Resulta interesante que en la literatura se hace referencia a que las personas jubiladas necesitan redefinir sus méritos como seres humanos. Necesitan encontrar otros intereses para que tomen el lugar del trabajo que había dado dirección y estructura a su vida. . Las personas tienen la mayor probabilidad de permanecer con vitalidad si pueden estar orgullosas de sus atributos personales más allá de su trabajo. Necesitan reconocer que su ego es más rico y diverso que la suma de sus tareas laborales. (Papalia y Wendkos, 1998, p. 602)
Quizá la respuesta de nuestros sujetos aparece como una manifestación que aflora de los viejos esquemas relacionados con los roles asignados históricamente a hombres y mujeres, que imprimían un fuerte sello a la esfera motivacional y a la autovaloración de los desempeños individuales y sociales, según el sexo, en el caso del masculino, directamente vinculados a la esfera laboral.
Mucho se ha comentado acerca de los protagonismos en el adentro y el afuera del hogar, respectivamente, de hombres y mujeres. Esto con alta probabilidad determina que ellos se centren y enorgullezcan del desempeño en el área laboral, en la que les correspondía brillar, en la que eran juzgados con mayor fuerza que en un espacio predominantemente femenino como la familia, los hijos y nietos.
Ello se refuerza en los casos que se presentan, donde resulta bastante cuestionable el ejercicio mostrado por los sujetos de los roles concernientes al espacio más doméstico, más hacia lo interno.
En la mencionada investigación de Arés Muzio P. (2002) acerca de algunas determinantes psicológicas importantes para la conformación de una pareja estable, la investigadora subrayó la importancia de la autovaloración, del sentimiento de la propia estima, cómo el individuo se percibe a sí mismo y a los demás, ya que una adecuada valoración y estima personal son condiciones necesarias para aceptar al otro con sus propias características, para admirar al otro desde un reconocimiento de las diferencias.
Nótese en estos hombres que viven solos, la imposibilidad para estabilizar una familia, para encontrar satisfacción en los repetidos intentos de búsqueda de pareja, para mantener vínculos estrechos con los hijos en los casos en que estos existen.
Otro hallazgo notable al analizar la esfera de la autovaloración, fue la inclusión espontánea, por parte de los varones que viven solos, del sexo contrario en la autovaloración. Nueve de los once sujetos, incluyeron a las mujeres. ¿Lo más notable? En siete de estos casos de forma negativa, atribuyéndole cualidades censurables a su actuación e incluso con epítetos de fuerte connotación negativa y hasta soeces. ("Mujeres y brujas, es lo mismo", "Todas caen al final en lo mismo, son……")
Siete de las mujeres estudiadas disfrutan de relaciones integrales con las familias que crearon en algún momento de sus vidas, fundamentalmente hijos y nietos, o sea, existen entre ellos vínculos afectivos y económicos. Cinco se relacionan con sus ex-esposos. Las dos que no se casaron nunca se relacionan con hermanos y hermanas, fundamentalmente de manera parcial afectiva. Una persona de este grupo mantiene relaciones nulas con sus parientes.
Por contraste, de los hombres solos estudiados, seis mantienen una relación afectiva con su familia de origen, el resto se relaciona de manera formal o no mantienen ninguna relación. Solo tres han creado familia y mantienen una relación integral con sus hijos, de ellos dos tienen relación nula con la madre de estos.
En la observación realizada se constató el predominio de un hábito externo limpio en las mujeres, con las lógicas diferencias individuales. La mayoría destaca por especial cuidado en esta área. Tres de ellas, sin maquillaje ni uñas pintadas, más sencillas en su atuendo, igualmente exhiben muy buena higiene personal.
La señora que menos relaciones interpersonales reporta, con vínculos nulos con familiares y pobres contactos en su comunidad, es la que presentó problemas de desaliño en su apariencia personal, con pelo y uñas francamente descuidados, ropa descuidada y olor desagradable.
En los hombres que viven solos, por el contrario, predominó el hábito externo sucio, presente en siete de los sujetos estudiados en mayor o menos grado. Los indicadores que aparecieron con mayor frecuencia en el polo negativo de la valoración fueron: pelo (sin corte definido, con puntas quemadas, grasoso), la cara (con espinillas y restos de secreciones diversas), bigote (sin recortar, con manchas indefinidas), uñas (sin recortar, sucias) y vestimenta (descuidada).
Aunque no constituyó objetivo de nuestro trabajo, nos resultó curioso apreciar que el cuidado e higiene de las viviendas también permiten hacer distinciones entre ambos sexos, porque lógicamente, su estado se asemeja extraordinariamente al de sus dueñas y dueños: Las damas mantienen por lo general sus hogares limpios, bien dispuestos, ordenados y en ellos se desarrolla la rutina usual de una familia en cuanto a los horarios para realizar las diferentes actividades.
De los hombres que viven solos, excepto cuatro sujetos, el resto ha descuidado ostensiblemente la higiene y el cuidado del hogar, aun en cuestiones elementales como la acumulación de basura en lugares insólitos de la casa, muebles y utensilios con restos de suciedad abundante, entre otras. Refieren que sus horarios son irregulares y no obedecen a una planificación ordenada, mas bien se realizan acciones concretas para satisfacer las necesidades vitales elementales en el aquí y ahora en que aparecen.
¿Cómo explicar estas diferencias? Pienso que no están divorciadas de los argumentos expresados al analizar el acápite de la autovaloración, pues tienen igualmente un fuerte componente social, determinados por los aprendizajes tan contrastantes que han predominado en las familias y otros espacios, en función de la pertenencia a uno u otro sexo.
Desde el momento mismo del nacimiento, a las féminas se les estimula la delicadeza, el esmero en el cuidado y embellecimiento de su figura, se les estimula que aprendan a realizar con rapidez y calidad todas las tareas domésticas, se les aplaude el tomar responsabilidad en la conducción adecuada de la rutina del hogar. Son las encargadas de secundar a las madres, abuelas y otras (generalmente féminas) en todo tipo de actividad de limpieza y ordenamiento: casa, ropa, utensilios varios; así como la confección de los alimentos.
Los varones no cuentan con estos espacios de aprendizaje en la inmensa mayoría de los casos, sólo en fechas más recientes se ha comenzado a estimular la participación conjunta de ambos miembros de la pareja en la realización de las tareas del hogar, lo que estimula un poco, en algunos contextos, la cooperación de los varones. Esto aún no implica acciones educativas concientes que preparen a los niños varones en tal sentido, más bien queda a cierta espontaneidad, a disminuir la crítica a tales comportamientos.
Pensemos entonces en la historia personal de esta generación de hombres que hoy pertenecen al grupo de la tercera edad, casi pudiéramos pensar que al quedarse solos, luego de la separación de sus familias de origen y de las transitorias que en algunos casos constituyeron, fue que comenzó para ellos el capítulo de llevar adelante la arista doméstica de su existencia, de realizar un grupo de tareas, quizá por primera vez… Los resultados encontrados no resultaron entonces totalmente insospechados.
En cuanto a los antecedentes patológicos personales (APP), los más frecuentes dentro de la muestra masculina fueron las enfermedades pulmonares (3) y dentro de las féminas la hipertensión arterial (6). Se reportó un mayor número de necesidades subjetivas de salud, por parte de las mujeres y un mayor consumo de medicamentos del tipo: ansiolíticos y analgésicos, fundamentalmente.
Se reporta en la literatura que ciertamente las mujeres reportan más casos de enfermedad, van al médico con más frecuencia y guardan cama más a menudo que los hombres, pero esto se revierte en indicadores objetivos de salud más favorables, pues más atentas y pendientes de los malestares de su cuerpo, demandan atención de salud más a tiempo para ser tratadas. (Papalia y Wendkos, 1998)
En cuanto a los antecedentes patológicos familiares (APF) se encontró una prevalencia de las enfermedades cardiovasculares tales como: hipertensión arterial e insuficiencia cardiaca en todos los sujetos, sin distinciones importantes según el género.
Otro de los aspectos indagados fue el estado de salud bucal. En este sentido encontramos notables diferencias. En los varones, de los 11 sujetos examinados, sólo 2 presentan prótesis totales en buen estado, el resto presenta dientes para extraer, caries, prótesis defectuosas y desdentamiento.
En el caso de las mujeres, sólo una presenta desdentamiento inferior total sin prótesis, el resto presentó en todos los casos prótesis totales o parciales pero en buen estado (una en arreglo en el momento del examen bucal) e higiene bucal aceptable o buena. Se observaron algunas caries en cuatro de los casos.
Igualmente se encontraron diferencias en cuanto a los conocimientos que poseían los sujetos acerca de los cuidados necesarios para mantener la salud bucal. En su mayoría (9) poseen un conocimiento bajo en relación con la actitud asumida o por asumir acerca de los cuidados necesarios para garantizar el bienestar bucodental, mientras que de las 10 mujeres, seis presentaron un nivel de conocimiento alto, el resto medio y una, bajo.
Al analizar de conjunto, por los especialistas en medicina, estomatología y la propia psicología, los resultados obtenidos en esta parte del trabajo, llegábamos a la conclusión de que son un reflejo de los complejos mecanismos que determinan la influencia de la sociedad sobre el hombre, las cuales definen la necesidad de la investigación multidisciplinaria en las ciencias sociales, como una vía esencial para ofrecer un cuadro coherente, no sólo de las regularidades psicológicas del individuo estudiado, sino también de aquellas regularidades de su vida social que determinan el desarrollo individual desde todos los puntos de vista: biológico, psicológico y social.
Puede apreciarse la coherencia entre estas dimensiones de la vida de los sujetos, particularmente en cuanto a la salud, en su sentido más amplio: Los miembros del sexo femenino atienden su apariencia, su salud corporal y bucal, conocen los mecanismos para hacerlo, demandan la atención médica, la estomatológica y disfrutan de ella, mientras los del sexo masculino, por lo general, muestran un comportamiento hacia el polo opuesto.
Los hombres solos estudiados han descuidado su higiene, el cuidado de su apariencia física y de sus condiciones de vida. Aunque cuentan con idénticas posibilidades de acceso a los servicios de salud en todas las variantes: atención primaria y de todo tipo, pues no la utilizan al mismo nivel de las féminas. No poseen conocimientos acerca de cómo cuidar su salud bucal, desatienden la misma y como consecuencia los resultados de los exámenes bucales arrojan indicadores disfuncionales.
Al inicio referíamos que la presente investigación tuvo su génesis en las salas de los hospitales donde se percibió que los hombres que vivían solos, al ingresar, mostraban una marcada tendencia al hospitalismo positivo, o sea, complacencia ante la prolongación de la estancia en el hospital y la referencia a nuevos síntomas cuando aquellos que provocaron la hospitalización mostraban franca mejoría.
Por ello se indagó en ambos sexos la actitud hacia la posibilidad de un internamiento en hospitales. En los hombres, incluso en la mayoría de los que finalmente integraron la muestra que no estaban ingresados en el momento del estudio, predominó una opinión favorable acerca de las condiciones de vida en los hospitales, aceptación de la posibilidad de ser internados ante trastornos diversos y en ningún caso apareció rechazo a aversión a los mismos. ("Allí me siento bien, me atienden"; "Por lo menos tendría las cosas allí cuando las necesite")
Por el contrario, en las mujeres de la muestra encontramos un predominio del rechazo marcado a los hospitales, que se subraya por la fuerte carga afectiva que imprimen a sus respuestas sobre el tema ("El hospital lo detesto, no lo soporto"; "Lo último sería caer en un hospital")
Todo continúa teniendo coherencia lógica: para los hombres es un problema atenderse a sí mismos: mantener la higiene, elaborar sus alimentos, realizar todas las tareas que en el hogar son necesarias para mantener la vida. En el hospital ninguno de estos esfuerzos son necesarios pues se les brindan los alimentos a las horas previstas, elaborados; se les cambia la ropa de cama, entre otras cuestiones cotidianas. Estas cuestiones trascienden en su valoración otras implicaciones negativas asociadas a las mencionadas instituciones de salud.
Para las mujeres por el contrario, no significa un problema realizar todas las labores del hogar que se precisan en la rutina diaria. Se han mantenido toda la vida como responsables y ejecutoras de las mismas, por lo que el hospital no significa una alternativa favorable desde este punto de vista; entonces al valorarlo se centran en sus aristas negativas, de pérdida de privacidad, de su relación con enfermedades y muerte.
Los hombres que viven solos reiteran en su totalidad las connotaciones negativas que tiene para ellos la soledad: ("Uno se siente abandonado", "Es difícil no tener a nadie para compartir las buenas y las malas") No apareció en ninguno de los sujetos estudiados referencia alguna acerca de prerrogativas o aristas positivas que pudiera brindarles su condición de vivir solos o el propio fenómeno de la soledad en abstracto.
Las mujeres coinciden al valorar las incomodidades y displaceres que les provoca la soledad, pero más bien predomina un estilo encubierta en sus valoraciones negativas, como se mencionaba anteriormente, porque de manera manifiesta aparece frecuentemente la valoración de la soledad también a partir de diferentes facetas positivas, como la de tener la posibilidad de dedicarse a si mismas, realizar actividades propias, más tiempo libre para ellas, y tomar todas sus decisiones. ("Siento estar sola, pero la mayoría de las veces es mejor cuando estoy sola", "Es cómodo cuando no tienes a nadie diciéndote lo que tienes que hacer")
¿Cómo explicar tales diferencias de género encontradas en nuestra investigación? Pues, retomando algunas ideas que ya se esbozaron al analizar algunos indicadores de comparación, si analizamos la historia, podemos comprobar que a partir del surgimiento del matrimonio monogámico, toma forma cierto estilo de esclavitud doméstica más o menos disimulada de la mujer, sobre quien recaen las responsabilidades de garantizar las necesidades básicas de la familia y el hombre solo actúa como proveedor desde el afuera. "La higiene, el cuidado y la alimentación de los niños es responsabilidad materna, el lavado de la ropa, la limpieza y orden del hogar, son tareas femeninas, así como el cuidado de los enfermos y la atención de la salud". (p. 18)
Como confirmara Arés, (1990) esta cultura patriarcal, conformadora de concepciones y prejuicios tradicionales, tuvo una gran influencia en nuestro país, donde las condiciones socio históricas, antes de la revolución de 1959, estimularon que el hombre fuera la cabeza legal de la familia, ganador del pan y autoridad suprema, mientras la mujer se mantenía vinculada a las tareas del hogar.
Estas condiciones culturales y económicas, enraizaron valores muy sólidos en la vida familiar y social, que adjudicaban funciones bien diferentes a los hombres y a las mujeres, los cuales han sido transmitidos de generación en generación hasta la actualidad. Del acatamiento de estas funciones ancestrales ha devenido la conformación de los arquetipos femenino y masculino bien delimitados.
"El rol masculino y femenino con todos sus atributos culturales, sociales, psíquicos y sexuales están representados en la familia de acuerdo con la cultura en la que se desenvuelven y así los van a transmitir a sus miembros. Es evidente que estos patrones psicosexuales le permiten al individuo una adaptación integral al medio." (p. 23)
Una de las tareas fundamentales de la familia es estimular el aprendizaje y la creatividad de sus miembros. Todo ser humano tiene la necesidad innata de aprender, pero esta puede ser desestimulada o incrementada por la familia. Desde el punto de vista material, el niño necesita tener acceso a los materiales requeridos para realizar adecuadamente las acciones que se desea aprenda a ejecutar, desde el punto de vista emocional, necesita ser incitado, estimulado en sus esfuerzos por aprender. ¿En cuántos hogares se validan positivamente e incentivan los aprendizajes domésticos de los niños varones?
De acuerdo a los arquetipos sexuales mencionados anteriormente, se promueve en las familias una educación diferenciada por sexos con límites rígidos: a la niña se le prepara para su futuro papel de madre y ama de casa con juguetes apropiados para tales fines, mientras que al varón se le prepara para la vida en sociedad, se le entrena su fuerza física y valentía, con juguetes proporcionales, igualmente a estos otros fines y donde la domesticidad, generalmente queda excluida.
Y así van creciendo mujercitas y hombrecitos, marcados desde el principio de la vida por estas diferencias de roles, en modelos rígidos e inmutables, en valores sobre el papel de la figura masculina y femenina en el hogar, muy diferentes. Todo ello deviene en prejuicios y por ende, en desempeños machistas, que limitan a los hombres en su validismo doméstico y que pudieran estar influyendo en la respuesta, que a partir del presente estudio, usted podría dar a la pregunta que le da título: Viviendo en soledad… ¿Cuál es el sexo débil?
Conclusiones
Al concluir la caracterización individual de los hombres que viven solos y las mujeres que viven solas y compararlos entre sí, en una aproximación al análisis del fenómeno de la soledad desde una perspectiva de género, se encontró en la muestra investigada:
La soledad se manifiesta equitativamente en hombres y mujeres, aunque de manera esencialmente diferente.
Existen aspectos comunes a hombres y mujeres que viven solos, tales como:
Principales frustraciones relacionadas con la situación de soledad.
Necesidad de compañía.
Decepción y rechazo a los miembros del sexo contrario como parejas potenciales.
Autovaloración positiva.
Existen diferencias entre hombres y mujeres que viven solas tales como:
Los principales motivos de ellas se concentran en la familia que formaron: hijos y nietos, búsqueda de compañía y cultivo de otras relaciones interpersonales con amigos y vecinos. Los de ellos aparecen centrados en la figura materna y la búsqueda de placer personal.
El conflicto fundamental de ellas es encubierto: Entre las vivencias negativas por la soledad y la necesidad de aparentar satisfacción con la misma. El de ellos es manifiesto: Entre la situación de soledad que sufren y las dificultades para establecer relaciones interpersonales.
Ellas se abstienen de incluir a los hombres en la valoración de sí mismas, mientras que ellos las incluyen, con criterios totalmente negativos.
Ellas mantienen relaciones integrales con otros familiares, ellos, relaciones parciales.
El hábito externo de ellas es predominantemente limpio, igualmente el cuidado e higiene de sus viviendas es adecuado, mientras que en ellos predomina el hábito externo sucio y falta de cuidado e higiene en sus viviendas.
Predomina en ellas el cuidado de su salud bucal, en ellos, el descuido.
En la valoración de los hospitales, se aprecia un rechazo marcado a estos y a las enfermedades en ellas, mientras que ellos expresan una valoración positiva que se corrobora en la práctica con la tendencia al hospitalismo positivo.
Al emitir juicios acerca de la situación de soledad, ellas expresan rechazo encubierto y valoran algunas aristas positivas. La valoración de ellos es totalmente negativa.
Bibliografía
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22. www.lavozdegalicia.com/entrevistas/noticia.jsp?TEXTO=100000025315
Anexos
Anexo # 1: Consigna.
Nosotros somos investigadores que estamos haciendo un trabajo acerca de personas que viven solas. Este consiste en la aplicación de un grupo de técnicas que usted deberá, si decide colaborar, contestar. Algunas serán orales, otras escritas.
Para usted también sería de gran beneficio, pues dichas técnicas le permitirán conocerse mejor a sí mismo y otros aspectos de su vida familiar y relaciones interpersonales. Además que se le haría un diagnóstico de salud para su consultorio del médico de familia en el que se tramitará el tratamiento que usted necesite.
Realmente sería muy valiosa su ayuda para la realización de nuestra investigación.
Anexo # 2: Test de completar frases.
Instrucciones para la prueba: Complete o termine cada frase:
1) Me gusta……………………………………………………………………………………
2) El tiempo más feliz……………………………………………………………………………..
3) Tener compañía……………………………………………………………………………
4) Quisiera saber……………………………………………………………………………..
5) En el hogar………………………………………………………………………………..
6) Los hijos……………………………………………………………………………………
7) Lamento……………………………………………………………………………………
8) A la hora de acostarse……………………………………………………………………
9) Los hombres………………………………………………………………………………
10) Cuando estoy con…………………………………………………………………………
11) Molestia……………………………………………………………………………………
12) La gente……………………………………………………………………………………
13) Una madre………………………………………………………………………………
14) Siento………………………………………………………………………………………
15) El hospital………………………………………………………………………………….
16) El mayor temor……………………………………………………………………………
17) Un amigo…………………………………………………………………………………..
18) Yo prefiero…………………………………………………………………………………
19) Vivir solo(a)………………………………………………………………………………
20) Mis nervios…………………………………………………………………………………
21) Las otras personas……………………………………………………………………….
22) Fracaso……………………………………………………………………………………..
23) Necesito……………………………………………………………………………………
24) Trabajo…………………………………………………………………………………….
25) La mente…………………………………………………………………………………..
26) Se sufre…………………………………………………………………………………….
27) El futuro……………………………………………………………………………………
28) Estar casado(a) ………………………………………………………………………
29) Es mejor cuando………………………………………………………………………….
30) Algunas veces…………………………………………………………………………….
31) Duele……………………………………………………………………………………….
32) El mejor amigo……………………………………………………………………………
33) Aquí…………………………………………………………………………………………
34) Odio………………………………………………………………………………………..
35) Estoy muy…………………………………………………………………………………
36) Preocupación……………………………………………………………………………..
37) Quisiera ser……………………………………………………………………………….
38) Deseo………………………………………………………………………………………
39) Un padre…………………………………………………………………………………..
40) Mis hijos……………………………………………………………………………………
41) Yo…………………………………………………………………………………………..
42) Uno se divierte……………………………………………………………………………
43) Yo secretamente………………………………………………………………………….
44) El sexo……………………………………………………………………………………..
45) Problema…………………………………………………………………………………..
46) La mayoría de las mujeres……………………………………………………………….
47) Me desahogo………………………………………………………………………………
48) Amo…………………………………………………………………………………………
49) Me pone nervioso(a)……………………………………………………………………
50) Soledad……………………………………………………………………………………
51) Cuando era joven…………………………………………………………………………
52) Mi principal ambición……………………………………………………………………..
53) No puedo………………………………………………………………………………….
54) Si pudiera volver………………………………………………………………………….
55) Ser feliz……………………………………………………………………………………..
56) Mi vida……………………………………………………………………………………..
ANEXO # 3: Guía de observación.
Anexo # 4: Instructivo de la observación.
INDICADORES:
Autor:
Dra. C. Mayra Ordaz Hernández
Prof. Universidad de Pinar del Río, Cuba.
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