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Percepción cotidiana de la Diversidad Cultural


Partes: 1, 2

  1. Presentación
  2. Introducción
  3. Cultura de Ancash y Chimbote
  4. Manifestaciones culturales de Ancash
  5. Hacia una construcción del conocimiento intercultural
  6. Conclusiones
  7. Referencias bibliográficas

Presentación

Señores Miembros del Jurado Evaluador:

En cumplimiento a lo dispuesto para la segunda etapa del concurso de nombramiento 2011, me permito presentar ante Uds., el presente trabajo monográfico titulado: "Percepción cotidiana de la Diversidad Cultural"; con el propósito de conocer y analizar la percepción de la diversidad cultural, vista como un problema que va a la par con el hábito compartido de ubicar a las personas dentro de una escala valorativa de prestigio social de acuerdo a los rasgos que ostentan y que las diferencian de otras. Lo que genera exclusión, discriminación y marginación.

El presente trabajo está realizado en base al análisis de nuestra realidad, a consultas bibliográficas e investigaciones.

Aprovecho la oportunidad para expresar mi más sincero agradecimiento a ustedes, señores miembros del jurado; por darme la oportunidad de presentar esta producción monográfica que busca enriquecer el conocimiento de la diversidad cultural en nuestra región y a partir de ello, generar actitudes y prácticas de convivencia pacífica.

El Autor

Introducción

El presente trabajo monográfico titulado "Percepción cotidiana de la Diversidad Cultural" está orientado a desarrollar el conocimiento relacionado a la percepción que tienen los pobladores de Nuevo Chimbote, de la diversidad cultural.

La presente monografía busca promover la forma de pensar de que, la diversidad cultural no es un problema. Puede ser más bien, como decía Basadre del Perú, una posibilidad. El problema no está en la diversidad misma sino en la manera de percibirla. Es decir: el problema es considerarla un problema. Es frecuente la comparación con países europeos, asiáticos o incluso latinoamericanos (Chile o Argentina por ejemplo), para mantener esa afirmación. Curiosamente la referencia a los Estados Unidos debería abrirnos a otra percepción: un país de inmigrantes de orígenes tan diversos como Estados Unidos fue capaz de convertirse en su momento en el país más poderoso del planeta, antes de que entre en crisis.

Así observamos que como Ancashinos, Chimbotanos o Nuevo Chimbotanos; somos descendientes de la cultura Chavín, Wari, Recuay, Chimú e Inca las cuales han habitado nuestros territorios en diferentes etapas de nuestra historia. Es así que ante el legado de estas culturas, así como el legado de los españoles durante la conquista y otros pobladores a través de la historia y de procesos de migración ha surgido una gran diversidad cultural tanto en Ancash como en la localidad de Chimbote y nuevo Chimbote.

Es así que ante la falta de conocimiento de nuestra cultura, falta identidad cultural y respeto por la diversidad cultural surge la necesidad de plantear medidas de solución ante esta carencia que permita no solo conocer nuestra cultura sino también comprometernos, sintiéndonos parte de ella.

Se ha logrado entender que el conocimiento cultural es básico para lograr que la población quiera y respete sus raíces y el lugar donde habita. La difusión cultural en nuestra ciudad es mínima. Por ello es necesario establecer las prioridades de un plan de acción que permita fortalecer nuestra cultura.

CAPÍTULO I

Cultura de Ancash y Chimbote

  • 1- Definición de cultura:

La cultura es el conjunto de todas las formas, los modelos o los patrones, explícitos o implícitos, a través de los cuales una sociedad regula el comportamiento de las personas que la conforman. Como tal incluye costumbres, prácticas, códigos, normas y reglas de la manera de ser, vestimenta, religión, rituales, normas de comportamiento y sistemas de creencias. Desde otro punto de vista se puede decir que la cultura es toda la información y habilidades que posee el ser humano. (WIKIPEDIA, 2011)

Algunos reclaman por la vaguedad con que se suele utilizar el término cultura y su derivado intercultural, pero ni bien se intenta una definición se descubre la complejidad que encierra el concepto y, por tanto, la dificultad que representa definirlo. Ante este escollo, muchas veces se renuncia al esfuerzo de precisar nuestras expresiones.

En realidad, si bien es cierto que el tema es muy complejo y que la definición de cultura conlleva toda una perspectiva teórica, en el marco de un discurso orientado a elaborar una propuesta educativa, es indispensable -y de hecho no es tan difícil como se piensa- proponer una definición operativa de cultura y de interculturalidad. Así, por cultura podemos entender los modos de vivir o los modos de ser compartidos por seres humanos.

La cultura y el lenguaje articulado son propios de los humanos; es lo que diferencia específicamente a nuestra especie de todas las demás. Los humanos tenemos la capacidad de ir amoldando y transformando no sólo la naturaleza, sino nuestras propias relaciones con el mundo y nuestra propia forma de vivir. A través de nuestra historia, hemos ido creando y modificando nuestra relación con el mundo en un proceso acumulativo y evolutivo hecho posible porque lo que creamos y aprendemos lo transmitimos también a nuestra descendencia sin necesidad de modificación genética. Para ello, hemos inventado -y seguimos renovando constantemente- sistemas simbólicos complejos, que son muy variados en el mundo entero. Tienen también un importante grado de arbitrariedad: ante cualquier reto nuevo que se nos plantea, los humanos siempre tenemos varias -y a menudo muchas- alternativas y posibilidades de creación. Las respuestas a las necesidades -y la propia construcción de nuevas necesidades- son así un producto de nuestra historia. Hoy en día reconocemos que la facultad de creación de sistemas simbólicos no es exclusivamente humana, lo que nos abre una importante perspectiva ecológica, pero nos hace ver también con mayor claridad la importancia decisiva que tiene esa facultad para la especie humana a diferencia de todas las demás. Por ello seguimos hablando de cultura como el modo propio del ser humano de relacionarse con el mundo.

La relación con el mundo implica la relación con la naturaleza, con los demás, consigo mismo, con la trascendencia; nos relacionamos con el mundo con formas de mirar, de sentir, de expresarnos, de actuar, de evaluar. Aunque las expresiones materiales manifiestas son parte de la cultura, es importante entender que, en tanto es viva, una cultura no se reduce nunca a la suma de todas sus producciones. Lo central de la cultura no se ve; se encuentra en el mundo interno de quienes la comparten; son todos los hábitos adquiridos y compartidos con los que nos relacionamos con el mundo. Por esta razón, podemos afirmar que la cultura, a la vez que se internaliza individualmente, es un hecho eminentemente social, puesto que es compartida y se socializa permanentemente en todas las interacciones de la sociedad, y en forma muy particular en los procesos educativos.

En nuestra región existen diversas culturas y todo ello debido a que somos un país con herencia de diversos antepasados influenciados por el mundo globalizado. Esto trae como consecuencia que no solo se hereden rasgos físicos; sino también comportamentales. En tal sentido observamos por ejemplo que los pobladores de la costa de Chimbote tienen una cultura diferente a los pobladores de la sierra de Ancash. Ejemplo de ello tenemos en la vestimenta en la cual observamos que en la costa las personas se visten con pantalones, polos, camisas a la moda, mientras que en gran parte de nuestra serranía aún se visten en base a polleras y llanques.

2. Interculturalidad: ¿Por qué no "mestizaje cultural"?

La noción de "mestizaje cultural" ha tenido cierto éxito en el Perú al buscar dar cuenta del encuentro -o del choque si se prefiere- de las culturas autóctonas con la de los colonizadores españoles. Tal vez el término pueda seguir siendo interesante para expresar la voluntad de quienes, desde tradiciones étnicas y culturales diversas, buscan construir un terreno común de entendimiento. Sin embargo, expondremos ahora varias razones que nos hacen pensar que en la actualidad su uso no es muy conveniente.

El término se deriva de la simplificación extrema operada por la gran división colonial, jerarquizante y excluyente, entre "indios" y "españoles", supuestamente reconciliados en el "mestizaje". Se pasa así alegremente por alto la gran riqueza de la multiplicidad cultural. Se confunde además en una sola categoría realidades culturales muy distintas (por ejemplo no es igual el "mestizo" de las antiguas ciudades coloniales que el "indio" que ha adquirido hábitos urbanos). Y finalmente, la noción de "mestizaje cultural", aunque construida a base de las categorías coloniales, tiende a eliminar la percepción de la relación de dominación propia de la situación colonial y heredada de ella. Es decir tiende a suponer armonía entre todos, dejando de lado la desigualdad real de condiciones de los grupos sociales y étnicos, en el acceso a los recursos culturales ajenos y en las posibilidades de desarrollo y difusión de los propios.

En términos más teóricos, se critica también esta noción porque -como lo señalara Fernando Fuenzalida (1992) trata las culturas como si fueran entidades corpóreas con capacidad de mezclarse de modo similar a los seres orgánicos. Para nosotros, en cambio, la cultura no tiene existencia en sí misma, sino que se refiere a actitudes acostumbradas y a maneras de ser compartidas (dimensión social) de las personas en concreto (dimensión individual). Por esta razón, en el mejor de los casos, podría hablarse de "mestizaje" en un sentido metafórico, pero es una metáfora que, lejos de ayudar a entender la realidad, más bien conduce a confundirla.

3.- La diversidad cultural y la interculturalidad como situación de hecho

La diversidad cultural se presenta en espacios definidos donde coexisten grupos humanos con tradiciones culturales diferentes. Por tal razón, no entenderemos por diversidad cultural la existencia de influencias lejanas, como pudieron ser la adopción de los fideos o de los molinos de viento asiáticos en Europa. En cambio, los contactos frecuentes entre mercaderes y toda clase de viajeros en torno al mediterráneo, por la densidad de estas relaciones, constituyeron espacios importantes de diversidad cultural que generaron relaciones intensivas entre culturas o relaciones interculturales de hecho, esto es, relaciones en las cuales, aunque las personas no necesariamente lo quieran ni lo busquen, se ven influenciadas de manera importante por rasgos culturales originados en tradiciones diferentes a la propia. En este sentido, el mundo andino se ha caracterizado siempre por una gran diversidad cultural.

Ahora bien, puede ser muy variada la actitud frente a la diversidad cultural y a las consiguientes relaciones interculturales en las que uno se encuentra sumergido de hecho. Por ejemplo, es posible que ciertas influencias no sean reconocidas e incluso sean rechazadas. El reconocimiento, desconocimiento o rechazo de influencias culturales depende, naturalmente, del prestigio que está socialmente asociado a cada uno de los ámbitos culturales. Pensemos cuánto de influencia árabe hay en la cultura hispana, sin que sea generalmente reconocida. Del mismo modo ¿cuánto de influencia andina habrá en la cultura criolla del Perú, aunque no se la quiera admitir? Es de esperar que cada persona tienda a reconocer y valorar dentro de sí misma las influencias culturales de ámbitos que gozan de mayor prestigio. Este proceso es complejo, no unilineal, y depende incluso en parte del contexto en el que se encuentre la persona, pero aquí simplemente interesa señalar que existen influencias que, pese a no ser reconocidas, actúan sin embargo eficazmente en el comportamiento individual o colectivo. Pensemos por ejemplo en la influencia de la lengua materna en la manera de hablar otro idioma: aunque se la quiera negar, esta influencia jamás desaparece por completo.

Esta actitud variada ante influencias culturales, de acuerdo a su prestigio y proveniencia, está íntimamente ligada al contexto de mucha desigualdad social en que se dan generalmente las situaciones de interculturalidad, como es el caso del Perú. Las influencias culturales mutuas no se procesan entonces de manera armoniosa y en un ambiente de respeto mutuo y de diálogo. Es más bien lo contrario que ha venido dándose a lo largo de la historia. Pero ello no significa que no hayan existido estas influencias mutuas (o esta interculturalidad de hecho). Significa, eso sí, que para quienes viven ese proceso es difícil reconocer y asumir plenamente la riqueza potencial que representan recursos culturales generados a través de prolongadas experiencias históricas distintas, y que de pronto se encuentran reunidas y al alcance. Al mismo tiempo, la historia de la humanidad, y en especial también la del Perú, está llena de ejemplos de influencias mutuas que se han producido en medio de relaciones sociales jerarquizadas y de procesos de dominación y explotación. Sólo por tomar ejemplos materiales muy obvios, se puede recordar que Europa se salvó de muchas hambrunas gracias a la papa andina y que la agricultura andina, por su lado, adaptó con mucho éxito el buey y el arado a sus sistemas de producción.

En medio del conflicto y la injusticia de las relaciones sociales, siempre hubo quienes soñaron con convertir las relaciones interculturales existentes de hecho, en un punto de partida para establecer relaciones sociales más justas: la interculturalidad se convierte entonces de una situación de hecho en un principio normativo orientador de cambio social.

4.- La interculturalidad como principio normativo

Más allá de la existencia de hecho de relaciones interculturales, la interculturalidad puede entonces tomarse como principio normativo. Entendida de ese modo, la interculturalidad corresponde a la actitud de asumir positivamente la situación de diversidad cultural en la que uno se encuentra. Se convierte así en principio orientador de la vivencia personal en el plano individual y en principio rector de los procesos sociales en el plano axiológico social. El asumir la interculturalidad como principio normativo en esos dos aspectos -individual y social- constituye un importante reto para un proyecto educativo moderno en un mundo en el que la multiplicidad cultural se vuelve cada vez más insoslayable e intensa.

En el plano individual, nos referimos a la actitud de hacer dialogar dentro de uno mismo -y en forma práctica- las diversas influencias culturales a las que podemos estar expuestos, a veces contradictorias entre sí o, por lo menos, no siempre fáciles de armonizar. Esto supone que la persona en situación de interculturalidad, reconoce conscientemente las diversas influencias y valora y aquilata todas. Obviamente, surgen problemas al intentar procesar las múltiples influencias, pero al hacerlo de modo más consciente, tal vez se facilita un proceso que se inicia de todos modos al interior de la persona sin que ésta se dé cabal cuenta de ello. Este diálogo consciente puede darse de muchas formas y no sabemos bien cómo se produce, aunque es visible que personas sometidas a influencias culturales diversas a menudo procesan estas influencias en formas también similares. Por ejemplo, en contraposición a la actitud de desconocimiento y rechazo de una vertiente cultural con poco prestigio, actualmente ciertas corrientes ideológicas están desarrollando una actitud similar de rechazo de la vertiente cultural de mayor prestigio. La interculturalidad como principio rector orienta también procesos sociales que intentan construir -sobre la base del reconocimiento del derecho a la diversidad y en franco combate contra todas las formas de discriminación y desigualdad social- relaciones dialógicas y equitativas entre los miembros de universos culturales diferentes. La interculturalidad así concebida, "(…) posee carácter desiderativo; rige el proceso y es a la vez un proceso social no acabado sino más bien permanente, en el cual debe haber una deliberada intención de relación dialógica, democrática entre los miembros de las culturas involucradas en él y no únicamente la coexistencia o contacto inconsciente entre ellos. Esta sería la condición para que el proceso sea calificado de intercultural." (Zúñiga 1995)

En este sentido, la interculturalidad es fundamental para la construcción de una sociedad democrática, puesto que los actores de las diferentes culturas que por ella se rijan, convendrán en encontrarse, conocerse y comprenderse con miras a cohesionar un proyecto político a largo plazo. En sociedades significativamente marcadas por el conflicto y las relaciones asimétricas de poder entre los miembros de sus diferentes culturas, como es el caso peruano, un principio como el de la interculturalidad cobra todo su sentido y se torna imperativo si se desea una sociedad diferente por ser justa.

5. La crisis de la modernidad

El proyecto de la modernidad nacido de la Ilustración afirmó el sueño de la posibilidad de un progreso indefinido regido por la razón. La historia del siglo XX, sin embargo, es también de algún modo la historia de la pérdida de credibilidad del proyecto así definido. Para ello basta mencionar la constatación hecha sentido común de los horrores a los que puede conducir el desarrollo tecnológico con su "razón instrumental" (basta la masacre de Auschwitz como ejemplo).

Al mismo tiempo, nacen o renacen identidades nacionales y étnicas en los pueblos subordinados dentro el nuevo orden mundial, dando lugar con frecuencia a movimientos marcados por un claro anti-occidentalismo. Pese a los avances científicos y tecnológicos que han puesto al Japón junto con otros países orientales a la punta de la modernidad, se sigue muchas veces identificando a occidente con modernidad, con el rechazo de ambos, con toda la ambigüedad que significa rechazar la modernidad de occidente más no su tecnología. Estos movimientos ceden también fácilmente a la tentación de intentar recrear mundos cerrados en diversas formas de fundamentalismo.

La ideología de la posmodernidad es una forma de respuesta a esta crisis, aunque si se la mira desde cierta distancia (y especialmente desde el sur), aparece como una respuesta en realidad muy propia de la cultura moderna y, además, muy occidental. Paralelamente, y casi independientemente de estos movimientos de crítica o negación de la modernidad, la vida misma de las personas, de las instituciones y de los Estados, continúa en lo central siendo regida por una búsqueda cada vez más exigente de eficiencia, propia de la racionalidad moderna regida por el ideal del progreso. Tal vez el drama de la sociedad globalizada de hoy sea que, aunque ya no se cree en el progreso, éste sigue siendo la meta que todos persiguen, a falta de otro sentido que ha desaparecido del horizonte.

Muchos sostienen que el proyecto moderno, sin embargo, no está agotado. Su crisis manifiesta más bien una insuficiencia de modernidad, es decir una insuficiencia de racionalidad y razonabilidad (o sensatez, en el sentido de Eric Weil) en las relaciones humanas. Se podría pensar, incluso, que recién están apareciendo las condiciones de una modernidad mayor, o al menos que la sociedad está en crisis, no porque la modernidad la destruyó, sino porque, al contrario, es insuficientemente moderna. El sueño de hoy ya no es, claro está, el de un progreso indefinido logrado mediante una ciencia omnipotente, sino más bien el de alcanzar una vida razonable en el planeta sobre la base del respeto de las diferencias entre todos los humanos. Desde ahí es posible hablar nuevamente de un universal, ya no impuesto desde fuera, sino surgido del diálogo y de la tolerancia.

6. La interculturalidad como respuesta posible a la crisis de la modernidad

El aprender a vivir entre los diversos se está convirtiendo así en el nuevo reto (y tal vez el nuevo mito de una modernidad más amplia). El proyecto de interculturalidad, respetuoso de las diferencias, es hasta ahora contradictorio con la homogeneización que produce la gran empresa multinacional 3.Sin embargo, el mismo proceso que produce homogeneización, pone también en comunicación cada vez más estrecha el planeta entero, ubicándonos a todos cada vez más en situación de interculturalidad de hecho que crea condiciones para luchar contra la tendencia uniformizante.

Existe entonces un campo enorme para una lucha cuyos resultados dependerán en gran parte de la actitud de las sociedades subordinadas, de su capacidad de proponer con fuerza valores al mundo de hoy, de difundir maneras de ver inspiradas en sus propias tradiciones, de crear formas nuevas de modernidad. Lo que está en juego y en discusión, entonces es la posibilidad de crear y recrear la modernidad desde múltiples tradiciones. Los japoneses han mostrado que esto es posible al desarrollarse afianzando más su cultura y creando modernidad desde ella: pensemos por ejemplo en el refinamiento puesto por ellos en el acabado y en la presentación de los productos industriales. Frente a una modernidad uniformizante (y básicamente occidental), es posible imaginar una modernidad de diversidad y pluralidad, más rica, que explore muchas alternativas a la vez y las confronte permanentemente en los nuevos espacios rápidos de intercomunicaciones.

En esta perspectiva, el Perú tiene mucho que aportar. Si el reto del mundo en el próximo siglo es el de crear relaciones sensatas de convivencia sobre la base del respeto y aprovechamiento de la diversidad, ese es un aspecto en que el Perú tiene ventajas comparativas si es capaz de ir a sus raíces y aprender de sus antiguas culturas. Sabemos que desde siempre, los antiguos peruanos supieron manejar la diversidad de la naturaleza. Pero no sólo eso: también tuvieron muchos recursos para manejar la diversidad de los grupos sociales y hacer posible la convivencia entre quienes se mantenían diferentes.

Un eje central de trabajo es entonces el proyectarnos al futuro desde una civilización -la andina- cuyo rasgo más relevante, comparativamente con otras grandes civilizaciones, siempre fue el de enfatizar el manejo de la diversidad en todos sus aspectos, tanto físicos como sociales y culturales.

Esta lucha por un mundo regido por el principio de interculturalidad es, desde luego de enormes dimensiones, pero está a la altura de los grandes retos que necesitan las nuevas generaciones. Supone aprender a pensar el mundo desde nuestra experiencia y a la vez desde el mundo mismo; trabajar la relación norte-sur en diálogo con el norte aprendiendo también del sur, especialmente de quienes (como la India por ejemplo) han avanzado, desde su propia historia en la construcción de propuestas del manejo de la diversidad.

CAPÍTULO II:

Manifestaciones culturales de Ancash

Folclore

Entre las más populares manifestaciones folklóricas destaca la Chuscada ancashina, danza caracterizada por su alegría y ritmo llevadero, que combina el pasacalle, la marinera y el triste, otras danzas importantes son las Shacshas, las Huanquillas, las Antihuanquillas, los Capitanes, las Pallas y los Negritos.

Artesanía

Diversas manifestaciones guardan la tradición artesanal ancashina. Destaca la confección de trajes típicos y el bordado de coloridas polleras. Además, se mantiene el arte de la fabricación de velas, muy utilizadas en las diversas procesiones de la zona. Entre otras labores artesanales, se encuentran las frazadas de lana de chavín, la cerámica de Taruca, el fierro forjado, el repujado en cuero y la cestería.

Gastronomía:

Dentro de los platos típicos del departamento destacan:

Picante de cuy: guiso de cuy cocinado en salsa de maní y ají panca.

Cuchicanca: lechón tierno adobado en vinagre y horneado, servido con papas sancochadas y mote (maíz desgranado y hervido).

Tamales: masa de maíz rellena con carne, envuelta en hojas de plátano y cocida al vapor.

Charqui: carne de llama seca y salada.

Llunca kashki con gallina: sancochado de gallina con trigo y huacatay.

Pecan caldo: caldo de cabeza de carnero con mondongo o vísceras, patitas y hierbabuena.

Pachamanca: carnes diversas, papas y choclo o maíz tierno cocidos bajo tierra entre piedras calientes con hierbas aromáticas, al estilo prehispánico.

Humitas: masa dulce de maíz rellena con canela y pasas, envuelta en hojas de maíz y cocida al vapor.

Cebiche de pato casmeño: sudado de pato macerado en jugo de naranja y limón.

Además se pueden encontrar una gran variedad de productos tradicionales como: queso mantecoso, quesillo o queso fresco sin sal que se sirve con miel, jamón, mantequilla, miel de abeja, manjar blanco o dulce de leche y diversidad de frutas como el capulí, membrillo, lúcuma, granadilla, chirimoya, guayaba, tuna, entre otras.

Bebidas tradicionales

Dentro de las bebidas tradicionales destacan la chicha de jora (licor de maíz macerado cuyo origen y consumo data desde épocas anteriores a los incas.) y chicha de maní (bebida de maní fermentado).

  • 1.  Principales atractivos

Museo Arqueológico de Ancash

Av. Luzuriaga 762 Tel: (044) 72-1819 / 72-1551Visitas: L-S 9:00-17:00, D 9:00-14:00Presenta una colección variada de textiles, piezas de cerámica y de piedra pertenecientes a distintas culturas pre incas como Chavín, Recuay, Huaraz, Mochica, Chimú y Huari.

Restos Arqueológicos de Willcahuain, A 7 km al noreste de Huaraz (35 minutos en auto o 3 horas a pie aproximadamente). Templo preinca data del 900 d.C., muestra una clara influencia Huari. Está íntegramente construido en piedra, formado por diversas plataformas sobrepuestas y en el interior distingue una red de galerías.

Mirador de Rataquenua, A 7 km al sureste de la ciudad de Huaraz (5 minutos en auto aproximadamente) al lado este de la colina Mirador natural que constituye un punto estratégico para divisar la ciudad. Se recomienda acudir a este mirador en horas del día y en grupos.

Laguna de Tullparaju, A 28 km al este de la ciudad de Huaraz (30 minutos en auto aproximadamente). Está rodeada de queñoales, quisuares e ichus. En la cercanía se pueden observar especies típicas de la fauna andina como vizcachas, gatos monteses y diversas especies de aves como los patos silvestres.

CAPÍTULO III:

Hacia una construcción del conocimiento intercultural

"Cada acción social y actividad educativa que favorezca los encuentros entre sujetos autónomos, sobre un terreno de mutua legitimidad, respeto e igualdad, constituye un acto intercultural", plantea Juan Godenzzi Alegre, que acepta ver al "otro" como algo inferior, agrega, "Tenemos, pues, el gran desafío colectivo de aprender a entendernos unos con otros, por más diferentes que seamos, para construir juntos tanto la convivencia democrática", la búsqueda de un camino de convivencia en el marco de respeto a las individualidades, entendida con derechos reales y legales, como reclama la realidad nacional educativa no aferrándonos a códigos culturales que generan intolerancia, viendo a la escuela como ámbito de construcción intercultural y la sociedad que apueste por la manera de ver positivamente la realidad que toca vivir. Desarrollar de esta manera, una sociedad tolerante, prescindiendo de las discriminación, abierto hacia los conocimientos y avances propios de una sociedad moderna que va hacia adelante, viendo a la educación intercultural como una de las potencialidades que pueden brindar y tender puentes hacia una convivencia armoniosa en pleno siglo XXI, bajo marcos de educación que incorpore a todos cómo alguien que no tiene nada de diferente. ¿Acaso es difícil y paradójico construir una identidad nacional, ante tanto pluralismo multicultural y bilingüismo, en una sociedad altamente intolerante?, Se cree que valdría tal reflexión si apunta a buscar, quizás, no soluciones, pero mostrar ciertos caminos que conduzca a resolver algunas aristas del esquema social, diseñado por las minorías que poseen el timón de gobernarla, y es en esta línea que se inscribe, la reconocida investigadora, Claudia Briones insertar lo conocimientos interculturales que cimentarán una sólida base heterogénea en el marco de respeto cultural, mostrando una realidad donde existe poca presencia étnica indígena, que busque el desarrollo consciente de cada actor social en forma integrada, poniendo en práctica sus respectivas potencialidades.

Tratando la identidad cultural en torno a la globalización dentro del marco de la educación, respecto a la diversidad cultural, "Basta ver los medios de comunicación, para darse cuenta de la multitud de conflictos religiosos, étnicos del planeta.", Sostiene Carlos Iván Degregori, que todavía no se ha sido capaz de asimilar esa realidad y menos abordar su solución a corto plazo. Continua escalofriante Degregori, "Si un extraterrestre, captara únicamente las telenovelas peruanas o latinoamericanas, se haría la idea de un continente abrumadoramente blanco, posiblemente más blanco que los EEUU. Peor aún, cuando aparecen quechuas, aymaras, cholos, negros o habitantes rurales, es casi siempre para burlarse de ellos en los programas cómicos… reality shows, o en propagandas de productos "para los estratos C y D".

Frente a este punto de vista dramático se ve la configuración de la sociedad peruana, donde los medios de comunicación van jugando un rol preponderante en contra de la identidad, acentuadamente discriminativa y hasta salvaje, hacia aquellos que comparten este territorio; caben muchas interrogantes, que ojalá a lo largo de esta exposición se vaya aclarando y encontrar puntos de concordancia igualitaria sin importar barreras culturales, rompiendo las ideologías enraizadas abriendo paso a la multiculturalidad. "El discurso sobre la identidad nacional fundada en una visión dual de la sociedad peruana se ve hoy desbordado por la creciente heterogeneización de la vida social y por la emergencia de grupos que exigen que se implemente una política de la diferencia, que reconozca sus especificidades", sostiene Norma Fuller; Es difícil construir ideas, a partir de una sociedad enraizadamente multicultural, y siglos de postergación, en el marco de los constantes cambios y la manera de interpretar los parámetros sociales, no obstante, Javier Ávila, se atreve a tender la mirada hacia atrás para recordar la dura historia, "El fenómeno de la mundialización se puede rastrear hace quinientos años con el denominado "encuentro de dos mundos", con marcadas diferencias culturales y tecnológicos histórica con la clasificación colonial de la población mundial en torno de la idea de la "raza", la misma que procedió a identificar a los pueblos "no blancos" como biológica y culturalmente inferiores", ante esta desoladora realidad, resta pocas posibilidades de salir airosos en corto tiempo, y quizás, aunque suene irónico, para que cuando se esté en condiciones de convivencia intercultural, los llamados "otros", habrán desaparecido.

En cierta medida en el mismo derrotero, Gastón Sepúlveda, sostiene "Las aptitudes y disposiciones del cerebro humano requieren condiciones socioculturales para manifestar las aptitudes de la mente humana para organizarse.", significa trabajar la parte cognoscitiva construyendo bases interculturales, abierto a nuevas críticas, en este sentido la articulación simbólica puede verse, parafraseando a Vigotsky, como una zona de construcción de conocimiento en tanto que los participantes negocian el sentido de sus respectivas orientaciones cognoscitivas y hacen surgir realidades culturales, se puede avizorar el grado de profundidad a que llegó este científico suizo, "

Este recorrido entre las competencias que el niño tiene y las que puede llegar a tener con la ayuda de un guía experto y que en los términos de Vigotsky hemos denominado zona del desarrollo próximo, es un espacio de construcción de conocimiento que decididamente jugará a favor del desarrollo de las nuevas sociedades rurales con mayoría indígena peruana, que todavía no ha encontrado caminos para sobresalir del marasmo social en que se encuentra, enfatiza la investigadora, está permanente los llamados "otros", con la finalidad de buscar consensos y encuentros que favorezca una interrelación diversificada, convirtiéndole a la Interculturalidad, como una necesidad, resaltando la línea solidaria como una actitud positiva frente al tema supone que la relación se da desde planos y en condiciones de igualdad entre las culturas que interactúan.

Se entiende que el otro puede crecer desde su diferencia. Ésta es la ética que está detrás del concepto de autonomía, viendo como un punto de llegada. Es un camino necesario de las sociedades auténticamente democráticas, la sociedad multicultural, por lo menos debe reconocer constitucionalmente como tal, y debe transitar gradualmente hacia la interculturalidad, y puede hacer más partícipe en el desarrollo de pueblos postergados apelando a una de las partes, el racismo en la educación intercultural, Además se resalta la idea de sociedad, se deduce que muchas de las luchas étnicas tienen un trasfondo de clase, al referirse a las organizaciones que tienen un fundamento étnico y persiguen el reconocimiento de sus culturas, pero que avanzan también en reivindicaciones económicas y sociales, y pasa por cierto en el equilibrio de construcción de bienes culturales que combate el racismo superestructural y económico, que en nombre del progreso, avasallan a las culturas de menor desarrollo que se resisten a no desaparecer, en un mundo hostil, donde se vende y se compra todo.

1. La compleja diversidad cultural en el país

La diversidad cultural no es exclusiva de los andes, es una constante de la historia de la humanidad. Aun así, los antropólogos de campo han recalcado la gran diversidad de los andes al punto que algunos llegan a decir que en los andes existen tantas culturas como pueblos y variantes dialectales. Quisiéramos por nuestra parte sugerir que en los andes la diversidad cultural parece ser mantenida y reforzada conscientemente como una manera de afirmar la identidad del grupo por diferenciación del otro. La actitud misma de construir la identidad enfatizando así la diferencia, es sin embargo común a todos y es un rasgo cultural que los une fuertemente, como los une también la búsqueda y creación de rituales que afirmen la unidad del conjunto, preservando y marcando a la vez las diferencias.

Se conoce en la actualidad cada vez más acerca de la manera cómo los andinos han utilizado y utilizan en la producción la gran diversidad de climas, terrenos y especies, aprovechando lo mejor posible la multiplicidad de nichos ecológicos a su disposición. Estamos ante la única gran civilización agrícola que logró avances considerables sobre la base del policultivo en lugar del camino del monocultivo seguido por las demás grandes civilizaciones agrícolas en el orbe.

Para los andinos, producir no es sólo una relación con la naturaleza, es simultáneamente una relación social. El manejo de la diversidad también se evidencia en ese nivel. Las sociedades andinas siempre han dado mucha importancia al desarrollo de instituciones y rituales que hicieran posible que grupos de orígenes geográficos y étnicos muy diversos pudieran convivir, manteniendo identidades propias muy fuertes, pero también intercambiando entre sí y buscando mantener vínculos de buena vecindad con el menor costo en tensiones y violencias.

Los estados andinos lograron expandirse cuando supieron aprovechar las tradiciones de manejo de la diversidad, para mantener una paz basada en un cierto respeto de las autonomías, y una economía que buscaba articular la diversidad en un nivel mayor.

Los conquistadores españoles, por su parte, eran ellos mismos producto de influencias múltiples, aun cuando la España del siglo XVI negara esas influencias, afirmando la "pureza racial": junto con las armas físicas, las armas mentales de la reconquista fueron trasladadas a la conquista de América (Manrique 1993).

La relación colonial creó una brecha social y étnica entre "indios" y "españoles", con el fuerte sistema jerárquico correspondiente. Pero las relaciones entre "vencedores" y "vencidas" están a la vez llenas de ambigüedades: el indio rechaza al español pero aprende de él, lo imita y busca apropiarse de los rasgos culturales que lo identifican (vestimenta, herramientas, lengua, culto), aunque sin perder los propios. Aparece así un nuevo campo de desarrollo del manejo de la diversidad, en una relación dual no simétrica sino de subordinación, pero en la que el subordinado pretende arrebatarle sus poderes al dominante al colocarlos al lado de los antiguos recursos culturales. Algunos llaman sincretismo esta manera de yuxtaponer al santo con la huaca. También podríamos decir, más simplemente, que se trata de un nuevo campo de aplicación de la antigua tradición de incorporar elementos nuevos (diversos, distintos) otorgándoles sabiamente un espacio al lado de los antiguos.

La emancipación de España -muchos lo han dicho- no significó la eliminación del racismo que heredamos del periodo colonial y que es de difícil y lenta erradicación de las mentes aun cuando ya no se confiesa abiertamente. En nuevos contextos, antiguas y variadas tradiciones encuentran también a veces nuevos espacios en su lucha por el simple derecho a existir. Entre ellas, y aunque son minorías muy pequeñas, los grupos amazónicos revisten mucha importancia en términos cualitativos: a diferencia de los andinos, no llegaron a ser colonizados y han mantenido por tanto identidades fuertes, pero también se encuentran muy desarmados frente al contacto masivo con el mundo exterior.

A este gran tronco andino-amazónico originario se suman muchos grupos. Entre ellos destaca el de origen africano, pero también son muchos otros, llegados al país en diversos momentos de su historia y que se han adaptado en formas muy diversas: descendientes de chinos y japoneses, pero también de árabes, italianos, alemanes, y muchos otros, con grados diversos de mantenimiento de la identidad originaria. Son muchos y variados los aportes de todos ellos a las actuales costumbres y actitudes. Más allá de la dureza de la relación colonial y del racismo que de allí deriva, en la sociedad peruana se ha ido forjando también -siempre en medio de ambigüedades- una cierta tolerancia por el otro, por quien es distinto, y un aprecio por diferentes formas de mezcla (pensemos por ejemplo en la comida que se ofrece en los restaurantes limeños).

Más allá de las diferencias, importa destacar y estudiar las relaciones nuevas que se han ido gestando entre grupos y personas con orígenes culturales distintos y que, al verse obligados a convivir, han ido también influenciándose mutuamente.

2. Tendencias de los procesos culturales actuales

La metáfora del encuentro del zorro de arriba con el zorro de abajo en la obra conocida de José María Arguedas (1971), es una manera muy andina de interpretar al país. Al presentar a los zorros como representantes de la sierra y de la costa, el autor nos habla de las relaciones difíciles entre andinos y criollos en la actualidad y nos recuerda simultáneamente distinciones anteriores a la relación colonial, y sobre las cuales se habían tejido antiguas relaciones de reciprocidad. La metáfora de los zorros es muy útil y a su vez, aplicada a la realidad del Perú contemporáneo, muestra sus limitaciones. "A qué habré metido estos zorros tan difíciles en la novela", "estos "Zorros" se han puesto fuera de mi alcance", nos confiesa Arguedas en el diario que puntúa la novela. En efecto, la metáfora construida sobre un modelo dual se prestaba muy bien para interpretar la antigua realidad andina, pero es de uso difícil para hablar del Perú de hoy (en el caso concreto de la novela, el Chimbote del boom de la pesca), un país no solo múltiple y fragmentado, sino totalmente trastornado ya que no logra mas articular sus diferencias al modo del encuentro de "zorros" que ya no existen o han perdido identidad.

Este nuevo Perú "hirviente" ha sufrido cambios de tales magnitudes que las propias categorías mentales que se utilizaban para entenderlo, resultan insuficientes y en muchos casos obsoletas. Antes, las identidades se construían de manera clara con la pertenencia de los individuos a grupos claramente identificables, con vínculos de parentesco y de vecindad perfectamente definidos. Era entonces importante señalar claramente de qué manera se diferenciaban y oponían los grupos, para desde ahí encontrar formas de unirlos en un encuentro fructífero en el que la amistad no excluía tensión y pelea, pero suponía la incorporación de las identidades particulares en una identidad superior que siempre corría el riesgo de volverse a dividir. De ahí los múltiples rituales andinos que celebran a la vez la competencia y la unión de los competidores.

Partes: 1, 2
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