- Introducción
- Definiciones
- Principales parábolas enseñadas por Jesús. Significado de cada una de ellas
- Citas bíblicas
- Bibliografía
Introducción
Las parábolas de Jesús, son aquellas breves narraciones dichas por Jesús de Nazaret que encierran una educación moral y religiosa, revelando una verdad espiritual de forma comparativa. No son fábulas, pues en estas no intervienen personajes animales con características humanas, ni alegorías, pues se basan en hechos u observaciones creíbles, teniendo la mayoría de estos elementos de la vida cotidiana. Las parábolas se encuentran contenidas en los evangelios canónicos, aunque también se pueden encontrar en los evangelios, como el de Tomás y de Santiago, libros considerados apócrifos.
La finalidad de las parábolas de Jesús es enseñar cómo debe actuar una persona para entrar al Reino de los Cielos y, en su mayoría, revelan también sus misterios. En ocasiones Jesús usó las parábolas como armas dialécticas contra líderes religiosos y sociales, como por ejemplo la Parábola del fariseo y el publicano. En la Biblia se encuentran los siguientes textos titulados Propósito de las parábolas. (1)[1]
Jesús dice que enseña usando parábolas para que comprendan su mensaje sólo aquellos que han aceptado a Dios en su corazón y para que los que tienen "endurecidos sus corazones" y han "cerrado sus ojos" no puedan entender. Por lo tanto comprender el mensaje de Jesús significaría ser un verdadero discípulo suyo y no entenderlo supone que no se está realmente comprometido con Él y por ende no podemos recibir su ayuda ni la de su mensaje. Existen algunos debates sobre si este es el significado original del uso de las parábolas o si en realidad fue agregado por Marcos para reforzar la fe de sus lectores, tal vez cuando se vio perseguido. Esta explicación parece ser esencial para comprender del todo el mensaje real de las parábolas de Jesús, ya que deja claro que es necesario tener fe en Él para entenderlas, o de otro modo se ven confusas.
En la descripción de las principales parábolas que Jesús nos enseñó, en el presente trabajo no se hace una reseña de cada una de ellas de acuerdo a las redactadas en las Sagradas Escrituras, ni tampoco todas ellas, sino las más importantes y significativas, y cuyo orden, el autor ha creído importante redactarlas e interpretarlas de acuerdo a su importancia y mayor significación. Las que no serán redactadas e interpretadas se hará una reseña bibliográfica de éstas.
Definiciones
La voz "parábola" designa una forma literaria que consiste en un relato figurado del cual, por analogía o semejanza, se deriva una enseñanza relativa a un tema que no es el explícito. Es en esencia, un relato simbólico o una comparación basada en una observación verosímil.
La "parábola" tiene un fin didáctico y podemos encontrar un ejemplo de ella en los evangelios cristianos, donde Jesús narra muchas parábolas como enseñanzas al pueblo.
El término "parábola" proviene del griego (parabole, que significa comparación, semejanza), el nombre dado por los rétores griegos a toda ilustración ficticia en la forma de una breve narración. Más adelante pasó a conocerse como narrativa ficticia, aludiendo generalmente a algo que puede ocurrir de forma natural, y por el cual se precisan asuntos morales y espirituales.
"Parábola" según el DRAE, la define como: "Narración de un suceso fingido, de que se deduce, por comparación o semejanza, una verdad importante o una enseñanza moral". Proviene del lat. Parabola, y este del gr. pa?aß???.[2]
Significado de "parábola", desde el punto de vista Teológico:
La "parábola" es una breve comparación basada en una experiencia cotidiana de la vida, cuyo fin es enseñar una verdad espiritual. No son fábulas ni alegorías porque se basan en un hecho o una observación real o por lo menos verosímil.
Jesús utilizó parábolas frecuentemente para enseñar las verdades más elevadas en una forma que estuviese al alcance de todos. Su enseñanza contrastaba por su sencillez y sus imágenes con el estilo complejo de los antiguos filósofos.
La "parábola" no diluye lo que es profundo sino que acerca al corazón del mensaje por imágenes que ayudan a comenzar a razonar y nos dan una intuición en la que obra la gracia.
Los doctores judíos también utilizaban parábolas, pero Jesús las llevó a la perfección. Sus parábolas sirven para todos en todos los tiempos.
Jesús, después de enseñar al pueblo en parábolas, continuaba enseñando a los discípulos en privado más directamente y con más profundidad de lo que era posible para el pueblo. Así los formaba para después encargarlos de divulgar esas verdades.
Cuando los discípulos le preguntaron por qué enseñaba con parábolas, Jesús les respondió:
"Es que a vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. En ellos se cumple la profecía de Isaías: "Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero no veréis." ". (2)
Usar parábolas es proceder como el padre de familia que saca de su arca las cosas antiguas y las nuevas.
Principales parábolas enseñadas por Jesús. Significado de cada una de ellas
Una serie de parábolas que son adyacentes en uno o más evangelios tienen temas similares. La parábola de la levadura sigue la parábola del grano de mostaza en Mateo y Lucas, y comparte el tema del Reino de los Cielos que crece de pequeños comienzos[3]La parábola del tesoro escondido y la parábola de la perla forma una pareja que ilustra el gran valor del Reino de los Cielos, y la necesidad de una acción en la consecución de la misma[4]
Las parábolas de la oveja perdida, la moneda perdida, y el hijo pródigo forman un trío en Lucas que tratan con la pérdida y la redención[5]
La parábola del siervo fiel y la parábola de las diez vírgenes en Mateo, adyacentes, involucran a la espera de un novio, y tienen un tema escatológico: estar preparados para la hora del juicio. La parábola de la cizaña, la parábola del rico insensato, la parábola del árbol de higo, y la parábola de la higuera estéril[6]también tienen temas escatológicos.
Otras parábolas independientes, como la parábola del siervo inútil, que trata de perdón, la parábola del Buen Samaritano, que trata de amor práctico, y la parábola del siervo vigilante, frente a la persistencia en la oración.
Pero en esta ocasión sólo analizaremos las más remarcadas, claro está que las demás no dejan de tener su debida importancia; sino que, las que analizaremos son las más mentadas en el mundo cristiano.
Parábola del Sembrador. (3)
Es una de las parábolas de Jesús encontrada en los tres Evangelios sinópticos, con la explicación de esta parábola que fue dada por Jesús a sus discípulos, en Mateo, Marcos y Lucas; como la mayoría de las parábolas.
El texto de la parábola según el evangelio de Marcos es el siguiente:
"Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. Y se le juntó mucha gente; y entrando Él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. Y les habló muchas cosas en parábolas, diciendo: "He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Otra parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad la tierra; peo salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parque cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno". El que tiene oídos para oír, que oiga". (4)
Interpretación, significado.
Es la más larga de las parábolas del reino y responde a una pregunta sobre por qué se producen efectos tan distintos en los que escuchan el mensaje del reino. La gracia es igual para todos, pero la libertad humana lleva a respuestas diferentes.
Los discípulos piden explicación.
Probablemente, todos los que escuchaban tenían experiencia de la semilla lanzada a voleo, conocían las inquietudes por la cosecha abundante o malograda. Quizá por esto no era difícil extraer consecuencias espirituales, pero los discípulos piden la explicación del Maestro para comprender, y reciben una primera lección sobre la necesidad de tener el corazón bien dispuesto y sobre las malas consecuencias de la dureza de corazón: "Los discípulos se acercaron a decirle: ¿Por qué les hablas en parábolas? Él les respondió: A vosotros se os ha dado conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no se les ha dado. Porque al que tiene se le dará y abundará, pero al que no tiene incluso lo que tiene se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. Y se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: "Con el oído oiréis, pero no entenderéis, con la vista miraréis, pero no veréis".
Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y han cerrado sus ojos; no sea qu vean con los ojos, y oigan con los oídos, y entiendan con el corazón y se conviertan, y yo los sane.
"Bienaventurados, en cambio, vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen. Pues en verdad os digo que muchos profetas y justos ansiaron ver lo que vosotros estáis viendo y no lo vieron, y oír lo que vosotros estáis oyendo y no lo oyeron".
La explicación para los que están bien dispuestos es la siguiente: "Escuchad, pues, la parábola del sembrador. Todo el que oye la palabra del Reino y no entiende, viene el maligno y arrebata lo sembrado en su corazón: esto es lo sembrado junto al camino. Lo sembrado sobre terreno rocoso es el que oye la palabra, y al punto la recibe con alegría; pero no tiene en sí raíz, sino que es inconstante y, al venir una tribulación o persecución por causa de la palabra, enseguida tropieza y cae. Lo sembrado entre espinos es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de este mundo y la seducción de las riquezas sofocan la palabra y queda estéril. Por el contrario, lo sembrado en buena tierra es el que oye la palabra y la entiende, y fructifica y produce el ciento, o el sesenta, o el treinta".
El fruto depende de la libertad del hombre.
La semilla tiene poder de fructificar siempre; pero el fruto depende de la libertad del hombre, que puede estar condicionada por el maligno, por la propia inconstancia o por las dificultades –externas o internas–, o por la seducción del mundo y las riquezas. La misma variedad de frutos muestra la calidad de la fe y de las buenas disposiciones en los que la escuchan y llevan a la práctica la doctrina. El mensaje es claro en esta parábola acerca del reino, que no puede darse con violencia, sino que debe ser aceptado con libertad para arraigar y dar fruto.
Muchos eruditos piensan que la parábola era originalmente optimista en perspectiva, ya que a pesar de los fracasos, finalmente la siembra de la "semilla" será exitosa, echará raíces y producirá muchos "frutos". Acorde a la fuente canónica, que establece que el libro de Marcos fue el primero de los evangelios sinópticos en ser escrito, la parábola del sembrador vendría a ser también la primera parábola en ser escrita, pues es la primera parábola de este libro. Marcos usa a esto para resaltar la reacción que las anteriores enseñanzas de Cristo han tenido sobre las personas, como también la reacción que el mensaje cristiano ha tenido en el mundo durante las tres décadas desde el ministerio de Cristo hasta la escritura del Evangelio. La parábola ha dado a entender algunas veces que hay (al menos) tres "niveles" del divino progreso y la salvación.
La parábola de la semilla de mostaza. (5)
La parábola de la semilla de mostaza es una de las tantas parábolas relatadas por Jesús de Nazaret transmitida en el Nuevo Testamento por los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas.
En el evangelio según San Mateo Jesús dice lo siguiente:
Aquí tienen una figura del Reino de los Cielos: el grano de mostaza que el hombre tomó y sembró en su campo, es la más pequeña de las semillas pero cuando crece se hace más grande que las plantas del huerto. Es como un árbol de modo que las aves vienen para posarse en sus ramas.
Interpretación, significado.
La parábola del grano de mostaza, que también aparece en el capítulo 4 de Marcos, resalta dos ideas: en primer lugar, el sorprendente crecimiento en la cantidad de personas que han aceptado el mensaje del Reino, y en segundo lugar, la protección que estas reciben. Jesús dijo: "¿A qué hemos de asemejar el reino de Dios, o en qué ilustración lo presentaremos? Como un grano de mostaza, que al tiempo que se sembró en la tierra era la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra…, pero cuando se ha sembrado, sale y se hace mayor que todas las demás legumbres, y produce grandes ramas, de modo que las aves del cielo pueden hallar albergue bajo su sombra".
En esta parábola se habla del crecimiento del "reino de Dios", crecimiento que se manifiesta en la gran difusión que ha tenido el mensaje del Reino y en el aumento que ha experimentado las congregaciones cristianas. El grano de mostaza, que es diminuto, se utiliza a veces para representar cosas muy pequeñas (compárese con Lucas 17:6).
Pero, aunque es de tamaño reducido, produce una planta que puede alcanzar una altura de 3 a 5 metros (10 a 15 pies) y llegar a tener ramas fuertes, por lo que prácticamente se la puede considerar un árbol.
Desde el establecimiento del Reino de Dios en los cielos, las ramas del simbólico árbol de mostaza se han extendido mucho más allá de lo esperado. El pueblo de Dios ha presenciado el cumplimiento literal de la siguiente profecía del libro de Isaías: "El pequeño mismo llegará a ser mil, y el chico una nación poderosa". (6)
Pero ahí no termina el crecimiento. Llegará el momento en que toda persona que viva en este planeta sea súbdito del Reino de Dios. Para entonces, todos los malvados habrán sido eliminados. Y eso no ocurrirá gracias a los esfuerzos humanos, sino a la intervención del Señor Soberano Jehová (léase Daniel 2:34, 35). Entonces veremos el cumplimiento final de otra profecía de Isaías, que dice: "La tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mismísimo mar". (7)
Jesús dijo que las aves del cielo hallan refugio bajo la sombra del árbol, es decir, del Reino. Estas aves no representan a los enemigos del Reino que intentan comerse las semillas, como sucede con las aves de la parábola de los diferentes tipos de terreno. En la parábola del grano de mostaza, las aves representan a la gente de corazón recto que busca refugio en la congregación cristiana. Tales personas ya están recibiendo protección de las prácticas moral y espiritualmente degradantes de este mundo. Jehová hizo una comparación similar entre el Reino mesiánico y un árbol al profetizar lo siguiente: "A la montaña de la altura de Israel la trasplantaré, y ciertamente echará ramas mayores y producirá fruto y llegará a ser un cedro majestuoso. Y debajo de él realmente residirán todos los pájaros de toda ala; en la sombra de su follaje residirán". (8)
La parábola del Buen Samaritano. (9)
La parábola del buen samaritano es una de las parábolas de Jesús más conocidas, relatada en el Evangelio de Lucas. Se la considera una de las parábolas más realistas y reveladoras del método didáctico empleado por Jesús de Nazaret, un ejemplo expresivo e incisivo de su mensaje exigente.
Presenta el tono que caracteriza a las llamadas parábolas de la misericordia propias del Evangelio de Lucas. La parábola es narrada por el propio Jesús a fin de ilustrar que la caridad y la misericordia son las virtudes que guiarán a los hombres a la piedad y la santidad. Enseña también que cumplir el espíritu de la ley, el amor, es mucho más importante que cumplir la letra de la ley. En esta parábola, Jesús amplía la definición de prójimo. La elección de la figura de un samaritano, considerado un herético para los sectores más ortodoxos de la religión hebrea, sirve para redefinir el concepto de prójimo que se manejaba entonces. Jesús, mediante esta parábola muestra que la fe debe manifestarse a través de las obras, revolucionando el concepto de fe en la vida religiosa judía, entre los cuales resaltaban grupos como el de los fariseos a quienes Jesús en numerosas ocasiones llama hipócritas por su excesivo apego a la letra de la ley y su olvido por cumplir el espíritu de la ley. El contraste establecido entre los prominentes líderes religiosos inmisericordes y el samaritano misericordioso, es un recordatorio a los maestros de la ley (como es el caso del interlocutor de Jesús) de que estaban olvidando el principio de la verdadera religión y Jesús emplea un personaje despreciado por ellos para mostrarles su error.
La narración comienza cuando un doctor de la ley le preguntó a Jesús con ánimo de ponerlo a prueba qué debía hacer para obtener la vida eterna. Jesús, en respuesta, le preguntó al doctor qué está escrito en la ley de Moisés. Cuando el doctor cita la Biblia, y precisamente: "amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas" (10), y la ley paralela "amarás a tu prójimo como a ti mismo" (11), Jesús dijo que había respondido correctamente y lo invitó a comportarse en consecuencia. En ese punto, queriendo justificar su pregunta, el doctor preguntó a Jesús quién era su prójimo. Jesús le respondió con la parábola.
"Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle, y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verlo, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio lo vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verlo tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándolo sobre su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: "Cuida de él y, si gusta algo más, te pagaré cuando vuelva.". ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?".
El doctor dijo: "El que practicó la misericordia con él."
Díjole Jesús: "Vete y haz tu lo mismo."
Es de notar que Jesús no definió, tal como pretendía el doctor de la ley, quién es el prójimo: solo preguntó quién obró como prójimo del herido. Por la respuesta del legista queda implícito que se considera "prójimo" a todo aquel que obra compasivamente con otro hombre, es decir, la definición se da en función de la obra. Asimismo, el legista no respondió a Jesús directamente ("el samaritano"), sino indirectamente, al decir "el que tuvo compasión de él", lo que en general se interpreta como una dificultad de su parte en reconocer que no fueron el sacerdote o el levita quienes observaron el espíritu de la ley sino alguien que, en el ambiente judío, era considerado un hereje, un paria.
Estructura del pasaje.
El pasaje del Evangelio de Lucas -mostrativo del método didáctico usado por Jesús de Nazaret- consta de los siguientes elementos: (12)
Pregunta de un maestro de la ley (Lc. 10:25).
Contra pregunta de Jesús (Lc. 10:26).
Respuesta del maestro de la ley (Lc. 10:27).
Mandato de Jesús (Lc. 10:28).
Nueva pregunta del maestro de la ley (Lc. 10:29).
Contra pregunta de Jesús que contiene la parábola del buen samaritano (Lc. 10:30-36).
Respuesta del maestro de la ley (Lc. 10:37).
Mandato de Jesús (Lc. 10:37).
Contexto geográfico: el camino de Jerusalén a Jericó.
En la época de Jesús, era notorio el peligro y la dificultad que caracterizaba al camino de Jerusalén a Jericó, conocido como "Camino de Sangre", en razón de la sangre que allí se derramaba, de las muertes que ocurrían por causa de los ladrones. El camino se iniciaba a unos 750 metros sobre el nivel del mar, y bajaba unos mil metros hasta alcanzar Jericó, en el valle del Jordán, a 258 metros bajo el nivel del mar.
Martin Luther King, en su último discurso, pronunciado el 3 de abril de 1968 -el día anterior a su asesinato- y popularizado bajo el título "I've Been to the Mountaintop", traducido al español: "He estado en la cima de la montaña", donde describió el camino de Jerusalén a Jericó.
Personajes de la parábola.
El Sacerdote y el levita.
El sacerdote y el levita son los dos personajes que primero pasan por delante del judío apaleado y lo ignoran, siguiendo su camino a Jerusalén. Normalmente pensaríamos que esa actitud se debía a una pobre compasión y a una indiferencia al dolor, pero el significado va más allá. Es muy probable que ambos clérigos fueran rumbo a Jerusalén a oficiar en el Templo. La ley establecía que quien tocara un cadáver ensangrentado quedaría impuro hasta la noche, y alguien impuro no podía participar de los rituales religiosos. Estos dos destacados representantes de la observancia de la ley no ayudan al hombre que había sido totalmente despojado y se encontraba aparentemente muerto, por temor a contaminarse. Es por ello que el simbolismo del sacerdote y el levita no es de impiedad ni de crueldad, sino de anteponer formalismos rituales a la misericordia y el perdón. Esta imagen de la balanza entre el espíritu de la ley y la letra de la ley es uno de los pilares de la enseñanza de Jesús, y también del Antiguo Testamento: "misericordia quiero y no sacrificios". (13)
El samaritano.
La imagen del samaritano como el piadoso salvador del judío apaleado constituye toda una fragua al concepto de "prójimo". Los samaritanos y los judíos constituían rivales irreconciliables; unos a otros se consideraban herejes. Los judíos fundamentaban sus razones en que los samaritanos hacían su culto en el monte Garizim (o Gerizim) en lugar del Templo de Jerusalén. Además, solamente aceptaban a Moisés como único profeta, y no reconocían la tradición oral del Talmud, el libro de los Profetas ni el de los Escritos. Por su parte, los samaritanos odiaban a los judíos por las veces que estos habían destruido y profanado el santuario de Garizim.
Ciertamente no están mencionados sin intención el sacerdote y el levita. A buen seguro que tampoco es casual atribuir al hombre misericordioso condición de samaritano. Todo ello está muy deliberadamente escogido para subrayar la nueva noción de prójimo que Jesús quiere promulgar. Porque esta es la escuela y acerada enseñanza de su parábola: el amor al prójimo es hacer esto, y el prójimo es éste, un samaritano, un extraño.
Enseñanza fundamental.
El pasaje, presenta dos significados:
Una lección de misericordia hacia los necesitados, y
un anuncio de que los no judíos pueden también observar la ley y, en consecuencia, entrar en la vida eterna.
Jesús no hace distinciones entre los hombres en este aspecto: todos son «prójimos», sin importar nacionalidad, religión, ni ideas políticas; porque prójimo es sinónimo de próximo, cercano. Asimismo, el sujeto tampoco reconoce límites, significando que la práctica del mandamiento del amor es para todos.
Jesús escoge a un samaritano para ilustrar el concepto de un sujeto cuya extensión es ilimitada.
En efecto, el objetivo de la parábola es "detener la atención del lector para obligarlo a imitar el comportamiento de un paria, de un samaritano".
Simbología e importancia.
Esta parábola es una de las más famosas del Nuevo Testamento, y su influencia es tal que el significado actual de samaritano en la cultura occidental es el de una persona generosa y dispuesta a ofrecer ayuda a quien sea que lo requiera. El "buen samaritano" se convirtió en símbolo típico de la fraternidad humana y del humanitarismo.
La parábola del Hijo Pródigo. (14)
La parábola del hijo pródigo es el término popular que describe a una de las parábolas de Jesús de Nazaret recogida en el Nuevo Testamento, específicamente en el evangelio según San Lucas.
Sentido de la Parábola.
Esta parábola, como muchas otras de Jesús (Véase: Parábola del fariseo y el publicano) se enmarca como respuesta a una crítica de los fariseos y los escribas, expertos judíos en la Ley mosaica, que estos le propinaban por andar y compartir en presencia de pecadores. La parábola fundamentalmente recalca la misericordia de Dios hacia los pecadores arrepentidos y su alegría ante la conversión de los descarriados; esto ha llevado a muchos teólogos y expertos bíblicos a pensar que el nombre de la parábola debería ser "el padre misericordioso", en lugar de "el hijo pródigo". En efecto el enfoque de la parábola no es el hijo joven, rebelde y luego arrepentido, sino el padre que espera y corre para dar la bienvenida al hogar a su hijo. El mensaje teológico que brinda esta parábola constituye la cimentación de la prédica de Cristo, siempre guiada a la conversión de los pecadores, al perdón de los pecados y al rechazo a los formalismos que apartan al creyente de la verdadera fe y misericordia.
Personajes de la Parábola:
Hijo pródigo.
Es sobre quien gira la historia aparente, pues es quien hila las tres escenas de esta, el pecado, el arrepentimiento y el perdón. Representa a la humanidad pecadora y descarriada que se ha olvidado de Dios. Su entrada comienza informándonos que es el menor de dos hermanos y que le pide al padre su parte de la herencia. Teológicamente podría interpretarse a dicha herencia como los dones y gracias que Dios pone en cada uno de nosotros, por lo que la escena rememora el Jardín de Edén en el momento de la caída en el pecado; el hijo exige su libertad para usarla fuera de la voluntad de su padre. Posteriormente se señala que malgasta esa herencia viviendo como un libertino, o sea su pecado no está tanto en la reclamación de su libertad como en la utilización descarriada de la misma que lo lleva al fracaso. Otro factor a tener en cuenta es que, para la comunidad Judía de ese tiempo, el cerdo era un animal abominable tal como se describe en la ley de Moisés (15), ni aún se podía criar, esto enseña que el pecado[7]y la vida de libertinaje lleva al hijo pródigo, en un acto desesperado, a cometer un acto abominable y como consecuencia, empeora más su situación.
Esta parábola describe posteriormente la escena del arrepentimiento. Tras la vida de derroche y libertinaje, el hijo cae en la miseria y reflexiona acerca de su provecho personal y cae en cuenta que le traerá mayor bienestar regresar donde el padre que seguir por su cuenta. Aquí hay varios aspectos muy interesantes desde una perspectiva teológica, en primer lugar refleja que las desgracias que provoca el pecado no son castigos divinos sino resultado de las malas acciones que siempre acaban mal, por otro lado refleja una actitud interesada en la conversión, es decir se arrepiente racionalmente y no sentimentalmente, va buscando un provecho personal y no la santidad en sí, de ahí que prepare una disculpa para el padre en la que le pida que lo acepte como trabajador. Parte de regreso a casa de su padre y encuentra en este un perdón incondicional. Se puede decir que su verdadera conversión, el arrepentimiento real, ocurre en este momento pues ve en la actitud del padre desinterés y amor, principales características de una verdadera conversión. Esta conversión ocurre al acudir a Dios y al arrepentirnos de las malas acciones de nuestra vida.
Padre misericordioso.
Este es verdaderamente el personaje central de la parábola. Representa a Dios Padre y fundamentalmente su atributo de misericordia. Desde el comienzo de la parábola se nos lanza una enseñanza, el padre tenía dos hijos. Aquí los dos hijos representan a la humanidad entera, uno a los pecadores que se alejan de la voluntad del Padre y el otro a los que se someten a esta, pero ambos son merecedores de la herencia paterna. El padre respeta y acepta la determinación que su hijo toma por su libre albedrío, le reparte su herencia y lo deja marcharse. Esta imagen nos presenta a un Dios que no es ni dictador, ni prepotente, que nos muestra el camino, nos da su heredad pero nos deja libres para que escojamos nuestro destino.
La otra aparición del padre es la manifestación de su plena misericordia. Al ver a su hijo que regresa sale a buscarlo corriendo y antes de que diga palabra alguna lo abraza y lo besa. En esta imagen se explica como Dios, incluso sabiendo que la conversión no es completa y que puede haber un trasfondo, sale en busca de aquel que lo necesita y lo llama, aceptándolo sin reprocharle su descarrío ni su indiferencia anterior. Por otra parte en su diálogo con su primogénito se transluce cómo Dios no descuida a aquellos que lo han seguido justamente y cómo ante el pecado de los justos su reclamo es tierno pero firme.
Primogénito.
El primogénito es el personaje que menos participa en la parábola. Representa a los justos y fieles hijos de Dios, que se someten a la voluntad del Padre. El verdadero sentido de este personaje es mostrarnos como los fieles de Dios también caen en el pecado, en este caso la soberbia, y representa muy bien a los fariseos y escribas a los que Jesús le hablaba. Al reprocharle al padre lo que le hace a su hermano en comparación con lo que ha hecho por él se muestra que también en su fe su obediencia existía un móvil interesado.
Enseñanza fundamental.
Esta parábola transmite una enseñanza tanto para los fariseos y escribas como para los pecadores y publicanos. Hoy en día puede decirse que sirve de enseñanza para los fieles cristianos y para el resto de las personas. A los primeros les muestra su debilidad ante la tentación. Indica que el pecado de soberbia puede alojarse fácilmente en ellos por profesar una fe, al mismo tiempo transluce que la fe cristiana no consiste solamente en participar en ritos y liturgias sino en practicar la misericordia y no juzgar a los demás. En relación a los segundos consiste en una invitación a la conversión. Así se les muestra las terribles consecuencias del pecado y de las malas acciones, la importancia de un verdadero arrepentimiento y la misericordia de Dios que todo lo perdona.
Punto de Vista Judío Nazareno.
Dentro del judaísmo nazareno esta parábola o Midrash[8]cobra un cariz totalmente diferente al tradicional. La parábola ha sido vista como el retorno de la Casa de Efraím, las Diez Tribus perdidas de Israel, y su final unión a la Casa de Judá. Inclusive ha sido preservado con un nombre distinto: El Midrash del "Amor del Padre", puesto que el personaje central de la narrativa no es el hijo necio sino el padre amoroso (16). El análisis textual de este bellísimo Midrash, de acuerdo a la teología judía nazarena es trascendental para entender el futuro retorno de la Casa de Efraím.
Pasukim[9]que proviene del hebreo Pasuk, que designa el versículo bíblico.
Etimológicamente significa división y es el participio pasivo de la primera forma del verbo pasak (dividir).
En cuanto a los orígenes de la división del texto sagrado en versículos creen los críticos que hay que buscarlos en la misma época y momento de la redacción última del canon actual, por más que hay divergencias en cuanto a este punto entre los Setenta y el texto hebreo; parece que la división en versículos de este último en su estado actual es obra de la Masora.
El contenido de este artículo incorpora material del tomo 42 de la Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana (Espasa)[10], cuya publicación fue anterior a 1934, por lo que se encuentra en el dominio público.
La historia inicia diciendo que un hombre tenía dos hijos. En los profetas estos dos hermanos son descritos como hijas o hermanas (17). El mayor quien representa a la Casa de Judá, y el menor quien toma la imagen de la casa de Efraím. Este último pidió a su padre la parte de la herencia que le correspondía. De acuerdo al Talmud había dos formas de transmitir los bienes: Por testamento tras el deceso del padre, y por donación en vida. En el segundo caso, el hijo recibe la herencia pero no los intereses o su usufructo. En caso de venta, el comprador no podía tomar posesión del inmueble hasta que el padre había fallecido. Lo sorprendente de esta narrativa; y sin duda causó desasosiego en los que escucharon este Midrash de labios de Yahushúa[11]ben David fue que el hijo menor se atreviera a pedir el control completo de la herencia, dejando a su padre desprotegido. El hijo mayor también recibió sus bienes en donación, la doble porción del primogénito, pero su ambición no le llevó a los extremos del hijo menor.
El hijo menor vendió todo y con el dinero emigró a una provincia lejana del Imperio Romano donde vivió perdidamente. En otras palabras se asimiló en la población gentil.
Tras haber agotado sus recursos, sin amigos ni consuelo decidió tomar un trabajo que acarreaba maldición, cuidando una piara de cerdos.
Su hambre era tan acuciante que hubiera querido comer el pienso de los animales, pero nadie se lo daba. En breves palabras Yahushúa reflejó la dura realidad de la asimilación y el exilio, donde el judío se veía (y se ve en la actualidad) forzado a comprometer sus principios religiosos para sobrevivir. El hecho que el hijo menor cuidara animales impuros (19), y no pudiera guardar el Shabat o alguna otra de las solemnidades lo abismó en la apostasía. (20)
Entonces se "volvió hacia sí", esta es una expresión hebrea que significa "hacer penitencia". Arrepentirse en polvo y ceniza.
Y se puso en marcha mientras elaboraba su petición de perdón. No tenía esperanzas de ser recibido como hijo, dado que ya no tenía ningún derecho para un techo, vestido o comida, solamente anhelaba ser recibido como jornalero y ganarse su sustento.
Cuando su padre lo avistó a lo lejos no esperó a recibirlo, corrió hacia él y lo besó largamente como señal de perdón (compárese con 2da. de Samuel) (21). Para el mesoriental de edad madura de aquellos lejanos días correr aun cuando había prisa era considerado un acto desacostumbrado y poco digno. Que el padre del relato no se hubiera molestado en guardar las apariencias indicó a los oyentes del Midrash cuánto amaba a su hijo perdido. (22)
Rápidamente, el hijo dio inicio su petición de perdón pero jamás llegó decir "hazme como uno de tus jornaleros" porque su padre ya había dado tres órdenes a sus siervos semejantes a las que dio el faraón para elevar a Yoséf ha Tzadik a la dignidad de virrey (23). "Poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta".
"Sacad el mejor vestido, y vestidle". Un vestido de fiesta confeccionado con una tela preciosa, elevando a su vástago al nivel de un invitado de honor. (24) En el antiguo oriente no eran conocidas las condecoraciones o medallas, si se deseaba honrar a alguien se le daba una ropa lujosa (compárese Génesis 37:3) (25). "Y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies". Un anillo y calzado. El anillo era en realidad un sello con el nombre familiar que se empleaba para firmar documentos legales (compárese con Haggeo 2:23) (26), mientras que el calzado era para indicar que ya no era más un esclavo o un sirviente.
"Y traed el becerro engordado y matadlo, y comamos y hagamos fiesta". Por lo general las familias judías comían carne en los días de fiesta como Shabat[12]o Sukot si lo permitía el presupuesto familiar; pero si su situación era económicamente estrecha se optaba con cebar algún cordero, cabra o carnero para ocasiones especiales. En este caso se sacrificó el becerro cebado de la familia para hacer un banquete de honor y una fiesta con música, palmadas, gritos de júbilo y danzas de varones. (27)
El padre introdujo en su casa al hijo perdido y explicó su alegría a los miembros de la familia e invitados en los siguientes términos: "Porque mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado". Hay dos imágenes muy importantes en este pasaje: La resurrección de los muertos en las palabras "muerto era, y ha revivido" y la reunión de los exiliados de los cuatro puntos de la tierra en la expresión "perdido, y es hallado". (28) El paralelismo con las profecías de las dos casas es notable.
Cuando llegó del campo el hijo mayor, el cual representa a la Casa de Judá, rehusó a unirse a la fiesta y dar la bienvenida a su hermano menor. Ante las circunstancias, el padre tuvo que salir fuera a hablarle amistosamente. Sin embargo, el hijo mayor cegado por los celos llegó al extremo de reprochar a su padre y censurar a su hermano, a quien niega todo parentesco aplicándole públicamente la palabra "este" en tono despectivo y "tu hijo" en lugar de "mi hermano". (29) Con estas palabras casi lapidarias el Mesías revela una dolorosa situación para los tiempos de la restauración: El duro rechazo de la Casa de Judá hacia sus hermanos de la Casa de Efraím que vuelven de las naciones sin medios ni formas de comprobar su judaidad. Rechazados por los gentiles por juzgarlos demasiado judíos, y despreciados por los hebreos por considerarlos demasiado gentiles. Sombras desconocidas que serán leyenda. Pese a ello, la Casa de Efraím vuelve llevando dentro de su ser un alma judía que ama al Todopoderoso, a la nación de Israel, a la Ley de Moshé y a su Mesías.".
Etimología y orígenes hebreos reclamados.
Tres formas de escribir "Joshua", que se encuentran en el texto masorético de la Biblia hebrea (i) Yehoshua; (ii) Jehoshua; y, (iii) Yeshua.
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