- Los dos principios de la función mental
- La terapia común de la obesidad
- La razón instintiva, el caso de Freddy
- ¿Cuáles son las características propias de este grupo biológico en relación a la nutrición?
- Decálogo de la nutrición saludable
- Exclusión de comida principal
- Bibliografía
Los dos principios de la función mental
Freud distinguió dos módulos fundamentales que gobiernan nuestras actividades emocionales: el principio del placer y el principio de la realidad. El primero supone una pulsión innata de la búsqueda de lo agradable y, de modo paralelo, una huida del dolor, lo que nos orienta a procurar aquello que nos hace sentir bien.
En contraposición a éste, el principio de realidad subordina el placer al deber. La subordinación del principio del placer al principio de la realidad se lleva a cabo a través de un proceso psíquico denominado sublimación, en el que los objetivos frustrados reconvierten su energía en algo aceptable, útil o productivo.
Tomando como ejemplo el instinto sexual, su descarga indiscriminada supondría el abandono imprudente de otras actividades indispensables, a veces, arriesgando valores morales.
El hombre civilizado, dotado de elementos éticos encumbra sus ansias y utiliza su energía para la realización de otras acciones sin conflictos. Sin la sublimación de los instintos.
Freud, la civilización, como la conocemos, no existiría. Cimentados en esos dos conceptos básicos se puede concluir fácilmente que algunos individuos funcionan guiados en sus vidas por el placer, mientras que otros lo hacen guiados por un afianzamiento sólido en la realidad. Suena bien. Pero, si es así cómo pensamos respecto al sobrepeso, capitulamos en la posición de considerar la gordura un defecto moral, como si fuese algo que se elige por acto de voluntad — que categóricamente no lo es.
La obesidad no es resultado directo del acto de comer. Todos comen y no todos son gordos. Tampoco es resultado de comer en exceso. No todos los comilones son gordos.
La obesidad es un enigma complejo que aun permanece lejos de su entendimiento. Por ello es que, tildarla de fallo moral, no hace justicia a quienes la sobrellevan. Sin embargo, nos parece acertado aquí, que prestemos atención a los principios de la función mental ya que poseen aplicación a su entendimiento y, en algunos casos, a su tratamiento exitoso. El paciente que desea poner fin a su corpulencia confronta un dilema de la mayor magnitud. La comida es ambas cosas: su Némesis y su remedio. La necesita para vivir y la necesita para tolerar la vida, aunque discordantemente, a menudo, lo engorda.
La terapia común de la obesidad
La terapia de la obesidad se conduce, en la mayoría de los casos, como una cosa irreflexiva. Se prescribe una dieta y se aconseja al individuo que pase hambre, camine, haga ejercicios o vaya al gimnasio.
La evidencia acumulada es que, al cabo de un tiempo breve, el programa así propuesto fallará. Cuando, inevitablemente falla: culpable es la víctima. Ya que nunca se admite que las estrategias basadas en el hambre están condenadas al fracaso — Lo es porque nuestro organismo está estructurado a oponer con intransigencia la angustia que es la privación de alimentos particularmente si se vive en un mar de abundancia.
LA TERAPIA EFECTIVA
La terapia efectiva comienza, como toda terapia, motivando a quien la necesita.
Por virtud del fenómeno ubicuo de la resistencia, el paciente nunca llega dispuesto. No todos los que buscan terapia la desean, o ansían cambiar, aunque lo digan.
A menudo, lo que esperan es que el pretender estar en terapia les arreglará la vida, como por arte de magia. Pero, la terapia no es juego de niños, la terapia es un proceso formal que empieza enseñando al paciente sus mecanismos precisos y estableciendo sus reglas. Este aspecto inicial e imprescindible toma tiempo, ya que es un aprendizaje riguroso basado en la fe básica, producto de la transferencia.
Para el tratamiento del sobrepeso, el primer paso a tomar es la reducción de los efectos residuales de los elementos de previas experiencias frustradas. Algo que muy pocos logran, porque no conocen a lo que aquí se alude.
Pensemos. Si uno es médico, es gordo y fuma. Con todos los conocimientos científicos que posee sería asunto fácil dejar el tabaco y perder de peso, especialmente, si se es hipertenso y diabético.
Lo que sabemos, paradójicamente sucede, es que el hecho de tan solo pensar en perder de peso y dejar de fumar, resulta en un incremento del hambre y en un consumo mayor de cigarrillos la Opción de Hobson.
Responsables por esta situación son módulos natos sitos en el cerebro que el hambre es actividad instintiva y pulsión adaptadora ¡con el hambre no se juega!
La terapia en el sobrepeso, comienza asimismo, con la motivación del paciente. Algo que, a muchos terapeutas les resulta difícil, ya que no todos saben cómo lograr, despertar en otros, el deseo de cambio. Para perder de peso, entonces el paciente tiene que estar motivado. Tiene que desearlo. Y para desearlo debe existir una razón instintiva para hacerlo.
Recuerden lo último: una razón instintiva para hacerlo. Y, para que el peso perdido no retorne, la misma razón instintiva debe de prevalecer.
La razón instintiva, el caso de Freddy
Freddy era un preadolescente buen mozo, dotado de inclinaciones artísticas y de inteligencia excepcional. Su único problema era ostensible: Freddy era gordo, demasiado gordo, a lo que él afectaba indiferencia.
Cuando su pubertad se activó (tempranamente, como acaece a los humanos robustos), Freddy ya era campeón de ajedrez, había leído más libros, en varios idiomas, que sus propios maestros y sentía que vivir en el esplendor de su aislamiento total era toda la felicidad que anhelaba.
Pero, llegan los andrógenos y la testosterona y con su presencia le subvierten la vida. Ahora Freddy, se pierde en su mirada cuando la hija de la cocinera, muchacha de apenas quince años, le sirve sus refrigerios. El olor del jabón barato con que ella se asea lo perturba de manera extraña, su sonrisa lo excita, sus poluciones nocturnas lo atormentan…
Freddy ¡Despierta de tu hibernación intelectual! La Naturaleza te llama. Es la hora de convertir tu libido alimenticia e intelectual en tu libido sexual — ya que aún, la visión fugaz de tu hermana semidesnuda, a quien vieras sin pensarlo, te produjo sensaciones eróticas.
Freddy, te sientes mal. Te sientes mal, porque nadie te había dicho que el poder arrollador de los instintos te iba a afectar de esta manera. Tus ejercicios intelectuales no te ayudaron en el entendimiento de este dilema que confrontas.
¿Qué hacer? Comer más, por supuesto. Comer más, la solución favorita y la solución viciada. Mélida, la hija de la cocinera te da un consejo que no habías pedido, un consejo que te dolería y algo que nunca olvidarías por toda la duración de tu vida. Te dijo: "Freddy, tú eres muy buen mozo y me gustaría que fueras mi pollo, pero estás bien gordo…"
¿Pollo? ¡Gordo! ¿Quién? ¿Yo? Yo me veo bien. Le pregunto a mi hermana. "Manito, en el colegio, todos te quieren como amigo, pero ninguna de las hembras te quieren de "pollo", porque eres panzudo…" Responde la hermana despiadadamente.
Eran entonces, los años de la Segunda Guerra Mundial en la ciudad de La Vega. No correos, no Internet, no Atkins, no Jenny C., sólo Freddy y su gordura abominable y repulsiva. Once años y el destino asestaba a su autoestima su primer golpe despiadado.
¡Gordo! ¿Freddy? No puede ser.
El doctor Camilo al rescate… Pero, no este doctor, ya que su esposa y sus dos hijos eran tan gordos como Freddy, si no más. Hay que evitarlo. Entra el doctor Ceara, este es quieto, taciturno y mordaz. Pero parece que, aunque no sea tan exitoso en su profesión como Camilo, de este asunto sabrá más, ya que en su casa, aun los gatos son fideos.
"Carne asada y ensalada con limón y sal", decreta Ceara. "No grasas, no pan, no leche, no refrescos, no huevos, no azúcar". "Carne asada y ensalada con limón, con sal y sin aceite, repito… Rollizo, perdón, Freddy".
"Rollizo" "iMe llamó 'Rollizo'!" Solloza Freddy, camino a su hogar.
El catorce de agosto del 1945, la guerra termina y Freddy es delgado, por la primera vez en su vida — pero hay un precio que pagar. De esto hablaremos más adelante. Mélida lo seduce y Freddy abandona sus inclinaciones intelectuales por otras más mundanas.
En este caso Freddy supeditó sus pulsiones orales a las de la realidad de la especie. La alimentación cedió a la reproducción. La Naturaleza, siempre egoísta.
Resumen:
La alimentación, por ser un bien social, resulta un tema atractivo para los medios de comunicación, que pueden contribuir a la creación de expectativas y conocimientos falsos sobre el tema, y en ocasiones se centran exclusivamente en la enfermedad, siendo lo verdaderamente importante la educación en salud nutricional.
Hoy en día, la comunicación en salud entre el sanitario y el paciente está cada vez la cuestionada. La adquisición de conductas positivas en relación con la nutrición se puede conseguir gracias a la labor del educador, complementada y apoyada por la de los profesionales sanitarios y otros.
La educación nutricional debe ser continua y no sólo referida a aumentar los conocimientos en la materia, sino que también debe contribuir a crear un estado de opinión crítica sobre la "salud nutricional". En este artículo se comenta también un modelo de educación nutricional, propuesto por el Consejo Europeo de Información sobre Alimentación, en colaboración con la Federación Europea de Asociaciones de Dietistas: el "Decálogo de nutrición saludable".
¿Cuáles son las características propias de este grupo biológico en relación a la nutrición?
La adolescencia se considera un proceso físico social que comienza entre los diez y quince años de edad, con la aparición de los caracteres sexuales secundarios, y termina alrededor de los veinte, cuando cesa el crecimiento somático y la maduración psicosocial (Academia Americana de Pediatría).
Durante este periodo se producen importantes modificaciones en el organismo, pues aumenta su tamaño y varían su morfología y composición. Los requerimientos nutricionales en esta etapa dependen del gasto necesario para mantener el ritmo de crecimiento, de las variaciones en la composición corporal y del consumo energético. A lo largo de este período coexisten un elevado ritmo de crecimiento y fenómenos madurativos importantes, que afectan al tamaño, forma y composición del organismo. La nutrición juega un papel crítico en el desarrollo del adolescente y el consumo de una dieta inadecuada puede influir desfavorablemente sobre el crecimiento somático y la maduración sexual.
Los tres hechos que tienen influencia sobre el equilibrio nutritivo son:
?La aceleración del crecimiento en longitud y el aumento de la masa corporal (estirón puberal).
?La modificación de la composición del organismo.
Las variaciones individuales en la actividad física y en el comienzo de los cambios puberales.
El "estirón" puberal:
Es un cambio brusco de la velocidad de crecimiento, que muestra diferencias en uno y otro sexo, tanto en su cronología como en su intensidad. El estirón de la adolescencia es importante para la talla final, ya que durante este período tiene lugar aproximadamente el 20% del crecimiento total. Sin embargo, la responsabilidad en la diferencia de tallas entre uno y otro sexo es escasa (3-4,5 cm.). Esta se debe al comienzo más tardío del estirón puberal y al crecimiento más prolongado durante el período prepuberal en los varones, lo que hace que en el momento de iniciarse el estirón de la adolescencia los niños tengan ya una talla superior en 8 cm. a la de las niñas.
Más importante aún que el crecimiento en longitud es el incremento de la masa corporal, que casi se duplica durante este período, puesto que los requerimientos nutritivos están estrechamente relacionados con el aumento de masa, el pico máximo de las necesidades nutritivas coincidirá con el momento de máxima velocidad de crecimiento.
La modificación de la composición del organismo:
Estos cambios afectan sobre todo a la proporción de los tejidos libres de grasa y de la grasa. Existen grandes diferencias en ambos sexos. En los varones, el incremento de los tejidos no grasos, esqueleto y músculo principalmente, es mucho más importante. Entre la edad de 10 y 20 años el varón aumenta su masa libre de grasa de 27 a 62 kg. (35 kg.), mientras que el aumento en las chicas durante el mismo período es aproximadamente la mitad (18 kg.), pasando de 25 a 43 kg. Por el contrario las niñas acumulan mayor cantidad de grasa. Teniendo en cuenta que los tejidos libres de grasa representan la parte metabolitamente activa, las diferencias sexuales durante el brote de crecimiento tienen una repercusión muy importante sobre los requerimientos nutritivos en la adolescencia.
Variaciones individuales en la actividad física:
Este factor también influye decisivamente sobre los requerimientos nutritivos y es importante su valoración para evitar errores por exceso, que conducen no sólo a acumulo de grasa y obesidad, sino a un incremento excesivo de los tejidos no grasos que maduran tardíamente y alcanzan tardíamente el pico de crecimiento máximo.
La nutrición adecuada de la población adolescente, Educación:
Todas las características y factores expuestos anteriormente han de ser tenidos en cuenta por el Educador Nutricional para formar e informar sobre cuál debe ser una dieta adecuada para los adolescentes ya que aunque éstos han adquirido ya su plena madurez de los órganos que interviene en la digestión, absorción y metabolismo de los alimentos, la adolescencia es una época de riesgo nutricional, debido a las ya indicadas especiales características fisiológicas de este período de la vida.
Los principios esenciales que hay que tener presentes al establecer esas pautas educativas son los siguientes:
El importante incremento de los tejidos libres de grasa, que casi se duplican durante el brote de crecimiento puberal, conlleva una elevación de las necesidades energéticas, proteicas y de algún micronutriente, que superan a las de cualquier otra época de la vida.
Este exagerado anabolismo hace al adolescente muy sensible a las restricciones calóricos y a las carencias en proteínas, algunas vitaminas y oligoelementos.
La importancia relativa del aumento de los tejidos metabólicamente activos obliga a incrementar el aporte proteico, que debe representar aproximadamente del 12 al 15% de las calorías de la dieta y no debe ser inferior al 10%. Las cantidades deberán ajustarse individualmente de acuerdo con la talla, el estado de nutrición, la velocidad de crecimiento, la calidad de la proteína, el aporte energético y el equilibrio de los distintos nutrientes.
El resto de las calorías debe ser aportado por los hidratos de carbono (50-55%) y las grasas (30- 35%).
Otra característica fisiológica que influye decisivamente en los requerimientos nutritivos es el marcado dimorfismo sexual, debido a la diferente cantidad y composición del tejido sintetizado. Los varones ganan peso con mayor rapidez y lo hacen a expensas, sobre todo, del aumento de la masa muscular y del esqueleto, mientras que las chicas tienen tendencia a acumular grasa. Esto obliga a individualizar el régimen, teniendo en cuenta no sólo la edad cronológica, sino el sexo, la talla y la velocidad de crecimiento.
El comienzo del estirón puberal y el momento en que se alcanza el pico de la máxima velocidad de crecimiento sufre amplias variaciones individuales. Es importante valorar cuidadosamente este hecho para evitar sobrecargas calóricas en los casos de maduración lenta.
Además de las elevadas necesidades energéticas y proteicas, son altos los requerimientos en algunos minerales como hierro y calcio. La forma más adecuada de cubrir estas necesidades es mediante una dieta variada que incluya al menos medio litro de leche o derivados y en la que el 20- 25% de las calorías procedan de alimentos animales.
El zinc es indispensable para el crecimiento y la maduración sexual. Las dietas pobres en proteínas de origen animal difícilmente cubren las necesidades diarias, estimadas en 15 mgr. diarios. Los adolescentes que hacen dietas vegetarianas están expuestos a carencias en este oligoelemento, por lo que es aconsejable incorporar a la dieta alimentos ricos en zinc: cacahuetes, granos enteros de cereales y quesos.
Los requerimientos vitamínicos son también elevados, sobre todo en algunas vitaminas del complejo B que guardan relación con el aporte energético. La mejor forma de evitar déficit es consumir una dieta variada, que incluya varias raciones de cada uno de los cuatro grupos principales de alimentos: carnes, leche y derivados, cereales y legumbres, frutas, verduras y hortalizas, en cuyo caso es innecesario aportar preparados vitamínicos sintéticos.
Por todo lo expuesto, para abordar el tema de la educación nutricional en la adolescencia es necesario constatar una serie de premisas que se deberán desarrollar y poner en práctica para optimizar esta tarea en la población adolescente:
La adolescencia es el periodo donde se establecen muchos de los hábitos de vida que serán seguidos en la edad adulta.
Sería necesario plantear cambios de comportamiento en sujetos que comienzan a tener un grado elevado de autodeterminación tanto en su nutrición como en el tipo de actividades que realizan.
Es indispensable enseñar a la población unos contenidos con el objetivo de que desarrolle una serie de competencias.
Es preciso dar a conocer la función de los distintos grupos de alimentos en nuestro organismo
Es necesario informar sobre los peligros sanitarios de la nutrición actual que se aparta del equilibrio dietético (las dietas excesivamente ricas en calorías, grasas, dietas "milagro",…) así como de la combinación de algunas de ellas con el sedentarismo que son causa de las enfermedades mas frecuentes en el mundo desarrollado (enfermedades cardiovasculares).
Hay que desarrollar un modelo de comportamiento proactivo en busca de la prevención y el fomento de la salud.
Se deben dar a conocer aquellos hábitos y estilos de vida que se apartan del equilibrio dietético (por no producirse un suficiente gasto por actividad) y como han ido implantándose a través de diversos facilitadotes (el desarrollo tecnológico) y son una de las causas más o menos directas de las enfermedades más frecuentes en el mundo desarrollado. Hay que promover la realización de actividades físicas informando sobre sus importantes beneficios.
Es preciso desarrollar una visión sistémica de cómo ambos elementos (alimentación y actividad física) establecen una relación para conseguir un equilibrio energético y, en último término, cómo llevando a cabo los hábitos adecuados se puede obtener una mayor calidad de vida.
El Educador debe conocer los programas que definen, mediante investigaciones previas, qué conductas hay que cambiar en relación con los problemas de salud, las características de los grupo a quienes afectan, la metodología adecuada para su comprensión y puesta en práctica y, en definitiva, los obstáculos y barreras que tienen que salvar para llegar correctamente a las audiencias.
No debe olvidarse que el adolescente aprende, retiene y se interesa más cuando siente que lo que aprende es útil para su vida y tiene un significado.
Es preciso segmentar la población adolescente en grupos homogéneos de menor tamaño, valorando las actitudes , valores y creencias de los grupos. Hay que utilizar técnicas de marketing social para crear mensajes que sean importantes, justificables y atractivos.
Antes de implementar las acciones informativas y educativas es preciso evaluar su eficacia mediante una continuada supervisión.
Las campañas son más efectivas cuando no se utiliza el miedo como estrategia sino que se hace mayor énfasis en las conductas positivas y cuando los mensajes educativos se utilizan en contextos de entretenimiento.
Como se puede entender, si todas estas premisas fuesen siempre "posibles" de implementar el educador no estaría lejos de conseguir su objetivo: dar a conocer, transmitir y hacer que cada adolescente acepte como suyas (apego psicoafectivo) todas las enseñanzas en materia de Nutrición, cuya integración personal le hiciesen un adulto más sano en todos los aspectos. La realidad no es siempre esa, o mejor, casi nunca es esa. Es complicado "llegar" a inculcar unos principios conductuales cuando ya hay otros bienes arraigados. Por ello, la Educación Nutricional siempre se debería llevar a cabo desde las primeras etapas de la vida, siendo en primer lugar los padres el vehículo transmisor, a través de su conducta y ejemplo, para posteriormente continuarla en las primeras etapas escolares y acabar asentándola en la adolescencia.
Decálogo de la nutrición saludable
1. La alimentación debe ser variada
El organismo necesita 40 nutrientes diferentes para mantenerse sano. Ningún alimento los contiene todos, de modo que no conviene comer siempre lo mismo. Hay que inculcar a los adolescentes la posibilidad de disfrutar de sus comidas en compañía de familiares y amigos y observar lo que comen los demás. Seguro que así descubren nuevos alimentos para dar a su dieta mayor variedad.
2. Se han de tomar frutas y verduras
Las frutas, verduras y hortalizas contienen nutrientes que ayudan a prevenir enfermedades, de modo que no hay que olvidar incluirlas cada día en la dieta. Estos alimentos pueden ser un complemento ideal en cada una de las cinco comidas que se deberían realizar durante el día (desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena).
3. La higiene es esencial para su salud
No hay que tocar los alimentos sin haberse lavado las manos antes. Deben cepillarse los dientes al menos dos veces al día y tras el cepillado nocturno ya no se debe ingerir alimento alguno ni otra bebida que no sea agua.
4. Se ha de beber en cantidad suficiente
Es fundamental mantener el cuerpo bien hidratado, ya que más de la mitad del peso es agua. Hay que recibir el aporte necesario de líquido (al menos 5 vasos cada día). Si hace mucho calor o se realiza una actividad física intensa, se deberá incrementar el consumo de líquidos para evitar la deshidratación.
5. No hay que intentar cambiar los hábitos de alimentación y comportamiento de un día para otro.
Resultará mucho más fácil hacerlo poco a poco, marcándose objetivos concretos cada día. No es preciso prescindir de lo que gusta, pero es precisa que la dieta, en conjunto, sea equilibrada.
6. Es preciso consumir alimentos ricos en hidratos de carbono.
La mayoría de las personas consumen menos hidratos de carbono de los que necesitan. Al menos la mitad de las calorías de la dieta debería proceder de estos nutrientes. Para aumentar el consumo de hidratos de carbono, hay que comer pan -y en general, productos elaborados a base de trigo y otros cereales tales como cereales de desayuno, galletas, pasta, arroz, patatas y legumbres.
7. Educar en la idea del mantenimiento de un peso adecuado para la edad
Para saber cuál es el peso correcto de un adolescente se han de tener en cuenta muchos condicionantes: edad, sexo, altura, constitución, factores hereditarios, etc., pero siempre es preciso trabajar tanto en la prevención de la Obesidad como de los Trastornos de la Conducta Alimentaría.
8.-. Hay que comer regularmente
El cuerpo del adolescente necesita disponer de energía en cada instante del mismo modo que los vehículos precisan combustible para moverse. Es necesario inculcar en nuestros jóvenes que al levantarse, después de pasar toda la noche sin comer, su nivel de energía está muy bajo de modo que conviene hacer un buen desayuno. Durante el día, si sólo se realizan ingesta a la hora de la comida y de la cena, su organismo pasará también demasiadas horas sin recibir aportes energéticos. Hay que aprovechar el recreo de media mañana para comer algo (un pequeño bocadillo, fruta, yogur…) y no dejar de merendar por la tarde.
9.-. Es indispensable hacer ejercicio
Es necesario por parte del educador, inculcar la idea de la "obligatoriedad" de realizar ejercicio cada día: subir por las escaleras en lugar de utilizar el ascensor o ir caminando al colegio o instituto ya es una buena forma de realizar ejercicio físico. La hora del recreo también es un buen momento para practicar alguna actividad física (jugar a fútbol, saltar a la comba…). Naturalmente esta "obligación" de realizar ejercicio tendrá sentido siempre que se persiga un fin saludable.
10.-. Enseñar de forma "enérgica" que no hay alimentos buenos ni malos y que tampoco existen las "dietas milagro".
Es preciso "enseñar" que no hay que sentirse culpable por comer determinados alimentos pero sí es preciso evitar los excesos y asegurarse que la dieta que se ingiere es lo bastante variada como para resultar equilibrada. Equilibrio y variedad son las claves para que la alimentación ayude a mantener una buena salud. Tras toda la información aportada, es preciso indicar que la educación nutricional del adolescente debería comenzar desde los primeros día de vida o mejor, desde los primeros días de gestación con una alimentación saludable de la madre gestante, para continuar con una lactancia materna adecuada en el tiempo (los últimos estudios, especialmente el realizado por von Kries -pediatra de la Universidad Ludwig Maximilian-, en Alemania, durante 1999, con 9000 niños, confirman entre otros, el efecto protector de la leche materna frente a la obesidad ) para continuar con una correcta alimentación en el hogar (la educación nutricional para padres sería un punto de partida para conseguir, a través de su enseñanza y ejemplo, que los hijos realicen una ingesta adecuada en todas las etapas de la vida), así como en la escuela infantil y, finalmente, proseguir en las siguientes etapas de la vida, incluida la que nos ocupa.
Requerimientos energéticos son los necesarios en esta etapa de la vida
Las raciones dietéticas recomendadas para la energía se calculan tras la estimación de las necesidades en reposo multiplicadas por un coeficiente correspondiente a una actividad medianamente moderada que es de 1,6 a 1,7 para el varón y de 1,5 a 1,6 para la mujer.
Requerimientos proteicos:
Las proteínas participan en la síntesis tisular y en otras funciones metabólicas especiales, estando en un continuo proceso de síntesis y degradación, cuyo ritmo es superior al aporte dietético, para el crecimiento y su mantenimiento. Es la reutilización de los aminoácidos que entran en el pool de degradación tisular lo que previene las deficiencias. Durante el proceso metabólico se requiere un consumo de energía que es suministrada por el ATP y el GPT, por lo que debe existir una relación adecuada entre el aporte de energía y el de proteínas, para evitar que la utilización de estas como fuente energética pueda comprometer el crecimiento. Por ello algunos autores prefieren expresar las necesidades de proteínas en gramos por 100 kcal. de energía aportada en lugar de g/kg. de peso.
Los aminoácidos indispensables o esenciales son aquellos que el organismo no puede sintetizar y por lo tanto han de ser aportados a través de la dieta: leucina, isoleucina, valina, triptófano, fenilalanina, metionina, treonina, lisina e histidina. Existen otros que son condicionalmente indispensables como la prolina, serina, arginina tirosina, cisteina, taurina y glicina, lo cual sucede cuando se produce alguna alteración en el aporte o metabolización de sus precursores. Otros, por el contrario, como glutamato, alanina, aspartato y glutamina en caso de estar ausentes, pueden ser suplidos en la síntesis proteica por los aminoácidos indispensables. No existen datos sobre sus requerimientos en los adolescentes y se ha realizado una extrapolación entre las cifras medias de los niños de 10 a 12 años de edad y los adultos.
Las raciones dietéticas recomendadas para las proteínas se basan en pruebas de estudio de equilibrio nitrogenado que determinan las necesidades, en varones jóvenes, de proteínas usando como referencia 0.61 g/kg./día y añadiendo dos desviaciones estándar. De este modo, se estimó que la RDA (raciones dietéticas recomendadas) para el adulto es 0.75 g/kg./día. Se ha utilizado un método factorial para el cálculo de las recomendaciones en adolescentes que cubra sus necesidades con un coeficiente de variación de un 12,5 %. Así, la recomendación es de 1g/kg. Desde los 11 a los 14 años para ambos sexos y de 0,9 y 0,8 g/kg. día para varones y mujeres respectivamente entre los 15 a 18. Su valor biológico está en función de la calificación de sus aminoácidos y de su digestibilidad.
Requerimientos de carbohidratos
La mayor parte de los carbohidratos de la dieta provienen de los alimentos de origen vegetal a excepción de la lactosa que se encuentra en la leche y sus derivados. Las plantas son las principales fuentes de almidones y las frutas y los vegetales contienen cantidades variables de mono y disacáridos. No existe una ración dietética recomendada para los carbohidratos, no obstante el National Research Council recomienda que más de la mitad de los requerimientos energéticos lo sean en forma de hidratos de carbono complejos.
Las fibras solubles, como pectinas, gomas, mucílagos y ciertas hemicelulosas, poseen un efecto significativo sobre los niveles de colesterol sérico, pero las insolubles, como las celulosas y algunas semicelulosas, carecen de dicho efecto. No se conoce con exactitud la cantidad de fibra que debe tomar diariamente el adolescente.
Requerimientos de lípidos
Las grasas de la alimentación contribuyen en gran manera a la digestibilidad y palatabilidad de los alimentos y son fundamentalmente triglicéridos. Su principal función es el aporte energético. Por su parte, los ácidos grasos esenciales son un importante constituyente de las membranas celulares. Se recomienda un límite máximo de aporte de grasas de 3 a 3,5 g/kg./día y no sobrepasar el 30 a 35% del aporte calórico total. Los ácidos grasos saturados no deben ser más del 10% y los monoinsaturados hasta un 15% aunque en nuestro medio se podría admitir un 18%. En cuanto al colesterol se aconseja no sobrepasar los 300 mgr al día. No existen RDA para los ácidos grasos esenciales aunque se estima que la necesidad de ácido linoléico es del 1 a 2% del total de la energía ingerida y en su conjunto la familia omega 6 debe aportar entre un 7 al 10 % de las calorías totales no sobrepasando esta última cantidad.
Minerales y vitaminas
Durante los últimos años las RDA han sido la referencia para las cantidades que era necesario aportar de minerales y vitaminas y constituían las ingestas que cubren las necesidades del 98% de los individuos de una población sana. Desde 1.997 se han desarrollado las DRI (Dietary Reference Intakes) que establecen unos márgenes de seguridad a fin de evitar los riesgos de carencia y de enfermedad crónica y unos límites superiores que carezcan de efectos adversos para la salud.
En la adolescencia es necesario que exista un balance positivo de calcio para poder alcanzar el pico máximo de masa ósea, pues aunque finalice el crecimiento el proceso de mineralización puede durar tres o cuatro años más. Los valores de ingesta adecuada (AI) se han calculado según las cantidades que proporcionen la máxima retención y eviten el riesgo de osteoporosis en la edad adulta y se han establecido en 1.300 mgr/día entre los 9 y 18 años. El nivel máximo tolerable (UL) es de 2.500 mgr/día para los menores de 18 años. Para el fósforo entre los 9 y 18 años la AI es de 1.300 mgr/día, la RDA 1.250 y el nivel máximo tolerable (UL) de 4.000. El requerimiento promedio estimado (EAR) de magnesio es entre los 9 a 12 años de 200 mgr/día para ambos sexos y entre los 14 y 18 de 340 mgr para los varones y 300 mgr para las mujeres. La RDA es de 240mg/día para el primer grupo y en el segundo de 410 para los varones y 360 para las mujeres. El UL es de 350 mgr/día para todos entre 9 a 18 años.
Para el flúor la AI se ha basado en las cantidades con las que no se presentan caries dentales, 2 mgr/día entre 9 y 13 años y 3,2 mgr/día entre los 14 y los 18 años. El UL se fija en 10 mgr para ambos grupos de edad.
La RDA para el hierro es, entre los 11 a 18 años, de 12 mgr/ día para los varones y de 15 mgr para las mujeres, y para el zinc de 15 y 12 mgr respectivamente. Las RDA para el yodo, para el grupo de edad comprendido entre 11 y 18 años, están fijadas en 150 µg/día para ambos sexos y las de selenio, entre los 11 y 14 años, de 40 µg día para los varones y de 50 para las mujeres, y hasta los 18 años en 50 para ambos sexos.
Las vitaminas hidrosolubles desempeñan funciones importantes en el metabolismo intermediario de los principios inmediatos por lo que sus necesidades dependen, en parte, del aporte en energético y de la actividad metabólica para la formación de tejidos. Las liposolubles desempeñan funciones específicas salvo la vitamina E que actúa fundamentalmente como antioxidante.
Para las vitaminas liposolubles se mantienen las RDA y para la vitamina D se establece la AI en 5 µg/día (200UI de vitamina D) para los grupos de varones y mujeres entre 11 a 18 años. Las UL quedan establecidas en 50 µg/día para ambos sexos entre los 9 a 18 años.
Para las vitaminas hidrosolubles se mantienen las RDA, pero se establecen Ul para la Niacina de 20 mgr/día, entre los 9 y 13 años, y de 30 entre los 14 y 18; para la vitamina B6 de 60 y 80 mgr respectivamente, para el ácido fólico de 600 µg/día, entre los 9 a 13 años, y de 800 entre los 14 a 18. Para la colina se establece en 2 y 3 g/ día para cada uno de los grupos.
Factores de riesgo nutricional
Entre los factores de riesgo nutricional de los adolescentes hay que considerar el incremento de sus necesidades producido por sus cambios biológicos. Por ello requieren importantes cantidades de macro y micronutrientes, que están en relación con su estadio de desarrollo.
En cuanto a factores de riesgo de carácter sociocultural, hay que destacar el aumento del poder adquisitivo, la omisión de alguna comida generalmente el desayuno, la proliferación de establecimientos de fast food que repercute sobre el incremento de su consumo, el aumento del consumo de snack y bebidas refrescantes, el consumo de alcohol (calorías vacías), las dietas erráticas y caprichosas, la dieta familiar inadecuada y la realización de un mayor número de comidas fuera de la casa por motivos de estudio o laborales.
Existen otras situaciones que también constituyen un factor de riesgo nutricional como enfermedades crónicas, embarazo, actividad deportiva, medicación y abuso de drogas.
En el momento actual se aprecia, en este grupo de edad, un aumento del consumo de proteínas, grasas saturadas, colesterol, hidratos de carbonos refinados y sal. Por el contrario este es bajo en hidratos de carbonos complejos, fibras, frutas y vegetales. A la vista de todos los datos ya aportados, la distribución adecuada de nutrientes que el educador debería promover y "enseñar" a la población adolescente, si no existen patologías ni problemas médicos, podría esquematizarse de la manera siguiente:
Hidratos de carbono (55- 60 %); fundamentalmente complejos y por debajo del 8-10% los azúcares refinados
Grasas (30 %); no sobrepasar el 10% de ácidos grasos saturados
Proteínas (12 – 15 %); dos terceras partes de origen animal y una tercera
Parte de origen vegetal; No hay que olvidar la importancia que tiene la ingesta adecuada de agua, así como evitar la ingesta de alcohol.
Exclusión de comida principal
El 43,86 % (25 personas) no constata cuál es la comida principal que no realizan. La comida principal que mayoritariamente se excluye es el desayuno, comida indispensable y necesaria. Es un hecho constatado, en la mayoría de los centros escolares, que los profesores informan de algunos casos de lipotimias a media mañana durante la jornada escolar en alumnos que realizan habitualmente esta práctica.
Por otro lado, hay un hecho significativo respecto a su nutrición y es que admiten que deben comer "mal" porque ellos "no se gustan" a sí mismos, pero curiosamente ese comer mal lo atribuyen a que comen en exceso y no de manera inadecuada o ineficaz. Así, por ejemplo, vemos:
El 19,83% de la población total ( 24 de 121 personas) refiere que no "se gusta"
Como es actualmente y diferenciando por sexos estos datos, nos encontramos que en el caso del sexo femenino es un 25,76 % (17 de 66 personas) y del sexo masculino es el 12,73 % ( 7 de 55 personas); es decir, en el caso de la población femenina, sus datos en porcentaje, nos indican que existe el doble de insatisfacción consigo mismas, respecto al sexo masculino .
Todos los datos son reveladores por sí mismos respecto a la realidad actual, que nos indica que prácticamente la población adolescente femenina duplica en número de personas a las del género masculino en el seguimiento de pautas dietéticas determinadas (dietas), aunque no hemos de olvidar que en el sexo masculino existe un creciente aumento de las prácticas de cuidado personal (un cuidado personal "mal entendido"), con prácticas poco saludables no sólo por la ingesta de dietas posiblemente perjudiciales sino porque éstas van acompañadas de la toma de otro tipo de sustancias que con poco o ningún control obtienen en gimnasios o a través de Internet.
Es un hecho conocido que la implicación de organismos oficiales o de otras entidades privadas interesadas y preocupadas en un tema tan crucial como es la Alimentación, permitiría ampliar el número de personas objeto de estudio, hecho que así ha sido realizado por la Comunidad Autónoma del País Vasco, donde diferentes profesionales relacionados con la Educación Nutricional desarrollaron un trabajo con 4657 adolescentes entre 12 y 18 años mediante una encuesta de hábitos alimentarios dentro del programa .
Los datos obtenidos muestran que casi el 25% de la población no realiza alguna de las 3 comidas principales y prácticamente un 32% de la población femenina nunca toma el desayuno.
Con todo lo expuesto hasta ahora, se puede afirmar que la nutrición en la adolescencia obedece a formas "poco convencionales" de alimentación, ya que comprende un conjunto de "modos de alimentarse" diferentes a los convencionales y bastante alejados de los nutricionalmente óptimos para su desarrollo.
Podemos destacar algunas diferencias:
Irregularidades en el patrón de comidas
Es la forma más frecuente de alteración de los hábitos alimentarios. Consiste básicamente en la tendencia a no hacer alguna de las comidas, generalmente el desayuno, y tomar a lo largo del día refrescos, helados u otro tipo de alimentos de escaso valor nutricional. Estos hábitos forman parte de la conducta habitual de los adolescentes en el momento actual y no tienen importancia mientras la dieta sea suficiente desde el punto de vista calórico y equilibrado en cuanto a las cantidades mínimas y proporciones entre los distintos nutrientes.
Abuso de las comidas de preparación rápida (fast food)
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