Freud empleó en varias ocasiones (1894-1896-1900-1911-1915) e indistintamente los conceptos "represión" y "defensa", pero en 1926, a partir de la segunda tópica, observa la represión como una defensa del Yo. Esto quiere decir que la represión, requiere de un considerable nivel de desarrollo del "Aparato psíquico", al grado de que para entonces, ya varios mecanismos han jugado su papel "fundante": estructuras representacionales de estímulos internos y externos percibidos a través del aparato "Percepción-consciencia", que desde un principio está al servicio de la satisfacción de necesidades, valiéndose de todas las funciones fisiológicas que giran en torno de las incorporaciones y las ex- pulsiones. Desde ésta óptica la presencia de la "pulsión de vida" estimula el apara-to de la cognición e inaugura lo específicamente psíquico, a partir de los procesos de introyección y proyección que preceden a la escisión, como estrategia para poder manejarse según las acepciones placenteras y displacenteras de la experiencia propia de las "Relaciones tempra-nas de objeto" (Klein, 1929-1935) El recurso de la escisión, demanda del sujeto desde su condición de neonato, la utilización de ciertos conocimientos ancestrales, como observara Fairbairn (1951-1962), del tipo "Divide y reinaras", como una es-trategia que le permitirá empezar a orga-nizar los primeros representacionales psíquicos de las funciones fisiológicas valiéndose, asimismo, de algunas de las for-mas compuestas de mecanismos que giran al rededor de la identificación primaria (identificaciones proyectivas e introyectivas) para la "indiferenciación" self-objeto, que le protegerá de tomar consciencia de separación de manera prematura. En a-delante empleará las formas de identificación introyectiva y proyectiva, para dar lugar a la primera forma de relación y "comunicación" entre la madre y el neonato (Klein, 1935) Otros mecanismos casi tan tempranos como éstos, son la "idealización" del objeto "bueno", que sirve al recién nacido para "sentir" que predomina "cosa buena" en él y en su interior (predominio de libido) sobre los montan-tes de energía que invisten representaciones de objeto "malo" y que inducen sensaciones persecutorias, de desintegración, (thánatos), amenazantes en sí mismas. Sin embargo, la pulsión de muerte contra-atacará por medio de la envidia primaria, apoyándose en la tendencia, presente en todo lo orgánico, a regresar a lo inorgánico o a formas de equilibrio estático, apoyándose en la fuerza del temperamento. El recién nacido se verá requerido para emplear los mecanismos de idealización y negación que se pondrán al servicio del recurso narcisista, como una defensa contra la envidia y la depresión, a través de la "fantasía inconsciente". A su vez, esta misma forma de fantasía inconsciente, dispondrá de las primeras formas de representación desarrolladas a partir de los "registros neuronales", lo que Freud de-nominó "huellas mnémicas", y que son la base para las "representaciones cosa" (Freud, 1895) Es posible encontrar coherencia a lo antes dicho, desde la perspec-tiva de otro modelo: La teoría de "La mente representacional", en la cual, representaciones de "modelo único" y de "modelos múltiples" (Perner, 1988) nos, per-miten, incluso, pensar mejor la propuesta kleiniana de los objetos parciales ("repre-sentaciones cosa") y las formas maníacas de defensa: el control y la negación omnipotentes de la realidad interna, externa e incluyendo la fantasía de un control omnipotente del objeto (Klein, 1923-1925-1935) así como la propuesta de separa-ción individuación de Margaret Mahler, (1968-1972-1975-1977)
Con la propuesta freudiana de 1895: los "registros neuronales" devienen, en el neonato, en la capacidad para desarrollar "huellas mnémicas", gracias a la investi-dura de dichos registros, con libido y a-gresión, proceso que a su vez inicia la organización de las emociones y los afectos. Las "huellas mnémicas, a su vez, sir-ven de base para el desarrollo de las "representaciones cosa" y, conforme la madurez permite el enriquecimiento experiencial, posteriormente se organizan las "representaciones palabra", ya que el desarrollo está garantizado por las relaciones tempranas de objeto y porque, como observara Piaget, (1964), se autogenera.
En otros trabajos ya he comentado que en el trabajo del "Proyecto de una psicología para neurólogos", (1895-1950), Freud se adelantó casi cien años a la psicología cognitiva (compárese con el trabajo de Perner (1988/1994) "Comprender la mente representacional". Entre ambos modelos se ubica no sólo a Klein con su teoría de los "objetos parciales" (1926), también "el psiquismo fetal de Rascovsky (1954-1959) y el trabajo sobre psicosomática de Aulagnier (1975-1982) según su concepto de "Pictogramas", los cuales, propone co-mo una especie de "cuadros de registro" o figurabilizaciones ("representaciones cosa") respecto de reacciones ante funciones corporales (secreciones e irritaciones) y las partes del cuerpo involucradas desde la relación neonato-madre, que provocan respuestas vegetativas asociadas conse-cuencia de funciones mal logradas en la atención, cuidado y alimentación, así como por ciertos estímulos o experiencias tempranas frustrantes y dolientes, a partir de las cuales se gestan núcleos potencial-mente psicosomáticos, en tanto que de-vienen "impresiones" en el soma, trau-máticas, pues se conjugan con la preca-riedad del desarrollo en esos momentos tan tempranos y de escasos recursos para poder procesarlas, según su teoría de la existencia de un "Proceso originario" (Aulagnier, 1975-1982) que es una forma de proto-pensamiento anterior, incluso, al que Freud concibió en el "Proceso prima-rio" (1895-1900-1905) y que hace posible la "gratificación alucinatoria".
"Impresiones" de éste tipo, quedan total-mente fuera de la posibilidad de ser procesadas por vía de las funciones yóicas, de tal manera que su reactivación puede provocar daño tisular casi de inmediato. Por eso los bebés desarrollan alergias, reacciones en la piel y una gran cantidad de otras alteraciones, que se tornan per-manentes con el paso de los años.
Por otro lado, ante la necesidad del abordaje y la reflexión clínica, de manera inte-gral, sistemática y metapsicológica, de los trastornos, según sus contenidos narcisis-tas y depresivos, y lo complejo de las organizaciones fronterizas en particular, de alguna manera, influido por Klein y el trabajo de Rascovsky, en la actualidad, Bleichmar (2002), propone la existencia de una forma de "Inconsciente origina-rio", que entre otras cosas, permitiría atenuar los conflictos que causa a muchos la teoría kleiniana, entender las perversiones y el funcionamiento fuera de la economía de las represiones. Curiosamente, el trabajo de Bleichmar, evoca la noción junguiana del "Inconsciente colectivo" (Jung, 1912-1913) al presuponer esa "estructura", la cual, como Piaget observara en 1964, funcionaría como "génesis" para todas las demás estructuras y procesos presentes en la personalidad y la conduc-ta; asimismo, presupone continuidad tanto hacia el pasado como hacia el futuro, tal como lo plantea el mismo Piaget (1964) en "Génesis y estructura".
La noción de un inconsciente colectivo, podría, de hecho, contener todas estas hipótesis, y con cierta ventaja, puesto que concibe al ser humano, dentro de una categoría más evolucionada como le gustaría, tal vez a Nietzsche ver al hombre, quizás si como "superior", pero, no obstante, dentro del reino animal. Es decir, como el "animal" más evolucionado.
En efecto, el ser humano, en su génesis, posee un equipamiento que es "estructura" para el "génesis" de otras "estructuras" como los "esquemas de acción inna-tos" que se permiten esbozar tanto Piaget, (1964) como Spitz, (1965) Conceptos que Békei, (1984) complementa e integra con las teorías de Aulagnier para adoptar el concepto de "Protosímbolos": información que sirve de base para que se pueden "construir" estructuras, preconscientes y conscientes, cognoscitivas propiamente tales, que desembocan en el proceso de la "Metarrepresentación" (Perner, 1988), base, a su vez de la capacidad simbólica.
Por otro lado, hace ya algunos años que los japoneses nos sorprendieron con sus "filamento-cámara" que les permitió in-cursionar en la cavidad intrauterina, y con lo cual captaron a ciertos fetos succionán-dose el pulgar in útero. Se pueden pensar cualquier cantidad de cosas con ese he-cho. Por ejemplo, ¿existirá erotismo oral dentro del claustro materno? y ¿a qué tipo de "registros neuronales" dará lugar esa forma de estimulación autoinducida, in-cluso, si se quiere "azarosa"? De ser así, ¿cómo y qué es lo que hace que se preserve ese registro y encause desarrollos pos-teriores? Si se puede dar crédito de vali-dez a esas preguntas, cerramos el paso a los cuestionamientos contra la posibilidad de que existan "registros" de la experien-cia pre, peri, y postnatal, sin poder sosla-yar un significado potencialmente impresionante, porque a partir de esas vivencias la información se organiza a una veloci-dad vertiginosa: en cosa de horas o minu-tos: después del parto, el neonato es capaz de emitir respuestas reproduciendo estímulos como los gestos faciales: "mímica", de quien lo alimenta y atiende siste-maticamente, según la propuesta de Hess & Blairy de la existencia de las "neuronas espejo" ¿Conducta de imitación? (Hess & Blairy, 2001; Blakemore & Decetey, 2001)
Como quiera que sea, le otorga una im-portancia mayor al "aprendizaje vicario", de la que los mismos conductistas le habían otorgado. Esa capacidad se puede pensar mejor como inscrita en un inconsciente transgeneracional y, como observa Bleichmar (2002), son una "garantía" biológicamente sustentada, para los procesos de identificación cuyos antecedentes más tempranos, desde la clínica, se los debemos a Klein, (1932)
La hipótesis de un inconsciente similar, la propuso Jung (1912-1913) hace ya tam-bién cerca de un siglo, desde su teoría del "Inconsciente colectivo". El cual, por lo demás, no resulta contradictorio, sino que más bien complementa, como en una suerte de "puente" o perspectiva de continuidad con las propuestas que veíamos antes, y que pertenecen a varios autores y a diferentes modelos teóricos.
Asimismo, recuerda y da soporte a conceptos como el de "ánlage" (Spitz 1965) y a la forma como, desde la respuesta "refleja" de succión, se desarrollan, a decir de Piaget, "esquemas sensorio perceptua-les", y, enseguida motrices, "esquemas de acción" (Piaget, 1964) al margen del pen-samiento consciente que empieza a desa-rrollarse.
Piaget concibe la perspectiva del desarrollo al servicio de la adaptación, a partir de la dinámica entre "asimilaciones" y "acomodaciones". Éstos dos procesos estimu-lan e involucran otros procesos nacientes, primero de captación o percepción de la información y su "organización" por aso-ciación con la "experiencia fisiológica", de "recuperación de equilibrios". Dispa-rando, a continuación, la "necesidad" de "acomodar" esa nueva información, en relación con la "experiencia interna" y, en breve, con la "experiencia externa", ante la cual también el neonato tiene que "acomodarse" poco a poco, porque lo externo, simplemente está dado. De tal manera que merced a la dinámica de "descentramiento" que se asocia a los límites con que topa cada "esquema de acción" o su opti-mización, se renuevan los "desequili-brios" y se estimulan nuevas acciones en busca de satisfacción o gratificación, in-vistiéndose la tendencia a la investigación en sí misma, como al servicio del instinto de vida. O sea, preparando el "impulso epistemofílico" que propuso Klein, (1935-1957)
En esa secuencia, todo parece muy bien concertado para que, como sistema, se observe que el proceso está al servicio de la supervivencia mediante la "adaptación", como observa Piaget biofisiológica y psicológica. (Piaget, 1964) Pero nada impide que se pueda pensar en intercalar y complementar la secuencia con las propuestas del "Proyecto": "Registros neuronales", "Huellas mnémicas", "Representaciones cosa" y "Representaciones pala-bra" (Freud, 1895) etc.; la "evolución de la libido" (Freud, 1905), y la organización creciente y sistemática de las emociones, al abrigo de las "Relaciones tempranas de objeto" (Klein, 1919-1920-1926-1935), con sus representaciones de funciones y objetos parciales ("Pictogramas" de Aulagnier), etc.; y los aportes de la Psicolo-gía cognitiva contemporánea sobre la memoria de Ruiz Vargas, (1994-1996) o de la teoría de "La mente representacional" de Perner, (1988)
Evolución de la libido, desarrollo y organización de las emociones y la inteligen-cia sensorio-motriz e intuitiva, son procesos todos, que parecen ocurrir simultánea-mente, quizás en paralelo. Sin embargo, en tanto que se influyen unos con otros, informando de las funciones de integra-ción y síntesis según la creciente estructuración intrapsíquica: desarrollo yóico y superyóico dependientes de la neutralización y el entreveramiento de la experien-cia emocional con la intelectual. La coherencia que se puede observar entre éstos y los procesos de "asimilación" y "acomodación", a su vez, se fortalece por medio de la propuesta del concepto de las "reacciones circulares": tendencia a repetir las conductas exitosas en relación con la recuperación de equilibrios (Piaget, 1964) Una propuesta de integración de este tipo cristaliza en una dinámica sistémica de organización sistemática y creciente de la experiencia, según un orden que, más o menos, podría ser el siguiente: instintivo-emocional-relacional-vincular, y, lógico, simultáneamente: cenestésico-perceptual-cognitivo; de manera que poco a poco se traslapa con lo interpersonal-social-lógico concreto, y, por último, con lo lógico formal y moral.
Resulta difícil pensar que las estructuras cada vez más complejas, simplemente – y sobre todo las iniciales- "aparezcan", como "por generación espontánea" a partir, incluso, de reflejos.
Cuando observamos la armoniosa secuencia del desarrollo, tanto como, cuando por traumatismos, ocurren trastocamientos y consecuencias entre los movimientos varios que integran la conducta "de succión", (Piaget, 1964; Spitz, 1965), como un "esquema de acción innato" y a partir del cual se van organizando estructuras cada vez más complejas hasta devenir "hábitos" que pueden perdurar toda la vida en la base de conductas bastante más complejas y en apariencia, sin relación con las originales o primarias, podemos repensar los conceptos de Hartmann: "Aparatos innatos del yo", coherentes con la existencia de suficiente Yo presente desde el nacimiento como para inaugurar los procesos representacionales como parte de la "Esfera libre de conflictos" que otorga base a la posibilidad de desarrollar la inteligencia sensorio-motriz y las formas de memoria episódica y procedimental; "Autonomía relativa primaria del yo" que, entre otros, podría explicar la "inde-fensión aprendida" o la capacidad de "preservarse" de algunos bebés, no obstante la presencia de patología severa en sus madres, etc. (Hartmann, 1937-1948) El enriquecimiento de la óptica se torna evidente.
La "autogeneración" de habilidades y capacidades resulta impresionante. Son verdaderos desarrollos, y netamente hu- manos. ¿A partir de reflejos y movimien-tos azarosos? ¿Quién podría cuestionar, con base en qué, que se interpretaran los primeros movimientos "azarosos" como un ejercicio de "conexión" y "prueba" para que vías aferentes y eferentes conduz-can la información, de ida y vuelta, de la periferia, incluyendo la que estimula las respuestas de las "neuronas espejo" (Hess & Blairy, 2001), y desde el interior de de-terminados órganos y aparatos, hacia ma-trices neuronales específicas, retornando información a manera de respuesta?
Ya no serían, en esencia, azarosos. La velocidad con que se observan estos procesos, será la responsable de que, en diferentes momentos y distintos ámbitos, se haya hablado del "Milagro de la vida". Sanciona, además, el matiz narcisista que proyecta y detecta Nietzsche en los investigadores científicos, por el menosprecio o indiferencia hacia la inteligencia animal. Porque al nivel inicial, inteligencia humana y animal, se parecen mucho. Y el hecho de que no sean lo mismo, nos con-duce a la teoría de la evolución, pero tam-bién a la idea junguiana del "Inconsciente colectivo" (Jung, 1912-1913)
Empieza a resultar costoso el rígido apego ideológico a los lineamientos y premisas del positivismo y el neopositivismo. La flexibilidad siempre ha generado ven-tajas. En realidad, entre la bioquímica, la medicina, la fisiología y la genética por un lado, y la psicología, la lingüística, la antropología y la sociología, por el otro, no hay un conflicto legítimo. Los hombres lo inventamos por comodidad. Para simplificarnos el trabajo. La complementariedad interdisciplinaria y la integración de perspectivas, en efecto, muy diferentes, constituye una labor titánica. Tanto más compleja como sigamos postergando el esfuerzo de su realización. Eso es lo que ha provocado que continúen como inexplorados e inexplicables, una gran cantidad de fenómenos humanos y diferentes formas de conducta inteligente. La inteligencia emocional-sensorio-perceptual y motriz, que empieza a desarrollarse desde el momento mismo del nacimiento, encuentra resonancia y sustento a través de la teoría del vínculo, con la inteligencia emocional, intuitivo-intelectual de las madres. Es lógico pensar que ocurre en la dinámica de, y gracias a la, relación tempra-na con el objeto. Es decir, no se desarrolla en el vacío.
La inteligencia específicamente humana, y por cierto no sólo la intelectual, inicia en germen, desde la gestación y se transmite genéticamente. Al nacer, en efecto, hace falta desarrollarla, y, un exceso de cautela para no "molestar" a freudianos dogmáticos y a experimentalistas recalcitrantes, para no conflictuarse con la metodología validada por la ideología perti-nente al sistema dominante, resulta que nos ha extraviado.
Los recientes, y ya en varias ocasiones mencionados, descubrimientos acerca de la capacidad de replicar mentalmente los gestos y movimientos que el neonato percibe durante los breves espacios de tiempo en que se encuentra en estado de vigilia, (Hess & Blairy, 2001), otorgan sopor-te también a la propuesta que hizo Bion en "Una teoría del pensamiento" (1965), respecto de la "función alfa" estimulada por el "revêrie" o capacidad de ensoñación materna (inteligencia intuitiva que permite a las madres funcionar como Yo auxiliar y a la vez como objeto de relación y vínculo que estimula y hace posible los procesos de identificación, tanto desde la representación del objeto, como desde la representación de las funciones de que se ocupa el objeto), por vía de la cual el neonato procesa información afec-tiva y sensorio-perceptual captada a través del órgano de la "percepción-cons-ciencia" hasta "aprehender" a convertir dicha información en "elementos alfa" que son la "materia prima" para poder soñar y ensoñar, pero cuya "producción" y finalidad más importante, es organizar e integrar el "Aparato para pensar los pen-samientos". Desarrollada la función de pensar, se pueden "utilizar" contenidos de información genética que han sido deno-minados "preconcepciones innatas", los cuales son coherentes con los "registros neuronales" propuestos por Freud; porque ¿en dónde, o sobre qué, se efectúan di-chos registros? O sea que una especie de pensamientos originarios otorgan sustento, -porque se asocian con las acciones- a los registros en las memorias "episódica" y "procedimental" (Ruiz Vargas, 1994-1996) que se observan en íntima relación con la tendencia a la vida: "gratificación alucinatoria" freudiana. Es decir, al servi-cio del desarrollo y la supervivencia, desde las formas nacientes de registros vege-tativos y pensamientos primitivos: representaciones, coherentes con el "Proceso primario" freudiano (Freud, 1895) y están presentes desde el nacimiento, indepen-dientemente de que algunos de ellos pue-dan ser, o llegar a ser "pensados" de ma-nera secundaria y consciente, o de que se conserven siempre inconscientes. Eso es lo que se observa alterado en los estados psicóticos. En estos enfermos actuar y "pensar", son una y la misma cosa. Su "función alfa" está alterada, degradada o no existe. Porque no hay producción de "elementos alfa" propiamente tales, sino sólo de "partículas beta" que son "la cosa en sí misma" (¡eh aquí el riesgo que el filósofo, Nietzsche, no estaba obligado a contemplar!) Son contenidos no simbolizados que pueden estar representados en diferentes grados: "representaciones de modelo único": sensaciones y, acaso figurabilizaciones de objetos parciales: "re-presentaciones cosa"; quizás "representaciones de modelos múltiples", pero todavía lejanas de la posibilidad de ser verbalizadas, (Perner, 1988) Es decir, como ob-jetos todavía parciales pero ya integrados o "divalentes (Pichón Riviere, 1980) Es bien probable que todos, o la mayoría, de estos procesos hubiesen empezado a funcionar antes de que se hubiera establecido la comunicación por medio de la palabra.
Para Bion, las "partículas beta" son for-mas primitivas, y mal logradas, de repre-sentación que no se pueden integrar ni or-ganizar: Las denominó "objetos bizarros" porque son como "la cosa en sí misma". Éstos no son apropiados para pensar, sólo pueden utilizarse en "evacuaciones", mediante identificaciones proyectivas, para "desembarazarse" de algo malo, dañino, que amenaza y persigue desde dentro; o bien, como un recurso para indiferenciarse del objeto y lograr así un cierto apaci-guamiento. Más aún, útiles como contenidos producto de una descarga destructiva, en tanto que concretos, para agredir, por lo cual las formas de identificación pro-yectiva que les sirven de canal, resultan patológicas, al menos, elementales.
Pero, asimismo, la "función alfa", los "e-lementos alfa" y el "Aparato para pensar los pensamientos", hacen posible la capacidad para soñar, estar consciente o in-consciente (Bion, 1962-1965), como para optar por, o con la intención de llegar a, "ponderar", para "decidir" si es necesario que determinados contenidos se preserven de una u otra forma. Y, en ese sentido, se puede pensar, todo el proceso como dando lugar a un "sistema" cuya actividad es necesaria y preliminar, para que aparezca la palabra y con ella, en breve, la función de la prueba de realidad. Parece lógico esperar que, ésta última, la prueba de realidad, deba estar precedida por la función de juicio crítico.
Parafraseando a Freud, en el Manuscrito K, Carta 52, él observa que "…la "Prc (preconciencia) [digamos los primeros indicios del desarrollo de la capacidad para pensar] es la tercera retrascripción [reordenamiento necesario preparatorio], liga-da a [las] representaciones-palabra, correspondiente a nuestro yo oficial [siste-ma de funciones de orden superior y eje-cutivo] Desde esta Prc, las investiduras [sobre las "representaciones cosa" figurabilizadas y quizás ya sobre incipientes "representaciones palabra"] devienen conscientes de acuerdo con ciertas reglas… esta consciencia-pensar secundaria es de efecto posterior {nachträglich} en el orden del tiempo, probablemente anudada a la realización alucinatoria de deseo y la representación-palabra,…" (Freud, 1896b)
O sea, tanto el procesamiento inteligente como las acciones concomitantes, se rea-limentan y autogeneran dando lugar a nuevas y más complejas estructuras. Y és-tas son requisito para el desarrollo de nuevas capacidades que se traducirán en conducta propositiva, intencional, y con dirección.
Las conductas pensadas mejor, gradual-mente se centran, poco a poco, también mejor en la realidad exterior; es decir, median entre la hegemonía del "Principio del placer" y el establecimiento del "Prin-cipio de realidad" (Freud, 1895-1911-1920), con las lógicas consecuencias tan-to para el niño, como para la madre y el medio circundante, que estimula algunas e inhibe otras.
Todos estos desarrollos y sus consecuen-cias, por contingentes con la reacción de atención, respuesta afectiva y de cuidado de la madre, conducirán al niño poco a poco, por los senderos del entorno fami-liar. Lo llevarán a incursionar dentro del ámbito interpersonal triádico, el medio social inmediato y mediato, y, quizás, si-multáneamente en diferentes niveles re-presentacionales: por el ámbito de los intereses y los valores. El niño primero asu-mirá como propios los intereses y valores de su madre, mimetizada con la cual –según la hipótesis de la información genéti-ca que se refiere a la representación de la "pareja conjugada" (Klein, 1927)- se encuentra la representación del padre. Y precisamente al padre, que va a "romper" la simbiosis, deberán ambos, niño y ma-dre, que el pequeño se vea obligado a "aprehender" la palabra porque la sepa-ración lo coloca fuera del alcance del poder adivinatorio de la madre. Ahora tendrá que sobreponerse a la desazón que le significará la "Ley del padre" y absorber los intereses y valores de él para consolidar sus procesos de identificación.
Quizás por eso es que Lacan observa que la autoridad de la madre es una autoridad irracional, porque se pliega de manera incondicional, a la "Ley del padre" sin po-der evitar que en el ejercicio del maternaje, el niño, en ocasiones, la sienta se-ductora.
El niño, entonces, necesita ir ampliando esos valores y ajustando su personalidad de acuerdo con lo que percibe y las consecuencias de su forma de actuar, hasta conformar unos intereses y valores que no son los de la madre ni tampoco los del padre, sino los de él mismo como una síntesis de ambos en una estructura sistémica que llamamos "personalidad".
Por lo tanto, la evaluación de lo que es verdad o mentira, en efecto tiene un origen extramoral y una trascendencia menor, hablando en sentido estricto, que la que le otorgaba el filósofo hace ya casi un siglo y medio. Por lo demás… crecer siempre duele.
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Autor:
Fernando Romero
[1] Basado en el original en Tesis Doctoral (2004) Instituto de Postgrados. Universidad Intercontinental.
[2] http://www.nietzscheana.com.ar/wahrheit.htm
[3] Esquizofrenogénicamente, enloquecedoramente.
[4] Fragmento de un verso de Pedro B. Palacios, “Alma fuerte”: “¿Que la ciencia es brutal y que no sueña?, ¡Eso lo afirma el asno que la enseña! La verdad es un molde es un diseño, que rellena me-jor quien más delira”.
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