consejo Popular Pueblo Nuevo en las transformaciones sociales de la comunidad.

Objetivo General: Proponer un proyecto de trabajo social grupal que propicie la participación de los jóvenes de la circunscripción # 8 del Consejo Popular Pueblo Nuevo en las transformaciones sociales de la comunidad.

Objetivos Específicos:

  • Fundamentar la importancia del Trabajo Social Grupal para el logro de la participación juvenil comunitaria.

  • Diagnosticar la situación de la participación juvenil en la transformación comunitaria de la circunscripción.

  • Diseñar acciones de trabajo social grupal que se correspondan con las causas de la problemática social estudiada.

Para este propósito se aplicaron técnicas y métodos de indagación como la entrevista, el cuestionario, el trabajo con grupos estructurados, la observación y el análisis de documentos de la comunidad, arrojando todas informaciones relevantes que le dieron vida a esta investigación. Se realizó también la revisión bibliográfica relacionada con el tema de análisis.

Se toma como universo a los 26 jóvenes comprendidos entre 18-24 años de la circunscripción.

Aporte práctico: Contar con un proyecto de trabajo social grupal que favorezca la participación de lo jóvenes en la transformación comunitaria, al asociar o vincular la práctica del trabajo social con la intervención juvenil en la vida de las comunidades.

Lo estructura de la presente investigación, se diseñada en dos capítulos:

El Capítulo # I "La Participación Juvenil y el Trabajo Social de Grupo. Fundamentos teóricos", el cual consta de 3 epígrafes. En este primer momento la autora aborda los referentes teóricos que sustentan la investigación, apuntando definiciones de términos como "participación comunitaria" y "trabajo social de grupo", así como una aproximación a entender la juventud como actor indispensable en las transformaciones sociales, y algunas de sus particularidades como grupo generacional.

En el Capítulo # II "Propuesta de acciones de trabajo social para propiciar la participación de los jóvenes de la circunscripción # 8 del Consejo Popular Pueblo Nuevo en las actividades de transformación de la comunidad", se realiza una propuesta de acciones a desarrollar desde el trabajo social grupal para generar la participación de los jóvenes de la circunscripción, a partir de la caracterización, el diagnóstico y de la información arrojada por las técnicas y métodos utilizados.

Finalmente se llega al planteamiento de las conclusiones, que rescatan aquellos aspectos que resultaron de mayor relevancia en el análisis de los resultados del problema de investigación, y además se presentan las recomendaciones derivadas de este análisis.

En este documento se presentan, igualmente, informaciones anexadas, que ayudan a una mejor compresión de los resultados del estudio.

Capítulo I:

La participación juvenil y el trabajo social de grupo. Fundamentos Teóricos

1.1: La participación y el trabajo social: Aspectos conceptuales.

Un proceso importante, y que constituye, el pilar sobre el cual se sustentan todas las acciones encaminadas al desarrollo de la comunidad, es el proceso de participación. Resulta imposible referirse al quehacer en el ámbito comunitario sin que se haga alusión a este término. En disímiles investigaciones (Domínguez 2004;Alipio 2005, Dávalos 2004, etc) que se relacionan con el tema, podemos encontrar definiciones que pueden variar en cuanto a su planteamiento, pero de manera general todas apuntan hacia un mismo sentido: "ser parte de".

El investigador Alipio Sánchez (2005) alega que "La participación es, a la vez, un valor, un proceso, una técnica y una actividad. Como valor, es parte esencial del discurso — y la retórica — comunitario y político: algo tan enfatizado y zarandeado verbalmente como poco practicado en la realidad, salvo honrosas excepciones. Su significado y papel central desde el enfoque de la psicología comunitaria ha quedado ya fijado en los párrafos precedentes, como el proceso que permite compatibilizar "intervención" y "comunitaria"; tendiendo un puente entre ambos conceptos contrapuestos, la participación legitima y da sentido — junto a otros elementos — a la expresión "intervención comunitaria". (p. 29).

Por otro lado, María Isabel Domínguez (2003) afirmó que la participación es "la acción colectiva y organizada para incidir en el poder – del nivel de que se trate – lo que implica necesariamente posibilidad de iniciativa y capacidad de decisión". (p.7)

Para estos dos autores, la participación está centrada en las relaciones de poder y específicamente en el acceso a la toma de decisiones. Ambos conceptos van orientados a concebir la participación como un proceso que legitima, que propicia una lectura crítica de la práctica, de la realidad, orientado a la construcción colectiva de las ideas, a la motivación por la búsqueda y por la ampliación del saber; por compartirlo y enriquecerlo.

Es la posibilidad de tener acceso a la toma de decisiones para que las necesidades y demandas de la mayoría sean consideradas. Implica necesariamente compartir o redistribuir el poder y por tanto "intervenir", "incidir", o "influir" en el proceso de toma decisiones.

Existe otra tendencia que visualiza la participación como la posibilidad real de tomar parte en un proceso que surge de una necesidad percibida, tiene un fin específico y responde a determinados intereses.

En correspondencia con esta tendencia, la investigadora María Teresa Caballero (2004) expresa que: "El ejercicio de la participación popular constituye para el desarrollo comunitario y de toda la sociedad una necesidad. Sin participación no sería factible consolidar el proyecto social cubano" (p-157), y prosigue. "La participación es una necesidad porque:

– Permite el desarrollo de un poder local, democrático y real.

– Promueve y materializa las potencialidades que tiene la comunidad para responder al desarrollo autosostenido y autogestionario.

Favorece la ejecución de un nuevo modelo de desarrollo en el que la comunidad planifica espacios, en franco diálogo con las instancias de gobierno y sus representantes.

– Fomenta el sentido de pertenencia, el nivel de compromiso con la obra social que se realiza y con el desarrollo local y nacional.

– Facilita la búsqueda de soluciones a los problemas de cada localidad con los recursos propios del lugar, sobre todo los humanos y naturales". (p.157).

Las definiciones que se inscriben en esta tendencia tienen el mérito de contener todas las formas de participación posibles, desde las más elementales hasta las más auténticas o superiores.

Para la autora de esta investigación participar es una necesidad del individuo, dado que este se desarrolla sobre la base de una jerarquía de necesidades que busca satisfacer, y su práctica está estrechamente relacionada con la satisfacción de demandas como la interacción con los otros, la autoexpresión, el desarrollo del pensamiento reflexivo, el placer de crear, y de ser valorados por los demás.

Desde una dimensión social y comunitaria, a criterio del investigador Roberto Dávalos (2004), participación significa: "Promover protagonismos que incluyan en el ámbito local los asuntos del control, las tomas de decisiones, gestión y evaluaciones necesarias que aseguren la construcción de lo que algunos han nombrado el ciudadano local, que sabrá asumir en la comunidad, con responsabilidad, mayores y mejores decisiones en favor del desarrollo local". (p.53).

En esta dimensión, se infiere que sin la participación social no podrían efectuarse, de manera efectiva, ninguna de las restantes funciones que se desarrollan en la comunidad que contribuyen a la consolidación del sentido de identidad, donde los individuos emergen como verdaderos sujetos activos.

Para que la participación en un contexto social u organizacional dado, sea verdaderamente relevante y tenga un impacto real en el enriquecimiento de la vida personal y comunitaria (más allá de la satisfacción que da participar en los diversos espacios de la vida social), debe incluir como contenido dos procesos claves en cualquier sistema social, como:

  • a) La fijación de objetivos: Actividad con frecuencia ligada a la intervención comunitaria a la evaluación de necesidades, que funciona como una de las vías y metodologías principales de la participación social. (asumiéndola como primer paso de la fijación de objetivos, toma de decisiones, y ejecución programática subsiguiente, basados en esa evaluación).

  • b) La toma de decisiones: Más relevante aún que el proceso anterior, pues los objetivos pueden ser ignorados a la hora de las decisiones y actuaciones reales. Particularmente son importantes las decisiones relacionadas con el reparto del poder y recursos en un sistema social y con los procedimientos de control de poder y del funcionamiento del sistema social.

La toma de decisiones colectiva encarna la concreción de la participación real, y constituye la vía para el ejercicio del protagonismo ciudadano. A ella se alude una y otra vez en los proyectos sociales, pero también se deja frecuentemente de lado en la práctica de la mayoría de dichos proyectos.

Cuando se habla de participación, se habla de algo más que estar presente, más que movilizarse, más que intercambiar criterios, más que opinar, significa sensibilizarse, tomar parte, implicarse, decidir y actuar comprometidamente, contribuyendo así a la implementación de estrategias que resulten legítimas y sostenibles en la solución de problemáticas comunes.

En este sentido, desde el trabajo social es posible favorecer el protagonismo de las personas para que estas se impliquen en la búsqueda de las soluciones a las problemáticas que les afectan, a través la participación consciente y comprometida, para que se conviertan en los mayores responsables de su propia transformación.

Va dirigido a personas, familias, grupos y comunidades para lograr que tomen conciencia de su situación; que les permita plantear sus propias necesidades, explicitar sus expectativas y enfrentarse a sus situaciones de conflictos o de carencias, de modo que puedan conseguir mejoras en su bienestar.

En la definición del concepto, Ezequiel Ander-Egg (1985), define el trabajo social "… como una tecnología social, cuyas funciones específicas son la implementación de políticas sociales y la educación, promoción y animación social y prestación de servicios sociales realizados con alcance asistencial, preventivo o de rehabilitación". (p.47)

Para este autor sin dudas, el objeto del trabajo social es el hombre y la sociedad, y más concretamente, los problemas resultantes de la relación entre necesidades humanas, potencialidades, iniciativas, y entre los recursos o posibilidades de realización o satisfacción de dichas necesidades. .

Continuando la lógica de este análisis, Kisnerman en su libro Pensar el Trabajo Social hace alusión al trabajo social como: "la disciplina que se ocupa de reconocer las causas – efectos de los problemas sociales y lograr que los hombres asuman una acción organizada, tanto preventiva como transformadora que los supere. No es simplemente ejecutora de lo que otras disciplinas elaboran. Interviene en situaciones concretas que muestran determinadas carencias, investigando y coparticipando con los actores en un proceso de cambio." (p.155).

Desde esta óptica, se evidencia la importancia de lograr desarrollar un trabajo social que trascienda el conocimiento de las situaciones problémicas que existan, en la medida que organiza, moviliza y concientiza a los actores sociales para que contribuyan a las transformaciones sociales necesarias para alcanzar una calidad de vida superior y superar esos problemas que acontecen.

Esta es una de las principales razones que demuestran la necesidad de un profesional del trabajo social en los diferentes contextos históricos sociales, que se convierta en un sujeto – promotor indispensable en los procesos de desarrollo social. [2]

Haciendo una valoración más completa e integradora Mirtha Yordi, manifiesta que: "El trabajo social debe ser entendido, además, como una profesión que se ocupa, no solamente de las situaciones sociales concretas que muestran determinadas carencias o necesidades especiales, sino también de capacitar, organizar, movilizar, concienciar, integrar y cohesionar a los actores sociales para que, con su participación comprometida y responsable contribuyan a la transformación social a favor de una mejor calidad de vida[3]

La autora concuerda y asume dicho concepto ya que desde esta óptica, se justifica la interrelación dialéctica trabajo social – participación. En dicha interrelación se muestra la participación como proceso global o integral que involucra a la población en todos los pasos de su desarrollo.

Sobre la base de esta definición, abordar la participación juvenil desde el trabajo social implica poder favorecer, que esta sea constructiva, popular y emancipadora. Permite establecer un proceso de integración y articulación social, que asume conocer quiénes participan, dónde se participa, qué se busca y hacia dónde se dirige.

Por último y no menos importante la autora asume el siguiente concepto de participación "…proceso social en el que el grupo de personas constituido en unidad social con intereses y aspiraciones comunes, que habitan en una zona geográfica determinada, identifican sus problemas y necesidades y toman las decisiones conducentes a transformar su realidad de acuerdo a sus potencialidades, lo que implica decidir, ejecutar, controlar y evaluar cada solución proyectada."[4]

Se parte de este concepto, entonces para promover la participación sería necesario:

  • Reconocer el valor que tiene la participación en la solución de las demandas más sentidas de la comunidad.

  • Consultar a la comunidad respecto a sus principales requerimientos en materia de obras, servicios públicos y con relación a los reglamentos municipales.

  • Difundir ampliamente los proyectos y las acciones concertadas, sus avances hasta su culminación, haciendo énfasis en el apoyo recibido.

De este concepto se derivan algunos supuestos o principios de la participación:

• La participación no es algo que se conceda.

• No se participa en abstracto, sino en algo y para algo.

• La participación deja huellas, no es vacía, ni carente de sentido.

• Se da en cualquier esfera de la vida social.

• Transcurre en una relación de horizontalidad y no de verticalismo.

• Hay que pensar y concebir la participación y promoverla en términos de proceso. Un proceso de construcción social en el que se facilitan aprendizajes.

Es un proceso que requiere la incorporación activa de la gente en la planificación y en las etapas de la solución de un problema que los afecta, lo que implica compartir el poder en la toma de decisiones y su ejecución.

Por lo que a juicio de la autora de este trabajo, la participación es un proceso donde las personas se involucran con creciente responsabilidad y compromiso en las fases de análisis de su realidad, al promover la transformación de esa realidad, lo que implica un crecimiento personal y social.

Dentro de este proceso de transformación resulta importante fortalecer y potenciar la creatividad y protagonismo de los jóvenes, con la aspiración de que se puedan convertir en sujetos de la transformación social, teniendo en cuenta que en ellos, sin dudas, existen potencialidades para erigirse como líderes comunitarios. Así mismo en dicho proceso es elemental incorporar de manera activa a toda la población en la vida social, consiguiendo desarrollar la creatividad y el sentido de pertenencia de los habitantes del lugar.

Las propuestas destinadas a promover una participación mas activa de los jóvenes deberá entrelazarse con sus aspiraciones más concretas en las zonas de residencia, sin que ello implique usurpar su autonomía, pues toda programación que invada la individualidad y las formas asociativas propias, solo recibirán como saldo la desconfianza y la indiferencia.

Con la colaboración de estos, es posible favorecer que la comunidad se haga responsable de su propio desarrollo y se origine una nueva actitud ante las autoridades, al no esperar a que éstas atiendan sus problemas, sino que la población, mediante su participación colectiva procure resolver aquello que está dentro de sus posibilidades, tratando en todo caso asegurar el bienestar general.

1.2-Necesidad e importancia de la participación de los jóvenes en las transformaciones sociales.

El tema de la participación y el protagonismo comprometido, desarrollador del sector joven de la sociedad, se vuelve un espacio sobre el cual se requiere reflexionar y actuar. Resulta difícil lograr un desarrollo integral sin la participación conjunta de todos los actores sociales, sin las condiciones y espacios que garanticen la expresión y desarrollo de sus potencialidades

En el afán de analizar la problemática juvenil, de crear espacios de participación comunitaria para el debate y solución de la problemática local y de colocar en el centro de la discusión el estado de los hábitos de conducta social en nuestro país, se han puesto de relieve importantes aspectos:

  • a) la importancia del reconocimiento a la capacidad y derecho de todos a aportar y crear alternativas de solución a los problemas.

  • b) las potencialidades de los jóvenes como grupo gestor, ejecutor y beneficiario de estrategias que promuevan correctos hábitos de conducta social y

  • c)  la necesidad de desarrollar tanto políticas públicas como estrategias locales para incidir sistemáticamente en la educación cívica social de los jóvenes.

Los jóvenes, muestran características muy típicas a la hora de participar, esto está dado porque se encuentran inmersos en la tarea de idear un proyecto de vida que les permita encontrar un espacio de reconocimiento y aceptación en la sociedad. De ahí la importancia del estudio de este grupo etáreo.

La juventud se presenta en la sociedad con una considerable diversidad. En el orden de la vida cotidiana sirve para muchos fines, desde consignar estados de ánimo, hasta para calificar lo novedoso y lo actual. No es un don con lo cual se nace, sino un sector social con representantes de todas las clases sociales. También difiere por la situación social, económica, cultural y psicológica.

Si bien la juventud es considerada un tema de relevancia para las ciencias sociales, no existe una conceptualización acabada sobre el término en la cual se defina concretamente. Ezequiel Ander-Egg (2009), refiere que la juventud es; "El período de la vida humana que según algunos autores, media entre la adolescencia y la edad adulta y que, para otros comprende desde la niñez hasta la madurez, con lo que incluyen la etapa de la adolescencia". (p.138).

Se considera una etapa de la vida que está entre la adolescencia y la adultez, íntimamente relacionada con ambas, ya que están presentes muchas características de etapas anteriores con otras nuevas no evidenciadas hasta entonces.

En Cuba ha sido una práctica desde los años 70, considerar joven al grupo de individuos cuyas edades se encuentran comprendidas entre los 14 y 30 años. En la ley 16, Código de la Niñez y la Juventud, aprobada en 1978, en sus disposiciones Generales, Art. 1, se considera joven a los menores de 30 años, pero no se recoge ninguna consideración acerca de la edad de partida.

Hay otros criterios acerca de los períodos que abarca la edad juvenil, entre los que se encuentran los que la entienden desde un enfoque cronológico y la clasifican entre los 14 y 29 años. En este caso se incluyen instituciones como el Centro de Estudios Sobre Juventud (CESJ) y organizaciones como la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), pues es en función de este rango de edades que son implementadas las políticas sociales que se relacionan con este grupo generacional y que son concebidas para la participación social de jóvenes en cada una de las esferas y espacios en los que se desenvuelven.

Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), la adolescencia transcurre en el segundo decenio de la vida, desde los 10 hasta los 19 años, y se define este período como una época en que el individuo progresa desde la aparición inicial de las características sexuales secundarias hasta la madurez sexual.

En un análisis del concepto, ya no como una etapa de la vida, sino desde una categoría histórico concreta, Gómez (2011) define que la juventud se refiere al "conjunto de personas que encontrándose en la edad que les propia, pertenecen a una misma situación histórico concreta y se manifiesta en una misma problemática común por haber vivido la misma época" (p-34).

Este autor se refiere fundamentalmente a las posiciones sociales, históricas y culturales de los jóvenes, en contextos concretos.

Otros la entienden haciendo mayor hincapié en criterios que responden a los intereses y actividades de este grupo etáreo en determinados períodos. En este último caso, se reconoce la definición propuesta por María Isabel Domínguez (2009). "Categoría histórico- concreta que designa un grupo sociodemográfico internamente diferenciado según su pertenencia a la estructura social de la sociedad, en particular a las distintas clases y capas que las componen, a la vez que constituye su segmento más dinámico y móvil. Se pone énfasis en que la juventud no está biológicamente determinada sino definida socialmente por la naturaleza de la actividad que se desarrolla en esta etapa, la que condiciona un conjunto de relaciones sociales específicas que conforman el estatus juvenil a partir del significado propio de dicho período" (p-90).

Esta concepción de juventud, además de expresar su carácter como etapa del ciclo de vida y la necesidad de establecer límites de edades para operacionalizarla, pone su significado en las relaciones sociales de que es portador el grupo en su conjunto así como, cada una de sus subdivisiones ya sean etáreos o de otra naturaleza.

Por tanto no es posible su estudio sin ubicarla en el contexto de la estructura social en la que se inserta. Aunque coincide con la mayor parte de las que han sido elaboradas a lo largo de la historia del concepto, al destacar que es un grupo de personas que vive y se forma en una determinada etapa histórica. También hace énfasis en el carácter de la actividad social desplegada colectivamente como lo realmente conformador de la generación.

Domínguez (2003), también enfatiza que: "En términos concretos, se consideran jóvenes en Cuba las personas comprendidas entre los 14 y 30 años, por estimarse que en ese período tienen lugar los procesos antes descritos y porque las políticas de juventud abarcan ese intervalo"

"Sin embargo, se toma en cuenta que entre esas edades hay notables diferencias tanto biológicas como psicológicas y sociales. Por esa razón, para mis estudios he distinguido la presencia de tres subgrupos":

  • Juventud temprana (14-17) años

  • Juventud media (18-24) años

  • Juventud madura o tardía (25-30) años" (p.6)

Para el desarrollo de la investigación, la autora asume el rango de 18-24 años, por ser este periodo, donde se expresan los procesos típicamente juveniles y es sobre este juicio que se trabaja en el presente estudio.

En esta etapa, de los 18 a los 24 años de edad, los jóvenes tienen una perspectiva de mayor autonomía, el individuo define su identidad personal, se asume como miembro de la sociedad, adquiere capacidades y habilidades para desempeñar los roles adultos (entre ellas la calificación u obtención de un oficio), inicia un proyecto de vida y asegura su independencia personal y de la familia de origen.

Es por ello que el Estado y la sociedad en su conjunto tratan de asegurar las máximas posibilidades de formación e inserción de la juventud en la sociedad, de la forma más integral posible, en áreas básicas para la vida como son la educación el trabajo, la salud y la recreación[5]

En el caso de Cuba el proyecto social se ha caracterizado siempre por contar entre sus éxitos el haber privilegiado la participación juvenil de diversas maneras, respondiendo las mismas a determinados fines y expectativas.

A partir del triunfo revolucionario de 1959, el papel relevante de los jóvenes en tareas vitales para el país, los convirtió en un eslabón estratégico para el desarrollo de la nación, potenciando su participación a través de una fuerte inserción social. Por lo que se convirtió en portadora del cambio encaminado a un reordenamiento económico, social y político.

Fue un período en el que funcionó un relativo equilibrio entre los mecanismos de socialización y los de participación, en el que ambos se interpenetraron y complementaron mutuamente.

Las décadas de los años 70 y 80 consolidaron algunos de los procesos iniciados en los 60, pero a su vez introdujeron cambios en la dinámica de la participación social de los jóvenes. Esta no marchó ajena a mecanismos del funcionamiento global de la sociedad. Hubo una excesiva centralización, obligatoriedad y formalización de espacios participativos reconocidos en el país.

En este período (décadas de los 70 y 80) la población se habituó a la existencia de estructuras verticalistas que marcaban el camino a seguir y ello limitaba el desarrollo de iniciativas populares, acostumbrándose a la gente a "hacer lo que venia de arriba". Esto limitó el desarrollo de la iniciativa individual y colectiva en la solución de muchos problemas, además de que realmente el Estado tenía la capacidad de dar respuestas efectivas de modo directo, sin necesidad de recurrir a la iniciativa popular. [6]

La participación se convirtió en una práctica asociada a la ejecución de tareas y orientaciones de las instancias superiores, sobre todo las acciones del Comité de Defensa de la Revolución (CDR) y la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) tuvieron peso en estos tiempos.

Otro de los acontecimientos que trastocó el progreso social y económico que se venía desarrollando en la sociedad cubana, a partir del triunfo revolucionario, fue la crisis (Periodo Especial) [7]desatada a principios de los 90 del siglo XX, en Cuba , donde las condiciones de vida descendieron en gran medida y comenzaron a observarse amplias diferencias en el nivel adquisitivo de la población, lo que generó un cambio en la manera de enfocar la satisfacción de las necesidades individuales y las formas de lograrlas.

Los que son jóvenes hoy, crecieron en el llamado Período Especial. De ahí, la preocupación por profundizar en el estudio de este grupo etáreo, con la intención de conocer su percepción acerca de la necesidad de ser participe de las tareas y actividades que se desarrollan en su entorno.

La crisis trajo como consecuencia que el gobierno comenzara a trazar nuevas salidas ante los problemas económicos, políticos y sociales que vivían los cubanos Muchos jóvenes vieron afectados sus proyectos personales de vida, los que, en muchos casos debieron ser postergados.

Los efectos no se limitaron al ámbito económico, pues la calidad de vida de las familias se menoscabó hasta niveles ínfimos de supervivencia. Dentro del clima social reinante, se produjo un aumento de la desigualdad social, lo cual contribuyó a la pérdida de valores aumentando el individualismo y la competencia entre las personas y promoviendo en determinados sectores de la población males sociales.

La gradual recuperación de la economía permitió llevar a cabo a partir del año 2000, una profunda transformación social que se expresa en lo que se dio en llamar los Programas de la Revolución como: la creación de las escuelas de Formación Emergente de Maestros Primarios, de Enfermería, de Instructores de Arte y las de Formación de Trabajadores Sociales.

Estos programas abarcaron importantes espacios de la realidad nacional y esferas decisivas para la existencia y desarrollo de los jóvenes. Dichas acciones constituyeron una alternativa a la política social y de juventud que se venía haciendo en el país.

La labor en esta dirección no solo incluyó transformaciones en las concepciones educacionales, también comprendió cambios en materia de cultura, así como la promoción de la juventud a planos de acción política y social de primer nivel.

El tema de la cultura cobró una nueva dimensión a partir de las tesis propuestas por Fidel Castro acerca de su importancia para la transformación de la realidad como instrumento de emancipación individual, colectiva y nacional. Así, se convoca a crear las condiciones materiales y espirituales para el desarrollo de una Cultura General e Integral.

Es en este marco en el que se producen transformaciones en los procesos de inserción social de la generación joven y por tanto se reflejan en la naturaleza de su participación social, tanto por los cambios que se provocan en los espacios participativos concretos, ya sea la escuela, trabajo, organizaciones sociales y políticas, como en el significado de esa participación para los diferentes grupos e individuos

Entre los jóvenes existe una visión bastante generalizada que relaciona la participación con el cumplimiento de tareas y/o asistencia a actividades convocadas. Estas, en la mayor parte de los casos, constituyen visiones estrechas, que no se refieren a los beneficios, objetivos, o la relación entre los sujetos involucrados.

Este modo de entender la participación no implica una visión de la misma desde la posibilidad de ser parte en la toma de decisiones, e influye determinantemente en la manera en que es percibida la participación desde el grupo juvenil.

También, aunque de manera mucho menos frecuente, se encuentra la visión de que la participación es buena solo en aquellos que estudian o trabajan y se encuentran "integrados". Lo anterior parte de la visualización que hacen los jóvenes de si mismos como grupo, por lo que es importante resaltar el vinculo entre lo que entienden estos por participación y la manera en que esta es evaluada.

En investigaciones hechas por el CIPS (2003), es generalizado el criterio de que es posible contar con la participación de los jóvenes y que, de hecho, la participación como grupo social es buena. Es ligeramente mayoritario el grupo de los que consideran que existen deficiencias en la participación de este grupo etáreo las que se asocian entre otras cosas, a su falta de motivación.

También se ha señalado[8]que la participación de los y las jóvenes ha variado en relación con décadas anteriores en lo que se refiere al por qué, para qué y cómo de la participación.

A pesar de ello, esta ilustra en qué medida el proyecto social que se construye toma en cuenta las energías y diferentes perspectivas de las distintas generaciones, aprovecha sus potencialidades y brinda la oportunidad de ir remodelándolo de acuerdo con los necesarios cambios que el decursar de la historia impone.

Al decir de Claudia Castilla (2007) del Grupo de Estudios sobre Juventud del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS), " la pérdida de la confianza en las instituciones, visión del cambio y la trasformación como algo utópico, consumismo, pérdida del sentido del futuro, individualismo, desintegración, desinterés político y desencanto"(p.4), son adjetivos que se repiten como calificativos de la juventud.

Ante tal panorama, el tema de la participación y el protagonismo comprometido y desarrollador del sector joven de la sociedad se vuelven un espacio sobre el que se requiere pensar y actuar.

En ocasiones se insiste en buscar "métodos", "técnicas" que permitan motivar a los jóvenes a "participar", y al mismo tiempo no se tienen en cuenta, los elementos cotidianos, pero que hablan también de las formas de entender la realidad y, por ende, de la factibilidad de participar en su transformación.

Se puede decir que siempre, en cualquier tipo de colectividad, hay y ha habido participación; el problema no es inventarla, sino conocer si esas formas de participar resultan adecuadas o consecuentes con el proyecto de transformación que se quiere asumir.

Partes: 1, 2
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