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Las sociedades de negros en Cuba en el período colonial y primeros años republicanos


  1. Introducción
  2. Desarrollo
  3. Situación del negro en los primeros años de la República (1902- 1936)
  4. Conclusiones
  5. Bibliografía

Introducción

El concepto de sociabilidad ha sido vinculado, por lo general, a la sociedad moderna y a determinadas relaciones de poder político incluyendo al Estado. No obstante, las características a partir de las cuales se ha construido esta categoría son tan antiguas como la sociedad y no excluyen ninguna forma de relación humana.

El número y la vitalidad de las asociaciones existentes en una colectividad signan sus especificidades, y actúan como mecanismos de resistencia ante los procesos de uniformidad sociocultural. Un claro ejemplo de esta condición puede encontrarse en los cabildos de nación y en las cofradías católicas de pardos y morenos que perduraron durante siglos y mantuvieron, en sus espacios privados y en los espectáculos públicos, sus características étnicas y culturales. Ambos constituyen expresiones de sociabilidad formalizada. La importancia de estos tipos de asociaciones con respecto a los pardos y morenos en Cuba es muy desigual, teniendo la primacía las sociedades establecidas desde épocas muy remotas, como las cofradías de negros y las sociedades de ayuda mutua; mientras que es sólo después de 1878 cuando predominan las sociedades de socorros mutuos y los clubes.

Desarrollo

Cofradías y Cabildos fueron las primeras formas de sociabilidad que surgieron tanto para los blancos como los negros libres en la sociedad colonial. Los cabildos de africanos fueron acreditados por las autoridades a lo largo de su arraigada presencia, cuando a partir de los años ochenta del siglo XIX todas las asociaciones laicas tuvieron que ser asentadas en registros instituidos con esa finalidad, las pocas hermandades de ese tipo que aún existían no fueron proscritas, sino que fueron asentadas con sus títulos tradicionales, bajo nominaciones católicas o con ambas inscripciones.

A partir de ese nuevo contexto, las sociedades pasarían a tener otro carácter al ser esencialmente criollas primero y cubanas más tarde. Aunque se les llamaba cabildos de nación, pocos africanos existían en estas instituciones, el nombre original permaneció atrapado en la memoria colectiva de los descendientes, como un calificativo asociado a la herencia cultural que aquellos hombres y mujeres que, procedentes del continente negro, habían comenzado a llegar a nuestras costas cuatro siglos atrás.

Dos términos tan polisémicas como cabildo y nación se articularon para nombrar a las sociedades tradicionales de negros africanos en la isla de Cuba. El primero proviene del latín capitulum y en su acepción más simple significa junta, cuerpo, reunión; el segundo, más complejo, sirvió para nominar, de manera general, a los múltiples grupos étnicos de africanos que fueron trasladados a los territorios recién colonizados.

Los cabildos de negros, tuvieron una dualidad paradójica, pues aunque fueron una forma de sociabilidad construida bajo el amparo del poder político para segregar y controlar a los negros y también para eximir a la administración colonial de posibles cargas económicas o sociales que decrecían a partir de soluciones aportadas por estas agrupaciones, se convirtieron en un factor cohesionador que fue aprovechado por los africanos, consciente o intuitivamente, para preservar los elementos esenciales de sus identidades culturales.

Estas sociedades se caracterizaban por la pluralidad social y económica de sus integrantes, algunos poseían propiedades urbanas o rurales, otros carecían de bienes inmuebles, algunos ocupaban oficios calificados, como los de sastres, cocineros, cocheros, albañiles carpinteros, en tanto los menos eran portadores de ocupaciones muy rentables, la mayor parte de sus miembros realizaban trabajos en las esferas de los servicios y la producción.

La plural integración étnica de los cabildos estaba estrechamente relacionada con el número de integrantes de cada uno de esos grupos en las villas o ciudades, razón por la cual en múltiples ocasiones, se reunían en una sociedad diferentes castas que, por el exiguo número de sus integrantes, no estaban en condiciones de constituir un único cabildo. En esta cuestión incidían, los recursos económicos de los cuales podían disponer.

Cuando el espacio de los cabildos resultaba compartido por diversos grupos étnicos, el grado de conflictividad era mayor, las discusiones se incrementaban y frecuentemente las autoridades coloniales, designadas para la atención de estas sociedades, tenían que intervenir. Por esta causa hay que tener en cuenta que la integración de diversas étnias en un cabildo no constituía solamente un problema semántico, más bien era una cuestión complicada que se reflejaba, de diversas maneras en las pugnas producidas en estas sociedades que reunían africanos de diversas procedencias y reflejaban las contradicciones de esos grupos en sus nuevos contextos.

Entre las leyes que puso en vigor España, durante la década del 80, estuvieron la de Reunión (1880)[1] (ver anexo 1) y la de Asociación (1887)[2] por las cuales debían registrarse todos los habitantes de la colonia para tener derecho a reunirse y asociarse.

En Santiago de Las Vegas se creó la primera sociedad de instrucción y recreo de negros en Cuba, se llamó La Gloria, durante esta etapa prestó grandes servicios a favor de la independencia. Al terminar la guerra, 1878, se autoriza su funcionamiento y se crean similares en otras partes del país.

Por su origen, estas sociedades procedían de las antiguas cofradías y cabildos de negros y mulatos, pero también de otras asociaciones como los gremios y centros artesanos.

En 1857 muchas de las cofradías existentes se van a convertir en sociedades de socorro, estas van perdiendo su vinculación directa con la iglesia y se convierten en gremios y sociedades de artesanos por el propio desarrollo socioeconómico.

Situación del negro en los primeros años de la República (1902- 1936)

Las sociedades de instrucción y recreo durante esta etapa neocolonial se pueden enmarcar dentro de dos períodos históricos, de 1902- 1917, de 1918-1937.

El primer período abarca desde el inicio de la instauración de la República hasta la aparición de la Sociedad o Club Atenas,[3] institución que fue desde su origen más elitista que el resto de las sociedades negras existentes, y que con el tiempo sólo podrán pertenecer a ella los negros y mulatos de mayor nivel económico, social y cultural. Esta etapa se va a caracterizar desde el punto de vista social por una intensa agitación étnica en Cuba.

Al instaurarse la República, la situación del país era compleja, sobre todo para la población negra, se mantienen sociedades fundadas en el siglo anterior o se crean varias instituciones de instrucción y recreo que responderán no solo a los intereses económicos, políticos y sociales de sus integrantes, sino que van a aparecer hacia finales del siglo XIX divididas por el color de la piel y la nacionalidad de sus miembros. Los negros y los mestizos se mantenían divididos.

Esta separación dentro de la sociedad, hace que cada sector o grupo, piense como vive y se plantee los problemas sociales no sólo en términos clasistas, sino racistas, con una perspectiva no puramente nacional ya que el Estado no podía garantizar la igualdad política ni jurídica.

Las sociedades de negros después de concluida la guerra, reabren sus puertas o se crean otras según las características de la época, pero sin olvidar su lucha por los derechos que se les negaba y a favor de la igualdad, estas constituyen un baluarte defensivo en esta batalla.

En 1903 circuló un Manifiesto que señalaba los derechos de los que carecían los negros cubanos. Este documento demuestra de modo palpable que justamente un año después de los discursos pronunciados en el Teatro Albizu, la situación del negro, había empeorado.[4]

El Nuevo Criollo periódico dirigido por Rafael Serra y que fue editado de 1904 a 1906, nos permite apreciar la lucha del negro por sus derechos en estos años. Un ejemplo de lo anterior, lo constituye un artículo en el cual se apuntaba que no bastaba encantarse por las promesas maravillosas de un programa político, que convenía y precisaba examinar, estudiar y buscar una solución.[5]

En otro artículo tomado del Heraldo de Cienfuegos se denunciaba la nefasta relación existente entre los partidos y los negros del siguiente modo: "Uno y otros (los partidos), deslumbrados sin duda, por el brillo del oro que el poder reproduce, no han tenido en cuenta, olvidando totalmente a un factor que es por lo demás importantísimo para el desarrollo, la vida moral y política de nuestro pueblo. Nos referimos a la raza de color a la cual pertenecemos.[6]

Sin embargo a pesar de todos los testimonios, denuncias y ejemplos concretos de la situación existente, hubo quienes fueron capaces de expresar que en Cuba el negro no tenía problemas políticos ni sociales porque la Constitución señalaba la igualdad de todos los cubanos.

En la guerrita de agosto, el negro militó activamente contra Estrada Palma, pensando que se obtendrían los derechos no reconocidos hasta el momento.

El año 1907 parece haber sido el que los negros cubanos dieron señales de organizarse en asociaciones o agrupaciones encaminadas a luchar por reivindicaciones.

La constitución de la agrupación Independientes de Color nos indica que se contaba ya con un plan organizativo y político, resultado del trabajo que se había venido realizando para ello. Una semana después de celebrada la reunión en virtud de la cual surgía la agrupación, apareció el primer número de Previsión, órgano oficial de los Independientes que se editaba y circulaba principalmente en La Habana. Este periódico ha quedado como el testimonio documental más valiosos que poseemos para tener una idea de su organización, de su membresía, de su programa sociopolítico y económico.

No vamos a cuestionar si fue o no correcta la adopción de la táctica seguida por los Independientes, ya que dicha agrupación presenta, tanto en su programa como en su pensamiento y acción de los que la integraban, un conjunto heterogéneo de ideas y tendencias que hacen muy complejo su análisis.

Se trataba de demostrar al mundo la cultura y la civilidad de la raza de color, que estaban preparados para el disfrute de la democracia y la libertad. Expresar que no querían ser gobiernos, sino intervenir en él para que se les gobernara bien.

El programa de la agrupación, más tarde partido,[7] acentuaba su carácter nacionalista, al señalar que "…se constituye en todo el territorio de la República con carácter nacional para mantener el equilibrio de todos los intereses cubanos, para difundir el amor a la patria y desarrollar relaciones cordiales e interesar a todos en la conservación de la nacionalidad cubana, haciendo participar por igual en la administración pública a los nacidos en esta tierra".[8]

El programa del Partido Independiente de Color en algunos aspectos era reformista, pero en otros contenía planteamientos realmente progresistas para la época, muchos de ellos no contemplados por otros partidos políticos.

A partir de 1910, reaparece la publicación Minerva,[9] la cual se habían interrumpido en la colonia, se agrega al nombre Revista Universal Ilustrada, de ciencia, arte, literatura y sport, órgano de la raza de color. El panorama se amplió con buenos objetivos. Reaparece en momentos cruciales para los negros, se les negaba sus derechos ciudadanos, tomando como pretexto entre otros, su falta de nivel, tanto cultural como educacional.

La revista trató de demostrar el grado de desarrollo que había alcanzado esta parte de la población, no sólo en Cuba sino en América, denunció los atropellos y las vejaciones a que eran sometidos. En un artículo publicado titulado "Existe en Cuba la clasificación oficial de razas" (1911), se señala el problema racial y la necesidad de luchar contra esto. Señala la importancia de las instituciones existentes y las destaca como una fuente de progreso en la vida nacional.

En la segunda etapa la situación existente en el país se agrava por la crisis de la postguerra. La lucha en contra de las dictaduras y en América contra la seudodemocracia, por la participación del pueblo en el gobierno, provoca el retorno a los problemas colectivos y un reconocimiento al carácter hegemónico de las masas proletarias en la lucha social.

En este período Regino Pedroso se coloca a la vanguardia con la poesía latinoamericana, junto a otros como Navarro Luna,[10] que canta las penas del campesino cubano, y Nicolás Guillén,[11] que introduce el mulato en nuestras letras, estos van a constituir el movimiento de integración nacional.

La situación del negro en esta etapa había mejorado un poco, pues a pesar de todas las vicisitudes existía un mayor número de intelectuales. En la época crítica de 1920 a 1930, se inicia en Cuba la lucha por la renovación de la cultura y la búsqueda de una identidad nacional y latinoamericana en contra del imperialismo.

El sentimiento de frustración y derrota que había padecido el pueblo cubano durante todos estos años, se va a ver acentuado por un impulso renovador en la literatura y el arte; el desarrollo ideológico se vinculará a una práctica diferente de protesta y de hacer, iniciándose un movimiento de afirmación a nuestras raíces y una valoración de lo africano dentro de la cultura cubana.

Lo negro comienza a invadir en varias manifestaciones culturales y artísticas, poco a poco esta valoración estética llega a Cuba con Fernando Ortiz, Rómulo Lachatañeré y Lidia Cabrera. Entrando la poesía negrista o negra con gran repercusión en toda la población; se profundiza el sentido del mestizaje en la cultura cubana y su pueblo.

Gracias a la obra inigualable de Ortiz, a partir de 1906, logra llevar a la conciencia de muchos intelectuales cubanos la necesidad de estudiar profundamente y con sentido crítico la presencia del africano y lo que representaba, despojado de todo prejuicio, gracias a los estudios biológicos y antropológicos que realizó, llegó a la conclusión de que era falsa la superioridad de una raza por otra, y que la clasificación por razas era superficial y errónea. Esto fue importante para que se valorara al negro y se desecharan las falsas ideas de superioridad, de que se llegara a la conclusión de como el negro había contribuido a la cultura cubana.

Todas estas corrientes enrumbadas a realzar los valores de la cultura africana y la lucha continuada del negro porque se le recocieran sus derechos traen como consecuencia que un grupo de intelectuales cubanos inicie el movimiento negrista. Este movimiento, como dijera el doctor José Antonio Portuondo, era la versión antillana o cubana del "indigenismo iberoamericano y el populismo mundial, era un elemento criollo integrado a las preocupaciones de vanguardia (…) como el vanguardismo de Nicolás Guillén, que representa de manera propia desde que comenzó a hablar en negro de verdad".

En ciertos sectores comienza una nueva orientación estética y un auténtico movimiento ideológico dirigido a reivindicar a la gente de color. Esto es también apoyado por la joven intelectualidad negra de la época y sus sociedades.

Entre los años 1928 a 1931, aparece en el Diario de la Marina la columna "Ideales de una raza" debido a la iniciativa del arquitecto y periodista negro Gustavo E. Urrutia.[12] Esta columna no surgió como una inquietud literaria, sino que buscó la manera de plantear las graves cuestiones que afectaban a su raza en Cuba, en ella surgen nuevos métodos de lucha en contra del racismo y abre las posibilidades a los artistas para dar a conocer sus obras.

Como negro Urrutia plantea en sus escritos cuales son los anhelos de esa parte de la población en Cuba, pues aunque el era de buena posición y cultura, le alcanzaba el prejuicio racial. En sus trabajos resalta el freno que representaba el desdén del negro por el negro basado en factores negativos por el surgimiento de falsas teorías y peores remedios, y señala en su artículo "Una cuestión de fondo" que el problema del negro se resolverá con el socialismo y el predominio de las masas proletarias que parece un hecho más o menos próximo.

El Dr. Emilio Roig de Leuchsering manifestaba un pensamiento antirracista, este demandaba la cooperación de los particulares o asociaciones de personas de color. Sin embargo Urrutia decía (…) de todos los particulares y todas las asociaciones de Cuba, pues él pensaba que en esta cuestión se perjudicaban tanto blancos como los negros, ya que esto atentaba contra la integración de la buena cubanidad con graves años para la patria y el pueblo.[13]

La campaña ideológica en contra la discriminación que se había venido desarrollando se intensificó. Urrutia y otros, no se apartaron de su línea de lucha por la equiparación económica, política y social del negro, y continúan denunciando la división que subsiste a pesar de existir ciertas corrientes que sí tienden a la igualdad.

Si analizamos la opinión de los pensadores negros más destacados, como Antonio Maceo, Juan Gualberto Gómez, Martín Morúa Delgado,[14] Rafael Serra, Lino D´ou, Gustavo Urrutia entre otros, vemos que siempre su ideal fue la conquista de la igualdad con el blanco, y el derecho a ser considerado cubano y no negro cubano.

Por eso cuando se planteó la segregación, los negros se negaron, esgrimiendo que cuando una República se fraccionara, creando una República dentro de otra, también se fraccionaría el esfuerzo libertador y recordaron que ellos habían luchado por una Cuba libre y soberana.

Conclusiones

La presencia de instituciones de negros desde al etapa colonial en Cuba, permitió que estas personas se expresaran a partir de sus aspiraciones religiosas, laborales o sociales, entre las que encontramos, cofradías, cabildos de negros, sociedades de socorro y ayuda mutua y sociedades de instrucción y recreo.

Durante los primeros años de la etapa republicana, el negro seguía discriminado, y valorado como clase subalterna. Fueron muchos los pensadores cubanos que reflejaron sus ideas con relación al negro en publicaciones de la época.

La década del 30 fue un período importante en la historia cubana republicana, por los movimientos sociales y políticos de los negros, desde el punto de vista cultural, existió un movimiento social e intelectual de un sector de la población negra que aspiraba a que se les tuviera en cuenta dentro de la sociedad de una manera distinta a como se había tratado con anterioridad, ahora contribuyente de modo significativo, a la formación de nuestra identidad como nación.

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Autor:

Lic. Angel Michel Aleaga Hung

Enviado por:

Alexander Ruiz Beltran

[1] La Ley de Reunión se implantó en Cuba por Real Decreto con arreglo a lo dispuesto en el artículo 89 de la Constitución de la Monarquía, y, al parecer, de su Consejo de Ministros, el día 15 de julio de 1880, aunque se publicó en la Gaceta de La Habana para su general conocimiento y cumplimiento un año después, el 29 de noviembre de 1881. Consta de siete artículos donde se concertan los requisitos necesarios que debían observarse para poder reunirse en los lugares permitidos.

[2] La Ley de Asociación, permitió conocer como actúo el gobierno español para ejercer un control de las asociaciones existentes en la isla de Cuba con raras excepciones. La Ley apareció con un artículo adicional donde se decía que era válida para las asociaciones ya existentes, y debían inscribirse dentro de los cuarenta días siguientes a su publicación en la Gaceta, bajo pena de impedir que funcionasen las que no se acogieran a ellas.

[3] El Club Atenas fue una sociedad clasista, la más exclusiva y aristocrática de las instituciones de este tipo en Cuba para personas de la raza negra; aunque podían asociarse a ella personas blancas de reputación, por ejemplo de doctor Fernando Ortíz, o por matrimonio con algún miembro. No excluía a nadie por razón de raza o color, sólo se exigía que cumpliera el reglamento y los estatutos establecidos. Contó con una Junta Central de Socios Fundadores.

[4] Ver Manifiesto impreso en La Habana dirigido al Secretario de Guerra de los E. UU Mr. Taft y al pueblo de Cuba y a la raza de color, El Score, La Habana, 3 de julio de 1903, el mismo Manifiesto aparece firmado por Ricardo Batrell Oviedo y Alejandro Neninger.

[5] Ver “Nuestro Deber”, en el Nuevo Criollo, La Habana, 22 de octubre de 1904, p. 1. Rafael Serra Montalvo. Colaborador y secretario de Martí. Fue director de El Nuevo Criollo, desde donde defendió los derechos del negro.

[6] “Habla la imparcialidad”, en El Nuevo Crisol, La Habana, 29 de octubre de 1904, p. 1.

[7] El Partido Independientes de Color, fundado por Evaristo Estenoz, fue la expresión más radical de los cubanos negros dispuestos a luchar por sus derechos. Dicho partido fue ilegalizado por la Enmienda Morúa, la que fue representada ante el Congreso cubano por Martín Morúa Delgado, negro también. La Enmienda impedía la existencia de partidos formados por hombres de una sola raza. Evaristo luchó por legalizar el partido, presionó de tal manera al presidente José Miguel Gómez, que esté determinó el asesinato de los dirigentes del PIC y el exterminio de una buena parte de sus miembros.

[8] Programa, en Previsión, La Habana, 15 de octubre de 1908, p. 3.

[9] La revista Minerva comenzó a publicarse en 1888, en ella escribían mujeres y algunos hombres de su raza como colaboradores. No sólo se distribuía en Cuba, sino en algunas localidades de Estados Unidos como Tampa y Cayo Hueso, así como en otros del Caribe.

[10] Manuel Navarro Luna. Importante escritor manzanillero de talla nacional, gestor de Revista Orto, importante publicación de la ciudad, llegó a ser reconocida por escritores cubanos y latinoamericanos, sus artículos no sólo reflejaban aspectos culturales, sino también los temas nacionales y su expresión en la región.

[11] Nicolás Guillén (1902- 1983) Es más conocido por su producción poética, pero su prosa es también importante, en especial los escritos sobre la situación del negro cubano antes de 1959.

[12] Gustavo E. Urrutia (1881-1958) Periodista, importantísimo luchador social por el desarrollo del negro. Fue el primer negro graduado en Cuba de profesor mercantil, fue contador, ejerció como vendedor ambulante. Estudió además, arquitectura y la ejerció. De 1928- a 1939, se dedicó a las reivindicaciones del negro. Asumió algunas funciones públicas, fue consejero de Estado en 1934 y jefe de cultura en La Habana en 1936.

[13] Gustavo E, Urrutia: Armonía, en Diario de la Marina, La Habana, 30 de enero de 1936.

[14] Martín Morúa Delgado (1856-1910) Cubano negro notable y polifacético, vinculado con la clase obrera, se destacó en la lucha contra la discriminación racial. Integró varios partidos políticos, se implicó en las filas independentistas, aunque tardíamente.