Resumen:
El presente trabajo aborda la relación entre historia, memoria y olvido. Partimos de las interrogantes que se nos plantean como docentes al encarar estos conceptos. Los profesores, en especial los profesores de historia nos enfrentamos a la disyuntiva sobre qué historia enseñar y cuál es el lugar de las memorias y los olvidos.
Se desarrolla quienes son los protagonistas de las memorias y los olvidos, cual es la relación entre el individuo y el contexto al cual pertenece, el papel del testimonio, la relación entre género y memoria, seguidamente el rol del olvido y el silencio, brevemente planteamos la relación entre tiempo y memoria. Cerramos nuestro trabajo reflexionando sobre cuál es nuestra misión como docentes de historia comprometidos con los nuevos desafíos que nos propone el siglo XXI. .
Palabras Clave: historia, memoria, olvido,
Introducción
"es una posesión, porque
el olvido es una de las formas de la memoria, su vago sótano,
la otra cara secreta de la moneda"
Jorge Luis Borges
Más vale que no tengas que elegir
entre el olvido y la memoria"
Joaquín Sabina
"La memoria es la forma en que una colectividad recuerda su pasado y busca proporcionar una explicación al presente, darle un sentido".
Annette Wieviorka, jornadas-debate de la Asociación de Amigos de la Fundación de la Memoria de la Deportación, Sobre la transmisión de la memoria de la deportación, París, 18 de marzo de 1999.
Como docentes, comprometidos en la formación de los jóvenes del hoy, futuro del Uruguay, nos preguntamos, nos planteamos algunas interrogantes
¿Qué significado tiene educar en la memoria? ¿Cuál es la relación existente entre memoria e historia? ¿Y entre memoria y conocimiento del pasado? ¿Y entre memoria y la enseñanza de la historia? ¿Por qué es importante recordar?
¿Qué memorias debemos enseñar?
¿Se debe enseñar una memoria oficial, o la memoria de los actores y los testigos? Corriendo el riesgo, en el primer caso de justificar el poder político del presente y en el segundo de oír voces fragmentadas, deformadas, reduccionistas
Ya en 1921, uno de los más grandes historiadores del siglo XX Marc Bloch se interrogaba sobre los límites del testimonio y la necesidad de una "crítica metódica" del mismo:
"No existe un buen testigo, ni tampoco hay deposición exacta en todas sus partes. Pero sobre algunos puntos, un testigo sincero y que piensa decir la verdad merece ser creído, cuestión infinitamente delicada a la que no se puede dar de entrada una respuesta inmutable, válida en cualquier caso. Hace falta examinar cuidadosamente cada prueba y decidirse en cada ocasión según las necesidades de la causa"4
Este fragmento nos invita nuevamente a reflexionar: ¿Son los actores los que hacen la historia? ¿Qué se puede extraer de los testimonios orales?
¿Qué relación se da entre el conocimiento culto de los historiadores y la transmisión de la memoria?
Según el Prof. Antoine Prost, que colaboró en la obra "Los lugares de la memoria" bajo la dirección de Pierre Nora:
"el sentido de las conmemoraciones corre el riesgo de perderse si un conocimiento culto no lo sustituye con rigor y piedad. Es preciso que en lo sucesivo la Historia tome el relevo de la memoria"5
Los docentes enfrentamos el desafío de hacer el esfuerzo intelectual de actualizarnos científicamente, pero a la vez de escuchar las voces de los protagonistas como memorias patrimoniales que se transmiten a las nuevas generaciones y se insertan a la memoria colectiva. Porque la defensa de los valores democráticos y de los derechos humanos es objetivo de la enseñanza de la historia.
"Cuando intervenimos en las escuelas, aportamos un testimonio histórico no siendo historiadores y no teniendo más que una aproximación parcial a la historia, pero aportamos una imagen viva de lo que hemos conocido, nosotros testificamos para el futuro, por el respeto a la dignidad de todos los hombres (…)
La memoria no es el pasado tal como se inscribe en las lápidas o se escribe en los libros, esto es el recuerdo, está muerto, congelado en el pasado, como los túmulos o los monumentos funerarios. La memoria es otra cosa, está viva, es el porvenir en marcha, es la vida. Si el pasado pertenece a los que lo han vivido, la memoria no puede ser confiscada por tal o cual grupo humano, por legítimo que pudiera parecer, porque es universal y pertenece a todos los hombres" (subrayado nuestro) Braun (2000)6
Desarrollo
Historia, Memorias y Olvidos
"(…) confieso que apenas se enciende la grabadora, siento miedo (…) La conversación es un género volátil. Las palabras son aire y se las lleva el aire. Al caer en la cinta magnética, les cortamos las alas. Se vuelven irrevocables. Me dirás que hablada o escrita, la palabra siempre es irrevocable. Lo es cierto.
Para que la palabra hablada sea irrevocable, debemos empeñarla. O sea: atarla, detenerla. En cambio, la palabra escrita está destinada a permanecer, aunque su duración sea mínima (…) La palabra hablada es ahora y aquí, una conjunción de voces en un lugar (…)
Octavio Paz.7
Aceptar que la historia está siempre en construcción, de eso se trata el quehacer histórico. Sentir la sensación de vacío obliga a seguir buscando vestigios del pasado y considerar a los protagonistas anónimos de los procesos. Puede ser la suya, una historia ordinaria, perdida entre tantas otras, que espera ser rescatada y revalorada, para recuperar con ello los sitios de la memoria a los que hace referencia Pierre Nora.8
Abordar la memoria involucra referirse a recuerdos y olvidos, narrativas y actos, silencios y gestos.
Pero, ¿quién es el que recuerda y el que olvida? ¿Es un individuo o debemos hablar de memorias colectivas? ¿Qué se recuerda y qué se olvida?
¿Qué relación existe entre lo que se recuerda y se olvida con el género?
¿Cómo y cuándo?
El ejercicio de recordar y olvidar es singular. Cada persona tiene sus propios recuerdos, que no pueden ser transferidos a otros. Es esta singularidad de los recuerdos, y la posibilidad de activar el pasado en el presente -la memoria como presente del pasado, en palabras de Ricoeur (2004)- lo que define la identidad personal y la continuidad del sí mismo en el tiempo.
Al hablar de memoria individual debemos tener en cuenta que ella discurre entre dos instantes que le están vedados como lo son el nacimiento y por supuesto en el otro polo la muerte, registros que son externos al sujeto. Como afirma el gran literato latinoamericano Pablo Neruda; "Nunca recordaremos haber muerto… ni de nacer tampoco guardamos la memoria… no tienes más recuerdo que tu vida"9 lo que nos sucede en ese inmenso túnel es parte del inventario personal.
Estos procesos no ocurren en individuos aislados sino insertos en redes de relaciones sociales, en grupos, instituciones y culturas. De inmediato el pasaje de lo individual a lo social e interactivo se impone. Quienes tienen memoria y recuerdan son seres humanos, individuos, siempre ubicados en contextos grupales y sociales específicos. Es imposible recordar o recrear el pasado sin apelar a estos contextos.
Es Maurice Halbwachs quien primero forjó, y luego impuso, la noción de memoria colectiva como concepto explicativo de una cierta cantidad de fenómenos sociales en relación con la memoria. Lo hizo sobre todo en tres de sus obras: Les cadres sociaux de la mémoire (1925), La topographie légendaire des Évangiles en Terre sainte. Étude de mémoire collective (1941) y La mémoire collective(1950), publicada de manera póstuma
"sólo podemos recordar cuando es posible recuperar la posición de los acontecimientos pasados en los marcos de la memoria colectiva (…) El olvido se explica por la desaparición de estos marcos o de parte de ellos (…)"
Halbwachs, (1992).10
Y esto implica la presencia de lo social, aún en los momentos más «individuales». «Nunca estamos solos» -uno no recuerda solo sino con la ayuda de los recuerdos de otros y con los códigos culturales, compartidos, aún cuando las memorias personales son únicas y singulares-. Esos recuerdos personales están inmersos en narrativas colectivas, que a menudo están reforzadas en rituales y conmemoraciones grupales (Ricoeur, 2004). Como
esos marcos son históricos y cambiantes, en realidad, toda memoria es una reconstrucción más que un recuerdo. Y lo que no encuentra lugar o sentido en ese cuadro es material para el olvido.
(…) la memoria colectiva sólo consiste en el conjunto de huellas dejadas por los acontecimientos que han afectado al curso de la historia de los grupos implicados que tienen la capacidad de poner en escena esos recuerdos comunes con motivo de las fiestas, los ritos y las celebraciones públicas."
Ricoeur, (2004)11
" (…) "Algunos de mis amigos, amigos muy queridos, no hablan nunca de Auschwitz" (Levi 1ª, p.172). Pero para otros, la única razón de vivir es impedir que muera el testigo. "Otras personas, en cambio, hablan de Auschwitz incesantemente y yo soy uno de ellos(Ibid)".
Agamben, (2000)12
Aún en aquellos que como Levi, vivieron para ser testigos, para dar su testimonio, al decir de Agamben (2000), el mismo contiene, no obstante, una laguna sobre la que es necesario reflexionar pues pone en tela de juicio el propio sentido del testimonio:
" (…) "En todo testimonio los testigos, por definición, son quienes han sobrevivido (…) El destino del prisionero común no lo ha contado nadie, porque para él no era materialmente posible sobrevivir (…) (Levi)
Los que no han vivido esa experiencia nunca sabrán lo que fue; los que la han vivido no la contarán nunca; no verdaderamente, no hasta el fondo, el pasado pertenece a los muertos (Wiesel)"
Agamben, (2000)13
También debemos tener presente que la memoria y la forma de narrar de los hombres difiere de la de las mujeres. Investigaciones realizadas sobre "Memoria y Género" ( Jelin -2001-, Lummis -1991-) sostienen que las voces de las mujeres cuentan historias diferentes a las de los hombres, y de esta manera se introduce una pluralidad de puntos de vista. Esta perspectiva también implica el reconocimiento y legitimación de «otras» experiencias además de las dominantes (en primer lugar masculinas y desde lugares de poder)
Si bien todo proceso de construcción de memorias se inscribe en una representación del tiempo y del espacio, estas representaciones -y, en consecuencia, la propia noción de qué es pasado y qué es presente- son culturalmente variables e históricamente construidas. Si hay diversas maneras de entender el tiempo, entonces habrá diferentes formas de conceptualizar la memoria.
La vida cotidiana está constituida fundamentalmente por rutinas; pero son las rupturas en las mismas las que involucran al sujeto de manera distinta. Se juegan los afectos y sentimientos, se empuja a la reflexión y a la búsqueda de sentido.
Se pueden distinguir dos tipos de memorias, las habituales y las narrativas. Son las segundas las que nos interesan. Dentro de ellas, están las que pueden encontrar o construir los sentidos del pasado y -tema especialmente importante aquí- las «heridas de la memoria» más que las «memorias heridas» (esta última, expresión de Ricoeur, 2004), que tantas dificultades tienen en constituir su sentido y armar su narrativa.
La memoria como construcción social narrativa implica el estudio de las propiedades de quien narra, de la institución que le otorga o niega poder y lo/a autoriza a pronunciar las palabras, ya que, como señala Bourdieu, la eficacia del discurso performativo es proporcional a la autoridad de quien lo enuncia.
Partiendo del lenguaje, entonces, encontramos una situación de luchas por las representaciones del pasado, centradas en la lucha por el poder, por la legitimidad y el reconocimiento. Estas luchas implican, por parte de los diversos actores, estrategias para «oficializar» o «institucionalizar» una (su) narrativa del pasado.
La memoria, entonces, se produce en tanto hay sujetos que comparten una cultura, en tanto hay agentes sociales que intentan «materializar» estos sentidos del pasado en diversos productos culturales que son concebidos como, o que se convierten en, vehículos de la memoria, tales como libros, museos, monumentos, películas o libros de historia.
En todo esto, el olvido y el silencio ocupan un lugar central. Toda narrativa del pasado implica una selección. La memoria es selectiva; la memoria total es imposible. Esto implica un primer tipo de olvido «necesario» para la sobrevivencia y el funcionamiento del sujeto individual y de los grupos y comunidades. Pero no hay un único tipo de olvido, sino una multiplicidad de situaciones en las cuales se manifiestan olvidos y silencios, con diversos «usos» y sentidos.
Hay un primer tipo de olvido profundo, llamémoslo «definitivo», que responde a la borradura de hechos y procesos del pasado, producidos en el propio devenir histórico. La paradoja es que si esta supresión total es exitosa, su mismo éxito impide su comprobación. A menudo, sin embargo, pasados que parecían olvidados «definitivamente» reaparecen y cobran nueva vigencia a partir de cambios en los marcos culturales y sociales que impulsan a revisar y dar nuevo sentido a huellas y restos, a los que no se les había dado ningún significado durante décadas o siglos.
Las borraduras y olvidos pueden también ser producto de una voluntad o política de olvido y silencio por parte de actores que elaboran estrategias para ocultar y destruir pruebas y rastros, impidiendo así recuperaciones de memorias en el futuro -recordemos la célebre frase de Himmler en el juicio de Nuremberg, cuando declaró que la «solución final» fue una "página gloriosa de nuestra historia, que no ha sido jamás escrita, y que jamás lo será"
Lo que el pasado deja son huellas, pero esas huellas, en sí mismas, no constituyen «memoria» a menos que sean evocadas y ubicadas en un marco que les dé sentido. Se plantea aquí una segunda cuestión ligada al olvido: cómo superar las dificultades y acceder a esas huellas. La tarea es entonces la de revelar, sacar a la luz lo encubierto, «atravesar el muro que nos separa de esas huellas» (Ricoeur, 2004)
Está también el olvido que Ricoeur denomina «evasivo», que refleja un intento de no recordar lo que puede herir. Se da especialmente en períodos históricos posteriores a grandes catástrofes sociales, masacres y genocidios, que generan entre quienes han sufrido la voluntad de no querer saber, de evadirse de los recuerdos para poder seguir viviendo.
Algunos ejemplos que se pueden plantear se vinculan a la historia reciente y por ello es que Florencia Levín manifiesta "lo que define a la historia reciente, como campo de estudio historiográfico, tiene que ver con la memoria y con lo que una sociedad considera como un pasado traumático no terminado de clausurar. Hay algo de ese paso que interviene en el día a día de la política y en la definición de las identidades"14
En el caso del Uruguay es significativo como a partir de la ley impunidad que entró en vigencia en 1997, durante años se llamó a silencio sobre lo sucedido en la dictadura militar fundamentalmente en lo vinculado a los desaparecidos. Con la instauración del primer gobierno de izquierda (Marzo 2005) comenzó una nueva etapa: se estableció como prioridad la búsqueda de los desaparecidos. Un avance de este tema se da con los hallazgos de los restos de Chaves Sosa en el año 2006, en cuyo sepelio expresara el escritor Eduardo Galeano:
"Este no es un fin de caminos, es un inicio. Mucho costó pero estamos empezando el duro y necesario recorrido de la liberación de la memoria en un país que parecía condenado a amnesia perpetua.
Todos los que aquí estamos, todos los que nos hemos juntado hoy, compartimos la esperanza de que más temprano que tarde habrá memoria y habrá justicia, porque la historia enseña que la memoria puede sobrevivir porfiadamente a todas sus prisiones y enseña que la justicia debe y puede ser más fuerte que el miedo si la gente la ayuda…" (Subrayado nuestro)
Galeano 14 de marzo de 2006.
En este punto, la contracara del olvido es el silencio. Existen silencios impuestos por temor.
Finalmente, está el olvido liberador, que libera de la carga del pasado para así poder mirar hacia el futuro. Es el olvido «necesario» en la vida individual, para las comunidades y grupos, el origen de este planteo está en Nietzsche, al condenar la fiebre histórica y al reclamar un olvido que permita vivir, que permita ver las cosas sin la carga pesada de la historia.
"(…) el límite desde el cual lo pasado ha de olvidarse, para que no se convierta en sepulturero del presente, habría que saber con exactitud cuánta es la fuerza plástica de un individuo, de un pueblo, de una cultura. Me refiero a esa fuerza para crecer desde la propia esencia, transformar y asimilar lo que es pasado y extraño, cicatrizar las heridas, reparar las pérdidas (…)".
Nietzsche15
No se trata de anular la memoria, se trata de ver la historia para afianzar la vida
"(…) La serenidad, la buena conciencia, la actitud gozosa, la confianza en el porvenir –todo eso depende tanto en un individuo como en un pueblo, de que existe una línea que separa lo que está al alcance de la vista y es claro, de lo que está oscuro y es inescrutable, de que se sepa olvidar y se sepa recordar en el momento oportuno, de que se discierna con profundo instinto cuándo es necesario sentir las cosas desde el punto de vista histórico o desde el punto de vista ahistórico. He aquí la tesis que el lector está invitado a considerar: lo histórico y lo ahistórico son igualmente necesarios para la salud de los individuos, de los pueblos y de las culturas".
Nietzsche16
Hay en todo sujeto una conciencia histórica, un espacio para las experiencias, un horizonte de lo que espera recordar y cómo quiere ser recordado.
Debemos pues, como plantea Nietzsche, considerar a la historia de un modo crítico, para servir a la vida. El hombre
"(…) para poder vivir, ha de tener la fuerza, y de vez en cuando utilizarla, de romper y disolver una parte de su pasado: esto lo logra trayendo una parte de ese pasado ante la justicia, sometién- dolo a un interrogatorio minucioso y, al fin, condenándolo; todo pasado merece condenación pues tal es la naturaleza de las cosas humanas (…)"
Nietzsche17
La historia responde a una necesidad de explicar el presente al remitirnos al pasado; sin embargo, este pasado sufre transformaciones en función del presente que se quiere comprender.
Somos conscientes que ningún conocimiento es "ingenuo", tampoco lo es el interés histórico, es decir : la pregunta por el pasado suele ir acompañada de una búsqueda determinada, de un interés particular; también es un lugar común reconocer que, en ocasiones, el ejercicio de la llamada "historia oficial" está ligado a la práctica política, a la justificación de las instituciones y a la manipulación que resulta de ello; también podemos encontrar una historia "de los vencidos" que responde a ciertos intereses, ya sean éstos de identidad o reivindicativos.
La historia no-oficial, la historia crítica ha servido en ocasiones y sigue sirviendo para mantener vivos los "anhelos libertarios", las aspiraciones de independencia de los pueblos; la llamada historia crítica o contrahistoria oficial es un recurso ampliamente utilizado en momentos de crisis; los grupos, naciones o nacionalidades oprimidas buscan rescatar del pasado modelos que no se encuentran en el presente.
Como plantea Borges en "Funes el memorioso: "no se trata de pensar sino de sentir". Aunque el protagonista no hubiese escrito la experiencia, al haber recordado, imaginado lo acontecido, ya no se le borraba. Y añade Borges: "pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer".18 Borges recorrió intensamente tres o cuatro tópicos a lo largo de su literatura: uno que le fascinaba de manera particular era el de la memoria: la capacidad de recordar o la cualidad que hiciera olvidables o inolvidables a los objetos o a los acontecimientos. En Funes el memorioso (Ficciones, 1944), el protagonista era un hombre de esas cualidades. Funes recordaba todo, con prodigiosa exactitud. Recordar un día completo le llevaba a Funes exactamente otro día completo de tiempo. Dicho en términos de otra metáfora que agradaba a Borges: ¿tiene sentido un mapa de China tan grande como China?
Los recuerdos y los olvidos que conforman la memoria hablan siempre de un proceso interno que debe aliarse o enfrentarse a los esfuerzos sociales y políticos por construir las memorias colectivas.
El tiempo, del que se dice muchas veces que "todo lo cura", actúa como catalizador entre la memoria individual, la personal próxima y la colectiva. Ya que el tiempo es "bajo diversas formas, de larga duración y virtual en la escritura, y es a la vez transhistórico por el concepto e histórico a través de lo vivido".
Namer (2004)19
No podemos olvidar, pues, que la memoria tiene un carácter cambiante y que, a medida que se va transformando, establece un hilo conductor de la vida.
En esa tensión entre memoria e historia debemos posicionarnos y compartir el razonamiento de Marcel Proust (citado en P. Vidal-Naquet) que establece que la memoria enriquece la perspectiva histórica al permitir la comparación, al abrir ventanas en distintas direcciones.
Conclusión
¿Qué hacemos los profesores preocupados por el rescate de los recuerdos?
¿Cuál es nuestro papel en ese lugar entre el historiador y el alumno?
En un mundo cambiante y complejo como el que nos ha tocado vivir, se presentan irremediablemente nuevas preguntas a la historia, y de hecho a nosotros como docentes.
"En la medida que los docentes se apropian de su propia historia, (…) los profesores pueden reflexionar sobre su propia práctica, pueden mejorarla, pueden plantearse cómo hacer mejores a los otros y a ellos mismos (…) cada uno de nosotros, debe pensar que en la medida que se apropia de su historia, se apropia del sentido, de la posibilidad de mejorar aquello mejorable, y dejar caer aquello que no está bien (…)
-Queremos- una educación que cuide lo más valioso que tenemos sin lo cual la educación no tiene sentido, la propia vida (…) (subrayado nuestro) Díaz20
Tal como expresa Díaz, ser docente es la forma que hemos elegido para ser y actuar en el mundo, provocando tensiones lógicas como puede ser: ¿Cuál es la relación entre historia y memoria?, teniendo presente que la memoria no es historia. Tomando palabras de Jöel Candau:
" Ambas son representaciones del pasado, pero la segunda tiene como objetivo la exactitud de la representación en tanto que lo único que pretende la primera es ser verosímil. Si la historia apunta a aclarar lo mejor posible el pasado, la memoria busca, más bien, instaurarlo, instauración inmanente al acto de memorización. La historia busca revelar las formas del pasado, la memoria las modela, un poco como lo hace la tradición.
La preocupación de la primera es poner orden, la segunda está atravesada por el desorden de la pasión, de las emociones y de los afectos. La historia puede legitimar, pero la memoria es fundacional".
Candau, . 21
Nuestro rol en la clase de historia, no es ya el que pretendía Herodoto de escribir "para evitar que lo que hicieron los hombres en el tiempo no se borre de la memoria y que las grandes y maravillosas hazañas realizadas tanto por los griegos como por los bárbaros no pierdan renombre"; hoy nos acercamos más al planteo de Jacques Le Goff cuando expresa
"La memoria, a la que atañe la historia, que a su vez la alimenta, apunta a salvar el pasado sólo para servir al presente y al futuro. Se debe actuar de modo que la memoria colectiva sirva a la liberación, y no a la servidumbre de los hombres".
Jacques Le Goff22
Consideramos que un docente del siglo XXI y específicamente un docente de historia comprometido con su quehacer no puede rehusar a los desafíos que nos plantea Le Goff.
"Es deseable que una nación sea lo bastante sólida en sus tradiciones y honor para tener la valentía de denunciar sus propios errores. Pero nunca ha de olvidar las razones que justifican la estimación de sí misma. Es peligroso exigirle que se reconozca culpable y sólo culpable y condenarla a una pena perpetua".
Albert Camus, Discursos y entrevistas
Bibliografía
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Ricoeur, P (2004); "La memoria, la historia y el olvido"; Buenos Aires; Fondo de Cultura.
Vidal-Naquet, P.; "Memoria e historia"; Biblioteca Virtual de Ciencias Sociales.
NOTAS:
1 Título del libro de Mario Benedetti, (1994); Editorial Sudamericana; Buenos Aires.
4 Bloch, M; , " Réflexions d'un historien sur les fausses nouvelles de la guerre ", Revue de synthèse historique, 1921 ; en Marc BLOCH, Ecrits de guerre 1914-1918, Paris, Armand Colin, 1997. Tirada aparte en éditions Allia, 1999
5 Nora, P. (dir.) (1984-1993) "Les lieux de mémoire" (Los lugares de la memoria); Paris; Gallimard
6 Braun, S; (2000) "Memorie ou passé?" Le Monde des débats.
7 Fragmento de "Poesía, pintura, música, etcétera";(2003), en Obras completas de Octavio Paz, Tomo XV; México; Fondo de Cultura Económica.
8 Nora, P. ob. Cit.
9 Neruda, P.; (1962); " Los nacimientos" en "Plenos Poderes"
10 Halbwachs,M.; (1992); "Les Cadres Sociaux de la Mémorie"; Paris; Ed. Albin Michel.
11 Ricoeur, P (2004); "La memoria, la historia y el olvido"; Buenos Aires; Fondo de Cultura.
12 Agamben, G. (2000); "LO que queda de Auschwitz. El archivo y el testigo"; Valencia; Pre- Textos
13 Agamben, G. (2000); Ob. Cit.
14 Levin, Florencia; "Respuesta nuevas a preguntas urgentes" en Pagina 12, julio 2007
15 Nietzsche, F. "De la utilidad y los inconvenientes de la historia para la vida" (material proporcionado por la Prof. Díaz)
16 Nietzsche; F.; Ob. Cit.
17 Nietzsche, F.; Ob. Cit.
18 Borges, J.; (1996); "Funes el memorioso"; en Ficciones; Buenos Aires, Emecé.
19 Namer, G.; (2004); "La sociología del tiempo", en "Historia, antropología y fuentes orales. Entre fábula y memoria"; Barcelona; Univer. De Barcelona.
20 Díaz, A.; "¿Cómo se llega a ser el que es? Hacia una genealogía del cuidado de sí en el contexto educativo"; FHCE; UdelaR; Montevideo.
21 Candau, J.; "Memorias y amnesia colectivas" Biblioteca Virtual de Ciencias Sociales
22 Le Goff, J. (2005); "Pensar la Historia: Modernidad, Presente, Progreso"; Madrid; Paidós Ibérica.
Autor:
Cedrés Mónica
Prof. de Educación Secundaria pública, U.T.U y del Consejo de Formación en Educación Cerp Suroeste
López Daniel
Prof. de Educación Secundaria privada y del Consejo de Formación en Educación Cerp Suroeste