- Resumen
- Introducción
- Nietzsche
- El poder como una "necesidad animal" de sometimiento y dominio
- Inteligencia intuitiva, cimiento de la inteligencia intelectual
- De las representaciones figurabilizadas a formas de pensamiento verbalizable; de la palabra a la evolución y perfeccionamiento del pensamiento
- Pensamiento, palabra, reflexión y comunicación
- Discusión y comentarios. Una forma di-ferente de ver las cosas
- Bibliografía
"Sobre verdad y mentira…" de la filosofía de Nietzsche, en el psicoanálisis y desde la sabiduría popular.((
Resumen
Una de las invenciones trascendentes del ser humano en colectividad, sin la patente de la individualidad, fue el lenguaje. Como manifestación del intelecto, la capacidad verbal hizo posible sistematizar la comunicación y estimuló la organización social. La necesidad de la generalización requerida como base para establecer un sistema conceptual, estimuló y retro-alimentó el desarrollo de la capacidad de abstracción, conduciéndola por senderos crecien-temente más complejos. Ante ese importante logro, la relatividad de la exactitud o las dife-rencias y especificidades entre "la cosa" y "lo nombrado", se hizo la regla. Y, esencialmen-te, sin detrimento de la "verdad". La comunicación por la palabra sentó las bases y aceleró el desarrollo de la inteligencia como una función relativamente independiente de la fisiolo-gía, de la cual, no obstante surgen para luego ser conducidas e institucionalizadas por la cultura.
Palabras clave: intuición, inteligencia, intelecto, metáfora, metonimia, representación, moral, figurabilidad, narcisismo, consciente e inconsciente, representación de modelo único, representación de modelos múltiples, metarrepresentación.
Introducción
"Es mejor una cosa pequeña y cierta que una gran falsedad"
Leonardo Da Vinci.
En "Sobre verdad y mentira en sentido extramoral", Nietzsche, (1873), (artículo en la red)( desarrolló una elegante reflexión crítica sobre el intelecto. Lo ob-serva retroalimentándose mutuamente con el lenguaje y acusando recibo de matices narcisistas que tienden a influir en el ser humano con relativa facilidad, por ejemplo, distorsionando la verdad en función de intereses egoístas.
Le debo al Maestro Hugo Cansino, (2004 Facultad de Psicología, UIC. México), la sugerencia de echar un vistazo a este ma-terial, por su coherencia con el rumbo que fue tomando la investigación de mi tesis doctoral sobre el significado de los refra-nes como estructuras que aluden a "verdades universales" producto de la sabidu-ría popular, y la posibilidad de investigarlos a través del método de las asociaciones libres considerando varios recursos psicoanalíticos para interpretarlos, tales como la proyección y las funciones de in-tegración y síntesis. Resultan obviamente arbitrarios los juicios que, en ocasiones, nos inducen a decidir sobre algo, desde la influencia natural del narcisismo, fenóme-no que Nietzsche asocia con un fino hu-mor, un tanto cuanto "negro", con el hombre; como algo inherente a él y, de hecho, a todo lo vivo. Veámoslo directa-mente en Nietzsche:
Nietzsche
En algún apartado rincón del universo centelleante, desparramado en innu-merables sistemas solares, hubo una vez un astro en que animales inteli-gentes inventaron el conocimiento. Fue el minuto más altanero y falaz de la "Historia Universal" pero al fin de cuentas, sólo un minuto. Tras breves respiraciones de la naturaleza, el astro se heló y los animales inteligentes hubieron de perecer. Alguien podría inventar una fábula semejante pero, con todo, no habría ilustrado suficientemente cuan lastimoso, cuan sombrío y caduco, cuan estéril y arbitrario es el estado en el que se presenta el intelecto humano dentro de la naturaleza. Hubo eternidades en las que no existía; cuando de nuevo se acabe todo para él no habrá sucedido nada, puesto que para ese intelecto no hay ninguna misión ulterior que conduzca más allá de la vida humana […]
La tendencia hacia la autoexaltación narcisista merced a la capacidad intelectual, es algo cuestionable porque al final "El narciso paga con monedas de inteligencia". Es un riesgo implícito en el desarrollo normal. Como la naturaleza obsesiva del pensamiento, también implica el riesgo de la obsesividad neurótica.
En otro sentido, pareciera que hace más de un siglo, poco antes del descubrimiento del Psicoanálisis, las reflexiones de Nietzsche lo hacían pensar que no era a través del desarrollo de la inteligencia intelectual como el ser humano podría preservar la civilización. Aunque tampoco nos legó alguna alternativa al respecto. Asimismo, como se observa a continuación, detectó el papel que el narcisismo juega en la dificultad más importante:
[El intelecto] No es sino humano, y solamente su poseedor y creador lo toma tan patéticamente como si en él girasen los goznes del mundo. Pero si pudiéramos comunicarnos con la mosca, llegaríamos a saber que también ella navega por el aire poseída de ese mismo pathos, […]
Que interesante, parecería que Nietzsche fuera precursor en la apreciación de una tendencia natural, por vía de la consciencia, a la autoexaltación narcisista:
…y se siente el centro volante de este mundo. Nada hay en la naturaleza, por despreciable e insignificante que sea, que, al más pequeño soplo de aquel poder del conocimiento, no se infle inmediatamente como un odre; y del mismo modo que cualquier mozo de cuerda quiere tener su admirador, el más soberbio…, el filósofo, está completamente convencido de que, desde todas partes, los ojos del universo tienen telescópicamente puesta su mirada en sus obras y pensamientos. […]
Por eso será que el pueblo dice del "narciso" intelectual que "Está tan lleno de sí mis-mo, que está completamente vacío".
El poder como una "necesidad animal" de sometimiento y dominio
De alguna manera se pueden asociar las observaciones de Nietzsche con la "necesidad" natural de "poder" en aras de la seguridad, que implica serios riesgos por-que se nutre de energía instintiva, pues dicha necesidad puede verse hiperlibidinizada hasta el nivel de lograr acceder al poder y apasionarse por él de manera que se desee preservar e incrementar a cualquier costo, incluso al grado de provocar mezclas de energías: libidinal y tanática.
En cierto sentido el intelectual siente que "puede" porque "sabe", al menos, por encima del que ignora. Eso le resarce narci-sísticamente. Aunque no lo lleve a una sensación de plenitud propiamente tal.
El "poder" del conocimiento sólo no llena "vacíos" internos. Tampoco al rico las posesiones materiales le llenan sus vacíos existenciales. Ni al que ejerce el poder político, su sensación de dominio sobre los demás. Si así fuera, la voracidad y la envidia vengativa no tendrían razón de existir o tendrían, al menos, un límite que no fuera la agresión destructiva. A fuerza de nacer como una compensación, el riesgo en el desarrollo de la inteligencia y sus "productos", como el lenguaje, fue la po-sibilidad de enfermar del narcisismo. Para el filósofo:
Es digno de nota que sea el intelecto quien así obre, él que, sin embargo, sólo ha sido añadido precisamente co-mo un recurso de los seres más infe-lices, delicados y efímeros, para con-servarlos un minuto en la existencia, de la cual, por el contrario, sin ese aditamento tendrían toda clase de mo-tivos para huir tan rápidamente como el hijo de Lessing […]
De otra manera, quizás, habríamos desa-parecido de la faz de la tierra.
…ese orgullo, ligado al conocimiento y a la sensación, niebla cegadora colocada sobre los ojos y los sentidos de los hombres, los hace engañarse sobre el valor de la existencia, puesto que aquel proporciona la más aduladora valoración sobre el conocimiento mismo. Su efecto más general es el enga-ño […]
Engaño que el lenguaje permite instru-mentar, de manera no intencional.
–Pero también los efectos más particulares llevan consigo algo del mismo carácter– El intelecto, como medio de conservación del individuo, desarrolla sus fuerzas principales fingiendo, puesto que este es el medio, merced al cual sobreviven los individuos débiles y poco robustos, […]
Un ejemplo extremo, los voraces y envidiosos que encuentran en la astucia y la audacia, unos sustitutos compensatorios respecto de limitaciones, si físicas, pero también auténticamente intelectuales.
…como aquellos a quienes les ha sido negado servirse, en la lucha por la existencia, de cuernos, o de la afilada dentadura del animal de rapiña. En los hombres alcanza su punto culminante este arte de fingir […]
De lo más evidente en la política contemporánea.
…aquí el engaño, la adulación, la mentira y el fraude, la murmuración, la farsa, el vivir del brillo ajeno, el en-mascaramiento, el convencionalismo encubridor, la escenificación ante los demás y ante uno mismo […]
Autoengaño por razones inconscientes, fantasía de reaseguramiento, como ocurre con la resistencia al cambio.
…en una palabra, el revoloteo ince-sante alrededor de la llama de la vani-dad es hasta tal punto regla y ley, que apenas hay nada tan inconcebible como el hecho de que haya podido surgir entre los hombres una inclinación sincera y pura hacia la verdad. […]
Quizás la decepción de Nietzsche obedez-ca a la intención de encontrar una justifi-cación ignorando la fisiología y la naturaleza animal del hombre.
Como pensando-deseando que, en efecto, fuésemos una especie superior.
Inteligencia intuitiva, cimiento de la inteligencia intelectual
El desarrollo de la inteligencia intelectual parece haber sido el resultado del ejercicio del rol paterno: el rompimiento de la simbiosis madre-hijo, en la cual el inter-cambio de información entre ellos, fluía sin palabras. Al romper el padre la simbiosis, el niño se vio forzado a desarrollar una forma de comunicación que no fuera la "telepática" que existía entre su madre y él. Pareciera que para el padre, descubrir su papel en la gestación, hubiera sido una de las primeras experiencias que dis-pararon su "amor propio" y la autoexaltación narcisista se preservó, independien-temente de la consciencia de necesidad de preservar el valor de una verdad no instin-tiva. Porque en el origen, "la verdad" para el neonato, estaba representada por la sa-tisfacción y la creciente consciencia res-pecto del objeto: un "otro", que la provee. La vida depende de ello en el principio.
En el trayecto entre la inteligencia intuitiva y que se hubo establecido la hegemo-nía de la inteligencia intelectual, los afectos y el amor se devaluaron, arrastrando, en parte, al respeto. Los valores cambiaron. En gran medida, los afectos quedaron a la zaga, perdieron terreno y el engaño y la mediatización se convirtieron en estra-tegias centrales para el acceso al poder, el control y el dominio. En efecto, la inteligencia intelectual es un gran logro evo-lutivo. Y como todo, implica ciertos riesgos. Por ejemplo, solemos confundir inte-ligencia con astucia y con audacia. A eso alude el viejo refrán: "Más vale maña que fuerza".
Por otro lado, en la dinámica y la economía del poder político y económico, en último de los casos, la verdad no importa. Lo importante es preservarse en el poder. Y a partir de un juicio así, se "justificaron" cualquier cantidad de abusos.
Despojos perpetrados por el hombre sobre el mismo hombre. Otro viejo refrán versa: "El hombre es el lobo del hombre". Tanto oprimidos como opresores viven dentro de su propia enajenación, sólo que es evidente la "conveniencia" para unos que después buscan justificarse con toda clase de men-tiras y conservar su posición ventajosa y conveniente a sus intereses. En palabras de Nietzsche los hombres:
Se encuentran profundamente sumer-gidos en ilusiones y ensueños [y eso, tanto los opresores como los oprimidos]; su mirada se limita a deslizarse sobre la superficie de las cosas y per-cibe "formas", su sensación no condu-ce en ningún caso a la verdad, sino que se contenta con recibir estímulos, como si jugase a tantear el dorso de las cosas. Además, durante toda una vida, el hombre se deja engañar por la noche en el sueño, sin que su sentido moral haya tratado nunca de impedirlo […]
Ese es un privilegio de la forma como funciona el inconsciente, pero también alude a un necesario descanso respecto de lo doliente que, por lo común, resulta la realidad.
Mientras que parece que ha habido hombres que, a fuerza de voluntad, han conseguido eliminar los ronquidos. En realidad ¿qué sabe el hombre de sí mismo? ¿Sería capaz de percibirse a sí mismo, aunque sólo fuese por una vez, como si estuviese tendido en una vitrina iluminada? ¿Acaso no le oculta la naturaleza la mayor parte de las cosas, incluso su propio cuerpo, de modo que al margen de las circunvoluciones de sus intestinos, del rápido flujo de su circulación sanguínea, de las complejas vibraciones de sus fibras, quede desterrado y enredado en una conciencia soberbia e ilusa?
Ni por casualidad quiere Nietzsche aceptar nuestro origen animal:
Ella ha tirado la llave, y ¡ay de la funesta curiosidad que pudiese mirar fuera a través de una hendidura del cuarto de la conciencia y vislumbrase entonces que el hombre descansa so-bre la crueldad, la codicia, la insaciabilidad, el asesinato, en la indiferencia de su ignorancia y, por así decirlo, pendiente en sus sueños del lomo de un tigre! ¿De dónde procede en el mundo entero, en esta constelación, el impulso hacia la verdad? En un estado natural de las cosas, el individuo, en la medida en que se quiere mantener frente a los demás individuos, utiliza el intelecto y la mayor parte de las veces solamente para fingir, pero, puesto que el hombre, tanto por la necesidad como por hastío, desea existir en sociedad y gregariamente, precisa de un tratado de paz […]
El cual se ocupa, a través del intelecto, de instrumentar a través de la palabra.
…y, de acuerdo con éste, procura que, al menos, desaparezca de su mundo el más grande bellum omnium contra omnes. Este tratado de paz conlleva algo que promete ser el primer paso para la consecución de ese misterioso impulso hacia la verdad.
Sin embargo, como la "cosa en sí misma" no es útil para los procesos del pensamiento y tampoco se podrían sistematizar los nombres de las cosas y sus significa-dos, quedó implícito y se asumió el riesgo de la inexactitud en aras de la generalización.
El pasaje de las percepciones al "lenguaje" de las representaciones, fue materia prima fundamental para poder pensar la experiencia de la realidad y el incremento de la consciencia. El trabajo siguiente, estaba potenciado, la función del razonamiento: interpretar esas representaciones basadas en estímulos, sensaciones y percepciones.
De las representaciones figurabilizadas a formas de pensamiento verbalizable; de la palabra, a la evolución y perfeccionamiento del pensamiento
Desde que se descubrió que la palabra acicateaba al intelecto (la aparición de la palabra revoluciona el pensamiento), el hombre pudo compensar toda la desventa-ja que le significaban las mejores dotaciones de fuerza al servicio de la supervivencia que poseían la mayoría de los animales "no inteligentes" y las limitaciones que imponía la naturaleza. Irónicamente, la fantasía de deseo y posesión de esa fuerza y equipamiento contundentes, se preservará en lo más profundo del incons-ciente, en efecto, como un deseo, junto a representaciones de selfs y objetos malos persecutorios que son producto de la fan-tasía de una ferocidad que sólo encontramos justamente ahí, en los terrenos de la fantasía inconsciente en los cuales puede ejercer su hegemonía thánatos.
La autoexaltación del narcisismo, y pro- cesos primitivos de identificación podrían convertir esos contenidos, parafraseando a Fairbairn, en el Self antilibidinal o "Sa boteador interno" (Fairbairn, 1951), esa parte de la propia personalidad que nos juega las contras. Sin embargo, en tanto que la omnipotencia del pensamiento caracteriza una etapa temprana del desarrollo humano, se podría pensar que su fijación constituye un escollo, y, al mismo tiempo, se justificaría que la regresión suela restablecer esa forma originaria del pensamiento. Habría que ubicar en su justa medida cuándo la regresión es pasajera y cuándo estaría denunciando la pérdida de la salud. Porque, en ocasiones, lo obvio denuncia la frágil, poca o ninguna evolución. Nietzsche pensó que así fue y que su principal soporte ilusorio fue dado por la palabra, pero la verdad es que allí, trascendimos el gregarismo:
En este mismo momento se fija lo que a partir de entonces ha de ser "ver-dad", es decir, se ha inventado una designación de las cosas uniformemente válida y obligatoria, y el poder legislativo del lenguaje proporciona también las primeras leyes de verdad, [cursivas agregadas] pues aquí se ori-gina por primera vez el contraste entre verdad y mentira. El mentiroso utiliza las designaciones válidas, las pala-bras, para hacer aparecer lo irreal como real[1]Abusa de las convenciones consolidadas haciendo cambios dis- crecionales, cuando no invirtiendo los nombres. Si hace esto de manera interesada […]
Le faltó vida a Nietzsche para verlo con sus propios ojos, por ejemplo, entre políticos.
…y que además ocasione perjuicios, la sociedad no confiará ya más en él y, por este motivo, lo expulsará de su seno. Por eso los hombres no huyen tanto de ser engañados como de ser perjudicados mediante el engaño; en este estadio tampoco detestan en rigor el embuste, sino las consecuencias perniciosas, hostiles, de ciertas clases de embustes. El hombre nada más que desea la verdad en un sentido análogamente limitado: ansía las consecuencias agradables de la verdad, aquellas que mantienen la vida; es indiferente al conocimiento puro y sin consecuencias e incluso hostil frente a las verdades susceptibles de efectos perjudiciales o destructivos. […]
Por eso el que engaña siempre encuentra tierra fértil entre la gente. Sobre todo el ventajoso que engaña "dando" la palabra que se desea escuchar, con ingenio y con astucia: quien, al mentir, utiliza metáforas y metonimias que agradan o no amenazan y, por tanto, la gente no se alerta o "quiere" escuchar. Pero también se puede en-tender, dicho sea de paso, desde esta apre-ciación, el sustento de las "resistencias" como concepto técnico psicoanalítico. Pues resulta que el paciente se ha "engañado" diciéndose a sí mismo, lo que quie-re creer porque un día le tranquilizó. Y no le resulta agradable ser "descubierto" en su propio engaño. La "verdad" lo con-fronta y asusta, y aún cuando ya le perjudica su propia mentira o la de otro, no renuncia con facilidad, en aras de un vínculo, de una fantasía "tranquilizadora" basada en una "verdad" a medias o conveniente, la cual en sentido estricto, no lo es, es una mentira. Su propia mentira enmascara una distorsión o una representa-ción presimbolizada de la realidad, res-pecto de sus propias necesidades relacionales ante experiencias traumáticas, peli-gros, deseos prohibidos o fantasías pasi-vas.
[Continúa Nietzsche] Y, además, ¿qué sucede con esas convenciones del len-guaje? ¿Son quizá productos del cono-cimiento, del sentido de la verdad? ¿Concuerdan las designaciones y las cosas? ¿Es el lenguaje la expresión ade-cuada de todas las realidades? Solamente mediante el olvido puede el hombre alguna vez llegar a imaginarse que está en posesión de alguna "verdad" en el grado que se acaba de señalar. Si no se contenta con la verdad en forma de tautología, es decir, con conchas vacías, entonces trocará continuamente ilusio-nes por verdades.
"La verdad es un molde, es un diseño, que rellena mejor quien más delira".(
En el párrafo anterior, Nietzsche pareciera, no obstante, estar observando también en el lenguaje, como Lacan (1953-1954) observara en la Psicología del Yo, en "El seminario", ciertas limitaciones para averiguar la verdad:
¿Qué es una palabra? La reproducción en sonidos de un impulso nervioso. [El "nombre" para una imagen o para una sensación] Pero inferir además a partir del impulso nervioso la exis-tencia de una causa fuera de nosotros, es ya el resultado de un uso falso e in-justificado [arbitrario] del principio de razón. ¡Cómo podríamos decir legítimamente, si la verdad fuese lo único decisivo en la génesis del lenguaje, si el punto de vista de la certeza lo fuese también respecto a las designaciones, como, no obstante, podríamos decir legítimamente: la piedra es dura, como si además captásemos lo "duro" de otra manera y no solamente como una excitación completamente subjetiva! Dividimos las cosas en géneros, caracterizamos el árbol como mascu-lino y la planta como femenino: ¡qué extrapolación tan arbitraria! ¡A qué altura volamos por encima del canon de la certeza! Hablamos de una "ser-piente": la designación cubre solamente el hecho de retorcerse; podría, por tanto, atribuírsele también al gusano. ¡Qué arbitrariedad en las delimitaciones! ¡Qué parcialidad en las preferencias, unas veces de una propiedad de una cosa, otras veces de otra! Los diferentes lenguajes, comparados unos con otros, ponen en evidencia que con las palabras jamás se llega a la verdad ni a una expresión adecuada pues, en caso contrario, no habría tantos lenguajes. La "cosa en sí" (esto se-ría justamente la verdad pura, sin con-secuencias) es totalmente inalcanzable y [en tanto que concreta] no es desea-ble en absoluto para el creador del lenguaje. […]
Mao, el enorme filósofo y estadista chino, desde una perspectiva práctica y con un sentido más contemporáneo y realístico observa que "A medida que continúa la práctica social, las cosas que en el curso de la práctica suscitan en el hombre sen-saciones e impresiones, se presentan una y otra vez; entonces se produce en su cerebro un cambio repentino (un salto) en el proceso del conocimiento y surgen los conceptos" (Mao Tsetung, 1971) Porque sin ánimo de querer "Volver a inventar la rueda", el lenguaje se organiza a partir de sensaciones, impresiones y emociones asociadas a experiencias fisiológicas las cuales al ser procesadas psíquicamente, son representadas mediante procesos cognoscitivos innatos específicamente humanos, los cuales, en tanto que permiten re-cuperar el equilibrio y restituir un estado previo de tensión constante, se registran como sensaciones agradables de aquies-cencia; la "metabolización" de experiencias sensitivas, perceptuales, de intercam-bio afectivo y sus emociones lógicas, se figurabilizan internamente, traduciéndose en la posibilidad de ser nombradas, en tanto que las madres les ponen palabras a sus gestos y sus acciones de atención, cariño y cuidado para con sus bebés. A partir de ello es factible la comunicación y, casi simultáneamente, la simbolización gradual como un producto del razona-miento y la reflexión; se hace evidente la presencia del desarrollo de funciones yóicas como las de integración y síntesis, fundamentales para desarrollar la capaci-dad de organización comunitaria y social. Respecto del lenguaje, agrega el filósofo:
Este se limita a designar las relaciones de las cosas con respecto a los hom-bres y para expresarlas apela a las metáforas más audaces. ¡En primer lugar, un impulso nervioso [disparado por un estímulo interno o externo] extra-polado en una imagen! [figurabiliza-do] Primera metáfora. ¡La imagen transformada de nuevo en un sonido! [palabra] Segunda metáfora. Y, en cada caso, un salto total desde una esfe-ra a otra completamente distinta. Se podría pensar en un hombre que fuese completamente sordo y jamás hubiera tenido ninguna sensación sonora ni musical; del mismo modo que un hombre de estas características se queda atónito ante las figuras acústicas de Chladni en la arena, descubre su causa en las vibraciones de la cuer-da y jurará entonces que, en adelante, no se puede ignorar lo que los hom-bres llaman "sonido"[2], así nos sucede a todos nosotros con el lenguaje. Creemos saber algo de las cosas mismas cuando hablamos de árboles, colores, nieve y flores y no poseemos, sin embargo, más que metáforas de las cosas que no corresponden en absoluto a las esencias primitivas. […] Por tanto, en cualquier caso, el origen del lenguaje no sigue un proceso lógico[3]y todo el material sobre el que, y a partir del cual, trabaja y construye el hombre de la verdad, el investigador, el filósofo, procede, si no de las nubes, en ningún caso de la esencia de las cosas. Pero pensemos especialmente en la forma-ción de los conceptos. Toda palabra se convierte de manera inmediata en concepto en tanto que justamente no ha de servir para la experiencia singu-lar y completamente individualizada a la que debe su origen, por ejemplo, como recuerdo, sino que debe encajar al mismo tiempo con innumerables experiencias, por así decirlo, más o menos similares, jamás idénticas es-trictamente hablando; en suma, con casos puramente diferentes.
Afortunadamente, porque si no imaginen la gran cantidad de palabras que se requerirían para nombrar cosas, apenas diferentes, incluso dentro de una misma clase o especie.
Todo concepto se forma por equiparación de casos no iguales… [ninguna cosa es idéntica mas que a sí misma] al olvidar las notas distintivas,… [generalización] se suscita entonces la representación […]
Que algo que "representa" otra cosa, pueda estar en lugar de la cosa misma, se a-socia principalmente con la "reversibilidad" piagetiana. La utilidad de un recur-so así es, en esencia, "inteligente", ético y está al servicio de una generalización universalizante y de la abstracción formal. Por otro lado, es algo, necesario para la simbolización, que garantiza la salvaguarda de los equilibrios emocionales. Sin embargo Nietzsche, cuyo narcisismo as-pira a la perfección, observa:
Como si en la naturaleza hubiese algo separado… [de las cosas, que fuera "la cosa"]…una especie de arquetipo primigenio a partir del cual… [por ejemplo] todas las hojas habrían sido tejidas, diseñadas, calibradas, coloreadas, onduladas, pintadas, pero por manos tan torpes, que ningún ejemplar resultase ser correcto y fidedigno co-mo copia fiel del arquetipo. […]
Pensamiento, palabra, reflexión y comunicación
Inventadas las palabras para nombrar las cosas, el uso, la información interactiva y, en breve, la convención que las universalizó, parieron la comunicación humana. Y, a partir de la intuición que dio soporte a la inventiva intelectual. Cuando se al-canzó este nivel, la palabra se erigió en la forma de simbolización por excelencia; valiéndose, en efecto, de metáforas y metonimias, pero que inauguraron una forma de comunicación, producto de la metabolización psíquica de la experiencia sensorial, perceptual o motriz y algunos de sus afectos asociados, los que no estorbasen al razonamiento Este proceso hizo posible tanto la organización y desarrollo de lo emocional, como de lo intelectual. Después, la organización social característica-mente humana. Y todo gracias a la organización de lo emocional y el desarrollo intelectual, que las funciones de integración y síntesis llevaron hasta las construcciones conceptual verbales.
Los refranes construcciones que son un producto de la sabiduría popular, son de un tipo que conserva todo el "sabor" del origen. Veámoslo en Nietzsche:
Decimos que un hombre es "honesto". ¿Por qué ha obrado hoy tan honestamente?, preguntamos. Nuestra respuesta suele ser así: a causa de su ho-nestidad. ¡La honestidad! Esto signi-fica a su vez: la hoja es la causa de las hojas… Ciertamente no sabemos nada en absoluto de una cualidad esencial, […]
La "verdad" tal como el ser humano construyó el acceso a ella, más que con las e-sencias tiene que ver con la experiencia sensorial y la necesidad emocional, su representación (pensamiento) y luego su traducción a palabras, las cuales hacen posible la comunicación y la relación por afecto, (procesamiento que no puede prescindir de la reflexión) Adelante agrega Nietzsche:
La omisión de lo individual y de lo real [la representación] nos proporciona el concepto [como resultado de, y,] del mismo modo que también nos proporciona [la impresión interna de] la forma [figurabilidad], mientras que la naturaleza no conoce forma ni conceptos, así como tampoco ningún tipo de géneros, […] También la oposición que hacemos entre individuo y especie es antropomórfica y no procede de la esencia de las cosas, aún cuando nos aventuramos a decir que no le corresponde: …sería una afirmación dogmática y,… tan demostrable como su contraria. ¿Qué es entonces la verdad? Una hueste en movimiento de metáforas, metonimias,… una suma de relaciones humanas que han sido realzadas, extrapoladas y adornadas, poética y retóricamente y que, después de un prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y vinculantes: las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son; me-táforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, [quizás de ahí la necesidad de "la palabra verdadera" para Lacan] monedas que han perdido su troquelado y no son ahora ya consideradas como monedas, sino como metal [porque pueden ser mentira, "palabra vacía", resistenciales y enajenantes, "palabras muertas" para Octavio Paz] No sabemos todavía de dónde procede el impulso hacia la verdad, pues hasta ahora solamente hemos prestado atención al compromiso que la sociedad establece para existir: ser veraz, es decir, utilizar metáforas usuales; por tanto, solamente hemos prestado atención, dicho en términos morales, al compromiso de mentir de acuerdo con una conven-ción firme, mentir borreguilmente [y entonces creer lo que se nos dice de la misma manera, en efecto es un riesgo real], de acuerdo con un estilo vincu-lante para todos. Ciertamente el hombre se olvida de que su situación es ésta; por tanto miente de la manera señalada inconscientemente y en virtud de hábitos seculares –y precisa-mente en virtud de esta inconsciencia, precisamente en virtud de este olvido, [para Freud lo olvidado "retorna" a través del lapsus, para Lacan (1953-1954) más que por olvidar, es por equivocarse, por error, que se accede al sentimiento de la verdad] a partir del sentimiento de estar comprometi-do a designar una cosa como "roja", otra como "fría" y una tercera como "muda", se despierta un movimiento moral hacia la verdad; a partir del contraste del mentiroso, en quien na-die confía y a quien todo el mundo excluye, el hombre se demuestra a sí mismo lo honesto, lo fiable y lo provechoso de la verdad. En ese instante, el hombre pone sus actos como ser racional bajo el dominio de las abstracciones […]
Para bien y para mal, pues la obsesividad lo lleva al aislamiento de los afectos.
…ya no tolera más ser arrastrado por las impresiones repentinas, por las in-tuiciones [a las cuales con una actitud ingrata desprecia]; generaliza en primer lugar todas esas impresiones en conceptos más descoloridos, más fríos, para uncirlos al carro de su vida y de su acción. Todo lo que eleva al hombre por encima del animal depende de esa capacidad de volatilizar las metáforas intuitivas en un esquema; en suma, de la capacidad de disolver una figura en un concepto. En el ámbito de esos esquemas es posible algo que jamás podría conseguirse bajo las primitivas impresiones intuitivas: construir un orden piramidal por cas-tas y grados[4]instituir un mundo nuevo de leyes, privilegios, subordinacio-nes y delimitaciones [al precio de prescindir de la inteligencia emocio-nal], que ahora se contrapone al otro mundo de las primitivas impresiones intuitivas como lo más firme, lo más general, lo mejor conocido y lo más humano y, por tanto, como una instancia reguladora e imperativa. Mientras que toda metáfora intuitiva es in-dividual y no tiene otra idéntica y, por tanto, sabe siempre ponerse a salvo de toda clasificación, el gran edificio de los conceptos ostenta, la rígida regula-ridad [predictibilidad obsesiva] de un columbarium [cementerio vertical] e insufla en la lógica el rigor y frialdad peculiares de la matemática. Aquél a quien envuelve el hálito de esa frialdad, se resiste a creer que también el concepto, óseo y octogonal como un dado y, como tal, versátil, no sea más que el residuo de una metáfora, y que la ilusión de la extrapolación artística de un impulso nervioso en imágenes es, si no la madre, si la abuela de cual-quier concepto. Ahora bien, dentro de ese juego de dados de los conceptos se denomina "verdad" al uso de cada dado según su designación; contar exactamente sus puntos, formar las clasificaciones correctas y no violar en ningún caso el orden de las castas ni la sucesión jerárquica. […] (Nietzsche, 1873)
Discusión y comentarios. Una forma di-ferente de ver las cosas
Según la sabiduría del pueblo: "Una ley igual para el fuerte y el débil sirve para oprimir más al débil". El pensamiento de Nietzsche, proyecta las contradicciones de la democracia y la sobrevaloración narcisista del intelecto. Su desprecio por lo afectivo-emocional y su deseo de poder situar al hombre como perteneciente a una especie diferente de la especie animal, lo coloca lejos de la posibilidad de asociar sus ideas con las teorías de las relaciones objetales. Para él lo emocional, resabio de una intui-ción primitiva o prehumana, es un lastre, un estorbo que debe saldarse, porque hace débil al hombre. Sin embargo, también parece percatarse de que algo tiene que ver lo emocional reprimido o escamoteado, con la autoexaltación narcisista y la soberbia, de las cuales el investigador científico enferma con relativa facilidad. Y a juicio de él, más "los especiales": los que pertenecen a su "casta", los filósofos en particular. Por otro lado observa que el intelecto no es garantía de que la civilización perviva. Su apreciación respecto del restringido acceso a la verdad, a partir de intentos por conceptualizar la experiencia sensorial que ocurre en el contexto de la realidad concreta, avala la idea propuesta en relación con la verdad contenida en los refranes: éstos son un acceso a la verdad a través del razonamiento verbal. Son cons-trucciones, estructuras, que buscan la ver-dad a partir de la organización de conte-nidos inconscientes basados en experien-cias conscientes, que se valen del razonamiento y las propiedades como se organi-zó el lenguaje y desarrollando conceptos. Por eso es que la "verdad" intrapsíquica, simplemente Es, e independiente de la verdad lógica formal. La realidad intra-psíquica, por derecho propio, tiene la facultad para acceder a la experiencia que imprimió el sujeto de la realidad exterior concreta y tangible en su "mente repre-sentacional"; y ese acceso es factible, a través de la palabra hablada.
A la vuelta de varios milenios, el ser humano cuenta ya con un "sistema" de in- formación propio de la especie. Este sistema, siendo inconsciente en su origen, es el resultado de la organización de experiencias ancestrales. Contiene la historia de la evolución y el desarrollo, formas de reacción y conductas mejor adaptadas a partir de reacciones impulsivo-instintivas, que se han depurado a lo largo de millo-nes de años al servicio de la superviven-cia y la civilización. Esa información es específica de la especie porque nos anoti- cia de las capacidades y potencialidades de que la evolución a dotado al ser huma-no y que se han transmitido genética-mente, dando lugar a la formación de un espacio con ciertos contenidos o signifi-cantes, cuyos significados son un produc-to del desarrollo que se ha erigido como el "bagaje de la humanidad". Unas capacidades potenciales caracterizan lo espe-cíficamente humano y han sido absorbi-das por la filogenia, superando los conte-nidos registrados en la forma del inconsciente ontogenético, ya sea "originario" (Bleichmar, 2001), escindido (Klein, 1926) o reprimido (Freud, 1895-1896) La evolución nos ha alejado de nuestro ori-gen animal, pero no nos puede relevar de pertenecer a él.
Y es que la represión, por ejemplo, es una función defensiva del Yo: "esfuerzo de desalojo de la consciencia" (Freud, 1896-1900) por medio de la cual el sujeto re-chaza el deseo con miramiento por lo moral y para no entrar en conflicto con la realidad, afanándose en mantener dicho deseo rechazado en el inconsciente, debi-do a que las representaciones que lo figurabilizan, están ligadas a una pulsión cuya descarga, no obstante que es útil para la recuperación de un equilibrio fisiológico u homeostático, resulta opuesta a las pre-misas morales, e incluso jurídicas, de la cultura y la civilización. Por tanto, la re-presión es un recurso de naturaleza intelectual (yóico) que se activa frente a un conflicto interno inducido por la moral (función del Superyó) que coloca al ser humano en una condición que solemos decir como: "Nadando contra la corriente".
Profundizando, en el Diccionario de Psicoanálisis de Laplanche y Pontalis (1983) se encuentra que "… una pulsión cuya sa-tisfacción, por definición, engendra pla-cer, llega a suscitar un displacer tal que desencadena la operación de represión". Y argumentan que ésta: "Puede considerarse como un proceso psíquico universal, en cuanto se hallaría en el origen de la constitución del inconsciente como domi-nio separado del resto del psiquismo". Habría que hacer notar que se habla de la "constitución del inconsciente" freudiano, reprimido", con miramiento al menos, por la existencia del inconsciente escindido, el cual es fundante.
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