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El Reino del Caimito: Deconstrucción histórica a través de una presencia real

Enviado por Alexandra Alba


    Monografía destacada

    RESUMEN

    El Caribe es un espacio donde se han generado manifestaciones culturales asentadas en la diversidad, dando paso a creaciones que desentrañan, de cierta manera, la identidad antillana. Derek Walcott forma parte de tal dinámica, pues a través de su poesía persigue nombrar su mundo y a los sujetos que en él habitan. El presente artículo responde a la necesidad de explicar cómo el autor de El reino del caimito (1977) se plantea la deconstrucción de la Historia por medio de la celebración de una presencia real, de allí que se considere el paisaje como personaje protagónico en el drama de la Relación. Igualmente, se intenta describir la oposición entre el pensamiento de sistema y el pensamiento del rastro presente en el poemario como punto de partida para la comprensión del imaginario antillano, un imaginario propio de la periferia.

    Palabras claves: Walcott, deconstrucción, Historia.

     

    ABSTRACT

    As a region, the Caribbean has produced cultural expressions which are characterized by diversity and which offer some insights into the West Indian identity. Derek Walcott is one such example. In his poetry he consistently names the things of his world and the people who live in it. In this article, I shall show how the author of The Star-Apple Kingdom (1977) proposes to deconstruct History by celebrating a real presence. The landscape is thus considered a protagonist in the drama of relationships. In addition, I shall attempt to describe the tension between system thinking and sign thinking which is present in this book of poems, as a point of departure for understanding the West Indian imagination, an imagination that is typical of the periphery.

    Key words: Walcott, deconstruction, History.

     

    RÉSUMÉ

    La Caraïbe est un espace où s’est manifestée la culture de la diversité, et où l’on a produit des créations qui essaient de déceler l’identité antillaise. Derek Walcott prend part à cette intention, puisque par l´intermédiaire de sa poésie il cherche à nommer ce monde et les sujets qui y habitent. Cet article tente d’expliquer comment l’auteur d’El reino del caimito (1977) s´interroge sur la déconstruction de l’Histoire. De même, il essaie de décrire l’opposition entre deux types de pensée qui sont présents dans les poèmes, et qui sont considérés comme le point de départ pour comprendre l’imaginaire antillais, propre à la périphérie.

    Mots clés: Derek Walcott, déconstruction, Histoire.

     

    Separar, clasificar, ordenar, decidir, dominar lo "real": prácticas que han permitido al hombre occidental construir y reconstruir su pasado en absolutos universales, absolutos con un deseo de proyección incontenible, absolutos nombrados y erigidos por una lógica racionalista: la Historia. Una línea seccionada en trozos que encierra el secreto de la exclusión, una voz que narra desde un centro definido y hacia un objeto determinado, proyecto y proyección, una voz que se levanta a partir de la idea de muerte y que con el anuncio del Progreso encubre sus verdades:

    La muerte obsesiona a Occidente. Desde este punto de vista el discurso de las ciencias humanas es patológico: discurso del pathos —calamidad y acción apasionada— en una confrontación con esa muerte a la que nuestra sociedad ya no considera como un modo de participación en la vida… debemos, pues aceptar la pérdida de una solidaridad viva con los desaparecidos, trazar un límite irreductible. Lo perecedero es su base; el progreso, su afirmación (Certeau, 1985: 19).

    Según lo anterior, la Historia tradicional se ha construido sobre el cuerpo inerte, sobre la base de la exclusión, donde las voces de los muertos han sido silenciadas, excluidas en pos de una práctica que organiza el tiempo y lo hace comprensible a favor de las estructuras ideológicas dominantes, a favor de un pensamiento de sistema y de sistemas de pensamiento que toman a la realidad y la encasillan entre sus límites. La realidad viene así a ser enganchada por los sistemas dominantes, de allí que, en la historiografía tradicional exista una separación rotunda entre el sujeto y el objeto, el sujeto pronuncia su discurso desde lugares distantes, ajenos, lugares que evocan mas no coexisten con el objeto (cuerpo social) reduciendo así la realidad en función de un centro que busca territorializar: pasado y presente como entes consecutivos, pero que no se entremezclan; la muerte y la vida estadios en el tiempo, mas no espacios que cohabitan, civilización y naturaleza bajo la perspectiva del dominio de la una sobre la otra. Así que cabe preguntarse: ¿Puede la realidad ser explicada en toda su profundidad por lo científico, por lo racional, por dicotomías tendenciosas, por técnicas de causalidad? La respuesta se encuentra, justamente, en esos discursos de resistencia que recrean y atraviesan la Historia, discursos que han escapado del pensamiento de sistema, discursos que se han filtrado a través de los quiebres y las contradicciones de la unicidad. Precisamente, es en la periferia en donde la Historia se enfrenta con sus contradicciones, donde sus grietas son más visibles, y donde es descubierta con el sutil lenguaje que se esconde en la presencia viva del lugar, el cual es traducido y plasmado por medio de las manifestaciones artísticas.

    El Caribe ha sido y es un escenario muy particular, su condición de archipiélago, rosario de islas regadas en medio de océano, interconectadas extrañamente, puerta discontinua del Nuevo Mundo, islas herederas de lenguas y tradiciones dispares pero capaces de concebir un lenguaje que permite la Relación con el todo, tal vez debido a su misma condición periférica, tal vez por su condición multiétnica, tal vez por su construcción de la realidad a partir de un pasado nubloso y dramático que posee como base la amnesia, amnesia de sus raíces primigenias, de sus nombres, amnesia que dio paso a la posibilidad de imaginar lo no dicho, de escapar de la visión unívoca de la Historia. Esta posibilidad de imaginar lo no dicho, brota de lo que Édouard Glissant ha denominado el pensamiento del rastro, el cual se basa en la intuición, en la ambigüedad y en los fragmentos de memoria que sobreviven en medio de la existencia de las culturas compuestas; el pensamiento del rastro se filtra así a través de las generaciones, de las grietas de la Historia, y se manifiesta en la cotidianidad, en el estar: El rastro presupone y significa no el pensamiento del ser, sino la divagación de la existencia (Glissant, 2002: 69) De manera que, el pensamiento del rastro revela cómo la noción de exclusión es base de los pensamientos de sistema; el rastro se anuncia ante la unicidad del Ser a través de lo que Derek Walcott denomina la celebración de una presencia real.

     

    El escritor antillano Walcott en su obra poética El Reino del caimito (1977) revela esa falsa universalidad de los pensamientos de sistema y los atraviesa con las herramientas propias del imaginario antillano, imagina lo no dicho por la Historia y deconstruye su discurso, ironiza lo sistémico y lo atávico. Partiendo de la divagación del estar Walcott celebra la presencia real del lugar y por medio de su intuición poética revela las formas con las que el pensamiento rastro se opone a las obsesiones occidentales: la muerte, el ansia de dominio, lo Único. Walcott es un espíritu consciente del papel que juega la palabra a la hora de reconstruir un mundo conformado a partir de fragmentos, es conciente de la necesidad de nombrar desde su lugar el acontecer de su pueblo, y a partir de un proceso de autodefinición y de autoafirmación lo logra. A través del lenguaje poético Walcott expresa la conciencia ahistórica de las Antillas, y renombra esa realidad particular y de esta manera sorprende la insuficiencia de la Historia. En El reino del caimito lo logra principalmente en los poemas "La goleta El Vuelo", "La mar es la Historia" y "El reino del caimito".

    Occidente separa irremediablemente la vida de la muerte, el presente del pasado, acalla a sus muertos y les ofrece panteones que apagan sus voces, pues la Historia debe olvidarse de lo "otro" de lo no medible, de lo no comprobable, para así abarcar objetivamente lo "real"; por su parte Walcott en el poema "La goleta El Vuelo" establece un diálogo ancestral y nos demuestra cómo la conciencia caribeña no ve a la muerte como una ruptura final, sino como parte de la vida, como una presencia que incorpora el pasado. De allí que las voces de los antepasados convivan con el presente, y formen parte de la existencia, tal como Shabine quien habla desde el más allá, desde las profundidades de la memoria. En este personaje convergen el presente y el pasado, su lugar y la diversidad de su naturaleza multiétnica; es una fantasma que descubre a partir de lo no dicho la realidad silenciada en las páginas de la historia. Shabine es la voz que se manifiesta a través de la imaginación, es un esfuerzo de memoria que reconstruye de cierta manera el pasado y cuyo único testigo es la fastuosidad de la naturaleza del lugar: (…)

    Aquella noche, de chispas celestes heladas por el fuego, corrí como un caribe por toda Dominica, mis fosas nasales ahogadas por el recuerdo del humo; oí los gritos de mis niños que se quemaban, devoré el seso de las setas, los hongos de los parasoles del diablo bajo blancas y leprosas rocas; desayuné con humus en los lluviosos bosques, en hojas tan grandes como mapas, y cuando oí el ruido del avance de los soldados por entre el denso follaje, pese a que mi corazón se reventaba, me levanté y corrí por entre las hojas de balisier más afiladas que lanzas; con la sangre de la raza corrí, muchacho, corrí con la rapidez sigilosa de un pájaro pintado; (…) (Walcott: 1977: 43)

    De igual forma, Shabine dueño de la sabiduría que emerge de su existencia entre dos mundos canta una realidad anclada a la tierra que lo heredó, a su doloroso pasado colonial, a la piel mestiza que lo cubre; dicha realidad sólo puede aceptarla y explicarla desde lo que ama: el mar, la poesía, sus islas. Así, Shabine, y la visión que su sensibilidad poética le otorga, vislumbra con desdén el desacierto de la Historia en sus islas; donde la línea secuenciada que interpreta el tiempo es insuficiente e inadaptable, y donde su fin último, "el progreso", no ha encontrado asidero. El progreso es el pretexto, es la máscara de la modernidad, la que el poder usa para territorializar y así expandir su condición. Es Shabine quien atestigua la mentira del progreso al observar en su viaje transtemporal la sangre que deja atrás de sí lo oculto, lo no dicho, lo olvidado a favor del progreso:

    El jet que rugía sobre El Vuelo Abría una cortina que daba al pasado. "¡La Dominica enfrente! "Allí todavía hay caribes" "un día sólo habrá aviones no más barcos." "Vince, Dios no hizo a los negros para volar por el aire." "Progreso Shabine de eso se trata. El progreso que deja atrás a todas nuestras islitas." (…) "Habría que preguntar a los caribes acerca del progreso. Los mataron por millones, algunos en la guerra, Otros en el trabajo forzado de las minas Buscando plata; y después, los negros; más. El progreso. Hasta que no vea signos definitivos de que la humanidad cambia, Vince, no quiero oír más. El progreso es el chiste vulgar de la historia. (…) (Walcott, 1977: 43)

    En los versos anteriores el autor logra traspasar el discurso sistémico con el discurso poético y desbancarlo de una forma sutil pero consistente, dejando en claro su posición ante la Historia y su principal axioma, revelando que el progreso se levanta sobre la muerte. De igual forma Walcott lo expresa en su ensayo "La musa de la historia":

    La obsesión por el progreso no figura en la psique de los recientes esclavos. Ese es el amargo secreto de la manzana. La visión del progreso es la locura racional de la historia considerada como tiempo secuencial, la visión de un futuro dominado. (Walcott, 2000: 59)

    El autor de El reino del caimito teje así por medio de su personaje Shabine un discurso de resistencia, discurso que ironiza lo sistémico y sus divisiones excluyentes; poesía que encierra la complejidad del pensamiento de rastro, fragmentos de memoria que surgen de la niebla y se materializan en imágenes extraídas del entorno que cobija al individuo antillano, que cobija su desnudez y le dan la oportunidad de la opacidad:

    (…) Cae suave, lluvia, sobre el rostro del mar que mira hacia arriba Como una niña bajo la ducha; has lozanas estas islas, Como Shabine las conoció en otro tiempo. Permite que cada rastro, Cada camino ardiente, huelan como la ropa que acaba de planchar Y rociar. Termina mi sueño; Todo lo que lava la lluvia y el sol plancha, Las nubes blancas, el mar y el cielo unidos en una sola costura, Es abrigo suficiente para mi desnudez. (…) (Walcott, 1977: 53)

    Este dibujo del lugar desde el cual la poesía levanta su voz, trasluce claramente la concepción del pensamiento de rastro, su rechazo a la posesión y a lo único; viene a abrir un camino de comprensión de la cultura caribeña, de su conformación cultural y de la importancia que la naturaleza adquiere en este sitio. De esta manera se revela cómo existe un modelo distinto, fugitivo al modelo dibujado por la modernidad, donde las divisiones anteriormente mencionadas tienden a desvanecerse y, donde especialmente la naturaleza del lugar se involucra: La sorpresa visual es natural en el Caribe; surge del propio paisaje y, ante su belleza, el murmullo de la Historia se desvanece (Walcott, 1992: 91) Walcott en su poemario El reino del caimito da muestras innegables de cómo la cultura caribeña, a pesar de las fuerzas trasnacionales que en ella se alojan, es una cultura donde la naturaleza interactúa con el cuerpo social y con lo sobrenatural; Arturo Escobar en su trabajo "El lugar de la naturaleza y la naturaleza del lugar" indica cómo tal continuidad surge especialmente en lugares no occidentalizados:

    A diferencia de las construcciones modernas con su estricta separación entre el mundo biofísico, el humano y el supernatural, se entiende comúnmente que los modelos locales, en muchos contextos no occidentales son concebidos como sustentados sobre vínculos de continuidad entre las tres esferas. Esta continuidad (…) está culturalmente arraigada a través de símbolos rituales y prácticas y está plasmada en especial en relaciones sociales que también se diferencian del tipo moderno, capitalista (Escobar, 2000: 119)

    Tal dinámica de continuidad entre lo natural, lo social y lo sobrenatural es suficientemente manifestada por Derek Walcott a lo largo de los diferentes poemas que bien se enlazan y se conectan en El reino del caimito, es la naturaleza y sus relaciones con lo social la herramienta de la que hace uso el autor para deconstruir la Historia, pues es ésta una de las particularidades propias de la cultura antillana. Bien se observa en las comparaciones que el autor logra en un poema como "El mar es la historia" para distinguir su conocimiento local al conocimiento sistémico, por tanto taxonómico de la Historia y a su sustento atávico, sustento que el autor bien parece distinguir:

    ¿Dónde están sus monumentos, sus batallas, sus mártires? // ¿Dónde su memoria tribal? Señores, //en esta bóveda gris. El mar. El mar // los ha aprisionado. El mar es la Historia. // Primero fue el aceite palpitante, // Pesado como el caos; //Luego, como una luz al final de un túnel, // La linterna de una carabela, // Y ese fue el Génesis. // Después fueron los gritos atestados, // La mierda, el lamento: // El Éxodo. (…) (Walcott, 1977: 69)

    Walcott es consciente del poder jerarquizante y territorializador que contiene el mito fundacional y por tanto en dicho poema lo acopla con la Historia, manifestando así su ineficacia para entender la heterogeneidad del espacio caribeño; en este sentido Édouard Glissant apunta lo siguiente:

    Se entiende entonces cuán importante es que el mito fundador hunda sus raíces en una Génesis, de doble impulso: la filiación y la legitimidad, que garantizan la fuerza y suponen su fin: legitimación universal de la presencia de la comunidad. ¿No es acaso ése el modelo sobre el que opera lo que llamamos Historia, sea cual sea, por lo demás, la filosofía en la que se fundamente? (Glissant. 2002: 62).

    La relación entre mito fundacional e Historia es evidente, al igual que su relación con la perpetuación de la noción de raíz única, Walcott anuncia bajo el acto poético tales relaciones y pone a la vista un saber no colonizado, el cual es representación válida de un conocimiento basado en la presencia de lo real. Es un saber que no busca subsumirse en lo único, en el asentamiento de un linaje, sino que por el contrario apunta a la desterritorialización del pensamiento, donde el héroe mítico es olvidado para experimentar la sabiduría del pescador, de la mujer que canta mientras lava su ropa y del mar jugando en su continuo vaivén. La obra El reino del caimito, finaliza con un poema del mismo nombre, poema cargado de mucha fuerza, provisto de imágenes enérgicas, que sugieren un proceso evolutivo en el espíritu antillano, el cual encierra el grito silencioso, la herida dejada por la colonización, el reconocimiento de la diversidad como identidad, finalmente la reconciliación y el retorno a un nuevo Edén: "El reino del caimito". En este poema Walcott avisa su renuncia a todo pensamiento sistémico, dejando en claro su afán último: la conciliación; pronuncia así su aislamiento con respecto al discurso en el cual se enmarca la Historia, a sus héroes, a sus panteones, a sus mitos fundacionales, a su obsesión con la muerte y con el poder:

    (…) Ella le acarició el cabello hasta volverlo blanco, pero se negaba a entender que él no quería más poder que la paz, que quería una revolución sin sangre, que quería una historia sin memoria alguna, calles sin estatuas, y una geografía sin mito. No quería otro ejército que los regimientos de bananos, las gruesas lanzas de los cañaverales, y gimió: "Sólo tengo fuerzas para amar" (Walcott, 1977: 135)

    En los versos anteriores se trasluce la utopía humanista del autor, donde la nostalgia de un pasado dramático y borroso, el ansia de venganza y el malestar causado por el silencio ante la colonización quedan atrás. Es aquí justamente donde el poeta logra establecer una oposición definida con respecto a las afirmaciones de la Historia, dejando una muestra de lo que caracteriza el pensamiento de rastro: lo frágil, lo asistemático, lo no atávico y lo no autoritario.

    En consiguiente, se puede afirmar que la poesía de Derek Walcott persigue renombrar su realidad, abre la Relación entre el lugar y la totalidad–mundo. Tal relación viene dada por medio de un lenguaje que parte del lugar, un lenguaje que descubre una realidad viva, tangible y dotada de cotidianidad. De manera que, en el texto "El reino del caimito "la naturaleza vendrá a desempeñar un papel protagónico en la complejidad asistémica de la Relación, ya que es el elemento de cohesión perfecto, la vía alterna que susurra en sus diversas manifestaciones el pensamiento que no marca límites, ni centros, pues su presencia y las relaciones que en torno a ella se establecen vienen determinadas por la cualidad multiétnica del individuo antillano, y es la poesía una manera perfecta de traducir esas relaciones que poseen colores, sabores, ritmos y formas diversas en un lenguaje particular que define la turbulencia del lugar y su relación con el mundo.

    En suma, se puede confirmar que El reino del caimito es un diálogo ancestral entre los diversos elementos que configuraron la diversidad multicultural del Caribe, donde la presencia de lo real se exalta y se celebra a fin de trascender el discurso lineal y seccionado de la Historia, y como Walcott bien lo afirma: El destino de la poesía es enamorarse del mundo a pesar de la historia (Walcott, 1992:103).

    San Cristóbal, 2004

     

    REFERENCIAS

    De Certeau, M. (1985). La escritura de la historia. Traducción: Jorge López Moctezuma. México: Universidad Iberoamericana.

    ____________ (1996). Historia y psicoanálisis. Traducción: Alejandro Ortiz. México: Universidad Iberoamericana Escobar, A: El lugar de la naturaleza y la naturaleza del lugar: ¿globalización o postdesarrollo?. En: La colonialidad del saber. Disponible en: http://www.clacso.com/bibliotecavirtual. [Consulta: mayo 2003]

    Glissant, E. (2002). Introducción a una poética de lo diverso. Traducción de Luis Cayo Pérez Bueno. Barcelona (España): Ediciones del Bronce.

    Walcott, D. (1996). El reino del caimito. Traducción de Álvaro Rodríguez Torres. Bogotá: Norma.

    __________ (2000). La voz del crepúsculo. Versión española de Catalina Martínez Muñoz. Madrid: Alianza.

     

    Notas

    1. El presente artículo es una versión del trabajo de fin de curso elaborado para aprobar el curso de Literatura del Caribe II impartido por el Prof. Arnaldo E. Valero a los estudiantes de la V cohorte de la Maestría en Literatura Latinoamericana y del Caribe. El acceso a los textos aquí consultados y analizados fue posible gracias a la orientación y generosidad del profesor Valero.

    Alexandra Alba

    En Revista Virtual Contexto, Volumen 9 – No. 11 – Año 2005