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Los hipócritas, el proxenetismo y sus dilemas filosóficos y morales, y, ¿de por qué los hombres procuran a las prostitutas? (página 2)

Enviado por Felix Larocca


Partes: 1, 2

Acusaciones de que alguien es un hipócrita son peligrosas, porque éstas pueden resultar enmarañadas, ya que desvían nuestra atención del propósito de la evaluación serena del mérito de una idea, dirigiéndola, a su vez, hacia el carácter de quien la defiende.

Tales acusaciones desencadenan reflejos emocionales que dominan los patrones de pensamientos más racionales — a menudo — cambiándolos. Pero, es precisamente, en aquéllos casos difíciles e importantes cuando estos cambios pudieran resultar ser más trágicos, si es que se hacen siguiendo falsas premisas.

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Sarah Palin

Debido a las reservaciones expresadas, creemos que quienes escuchan a quienes los exhortan deberían de moderar la tendencia común a reaccionar de manera automática o refleja, y considerar en su lugar, la validez del mensaje mismo y no exclusivamente la reputación del mensajero.

Nos conviene, entonces, examinar muy de cerca lo que los hechos decepcionantes, realmente significan, porque en muchos casos, los hechos aludidos, soportan el hipócrita punto de vista, y lo benefician directamente.

Disminuyendo la autoridad

Un hecho sorprendente acerca de la hipocresía es su irrelevancia, ya que el hecho de que alguien es un hipócrita no es prueba necesaria de que su posición en un tema dado sea falsa. Activistas ecológicos que contaminan el entorno con su basura no cancelan, con sus acciones, la veracidad de sus argumentos a favor de la limpieza del medio ambiente.

Políticos que oponen la inmigración ilegal, mientras que emplean los servicios de expatriados ilegales, no nos dan pruebas de que objetar a la inmigración ilegal es una falsa perspectiva.

Aún, si cada defensor de los derechos de animales se convirtiera en un consumidor furtivo de carne, puede que aún sea erróneo comer de la carne.

En general, sólo porque una persona no tiene la fuerza de voluntad para vivir al nivel de sus propios estándares morales, eso no indica que esos modelos no son meritorios y dignos de ser aceptados. Entonces, parece ser que acusaciones de hipocresía no demuestran nada acerca de nadie, ni aun de las ideas que defiende una persona señalada.

Entonces, si resulta ser tan irrelevante, ¿por qué la hipocresía, cuando se la invoca, es un concepto tan poderoso?

La respuesta es que muchos alegatos de falsedad evocan reacciones emocionales e inconscientes hacia el argumento que soportan, terminando por socavarlo. Tales testimonios se transforman en ataques directos hacia la autoridad de sus proponentes. Y, una vez que la autoridad de alguien se debilita, el escenario se prepara para el rechazo de todo lo que dice.

Consideremos dos ejemplos:

Padre: "Hijo, no debes de fumar. Es malo para la salud y es adictivo"

Hijo: "Pero, papá ¡tú fumas un paquete al día!"

Amelia: "¿Has visto el documentario de Al Gore, Una Inconveniente Verdad? ¡Tenemos que reducir la huella ecológica que deja el carbón, y hacerlo, de inmediato!"

Jaime: "¿Al Gore? Mira, ese señor deja más huellas de carbón que nadie con todos sus vuelos en jets privados".

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Dr. Samuel Johnson

En el primer ejemplo, el hijo siente que su padre no constituye una fuente apropiada de información en lo que al fumar respecta, porque se porta como un hipócrita. La imputación de que el padre es un farsante no sólo invalida su posición, sino que efectivamente la anula — como si el padre nunca hubiese hablado.

Lo mismo es verdad en el caso de Al Gore y sus vuelos, a pesar de que Amelia, no es la supuesta hipócrita, sino que Gore lo es, cuya autoridad ella impugna.

En ambas situaciones, la hipocresía se propone como evidencia de la insinceridad o incompetencia de una fuente, suministrando argumentos para que se ignoren sus consejos o instrucciones.

Tales argumentos son especialmente efectivos por el mero poder de la revelación individual de las faltas personales que resaltan. Una vez que personas se definen en una luz negativa todos tienden a ignorar evidencias contrarias. En un estudio reciente los psicólogos David N. Rapp de Northwestern University y Panayiota Kendeou de McGill University pidieron a estudiantes voluntarios que leyeran 24 historias diferentes involucrando un carácter que se comporta de una manera que sugiere que éste último es torpe y haragán. Más adelante, en cada historia, sin embargo, el individuo en cuestión actúa de tal manera que la impresión inicial se contradice. Aún así, y a pesar de ello, menos de la mitad de los voluntarios cambiarían su impresión negativa acerca de esta persona.

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Estos resultados indican que la impresión original de que alguien es vago o aturdido, activamente inhibe la posibilidad de considerar cualquier otra información que pueda cambiar el entendimiento de la persona en cuestión o del tópico bajo escrutinio. En los ejemplos del fumar y del uso de los aeroplanos privados, el padre y el hijo, y los amigos, hacen enfoque en los hábitos deleznables del padre y en la hipocresía de Gore, en vez de apuntar directamente hacia los peligros reales de fumar y a la contribución a los peligros, para la seguridad de nuestra especie, consecuencia del calentamiento del planeta.

De la duplicidad y de su entendimiento

En la realidad, si padre e hijo hubiesen enfocado en los particulares directamente, ellos pudiesen haber apreciado los comportamientos del padre y de Gore de manera muy distinta. Veamos lo que el fumar del padre sugiere: Él considera que fumar es dañino para su hijo, pero continúa fumando, porque siendo adicto, no puede dejarlo. Así, que su comportamiento — su "hipocresía" — en realidad confirma su posición, de que fumar es adictivo y dañino.

Por su parte, el comportamiento de Gore, soporta uno de sus propios argumentos para lograr cambios en los planes de acción nacionales. Como son nuestra inclinación a manejar vehículos de muchos caballos de fuerza y nuestra repugnancia hacia el transporte público, lo que termina en la falta de responsabilidad hacia la preservación de nuestros recursos naturales — que aún, el mismo Gore, no puede soslayar.

Naturalmente, debe de admitirse que la hipocresía no siempre corrobora los puntos de vista del hipócrita.

Las famosas visitas de Spitzer a casas de cita nada añaden para robustecer su oposición, oficialmente establecida, hacia la prostitución. Y, aún en algunas ocasiones la hipocresía adquiere el mismo significado que el padre e hijo le asignan: Es muy simple dimitir una fuente porque la persona que la representa ha perdido su credibilidad. Por ejemplo, cuando un ministro se presenta a sí mismo como una autoridad moral y es atrapado en medio de una relación adulterina, sus seguidores pueden, razonablemente, poner en tela de juicio sus enseñanzas.

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La mujer adúltera

Entonces, determinamos que la hipocresía ocasionalmente basta para disminuir la autoridad de una persona. Lo que puede resultar en la actitud común de "¿Por qué tomar en serio o escuchar lo que [esa persona] nos dice?" Pero no siempre resulta ser así, como anteriormente hemos visto en los ejemplos presentados.

Si, finalmente, la hipocresía es relevante y afecta la credibilidad de una persona, todo depende en la esencia de lo que nos dice el hipócrita. Así que mejor, y, para evitar caer en las trampas que al respecto nos plantan nuestras reacciones instintivas, aquí, repetimos, que es buena medida la de examinar los argumentos antes de saltar a conclusiones.

Aún no hemos concluido…

La hipocresía y la teoría psicoanalítica que la trata de explicar

¿Por qué los hipócritas hacen y dicen cosas que entre sí se contradicen?

Lo hacen porque sus mecanismos de defensa, por definición inconscientes, lo permiten, logrando de esa manera evitar sentimientos de ansiedad y suministrarles sosiego y armonía a sus egos borrosos.

Existe una defensa conocida como la formación de reacción

Este es un mecanismo de defensa en el cual emociones que producen ansiedad o que son inaceptables, son reemplazados por sus antagonistas directos. Este mecanismo es característico de las neurosis de ansiedad. Pero, cuando esta defensa se utiliza en exceso, especialmente durante las etapas de desarrollo del ego, puede arraigarse como rasgo distintivo y permanente del carácter, lo que a menudo se evidencia en personas de constitución obsesiva o en los trastornos obsesivos, consolidados, de la personalidad.

¿Por qué las personas se comportan de esa manera? Según Freud, para ocultar sus verdaderos sentimientos de desear conducirse, con impunidad, en la manera diametralmente opuesta.

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Roguemos por las víctimas de la Guerra de Irak

La trata de blancas y el sexo desenfrenado, como causas mayores para que florezcan los hipócritas

Indudablemente que, por lo menos en la prensa norteamericana, hemos visto a un número extraordinario de políticos y clérigos que han caído segados por la guadaña de la intemperancia sexual. A la que se abandonan no tan sólo con menores, sino que asimismo lo hacen por medio del patrocinio de prostitutas — "abominaciones" de comportamiento — que ellos, desde la exaltación que sus púlpitos les atribuyen, y que, con vehemencia vitriólica, condenan.

Otros ejemplos los proveen las estrellas cinematográficas que se proyectan como dechados de virtudes, para ellas imposibles, o de abogados prostituidos, defensores de clientes cuya responsabilidad por un crimen es, para todos, palmaria.

Siendo las actividades sexuales causa principal para acusaciones de hipocresía, la pregunta que aquí nos hacemos es la siguiente: ¿Por qué los hombres compran el sexo?

Muchos investigadores nos dicen que es para obtener intimidad a petición; mientras que para otros es el deseo de usar y de dominar las mujeres.

Pero parece ser que estas respuestas son muy simplistas para ser verdad, ya que arrestos repetidos no evitan que muchos hombres reincidan en estos comportamientos, que, por lo menos, para ellos, han tenido consecuencias desastrosas.

La compra y venta del sexo es asunto de proporciones mayores.

En el año 2007, en los Estados Unidos, miembros de los servicios policiales arrestaron unas 80,000 personas por crímenes relacionados al sexo. La gran mayoría de los solicitantes de este sexo por dinero, fueron hombres.

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En conjunto, se estima que un 16% de los hombres pagan por sexo en los Estados Unidos, de acuerdo a un reporte publicado en el 2005 por el profesor Sven-Axel Månsson de Malmö University en Suecia. Mientras que otro estudio publicado en el año 2000 de 998 prostitutas callejeras y 83 que aceptaran clientes por cita, en la ciudad de Los Ángeles, conducido por la profesora Janet Lever de California State University, sugiere que un 28% de los hombres que utilizan los servicios de prostitutas y casi la mitad de los que procuran servicios por cita compran sexo con regularidad, con los restantes siendo clientes casuales.

La proporción existente entre quienes pagan por la obtención de servicios sexuales varía entre los diferentes países y entre los diferentes estudios. Månsson reporta que el 14% de los hombres holandeses ha comprado sexo, comparado con 40% de los españoles, observando que la prostitución es legal en ambos países.

De acuerdo a HYDRA, una organización germana que provee asistencia legal y otros servicios similares a prostitutas, casi las tres cuartas partes de los alemanes, donde también la prostitución es legal, pagan por servicios sexuales. Y en Tailandia, donde la prostitución es ilegal, aunque socialmente aceptable, un estudio reciente revela que un formidable 95% de los varones adultos ha dormido con prostitutas.

Cualesquiera que sean los números, el comportamiento aparece con tanta frecuencia que no puede ser excluido como siendo, simplemente, patológico. En vez los motivos que tienen los hombres para la compra del sexo son razón de debates acalorados entre los investigadores mismos.

Para algunos, la práctica del sexo por dinero sirve como paliativo para muchos de los problemas psicológicos más comunes, como son deseo por sexo, amor o romance insatisfecho. Otros proponen que los clientes de prostitutas son guiados por razones antifeministas, como son el deseo de abaratar y subyugar la mujer. Debate que asimismo existe entre los expertos acerca de la moralidad de la prostitución.

La sexualidad: Instinto básico

Por supuesto, las personas compran lo que les gusta, y el sexo es algo que interesa de manera muy poderosa. Todos parecen deseosos de pagar por las actividades o cosas que les placen, contando la actividad sexual entre ellas. Por otro lado, un hombre puede obtener sexo gratuitamente dentro del contexto de cualquier relación intima. Entonces ¿Por qué pagar buen dinero por ésta, especialmente si se consideran los riesgos sociales y de salud asumidos con las relaciones sexuales con prostitutas? ¿Es que la mayoría de los hombres son tan poco atractivos que sólo una prostituta los aceptaría?

La mayor parte de los investigadores no estarían de acuerdo con esta posición. Hombres que se mezclan con prostitutas, de acuerdo a muchos expertos, proceden de todas las clases socioeconómicas. Éstos pueden ser corredores de bolsa, choferes de camiones, maestros, sacerdotes y agentes de la ley. No se asignan características especiales que diferencian, a quienes usan el servicio de prostitutas, de los demás mortales.

Tampoco pueden definirse estas personas midiéndolas con la vara con que se miden quienes se consideran víctimas de trastornos emocionales. Estudios detallados no han podido demostrar la existencia de anormalidades en ellos, aunque se considere extraño el hecho de que ignoren los riesgos asumidos en la práctica del sexo casual y sin protección. En algunos estudios, hombres que preferían sexo sin el uso de condones obtenían puntos más altos en las escalas que miden la agresión, y también se encontró que hombres casados y de buenos medios económicos, que exigían sexo sin protección, lo hacían con mayor frecuencia que los demás. Parece ser que si se goza de mayor seguridad y fortuna, algunos llegan a creer que son invulnerables.

Las investigaciones coinciden en que todas destacan la diversidad que existe entre los hombres que pagan por sexo. Algunos puede que sean guiados meramente por el impulso genital. En un estudio conducido en Bremen, Alemania, se encontró que muchos de estos hombres se sienten sexualmente frustrados, porque no están gozando de satisfacción carnal en ningún lugar, o que son personas hedonistas quienes desean realizar sus fantasías eróticas en un prostíbulo.

Los representantes de HYDRA nos dicen que algunos hombres frecuentan la compañía de prostitutas para saciar su apetito sexual. Algunos admiten que se sienten con mayor libertad de experimentar lo nuevo dentro del contexto del sexo comercial, en lugar de con sus esposas y amantes, lo que los habilita a expandir su ámbito de experiencias, derivando mayor placer y satisfacción del acto mismo.

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Emolumentos debidos, ¿por la pasión y el amor?

Todavía tenemos algunos investigadores que han identificado motivaciones emocionales y psicológicas entre los hombres quienes compran el sexo. Muchos reportan personas que imaginan que están viviendo una verdadera relación amorosa cuando están con una prostituta, mientras que otros creen que sienten un apego romántico hacia una mujer a quien no verán otra vez. Es como si vivieran el ideal del amor dentro del marco de un servicio por paga.

Cuando a muchos de estos hombres se les pedía que definieran "sus" prostitutas, muchos las consideraban "abiertas", "sinceras" y "honestas". Otros dirían que eran "inteligentes" o "humorosas". Muchos pintaban la imagen de una perfecta mujer a quienes ellos desearían poder conocer mejor. Otros más afirmaron que ellos desearían que la prostituta que ellos frecuentaban pudiese tomar el lugar de la esposa. Parece ser que los sentimientos que se engendran en estas situaciones comerciales pueden ser muy profundos.El comportamiento de muchos de los hombres en considerables números de los estudios, es compatible con la demostración de deseos de conocer mejor a la prostituta en un sentido social, substanciado por el interés personal, por ellos exhibido, antes y después de la consumación del acto sexual.

En una gran proporción de los casos, como para poder lograr establecer una relación durable, muchos de los hombres prefirieron retornar repetidamente a la misma mujer. Casi las dos terceras partes de los entrevistados reportaron haber hecho uso de la misma persona más de 50 veces. Mientras que uno en cuatro había tenido sexo con la misma prostituta más de cien veces. Pero, ¿por qué recurriría un hombre a una prostituta — en lugar de una amante, esposa o amiga íntima — para satisfacer su necesidad por un apego social? Una razón puede que sea que las relaciones reales con mujeres son riesgosas y complicadas, cargadas de cuestiones que algunos hombres prefieren evitar. Las prostitutas, suelen ser menos exigentes y hacen menos demandas que las novias o las esposas y aún pueden sosegar la psiquis — esto último siendo lo que los "expertos" nos dicen.

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Lo que a menudo sucede, en el esquema usual de las cosas, es que una mujer conocida puede que rehúse intimidad con un hombre, porque está cansada o porque carece del "deseo", o por qué no está en el estado de ánimo de hacerlo — lo que a la mayoría de los hombres mortifica. Pero, por contraste, las trabajadoras sexuales, generalmente aceptan sus clientes incondicionalmente y les ofrecen intimidad a petición, no importa cómo, y en el momento que lo deseen. En este aspecto del rompecabezas, los hombres compran el sexo para contrarrestar sus inseguridades psicológicas, como, asimismo lo hacen para satisfacer sus necesidades biológicas.

Sin embargo, no todos están de acuerdo. Muchos investigadores refutan la idea de que las prostitutas sirven como bálsamo para las penurias de hombres que son esencialmente normales. La socióloga Julia O"Connell Davidson de la Universidad de Nottingham en Inglaterra, caracteriza a los hombres que frecuentan las casas de prostitución y que cohabitan con prostitutas como necrofílicos quienes perpetran sus excesos en mujeres quienes están socialmente "muertas".

Sexo y la oralidad humana

En una conferencia dictada al Parlamento Europeo en el año 2006, Månsson destacó que procuradores de sexo por paga, frecuentemente se refieren al sexo como algo que ellos conciben como un producto del consumismo. En lugar de ser una expresión de la búsqueda de relaciones íntimas. Un hombre, reporta el científico, comparaba el sexo comprado con ir a comer a un McDonald.

Lo último puede que sea debido a la proximidad anatómica de los centros del apetito y de la reproducción en el hipotálamo cerebral.

Así que, parece ser cierta mi hipótesis de que la confluencia de los instintos es una realidad patente, y de que la sexualidad y el comer — incluyendo sus manifestaciones proteicas son partes necesarias del mismo proceso.

En otras palabras, que las disorexias y la sexualidad — aberrantes o no — son piezas del mismo continuo.

Ser prostituta no es una profesión que quienes la ejercen practican porque les place. Pobreza, adicción a las drogas o miedo de violencia de los controladores (maipiolos, en la República Dominicana) son las razones principales por las que una mujer se hunde en los abismos de la prostitución.

En consecuencia, muchos expertos argumentan que las trabajadoras sexuales no son quienes son la causa misma de la prostitución. En su lugar, este negocio sobrevive debido a las demandas de tropeles de machos quienes tienen problemas en sus relaciones con las mujeres, lo que — dicen ellos — constituye un crimen contra el sexo femenino.

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Pero, hay que considerar otros detalles, ¿verdad? Como, en seguida proponemos hacerlo

Nuestra especie es diferente a otras en muchos respectos, ya que se abandona a actividades, potencialmente azarosas, porque éstas les causan placer. No importa si es el sexo o es el comer hasta engordar, sino que también salta en paracaídas y escala montañas altísimas, sin aquí mencionar la ruleta rusa.

En lo que, al sexo respecta, tenemos programado poder hacer el amor en toda época del año, sin fines reproductivos. Entre nosotros existen pedófilos, necrofílicos, prostitutos, célibes y otras variedades de inclinaciones y actividades sexuales y alimentarias que no se hallan del mismo modo en otros animales.

Pero, cuando hablamos del sexo, el etólogo Konrad Lorenz ha escrito acerca de aves que se comportaban como prostitutas, por definición, ya que, antes de lograr el coito con ellas, había que proporcionales un incentivo material.

Nuestros parientes cercanos, los primates de la especie de los chimpancés hacen lo mismo. Pero, lo que nos distingue de otros simios son asuntos de importancia:

El hecho de que, generalmente, nos apareamos en privado, de que alardeamos de poseer el pene del mayor tamaño entre los monos. De que permanecemos, por lo menos tres años con la hembra parida que fertilizáramos, para asistirla en sus menesteres de madre, y de que tenemos una economía monetaria que indica nuestro estado entre nuestros semejantes.

Debido a que el sexo, y el acaparamiento de hembras se consideran importantes en muchas sociedades, nuestro comportamiento puede estar en conflicto con nuestras tendencias morales y religiosas. Por ello algunos, especialmente, quienes son vulnerables al juicio de los demás, recurren a la duplicidad de la hipocresía para poder satisfacer sus instintos, y para continuar gozando, a la vez, de la apreciación y respeto de sus contemporáneos.

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Los políticos norteamericanos y asimismo, los políticos en general, transitan sus vidas bajo el escrutinio del ojo público, como si fuesen peces en una pecera de vidrio. Pero como nos dijera Henry Kissinger: "El poder es el afrodisíaco más fuerte". Lo que suele ser verdad, ya que el poder significa influencia y dinero que para los seres humanos — especialmente para la hembra — se traducen en deseos de procrear o compartir las prerrogativas del poderoso, o de tener sus hijos en un verdadero sentido darvinista.

Pero, hay que guardar las apariencias. Y ¿qué manera más efectiva de lograrlo que la de crear defectos para los demás, condenar a quienes no se ajustan a nuestros estándares, y vivir como si fuéramos paradigmas de las perfecciones que inventáramos?

La caída de gracia, no importa, porque, cuando los que sucumben a sus impulsos lo hacen, siempre encuentran la justificación de ser alcohólicos, de que es una directa prueba de Dios, o de que fueron víctimas de alguna conspiración para hacerles daño.

En conclusión

Las palabras citadas que nos legara de La Rochefoucauld resuenan como verdades eternas.

Desde que inventáramos la palabra hablada y, luego, la escrita. Y, desde que inventáramos la moralidad con el poder de las religiones para implementarlas y, desde que realizáramos el tremendo dominio que la hembra de nuestra especie puede ejercer en nosotros. Sería entonces, cuando nos llegara el tiempo debido para que naciera la hipocresía y la falsedad.

Fin de la lección.

Bibliografía:

Larocca, F: (2008) La Mentira y la Neurociencia Aplicada en monografías.com

Larocca, F: (2008) La Ley Natural, y los Principios Básicos de Nuestras Actividades Mentales Lógicas y Emotivas en monografías.com

Larocca, F: (2008) Suicidio en la Juventud: Guía para los Padres, el Público en General, y Maestros en monografías.com

Larocca, F: (2007) Los Chismes y las Personas Chismosas en monografías.com

Larocca, F: (2007) La Autoestima, la Dignidad, el Auto-respeto y lo que arruinamos cuando los comprometemos en psikis.cl y en monografías.com

Larocca, F: (2007) La infidelidad y sus efectos en la relaciones amorosas en monografías.com

Diamond, J: (1992) The Third Chimpanzee: The Evolution and Future of the Human Animal Harper Collins

 

 

Autor:

Dr. Félix E. F. Larocca

Partes: 1, 2
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